Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pese a que el feminismo no se inició formalmente hasta finales del siglo XVIII, fueron muchas las
mujeres que, a lo largo de la historia, se cuestionaron el rol que la sociedad les había impuesto y
desafiaron las convenciones de su época. Pensadoras como Guillermina de Bohemia, que en pleno
siglo VIII propuso crear una iglesia de mujeres, o escritoras como Christine de Pizan quien, en 1405,
escribió La ciudad y las damas, un libro contra la misoginia,pusieron las primeras piedras de una
causa que nacería años después. Sin embargo, a todas estas mujeres no se las incluye dentro de
ninguna ola feminista, ya que realizaron sus aportaciones de manera individual y no con la plena
conciencia de estar luchando por una causa colectiva, como hicieron las primeras feministas tiempo
después.
En este sentido, Isabel Serrano, ginecóloga de la Federación de Planificación Familiar Estatal, aclara:
“No hay forma de demostrar por el himen si una mujer ha mantenido relaciones sexuales o no”. De
ahí que la Organización Mundial de la Salud (OMS) condene los test de virginidad como una “prueba
invasiva y degradante que carece de validez científica”. “Los test de virginidad son una forma de
discriminación de género, una violación de los derechos fundamentales de las mujeres y un tipo de
agresión y violencia sexual”, añade Serrano.
Además, existe todo un mercado en torno a la virginidad, tal como señaló Isabel Menéndez, Doctora
en Filosofía y experta en estudios de género, como la cirugía estética para reconstrucciones de
himen u otras partes de la anatomía genital femenina. “El cuerpo de la mujer sigue
instrumentalizándose. Incluso algunos reality shows han subastado el cuerpo de las mujeres,
ofreciendo su himen al mejor postor. Hay un mercado que compra la virginidad de mujeres y niñas”.
El mandato de la virginidad es de por sí una violencia simbólica que genera otro tipo de
violencias, según Bárbara Tardón, Doctora en Estudios Interdisciplinares de género y experta en
violencia sexual, y apeló a la responsabilidad de los Estados para combatir estas violencias, ya que
no lo están haciendo con suficiente diligencia. “No hay políticas públicas ni protocolos que
promuevan la necesaria educación afectivo-sexual. Y en España faltan recursos específicos para
atender a mujeres víctimas de violencia, especialmente de violencia sexual”.
En Marruecos la exigencia de certificados de virginidad antes del matrimonio sigue siendo habitual.
“La mujer es obligada a ir al médico con miembros de su familia y de la de su futuro marido para
comprobar esa supuesta virginidad”, relata Soumaya Naamane, Doctora en Sociología y profesora
de la Universidad Hassan II de Casablanca. “Además, la noche de bodas se convierte en una
violación marital donde el esposo debe actuar violentamente para demostrar su hombría a través de
la cantidad de sangrado de la mujer. Esto es una realidad que sigue ocurriendo hoy en día y que hay
que denunciar y penalizar”.
Por su parte, Rosalía Vázquez, Presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas Alboreá, apuntó a la
educación como una herramienta fundamental para que las mujeres puedan decidir libremente sobre
su sexualidad. “Las mujeres gitanas no queremos casarnos a los 15 o los 16 años, queremos
formarnos y cambiar las cosas. Hay que adaptar la cultura a los tiempos y que nuestras hijas tengan
libertad y ocupen los espacios de decisión”.
En este sentido, UNAF concluye que “la decisión de mantener relaciones sexuales coitales o no y
en qué momento es una decisión personal y respetable pero no debe ser una imposición que
condicione la libertad de las personas, las exponga a sufrir violencia, ni justifique discursos y
conductas con graves consecuencias para la salud física, mental y emocional”. Y recuerda que,
según la OMS, “todas las personas tienen derecho a una sexualidad libre de coerción, discriminación
y violencia”.
La virginidad femenina es un mandato cultural machista aún vigente en muchos lugares del mundo
que se utiliza para someter a las mujeres, tiene consecuencias nocivas para su salud física y
psíquica y en su nombre se cometen atrocidades cuyo exponente más grave son los crímenes de
honor.
Todavía para muchos, la pureza, el honor, la honra e incluso el valor de las mujeres viene
determinado por que esté intacto su himen, una pequeña membrana de colágeno de unos pocos
milímetros cuya función se desconoce y que se retrae de forma gradual con el paso de los años sin
necesidad de que se hayan mantenido relaciones sexuales.
“Esa pequeña membrana, que para muchos es una telilla sin importancia, para una mitad del
mundo es algo que produce gran sufrimiento e incluso la muerte. (…) La virginidad muchas veces
se escribe con sangre, simbólica pero también palpable”, explica la ginecóloga experta en
derechos sexuales Isabel Serrano, integrante de la Federación de Planificación Familiar.
El crimen de honor es la mayor atrocidad que se comete al poner en tela de juicio la virginidad de
la mujer, una práctica que también tiene como consecuencia suicidios, abandonos, violaciones,
agresiones y contagio de enfermedades sexuales. El test de virginidad para comprobar el estado
del himen de la mujer es frecuente en Afganistán, Bangladesh, Egipto, India, Palestina, Sudáfrica,
Uganda, Sri Lanka e incluso en España, entre la etnia gitana. La doctora Serrano insiste en que no
hay forma de demostrar mediante el himen si una mujer ha tenido o no relaciones sexuales previas
y critica que esta práctica perpetúa mitos que perjudican y discriminan a las mujeres y tiene
consecuencias para su salud en muchas partes del mundo. En primer lugar, la inmensa mayoría de
estos exámenes se hace en contra de la voluntad de las mujeres, lo que supone una agresión
sexual. “En los países con test de virginidad se favorece la declaración pública de la sexualidad de
la mujer, lo que conlleva un mayor riesgo de contraer el sida (por incremento del coito anal) y de
padecer violaciones y abusos”, explica la experta, quien alerta de que siempre que se exagera un
atributo físico de la mujer se la expone a sufrir mayor violencia. No tan lejos, aquí mismo, se
realizan exámenes de virginidad. Incluso los estudios forenses a las víctimas de violencia sexual
detallan si ésta es virgen o no, algo que Serrano pide que acabe.
Machismo
En México sigue siendo un referente de la identidad masculina, entendido como lo que los
hombres dicen y hacen para ser hombres. El macho es un estereotipo del que los hombres no se
pueden desprender fácilmente. Legitima y justifica socialmente sus acciones, en particular contra
las mujeres. Según Mathew Gutmann, “los estereotipos sobre el machismo constituyen los
ingredientes críticos en el capital simbólico empleado por los mexicanos comunes y corrientes [...]
para muchos, el machismo es considerado como una parte constitutiva del patrimonio nacional de
México”; asimismo, es uno de los elementos en los que se sustenta la homofobia.
El machismo se compone de ciertas conductas, comportamientos y creencias que promueven,
reproducen y refuerzan diversas formas discriminatorias contra las mujeres. Se construye a través
de la polarización de los roles y estereotipos que definen lo masculino de lo femenino. Suprincipal
característica es la degradación de lo femenino; su mayor forma de expresión, la violencia
en cualquiera de sus tipos y modalidades en contra de las mujeres.