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FORMALES GENÉRICOS
1. CONCEPTO
Previo a esta exposición, se hace necesario precisar qué se entiende por nulidad
absoluta y relativa.
Los contratos en materia comercial pueden ser ineficaces, es decir, que el acto
jurídico no está llamando a producir todos los efectos que, de haber cumplido con
los requisitos legales, debería generar. El acto puede entonces o ser inexistente
o ser nulo, absoluta o relativamente.
Como se puede observar estaríamos ante una contradicción, pues frente al art.
898 la letra sería inexistente y según el 899 sería nula; dicotomía que debe
resolverse aplicando este último, por ser una norma posterior de acuerdo con las
reglas de la hermenéutica jurídica consagradas en el art. 5° de la ley 57 de 1987.
Sin embargo es pertinente advertir que al tenor del art. 622, si un título-valor tiene
espacios en blanco que correspondan a requisitos esenciales, como sería el
nombre del girado, la forma de vencimiento de su exigibilidad podrá llenar
personalmente tales espacios, siempre y cuando siga estrictamente las
instrucciones dadas por el suscriptor del título, subsanando la nulidad que hubiera
podido presentarse.
2. LA MENCIÓN DEL DERECHO
a) Debe constar por escrito. Este elemento tiene íntima relación con la
incorporación y la literalidad que tratamos en el capítulo III, puntos 1 y 2. Quiere
ello decir que el derecho debe mencionarse en algo, lo cual debe entenderse en
un escrito. Nuestro Código de Comercio no especifica en qué, lo que sí hacía la
Ley de Instrumentos Negociables o ley 46 de 1923. El escrito puede ser hecho a
mano, ya sea con lápiz o con tinta, o mediante impresión mecánica, como puede
ser el sistema tipográfico o máquina de escribir; a su vez, el material en que se
plasma puede ser de papel, tela, pergamino, o piel o cualquier otro elemento apto
para escribir al sobre él, o sea que se da libertad en cuando al medio de escritura.
Sin embargo, el Código de Comercio en su art. 712 trae una excepción para los
cheques, pues éstos deben ser llenados en los formularios expedidos por el
girado, o sea por el banco.
c) Clases de firmas.
a’) Firma de mandatario o representante. El art. 640, permite que los títulos
valores sean firmados por representantes o mandatarios o personas con calidades
similares. Los primeros son aquellos facultados para celebrar en nombre de un
tercero, uno o varios actos jurídicos (art. 832 y ss.); los mandatarios son aquellos
autorizados para celebrar en nombre de un tercero, uno o varios negocios
mercantiles (art. 1262 y ss); en este caso el mandato es un contrato y el
mandatario una de las partes que puede o no conllevar la representación si se
estipula o no, en el primer caso le serán aplicables las normas sobre
representación (art. 832 y ss), y se denomina mandato con representación, en
caso contrario se llama mandato simple.
El art. 640 igualmente autoriza firmar en nombre de otro a aquellas personas que
ostenten una calidad similar a la del mandatario o representante, entre aquéllas
están los llamados factores referidos en los arts. 1332 a 1339, los cuales los
definen como un mandatario especial facultado por alguien denominado por la ley
como preponente, para que administre un establecimiento comercial o una rama o
parte de la actividad que desarrollo, teniendo su base en un contrato llamado
preposición. El factor podrá suscribir un título-valor en nombre del proponente,
obligando en dos casos cuando suscribe el título-valor o cualquier contrato, dentro
del giro ordinario de la actividad que se desarrolla en el establecimiento mercantil
y es notoria su calidad de factor y en segundo lugar, cuando el resultado del
negocio efectuado, es provechoso al preponente o redunda en su beneficio, en
este último caso aunque no se reúnan las condiciones del primero.
El inciso primero del art. 640, señala que el mandatario, representante o quien
suscriba un título-valor en nombre de otro con una calidad similar, deberá
acreditarla. Si se trata del mandatario, factor o representante, mediante la
exhibición del contrato escrito del mandato o, de preposición, o poder
respectivamente, en conde consten las estipulaciones correspondientes, o de
manera verbal por medio del dicho del mandante , representado o proponente;
aunque para la persona que negocia con quien firma a nombre de un tercero, es
más conveniente la demostración escrita de dichas facultades. Si se trata de un
representante, la facultad para suscribir un título-valor en nombre de otro, podrá
constar en un poder general o en un poder especial, según lo dispuesto por el
segundo inciso del art. 640, lo cual no es óbice para otorgarlo de manera verbal,
por cuando allí se entiende perfectamente que el otorgamiento del poder escrito es
facultativo, al emplear el vocablo “podrá”, aunque de todas maneras el poder
escrito es más conveniente en el sentido de probar la representación.
6.- No obstante que prima facie, es verdad que a las personas jurídicas sólo
pueden obligarlas quienes ejerzan su representación, y que también ello resulta
oponible a terceros, en cuanto a la escritura pública de constitución, o sus
posteriores reformas o modificaciones, en la que consten los nombres de las
personas naturales que puedan actuar a su nombre y sus correspondientes
limitaciones, se inscriba en el competente registro, no debe tampoco perderse de
vista lo que sobre el particular prevé el artículo 640, in fine, del C. de Comercio, al
expresar que “No obstante quien haya dado lugar, con hechos positivos o con
omisiones graves, a que se crea, conforme a los usos del comercio, que un
tercero está autorizado para suscribir títulos en su nombre, no podrá oponer la
excepción de falta de representación en el suscriptor ”.
B).- Que ese error haya sido invencible, o sea que hasta los hombres más
prudentes lo habrían cometido”.
