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ISAE UNIVERSIDAD

Facultad de Humanidades

Realizado Por:
Vielka Vega 3-96-708
Lifny Cabrera 5-712-797
Diana White 3-119-646

Asignatura:
Relaciones Humanas, Ética del Educador

A consideración del Facilitadora:


Bestalia González

Tema:
LAS COMPETENCIAS DEL DOCENTE

Panamá, noviembre 2022


INTRODUCCIÓN

Las competencias que han de desarrollar los profesores en estos ámbitos se


corresponden precisamente con las demandas a la educación de los alumnos en
nuestra sociedad. La educación tiene planteadas exigencias múltiples, crecientes,
complejas y hasta contradictorias en la sociedad actual. Se requiere transmitir,
masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos, que genera
y requiere la sociedad cognitiva. Se exige ofrecer criterios y orientaciones para no
perderse entre cantidades ingentes de informaciones, más o menos superficiales y
efímeras, que invaden los espacios públicos y privados, para mantener el rumbo
en proyectos de desarrollo personal y social.

El rol docente, por lo tanto, es la función que asumen los maestros y los
profesores. Se trata de un rol complejo que abarca múltiples dimensiones y que
tiene efectos importantes en la sociedad. La persona que cumple el rol docente se
encarga de educar a otras. En el sentido más básico, brindar educación consiste
en suministrar información y desarrollar explicaciones para que los alumnos estén
en condiciones de asimilar los contenidos.

En la formación profesional del docente en un marco curricular basado en


competencias, por otro, un cambio estructural en la concepción del trabajo que
impacta en la profesión, con empleos de alta complejidad, tiempo parcial y
múltiples demandas esperables del docente.
LAS COMPETENCIAS DEL DOCENTE

Referencias conceptuales

Las competencias docentes implican, entre otros, un conjunto de desempeños en


lo que hace al diseño, planificación, organización, atención a emergentes,
ejecución, evaluación y ajuste de una “propuesta didáctica” intencional, articulada
y coherente, inserta en contextos inciertos y cambiantes.

El concepto de “competencia” asociado a la educación ha sido objeto de


cuestionamientos porque se vincula inmediatamente a la noción de “demanda del
mercado”. Recurriendo a Zabalza (2003, p.71),

“No se trata solo de generar dispositivos formativos para proporcionar


trabajadores al mercado, sino de dotar al futuro trabajador de herramientas y
recursos, de competencias polivalentes que incrementen su capacidad para tomar
decisiones en torno a su propio proyecto laboral, en el marco de la realidad
politico-social-económica en la que se haya inserto. Habilidades, destrezas y
conocimientos que le permitan moverse, mutar, migrar y/o reciclarse dentro del
sistema laboral.”

En este esquema se concibe a la enseñanza dentro de un paradigma que la define


como como “una actividad compleja, contextualizada y cargada de valores, que
requiere en muchas ocasiones, actuaciones de tipo ético o político. Una actividad
situada social e históricamente, que involucra a instituciones y sujetos con sus
condicionamientos y determinaciones”. (Ruiz Bueno, 2001).

Este modelo educativo concibe al profesor como el motor que impulsa las
capacidades de los estudiantes planificando y diseñando experiencias de
aprendizaje más que la simple transmisión de los contenidos.

En consecuencia, su formación debe concebirse y realizarse desde la perspectiva


de la adquisición y aplicación de herramientas didácticas suficientes que le
permitan estrategias y técnicas de aprendizaje para los diferentes contenidos
conceptuales procedimentales y actitudinales permitiendo en los estudiantes el
logro de competencias propias de su formación y la conciencia del valor de su
creatividad como sujeto educativo y la expresión permanente de la calidad de sus
aprendizajes.

Las competencias docentes se irán manifestando y construyendo a lo largo de


toda la carrera profesional a partir del contexto de circunstancias cambiantes de la
evolución del propio docente de su formación continua y del conocimiento que da
la experiencia.

Por ello es fundamental para su formación continua la actitud individual del


docente hacia la experimentación y la puesta en práctica de lo aprendido, así
como el apoyo de las instituciones para fomentarla y premiarla.

Definir las competencias docentes generales y especificas del siglo XXI buscar
recursos útiles y establecer un debate entre docentes ayuda a mejorar la calidad
de las clases la motivación de los alumnos y la satisfacción personal.

