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¿TODOS LOS HOMBRES SON PERSONAS?

Los hombres poseen determinadas cualidades que nos mueven a llamarlos


«personas». Pero a lo que nosotros llamamos personas no es a estas cualidades,
sino a su portador. Por lo demás, hay, como es evidente, hombres que no dispo-
nen de esas cualidades. Podría parecer, pues, que esos hombres no son personas,
y no pueden invocar ningún derecho a que se los acoja como personas. Ésta es la
tesis, que tiene su origen en Locke, de Peter Singer y Norbert Horster 1• Si las per-
sonas son los portadores individuales de una «naturaleza racional», parece que
no son personas aquellos hombres que todavía no disponen, o no disponen ya, o
no dispondrán nunca más, de racionalidad e intencionalidad, como por ejemplo,
los niños pequeños, los disminuidos profundos, o los que duermen. Si el ser per-
sonal no significa que se es un caso de un concepto o un elemento de una clase,
sino que se es miembro de una comunidad de acogimiento, surge la pregunta so-
bre cómo se entra en esa comunidad. Y es natural pensar que el estatuto de per-
sona es algo que se realiza mediante la acogida en ella. De hecho, el niño sólo
desarrolla los rasgos característiccs de la persoria si es acogido y experimenta
una entrega acorde con ello. La entrega parece estar al principio, y el ser perso-
nal parece deberse a ella. Negarla no precisaría en absoluto de justificación, pues
justificación es algo que debemos sólo a las personas. Pero sólo la acogida crea
la personalidad.
Esta opinión ignora lo que significa «acogida». La acogida es, ciertamente, un
acto de la libre espontaneidad. Uno puede negarse a ella. Pero el que acoge no en-
tiende la acogida como una posición arbitraria, sino como la respuesta adecuada.
Así ocurre cuando aceptamos un argumento. La aceptación no es constric-
tiva nunca. El que no quiere no aceptará ni el argumento más «concluyente». Y

l. Cfr. P. SINGER, Praktische Ethik, ed cit.; N. HoRSTER, Neugeborene und das Recht ca¡( Leben,
frankfurt a. M. 1995.

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se da, ~ la inversa, la capií:1lación, en la cual, po:- cansancio, miedo o deferencia, concepto general de la «naturaleza del hombre» que tenga un contenido distinto
se desiste de poner obJec10nes. La auténtica aceptación es la que se entiende del de una conexión genealógica con otros individuos, la mayoría de los cuales
como re~puesta a_un derecho que parte de un arg1mento. Se le da voluntariamen- se caracterizan, cuando son adultos, por aquellos rasgos que nos llevan a deno-
te la razon a algmen porque la tiene.
minarlos «-:>ersonas». Pero esta conexión genealógica carece de relevancia para
Lo misI?o ocurre con el reconocimiento de personas, el cual consiste en los que so~ como individuos. No debe ser esta conexión la que proporcione el
aceptar que tI~~en derecho a un luga:- en la comunidad de personas ya existente, fundamento de la comunidad de personas que habitualmente llamamos «huma-
no en ~ooptac10n de acuerdo con determinados criterios definidos por hs ya re- nidad». En esta comunidad no se debe entrar por procreación o por nacimiento,
conocidos.
sino por tener autoconciencia o por cooptación realizada por otros miembros de
. ¿Quién puede reclamar ese derecho o para quién se puede reclamar? ¿Qué la comunidad .
cu~hdades debe poseer alguien para tener derecho a ser reconocido como perso- En las páginas que siguen quisiera enumerar seis razones que ponen de ma-
na. La pr~gunta ~stá mal planteada, puesto que al formularla se emplea la pala- nifiesto lo insostenible de esta opinión, y, simultáneamente, seis razones para po-
bra «a!gmen». Si «algo» es «alguien» es que es una persona. La pregunta es ner de manifiesto la verdad de nuestra convicción intuitiva de que todos los hom-
pues, esta»: ¿Cuándo es algo «~lguie:1»? De nue·ro está mal formulada. Alguie~ bres son personas.
