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DOMINANDO

EL CAMPO
DE MINAS

John S. Potts
Editado por Charlene A. Potts

i
Reservados todos los derechos. Ninguna
parte de este libro puede ser reproducida o
transmitida en cualquier forma o por cualquier
medio, electrónico o mecánico, incluyendo foto-
copias, grabaciones o por cualquier sistema de
almacenamiento y recuperación de información,
sin el permiso por escrito de John S. Potts.

Copyright © 2021
John S. Potts

ii
Dedicación

Le dedico este libro a mi esposa Charlene, la


persona más importante de mi vida, quien ha sido
mi compañera en las buenas y en las malas du-
rante 53 años.
Gracias a ella por su aliento, apoyo y espe-
cialmente por la cuidadosa edición de ella para
hacer que este libro seria listo para imprimir.

iii
GRACIAS

Puede ser cierto que todos tienen una historia,


pero no todos han tenido el privilegio de sentarse
con cada uno de los que se enumeran a contin-
uación para plasmar su historia en papel. Gracias
a todos por darme esa oportunidad.
Gracias a:
Anna Purvis Capítulo 1
Aaron Wolking Capítulo 2
Jim Hermanson Capítulo 3
Bill Chesrown Capítulo 4
Gerry Hoover Capítulo 5
Andrez Méndez Capítulo 6
Dana Reed Capítulo 7
Nancy Denhoed Capítulo 8
Ruth Patterson Capítulo 9
Jerry Durling Capítulo 10
Bob Hollingsworth Capítulo 11
Silvia Funes Matute Capítulo 12
Becky Mazurek Capítulo 13
Erik Valenzuela Capítulo 14

iv
Jim Hermanson Capítulo 15
Antoinette Starrett Capítulo 16
Charlene Potts Capítulo 17
Dan Lukshander Capítulo 18
Gregor Stewart Capítulo 19
Elvy Valenzuela Capítulo 20
Elin Torrez Capítulo 21
Jeff Turner Capítulo 22
Bob Hollingsworth Capítulo 23

v
TABLA DE CONTENIDO

Introducción 1
Parte 1. Su identidad 13
Capítulo 1 El campo de minas. 17
Capítulo 2 "¿Estoy nadando la pierna
del ancla?" 29
Capítulo 3 "Tendrá que trabajar para
conseguirlo”. 47
Capítulo 4 "¿Fumaste estas cosas David?" 63
Capítulo 5 "Pensaron que eras de la CIA". 73
Parte 2 Tu deber contigo mismo 89
Capítulo 6 “Imagínese el matrimonio con
alguien en quien no confías". 91
Capítulo 7 "¿A dónde nos llevas?" 103
Capítulo 8 "Tus hijos son tan inteligentes". 115
Capítulo 9 "Estoy aterrorizado". 127
Capítulo 10 "Ahí va mi beca". 139
Capítulo 11 "Quiero ser piloto de combate". 153
Capítulo 12 "Te prometo que nunca obtendré
borracho de nuevo." 167
Capítulo 13 "¡Apestas!" 175

vi
Capítulo 14 "Esto es lo que quiero hacer". 187
Capítulo 15 "Decididos a vivir". 195
Capítulo 16 "No hay tiempo para llorar.
¡Debemos correr!" 205
Parte 3 Tu deber para con los demás. 217
Capítulo 17 El Diluvio 219
Capítulo 18 “Hay 5000 tanques y 200.000
soldados soviéticos en nuestro país”. 228
Capítulo 19 “Hola Gregor. Mira lo que
tenemos”. 245
Capítulo 20 "Me duele la cabeza". 255
Capítulo 21 "Elin, ¿te gustaría ira a la escuela se-
cundaria? 261
Capítulo 22 “Abre la caja y vi el arma". 273
Capítulo 23 “No había forma de que pudiera
casarse”. 289
Capítulo 24 Desafío 299
Acerca del autor 303

vii
PREFACIO
Al profesor:
Este libro tiene como objetivo ayudarlo a es-
tablecer algunos principios básicos en la vida de
sus alumnos. Hoy más que nunca, es necesario
enseñar honestidad, trabajo duro, respeto, perse-
verancia, compromiso, competencia y mucho
más.
Cada capítulo tiene una historia o historias
para que sus alumnos lean y algunas preguntas
para responder.
Ya sea que esté enseñando en un salón de
clases, enseñando a sus hijos en casa o si un
padre o abuelo desea marcar la diferencia en una
vida joven, este libro es para usted. Simplemente
necesita ser diligente para que sus estudiantes
lean cada lección y respondan a las preguntas.
La buena noticia es que solo requiere de 10 a
15 minutos a la semana y muy poca preparación.
Leer y discutir las preguntas es suficiente, pero
es posible que desee sugerirles un proyecto o
algo más que refuerce su enseñanza.

viii
Cuando sus estudiantes lean las historias y
respondan a las preguntas, encontrará una trans-
formación asombrosa en su comportamiento y
actitud. Esto hará que su enseñanza sea mucho
más fácil.

ix
x
INTRODUCCIÓN
"Lo que el hombre realmente necesita no es
un estado sin tensión, sino más bien trabajar y
luchar por alguna meta que sea digna de él".
Viktor Frankl

Este libro no es un libro de texto, sino una


colección de historias de la vida real diseñadas
para mostrarle cómo manejar su vida dominando
el campo de minas. Caminar por un campo lleno
de minas explosivas es un ejemplo de los peli-
gros y desafíos a los que te enfrentarás y dónde
colocaras tus pies. Tu responsabilidad es domi-
nar este campo de minas para descubrir quién
eres y por qué estás aquí.
Espero que disfrute y aprendas de esta en-
señanza la cual está diseñado para que usted
seas exitoso, que puedas contribuir a la sociedad
y la persona que a todos les gustaría tener en su
equipo de fútbol o como su compañero en un
laboratorio de química.

1
Si estás en séptimo, octavo o noveno grado,
dejarás atrás la escuela primaria donde se es-
tructuró tu vida, hacia una vida que requiere
muchas opciones. Tienes la oportunidad de de-
cidir qué carrera elegir, si practicar un deporte,
ser animadora, aprender a tocar un instrumento,
estar en la banda o ser actor en una obra de
teatro entre muchas opciones. También encon-
trara amistades que pueden ayudar a su desar-
rollo.
Del otro lado pueden desviarte harías harías
del camino hacia la trampa de las drogas, la
pornografía, la depresión o mucho peor. Tu cam-
po de minas podría ser el alcoholismo, como
Jorge en el Capítulo 12, o casi perder tu beca
como Jerry en el Capítulo 10, o la tentación que
Gregor enfrenta en el Capítulo 19. Tendrás que
enfrentar tu campo de minas en la vida. Cómo lo
superes dependerá de ti, de cómo vivas y de
cómo pienses.
Cada capítulo tiene una historia real intere-
sante de alguien de tu edad o un adulto.

2
Hay tres partes en el libro.

Parte I. TU IDENTIDAD
Parte 2. LA BASE DE TU VIDA - TU DEBER
HACIA TI MISMO
Parte 3. LA BASE DE TU VIDA - TU DEBER
HACIA LOS DEMÁS

Estas partes están mejor ilustradas por James


Wesley Potts, mi bisabuelo, un hombre exitoso
que vivió estas cualidades y se convirtió en uno
de los fundadores de Los Ángeles. Aquí está
parte de su historia.

Nací en 1830 en Tennessee y lo que


sucedió después de mi cuarto cumpleaños
cambió para siempre la vida de mi familia.
Mi padre murió. Observé con horror
cómo mis hermanos cavaban una tumba y
lo colocaban en el suelo. ¡No, esto no
puede ser! Lloré y lloré toda la noche.
Nuestra familia se vio afectada y tuve que

3
irme a vivir con amigos de la familia du-
rante varios años hasta que pudiéramos
regresar a nuestra granja en Tennessee.
Después de varios años, estábamos
bastante bien hasta que mamá se enfermó.
La llevamos al médico, pero no sirvió de
nada. Ella sufrió durante semanas y la vi-
mos morir. Estaba orgullosa de nosotros,
pero no creo que se haya recuperado nun-
ca de perder a su marido. Ahora ella esta-
ba con él en el cielo.
¿Qué íbamos a hacer sin nuestra
madre? Ella era la ama de casa. Ella hizo
que todo funcionara. Ella nos animó. Nos
llevó a la iglesia. Ella cocinaba nuestras
comidas y era el alma de nuestra familia.
Nos cuidó cuando estábamos enfermos.
¿Cómo podríamos sobrevivir sin ella? Aho-
ra los tres estábamos completamente so-
los. Yo tenía 13 años, Thomas 21 y William
22. Hicimos lo que teníamos que hacer y
nos dedicamos a administrar la granja.

4
Después de cuatro años, me inquieté y
tuve esta conversación con mis hermanos.
"¿Vas a hacer qué?" gritó mi hermano
Will.
"Me voy a Texas", respondí.
"¡Estás loco! Tenemos una granja en
funcionamiento que está funcionando muy
bien. No puedes simplemente irte y de-
jarnos".
"Lo he pensado todo. Andrew y tú están
casados y ya no me necesitan en la granja.
Pueden hacerlo ustedes mismos y, si
necesitan ayuda, hay muchos hombres
disponibles. Míralo de esta manera. Desar-
rollamos esta tierra juntos y somos acepta-
dos aquí. Tienes un lugar para criar a tus
hijos y tu futuro luce bien. Quiero hacer mi
propia vida y Texas es el futuro. Hay ter-
renos para adquirir y desarrollar. Quiero ver
qué hay y qué puedo hacer ".
Me fui a Texas, la frontera occidental en
ese momento, y me gané la vida como

5
agricultor haciendo lo que conocía bien.
Cuatro años después, se descubrió oro en
California. Estaba listo para irme.
Cuando la caravana entró en George-
town, Texas, me acerqué al jefe de la car-
reta.
"Quiero ir contigo a Los Ángeles".
El maestro del carro, harapiento por la
suciedad de las semanas en el camino,
gruñó: "No tengo tiempo para otro niño que
busque hacerse rico en los campos de oro.
Además, no tenemos espacio para más
carros".
Estaba preparado para esta respuesta.
"¿Y si tengo una yunta de bueyes?"
"Bueno, ahora, esa es una historia
diferente. ¿Cuántos bueyes tienes?
"Tengo un equipo completo de siete, en
buen estado, listo para el viaje".
“Una de nuestras familias tiene un carro
pero no bueyes. ¿Qué quieres para tu
equipo? "

6
“Quiero comida para el viaje. A cambio,
me ocuparé de los bueyes y dejaré que la
familia los use hasta que lleguemos a Los
Ángeles ".
"¿Puedes caminar la distancia?"
"Puedo."
"Entonces tienes un trato".
Cinco meses después, después de en-
frentar amenazas de indios hostiles, sed
mortal y la muerte de todos mis bueyes
menos uno, llegué a Los Ángeles. Había
caminado todo el camino.
Caminé penosamente por las polvorien-
tas calles, reflexionando. No tenía dinero y
el buey que me quedaba casi no tenía val-
or. Mi primera prioridad era encontrar un
trabajo, incluso si eso significaba acarrear
tierra con un carrito de mano, lo cual fue
así.
Después de un tiempo, usé el carrito
para llevar una canasta de frutas para
vender. Cuando tuve suficientes clientes,

7
abrí un puesto en el mercado. Poco a poco
mi negocio fue creciendo.
Pero como muchos jóvenes que habían
emprendido el duro viaje hacia el oeste, la
búsqueda de oro me atraía como un imán.
Después de trabajar allí por un corto tiem-
po, pronto descubrí que la minería era mu-
cho más difícil y menos rentable de lo que
me habían dicho.
Al regresar a Los Ángeles, cultivé ver-
duras. Mis patatas dulces fueron las
primeras que alguien había cultivado allí, y
los nuevos habitantes las compraron tan
pronto como pude llevarlas al mercado.
Abrí una tienda y en pocos años había
ahorrado unos seis mil dólares.
En 1860, Abraham Lincoln se postuló
para presidente de los Estados Unidos.
Hablé con valentía en su nombre a la multi-
tud que se reunió fuera de mi mercado.
"Nadie debería tener esclavos en este
país", insistí. "Toda persona debe tener

8
derecho a la vida, la libertad y la búsqueda
de la felicidad, ¡y eso incluye a los negros!"
Pero la esclavitud fue un tema delicado.
"Nunca más te compraré nada", gritó un
cliente, abriéndose paso entre la multitud
mientras se marchaba.
Al poco tiempo había perdido tanto a
mis clientes como a mis ahorros, pero no
me desanimé. Al ver a toda la gente mu-
darse a Los Ángeles, pasé los siguientes
años invirtiendo en bienes raíces. En 1878,
mis inversiones valían 150.000 dólares.
Luego la economía salió mal y una vez
más perdí dinero. Esta vez me endeudé
profundamente.
Incluso entonces existían leyes de
quiebras y los tribunales dictaminaron que
no estaba obligado a pagar mis deudas,
pero sentí una responsabilidad moral. Los
años siguientes fueron duros, pero logré
pagar todas mis deudas en su totalidad
antes de pasar a otras cosas.

9
La ciudad en crecimiento enfrentó mu-
chos problemas y yo me dediqué a cues-
tiones como el suministro de agua y cómo
manejar las aguas residuales. En 1876, la
mayoría de los recién llegados a Los Ánge-
les pensaban que el sur de California solo
era apto para criar ovejas y ganado, pero
expresé una opinión escandalosa sobre el
futuro de la zona.
"¡Algún día un millón de personas
vivirán en esta ciudad!" Dije con valentía.
(El legado de un hombre honesto por John
S. Potts, 2019 amazon.com)
********************
No se limitó a hablar. Ayudó a hacer realidad
el sueño. Fue uno de los primeros organizadores
de una iglesia protestante y escuela dominical en
Los Ángeles, contribuyendo con su influencia y
finanzas personales. Sus dones de caridad
fueron numerosos. Los pobres dignos que acud-
ieron a él nunca fueron rechazados, y ayudó a
muchos hombres a encontrar trabajo.

10
Al final de su vida, James fue recordado como
un hombre creativo que siempre podía encontrar
trabajo que hacer, un hombre que se preocupaba
por los demás, buscaba formas de mejorar su
condición, uno que pagaba sus deudas y un
hombre que no daba en el desánimo. En re-
sumen, era un hombre de carácter.
Quienes lo conocieron resumieron su vida con
el siguiente homenaje: “No hay forma de deter-
minar el valor que James Wesley Potts ha sido
para la iglesia, las escuelas, el buen gobierno
municipal y el mejoramiento material y la pros-
peridad de la ciudad de Los Ángeles."

Era un hombre que perdió a su padre cuando


tenía cuatro años y a su madre a los trece, y tuvo
que crecer apresuradamente. Supo quién era a
una edad temprana y se hizo conocido como un
hombre de fe, honesto, trabajador, generoso y
competente. Esta era su identidad.
También aprendió a hacer lo que tenía que
hacer por sí mismo, sentando las bases para las

11
cualidades de vida que se encuentran en la Parte
II de este libro, así como a usar su riqueza para
ayudar a otros con trabajos y liderar el desarrollo
de las primeras iglesias protestantes en Los Án-
geles.
Los humildes comienzos seguidos de una vida
correcta llevaron a una vida significativa. Si sigue
su ejemplo y lo pone en práctica, tendrá éxito y
contribuirá a su comunidad y a nuestro mundo.
La forma más confiable de predecir el futuro

es crearlo. Abraham Lincoln

12
PARTE I

TU IDENTIDAD
Cuando naciste, te dieron un nombre, no un
número. Cada uno de nosotros es claramente
diferente de cualquier otra persona que haya
vivido o vivirá.

Tu nombre era importante para las personas


cercanas a ti en el momento de tu nacimiento.
¿Qué será al final de tu vida?

Tu identidad puede ser definida por tu familia,


lo que has hecho, con quién pasa el tiempo, la
escuela a la que asiste, su raza, religión, etc.
Otros pueden verlo de esta manera. Pero, ¿cómo
te ves a ti mismo? ¿Quién eres tú? Cual es tu
identidad?

He llegado a creer que el factor más impor-


tante que te separará de los demás son los prin-
cipios por los que vives. Esto es lo que te distin-
guirá y cómo será recordado.

13
¿Serás conocido como alguien que siempre
dice la verdad, que trabaja duro sin quejarse, que
asume la responsabilidad, tiene compasión por
los demás, es competente, valiente, es un buen
amigo, es amable, alguien que tiene el control de
su ira, es siempre positivo y alentador, y nunca se
rinde? Estos son los principios que conducen a la
grandeza.

¿Se le identificará como una persona conoci-


da por mentir, holgazanear, evitar responsabili-
dades, incompetente, cruel, cobarde, severo, in-
sensible, impuro, enojado, temeroso o abandon-
ado?

Incluso un niño es conocido por sus acciones,


por si su conducta es pura y correcta. Proverbios
20.11

El grado en que practique y encarne estas


cualidades lo identificará. Los siguientes capítu-
los tratan sobre personas claramente diferentes,
algunas con identidades establecidas temprano

14
en la vida, otras con identidades que se desarrol-
laron con el tiempo y algunas cuyas identidades
se volvieron muy diferentes a medida que
crecían.

15
16
CAPITULO 1. EL CAMPO DE
MINAS
Jim Hermanson

Uno de mis mejores amigos, Jim, es uno de


esos tipos que está preparado para cualquier
cosa. Cuando caminábamos juntos, él siempre
tenía lo que necesitaba, una tirita, agua extra, un
cuchillo, una brújula y mucho más. No puedo es-
perar a contarte lo que tenía en su mochila.

También tuvo muchas carreras, una de las


cuales fue como piloto de la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos durante la guerra en Vietnam.
Voló muchas misiones como piloto de combate y
también voló un avión pequeño en reconocimien-
to. Pero, a veces, se le pedía que hiciera cosas
para las que era difícil prepararse.

"Jim", dijo el coronel. “Quiero que inves-


tigue un accidente aéreo y presente un in-
forme con su mejor entendimiento de lo

17
que sucedió. Está en un área remota en
medio de un campo ".

"Sí, señor", respondió Jim. "¿Pero por


qué yo? ¿No hay otros que hagan este tipo
de cosas? Sabes lo mucho que tengo que
hacer ".

"Sí, pero soy reacio a enviar a otra per-


sona para que haga esta investigación. Sé
que lo hará bien y necesitamos saber qué
sucedió. Además, sé que tienes el cuidado
de volver con vida ".

“¿Por qué dice eso, señor? ¿No es este


tipo de rutina? "

"Normalmente lo es, pero el campo


donde se estrelló el avión estaba muy mi-
nado". Uh oh.

Esa era mi tarea, pero no iba a hacer


esto sin estar preparado. Lo primero que
hice fue encontrar a un hombre con experi-
encia en la detección y detonación de mi-

18
nas. Este es un trabajo peligroso para
cualquiera, así que les pregunté a algunos
de los hombres alistados quiénes pensa-
ban que podían hacer el trabajo. Todos me
enviaron a Ralph.

Ralph era un soldado duro y no era


dado a las charlas triviales. Cuando lleg-
amos al campo, me miró a los ojos con una
mirada severa y dijo: "Jim, voy a entrar en
ese campo y quiero que camines justo de-
trás de mí. Donde puse mi pie, pones tu
pie. Si no lo hace, nos matará a los dos.”

Mientras entramos en ese campo. No


miré de lado a lado, solo miré la huella
frente a mí hasta que el trabajo estuvo ter-
minado.

********************

La historia de Jim es similar al peligro que en-


frentas durante tus años en la escuela secundaria
y más allá, pero es posible que no lo sepas. Du-
rante estos años de tu vida, se produce una

19
transformación. Para la mayoría de ustedes, es-
tos años terminarán con la época en que sus
padres controlan su vida. Después la escuela se-
cundaria, estarás solo y, por lo general, ya no
vivirás en casa. Puede que no vea los peligros a
su alrededor, pero están ahí.

La siguiente historia trata sobre un joven ob-


sesionado con su deseo de ser el mejor, pero fal-
ló en la escuela secundaria para aprender los
principios que necesitaba para la vida. Como re-
sultado, no terminó con un buen nombre al pasar
por el campo de minas de la vida.

Lance Armstrong

(Wikipedia y otras fuentes)

Lance creció en una familia difícil con


un padrastro severo que quería que él
fuera alguien especial. En la escuela pri-
maria, uno de sus maestros comentó que
hablaba mal y era irrespetuoso. Otro dijo
que era violento, insensible, que ignoraba
las reglas y los sentimientos de los demás.

20
Uno dijo que estaba marinado en insensi-
bilidad desde el útero.

Pero era un atleta increíble. Comenzó


como nadador a la edad de 12 años y ter-
minó cuarto en el estilo libre de 1.500 met-
ros del estado de Texas. Luego se convirtió
en triatleta ganando el Triatlón Iron Kids
cuando tenía 13 años. Ese año fue clasifi-
cado como el triatleta número uno en Esta-
dos Unidos en el grupo de 19 años o
menos. A los 16 años, Lance Armstrong se
convirtió en triatleta profesional y se convir-
tió en campeón nacional de triatlón de car-
reras de velocidad en 1989 y 1990 a los 18
y 19 años, respectivamente.

En la escuela secundaria, participó en


una carrera de bicicletas cuyos partici-
pantes debían tener dieciséis años o más.
Solo tenía 15 años, pero se jactó: "falsifi-
caré mi certificado de nacimiento, compe-
tiré y venceré a todos".

21
Este adolescente, dotado de una gran
habilidad atlética, usó esa habilidad para
ganar carrera tras carrera. Estaba concen-
trado en ganar, costara lo que costara sin
ninguna consideración por los demás.

Luego se convirtió en ciclista con el Tour


de Francia como objetivo. Esta carrera
tiene 21 días de ciclismo con solo dos días
de descanso. Desafía a sus atletas a correr
contrarreloj, escalar pasos de montaña
empinados que tardan horas en escalar y a
mantener un ritmo rápido durante cientos
de kilómetros.

De 1993 a 1995, Lance Armstrong ganó


muchas carreras y ganó cuatro etapas en
las carreras del Tour de Francia. Luego, el
2 de octubre de 1996, le diagnosticaron
cáncer de testículo en etapa tres. Su urólo-
go, Steve Reed, cuando se le preguntó ac-
erca de sus posibilidades de supervivencia,
dijo: “Casi ninguna. Inicialmente le dijimos
a Lance que tenía entre un 20 a 50 por

22
ciento de posibilidades, principalmente
para darle esperanza, pero con el tipo de
cáncer que tenía y lo que mostraron las ra-
diografías y los análisis de sangre, casi no
había.”

Pero Lance no se rendiría sin importar


lo que dijeran los médicos. Luchó por un
tratamiento extenso con varios químicos,
hasta que tuvo su último tratamiento de
quimioterapia el 13 de diciembre de 1996.
Para sorpresa de todos, excepto de él
mismo, regresó al ciclismo.

En diciembre de 1998, se había recu-


perado milagrosamente y estaba entrenan-
do seriamente para el Tour de Francia.

Luego, en 1999, ganó su primer Tour de


Francia. El hombre que recibió una senten-
cia de muerte por cáncer, seguida de
meses de quimioterapia debilitante, había
regresado a la carrera en una de las car-
reras más desafiantes y ganó. Lance esta-

23
ba en la cima del mundo. Había hecho lo
imposible, pero esto era solo el comienzo.
Luego ganó siete eventos consecutivos del
Tour de Francia. Se convirtió en un héroe
para muchos en todo el mundo, no solo por
su increíble ciclismo, sino también por su
recuperación del cáncer.

Él era mi héroe. Siendo yo mismo un


ciclista, estaba asombrado de él. Al conver-
tirse en ciclista profesional, estaba ganan-
do carrera tras carrera, cuando de repente
le diagnosticaron un cáncer que amenaza-
ba su vida. Esto podría haber acabado con
su vida y, sin duda, con su carrera. Negán-
dose a darse por vencido, no solo con-
quistó su cáncer, sino que también volvió a
las carreras.

Él era el mejor. Leí ansiosamente su li-


bro, No se Trata de la Bicicleta, y me emo-
cionó saber todo lo que pude sobre este
hombre extraordinario.

24
Sin embargo, a lo largo del camino,
hubo rumores sobre el dopaje. Para mu-
chos ciclistas, el dopaje se había conver-
tido en parte del ciclismo. Los ciclistas
fueron revisados en busca de drogas antes
y después de las carreras, pero muchos
empujaron los límites para drogarse tanto
como pudieron sin ser atrapados.

Lance fue probado muchas, muchas


veces, pero siempre pasó las pruebas. Yo,
junto con muchos otros, creía que era tan
bueno como decía y no se estaba dopan-
do.

Pero los rumores persistieron. Final-


mente, sus propios compañeros se
volvieron en su contra y admitió haberse
dopado. Había comenzado en 1995, antes
de su cáncer, y había descubierto una for-
ma de tomar las drogas sin que lo des-
cubrieran.

25
Ya no era un héroe, le quitaron todas
sus medallas, pagó grandes cantidades de
dinero en juicios y se le prohibió participar
en cualquier deporte profesional.

********************

Es posible que Lance no se haya dado cuenta


del campo de minas de la vida que describió Jim
Hermanson al comienzo de este capítulo, pero,
no obstante, estaba allí.

Uno de sus compañeros de equipo dijo:


"Lance se sentía cómodo mintiendo y era bueno
en eso". Pudo haber tenido un buen nombre al
nacer, pero lo perdió más tarde en la vida.

El trabajo duro puede llevarlo al éxito, pero se


necesita honestidad, integridad, amabilidad y
más para ganarse un buen nombre. La heroica
batalla de Lance contra el cáncer y sus increíbles
victorias en bicicleta serán olvidadas, pero el
nombre de Lance Armstrong siempre será
equiparado con mentiroso y tramposo. La vida

26
puede ser un campo de minas. Tu protección es
seguir las reglas.

"¡Es más fácil mantener un buen carácter que


recuperarlo cuando se ha estropeado!" - Israel-
more Ayivor

Preguntas:

1. ¿Crees que hay trampas potenciales en la vida


que enfrentar en la escuela secundaria? Si es
así, ¿Que son?

2. Lance fue un atleta excepcional. ¿Por qué


crees que tuvo que drogarse?

3. Si todos los demás lo están haciendo, ¿signifi-


ca eso que está bien que lo haga?

4. Si no lo hubieran atrapado, ¿habría estado


bien?

5. ¿Qué debería haber hecho Lance para preser-


var su buen nombre?

27
28
CAPÍTULO 2. “¿ESTOY
NADANDO EL
PIERNA DE ANCLA?”
Anna Purvis
Me acabo de graduar de la escuela se-
cundaria y he visto mucho del mundo
porque mi padre estaba en la industria del
petróleo y el gas. Nací en Houston, Texas y
viví allí hasta que nos mudamos a Anchor-
age, Alaska cuando tenía 5 años.
Dos años y medio después, cuando
tenía ocho años, nos mudamos a la isla
Sakhalin en Rusia, ubicada en el extremo
este, a solo 45 kilómetros al norte de la
punta de la isla japonesa de Hokkaido,
Japón.
Tuve un profesor británico que dividió a
los niños inteligentes y los niños tontos, y
me puso a mí con los niños tontos. No le
agradaba y me hacía sentir como si
perteneciera a ese grupo.

29
Un año después nos mudamos a
Moscú, donde tomé clases de ruso de ter-
cero a quinto grado y llegué a entender y
hablar bien el ruso.
Me gustó Moscú, donde asistí a la Anglo
American School (AAS). Tenía buenos
amigos y buenos profesores que me empu-
jaban, así que ya no me sentía como un
tonto. Sin embargo, Rusia no era el mejor
lugar para permanecer inocente. Fui intimi-
dado por un niño de tercer grado y por sus
dos amigos. Un día, sus dos amigos se
burlaron de mí mientras caminaba con mi
hermano Austin desde la tienda de co-
mestibles.
"¡Deja a mi hermana en paz!" Austin
dejó a caer su bolsa de comestibles y los
ahuyentó. Él era cinco años mayor que yo
y era como mi guardaespaldas y un buen
hermano mayor. Él también me molestó
mucho, pero no le gustaba que nadie más
se burlara de mí.

