Está en la página 1de 21

La calibrada neutralidad de la India, entre el Indo-Pacífico, Rusia y la inflación global

Entre el “no-alineamiento” y el “multi-alineamiento” existe una línea de continuidad en la


política exterior de la India
La neutralidad de la India en relación con el conflicto bélico en Ucrania se constata en su
abstención en las diversas votaciones en el ámbito de las Naciones Unidas. Esto, sumado
al mantenimiento de las relaciones comerciales con empresas petroleras rusas, generó
sorpresa en algunos analistas que imaginaban un alineamiento más inmediato con la
política externa de Estados Unidos y la OTAN. 
Si la salida de Afganistán y la relativa pasividad militar en relación con Ucrania señalan que
el foco de atención externa de los EE.UU. hoy se ancla en la contención de China, el
espacio del Indo-Pacífico pasa a tener una importancia central para Occidente. Por ello,
India enfrenta presiones que le exigen una calibrada política externa. 
A continuación, se presentan algunos elementos que ayudan a contextualizarla. 
 China, EE.UU. y el Indo-Pacífico. La expansión económica, militar y territorial de
China, con quien India comparte una extensísima frontera sobre los Himalayas no exenta
de disputas limítrofes, es un aspecto primordial para la política exterior india del Siglo XXI.
Grosso modo, la competencia por recursos, territorios y proyección geopolítica configura
la relación entre los dos gigantes asiáticos. Como antecedente, China e India tuvieron un
enfrentamiento bélico en 1962, con China como vencedora, que impactó de lleno los
círculos militares indios generando el debate en torno al desarrollo de tecnología nuclear
con fines militares en India. China es a su vez uno de los principales proveedores de bienes
industriales de la India, lo que refuerza cierta sensación de vulnerabilidad. En Nueva Delhi,
por su parte, saben que la “suerte geográfica” ha posicionado a la India en un lugar clave:
más del 2/3 de las importaciones de combustible de China pasan por el Océano Índico, el
único océano que lleva en su nombre una asociación tan fuerte con un país.
Con la secular disputa con China como telón de fondo, en el marco de sus esfuerzos
militares y de alianzas en torno al Indo-Pacífico, Estados Unidos empuja asociaciones de
contención militar como el QUAD (Quadrilateral Security Dialogue) con Australia, Japón e
India, y el AUKUS, con el Reino Unido y Australia, orientado a proveer de submarinos de
propulsión nuclear y tecnologías de telecomunicación e información a Australia.
Vale recordar que el Reino Unido aún usufrutua los frutos imperiales, controlando la Isla
Diego García, ubicada en el corazón del Océano Indico, en donde comparte una base
militar con los EUA de prima importancia para cualquier operación militar a desarrollarse
en el Índico orientada a Medio Oriente y/o el Sudeste Asiático.
Así, India pasa a ser gravitante como parte de la constelación geopolítica que
pretende armar EE.UU. de cara a lo que resta del Siglo XXI.
 Rusia & fuels. Desde su independencia, India ha desarrollado una
relación comercial y de cooperación con Rusia principalmente orientada a la
energía y la siderurgia. La propia construcción del Estado en India se hizo
mirando elementos de la URSS como los planes quinquenales, el énfasis en la
industrialización pesada y el rol destacado de las empresas públicas. Y si bien
desde el desmantelamiento del bloque soviético se han incrementado los lazos
con Occidente, hoy India le compra armas y reactores nucleares a Rusia,
comparte con Rusia la propiedad de Brahmos, empresa orientada al diseño y
fabricación de misiles de alta precisión y las relaciones entre las empresas
energéticas y siderúrgicas de ambos países son fluidas.
El conflicto bélico en Ucrania ha impactado de lleno sobre la oferta y los precios
de los alimentos y los combustibles a nivel global. Para India (como para
Argentina) este no es un hecho menor.
Algo más de un tercio de las importaciones de la India están relacionadas al
petróleo y sus derivados mientras que las exportaciones de cereales indias son
tomadoras de precio en el mercado internacional. Ambas dinámicas impactan
de lleno en el plano interno, a través del incremento en el precio de los
combustibles y los alimentos: la inflación minorista de abril en India se aproximó
al 8%.
La centralidad del precio y la disponibilidad de alimentos y combustibles ha sido
un tema neurálgico a lo largo del desarrollo de la India. Si bien cuenta con
reservas de petróleo, se trata de crudo pesado, debiendo importar y refinar
crudo liviano. De hecho, en el actual contexto internacional, el gobierno indio ha
decidido frenar la privatización parcial de la estatal Bharat Petroleum para
mantener jugadores de peso en la compra, el refino y la fijación de precios
internos.
En materia alimentaria, India ha experimentado hambrunas durante todo el
período colonial que solo han podido ser superadas a partir de la revolución
verde implementada hacia fines de la década del 60. No obstante, sigue
estando expuesta a shocks agrícolas: la ola de calor que experimentó a inicios
de mes impactó sobre la disponibilidad de cereales y fue una de las causantes
del reciente cierre de las exportaciones de trigo, que busca atender el
abastecimiento interno y evitar el incremento de precios.
Si bien dos tercios del petróleo que importa la India provienen de Medio
Oriente, a partir de la guerra de Ucrania, las importaciones de petróleo ruso a
precios de descuento se incrementaron hasta alcanzar un 6% de las
importaciones petroleras de abril (llegando a más del 10% si se le suman las de
Azerbaiyán y Kazajistán). Esta tendencia podría acentuarse de seguir las
sanciones (y los descuentos) sobre el petróleo ruso. Asimismo, la posibilidad
que grupos económicos indios profundicen su inserción en la economía rusa es
real.
 “No-alineamiento”, “multi-alineamiento” y la “calibrada” política
exterior. Una caracterización usual que se hace desde las relaciones
internacionales sobre la evolución de la política exterior de la India señala el
desplazamiento desde la postura de “no-alineamiento” externo adoptada por el
primer Primer Ministro de la India, Jawaharlal Nehru, al “multi-alineamiento”
del actual Primer Ministro Narendra Modi. Se enfatiza así en el viraje desde una
política de corte “ailacionista” hacia una de mayor pragmatismo y plena
inserción global, que iría de la mano de la entrada de India en la globalización. 
El “no-alineamiento” de Nehru se basaba en buena medida en un diagnóstico
crudo, pero certero sobre los primeros años de vida de la India post-colonial:
siendo una de las democracias más jóvenes, pobladas y pobres del mundo, India
enfrentaba riesgos no menores de balcanización. India nacía en 1947, al igual
que Pakistán, a partir de un proceso de partición que dejaba cerca de 1 millón
de muertos en uno de los conflictos religiosos más importantes de los tiempos
modernos. 
Continuando con una larga historia de fragmentación del subcontinente indio
entre poderes territoriales y externos, la India postcolonial aún presentaba
territorios gobernados por príncipes, otros gobernados por otros Estados, como
Goa, bajo control portugués, y así. Un desafío no menor para Nehru fue
consolidar lo que sería la mayor democracia del mundo, buscando evitar entrar
en conflictos externos impulsados tanto por EE.UU. como por la URSS, que la
joven democracia india no estaba en condiciones de afrontar. 
Pero el “no-alineamiento” externo no necesariamente implicó aislacionismo.
Durante las décadas del '50 y '60, India realizó cooperación internacional con
EE.UU., principalmente en materia espacial y agrícola y con la URSS en materia
siderúrgica y petroquímica. Las relaciones que hoy se mantienen con la URSS en
materia energética, con Estados Unidos en materia espacial y con ambos, en
materia de defensa, encuentran un hilo conductor en la cooperación
internacional de las primeras décadas de conformación democrática de la India.
Por ejemplo, no puede entenderse la “revolución verde” en India sin dar cuenta
del rol que cumplió de la Fundación Rockefeller en materia de transferencia de
tecnología agrícola. 
El “multi-alineamiento” posterior a la guerra fría, a su vez, no ha implicado un
alineamiento automático hacia las potencias occidentales. Es decir, si bien
desde la caída de la URSS, y fundamentalmente ante la re-emergencia y
expansión global de China, India ha reforzado sus vínculos con EE.UU. y los
estados de la OTAN, esto no implica el seguidismo inmediato de las posturas
atlantistas.
En suma, entre el “no-alineamiento” y el “multi-alineamiento” existe una línea
de continuidad en la política exterior de la India que busca balancear lo que
demanda el momento nacional y la época global, evitando entrar en disputas
importadas, injerencismos y retóricas inconducentes (Argentina tiene mucho
para observar en este sentido). 
Subrahmanyam Jaishankar, hábil Ministro de Relaciones Exteriores, calibra así la
neutralidad india consciente del privilegiado pero exigente lugar que ocupa su
país en el marco del Indo-Pacífico y de la histórica relación con Rusia en materia
energética y de defensa. La historia diplomática de la India y la coyuntura

