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RHONAL ANDRES ARGUELLO BASTO

EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN EL DERECHO


DISCIPLINARIO COLOMBIANO

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


CASO GUSTAVO PETRO VS. COLOMBIA

Teniendo en cuenta lo acaecido en el fallo del ocho (08) de julio del año 2020,
emitido por la honorable CORTE INTERAMERICADA DE DERECHOS
HUMANOS, donde se trata el caso de Gustavo Francisco Petro Urrego, (alcalde
mayor de la Ciudad de Bogotá, capital de la República de Colombia, en su
momento) vs el Estado Colombiano, fue destituido por la Procuraduría General de
la Nación mediante una decisión administrativa, que lo destituía e inhabilitaba por
un periodo de quince (15) años para ejercer la función pública, por presuntas
irregularidades en las que habría incurrido al cambiar el manejo de recolección de
las basuras de la ciudad en diciembre de 2012, vulnerando el principio de
jurisdiccionalidad, la garantía de la imparcialidad, el principio de presunción de
inocencia, y el derecho a la defensa.

Es de tenerse en cuenta que la decisión tomada por la Procuraduría General de


Nacional, infringió y vulnero la Convención Americana sobre los Derechos
Humanos por la violación al artículo 23 de la Convención Americana en relación
con los artículos 1.1 y 2 del mismo instrumento, y por la violación a los artículos
8.1 y 8.2.d) de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 del mismo
instrumento, en perjuicio del señor Gustavo Petro.

Para poder desarrollar lo narrado en el fallo mencionado anteriormente es


indispensable traer a colación la forma de gobierno denominada “DEMOCRACIA”
que según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), se define como “…
Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce
directamente o por medio de representantes…”, es así que la Constitución Política
de Colombia, proferida en el año 1991, procedió a establecer en su contenido
normativo que Colombia es un “…Estado social de derecho, organizado en forma
de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y
en la prevalencia del interés general…”; al igual la carta democrática
Interamericana nos reza en su primeros artículos que la democracia representativa
es fundamental para el desarrollo social, político y económico de un Estado; la
democracia en el marco del orden legal y constitucional le permite al pueblo de
forma general y libre elegir una persona que represente sus intereses por medio
del sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo, donde
las elecciones que se lleven a cabo deben realizarse de forma periódicas, libres,
justas.

Lo mencionado anteriormente conlleva a establecer que fue por medio de voto


popular que los habitantes del distrito capital procedieron a elegir a Gustavo Petro
como el alcalde mayor de Bogotá D.C, con el fin de que sus intereses sociales y
colectivos fueran representados de forma directa, es ahí donde, el alcalde de
Bogotá se convierte en un sujeto disciplinable y se desprende el tema
indispensable del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Antes de ahondar en el tema es importante aludir que el Derecho Disciplinario


colombiano actualmente tiene como objeto reglamentar el accionar de los sujetos
disciplinables, es decir, quienes dentro de sus labores tengan la naturaleza de
función pública, a través del conjunto que estructura una serie de principios y
normas de carácter jurídico que le otorgan una facultad al Estado, con el objetivo
de lograr ejercer la potestad disciplinaria. En consecuencia, su enfoque actual reza
sobre asegurar el cumplimiento idóneo de los deberes funcionales, cuando su
actuar activo o pasivo interfiera con la materialización de dicho fin último.

Aunado a lo anterior, en el pronunciamiento jurisprudencial de carácter


internacional que nos compete, podría afirmar que en el caso adjunto si hablamos
de una fuerza vinculante mediante el alcance jurídico que se le otorga a los
tratados ratificados por Colombia, para empezar, mediante la herramienta de
interpretación normativa que es el Bloque de Constitucionalidad. Así las cosas,
primero debemos mencionar que las normas que integran nuestra Carta Política
no están únicamente compuestas por los textos Superiores que ahí fueron
plasmados, pero el cual funciona de forma armónica para garantizar la protección
de la supremacía constitucional. Dicho conjunto normativo debe ser
interrelacionado obligatoriamente con el Bloque de Constitucionalidad, quien a su
vez resulta ser un compendio amplio e inacabado de diversos pronunciamientos
legales de carácter internacional, el cual opera como una herramienta de
interpretación normativa.