30
Luego nos mudamos a Dubai, que era
lo opuesto a Moscú. Moscú no era seguro,
nada parecía funcionar y muchos de los
productos que necesitábamos no estaban
disponibles. Dubai, por otro lado, era el lu-
gar más seguro en el que había estado.
Todo funcionó y todo lo que se te gusta es-
taba disponible. Asistí a la American School
of Dubai (ASD).
Nuestra ama de llaves, Leony, vivía con
nosotros. Ella limpiaba la casa, lavaba los
platos, pero al mismo tiempo, no me
gustaba tener a alguien en la casa que no
era parte de nuestra familia.
Mis padres nos enseñaron a decir "sí
señora", "no señora" y a ser respetuosos
con los adultos. Fuimos respetuosos con
Leony, pero al mismo tiempo le pedimos
que hiciera las cosas como si estuviera de-
bajo de nosotros. Su trabajo era servirnos,
pero se sentía un poco extraño. Ella era
buena con nosotros y me agradaba, pero

31
cuando se fue, me alegré de que ya no tu-
viéramos niñera.
Mis padres, especialmente mamá,
siempre sintieron pena por los muchos
huérfanos del mundo que necesitaban un
hogar y por eso decidieron adoptar.
Primero vino Maddox o Max, como lo lla-
mamos, de Etiopía cuando yo tenía casi
ocho años. Un año después adoptaron a
Avery de China.
Tanto Austin como yo estábamos felices
de tenerlos. Era como si siempre hubieran
sido parte de nuestra familia. Nuestros
padres los trataron exactamente igual que
a nosotros, por lo que probablemente fun-
cionó tan bien.
Sinneh llegó hace dos años desde Sier-
ra Leona, cuando tenía ocho años, y enca-
jaba fácilmente en la familia. Estamos tan
unidos que no puedo imaginar a nuestra
familia sin mis hermanos y hermanas adop-
tivos.

32
Tener amigos en la escuela es impor-
tante. Mi primer día de clases en Dubai me
pareció horrible, ya que me senté solo, sin-
tiéndome solo. El segundo día vi al conse-
jero de la escuela. Mientras estaba allí, un
grupo de chicas entró y me habló y se
hicieron mis amigas. Me hice muy amigo
de Devin y Makenzie, aunque Makenzie se
volvió anoréxica en octavo grado y regresó
a Houston. Eso rompió nuestro grupo, lo
que hizo que fuera difícil comenzar la es-
cuela secundaria en el otoño sin amigos.
Comencé a nadar en cuarto grado en
Moscú y en Dubai quería convertirme en
un buen nadador. Probé para el equipo de
natación en sexto grado, pero no lo logré.
Para mejorar, Austin y yo fuimos al Speedo
Camp y nadamos tres veces por semana
hasta el final del año escolar. Solo estaba
en séptimo grado, pero me uní al equipo
JV de la escuela ese año y debería haber
hecho el gran torneo MESEC en Nueva

33
Delhi, India a fin de año, pero no lo hice
porque mis entrenadores no lograron regis-
trar una de mis contrarrelojes. Me sentí en-
gañado, pero la vida se volvió más brillante
en mi segundo año.
Habíamos dos del ultimo año en el
equipo de relevos, Jasmine de India,
Marieke de Nueva Zelanda, una del tercero
año, Chloe, de Canadá y yo, una estudi-
ante de segundo año. Para los dos del ul-
timo año, el torneo MESEC en Nueva Del-
hi, India fue su último evento de natación
para siempre, así que querían ganar. Fue
entonces cuando vinieron a mí con una
idea para nuestro equipo.
"¿Voy a nadar la pierna de ancla?" Ex-
clamé.
"Así es, eres tú".
"¿Quieres decir que vengo después de
que todos ustedes han hecho todo lo posi-
ble, y será mi responsabilidad ganar o

34
perder para todos nosotros?" Pensé que
me iba a desmayar.
Cuando salté a la piscina para el último
tramo, estábamos por delante. Me dije a mí
mismo, voy a ponernos primero si eso me
mata.
"¡Ganamos, ganamos!" gritaron mis
compañeros de equipo cuando llegué al
final.
"¿Sabes lo que hiciste?" preguntó nue-
stro entrenador con una gran sonrisa.
"¡Ganamos!" gritamos juntos.
Seguro que lo hiciste. Ganaste la
medalla de oro en el torneo MESEC ”, ex-
clamó. "Pero no solo eso, estableciste un
nuevo récord de liga".
Con el apoyo de nuestros padres y en-
trenadores, fuimos un equipo increíble.
Chloe todavía está nadando y trabajando
para los Juegos Olímpicos.

35
Fui capitán durante mis dos últimos
años, y en mi tercer año nuestro equipo de
relevos venció.
Mis primeros años en la escuela secun-
daria fueron buenos. Estaba en natación,
campo traviesa y atletismo. Mis maestros
también fueron buenos, pero mis grupos de
amigos fueron desafiantes. En nuestras
mesas de la cafetería, con quien te
sentabas normalmente se convertía en tu
grupo de amigos. En noveno grado estaba
en el grupo equivocado y todos los demás
me ignoraron. Eran los niños populares y
siempre estaban derribando a todos los
que no estaban en su grupo.
Incluso hablarían de sus maestros de
manera grosera.
“¿A quién tienes para el inglés?”, Pre-
guntó una chica.
"Señorita Smith", respondió otro.
"Oh, lamento que la tengas. ¿Viste lo
que usó en clase ayer? ¡Puaj!"

36
Me sentaba con ellos a la hora del al-
muerzo, pero nadie me hablaba. Sentí que
estaban arruinando mi vida. Entonces mi
buena amiga Yasmin, que corrió a campo
traviesa conmigo, me invitó a su grupo. Al
día siguiente, me invitaron a salir a de-
sayunar con ellos y fueron amables conmi-
go. Era el grupo que necesitaba para mi
primer año.
En mi segundo año, Yasmin de
Zanzíbar e Inglaterra, Saraline de Dina-
marca, Hannah de Sudáfrica y yo nos sep-
aramos del grupo del año pasado y for-
mamos un nuevo grupo. Nos llamábamos a
nosotros mismos, "El Escuadrón de Adop-
ción". Todos corrimos a campo traviesa en
ese momento y yo era el más lento. Cada
vez que uno de ellos se lesionaba, corría
en la parte trasera de la carrera conmigo,
así que los adopté. Así es como obtuvimos
el nombre. Ese fue un grupo realmente
bueno y nos hicimos más cercanos.

37
En mi tercer año, mi amiga Saraline se
cambió a otra escuela para poder estar en
el programa de Bachillerato Internacional.
Entonces Hannah y Yasmin se pelearon
por algo y se separaron. Así que tuve que
elegir entre Hannah y Yasmin, y por alguna
razón elegí a Hannah.
El grupo de Hannah también era de-
sagradable. Hannah decía algo malo sobre
Yasmin a sus espaldas, pero era amable
en su cara. Eso me molestó porque Yasmin
y yo todavía éramos amigas, así que volví
con Yasmin y le dije que quería que
fuéramos amigas.
Para mi último año, me cambié al grupo
de Yasmin, que estaba formado por chicas
que provenían de grupos malos. Habíamos
terminado con el drama. Este resultó ser el
grupo menos problemático en el que podía
estar en mi último año y el mejor de todos
los grupos en los que había estado. No
había drama, ni chismes, y no había nada

38
malo. Me alegré mucho de tener ese grupo
durante mi último año.
Todos los de mi grupo eran inteligentes.
Emily va a Oxford, Sophie y Hali van a
Cornell, Yasmin va a Georgetown. Camille
asistirá a la Universidad Estatal de Col-
orado y Christina, la Universidad del Sur de
California, con una beca completa.
Me llevaba bien con todos mis maestros
excepto con mi maestra de matemáticas, la
Sra. . Ella era una de las mejores amigas
de mi familia y fue a nuestra iglesia, pensé
que sería genial.
Sin embargo, la segunda semana se
convirtió en una tirana. Nos gritaba en
clase y si hacías una pregunta te haría
sentir la persona más tonta de todos. Las
calificaciones eran importantes en mi últi-
mo año y sabía que era una de las mejores
estudiantes de su clase. La señorita Mat-
tew nos dio un cartel para hacer y una
tarea con pocas instrucciones, que incluía

39
una presentación oral. Ella nunca re-
spondió a nuestras muchas solicitudes de
instrucciones. El día en que nuestras califi-
caciones iban a ir a las universidades, lo
cual es un gran problema, ella vino y pre-
guntó: "¿Estás lista para hacer tus pre-
sentaciones orales?"
Todos dijimos “NO”, pero teníamos que
hacerlo. La mía no fue una presentación A
+, pero tampoco estuvo mal. Cuando ter-
miné, ella no aplaudió, dijo buen trabajo ni
nada, solo me dijo que me sentara.
Ya había programado una cita con la
subdirectora después de la clase para pre-
sentar una queja en su contra. Buscó mis
calificaciones para ver si yo era un estudi-
ante que podía presentar una queja
creíble.
Cuando me dijo que mi maestra me
había dado una C, me sorprendió. Anteri-
ormente, mi calificación había sido A. Ella

40
me dio dos calificaciones de C para mi
póster y mi presentación.
"¡Ella me dio una C por la clase!" Em-
pecé a llorar en su oficina porque necesita-
ba un GPA de 3.5 para ingresar a la enfer-
mería en la Universidad de Biola y esto re-
dujo mi GPA de 3.6 o 3.7 a menos de 3.5.
"No puedo cambiar la nota porque no sé
si te lo mereces o no", me dijo el subdirec-
tor.
Después de eso, fui enojado a ver a la
Sra. Matthew.
"Sabes que soy uno de tus mejores es-
tudiantes y no merezco una nota C", dije,
tratando de controlar mis emociones. "¿Por
qué me diste esa calificación cuando sabes
que merezco algo mejor?"
A ella no le importaba y no quería ayu-
darme. Pero no fui el único. Hubo tantas
quejas en su contra que mis calificaciones
fueron revisadas por otros maestros que
cambiaron mi calificación a una A- para la

41
clase, lo que me llevó por encima del mín-
imo para la escuela de enfermería.
Después de eso, la maestra fue súper
amable conmigo. No podía entender cómo
podía ser tan amable después de lo que
me había hecho pasar. Finalmente, fue
suspendida de la docencia.
En el otoño, iré a la Universidad de Bio-
la en La Mirada, California para estudiar
enfermería. También estudiaré francés, que
comencé en la American School en Dubai.
En algún momento puedo continuar con
estudios de Rusia.

Preguntas:
1. ¿Cómo cambió la identidad de Anna a medida
que crecía?
2. ¿Cómo la ayudó Austin, el hermano de Anna,
con su identidad? ¿A quién podrías ayudar?
3. ¿Qué crees que quiso decir Anna cuando dijo
que era difícil mantener tu inocencia en Rusia?

42
4. ¿Cómo afectó el éxito de Anna en la natación a
su identidad?
5. ¿Por qué fue tan difícil para Anna encontrar el
"grupo de amigos" adecuado en la escuela se-
cundaria?
6. Anna no se quejaba, pero sí de su maestra.
¿Hizo ella lo correcto?
7. ¿Cómo la ayudaron los desafíos de Anna a
encontrar su identidad?

En la isla Sakhalin, la maestra de Anna pensó


que era tonta y Anna también. ¿Te imaginas
cómo se debe haber sentido al ser conocido
como el niño tonto?
Esa era su identidad en segundo grado.
Compare eso con su confianza y coraje para
rechazar una calificación desatendida de su
maestra en su último año. Eso no justifica que-
jarse de un grado en la escuela, pero hay oca-
siones en las que tales acciones son apropiadas.
Su nueva identidad no incluía fallar. Incluso los

43
otros profesores estuvieron de acuerdo con ella y
cambiaron su calificación.
Anna era una estudiante inteligente, una atleta
sobresaliente, una buena amiga y sabía quién
era.
Cualquier estudiante de secundaria o prepara-
toria conoce la importancia de los amigos, no
solo porque todos los necesitamos. En esos años
importantes eres identificado por tu grupo, aquel-
los con los que eliges estar.
¡Tu grupo puede ser tu identidad!
Espero que admire el coraje de Anna para
crecer cuando fue desafiada por cada uno de sus
grupos. Su identidad, probablemente desconoci-
da para ella, no podía ser satisfecha por un grupo
al que no pertenecía. A lo largo del camino, grav-
itó hacia aquellos con un carácter similar al suyo,
y se hizo más profunda a medida que pasaban
esos años.
Anna tuvo éxito en la natación, ganó la medal-
la de oro con su equipo, pero no lo hizo tan bien
en el campo a traviesa No había drama, ni

44
chismes, y no había nada malo.. Sin embargo, de
aquellos que seguían a los demás, formó un
grupo de amigos especial.
Puede que no haya sido una super triunfado-
ra, como las de su último grupo, pero fue lo sufi-
cientemente buena como para ser una de ellas.
Un grupo así te hará más fuerte.

"Un amigo es alguien que comprende tu


pasado, cree en tu futuro y te acepta tal como
eres”. Desconocido

45
46
CAPÍTULO 3. "TENDRÁS QUE
TRABAJAR PARA CON-
SEGUIRLO".
Aaron Wolking

"Tienes que registrar a tus muchachos",


dijo el inspector de plomería.
“Mike solo tiene nueve años y Aaron
siete, demasiado joven para trabajar como
plomero”, dijo nuestro padre riendo.
"Al estado no le importa la edad que
tengas, puedes hacer que se registren y
luego estarán en el programa".
“Nunca recibirás una mesada de
nosotros”, nos habían dicho antes nuestra
mamá y papá, Frank y Val Wolking. "Si
quieres tener dinero para gastar, tendrás
que trabajar para conseguirlo".
Creo que esta es la razón por la que
papá nos inscribió, para que tuviéramos
trabajos trabajando junto a él.

47
Joe se unió a nosotros más tarde,
cuando tenía siete u ocho años. Eso
comenzó nuestro trabajo como plomeros y
continuó hasta que estuvimos solos. Para
cuando estábamos en la escuela secun-
daria, papá nos había enseñado todo lo
que necesitábamos saber sobre ser plom-
ero.
Nuestro padre era muy conocido en la
comunidad, no solo como plomero, sino
también por su familia, y no estábamos
dispuestos a dañar su reputación.
Mis padres tuvieron tres hijos, nacidos
con dos años y medio de diferencia, Mike,
el mayor seguido por mí y luego por Joe.
Tenemos fotos de papá en sus primeras
bandas cuando estaba en la escuela pri-
maria y secundaria. Tocó en bandas de
polka, bandas de country, bandas de rock y
más. A lo largo de sus años de crecimiento,
hasta la adolescencia, los veinte y los años
universitarios, fue músico profesional.

48
Tocó en bares y otros lugares en los
años 1960 y 1970 donde se fumaba y be-
bía mucho, y no solo por parte de los
clientes. Papá a menudo se llamaba a sí
mismo un alcohólico en recuperación.
En algún momento de los 1980, cuando
nació Mike, dejó de tocar música. Estaba
cansado de los bares y discotecas y aban-
donó el mundo de la música que conocía
desde su niñez.
Al mismo tiempo, él y mamá se estaban
tomando en serio su caminar con Dios, así
que dejó la guitarra y comenzó a buscar
mejores cosas que hacer con su vida. Con-
tinuó tocando en la iglesia y en casa,
donde crecimos escuchando su música.
Entonces un día pasó.
"Quiero tocar la guitarra, ¿me en-
señarás?" preguntó Mike, de nueve años.
Eso cambió todo cuando papá comenzó
a enseñarle a tocar a Mike. Cuando tuve la
edad suficiente, él me enseñó a mí, y fi-

49
nalmente a Joe. Cuando tuvimos la edad
suficiente para tocar como banda, nos
llamábamos a nosotros mismos, los Hijos y
los Hermanos.
Mamá siempre nos animaba en todo lo
que hacíamos, especialmente con nuestra
música. Ella era absolutamente indispens-
able para la banda cuando se trataba de
llevar a todos al lugar correcto en el mo-
mento adecuado y a usar la ropa adecua-
da.
"Joe, no vas a usar eso, ¿verdad?"
"¿Qué tiene de malo? respondió Joe.
"No tengo tiempo para explicarte, solo
ponte la ropa que te he preparado".
Ella manejó el aspecto administrativo
una vez que empezamos a tocar mucho.
Esto incluyó organizar nuestras reservas y
gestionar nuestra agenda diaria. Al mismo
tiempo, nos enseñó en casa a los tres,
además de ayudar a papá a administrar el

50
negocio de la plomería. Tenía las manos
ocupadas.
No hay forma de que hubiéramos po-
dido lograr lo que hicimos sin ella.
Mike, Joe y yo somos todos diferentes.
Mike es analítico y metódico en la forma en
que aborda casi todo. Joe es creativo y
artístico. Soy un extrovertido y el portavoz
de la banda.
Mamá y papá proporcionaron super-
visión y orientación, pero en lo que respec-
ta a la inclinación natural, todos recibimos
conjuntos de habilidades muy diferentes,
pero complementarias.
A pesar de que los tres éramos tan
diferentes, no había rivalidad entre her-
manos, la música nos unía, convirtién-
donos en un equipo en el sentido de que
nadie era una super estrella. Nuestras vic-
torias fueron victorias para todos nosotros.
Si uno de nosotros hizo algo y tuvo éxito,
no fue en detrimento de los demás.

51
Papá y mamá eran desinteresados,
siempre pensaban en nosotros.
"¿Por qué siempre estás detrás de
nosotros cuando nos toman una foto en lu-
gar de con nosotros?" Pregunté un día
mientras miraba fotos de la banda.
Papá no me dio una buena respuesta, pero
lo descubrí. Fue porque era mucho más
alto que nosotros cuando éramos niños,
por lo que específicamente se tomó fotos
con él parado unos metros detrás de
nosotros para hacernos ver más cerca del
mismo tamaño. Nunca estuvo interesado
en estar al frente y en el centro, siempre
poniendo el foco en los demás.
“Chicos, somos un equipo, lo que
hacemos no se trata de ustedes, sino de
nosotros. Ganemos o perdemos, ganamos
o perdemos juntos.
Esa fue la filosofía subyacente que dio
forma a todo lo que hacíamos. Así nos cri-
aron y cómo trabajamos en la banda y

52
cómo trabajamos como plomeros en el ne-
gocio. Todo se basó en nuestra fe en los
demás y en nuestra fe en Dios.
Papá era una persona intensa. Cuando
se trataba de lo que sea que estuviéramos
haciendo los chicos, insistió en que hi-
ciéramos todo lo mejor que pudiéramos,
sin hacer nada a medias. Esto incluía tanto
nuestro trabajo como nuestra música.
"Chicos, tienen que hacerlo tan bien
como puedan".
No se preocupó por sí mismo, pero
puso todo lo que tenía para ser el mejor
esposo y padre que podía ser.
Él y mamá eran duros cuando debían
serlo, pero eran cálidos y cariñosos todo el
tiempo. No dejaron que sus emociones los
dominaran en lo que respecta a la crianza
de los hijos. Sabían cuándo disciplinar y
cuándo divertirse.
Mamá es una persona fuerte, pero
entendía el papel del hombre como cabeza

53
de familia y sabía que su papel era ayudar-
lo.
En lo que respecta a nuestra educación,
papá lo expresó de esta manera. "¡Soy el
director y tu madre es la maestra!"
Rápidamente nos dimos cuenta de que
no podíamos salirnos con la nuestra cuan-
do cenábamos con nuestra maestra y nue-
stro director todas las noches.
Empezamos a tocar en 1999 y nos llevó
un par de años ponernos en marcha, pero
cuando lo hicimos, tocábamos casi todos
los fines de semana en algún lugar. Con
nuestro papá, trabajamos juntos como
plomeros, tocamos juntos en nuestra ban-
da, aprendimos nuevas canciones y ar-
reglamos la música. Con nuestra mamá,
estábamos juntos mientras ella nos educa-
ba en casa. Juntos, en familia, hicimos
nuestro programa de música. Antes de eso,
hicimos mucha caza, pesca, campamentos
y caminatas. Estábamos todos muy unidos.

54
Y esas relaciones son las que nos
ayudaron a superar algunos momentos
difíciles.

A finales de febrero o principios de


marzo de 2007, estábamos haciendo un
programa y empezamos a tocar una can-
ción que habíamos tocado unas 100 veces
antes, pero algo no sonaba bien. Miré a
papá, que miraba su mano derecha pero
no tocaba la guitarra.
"¿Por qué no está tocando la guitarra?"
Me pregunté a mí mismo.
Papá siguió cantando sin tocar hasta
que de alguna manera terminamos nuestro
programa.
Después de que bajamos del escenario
le pregunté: "¿Qué te pasó? ¿Por qué no
tocabas la guitarra?".
"No sé. Simplemente perdí toda la
sensibilidad en mi mano y no podía mover-
la ".

55
"¿Crees que tuviste un derrame
cerebral?" Preguntó Mike.
"No lo sé", respondió.
Los médicos descubrieron que tenía 30
o 40 tumores que estaban afectando sus
habilidades motoras. Su enfermedad
comenzó como cáncer de esófago y final-
mente se extendió por todas partes.
La noticia fue un golpe para todos
nosotros, mamá se preguntaba cómo po-
dría arreglárselas sin papá. Nosotros, los
niños, contemplamos nuestra próxima pér-
dida y pensamos: "¡Papá es nuestra ban-
da! Él es el corazón de todo lo que hace-
mos juntos. ¿Cómo puede ser esto?'
Manejó muy bien el cáncer. El diag-
nóstico inicial le dio de tres a seis meses
de vida. El cáncer era terminal e inopera-
ble. Pasó por un tratamiento de radiación y
respondió bien. Y en un momento, el
cáncer estaba en remisión. Luego volvió

56
con una venganza, particularmente en su
cerebro.
"Si el cáncer regresa después de que
terminamos con la quimioterapia y la ra-
diación, no hay nada más que podamos
hacer", dijo el médico especialista en
cáncer.
Papá siempre dijo que no tenía un plan
de jubilación, pero cuando se enfermó, los
médicos oncológicos insistieron en qué se
jubilara. Ese período de 18 meses hasta
que murió, pasó mucho tiempo con mamá
y con nosotros los niños. Teníamos un
montón de conciertos en fila y solo tuvimos
que cancelar uno o dos de ellos. Fue en-
tonces cuando el tío Fred se unió a la ban-
da con la guitarra rítmica. Papá todavía
podía cantar con la banda, pero ya no to-
caba.
Ahora teníamos un problema. Mike
estaba en su último semestre en la univer-
sidad, y él y Lindsay se casaron en julio de

57
2007. Era el mejor de su clase cuando se
graduó de la universidad con un título en
Administración de Empresas y tenía planes
de ir a la escuela de posgrado para obtener
un MBA. Supuse que pronto sería el direc-
tor ejecutivo de una gran empresa.
Joe acababa de terminar la escuela
secundaria, yo estaba en la universidad y
no había hecho mucho en la empresa de
plomería de papá durante mucho tiempo.
Alguien necesitaba hacerse cargo del
negocio. Había empleados que pagar y
contratos que completar.
"¡Lo haré!" dijo Mike.
"Lo haremos juntos", respondimos Joe y
yo.
“Ninguno de los dos está en condi-
ciones de hacerlo”, argumentó Mike.
Además, me acabo de graduar y estoy
casado. El negocio es mi responsabilidad y
voy a asumirlo.”

58
Y eso fue todo. Fue difícil para él y tuvo
que cambiar completamente sus planes
para el futuro, pero sabía que tenía que
hacerlo. Mike vio que hacerse cargo de
nuestra empresa era lo correcto y no lo
dudó.
A principios de octubre de 2008, nos
invitaron a actuar en un festival de tres o
cuatro días en San Francisco. El festival
fue patrocinado por Warren Coleman, un
multimillonario, y se ofreció gratis al públi-
co, como regalo a la ciudad de San Fran-
cisco.
Había muchos artistas conocidos allí,
incluidos Alison Krauss y Robert Plant de
Led Zeppelin, Emmylou Harris, Dry Branch
Fire Squad, Chris Tillman y muchos otros.
Para nosotros, este fue el programa
más grande en el que habíamos actuado.
Después de cada día, tenían una fiesta
de reparto en uno de esos grandes clubes
de San Francisco para todos los ani-

59
madores. Nos invitaron a tocar allí una
noche.
En ese momento, papá no podía
caminar muy bien y tuvo que usar un
bastón. Casi no fuimos porque había tenido
un día largo y se sentía bastante cansado.
Finalmente, decidimos ir de todos
modos.
Cuando llegamos al club con todas
nuestras cosas, el director de escena vino
a vernos.
“Mira, puedes tocar una canción; todo el
mundo toca una canción, no me importa si
eres el tipo bajo del tótem o si eres Robert
Plant, estás tocando una canción. ¿Lo
tienes?"
El lugar estaba loco y ruidoso con todos
hablando al mismo tiempo, y nadie parecía
estar escuchando la música.
Cuando fue nuestro turno de tocar,
subimos y comenzamos a tocar nuestra
única canción. De repente, la habitación se

60
quedó en silencio cuando todos dejaron de
hablar, se dieron la vuelta y miraron hasta
que terminamos nuestra canción.
Luego volaron el techo del lugar. Todos
estaban de pie y nos gritaban que
tocáramos otra canción, y no se los iba a
negar. Fuimos los únicos en tocar dos can-
ciones esa noche.
Quizás ya sabes, ¡no fue porque
fuéramos tan fabulosos!
Sentí que era Dios mostrándole a papá
su aprobación, sabiendo que esta era su
última actuación.

Falleció dos semanas después, el 15 de


octubre de 2008.

Preguntas:
1. ¿Cómo identificarías a Frank?
2. ¿Cuál fue la base de la educación de
Frank a sus hijos?

61
3. ¿La banda se convirtió en la identidad
de la familia? ¿Por qué o por qué no?
4. ¿Mike hizo lo correcto al renunciar a sus
metas para ayudar a la familia? ¿Qué
habrías hecho?
5. ¿Qué podrías hacer para tener una iden-
tidad como la de Frank?

62
CAPÍTULO 4. "¿FUMASTE
ESTO DAVID?"
La história de David de Bill Chesrown

Mi hermano mayor medía 1.9 metros de


alto, un buen jugador de béisbol y el deleite
de mi padre, que amaba los deportes. No
me interesaban los deportes, pero prefería
trabajar en coches. No creo que mi padre
pensara mucho en mí, pero realmente no
tenía mucho tiempo para pasar con
ninguno de nosotros, ya que siempre esta-
ba viajando. Además de eso, éramos siete
y mantuvimos ocupada a nuestra madre.

Para empeorar las cosas, yo era un


rebelde y cuando mi padre estaba en casa
discutíamos por todo. Me dijo que no era
bueno. Creo que tuvo mucho que ver con
mis amigos, a quienes obviamente no le
agradaban. Mirando hacia atrás, no lo
culpo, siempre estuvimos en problemas.

63
Llegué a conocer bien al director.
También me dijo que no era bueno. Proba-
blemente tenía razón. No estoy seguro de
si mis amigos fueron una mala influencia
para mí o si yo fui la mala influencia. En
cualquier caso, no recibí ningún aliento del
director ni de mi padre.

Finalmente, papá me rechazó con Bill,


uno de sus empleados a quien me agrada-
ba mucho porque se interesaba por mí. Me
fui a vivir con él y su esposa Barbara y es-
taba mejor, aunque todavía tenía mis ami-
gos.

Un día, cuando estaba con mis amigos,


un chico se reunió con nosotros después
de la escuela y dijo que tenía un poco de
marihuana que podíamos comprar a buen
precio. Estábamos ansiosos por probarlo y
encontramos un lugar a la vuelta de la es-
quina donde nadie nos viera. Solo probé un
poco y guardé el resto en mi bolsillo para
más tarde. Cuando llegué a casa, Bill entró

64
en mi habitación para hablar conmigo y lo
primero que vio fue la marihuana en mi to-
cador.

"¿Qué es esto?" preguntó.

Antes de que pudiera responder, Bill


dijo: "Pon eso en tu bolsillo y ven conmigo,
quiero que conozcas a un amigo". Lo seguí
nerviosamente hasta su auto.

Me llevó a la comisaría y me presentó al


capitán. Los tres nos sentamos juntos en
su sala de conferencias.

“Muéstrele al capitán lo que tiene en su


bolsillo”, me dijo Bill. De mala gana lo
saqué.

"¿Fumaste algo de esto, David?"


preguntó el capitán.

No quería decir nada, pero tenía que


responder, así que dije: "Sí".

65
“Puedo acusarlo de fumar marihuana y
también podría acusarlo de venderla.
¿Vendiste algo de esto a tus amigos? "

"No, me lo vendieron".

"¿Quién te lo vendió?" mirándome direc-


tamente a los ojos.

"No voy a decirte."

"Te diré una cosa, no presentaré cargos


si me dices quién te lo vendió".

