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INSTITUTO NORMAL MIXTO RAFAEL AQUECHE, J. M.


COMUNICACIÓN Y LENGUAJE O LENGUA Y LITERATURA
ESCRIBIR EL GRADO Y SECCIÓN
Prof. Oscar René Tobar Mollinedo

Título del tema o trabajo


EL CRIOLLISMO

Nombre del estudiante


JACINTO RODOLFO DE PAZ DE PAZ

Guatemala, 12 de junio del 2023


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ÍNDICE

Introducción………………………………pág.3

Definición……………………………….……pág.3

Ubicación………………………………….….pág.4

Características……………………………pág.5

Representantes y obras……………….pág.7

Bibliografía……………………………….pág.9
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INTRODUCCIÒN
Es con los criollos que nace el sentimiento de patria, pues por la lejanía les
eran extrañas las cosas de España y sintieron apego por su tierra y por las
costumbres desarrolladas en ella, de allí las iniciativas separatistas que
culminaron con la independencia de nuestros países. En consecuencia, el
‘criollismo’ en el Perú es una derivación del término original, que involucra
usos y costumbres, comida, música, cantos y bailes de origen principalmente
costeño y limeño.

DEFINICIÒN/DESARROLLO DEL TEMA


El criollismo en Hispanoamérica, como movimiento asociado a las
letras nacionales, surgió a fines del siglo XIX, en medio de un
menosprecio generalizado por el mundo campesino y una
tendencia a privilegiar la ciudad como centro de desarrollo de las
nacientes repúblicas de la región. Sin embargo, gracias a los
primeros exponentes del Naturalismo, comenzó a variar la atención
de intelectuales y escritores hacia el universo rural, para retratarlo
por medio de un registro "objetivo" y contribuir así a su
conocimiento. Así, Alberto Blest Gana introdujo en sus novelas una
incipiente preocupación por el mundo del campesinado.

A comienzos del siglo XX, el Criollismo encontró su apogeo, al


incorporar en los motivos literarios la preocupación por el
campesino, conocido en Chile como "huaso". Entonces aparecieron
los tópicos que, a partir del Criollismo, incorporaron a la narrativa
chilena al fenómeno hispanoamericano del Mundonovismo.
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UBICACIÒN
El criollismo en Hispanoamérica, como movimiento asociado a las
letras nacionales, surgió a fines del siglo XIX, en medio de un
menosprecio generalizado por el mundo campesino y una
tendencia a privilegiar la ciudad como centro de desarrollo de las
nacientes repúblicas de la región.

CARACTERÌSTICAS DEL CRIOLLISMO


Lo autóctono: el criolloLos barbónes impedían que los criollos accedieran a
los principales cargos políticos.
Desde mediados del siglo XVI se utilizó el término “criollo” para designar a los
hijos de españoles nacidos en América, en los territorios que en ese
momento eran colonias españolas.
Estas personas se sentían, por un lado, inclinados hacia la identidad española
por su lenguaje y bagaje cultural y, por otro lado, se diferenciaban de los
españoles que vivían en Europa.
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2. La Ilustración

Las ideas de la Ilustración llegaron a América en parte a través de libros.


La Ilustración fue un movimiento cultural que se desarrolló en Europa entre
los siglos XVII y XIX. Se caracterizó por el valor que le dio a la razón por
encima de la fe y su confianza en el progreso.

Pero también es la base del liberalismo, que es una filosofía política que
defiende la iniciativa individual y las libertades civiles y económicas.
El liberalismo se opone a las monarquías.

Durante los siglos XVII y XVIII las ideas de la Ilustración llegaron a América


en parte a través de libros pero principalmente porque los jóvenes criollos
eran enviados a completar sus estudios en Europa.

3. Lo popular como lo autóctono


Así como en el siglo XVIII los criollos se identificaron a sí mismos
como un grupo excluido del poder político, el criollismo como
movimiento literario del siglo XIX y XX eligió como personajes
principales a los grupos populares que se convirtieron en excluidos
como consecuencia de la modernización.

Esos grupos populares se convirtieron de esta manera


en representantes de lo nacional o autóctono, de la misma forma
que lo habían sido los criollos en el siglo XVIII.
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4. Lo rural

Para el criollismo, el campo era símbolo de lo nacional y lo popular.


La modernidad en Latinoamérica a fines del siglo XIX y principios del
XX trajo grandes olas de inmigración, lo que produjo un crecimiento
de las ciudades. Por eso las ciudades no solo se identificaban con lo
nuevo sino también con lo extranjero.

En contraposición, el criollismo encontró en el campo el símbolo


tanto de lo nacional como de lo popular. Por eso, la literatura
criollista exaltaba los personajes y las costumbres rurales, por tratarse
de regiones no modernizadas.

5. Costumbres locales

El criollismo de cada país describe en detalle las costumbres


y personales locales.

Aunque se extendió por toda Latinoamérica, el criollismo de cada


país se distinguía de los demás porque describía en detalle las
costumbres y personajes locales de cada país.

Por eso, el criollismo es simultáneamente localista y regional. Lo


local se encuentra en las descripciones de la selva en el criollismo
colombiano, en los llanos en el criollismo venezolano y en las
costumbres gauchescas en el criollismo argentino.
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REPRESENTANTES Y OBRAS
Francisco Lazo Martí (1869-1909)

Francisco Lazo Martí fue un poeta y médico cuyas obras marcaron la tendencia de
la poesía y la narrativa venezolana de su tiempo. Su trabajo fue fuente de
inspiración para otros escritores como Rómulo Gallegos (1884-1969) y Manuel
Vicente Romero García (1861-1917).