También debemos mencionar que las Convenciones y tratados que se han


ratificados por Colombia, obliga al Estado Colombiano acatar lo que se encuentra
expresada en esta, con fundamento en el principio pactus sunt servanda, estos
deben estar en armonía con nuestra Constitución Política, y demás leyes y normas
de nuestro ordenamiento jurídico colombiano esto con fundamento en el artículo
93 de nuestra Constitución política, con esto para indicar que el operador
disciplinario debe ceñirse en la normas internacionales ya sean tratados o
convenios, además de las interpretación hermenéutica que le ha asignado los
órganos de cierre de la jurisdicción contencioso administrativa para ejercer su
competencia, como consecuente debe en todas sus decisiones que este profiera
aplicar el control difuso de convencionalidad.

El control de convencionalidad en la actualidad de nuestro ordenamiento jurídico


es un tema bastante interesante, pero a su vez goza de cierta complejidad, a la
hora de realizar cualquier tipo de análisis con carácter jurídico o de mera
investigación, ya que cuando hacemos referencia a este concepto dentro de
nuestro ordenamiento normativo, resulta imperativo abarcar diversos temas que
fungen como auxiliares a la hora de proyectar una definición sucinta del mismo. Es
requerido enfatizar en qué normas conforman nuestra Constitución, los entes que
se encargan de velar por su cumplimiento y garantía, ergo, los procedimientos
utilizados para materializar dicho fin.

Cabe recordar que, su génesis se vislumbra en abril de 1948 con la aprobación


por parte de la OEA aprobó la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre. La CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos), fue creada
en 1959, reuniéndose por primera vez en 1960. Desde ese momento la CIDH, su
competencia radica en la realización de la labor investigativa, de elevar peticiones
y recomendaciones a los Estados, y estos se comprometen internacionalmente a
respetar y dar garantías, pero es en 1969 con la aprobación de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, que se crea Corte Interamericana de
Derechos Humanos, la cual es la encarga de juzgar todas las violaciones DDHH
de los Estados partes.

Es aquí, donde profundizando en el texto, podemos establecer que la principal


tarea de la Corte interamericana es determinar si la destitución e inhabilitación que
se ordeno por parte de la Procuraduría General al señor Gustavo Petro originaron
quebrantamiento a los derechos políticos, garantías y desprotección en relación
con la igualdad ante la ley y la prohibición de discriminación, así como un
incumplimiento del deber de adoptar disposiciones de derecho interno por parte
del Estado. Teniendo en cuenta que dicha sanción administrativa tomada por la
procuraduría de destitución e inhabilitación, son actuaciones meramente
administrativas que no componen un delito, no satisfaciendo el estándar de
proporcionalidad estricta en virtud del grado de afectación a los derechos políticos,
esto vulnerando la libre expresión política del conglomerado electoral de Bogotá,
los cuales eligieron mediante voto al disciplinado. Aquí se vislumbra que dicha
decisión no fue la apropiada, quebrantando y yendo en contra de los estándares
de la convención americana, puesto que la procuraduría no es el competente para
inhabilitar a un funcionario público elegido por sufragio universal, ya que, esta es
una decisión meramente administrativa y según la normativa internacional el juez
competente para dicho trámite es el juez penal, dando una condena y que esta
misma quede en firme. Es en este punto donde se trae como referencia y
primordialidad del juez natural, como principio y garantía del debido proceso,
puesto que tiene como finalidad más sustancial que formal, debido a que no
solamente protege el establecimiento de la jurisdicción encargada del juzgamiento,
previamente a la acción u omisión de una conducta, sino que vela por un juicio
imparcial y con plenas garantías.