Sintiéndome avergonzado e insultado,


dije: "No puedo hacerlo. Cárgame."

"¿Qué crees que dirá tu papá?"

"Hablará con Bill". El capitán miró a Bill


con una mirada inquisitiva, quien dijo:
"Probablemente lo hará".

El capitán dijo: "Bueno, vámonos".

"¿Dónde?" Yo pregunté. "Te voy a poner


en una celda. No puedo permitir que andes

66
jugando con la marihuana si no me dices
quién te la vendió ".

Bill puso su mano en el brazo del


capitán, “Sólo un minuto. ¿Puedo hablar
con él a solas? Entonces, si quieres,
puedes ponerlo en una celda.” Después de
que el capitán se fue, esperé a que Bill me
gritara. En cambio, expuso mi situación.

“Mira David, en primer lugar, es contra


la ley y no me importa cuál sea tu excusa,
¡es contra la ley! Ahora, ¿quién te lo
vendió?

"Si te lo digo, ¿se lo vas a decir?"

"¡Absolutamente!"

Simplemente bajé la cabeza y no re-


spondí.

Entonces Bill llamó al capitán y le dijo.


"También podrías meter a David en la
cárcel porque él tampoco me lo dirá".

67
Tenía miedo y comencé a llorar.

"Ven aquí", dijo Bill, poniendo su gran y


fornido brazo alrededor de mí.

“Dime esto”, dijo el capitán. "¿Fue


alguien en la escuela?"

Dije, "no, era alguien mayor".

“Entonces dime ahora mismo quién es”,


y le dije.

El capitán respondió: "Pensé que podría


ser ese. Está bien, lo arrestaremos ".

Luego se volvió hacia mí con una mi-


rada severa y dijo: "Ve a casa y pórtate
bien o tú y yo vamos a tener una charla se-
ria".

Ni Bill ni yo hablamos mucho de camino


a casa, hasta que pregunté.
"¿Vas a decirle a mi papá?"
"¿No crees que se merece saber?"

68
"Si le dices, me gritará y me dirá que no
soy bueno".
"Si ese es el caso, no se lo diré. Pero si
vuelve a suceder, lo primero que haré es
avisarle, y luego él y yo te llevaremos a ver
al capitán ”.
Y ese fue el final.
Bill cumplió su palabra y nunca se lo
dijo a mis padres. Ese fue un punto de in-
flexión en mi vida. No volví a consumir
marihuana y volví a vivir con mis padres
hasta el final de la escuela secundaria.
Realmente llegué a apreciar a Bill, quien
me mostró claramente la diferencia entre el
bien y el mal. Era el tipo de hombre en el
que quería convertirme. No puedo imaginar
lo que me habría pasado si Bill no hubiera
estado allí para arreglarme.
Mi padre y mi maestro me dijeron que
no era bueno. Podría haber sido conocido
como drogadicto, o incluso como traficante

69
de drogas. Tengo un nombre, pero estos
otros nombres podrían haberme descrito.
Yo era un adolescente rebelde que
buscaba mi camino con un padre que no
tenía tiempo para pasar conmigo. Ahora
comprendo que ayudar a los demás no
siempre es algo fácil de hacer, pero lo
valioso que es cuando se hace en el mo-
mento adecuado y de la manera correcta.
Nunca sabemos si estamos ayudando a
alguien que hará una gran contribución a
nuestro mundo o no, pero sé una cosa: Bill
cambió mi vida en la dirección correcta.
********************
El padre de David y el director de la escuela le
dijeron a David que no era bueno y él lo creía.
Esa era su identidad. ¿Cómo podría ser otra
cosa? Pero cambió. Llegó a ver el camino que
estaba tomando y abandonó la marihuana, su es-
tilo de vida rebelde y probablemente mucho más.
Comenzó a pensar en sí mismo de manera
diferente. Estaba comenzando a descubrir una

70
nueva identidad. Bill vio algo en él que otros no
habían podido ver y ahora David comenzó a ver
algo de eso por sí mismo.
Tu carácter es mucho más importante que
tu pasado o tu futuro; lo que importa es quién
eres, no lo que has hecho o harás. Desconocido

Preguntas:

1. ¿Cuál dirías que era la identidad de David


mientras vivía en casa?

2. ¿Crees que su mala actitud fue culpa de sus


padres?

3. ¿Por qué crees que quería probar la marihua-


na, a pesar de que era ilegal?

4. ¿Crees que Bill fue demasiado duro con él al


llevarlo a la estación de policía?

5. ¿Qué aprendió David mientras vivía con Bill y


su esposa?

6. ¿Puedes identificarte con la experiencia de


David?

71
7. ¿Tiene un padre/mentor/consejero que le haya
ayudado?

72
CAPÍTULO 5. "ELLOS PENS-
ABAN QUE ERAS DE LA CIA".
Gerry Hoover
Crecí en la pequeña ciudad de Wink,
Texas. Mamá se fue a las 5:30 a. M. Para
el café donde trabajaba y papá se fue a las
6 a. M. Para trabajar como carnicero, de-
jándonos a mi hermana y a mí para des-
pertar a nuestro hermano menor, vestirnos
e ir a la escuela.
Comencé a trabajar cuando tenía 12
años en la tienda de comestibles local,
donde abrí cajas, surtí, barrí el piso e hice
todo lo que fuera necesario.
Cuando estaba en octavo grado, mi
padre tuvo un ataque cardíaco grave y es-
tuvo hospitalizado durante un año, lo que
obligó a mi hermana y a mí a vivir con otras
familias. Éramos extremadamente pobres
pero no lo sabíamos. Vivíamos de frijoles y

73
cereales, pero éramos niños felices con
padres trabajadores
En la escuela secundaria jugué todos
los deportes, fútbol, baloncesto, atletismo y
béisbol en el verano y también toqué la
trompeta en la banda. Había 22 en mi
clase de graduación.
Trabajaba para varias empresas todos
los veranos como peón en los campos
petrolíferos cercanos. El trabajo consistía
en transportar tuberías, recoger tuberías,
cargar remolques, atornillar las conexiones
y conectar las baterías del tanque. Fue
solo trabajo general.
A los 16, comencé a trabajar en una
unidad de extracción que realiza manten-
imiento en pozos de petróleo. Un pozo de
petróleo es un agujero de 2-6 mil pies,
lleno de varillas telescópicas con una bom-
ba en el fondo. En la parte superior está el
familiar gato de la bomba para extraer el
aceite.

74
Bomba y tanque
Si algo se rompe o necesita ser
reemplazado, el equipo de mantenimiento
levanta las varillas hasta llegar al problema
y lo lleva a reparar o reemplazar.
Un trabajador me llevó al trabajo y me
dijo qué hacer. Trabajé turnos de 12 horas
y, a veces, la mitad de otro turno si era
necesario. Siempre estaba aprendiendo,
así que cuando me gradué de la escuela
secundaria, había hecho casi todos los tra-
bajos necesarios en la superficie para ter-
minar un pozo petrolero y mantenerlo fun-
cionando.
Tenía un 22 y una escopeta montados
detrás del asiento de mi camioneta. Yo era

75
un feliz niño pequeño, viviendo la buena
vida. Fue un buen lugar para crecer.
Al graduarme de la escuela secundaria,
tuve que aprender algo completamente
nuevo, cuando comencé a trabajar a tiem-
po completo en la producción de gas nat-
ural para El Paso Natural Gas en Coy-
anosa, Texas.

Planta de gas natural

Volví al principio, al fondo. Acarreé


basura, pinté, corté el césped. Pasé dos
años haciendo exactamente eso y arreg-
lando las cosas cuando se rompían.

76
Me casé cuando tenía 21 años y el
matrimonio duró 17 años, pero luego nos
divorciamos. Fue tan doloroso que juré que
nunca volvería a hacer eso. Si me volviera
a casar, sería permanente.
Trabajar con gas natural fue una ex-
periencia nueva casi sin relación con mi
trabajo anterior. Había muchas cosas que
aprender y estaba decidido a aprenderlas
todas.
Tomé algunas clases universitarias de
matemáticas y cursos de ingeniería
mecánica que necesitaba para hacer mejor
mi trabajo. Estudié para aprender, no para
obtener un título. Trabajaba todo el día y
tomaba clases por la noche y, a veces, los
sábados.
Conocí a Cindy en el trabajo en 1988
cuando tenía casi 38 años. Poco después
de casarnos, nos mudamos a Bloomfield,
Nuevo México y luego a Albuquerque. Un
día, Cindy dijo que era hora de ir a la igle-

77
sia, y eso fue todo. Joe Bunce era el pastor
de la iglesia y se convirtió en mi mentor.
Fue una gran influencia en mi vida.
En 1985, El Paso Oil and Gas se
comprometió a informatizar la empresa.
Me gustaban las computadoras.
Cuando mi jefe preguntó: "¿Te gustaría
hacer algo diferente?" Respondí: "Oh, sí".
Siempre estaba buscando cosas
nuevas para aprender y hacer. Llegaron
hombres de El Paso, Texas para comenzar
a computarizar la empresa.
Llevamos computadoras por todo
Nuevo México, Arizona y Texas, brindando
instrucciones de funcionamiento y todo lo
necesario junto con módems para comuni-
carnos con la oficina principal. Eso puso a
la oficina principal en control de toda la op-
eración. Comenzando con El Paso Natural
Gas haciendo trabajo general, hasta un
gerente que gana $ 80,000 / año, con pre-

78
supuestos operativos de $ 100 millones, lo
había hecho muy bien.
Después de 28 años y medio con El
Paso Oil and Gas, había trabajado en cada
parte del negocio y sabía todo sobre el de-
sarrollo del gas natural, pero estaba bus-
cando nuevos horizontes, nuevas cosas
que aprender. Cuando tuve un desacuerdo
con la gerencia en 1998, lo dejé.

Mi reputación se difundió y un tipo me


llamó y me ofreció un trabajo.
“Tenemos muchos contratos para in-
stalar plantas de gas en países extran-
jeros”, dijo el hombre. “Tienes la experien-
cia y se sabe que eres emprendedor. El
trabajo es tuyo si lo quieres ".
Estuve fuera todo el tiempo, pero el
trabajo fue desafiante y emocionante. Tra-
bajé desde Canadá hasta Indonesia, todo
el Caribe y México y todos menos tres
países de América del Sur. Estuve en

79
África del Norte y Occidental, Europa y to-
dos los países de Asia con nombres que
terminan en "stan". Todo fue en el desarrol-
lo del gas natural, que era algo nuevo en
ese momento en el mundo en desarrollo.

Mi trabajo me llevó a lugares peligrosos.


Trabajé en la tierra de nadie entre Irán y
Turkmenistán, cerca de la ciudad donde
tres estadounidenses fueron arrestados y
habían pasado más de un año en una
prisión iraní.
En Naranjos, México, paramos en
Pepi's Bar para comer algo. Fue en la au-
topista del tráfico de drogas.
"Ustedes se quedan en el hotel esta
noche". ordenó Pepi.
"Te traeré tu cena, pero te quedas en el
hotel". Sabía que venía el Cartel.
En Nigeria, nuestra camioneta tenía un
par de hombres armados colgados en la

80
parte de atrás para protegernos. Era un lu-
gar aterrador.
También hubo momentos gratificantes e
hice muchos amigos. En Colombia, conocí
a un hombre que amaba las motocicletas
Harley Davidson. La próxima vez que es-
tuve allí, le traje una camiseta nueva de
Harley Davidson y estaba encantado.
También cometimos errores. En un
pequeño pueblo de Bolivia contratamos a
algunos hombres y les pagamos $ 40 por
día. Pronto el líder de la aldea se acercó a
nosotros.
"¡No puedes hacer esto!" Exclamó eno-
jado.
"La gente aquí gana alrededor de $
100 / año y usted les paga $ 40 / día. En
una semana, son ricos. ¡No puedes hacer
esto! "
Recorté sus salarios de $ 40 / día a $
1,50 / día y cambié el equipo cada dos se-
manas para repartir el dinero.

81
Mucha gente me invitó a comer en sus
casas, pero eso podría significar que no
volverían a comer ese día. Quería darles
un regalo de anfitriona, pero sabía que se
sentirían insultados si les diera dinero.
Adquirí el hábito de aprender qué era un
regalo apropiado. En Argentina, me dijeron
que la anfitriona estaría encantada de
recibir un kilo de hojas de coca. (Mala idea
en Norteamérica, pero funcionó allí). Siem-
pre traté de recompensar la generosidad
de alguien de alguna manera.

A veces, los viajes nos brindan historias


para contarles a nuestros amigos.

En mi primer vuelo a Argentina, mi


equipaje facturado no llegó a Buenos Aires.
Los chicos que esperaba no aparecieron.
Sabiendo unas cuatro palabras en español,
logré cruzar la ciudad hasta el aeropuerto
nacional. Pero una jovencita me distrajo

82
mientras su pareja se escapaba con mi
maletín. Eso me dejó con la ropa que esta-
ba usando y mi computadora.
Llegué a Ushuaia, en el extremo sur de
América del Sur, con pantalones cortos y
una camiseta, apropiados para la temper-
atura de 80 grados en Houston, pero no
para los -20 grados cuando bajé del avión
hacia la nieve y el viento. Me estaba con-
gelando. Entré en la terminal y vi como to-
dos recogían sus maletas y se iban. Nadie
estaba allí para recibirme.
Después de eso, me dije a mí mismo
que nunca dejaría que esto me volviera a
pasar, y que nadie me iba a robar nada.
En un viaje a Turkmenistán, manejamos
toda la noche en un Lada ruso hasta la
capital. Allí, un conductor me llevó a la
base, donde no había nadie para recibirme.
Hacía 126 grados Fahrenheit y el conduc-
tor dio media vuelta para irse.

83
Llevaba pantalones cortos, una camise-
ta, gafas oscuras y una gorra de béisbol, y
estaba de pie debajo de un árbol escuálido.
No me daban nada de comer ni de beber,
ni siquiera nada para sentarme hasta que
pudiera atravesar la puerta.
Luego, el conductor se acercó y habló
con la multitud en la puerta. Pronto em-
pezaron a gritarse y a gritarse el uno al
otro.
En un autobús cercano vi que la cortina
se abría un poco, mostrando los rostros de
dos mujeres una encima de la otra, luego
volviéndose a cerrar. Cuando apareció mi
cliente, le conté esta historia y se echó a
reír.
"¿Qué es tan gracioso", le pregunté con
impaciencia, mientras todavía estaba
hirviendo al costado de la carretera.
“Ellos pensaron que estabas usando tu
ropa interior. Ningún hombre lleva pan-
talones cortos aquí ".

84
"¿Qué hay de todos esos tipos parados
junto a la puerta que no querían hablar
conmigo?"
"Te tenían miedo a la muerte".
"¿Por qué?"
"Ellos pensaron que eras de la CIA".
"¿Por qué pensarían eso?"
“Primero usabas anteojos oscuros y una
gorra de béisbol, y el segundo, ningún es-
tadounidense viene aquí solo. Pensaron
que estabas controlando un satélite y que
algo podría salir del cielo y matarlos ".
Hice este trabajo durante 12 años como
contratista independiente. Tenía de 4 a 20
personas trabajando para mí haciendo el
trabajo doméstico y yo hacía el trabajo en
el extranjero. Después de vender el nego-
cio, trabajé otros 5 años ayudando a un
hombre a iniciar un negocio.
Después de trabajar durante 51 años,
llegó el momento de jubilarse.
*******************

85
Gerry estableció su identidad en la escuela
secundaria, lo que lo encaminó hacia una vida
exitosa y significativa. Su actitud positiva lo llevó
a aceptar la responsabilidad y trabajar duro. Esas
cualidades formaron una reputación que le abrió
puerta tras puerta por el resto de su vida.
La escuela secundaria es el momento para
ser positivo, trabajar duro, crecer en confianza y
aprender tanto como pueda. No pierda el tiempo
sintiendo lástima de sí mismo, pasando tiempo
con los amigos equivocados y teniendo una acti-
tud negativa. Sea positivo y desarrolle los princip-
ios que lo prepararán para el futuro. Ellos deter-
minarán tu identidad.
Recuerde que su identidad se define básica-
mente por los principios que sigue, no por sus
sentimientos. Puede sentirse como si estuviera
en la cima del mundo o puede sentirse inútil. Es-
tas cosas nunca deberían definir quién eres.

86
Preguntas:
1. Piense en la actitud de Gerry en la escuela se-
cundaria. ¿Cómo le recompensó esa actitud du-
rante los siguientes 28 años y medio?
2. Practicó varios principios positivos, incluido el
trabajo duro, la responsabilidad y la competencia.
¿Crees que estos principios fueron naturales
para él o los aprendió? Explicar.
3. La diligencia, la honestidad, la competencia, la
compasión, la responsabilidad, etc. te hacen
quien eres. ¿Qué principios forman parte de tu
vida?
4. ¿Cómo crees que Gerry pudo conseguir un
trabajo que lo llevó por todo el mundo? Explicar.

87
88
PARTE 2

CONSTRUYENDO LAS
BASES PARA LA VIDA

(TU DEBER DE

TI MISMO)
Hay algunas cosas en la vida que te debes a ti
mismo. Estos son principios que debes seguir
simplemente porque te harán fuerte. También
pueden ayudar a otros, porque todo lo que
hacemos como individuos tiene un impacto en los
demás, a veces muy pequeño y otras veces sig-
nificativo.

Estos principios incluyen honestidad, trabajo


duro, responsabilidad, coraje, dominio propio, re-
speto por la autoridad, pureza, perseverancia,
esperanza y respeto por uno mismo.

89
Piense en cada una de estas cosas. Seguir
estos principios afectará a los demás de formas
que tal vez no puedas imaginar, pero el efecto en
ti será una sorpresa. Practicando la honestidad
un día al devolver dinero a la persona que lo
perdió, una niña le comentó a su amiga: "¡Me
sentí tan bien!"

La práctica de estos principios en su vida di-


aria fortalecerá su confianza. Algunos de ellos re-
querirán disciplina, otros un cambio de actitud,
mientras que otros pueden ser fáciles para ti.

Los siguientes capítulos incluyen historias de


personas que se beneficiaron de la práctica de
estos principios, muchas de las cuales experi-
mentaron una transformación en sus vidas al
aprender a vivir.

Además, recuerde el campo de minas, las


sorpresas inesperadas que tuvieron que navegar.
Estas no son solo dificultades que superar, son lo
que hace que la vida sea emocionante.

90
CAPÍTULO 6. "IMAGINA EL
MATRIMONIO CON ALGUIEN
EN QUIEN NO PUEDES CON-
FIAR".
Andrez Mendez

Soy cadete en la Academia de la Fuerza


Aérea en Comayagua, Honduras, y tenía
muchas cosas en mi mente mientras cam-
inaba por el campus. "En primer lugar, es-
taba cansado después de los ejercicios
físicos que me exigían por la mañana, pero
también sabía que tenía que estudiar para
un examen más tarde en el día".

“¿Cuándo volveré a ver a Mariela?”


Pensé para mí mismo. Sé que ella es la in-
dicada para mí y quiero casarme con ella,
pero todavía no le he preguntado. Si le
pregunto, creo que dirá que sí, pero no es-
toy seguro. Nos divertimos mucho juntos y

91
siempre tenemos mucho de qué hablar. Si
dice que sí, me gustaría comprarle un anil-
lo, pero no tengo dinero. En cualquier caso,
no puedo casarme hasta que me gradúe
de la Academia y eso no sucederá hasta el
próximo año. Aún así, necesito dinero para
comprar un anillo. No puedo esperar más.
Ya tengo una cita con ella el sábado por la
noche, le propongo matrimonio entonces.
Genial, ya me siento mejor. Aún así, si
solo tuviera un poco más de dinero, sería
mucho mejor.”

Me sentí un poco mareado mientras


caminaba. En ese momento, vi una bil-
letera en el camino justo frente a mí. Lo
recogí y cuando miré adentro, estaba lleno
de dinero.

Cuando llegué al cuartel, les mostré la


billetera a algunos de mis amigos. Uno de
ellos dijo: "Vaya, hagamos una fiesta".

92
“Oigan, chicos, denme un poco de
tiempo para pensar en esto. Es mucho
dinero y no creo que deba conservarlo ".

"Estás loco, es como un regalo del cielo.


Pueden hacer lo que quieran con él, pero
como amigos, tal vez podamos tener una
buena comida juntos fuera de aquí. ¿Qué
te parece?”

"Te lo haré saber", respondí.

Con eso, me alejé. Cuanto más lo


pensaba, más sabía que no podía
quedarme con el dinero sin importar lo que
mis amigos quisieran hacer.

Empecé a pensar en mi sueño de


convertirme en oficial de la Fuerza Aérea y
más allá. Pensé en lo que me estaban en-
señando en la Academia. Fue más que
aprender a pilotar un avión. Me enseñaron
lo que significaba ser un oficial, que nece-
sitaba ser un ejemplo para los hombres
que lideraría. Necesitaba ganarme la confi-
anza que depositaron en mí para pilotar un

93
avión caro. ¿Cómo se puede confiar en mí
si me quedo con la billetera?

Quería casarme con Mariela. Ella era


hermosa y maravillosa para estar con ella.
¿Qué pasa con José, que perdió a su
novia porque le mintió, y luego estaba Ale-
jandro, cuya novia le mintió sobre el otro
hombre con el que estaba saliendo? Dijo
que fue como una bofetada y que toda su
vida perdió todo sentido. Un poco más
tarde me dijo que se alegraba de que
sucediera. Él dijo: "¿Imagina el matrimonio
con alguien en quien no puedes confiar?”

Me pregunté qué pensaría Mariela. ¿Pen-


saría ella que era un tonto y rechazaría mi
propuesta?

Sabía lo que tenía que hacer. Fui al co-


mandante de la base y le mostré la bil-
letera. Al mirar adentro, reconoció el nom-
bre del oficial de la Fuerza Aérea de los Es-
tados Unidos que estaría hablando con to-
dos los cadetes esa noche.

94
Me sentí bien con lo que había hecho,
obviamente era lo correcto. Después de
todo, me había disciplinado a mí mismo
para decir la verdad y la honestidad se
había convertido en un hábito para mí. Me
sorprendió a mí mismo que estuve tentado
a quedarme con el dinero. Aún así, de-
spués de enfrentar la tentación, me sentí
más fuerte por haber pasado por el proce-
so.

El oficial cerró su charla esa noche


diciendo: “Perdí mi billetera en este cam-
pus y me la devolvió el cadete que la en-
contró. Por la honestidad de este estudi-
ante, me voy de su país con una buena
opinión de Honduras y de los hondureños.”

********************

Preguntas:

1. ¿Por qué creen que Andrez les mostró la


billetera a sus amigos? ¿Esperaba que le dijeran
qué hacer?

95
2. ¿Qué le habrías dicho que hiciera si hu-
bieras estado allí?

3. Andrez necesitaba el dinero, entonces, ¿por


qué decidió devolverlo?

4. De esta historia, ¿por qué es importante la


honestidad?

El futuro de Andrez estaba ante él, sus esper-


anzas y sueños brillaban como una promesa.
Quería sobresalir en su carrera en la Fuerza
Aérea, luego tal vez trabajar para una buena em-
presa, una en la que pudiera confiar y que confi-
ara en él. También esperaba casarse con la her-
mosa chica que amaba, y quería un matrimonio
que durara toda la vida. Había visto romperse
otros romances porque una de las partes mintió.
Sabía que si iba a confiar en su futura esposa,
ella también necesitaba confiar en él.

La confianza se basa en la honestidad, y An-


drez estaba construyendo su reputación a diario
con sus palabras y acciones. La confianza es del-
icada y una vez rota, es difícil de restaurar. Si
Andrez no hubiera devuelto la billetera, incluso

96
los amigos que lo instaron a quedarse con el
dinero podrían no haber confiado en él en el fu-
turo. Después de todo, ¿de qué sirve un amigo
en el que no se puede confiar?

“Quien mienta por ti, mentirá contra ti”, ad-


vierte un proverbio bosnio.

Nuestra reputación es lo que los demás pien-


san de nosotros, el resultado externo de lo que
somos por dentro. Incluso más importante para
Andrez que su reputación era su propio carácter.
Quería ser el tipo de hombre que él mismo
pudiera respetar.

George Washington, un gran general y el


primer presidente de los Estados Unidos dijo:

"Espero poseer siempre la firmeza y la virtud


suficientes para mantener lo que considero el
más envidiable de todos los títulos, el carácter de
un Hombre Honesto".

97
¡Para Lincoln era más importante ser conocido
como un hombre honesto que ser conocido como
el presidente!

Ser honesto es como los cimientos de un edi-


ficio, que requiere un cuidado especial porque
todo lo anterior depende de qué tan bien estén
construidos los cimientos. Un pequeño error
puede tener consecuencias importantes en lo que
se construye más arriba. Cuanto más alto es el
edificio, más importante se vuelve la base, como
observó el filósofo griego Aristóteles,

“La menor desviación inicial de la verdad se


multiplica después por mil”.

Muchos grandes hombres han entendido la


necesidad de honestidad en sus vidas y palabras.
Thomas Jefferson dijo:

"La honestidad es el primer capítulo del libro


de la sabiduría".

La reputación de su país es tan importante


como su reputación personal. Nuestra familia

98
siempre anima a los amigos que viajan a Europa
a visitar Holanda. Nos gusta Holanda porque nos
pareció un país cuyos ciudadanos son dignos de
confianza.

Mientras estábamos allí, hace años, dejamos


nuestra cámara en un restaurante. Cuando re-
gresamos, el dueño del restaurante había
guardado la cámara a salvo para nosotros. En el
mismo viaje, nuestro pequeño hijo perdió su bil-
letera, que contenía su identificación y dos
dólares. Unos días después de que re-
gresáramos a casa, recibió su billetera por
correo, con los dos dólares, devuelta por el hom-
bre que la había encontrado.

¡Nuestro hijo nunca olvidó esa lección de hon-


estidad! El buen carácter es contagioso. Sus
semillas se reproducen en la sociedad, transmi-
tiendo confianza y estabilidad.

Frederick Douglass fue un ex esclavo que


creció hasta convertirse en un abolicionista apa-
sionado, así como en un brillante escritor, editor

99
de periódicos y orador. En un discurso en Wash-
ington, D.C., dijo:

“La vida de la nación es segura solo mientras


la nación es honesta, veraz y virtuoso."

"Un hombre honesto es la obra más noble de


Dios.” (Alexander Pope)
********************
Llegó el sábado por la noche y Mariela y
yo salimos en nuestra cita. Cuando nos
sentábamos a cenar, Mariela preguntó:
“Háblame de tu semana. ¿Pasó algo in-
teresante?

Le conté sobre la billetera y cómo se la


había devuelto al oficial. Entonces pregun-
té. “¿Crees que fui un tonto por devolver la
billetera? Podríamos haber hecho mucho
juntos con ese dinero ”.

Mariela hizo una pausa por un minuto y


luego mirándome a los ojos dijo: "No es-
peraría que hicieras nada más. Andrés,
eres el hombre de mis sueños.”

100
Mi propuesta salió mejor de lo que es-
peraba.

101
102
CAPÍTULO 7. "¿A DÓNDE
NOS LLEVAS?"
Xander

Mi amigo y yo estábamos en segundo


año en la clase de álgebra el día que la
alarma de incendios nos llamó afuera. Esa
alarma de incendio cambió nuestras vidas.
Con el resto del alumnado nos dirigimos al
campo de fútbol.

“¡Guau! ¡Esto es un trato! " alguien ex-


clamó. Vimos con asombro cómo primero
llegaban un camión de bomberos y dos
coches de policía, seguidos de otro vehícu-
lo.

"¿Qué es la camioneta detrás del coche


de la policía?" Yo pregunté.

"Vi uno de esos antes, creo que es el


escuadrón de bombas", dijo Bryan.

103
Estuvimos allí mucho tiempo hasta que
dos de nuestros maestros corrieron al
campo y nos agarraron a Bryan y a mí.

"¿Qué ocurre? ¿A dónde nos llevas?


chillamos.

Prácticamente nos arrastraron por el


pasillo hasta nuestro casillero. Miramos
con incredulidad a la multitud sin sonreír de
policías reunidos alrededor de nuestro
casillero saqueado.

Allí, frente a nosotros, estaba un pe-


queño robot que el escuadrón de bombas
había usado para abrir nuestro casillero y
en el piso vimos una batería, un inversor,
nuestros dos teléfonos celulares y algunos
cables.

"¿Cómo explicas esto?" preguntó el


hombre de aspecto brusco a cargo del es-
cuadrón de bombas.

