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Voces: EJECUCION DE ALIMENTOS ~ CESION DE DERECHOS HEREDITARIOS ~ SUCESION ~

ALIMENTOS ~ DEUDA DEL HEREDERO ~ CAUSAHABIENTE ~ SUBASTA


Título: Sucesión: Subasta de derechos y acciones
Autores: Valdés Naveiro, Guillermo R.
Publicado en: LA LEY 13/08/2009, 4
Fallo comentado: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala G (CNCiv)(SalaG) ~ 2008-06-11 ~ A., C. P. c. K., D.

El precedente motivo de este comentario, emanado de la Sala G de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo


Civil, se adentra en el controvertido tema de la subasta judicial de derechos y acciones hereditarias de un
deudor, encauzando el decisorio en el marco de la normativa vigente en el país.
El caso revela que en un proceso de ejecución de alimentos, la acreedora solicitó la venta en pública subasta
de los derechos que el deudor era titular en la sucesión de su progenitor, disponiendo la magistrada que se
inscribiera previamente la declaratoria de herederos a nombre del ejecutado; frente al recurso de reposición que
interpusiera la ejecutante, advirtió que aquella petición involucraba el remate de la parte alícuota del heredero,
por lo que encontrándose tales derechos en un estado de indivisión hereditaria, resolvió que no era procedente la
subasta requerida, debiendo la accionante ejercer la acción oblicua para obtener la partición del acervo, y tras
quedar individualizados los bienes adjudicados al deudor, promover su ejecución.
El fallo que abrió camino a la postura negatoria para acceder a la ejecución de los derechos hereditarios,
"Landin c. Landin", fue dictado por el juez civil Felipe Arana el 9 de diciembre de 1899 y confirmada por la
Cámara Civil en mayo de 1900.
El "leading case" fue reiterado en sentencias posteriores a lo largo del siglo pasado, y receptado por parte de
la doctrina.
El fundamento negatorio al ejercicio de dicha acción se enmarca en la inexistencia del valor económico del
derecho que se remata y en el hecho de ser la medida precautoria de alcance limitado.
Tal corriente de opinión sostiene que mientras el derecho hereditario del deudor no esté definido y
materializado en la partición, no hay base económica para establecer su valor; no se sabe a cuanto asciende la
herencia hasta que no se cancelen todas las deudas del causante y se adjudique el remanente. Tal situación
determina por sí que el contenido del derecho transmitido por causa de muerte sea incierto en su aspecto
económico hasta la conclusión de la partición, lo que impide sea subastado, ante la posibilidad de que se pague
por él un precio vil.
Entienden quienes así piensan que el embargo de los derechos y acciones hereditarios no produce otro efecto
más que el de autorizar al acreedor a ejercer subrogatoriamente derechos en nombre del deudor; pedir la
partición y obtener la adjudicación de los bienes del heredero subrogado. Recién concluida tal etapa, podrán
ejecutarse dichos bienes individualizados, y con su producido cobrar su crédito; mientras ello no ocurra el
embargo impide la despatrimonialización del deudor cumpliendo así su objetivo cautelar.
Han convalidado tal solución Ramiro Podetti, Enrique Díaz de Guijarro, Salvador Fornieles y Guillermo A.
Borda.
Otros calificados autores han sostenido la viabilidad de subastar los derechos y acciones hereditarios de un
deudor.
Ferrer sostiene que estando previstas por el Código Civil, tanto la ejecución directa de los derechos y
acciones hereditarios, como su ejecución indirecta a través del ejercicio previo de la acción oblicua, no cabe
borrar de la ley la primera y decidirse arbitrariamente por la segunda, pues en ese tema el Código ha previsto
dos vías distintas para llegar al mismo objetivo de satisfacer el derecho del acreedor. (1)
Colmo, refiriéndose a los derechos y acciones hereditarios, sostuvo que "cederlos es venderlos, y la venta no
deja de ser tal porque se realice en privado o en remate. Es decisivo. No hay razón alguna que se oponga.", por
lo que concluyó aceptando la venta forzosa de los derechos y acciones hereditarios. (2)
Fornieles, enrolado en la posición negatoria, ha puntualizado que nuestro codificador conocía la posición de
la doctrina frente a la norma del Código Civil Francés que prohibía la venta de la parte indivisa de un
coheredero en los inmuebles de la sucesión antes de la partición y a petición de sus acreedores personales; y
conociéndola no la incluyó como prohibición concreta en el capítulo de la indivisión hereditaria con relación a
los bienes ut singuli del acervo, de la universalidad o de la parte alícuota de dicha universalidad (3). Esta
omisión de nuestro codificador debe ser interpretada que su voluntad no fue prohibir tal acción por parte de los
acreedores del heredero, conclusión que resulta, a nuestro entender, dirimente en la toma de posición del tema
sub examen.
En un anterior estudio sobre el tópico, hemos señalado que no habiendo regla legal específica que impida la
ejecución de los derechos y acciones hereditarios del deudor, el acreedor del mismo se encuentra posibilitado
por el ordenamiento para proceder en tal sentido, remarcando que para brindar seguridad jurídica en orden a