n? es nunca «_algo». «Ser alguien» m es una cualidad de una cosa ni de un ser
vivo que prediquem~s de algo previamente identificado. De antemano lo identi-
ficamos co~o «alguien» o como «algo». Cuando oímos un ruido solemos decir
«¿hay a~guien?», o también: «¿quién hay?». Y cuando nos damos cuenta de que II
era el viento que sacudía las contraventanas, o el perro que arañaba la puerta
comprendemos que la primera pregunta tenemos que responderla con un «no»' 1. El concepto de especie namral no significa lo mismo respecto de los ob-
Yque la segunda estaba mal planteada, pues preguntaba «quién», no «qué». E~ jetos físiccs y artefactos que de los seres vivos. Los objetos inanimados están
el caso del perro nos vemos en un apuro. Un peno no es alguien, pero tampoco unidos entre sí, por razones de semejanza, como ejemplares de una especie. La
algo. Nos pertenece de una manera que precisa una investigación propia. Si el relación de semejanza es paratáctica. No une lo semejante con lo semejante de
ser persona! es un modus existendi, no existe un c,Jncepto categorial superior, un forma directa, sino indirectamente. O bien lo hace por medio de una autocon-
genus prox_imum, que sea especificado por d con~epto «persona». ¿Pero no po- ciencia que uno despierta el recuerdo en otro, y de ese modo es reunido con él en
de~os decir, entonces: «algunos seres vivos son personas»? Esta proposición es una unidad, o considerando platónicamente al individuo, al token, como caso de
eqmvoc,a, pues porque ~ ella el ser personal aparece como una especie dentro algo general e incluido como elemento, con los demás casos del mismo general,
de un genero, una especie que es caracterizada por una dijferentia specifica. Eso en una clase. Para ello no es necesario que los elementos mantengan entre sí re-
no es correcto en el caso de la persona. La especie que nosotros atribuimos a las lación alguna. Para un ejemplar es indiferente el que haya otros y cuántos son si
personas se llama «hombre», sin que eso signifique excluí:- que pueda haber los hay.
otras personas además de los hombres. La pregunta se formula ahora así: «¿To- La cosa cambia en las especies de vivientes. Los ejemplares de estas espe-
dos los hombres son personas?». ¿Los derechos del hombre son también dere- cies se hal1an entre sí en una relación de parentesco, en una relación genealógi-
chos de la persona o tenemos que excluir a una parte de los hombres del círculo ca. Para ellos esta relación es constitutiva. No existiría un ejemplar singular de la
de las ~e~sonas _Y, de ese modo, excluir la expresión «derechos humanos», como especie si no hubiera otros, y si no se hallara con ellos en una determinada rela-
en los u~~m1;os ti~pos ~e ha propuesto? ~l fundamento de esta propuesta se ex- ción de parentesco. Entre los seres vivos superiores esa relación es también se-
presa as_1. S1 la racionalidad y la autoconciencia son las cualidades por cuya vir- xual. La comunidad de la especie es también comunidad de reproducción. En re-
tud designamos a algunos seres como personas, no es razonable denominar lación con eso la semejanza fenotípica es secundaria.
«personas», Y acogerlos como tales, a aquellos hombres que no dispo:ien de
~a - Esto vale también para los hcmbres. Todos los hombres están emparentados
entre sí, y lo están en mayor medida de lo que permiten suponer los hallazgos pa-
Respecto ~e las especies naturales esta objeción es nominalista. E: argu- leontólogicos. Según los hallazgos de la genética los hombres actuales son todos
mento _acepta, c1erta1?ente, que predicados como «autoconsciente» y «ra~ional» descendiedes de una :nujer, que vivió hace unos 200.000 años. ¿Significa esto
son ~mversales, y ex1?e que el concepto persona tenga un significado igualmen-
algo para nuestros intereses? ¿No se trata de un hecho puramente biológico, sin
te umversaL..Lo que mega la objeción, sin embargo, es que hay¡:_ algo así como un
relevancia para el problema del estatuto personal de todo hombre?
