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Nadia Al Omari & Richolly Rosazza

EL INVITADO
Po r c ad a e ncu e ntro qu e h e mos te nid o y qu e te ndre mos.
N. A . O. & R. R.

El i nvi tado
T í tul o o r i gina l: L’ospi te
K i te Edizi o ni S. R. L.
Ag osto d e 2020
Pad ova, Ita li a

Esc r i to ra: ©Nadi a A l O ma r i


Ilustrad o r: ©Ri c ho ll y Ros a z z a
Tradu c c i ó n: Ca r m e n Pl a z a A ba nto

Edi c i ó n: Fo nd o Edi to r i a l d e l a Uni ve r s id ad C é s a r Va ll e j o


C o l e c c i ó n Hi sto r i a s pa ra To d os
D ire c c i ó n d e l a c o l e c c i ó n: Jo e l Acu ña y Ca r m e n Pl a z a
H e c ho e l D e p ós i to Le g a l e n l a B ibli ote c a Nac i o na l d e l Pe r ú:N° 2022- 0 5916
ISBN: 978 - 612-4 435 -79 -9
Pr im e ra e di c i ó n: juli o d e 2022
Uni ve r s id ad C é s a r Va ll e j o S. A . C.
Av. A l f re d o M e ndi o l a 6232, Pa na m e r i c a na N o r te, Los O li vos
L ima, Pe r ú

Se te r minó d e imp r imir e n juli o d e 2022 e n l os ta ll e re s gráf i c os d e Q UA D GR A PHIC S PERU S.R.L.


Ra zó n so c i a l: Q UA D/GR A PHIC S PERU S.R.L.
RUC: 20 371828851
D ire c c i ó n: Av. l os Fr u ta l e s Nro. 34 4, Ate.
T ira j e: 10 0 0 e j e mpl a re s

To d os l os d e re c hos so n re se r vad os.


Q u e d a p ro hibid a to d a fo r ma d e re p ro du c c i ó n d e e sta o b ra s in e l p e r mi so d e sus ti tul a re s.
Nadia Al Omari & Richolly Rosazza

eL iNvItAdO
Este soy yo algún tiempo atrás.
Antes que todo ocurriera.
Antes que sucediera el encuentro
que cambió mi vida.
Antes todo estaba en orden y me parecía que las
cosas marchaban de maravilla.
Los días eran uno igual al otro, los pasaba,
por lo general, fuera de casa, con todos mis amigos.
Regresaba en las noches tan cansado que tenía solo
ganas de dormir.
Un día, en las primeras horas de la mañana,
empecé a escuchar ruidos extraños.
Miré alrededor, pero no vi nada.
Entonces acomodé mi escritorio y los juguetes que
había dejado regados y me preparé para salir.
Apenas abrí la puerta, me encontré cara a cara
con un ser extraño.
¡Me asusté mucho!
Él, muy desenvuelto, se acercó a mí y me pidió entrar.
Le respondí que no podía.
No estoy para perder el tiempo.
Me dijo que no tenía a nadie con quien estar, ningún lugar
adonde ir y que se quedaría conmigo.
Yo no estaba de acuerdo con esa idea, pero él me comenzó a seguir.
Intenté ignorarlo, pero lo encontraba siempre a mi lado,
como si fuera este su lugar.
Si caminaba más despacio, me tropezaba con sus pasos;
si intentaba correr, él se ponía a gritar
a todo pulmón que lo espere.
No sabía qué hacer para librarme de él.
Así empezaron mis problemas.
No me dejaba ni un segundo, y cuando estaba con él, sentía
todas las miradas sobre mí.
Todas las noche me pedía entrar a mi casa, y cada
noche inventaba un pretexto para dejarlo afuera.
Él pasaba toda la noche en la calle, a oscuras.
A veces dormía; otras caminaba de arriba abajo por las calles.
Me inquietaba, pero al mismo tiempo quería entender sus
intenciones. Así que lentamente me asomaba a la ventana
para controlar si se encontraba todavía allí.
Él estaba siempre.
Mi vida no era la misma, me fastidiaba
cargar siempre con él, y muchas veces
terminábamos los dos solos. Así que un día,
desesperado, decidí invitarlo a mi casa.
Abrí la puerta, y él, mirándome de reojo, cruzó el umbral.
Fue realmente un desastre. Empezó a caminar sobre los muros, a saltar por
todos lados. Revisaba cada habitación y abría cajas y cajones.
Puso la casa patas arriba, mientras inútilmente trataba de detenerlo.
Cuando se cansó, se echó sobre la alfombra y en un instante se durmió. Se
quedó rendido. Yo estaba furioso, lo agarré de los pies y lo arrastré hasta afuera.
La casa era irreconocible.
No me quedaba más que armarme de paciencia
y poner todo en su lugar.
Mientras comencé a ordenar, vi un pomo que mi invitado
había botado, algo brillaba en su interior.
Eran las canicas que no veía hace años.
Es más, hasta me había olvidado de tenerlas.
Las hice dar vueltas entre mis dedos, comencé a sonreír
recordando el día en que me las regalaron.
Me pareció encontrar una parte de mí que había
quizás olvidado.
Las recogí todas y corrí a buscar a mis amigos.
Jugamos juntos por horas con aquel tesoro recuperado;
eran años que no nos divertíamos tanto. Cuando llegó la
noche, nos despedimos y nos citamos para el día siguiente.
De regreso a casa encontré al invitado.
Él me sonrió, como si supiera que lo había perdonado.
Le dije que todavía tenía mucho por ordenar y lo invité
a la casa. Le pedí darme una mano.
Juntos acomodamos los libros en los estantes,
la ropa en el armario, los zapatos, los juegos,
los papeles y todo aquello que se había quedado regado.
Después nos sentamos en la mesa de la cocina.
Allí pasamos algunas horas conversando,
riendo, comiendo galletas y tomando leche.
Desde entonces mi invitado viene seguido a visitarme.
Lo dejo siempre buscar entre mis cosas. Todavía logra armar un
gran desorden, pero después de todo sé que me ayudará a ordenar,
y muy seguido logra encontrar y desempolvar pequeños tesoros.
Para ser sincero, soy más feliz
desde que él está conmigo.
CUANDO EL ESTÁ CONMIGO,
LAS COSAS VAN DE MARAVILLA.

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