Las competencias que deben lograr los docentes se van a relacionar con las
tareas que debe realizar por lo que es necesario conocerlas. Para ello lo primero
que necesitamos es identificar cuáles son estas competencias docentes. De este
modo hemos adoptado a partir del marco que proponen diversos autores cinco (5)
competencias docentes generales divididas a su vez en diversas competencias
específicas. Ellas son:

• Capacidad para la planificación y organización del propio trabajo


• Competencia comunicativa
• Capacidad para el trabajo en equipo
• Liderazgo y habilidades interpersonales para la resolución de conflictos
• El autoconcepto como base para el trabajo

Estas competencias se distribuyen en tres grandes áreas, a saber:

• Saber planificar
• Saber actuar autónomo
• Saber utilizar interactiva mente las distintas herramientas tecnológicas y
educativas
Las Competencias Éticas del Docente

La competencia ética se revela como una competencia clave para realizar la


mediación del aprendizaje porque a través de esta competencia es posible que el
docente pueda construir una relación docente-alumno de cooperación y ayuda
pedagógica, así como favorecer y estimular la empatía, crear un ambiente de
confianza en el aula, suscitar y promover el involucramiento de los alumnos en su
aprendizaje y ofrecer su apoyo y ayuda para que el alumno alcance el aprendizaje
significativo. Por ello este conjunto de aspectos propios de la competencia ética
son necesarios para que el docente cumpla con la nueva tarea que le
corresponde.

Si bien la función mediadora del docente conlleva la puesta en práctica del


conjunto de competencias de enseñanza que he mencionado anteriormente, esta
tarea significa que estas competencias pedagógicas se articulen con la
competencia ética porque para realizar la mediación del aprendizaje se requiere
de la colaboración e implicación del alumno en su aprendizaje y esto es posible en
la medida en que el docente edifique una relación-docente alumno de cooperación
y participación de ambos sujetos educativos en el proceso de aprendizaje.

Este tipo de relación no es posible de forjar solo con la aplicación de competencias


y técnicas de enseñanza, sino que involucra el ejercicio de valores del docente
como son: el compromiso, la responsabilidad, el respeto, la tolerancia, la
solidaridad, etc. Así como el desarrollo de actitudes éticas que faciliten la
construcción de esta relación educativa tales como; la atención solícita, interés en
el aprendizaje de los alumnos, disposición en apoyar el aprendizaje de los
alumnos, el diálogo, la escucha activa, la empatía, etc.

De este modo, los futuros docentes no solo necesitan de la formación y


actualización en las competencias pedagógicas y de enseñanza sino también de
la formación en la ética docente porque esta ética es la sustancia de la
competencia ética, y es de la que emerge el compromiso profesional de realizar el
proceso de enseñanza a favor del aprendizaje de los alumnos. Este compromiso
ético es básico y esencial para desarrollar la función mediadora, pero conlleva un
cambio de valores y de actitudes éticas por parte del docente tanto para con la
práctica educativa que desempeña como para con los alumnos.

En este marco, la competencia ética no puede considerarse una competencia


socioemocional o afectiva, sino que es la forma como se expresa y concretiza el
compromiso profesional que debe de asumir el docente para guiar u orientar el
aprendizaje de los alumnos, así como para atender y ocuparse de sus
necesidades de tipo pedagógico y educativo, las cuales demandan del apoyo del
docente.

Así la función de mediación del aprendizaje es una nueva forma de realizar la


práctica de la enseñanza en donde se articulan las competencias pedagógicas y
educativas con la competencia ética para guiar, orientar y apoyar el aprendizaje de
los alumnos con el propósito de que logren el aprendizaje significativo y
desarrollen la capacidad de aprender a aprender. No obstante que la competencia
ética es importante por el papel que desempeña en la mediación del aprendizaje,
esta competencia ha sido poco estudiada ya que las investigaciones realizadas
sobre las competencias profesionales del docente se han enfocado más al estudio
de las competencias relacionadas con el saber y saber hacer de los docentes.
Aunque son contadas las investigaciones sobre la competencia ética de los
docentes se han encontrado tres investigaciones que ofrecen conocimientos de
esta competencia.

