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Las siete palabras de Jesús en la cruz

Viernes Santo

La primera Palabra: Perdón


Lucas 23:34
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Tema: Todos necesitamos el perdón.

Jesús dice que Sus enemigos no saben lo que hacen. Sin embargo, en cierto sentido los
que crucificaron a Jesús sí sabían lo que hacían. Los soldados romanos sabían muy bien
cómo crucificar a alguien. El Rey Herodes y Poncio Pilato, los líderes del gobierno,
reconocieron que Jesús era inocente. Los líderes religiosos buscaron algo de qué acusar a
Jesús y no encontraron ningún pecado en Él. Jesús fue condenado a muerte por la palanca
de algunos enemigos. Todos sabían lo que hacían.

Sin embargo, ellos no sabían quién era Jesús. No comprendieron que estaban
crucificando al Salvador, al Hijo de Dios; al mismo Dios. Se les había dicho, pero todos
eran ciegos espiritualmente. En ese sentido no sabían lo que hacían.

Muchas personas hoy viven inconscientes de su pecado. No saben lo que hacen.


Piensan que andan bien y no quieren reconocer el pecado en sus vidas. No se dan cuenta de
que están en camino hacia la muerte y el infierno.

Aún nosotros, los cristianos, a menudo pecamos y ni siquiera nos damos cuenta porque
pensamos solamente en lo nuestro. Mientras Cristo da Su vida por otros, nosotros vivimos
por nosotros mismos. Mientras Cristo perdona a Sus enemigos, nosotros decimos, “Yo
perdono, pero no olvido.”

Solamente en Jesucristo hay perdón para nosotros.

Cuando Cristo fue crucificado, todos pecaron. Los líderes del gobierno consintieron en
una injusticia. Los líderes religiosos conspiraron para matar a un inocente. Los discípulos
abandonaron a Jesús.

Así mismo hoy en día, todos pecamos. Todos necesitamos el perdón. ¿Quién es este
Jesús, que nos perdona tanto, aun cuando le herimos tan profundamente? Al contemplar la
cruz hoy, piensen en esta dulce palabra: perdón.
La segunda Palabra: Paraíso
Lucas 23:39-43
“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Tema: Jesús ofrece el cielo a todos.

Hoy en día, muchas personas -- inclusive tal vez algunos de nosotros -- no están seguras
si llegarán al cielo o no. Se dice que solamente Dios sabe si uno es suficientemente bueno
para entrar en el paraíso.

Pero Jesús nos da la seguridad. El ladrón no fue bueno para ir al cielo. Sin embargo,
Jesús le dice que seguramente iba hoy mismo al paraíso. ¿Cómo es posible? Es que fue
perdonado por Jesús. En la cruz, Jesús murió por los pecados de aquel ladrón y los
nuestros también. En la cruz Jesús abrió las puertas del cielo para los que quieren aceptarlo
por fe. El ladrón se volvió a Jesús con fe, diciendo, “Acuérdate de mí, Señor.” ¿Quieren
que Jesús se acuerde de ustedes también? Pídanle perdón y confíen en Jesús como hizo el
ladrón, y con la misma seguridad, irán al cielo.

Muchas personas no aceptan ese regalo de Dios. Algunos piensan que hay que merecer
el cielo o hacer algo bueno para ganárselo. Otros piensan que un peregrinaje a siete iglesias
o un camino del Nazareno u otra cosa parecida les ayudarán a llegar al cielo. Todavía otros
piensan que ya han sufrido el infierno aquí en la tierra y así tienen el cielo ganado. Pero no
es así. Si uno pudiera ganar el paraíso por hacer algo o por sufrir algo, entonces no habría
la necesidad de la muerte de Jesús. Solamente hay una puerta al paraíso: Jesús en la cruz.

Pero si confiamos en Jesús como Salvador, tenemos una mansión eterna preparada para
nosotros. Una vez leí un cuento en que un hombre de fe murió. Le enterraron y pusieron
una lápida sobre su sepulcro. Escribieron en la piedra, “Aquí reposa el Señor Fulano. Qué
en paz descanse.” Pero debajo de esto se escribió: “¿Por qué escribimos mentiras en las
piedras? No estoy aquí.”

Tengan ustedes esa misma confianza. Al contemplar la cruz hoy, piensen no solamente
en el perdón, sino también en el paraíso.
La tercera Palabra: Amor
Juan 19:25-27
“Mujer, ahí tienes a tu hijo.” “[Hijo,] ahí tienes a tu madre.”

Tema: Jesús tiene compasión para con todos.

