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Ana Aparicio Colino

Irineo de Lyon
Breve comentario sobre un texto del autor

1. BREVE PRESENTACI N DEL AUTOR

Es originario del Asia Menor y segundo obispo de Lyon en el siglo II (entre el


177 y el 202). Ireneo en su teología se opone al gnosticismo, y de esta oposición
surge su obra, que es una explicación, exposición y defensa de la doctrina
tradicional.

Se conocen dos obras literarias: Adversus Haereses y La Demostración de la


Predicación Apostólica, sobre la que haremos este comentario. La densa
argumentación de estos escritos transparenta todo el dinamismo, el entusiasmo y
fervor de un verdadero "hombre de espíritu", plenamente entregado al servicio de
la Iglesia'.San Ireneo nutre su pensamiento de importantes fuentes como son: san
Juan, san Pablo y la "tradición de los presbíteros" de su tierra natal. e Dios y otra
más bien de corte joánico, que atiende al juicio disyuntivo de Dios. Ireneo se basa,
para sus postulados, en la Razón, la Escritura y la Tradición; pues la segunda no es
nada sin la Tradición que la interpreta y le da sentido. Este autor, destaca como el
defensor, no sólo de los fundamentos del cristianismo, sino en la estructuración de
esas bases en la Escritura y en la Tradición eclesial. Uno de sus logros es
contraponer una teología sobria, con base en la revelación e interpretada desde la
“regla de la fe” y una actitud intelectualmente humilde y respetuosa con el misterio
de Dios. Además Irineo ha sido considerado el teólogo de:

- la UNIDAD: de Dios, de Cristo y el plan divino, de la Iglesia, del hombre, y


unidad final del hombre con Dios:
- la HISTORIA: referido a la economía de la salvación, en que la libertad del
hombre y la actitud paciente de Dios juegan un papel fundamental
- la RECAPITULACIÓN: que engloba la encarnación, el misterio pascual y la
escatología.

2. PRESENTACIÓN DEL TEXTO

En su obra, Ireneo pone de manifiesto que la Iglesia nace "La Regla de la


Verdad”. Esta Regla constituyó una norma metodológica de la investigación que
nos permite tener una correcta lectura de las Escrituras; el lenguaje a emplear en la

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Iglesia y las tradiciones que respetar. En Adversus Haereses a esta Regla se le llama
Regla de la Verdad, en cambio en La Demostración Apostólica se le llama Regla de
la Fe, que es sobre la que habla nuestro texto; y se trata de observaciones de
normas que se fueron consolidando en la Iglesia en este caso sobre el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo.

Demostración de la predicación apostólica (Ep.) 6: «He aquí la Regla de


nuestra fe, el fundamento del edificio y la base de nuestra conducta: Dios Padre,
increado, ilimitado, invisible, único Dios, creador del universo. Este es el primer y
principal artículo de nuestra fe. El segundo es: El Verbo de Dios, Hijo de Dios,
Jesucristo nuestro Señor, que se ha aparecido a los profetas según el designio de su
profecía y según la economía dispuesta por el Padre; por medio de Él ha sido
creado el universo. Además, al fin de los tiempos, para recapitular todas las cosas,
se hizo hombre con los hombres, visible y tangible, para destruir la muerte, para
manifestar la vida y restablecer la comunión entre Dios y el hombre. Y como tercer
artículo: El Espíritu Santo por cuyo poder los profetas han profetizado y los Padres
han sido instruidos en lo que concierne a Dios, y los Justos han sido guiados por el
camino de la justicia, y que al fin de los tiempos ha sido difundido de un modo
nuevo sobre la humanidad, por toda la tierra, renovando al hombre para Dios».

3. COMENTARIO DE TEXTO

3.1 El texto en su contexto y lugar de la obra en su conjunto

El fragmento de la obra que nos ocupa ha sido extraída de la Demostración


de la predicación apostólica (o Epideixis) que se escribió originalmente en griego y
de la que actualmente que solo disponemos de una versión armenia; estuvo
perdida, como casi todas us obras, hasta el comienzo del siglo XX. No hay duda de
su autoría porque los rasgos son manifiestos en el autor y se sabe que es posterior
al Adversus haereses, pues ésta es mencionada por ella. Se piensa que puede
haber sido escrita entre el año 185 y 202.

Esta obra trata de la la historia de la salvación y principalmente de la


Encarnación, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La obra suele dividirse en
dos partes:
a) Hasta el capítulo 42: que trata de la historia de la salvación hasta
Jesucristo.
b) La segunda parte que ocupa los capítulos 42 al 100 habla de la Redención
y el cumplimiento de las profecías mesiánicas.