internacional lo avalan y muestran más líneas de continuidad que de ruptura. 

un+¿ mundo al alza,

En un mundo con precios al alza necesitamos más intervención gubernamental


"Los controles de precios son una respuesta necesaria a la crisis energética. Pero el
problema es estructural y sólo son una medida para ganar tiempo". Isabella Weber,
una joven economista de Amherst (Massachusetts), se ha hecho ya un nombre
como parte de una generación de nuevos expertos en esta disciplina que rompen
con los viejos dogmas neoliberales. Un artículo de opinión que escribió para The
Guardian a finales de diciembre de 2021 suscitó un gran debate en el que los
economistas sus colegas de la corriente principal la atacaron ferozmente por
querer interferir en el mecanismo de los precios, que consideran sagrado. Sin
embargo, desde la guerra de Ucrania muchos de estos críticos tuvieron que
enmendar su posición. Ahora se debate abiertamente sobre el control de los
precios de la energía, con países como Francia que han establecido un tope a los
mismos y con los miembros de la Unión Europea acordando recientemente un tope
al consumo. Sin embargo, como subraya Weber, hay que hacer mucho más para
afrontar la situación actual, teniendo en cuenta que no se trata de algo puntual,
sino más bien de un adelanto de las cosas que están por venir en un mundo en el
que el cambio climático y el desorden geopolítico van a generar una oleada de
crisis de precios. Los gobiernos deberían crear organismos capaces de supervisar el
suministro de materiales esenciales en tiempo real, a la vez que considerar la
posibilidad de poner algunos de estos sectores bajo control público.
Paolo Gerbaudo.- Tras la Gran Moderación, nos enfrentamos de nuevo a la
inflación, una tendencia que ha cogido por sorpresa a muchos economistas. Se
están estableciendo paralelos históricos con los años 70. ¿Cuándo podremos
encontrar una guía para entender la situación actual y cómo debemos afrontarla?
 
Isabella Weber.- Es una combinación de diferentes factores y debiéramos
considerar una serie de paralelismos históricos en lugar de uno solo. Quizá el más
cercano sea el de la inflación tras la Segunda Guerra Mundial y la transición tras el
cierre de la economía durante el conflicto. En el transcurso de la guerra había una
normativa estricta sobre lo que se podía producir, dando prioridad a las
manufacturas que eran estratégicas para el esfuerzo bélico. Una vez que la
economía se abrió, se produjeron cuellos de botella, ya que la gente volvió a
consumir e invertir en productos no relacionados con la guerra, lo que provocó un
aumento de los precios de los productos que se habían restringido durante la
contienda. Del mismo modo, cuando la pandemia empezó a remitir, la gente volvió
a comprar bienes que no había adquirido durante los confinamientos, como los
electrodomésticos. Esto se vio agravado por el hecho de que algunos consumidores
habían conseguido ahorrar dinero durante ese periodo y el poder de compra
adquirido se agotó rápidamente. Al cabo de un tiempo, estos embotellamientos de
la oferta acostumbran a aliviarse, como ocurrió después de la Segunda Guerra
Mundial; las existencias comienzan a reponerse y los precios bajaron. Pero,
mientras tanto, lo que hay es un ciclo de auge y caída. Precisamente para evitarlo,
algunos economistas, entre los que me incluyo, hemos pedido medidas para
suavizar la transición. 
P. G.- Sin embargo, ahora la inflación no está sólo relacionada con la interrupción
de los suministros. Se ha visto agravada por una grave inflación energética
provocada por la guerra en Rusia. Esto cambia la situación. 

I. W.- Ya antes de la guerra tuvimos subidas de precios y evidencias sobre el


comienzo de un nuevo ciclo inflacionista de las materias primas. Rusia, que es un
importante proveedor de energía para Europa, no reaccionó a la señal aumentando
la oferta y acometiendo nuevas inversiones, pues ya se estaba preparando para la
guerra en Ucrania. Las señales de precios no lograron ajustar demanda y oferta.
Desde que estalló el conflicto esta situación se ha agravado, con encarecimientos
no sólo de la energía, sino también de los alimentos y las materias primas. En cierto
modo, esto recuerda a las crisis del petróleo de la década de 1970, aunque quizá
ahora la situación sea aún peor. A medida que la guerra económica se intensifica,
algunas economías que eran especialmente dependientes del suministro ruso,
como la alemana, pueden caer en una especie de terapia de choque que
perjudicaría gravemente a sus trabajadores y empresas. Además de la crisis de
precios, también corremos el riesgo de tener escasez real, lo que exige medidas
gubernamentales para evitar el caos. Todo esto acontece en una situación en la
que la liberalización de los mercados complicaría aún más la situación. 

