ducciones de subjetividad diversas de acuerdo no solo a las tecnologías
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Psicología
Ficha de cátedra
Tres modos socio-históricos de producción subjetiva
Lic. Osvaldo Bonano
 esos campos donde intervenimos. Esta es mi apuesta acá.
Reunión Nº 2 – 7 de Abril de 2011
(….)
En mi entusiasmo en este momento con Foucault, eso está empezando a
hacer interferencia con la programación establecida. Interferencia no es
contradicción sino que es cuando dos ondas comienzan a cruzarse en su
vibración; entonces se produce algo que no es ninguna de las dos. No se
trata de algo que interrumpe, como solemos pensarlo. El concepto está
tomado de Lourau, de su texto “Grupos e institución”, ahí desarrolla
dos conceptos a modo de sugerencias, dado que son las herramientas
con las que él estaba pensando: grupos de interferencia y momento de
disolución, siendo la disolución uno de los momentos más productivos,
inventivos e instituyentes dentro de los procesos de institucionalización.
Decía entonces que montado en esta interferencia, estoy en la coyuntura
de desarrollar algunos de los aspectos de la revisión que Foucault hizo a
lo largo de quince años y ocho seminarios (de 1970 a 1984, año de su
muerte). En esos seminarios hay un desarrollo muy extenso de las pro-
 entendemos por subjetividades, y no por individuo, persona, etc.
Compendio de los segmentos pertinentes de tres clases dictadas en el Seminario:
Lógicas colectivas: condiciones de lo grupal, año 2011.
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de poder o de gubernamentalidad sino también a las tecnologías del yo,
o sea de la constitución de sí. ¿De todo eso, qué cosas con las cuales
tomo contacto a partir de mis lecturas, pueden ser útiles para la capaci-
tación de un psicólogo?
Creo que se trata de cuestiones que hacen a un estudio minucioso (mi-
crofísica) de cómo se vienen produciendo ciertas subjetividades -por
ejemplo la tan nombrada subjetividad disciplinaria- y la utilidad que eso
tiene para captarnos a nosotros mismos. Con Castoriadis diríamos: elu-
cidarnos reflexivamente en los campos en que estamos teniendo algún
tipo de incidencia o de operación, y al mismo tiempo, captar y com-
prender mejor las distintas subjetividades que están complicadas en
Tal apuesta pretendo que no sea prescriptiva, sino más propia de otra de
las tecnologías del yo; porque ustedes podrían, si fueran tomados por la
subjetividad disciplinaria, hacer lo que yo propongo y someterse porque
yo lo digo y es mi voluntad, o bien hacerlo porque se ha conseguido
una persuasión racional. Eso es lo que Foucault plantea como propio de
los griegos en la etapa clásica. Si aceptaban la voluntad de otro, que
podía ser incluso un pedagogo, no solo quien gobernaba, lo hacían por-
que era la ley de la ciudad.
Quiero subrayar la diferencia entre hacer algo por estar persuadido ra-
cionalmente y hacerlo porque otro lo dice. Hay muchas reacciones, ges-
tos y en definitiva posicionamientos subjetivos que funcionan en reac-
ción por la vivencia de que si uno lo hace es porque está sometido al
otro. Sospecho que en la subjetividad alumno esto se juega bastante. Se
podría decir que es un rasgo de una subjetividad que viene de la pasto-
ral cristiana, una de las tecnologías del yo que Foucault estudia a lo
largo de veinte siglos y que sigue teniendo fuerte incidencia en la cons-
trucción actual de las subjetividades, en el sentido estricto de lo que
Estoy tratando de hacer una exposición problematizadora y conceptual
que supone un particular entrelazamiento entre los conceptos y los pro-
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad 2
blemas. Siguiendo a Deleuze, todo concepto -lo grupal, por ejemplo, o Qué divorcio, no? Estamos en la Facultad de Psicología y se supone
producción de subjetividad- remite a un problema o a problemas sin los que se forman psicólogos que van a trabajar… Es un poco desolador.
cuales no tendría sentido. Si no se encuentra ese problema todo se torna
La constitución de un problema no puede darse por la disposición de un
abstracto, por eso sugerí pensar en problemas que actualmente enfren-
dispositivo, sino por lo que Deleuze y Guattari llaman un agenciamien-
tan, si es que están haciendo alguna práctica, en la experiencia de vida.
to. Estamos en un dispositivo de seminario, pero el seminario de por sí
Si los desarrollos conceptuales no los conectan con un problema, no les
no dispone que podamos constituir problema, sino que tiene que darse
va a decir nada, van a carecer de sentido.
un agenciamiento. Este también es un concepto bastante denso, si quie-
En congruencia con ese planteo, parto de los problemas que a mí me ren lo podemos trabajar al pie de la letra, como dice el Vocabulario de
constituyen acá. Aquí creo conveniente hacer ciertas aclaraciones: los Zourabichvili.
problemas no son preguntas, los problemas no admiten respuestas, exi-
En el prólogo del libro dice “Con Deleuze y Guattari hacemos como si
gen devenires –en el sentido que antes dijimos-. En realidad un proble-
sus conceptos nos fueran familiares (…) como si bastara que nos to-
ma verdadero es aquel que no tiene respuesta, cuando hay algo que uno
quen para que los comprendamos a medias palabras, como si ya hubié-
enfrenta y no tiene respuesta, no se trata de “resolverlo”, pero sí al me-
ramos hecho una recorrida por sus promesas. Esa actitud es ruinosa
nos producir un movimiento o una invención. Esto implica sostener el
para la filosofía, porque la fuerza del concepto corre el riesgo de ser
problema como tal y explorarlo, y precisamente ahí se va haciendo ex-
confundida con el efecto de seducción verbal (…) pero no exime de
periencia y descubriendo o habilitando otros problemas. De ser así, uno
realizar el movimiento lógico que envuelve al concepto, porque eso
ahí se ha topado con un problema de verdad; producir un movimiento,
equivale a preservar la filosofía de la novedad deleuziana”.
una invención implica sostener el problema como tal, y así la pelota se
mueve y la cabeza trabaja. Está bueno cuando la cabeza trabaja y en- Ahora bien, para que se produzca un agenciamiento en este espacio,
cuentra algunas pistas, ya que entonces se abrió un nuevo horizonte de habría que considerar que tal vez estemos aún regidos por una lógica de
sentido. un “seminario optativo de pregrado en la Facultad de Psicología”. Dado
que la producción de subjetividad se rige por lógicas, eso es una lógica.
(…)
Para que constituyamos un problema o problemas, se necesita un agen-
Decía que los problemas no son preguntas, no se endosan, no se impo-
ciamiento colectivo de enunciación, que implica implementar medios
nen, ni siquiera se disponen. Dice Deleuze: los conceptos se crean y los
de comunicación y expresión, que operan a través de gestos, ritmos,
problemas se constituyen. Hablando de la libertad y de las prácticas de
intensidades cualitativas. A eso Guattari lo llama “clima de expresión”.
libertad esta es una sugerencia fuerte: la verdadera libertad está en el
Tal vez es lo que yo sentí que no se estaba produciendo la semana pa-
poder de decisión en la constitución de los problemas mismos; piénsen-
sada. Para que se produzca un proceso de subjetivación es imprescindi-
se ustedes ejerciendo la libertad acerca de qué problemas podríamos
ble que se dé ese el clima, de expresión, no solamente de comunicación.
trabajar acá.
Voy a seleccionar algunos de los problemas que me vienen trabajando
- Una de las cosas que surgió en el grupo, porque muchos están labu- hace rato. Voy leer algunas frases textuales de alumnos que refieren a la
rando, es la sorpresa ante la oportunidad de poder trabajar problemas
relación docente-alumno en términos de relaciones de poder. La pre-
que no se pueden traer a la Universidad.
gunta que yo me planteo es qué subjetividad se hace presente en este

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 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
modo de sentirse tomado y reflexionar e incluso escribir sobre esta re-
lación, pero tratando de pensarla bajo el concepto de Foucault de rela-
ciones de poder.
“Otro de los factores que me parece destacar es el lugar del docente en
el paso por esta experiencia (…) la imagen instituida de su figura re-
mite a la guía (…) remite a una asimetría de relación. (…) creemos
necesario plantear que es una “ilusión” la posibilidad de inexistencia
de una verticalidad en la relación docente-alumno”
“… se habló de cómo la palabra del coordinador docente funcionaba a
modo de conclusión, de veredicto final” [El "veredicto” es el fallo
producido por un jurado]
… esta figura de autoridad que ejerce el docentes que quiérase o no
nos termina juzgando… un día que ambos coordinadores se retiraron,
pudimos producir igual sin ellos, sin que nadie nos levante o suba el
pulgar”.
Reparemos en qué lugar pone al docente este comentario, como aquel
que hace morir o deja vivir, dado que vale que todos recordemos lo que
en el circo romano significaba la suba o baja del pulgar: que viva o que
se le de muerte al gladiador. Tal ejercicio del poder es propio del régi-
men de soberanía, propio de los reyes y emperadores, que cronológi-
camente antecede a la sociedad disciplinaria.
De este modo, un aspecto de las subjetividades propio de los regíme-
nes de soberanía está presente y activo acá. Se trata, entonces, que no es
que hay una subjetividad que fue producida en una época y terminada
esa, después viene otra, sino que las subjetividades vinculadas a las
tecnologías de gubernamentalidad están entre mezcladamente presen-
tes, en una relación de heterogeneidad (porque una no es igual que la
otra), pero no de exclusión recíproca ni de reemplazo. Este es un prin-
cipio metodológico para pensar las producciones de subjetividad, no en
términos de cronología sino de lógicas. Tales lógicas que, por ejemplo,
producen una subjetividad para la cual la relación de poder es una rela-
ción que es vivida como equivalente a una relación de dominación o de
sometimiento absoluto. El hilo conductor que ha llevado a que suceda
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eso es la pastoral cristiana, pero con una serie de transformaciones que
ya desarrollaremos.
“Observé que el conjunto de cuerpos reunidos se desvanecía cada vez
que el profesor o el ayudante dejaban de “orientarnos” o preguntarnos
algo”
Esto lo podemos conectar con lo que vimos en la primera clase el texto
de Percia, Lo grupal, la cuestión de lo neutro cuando dice que “el grupo
es un rejunte de conjurados alrededor de un poder”; en este caso si el
líder no está, entonces el grupo no existe, se desvanece. Ese es el mo-
mento en que pueda devenir lo grupal, que es otra cosa.