104
“Bueno, solo estábamos, uh, uh, tratan-
do de mantener nuestros teléfonos celu-
lares cargados”, tartamudeamos.
"Nosotros, nosotros, no queríamos hacer
nada malo. Honesto."

Las autoridades no se divirtieron. Nos


llevaron a la comisaría esposados, donde
soportamos una larga e intensa charla. A
última hora de la noche, la policía nos en-
tregó a nuestros padres, que no estaban
nada felices.

A través del interrogatorio, descubrimos


lo que había sucedido.

Fue lo suficientemente inocente. Bryan


y yo compartimos un casillero y queríamos
mantener nuestros teléfonos celulares car-
gados mientras estábamos en la escuela.

Solo se nos permitió usar nuestros telé-


fonos durante el almuerzo, pero como la
mayoría de nuestros amigos, los usamos

105
tanto que al final del día las baterías se
agotarían.

Entonces tuve una idea. "¿Qué pasa si


obtenemos una batería y un inversor para
cargar nuestros teléfonos?" Le pregunté a
bryan

"Puedo armar algo que creo que fun-


cionaría". Brian respondió con entusiasmo.
"¿Dónde lo pondremos?"

"¿Qué tal el fondo de nuestro casillero


para que nuestros teléfonos puedan car-
garse todo el día mientras estamos en
clase?"

Eso es lo que hicimos y funcionó de


maravilla. Como una gran idea salió bien,
se nos ocurrió otra. Con varios miles de es-
tudiantes en nuestra escuela, todos en-
frentamos largas filas idénticas de
casilleros. ¿No sería mejor si nuestro
casillero se viera diferente a los demás?

106
Después de todo, los números eran difí-
ciles de leer.

"Lo sé", declaró Bryan. “Mi papá trabaja


para United Airlines y me dio un montón de
sus llamativas pegatinas. Traeré uno
mañana ".

"¡Frio!" Dije.

Así que colocamos una calcomanía en


el exterior de nuestro casillero que decía:
"¡Material peligroso!"

Pero alguien escribió una palabra ob-


scena en la etiqueta, así que la quitamos y
la reemplazamos por otra que decía: "¡Ex-
plosivos!"

Entonces sucedió lo impensable. La en-


ergía de nuestra batería se agotó y comen-
zó a hacer un sonido de clic. Cuando un
maestro desprevenido pasó por delante de
nuestro casillero, vio el letrero "Explosivos"
y escuchó un clic procedente del interior,

107
visiones de tiroteos en otras escuelas se-
cundarias pasaron por su mente. Presa del
pánico, corrió hacia la oficina del director.
Igualmente presa del pánico, llamó a la
policía, que inmediatamente convocó al
escuadrón de bombas.

El día después del alboroto que


causamos, el director de la escuela nos in-
terrogó a fondo. Después de examinar
nuestros registros, le dijo al superinten-
dente de escuelas: "No creo que estos
niños quisieran hacer ningún daño. Esta-
ban bastante conmocionados ".

El superintendente estuvo de acuerdo


con él.

Pero el fiscal de distrito del condado se


sintió diferente. Fuimos suspendidos por
cuatro semanas, acusados de interrupción
escolar y amenaza de bomba.

Mi madre, Amy, era una madre soltera


con la cabeza equilibrada. La noche en que

108
se anunciaron los cargos, se sentó a la
mesa de la cocina hasta tarde, tratando de
calmarme.

"¡Mamá, simplemente están exageran-


do!"

“Bueno”, razonó, “estoy de acuerdo con-


tigo, pero tienes que verlo desde la per-
spectiva de las autoridades y tienes que
admitir cierta culpabilidad. Probablemente
no debería haber tenido ese artilugio en su
casillero, y poner una calcomanía de ex-
plosivos en la puerta mostró un juicio bas-
tante pobre ".

"Lo sé pero…."

"Tienes una opción", continuó con cal-


ma. "Puedes dejar que esto te deprima o
puedes aprender algo de ello.”

Luego me explicó lo que podía hacer.


Con la esperanza de redimir mi reputación
empañada, seguí a regañadientes el con-

109
sejo de mi madre. Durante las cuatro sem-
anas de suspensión, encontré un trabajo y
comencé a pagar los gastos de la escuela
y el costo del abogado que mi mamá tuvo
que contratar.

Pero las cosas no mejoraron. Después


de la suspensión, Bryan y yo fuimos expul-
sados de la escuela.

Más tarde supe que el director se puso


de nuestro lado y le dijo a su facultad que
éramos buenos chicos que pertenecían a
la escuela.

Pero nos dijo con severidad: "Te llevaré


de regreso a mi escuela, siempre y cuando
no te metas en más problemas. Pero si al-
guna vez vuelves a causar problemas, es-
tarás fuera de esta escuela de forma per-
manente “.

Después de eso volvimos a clases.

110
Decidí responsabilizarme por mi
"crimen". Conseguí un trabajo de verano y
dediqué cada centavo que gané a pagar
mis deudas.

Cuando una de mis abuelas vio lo duro


que estaba trabajando, me ofreció este
consejo: "¿Por qué no te quedas con un
poco de dinero para ti? Si no te diviertes un
poco en la vida, es probable que te vuelvas
resentido.”

"No puedo", respondí. "Necesito cada


centavo para devolver lo que debo”.

Cuando las clases comenzaron en el


otoño, hice mi mejor esfuerzo, tanto
académica como socialmente.

Muchos estuvieron de acuerdo conmigo


en que mi castigo era demasiado severo
por el comportamiento tonto que cualquier
adolescente podría intentar. Podría
haberme enojado y culpar a las autori-
dades por su excesiva disciplina, pero no lo

111
hice. En cambio, estaba decidido a hacer
las cosas bien. Para mi sorpresa, muchos
de mis compañeros de clase me trataron
como un héroe, pero seguro que no me
sentí como tal.

Finalmente, se retiraron los cargos en


nuestra contra, en gran parte porque no
había pruebas de que tuviéramos intención
de actuar con malicia o de que nuestro dis-
positivo de carga pudiera interpretarse
como una bomba.

Un día, mi otra abuela se rió entre di-


entes: "Bueno, Xander, ¿te llamamos el
bombardero de la batería?”

"Abuela, no bromees sobre eso. De-


spués de todo lo que he pasado con mi
familia, amigos, maestros, la policía y el di-
rector, ya no es divertido.”

********************

112
Preguntas:

1. Xander y Bryan mostraron conocimiento pero


no mucha sabiduría. Si hubieran sido sabios,
¿qué deberían haber hecho?

2 ¿Por qué Xander y Bryan pusieron un letrero en


su casillero que decía "Explosivos"?

3. ¿Qué principio afirmó Xander en respuesta a lo


que habían hecho?

4. ¿Qué habrías hecho en su puesto?

Por lo general, usamos la etiqueta "respons-


able" para alguien que se hace cargo cuando se
lo necesita, como un soldado, que se hace cargo
del pelotón cuando muere su oficial al mando.

¿Llamarías irresponsable a alguien que no ac-


túa?

Siempre hay alguien más a quien podemos


culpar, pero la marca de una persona madura es
aquella que asume la responsabilidad de sus ac-

113
ciones, incluso cuando las cosas van mal y otros
tienen más faltas. Te debes a ti mismo hacer eso.

Xander aprendió una lección valiosa: tenemos


que asumir la responsabilidad de nuestras ac-
ciones, incluso cuando la vida no es justa. Em-
pezaba a crecer.

"No puedes escapar de la responsabilidad del


mañana evitándola hoy.” Abraham Lincoln

“Una tierra necesita héroes. Los hombres pe-


queños y los pensamientos pequeños provienen
de los sueños pequeños. Un hombre es tan
grande como sus sueños. Siempre hay quienes
se burlan, discuten y se encogen de miedo ...
pero si quieres hacer grandes huellas en la tierra,
tienes que salir y empezar a caminar."Cómo fue
ganado el Oeste” Louis L'Amour.

114
CAPÍTULO 8. "TUS HIJOS
SON TAN
INTELIGENTES.”
Andrea Denhoed

“En lugar de ir a la escuela este año”,


dijo mamá. "Te voy a enseñar en casa. ¿Te
gustaría eso?"

Mi nombre es Andrea y mi hermana


mayor es Rachel. Ella estaba en cuarto
grado y yo en segundo. Nunca habíamos
oído hablar de algo así, pero nos pareció
bien.

Entonces mamá comenzó a enseñarnos


en casa, y cuando nuestro hermano menor
tuvo la edad suficiente, se unió a nosotros.

Al principio fue fácil, pero mamá tenía


algunas reglas estrictas y rápidas que se
aseguró de que cumpliéramos. Solo qued-
aban tres.

115
1. Había que hacer el trabajo.

2. Había que hacer bien el trabajo.

3.Teníamos que hacerlo lo más rápido


posible.

Las reglas parecían fáciles al principio,


ya que se esperaba que mantuviéramos
nuestra habitación ordenada, así como
otras tareas, y a ella no le agradaba que no
hiciéramos bien nuestro trabajo. En cuanto
a la rapidez, siempre hacía mi trabajo rápi-
do para poder ir a jugar.

Pero aplicar esas tres reglas simples a


nuestro trabajo escolar era algo completa-
mente diferente. Tan pronto como termi-
namos una cosa, pasamos a algo más difí-
cil. Durante los primeros años, nos es-
cuchamos a nosotros mismos decir una y
otra vez: "Mamá, es demasiado difícil.” Sin
embargo, ella no prestó atención y lo hici-
mos sin importar lo difícil que fuera.

116
Mamá sabía exactamente lo que es-
tábamos haciendo todo el tiempo y cuando
cometíamos un error, nos corregía. En
matemáticas, por ejemplo, cuando obtuvi-
mos las respuestas incorrectas, ella no
solo nos ayudaría a hacerlo bien, sino que
también se aseguraba de que en-
tendiéramos lo que estábamos haciendo.
Cuando estuvo segura de que lo en-
tendíamos, pasamos al siguiente nivel. Con
solo tres de nosotros para enseñar en lugar
de 20 en un aula, pudimos avanzar rápi-
damente a través del plan de estudios. La
escuela nunca fue aburrida. Siempre había
algo nuevo que aprender y podíamos
avanzar a nuestro propio ritmo.

No teníamos ninguna duda sobre la


primera regla. Tuvimos que hacer el trabajo
y no se permitieron excusas.

Mamá también se aseguró de que hi-


ciéramos bien nuestro trabajo, regla 2.
Como resultado, me sentí bien con el tra-

117
bajo que hice, pero a veces fue difícil. In-
sistió en que leamos y hablemos bien.
Comenzamos leyendo durante media hora
al día y luego durante una hora completa.
Como estudiante de segundo grado, ahí es
donde luché.

Rachel no tenía ningún problema para


leer, pero lo odiaba, mamá siempre me es-
taba corrigiendo. Dijo que no estaba leyen-
do las palabras y siguió agregando pal-
abras que no estaban allí. Cuando llegó el
momento de leer, quise correr y escon-
derme.

Pero mamá dijo que tenía que leer bien.


También dijo que mi lengua era demasiado
grande para mi boca, lo que sucede a ve-
ces a medida que crecemos, pero tenía
que leer bien de todos modos. Pensé que
estaba leyendo bien. Me sentí frustrado,
lloré mucho y no pude entenderlo. Día tras
día temía el tiempo de lectura.

118
Leía una frase y mamá me detenía.
“Andrea, no estás leyendo cada palabra.
Ahora hazlo de nuevo y lee cada palabra y
pronúnciala correctamente".

Me sentí estúpido. Parecía que nunca


podría leer, pero lo hice. Cuando comencé
a leer lentamente, pronunciando cuida-
dosamente cada palabra, mi lectura
mejoró, me sentí mejor conmigo mismo y
crecí en confianza.

Me costó mucho trabajo, pero valió la


pena y aprendí una lección valiosa. En al-
gunas cosas podría tener que trabajar más
duro que mi hermana, pero no importa
cuán difícil sea aprender, podría hacerlo si
trabajara en ello el tiempo suficiente.

La lectura se convirtió en un hábito para


mí y cuando encontré un autor que me
gustaba, leía todo lo que ese autor es-
cribió. También aprendí a leer más rápido,
regla 3.

119
Rachel y yo nos disciplinamos en nue-
stros hábitos de estudio. Con esta disci-
plina, nos convertimos en lectores inde-
pendientes, capaces de enseñarnos a
nosotros mismos.

Otra regla que nos encantó era que a


las cuatro en punto terminaba el día de tra-
bajo y cerrábamos los libros. Entonces po-
dríamos hacer lo que quisiéramos hacer.
Mis amigos comentaban a menudo lo tran-
quila que estaba nuestra casa. Creo que
fue porque nosotros, cuando éramos niños,
no llevábamos el caos del patio de la es-
cuela a casa.

Cuando llegamos a la escuela secun-


daria, con nuestros buenos hábitos de es-
tudio, estábamos listos y ansiosos por
aprender mucho más. Todos tomamos
clases en el colegio comunitario local.

Rachel comenzó a tomar clases en el


colegio comunitario cuando estaba en

120
décimo grado, yo comencé en noveno gra-
do y Mark, en octavo grado. Estas clases
fueron buenas para nosotros.

En el colegio comunitario tuve que


competir con estudiantes mayores. No
pensé que lo haría muy bien, pero para
ayudarme, mi mamá se aseguró de que en
mi primer semestre, me inscribiera en una
clase fácil con un amigo. Ella sabía cómo
desarrollar mi confianza con estudiantes
varios años mayores.

En la escuela secundaria, Rachel obtu-


vo 35 créditos para la universidad. Obtuve
41 créditos y Mark obtuvo más de 60.

Rachel siempre había soñado con ir a la


Academia de la Fuerza Aérea de los Esta-
dos Unidos para convertirse en oficial. Se
unió al programa ROTC en la escuela se-
cundaria y se convirtió en la comandante
de la unidad. También se volvió compe-
tente en el deporte de la esgrima sabiendo

121
que necesitaría un deporte para calificar.
Recibió un nombramiento en la Academia,
se graduó y sirvió durante cinco años en la
Fuerza Aérea antes de renunciar con el
rango de Capitán cuando nació su primer
bebé. Ahora está enseñando a sus propios
hijos en casa.

Mark amaba la ciencia y trabajaba con


computadoras. Mientras aún estaba en la
escuela secundaria, desarrolló un sitio web
para el Museo de Naturaleza y Ciencia de
Denver en Colorado, además de actuar
muchas veces con un coro de cien miem-
bros llamado ‘Sound of the Rockies’.
Recibió la Beca Presidencial totalmente
pagada que cubría todos sus gastos en la
Universidad de Tulsa en Oklahoma.

Estudió una doble especialización en


Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Com-
putación. Luego obtuvo una maestría en
ciencias de la computación y tomó un tra-
bajo en la Universidad Johns Hopkins. Tra-

122
baja con empresarios y dueños de nego-
cios para resolver sus problemas profe-
sionales.

En cuanto a mí, me convertí en miem-


bro del equipo de oratoria en la escuela
secundaria y participé en muchas compe-
tencias. Recibí una beca totalmente paga-
da de la Universidad de Oxford en Inglater-
ra como becario Rhodes, seguida de una
maestría en periodismo en la Universidad
de Nueva York.

Como parte del programa de maestría,


hice una pasantía en New Yorker Maga-
zine. Después de graduarme, continué tra-
bajando allí durante cinco años y terminé
como jefe de redacción. Ahora trabajo en
Oklahoma City como editor en jefe de un
pequeño periódico en línea.

¿La chica que odiaba leer? Ahora lee


todo el tiempo de su carrera.

123
A menudo escuché a la gente decirle a
mi madre: "Tienes suerte de que tus hijos
sean tan inteligentes". Su respuesta fue
casi siempre: "No es que sean inteligentes,
es que trabajan duro. Eso es lo que los ha
hecho exitosos ".

Mi hermana, mi hermano y yo traba-


jamos duro y todavía lo hacemos, pero le
debo mucho a mi madre, quien nos inculcó
esa disciplina, nunca nos dejó fallar y nos
ayudó a desarrollar los buenos hábitos que
necesitábamos.

********************

Preguntas:

1. ¿Por qué les fue tan bien a estos tres estudi-


antes de la escuela secundaria?

2. Además de trabajar duro, ¿qué cosa impor-


tante aprendió Andrea al superar su problema
del habla?

124
3. ¿En qué insistió su madre antes de pasar al
siguiente nivel?

4. ¿Por qué crees que Andrea se volvió tan exi-


tosa en hablar en público?

5. ¿Qué puedes hacer para tener éxito en la es-


cuela secundaria?

El mensaje no se trata de educar en casa o


tener una madre inteligente que pasó mucho
tiempo enseñando a sus hijos. El mensaje trata
sobre el trabajo duro y la formación de buenos
hábitos. Algunas personas dicen que es nece-
sario trabajar inteligentemente y no trabajar duro.
Mi experiencia es que solo el trabajo duro te hará
trabajar de manera inteligente.

La experiencia de Andrea es un ejemplo de


eso. Perdió la confianza cuando no sabía leer
bien, pero al aprender a leer lenta y correcta-
mente, desarrolló los hábitos que la hacían traba-
jar de manera inteligente. También aprendió a

125
disciplinarse. Estoy seguro de que eso vino con
la programación de su día de trabajo de su
madre. Comenzó en un momento determinado y
terminó en un momento determinado. Después
de esto, podría hacer lo que quisiera.

James W. Farmer, presidente de Wiley Col-


lege, le dio este consejo a su hijo. “Hacemos lo
que tenemos que hacer, para poder hacer lo que
queremos”, de la película The Great Debaters.

Qué buen consejo les dio a los que posponen


las cosas y hacen lo que quieren hacer primero.
Siempre hay cosas que tenemos que hacer, que
si se hacen primero, no solo dejarán tiempo para
lo que queremos hacer, sino también para hacer
mucho más de lo que creemos que podemos.

No hay sustituto para el trabajo duro, no im-


porta lo inteligente que sea, y es uno de los pi-
lares básicos de una vida exitosa.

126
CAPÍTULO 9. "ESTOY
ATERRORIZADA"

Nong

Vivo en un pueblo en las montañas de


Papua, Nueva Guinea. Tengo 15 años y
estoy muy asustado. En unas semanas voy
a tener un bebé. Mi madre dice: "No tengas
miedo. La mayoría de las mujeres vive y
solo algunos de los bebés mueren ".
"Oh, madre, por favor ven conmigo", le
suplico. Entonces no tendré tanto miedo.
Cuando era pequeño y me enfermaba,
siempre sabías qué hacer ".
Pero ella dice: "Sabes que no puedo".
Solo había hablado con mi esposo una
vez antes de casarnos. Parecía amable,
pero no quería casarme porque sabía que
eso significaba que pronto tendría un bebé.
Le rogué a mi padre que esperara hasta
que yo fuera mayor, pero él dijo:

127
"Esto es lo que hacen las mujeres, y
tienes la edad suficiente".
En poco tiempo, estaba embarazada.
Por supuesto, todos se alegraron con la
noticia, especialmente mi esposo. Todos
estaban felices, es decir, menos yo.
Recé para que mi bebé no fuera una
niña porque no quería que ella creciera y
tuviera que pasar por este terror.
Los misioneros que habían venido a
nuestro país hace años, nos enseñaron
acerca de Dios y Sus caminos. Ahora no
hay más canibalismo, pero mi gente to-
davía está aterrorizada por los espíritus
malignos.
Están en todas partes, especialmente
cuando una mujer está de parto. Si ha he-
cho algo malo en su vida, la matarán. Y
nadie puede estar con ella porque los es-
píritus matarán a esa persona.
Cuando estuve embarazada por primera
vez, mi madre me dijo: “No debes comer

128
carne hasta después de que nazca el
bebé. Y cuando esté de parto, tendrá
mucha sed, pero no debe beber agua. Si lo
haces, los espíritus te matarán.
Había llegado mi hora. Los dolores de
parto habían comenzado y corrí hacia mi
madre.
"Este es el día", dijo. "Ahora debes irte".
Cuando salí del pueblo, me volví y la vi
golpearse los pechos con ansiedad, mirán-
dome caminar hacia la jungla profunda
donde muchas de mis hermanas habían
ido antes.
Fue difícil pasar por el terreno acciden-
tado debido al dolor que me oprimía el es-
tómago. Busqué un lugar donde los ja-
balíes no hubieran dejado sus heces.
Tropecé con las piedras y las raíces que
sobresalían del barro y bajé por una colina
empinada. Había muchas colinas que es-
calar. Me caí, tratando de proteger a mi hijo
por nacer. Me levanté de nuevo, pero unos

129
calambres feroces me hicieron caer de
rodillas. Una y otra vez tropecé y caí,
tropecé y caí, sollozando de dolor.
Durante toda la noche oscura me es-
tremecí de agonía y terror. Estaba lloviendo
y estaba empapado y helado. ¿Venían
esos gritos de mí o de los espíritus malig-
nos?
Pasaron muchas horas, y en la oscuri-
dad de la madrugada nació mi bebé. Él es
un muchacho. Lo apreté contra mí y lo dejé
mamar.
Por la mañana mi pequeño hijo me miró
con ojitos brillantes y me enamoré. En-
roscó su pequeña mano alrededor de mi
dedo y supe que daría mi vida por él. Cogí
la piedra afilada que había elegido y corté
el cordón umbilical. Luego lo llevé de re-
greso al pueblo. ¡Ambos sobrevivimos!
Las mujeres se reunieron a nuestro
alrededor, bailando de alegría. Mi madre
abrazó al bebé. Mi esposo lo llevó a la

130
casa del hombre para mostrárselo a sus
amigos.
Ese día, la siempre presente oscuridad
de la muerte que siempre se cernía sobre
nuestras vidas parecía haberse disipado.
Muchos de mis amigos y familiares han
muerto en mis 15 años. Algunos niños
fueron asesinados por los jabalíes; algunos
murieron de malaria. Otros enfermaron a
causa de la lluvia incesante. Escuché que
hay un lugar llamado "hospital" en la ciu-
dad, donde los enfermos pueden curarse
de sus enfermedades, pero es una camina-
ta de cuatro días desde nuestra casa.
Pasaron los años y mi bebé creció. Un
día tuvimos un visitante en nuestro pueblo.
Todos salieron a saludar a nuestra invitada,
una dama de piel pálida, que había cami-
nado todo el camino a través de la selva
para vernos.
Nadie del mundo exterior había estado
aquí en meses. La acompañaban dos de

131
nuestras propias damas que podían tra-
ducirle, ya que no hablaba muy bien nue-
stro idioma. Las madres y hermanas le
prepararon una comida especial. Ella nos
dijo que su nombre era Ruth.
Ruth era enfermera y había venido del
hospital. Para nuestra sorpresa, preguntó
dónde estaba la casa del hombre. "Oh, no
puedes entrar allí", protestamos. "Sólo se
permiten hombres". Pero ella sonrió y se
encaminó por el camino hacia la casa del
hombre con techo de hierba. Todos los
hombres se habían reunido en el interior
para hacer sus importantes asuntos. Ruth
pasó la noche en nuestra casa. Se quedó
varios días, se hizo amiga de nosotras las
mujeres y esperó fuera de la casa de los
hombres.
Cuando los hombres se dieron cuenta
de que ella quería hablar con ellos, sin-
tieron curiosidad. El anciano jefe de nues-
tra aldea salió a hablar con ella y los hom-

132
bres se reunieron para escuchar. Me arras-
tré lo más cerca que pude para escuchar.
"He notado que en su país, muchas de
sus esposas mueren cuando dan a luz a
sus bebés solas en el desierto", dijo Ruth.
"Y muchos bebés también se pierden".
Varios hombres asintieron. "No tiene por
qué ser así", les dijo Ruth.
"Siempre ha sido así", respondió el
mayor jefe. "Así es como es."
"¿Cuánto tiempo te tomó ganar sufi-
ciente dinero para pagar el precio de una
novia?" preguntó Ruth.
"Cinco años."
"¿Tuviste que pedir dinero prestado
para hacer el pago?"
"Sí", respondió. "Se necesitaron diez
años para pagar la deuda".
Ruth se volvió hacia los otros hombres.
"¿Cuántos de ustedes perdieron a una es-
posa durante el parto?" Varios de los hom-
bres levantaron la mano.

133
"Así que trabajas durante años para tu
novia y pagas la deuda durante muchos
años más, incluso si tu esposa y tu bebé
mueren. ¿No tendría más sentido ayudar a
estas mujeres para que no mueran?"
"¿Quién los ayudaría?" preguntó el an-
ciano jefe.
"Algunas de sus propias mujeres, entre-
nadas en el parto".
Los hombres empezaron a discutir entre
ellos. "Tendría que ser alguien que no teme
a los espíritus malignos".
El anciano dijo: "Deberíamos elegir a
una Dama Cristiana mayor".
"¿Qué pasa con su esposa?" Preguntó
Ruth.
Después de mucha discusión, tres de
los hombres ofrecieron a sus esposas.
Luego, Ruth explicó que las mujeres irían
con ella al hospital para que se capacitaran
como parteras. Primero verían nacer a un
bebé, luego a otro. Luego ayudarían al

134
personal con tres partos más. Finalmente,
ellos mismos darían a luz un bebé.
¡Entrega un bebé! Pensé. ¿Cómo podía
alguien hacer eso? Los espíritus malignos
la matarían. ¿Quién sería lo suficiente-
mente valiente para acompañarla? Cuando
mi esposo dijo que iría, le dije: "¡No, no,
no!". Pero no tuve elección.
Dejé a mi hijo con mi madre y dimos un
paseo de cuatro días hasta la ciudad con
Ruth. Nunca había visto un lugar tan
grande como ese hospital. Mientras veía a
una dama dar a luz, estaba tan asustada
que me tapé la cabeza con las manos y
escondí los ojos, temblando por todos la-
dos. Pero nació el bebé y nadie murió. De-
spués de haber observado o ayudado con
varios partos, estaba lista para dar a luz a
un bebé sola, con el supervisor super-
visándome. Estaba nervioso, pero sabía
que Jesús me estaba ayudando.

135
Cuando regresamos a nuestra aldea y
dimos a luz a varios bebés más, mi confi-
anza creció. Las mujeres y los bebés ya no
morían durante el parto. Los ancianos es-
taban tan complacidos que construyeron
una "casa de parto", donde nacieron todos
los bebés. Nunca más las niñas tuvieron
que dejar a sus madres y tropezar en la
jungla para dar a luz solas.
********************

Preguntas:
1. ¿Tendría el valor de Nong para hacer lo que
tenía que hacer?
2. ¿Qué has hecho que te haya aterrorizado?
3. La gente de Papúa Nueva Guinea temía a los
espíritus malignos, ¿a qué le temes?
4. Cuando tienes miedo, ¿qué haces?
5. Si tuvieras que caminar cuatro días por la
jungla para ayudar a alguien que necesita ayuda,
¿lo harías?
6. Si lo hiciera, ¿cómo se prepararía?

136
¿Te imaginas el coraje de estas mujeres? Las
mujeres no tuvieron más remedio que hacer lo
que miles de mujeres habían hecho antes. Nong
tuvo el coraje de caminar sola por el desierto y
dar a luz a su bebé ella misma, todo el tiempo
temerosa de los espíritus malignos que pensaba
que estaban allí.
Luego estaba el valor de Ruth, que se atrevió
a ir a la casa del hombre para hablar con los an-
cianos, sin mencionar la caminata de cuatro días
hasta el pueblo.
El coraje toma muchas formas diferentes: ser
lo suficientemente valiente para hablar en públi-
co, lo suficientemente valiente como para apoyar
a un amigo frente a los matones, lo suficiente-
mente valiente para enfrentar el ridículo y hacer
lo que sabes que es correcto.
Más de cincuenta pueblos ahora tienen
parteras. Cuando los hombres vieron la dramáti-
ca caída en las muertes, construyeron casas de
partos.

137
Piense en el coraje que Rut y las nuevas
parteras tuvieron que encontrar en sí mismas
para enfrentar las antiguas tradiciones de super-
stición y miedo. ¡Tú también debes ser valiente y
pelear tus batallas!

138
CAPÍTULO 10. "AHÍ VA MI
BECA ..."
Jerry Durling

La siguiente historia proviene de Jerry Durling,


un residente de Westcliffe, Colorado que, cuando
era joven, era un jugador de fútbol. Tenía una
opinión de sí mismo que era bastante diferente a
la opinión de los demás y no tenía idea de quién
era realmente. Luchó con el autocontrol.