P. G.- Los políticos de derechas, como Christian Lindner en Alemania, piden ahora


medidas de austeridad para hacer frente a la inflación. ¿Pero van a resolver la
situación respuestas monetaristas como las que se aplicaron en los años 70? 
I. W.- Creo que para entender la actual situación inflacionista hay que superar la
concepción monetarista del funcionamiento de la economía, que pone excesivo
énfasis en las finanzas sin prestar suficiente atención a la economía real y al papel
de los materiales básicos. Esto es algo que tampoco tiene en cuenta el
paradigma keynesiano. Su planteamiento era que hasta que no se alcanza la plena
capacidad, en particular en el empleo, no se genera inflación. Pero eso pasa por
alto la escasez de bienes primarios. Si se produce esta situación, puedes llegar a los
límites de capacidad mucho antes de alcanzar los límites de uso de la capacidad
agregada. El papel de los materiales esenciales en la economía es algo que la teoría
económica debe explicar mejor de lo que lo hacen los modelos actuales. La
mayoría de las personas que analizaron la inflación pensaron que sería transitoria y
que no había de qué preocuparse. Pero esto subestimó la importancia de esos
materiales esenciales y la relación insumo/producto. Algunos sectores necesitan
más redundancia, más existencias de reservas para evitar la escasez que
padecemos actualmente. 
P. G.- ¿Hasta qué punto lo que estamos viviendo es una excepción o la plasmación
de lo que está por venir? ¿Un mundo desglobalizado en el que el suministro de
mano de obra y materiales baratos está menos garantizado, y marcado por los
desastres medioambientales, supondrá continuas presiones inflacionistas? 

I. W.- En un mundo desglobalizado corremos el riesgo de sufrir enormes shocks de


precios y la teoría económica no nos ha preparado para afrontarlo. La
desglobalización puede ser una fuerza inflacionista, especialmente si se produce de
forma caótica. Tenemos una economía global extremadamente interconectada en
la que muchos países dependen de las exportaciones monopolísticas. Si el
comercio se interrumpe, puede provocar un aumento de los precios. Además, hay
que tener en cuenta el impacto a largo plazo del cambio climático. Debido a las
altas temperaturas, podemos tener efectos negativos en las infraestructuras
básicas, como el derretimiento de las carreteras, y hay todo tipo de procesos
industriales que deben realizarse dentro de una determinada franja de
temperatura. También podemos encontrar problemas con la electricidad y todas
aquellas actividades económicas que dependen de la disponibilidad de la misma,
de modo que se pueden producir efectos dominó que se extiendan de un sector a
todos los demás. Antes de la crisis actual, la globalización estaba dominada por las
redes de producción just-in-time. Si la demanda aumentaba, la oferta podía
acompañarla fácilmente. Pero ahora se da la situación contraria. Las redes de
suministro ya no funcionan justo a tiempo, sino que se han vuelto más just-in-
case (por si acaso) para hacer frente a los riesgos de interrupción. La dinámica ha
pasado de la competencia por las cuotas de mercado a una otra que da prioridad a
asegurar la continuidad de las operaciones contra las interrupciones, y esto puede
ser un factor inflacionario más. 
P. G.- Usted ha propuesto controles de precios contra la inflación como medida
para superar la crisis, y ha sido criticada por muchos economistas. ¿Puede explicar
cómo esos controles pueden ayudar a superar las dificultades actuales? 

I. W.- Cuando lo planteé en diciembre de 2021 ya nos encontrábamos en un


escenario en el que los precios habían subido mucho. Pero en respuesta a esta
señal no se produjo un aumento de la oferta porque Rusia ya se estaba preparando
para la guerra. Muchos seguían pensando ingenuamente que pronto volveríamos a
la normalidad. Con el conflicto, la evidencia de que no se vislumbra una vuelta a la
normalidad anterior a la pandemia ha calado en mucha gente. Mi propuesta es
aplicar controles de precios para evitar los trastornos. Pero no estoy pensando en
los severos controles de la Segunda Guerra Mundial, sino en una combinación más
compleja de políticas. Los responsables políticos europeos ya están debatiendo un
tope de precios, que consistiría en un acuerdo entre los compradores europeos de
gas para no adquirirlo por encima de un determinado valor. Ello tendría que
combinarse con un programa de ahorro a escala europea, que ayudaría a evitar un
racionamiento caótico en invierno. Además, hay que garantizar una cantidad básica
de gas a todos los hogares a un precio controlado para que la gente no se arruine.
Pero, en cualquier caso, los controles de precios no son la solución del problema a
largo plazo, tan sólo una medida para ganar tiempo. Es como si alguien sangrara
por el brazo y fuera trasladado al hospital. Si no se hace nada para reducir la
demanda o aumentar la oferta, el problema se arrastrará.

P. G.- ¿Cuál es entonces la solución a largo plazo para los problemas actuales?


¿Qué deben hacer los gobiernos? 

I. W.- Tenemos que aceptar que en un mundo de cambio climático y desintegración


del orden mundial, de enfermedades epidémicas, etc., las instituciones financieras
ya no son capaces de estabilizar la economía por sí solas. Necesitamos nuevas
instituciones políticas que tengan la capacidad de supervisar los sectores esenciales
de los  que se pueda reunir toda la información necesaria; en particular, la energía
y las materias primas. Necesitamos tener la capacidad de monitorizar las
situaciones en tiempo real en lugar de tener esa información una vez al año. Esto
es algo que podría aplicarse con bastante facilidad. El grupo de trabajo sobre la
cadena de suministro de la Administración Biden ha empezado a hacerlo. Pero hay
que generalizar este enfoque y disponer de políticas de estabilización por sectores.
Tenemos que entender, para cada mercado, quiénes son los grandes actores y si
nos enfrentamos a un problema nacional o internacional. Necesitamos una
planificación de emergencia, o lo que podríamos llamar planes de civilización para
garantizar que somos capaces de intervenir y abordar los problemas que estamos
padeciendo. Ésta es la medida más urgente, además de otras políticas que pueden
ser necesarias como las inversiones públicas y la propiedad pública. Pero creo que
a estas alturas carecemos incluso de la capacidad básica de previsión y
optimización de lo que está ocurriendo en la economía, y esto nos deja poco
prevenidos ante los shocks. Tenemos que abordar el papel de lo esencial en la
economía, como la energía y los materiales básicos. Durante demasiado tiempo
hemos dado por sentada su importancia. Los productos esenciales deben ser
gestionados en interés público porque son demasiado importantes para dejarlos
únicamente en manos de la lógica del mercado, especialmente cuando las señales
de precios no consiguen igualar la oferta y la demanda como estamos
experimentando actualmente.