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Esta separación de lo biológico y lo personal desconoce que el se:- de las 2. El reconocimiento de la persona no puede ser la reacción a la posesión de
personas consiste en la vida de los hombres. Las relaciones y funciones biológi- cualidades específicamente personales, puesto que estas cualidades se presentan,
cas fundamentales no son en el hombre algo apersonal, sino relaciones y funcio- el niño experimenta la entrega que brindamos a las personas. Para hacer que sea
nes ~specí~camente personales. Comer y beber son actos personales, actus hu- posible una reciprocidad personal elemental, se presenta en la madre una cierta
manz, no solo actus hominis, como decían los escolásticos 2. Están incluidos en regresión, espontánea, pero no involuntaria, gracias a la cual es capaz de situarse
rituales, forman el medio de muchas formas de vida comunitaria, están en el cen- en el mismo nivel del niño. La madre, o quien ocupe su lugar, trata desde el prin-
tro de muchos actos de culto. Lo mismo se puede decir de las relaciones sexua- cipio al niño como una persona igual que ella, no como un objeto que se puede
les. También aquí la función biológica se integra en un contexto personal, a me- manipular o como un organismo vivo que se puede condicionar. Enseña a su hijo
nudo_ como la más alta forma de expresión de una relación persoml. Las a hablar no sólo hablándole, cuando está presente, de algo que tiene delante de
relac10nes de parentesco de las madres y los pades con los hijos y las hijas, de sí, sino también hablándole a él. Se ha intentado inútilmente enseñar a hablar a
los ª?ue,lo~ y tío~, de los ~ermanos y fos parientes más lejanos, no son meros da- hijos de padres sordomudos mediante videoprogramas. Entender las palabras, es
tos biologicos, _smo relaciones ~ersonales típicas, relaciones que, por lo general, decir, concebirlas como palabras es algo que no se puede enseñar. No se puede
duran toda la vida. La personalidad del hombre no es algo má~ allá de su anima- explicar lo que significa que «algo signifique algo». Entender el símbolo es algo
lidad. La animalidad humana no es mera animalidad sino el medio de realiza- que precede a toda expEcación. Tenemos que admitir contrafácticamente este su-
ción de l_a persona. Y ~as relaciones de proximidad~ lejanía que mantiene el puesto, como cuando hablamos con un lactante, para que sea superado fáctica-
hombre tienen relevancia personal, es decir, ética. m.ente. En esta situación la madre no tiene conciencia de simular nada, o sea, de
hacer como si viera algo delante de ella que en realidad quiere provocar en ese
. En el desconocimiento de este hecho se apoya la opinión de ciertos utilita- momento. Jamás tenemos conciencia de que hacemos a las personas. El ser per-
nstas extre~o~, como Pete:- Singer, según el cual habría que excluir las relacio-
sonal es, más bien, ser origen en sentido eminente del propio existir y sustraído
n~s. de pro~imidad fundamentadas en el parentesco como criterio moral para de- a cualquier forma de pmducción desde fuera. Eso significa que, para que el niño
cidII a que hombres se debería ayudar en caso de escasez de recursos 3• En la crezca psíquicamente sano, la relación de la madre con su hijo debe y tiene que
misma lógica se apoya su crítica de privilegiar al hombre como hombre, para la ser auténtica. Así pues, si fuera verdadera la teoría de que las personas nacen gra-
que emplea el santo y seña de «especismo». Los miembros de la especie horno
cias a que se las acepta, habría que procurar que aquellos de quienes debe partir
sapiens sapiens no son sólo ejemplares de una especie. Además son parientes y la aceptación no supieran nada de esta teoría, pues, de otro modo, peligraría la
se hallan desde el principio en una recíproca relación personal. «Humanidad» no autenticidad y espontaneidad de la aceptación.
e~, co1:Ilo «a,nimalidad», tan sólo un concepto abstracto para designar un género,
smo srmultaneamente el ncmbre de una concreta comunidad personal, a la que Contra todo esto se podría objetar que es sólo un argumento pragmático. La
no se pertenece por poseer determinadas cualidades constatables fácticamente :ilosofia supone la ruptura con la actitud natural.