La competencia ética se ha concebido de distintas maneras. Una visión que


domina en la formación docente es que es una competencia para la educación
moral de los alumnos que se efectúa a través de la transmisión de valores. Del
mismo modo se considera a esta competencia como el comportamiento moral del
docente que se expresa en sus actividades de enseñanza y en su relación con los
alumnos. Estas visiones que entienden e interpretan a la competencia ética como
sinónimo de la moral del docente no permiten comprender el papel pedagógico y
educativo que desempeña en el proceso de enseñanza y aprendizaje ni da cabida
a comprender la nueva tarea de mediación del aprendizaje que le corresponde al
docente. Por ello en la práctica docente a nivel universitario sigue predominando la
transmisión de los conocimientos y la competencia ética es relegada o no es
tomada en cuenta porque se entiende como una competencia exclusiva para la
formación ética de los universitarios ajena a la asignatura que imparten.

El Rol del Docente

Uno de los pilares necesarios y fundamentales de la educación a lo largo de la


historia son los docentes, pues son ellos el medio a través del cual los alumnos
pueden alcanzar el conocimiento mediante el aprendizaje, la orientación, a través
de su continua y ardua labor día con día comparten y expanden el arte de
enseñar.

“El papel del docente es un guía, un mediador, una persona que va acompañando
a los estudiantes para la construcción de conocimiento tanto de manera individual,
como de forma colaborativa. Podemos ubicar el papel del docente desde un
modelo constructivista en donde tanto el estudiante como el docente tienen un
papel activo”.

El docente es el mediador principal en la sala de clases, siendo un factor de gran


importancia en la formación, tanto académica, como de la autoestima del alumno;
por ello, es fundamental reconocer cuales son las características que lo distinguen
como un educador eficiente.

Humpey, propone las cualidades necesarias que debe poseer un docente para ser
eficiente: optimista, entusiasta, paciente, sensitivo, organizado, inteligente e
informado.

El rol docente es la función que ejerce la persona (el maestro o profesor)


encargada de brindarle enseñanza a los niños, jóvenes y adultos. Este rol o papel
que desempeñan los docentes, los convierten en mediadores entre los alumnos y
el conocimiento. Al ser un profesional de la enseñanza, el maestro es el
responsable de guiar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje. Es
importante que el docente pueda crear en el salón de clases una atmósfera que
exhorte a todos a la investigación, a construir su propio aprendizaje y no
solamente a imitar todo lo que él dice o hace. El rol docente no solo es brindar
información y mantener disciplinado al grupo, también es ser un intermediario
entre el alumno y su entorno. Dejando a un lado su papel como protagonista de la
enseñanza para convertirse en el guía del alumno.

Se puede destacar, que las características de personalidad están en primer lugar y


después las habilidades cognitivas, siendo las herramientas fundamentales, su
cuerpo y su voz. Mediante el cuerpo, el educador proporciona confianza,
seguridad, motiva y disminuye la inquietud, ofreciendo recompensas y elogios. Es
imprescindible que el educador utilice formas comunicativas no verbales, ya que
muchos niños leen las expresiones faciales, la modulación de las palabras y la
cualidad tonal en vez de escucharlas completamente.

La principal misión del educador es ser sincero y sensible en la interacción con


sus alumnos. El elogio es un refuerzo importantísimo para que el alumno note sus
aciertos y enfrente los próximos desafíos y posibles dificultades.

Educación Ética y en Valores (Enfoque De Competencias)

Una formación por competencias es una formación humanista que integra los
aprendizajes pedagógicos del pasado a la vez que los adapta a situaciones cada
vez más complejas circunstancias del mundo actual.

La competencia ética es una competencia transversal interpersonal esencial que


ha de aprenderse para saber hacer, ser y estar desarrollando cualquier profesión
de una manera adecuada. Significa inclinarse positivamente hacia el bien
axiológico de uno mismo y de los demás y, preservar dicho bien. Está relaciona
con otras competencias como el pensamiento crítico, comunicación interpersonal,
autonomía, responsabilidad, etc. Los indicadores son: adecuación ética,
reflexibilidad, deliberación, comportamiento orientado al contexto común y
asunción normativa (principios y valores).
Desde aquí se han desarrollado algunos trabajos e investigaciones, que se
pueden ver en mi electrónico profesional, vinculados con:

Desarrollo ético desde la perspectiva cognitiva evolutiva de Kohlberg y el marco


ecológico de Bronfenbrenner

• Las historias de vida y la narrativa


• Valores laborales y competencia ética
• Responsabilidad social y ética

La Formación del Docente en Competencias Éticas

La ética profesional docente se manifiesta, expresa y proyecta en diversos planos


o direcciones, tales como con la sociedad, la escuela, los alumnos, los colegas de
trabajo y con la propia persona.