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dicha interpretación, el legislador deberá sancionar una regla específica que consagre tal derecho, para erradicar
la falaz interpretación que se hizo a partir del leading case. (4)
La cesión de derechos hereditarios es posible por expresa disposición legal (art. 1444 del Cód. Civil); por
ello es factible su venta en subasta judicial, al resultar aplicable lo previsto en la regla del art. 1435 abarcativa
de diversos modos de transferencia: remate, dación en pago, adjudicación por ejecución de sentencia o venta. O
dicho de manera más simple: si el heredero puede ceder sus derechos hereditarios, también puede ser compelido
a transmitir de manera compulsiva (venta forzada) dichos derechos, puesto que la razón del legislador es la
misma para ambas hipótesis de disposición de derechos.
En aquel estudio, advertimos que la solución negativa, en tanto considera que el acreedor del heredero sólo
puede ser autorizado a ejercer subrogatoriamente los derechos de su deudor, pedir la partición de la masa y
obtener la adjudicación de los bienes del heredero, para luego recién poder ejecutarlos, en la realidad
desnaturaliza la facultad del acreedor de obtener la satisfacción de su crédito a través de la ejecución respectiva,
puesto que aquella solución lo obliga a sortear innumerables dificultades de orden procesal y fáctico, dado que
ninguna vinculación posee con el causante o con el resto de los coherederos, si los hay, con el consiguiente
anticipo de gastos que debe afrontar en nombre de su deudor para concretar tales actos. La desnaturalización del
procedimiento se consuma al considerar el prolongado tiempo que obligadamente deberá esperar para iniciar la
ejecución propiamente dicha, lapso que el propio heredero deudor no está obligado a respetar en el evento de
querer ceder tales derechos a su propio acreedor o a un tercero.
Indicamos también que el acreedor carece de toda acción que pueda remover la conducta de connivencia del
coheredero deudor con sus restantes coherederos, que tenga por meta dilatar o entorpecer, bajo una apariencia
de controversia de intereses legítimos, la aprobación de la cuenta particionaria, concluyendo en dicho estudio
que desde una perspectiva de justicia, ello es inequitativo y consagra un hito de inseguridad jurídica.
Los magistrados de la Sala G encuentran incólumes los principios jurídicos de que el patrimonio configura
la garantía por las deudas de su titular, cualquiera sean los derechos actuales o futuros que los compongan y que
dichos derechos, son transmisibles.
El fallo ha advertido que la solución adoptada por el magistrado de primera instancia de que la actora en la
ejecución de alimentos, para poder percibir su crédito, debería transitar por el proceso universal realizando la
partición, con la adjudicación de un bien al deudor y luego promover su ejecución, como criterio legal no
impide ni neutraliza la alternativa de la ejecución directa mediante la subasta de acciones y derechos
hereditarios, desde que la ley no lo prohíbe, adoptando así una posición que consagra lo que no está vedado y
permite, en el menor tiempo posible, concretar el derecho creditorio que posee el acreedor frente al deudor
moroso.
El decisorio ha demostrado que el acreedor de un coheredero está facultado por el ordenamiento civil para
ejercer a través de la vía oblicua las acciones de su deudor, a fin de poner en cabeza del mismo un bien
integrante del acervo y posteriormente ejecutarlo conforme las normas rituales ordinarias, o bien proceder
ejecutivamente contra los derechos y acciones hereditarias en estado de indivisión, en la parte alícuota que
corresponda al deudor.
La alzada omitió hacer referencia a la directiva de Vélez en materia alimentaria, pero en su sentencia
consagró la idea del codificador, quien expuso como regla procesal en el Código de fondo, que lo atinente a
alimentos debía tramitarse por el procedimiento más breve posible (art. 375), solución ésta que fuera
desatendida en el decisorio de primera instancia, puesto que obligar a la alimentada a agotar el proceso
sucesorio donde el deudor es heredero, hasta obtener la inscripción de la partición, desnaturaliza el carácter de
inmediatez y urgencia que conlleva la prestación alimentaria.
Se levanta así, en el fallo comentado, una nueva voz que señala con exactitud las posibles soluciones que
otorga el ordenamiento de fondo en esta materia, demostrando la carencia de razones legales de la doctrina que
negó la posibilidad de ejecutar tales derechos hereditarios.
El precedente analizado merece nuestra adhesión por su inocultable valía, en cuanto recepta un principio
inmerso en la normativa civil, que evita la dilación en el cumplimiento de las obligaciones por parte del deudor,
por lo que cabe esperar que marque el surco de decisiones que consagren tal correcta interpretación en pos de
recuperar el tan olvidado principio de seguridad jurídica.

Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723


(1) Ferrer, Francisco A. M., Los acreedores del heredero y la sucesión, Buenos Aires, Abeledo-Perrot,
1992, p. 185.
(2) Colmo, Alfredo, De las obligaciones en general, Buenos Aires, Librería J. Menéndez, 1920, núm. 1089,

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p. 733.
(3) Fornieles, Salvador, Tratado de las Sucesiones, cuarta edición, Tip. Ed. Arg. S.A., núm. 372, p. 452.
(4) Valdés Naveiro, Guillermo R., "Derechos hereditarios: venta forzada", ED, 176-881.

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