sino por mantener una vinculación genealógica con la «familia humana». Toda~ Pero la ruptura con la actitud natural sólo es inofensiva cuando, gracias a
vía e~ Kant «humanidad» significa ambas cosas: h familia del hombre y lo que ella, se abre un nuevo nivel de la teoría previamente desconocido, un «metani-
convie~e al hombre en persona: «la hu:nanidad en tu persona y en la persona de vel», cuya conquista no modifica en ningún caso lo que ocurre y ha ocurrido en
cualqmer otro ... ». Para pertenecer a la familia humana no importan las cualida- la actitud natural. La teoría de la persona, de la que aquí nos ocupamos, no es fe-
des emJ?íricas. O bien esta familia es, desde el principio, una comunidad perso- nomenológico-filosófica, sino una teoría práctica que quiere cambiar directa-
nal, o bien el concepto de persona como un «alguien» por derecho propio no se mente la praxis. No reflexiona sobre la actitud natural de la espontaneidad y cre-
d~s~u~re en absoluto o se olvida. En la Roma pagana el padre tenía dereck> a de- atividad supuestamente ocultas de la aceptación, sino que describe el acto de
~idII si reconocía a un hijo recién nacido el estatuto jurídico de hijo propio, y con aceptación falso y quiere enseñar q_ue se puede entender de otro modo y que se
el el estatuto de hombre. Pero este hecho pone de manifiesto exclusivamente que tiene que practicar de otro modo a como se hace habitualmente. Esta teoría sigue
los romanos no habían descubierto la comunidad personal, y que nadie debe sus moviéndose, pues, en el terreno de la actitud natural y quiere hacer que desapa-
d~rechos a otros, sino que los tienesuijuris, lo cual sólo puede significar que es rezca en su propio terreno.
miembro nato de la comunidad personal.
Podemos resumir nuestra objeción como sigue: No existe un tránsito paula-
tino desde «algo» a «alguien». Solamente porque no tratamos a los hombres,
2. Cfr. TOMÁS DE AQUINO, S. TiI. l-H, l, 3 e; l 7, 4.
desde el principio, como algo, sino como alguien, la mayoría de ellos desarrollan
3. P. S!NGER, op. cit. las cualidaées que justifican posteriormente este trato.

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. 3. P~dem?s, ci~rtamente, alcanzar una certeza indudable sobre la existencia


de mtenc10nahdad s1emp~e que entramos en ccmunicación personal inmediata. como algo distinto de una silla, sino justamente como una silla defectuosa, al
Pero no podemos ?ete~ar co~ igu~l certidumbre cuándo no existe. Se puede hombre que no es capaz de manifestaciones personales, o sea, de manifestaciones
mostrar q~e la atn~uc1?n de rac10nahdad, o sea, la interpretación de la acción de intencionalidad, lo consideramos como enfermo que precisa ayuda. Buscamos
como ac_c1on, entrana siempre un elemento de valoración 4. Suponer que alguien el medio de curarlo, si podemos, o sea, buscamos medios que ayuden a su «natu-
obra rac1ona~ente, o sea, que obra sin más, significa estar de acuerdo con algu- raleza» y le permitan ocupar el lugar en la comunidad personal reservado para él
nas de las. opm10nes_ que se le suponen. Sólo podemos conocer la intencionalidad hasta su muerte. Los enfermos mentales no coinciden, como los animales, con su
de las ac~10nes grac1~s a su racionalidad, total o parcial. Pen es posible de hecho naturaleza, con su esencia. También ellos tienen una naturaleza. Pero como su na-
que ª!gu1en ~bre rac10nalmente sin que el observador pueda percibirlo. Puede turaleza está enferma, lo está tarr.bién el tenerla. No sabemos qué significa ser un
ocun:ir, por e3empl~, que sus actitudes proposicionales -ms hipótesü sobre lo hombre así. No conocemos su modus essendi. Tampoco sabemos qué significa
que tiene que ocurnr para que se produzca un e=ecto deseado- sean todas erró- ser un muciélago. Pero percibinos inmediatamente que los disminuidos no es-
ne~s. En este caso no podemos saber en absoluto qué efecto quiere alcanzar ni si tán reintegrados en el reino animal. En tiempos arcaicos estas personas eran ve-
qmere alcanzar algún efecto. Pero, ¡::ese a todo, puede habe: obrado intencional- neradas como seres numinosos, porque no existía ninguna otra categoría que pu-
1;1ente. Responsabilidad y conciencia de las acciones son dos cosas, como ha se- diera orientar el trato con ellos. En nuestro trato con ellos se revela si tenemos un
nalado Scheler, que ~eb~ separarse claramente5. Es posible que no identifique- acceso adecuado a lo que significa persona. La existencia de estos seres es la más
mo~ en absoluto el s1gmí1cado _que u1:1 Ioco da a una acción, y, en consecuencia, dura de la humanidad. Son hombres. Son seres de una especie cuya naturaleza
no_i~putarle el resultado. Sus mtenc1ones prácticas y teóricas sus propósitos y exige ser «tenida», no solamente «sern. El hombre, en tanto que ser que tiene su
opimones sobre la constimción del mundo, son 1ales que no podemos derivar los naturaleza, es siempre un misterio. Nunca es simplemente la suma de sus predi-
unos de l~~ otr~s. Pero precisamente por eso tal vez tenga su propia racionalidad cados. En casos de afasia no tenemos acceso a su pensamiento. Si además no es
de la accion, e mcluso sea capaz de distinguir claramente el bien del mal y sea capaz de :noverse, no hay indicios de una vida interior intencional. Y, sin embar-
responsable -no ante los hombres, pero sí ante Dios- del mismo modo ~ue los go, suponemos el resto de su existencia. No sabemos qué es lo que tenemos que
hombres «razonables». suponer en el caso de los disminuidos psíquicos. Pero como lo propio de la natu-
raleza humana es ser tenida de modo personal, no tenemos ninguna razón para
4. ¿Pero qué pasa con aquellos hombres disminuidos psíquicos que no son
considerarla de otro modo cuando está gravemente deformada.