Precios pragmáticos
Isabel Weber
Un extracto de Cómo China escapó de la terapia de choque

El siguiente es un extracto adaptado de  Cómo China escapó de la terapia de


choque: el debate sobre la reforma del mercado .
Fijación de precios en la Segunda Guerra Mundial
Las tradiciones europeas y americanas de teorización económica sobre el control
de precios están íntimamente conectadas con la guerra. La experiencia de la
Primera Guerra Mundial había sido de inflación y controles de precios limitados a lo
largo de su duración, seguida de una repentina liberalización después del final de la
guerra. La transición de la guerra a la paz dio lugar a un fuerte ciclo de auge y caída
y, finalmente, condujo a la Gran Depresión.
La experiencia sirvió como una advertencia para los políticos durante la Segunda
Guerra Mundial. Con la excepción de China, todas las principales potencias
experimentan hiperinflación1implementó controles de precios y salarios que fueron
mucho más completos que los de la Primera Guerra Mundial: “Los controles sobre
precios y salarios eran la regla; la libertad de tal regulación fue la excepción.” 2A
pesar de su escala, las políticas no se basaron en principios teóricos elaborados. De
hecho, algunos de los economistas más sofisticados del siglo XX —Keynes, Hansen,
Galbraith— fueron incapaces de reconciliarse con las realidades de la economía de
guerra. John Kenneth Galbraith, el fijador de precios estadounidense más
destacado de la Segunda Guerra Mundial, describió el control de la inflación como
un desarrollo evolutivo “en el sentido de que la estructura final estuvo menos
influenciada por un esfuerzo por construir un diseño general que por una serie de
acciones individuales”. decisiones.”3
En el siguiente extracto, analizo la teoría, la práctica y los resultados de la fijación
de precios durante la Segunda Guerra Mundial y sus secuelas. Al hacerlo,
argumento que la implementación y práctica de los controles de precios
estadounidenses fue menos el resultado de la ideología, la teoría económica o el
cálculo que la toma de decisiones pragmática de acuerdo con las necesidades
económicas. De hecho, los más bellos planes teóricos de política inflacionaria se
derrumbaron ante la realidad de la economía de guerra. El pragmatismo que
finalmente sirvió para estabilizar los precios fue posible gracias a la renuncia a los
dogmas teóricos frente a la emergencia.  
Tres puntos de vista sobre la inflación en tiempos de guerra
En 1940, Cómo pagar la guerra de Keynes marcó la pauta para las reflexiones de
economistas profesionales sobre la financiación de la guerra y la estabilización
económica. Sus consideraciones sobre la economía de guerra se apartaron
radicalmente del principio de la demanda efectiva, el concepto por el que es más
famoso. Keynes había derivado la importancia de la demanda efectiva para el caso
general de tiempos de paz en su Teoría general . Pero no creía que se aplicara al
caso especial de la guerra: “[E]n tiempos de guerra, el tamaño del pastel es fijo”,
argumentó. “Si trabajamos más duro, podemos luchar mejor. Pero no debemos
consumir más”.4
Según Keynes, la razón de esta diferencia era que, en tiempos de guerra, toda
expansión de la producción es para suministrar los bienes necesarios para la
guerra: “El esfuerzo de guerra es para pagar la guerra; tampoco puede suplir un
mayor consumo”.5En condiciones de guerra, argumentó Keynes, el gobierno tuvo
que expandir su gasto y, antes de que se alcanzara el pleno empleo de la mano de
obra y la capacidad, la demanda de bienes de consumo superó su oferta. Este fue
el caso porque “[a]un si no hubiera aumentos en las tasas de los salarios
monetarios, el total de las ganancias monetarias [se] incrementaría
considerablemente”.6Keynes sugirió que las personas que antes estaban
desempleadas o que no tenían un empleo remunerado fueron atraídas al servicio
militar o a la producción de guerra civil y, por lo tanto, recibieron un salario
monetario. El fondo de salarios agregado aumentó, pero encontró
aproximadamente la misma cantidad de bienes de consumo que había estado
disponible antes de ese aumento.
En principio, Keynes indicó tres alternativas para solucionar este problema. Una
solución de laissez-faire, controles de precios y racionamiento integrales, y su
esquema preferido de pago diferido combinado con controles de precios para
elementos esenciales seleccionados. El primero se basaba en la suposición de que
las políticas económicas y los impuestos en tiempos de paz eran, en esencia, aptos
para servir a la economía de guerra y solo necesitaban complementarse con
propaganda para fomentar el ahorro voluntario.7Keynes consideró muy poco
probable que los ahorros voluntarios fueran suficientes para limitar el poder
adquisitivo a fin de igualar la oferta de consumo restringida, así como para
proporcionar la financiación necesaria para el esfuerzo bélico. 8Este esquema
implicaría una repetición de la política de la Primera Guerra Mundial, que implicaba
un “grado de inflación suficiente para elevar la rentabilidad de los impuestos y el
ahorro voluntario”.9Pero esto no sería en realidad un ahorro voluntario. Sería, más
bien, “un método de ahorro obligatorio, convirtiendo la parte apropiada de las
ganancias del trabajador que no ahorra voluntariamente en ahorro voluntario (y
tributación) del empresario”.10
Keynes advirtió que la inflación sería impulsada por una espiral de precios y
salarios. A medida que la economía se acercaba al pleno empleo y aumentaba el
fondo de salarios, los precios subían. Si se compensara a los trabajadores por el
aumento de los precios, esto ejercería una presión renovada sobre el nivel de
precios.11Como resultado de la aceleración de la inflación, los trabajadores se
quedarían sin ahorros y sin mayores placeres de consumo. Los capitalistas, por otro
lado, se beneficiarían del aumento de los precios y se convertirían en acreedores
del gobierno. Keynes advirtió que, después de la guerra, el estado quedaría con
una deuda muy alta en manos de unos pocos poderosos y ricos. Los trabajadores
habrían pagado con su trabajo la guerra pero se habrían quedado sin nada.