La función de (los coordinadores) me produjo también rechazo; no
podía entender como desde sus lugares no hacían esfuerzos por man-
tener un orden o dar un eje a las discusiones, que notaba caóticas.
Aquí se convoca al docente a que ejerza una función de orden, no de
orientación o explicación, si no orden.
(…) Pensé que ahí se presentaba la subjetividad pedagógica, la subjeti-
vidad gestionaria, la subjetividad mediática, pero también me pregunta-
ba cuál subjetividad se hacía presente y efectiva en mí, con la idea de
que toda escena se produce en el 'entre'.
Y esto es genuinamente un problema, porque la cuestión consiste en
preguntarse qué posición subjetiva estaba efectuando yo para coprodu-
cir ese agenciamiento, que son esos textos co-pensados, escritos por los
alumnos en calidad de ensayos pero también para aprobar sus parciales.
Allí, algo del docente está activamente ahí, haciendo algo. Cuando las
profesionales que están coordinando el Programa de Prevención de
Violencia en Cárceles se enfrentan con la situación de que en el grupo
de presos comienza a aparecer algo, no hubo el movimiento de esa pre-
gunta por la posición subjetiva propia, por ejemplo acerca de los encar-
gos institucionales. Un psicólogo trabajando en cualquier campo de
operaciones requiere todo el tiempo hacer esta elucidación reflexiva
que proponía Castoriadis y desde ahí preguntarse qué es lo que estoy
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
efectuando (efectuar no es, según Deleuze simplemente hacer, sino que
algo virtual se torne actual).
Encuentro algunas pistas para pensar esto que les planteo como pro-
blema en un texto de Foucault (que está en un libro viejo, La Vida de
Los Hombres Infames de la editorial Altamira, libro que corresponde al
seminario publicado más recientemente por el FCE, Los Anormales)
que se llama “Omnes et singulatim”, como ejemplo de qué subjetividad
se hace presente cuando los alumnos se quejan de que el docente los
somete, los mata o los deja vivir.
Foucault trabaja las diferencias entre la concepción hebraica y la con-
cepción cristiana, o mejor dicho, cómo la concepción cristiana modificó
la concepción hebraica y oriental acerca de lo pastoral, y en especial, la
diferencia con los griegos. Para los hebreos Dios era un pastor y el re-
baño que lo sigue se somete a su voluntad y a su ley, mientras que si un
griego obedecía lo hacía porque era la ley o la voluntad de la ciudad,
porque lo habían persuadido racionalmente.
(…)
Reunión Nº 4 – 5 de Mayo de 2011
En forma acaso excesivamente ambiciosa (y acaso irreal) me inspiré en
las condiciones de producción intelectual, envidiables, bajo las cuales
Foucault y otros desarrollaron sus investigaciones. Hoy estoy sufriendo
la dura contrastación con nuestra realidad. Foucault dictaba sus Semina-
rios en el Collège de France, donde fue designado para ocupar la Cáte-
dra de Historia de los Sistemas de Pensamiento. El Collège es una insti-
tución muy particular; sus profesores son en realidad investigadores,
están allí para investigar, y tienen la sola obligación de dictar una vez al
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año, durante dos meses más o menos, cuentas públicas de sus investiga-
ciones a través cursos y seminarios públicos.
Tienen todo el año para investigar, con un salario que supongo debe ser
bueno. Se suele decir de los profesores del Collège de France, que no
tienen alumnos, lo que no es un pequeño detalle, sino oyentes. Y ellos
en tanto docentes o investigadores, no están obligados a ninguna tarea
docente. La asistencia a los seminarios o a los cursos donde exponen
sus investigaciones, es completamente voluntaria; los docentes no tie-
nen ninguna carga de revisar trabajos ni aprobarlos o calificarlos. Así
son las cosas por allá. Por eso decía que, de un modo un tanto delirante
me imaginaba algo similar, en el sentido de que quería -a diferencia del
dictado regular de las materias- que lo que se pusiera aquí en juego es-
tuviera lo menos interferido posible, por la dimensión de lo disciplina-
rio docente. Sostengo que es pertinente, en tanto se conecta inmanen-
temente con la temática propia del seminario.
(…)
Foucault, por ej. llegaba, se sentaba y disparaba a cien por hora leyen-
do; él llevaba todas las clases escritas. Muchas de las clases que están
en esas carpetas después se editaron como textos. (…) se suma otro
problema: las particulares relaciones que los alumnos mantienen los
textos y con la lectura. Esas relaciones, parece que en general de las
Universidades, y en particular entre nosotros en esta Facultad, son muy
especiales.
En el marco del colectivo de pensamiento que constituye la Cátedra,
hemos pensado sobre esto, varios incluso hemos escrito al respecto. En
uno de los parágrafos de uno de los textos míos, “Sustracción, Inmuni-
zación, Capacitación”, me refiero a eso.
Acabo de leer un texto1 que elaboró Selva Hurtado Atienza, a partir de
su inclusión en la Carrera de Especialización en Docencia Universitaria,
1
Hurtado Atienza, S: “Intervenir la lectura” - 2009
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad 5
Selva hace un análisis de la relación con la lectura, que es muy intere- SOBERANIA ANTIGÜEDAD LEY
sante lo que analiza y plantea, lo recomiendo. Como yo dije en mis tex- Monarquías
tos, no es cierto que los alumnos no leen, pero si es muy cierto que leen
de una forma muy especial. No leen acompasadamente de acuerdo a la DISCIPLINA MODERNIDAD ENCIERRO
suposición docente, de que a medida que se va dictando las clases, toma Estados Territoriales Cuerpo individual
tan solo algunos puntos, porque se supone que esto va acompañado con
SEGURIDAD/CONTROL CONTEMPORANEA MODULACION
la lectura. En verdad las prácticas de lectura marcan que se lee en vin- ACONTECIMENTAL
culación al momento que tienen que rendir o elaborar un parcial o dar -Por policiamiento -Mercado
un examen, etcétera. -Población
-Seguridad Social-Liberal -Liberalismo
Los docentes seguimos cometiendo, tal vez porque no encontramos una -Hombre Económico
cosa diferente, la bobada de suponer que lo que uno dice, va siendo -Ligado al interés
acompañado, casi en simultaneidad, por la lectura de los textos que se
sugiere ir leyendo. Cosa que no se cumple; cada uno de ustedes sabrá
que acompañamiento con la lectura propia, está haciendo o ha hecho Si uno trazara una rápida correlación con épocas -lo hace el mismo
hasta ahora de los temas que fuimos tratando. Foucault- en la segunda columna, a la Soberanía se corresponde con el
mundo antiguo; a las Disciplinas el mundo moderno; y a las Sociedades
de Seguridad el mundo contemporáneo.
Describo el problema, confieso mi desconcierto frente a eso, no se me
ocurre nada novedoso para proponer, y puntúo que este sí es un tema Tengamos en cuenta que esto no es estricto; también se podría decir:
interesante, para ser pensado en términos de qué subjetividad producida Imperios y Monarquías, correlacionados con la Soberanía; luego Esta-
o qué subjetivación es la que se muestra y presenta en ese modo de re- dos Territoriales; y en lo contemporáneo el núcleo apunta al Mercado.
lación, no sólo con los temas sino también, con la docencia en el senti- Hay un articulador central en la Soberanía, que es el UNO del monarca
do disciplinario. y su posesión de la Ley. Foucault va a insistir en que la forma de gu-
bernamentalidad propia de lo contemporáneo, es el Liberalismo y la
Bueno (mostrando el pizarrón), esto a modo de esquema. Foucault es-
conformación del hombre económico, el Homo Económicus, con su
tudió a lo largo de los años ´70 en realidad, lo que muy sintéticamente
forma subjetiva: el interés.
serían tres “sociedades”: la Sociedad de Soberanía; la Sociedad de la
Disciplinaria y la Sociedad de Seguridad. En la Disciplina lo típico es el encierro, por eso el modelo es la cárcel.
La pena de encarcelamiento, el encierro y las prácticas de cuadricula-
ción del campo social: los sujetos están ubicados en algún lugar de la
cuadrícula; son perimetrados, a veces encerrados y sus cuerpos indivi-
duales, vigilados y eventualmente reformados, curados, corregidos.
FOUCAULT
Comentario: pensando en las sociedades de seguridad, actualmente
TRES SOCIEDADES EPOCA MODELO con las cámaras de seguridad en la calle, el encierro es a cielo abierto.

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 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
Están todo el tiempo vigilando, muy del panóptico ¿no? Pasan situa-
ciones en donde un día tenés un borracho durmiendo, uno robando y
una pareja besándose. En la vigilancia extrema queda expuesta la in-
timidad de dos noviecitos en la plaza dándose un beso, es una vigilan-
cia que sigue actuando y cada vez más.
Otra intervención agrega: pero también podrían estar exponiéndose.
Continúa comentario anterior: yo sabía de esas cámaras de seguridad
en La Plata y está lleno. La cámara está ahí y yo nunca la vi., pasaba
todos los días por ahí y una vez pasé y miré, y vi que ahí está la cáma-
ra. Te están vigilando todo el tiempo, por eso esa vigilancia a cielo
abierto, en que no necesariamente hay que estar encerrado.
O.B.: sí…pero se podría tener también la actitud al pasar ante una cá-
mara de seguridad, de saludar por ejemplo. Después lo voy a retomar,
porque me parece que ahí salió una cosa importante, pero necesito
completar un aspecto.
Respecto de Sociedades de Seguridad, voy a mantener la palabra que
usa Foucault que es “seguridad” por algún motivo que ahora voy a ex-
plicar, su lógica no es la ley, ni el encierro, sino la modulación aconte-
cimental. En el encierro está el cuerpo del individuo. Lo central en la
Sociedad de Seguridad o en las tecnologías gubernamentales de seguri-
dad, es que su objeto, su blanco son las poblaciones, no a los cuerpos
individuales.
Ahora bien, este esquema, en algún sentido, hay que desmentirlo o co-
rregirlo, porque esa visión esquemática nos daría una especie de se-
cuencia, por la cual una, en su aparición sustituye a la otra y esto de
ningún modo es así. En la actual situación -que incluso se corresponde
con un desdoblamiento de la Sociedad de Seguridad, en términos de
Biopolítica, con lo que eso signifique- están presentes y activas las di-
mensiones que hacen a la Ley, al encierro y a lo disciplinario, todo el
tiempo. Posiblemente no estén del mismo modo, pero están.