capaces de coordenar movimientos, o con los lactantes, que no lo son todavía?
¿T~nemos ~lgun fundamento razonable para co::isideralos y tratarlos como «al- Podemos hacer fácilmente la contraprueba. Imaginémonos a un ser engen-
guien», actitudes qu~ entr~~ _más esfuerzo y sacrificios que disponer de ellos drado por seres humanos, pero muy distinto de los demás hombres. Imaginémo-
des~e u_n punto de v~sta utihtansta? El estar dispuesto prim,:¡, facie a semejantes nos que su comportamiento no diera indicios de intencionalidad teórica y práctica,
~acnfic1os es denommado por Peter Singer «especiesismo», es decir, parcialidad independientes entre sí. E imaginémonos, finalmente, que este ser nos pareciera
mfun?ada por los seres que pertenecen de forma puramente biológica a nuestra completamente sano. Se movería normalmente en el mundo, sería un animal
especie. equipado con los instintos necesarios para la supervivencia, cuya falta es uno de
los signos característicos del hombre. No precisaría ayuda extraña para sobrevi-
. , Considere:n?s prime~amente el problema de los disminuidos psíquicos.
l. Como los perc1bnnos? ¿Como _c~sas? ¿ Cómo animales de lllla especie peculiar?. vir. No tendería a comunicarse con los demás hombres, y tampoco sería capaz de
~a verdad es que no; Los percibimos como enfermos. Si no fueran «élguien», hacerlo. Un ser así, al que no percibimos como enfermo, tendría que parecernos
s~n~ una cosa, tendrían que poseer una normalidad específica, un modo de ser un animal de una especie nueva desconocida hasta ahora. No sería persona. No
distinto del m~do ~e ~er de las personas, un «nicho ecológico» propio er. el mun- pertenecería a la humanidad. Los disminuidos pertenecen a ella como seres que,
do. Pero ~os d1smmmdos,_con los que no podemos entrar en comunicación per- en la comunidad universal de personas, son sólo receptores de beneficios físicos
sonal reciproc~, son considerados inevitablemente por nosotros como seres no y psíquicos, sin ser capaces de reconocerlo ni de percibir todo lo que deriva de
«normales», smo enfermos. Así como no consideramos una silla defectuosa ello.
La verdad es que dan más de lo que reciben. Lo que reciben son ayudas en
el plano vital. Pero el que la parte sana de la humanidad dé estas ayudas tiene
para ella una significación más fundamental. Permite que luzca el sentido más
4. D. DAVIDSON, Essays on Actio~ an~ Eve.1ts, Oxford 1981), pp. 83 y ss.
5. Cfr. M. SCHELER, Der Formahsmus in der Ethik zmd die rzateriale Wertelhik, ed.Cl·t., p.,'-78 .
profundo de una comunidad penonal. El amor a un hombre, o su aceptación, va
dirigido, como hemos visto, a éL no a sus cualidades. Ciertamente sólo lo perci-
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bimos a través de sus cualidades. Especialmente el amor de amistad o el amor desde luego, sentido. Los actos intencionales pueden emerger de la conciencia y
erótico no surgiría sin que el amante tuviera es-:Jeciales cmJidades. Ur: deficiente adoptar poco a poco la estructura proposicional por virtud de la cual se convier-
~e
mental no las tiene., El ~ue en la comunida~ acogida de la humanidad lo que ten más tarde en unidades atómicas distintas. Siempre que se habla de intencio-
nalidad potencial, suponemos a personas reales.