7.- Guiada la Sala por esos lineamientos, encuentra que en este asunto hay
el suficiente material probatorio para hacer actuar la norma contenida en el inciso
final del artículo 640 citado, toda vez que se estableció que, como en pretéritas
ocasiones también exactamente ocurriera, ahora igualmetne una empleada de la
sociedad demandada les aceptó con su firma las facturas, sin que,
adicionalmente, a ese proceder se le hiciera objeción alguna por aquella,
comportamiento que, por reiterativo, bien pudo dar lugar a que la vendedora
creyera, de la mejor buena fe, que esa rúbrica bastaba para tenerla como signo de
aceptación por persona facultada para obligar a la sociedad deudora.
Esclarecido como está que en el pasado hubo entre los contratantes otros
negocios similares, sólo que en esta ocasión advinieron desavenencias, y que,
adicionalmente, en términos semejantes, habitualmente documentaron sus
contratos de compraventa 9fls. 35 a 70, cuad. 1), la verdad es que, con la sola
imposición del sello de la empresa y, amén de este signo, con la firma de la citada
empleada, externamente la compradora pudo crear asi la creencia en la
vendedora de estar negociando con quien tenía la facultad de obligarla, sin que
resulte válida la excusa esgrimida por aquella, toda vez que ese “conducto
regular”, a diferencia de esos rasgos externos demostrativos de firmas, solamente
vendría a configurar un procedimiento interno de la empresa demandada, pero sin
transcendencia para quienes, de buena fe, confiaron en la apariencia que
denotaban tales firmas o signos.
Si no existe ratificación expresa o tácita del tercero por quien se dice firmar, la
responsabilidad por el capital, intereses y demás accesorios en el título-valor, sólo
recae en cabeza del firmante, desde la fecha de suscripción del documento y si su
tenedor tramita acción cambiaria contra el tercero por quien se dice haber
firmado, éste frente a la acción del tenedor, podrá oponerle, la excepción de falta
de poder del suscriptor prevista en el ordinal 3° del art. 784. Puede ocurrir
igualmente que el mandatario o representante o quien ostente una calidad similar
como lo es el factor, esté legalmente autorizado para suscribir títulos-valores a
nombre de otro, pero en la práctica extralimitar las facultades dadas, por ejemplo
si el representante legal de una sociedad de responsabilidad Ltda., suscribe un
título-valor en nombre de esta por cantidad de $30.000.000, cuando de acuerdo
con los estatutos su autorización iba hasta la suma de $10.000.000 en caso de ser
superior pedir autorización a la junta de socios y no lo hizo, nos preguntamos, ¿es
responsable cambiariamente la sociedad por las prestaciones incorporadas en el
título y suscrito por su representante legal en violación de los estatutos?, la
respuesta es que no, pues sobrepasó las facultades otorgadas sin haber solicitado
autorización previa.
6) Firma de los ciegos. De acuerdo con el art. 828, la firma de los ciegos debe
ser autenticada ante notario o juez, previa lectura del instrumento. Constituye esto
una excepción a la presunción de autenticidad de las firmas puestas en los títulos-
valores (, art. 793 y código de Procedimiento Civil, art. 252, numeral 5° inciso 2°),
pues en este caso se exige la autenticación por notario o juez, de tal manera que
si un título-valor ha sido firmado por un ciego, y esta firma no ha sido autenticada
por notario o juez, se puede oponer la excepción de falta de requisitos en el título
para ser demandado en forma ejecutiva, pues el art. 488 del Código de
Procedimiento Civil, en su inciso 1°, exige que el título constituya plena prueba
contra el deudor o su causante, y los documentos privados de autenticidad no son
plena prueba, como en el supuesto de que estamos tratando. Nos parece ilógica
esta exigencia de la ley, pues preguntamos al lector: ¿será que el ciego es un
atrofiado cerebral que precisamente no se da cuenta de sus circunstancias de
limitación visual y que no puede solicitar a una persona de confianza la lectura del
instrumento previa a su firma? ¿La firma de un ciego tiene menos valor que la de
una persona que no tiene esta limitación? ¿Por qué no se exige la autenticidad de
la firma que corresponde a una persona que no sabe leer ni escribir, y si la de la
que pertenece a un ciego? ¿Se requiere la autenticación de la firma de un ciego,
pero la ley en tratándose de la firma sustituida por medio mecánicos no demanda
ninguna autenticidad?
4. LUGAR DE CUMPLIMIENTO.
Por otra parte, expresa el art. 23 del Código de Procedimiento Civil, que en
los procesos contenciosos, salvo disposición en contrario, el juez competente para
conocerlos es el del domicilio del demandado, y teniendo varios, el demandante
podrá escoger entre ellos, lo cual podría estar en abierta contradicción con lo
expresado en el art. 621 del Código de Comercio, del que se desprende que el
juez competente es el del lugar de cumplimiento o ejercicio del derecho expresado
en el título y en su defecto, el del domicilio del creador de aquél o el del lugar
donde deban entregarse las mercancías, según el caso. Contradicción que puede
presentarse cuando en el título-valor se menciona un lugar de cumplimiento
diferente al del domicilio del obligado; Vgr. si Socorro Sandoval gira una letra de
cambio por un millón de pesos para ser pagada en Villavicencio, siendo su
domicilio la ciudad de Florencia, ¿el tenedor de este título deberá demandar en
Villavicencio o en Florencia? La respuesta correcta es que deberá cobrar
coactivamente su prestación en la ciudad de Villavicencio, lugar expresado en el
título, por cuanto el inciso 2 del art. 621 del Código de Comercio, es una excepción
a la regla general del art. 23 del Código de Procedimiento Civil, que abra dicha
posibilidad al decir “...Salvo disposición legal en contrario...”, y además porque la
primera disposición tiene prelación sobre la segunda, de acuerdo con lo indicado
en el art. 5 de la ley 57 de 1887.