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Tema 5.

Esquema usando el libro de la asignatura

Orientación familiar y acción tutorial. Beatriz Álvarez-González et al (2023) UNED Sanz y Torres

1. INTERVENCIÓN CON FAMILIAS EN EL MARCO DE LA COMUNICACIÓN Y

COLABORACIÓN FAMILIA-ESCUELA

1.1. Cuatro enfoques de intervención 1

1.1.1. Modelo centrado en el profesional

El experto profesional es responsable de identificar las necesidades y plantear

soluciones, así como de dirigir exclusivamente el programa. La familia tiene un papel

pasivo y solo lleva al hijo a la intervención. La decisión sobre los objetivos recae en el

profesional y la intervención ambulatoria está a cargo de este.

1.1.2. Modelo de la familia como aliada

El papel del experto profesional consiste en identificar las necesidades y plantear

soluciones, así como en enseñar y formar a las familias en el programa. Por su parte,

la familia tiene un rol activo al aplicar en casa lo que el profesional ha prescrito. La

decisión sobre el proceso recae en el profesional, mientras que la intervención se lleva

a cabo de forma ambulatoria por este y en casa por la familia.

1.1.3. Modelo enfocado en la familia

El rol del experto profesional es identificar necesidades, plantear soluciones y orientar

a las familias. La familia tiene un papel algo activo al aplicar en casa lo que el

profesional ha prescrito. La decisión sobre el proceso es compartida, ya que el

profesional plantea opciones y la familia decide, especialmente en cuanto a las

actuaciones que se llevarán a cabo en casa. La intervención es ambulatoria por parte

del profesional, mientras que la familia recibe orientaciones para aplicar en casa, pero

con poco seguimiento.

1.1.4. Modelo centrado en la familia

1
Todo el apartado 1.1 es una Adaptación de la Tabla 5.1 del libro Orientación familiar y acción tutorial. Beatriz Álvarez-González
et al (2023) UNED Sanz y Torres
El papel del profesional es el de tutor y orientador de la familia, generando entornos

competentes y siendo corresponsable del programa de intervención. Por su parte, la

familia tiene un rol activo, siendo experta en las necesidades del niño y en su entorno

natural, y también corresponsable del programa de intervención. La decisión sobre el

proceso es consensuada y acordada entre la familia y el profesional, con un

compromiso compartido. La intervención se lleva a cabo a través de la familia en su

entorno natural, aprovechando las rutinas para promover oportunidades de

aprendizaje mediado por el contexto.

2. MODELO COGNITIVO- CONDUCTUAL

2.1. Funcionamientos teóricos

El modelo conductual-cognitivo combina las contribuciones del conductismo y la psicología

cognitiva, y se basa en la idea de que la conducta humana es aprendida y puede ser

modificada. También considera el desarrollo humano como un proceso en constante

cambio. En este modelo, el papel del orientador es actuar como mediador entre la persona

que aprende y los estímulos externos, y la falta de mediación adecuada puede dificultar el

aprendizaje y provocar problemas.

2.2. La modificación de conducta conductual-cognitiva

El modelo de Modificación de Conducta Cognitivo-Conductual explica el comportamiento

humano como resultado de la interacción entre el individuo y su entorno, influenciado por

múltiples factores, como la biología, la historia personal, los estímulos recibidos y el

aprendizaje. También se consideran las características del entorno familiar y

comunitario de la persona.

2.3. Prevención en el aula

Hervás Avilés (2005) destaca la importancia de que los estilos de enseñanza se ajusten a

los estilos de aprendizaje del alumnado para promover el desarrollo cognitivo, social,

emocional y actitudinal del mismo. El Análisis Funcional de la Conducta se enfoca en

identificar los factores que influyen en el comportamiento, para diseñar y aplicar

programas adecuados que modifiquen y mantengan el comportamiento deseado. No se


busca etiquetar ni comparar a las personas, sino formular los comportamientos de manera

observable, mensurable y verificable empíricamente.

2.4. Proceso de intervención

2.4.1. Fase de evaluación inicial

2.4.1.1. Proceso de intervención

2.4.1.1.1. Identificación y descripción del problema: Describir el problema en

términos observables y medibles (en relación con una persona o grupo).