El fútbol americano es un juego difícil,


especialmente cuando los jugadores se
olvidan de dejar atrás el campo de fútbol y
se salen de control. Mi amigo Ron y yo
jugamos juntos al fútbol en la escuela se-
cundaria en Lansing, Michigan, y con entu-
siasmo hicimos planes para jugar al fútbol
en Albion College en Michigan.
Sin embargo, cuando hicimos el exam-
en de ingreso, Ron aprobó, pero yo no.
"¡Mi vida se acabó!" Me lamenté.

139
Mi ex entrenador de la escuela secun-
daria se enteró de mi fracaso y me estaba
cuidando. Se puso en contacto con la Uni-
versidad de Wyoming y convenció a su en-
trenador para que me concediera una
beca.
Nunca antes había salido de Michigan.
En la hermosa Wyoming, con sus grandes
montañas, pensé que había muerto e ido al
cielo. Pero las cosas no salieron bien. En
mi primer año jugué solo en cuatro juegos
programados y en mi segundo año sufrí
una conmoción cerebral y no jugué al año
siguiente.
Mi problema era que seguía metién-
dome en problemas, tal vez debido a mi
gran tamaño o mi actitud. Los problemas
parecían seguirme a todas partes. Como
jugador de fútbol, mis compañeros y yo
sentimos que dirigíamos la escuela. Nos
pavoneamos por el campus, pensando que

140
podríamos salirnos con la nuestra. Nos
convertimos en matones.
En mi tercer año estaba en un lío tras
otro, pero me las arreglé para salir de ellos,
hasta que me pillaron haciendo trampa en
un examen. El decano me llamó a su ofici-
na.
“Jerry”, advirtió, “tienes una oportunidad
más. Si lo arruinas esta vez, te vas a casa.”
Traté de controlarme, pero una noche
mis amigos y yo bebimos demasiado. Re-
gresamos al dormitorio e irrumpimos en un
juego de cartas en el salón. Me puse de-
sagradable, cogí una mesa y la arrojé con-
tra la pared. Todo el mundo se dispersó.
Hicimos tanto ruido que el supervisor
entró corriendo para ver qué estaba
pasando. Una mirada a su rostro, me di la
vuelta y me fui. Sabía que me iba a denun-
ciar al decano. Este será el fin del fútbol y
el fin de mi beca, pensé. Me iré a casa.
Pero la llamada del decano nunca llegó.

141
Hasta el día de hoy, no sé por qué.
Comencé a hacerme algunas preguntas
serias.
¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿A
dónde voy? ¿Por qué siempre estoy en
problemas? Mi mayor pregunta fue: ¿Por
qué no puedo controlarme? No tenía re-
spuestas, pero por primera vez, las estaba
buscando en serio.
Un día, en la cafetería, un tipo de as-
pecto nerd con anteojos con montura de
cuerno entabló una conversación conmigo.
Me pregunté por qué estaba hablando con
este tipo. Después de todo, yo era un atle-
ta, un gran hombre en el campus. ¿Y por
qué me hablaría? Probablemente ni
siquiera le agradaba.
"¿Estaría interesado en ir a nuestra re-
unión de William Carey esta noche?" pre-
guntó.
Mi respuesta me sorprendió tanto como
a él. "Sí, creo que lo haría.”

142
En la reunión proyectaron una película
sobre Jim Elliott y sus amigos, jóvenes mi-
sioneros en Ecuador, quienes fueron as-
esinados por los indios Auca. La historia
me molestó.
Me preguntaba cómo alguien podía sac-
rificar su vida por un grupo de nativos se-
rios. ¿Qué los hizo tan comprometidos? No
tiene sentido.
Este grupo de niños tampoco tenía sen-
tido. Había algo diferente en ellos. Mis
amigos y yo teníamos que beber para di-
vertirnos. Estos niños no estaban bebien-
do, pero todavía se estaban divirtiendo. Se
rieron mucho y se burlaron el uno del otro
de manera amistosa. Nunca había conoci-
do a gente como ellos. Quería lo que
tenían.
Después de la reunión comencé a
hablar con Gary. Me invitó a subir a su
habitación para continuar la conversación,

143
y allí me explicó qué hacía que este grupo
de personas fuera tan único.
"Cuando invité a Jesucristo a mi vida,”,
dijo Gary, "Él cambió todo".
¿Aceptar a Jesús y experimentar una
diferencia en mi vida? Sonaba bien, pero
¿por qué Jesús haría eso por mí?
Aquí estaba yo, cerca de que me echa-
ran de la universidad, siempre en proble-
mas y no me iba bien ni en el fútbol ni en
mis clases. Le di las gracias a Gary y, con
lágrimas en los ojos, escapé a mi propia
habitación.
Cuando llegué le dije: “Dios, no sé si me
aceptarás por todas las cosas que he he-
cho, pero me gustaría tener lo que tienen
esos niños. Si me aceptas con la poca fe
que tengo, me gustaría que entraras en mi
vida.” Luego me miré al espejo para ver si
tenía un halo o algo. Me pregunté qué
había pasado, o si había pasado algo.

144
Por primera vez, tuve el anhelo de leer
la Biblia. Gary se convirtió en mi mentor y
me ayudó a comprender el mensaje de la
Biblia y, mientras lo hacía, mi vida comenzó
a cambiar. Comencé a hacerlo bien en mis
clases y me volví serio como jugador de
fútbol.
En mi último año solo perdimos un
juego y ganamos nuestro juego de
postemporada en el Sun Bowl. Sorpren-
dentemente, fui elegido como el mejor lin-
iero defensivo del juego y fui seleccionado
como una mención de honor All-American.
Había encontrado la dirección y el auto-
control que había estado buscando. Mi vida
pasó del caos al éxito, de ir a ninguna parte
a tener un futuro. Jesús como el centro de
mi vida marcó la diferencia.
********************
Preguntas:

1. ¿Por qué crees que Jerry actuó como lo hizo?

145
2. ¿Qué lo hizo cambiar de un mal estudiante y
un mal atleta a un buen estudiante y un atleta so-
bresaliente?

3. ¿Alguna vez has tenido una experiencia tan


transformadora?

4. Quería cambiarse a sí mismo. ¿Por qué no


pudo?

La lucha de Jerry por controlarse a sí mismo


era solo una parte del problema, ya que afectó su
capacidad para disciplinarse tanto para estudiar
como para jugar al fútbol. Lo que encontró fue la
paz que solo Jesús podía dar, y eso lo convirtió
en un mejor estudiante y un mejor atleta. Tam-
bién descubrió su identidad como hijo de Dios.

********************

John Potts

Tuve la experiencia de ver un tipo de autocon-


trol bastante diferente y todavía me sorprende y
me desafía cuando recuerdo lo que sucedió, a
pesar de que tuvo lugar hace casi 60 años.

146
En ese momento, tuve el privilegio de
asistir a cuatro meses de clases, estudian-
do alemán en un pequeño pueblo del sur
de Alemania con estudiantes de todo el
mundo. Había estudiantes de Oriente
Medio y Lejano, de África, Australia, Eu-
ropa y América del Norte y del Sur. Todos
estábamos allí para aprender alemán.

Mientras estudiábamos juntos, nos


conocimos. Tenía un compañero de cuarto
de Indonesia y otro de Japón. Muchos es-
tudiantes hablaban inglés, pero mientras
aprendíamos hablamos alemán.

Siempre había una partida de ajedrez


durante los descansos y muchas conver-
saciones diferentes, algunas agradables,
pero otras de confrontación. Me impresion-
aron enormemente tres jóvenes de Ghana,
en África occidental. Aprendían alemán
para poder trabajar en la embajada de
Ghana en Alemania. Hablaban un inglés

147
perfecto y obviamente estaban bien edu-
cados.

Había otro hombre, de un país que no


nombraré, que expresó abiertamente su
odio hacia cualquier persona de piel negra,
como mis tres amigos de Ghana. Después
de las comidas vendría a estos tres.

“¿Por qué estás estudiando alemán?


Eres inferior y no sirve para nada más que
para ser esclavos?”

"Estamos aquí para trabajar en la Em-


bajada de Ghana, y necesitamos ser tan
fluidos en el idioma como cualquier
alemán, para que podamos representar
bien a nuestro país,” respondieron mis tres
amigos con calma y sin una pizca de enojo.

No podía creer lo tranquilos que esta-


ban. Si no hubiera escuchado las palabras,
habría pensado que estaban teniendo una
conversación agradable.

148
Mientras miraba este intercambio día
tras día, me enojé. Pero nunca salté para
defender a mis amigos porque no nece-
sitaban mi ayuda. Me asombró su reacción
ante tan inmerecidas críticas. Re-
spondieron con respeto e inteligencia. No
se guiñaban el ojo ni buscaban una salida.
No mostraron absolutamente ningún enojo,
a pesar de que eran lo suficientemente
grandes como para limpiar el piso con su
adversario. No despreciaron a esta per-
sona grosera e incluso parecieron disfrutar
de la conversación. Para mí, parecían su-
periores en todos los sentidos. Tenían todo
el poder, pero siempre se controlaron a sí
mismos.

Lo que me impresionó no fue su in-


teligencia obvia, sino su magnífica capaci-
dad para controlar sus propias emociones.

********************

149
Preguntas:
1. ¿Cómo crees que los tres estudiantes de
Ghana pudieron controlarse tan bien?
2. Cuando te insultan y te insultan, ¿cómo reac-
cionas?
3. Si se enoja fácilmente, ¿qué está haciendo
para controlar su temperamento?

Puede estar enojado porque sus padres están


divorciados, son demasiado estrictos o simple-
mente no están allí. Es posible que se enoje por
recibir una calificación más baja en su examen
que la de sus amigos. Puede estar enojado
porque la vida simplemente no es justa.
El problema se sale de control cuando tu ira te
controla. Se necesita una tremenda fuerza de
carácter para controlar nuestra ira.

"El que reina dentro de sí mismo y gobierna


las pasiones, los deseos y los temores, es más
que un rey.” John Milton

150
"Las personas que se enfurecen siempre
tienen un mal aterrizaje.” Will Rogers

"Aferrarse a la ira es cómo beber veneno y


esperar que la otra persona muera.” Buda

"No dejes que las palabras de tu enemigo con-


trolen tus emociones. Un enemigo nunca debería
tener tanto poder sobre ti.” Sonya Parker

151
152
CAPÍTULO 11. "QUIERO SER
PILOTO DE COMBATE".
Bob Hollingsworth
Mi tío era el piloto de combate de un F6
Hellcat en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando regresó de la guerra, yo tenía dos
años. Lo miré con su uniforme marino
completamente blanco y sus alas de oro y
pensé en ese momento: cuando sea may-
or, quiero ser un piloto de combate como
él.
Leí mucho sobre volar antes de ir a la
escuela secundaria, así que estaba
preparado cuando un consejero escolar me
preguntó qué quería hacer.
"Quiero ser piloto de combate", le dije, a
lo que ella respondió.
"Deberá tomar física, química y algunos
otros cursos como Ciencia 1 y Ciencia 2,
matemáticas, incluidas álgebra, geometría

153
y geometría sólida". Ella acaba de presen-
tar todo mi plan de estudios de secundaria.

Después de la secundaria, apliqué a la


Universidad Estatal de Luisiana (LSU) y fui
aceptado. Entonces necesitaba un trabajo
para pagar mis facturas. Después de que
mi tío regresara de la Segunda Guerra
Mundial, obtuvo una maestría en arquitec-
tura paisajista y abrió una guardería en Ba-
ton Rouge, y me contrató para trabajar
para él. Este fue mi trabajo durante todos
mis años universitarios.
Cuando comencé la universidad, me in-
scribí en el Cuerpo de Entrenamiento de
Oficiales de Reserva (ROTC) para aumen-
tar mis posibilidades de convertirme en pi-
loto de combate. Estuve en el programa Air
Force ROTC durante dos años.
LSU tenía un plan de estudios obligato-
rio para mi primer año que incluía inglés,
dos asignaturas optativas, un curso de

154
matemáticas y un curso de ciencias en ge-
ología o geometría. Al final de ese año, me
senté con un consejero para que me ayu-
dara a descubrir lo que quería hacer. En
este punto tenía que decidir a qué colegio
universitario asistiría.

"¿Qué es lo que quieres hacer?" ella


preguntó.
"Quiero ser piloto de combate".
"No enseñamos eso aquí".
"Mira", le dije. “Todo lo que quiero es un
título para poder volar. Lo que estudio no
es importante".
“Creo que es necesario ir a la facultad
de ingeniería donde tienen diferentes ra-
mas de ingeniería para elegir”, aconsejó.

Entonces conseguí una entrevista con


el Decano de la Escuela de Ingeniería.
Él dijo: "Bueno, hijo, ¿qué quieres hac-
er?"

155
“Solo quiero un título. Lo que realmente
quiero hacer es ser piloto de combate ".
Él dijo: "No enseñamos eso aquí, en-
tonces, ¿qué quieres hacer aquí?
Creo que estaba un poco molesto con-
migo. Luego agregó,
"¿Por qué no habla con alguien del De-
partamento de Ingeniería Eléctrica? Los
aviones tienen mucho que ver con la elect-
ricidad y es posible que puedan ayudarlo.
Luego hablé con el Jefe del Departa-
mento de Ingeniería Eléctrica.
"¿Estás dispuesto a trabajar?" preguntó.
"He trabajado toda mi vida".
“Bueno, esto no va a ser fácil; tendrás
que trabajar duro para obtener ese título ".
"Estoy listo", respondí, y así fue cómo
llegué a obtener un título en Ingeniería
Eléctrica. Y fue difícil, y no solo eso, sino
que hubo muchas matemáticas. Tomé unas
35 horas de matemáticas avanzadas. Y
algo de eso me sirvió bien, especialmente

156
el análisis de vectores. Cuando entré en la
escuela de vuelo y comencé a volar, el
análisis de vectores, la geometría y la
dinámica era de lo que se trataba.
No tenía idea de lo bien preparado que
estaba hasta que fui a la escuela de vuelo.
Ni siquiera tuve que estudiar. Otros
cadetes con títulos en negocios o artes es-
taban sufriendo mucho. Fue una lucha para
ellos, pero me dio muchas oportunidades
para ayudarlos con algunos conceptos de
los que no tenían ni idea.
Entonces, un día, la Fuerza Aérea midió
mi altura sentada, que era de 38.5” y me
dio órdenes de ingresar al ROTC avanzado
en mi tercer año. Cuando llegaron las ór-
denes, dijeron que iba a ser piloto de bom-
bardero. Inmediatamente fui a hablar con
ellos.
"No lo entiendes", dije, "quiero ser piloto
de combate, con aterrizajes en por-

157
taaviones y cosas así, no piloto de bom-
bardero".
“Bueno hijo, vas a ser piloto de bom-
bardero. Déjame explicar. El avión de com-
bate de la Fuerza Aérea es el F-104, que
tiene un asiento eyectable que es bueno
para pilotos con una altura de asiento de
hasta 38 ”, y el tuyo es de 38.5”.

Estaba realmente abatido. Vi que mi


sueño de ser piloto de combate se
desvanecía. Necesitaba un milagro y luego
llegó. Mientras me alejaba de esa entre-
vista, entré a la casa de campo y noté al-
gunas exhibiciones de la Armada, la
Fuerza Aérea, la Infantería de Marina y el
Ejército.
La pantalla que estaba viendo mostraba
a un infante de marina parado en un desfile
frente a un F-8 Crusader. Miré esto y le
pregunté al reclutador. "¿Los infantes de

158
marina tienen aviones?" a lo que re-
spondió. “Tenemos muchos aviones.
¿Quieres volar?"
"Quiero volar aviones de combate, pero
me rechazaron de la Fuerza Aérea porque
mi altura para sentarse es demasiado alta".
"Hijo, tenemos más aviones que pilotos
para pilotarlos".
Eso llamó mi atención, pero luego pen-
sé: "Es un reclutador. Tal vez no esté de-
clarando los hechos.
En ese momento yo estaba casado y mi
esposa y yo vivíamos en un departamento
pequeño. Mientras entraba al esta-
cionamiento en mi Chevy 1952, un tipo se
acercó en un auto deportivo TR3 Triumph y
se estacionó a mi lado. Estaba vestido con
un traje de vuelo, con un emblema de los
marines y alas. Le pregunté: "¿Vuelas
aviones?"
Él respondió: "Sí, lo hago".
"¿Piloto de combate?"

159
"Si."
“Acabo de hablar con un reclutador de
la Marina y me dijo que hay más aviones
que pilotos.
¿Es eso cierto?” "
Sí, eso es cierto. Acabo de salir del ser-
vicio activo y teníamos 24 aviones y solo
16 pilotos. Eso es cierto en todo el Cuerpo
de Marines".
Volví al reclutador. “He confirmado lo
que me dijiste ayer. ¿Dónde firmo?" Me en-
tregó los papeles y me inscribí allí mismo.
Después de eso, pasé dos veranos en
el Marine Corps Base Quantico haciendo
todas esas cosas que hacen los marines.
Al final de ese segundo verano, acababa
de regresar de un ejercicio en el bosque
donde dormí muy poco, con ataques noc-
turnos y estaba muerto de cansancio.
Luego caminamos de regreso quince km
hasta el cuartel y estábamos todos en
posición de firmes a punto de quedarnos

160
dormidos cuando llegó el anuncio de que
todos los candidatos a la aviación debían
reportarnos a la enfermería para los
exámenes físicos de vuelo.
Mientras revisábamos esto uno a la vez,
apenas podía mantener los ojos abiertos
cuando llegamos a la tabla optométrica.
Apenas podía verlo, estaba tan cansado.
Unas semanas después llegó una carta.
Decía: "No pasaste el examen de la vista y
te rechazan de la escuela de vuelo".
¿Había llegado tan lejos y ahora ni
siquiera iba a poder volar? Tenía que haber
una forma. Regresé a la Fuerza Aérea para
ver si aún podía obtener una comisión. El
entrevistador dijo que podía. Qué alivio, to-
davía podría volar, incluso si volara bom-
barderos.
Luego, solo un mes antes de la grad-
uación, recibí una llamada de un tipo que
era un comandante en el Cuerpo de
Marines. Dijo que era el Oficial de Selec-

161
ción de Operaciones (OSO) de Luisiana y
vio que yo había pasado todos los requisi-
tos para una comisión en el Cuerpo de
Marines.
"Si pudieras aprobar todos los requisitos
de la escuela de vuelo, ¿estarías interesa-
do?" Respondí: "Sí, claro".
Hice todas las pruebas y las aprobé con
gran éxito. Pronto nos volvimos a encon-
trar. Dijo: "Todo está configurado si lo
quieres".
“Solo quedan dos semanas para la
graduación. ¿Que tengo que hacer?"
“Solo dime que estás comprometido y lo
haré realidad. Todo lo que tienes que hacer
es ponerte un uniforme de la Marina". Él
cumplió su palabra y también consiguió
que un oficial general se presentara a la
graduación. Me nombró segundo teniente
de la Infantería de Marina.

162
En este momento, Vietnam se estaba
calentando y necesitaban pilotos. Normal-
mente había una sesión de entrenamiento
de seis meses antes de la escuela de vue-
lo, pero renunciaron a eso, y fui directa-
mente a la escuela de vuelo en Pensacola,
Florida. Tenía sentido ya que todos mis
cursos de ingeniería me habían preparado
para el entrenamiento de vuelo. Tan pronto
como comencé a volar, supe que esto era
lo que había nacido para hacer.
El aprendizaje era tan importante para
mí que tomé todos los cursos de capac-
itación que me ofrecían. Eso me puso por
delante de mis compañeros y me convirtió
en un mejor candidato para el avance.
********************
Preguntas:
1. ¿Puede encontrar dos decepciones que Bob
tuvo antes de su nombramiento en el Cuerpo de
Marines?

163
2. ¿Qué sorpresas vinieron después de esas de-
cepciones?
3. ¿Qué hizo Bob para estar preparado para esas
sorpresas?
4. ¿Puedes identificarte con la perseverancia de
Bob para hacer realidad su sueño de ser piloto de
combate?
5. ¿De qué manera Bob mostró iniciativa para
prepararse para la escuela de vuelo?

Bob hizo todo lo correcto para hacer realidad


su sueño de ser piloto de combate. Leyó sobre
pilotos de combate cuando era niño, siguió el
consejo del consejero escolar en la escuela se-
cundaria, pagó sus estudios universitarios, se
unió al ROTC y estudió Ingeniería Eléctrica. En
resumen, trabajó duro, se preparó y siempre es-
taba aprendiendo.
Rechazado por la Fuerza Aérea, los Marines
lo aceptaron. Rechazado por los Marines para la
escuela de vuelo, aceptó la decepción y regresó
a la Fuerza Aérea, resignándose a volar bom-

164
barderos. En el último momento antes de grad-
uarse de LSU, y completamente inesperado, se
graduó como infante de marina y, después de
todo, se convirtió en piloto de combate. Real-
mente dominaba su propio campo de minas per-
sonal.
Bob, o debería decir, el general Hollingsworth,
pasó a tener una carrera distinguida en la Infan-
tería de Marina, y se jubiló como general de di-
visión.

165
166
CAPÍTULO 12. "TE LO
PROMETO, NUNCA VOLVERÉ
A EMBORRACHARME".
Blanca

Jorge y yo tenemos la familia ideal.


Vivimos en un pequeño pueblo rural cerca
de la costa atlántica de Honduras, en Cen-
troamérica. Nuestras seis hijas y dos hijos
nos han regalado muchos nietos. Sus mat-
rimonios felices y vidas exitosas nos hacen
muy felices. Mucha gente nos ve como
modelos ideales de una familia feliz.

Pero no siempre fue así. Durante mu-


chos años tuve que dejar a nuestros seis
hijos solos por la noche y caminar por las
calles, buscando a Jorge. A menudo lo en-
contraba desmayado en una acera y tenía
que arrastrarlo a casa.

167
Al día siguiente decía: "Te lo prometo,
nunca volveré a emborracharme", pero
siempre lo hacía.

Jorge no quiso arruinar su vida. Me dijo


que cuando tenía 16 años, comenzó a salir
con sus amigos en un bar y que podía
sostener su licor cuando iba a fiestas.

A los 17 se trasladó a la ciudad de San


Pedro Sula, donde trabajó en albañilería y
se convirtió en asistente de proyectos de
construcción. Fue entonces cuando se sin-
tió atraído por mí. Dijo que era una chica
de buenos principios. No lo sabía en ese
momento, pero él ya se estaba volviendo
adicto. pero ignoró las señales de adver-
tencia.

Lo escuché decirle a uno de sus ami-


gos: "Tengo un trabajo responsable y una
buena mujer, así que estoy bien".

No quería investigar el alcance de la


historia de amor de Jorge con el alcohol

168
más que él. Me decía: "Puedo dejar de be-
ber cuando quiera". Ambos ignoramos la
situación. Todo lo que quería era pasar el
resto de mi vida con el hombre que amaba
y nos mudamos juntos.

A medida que pasaba el tiempo, veía


cada vez menos al hombre que amaba y
cada vez más a un extraño alcohólico.
Cada fin de semana era un momento para
drogarse.

Pronto di a luz a nuestro primer hijo,


seguido de cinco bebés más a lo largo de
los años, bebés cuyo padre había caído en
un mundo sumergido en el alcohol. Me
sorprendió nuestra miserable vida. Cuando
me enamoré de Jorge, nunca soñé que
pudiéramos vivir en tanta pobreza y mise-
ria. Jorge solía gastar los escasos ingresos
que ganaba en comprar licor, dejándonos
al resto de nosotros sin dinero para la co-
mida.

169
Jorge llegaba borracho a casa, se eno-
jaba y castigaba a los niños. Nuestra famil-
ia estaba siendo destrozada y mis amigos
me dijeron que lo dejara.

La vida parecía desesperada en este


momento, pero luché por mantenernos jun-
tos, orando constantemente por Jorge y
tratando de hacer lo correcto día tras día.

Los niños y yo éramos miserables, pero


Jorge también lo era. Odiaba ser controla-
do por su necesidad de beber. Ya no
quería dormir bajo la lluvia, se despertaba
enfermo, le golpeaba la cabeza y definiti-
vamente no quería seguir abusando de su
familia.

Año tras año, hizo votos emocionales


de dejar de fumar, pero cada vez, la
necesidad de beber lo abrumaba. En-
tonces, un día, desesperado, reconoció la
verdad para sí mismo:

170
“No puedo controlar el poder que tiene
el alcohol sobre mí. Si no hago algo radi-
calmente diferente, nunca cambiaré y es
posible que pierda a mi familia ".

En el pasado, lo había alentado a unirse


a un grupo de rehabilitación de alcohólicos,
pero siempre dijo que no necesitaba
ningún grupo. Podía dejar de beber en
cualquier momento. Pero los años de alco-
holismo habían pasado factura.

Por primera vez enfrentó la miseria de


su familia y su propia degeneración. El 27
de noviembre de 1978 me dijo esto.

"Blanca, voy a dejar atrás esta vida al-


cohólica".

Había escuchado tales decisiones


antes. ¿Tendría la perseverancia para
seguir adelante y hacer el trabajo nece-
sario para cambiar?

171
Demostró su compromiso asistiendo al
grupo de rehabilitación. Mientras escucha-
ba a los miembros compartir sus sentimien-
tos y experiencias, parecía verse a sí mis-
mo. Para cada uno de ellos, el primer paso
fue admitir su impotencia ante el alcohol.

Cuando Jorge finalmente pudo decirle al


grupo que era alcohólico, comenzó a dejar
atrás su vida de dependencia del licor.

Comenzó a concentrarse en satisfacer


las necesidades de su familia. Comenzó a
preferir quedarse en casa con sus hijos
antes que beber con sus amigos. Al ver los
buenos resultados que produjo el progra-
ma, lo amé por ello y comencé a pensar
que podría haber esperanza para nosotros.

Pude ver que vivir día a día sin alcohol


no era fácil para él. Muchas veces tuvo re-
caídas, pero siempre se levantaba y volvía
a intentarlo. Cuando faltaba a las re-
uniones, sus compañeros del grupo lo ani-

172
maban a no darse por vencido. Poco a
poco, le fueron enseñando la habilidad de
la perseverancia, sustituyendo las acciones
correctas por el comportamiento incorrecto
poco a poco, un día a la vez.

Han pasado treinta y tres años desde


que Jorge tomó la decisión que cambió su
vida. Poco a poco, las cosas se volvieron
diferentes. En 1990, después del nacimien-
to de dos hijos más, Jorge y yo decidimos
casarnos ante Dios, según las leyes terre-
nales.

Jorge tiene ahora setenta años, pero


todavía asiste a las reuniones de su grupo
de rehabilitación, trabajando activamente
para ayudar a otros a escapar del mundo
del alcoholismo. Ha viajado a muchas ciu-
dades de Honduras, difundiendo su men-
saje de que si él pudo salir de ese mundo,
otros también pueden hacerlo. Y cada 27
de noviembre, Jorge celebra un año más
de vivir sin alcohol. Gracias a su enseñan-

173
za y ejemplo, ninguno de sus hijos es alco-
hólico.

Nuestras vidas desesperadas cam-


biaron como Jorge cambió. Llegó la esper-
anza y nuestros sueños se renovaron.

Preguntas:

1. Jorge comenzó a beber cuando tenía 16 años.


¿Usted o alguien que conoce ha caído en la
trampa del alcoholismo?

2. ¿Crees que Jorge sabía lo que le estaba


pasando a su familia?

3. ¿Por qué Jorge buscó a otros que lo ayu-


daran?

4. ¿Qué harías si fueras Blanca?

5. ¿Qué principio lo ayudó a cambiar?

6. ¿Por qué Blanca no dejó a Jorge?

