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Aunque vivamos la ira como algo negativo no deja de ser una emoción,
y como toda emoción, es necesaria y adaptativa. La ira moviliza a actuar, a
defendernos, a luchar en situaciones que no nos parecen justas.
Pero a menudo lo que hacemos o decimos cuando estamos enfadados nos afecta
mucho, y a veces tomamos decisiones de las que luego nos arrepentimos. Por eso
es importante aprender a manejarla.
Con las herramientas adecuadas, este sentimiento que parece tan difícil de
controlar, la ira, se puede mantener a raya.
Si aun así los diez segundos no han servido, y todavía sientes con gran intensidad
la ira y el enfado, conviene tomarte un descanso de la persona o de la situación
causante. Tomarse cinco minutos o el tiempo que sea necesario permite
planificar mejor cómo abarcar el asunto y pensar bien las cosas antes de decir
nada de lo que luego puedas arrepentirte.
Hacer ejercicio
Practicar la relajación
Suspirar
Pensar positivamente