La naturaleza ética del profesional de la docencia se vincula estrechamente con


fenómenos tales como la vocación que se posea para su ejercicio, la preparación
real que se tenga para su desenvolvimiento, la disposición y comprensión de que
la misma constituye un servicio social a realizar, así como el reconocimiento y la
posesión de valores propios del individuo que ejerce esta labor.

Una parte central de la formación ética en la educación para el docente se hace


presente a través de la asignatura deontología profesional que suele hallarse en
forma explícita o implícita en muchos de los planes de estudios vigentes en la
formación docente. Sin embargo, la deontología profesional no es el único modo
de presencia de la ética en el nivel superior. En escritos anteriores (1999, 2001,
2009, 2010). La ética y deontología profesional constituye el abordaje disciplinar
de la ética en la formación de grado que resulta necesario pero insuficiente. Para
una formación integral es central la presencia transversal de la ética como
posicionamiento de los docentes de todas las asignaturas en la transposición
didáctica.

Las relaciones entre educación y ética son complejas, se entretejen para alcanzar
un sentido de humanidad y exigen trabajar por la formación de los sujetos en la
lucha por la realización de proyectos sociales emancipadores de carácter
democrático. Esto es función de la educación toda, no de una asignatura o de un
docente, sino del conjunto que la habita.

Educar desde los derechos humanos supone respetar la diversidad de la


humanidad. Diversidad étnica, cultural, simbólica, religiosa, ideológica, etc. que se
entreteje en el encuentro educativo. Este entramado se teje en la comunidad de
aprendizaje.

El docente desde su lugar puede hacer un ejercicio de “virtud ciudadana”, ejercicio


que supone una posición activa, que sostenga desde su lugar una comunidad de
aprendizaje, que permita para los alumnos un lugar de habitante del aula y de la
comunidad. La ética en este sentido, se hace presente como formación ciudadana.

Las competencias son la síntesis de conocimientos, habilidades y actitudes


que permiten actuar de manera eficaz ante una situación. Las competencias
docentes suponen un aprendizaje:

• En contexto.
• De carácter complejo.
• Que se manifiestan en desempeños.
• Evaluable.
• Que apunta a la transversalidad.
• Que se desarrolla durante toda la vida

Manejo de las Relaciones Humanas en el Centro Educativo.

Las relaciones humanas tienen como propósitos fundamentales: el desarrollo del


ser humano, la productividad en el trabajo y la satisfacción personal dentro de la
organización y la sociedad.

Al ser la Escuela una comunidad activa de Maestros y escolares es lógico que en


ella se den una serie de relaciones personales. Estas relaciones pueden ser
estudiadas desde una doble perspectiva: Vertical (relación Maestro-alumno) y
Horizontal (relaciones de los alumnos entre sí).

Las relaciones interpersonales en una institución educativa juegan un papel


importante en el desarrollo de los procesos y actividades que se llevan a cabo, e
influyen de forma indirecta en el desenvolvimiento de las clases y en los
aprendizajes de los estudiantes. Las relaciones interpersonales de los docentes se
establecen directamente con los estudiantes ya que pasan juntos la mayor
cantidad de tiempo. Entre docentes, por lo general, las interacciones son distantes
debido a que su quehacer en las aulas les implica realizar actividades de
planificación, ejecución de las clases y monitoreo de los estudiantes, lo que les
insume bastante tiempo y energía. Las oportunidades en que generalmente
intercambian ideas son en las reuniones colegiadas de docentes para tratar temas
referentes a la buena marcha de la institución, y en las reuniones que se realizan
en determinadas fechas festivas del calendario.

La calidad educativa tiene relación directa y significativa con las relaciones


interpersonales que es un factor fundamental para la mejora de los aprendizajes
porque en las escuelas se generan espacios de interacciones y también porque la
calidad educativa es un proceso constante y permanente que se requiere
fortalecer las relaciones para mejorar los aprendizajes y mucho más en este
mundo de hoy que exige personas competentes para ello se requiere desarrollar
diversidad de competencias que van desde lectura hasta comportarse éticamente,
es por eso que las instituciones educativas están en constante mejora siempre
buscando la calidad.