174
CAPÍTULO 13. “¡APESTAS!"
Alice
Mi nombre es Alice y crecí en un pe-
queño pueblo de la India. Éramos cris-
tianos viviendo en una cultura hindú, lo que
nos dificultaba la vida. Sin embargo, había
otros cristianos en nuestra comunidad y
adoramos fielmente con ellos durante mu-
chos años.
Para una familia pobre, la vida no fue
fácil. Mi padre trabajó duro y luchamos por
sobrevivir. Aun así, mi padre ahorró el
dinero que pudo. A menudo oía hablar a
mis padres y las conversaciones siempre
parecían ser sobre ir a Estados Unidos.
Escuché a mi madre decir: “¿Cómo
podemos ir a Estados Unidos? ¿No ten-
emos dinero? Tendríamos que pagar el
pasaporte. ¿Qué pasa con una visa? ¿Po-
dríamos conseguir uno? "

175
Entonces mi padre, siempre optimista,
decía: “Tengo un primo que vive en Nueva
York y dice que hay mucho trabajo allí.
Todo lo que tenemos que hacer es venir y
él me ayudará a encontrar un trabajo ".
Finalmente, ahorramos suficiente dinero
para ir. Mis padres hablaron con personas
de la Embajada de Estados Unidos que re-
comendaron que nos instaláramos en
Columbus, Ohio, donde había más oportu-
nidades de empleo que en otros lugares
del país.
Cuando terminó el año escolar en la
primavera, nos preparamos para mu-
darnos. Tuve que despedirme de todos mis
amigos, pero estaba emocionado de mu-
darme, habiendo escuchado tantas histo-
rias de Estados Unidos.
Abordamos el avión en Bombay (ahora
Mumbai) y volamos a Nueva York. Me sor-
prendió ver lo diferente que era de mi
pueblo en la India. No vi basura en las

176
calles, ni mendigos, ni vacas y muy poca
gente parada sin nada que hacer. Todos
parecían estar ocupados y haciendo algo o
en camino de hacer algo. Me sentí tan
fuera de lugar, pero al mismo tiempo,
quería encajar. Quería ser estadounidense,
pero ¿podría?
Durante el verano, nos quedamos en
Nueva York con nuestros familiares y
conocimos a muchos otros indios que aho-
ra vivían allí. Pero pronto llegó el momento
de ir a Ohio y a nuestro nuevo hogar. Casi
tan pronto como llegamos, tuve que em-
pezar la escuela. Estaba emocionada y
más que un poco asustada cuando mis
padres me llevaron allí para inscribirme.
La primera persona que conocimos fue
una mujer amable en el mostrador de reg-
istro.
“Hola, mi nombre es Sra. Mazurek. Soy
el consejero escolar y quiero darte la bien-
venida a nuestra escuela ".

177
Después de las presentaciones, quería
saber todo sobre nosotros, de dónde
éramos, cuánto tiempo habíamos estado
en Estados Unidos, dónde vivíamos y qué
queríamos hacer.
Habló con mis padres sobre mis clases
y qué asignaturas debería tomar. Ninguno
de nosotros tenía idea de si estaba
preparado para la escuela en Estados
Unidos o no. Pronto lo descubriría.
Cuando me fui a la escuela esa mañana
por primera vez, mi madre me dijo: "No te
sorprendas si este es un día difícil para ti.
No tienes amigos, pero los tendrás pronto.
Si las clases son demasiado difíciles, tra-
baja duro y te irá bien. Recuerda que eres
una hija de Dios y especial a sus ojos ”
Pensé que hablaba inglés, pero el in-
glés americano de mi maestra era difícil de
entender. Al escuchar atentamente las
conversaciones a mi alrededor, escuché

178
palabras que nunca antes había escucha-
do.
Luego llegó la hora del almuerzo. Había
tantas opciones que tomar. En casa, comí
lo que me dieron. Finalmente, tomé una
bandeja llena de comida y fui a sentarme
con otras chicas. Mientras lo hacía, es-
cuché a uno de ellos decir: “Apesta”, y to-
dos se levantaron y se fueron.
Al recordar las palabras de mi madre,
me dije a mí mismo: "Soy especial, de
acuerdo. Solo soy una chica sin valor a
quien nadie quiere. Ni siquiera me agrado
a mí mismo ".
Me las arreglé para no llorar, pero el
resto del día no fue mejor. Cuando mis
padres vinieron por mí, las lágrimas cor-
rieron a raudales. Quería morir.
"¿Qué ocurre?" preguntó mi madre.
Entre sollozos, logré decir: “La escuela
es tan difícil. No entiendo a mi maestra y

179
los otros niños me odian. ¿Tengo que
volver?”
Cuando finalmente dejé de llorar, papá
me dijo: "Lamento que hayas tenido un mal
día, pero es solo tu primer día". Mañana
será mejor. ¿Por qué no vas a ver al con-
sejero de la escuela mañana? Apuesto a
que ella puede ayudarte. ¿Cómo se llama-
ba ella?"
"Señora. Mazurek ". Respondí.
"Te llevaré a la escuela temprano
mañana para que tengas tiempo de verla
antes de que comiencen las clases".
Añadió.
No estaba tan seguro, pero la idea de
hablar con la Sra. Mazurek sonaba bien.
Me gustaba. A la mañana siguiente, llamé a
su puerta.
"Bueno, hola Alice, es tan bueno verte.
¿Le puedo ayudar en algo?"
No voy a llorar, me dije. “Ayer fue muy
duro. Tuve problemas para entender a mi

180
maestro y no estoy seguro de haber hecho
bien las tareas ".
“Alice, sé que eres una chica inteligente
y aprenderás nuestra forma americana de
hablar más rápido de lo que te imaginas.
No tengo duda al respecto."
Después de hablar durante varios minu-
tos, preguntó: "¿Hay algo más?"
No voy a llorar, no voy a llorar, me dije
de nuevo. "Las otras chicas dicen que
apesto".
La Sra. Mazurek sonrió y parecía que
estaba lista para reír y dijo: "Bueno, tienes
un poco de olor".
Luego buscó en su cajón y me dio un
desodorante para usar. "Antes de que ven-
gas a la escuela mañana, ponte un poco
de esto".
Cuando me senté a almorzar al día
siguiente, sucedió lo mismo. “Apestas aún
peor hoy”, y nuevamente las chicas se lev-
antaron y se fueron.

181
Nuevamente, visité a la Sra. Mazurek.
Cuando entré a su oficina, pareció olfatear
el aire y dijo. "Vamos a hablar de lo que
una chica tenga que hacer", y esto es lo
que dijo.
"Pensé que te darías una ducha antes
de ponerte el desodorante, pero no impor-
ta, hablemos de lo que tienes que hacer.
He vivido en otras partes del mundo y sé
que no todo el mundo tiene los mismos es-
tándares de limpieza que nosotros. Esto es
lo que debe hacer todos los días. Elija en-
tre la mañana o la noche para tomar una
ducha. Por la mañana, póngase ropa limpia
y lávese el pelo. Además, lávese los di-
entes todas las mañanas y todas las
noches ".
Fui a casa esa noche e hice exacta-
mente lo que ella dijo. A las chicas les tomó
un tiempo aceptarme, no estar acostum-
bradas a alguien tan diferente. Aprendí in-

182
glés americano ese primer año y, final-
mente, me empezó a gustar la escuela.
Varias semanas después, en un día
muy caluroso, tenía tanta sed que pensé
que me desmayaría, pero no había nada
para beber, así que fui a ver a la Sra.
Mazurek nuevamente.
Nuevamente me saludó con una sonrisa
amistosa. "Es tan bueno verte de nuevo Al-
ice, y te ves tan bien y fresca. ¿Cómo es-
tás? ¿Estás haciendo amigos?
“Lo soy, y realmente aprecio todo lo que
has hecho por mí. No creo que hubiera so-
brevivido sin ti".
"Bueno, me alegro de poder ser de ayu-
da. Viniste a decirme eso, o hay algo más
que te molesta". Ella preguntó.
"Hay una cosa. Es un día muy caluroso
y me vendría bien un trago de agua ".
"Estoy ocupado en este momento, pero
mi asistente te ayudará. Judy, “¿le
mostrarás a Alice la fuente para beber?””

183
Judy me llevó por el pasillo hasta la
fuente de agua potable. Había estado allí
todo el tiempo, pero no sabía qué era. Judy
se sorprendió cuando le pregunté cómo
usarlo.
Vi a la Sra. Mazurek muchas más veces
ese año, a veces solo para visitar y otras
para aprender algo nuevo sobre Estados
Unidos que no teníamos en la India.
Crecí mucho ese año y participé en
muchas actividades escolares durante mis
cuatro años en la escuela secundaria. Pero
nunca olvidaré a la Sra. Mazurek, quien
convirtió el desastre en una bendición du-
rante esos primeros días de escuela en Es-
tados Unidos.
********************
Preguntas:
1. ¿Por qué el primer día de clases fue tan
difícil para Alice?
2. Si no le gustas a nadie, ¿qué harías?

184
3. ¿Alguna vez has sido el que era difer-
ente en tu clase? ¿Qué hiciste?
4. ¿Alguna vez te has dado cuenta de lo
difícil que es la vida para un estudiante de
otro país? ¿Cómo podrías ayudar?
5. ¿Por qué es importante respetarse a sí
mismo?

Alice aprendió mucho ese primer año en la


escuela secundaria de esas duras experiencias
tempranas. Imagínese la conmoción y la
vergüenza que enfrentó cuando las chicas di-
jeron: "Apestas".
No es algo que nadie hubiera notado en la
comunidad pobre donde vivía en India. En Esta-
dos Unidos, ni siquiera reconoció una fuente para
beber, y mucho menos el olor que presentaba a
los demás. ¿Cómo podía respetarse a sí misma
cuando los demás no querían estar cerca de
ella? Pero, cuando aprendió a cuidarse a sí mis-
ma, hizo amigos y empezó a hacerlo bien. ¿Por
qué? Debido a que se hizo atractiva, se ganó el

185
respeto de los demás y se ganó el respeto por sí
misma que necesitaba.

186
CAPÍTULO 14. "ESTO ES LO
QUE QUIERO HACER".
Erik Valenzuela

Mi nombre es Erik Valenzuela y vine a


los Estados Unidos desde Guatemala
cuando tenía 17 años. Mi madre y uno de
mis hermanos ya estaban aquí y me mudé
con ellos. Mi mamá tenía un buen trabajo,
pero la señora para la que trabajaba murió
y no pudo encontrar otro trabajo. Los tres
nos estábamos quedando con dos amigos
en Los Ángeles. Sabía que teníamos que
mudarnos, pero no tenía crédito ni referen-
cias para poder alquilar una casa. Estaba
ayudando a un hombre a remodelar su
casa y le pregunté si podía ayudarme. No
podía hablar inglés, pero de alguna manera
me comuniqué. Entendió mi llamada de
ayuda y dijo que podía alquilar el aparta-
mento que tenía.

187
Me quedé con él durante un mes y
pagué el alquiler de mi primer mes. En-
tonces le dije a mi mamá,

"He alquilado un lugar para que todos


nos quedemos".

Poco después, mi madre y mi hermano


se enfermaron y estuvieron en el hospital
durante un año. Tuve que encontrar al
menos dos trabajos para cubrir nuestros
gastos. Salí a las calles donde la gente
venía en busca de un jornalero. Entonces,
alguien me habló de un trabajo en joyería y
obtuve el trabajo. Luego encontré un traba-
jo a tiempo parcial que podía hacer por la
noche. Entonces, a los 17 años, tenía dos
trabajos y nos mantenía a los tres. Hice
esto durante dos años.

Estaba ganando dinero pero era para


toda la familia. Luego conocí a Elvy, mi fu-
tura esposa.

188
"Elvy, quiero casarme contigo, pero no
tengo dinero".

"Lo sé, Erik, pero casémonos de todos


modos, creo que podemos hacerlo".

Mi padre era músico y yo cantaba mu-


cho cuando tenía cinco años. Cuando tenía
nueve años, fui a un estudio de grabación y
usé parte del dinero que había ahorrado
para hacer una grabación. Esa fue la
primera vez que fui a un estudio de
grabación. Pasé mucho tiempo en la sala
de control con el ingeniero. Llevaba este
uniforme blanco y le hice muchas pregun-
tas, pero no me prestó mucha atención.

Finalmente dijo: “Tienes demasiadas


preguntas. ¿Por qué no te callas? "

En ese momento, pensé, esto es lo que


quiero hacer, pero viviendo en Guatemala
ni siquiera podía comprar una grabadora.
Mi primera semana de trabajo en los Esta-
dos Unidos, gané 50 dólares. Le conté a mi

189
madre mis sueños de trabajar en un estu-
dio de grabación. Cuando obtuve mis $50,
esto es lo que me dijo,

"Erik, reserva cinco dólares para la igle-


sia y luego usa el resto del dinero para lo
que quieras".

Lo primero que compré fue una


grabadora y todavía la tengo.

Encontré esta librería y para mí fue el


paraíso. Había todos estos libros y revistas
e incluso tenían sistemas de sonido para
hacer grabaciones. Había grabadoras y
mezcladores y muchas otras cosas.

Pensé: "Vaya, ¿cómo puedo entender


todo esto?"

Compré un diccionario y con los nom-


bres de los diferentes componentes de un
sistema de sonido aprendí algunas pal-
abras en inglés. Luego comencé a leer to-

190
das estas revistas y libros en la tienda y
comencé a aprender inglés.

Cuando nos casamos, comencé a com-


prar algunos equipos. Era muy caro pero
pasaba horas por la noche antes de
acostarme a las 3 de la mañana. Compré
libros y revistas y un equipo de sonido.
Esas revistas tenían reseñas del equipo y
te mostraban cómo usarlo, así que pasé
mucho tiempo leyendo. A veces me frus-
traba pero poco a poco fui aprendiendo.

Leería y probaría todos los botones.


Luego comencé a hacer grabaciones. Al
principio lo hice gratis. Luego tuve la opor-
tunidad de trabajar para la librería que
tenía el equipo de sonido y continué allí du-
rante muchos años. Grabé alrededor de
100 álbumes. La gente venía de todos los
orígenes. Algunos ni siquiera sabían es-
cribir, pero eran compositores, o pensaban
que lo eran. Le decía: "Déjame ayudarte", y
así aprendí a escribir canciones.

191
Un día entró un hombre en la tienda.

"Me gustaría hacer una grabación de mí


cantando una canción que acabo de es-
cribir, ¿puedes ayudarme a hacer esto?"

"Creo que puedo ayudarte". Respondí.


“¿Le gustaría tener antecedentes? Puedo
mezclar batería, piano y otros instrumentos
mientras cantas".

"Eso es justo lo que esperaba". En-


tonces hicimos la grabación.

Fue difícil para mí al principio, pero


aprendí y fui mejorando cada vez más.

Un día, hace unos 10 años, entró un


hombre e hizo una grabación y realmente
le gustó la producción. Recientemente, me
llamó y me dijo que quería que grabara
más música. Le dije que estaba ocupado
pero que puedo intentar trabajar en ello.

Extraño hacer eso, pero realmente dis-


fruto de la enseñanza que estoy haciendo

192
ahora. Nunca me deshice de mi equipo y
siempre pensé que alguna vez lo usaría.
Recientemente, he estado grabando al-
gunos clips de radio para "Profesionales
del mundo".

Aprendí casi todo lo que sé leyendo y


probando cosas. Poco a poco fui aprendi-
endo a hacer prácticamente todo lo rela-
cionado con la grabación de música.

*****************************

Preguntas:

1. ¿Qué harías si tuvieras que mantener a tu


familia a los 17 años?

2. ¿Cómo encontró Erik dos trabajos que


necesitaba para mantener a su madre, a su
hermano y a él mismo?

3. ¿Estaban él y Elvy dispuestos a hacer los


sacrificios necesarios para poder casarse?

4. ¿Tienes algo que realmente quieras hacer?

193
5. Si es así, ¿qué se necesita para que esto
suceda?

6. ¿Qué convirtió a Erik en el hombre compe-


tente en el que se convirtió?

Erik encontró el secreto para volverse


competente. Aprenda a hacer lo que se le pre-
sente. Lea sobre esto, estúdielo, pruébelo y
pronto será un empleado valioso, empleador y
emprendedor. El mundo necesita más per-
sonas como Erik Valenzuela.

194
CAPÍTULO 15. "DECIDIDO A
VIVIR!"
Jim Hermanson

“Tiene alrededor de un año de vida”,


dijo mi médico.

“¡Pero solo tengo 42 años! ¿Qué pasa


con mi esposa, mis dos hijas?”

"Lo siento. Los tratamientos de ra-


diación no pueden hacer mucho ".

Había volado 399 misiones de combate


en Vietnam, enfrentándome a la muerte to-
dos los días, y había sobrevivido. ¿Pero
podría sobrevivir a esto?

Excepto por mi tiempo en Vietnam,


cuando era más joven y fuerte, estaba en
la mejor forma de mi vida, hasta que des-
cubrí ese bulto en mi cuello. El médico dijo
que probablemente solo se trataba de un
tumor graso, pero necesitaban saberlo con

195
certeza, por lo que lo extrajo durante una
cirugía ambulatoria.

Resultó ser cáncer. Una semana de-


spués hicieron una segunda cirugía y extir-
paron 36 ganglios linfáticos del lado dere-
cho, hasta la clavícula. La mayoría de ellos
eran malignos.

En ese momento yo era piloto de com-


bate en la Guardia Nacional Aérea. Mi últi-
mo vuelo como piloto de combate tuvo lu-
gar el sábado antes de la primera cirugía
de cáncer. Y luego, por primera vez en
años, estaba castigado.

Después de mis cirugías, comencé


meses de tratamientos de radiación debili-
tantes. El cáncer entró en remisión y
comencé a fortalecerme.

Acepté un trabajo como profesor en una


escuela secundaria y como entrenador en
la Universidad del Norte de Colorado. La
vida comenzó a verse más brillante. Pero

196
luego tuve una recurrencia y necesité más
radioterapia. Me debilité tanto que tuve que
dejar tanto la enseñanza como el coaching.

A medida que me debilitaba, mi peso


bajó a 120 libras. Fue una verdadera lucha
superar los tratamientos sintiendo que mi
cuerpo decaía y luché contra la depresión.
A veces pillaba a mi esposa, Barb, mirán-
dome. Pude ver el miedo en sus ojos.

Ahora el cirujano me estaba mirando,


preocupado por mi reacción. “Si te vamos a
dar un año más de vida, necesitamos hac-
er otra serie de tratamientos de radiación.
Sin ellos, no durarás tanto ".

“Necesito algo de tiempo para orar y


hablar con mi esposa antes de tomar una
decisión”, balbuceé.

Una leve esperanza parpadeó en mi


mente al recordar un artículo que mi es-
posa y yo habíamos leído juntos. Fue es-
crito por un hombre que tenía cáncer ter-

197
minal. Un día había recogido a un au-
tostopista de quien recibió algunos conse-
jos poco probables sobre su condición.

El autostopista le había dicho: "La med-


icina normal no puede curarte. A menos
que cambie sus hábitos alimenticios, va a
morir ".

El autor cambió sus hábitos alimenticios


y su cáncer entró en remisión. Decidimos
investigar la dieta macrobiótica que re-
comendó. Requeriría cambios drásticos en
lo que comía y cómo se preparaba la co-
mida.

"No quiero morir un órgano a la vez", le


dije a mi esposa. "Probemos el plan de nu-
trición". Si era terminal, no quería una ra-
diación más dolorosa y costosa. No quería
dejar a mi esposa muy endeudada.

Cuando le dije al cirujano lo que


habíamos decidido, me dijo: "Si eliges el
plan de nutrición en lugar de la radiación,

198
es posible que solo te queden seis meses
de vida". "Pero", agregó, "es tu decisión y
apoyaré todo lo que hagas".

La dieta macrobiótica es totalmente


vegetariana. Sin huevos, lácteos ni carne.
No fue difícil de seguir, ya que mi super-
vivencia dependía de ello. Mientras lo
miraba, una línea llamó mi atención. "Es un
cambio de estilo de vida que requiere un
compromiso increíble". Parecía que toda mi
vida hasta ese momento me mantenía con
vida un vuelo tras otro en Vietnam. Esa
parte que podría hacer.

Luego miré la comida de un día típico.

Desayuno: Té macrobiótico sin nada


añadido, Zanahorias tiernas frescas o roda-
jas de pepino, Cereal integral con leche de
soja

Almuerzo: Una taza de sopa de miso,


pan integral crujiente, ensalada de la huer-
ta, té macrobiótico sin nada añadido.

199
Cena: arroz integral con calabaza de
invierno, una taza de sopa de miso o
shuyo, melón fresco, té bancha.

Aperitivos opcionales: manzana al


horno, puñado de nueces, rebanada de
pastel de arándanos, puñado de bayas.

Uf, aparte de la tarta de arándanos, no


se veía muy bien. ¡Pensé que podría
morirme de hambre antes de que el cáncer
me atrapara!

Mi esposa, Barb, siempre ha sido una


excelente cocinera, pero ahora tenía que
tomar clases para aprender a cocinar a la
manera macrobiótica. Ambos aprendimos
todo tipo de cosas que no habíamos sabido
antes sobre granos y frijoles.

Al principio, cuando comencé a comer


de esta nueva manera, mi peso bajó, pero

200
luego comencé a hacerme más fuerte y el
peso comenzó a regresar.

Mientras estaba en la dieta, pude apro-


bar el examen físico con la Guardia Na-
cional Aérea y, a medida que me fortalecía,
solicité volver al estado de vuelo. Aunque
no me permitían pilotar aviones de com-
bate, podía pilotar otros aviones.

Seguí fielmente la dieta vegetariana du-


rante 14 meses y fue un gran día cuando
se declaró que estaba en remisión. De-
spués de esto, pudimos volver a una dieta
más convencional. Continué trabajando en
la Base de la Guardia Nacional Aérea de
Buckley durante diez años. Los últimos
ocho de esos años volé la versión militar
del Boeing 737.

Mirando hacia atrás, puedo ver que lo


que llevó al cáncer a la remisión fue la
combinación de una excelente nutrición,
las dos cirugías y los dos episodios de ra-

201
diación. Además, mi médico comentó que
mi buena condición física me dio la capaci-
dad de recuperación para atravesar la ra-
diación.

Todas esas cosas funcionaron juntas


para ayudarme a mejorar, pero detrás de
todo esto había una actitud de perseveran-
cia. Estaba decidido a no rendirme. Estaba
decidido a vivir.

****************************************

El campo minado de Jim presentó muchos


obstáculos en su vida, que siempre enfrentó con
perseverancia. Primero enfrentó al enemigo
como piloto de combate, luego enfrentó al ene-
migo atacando su salud.

Todos nos enfrentamos a luchas a diario. La


vida no es fácil y es posible que no siempre
ganemos. Pero para Jim, su tenaz persistencia le
salvó la vida.

Como lo expresó Newt Gingrich:

202
"La perseverancia es el trabajo duro que
haces después de que te cansas de hacer el tra-
bajo duro que ya hiciste”.

Preguntas:

1. ¿Cuál sería su primera respuesta si le diagnos-


ticaran una enfermedad terminal?

2. ¿Qué harías si te dieran un año más de vida?


Haga una lista de al menos cinco cosas.

3. ¿Por qué Jim eligió la dieta macrobiótica?

4. ¿Cómo respondió la esposa de Jim, Barb, al


año de vida de Jim?

5. Seguir una dieta estricta es difícil para


cualquiera. ¿Qué cualidades internas tenía Jim
que le dieron el compromiso de hacerlo?

6. ¿Crees que te rendirías o perseverarías como


lo hizo Jim? Explicar

203
204
CAPÍTULO 16. "NO HAY
TIEMPO PARA LLORAR.
¡DEBEMOS CORRER! "
Antoinette Starrett

Mi padre entró en la casa tan rápido que


la puerta casi salió de las bisagras.

"¡Tenemos que irnos! ¡Ahora!"

Comencé a buscar mis zapatos, pero el


padre me arrastró afuera. Mi madre, her-
mano y cuatro hermanas se unieron a
nosotros rápidamente. En silencio, mi
padre nos hizo señas a seguirlo al río
Mekong. La arena caliente quemó mis pies
y comencé a llorar. Esto fue de 1944 y
tenía solo cinco años.

“¡Tranquila!", ordenó mi padre. "No hay


tiempo para llorar. ¡Debemos correr! "

205
Nací en Laos, un pequeño país que
bordeaba a China, Myanmar (Birmania),
Tailandia, Camboya y una larga frontera
con lo que era entonces norte y sur de
Vietnam. Mi familia, sin embargo, fueron
vietnamitas.

Antes de nacer, Vietnam era un protec-


torado francés, al igual que Laos. Así, mi
familia había crecido en una cultura en
gran parte francesa. Después de que Fran-
cia cayó a Alemania en 1940 durante la
Segunda Guerra Mundial, Japón tomó el
control de Vietnam, pero permitió a los fun-
cionarios y tropas franceses que adminis-
traban el país.

Mi padre, que estaba trabajando con los


franceses contra la invasión japonesa,
dándose cuenta del peligro para sí mismo,
mi madre y mi hermana, huyeron a Laos
buscando un lugar donde estarían a salvo.

206
El ejército japonés ingresó a Vietnam en
septiembre de 1940 y se mantuvo allí hasta
el final de la Segunda Guerra Mundial en
agosto de 1945. Los administradores colo-
niales franceses se mantuvieron a cargo de
la mayor parte de este período, hasta que
los japoneses asumieron el control por un
corto tiempo en 1945.

Luego vino Ho Chi Minh en 1941 de


China, aprovechando la salida japonesa
para llevar el comunismo a Vietnam.

Ahora estábamos huyendo una vez


más, esta vez de los opresores comu-
nistas.

En el río, el ferry, nos miró por encima


de la vista. "Será 100 Piasters cruzar el
río", dijo.

"¿Porque tanto?" Preguntó mi padre.


"Normalmente solo cuesta diez piastras".

207
"Estoy arriesgando mi vida para
llevarte", respondió el hombre.

En el barco, me retorcí con vergüenza


porque solo estaba medio vestido.
Habíamos salido de la casa tan rápido que
no teníamos ropa. Mi hermana y yo com-
partimos un atuendo. Llevaba las cimas y
llevaba los fondos. Cada día cam-
biaríamos.

Mi miedo se convirtió en horror cuando


los cuerpos muertos flotaban en el agua,
quitando nuestros apetitos por días.
Huimos a Bangkok, Tailandia, donde siete
de nosotros nos exprimimos en una pe-
queña choza con un suelo de tierra.

Madre tomó mi mano. "Ven, vamos a


buscar bambú en el bosque".

"¿Por qué?"

La madre puso su barbilla obstinada-


mente. "Lo herviremos para la cena". Tomó

208
muchos hilos antes de que el bambú fuera
lo suficientemente suave como para mas-
ticar.

No había carne. Nunca olvidaré el día


en que mi hermana y yo encontramos a al-
gunas personas asando a un cerdo en un
escupido. Observamos con avidez mien-
tras la grasa goteaba en una olla.

"¿Podemos tener la mitad de una pe-


queña taza de la grasa?" Preguntó mi
madre tímidamente. Nunca olvidaré lo deli-
ciosa que sabía nuestro bambú cuándo es-
taba sumergido en la grasa.

Mientras estábamos en Tailandia, mi


padre fue vocal en su oposición al comu-
nismo, asistiendo a reuniones secretas con
otros hombres vietnamitas. Siempre es-
tábamos preocupados por nuestro Padre
cuando nos dejó para ir a una de esas re-
uniones, especialmente mientras se fue de

209
casa por la noche. "Si no vino a casa,
sabrás que me mataron".

Los brutales comunistas cortaron las


cabezas de las personas, las montaron en
palos y los mostraron en el mercado para
asustarnos. Temblé cada vez que vi una de
esas cabezas.

Nuestro prójimo se negó a hablar con


nosotros. Una noche se arrastró a nuestra
casa y explicó: "Si me sorprenden hablar
contigo, me matarán. Es porque eres viet-
namita".

Todos los días hicimos suficiente arroz


para que cada uno de nosotros pueda ten-
er un pequeño puñado para las comidas.
Era peligroso ser atrapado acumulando ar-
roz, pero mi madre ocultaría un segundo
puñado para más tarde. Estábamos ham-
brientos todo el tiempo.

En 1953, cuando tenía catorce años, mi


padre nos llevó de regreso a Vietnam. "Hay

210
demasiados comunistas aquí en Tailandia",
dijo.

Poco después de que llegamos a nue-


stro propio país, madre murió. Nadie vino a
consolarnos y no teníamos parientes ni
amigos. Acabamos de asumir nuestro dolor
por nosotros mismos.

Un día, le pregunté a mi padre: "¿Por


qué no puedo ir a la escuela? Quiero
aprender."

Sacudió la cabeza lamentablemente.


"Solo los ricos pueden asistir a la escuela".

Me sentí triste que no pudiera ir a la es-


cuela. Para entonces, podía hablar vietna-
mitas, laosianas, tailandesas, ingleses y
franceses, pero había mucho más que
quería aprender. ¿Cómo podría?

Cuidé a los hijos de mi hermana hasta


que tenía 25 años, y luego obtuve un traba-

211
jo en la base aérea de Tan Son Nhut, tra-
bajando para los estadounidenses.

Estaba tan agradecido de tener este


trabajo. Escuché a los soldados hablar so-
bre sus vidas en los Estados Unidos y an-
helé verlo por mí mismo. Diligentemente,
escondí mi dinero, esperando que algún
día pueda ahorrar lo suficiente como para
obtener una visa y un boleto de avión para
al menos visitar América.

