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Cabe resaltar que, el árbitro o los árbitros, sea que se trate de un arbitraje con
árbitro único o de un Tribunal Arbitral compuesto por tres árbitros o más,
reciben sus facultades directamente de las partes y por ello en relación a éstas
tienen el carácter de jueces (aunque no gozan en su totalidad, ni de las
prerrogativas ni las prohibiciones de éstos) estando obligados a pronunciarse
en el laudo arbitral que emitan acerca de las cuestiones litigiosas o dudosas
propuestas por las partes.
Asimismo, los laudos arbitrales tienen el carácter de sentencias y deben ser
ejecutados por los jueces ordinarios ya que los árbitros carecen del ius
imperium que el Estado a través de la ley les otorga a aquellos. El
procedimiento para su ejecución en el Perú está regulado en la Ley General de
Arbitraje y se sujeta también a lo establecido en el Código Procesal Civil.
Según el derecho penal, en el artículo 425 del Código Penal Peruano incorpora
una noción amplia de funcionario o servidor público, pues no solo comprende a
los que integren la carrera administrativa, a los que desempeñan cargos
políticos o de confianza y a los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía
Nacional; sino también, (i) a los que, con independencia del régimen laboral,
presten servicios en organismos públicos en general, incluidas empresas
públicas y sociedades de economía mixta, y en su mérito ejerzan funciones en
ellas, y (ii) a los designados por autoridad competente para desempeñar
actividades o funciones en nombre o al servicio del Estado o sus entidades. De
la misma forma, este artículo deja abierta la posibilidad de otorgar esta
condición a otros sujetos, puesto que, en su inciso 7 se establece lo siguiente:
“Los demás indicados por la Constitución Política y la ley”, dejando así un
numerus apertus a esta condición. Ahora bien, esta amplitud permite reconocer
que el Código Penal acoge un concepto amplio, situándose un poco más allá
del Derecho administrativo a la hora de fijar este elemento normativo, siendo
así un concepto funcionarial autónomo y exclusivo del Código Penal.
Ahora bien, tomando en cuenta el ejemplo del prevaricato, que en el art. 418 de
CPP. enuncia que: “El juez o el fiscal que dicta resolución o emite dictamen,
manifiestamente contrarios al texto expreso y claro de la ley, o cita pruebas
inexistentes o hechos falsos, o se apoya en leyes supuestas o derogadas, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de cinco
años”
Cabe resaltar que el sujeto activo en este delito es el juez, quien realiza la
acción típica, así, si el árbitro configura el tipo penal, puede ser plausible de ser
considerado como autor, pues existiendo numerus apertus en el artículo que
enuncia a los considerados funcionarios públicos para el derecho penal, el
árbitro puede ser incluido en esta categoría.
Así, existen autores que manifiestan que el prevaricato es una infidelidad que
atenta contra la administración de justicia y fue originalmente pensado para
castigar la actuación indigna de los integrantes de órganos jurisdiccionales
estatales o de los ministerios públicos. Pero no es menos cierto que no protege
la administración de Justicia, entendida como el órgano del Estado, sino a la
administración de justicia, entendida como el instrumento que sirve a los
ciudadanos para resolver sus controversias. (Peña, 2005)
Es así que, la tesis de considerar al árbitro como funcionario público para fines
penales debe ser aceptada en aras de evitar la impunidad que pueda devenir
de la comisión de delitos por parte de estos administradores de justicia.
Además de ello, la lucha contra la corrupción, debe ser atendida desde todos
los ámbitos pues se ha convertido en uno de los principales problemas de
nuestro país.
REFERENCIAS
PEÑA TERREROS, Luis: “El delito de prevaricato en la jurisprudencia y
doctrina penales”, en Diálogo con la Jurisprudencia, Gaceta Jurídica,
año 10, Nº 77, Lima, 2005, pág. 65