Whittaker señala y define las relaciones interpersonales en el aula como el


cimiento que hace posible la construcción del edificio de los aprendizajes, lo que le
sirve de fundamento y apoyo. Invertir en la construcción de una buena relación
interpersonal en el aula es invertir en un mejor aprendizaje, teniendo en cuenta,
además, que la construcción de la relación positiva es uno de los elementos
fundamentales que deben enseñarse y que nuestros alumnos/as deben aprender
a lo largo de la escolarización.

La importancia de las relaciones y sus consecuencias en el aprendizaje debe ser


una de las primeras enseñanzas que debemos transmitir a los nuevos
profesionales. Mucho más importante que las condiciones materiales del espacio
del aula, la relación interpersonal es imprescindible para crear un buen clima de
clase, en el que todos los miembros se sientan emocionalmente a gusto, deseen
estar en el grupo y encuentren la motivación necesaria para sus aprendizajes.

Suele ser un error muy común entre nosotros/as, los profesionales de la


educación, pensar que el clima de clase se construye solo, o que la principal
responsabilidad corresponde al alumnado, que son los alumnos y alumnas
quienes deben cambiar y modificar su actitud y comportamiento para que los
profesionales podemos hacer bien nuestro trabajo. Y, desde este planteamiento,
se nos olvida que en el aula todo está relacionado con todo, que lo haga el
profesor o profesora va a tener sus consecuencias en la respuesta que nos van a
dar nuestros alumnos/as, que si queremos que algo funcione mejor somos
nosotros/as los primeros que debemos cambiar y plantear las cosas de otra
manera.

En la construcción de una buena relación en el aula juega un papel clave la


comunicación. Coincidiendo con el hecho mencionado anteriormente, me llamaron
de una cadena de TV para que valorara el caso de una profesora de Córdoba,
procesada por, supuestamente, haber insultado gravemente a sus alumnos
llamándolos repetidamente “tontos” y “vagos” y otras cosas.
CONCLUSIONES

La docencia nos exige el manejo de una gama de competencias, las cuales


incluyen una serie de habilidades, destrezas, actitudes y valores.  El desarrollo de
competencias se fundamenta en valorar conocimientos del pasado, dándoles paso
a una evolución positiva que integre lo aprendido a nuevos saberes.  Se deben
manejar una serie de saberes como saber conocer, saber ser, saber hacer.

Las competencias éticas del profesor como fundamentales. El desarrollo personal


de los alumnos es un desarrollo integral que comprende desarrollo cognitivo,
emocional y moral. Para propiciar tal desarrollo en los alumnos se requiere que el
profesor cuide especialmente su propio desarrollo personal, cognitivo, afectivo y
moral. El equilibrio emocional, bienestar psicológico, satisfacción y compromiso
con la profesión son condiciones necesarias para una práctica profesional de
calidad.

El rol del docente es fundamental para el desarrollo de habilidades, el crecimiento


personal, el aprendizaje significativo y para la motivación por aprender. Hoy en
día, el rol del profesor, en aspectos socioemocionales y académicos, es aún más
importante, ya que enfrentamos tiempos de incertidumbre y angustia que han
generado en los estudiantes, sentimientos de soledad, desmotivación y depresión,
por lo tanto, el rol que ha debido representar el profesor, es de contenedor y de
apoyo.

A la hora de formar docentes, en cualquier campo disciplinar, es fundamental la


enseñanza de la ética, no solamente dentro del marco disciplinar de la deontología
profesional, como parte de la ética apli-cada, sino desde un abordaje transversal
que supone la capacitación en competencias éticas, en respeto de los Derechos
Humanos y en formación ciudadana. Todo esto sostenido desde la tolerancia, la
diversidad, el respeto de las minorías y el compromiso con la sociedad regional y
global. Un plan serio y responsable de formación de los alumnos del profesorado
comienza por operacionalizar las competencias docentes ofreciendo indicadores
de autoevaluación que sean orienta-dores en el futuro ejercicio profesional.
Trabajar por la construcción de unas buenas relaciones interpersonales culmina,
también, en la confianza en nuestros alumnos y alumnas, en reconocerles sus
múltiples capacidades para la organización y creación del clima de aula y por
otorgarles un protagonismo en el día a día de la clase y de la vida del centro. De
esta forma les reconocemos como personas y sujetos autónomos, les damos
ocasión de ejercer como tales y, trabajando su responsabilidad, les damos la
oportunidad de crecer como personas y como ciudadanos y ciudadanas.
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