Por ejemplo, el 85% de asistencia y la aprobación con 6 (seis) ¿Qué
relación tienen con la Ley? ¿Tiene alguna relación con la Ley o no la
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6
tiene? Porque si en la lógica soberana el núcleo está la Ley, en las So-
ciedades Disciplinarias cobra mayor relevancia la cuestión de la norma,
lo normal, la normatividad y la normalización
Está en la línea de que hay algo que sería la conducta normal. Hay una
serie de normas, algunas encuadrativas y otras correctivas, para que los
individuos se mantengan dentro de la norma; esa es la cuadriculación
del espacio social. Y en el caso en que se desvíen de la norma, se im-
plementan procedimientos que tiendan a reconducirlos a ella. Por eso,
se postula a la cárcel como procedimiento correctivo; como demuestra
que no es suficientemente eficaz en ese aspecto, se dan todos esos otros
procedimientos y objetivos, que tuvimos oportunidad de ver cuando
mencionamos el “Programa de Prevención de la Violencia Intracarcela-
ria”. Allí aparecen claramente enunciadas las actividades tratamentales,
que atienden al dialogo, el respeto al otro, la disminución de la violen-
cia, etc.
Decía, un poco provocativamente, respecto del 85% de asistencia para
aprobar una materia, ¿qué relación subjetiva, tiene de un lado con la
Ley, y de otro con la norma? Hace rato que vengo pensando que, si bien
para mí no hay demasiadas dudas que pertenecen al campo de lo disci-
plinario, sin embargo hay algo de la ley que ahí se pone en juego y en-
tonces algo de la soberanía. Y esto por lo siguiente: la ley dice Fou-
cault, se construyó secundariamente, con relación al poder del Rey, o el
soberano para usar una palabra genérica, como justificación de los de-
rechos que tenía el Soberano; a partir de ahí, se da lo que se constituyó
como teoría jurídico política de fundación del poder del monarca o del
soberano.
Este es un tema importante para nosotros, psicólogos, por la relación
que se nos ha inculcado, acerca de la cuestión de la Ley, la sujeción a la
Ley, el ordenamiento de lo simbólico, el ingreso en lo simbólico referi-
do a la ley, y la Ley del padre. Entonces, no es un tema menor para no-
sotros el asunto de la Ley y lo que sería una especie de solapamiento
entre ley jurídica y ley simbólica.
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
¿Donde sospecho que hay algo de la ley, de la soberanía, en lo que se
dice de nosotros los docentes?, y se dice con verdad, porque efectiva-
mente es así, en el docente te califica y con la calificación, te puede
dejar adentro o poner afuera.
Pero hay que tener en cuenta las condiciones de existencia contemporá-
nea, eso es lo que Foucault acaso no llegó a ver y menos a teorizar, en
tanto comienzan a instalarse los mecanismos de expulsión y la creación
de esta enorme multitud sometida, diría Ignacio Lewkowicz, de exis-
tencia contingente
La expulsión, bien puede equivaler a algo bien típico de la Soberanía,
porque el Soberano,-sobre esto Foucault ha insistido-, se caracteriza por
un derecho especial y es que, deja vivir o hace morir.
¿Cuánto de la aplicación de una norma, por la cual, según tal o cual
cosa a alguien se lo deja afuera de un adentro, puede ser vivido subjeti-
vamente como un expulsión mortífera? Esto es simplemente un ejemplo
de lo inconveniente que nos movamos con el esquema de que las “so-
ciedades” sean etapas que se suceden la una a la otra. Si se las estudia
como tecnologías de poder, en tanto relaciones de poder, se puede ver
que si se toma a la problemática contemporánea, las distintas tecnolo-
gías van a estar presentes en forma simultánea, Para el estudio de los
procesos de subjetivación o de constitución subjetiva, no es lo mismo
pensar que se trata de una tecnología de soberanía que de una tecnolo-
gía disciplinaria.
Cuando alguien traía el asunto de las cámaras de seguridad e inmedia-
tamente, se lo asimilaba a un panoptismo aún más generalizado, yo
digo: puede ser, pero ¿cuánto de eso corresponde a otra tecnología y
por lo tanto, a otra subjetividad, que es la subjetividad del espectáculo o
la puesta en imágenes?
Dije un poco en broma, pero en una de esas se puede tener la tentación,
cuando descubrís la cámara, de saludar. Cuando hay un recital, en el
que la cámara va pasando por el público, la gente comienza a estirar el
cuello y saludar para verse en la pantalla grande. Si fuese sólo el panop-
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tismo, habría una tendencia espontánea a esconderse para que la cámara
no te vea. Pero, cosa curiosa y significativa, ahora hay una intención y
una vocación generalizada, de estar en la pantalla, al punto tal que se
llegó a la idea, que habría que ver que tan cierta es, que sólo se existe si
tienen cinco segundos de figuración pública.
Se decía antes que ahí se ve de todo; puede verse un tipo haciendo un
afano, pero también una pareja apretando. Por ejemplo, la pareja si su-
piera que hay una cámara que los está filmando, ¿dejaría de apretar?
¿Se iría a un lugar recoleto para resguardar su intimidad o seguiría apre-
tando? ¿Qué subjetividad(es) está expresando eso?
Interviene quien hizo comentario de las cámaras: las cámaras de segu-
ridad, que estarían para controlar una situación de robo o equis, sino
que se controlan un montón de otros cuerpos. (…) Pero digo, no sólo
están estas cámaras de video para controlar a quienes están robando,
sino que está mirando otras cosas.
O.B.: Bueno, eso más que afirmarlo, me gustaría someterlo a debate.
Así como estamos imbuidos en una subjetividad tal, donde cada vez
que alguien ejerce cierta asimetría de poder, (por ejemplo el docente
con alumnos) inmediatamente se lo vive como sometimiento, como
avasallamiento, como que se convierte en vasallo del soberano, cuando
en realidad es una relación de poder, que como toda relación de poder,
lo que hay es una asimetría.
En cualquier relación humana, siempre hay asimetría de fuerzas, hay
alguien que tiene un poco más o mucha mayor capacidad, o fuerza para
influir en la conducta del otro. Sin embargo, hay una fuerte tendencia a
asimilar inmediatamente toda relación de asimetría, por las fuerzas que
se ponen en relación de poder, al sometimiento. Por lo tanto: cuánto de
lo disciplinario es simplemente disciplinario o cuánto de lo que se ex-
presa en lo disciplinario también es “soberano”. Porque se le está asig-
nando a alguien -con cierta condición de poder- aquel poder del sobe-
rano que puede disponer de su vida y de su muerte.
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
Decía que prefería seguir llamando sociedad de seguridad a la sociedad
de control, tal como la rebautizó Gilles Deleuze. Seguridad quiere de-
cir, en el razonamiento de Foucault, seguridad social. Tiene que ver
con la gubernamentalidad liberal y con la idea que el gobierno debe
disponer de los bienes comunes de un tal o cual modo, sin desestimar
que la distribución sea desigual; pero que sin embargo, permita que
todo el mundo pueda seguir jugando el juego en la producción y con-
sumo. Es cierto que Deleuze, que pudo pensar unos cuantos años más
que Foucault, plantea la idea de control y ahí es donde hace esta refe-
rencia a que cada una de estas sociedades, puede estar representada por
una máquina diferente.
Las sociedades de control, se caracterizan más por las máquinas ciber-
néticas y por la relación a distancia; y entonces tiene que ver más con la
modulación eficaz de las conductas colectivas, que con el disciplina-
miento de los cuerpos. Lo cual no quiere decir, que sea enteramente
nueva, porque cuando se aplicaba castigos al cuerpo, como era la ejecu-
ción o la tortura pública, también se estaba implementando algo que
corresponde a lo que hoy llamaríamos tecnología de Biopolítica, dirigi-
da a la población, en tanto tenía también efecto de producir en el alma
de quien contemplaba el espectáculo un determinado efecto de confor-
mación de su subjetivación, un cierto control.
Reunión Nº 5 – 12 de Mayo de 2011
La vez pasada habíamos hecho un esquema general de tres “socieda-
des”, tres tecnologías que en su estudio propiamente genealógico, fue-
ron conduciendo a lo que Foucault llama la gubernamentalidad.
Es importante fijar como una suerte de núcleo el tema de la guberna-
mentalidad, dado el enfoque según el cual se supone que los sujetos que
somos, los sujetos modernos, somos producto justamente de lo que M.
Foucault estudia detalladamente como gubernamentalidad, forma histó-
rico-política que se fue terminando de coagular alrededor del Siglo
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XVIII. Hay que tener en cuenta que, en el sentido moderno del término,
gobernar no es reinar, desde el punto de vista que nosotros como suje-
tos estamos constituidos por la gubernamentalidad.
La relación de constitución subjetiva y la relación con los que están en
el gobierno o son el poder -como sucedía antiguamente con los monar-
cas y los emperadores- son relaciones diferentes. Lo que corresponde a
las sociedades de Soberanía, por lo tanto, las relaciones hacia un empe-
rador, un rey, fueron justamente sustituidas por lo que fue plasmándose
como modernidad: Estados Nacionales, república, ciudadanos, gobier-
nos elegibles, etc. Respecto de la Soberanía subrayemos algunos rasgos
bien centrales, importantes para tenerlos en cuenta en la medida en que,
como vimos en su momento, no se trata de que las distintas tecnologías
de poder se sustituyan unas a otras a medida en que se van constituyen-
do históricamente, sino que en verdad se van acumulando y articulan
distintas modificaciones sobre las anteriores, encabalgándose sobre
ellas, pero no las hacen desaparecer en su vigencia práctica y subjetiva.
Decíamos que hay un rasgo muy principal de la soberanía: dispone un
núcleo muy central en la Ley y un modo también central, respecto de
los atributos que goza un soberano. En tanto que el soberano es alguien
que hace morir o deja vivir; esa es una frase bastante conocida de Fou-
cault. En la biopolítica moderna, en cierto sentido este eje se invierte,
en tanto la biopolítica está más centrada en hacer vivir y dejar morir.
Respecto de que el rey tenía derecho de vida o de muerte sobre sus súb-
ditos. Foucault dice que es probable que sea una precipitación de lo que
fueran los derechos del pater familias del mundo romano, derechos
sobre todo lo que era su familia, no reducidamente sobre sus hijos, su
mujer y sus otros parientes, sino también sobre toda la servidumbre
extensa que dependía de él, los esclavos, los siervos; a todos ellos tenía
el derecho de matarlos.