Aún en medio de tanto sufrimiento, Jesús se acuerda de Su madre. Se ve aquí Su gran


amor para con ella. ¿Dónde está ese amor familiar hoy en día? Cada rato escuchamos de
problemas familiares, de padres que abandonan a mujeres e hijos, de hogares que carecen
de amor y comprensión, de hijos que se rebelan y buscan la droga y la mala vida. Aún en
familias cristianas a veces falta la comprensión, la falta de paciencia, hay resentimientos y
muchas peleas.

Aquí Jesús nos pone un ejemplo del amor. Y no es amor solamente para con Su madre.
Es amor para con todos. En una ocasión, Jesús dijo que cualquiera que hace la voluntad del
Padre es Su hermano, hermana y madre. Jesús ama no solamente a Su familia terrenal, sino
también a Su familia espiritual, Su cuerpo, Su iglesia. Murió en la cruz por Su madre y
también por todos nosotros.

Ojalá que tuviéramos esa misma preocupación por el bienestar de nuestros padres,
madres, hermanos, vecinos, amigos y compañeros. En nuestras familias, podríamos ayudar
más, orar más, tener más paciencia. Podríamos compartir nuestra fe con nuestros familiares
no creyentes.

En la familia espiritual, entre los hermanos de la iglesia, hay amor, pero podríamos
amar aún más. Podríamos orar más, ayudar más, y cuando hay desacuerdos, respetar más.

Qué Jesús nos perdone nuestra falta de amor, y nos ayude a tener un amor más grande,
un amor como el Suyo. Al contemplar la cruz hoy, piensen en el amor.
La cuarta Palabra: Sed
Juan 19:28-29
“Tengo sed.”

Tema: Jesús ofrece el agua viva para todos.

“Estoy muerto de sed.” Cuando falta agua, ¿qué sucede con el cuerpo? Se enferma, se
pone mal, se puede morir. Cuando falta el amor de Dios, lo mismo pasa en el mundo. Se
enferma, se pone mal, muere.

Vivimos en un mundo que carece del amor de Dios. A cada lado hay inseguridad,
temor, dolor, sufrimiento, problemas, peligros, enfermedades y mucho más. Todos
anhelamos algo mejor. Tenemos una sed de Dios y lo que Dios nos puede dar. Aun
cuando uno está lejos de Dios, a menudo sin pensar en Dios, cometiendo pecados que Dios
odia, todavía uno siente un vacío adentro que es la sed de Dios, de algo mejor.

Jesús dijo, “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba.” (Juan 7:37) En medio de tantos
problemas, Jesús da paz interior. En medio de tanto pecado, Jesús ofrece perdón. En
medio de tristeza y sufrimientos, Jesús da consuelo para los que confían en Él.

Pero en la cruz, Él que ofrece el agua viva, Él mismo sufre la sed física. ¿Cómo es
posible que Jesús sufriera sed? ¿Cómo puede Dios tener sed? ¿Cómo puede Dios sufrir y
morir?

Es que Jesús, aunque es Dios, puso a un lado sus privilegios como Dios. Jesús se hizo
hombre, para poder sufrir y morir en la cruz. Así que Jesús sufrió la sed física en la cruz
para poder satisfacer nuestra sed de Dios.

Vivimos en un desierto, hermanos, que carece del amor de Dios. Pero en medio de este
mundo perdido, Jesús nos ofrece beber del agua de vida eterna el agua que satisface nuestra
sed. Nos perdona, nos da la vida eterna, nos ama, y nos acompaña en todos los
sufrimientos hasta aquel día cuando iremos a dónde no hay tristeza ni dolor.

Al contemplar la cruz hoy, piensen en la sed que Jesús sufrió para aliviar nuestra sed de
Dios.
La quinta Palabra: ¿Por qué?
Mateo 27:45-49
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Tema: Jesús sufrió el abandono para todos.

Jesús es Dios y es hombre; más en la cruz lo vemos abandonado tanto por Dios como
por los hombres.

En cuanto a los hombres, Jesús fue abandonado por todos Sus discípulos. Judas lo
traicionó. Todos los discípulos huyeron. Pedro negó haberlo conocido. Solamente a la
última hora, ya demasiado tarde, Juan se atrevió a acercarse a la cruz junto con algunas
damas. Los soldados, la gente, hasta uno de los ladrones en la cruz se burlan de Jesús.
Jesús, el hombre, abandonado por los hombres.

También Dios Padre le desampara. Jesús durante toda la vida gozaba de una comunión
perfecta con el Padre, porque es el Hijo de Dios y no pecó. El Padre dijo en varias
ocasiones, “Este es mi Hijo amado.” Pero en la cruz el Padre dio la espalda a Jesús. Jesús,
Dios mismo, abandonado por Dios Padre.