"¡Imagina lo que sería vivir en un país


sin pelea!" Pensé. "Yo sería libre de tomar
mis propias decisiones. He escuchado que
las personas se ayudan mutuamente en
Estados Unidos". Toda mi vida, habíamos
huido de un peligro tras otro y no había
nadie para ayudarnos. Si iba a América, no
tendría que huir más.

Cinco años después, en 1969, obtuve


una visa y finalmente había ahorrado sufi-
ciente dinero para comprar un boleto de

212
avión para viajar a Colorado para ver a mi
hermana.

Un día, en una tienda de comestibles de


Denver, estaba hablando con mi hermana
cuando conocimos a dos soldados esta-
dounidenses.

"¿Eres damas de Vietnam?" Pregun-


taron con amplias sonrisas en sus caras.

"Vamos a una fiesta", nos dijeron: "Y se


supone que debemos traer algo de comida
vietnamita. Pero no sabemos cómo hacer-
lo. ¿Nos ayudaría?

Estábamos encantados de hacerlo y la


comida fue muy bien. Muchos soldados
que habían servido en Vietnam estaban allí
y estaban encantados de tener una ver-
dadera comida vietnamita nuevamente.

Uno de esos hombres, Ron, y yo, nos


convertimos en buenos amigos. Descubrí
más tarde que había estado en la base en

213
Vietnam al mismo tiempo que había traba-
jado allí. Nunca había conocido a nadie
como Ron, un hombre que realmente se
preocupaba por mí. Empezamos a salir.

Estaba disfrutando de mi tiempo en


América, pero había una nube en el hori-
zonte. Mi visa expiraría pronto y tendría
que regresar a Vietnam donde la guerra
aún estaba furiosa.

Entonces Ron me sorprendió con una


propuesta más inesperada.

"Tengo la solución perfecta", sonrió.


"¿Quieres casarte conmigo?"

Así es como llegué a ser Antoinette


Starrett. Ron y yo ahora hemos estado
casados por más de 50 años, y soy ciu-
dadano de los Estados Unidos. Nunca
tomo nada por sentado. Todos los días es-
toy agradecido por la buena comida y la
libertad de viajar donde quiera.

214
Sobre todo, estoy agradecido por la lib-
ertad del miedo, viviendo en mi nuevo país
que se preocupa por su gente.

Nunca olvidaré los terribles años en que


mi familia y yo vivamos en una tierra ex-
tranjera, sin nadie para ayudarnos. Hoy,
miro a otras personas y me pregunto,
¿cómo puedo ayudar a alguien más?

Preguntas:

1. Antoinette tenía cinco años cuando tuvo que


huir de su casa. ¿Qué estabas haciendo cuando
tenías cinco años? Compara tu vida con la de
ella.

2. ¿Qué tenías que comer cuando tenías cinco


años? ¿Te imaginas estar encantado de comer
bambú sumergido en grasa?

3. Leyendo la historia de Antoinette, ¿qué crees


que sería vivir bajo el comunismo?

215
4. Antoinette no podía ir a la escuela porque era
tan pobre. ¿Alguna vez has sido privado de algo?
¿Cómo te sentiste?

5. No sabemos por qué Antoinette le importaba a


los hijos de su hermana hasta que tenía 25 años,
tal vez porque no tenía otra opción. ¿Cómo te
sentirías, si eso hubieras sido tú?

6. ¿Por qué estaba Antoinette Agradecida por el


trabajo que tenía en la barra aérea de Tan Son
Nut?

7. Ponte en el lugar de Antoinette. Estaba en


América, pasando un tiempo maravilloso, pero
tendría que regresar pronto. ¿Puedes describir
cómo debe haber sentido?

8. Cuando Ron le pidió a Antoinette que se


casara con él, ¿puedes describir lo que debe
haber sido sus emociones?

216
PARTE 3
CONSTRUYENDO LAS
BASES PARA LA VIDA
(TU DEBER PARA CON LOS
DEMÁS)

Un día, dos niñas caminaban a casa


desde la escuela cuando notaron una pe-
queña bolsa en la acera. Cuando lo
abrieron, descubrieron que estaba lleno de
dinero.
“Alguien debe haberlo dejado caer”, dijo
Sue. "Quedémonos con él", dijo su amiga.
En ese momento, vieron a una señora
que caminaba hacia ellos mirando con
atención a cada lado de la acera.
Cuando se acercó, Sue le preguntó.
"¿Perdiste algo?"

217
Respondió la dama. "Perdí una bolsa de
dinero que necesito para comprar comida
para mi familia".
¿Es esta la bolsa que perdiste?
Mientras las dos chicas levantaban la bolsa
para ella.
La dama pareció aliviada y feliz y les
agradeció profusamente.
Mientras la dama se alejaba, dijo la
amiga de Sue. "Me sentí tan bien cuando le
devolvimos ese dinero".
Ese es el sentimiento que tenemos cuando
ayudamos a otra persona. Al mismo tiempo, es
nuestro deber hacerlo.

Gran parte de la vida implica peligro, com-

promiso y coraje, pero puedes dominar el campo

minado.

218
CAPÍTULO 17. LA INUN-
DACIÓN
CHARLENE POTTS
Mi nombre es Charlene Potts y a
menudo me preguntaba qué haría en caso
de emergencia. ¿Tendría miedo, sería ca-
paz de pensar solo en mi propia super-
vivencia? ¿O podría, incluso en un momen-
to desesperado, considerar a los demás?
No hay nada como una tormenta para rev-
elar nuestras inclinaciones naturales, como
mi familia descubrió una tarde aparente-
mente pacífica.

Esa tarde, cuando tenía catorce años,


viajando con mis padres a través del de-
sierto de Mojave en Arizona remolcando
nuestra caravana en la peligrosa Ruta 66
de dos carriles, nos encontramos con una
de esas siniestras tormentas del desierto.
El cielo se oscureció y las gotas de lluvia
salpicaron el parabrisas.

219
Pronto el agua corría con tanta fuerza
que mi papá no podía ver para conducir. El
tráfico disminuyó y los conductores en-
cendieron las luces. Cuando pasamos por
un camino de tierra que corre paralelo a la
carretera, papá condujo con cuidado nues-
tra camioneta y el remolque hacia él. Nos
detuvimos a unos cuarenta pies de la car-
retera principal, detrás de otro automóvil y
una caravana, que se había detenido de-
lante de nosotros. Mis padres llevaron a mi
hermano pequeño al remolque. “Ustedes,
chicas, quédense en el auto”, nos dijeron.

Jeannie y yo nos acurrucamos juntos,


escuchando los truenos furiosos y los
destellos sin parar de los relámpagos mien-
tras el viento aullante y chirriante golpeaba
el auto. Nuestro remolque y el que estaba
estacionado frente a nosotros se balance-
aban hacia adelante y hacia atrás.

220
Minutos más tarde, un relámpago reveló
que el remolque que teníamos delante
yacía de costado.

"¡Oh no! Tengo que advertir a mamá y


papá”, grité.

Empujé la puerta del coche para abrirla


contra el viento y Jeannie me siguió pisán-
dome los talones. Juntos nos abrimos paso
hasta el remolque, vadeando un río de
agua que, sólo una hora antes, sólo con-
tenía arena seca. Nos apiñamos en el re-
molque, embarrados y goteando.

"Papá", grité, "¡Ese otro tráiler se ha


volcado!"

Mi hermana rompió a llorar de miedo.

“Tenemos que esparcirnos”, gritó papá.


Tuvo que gritar para ser escuchado sobre
el trueno. "Quizás nuestro peso nos suje-
tará". Era difícil moverse en el suelo os-
cilante. A estas alturas, el cielo estaba

221
completamente oscuro, pero papá no en-
cendía la linterna, y se dio cuenta de que si
el remolque volcaba, podría provocar un
incendio.

En ese momento se oyeron unos golpes


en la puerta. Era el hombre del coche de
delante.

"¿Puedo traer a mi esposa e hijos?"


gritó.

"Adelante", gritamos.

Pronto, un hombre empapado, una mu-


jer y dos niños pequeños treparon a nue-
stro refugio oscuro. No pudimos ver cómo
eran los extraños.

“Gracias”, gritaron. "Cuando nuestro


remolque voló, nuestro automóvil quedó
atrapado en el enganche y las ruedas
traseras están en el aire".

Esa fue toda la conversación que pudi-


mos manejar. Miré por las ventanas a cien-

222
tos de vehículos detenidos en la carretera
con las luces encendidas.

"¿De dónde eres?" Papá gritó sobre la


lluvia rugiente y los truenos.

"California", gritó el hombre. "Soy policía


y estamos de vacaciones. Pedimos presta-
do este tráiler a unos amigos”, se quejó.

Después de quizás una hora, la tormen-


ta comenzó a calmarse y gritamos alegres.

"Nos alegra que hayan venido", les dijo


mamá. "El peso de su familia está ayudan-
do a que nuestro remolque se mantenga
en posición vertical".

Tan rápido como había llegado, la tor-


menta se alejó y chapoteamos en los char-
cos afuera. La línea de tráfico no se movió.
Más tarde descubrimos que los puentes a
ambos lados de nosotros habían sido ar-
rasados.

223
Mamá pensó en la gente varada en
esos autos y comenzó a preparar café.

Entonces sucedió algo asombroso. Los


hombres salieron de sus autos y se acer-
caron a nosotros, y un grupo de ellos lev-
antó el remolque caído sobre sus ruedas.
Aterrizó con un ruido sordo. Luego se re-
unieron alrededor de nuestro centro de
“Cruz Roja”. Mamá comenzó a llenar tazas
de café.

“Podemos hacer sándwiches para sus


hijos”, dijo, untando mantequilla de maní y
mermelada en el pan. Se volvió hacia
Jeanne y hacia mí. "Ve a decirle a la gente
en los autos que tenemos comida para los
niños".

Nunca olvidaré lo importantes que nos


sentíamos, mi hermana y yo, mientras
chapoteábamos por la carretera, golpean-
do las ventanillas de los autos y dicién-
doles a la gente que teníamos comida para

224
sus niños hambrientos. Varios de ellos se
unieron a nosotros.

Un hombre con botas de vaquero le en-


tregó a mi mamá una cantimplora grande y
cara, "Aquí hay más agua para usted,
señora". Nos dio esa cantimplora, negán-
dose a retirarla.

Y así, un grupo de extraños se reunió


esa noche, maravillándose del asombroso
poder de la tormenta, ayudando donde se
necesitaba ayuda.

Recuerdo cómo mi papá tomó el control


de la situación, saliendo tranquilamente de
la carretera y colocándonos alrededor del
remolque. Qué orgulloso estaba de mi
mamá, con su espíritu solidario en una cri-
sis.

¿Cómo podría olvidar la bondad de


aquellos hombres que se reunieron y
pusieron en posición vertical el remolque
caído de un extraño? Recuerdo la gen-

225
erosidad de quienes compartieron su agua
para que más personas pudieran tomar
café.

Yo también estaba orgulloso de mí


misma porque, aunque solo tenía catorce
años, ayudé invitando a extraños a comer
sándwiches. Había aprendido que las tor-
mentas hacen aflorar la bondad en las per-
sonas, es decir, en las personas que han
estado practicando actos de bondad todo
el tiempo.

Preguntas:

1. ¿Alguna vez has experimentado una experien-


cia tan aterradora? Explicar.

2. Si alguien golpeara su puerta en tal situación,


¿invitaría a completos extraños a su casa?

3. ¿Por qué crees que esas personas fueron tan


amables entre sí?

4. A veces ocurren emergencias y saca lo mejor


de todos nosotros. ¿Por qué no somos amables

226
con los demás todo el tiempo y no solo en caso
de emergencia?

227
CAPÍTULO 18. "HAY 5000
TANQUES Y 200,000 TROPAS
RUSAS EN NUESTRO PAÍS".

Cuando leemos o estudiamos la historia,


leemos sobre los líderes, las guerras, las batallas
y los vencedores. El trauma humano de los indi-
viduos a menudo no se reporta.
Checoslovaquia fue un país así. Los nazis in-
vadieron el país en marzo de 1939 y lo gob-
ernaron con una mano de hierro hasta el final de
la Segunda Guerra Mundial en 1945. Entonces
Checoslovaquia se convirtió en parte de la Unión
Soviética. Pero las personas todavía esperaban
la libertad y los grupos de disidentes se formaron.
Los soviéticos tomaron medidas para poner fin
a tales grupos en 1968. Aquí es donde comienza
nuestra historia.
Daniel Lukshander

228
Tenía ocho años, mi hermano Pedro
tenía 11 años y nuestro hermano menor
Samuel celebró su tercer cumpleaños a
principios de mes, cuando el ejército ruso
invadió nuestro país.
Mis padres habían sido hijos cuando los
nazis de Hitler se hicieron cargo de nuestro
país de Czechoslovaquia. Mi madre, una
niña en ese momento, recuerda que los
nazis abandonan las bombas cercanas.
Estaba aterrorizada e incluso hoy está
asustada por ruidos fuertes en la noche,
incluido el trueno de una tormenta.
"Esperábamos ser un país libre una vez
más después de esos terribles años de
guerra con los nazis", explicó a mi abuelo.
"Pero Rusia expulsó a los nazis y nos con-
vertimos en parte de la Unión de Repúbli-
cas Socialistas Soviéticas (URSS), una
nación comunista. Para muchos, esto fue
un alivio, pero como cristianos, nuestras
vidas se volvieron aún más difíciles ".

229
"¿Por qué fue eso, Abuelo?" Preguntó
Pedro.
"Lo que necesitas saber es que el co-
munismo no cree en Dios y quieren de-
shacerse de todas las prácticas religiosas.
Es por eso que las iglesias tienen que re-
unirse en secreto para evitar problemas
con los comunistas ".
"Los comunistas incluso me enviaron a
la cárcel", continuó Abuelo, "porque al-
gunos jóvenes tomaron prestados mi im-
presión, y sin mi conocimiento imprimieron
algún material anti-comunista. Aunque in-
ocente, fui sentenciado a prisión por siete
años ".
"¡Cómo pudieron hacer eso!" Mi her-
mano y yo gritamos indigentemente.
"Eso es lo que significa vivir bajo el co-
munismo. Somos culpables hasta que po-
damos demostrarnos inocentes. Una
democracia es lo contrario. En una democ-
racia, una persona acusada de un crimen

230
es inocente hasta que se demuestre culpa-
ble ".
Fue el 20 de agosto de 1968 y mi her-
mano Pedro y yo estábamos jugando en mi
habitación mientras mis padres estaban
escuchando la radio en la sala de estar. De
repente, escuchamos a mi padre decir:
"¡No!" en voz alta. Sorprendido, corrimos
para ver lo que estaba sucediendo. Madre
estaba sollozando y la cara de mi padre
era blanca.
"¿Qué esta pasando?" Yo pregunté.
"¡Sé tranquilo y escucha!" Papá dijo br-
uscamente.
El anunciador luchando con sus emo-
ciones dijo. "Los tanques rusos se están
moviendo por la calle y muchos soldados
están con ellos". Él no podía decir más,
pero podíamos escuchar lo que sonaba
como mil de nuestros compatriotas cantan-
do el Himno Nacional Checo.

231
Finalmente volvió. "Este es el final de
nuestras esperanzas para una nación
democrática. Me han dicho que hay 5000
tanques y 200,000 tropas rusas en nuestro
país. Las multitudes están cantando pacífi-
camente nuestro himno nacional, pero eso
no nos protegerá contra un ejército y los
tanques".

Mis padres nos habían enseñado a vivir


por la Biblia, pero no fue fácil. Fui a la es-
cuela con mis amigos y me convertí en
miembro de la organización joven de Pio-
neros. Pasaron mucho tiempo enseñán-
donos a ser buenos comunistas. También
tuvimos que aprender ruso. Mis padres di-
jeron que eso fue porque necesitábamos
poder hablar el idioma de nuestro conquis-
tador, Rusia. Mis padres a menudo habla-
ban de la Madre Rusia.
Una vez que los escuché hablando de
nuestro futuro. Dijeron que solo los miem-

232
bros de los comunistas puedan asistir a las
mejores universidades.
Después de la invasión rusa de nuestro
país, nos hicimos más aislados y fue más
peligroso reunirse con otros cristianos, así
que nos conocimos en el bosque por la
noche. Para mí, la vida continuó como de
costumbre, pero mis padres a menudo
tenían largas discusiones en las noches.
Alrededor de un año después de la in-
vasión, mamá se sentó y habló con Pedro
y a mí.
"Tu padre y yo hemos estado hablando
y he decidido llevar a toda nuestra familia
en unas vacaciones durante dos semanas
enteras. ¿Qué piensa usted de eso?"
Estábamos tan emocionados. "¿Vamos
a las montañas? ¿Vamos a visitar nuestros
primos?”
"Estas vacaciones serán un poco difer-
entes. Vamos a otro país. Vamos a
Austria".

233
Entonces Pedro se puso serio. "Mi ami-
go Stefan y su familia fueron a Austria,
pero tuvieron que dejar a uno de sus her-
manos en casa por alguna razón. ¿Vendrá
Sam también, o lo dejará con nuestros pri-
mos? "
"No pensaríamos en dejar Sam acá".
"Pero, ¿no las reglas dicen que tiene
que dejar atrás a un miembro de la familia
si viaja fuera del país, por lo que tendrá
que volver?" Yo pregunté.
“Si, es así,” Papá admitió: "Pero no nos
vamos a dejar a Sam acá”.
"Pensé que solo las personas ricas
pudieran salir del país". Pedro dijo.
"Bueno, no somos ricos, pero tenemos
suficiente dinero durante dos semanas y
creo que ustedes los chicos lo han ganado
después de todo su trabajo duro en la es-
cuela".
"Nos vamos en dos días para que em-
paquen lo que necesiten. Solo puede tomar

234
una pequeña bolsa con usted para que
pueda comenzar a prepararse. "Además,"
mi padre agregó severamente, "No necesi-
tas mencionarlo a tus amigos".
Los días pasaron rápidamente y pronto
nos dirigíamos a la frontera. Estaba tan
emocionada, casi no podía soportarlo.
Antes de salir, papá me dijo. "Quiero
que traigas tu clarinete con usted para
practicar, y estar preparado para jugarlo.
Los guardias en la frontera pasarán por
nuestro equipaje. No quiero que piensen
que hay algo sospechoso sobre su caso de
clarinete". No lo sabía en ese momento,
pero Papá había escondido algunos pape-
les importantes para que los guardias no
los vieran.
En la frontera, dimos nuestros permisos
de viaje a un funcionario, que desapareció
en su oficina con ellos, dejándonos es-
perando. Los minutos marcaron lenta-
mente. Pasaron veinte minutos, luego trein-

235
ta. ¿Qué estaba tomando tanto tiempo?
¿Vamos a ser enviados de vuelta?
¿Iríamos a la cárcel?
Por fin salió él. "¿Cuántos de ustedes
están ahí?" preguntó. Estoy seguro de que
mamá estaba orando. "Hay cinco de
nosotros", respondió el padre. El fun-
cionario hizo una verificación superficial de
nuestro equipaje y miró nuestro trabajo en
papel. Cuando dijo: "Que tengas un buen
viaje", nos sentimos débiles con alivio.
Cuando salimos de la frontera, mis
padres parecían agotados, pero todos es-
tábamos emocionados al mismo tiempo.
Comencé a sospechar que este viaje po-
dría ser más que unas vacaciones. Nues-
tras visas indicaban que planeamos una
estancia de dos semanas en Austria, pero
en realidad, el viaje fue la primera etapa de
nuestra ruta de escape.
¡Era un milagro que pudiéramos cruzar
la frontera con los cinco!

236
En Austria, vivimos en un campamento,
en una tienda de campaña con nuestros
ahorros rápidamente disminuyendo. No
teníamos forma de ganamos la vida. El
campamento era caro para nuestro pre-
supuesto limitado, y el período de dos se-
manas permitido por nuestras visas estaba
llegando a su fin.
Mi padre y mi madre nos reunieron.
"Mañana nuestras visas expirarán", suspi-
raron. "Si nos alojamos aquí en Austria,
nos quedamos sin ingresos. Pero si regre-
samos a casa, tiramos nuestra oportunidad
de libertad".
Juntos, mi madre y mi padre pesaban
esta decisión mientras las nubes de tor-
menta se reunían sobre el campamento.
¿Cómo podríamos tomar una decisión tan
importante en una tienda húmeda de go-
teo? Todo parecía contra nosotros.
Ese mismo día tarde en la noche, mien-
tras luchaba con nuestro futuro, mi padre

237
se acercó a una pequeña casa de campo
cerca del campamento donde nos alo-
jábamos y llamábamos la puerta. "¿Podría
mi familia y yo lanzar nuestra tienda de
campaña en su propiedad?"
El agricultor lo miró a sabiendas. Había
visto a otros refugiados huyendo de los so-
viéticos.
"Sí, puedes quedarte", dijo. "Pero no
n e c e s i t a s a c a m p a r. Te n e m o s u n a
habitación sobre nuestro granero, donde
estarás amable y seco ".
Después de establecerse, la esposa del
granjero apareció en la parte superior de
las escaleras, sus ojos azules brillaban.
"Ven a la casa y cenen con nosotros".
Fuimos vencidos por la generosidad de
esta pareja y sabíamos que Dios nos esta-
ba cuidando después de todo.
Esa noche, mientras mi madre oraba
fervientemente, una lluvia constante
comenzó a derramarse y Dios habló con el

238
corazón de mi madre. "Podrías estar afuera
en la lluvia fría húmeda. En su lugar, estás
cálido y seco debajo de un techo. Confía
en mí y te llevaré el resto del camino ".
Con la fe de mi madre y el coraje de mi
padre, por la mañana habían tomado su
decisión.
"¡Muchachos, para bien o para mal, va-
mos a quedarnos!"
Con una audacia renovada, viajamos a
Viena, donde mi padre obtuvo asilo político
para nuestra familia. Habíamos tomado el
primer paso.
Ese año en Traiskirchen, Austria, cele-
bré mi décimo cumpleaños en un campa-
mento de refugiados austriacos que se
había construido en 1900 como una es-
cuela de artillería. El gobierno austriaco
usó el campamento para los refugiados de
1945 a 1990. En 1956, el campamento
había tenido 6,000 refugiados húngaros,

239
huyendo de su país durante la revolución
húngara. Ahora era nuestro turno.
"Para entrar en los Estados Unidos,
necesitará un patrocinador", nos dijeron.
"Por lo general, toma un año, o incluso dos.
Por supuesto, puede ir sin un patrocinador,
pero tendrá dificultades para comenzar en
un nuevo país.
Mis padres ingeniosos encontraron una
organización luterana que nos puso en
línea para un patrocinador. Imagina nuestro
deleite cuando, solo cuatro meses de-
spués, se encontró una familia para
nosotros. ¡Estábamos de camino a Améri-
ca!
Cuando salimos del avión en el aerop-
uerto de Dulles, en Washington, D.C.,
fuimos recibidos por una pareja sonriente
sosteniendo un letrero con nuestro nombre
en él.
Keith y Junio Ulerich, y su pastor y su
esposa, nos recibieron calurosamente.

240
Mientras esperábamos nuestro equipaje,
nos llenaron. El Sr. Ulerich era el dueño de
una empresa de construcción, y sus hijos
crecidos se fueron de casa.
"Tenemos mucho espacio para ti", nos
aseguraron.
Nunca esperábamos ser recogidos por
un Cadillac y un nuevo Oldsmobile. Nue-
stros anfitriones nos trataron como si
fuéramos invitados reales.
Nuestros ojos estaban muy abiertos.
Estábamos acostumbrados a la forma de
vida comunista, donde mantienes la boca
cerrada, y solo hay tres o cuatro tipos de
autos en la carretera. Ahora había todos
estos coches diferentes en todas partes.
Nos condujeron a su hermosa casa en
el país. No podía creer que la gente
pudiera tener tanto.
"¡Mira esto, el televisor está en color!"
Exclamé.

241
De inmediato, el Sr. Ulerich le dio a mi
padre un trabajo en su compañía de con-
strucción. Pero fue mucho más que un tra-
bajo; Fue nuestro inicio en América.
Nos alojamos allí durante tres meses,
hasta que pudimos obtener nuestro propio
lugar. Los Ulerichs eran una pareja maravil-
losa y generosa, dispuesta a compartir
todo lo que tenían con una familia de inmi-
grantes, llegando sin nada en un país
donde no teníamos familia ni amigos.Tres
veces fuimos tocados por el cuidado de
Dios. Toda nuestra familia cruzó la frontera.
Ese generoso agricultor alemán y su es-
posa nos ofrecieron un lugar para
quedarse cuando lo necesitábamos más, y
ahora esta pareja estadounidense nos hizo
posible venir a este país y comenzar un
comienzo sólido en nuestras nuevas vidas.
No hay forma de medir o pagar la gen-
erosidad de otros en nuestro tiempo de
necesidad. También estábamos agradeci-

242
dos de haber escapado del mundo comu-
nista opresivo a un país donde somos ver-
daderamente libres.

Preguntas:
1. ¿Fue justo que el abuelo de Daniel sea envia-
do a prisión por ser acusado de imprimir docu-
mentos críticos de los comunistas? Explicar.
2. ¿Por qué los comunistas trataban de manera
diferente a los cristianos?
3. ¿Te imaginas vivir en un país comunista?
4. ¿Por qué era tan importante la libertad para la
familia de Daniel que arriesgaron sus vidas a es-
capar?
5. Creciendo en América, ¿qué has aprendido
sobre tu libertad en comparación con eso de
Daniel?
6. Ponte en los zapatos de los padres de Daniel.
¿Habrías arriesgado tu vida para buscar una vida
mejor para tus hijos?

243
244
CAPÍTULO 19. "OYE GRE-
GOR, MIRA LO QUE TEN-
EMOS".
Gregor Stewart

Estaba en séptimo grado, era un buen


estudiante y respetaba a mis maestros,
pero me sorprendí cuando recibí un premio
en la primavera de 2018. El premio me fue
otorgado por ser un gran trabajador, entu-
siasta y por ayudar a mis compañeros de
clase. Este fue un punto culminante del
año seguido en la primavera, cuando me
metí en problemas.
Asistí a un grupo de jóvenes de la igle-
sia, cuando tenía 14 años, con algunos de
mis amigos que se jactaban de vapear.
(Estos son cigarrillos electrónicos que son
muy adictivos debido a su contenido de
nicotina. En algunos estados, la edad legal
para comprarlos es de hasta 21 años, pero

245
en la mayoría de los estados, incluido Col-
orado, la edad legal es de 18 años).
Mis amigos Conner, Wesley y Dursten
dijeron: "Oye, Gregor, mira lo que
tenemos". y me mostró sus pipas utilizadas
para vapear. “¿Quieres probarlos? Son
bastante geniales".
Dije: "No, no lo creo". Creo que sus
padres vapearon y lo obtuvieron de ellos.
"Bueno, no tienes que hacerlo, pero no
le digas a nadie. No queremos meternos
en problemas".
"Está bien, lo que sea", respondí.
Mientras hablaba el pastor de jóvenes,
pensé en lo que estaban haciendo mis
amigos y me pregunté si el pastor de
jóvenes lo sabía. Me pareció que necesita-
ba saberlo, así que hablé con él durante un
descanso.
Él dijo: "Sí, sé que está pasando y
hablaré de ello más tarde".

246
Habló de ello y destacó lo adictivo que
era, pero no mencionó los nombres de mis
amigos.
Aproximadamente una semana de-
spués, mis amigos de alguna manera se
enteraron de que había hablado con el
pastor de jóvenes y estaban muy enojados
conmigo. Luego Conner se fue de vaca-
ciones por un tiempo, Wesley parecía
haberlo olvidado, pero Dursten estaba
realmente enojado y quería pelear. Era un
niño pequeño y pensé que era gracioso
que quisiera pelear conmigo.
Le dije: "Está bien, entonces hazlo",
pero nunca lo hizo. No habría sido una
gran pelea. Ese debería haber sido el final.
Más tarde, Wesley incluso se acercó a mí y
se disculpó por su enojo.
Cuando Connor regresó de las vaca-
ciones, hablamos en el recreo.
"¿Sigues enojado conmigo?" Yo pregun-
té.

