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Caso Minero
Caso Minero
la pequeña minería
El caso de los 27 mineros fallecidos en Arequipa ha sido catalogado como uno de los sucesos
mineros más mortíferos en más de dos décadas en el Perú. Esta tragedia de la mina debe llamar la
atención sobre la actual regulación ambiental y laboral en la pequeña minería en nuestro país en
aras de garantizar el derecho fundamental y humano a un ambiente equilibrado y adecuado al
desarrollo de la vida, seguridad laboral y respeto a la dignidad de la persona humana. No debe ser
entendido como un hecho aislado, sino el repensar en nuevas estrategias multisectoriales para la
gestión, formalización y fiscalización de la pequeña minería.
Más allá de los detalles particulares del terrible suceso en el socavón Esperanza I que se encuentra
en investigación fiscal, encuentro dos explicaciones para entender la problemática ambiental, de
salud y seguridad laboral. Una primera explicación sería la situación actual de los gobiernos
regionales para evaluar y fiscalizar dicha actividad en tanto la empresa aurífera Yanaquihua S.A.C
es un pequeño productor minero. En este caso, la competencia es del Gobierno Regional de
Arequipa, el cual tiene una Gerencia Regional de Energía y Minas (GREM) que evalúa y fiscaliza las
actividades mineras desarrolladas por pequeños productos mineros en virtud de la Ley de
Formalización y Promoción de la Pequeña Minería y la Minería Artesanal, Ley N° 27651, y su
Reglamento, aprobado por Decreto Supremo N° 013-2002-EM, y modificatorias.
Por lo mencionado, este suceso trágico no debe quedar impune. Si bien el desarrollo normativo del
país ha evolucionado con la creación del OEFA y la SUNAFIL, entre otras instituciones que
supervisan y fiscalizan las actividades mineras y laborales, a veces el membrete de pequeño
producto minero sirve de excusa para que las empresas huyan de sus obligaciones ambientales y
de seguridad laboral al ser finalmente los gobiernos regionales quienes asumen grandes
responsabilidades a través del proceso de descentralización con presupuesto y equipos técnicos
insuficientes para supervisiones y fiscalizaciones rigurosas. No debemos esperar nuevamente
terribles tragedias para repensar en nuevas estrategias multisectoriales para la gestión,
formalización y fiscalización de la pequeña minería.