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en la Infancia
y la
Adolescencia
en la era del
COVID-19
• Este tiempo de la era del COVID-19 ha tenido,
tiene y va a tener una consecuencia en las
dinámicas sociales que va a incidir en la forma
de expresar la enfermedad mental y en la
forma de atenderla.
Los/as niños/as y adolescentes son una población especialmente vulnerable al
desarrollo de trastornos de salud mental en esta pandemia, trastornos que
representan una de las principales causas de la carga relacionada con la salud,
y suponen entre el 15 y el 30% de los años de vida ajustados por discapacidad
(AVAD) perdidos durante las primeras tres décadas de la vida.
• Los pacientes que sobrevivieron a enfermedad grave y potencialmente mortal estaban en riesgo de trastorno
de estrés postraumático y depresión. Estos incluyen suicidio y autolesiones, abuso de alcohol y sustancias,
juegos de azar, abuso doméstico e infantil y riesgos psicosociales (como desconexión social, falta de
significado o anomia, atrapamiento, acoso cibernético, sentirse agobiado, estrés financiero, duelo.
COVID-19
• Las evidencias existentes apuntan a que los efectos psicológicos y sociales directos e
indirectos de la pandemia por coronavirus 2019 son generalizados y podrían afectar la
salud mental ahora y en el futuro.
• Por un lado, la pandemia está ocurriendo en el contexto de una mayor prevalencia de
problemas de salud mental, además, el SARS-CoV-2 podría provocar infección del
sistema nervioso central o desencadenar respuestas inmunes que pudieran tener
efectos adversos adicionales sobre la función cerebral y la salud mental en pacientes
con COVID-19.
• También las consecuencias anticipadas de la cuarentena y las medidas de
distanciamiento social y físico asociadas a la misma son factores de riesgo
demostrados en el desarrollo de problemas de salud mental.
ONU / Estrés ( adultos ) Wuhan China ( 14 a 30 años)
USA 45%
Encuesta general de población,
Italia y España(1143 participantes )
realizada por Ipsos
85,7 % observaron cambios emocionales y de conducta en sus hijos Preocupaciones generalizadas sobre el impacto del aislamiento o el
durante la cuarentena. distanciamiento social.
Las personas que requerían cuarentena por estar en contacto cercano con pacientes infectados presentaban síntomas
de temor, nerviosismo, tristeza y culpabilidad y solo un porcentaje bajo refería sentimientos positivos y de
bienestar.
Algunos estudios muestran que síntomas como lavado excesivo de manos , conductas evitativas de multitudes y
dificultar la vuelta a la normalidad pueden permanecer hasta muchos meses después del período de cuarentena.
Los estudios previos muestran un alto porcentaje de síntomas
psicológicos heterogéneos y trastornos emocionales, destacando
por su mayor prevalencia el ánimo bajo y la irritabilidad.
• El impacto que la pandemia por COVID-19 puede tener sobre la infancia no es uniforme.
• Depende de factores diversos: pérdida de un ser querido, familias que residen en territorios de baja incidencia del virus,
cuarentena o ausencia de los padres por pertenencia a un sector esencial y la exposición de éstos a situaciones de contagio,
la situación económica y empleo, la cobertura de necesidades básicas, etc. En esta situación por lo tanto resulta
absolutamente imprescindible introducir en la valoración de la salud mental de los/as niños/as un estudio de la
situación de la familia durante el confinamiento y las posteriores fases.
• En el caso de detectarse alguna necesidad debe orientarse a los otros miembros de la familia a solicitar apoyo y ayuda.
• Debe promoverse que los padres reciban información sobre cómo tratar a los/as niños/as en el contexto de la pandemia.
• Para promover la salud mental en los menores, deben evitarse que el menor experimente incertidumbre o abandono.
• Debe proponerse y facilitarse que los padres pasen un mayor tiempo con sus hijos, y fomentarse las relaciones con otros
miembros de la familia a través de redes sociales.
LOS ASPECTOS DEL VÍNCULO E INTERACCIÓN
Por otra parte, la investigación ha demostrado que algo tan simple como las sesiones
telefónicas semanales pueden ayudar a reducir la ansiedad en el momento de las
pandemias. Estas sesiones deben ser breves y centradas en la solución.
• La mayoría de las personas se encogen ante la idea de este aislamiento social.
Harán cualquier cosa para mantenerse preocupados o distraídos, desde actos
de indulgencias escandalosas hasta espectáculos absurdos de vanidad y
depravación.
• Además, la soledad también ha demostrado ser un factor de riesgo
independiente para la pérdida sensorial, el tejido conectivo y los trastornos
autoinmunes, los trastornos cardiovasculares y la obesidad.
• Si este autoaislamiento y bloqueo se prolonga, es probable que la soledad
crónica disminuya la actividad física, lo que aumenta el riesgo de fragilidad y
fracturas.
RELACIONES FAMILIARES
A mediados de mayo de 2020, las muertes por coronavirus han llegado a superar la
cifra de 324.000 fallecidos en todo el mundo, de las cuales 27.778 muertes han
ocurrido en España.
El avance del COVID-19 en toda la población tiene una gran repercusión debido a
todos los cambios que se han ido sucediendo en nuestro estilo de vida y rutinas
previas, las pérdidas a las que nos hemos tenido que enfrentar, no sólo personales, y
las medidas que se han adoptado para la contención de la enfermedad.
Dentro del informe de la Alianza para la protección de la niñez y adolescencia en la acción
humanitaria (2019) se describen los riesgos a los que se exponen los menores durante los brotes
de enfermedades infecciosas, incluido el COVID-19.
Factores
relacionados con la Entre los principales riesgos están el estrés psicosocial y los problemas psicológicos.
afectación en
niños/as y La cuarentena en el hogar o la hospitalización por enfermedad del niño o la niña o familiares
directos son condiciones que pueden generar altos niveles de estrés.
adolescentes durante
la pandemia y El grado de afectación en este grupo de población va a depender de distintos factores. En primer
lugar, un factor muy importante es la edad, ya que, de ella va a depender el grado de asimilación
medidas Incluso los menores de 2 años son conscientes de los cambios a su alrededor, pueden extrañar a
sus cuidadores habituales (como pueden ser los abuelos o familiares cercanos), de inquietarse y
adoptadas molestarse por la nueva situación.
Los/as niños/as en etapa escolar o mayores pueden mostrarse preocupados por la situación, su
propia seguridad y la de sus cuidadores, además de por el futuro.
Entre los/as niños/as de 6 a 12 años, esas reacciones podrían
manifestarse como irritabilidad, pesadillas, problemas de
sueño o del apetito, síntomas físicos como dolores de cabeza o
dolores de barriga, problemas de conducta, así como pérdida
de interés por sus compañeros y competitividad por la
atención de los padres en casa.