Esto es el infierno, que Dios da la espalda a uno. El Padre abandona a Jesús, no porque
Jesús sea un malvado, sino porque Jesús lleva encima nuestros pecados. Jesús, el inocente,
toma sobre sí mismo la maldad de todos nosotros. Cuando el Padre ve a Jesús en la cruz,
ya no ve a Su Hijo amado, sino a una masa de pecados podridos y asquerosos - todos
nuestros pecados.

Jesús sufrió aquel infierno por nosotros. Fue rechazado para que nosotros nunca
sufriéramos el rechazo de Dios. El Padre desamparó a Su Hijo por unos momentos para
darnos un abrazo para siempre.

Hoy vive tanta gente desamparada, desesperada, deprimida, porque no busca a Jesús.
Solamente en Jesús tenemos el amparo y el socorro de Dios.

Al contemplar la cruz hoy, piensen en por qué Jesús está ahí. Fue abandonado para
que nosotros nunca fuésemos abandonados.
La sexta Palabra: Cumplimiento
Juan 19:30
“Todo está cumplido.”

Tema: Jesús pagó el precio para todos.

Al pagar una factura, se escribe “cancelado” y se pone un sello o una firma para
confirmarlo. En la antigüedad, al pagar una factura, los acreedores escribían “consumado
es” o “todo está cumplido” en la cuenta.

Cristo, en la cruz, pagó una factura -- la de nuestros pecados. En aquel momento, todo
se había cumplido. Todas las profecías se habían hecho realidad. Todo el precio del
pecado se había pagado. No hubo que hacer nada más. “Cancelada” fue nuestra deuda.

Nosotros decimos que Jesús es nuestro Redentor. La palabra “Redentor” o “redimir”


quiere decir “rescatar por medio de pagar un precio”. Imagínense que un malhechor
secuestra a una persona y demanda un rescate de dinero. Pagar el precio de la libertad de
tal persona es redimirla.

Jesús nos ha rescatado del pecado, de la muerte, del maligno y del infierno, no con oro
ni plata, sino con su sangre. Todo quedó cancelado.

Una persona estaba escalando una montaña cuando se cayó y se lastimó gravemente.
Un equipo de rescate llegó para ayudarle, pero estaba en un lugar muy inaccesible. Un
miembro del equipo, con mucho esfuerzo y corriendo mucho peligro personal, logró bajar
del precipicio y llegar a donde estaba la persona mal herida. Vendó sus heridas, le amarró
una cuerda y supervisó mientras los otros miembros del equipo lo subieron hasta llegar a la
senda nuevamente. Luego el héroe mismo subió también. Al llegar arriba, estaba agotado
y tenso, pero feliz y satisfecho. Gritó, “¡Lo logré!”

Jesús también hizo lo imposible para salvarnos, y al final, agotado y herido, todavía
podía decir con satisfacción, “Todo está cumplido.”

Al contemplar la cruz hoy, piensen como todo fue consumado, cancelado, cumplido
por nosotros.
La séptima Palabra: Entrega
Lucas 23:46
“Padre, en Tus manos encomiendo mi espíritu.”

Tema: Cristo se entregó por todos, y así quiere que todos se entreguen a Él.

En este momento, la misión de Jesús aquí en la tierra ya se terminó. El Padre ya no dio


la espalda a Jesús, porque Jesús ya terminó de pagar por el pecado de todos. Ahora Jesús se
entregó al Padre.

Así como Jesús se entregó al Padre, en esta tarde nosotros también debemos
encomendar a Dios todo lo que somos y lo que tenemos.
Demos a Dios nuestros pecados, para que nos dé el perdón. “Padre, perdónanos.”
Demos a Dios nuestras vidas, para que nos dé la vida eterna, el paraíso. “Señor,
acuérdate de nosotros cuando entras en tu reino.”
Demos a Dios nuestras familias, para que tengamos más amor. “Señor, ayúdanos a
amar más a nuestras madres e hijos y hermanos.”
Demos a Dios nuestra sed, para que nos dé el agua viva. “Señor, tenemos sed de ti.”
Demos a Dios nuestras necesidades y problemas, porque él nunca nos abandonará.
“Cristo, tú nunca me desampararás.”
Como Cristo dio todo y cumplió todo para salvarnos, démosle todo nuestro ser.
“Señor, ayúdame a cumplir la carrera que Tú tienes para mí.”

“Padre, en Tus manos encomendamos nuestros espíritus, nuestros cuerpos y todo lo que
es nuestro. Perdónanos, renuévanos y cámbianos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

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