Entonces, el segundo rasgo de las sociedades de soberanía, de las tecno-
logías propias de la soberanía está vinculado con un peso muy impor-
tante y un lugar muy central que se le fue otorgando a la ley. Ya la vez
pasada decíamos que eso a nosotros nos importa -nosotros en tanto que
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
psicólogos- porque estamos impregnados por discursos psicológicos
con fuertes referencias a la Ley, (con mayúsculas, que tantas veces es
señal de la sustancialización) como lo que marca el ordenamiento sub-
jetivo desde lo así llamado “simbólico”.
No pretendo sostener que la concepción que se tenga de la Ley, como
aquello que habilita el ordenamiento simbólico en el campo del psi-
quismo, sea idéntica a la orden de la soberanía en términos socio-
históricos, pero creo que es inexcusable estudiar sus relaciones, en par-
ticular en qué medida esta preeminencia de la Ley, este lugar tan central
de la Ley, en psicología y particularmente en psicoanálisis, está conec-
tado por el ombligo con una concepción de la Ley como aquello que los
juristas desarrollaron, para justificar a posteriori los derechos soberanos
del rey. Esto es lo que plantea Foucault. Por lo demás, hay una tenden-
cia bastante extendida de asimilar cualquier norma o regla a la ley; eso
es erróneo y confunde modos de subjetivación diferentes.
En las teorías político-jurídicas, y en muchas de las corrientes de la
filosofa política, incluidas la de Hobbes, se plantea a qué renuncia cada
individuo (que se los presupone ya constituidos como tales) para otor-
garle el ejercicio de la soberanía a algo o alguien que pone por encima
de él. Así es cómo se funda, para muchos, el contrato social, -en cierto
sentido también en el psicoanálisis subyace cierta teoría contractualista-
lo que implica la renuncia de una parte de soberanía por una parte de
seguridad. Aquí, según lo estudia M. Foucault se produce una funda-
ción retrospectiva del derecho soberano del rey en teorías jurídicas o
jurídico-políticas de la Soberanía.
Recordemos aquí lo que dice Foucault en el Resumen del curso "De-
fender la sociedad":
Para desarrollar el análisis concreto de las relaciones de poder, se debe
abandonar el modelo jurídico de la soberanía, que presupone al indi-
viduo como sujeto de derechos naturales o de poderes originarios, se
propone dar cuenta de la génesis ideal del Estado y hace de la ley la
manifestación fundamental del poder. Habría que tratar de estudiar el
poder no a partir de los términos primitivos de la relación, sino a partir
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de la relación misma, por cuanto esta relación es precisamente la que
determina los elementos entre los cuales se mueve. En vez de pregun-
tar a sujetos ideales qué es lo que han podido ceder de sí mismos o de
sus poderes para dejarse sojuzgar, se debe analizar en qué modo las
relaciones de sujeción pueden fabricar sujetos. Del mismo modo, en
lugar de buscar la forma única, el punto central del cual puedan pro-
venir, como su consecuencia o desarrollo, todas las formas de poder,
se debería ante todo dejar valer a éstas en su multiplicidad, en sus di-
ferencias, en su especificidad, en su reversibilidad. Es decir, se trata
de estudiarlas como relaciones de fuerza que se entrecruzan, remiten
unas a otras, convergen o por el contrario se oponen y tienden a anu-
larse. Por fin, más que privilegiar la ley como manifestación del po-
der, sería conveniente intentar reconocer las diversas técnicas de cons-
tricción que el poder instaura. Si hay que evitar reducir el análisis del
poder al esquema propuesto por la constitución jurídica de la sobera-
nía, si hay que pensar el poder en términos de relaciones de fuerza
(…)
Como se ve, Foucault se aparta decididamente de ellas, porque dice que
no se trata de ninguna manera, -en los textos que estamos transitando-
de buscar esas las fundaciones últimas, las razones últimas o las justifi-
caciones últimas, de las razones de por qué alguien tiene el poder sobe-
rano, o puede ejercerlo, o es legítimo que lo ejerza. Se trata de los me-
canismos y técnicas, (esa microfísica del poder), que en zonas más ale-
jadas de ese supuesto lugar central del poder, se fueron poniendo en
práctica, ejerciendo y de los procesos según los cuales en algún mo-
mento esas técnicas se centralizan. Yo diría: se territorializan, se agru-
pan, se reutilizan estratégicamente. Ahí termina, de algún modo, coagu-
lado todo un sistema de poder o de relaciones de poder.
En vinculación con lo que decíamos sobre que el soberano ejerce el
derecho de poder matar y dejar vivir, en un texto en que Foucault anali-
za la genealogía del racismo, en un pasaje dice: “Que quede bien claro
que cuando hablo de homicidio, no pienso solamente en el asesinato
directo, sino todo lo que puede ser también, muerte indirecta. El hecho
de exponer a la muerte o de multiplicar para algunos el riesgo de
muerte, o más simplemente la muerte política: la expulsión”.
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
Mi proposición es que en las subjetividades actuales, las que nos habi-
tan, ciertos miedos que se sienten y ciertos poderes que se le adjudican
al otro -bien puede ser un docente- pese a que estamos en pleno régi-
men de la biopolítica en el que pareciera que las reglas del juego son
otras, aparece esta dimensión subjetiva de cierto poder de matar, adju-
dicado a algo o alguien a quien se coloca en posición de soberanía. Se
trata de cierta vivencia o registro de que hay alguien que tiene sobre
nosotros un poder de avasallarnos de tal modo, que es capaz de hacer-
nos morir; aunque más no sea, como ahí dice claramente Foucault, en
términos de expulsión jurídica, o de exponer, multiplicar para muchos o
para algunos, el riesgo de muerte o más simplemente, la muerte políti-
ca.
Me ha sido de utilidad y me sigue siendo, cuando en cierta secuencia,
en el curso de una interacción en cualquier agrupamiento van apare-
ciendo rasgos de las subjetividades; ahí se trata según mi proposición
de ir detectando a que producción de subjetividad obedecen esos posi-
cionamientos. Por ejemplo, cuando aparece una vivencia de peligro
extremo y de algo que otro haga o deje de hacerlo te va a dejar en un
lugar que equivale a la muerte en algún sentido del término, sospecho
que eso sea propio del modo en como la cuestión de la soberanía, y que
todavía sigue teniendo vigencia efectiva en las subjetividades.
Volviendo al esquema de las tres sociedades o de las tres tecnologías:
Soberanía, Disciplina y Seguridad. En la primera modulación, así la
llama Foucault en algunos de sus textos, si se producía un cierto delito -
a veces el delito era atentar contra la propiedad del rey o contra el rey
mismo- eso obviamente inmediatamente implicaba la muerte de quien
osaba hacer semejante cosa. Particularmente para los franceses, pero
supongo seguramente para todos los europeos, el paroxismo de estas
escenas consistió en los distintos episodios que animan la Revolución
Francesa. Allí, los distintos sectores que animaban, en ese momento, las
actividades políticas, van fermentando la Revolución Francesa, hasta el
punto tal que no sólo derrocan al rey, sino que hay un momento en que
lo matan, le cortan la cabeza. Esto todos lo recordamos.
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Ahí surge una frase, una frase que condensa y que alumbra rasgos de
sentido de las escenas contemporáneas, y sobre todo de las modernas,
que es: “Muerto el Rey, viva el Rey”. No basta con matar, incluso cor-
tarle la cabeza a los reyes para que las subjetivaciones referidas a la
soberanía, en tanto tecnologías de producción subjetiva, dejen de tener
vigencia. Porque, ¿cuál es el rey que suplantó al rey muerto?: es aquella
instancia soberana que se erige y en quien se delega el ejercicio pleno
del poder se supone que por un “contrato” social, en los regímenes con-
tractualista como el que plantea Rousseau. Ese soberano puede ser un
presidente, un parlamento, pero de todas formas sigue habiendo una
cesión de la soberanía, la misma que se supone que a partir de ciertos
movimientos histórico-políticos ya reside en el pueblo y no en el rey,
que por derecho divino, o por las razones que los juristas justamente
construyeron para justificar, ejercía esos derechos. Entonces, la clave de
esa cesión de la soberanía de los muchos en UNO consiste en que sub-
jetivamente el rey no está muerto.
Entonces, en una primera modulación de los regímenes de soberanía a
un delito le corresponde en forma directa o automática un castigo. No
siempre el castigo obviamente le corresponde la muerte. El mecanismo,
es un mecanismo supuestamente legal desde quien va ejerciendo esa
legalidad. En la segunda modulación, partiendo de la misma escena que
sería la comisión de un delito, también hay castigo pero ahí se agrega
algo. O sea, se constituye una tecnología que respecto de un delito,
agrega algo. Al castigo se le agregan la vigilancia y las técnicas de co-
rrección. Básicamente, lo disciplinario es justamente eso: vigilancia, ahí
la figura del panoptismo. O sea, cada sujeto queda ubicado en un lugar
visible de la cuadrícula social.
Analía pregunta algo así como si no sería anterior la vigilancia al cas-
tigo, que así lo había entendido y no primero el castigo (no se logra
escuchar bien)
O.B.: en los regímenes de soberanía los reyes, para decirlo brevemente,
reinaban sobre un territorio y obtenían los beneficios que les daba su
propiedad del territorio, bajo la forma de impuestos, trabajos para el
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
rey, etcétera. Al rey le importaba muy poco lo que pasaba con sus súb-
ditos, no los estaba vigilando todo el tiempo. No sólo que no los estaba
vigilando todo el tiempo, sino que él no tenía que preocuparse con lo
que pasaba con sus súbditos, él de lo que tenía que preocuparse es lo
que pasaba en su territorio. Buena parte de las discusiones que se plan-
tearon a propósito de “El Príncipe” de Maquiavelo remiten justamente
con esta cuestión, si el príncipe tiene que ocuparse sólo de su territorio
y defenderlo de sus enemigos externos, o si el príncipe además debe
ocuparse de lo que pasa con quienes habitan en el territorio.
En el pasaje de la ciudadanía al control, desde el punto de vista de los
procesos, justamente, de constitución subjetiva, los súbditos sabían que
si hacían alguna macana y si el rey se enteraba podían morir; además, la
muerte era un espectáculo público. En varios libros de Foucault se rela-
ta con cierta precisión, los espectáculos públicos o las torturas que eran
ceremonias públicas. El mismo Foucault dice, que esas ceremonias pú-
blicas tenían como sentido, no sólo la ejecución del castigo para el de-
lincuente, sino que también tenían, en términos del concepto de que es
lo disciplinario, cierto efecto propiamente disciplinario. Porque obvia-
mente jugaban un papel como de ejemplo y de corrección, por anticipa-
do para aquellos que iban a contemplar tal espectáculo.