Rómulo Gallegos (1884-1969)

Rómulo Ángel del Monte Carmelo Gallegos Freire fue un político y novelista
venezolano. Su obra maestra, Doña Bárbara, publicada en 1929, tuvo sus
orígenes en un viaje que el autor hizo por los llanos venezolanos. En ese viaje, la
región y su carácter primitivo lo impresionaron y motivaron para escribir la obra.

Mariano Azuela (1873-1952)

Médico y escritor mexicano, es uno de los máximos representantes del criollismo


latinoamericano, con su novela Los de abajo, publicada en 1916. Es considerado
como uno de los fundadores de la literatura de la Revolución mexicana.

Mariano Latorre (1886-1955)

Mariano Latorre fue un académico y escritor considerado como el iniciador del


criollismo en Chile, mostrando al mundo la cultura y costumbres de los habitantes
locales. En 1944 fue honrado con el Premio Nacional de Literatura chileno.

De su amplia producción resaltan Cuentos del Maule (1912), Cuna de


Cóndores (1918), La sombra del caserón (1919), Zurzulita (1920), Chilenos del
Mar (1929) y Hombres de la selva.
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José Eustasio Rivera (1888-1928)

José Eustasio Rivera fue un abogado y escritor colombiano. En 1917, mientras se


desempeñaba como abogado de una comisión limítrofe, tuvo la oportunidad de
conocer las selvas colombianas y las condiciones en las que vivían sus habitantes.
De esta experiencia Rivera sacó la inspiración para escribir su gran obra que
tituló La Vorágine (1924).

Augusto D’Halmar (1882-1950)

Augusto D’Halmar fue el seudónimo usado por el escritor chileno Augusto


Goemine Thomson. De padre francés y madre chilena, D’Halmar fue galardonado
con el Premio Nacional de Literatura en 1942.

Baldomero Lillo (1867-1923)

Baldomero Lillo Figueroa fue un cuentista chileno. De su experiencia trabajando


en las minas de carbón sacó la inspiración para escribir una de sus más famosas
obras, Sub terra (1904). En esta obra delineó las duras condiciones en las que
trabajaban los mineros, en especial los de la mina chilena conocida como “Chiflón
del Diablo”.  

Horacio Quiroga (1878-1937)

Horacio Quiroga fue un escritor de cuentos uruguayo al cual se le dio el


reconocimiento como maestro de los cuentos cortos. Sus historias reflejaban la
lucha del humano y el animal por sobrevivir en la jungla tropical.

José Hernández (1834-1886)

Escritor, poeta, militar, político y periodista argentino, es autor del poema Martín


Fierro, obra cumbre de la literatura gauchesca y criollista. Fue escrito en dos
partes, la primera, El gaucho Martín Fierro, publicada en 1872, y la continuación
en 1879, La vuelta de Martín Fierro.
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BIBLIOGRAFÍA
El criollismo en Hispanoamérica, como movimiento asociado a las letras nacionales,
surgió a fines del siglo XIX, en medio de un menosprecio generalizado por el mundo
campesino y una tendencia a privilegiar la ciudad como centro de desarrollo de las
nacientes repúblicas de la región. Sin embargo, gracias a los primeros exponentes del
Naturalismo, comenzó a variar la atención de intelectuales y escritores hacia el universo
rural, para retratarlo por medio de un registro "objetivo" y contribuir así a su conocimiento.
Así, Alberto Blest Gana introdujo en sus novelas una incipiente preocupación por el
mundo del campesinado.
A comienzos del siglo XX, el Criollismo encontró su apogeo, al incorporar en los motivos
literarios la preocupación por el campesino, conocido en Chile como "huaso". Entonces
aparecieron los tópicos que, a partir del Criollismo, incorporaron a la narrativa chilena al
fenómeno hispanoamericano del Mundonovismo.

Las obras literarias adscritas al Criollismo son, en su mayoría, de carácter épico y


fundacional: si estas, como afirmaba su máximo mentor, Mariano Latorre, interpretaban
"la lucha del hombre de la tierra, del mar y de la selva por crear civilización en territorios
salvajes, lejos de las ciudades", esta lucha siempre aparecía en desventaja para el
hombre frente a las fuerzas telúricas y terminaba generalmente en la derrota. Lo mismo
ocurre cuando los personajes se enfrentan a un estado social jerárquico o a las fuerzas de
la elite dominante. La concepción de la novela criollista es ciertamente épica, pero lo que
más caracteriza a los cultivadores del criollismo es su anhelo de convertir la "chilenidad",
en su múltiple y variada fisonomía, en entidades estéticas de valor universal, planteados
en un lenguaje propio de los grupos sociales que pretenden mostrar.
El escritor que más contribuyó para el desarrollo de una "poética" criollista y que además
la puso en práctica, fue, sin duda, Mariano Latorre; para Latorre la estética criollista es
fundamentalmente "cognitiva y didáctica", como señala Dieter Oelker en el Diccionario de
Movimientos y grupos literarios en Chile. Efectivamente, Latorre, además de poner en
duda la razón primera del término criollista, que es reductivista y peyorativa en las
acepciones que le dieron Augusto D'Halmar en su crítica a Sub-Terra de Baldomero Lillo,
en 1904, tratándolo de "zolaina" y "descriptiva hasta decir basta"; y, posteriormente,
tanto Hernán Díaz Arrieta, que lo considera como "un reflujo del naturalismo francés",
en La Nación del 20 de diciembre de 1925; Raúl Silva Castro, que lo tilda de incapaz de
"animar" a los personajes que resultan "ahogados" por el ambiente; y la crítica de los
imaginistas, como Salvador Reyes y Luis Enrique Délano -quién posteriormente abandonó
esta estética, sumándose a una concepción de la literatura socialmente comprometida-,
que lo cuestionaba por su carácter extremadamente mimético y su falta de imaginación
para construir mundos propios.

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