Si la primera alternativa de Keynes era un tanto laissez-faire, la segunda alternativa
era todo lo contrario. Era para “controlar el costo de la vida mediante una
combinación de racionamiento y fijación de precios”. 12Keynes adoptó una postura
igualmente crítica hacia este enfoque. Podría ser "un complemento valioso" para
su propuesta principal, pero sería "un engaño peligroso suponer que el equilibrio
[podría] alcanzarse solo con estas medidas".13
A los ojos de Keynes, los controles de precios no servirían para limitar
efectivamente el exceso de poder adquisitivo que resultó de la expansión del
empleo impulsada por la guerra. “[I]nunca sería factible cubrir todos los artículos
imaginables con un cupón de racionamiento” y, de la misma manera, controlar
todos los precios.14Por lo tanto, Keynes sugirió que el poder adquisitivo se
redirigiría hacia esos productos básicos, que permanecían sin control porque
atraían una demanda relativamente pequeña. El consumidor terminaría recibiendo
lo que es "menos deseable" mientras se mantuviera un exceso de demanda general
y aumentara los precios de estos productos sin control.
En resumen, para Keynes, era poco probable que los controles de precios y el
racionamiento integrales fueran efectivos para contener el exceso de poder
adquisitivo. Si, en contra de su predicción, fueran efectivos, el resultado sería una
asignación indeseable de la oferta limitada de bienes de consumo.
En cambio, Keynes promovió una tercera alternativa: “un esquema de pago
diferido” combinado con controles de precios cuidadosamente seleccionados en la
medida necesaria. Argumentó que el exceso de poder adquisitivo de los asalariados
debería retirarse durante la guerra mediante el ahorro forzoso en un banco
administrado por el gobierno. De esta manera, serían recompensados después de
la guerra con “una participación en los derechos sobre el futuro que, de otro modo,
pertenecerían a los empresarios”.15Keynes pensó que la inflación sería contenida
por la reducción temporal resultante en la demanda agregada. Lo mismo podría
lograrse mediante impuestos, pero en este caso, el asalariado se quedaría sin
ningún derecho individual sobre la riqueza futura.
El plan de pago diferido debía ser asistido por controles de precios limitados y
racionamiento, lo que serviría “para desviar el consumo de la manera más justa
posible de un artículo, cuyo suministro tiene que ser restringido por razones
especiales”, como el interrupción del comercio exterior. dieciséisTal desviación de la
demanda debería, según Keynes, tomar la forma de racionamiento y control de
precios solo "si este artículo es necesario, un aumento excepcional en el precio del
cual [era] indeseable".17Para todos los demás bienes, la demanda debe controlarse
por "el método natural" de un precio creciente en respuesta a una oferta limitada.
El plan de pago diferido de Keynes fue la contribución teórica más destacada a la
cuestión de la financiación de la guerra, no solo en el Reino Unido sino también en
los Estados Unidos.18Incluso Hayek reconoció que Keynes había establecido el
estándar para pensar sobre el problema de la inflación en tiempos de guerra. 19Otra
contribución importante más adaptada a las condiciones específicas de los Estados
Unidos provino de Alvin Hansen, un institucionalista y uno de los principales
profesores de pensamiento keynesiano de los Estados Unidos en la Universidad de
Harvard.20
Hansen se apartó en cierta medida de Keynes en su visión de los controles de
precios. Para él, “hasta que se [llegó] a un acercamiento al pleno empleo… el
principal peligro de la inflación [estaba] en el desarrollo de cuellos de botella” 21y,
por lo tanto, estos cuellos de botella deben ser el objetivo principal de la política
antiinflacionaria. Hansen recomendó que “el arma de los aumentos de precios
específicos cuando estos puedan ayudar a eliminar los cuellos de botella” debe
usarse cuando “la provisión de capacidad adecuada de planta y equipo y … una
oferta adecuada de mecánicos calificados” estaba disponible. 22Sin embargo, en
caso de falta de dicha capacidad y mano de obra con respecto a un cuello de
botella específico, el control directo de precios y el racionamiento podrían ayudar a
prevenir la inflación. Hansen vio el más grave de estos cuellos de botella en el
acero.23Por lo tanto, difería de Keynes al cambiar la atención de los controles de
precios sobre los bienes de consumo necesarios a los de los bienes de
producción. Mientras que el plan de Keynes se basaba casi por completo en las
relaciones entre agregados percibidos homogéneamente, Hansen consideró las
grandes asimetrías en las capacidades de producción sectoriales y las presiones de
la demanda. Desde este punto de vista, la escasez podría coexistir con un exceso de
oferta que impulse la inflación mucho antes de que se utilice la capacidad total.
Galbraith, entonces un joven economista, se hizo famoso al profundizar el análisis
de Hansen de tales heterogeneidades. También enfatizó la necesidad apremiante
de prevenir la inflación, que como resultado de la Primera Guerra Mundial había
sido una “preocupación casi paranoica en 1940 y 1941”. 24Pero ni la noción de
cuellos de botella inspirada en tiempos de paz de Hansen ni las consideraciones
keynesianas de algunas relaciones agregadas servirían para captar el cambio
dramático en los requisitos resultantes de la guerra y, por lo tanto, para
comprender el problema de la inflación de la guerra. Según Galbraith, el problema
de la economía de guerra era “progresivamente más difícil” de lo que sugieren
estas dos nociones, y suponía nada menos que una reorganización de los recursos
en el conjunto de la economía. Bajo las circunstancias de tal reestructuración, uno
“encontraría un número cada vez mayor de industrias donde la función de
suministro [sería] inelástica”. Como resultado de estas rigideces, argumentó
Galbraith, habría “avances de precios en el ínterin” y “el pleno empleo tendrá poca
o ninguna relación con la aparición de la inflación”.25
Sin embargo, Galbraith se mantuvo optimista de que “[podría] lograrse un uso
razonablemente completo de los recursos sin una inflación grave”. Pero,