Florencia R.: en El Príncipe mismo, de Maquiavelo, está la duda plan-
teada, más allá de los debates posteriores sobre el libro que planteaste,
sobre que es mejor si que el príncipe sea respetado o temido.
O.B.: exactamente, no que lo amen por lo que le proporciona a su pue-
blo, porque en realidad el soberano tiene relación con su territorio. Eso
es lo que progresivamente va cambiando y eso, de algún modo culmina
en la biopolítica, que en su primera fase fue llamada por Foucault: “So-
ciedades de Seguridad”.
Aclaremos que no se trata de seguridad en el sentido de vigilancia poli-
cial, en todo caso seguridad desde el punto de vista de un concepto del
Siglo XVIII de policiamiento (Polizeiwissenschaft) que consistía, a
través de una cantidad de aparatos que se fueron constituyendo en esta-
tales, en estar preocupados respecto de la “seguridad” de la población,
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por las costumbres, los hábitos y los comportamientos. Hay al respecto
un libro de J. Donzelot que se llama: “La Policía de las familias”.
¿Que era, por ejemplo la policía de la familia? Se trata de otro concepto
de policía que el actual, que está centrado en la represión del delito, o
eventualmente de su prevención. Sino que intervenían en la promoción
y control de normas y costumbres: si la mujer controlaba que su marido
no se gastara toda la plata en alcohol, o se empezaron a preocupar en
cómo construir casas que tuvieran ventanas, porque la ventilación era
importante para una vida más salubre. Entonces, hay un concepto de
policiamiento de la sociedad que progresivamente se va introduciendo
capilarmente en todos y cada uno de estos factores, que es justamente el
rumbo que fueron tomando las tecnologías de gobierno, que fue toman-
do, el gobierno de las poblaciones. Sociedad de Seguridad es Seguridad
Social, no sólo seguridad policial o seguridad en el sentido que tanto se
está hablando en estos días.
Estábamos en el punto donde en las sociedades disciplinarias al castigo,
se le agrega vigilancia y mecanismos de corrección. Cuando Foucault
toma la prisión -como en su momento tomó a la locura- como modelo
para estudiar, lo toma justamente, por su papel de modelo, en su famoso
libro “Vigilar y Castigar”, donde se desarrolla la idea de panoptismo.
Es allí donde se pasa del castigo en general, que bien podía ser la muer-
te o los castigos físicos, a una pena universal que es la pena del encie-
rro.
Propiamente entonces, considerando los rasgos propios de las tecnolo-
gías de Soberanía, Disciplina y Control; se podría decir que hay algo de
lo disciplinario que se jugaba en esos regímenes de soberanía, en la
medida en que tenían como un efecto demostrativo o disuasorio de
aquellos que cometían delitos, sobre todo delitos graves como hacer
algo en contra del rey. Claro, siempre y cuando a las “sociedades” o a
las tecnologías las tomemos como lógicas y no como sucesiones crono-
lógicas o temporales.
Probablemente también tenga que ver con otro aspecto que Foucault
subraya y que es bien cierto: por los motivos que fuesen, y claramente
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
esto tiene que ver con la producción de subjetividades, en su momento
la muerte era una ceremonia pública. No sólo la muerte por ajusticia-
miento, sino todo tipo de muerte. El pasaje de la vida a la muerte era
algo que tenía relevancia. Por motivos que habría que estudiar, en el
mundo contemporáneo progresivamente la muerte se fue ocultando,
como algo que debe suceder en privado, lo más oculta posible, sin que
tenga mayor trascendencia más que un aviso fúnebre aquí o allá, que
participen sólo los más íntimos Podemos constatar cómo incluso se va
extinguiendo esa parte de la ceremonia que tiene que ver con la muerte
que son los velatorios. Hoy hay familias que cuando alguien muere ha-
cen apenas una breve reunión o no hacen ninguna.
Intervención: ¿Esto en las sociedades Occidentales?
O.B.: Sí, absolutamente. Todo esto, aclaremos, es de las sociedades
occidentales. No nos confundamos, no pensemos que esto es la Historia
Universal de la especie humana. Esto estrictamente (y restrictamente)
tiene que ver con las sociedades occidentales. Incluso de unas socieda-
des occidentales en el sentido más antropocéntrico del asunto, porque
todo lo que serían las poblaciones aborígenes de América que tienen
otros ritos que conservan, habría que preguntarse qué derecho se tiene
de incluirlas en las sociedades occidentales.
Intervención: referida al el tratamiento de la locura de Foucault.
O.B.: el otro rasgo fuerte de esa transición entre las sociedades de sobe-
ranía a lo disciplinario, es ir constituyendo como centro de ordenamien-
to la norma; la normatización y la normalización. Uno de los seminarios
de Foucault, que tiene que ver justamente con el estudio de estas transi-
ciones, se llama “Los Anormales”. Allí estudia tres tipos distintos de
anormales; a) el monstruo humano, b) el individuo a corregir y c) el
onanista.
La locura, otro fenómeno que estudió, más que la locura, los hospicios,
pero sí, la locura en tanto tal, es una forma de anormalidad. Y ahí sur-
gen una cantidad de procedimientos; hay una mezcla, hay un vector que
apunta al encierro; al apartamiento de una parte de la población y se la
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deja encerrada. Otro concierne, a todos los tratamientos que se le dan a
aquel que, en distintos sentidos, no está respondiendo a la norma, a la
normalidad y a la normatividad, como para que vuelva a ubicarse en el
casillero, o en el molde que corresponde. Hay alguien que le falló el
molde, que se salió del molde, idea que seguimos usando, “te saliste del
molde”. Por supuesto, hay un punto en que los procedimientos se unen
y combinan.
Entonces, hay una cantidad de procedimientos que se fueron acuñando
en muy distintas zonas de las prácticas sociales. Eso es una de los ras-
gos bien interesantes en Foucault. Según él no se plantea el estudio de
un centro maquiavélico, -en el sentido banal del término maquiavélico-,
un centro conspirativo, por así decirlo, que maliciosamente fue inven-
tando todas y cada una de las formas de controlar, gobernar, torturar,
ajusticiar, reprimir, sojuzgar, someter, etc. Lo que justamente Foucault
hace es estudiar ciertas prácticas que muchas veces suceden muy lejos
del centro del poder.
La prisión no empieza en el Siglo XVIII, la hubo también antes. M.
Foucault se dedica a estudiar las Letras de Cachet, pedidos que los súb-
ditos le hacían al rey, para que a fulano lo pongan en prisión. ¿Por qué
cierta gente pedía eso? Porque se disputaban la herencia, porque lo que-
rían sacar de juego o decían que era loco. M. Foucault estudia este mo-
vimiento de las Letras de Cachét y su manejo por un cuerpo de funcio-
narios. Se imaginan que el rey no se iba a ocupar en forma directa o
personal a ese tipo de cosas. Por eso, si bien las Letras de Cachét se
dirigían en sus enunciados, en su letra, al soberano-y aunque el rey era
el único que era capaz de tomar semejante medida-, las decisiones prác-
ticas eran tomadas por sus funcionarios.
Se va creando entonces un ejército de funcionarios que tienen por fun-
ción administrar este asunto de prisiones pedidas por un particular con-
tra otro particular. El sistema penal moderno, con sus cortes, sus juzga-
dos, sus tribunales de apelación, sus procedimientos para establecer a
través de una inspección si alguien es culpable o no lo es, si se merece o
no la prisión, etcétera, tuvo su origen ahí y no en que alguien dijo:
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
“bueno, vamos a inventar la prisión y los procedimientos para encarce-
lar a ciertos individuos”.
Aparecen, entonces, prácticas dispersas que de algún modo se van cen-
tralizando, pero no en el sentido de reunidas por un centro, sino sim-
plemente generalizando. Hay un momento, por distintas razones en
cada caso que podría haber provocado que en un determinado momen-
to, esas distintas técnicas se centralicen y sean asumidas desde un go-
bierno central como herramientas de gobierno.
Estábamos con el asunto de la prisión y quería hacer algunos comenta-
rios acerca del encierro, la prisión, para conectarlo con cuestiones que
vimos en la primer clase ¿Recuerdan cuando nos referimos el Régimen
de Prevención de la Violencia Intracarcelaria? Mencionamos el aisla-
miento, Recordemos el temor que tenían los presos en que los pongan
en celdas de aislamiento. Se ve aquí la “moralización” mediante el tra-
bajo, y el desarrollo de Instituciones para-penales de prevención, recu-
peración y control y su entrelazamiento con procedimientos específi-
camente punitivos.
Se van adjuntando estas técnicas a la prisión, para que sea no sólo en-
cierro, sino todo eso, a partir de la constatación del fracaso sistemático
del puro encierro como mecanismo de mejora de la sociedad, por así
decirlo, que se viene practicando como reforma sucesiva de los siste-
mas carcelarios desde 1830. Dice Foucault: “Hoy la prisión construye,
(observen la actualidad de esto), una población marginal de delincuen-
tes (“construyen”, no albergan ni encierran; no: construyen), una po-
blación marginal de delincuentes y a esto se lo toma como un dato
inevitable”.
En todo caso la discusión, igualmente bien actual, es cuáles son los ín-
dices adecuados o tolerables de delincuencia que una sociedad puede
tolerar, en términos estadísticos; esto ya es propio del régimen de la
Biopolítica. En esta dimensión se inscribe la polémica y la pelea que
hay acerca de si hay más o hay menos de delitos, si la "inseguridad”
creció o no, junto con las discusiones acerca de si las estadísticas son
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confiables o no; si se puede confiar en eso. Eso es típico de la Biopolí-
tica.
Se sabe, por ejemplo, que hay enfermedades; un enfoque biopolítico de
la enfermedad, es como hacer para que la incidencia de una cierta en-
fermedad sea lo más baja posible. Algo que para nosotros es algo obvio
o natural, porque hemos crecido en ese orden y de chicos hemos sido
vacunados, concierne a la campaña de vacunación o las vacunaciones
masivas. En los últimos días se agregaron algunas vacunas al calendario
obligatorio. Todo esto se inició con lo que era la inoculación variólica,
por la cual te enchufaban la enfermedad y no bajo la forma de un virus
atenuado, como sucede actualmente. Esto muestra ese manejo biopolíti-
co de las poblaciones. Se trata de observa a nivel de las poblaciones una
serie de fenómenos y manejarlos en términos justamente, estadísticos.
