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El 04/02/2021, tuve la oportunidad de leer los "buenos" resultados obtenidos por una entidad
financiera en un año tan complejo como el de 2020, resultados que anunciaban, aunque con
astucia, la futura crisis financiera, y más concretamente la bancaria, que está asolando el
mundo occidental en el primer semestre de 2023.
En nuestro análisis, habíamos observado que los activos ponderados como de riesgo por la
institución financiera se redujeron en $ 700 millones en comparación con los $ 30,700 millones
existentes en 2019, a pesar de un aumento de $ 2,000 millones en su cartera de préstamos,
en plena crisis económica.
¿Cómo podemos explicar esta falta de coherencia?
De hecho, la estrategia del banco fue coherente porque reestructuró su cartera de préstamos,
aumentando el crédito a las administraciones públicas y reduciendo los préstamos a las
pymes, es decir, los préstamos con alto coeficiente de riesgo. Estas estrategias tienen como
objetivo fortalecer el coeficiente de fondos propios exigidos por los acuerdos de Basilea para
las entidades de crédito, cuyo primer efecto, es el bloqueo de la inversión privada, pues dicha
legislación, determina arbitrariamente los riesgos asociados a las operaciones de crédito y al
uso o no de los fondos propios de los bancos, dependiendo de quién y para qué se destinan
los préstamos. Por ejemplo, para la compra de viviendas, electrodomésticos o empresas, el
crédito ofrecido implica la intervención de un porcentaje diferente de los fondos propios de
la entidad bancaria, que puede ir hasta el 100% en el caso de adquisiciones de empresas,
mientras que el crédito a las administraciones públicas libera de cualquier riesgo a los fondos
propios de los bancos, ya que, su porcentaje en préstamo al Estado, por ejemplo, de la deuda
pública, es cero. Creando grandes desigualdades en el acceso al crédito entre el sector público
y el privado, entre gasto e inversión.
¿Cuáles son las consecuencias para el sector inmobiliario?
La dificultad de acceso al crédito para la compra de vivienda, que afecta fundamentalmente a
las clases medias en proceso de empobrecimiento, requiere soluciones innovadoras que
tengan en cuenta la internacionalización de este mercado, la puesta en común del riesgo de
inversión y la fiscalidad local e internacional asociada a cualquier compra de bienes raíces, ya
sea para vivir allí o para explotarlo económicamente.