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(TÍTULO) TAMBIÉN ME FALTA PONER LA SANGRÍA.

El fin de la Segunda Guerra Mundial tuvo grandes repercusiones en la conformación del


orden mundial, provocando conflictos políticos, cambios económicos y culturales.
Una de sus consecuencias fue el surgimiento de dos superpotencias, Estados Unidos y la
Unión Soviética que van a rivalizar. De este modo el mundo queda dividido en dos
bloques ideológicos diferentes: el bloque comunista, liderado por la Unión Soviética;
contra el bloque capitalista, liderado por Estados Unidos. Ambos bloques se van a
someter durante varios a un enfrentamiento ideológico con el fin de alcanzar una
ideología reinante en todo el mundo. Este suceso se conoce como “Guerra Fría”. La
misma tuvo su inicio en 1947 con la Doctrina Truman y posee dos posibles fechas de
finalización 1989, con la caída del muro de Berlín o 1991, con la disolución de la Unión
Soviética.
Este combate tuvo un fuerte impacto en todo el mundo, lo que provocó que diferentes
países tomarán partida por uno de los bandos. Sin embargo, algunos países tomaron la
decisión de hacerse a un lado. A raíz de la conferencia de Bandung en 1955 se inició el
“Tercer Mundo” conformado por aquellas naciones de América Latina, Asia y África,
que internamente se dividieron en tres grupos según su actividad económica.
Finalmente, en 1961, se agruparon en una organización denominada Movimiento de
Países No Alineados.
Paralelamente al desarrollo de la Guerra Fría, a partir de los años 60, comenzaron a
darse en el mundo transformaciones de todo tipo. Desde el punto económico, se dio un
período de prosperidad caracterizado por el “pleno empleo”; en lo cultural, se produjo la
aparición de la subcultura homosexual, se cambió la forma de vestir y se modificó la
estructura de la familia tradicional. También ocurrieron cambios en el pensamiento de
los más jóvenes que tuvieron como consecuencia el surgimiento de movimientos
contraculturales que lucharon contra el sistema. Esto se refleja, por ejemplo, en la
rebelión juvenil del “Mayo Francés”, en 1968 en Francia, que trato de demostrar el
enojo de los estudiantes acerca de la diferencia de posibilidades de acceso a la
educación entre la clase burguesa y los hijos de los obreros. Asimismo, algo similar
ocurrió en Estados Unidos al surgir diferencias dentro de las organizaciones
afroamericanas que luchaban contra la segregación racial. Los dirigentes jóvenes como
Carmichael (Black Power) y Malcom X (Segregación racial) comenzaron a criticar las
estrategias que utilizaban figuras como Martin Luther King, quien promovía formas de
protesta pacíficas, y comenzaron a imponer las suyas ya que consideraban que había
llegado el momento de armarse ante el enemigo.
La Guerra Fría nos mostró las diferencias que existían en el mundo sobre el papel que se
creía que debía poseer el Estado. Para el bloque occidental, el mismo tenía un rol activo
al regular mediante su intervención la actividad económica, pero permitiendo la libertad
de mercado, a esto se lo denominó “economía mixta”. De esta manera surge la idea del
Estado benefactor, el cual tiene como principal tarea mejorar la vida de todos sus
ciudadanos satisfaciendo sus demandas. No obstante, el Estado de Bienestar entró en
crisis a principios de los años 70 con el surgimiento de una nueva corriente llamada
Neoliberalismo. Esta sostenía que el Estado no debía meterse en el orden económico de
ninguna manera y que debía estar regido por el libre juego de la oferta y la demanda. El
debilitamiento del Estado Benefactor se dio principalmente debido a los argumentos
realizados por economistas neoliberales quienes decían que el mismo gastaba
demasiado dinero, para fines distintos a los que estaba destinado; y que esta alianza
entre economía y política no resultó en los países subdesarrollados.
Mientras tanto en el bloque Soviético, el papel que tomó el Estado fue más protagónico,
ya que poseía un control total de la economía y dirigía sus recursos a donde creía más
conveniente. Gracias a este sistema la Unión Soviética se convirtió en la segunda
potencia industrial del mundo. Sin embargo, a comienzos de la década de 1960
comenzaron a percibirse algunas debilidades en su modelo. Para cambiar esta situación,
en 1985 la Unión Soviética nombró a Mijaíl Gorbachov como líder, quien en su intento
de renovar el régimen implementó la Perestroika (reorganización), reforma económica
que permitió una liberalización del sistema económico; y la Glasnost (transparencia,
renovación), que proponía una liberación de la libertad intelectual. Pero esto no resultó
como esperaban, ya que estas medidas terminaron de debilitar completamente el poder
soviético y junto con la renuncia Gorbachov se produjo en 1991 la disolución de la
Unión Soviética.
La caída del bloque comunista supuso el fin de la Guerra Fría. Asimismo, comenzaron a
circular opiniones acerca de que en el futuro no sucederían más conflictos. En este
contexto, la teoría de Francis Fukuyama acerca la democracia liberal como la mejor
forma de gobierno; generó revuelo en el mundo y muy pronto nuevos conflictos
demostraron que la tranquilidad no había acabado. Cada vez comenzaron a surgir
sangrientos enfrentamientos.
Acabaremos ostentando/manifestando que todos los acontecimientos sucedidos a lo
largo del siglo XX, de alguna forma nos retratan los antecedentes que influenciaron las
normas de nuestra sociedad actual. Siendo así, todos los hechos históricos se encuentran
conectados y repercuten en la actualidad, generando cambios en el pensamiento
ideológico, cultural y religioso de los individuos modernos.

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