El objetivo o el objeto de ciertas técnicas y ciertas políticas, no son los
cuerpos individuales, como es el caso del encierro o de la prisión o de
la locura, y también los tratamientos que le corresponden, sino el mane-
jo global de las poblaciones.
Comentario sobre que no se inicia el trámite del Documento Nacional
de Identidad de su hijo si no lleva una constancia de que tiene al menos
la primera vacuna obligatoria, la BCG.
O.B.: Sí, y ahí hay algo que, a propósito de eso que es bien interesante,
que es como el Neoliberalismo o el Liberalismo extremo, operaron y
siguen operando sobre estas dimensiones. ¿Por qué? Voy a tomar el
ejemplo de las vacunaciones. Un planteo liberal típico de la Sociedad
de Seguridad y también obviamente de la Biopolítica, es cierta idea de
que la salud pública es un bien que el Estado no sólo debe tutelar, sino
que debe efectuar de algún modo, en su propio sistema de acciones de
salud, a través de la red de hospitales y servicios públicos.
En Europa, entre los años 1930-1970 aproximadamente, fue la expan-
sión de lo que se llamó el Welfare State, el Estado de Bienestar. En
otros países, por ejemplo el nuestro, hubo cierta difusión y ciertas polí-
ticas que acompañaron esta idea del Estado de Bienestar, que en algu-
nos casos coincidieron con la propuesta que hubo en la Europa de pos-
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
guerra de las sociedades de pleno empleo. Tal idea es recontra típica-
mente un ejemplo de lo que es la Biopolítica y de lo que es el enfoque
liberal, en una de sus variantes, como técnica y concepción de guber-
namentalidad.
Actualmente, y no sólo en Argentina, sino por ejemplo en Europa la
discusión es cuando es un índice de desocupación aceptable o cuando
obedece a un standard ¿Cuánto es un 3%, un 5%, un 10%, un 15%,
cuánto es?
Foucault se inspira en alguno de sus estudios, respecto en las Socieda-
des de Seguridad y en la declinación del Estado de Bienestar en un par
de libros de Robert Castel, de los cuales dice que son de imprescindible
lectura. Para desarrollar alguna de sus ideas sobre la locura, en especial
en uno de sus seminarios, ha tomado inspiración de un texto de Castel
que se llama “La Sociedad Psiquiátrica Avanzada”, en el que estudia
sobre todo el caso de Estados Unidos.
(Hay un comentario que no se logra escuchar con claridad, respecto
los puntos ponderados en el Censo del año 2010 en Argentina sobre el
trabajo, marcando incoherencias en aquellos puntos),
Con respecto a lo que vos traías, hay dos o tres textos fundamentales de
Robert Castel sobre la diferenciación que se introduce entre trabajo y
empleo bajo su modalidad salarial y una precisión histórica que hace
Castel, con respecto a lo que él llama la Sociedad Salarial. La misma es
aquella en la que un alto porcentaje de la población participa en la acti-
vidad económica a través de un empleo, por el que recibe un salario,
habitualmente regulado por convenciones colectivas, lo que hoy se lla-
ma empleo registrado, empleo formal. Sucede hoy, a la inversa de lo
que podríamos haber creído los que, de algún modo, nacimos adentro
de esa sociedad, que esa no fue una forma universal del trabajo. La So-
ciedad Salarial fue un régimen acotado históricamente, que se dio apro-
ximadamente entre 1930 y 1970.
En los ´70 se marca el final de la Sociedad Salarial y comienzan a darse
una cantidad de formas de trabajo que no responden a la modalidad del
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salario y el empleo. Siempre las hubo, desde luego, pero ahora de un
modo mucho más difundido y proporcionalmente mayor, respecto de la
forma salarial.
En este punto tienen relevancia las discusiones entre las distintas va-
riantes del Liberalismo, y el Neoliberalismo o el Ultraliberalismo, que
nosotros hemos sufrido en carne propia en los ´90. La variante ultralibe-
ral apunta a la descalificación de la responsabilidad el Estado y los me-
canismos de gobierno en garantizar empleo, garantizar salario y protec-
ción social. O sea, todo lo que se fue produciendo y difundiendo como
precarización del empleo.
Foucault sostiene que, en el fondo, no hay ninguna contradicción entre
el Estado y el Mercado, como algunos plantean, sino que lo que hay es
distintas formas en que el Estado regule aquellas cosas que el Mercado
con su desarrollo esté necesitando. Lo cual no quiere decir que sean
iguales cualquier tipo de política estatal al respecto. Pero no es que está
todo de un lado el Mercado y por otro lado el Estado, sino que hay una
cooperación de las dos dimensiones.
Volvamos al punto respecto que la prisión constituye una población
marginal de delincuentes que se toma como dato y que se intenta mejo-
rar con una serie de “procedimientos científicos”. Lo de los procedi-
mientos científicos está vinculado a lo que Foucault estudia como sis-
temas de saber, entre ellos la Psiquiatría, de quien dice que de ciencia
tiene bastante poco, lo cual es cierto, creo yo; a diferencia de otras dis-
ciplinas que podrían tener un fundamento científico un poco más sol-
ventes. Entonces, “una serie de procedimientos científicos” entre los
cuales se encuentra la Psicología, si se parte de la suposición que la
clase de los delincuentes sufre una desviación psicológica.
En ese punto podemos puntuar cual sería el trasfondo no demasiado
oculto, desde el punto de vista de producción de subjetividad, qué inspi-
raba al Programa de Prevención de la Violencia Intracarcelaria. Recor-
demos que planteábamos la pregunta: ¿por qué se considera convenien-
te y necesario que un equipo, compuesto por psicólogos, trabajadores
sociales, sociólogos, psicólogos sociales, y antropólogos, realicen gru-
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
pos que tenían, entre otras funciones, las de restablecer o establecer una
actitud positiva hacia tales y cuales cosas? Ahí se muestra la prisión
como una condición necesaria para una transformación psicológica y
moral del delincuente, y esto sucede desde el principio del Siglo XIX.
Con respecto al encierro Foucault marca tres rasgos: uno es una distri-
bución espacial de los individuos. Esto es clave de toda política disci-
plinaria: la distribución espacial entre los individuos; una intervención
en la conducta de los individuos, el castigo se hace en el nombre del
control y de la regularidad y el encierro penaliza el desorden; y se cons-
tituyó como un instrumento de control local, capilar de abajo hacia arri-
ba, a partir de esas prácticas de encierro. Sociedades dedicadas a excluir
y hacer castigar las conductas desviadas.
Ahora, ¿por qué estas técnicas que se fueron difundiendo en distintos
niveles y en zonas alejadas del poder central, pudieron ser retomadas y
centralizadas en una estrategia? Cabe subrayar que eso es justamente
una estrategia. Y Foucault sostiene que se dio en una época en que el
aparato político de la Nación, se encontraba al alcance de las revueltas
populares, que pueden cuestionar la propiedad y el ejercicio del poder
político. Una sociedad industrial y comercial, en ciudades expuestas a
los ataques, a los robos, etcétera, como sucede desde hace bastante
tiempo y una sociedad rural que se fue volviendo cada vez más intole-
rante para los ilegalismos menores.
En esas condiciones, los mecanismos disciplinarios tendieron a fijar a
los obreros a los aparatos de producción e imponerles constancia y re-
gularidad, y una domesticación del comportamiento.
La palabra “regularidad”, su relación con la regla y las normas me lla-
mó la atención, porque dice: “Regularidad: un cuerpo obrero concen-
trado, ajustado, aplicado al tiempo de producción, que proporcione
exactamente la fuerza de trabajo que se espera de él”. Se trata de tener
un cuerpo concentrado, aplicado a lo que corresponda, ajustado al tiem-
po de producción, que entren y salgan en los horarios que correspon-
den, la utilización del reloj, la cronometración de los tiempos que lleva
la fabricación de una pieza y por lo tanto las figura del capataz, del cro-
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nometrista que están ahí controlando que cada cuerpo proporcione la
fuerza de trabajo que se espera de él.
Podemos tomar esta idea de un moldeamiento disciplinario, ya no a
nivel del obrero y la fábrica, una de las instituciones de encierro; para
pensar a la Educación y a las Instituciones Educativas. Hasta que punto
en una Institución Educativa, se cumplen cuestiones equivalentes, simi-
lares. La palabrita que me hizo saltar la conexión es: “regularidad”,
respecto, por ejemplo de la condición de “alumno regular”, de cumplir
con las condiciones de regularidad.
En la institución educativa la regularidad, la conformidad o medición
respecto de ciertas reglas, es una figura que se aplica a muchas cuestio-
nes, por ejemplo, el régimen de asistencia es también una regularidad;
el 85% de la presencia es una regularidad, el rendir los parciales y
aprobarlos con 6 o 7 es una regularidad. O sea, hay marcas, perímetros,
moldes que determinan que es lo regular y que es lo irregular. Por su-
puesto que las sanciones o castigos o penas, que operan en cada uno de
los escenarios sociales, para quienes se apartan o no cumplen con las
reglas no son las mismas. Si en un ejército no cumplís con la regulari-
dad de ir al frente cuando General te manda, te pueden pasar por las
armas; si en una fábrica no cumplís con los tiempos te sancionan, te
descuentan premios y eventualmente te despiden, etcétera. Pregunté-
monos qué sucede en un sistema educativo cuando no se cumple con la
regularidad ¿Cuál es la pena que el orden disciplinario tiene previsto
para efectuar en ese caso? Pero no sólo cuál es la pena desde el punto
de vista, por así decirlo, real, práctico, sino que inscripción subjetiva
tienen la pena o el efecto.
Vamos a intentar revisar algunas de nuestras prácticas docentes en su
conexión con las diversas tecnologías de gubernamentalidad y su inci-
dencia en la producción de las subjetividades actuales, las que nos habi-
tan a todos. Lo haré a partir de una serie de incidentes o episodios en
mis prácticas como docente y coordinador de grupos que, más allá de
las acciones que efectué, me dejaron inquieto y con la necesidad de
buscar herramientas para entender y pensar, o sea, para recobrar algo de
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
potencia en operaciones que habían manifestado impotencia, inefectivi-
dad.
En una comisión de trabajos prácticos, que coordinábamos con Yesica
Molina sucedió uno de esos incidentes, que tuvimos oportunidad de
revisar a nivel de la cátedra, cuando nos tocó supervisar. El incidente es
bastante menor; en lo anecdótico es que yo controlo (la palabra es pre-
cisa) la famosa regularidad, Pero en las comisiones suelo tomar asisten-
cia y estar atento más o menos a cómo anda cada uno. Si repienso esta
lógica, sospecho que lo hacía bien imbuido de lo que Foucault señala:
“El origen de la gubernamentalidad está en la Pastoral”.