2.4.1.1.2. Definición operativa de la conducta: Expresar la conducta en términos

operativos concretos (en relación a una persona o grupo).

2.4.1.1.3. Formulación de objetivos finales: Evaluar criterios. ¿Qué metas

queremos alcanzar?

2.4.1.1.4. Análisis funcional:

2.4.1.1.4.1. Cuantificación de la conducta y obtención de la línea base.

Observar, registrar y graficar las conductas que se quieren modificar (en

relación con una persona o grupo).

2.4.1.1.4.2. Identificación de características relevantes. Analizar los

prerrequisitos.

2.4.1.1.4.3. Análisis del ambiente que rodea al sujeto o grupo. Detectar,

observar y registrar el estado biológico de la persona o grupo.

2.4.1.1.5. Formulación de la hipótesis funcional (HF). Escribir la HF.

La Hipótesis Funcional es la evaluación del problema que se desea

solucionar, donde se identifican las variables que lo componen, los estímulos

que preceden y siguen a la conducta, y la relación entre variables y

consecuencias. Es similar al diagnóstico en otros modelos de intervención.

2.4.1.2. Planteamiento clásico de Cidad

2.4.1.2.1. Observación: La observación debe hacerse en presencia de la persona

o grupo, el observador debe seleccionar los elementos relevantes y conocer


el objetivo de la observación. La descripción debe ser clara y controlarse los

errores que puedan sesgarla.

2.4.1.2.2. Registro: Se debe incluir la medida, duración y distribución de las

sesiones de observación, lugares y herramientas a utilizar, así como la

implicación y conducta del observador. Pueden emplearse distintas

modalidades de registro.

2.4.1.2.3. Graficación: Representación gráfica de los datos para facilitar la

comprensión del proceso de evaluación, intervención y seguimiento.

2.4.2. Fase de intervención

2.4.2.1. Proceso de intervención

2.4.2.1.1. Hipótesis de la intervención

La Hipótesis de Intervención (HI) se basa en la Hipótesis Funcional y predice

la probabilidad y dirección del cambio en la conducta si se modifican las

variables que afectan al problema o la relación entre ellas. Se formula en

modo condicional, estableciendo qué técnicas o estrategias se aplicarán

para alcanzar los objetivos deseados.

2.4.2.1.2. Elaborar programa de intervención

2.4.2.1.3. Aplicar el programa

2.4.2.1.4. Evaluar continuamente la intervención

2.4.2.1.5. Desvanecimiento del programa

2.4.3. Fase de seguimiento

2.4.3.1. Pasos y tareas de la fase de seguimiento

2.4.3.1.1. Programa de seguimiento

2.4.3.1.2. Mantenimiento y generalización del cambio

El paso de mantenimiento y generalización del cambio busca asegurar que

los objetivos alcanzados se mantengan en el tiempo y se apliquen a otras

situaciones y contextos, lo que se logra mediante la comprobación de la

utilidad de las conductas, la aplicación aleatoria e intermitente de


reforzadores y la transferencia de las consecuencias a otros

contextos y situaciones.

2.4.3.1.3. Evaluación del seguimiento

2.5. Técnicas de intervención2

2.5.1. Cognitivas

2.5.2. Metacognitivas

2.5.3. Conductuales

3. MODELO SISTÉMICO O ECOLÓGICO-CONTEXTUAL

Las propiedades sistémicas en la familia: : la familia como sistema abierto, un conjunto de

individuos dinámicamente estructurados que generan normas de funcionamiento

independientes del comportamiento individual, la totalidad del sistema, donde el cambio en un

miembro afecta a los demás, pautas de interacción que son más que la suma de sus

miembros, límites que integran varios subsistemas con diferentes niveles de permeabilidad,

una estructura jerárquica, retroalimentación en la conducta de cada miembro que influye en

los demás mediante feedback positivo o negativo, y la equifinalidad, donde se puede llegar a

la misma pauta de interacción a partir de diferentes orígenes.