El fragmento que vamos a estudiar se halla dentro del capítulo LA


CATEQUESIS APOSTÓLICA (cc. 4-41), es el tercer punto de este apartado, va a
continuación del epígrafe: “Dios creador de todas las cosas” y de “Dios crea por

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medio del Verbo y del Espíritu”, que son dos puntos que hacen referencia al modo
de creación de Dios, siendo Él origen y principio de todo; este punto se
“demuestra” en el segundo epígrafe que comienza con “He aquí la demostración
[de esta doctrina]: que hay un solo Dios, Padre, increado, invisible, creador del
universo… “, para finalmente pasar al texto que nos ocupa que es sobre "Los tres
artículos de la Fe: Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
A continuación de este texto en el libro, aparecen textos sobre el bautismo y
sobre el Espíritu. Creo que es importante comprender que estos textos dan paso a
un siguiente capítulo denominado LA DEMOSTRACIÓN PROFÉTICA (cc. 42-85)
Al finalizar la obra, Irineo vuelve a recapitular en otra regla de fe el mismo
contenido expuesto, pero con distintas palabras. Algo muy característico en las
reglas de la fe del sigo II y III.

3.2 Estructura, función y objetivo principal que persigue el autor

La formulación de la fe que realiza Irineo tiene una estructura eminentemente


trinitaria, que responde a la definición de “regla de la fe” de la Iglesia, que, según
E. Romero Pose, son “los contenidos fundamentales del cristianismo, la doctrina de
los apóstoles transmitida por la Magna Iglesia, garantizada por la sucesión
apostólica y normativa para todas las Iglesias. La regla de la fe la recibe el cristiano
en el bautismo”. Y así lo dice Irineo en el punto 98 de la misma obra: “Ésta es, mi
querido amigo, la predicación de la verdad y la imagen de nuestra salvación: así es
el camino de la vida que los profetas han anunciado, el que Cristo ha instituido, que
los Apóstoles han consignado y que la Iglesia transmite a sus hijos a través de toda
la tierra. Debe ser custodiado con mimo y con voluntad decidida para agradar a
Dios con las buenas obras y con un modo sano de pensar”.

3.3 Comentario desde el esquema o estructura del texto

A continuación se realiza el comentario desde la propia estructura del texto. El


texto comienza con la definición de lo que se va a presentar, que es la Regla de la
fe, que ha de ser fundamento de la conducta cristiana. Y esa se estructura en tres
partes:

1. Primer y principal artículo: Dios Padre, increado, ilimitado, invisible, único


Dios, creador del universo. Este es el primer y principal artículo de nuestra fe.
Es importante caer en la cuenta de que el primer artículo tiene una
preponderancia sobre los demás, pues lo denomina “principal”. En este primer
texto se opone al dualismo entre un dios invisible y un dios creador (en el NT y el
AT respectivamente), y realza la unidad. Sólo existe un único Dios. Y frente a los
gnósticos, el Dios creador no es un intermediario entre el mundo y el Padre
invisible. Dios no necesita intermediarios para la creación.

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2. Segundo: El segundo es: El Verbo de Dios, Hijo de Dios, Jesucristo nuestro


Señor, que se ha aparecido a los profetas según el designio de su profecía y
según la economía dispuesta por el Padre; por medio de Él ha sido creado el
universo. Además, al fin de los tiempos, para recapitular todas las cosas, se hizo
hombre con los hombres, visible y tangible, para destruir la muerte, para
manifestar la vida y restablecer la comunión entre Dios y el hombre.

En este segundo artículo, ya se centra en el Verbo de Dios, el Hijo. Para


comprender la Teología de Irineo hay que hacerlo desde su comprensión de las
Teofanías de Dios:

En primer lugar, el Verbo es la visibilidad del Padre. Hay una curiosa


contraposición entre la invisibilidad del Padre del artículo 1 y la visibilidad del Hijo
del artículo 2. En la visibilidad del Hijo se nos manifiesta la invisibilidad del Padre.
En segundo lugar, el centro de la economía de la salvación es la encarnación, y
hacia ella apunta toda la historia anterior. Así la mutua habituación a convivir del
Verbo con el hombre preparan al hombre para su vida con Dios; que es lo que
indica al final de este segundo artículo haciendo referencia a la comunión entre
Dios y el hombre. En tercer lugar, es importante destacar la unidad de la historia de
la salvación; de esta forma la teología de la revelación y de la encarnación quedan
indisolublemente unidas. De ahí que el que se ha aparecido a los profetas sea el
mismo que participa activamente en la encarnación, confiriendo esa unidad
perfecta a la historia de la salvación.

Hay que tener en cuenta que Irineo, en contraposición a los gnósticos, rechaza
la analogía que estos utilizan para explicar la generación del verbo, que es la
emisión de la palabra humana. De esta forma se protege de caer en un
antropomorfismo, haciendo equivalente al hombre lo que corresponde al mundo
de Dios. La teoría del doble estadio del Logos, que usaban los apologistas y que
después utilizarán Hipólito, Tertuliano y Novaciano no es aceptable. Pero la razón
principal de esta segregación por parte de Irineo no es la teoría en sí, sino su
búsqueda de la separación frente a los gnósticos. A partir de Orígenes esta teoría
es ya descartada, quedando vigente solo la teoría del estadio único del Logos, que
asegura la consistencia del Logos antes de la voluntad de Dios de crear; cosa que
afirman los apologistas con su riesgo subordinacionista implicado.