¿En qué sentido? Es la figura del pastor que tiene que cuidar por todas y
por cada una de sus ovejas. Tiene que cuidar que no se pierdan, de re-
tornarlas al rodeo si se extravían. Todo esto, que en términos de ovejas
y pastores, suena muy material, después se metaforizó; fue y sigue
siendo metafórico, simbólico.
Sobre la mitad del cuatrimestre venía estando atento en cómo estába-
mos, no solo en cuanto a asistencia; también en participación, etc. Una
alumna que ya había faltado dos o tres veces, en medio de un práctico
le suena su celular, atiende, toma su cartera, se levanta, sale, y no vuel-
ve más. La escena me afectó con intensidad, me quedó picando; sobre
la misma clase, reviso las asistencias y me doy cuenta de que con una
ausencia más a las que ya tenía, la alumna quedaba por fuera de las
condiciones de regularidad. En lo inmediato tenía que tomar la deci-
sión de si consideraba y registraba como presente o ausente a esa alum-
na para ese práctico, dado que ya había tomado asistencia al comienzo;
decido cambiar el registro a ausente. Entonces ahí mismo aviso que
fulana quedó libre, perdió su regularidad. La alumna bastante después
mandó un e-mail con algunas explicaciones de su gesto.
Cuando comunico a todos tal decisión, pregunto si alguien la conoce,
nadie sabía nada de ella…. Estaba bastante enojado, me dio fastidio.
Tales eran mis afectaciones y esas fueron mis acciones en lo inmediato.
Los motivos y efectos de mis reacciones fueron y siguen manteniendo
abierta una problemática, que me lleva a revisar y pensar.
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Lo que quiero poner a conversación entre nosotros es una revisión de
las subjetividades que se juegan cada vez que uno simplemente reac-
ciona. La subjetividad no es una cosa complicada que hay que leer li-
bros de Deleuze para que se ponga activa, sino que pasa todo el tiempo
eso; más que la subjetividad, las subjetividades mejor dicho.
En un momento nos tocó con Yesica, que era mi colaboradora, supervi-
sar diversas situaciones de nuestro práctico, cosa que hacemos regular-
mente todos los docentes de la cátedra. Llevamos entre otras, esta esce-
na, contamos nuestras reacciones y eso motivó un debate. Sobre eso mi
enojo y mi actuación mis compañeros de la cátedra pensaron cosas dis-
tintas a las que yo sostenía.
Se decía que mi gesto había sido un gesto disciplinario, con lo cual
concordaba que efectivamente lo era, pero además decía ¿y qué?, Es
casi obvio que es disciplinario: si yo aplico la norma respecto de la re-
gularidad, eso está claro. En la supervisión yo había sostenido que el
gesto de la alumna era una “falta de respeto para los demás de la comi-
sión”. El filo de la discusión pasaba porque dado que lo que a nosotros
en general nos preocupa es qué condiciones de las subjetividades que se
efectúan recíprocamente, son las que permiten contacto y encuentro, y
cuáles son las que no enganchan, porque de este lado o del otro lado no
existe la llavecita que permita que se enganchen. Todo esto en función,
por supuesto, de cierta subjetivación, que converja en pensar en las si-
tuaciones clínicas, pensar la capacitación, co-pensar, cooperar en fun-
ción de eso.
Estrictamente, pertenece al régimen de lo disciplinario porque se le
aplica una sanción a un individuo, en este caso la sanción es que pierda
la regularidad. Alguno de mis compañeros sostenía que dentro de lo
disciplinario mi gesto se basaba en el eje autoridad-vigilancia-sanción,
y que era inoperante porque para la alumna no había una autoridad en el
aula a quien tenga que pedirle permiso, que no se sabía "encerrada" ni
"vigilada". Y que por ello había quedado inoperante lo mío, y yo a la
intemperie.
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
El tema, como verán, me quedó dando vueltas, no me terminaba de
cerrar que fuera simplemente un gesto disciplinario y que no tuviera
ningún efecto de operación eficaz, porque con eso yo no lograba, ob-
viamente, integrar a esta persona a un trabajo clínico. En mi defensa yo
aducía que no estaba tan seguro que mi (nuestra) función sea a toda
costa y en cualquier circunstancia, conseguir que la gente se enganche y
componga.
De algún modo rechazaba el papel adjudicado que el pastor tiene que
estar todo el tiempo cuidando que las ovejas no se descarrilen, y volver-
las a reunir cuando se pierden. Pero además ya en su momento, tenía la
sospecha, de que había algo más en mi gesto. Leyendo a Foucault logré
encontrar otra forma subjetiva que ahí se ponía en acción, de parte mía.
La pista que seguí es que había alguna otra cosa que aplicarle una san-
ción al cuerpo individual de la persona que había sustraído su cuerpo a
la asistencia y presencia y a la participación, puesto que sin presencia
no hay participación posible
(Comentario, que no se logra escuchar)
O.B.: claro, pero esa también era mi pista: que el gesto no estaba tan
solo dirigido al cuerpo individual de alguien o un individuo, que no se
trataba solamente de volver a meter en el molde o excluirlo definitiva-
mente de cierto molde a alguien, a través de un castigo o una pena; si
no a la preocupación que habitualmente tiene un coordinador de grupos
por lo que sucede en el conjunto. No ya en el sentido disciplinario, de
que haya un castigo que sirva como escarmiento para que los otros no
hagan lo mismo que hizo alguien, sino en el sentido de que la responsa-
bilidad de un coordinador de grupos, no está tanto sobre cada cuerpo
tomado en su individualidad, sino que está sobre el grupo tomado como
tal.
El movimiento de lo grupal, esa dimensión de lo grupal, y en eso se
jugaba el aspecto de constitución subjetiva que operaba en mí, en tanto
coordinador de grupos. Leyendo Foucault llego a la idea de que la po-
sición subjetiva del coordinador de grupos, en tanto coordinador de
grupos, es una posición que se corresponde con las sociedades de segu-
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ridad o de control, en la medida en que lo que está en juego es el go-
bierno estadístico de las poblaciones; siendo el grupo, un recorte, pero
molar, de una población.
No intento convencerlos de que esto sea una razón válida, lo que inten-
to es transmitirles el problema, la escena, y de qué nos puede servir
cierta comprensión y manejo más o menos fino, de las distintas tecno-
logías de gobierno, las distintas tecnologías en las relaciones de poder.
Entonces, un vector es un poder que se ejerce simplemente para sancio-
nar a alguien y que eventualmente eso sirva para producir un efecto
disciplinario en otros, para que todo el mundo se ajuste al molde. Y otra
cosa distinta, es una relación de poder que se juega en términos de có-
mo se hace para gobernar una población en función de ciertos fines.
El gobierno de las poblaciones, no siempre ni exclusivamente tiene el
fin maléfico, de perjudicarlas, explotarlas, someterlas y castigarlas. En
el mundo moderno, la gubernamentalidad propiamente dicha consiste
en un manejo de las poblaciones que tiene una serie diversa de fines. Se
plantea una discusión interesantísima acerca de cómo funcionan las
leyes del mercado y las regulaciones del Estado; discusión acerca de
que hay que dejar que el Estado o que el Mercado actúen, y una cierta
idea de que la actuación del Mercado de por sí, va a conseguir ciertos
efectos; por ejemplo se va a producir más y la producción mayor va a
derramar sobre el resto. Dentro del propio Liberalismo - desde el Siglo
XIX- se viene discutiendo que esto no necesariamente es así, en un de-
bate muy propio de lo liberal respecto de que si tiene que haber mucho
Estado o poco Estado. La cuestión no es si tiene que haber Estado o
tiene que ser puro Mercado, sino cuanto de Mercado y cuanto de Esta-
do. Todo esto está revisado y analizado por Foucault, quien sitúa al
liberalismo como el cálculo del riesgo, el libre juego de los intereses
individuales, compatible con el interés de cada uno y de todos.
Foucault estudia una serie de ejemplos históricos concretos, por ejem-
plo con respecto al precio de los alimentos y si el Estado tenía que in-
tervenir para regular no sólo el precio de los alimentos, sino (como hace
Moreno), el ingreso de los alimentos de otro Estado. M. Foucault estu-
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
dia qué efectos tuvo una política u otra política y una tercera política.
En algún momento se llega a una especie de conclusión según la cual el
Estado tiene que intervenir para el mejor despliegue del Homo Econó-
micus, que es el que constituye el ciudadano moderno o el habitante de
los Estados de la Modernidad, con un régimen de producción económi-
ca que es globalmente considerado legal. Hay allí una idea fuerte que lo
que rige es el interés; el interés de cada uno de hacer tal y cual cosa,
producir tal y cual cosa, conseguir ganancia o conseguir cierta forma de
subsistir, progresar, etc. Esta idea del interés propio de la constitución
del hombre moderno, de la subjetivación moderna, es una idea central,
muy fuerte y creo además, muy cierta.
Foucault en estos libros, en especial en El Nacimiento de la Biopolítica,
estudia especialmente el Ordoliberalismo alemán y la Teoría de los Fi-
siócratas, lo trabaja a nivel de las realizaciones prácticas de esas ideas.
(Comentario de Hernán, respecto sobre el modelo de EEUU y su éxito)
O.B.: Ah, ¿vos decís las sociedades desde el punto de vista de su consti-
tución política?
(Continúa Hernán)
O.B.: ¿No funcionó? Bueno, hay que ver que quiere decir que no fun-
cionó. ¿Pero vos a qué apuntás? ¿Apunta a que no se tuvo en cuenta los
antecedentes sociales digamos? Los antecedentes sociales serían: el
nivel de desarrollo político, etc.
En algunas teorías lo que se plantea es que a diferencia de la coloniza-
ción en Estados Unidos, aquí la colonización la hizo España, que tras-
ladó obviamente, instituciones feudales muy atrasadas, con su conse-
cuencia de lo que luego fue el régimen terrateniente de propiedad de la
tierra; ese fue un factor decisivo, que luego se transformó en un atraso
monumental, en comparación con otros países del mundo.
Había puntualizado este asunto del interés, que me permitió recolocar
en otro marco conceptual otro episodio. El interés no es sólo económi-
co, se trata de los intereses. ¿Cómo podríamos pensar en términos de
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interés?, por ej. el vector vigente en la subjetividad pedagógica? que de
lo que se trata es de aprobar, rendir los exámenes, terminar, recibirse
hacer la carrera.