3.1. El proceso de intervención en el modelo sistémico

3.1.1. Primera fase: evaluación-diagnóstico

3.1.1.1. Recogida de la información

El primer paso en un plan de intervención es recolectar información relevante del

caso para una evaluación completa y rigurosa. Esto incluye identificar a las

personas involucradas, el motivo de la consulta, los contextos en los que

interactúan los miembros de la familia, el entorno escolar y social, y el tipo de

relaciones que se establecen dentro de estos sistemas. La información se

clasifica en datos de identificación y datos del contexto, que incluyen información

sobre la familia, el entorno comunitario, el historial escolar y cualquier situación

2
Se explican en el tema 6, en el tema 5 solo nombrarlos.
especial que pueda estar relacionada con el problema que motivó la consulta.

También es importante recopilar información sobre el éxito y los fracasos

académicos, la asistencia a centros educativos, las dificultades especiales y los

programas de intervención previos.

La recopilación de información sobre el contexto y las causas de una petición de

ayuda permite acercarse al problema y delimitar el campo de análisis. Se pueden

aplicar pruebas específicas para completarlo, como cuestionarios, escalas de

valoración, listas de control, anecdotarios de aula, etc.

3.1.1.2. Análisis de la información

En el paso 2, se deben seleccionar los datos relevantes y analizarlos para

elaborar una valoración funcional de la información obtenida, distinguiéndola de

los datos anecdóticos.

3.1.1.3. Elaboración del diagnostico y toma de decisiones

En el paso 3, se elabora el diagnóstico y se toman decisiones sobre la

intervención psicopedagógica o socioeducativa recomendada, que se incluirá en

el informe final.

3.1.2. Segunda fase: intervención

3.1.2.1. Diseño o elaboración de la intervención

En este paso se formulan objetivos claros y precisos, se seleccionan técnicas y

estrategias a aplicar, se identifican los destinatarios y se planifica el tiempo y

número de sesiones necesarias para la intervención. También se determinan los

profesionales responsables y se diseña el plan y seguimiento del proceso de

ayuda o terapia.

3.1.2.2. Aplicación del tipo de intervención diseñada para el caso concreto

En la aplicación de la intervención, el orientador o terapeuta es responsable de

seguir el diseño elaborado y hacer las modificaciones pertinentes. Los demás

trabajadores y personas implicadas realizan tareas de apoyo conforme a

protocolos específicos. En el proceso terapéutico de Ríos, se estructuran diez


puntos para tratar a la familia como una unidad de tratamiento y solucionar las

dificultades de un miembro. Estos puntos incluyen modificar las relaciones

interpersonales, estimular interacciones positivas, enriquecer la red de

interacciones familiares, delimitar subsistemas, flexibilizar actitudes educativas,

reestructurar la jerarquía, fomentar un estilo educativo equilibrado, ofrecer

modelos de disciplina sin destruir la interacción, fomentar el desarrollo de valores

y poner a cada miembro en su lugar según su momento evolutivo y pertenencia a

un subsistema. Este proceso terapéutico se puede generalizar a otros sistemas

relacionados con la familia, como la escuela.

3.1.3. Tercera fase: seguimiento y evaluación final

La última fase del proceso de intervención implica el seguimiento y evaluación de los

resultados alcanzados. El seguimiento se realiza a través de la observación del

comportamiento de las personas y grupos implicados, con el fin de asegurarse de que

los logros se mantienen en el tiempo y se generalizan a otras situaciones. La

evaluación final se realiza eligiendo las pruebas más adecuadas y es responsabilidad

del orientador o terapeuta su aplicación e interpretación. La flexibilidad del modelo

permite variaciones en el esquema de trabajo según las necesidades de cada caso.

3.2. Conclusiones

Después de examinar las diferentes teorías de orientación familiar, se llega a la conclusión

de que el enfoque sistémico o ecológico-contextual es el más apropiado. Este modelo

sostiene que la orientación educativa en la familia se fundamenta en las relaciones entre

los miembros del grupo familiar, el centro educativo y el contexto comunitario. Es decir, las

conductas y procesos evolutivos no son individuales, sino que se desarrollan dentro del

sistema familiar. En este sentido, la evaluación, intervención y seguimiento se centran en

el sistema relacional del que forma parte la persona o grupo. Así, el orientador/a debe

poseer conocimientos especializados para identificar y modificar las estrategias y

relaciones disfuncionales. En el enfoque sistémico se tienen en cuenta los diversos

contextos en los que se desenvuelve la persona, no considerando los síntomas ni la


estructura familiar como causas de los problemas, sino identificando cómo el sistema

familiar se relaciona con ellos.

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