Otro punto del Hijo es ser el medio, a través del cual ha sido creado el
Universo. Para Irineo, Dios crea por sí mismo, por medio de su Verbo y Sabiduría.
En este segundo artículo, hace mención a la creación a través del Hijo. Además
para Irineo, el Hijo juega un importante papel en la creación del ser humano, que es
ser “modelo” y no solo medio. Para le al Padre le corresponde la decisión de la
creación, y al Hijo, la ejecución (al Espíritu, el perfeccionamiento).

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3. Tercero: El Espíritu Santo por cuyo poder los profetas han profetizado y los
Padres han sido instruidos en lo que concierne a Dios, y los Justos han sido
guiados por el camino de la justicia, y que al fin de los tiempos ha sido
difundido de un modo nuevo sobre la humanidad, por toda la tierra, renovando
al hombre para Dios.

Para Irineo, el Espíritu es Santificador y guía todo el proceso de la historia de la


Salvación, por lo que el hombre, a través de Él logra alcanzar la perfección. Irineo
da mucha importancia al papel del Espíritu Santo en la economía de la salvación,
estando presente desde la creación hasta la consumación definitiva, siendo el que
ha dado poder de profecías e instrucción a los profetas y los Padres en lo que
respecta a Dios; así como guiado a los Justos, renovando al hombre para Dios, que
es el culmen terreno al que puede aspirar la criatura en esta tierra en su relación
con Dios. El Espíritu Santo prepara al ser humano para la venida del Hijo; el Hijo es
quien conduce a los hombres al Padre; y el Padre es quien, finalmente otorga a la
criatura el don de incorruptibilidad.
El Espíritu profético se ha revelado, al fin de los tiempos, pero de un modo
nuevo. Se dan las dos características: la unidad o continuidad y la novedad. La
continuidad se da porque es el mismo Espíritu, desde el principio hasta el final. La
novedad se da de dos maneras: a través de la universalidad, es decir, a toda la
tierra; y a través de la salvación final, es decir, la renovación del hombre para Dios.

Es curioso destacar que para Irineo, el creyente en el bautismo recibe el


Espíritu, aunque no todo el Espíritu, sino que lo va preparando poco a poco, para ir
recibiendo progresivamente a Dios. La tarea del Espíritu es ir preparando y
acostumbrando al hombre para que perciba y capte a Dios llevándolo en sí. Es
como una primicia que se le da por adelantado de la comunión final con Dios. La
efusión del Espíritu que sucede al final es como el término de la obra divina; y éste
se da por el Hijo, que a su vez lo ha recibido del Padre para comunicarlo. De esta
forma, el Espíritu, junto con el Hijo, no son dos intermediarios de Dios, sino una
mediación para la inmediatez con él.

4. Valoración

Los puntos fundamentales de la teología de Irineo se muestran en esta regla


de fe. Es interesante comprender su aportación desde el axioma de Rahner, en la
dirección de poner de relevancia la economía de la salvación para la comprensión
del Dios que se manifiesta en la trinidad inmanente; en su mayor parte apoyada en
la escritura (para contrarrestar el peso de las elucubraciones gnósticas) así como la
existencia eterna del Hijo en relación con Dios. En estos puntos de la regla de la fe
se hace presente esta relación con la escritura a través de la encarnación y de la
manifestación de la acción del Hijo y el Espíritu, sobre los profetas y sobre los
justos.

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Por otro lado, es interesante en esta regla de fe, percibir como se manifiesta
ese concepto trinitario de mediación, para llegar a una comprensión de la historia
unitaria y progresiva que culmina en la recapitulación, que engloba la encarnación,
el misterio pascual y la escatología (otra vez en contraposición con el gnosticismo
de la época). Para Irineo, no hay un intermediario entre Dios y el mundo, sino que a
través de su Hijo y el Espíritu, se hace presente y actúa en la historia.

En el libro de texto seguido en clase, cuya mención al autor no ha lugar al


corrector de este trabajo -por ser él mismo-, hay una bellísima expresión que pone
de manifiesto la principal diferencia que ataja Irineo de Lyon frente a los gnósticos:
“mientras que el gnosticismo acentúa la perspectiva ascendente del camino hacia
Dios, la teología de Irineo acentúa la mediación en sentido descendente”. Esa es la
belleza que se oculta tras la teología de un hombre que utiliza con rigor y
austeridad la base bíblica de la época, para ponernos de manifiesto un Dios, que se
da a conocer al hombre a través de su Hijo, y su encarnación, quien hace accesible
la progresiva presencia del Espíritu la persona, de forma gradual para ir
introduciéndole en una relación con Él, que va creciendo hasta que lo prepara la
salvación final, que es la profunda unidad y comunión con Dios.

En Madrid, a 9 de mayo de 2022

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