v~;daderam~nte est~ ~nJuego es el reconocmuento de la identidad, no la aprecia-
c10n de cualidades utiles o agradables, se aprecia con claridad en el trato con los 6. El reconocimiento del ser personal es el reconocimiento de una demanda
que no las tienen en absoluto. Ellos suscitan lo mejor del hombre, el verdadero absoluta. La incondicionalidad de la demanda sería ilusoria si, siendo incondi-
funda~ento del respeto a sí mismo. Lo que de este modo, aceptándolos, dan a la cionada como tal, su existencia efectiva dependiera de condiciones empíricas,
humamdad es más que lo que ellos reciben. que son siempre hipotéticas.
, 5. En relación c?n los niñ?s, el argumento del nominalismo dice que son En contextos teóricos ocurre esto efectivamente. Hay proposiciones que, si
solo persona~ potenciales. Precisan ser cooptados por la comunidad de acogida son verdaderas, lo son lógicamente, o sea, necesariamente. Todas las proposicio-
para .convertirse en penonas. A una parte del argumento he respondido ya: la nes de la aritmética son así. Pero determinar si una proposición pertenece al gru-
acogida supone al ser al que hay que acoger. De algo no de1iene alguien. Si el ser po de las proposiciones necesariamente verdaderas puede ser discutible.
persona fuera un estado, podría surgir poco a poco. Pero si persona es alguien No ocurre lo mismo en el caso de las proposiciones prácticas. No pueden
que pasa por diferentes estados, entonces los SLpone todos. No es el resultado de ser apodícticas, su apodicticidad es incierta. Siempre es posible conocer un con-
un cambio, sino ~e una generación, como la substancia según Aristóteles. La per- creto deber moral. Si no lo podemos conocer con seguridad, tampoco puede obli-
sona es substancia porque es el modo como es el hombre. No comienza a existir gar en concreto, es decir, aquí y ahora. En situaciones de incertidumbre objetiva
después del hombre ni se extingue antes que él. El hombre comienza a decir tiene que haber reglas para tratar con ella que no sean asimismo inciertas. «La
«yo» tras ~ largo periodo de tiempo. Pero aquel al que se refiere con «yo» no es moral provisional» de Descartes es un compendio de tales reglas. La obligación
un «yo», smo precisamente el homcre que dice «yo». Nosotros decimcs «nací tal de reconocer incondicionalmente a las personas sería, como hemos dicho, iluso-
Y tal día», e_ i,ncluso «fui engendrado t~} y tal día», aunque el ser que fue engen- ria si fuera arbitrario reconocer <;_ue un hombre determinado es una persona, bien
drado o nac_io en e~ momento en cuestion no decía en ese instante «yo►>. Pero no porque la aceptación de los criterios del ser personal fuera controvertida, bien
por eso decrmos, sm embargo, «aquel día nació algo de lo que procedo yo». Ese porque existieran dudas de que, en un momento determinado, se han cumplido
ser era yo. El ser personal no es res-.iltado de un desarrollo. sino la estructura ca- los criterios. La palabra «incondicionalidad» sería una mera fac;on de parler.