contrariamente a Keynes, en opinión de Galbraith, era imposible “confiar por
completo, o incluso en gran parte, en medidas que redujeran el volumen general
de gasto en la economía”.26Tal reducción de la demanda agregada debía
combinarse con medidas directas para facilitar la reorganización industrial. Esto,
según Galbraith, debía incluir dos tareas principales: primero, era necesario
desarrollar la capacidad, las habilidades y las fuentes internas de suministro de
materiales para suavizar la expansión de los puntos de presión previstos; segundo,
“en las áreas donde se desarrolló la resistencia… se necesitaban controles de
precios específicos o fijación de precios” apoyados por un cierto grado de
racionamiento. Así, Galbraith creía en un papel de las políticas de inversión de
Keynes durante la guerra, mientras que el propio Keynes había declarado que su
propia teoría no era aplicable a este caso especial.
Intentos prácticos de control
Si bien los argumentos de Keynes, Hanse y Galbraith fueron todos convincentes en
sus propios términos, todos resultaron poco prácticos en la realidad. En el
momento en que Galbraith llamó la atención de la profesión económica con su
audaz argumento a favor de mayores controles de precios, Leon Henderson dirigía
la recién creada Oficina de Administración de Precios (OPA). Fue un destacado
economista en la administración de Roosevelt, y su enfoque de la política
económica “tenía las cualidades características del New Deal de activismo público,
experimentalismo descarado”.27Henderson se había involucrado en los intentos de
estabilización de precios cuando los precios de las materias primas y los bienes
industriales se dispararon después de la invasión alemana de Polonia, que pensó
que impediría la recuperación de la economía estadounidense que aún sufría la
Gran Depresión.28Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial en
diciembre de 1941, Henderson inmediatamente impulsó controles de gran alcance
para estabilizar los precios durante el esfuerzo bélico y evitar un ciclo de auge y
caída al final.29Consciente de los escritos de Galbraith, Henderson decidió ofrecerle
lo que se llamaría “el puesto civil más poderoso en la gestión de la economía en
tiempos de guerra”. Galbraith fue puesto al mando de todos los precios de los
Estados Unidos.
Así comenzó “la prueba [de control de precios] más larga y completa en la historia
de Estados Unidos”.30Los fijadores de precios estadounidenses tuvieron que
defender sus listas de precios selectivos en múltiples frentes. Tuvieron que debatir
con los economistas de alto poder con sus consideraciones teóricas, negociar
ferozmente con los patrones de la industria y luchar para que el Congreso les
otorgara el poder legal necesario. Sin embargo, para sorpresa de los fijadores de
precios, para aquellos productos para los que publicaron listas de precios
específicas, los precios máximos se observaron bien incluso antes de que pudieran
imponerse sanciones.31Para el otoño de 1941, sus controles informales
efectivamente restringieron alrededor del 40 por ciento de los precios al por
mayor.32Pero la tarea de determinar los precios de productos básicos específicos
para todos los productos relevantes, al mismo tiempo que permitía cierto grado de
ajustes de precios flexibles, resultó imposible.
Los fijadores de precios se vieron desafiados por la complejidad de las relaciones
insumo-producto y “comenzaron a darse cuenta por primera vez de la cantidad
irracionalmente grande de productos y precios que había en la economía
estadounidense”.33Además, habían pasado por alto la importancia de la “inflación
salarial”.34La OPA, en línea con el legado del New Deal, siguió comprometida con la
causa de los pobres, los trabajadores y los agricultores e inicialmente trató de
abstenerse de los controles salariales y los controles estrictos de precios de los
productos agrícolas. Una presión alcista sobre los salarios que se reforzaba
mutuamente a medida que aumentaba el empleo y, como resultado, también hizo
subir los precios agrícolas e industriales. Esto resultó ser un gran desafío para el
esfuerzo de estabilización de precios.35
A pesar de los esfuerzos de la OPA, los precios al consumidor habían aumentado un
11,9 por ciento y los precios al por mayor un 17,2 por ciento, solo desde abril de
1941 hasta 1942.36Esta presión inflacionaria inmediata fue mucho mayor de lo que
la mayoría de los economistas esperaban al comienzo de la guerra. Como
resultado, la OPA y Galbraith se volvieron receptivos a las ideas de Bernard Baruch.
La voz de Baruch era muy diferente a la de la mayoría de los economistas
profesionales. Nacido en 1870, se hizo rico en sus primeros años en Wall Street y
ganó influencia como asesor político del presidente Woodrow Wilson. Se convirtió
en presidente de la Junta de Industrias de Guerra durante la Primera Guerra
Mundial y, como tal, también fue miembro del Comité de Fijación de
Precios. Baruch experimentó los desafíos de controlar la inflación de primera
mano.37Presionó por una congelación general de precios en la Segunda Guerra
Mundial. En lugar de controles de precios selectivos, creía que todos los precios
deberían fijarse donde estaban. Esto se conoció como el Plan Baruch.38
Henderson, Galbraith y su equipo, junto con célebres economistas como Irving
Fisher, habían presionado inicialmente contra el Plan Baruch. Pero
aproximadamente un año después del trabajo de Galbraith en la OPA, tuvieron que
admitir que su propio intento de fijación científica de precios no había logrado
evitar que el nivel de precios aumentara rápidamente. 39El 28 de abril de 1942 se
impuso el Reglamento General de Precios Máximos al amparo de la OPA. A todos
los "precios legalmente al alcance" se les fijó un techo que se definió como "el
[precio] más alto cobrado en marzo por ese vendedor por el mismo artículo". 40y los
salarios quedaron bajo el control del gobierno. 41La nueva política se basó en
precios dados observados en el mercado dentro de un período de tiempo
determinado, en lugar de tratar de determinar de manera abstracta cuál debería
ser el precio de cada producto.

