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Esto significa que las embarcaciones privadas no quedan bajo la jurisdicción del
Estado de origen cuando se encuentran en puertos o aguas territoriales extranjeros.
Así, no pueden asilar o dar abrigo a extranjeros en esos casos, aunque estos estén
siendo perseguidos por crímenes políticos.
Se les aplica la ley del país de origen si están en territorio nacional o en altamar
(observándose el principio del pabellón o de la bandera). Estando en aguas
extranjeras, se les aplica, en regla, la ley del Estado costero y sus normativas,
quedando también sujetas a su fiscalización.
Artículo 34: Todo buque amarrado o fondeado en un puerto salvadoreño debe izar la
bandera de su nacionalidad. Los buques extranjeros deben izar también la bandera
salvadoreña.
Artículo 35: Los buques anclados en puerto están obligados a facilitar las respectivas
operaciones de carga y descarga, en cuanto las mismas no los perjudiquen o les causen
averías. Pero ningún otro buque podrá interrumpir las operaciones de otro, salvo en
los casos de estar listo para zarpar o por caso fortuito o fuerza mayor.