ract~rística de un desarrollo. Como las personas no son absorbidas por sus res- Pero no es verdad en modo alguno que exista primero la regla general de
pectivos estados actuales, pueden entender su propio desarrollo como desarrollo respetar incondicionahnente a las personas, luego una aplicación de esta regla a
Y a sí mismos como una unidad a través del tienpo. Esta unidad es la persona. los casos individuales, una aplicación que puede ser dudosa siempre. La deman-
Hablar de 1:e~sonas potenciale:; carece asimismo de s-:mtido porque el con- da de las personas de respeto incondicionado se percibe, más bien, en principio
cepto de potenc~a!idad solo puede surgir suponiendo el ser personal. Las perso- y fundamentalmente, como demanda que procede de una persona determinada o
nas son la condición ti:asce~d_ental de p~sibiliéades. Llamar posible a algo que de varias personas determinadas. La percepción de la demanda como incondicio-
reahnente n~ lo es ha sido cnticado repetidamente desde los megáricos. A lo me- nal coincide con la convicción de que éste es un caso de incondicionalidad. La
r~ente posible le f~lta, al parecer, una condici6n para ser :-eal. Pero, en esa me- incondiconalidad del «no matad.s» parte en cado caso de un determinado rostro
dida es, Justamente, nnposible. Algo es posible cuando se dan todas las condicio- humano. Que no debo matar ni a éste ni a aquél ni a aquel otro es más cierto que
nes. Pero, en ese caso, también es real. la prohibición de no matar a nadie. La persona no es un concepto específico, sino
. Contra ~sta argumentación hay sólo un ccntraejemplo: la conciencia de la el modo como son los individuos de la especie «hombre». Son de tal manera que
hberta~·:º solo tengo de hecho la libertad de hacer algo si me es posible asimis-
mo omitirlo. Lo que esto significa sólo se puede definir circularmente, es decir
cada uno de ellos ocupa un lugar irrepetible en la comunidad de personas que lla-
mamos {{humanidad», y sólo como titulares de ese lugar son percibidos como
apelando de nuevo a la concie_n~i~ de la libertad. Pero aquello cuyo concepto s~ personas por alguien que ocupa asimismo un lugar semejante. Si hacemos de-
encuentra en la base de la posibilidad como condición suya no puede ser pensa- pender la concesión del lugar del previo cumplimiento de determinadas propie-
do como mera poten~ialidad. Las personas son o no son. Pero si son, 30n siem- dades cualitativas, destruimos la incondicionalidad de la demanda. Quien ocupa
pre ~ctuale~, semper m ac!u. Son, como la substancia aristo1élica,proteenergeia, ese lugar lo ocupa como miembro engendrado, no cooptado, de la humanidad.
reah?ad pnmera que encierra en sí la posibilidad de diferentes actualizaciones Los derechos humanos no son prestados ni concedidos, sino exigidos con igual
ultenores. Hablar de intencionalidad posible y de intencionalidad naciente tiene derecho por todos. <,Por todos» significa: al menos por todos los hombres. Los
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PUBLICACION ES DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y
LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA
derechos de la persona sólo son derechos incondicionados si no se hacen depen-
der del cumplimiento de ciertas condiciones cualitativas sobre cuya existencia
deciden aquellos que ya son miembros de la comunidad jurídica. La humanidad COLECCIÓN FILOSÓFICA
no puede ser una comunidad jurídica como closed shop, pues de serlo así hasta
la proposición pacta sunt servanda valdría sólo respecto de aquellos que son re- 1. LEONARDO Pow: Evidencia y realidad en Descartes (2.º ed.).
2. KLAUS M. BECKER: Zur Aporie der geschichtlichen Wahrheit (agotado).
conocidos por la mayoría como sujetos de derecho. 3. JOAQUÍN FERRER ARELLA'JO: Filosofía de las relaciones jurídicas (La relación en sí misma, las
Para la condición de ser personal sólo puede y debe haber un criterio: la per- relaciones sociales, las relaciones de Derecho) (agotado).
tenencia biológica al género humano 6 • De ahí que tampoco se pueda separar el 4. FREDERIK D. WILHELMSEN: El problema de la trascendencia en la metafísica actual (agotado).
5. LEONARDO PoLO: El Acceso al ser (agotado).
comienzo y el fin de la existencia de la persona del comienzo y el fin de la vida 6. JOSÉ MIGUEL PERO-SANZ ELORZ: El c'Jnocimiento por connaturalidad (La afectividad en la
humana. Si existe «alguien», existe desde que existe un organismo humano indi- gnoseolog:a tomista) (agotado).
vidual, y seguirá existiendo mientras el organismo esté vivo. El ser de la persona 7. LEONARDO PoLO: El ser (Tomo!: La existencia extramental) (2.º ed.).
es la vida de un hombre. Por eso no tiene sentidc decir, por ejemplo, que la muer- 8. WOLFGANG STROBL: La ;ealidad científica y su crítica filosófica (agotado).
te cerebral acaso no sea la muerte del hombre, pero sí la de la persona, pues la 9. JUAN CRUZ: Filosofía de la Estructura [2." ed.) (agotado).