El Reglamento General de Precios Máximos fue más efectivo que los controles
selectivos, pero no logró estabilizar el nivel general de precios de manera
sostenible debido a la falta de control sobre los salarios y los precios
agrícolas. Siguiendo la iniciativa de Henderson, Roosevelt finalmente recibió el
respaldo del Congreso para legislar para congelar los precios agrícolas a la paridad
y estabilizar los salarios en septiembre de 1942. 42Esto resultó impopular tanto
entre los trabajadores como entre los agricultores y causó graves pérdidas a los
demócratas en las elecciones al Congreso. Como consecuencia, Henderson tuvo
que renunciar.
El 8 de abril de 1943, el presidente Roosevelt emitió una orden ejecutiva para
forzar una congelación general de precios efectiva. Esta política se denominó
"mantener la línea" e hizo cumplir que no se tolerarían "más aumentos en los
precios que afecten el costo de vida o más aumentos en las tasas generales de
salarios o salarios", "excepto cuando sea claramente necesario para corregir las
condiciones de vida por debajo del estándar". 43
Con el respaldo ejecutivo de la orden de "mantener la línea" y gracias a un gran
esfuerzo de popularización para dar a conocer los precios máximos en dólares y
centavos a los vendedores y consumidores, la OPA, bajo los sucesores de
Henderson, Prentiss Brown y Chester Bowles, logró para detener la inflación. El
índice anual del costo de vida de la Oficina de Estadísticas Laborales aumentó
menos del 2 por ciento anual entre la primavera de 1943 y abril de 1945, o una
sexta parte de la tasa de los dos años anteriores.
El resultado de los controles en tiempo de guerra
El punto de referencia para el trabajo de la OPA fue lograr una mayor estabilidad
de precios y un mayor crecimiento de la producción que los que se produjeron
durante la Primera Guerra Mundial. Las comparaciones año por año del
desempeño macroeconómico durante la Segunda Guerra Mundial, en relación con
el de la Primera Guerra Mundial, fueron una herramienta común para la
evaluación, así como una demostración pública de la efectividad de los controles
de precios.44Al final de la Segunda Guerra Mundial, el economista de Harvard
Seymour Harris entregó un cuidadoso análisis empírico del funcionamiento
detallado de los controles de precios en los Estados Unidos; su análisis documenta
el registro de estabilización comparativamente superior en la Segunda en
comparación con la Primera Guerra Mundial. Harris sugiere que “la prueba más
importante del éxito de cualquier programa de control de precios son sus efectos
sobre la producción”45(ver Figura 2.2). A medida que se implementaron lentamente
en los últimos años del esfuerzo bélico, los controles parciales de precios de la
Primera Guerra Mundial ayudaron hasta cierto punto a evitar que la inflación
siguiera aumentando. Sin embargo, la experiencia de la Primera Guerra Mundial
fue de inflación bajo controles de precios bajos, mientras la producción se
estancaba; en la Segunda Guerra Mundial, los controles de precios se volvieron
estrictos, los aumentos de precios fueron bajos, mientras que el aumento de la
producción fue casi más allá de la imaginación
En contraste con la suposición de Keynes de un "tamaño del pastel" fijo durante la
guerra, el producto nacional bruto (PNB) de los Estados Unidos casi se duplicó
entre 1940 y 1944: la formación de capital privado disminuyó pero fue más que
compensada por una expansión dramática de gastos del gobierno y un ligero
aumento en los gastos de consumo (ver Figura 2.3). En lugar de desplazar los
gastos privados, la expansión del gobierno aumentó drásticamente el tamaño del
pastel.
El consumo de bienes duraderos como automóviles y muebles disminuyó, pero las
tasas de ahorro personal se triplicaron con creces durante la Segunda Guerra
Mundial, desde el nivel anterior a la guerra de alrededor del 6 por ciento del PNB a
más del 20 por ciento en los años 1942-1944. 46Los ahorros personales, que
alcanzaron un máximo de unos 30.000 millones de dólares estadounidenses en
1945, fueron fundamentales para cerrar la brecha entre el crecimiento del poder
adquisitivo y el de la oferta de bienes de consumo. 47En el contexto de una oferta
creciente de bienes de consumo, un racionamiento efectivo de bienes escasos y
tasas de ahorro extremadamente altas, los mercados negros no fueron tan
generalizados como muchos habían previsto y el deterioro de la calidad se limitó a
unos pocos productos.48Al mismo tiempo, es posible que las ganancias corporativas
no se hayan disparado de la manera que esperaban algunos líderes empresariales,
y la tasa de ganancias cayó durante la guerra. Pero las ganancias anuales después
de impuestos se duplicaron con creces entre 1939 y 1943, de 4.000 millones de
dólares a 8.500 millones de dólares, como resultado de la rápida expansión del
PNB.49
En 1952, Galbraith escribió A Theory of Price Control para resumir sus reflexiones
sobre el funcionamiento de los controles de precios. Argumentó:
[L]a estrategia de control debe involucrar un movimiento de dos vías. Junto con los
controles sobre el crecimiento de los ingresos por el lado de los impuestos y los
ahorros, debe haber controles de mercado directos. Por este lado, el papel del
control de precios per se… es estratégico. No más de lo que el economista jamás
supuso detendrá la inflación. Pero establece la base y gana tiempo para las
medidas que lo hacen.50
La transición de la posguerra
El 15 de agosto de 1945, Japón anunció su rendición; el día 18, el nuevo presidente
de los Estados Unidos, Harry S. Truman, emitió una orden ejecutiva “para la
modificación ordenada de los controles en tiempo de guerra”. 51Estableció el
objetivo de “avanzar lo más rápido posible sin poner en peligro la estabilidad de la
economía hacia la eliminación de los controles de precios, salarios, producción y
otros, y hacia la restauración de la negociación colectiva y el libre mercado”.
Como parte de esta orden, se eliminaron los controles salariales directos. 52Truman
era consciente de los peligros de un aumento de precios precipitado como
resultado de la descontrol, pero esperaba poder aliviar los controles directos y
"mantener la línea" a través de la cooperación voluntaria con los líderes
empresariales y los sindicatos.53Cuando esto fracasó, cambió de rumbo y buscó
apoyo contra una política de descontrol.
Truman no estaba solo. En 1946, cincuenta y cuatro economistas publicaron una
carta en el New York Times instando a la extensión de la Ley de Control de Precios
por un año más. Las encuestas de opinión mostraron que el público en general
también apoyó firmemente el plan de mantener los controles de precios y
salarios.54Pero el eventual proyecto de ley que extendía el control de precios
contenía tantas "enmiendas paralizantes" que el 29 de junio, Truman lo vetó,
esperando un proyecto de ley que mantuviera los controles de precios y salarios de
manera más efectiva. Tal proyecto de ley nunca fue aprobado. Como resultado, los
controles de precios durante la guerra terminaron abruptamente.
El final repentino de casi todos los controles de precios, de hecho, provocó el
aumento inflacionario de los precios como habían predicho el presidente, el
personal de la OPA y la carta de los economistas (ver Figura 2.1). Algunos insumos
clave, como la chatarra de acero, el cobre, el estaño y el caucho, todavía tenían sus
precios fijados por el gobierno, y las rentas, el azúcar y el arroz permanecieron
controlados. Pero, independientemente de esto, los precios subieron rápidamente
después de que no se renovara la Ley de Control de Precios.
Michael Kalecki analizó las tendencias inflacionarias de la posguerra en los Estados
Unidos y otros países en nombre del Departamento de Asuntos Económicos de las
Naciones Unidas. Mostró que, en particular, se dispararon los precios de las
materias primas y alimentos esenciales, cuya demanda respectiva de productores y
consumidores es inelástica. Los aumentos salariales no compensaron el aumento
del costo de la vida, por lo que la liberalización de los precios resultó en una
disminución de los ingresos reales de los trabajadores. Los ingresos laborales reales
habían disminuido un 8 por ciento en la primera mitad de 1947, en comparación
con la primera mitad de 1946.Al mismo tiempo, los márgenes de beneficio
aumentaron y hubo un desplazamiento de la renta privada bruta del trabajo al
capital. En el curso de la guerra, la mano de obra había aumentado su
participación. En la primera mitad de 1946, la mano de obra todavía representaba
el 61,5 por ciento, que se redujo al 58,8 por ciento en la primera mitad de 1947.
Por el contrario, las ganancias corporativas brutas aumentaron del 11,6 al 14,0 por
ciento.57La rápida disminución del poder adquisitivo de los trabajadores, la
redistribución del ingreso y la devaluación de sus ahorros durante la guerra
desencadenaron la mayor ola de huelgas laborales de las décadas de la posguerra
en Estados Unidos.58Los años inmediatos de la posguerra vieron un breve auge
inflacionario junto con malestar laboral, seguido de una fuerte recesión. Estados
Unidos experimentó así el ciclo de auge y caída que Truman había temido. 59Sin
embargo, se evitó una Gran Depresión, posiblemente gracias a los gastos de la
guerra de Corea.
Precios pragmáticos
En "Reflexiones sobre la mano invisible", el economista matemático Frank Hahn
advirtió que tanto los que creen en el poder omnipotente de la mano visible como
la invisible "dan por sentado que en algún lugar hay una teoría, es decir, un cuerpo
de proposiciones lógicamente conectadas basadas en en postulados que no
difieren mucho de lo que es el caso, que sustentan sus políticas”. 60Durante la
Segunda Guerra Mundial, incluso el autoproclamado pionero de la libre empresa,
Estados Unidos, se retiró a un enfoque pragmático en el uso de la mano visible y
controló, entre otras cosas, la mayoría de los precios y salarios para financiar la
guerra mientras lograba bajos inflación. No solo se abandonó el ideal de la mano
invisible, sino que, más fundamentalmente, se reconoció que no existe tal “teoría,
es decir, un cuerpo de proposiciones lógicamente conectadas” que sirva para
elaborar un plan integral para la política económica. En su lugar, había que aplicar
“el enfoque de lavado a la ligera, paso a paso, caso por caso”, que Hahn
recomendó como “el único razonable en política económica”. En nuestro momento
actual de crisis e inestabilidad, haríamos bien en prestar atención a este consejo.
La inflación del Reino Unido en el nuevo máximo de 40 años empeora la crisis del nivel
de vida
PorBy
Andrew AtkinsonAndrew Atkinson and y
Felipe AldrickPhilip Aldrick