Prácticamente todos los años me ha pasado y en algún momento parti-
cular de un modo muy agudo, que eso entrara en contradicción o en
competencia con la pretensión de poner a estudiar en profundidad cierta
cosa, con lo que implica de dedicación de tiempo y esfuerzos necesa-
rios. Pero sucede, como todos bien sabemos, que cuando de se trata de
rendir algún parcial de una materia, a las otras materias no se les presta
atención, concentración ni tiempo. O consideremos esa secuencia por la
cual la semana antes de los finales los prácticos se vacían y se instru-
menta una calculada administración de las faltas permitidas.
Vamos a trabajar brevemente otro episodio: había que preparar un tra-
bajo (el ensayo individual) que requería cierta disposición y esfuerzo;
por supuesto en las semanas en juego había habido una mesa de examen
y otras actividades que entraban en competencia. En tal circunstancia
los alumnos dijeron francamente: “¡No podemos invertir lo que Uds.
requieren!”, “no podemos invertir, en estudiar o preparar este escrito el
tiempo necesario o el interés, la atención o concentración, porque esta-
mos demandados por esas otras cosas”.
A ese gesto, a esas prácticas, a esas disposiciones, algunos en cierto
momento le dimos el nombre de subjetividad gestionaria. Leyendo
Foucault comencé a pensar que no, que esto tiene que ver con una cons-
titución subjetiva profunda relacionada con el interés, con los intereses
En uno de los textos recomendados de Lazzarato, hay referencias a la
teoría del "capital humano", la potenciación del capital humano. Dice
Lazzarato:
Es la teoría del “capital humano”, elaborada entre los años 1960 y
1970, y que Foucault utiliza para ilustrar este paso, esta profundiza-
ción de la lógica del gobierno. Desde el punto de vista del trabajador,
el salario no es el precio de venta de su fuerza de trabajo. Es un ingre-
so. ¿Y un ingreso de qué? De su capital, es decir, de un capital hu-
mano indisociable de quien lo posee, un capital que es uno con el tra-
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
bajador. Desde el punto de vista del trabajador, pues, el problema es el
del crecimiento, la acumulación, el mejoramiento de su capital hu-
mano. Formar y mejorar el capital, ¿qué quiere decir eso? Hacer y
manejar inversiones en la educación escolar, la salud, la movilidad,
los afectos, las relaciones de todo tipo (el matrimonio, por ejemplo),
etcétera. En realidad, no se trata de un trabajador en el sentido clásico
del término (Marx), ya que el problema es el del manejo del tiempo de
la vida de un individuo y no solamente el manejo de su tiempo de tra-
bajo. Y ello, a partir del nacimiento, ya que sus futuras capacidades
dependen también de la cantidad de afectos que sus padres le dan, que
él capitaliza en ingresos y los padres en “ingreso psíquico”.2
Entonces, en aras de ese interés y del manejo del "capital humano" se
hacen las cosas de un cierto modo. Sucede que ese modo de hacer las
cosas se desencuentra con lo que sigue habitándonos como subjetividad
docente a muchos.
Por ejemplo, del lado del docente está la preocupación de que haya una
relación intensa con los textos, que se entiendan y que los docentes fun-
cionemos como presentadores de una relación con los saberes que están
allí, que se trata de a profundizar ciertos ejes conceptuales con un mí-
nimo de exhaustividad. Tal vez estoy imbuido en una perspectiva según
la cual pienso, pero con razones, que meterse profundamente en ciertas
concepciones que fue estudiando Foucault acerca de la subjetividad y
de los regímenes de gubernamentalidad, podría darnos herramientas
poderosas para entender nuestras operaciones como psicólogos; en la
medida en que podríamos tener más claro qué de las subjetividades con
quien estamos trabajando, se efectúan y qué de las propias. En esto que
ya no es algo que baja de arriba hacia abajo, sino en algo que se produ-
ce en un encuentro y en el acople -o no acople- entre las subjetividades
que ahí se ponen en juego.
Es que del lado de los alumnos hay veces que se juega un condiciona-
miento de este tipo: “bueno de acuerdo, pero yo tengo que rendir tal
2 uno?, si tomáramos en cuenta esas técnicas de sí que plantea Foucault;
Lazzarato, M.: Biopolítica/bioeconomía. Ficha docente.
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final, no puedo invertir lo que vos estás necesitando que invierta”; "es
casi un esfuerzo en vano cambiar cuando en un mes tenés que entregar
muchas cosas en poco tiempo"; "la materia me gusta, pero no tengo
tiempo para aprovecharlo, hay otras materias que nos consumen dema-
siado tiempo"; "al fin de cuentas termina siendo utópico"; "es cuestión
de darse cuenta del tiempo que tenés… yo esto lo disfruto, pero más de
siete años no me puedo extender; mi viejo gasta $18.000 anuales, para
pagar mi subsistencia, mi familia no puede pagarme otro año más". Tal
exposición me pegó muchísimo, se presentaba como irrefutable: “ para
cumplir tanto con lo que vos pedís, como con lo que pide el otro y el
otro y el otro, tendría que destinar más tiempo, y no puedo”. Es más, ni
siquiera era “yo no puedo”, ni siquiera “a mí no me gustaría”, sino “mi
familia no puede”.
Leyendo a Foucault, hay un momento en que la familia pasa a ser la
unidad económica; es la familia la que invierte. Todos sabemos cómo
ha sido nuestra familia en tanto unidad económica, que ha invertido y
sigue invirtiendo en nuestra educación, en función de que la educación
es lo que nos va a permitiría cierto acceso al mundo. Tal vez habría que
decir que antes permitía, dado que ya no estamos en la Modernidad,
sino en esta Modernidad Tardía y en muchos sentidos agotada, en otro
momento histórico-Tal vez en aquella época esto tenía una vigencia
subjetiva muy obvia y sigue prolongándose en forma inercial, en cuanto
a la perspectiva de que uno alcance un lugar social no sólo existencial-
mente con sentido, sino en la relación con los mercados de trabajo.
Por mi parte sostuve que el tránsito por una cursada tiene temporalida-
des diferentes al calendario, tiempo medido no por el vértigo sino por la
intensidad, la que se necesita para hacer una experiencia, que tenga que
ver con lo vivo y no con la supervivencia, y que yo no podía alojar ese
gesto de "no tengo tiempo", que me parecía arrasador subjetivamente.
¿Qué sucede cuando se producen estos desencuentros o desacoples? a
nivel de las subjetividades que se expresaron, no sólo del lado del otro,
sino del lado nuestro ¿Qué se puso en juego ahí? ¿qué podría hacer
 Tres modos sociohistóricos de producción de subjetividad
en el sentido de tener claro no solo qué está efectuando cada quien, aca-
so sin darse cuenta, sino qué podría contra-efectuar. Dado que esto no
se puede hacer solo; qué gobierno de sí con otros se debería alcanzar
para dotar de mayor potencia a la operación que ahí se ponga en juego;
o al menos, para no romperse los cuernos tratando de hacer algo que es
francamente imposible, porque eso también sucede.
(Se produce un extenso intercambio entre varios de los presentes que
no se logra registrar y que versa sobre la disposición de las sillas, a
quien se dirige cada comentario, donde prepondera el dirigirse hacia
el profesor y no lateralmente entre compañeros, cierta fantasía de otra
participación en el seminario, etcétera)
O.B.: Sí, creo que más que una fantasía se trata más de otro tipo de cen-
tramiento, otro tipo de participación. He escuchado en alguno de los
emergentes, incluso de los grupos la vez pasada, que estaría bueno im-
plementar técnicas corporales, algo que en algunas comisiones de Psi-
coterapia II del año pasado y de años anteriores quedó pendiente. Pien-
so que son cuestiones genuinas, pero a mí se arma un interrogante res-
pecto de la pertinencia de eso en un Seminario Optativo, en el cual el
docente propone una temática, que pareciera estar buena.
Para que algo distinto se produzca, no basta con variar el dispositivo, no
es cuestión de dispositivos. Esto también lo estamos comprendiendo
mejor con Foucault, autor de la idea del dispositivo, que hemos usado y
abusado tanto tiempo, y que apunta a que bien podríamos disponer las
cosas de otro modo; por ejemplo, disponer el espacio de otro modo,
disponer los roles y papeles de otro modo, etcétera. Sin embargo, esa
manipulación de los elementos técnicos del dispositivo, en mi experien-
cia, ha perdido potencia o capacidad para constituir algo distinto. Fou-
cault dice: no se trata de dispositivos sino de estrategias, y yo agregaría,
se trata sobre todo de la variación de las estrategias subjetivas. M. Fou-
cault señala que la lógica de la estrategia es aquella que establece las
conexiones posibles entre términos dispares que siguen dispares, que es
la lógica de la conexión de lo heterogéneo.
(Continúa otro extenso intercambio sobre el mismo tema)
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Las orejas pueden estar tapadas porque estamos demasiado conectados
con la otra materia, con el próximo turno, con la carrera, con la exten-
sión del tiempo que se está en la Facultad. Digo entonces: a eso no hay
dispositivo que lo pueda cambiar. Podemos hacer grupos, podemos dis-
frazarnos de payasos, hacer técnicas corporales, pero a lo que corres-
ponde con el interés, que corresponde con cierta administración, con
cierta economía -Economía no es solamente dinero, economía es un
cierto gobierno de los bienes escasos- no se lo interviene con facilidad.
Ese es el interés del Homo Económicus, administrar de un modo deter-
minado, guiados por lo que sea, lo escaso. Lo escaso puede ser el tiem-
po, la pulsión o la preocupación. Ahí es donde tantas veces a los docen-
tes se nos queman los papeles. La suposición es que el alumno moldea-
do disciplinariamente, va a estar atento y concentrado en las dos horas
frente al docente; esa suposición es imposible que no la tengamos, lo
cual no quiere decir que le obedezcamos ciegamente.
Como docente es habitual que uno se sostenga en esa suposición, pese a
que cada vez que se ejerce la función docente, la cosa se derrumba en
cinco minutos.
Me importa señalar lo complicado que es sostener una disponibilidad -
como recurso subjetivo- que está marcado también por la posición do-
cente ¿Cómo se hace para modular esta expectativa de modo que no
sea un obstáculo absoluto? Cuando hablamos de modular, estamos ha-
blando de procedimientos propios de la Biopolítica.