10. JESÚS GARCÍA LóPEZ: Dcctrina de Sama Tomás sobre la verdad (agotado).
persona es el hombre, ne una cualidad del hombre. Por eso no puede la persona 11. HEINRICH BECK: El ser como acto.
morir antes que el hombre. De ahí que sean competentes en el problema acerca 12. JAMES G. CoLBERT, JR.: La evolución de la lógica simbólica y sus implicaciones filosóficas
del comienzo y el fin de la persona aquellos que son compe1entes en el problema (agotado).
del comienzo y el fin biológicos de la vida humma. 13. FRITZ JOACHIM VON R1NTELEN: Values i.1 European Thought (agotado).
14. ANTONIO L1v1: Etienne Cilson: Filosof,a cristiana e idea del límite crítico (prólogo de Etienne
Los derechos de la persona son derechos del hombre, y si en el universo hu- Gilson) (agotado).
biera otras especies naturales de vivientes que poseyeran una interioridad capaz 15. AGUSTÍN RIERA MATUTE: La articulación del conocimiento sensible (agotado).
de sentir y cuyos ejemplares maduros dispusierm comúnmente de racionalidad 16. JORGE YAF.CE: La comunicación personal (Análisis de una teoría existencial de la intersubjeti-
vidad) (agotado).
y autoconcienci a, deberíamos reconocer como personas a :odos los ejemplares 17. J. Luis FEltNÁNDEZ RODRÍGUEZ: El en!€ de razón en Francisco de Arauja (agotado).
de esta especie, no sólo a los que dispusieran de esas cualidades, o sea, por ejem- 18. ALEJANDRO LLANO CIFUINTES: Fenómeno y trascendencia en Kant (agotado).
plo, pongamos por caso, a todos los delfines. 19. EMILIO DíAz ESTÉVEZ: E' teorema de Godel (Exposición y crítica) (agotado).
20. AUTORES VARIOS: « Veritas et sapientiaJ). En el VII centenario de Santo Tomás de Aquino.
21. IGNACIO FALGUERAS SALINAS: La «res cogitans» en Espinosa (agotado).
22. JESÚS GARCÍA LóPEZ: El conocimiento de Dios en Descartes (agotado).
23. JESÚS GARCÍA LóPEZ: Esrudios de metc;fisica tomista (agotado).
24. WOLFGANG Roo: La filosofía dialéctica moderna (agotado).
25. JUAN JosÉ SANGUINETI: La filosofía de la ciencia según Santo Tomás (agotado).
26. FANNIE A. SIMONPIETRI \1ONEFELDT: Lo individual y sus relaciones internas en Alfred North
Whitehead.
27. JACINTO CHOZA: Concier.cia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche, Freud) (2." ed.).
28. CORNELIO FABRO: Percepción y pensamiento.
29. ETIENNE GILSON: El tomismo (2." ed.).
30. RAFAEL ALVIRA: La noción de finalidad (agotado).
31. ÁNGEL LUIS GONZÁLEZ: Ser y Participación (Estudio sobre la cuarta vía de Tomás de Aquino)
(2." ed.).
32. ETIENNE G1LSON: El ser J los filósofos '.3." ed.).
33. RAÚL ECHI\URI: El pensamiento de Etienne Gilson (agotado).
34. LUIS CLAVELL: El nombr<J propio de Dios, según Santo Tomás de Aquino (agotado).
35. C. FABRO, F. ÜCÁRIZ, C. VANSTEENKIS1E, A. L1v1: Tomás de Aquino, también hoy (2." ed.).
36. MARÍA JOSÉ PINTO CANTISTA: Sentido y ser en Merleau-Ponty (agotado).
37. JUAN CRUZ CRUZ: Hombre e historia er. Vico. (La barbarie de la reflexión. Idea de la historia en
6. Cfr. D. WIG!NS, Samene,s and Substance, Oxford l 98C, p. l 88: «Una ¡:ersona es cuakuier animal Vico. Editado en la Colección NT) (agotado).
tal que la estructura física de cuya especie constituye a los miembros típicos de la misma como seres inteli- 38. TOMÁS MELENDO: Ontología de los opuestos (agotado).
gentes y pensantes con razón y refl.exión, y que les permite considerarse típicamente a sí mismos como sien- 39. JUAN CRUZ CRUZ: Intelecto y razón. Las coordenadas del pensamiento clásico (agotado).
do las mismas cosas pensantes en diferentes tiempos y lugares».
40. JORGE VICENTE ARREGUI: Acción y senrido en Wittgenstein (agotado).
41. LEONARDC PoLO: Curso de teoría del conocimiento (Tomo 1) (2.3 ed.).
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