La inflación del Reino Unido alcanzó un nuevo máximo en 40 años en junio, lo que
intensificó la crisis del costo de vida y aumentó la presión sobre el Banco de
Inglaterra para que presente un aumento agresivo de las tasas de interés el
próximo mes.
Los precios al consumidor subieron un 9,4% respecto al año anterior, el mayor
aumento desde febrero de 1982, dijo el miércoles la Oficina de Estadísticas
Nacionales. La aceleración del 9,1% en mayo fue impulsada por un aumento del
9,3% en el precio del combustible para motores durante el mes. 
Precios crecientes
El BOE advierte de más subidas de tipos con la inflación en máximos de 40
Los precios ahora están subiendo mucho más rápido que los salarios. El dolor para
los hogares empeorará, con una inflación pronosticada que superará el 11% en
octubre cuando comience otra subida de precios de la energía. El martes, los
sindicatos que representan a los trabajadores del sector público amenazaron
con más huelgas después de que el gobierno ofreciera aumentos salariales que
equivalían a un reducción significativa en términos reales. 
“Es probable que la inflación se mantenga alta durante el resto de este año,
afectando severamente los ingresos familiares”, dijo Anna Leach, economista jefe
adjunta de la Confederación de la Industria Británica. 
Lo que dice la economía de Bloomberg...
“La inflación del IPC del Reino Unido volvió a subir en junio gracias al aumento de
los precios de los alimentos y el combustible. Es poco probable que la tasa general
caiga por debajo del 9% este año y se espera que se mueva a cifras de dos dígitos
en el invierno. Junto con las expectativas de inflación elevadas y un mercado
laboral ajustado, creemos que el Banco de Inglaterra sigue en camino de ofrecer un
aumento de 50 puntos básicos en agosto”.
La restricción cada vez mayor del poder adquisitivo de los consumidores está
empezando a socavar el crecimiento, lo que ralentiza la recuperación de la
pandemia. Los directores financieros de las empresas británicas se preparan para
una recesión más prolongada, y una encuesta de Deloitte muestra que muchos
esperan una recesión.
“La intensa contracción del costo de vida significa que el riesgo de recesión es
alto”, dijo Hussain Mehdi, macroestratega de HSBC Asset Management. 
El aumento de los precios fue más allá del combustible en muchos segmentos de la
economía, en particular la hospitalidad. Los restaurantes y el alojamiento
aumentaron un 8,6% en el año hasta junio de 2022, frente al 7,6% de mayo.
Los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas aumentaron un 9,8%
respecto al año anterior, el máximo desde marzo de 2009.
Impulsando la inflación
La energía, el combustible para motores, los alimentos y la ropa representan más
de la mitad del aumento
El llamado índice de precios al consumidor básico, que excluye alimentos, bebidas,
tabaco y energía, subió un 5,8% respecto al año anterior en junio. Eso es por
debajo del 6,2% en abril. La medida del IPC para todos los servicios aumentó un
5,2% al nivel más alto en al menos una década.
Los formuladores de políticas del BOE están preocupados de que la inflación
elevada pueda afianzarse si el aumento de los salarios y los costos de las materias
primas obligan a las empresas a seguir subiendo los precios . 
En su discurso anual de Mansion House en Londres anoche, el gobernador del BOE,
Andrew Bailey, planteó la posibilidad de un aumento de la tasa de medio punto en
agosto a medida que el banco central intensifica su batalla para llevar la inflación
de regreso al objetivo del 2%. De cumplirse, supondría el primer aumento de medio
punto desde que el BOE se independizó en 1997. 
Los funcionarios han aumentado la tasa de referencia cinco veces desde diciembre
al 1,25 %, y los mercados monetarios fijan un precio del 3 % para fin de año.
Las últimas cifras muestran nuevas señales de aumento de las presiones
inflacionarias a nivel mayorista a un ritmo ligeramente superior al esperado por los
economistas
Los costos de las materias primas aumentaron un 24% en el año hasta junio, la
mayor cantidad desde que comenzaron los registros en 1985. Eso fue impulsado
por un salto en el costo de los metales. Los fabricantes respondieron elevando sus
propios precios en un 16,5%, la mayor cantidad desde 1977. El precio de los
productos alimenticios tuvo una gran contribución. 
La presión sobre los niveles de vida es el principal campo de batalla en la contienda
para suceder al primer ministro Boris Johnson, quien anunció su renuncia este mes
luego de una rebelión de su propio Partido Conservador por una sucesión de
escándalos.
De los tres candidatos restantes, dos prometieron miles de millones de libras en
recortes de impuestos para ayudar a las familias en apuros y estimular la inversión
empresarial.
"Los países de todo el mundo están luchando contra los precios más altos y sé lo
difícil que es para la gente aquí en el Reino Unido, por lo que estamos trabajando
junto con el Banco de Inglaterra para reducir la inflación", dijo el ministro de
Hacienda, Nadhim Zahawi
Si bien la reducción de impuestos puede impulsar una economía en riesgo de caer
en recesión, al hacerlo también se corre el riesgo de aumentar la inflación y
extender el ciclo de aumento de tasas del BOE.
Una medida separada de la inflación, el índice de precios minoristas, aumentó un
11,8% respecto al año anterior, la mayor cantidad desde enero de 1982. Esa serie
se utiliza para determinar los pagos de una cuarta parte de la deuda del gobierno
del Reino Unido.

También podría gustarte