Podemos traer a colación que el código Disciplinario en sus artículos 44 y 45 le


autorizan a la Procuraduría a imputar sanciones de destitución e inhabilitación de
los funcionarios públicos elegidos por voto popular, de igual forma, la nueva
penalización del comportamiento de ser elegido estando inhabilitado mediante
decisión disciplinario o fiscal. En ese sentido, la corte estableció que es alarmante
la promulgación de una nueva ley (1864 de 2017) que en su artículo quinto
“elección ilícita de candidatos”, sanciona con pena de prisión a quien sea elegido a
un cargo de elección popular estando inhabilitado por decisión “judicial,
disciplinaria y fiscal”. Y el mismo pronunciamiento de la Corte Constitucional
Colombiana errado al establecer que el Procurador está facultado para inhabilitar
por proceso o tramite administrativo a un servidor publico elegido por sufragio
universal, dicho pronunciamiento es incompatible, incumple y va en contra de los
estándares fijados por CIDH y la comisión; aunado a ello, una falta al deber de
realizar un debido control de convencionalidad.

Se deslumbro en el contenido de la sentencia que la Procuraduría General de la


Nación, con las sanciones impuestas al señor Petro, perseguían un fin
discriminatorio debido a su ideología política, al ser líder de izquierda y oposición,
puesto que con dichas sanciones obstaculizaban y restringían su participación
política a las elecciones presidenciales del año 2018. Se puede decir que, las
acciones eran actos constitutivos de desviación de poder y carecían de los
elementos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad.

Retomando lo referente a lo rezado en el artículo 29 de la carta magna, sobre el


derecho fundamental al debido proceso, la Corte Interamericana de Derechos
humanos hizo referencia a la vulneración de principios y garantías, tales como el
principio de imparcialidad, puesto que en el procedimiento disciplinario
desarrollado en la normatividad Colombia, quien elabora el pliego de cargos es el
mismo que se encarga de llevar a cabo el procedimiento y emana a proferir un
fallo, concentrando y dejando en un solo órgano las potestades investigativas ,
acusatoria, juzgadora y sancionatoria, lo que hace que vaya en contra de los
parámetros de la convencionalidad. En todo caso, no se vulneraria dicho precepto
legal de imparcialidad objetiva donde en el proceso disciplinario haya una
separación de roles, y las diferentes etapas recaigan en diferentes funcionarios
tanto para los que acusan como para que fallan y que los mismo no tengan una
dependencia de subordinación.

Por parte del Control de Convencionalidad, la CIDH advirtió que el Estado


colombiano, en cabeza de la Procuraduría General de la Nación, donde existían
un claro conflicto de intereses a la hora de desplegar el alcance de su
competencia para imponer una sanción que restringiera, casi que a perpetuidad,
los derechos políticos plasmados el Artículo 23.1 de La Convención, referentes a
los ostentados por un individuo para ser elegido en cargos de elección popular ya
que la víctima, el señor Petro, no se le sancionó por actos de corrupción, por ende,
la misma entidad actuó en contra de una disposición superior como la establecida
en la CADH, además de que mantener vigente una sanción que restringe los
derechos políticos del elegido no solamente implicaría cercenar derechos del
sancionado, sino también hacer nugatorios los derechos políticos de sus electores
que, como constituyente primario, han acordado definir los medios y las formas
para auto determinarse, elegir a sus autoridades y establecer los designios y las
maneras en los que habrán de ser gobernados.

Luego de lo acontecido, resulta evidente la necesidad de materializar cambios de


carácter sustancial dentro del Derecho Disciplinario colombiano (y en la defensa
jurídica del Estado), tomando como precedente la jurisprudencia emitida por la
CIDH. Recapitulemos que, dentro de la jurisdicción nacional se presenta esa
extralimitación de funciones por parte de la Procuraduría, dentro del caso en
concreto, la cual fijó el alcance del contenido de los artículos 277 y 278 de la
Constitución Política sobre las funciones de ese Órgano de Control, frente a esa
norma convencional, en donde señaló que tiene competencia para investigar y
sancionar a servidores públicos de elección popular en relación con conductas
configurativas de “corrupción” y, sobre las no consideradas como tal, pero
respecto de estas últimas no está autorizada para aplicar sanciones de destitución
e inhabilidad general o suspensión e inhabilidad especial a funcionarios elegido
por voto popular.

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