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APLICACIÓN DEL MÉTODO DE INTENCIÓN AUTORIAL

EN LA CARTA SOBRE LA TOLERANCIA

La carta sobre la tolerancia fue publicada por Jhon Locke, alrededor de los años 1689 y 1690, en
el contexto en el que la sociedad de ese tiempo necesitaba de ciertos conocimientos para
construir un futuro en base a la democracia, un país igualitario y libre. Es por eso que el autor
intenta dar su aporte, intentado brindar ciertas herramientas, conocimientos, para que las
personas sean capaces de analizar y reflexionar la realidad en que viven, para que puedan vivir
adecuadamente sus derechos.

El autor parte esta carta mencionando que el valor de la tolerancia es la característica central
de la iglesia y que cuando uno se aferra a lo que cree y se cierra a la realidad, no es una actitud
de la iglesia, puesto que esa idea intenta adquirir poder para poder mandar sobre las demás
personas, esto no es una actitud cristiana. Esto hace perder el verdadero objetivo de la religión,
que es el actuar por amo y no por la fuerza, tener una actitud humilde hacia los demás y aquel
que actúe de lo contrario, no esta dando testimonio adecuado, ya que no pertenece al reino de
Dios, sino a otro tipo de reino.

Sorprende al autor que en algunos exista la actitud de querer someter a otros, a que profesen
una determinada fe, este comportamiento evidentemente no viene del amor ya que lo único
que encontrara es de obligar a aquellas personas a adherirse a una religión, pero sin la mera
convicción y fidelidad. Es una violación de sus derechos y decisión, estas son actitudes que
talvez no se pueda borrar de la actitud del ser humano. El autor propone que se tiene que
distinguir los asuntos del gobierno y los asuntos de la iglesia, para que se puedan ver mejor los
intereses de las dos partes y para que estas controversias lleguen a su fin.
También menciona que la tarea del Estado es ante todo preservar y promocionar el bienestar
de las personas, como la vida, la libertad, la salud de las mismas, además de promulgar leyes
justas para todos, esto implica que el Estado no debe tomar cartas en el asunto de la salvación
de las almas. La salvación de las almas no es una tarea encomendada a un magistrado civil, ni a
ningún otro hombre u organización. Es por tanto que el magistrado civil no debería prescribir
artículos de fe o dar maneras de como adorar a Dios mediante leyes civiles o a la fuerza, ya que
esta decisión no viene de la tortura o el sufrimiento corporal.

El escritor al referirse anteriormente a las cualidades del Estado, comienza a hacer lo mismo
con la Iglesia, donde menciona que la Iglesia es una asociación libre de hombres unidos bajo un
mismo objetivo, que es el culto hacia Dios, donde esto es necesario para la salvación de las
almas. Y pone énfasis en el aspecto Voluntario, donde menciona que el hombre no se
encuentra ligado a ninguna iglesia, ni secta, sino que cada uno esta en la libertad de elegir la
religión a seguir y este decide seguir una religión, por que ha visto en ella la posibilidad de la
salvación de su alma.

Jhon afirma que, aunque la parte del magistrado de una opinión bien fundada acerca del
camino religioso que uno debería de seguir, definitivamente no traerá la salvación de las almas,
para seguir el camino de Dios, se necesita fe y voluntad propia y no es necesario cualquier tipo
de fundamentos o normas a seguir. Lo demás es un pretexto que el Estado da a las personas,
con la excusa de la salvación de las almas. Es deber del cualquier Magistrado, tener tolerancia,
porque está dictado por ley, el respeto a la decisión de cada persona de pertenecer a una
iglesia para la salvación de su alma.

En otro apartado el autor sostiene que El Magistrado no tiene el poder para imponer mediante
la ley, el uso de ritos y ceremonias para el culto a Dios. Dentro de la Iglesia, las cosas son legales
solo cuando son instituidas por Dios mismo o por medio de algunas personas elegidas por El. De
igual manera afirma que el magistrado no puede prohibir el uso de las ceremonias o algunos
ritos sagrados en una iglesia, puesto si pasara estaría destruyendo la iglesia, que tiene como fin
de adorar libremente a Dios a su propia manera.

También es muy importante para el autor la libertad que tiene cada uno en decidir, porque
afirma que no viola el derecho de otra persona al hacer algunas opiniones criticas a otro
hombre, porque esto no daña de ninguna manera al otro hombre, porque la salvación es
asunto de uno mismo. Esta decisión implica la propia salvación de los hombres, de si mismo.
Este querer hacer la voluntad de Dos es alcanzar la propia salvación.

Luego, el autor, frente a la afirmación de que las asambleas y reuniones de la iglesia son una
amenaza para El Estado, responde: No es una amenaza porque en lo civil también hay
reuniones y asambleas, estas son más peligrosas para el Estado y no las de la Iglesia ya que esta
mas alejada. El Estado debería tener mas miedo de las reuniones que se hacen en la sociedad,
donde el mismo Estado es la cabeza de esta, porque cuando la sociedad forma asambleas en
busca de un fin, es porque hay opresión en medio, en cambio las asambleas de la Iglesia buscan
la paz y cada uno de sus miembros busca la salvación para su vida, de manera libre.

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