247
"Estoy seguro. ¿Por qué nos delataste
así de todos modos?
“Lo que estabas haciendo estaba sim-
plemente mal, especialmente a tu edad.
Piensa en lo que dirían tus padres si se en-
teraran. Además, el pastor de jóvenes
necesitaba saber qué estaba pasando en
su grupo”.
Después de pensarlo, lo dejó pasar y
seguimos siendo amigos, pero luego
sucedió lo inesperado. Supongo que Wes-
ley todavía estaba enojado conmigo y le
contó a Mateo lo que había sucedido. Aho-
ra Mateo también estaba enojado conmigo.
Mateo era malo con todos, pero era otro de
mis amigos, al menos eso pensaba.
Wesley preguntó si quería pelear con
Mateo y le dije: "¡No!" Luego Wesley fue y
le dijo a Mateo que quería pelear con él en
el recreo, lo cual no era la verdad. ¡Eso no
fue lo que dije!

248
En el recreo, ocho de mis amigos junto
con Wesley y Mateo se reunieron a nuestro
alrededor.
No me gustó. En especial, no me
gustaba que mis amigos hablaran de la pe-
lea en lugar de apoyarme. Todos habíamos
sido amigos antes. Entonces solo
quedamos Mateo y yo con los demás in-
stándonos a luchar. Cuando Mateo me
golpeó, me agaché y lo golpeé. Después
de eso, se fue corriendo. No estaba tratan-
do de lastimarlo, solo quería hacer enten-
der mi punto. Además, Mateo era más alto
que yo y la idea de que pudiera vencerme
pasaba por mi cabeza.
Después de eso, fueron al director y le
dijeron algunas mentiras que me hicieron
parecer un verdadero idiota. Además de
esto, le mostraron algunos mensajes de
texto malos y dijeron que eran míos. No
había enviado ningún mensaje de texto, y
rápidamente se demostró que eran falsos,

249
ya que habría tenido que usar el teléfono
de Wesley para enviarlos.
El director me preguntó: "¿Le pegaste?"
"Sí, lo hice", respondí.
Como resultado, me suspendieron por
dos días y me perdí un día especial en
Boondocks, una sala de juegos, debido a
mi suspensión. (Nadie mencionó que Ma-
teo dio el primer golpe y falló, comenzando
la pelea). También tuve que ir a todas mis
clases y conseguir mi tarea. Eso fue muy
difícil ya que parecía ser el malo.
Después de mi suspensión, regresé a
la escuela y fue una sorpresa. Todos me
miraron como un héroe. Supongo que fue
porque Mateo era malo con todo el mundo
y no le agradaba a nadie. Después de eso,
me sentí bien por lo que había hecho.
Más tarde, hablé con Mateo y se dis-
culpó. Nunca me quedó claro por qué se
involucró Mateo. No estaba en el grupo de
jóvenes y ni siquiera vapeó.

250
El pastor de jóvenes luego echó a todos
del grupo que estaba vapeando. Hasta
donde yo sé, los padres solo conocían el
lado de la historia de los niños, pero no se
les permitió regresar al grupo.
En octavo grado al año siguiente, Daw-
son y yo nos hicimos buenos amigos,
cuando surgió otro problema. No tenía telé-
fono celular, pero mis padres me confiaron
uno para que pudiéramos estar en contac-
to. También controlaron mi uso, sabiendo
cuánto tiempo perdería, enviando men-
sajes de texto a mis amigos, sin algunas
restricciones.
Un día, Dawson me preguntó si podía
pedir prestado un teléfono celular viejo.
Tenía un teléfono celular realmente
barato de quince dólares que nunca usé
desde que tenía uno nuevo. No quería
dárselo, pero tampoco quería mentir al re-
specto, así que le dije que tenía uno viejo.
"¿Por qué quieres tomarlo prestado?"

251
“Quiero enviarle un mensaje de texto a
mi novia. Nunca llego a verla, y esta es la
única forma en que podemos hablarnos ".
"¿Cuánto tiempo lo necesitarás?" Yo
pregunté.
"¿Puedo pedirlo prestado durante una
semana más o menos?"
Estuve de acuerdo, pero un poco más
tarde traté de disuadirlo porque sabía que
no les diría a sus padres lo que estaba ha-
ciendo. Aún así, se lo presté.
Un par de semanas después, otro ami-
go, David, compró un teléfono nuevo y le
dio el anterior a Dawson. Este era un telé-
fono mucho mejor que el mío, así que le
dio mi teléfono a su hermano Zack. Zack
es un año mayor que David y siempre tiene
muchos problemas. Sus padres no sabían
que tenía teléfono.
No sé cómo, pero de alguna manera
sus padres descubrieron que Zack tenía un
teléfono probablemente porque estaba en

252
Instagram todo el tiempo y estaba publi-
cando cosas. Zack fue atrapado y ras-
trearon el teléfono a mí.
Oh, oh. Tuve que hacer algo. En el
grupo de jóvenes el miércoles por la noche
le dije: "Dawson, trae tu teléfono y de-
vuélveselo a David mañana o te vas a me-
ter en problemas", pero no lo hizo.
Sentí mucha presión para no contarle a
mi amigo, recordando mi experiencia ante-
rior con Mateo, pero sabía que él no se lo
devolvería y simplemente no era justo para
sus padres. Así que llamé a su mamá y le
dije que él tenía un teléfono. Dijo que no le
diría a Dawson que la había llamado. Me
sentí aliviado de saber eso y le agradecí.
Sus padres encontraron el teléfono y
ella me dijo que Dawson había cambiado.
Estaba feliz de no tenerlo más y no le
gustaba mentirles a sus padres. No quería
mentirle a Dawson, así que le dije que se lo
había contado. Su reacción: me agradeció.

253
Es un buen amigo y tratamos de cuidarnos
unos a otros.

"Destruyo a mis enemigos cuando los hago mis


amigos". Abraham Lincoln

Preguntas:
1. ¿Por qué los amigos de Gregor estaban tan
enojados con él?
2. ¿Crees que Gregor tenía razón al decírselo al
pastor de jóvenes? ¿Por qué o por qué no?
3. ¿Gregor tenía razón o sus amigos?
4. El incidente del teléfono celular parecía volver
a ser lo mismo. Gregor llamó a la mamá de Daw-
son y le contó lo sucedido. ¿Por qué Gregor hizo
eso?
5. Entonces Gregor le dijo a Dawson que él fue
quien le dijo a su mamá. ¿Por qué resultó mejor
esta vez?
6. ¿Quién fue el verdadero amigo en estos dos
conflictos?

254
CAPÍTULO 20. "ME DUELE LA
CABEZA".
Elvy Valenzuela

Canté para mí misma y soñé con nue-


stro próximo viaje mientras guiaba nuestro
automóvil por los cinco carriles de tráfico
de la autopista cerca de Ontario, California.
Mi esposo, Erik, estaba dormido en el
asiento del pasajero a mi lado, y mi cuñada
y su esposo dormían en el asiento trasero.
Habíamos estado tomando turnos para re-
gresar de Las Vegas y ahora era mi turno.
Me sentí bastante bien, a pesar de estar
despierta caminando por la ciudad la noche
anterior.

La autopista estaba llena de autos que


viajaban demasiado rápido, pensé, pero los
seguía. Sin embargo, el coche detrás de mí
me seguía demasiado de cerca, lo que me
ponía nerviosa.

255
Decidí cambiar de carril para que él
pudiera pasar, pero cuando comencé a
moverme, otro automóvil trató de entrar en
el mismo espacio. Sacudí el volante con
fuerza para evitar el auto y luego volví a
girar, despertando a Erik. Trató de ayu-
darme a conducir, pero perdimos el control
y el coche se movió de un lado a otro de la
autopista. Finalmente chocamos contra un
bordillo, rompiendo la rueda delantera. El
coche se volcó varias veces hasta que fi-
nalmente parado con el coche boca abajo
a un lado de la carretera.

Erik y yo llevábamos casados sólo


nueve meses y conducíamos el coche
nuevo que habíamos comprado cuando
nos casamos. Mi cuñada vivía en Los Án-
geles, pero su esposo, que estuvo aquí
solo unos días, aún vivía en Guatemala.
Los habíamos llevado a este viaje para que
pudieran pasar un momento especial jun-

256
tos. Al día siguiente teníamos planeado ir a
San Francisco.

Mientras el coche daba vueltas y


vueltas, todo me parecía negro, a pesar de
que eran las dos de la tarde.

Tan pronto como aterrizamos es-


cuchamos gente corriendo para ayudarnos.
Alguien rompió la ventana trasera para que
pudiéramos salir. Pude ver que Erik estaba
cubierto de sangre. Nuestros dos pasajeros
en el asiento trasero salieron por la ven-
tana. Sin embargo, cuando Erik trató de
ayudarme, no pude moverme. Estaba yo
en la peor parte del coche, que estaba de-
strozado y colgado boca abajo.

“Me duele la cabeza”, le dije.

Dos mujeres se quedaron conmigo


mientras esperábamos que llegaran los
vehículos de emergencia y cortaran la
puerta. Los médicos y la policía llegaron

257
primero y probablemente llegaron rápida-
mente, pero parecía mucho tiempo.

Cuando finalmente me sacaron, estaba


en el césped rodeado de gente y sabía
dónde estaba. Escuché que alguien les
decía que siguieran hablándome y man-
tenerme despierta. Una señora puso su
boca abajo en el césped junto al mío y
siguió haciéndome preguntas mientras Erik
revisaba a su hermana y a su esposo, que
solo tenían unos pocos rasguños. Erik se
había cortado el brazo con los cristales ro-
tos, pero parecía estar bien. A veces venía
y me hablaba, pero esta dama nunca me
dejaba.

“No debes perder el conocimiento y


dormirte”, me dijo. "Eso no sería bueno."

Nunca supimos los nombres de la dama


o la niña a su lado, que probablemente era
su hija. No sabemos a dónde iban ni de
dónde eran. No eran mexicanos ni esta-

258
dounidenses. Podrían haber sido del Medio
Oriente. Para mí, parecían ángeles. Había
muchas personas de pie hablando con to-
dos los demás, pero estas dos mujeres se
enfocaron solo en mí.

Más tarde supimos que tenía un cráneo


roto y tuve que someterme a varias opera-
ciones.

Nuestro accidente fue aterrador, pero lo


que más recordamos es la rapidez con la
que la gente vino a ayudarnos. Mientras
pensaba en conducir en esa autopista de
cinco carriles llena de autos, no podía
imaginar cómo nos las arreglamos para ir
de lado a lado y rodar por la autopista sin
chocar con otro automóvil. ¿Cómo fue eso
posible? ¿A dónde fueron todos esos au-
tos? Parecía que en medio del accidente
nos protegían. Y luego todas esas per-
sonas vinieron a ayudar, especialmente
esta mujer y su hija, que se quedaron
conmigo todo el tiempo.

259
No hablé con nadie más y fueron mu-
chos los que se detuvieron para ayu-
darnos, pero nunca olvidaré a esas dos
mujeres. ¿Eran ángeles, o eran simple-
mente personas comunes como tú y yo,
que mostraban compasión en mi momento
de necesidad?

Preguntas:

1. ¿Crees que Elvy debería haber disminuido la


velocidad en lugar de seguir el ritmo del tráfico?

2. ¿Por qué crees que esas dos mujeres se detu-


vieron y vinieron a ayudar a Elvy?

3. ¿Por qué era importante que Elvy siguiera


hablando?

4. ¿Ayudaría a alguien que lo necesita y se


quedaría con él hasta que llegue la ayuda?

260
CAPÍTULO 21. "¿TE GUS-
TARÍA IR A LA ESCUELA SE-
CUNDARIA?”
Elin Torrez
Vengo de un pequeño pueblo de Hon-
duras, de una familia pobre. Mi padre
Yovani murió a la edad de 23 años cuando
yo era solo un bebé de 10 meses. A los si-
ete años vivía con mi madre Esperanza, mi
hermano pequeño Denis y mi padrastro.

Mi historia comienza cuando mi madre


tenía 29 años, estaba muy enferma y
postrada en cama. A fines de noviembre,
mi madre se arrastró hasta la escuela para
inscribirme en segundo grado. Nadie en mi
familia podría haber imaginado lo que ven-
dría.

La tarde del 4 de diciembre de 1999,


estaba jugando en la casa de un vecino,

261
cuando de repente llegó mi tía Karla y dijo:
"Elin, vámonos a casa".

Me tomó de la mano y llegamos a casa


con la terrible noticia de que mi madre
había muerto. Mi hermano de 4 años llora-
ba desconsoladamente y mi corazón se
rompió. Lo abracé con fuerza mientras
lamentábamos juntos la muerte de nuestra
madre. ¿Qué haríamos sin ella?

Después de la muerte de mi madre me


fui a vivir con mis abuelos maternos y De-
nis fue llevado con su padre a su ciudad
natal. La vida se volvió aún más difícil para
él unos años después cuando su padre
murió y se fue a vivir con sus abuelos pa-
ternos. No volví a ver a Denis durante
nueve años. Tenía 13 años cuando lo volví
a ver, cuando se fue a vivir con nuestra tía
Carmen, la hermana mayor de mi mamá.

Extrañaba muchísimo a mi hermano y


quería estar con él. Sin embargo, lo único

262
que podía hacer era enviarle mi ropa que
ya no necesitaba. Una vez que empezó a
vivir con mi tía Carmen nos veíamos unas
3 veces al año, momentos de gran alegría
tras nuestra larga separación.

Hoy tiene 24 años y una hija de 2 años


a la que llamó Esperanza en memoria de
nuestra madre. Ahora vive en Siguate-
peque, Honduras, donde trabaja en un
restaurante y él está en su primer año de
secundaria. Hablamos entre nosotros todas
las semanas y nos reunimos a menudo.

Los padres de mi madre, Evelia y


Faustino me cuidaron durante cinco años
en su casa en Ocomán, un pueblo a una
hora de Comayagua. Logré graduarme de
la escuela primaria porque había una es-
cuela en nuestro pueblo, mi abuela Evelia
siempre me animaba con mis estudios y
me decía que era muy inteligente. Durante
esos 5 años siempre hubo algo para comer

263
y un lugar para dormir, por lo cual estoy
realmente agradecido.

Estar rodeado de una familia cariñosa


me ayudó a seguir adelante con el opti-
mismo de vivir la vida. Estaba muy com-
prometido con el estudio y, a menudo, me
subía a un árbol para hacer mi tarea. Mi
abuelo Faustino me inculcó el amor por el
trabajo y otros valores positivos, especial-
mente la honestidad. Como resultado, me
gradué con excelencia académica de la
escuela primaria.

Incluso con mis buenas notas, no tenía


ninguna posibilidad de asistir a la escuela
secundaria, ya que mis abuelos no podían
mantenerme. No tenía idea de lo que iba a
hacer después de graduarme. Tendría que
conseguir un trabajo, pero ¿qué podía yo
hacer?

264
Un día vino a visitarme mi tía Jessica.
Primero habló con mis abuelos, luego
conmigo.

"Elin, ¿te gustaría ir a la escuela secun-


daria?"

"Me encantaría ir a la escuela secun-


daria, pero ¿cómo puedo?"

“¿Te gustaría venir a vivir con mi familia


en Comayagua? Si puedes aprobar el ex-
amen de ingreso, te ayudaremos en el
colegio. ¿Qué opinas?"

Apenas podía controlarme, estaba tan


emocionado. Rápidamente dije que sí,
antes de que pudiera cambiar de opinión.

Mi tía vivía con su esposo y cuatro hijos.


Mi abuela Francisca, la madre de mi padre,
también vivía con ellos. Mi tía me trató
como a su propio hijo y pronto me sentí
como uno más de la familia.

265
Después de llegar a Comayagua, mi tía
comenzó a llevarme a la iglesia. Creo que
sintió que podría encontrar en Dios algo
para llenar el vacío que habían dejado mis
padres. Me llevó a un grupo de estudio
bíblico cerca de su casa y también me en-
vió a reuniones de jóvenes. Con el paso
del tiempo llegué a comprender que Dios
quería cambiarme. Le entregué mi vida du-
rante un tiempo de oración en un retiro.
Llenó el vacío que me había perseguido
durante la infancia y completó mi vida.
Tenía 15 años cuando tuve esa experien-
cia.

Aprobé con éxito el examen de ingreso


y mi tía me inscribió en el Instituto León Al-
varado. Por las mañanas yo trabajaba en el
negocio de mi tía y por las tardes iba al in-
stituto. Mi tía tenía una tienda de abarrotes
y cereales. Mi trabajo incluía barrer y tra-
pear, llenar los estantes de productos,
atender a los clientes y recibir órdenes de

266
compra. Me encantó trabajar en el negocio
de mi tía y estoy agradecida por las
muchas cosas que me enseñó. Esa fue mi
rutina durante los seis años de secundaria.

Durante mi vida en el colegio, fui conocido


como un buen estudiante y traté de apoyar a
mis compañeros de clase. Ayudé a muchos de
mis compañeros de estudios, dándoles tutoría
en diferentes clases. Dios me dio la capacidad
de aprender cosas rápidamente y, como resul-
tado, tuve tiempo para ayudar a mis colegas y
amigos; Siempre estaba dispuesto a explicar-
les conceptos cuando no entendían algo que
yo ya sabía. Supongo que me encantaba en-
señar.

Me gané la reputación de ser alguien que


te ayudaría en tus estudios. Entonces, cuando
los estudiantes de otras clases me pidieron
ayuda, nunca me negué. También tuve com-
pañeros de colegio, como Nimer y Jony, con
los que competí para ver quién era el mejor.
También nos ayudamos unos a otros, así que
cuando uno de nosotros no entendía algo, uno

267
de los otros explicaba. Logré graduarme con
honores.

Durante el último año de bachillerato, la


profesora Gliany me dio excelentes consejos,
quienes me motivaron a continuar mis estudios
superiores en la universidad, sobre todo si
contaba con el apoyo de mi tía. Aprobé el
examen de ingreso a la Universidad Nacional
de Honduras (UNAH) y comencé las clases
inmediatamente después de graduarme de la
escuela secundaria.

Necesitaba el apoyo de mi tía Jessica por-


que no había nadie más en mi familia que pu-
diera ayudarme. Ella siempre me animó a tra-
bajar duro y terminar mis estudios. También
fue muy estricta y se aseguró de que hiciera lo
que se suponía que debía hacer. Ella me ani-
mó a seguir adelante y siempre me dijo que
mis padres estarían orgullosos de mí. Les dijo
a todos sus hijos que la mejor herencia que
podía darnos era enseñarnos a trabajar y pre-
pararnos académicamente.

268
Interpretando el papel de madre, lo hizo
todo posible. Su apoyo y motivación me permi-
tió graduarme de la escuela secundaria y con-
tinuar mis estudios universitarios.

Estudié Ingeniería Agroindustrial en la


UNAH de Comayagua, cinco años de clases.
Durante ese tiempo, yo trabajaba por la maña-
na y asistía a la universidad por la tarde y la
noche. Mi tía, desde el primer día que llegué a
su casa, me recibió como si fuera su hijo. Co-
mía lo mismo que los hijos de ella y siempre
me motivó a dar lo mejor de mí en mis estu-
dios. En apariencia me parezco a ella y mucha
gente pensó que yo era su hijo.

En la universidad, continué ayudando a mis


compañeros de estudios dándoles tutoría en
contabilidad. También apoyé el proceso de
admisión de la UNAH con tutorías en el área
de matemáticas. Logré graduarme como Inge-
niero Agroindustrial con honores.

Después de mi graduación, en una reunión


de la iglesia, mi tía Jessica testificó que estaba
agradecida con Dios por mí y complacida con

269
mi desempeño. También dijo que estaba agra-
decida de haber cumplido la promesa que le
había hecho a mi mamá. Ella me dijo: “Tu ma-
dre me pidió personalmente que te trajera a
Comayagua después de su muerte y te ayuda-
ra con tus estudios. Gracias a Dios lo he lo-
grado ".

Graduarme como ingeniero es para mí, la


realización de un sueño que he tenido desde
pequeño, a pesar de ser huérfano. En mi ciu-
dad natal, un ingeniero sobresaliente que po-
see muchas propiedades hace algo muy im-
portante en el Día del Niño y la Navidad. Rega-
la juguetes a los niños del pueblo. Recibir esos
juguetes en mi infancia fue muy especial ya
que eran los únicos juguetes que tenía. Cuan-
do tenía unos 8 años me dije a mí mismo: "Un
día seré ingeniero y haré lo que él hace, sé
generoso". De ahí nació el sueño de ser inge-
niero y el motivo de ayudar a mis compañeros
y amigos.

Otro objetivo que quería lograr en mi vida


era casarme a los 27 años, y hacerlo ante la

270
ley y ante Dios. El 27 de octubre de 2018, le
pedí a Ingrid que se casara conmigo. Nos ca-
samos en abril de 2019. Ella tenía 26 años y
yo 27. Los padres de mi mamá y la mamá de
mi papá estuvieron presentes en nuestra boda.

“Los sueños se logran con determinación.


Aportan pasión a lo que quieres hacer y te mo-
tivan a trabajar duro y a ser persistente. Y nun-
ca olvides a Dios. Lo mejor que me pasó des-
pués de la muerte de mis padres fue encon-
trarme con Dios, quien llenó el vacío que había
en mí y me dio una nueva perspectiva de la
vida. Sin Él, no sería quien soy hoy".

Preguntas:

1. Elin nunca conoció a su padre y perdió a su madre


cuando él tenía siete años. ¿Te imaginas lo solo que
debe haberse sentido? Describe cómo crees que se
sintió.

2. Elin recordó sus cinco años en la escuela primaria


y dijo que estaba agradecido por esos cinco años de
tener algo para comer y un lugar para dormir. ¿De
qué estás agradecido?

271
3. ¿Por qué crees que tenía el deseo de estudiar y
aprender? ¿Nació con ese deseo o hubo otra razón?

4. Elin quería ir a la escuela secundaria pero sabía


que era imposible. ¿Alguna vez has querido hacer
algo pero sabías que era imposible? Explicar.

5. ¿Por qué Elin soñaba con ser ingeniero?

6. ¿Crees que ayudar a sus compañeros con sus es-


tudios también fue beneficioso para él?

272
CAPÍTULO 22. "ABRIÓ LA
CAJA Y VI EL ARMA".
Jeff Turner

Como policía que trabajaba en el turno de


noche, por lo general llegaba a la escena del
crimen después de que había ocurrido. Es raro
llegar mientras se está cometiendo el crimen.
Una noche estaba pasando por una calle
en Aurora, Colorado, donde trabajo. Aunque
había trabajado toda la noche y estaba a punto
de regresar a casa, me mantuve alerta porque
esta calle era conocida por su actividad crimi-
nal. De repente, un hombre, quizás de medi-
ana edad, cruzó corriendo la calle, justo en
frente de mi auto. Detrás de él corría otro
hombre, más joven y ágil, empuñando un gran
cuchillo.
Entré en una gasolinera y di la vuelta.
Cuando llegué a ellos, el joven tenía al hombre
mayor en el suelo, con un cuchillo levantado
en el aire, listo para matarlo. Salté de mi auto,
saqué mi arma y grité: "¡Congela!"

273
Sobresaltado, el joven miró hacia atrás y
me vio, y afortunadamente para ambos, dejó
caer el cuchillo. Si hubiera hecho algún otro
movimiento, yo le habría disparado. Rápida-
mente lo arresté y lo esposé.
Fue un crimen impulsado por la ira. Debido
a un malentendido sobre una pequeña canti-
dad de dinero, un hombre casi había muerto.
Sentí que Dios me había colocado allí en ese
momento exacto para protegerlos a ambos.
Desafortunadamente, este tipo de cosas
ocurren con demasiada frecuencia y no nos
enteramos hasta que hay un cadáver. Estar
ahí cuando está sucediendo es extremada-
mente inusual.
Ojalá hubiera sabido el resto de la historia.
¿Los dos hombres continuaron siendo enemi-
gos o de alguna manera repararon su amis-
tad? ¿Se volvieron a ver alguna vez? ¿Qué
sentencia recibió el joven por intento de as-
esinato?
Cuando trabajaba en las calles, a veces los
delincuentes que arrestaba recibían sentencias

274
que parecían demasiado leves para los delitos
que habían cometido.
Pero descubrí que la sentencia era un área
que personalmente necesitaba dejar en paz.
Necesitaba hacer mi mejor esfuerzo y dejar los
resultados a los tribunales. Mi trabajo consistía
en enviar toda la información y las pruebas
posibles al fiscal, al juez y al jurado, pero luego
tenía que dejarles la decisión a ellos. Si la
oración salió mal porque no hice mi trabajo
correctamente, entonces tenía la responsabili-
dad de mejorar. Aparte de eso, era mejor sim-
plemente hacer mi trabajo y dejar que los tri-
bunales hicieran el suyo.
En otro incidente memorable, estaba con-
duciendo por un amplio bulevar en medio de la
noche. Cuando me acercaba a una pequeña
tienda de conveniencia, vi que un automóvil
salía del estacionamiento con las luces apa-
gadas. Preguntándome de qué se trataba, me
di la vuelta y lo detuve.
Había hecho este tipo de paradas cientos
de veces antes, pero algo no parecía correcto
en esta. Cuando un oficial de policía detiene a

275
alguien, generalmente desabrocha su arma,
por si acaso es necesaria. Ese es un proced-
imiento normal. Pero esto no parecía normal.
Algo me advirtió que debía tener cuidado.
Encontré a un niño de 16 años en el asien-
to del conductor. "Te detuve porque no tienes
las luces encendidas", le dije. "¿Puedo ver su
licencia de conducir y el registro del
automóvil?"
A estas alturas ya tenía mi arma a mi lado.
Eso tampoco era normal. El chico me entregó
su licencia de conducir, pero nada más.
"Necesito ver su registro", le dije.
"El coche pertenece a mi tío", murmuró.
"Bueno, ¿tienes el registro?"
"No sé."
“La mayoría de la gente guarda el registro
en la guantera”, dije. "¿Por qué no ves si está
ahí?"
Se acercó hasta que su mano estuvo cer-
ca de la guantera. Cuando dudó, levanté mi
arma hasta que estuvo justo en la parte de
atrás de su cabeza. Él abrió la caja y vi la pis-
tola.

276
Por supuesto que le tenía y le grité. Se de-
tuvo, lo saqué y lo arresté.
"¿Qué ibas a hacer?" Yo pregunté.
Al principio no quiso decir nada, pero
finalmente se abrió. "Estaba a punto de en-
trar en la tienda y robarla, cuando un
cliente entró en la tienda, así que me mon-
té en mi auto, di la vuelta a la cuadra y es-
peré a que el cliente se fuera".
Este fue otro de esos momentos en los
que estaba en el lugar correcto en el mo-
mento correcto, y tuve esta premonición de
peligro. Algunas personas lo llaman sexto
sentido, pero creo que fue Dios quien dijo:
“Ten cuidado; mira este ".
Trabajé en el turno de noche durante 13
años y realmente lo disfruté. La noche es
cuando ocurren los crímenes. Es emocio-
nante ser parte de él.
********************
Preguntas:
1. ¿Qué opinas de la rápida respuesta de Jeff a
un crimen que está por cometerse?

277
2. ¿Se siente más seguro sabiendo que la policía
está ahí para protegerlo?
3. ¿Sería apropiada la fuerza letal en estos dos
casos?
4. ¿Alguna vez ha tenido un encuentro con la
policía? ¿La policía actuó apropiadamente con
usted?

La mayoría de la gente se sorprende al


saber que la mayoría de los policías se
dedican al trabajo policial porque quieren
ayudar a la gente. Es un llamado para el-
los. Luego, después de tres a cinco años
con la policía, un gran número se vuelve
cínico y duro, alejándose por completo de
la motivación de ayudar a la gente. Algunos
incluso llegan a querer castigar a los mal-
os. Es un cambio profundo que le ocurre a
dos tercios o más policías. Cambian
porque ven lo malo todo el tiempo. El otro
tercio, que mantiene una actitud saludable
de ayudar a las personas, tendrá una bue-

278
na carrera, mientras los demás se vuelven
más amargados y sarcásticos.
Les digo a los jóvenes reclutas algo
como esto: “Asegúrate de hacerte amigo
de personas que no sean policías. Estas
personas te darán un sentido de la reali-
dad. Como policía nuevo, trabajará por
turnos y tendrá horarios irregulares. Esto
dificulta tener tiempo para los amigos, que
uno a uno abandonan tu vida. Otros no
querrán tener nada que ver contigo solo
porque eres policía ".
“La tentación es hacerse amigo de otros
policías que trabajan en los mismos turnos.
Todo el día estás lidiando con todas estas
cosas malas y a veces horribles, y luego
pasas tu tiempo libre con amigos policías
hablando de las mismas cosas. Al vivir en
este círculo de amigos, empezarás a pen-
sar que la policía es buena y que todos los
demás son malos. Lo que es difícil de en-
tender es que por cada persona malvada

279
con la que tratas hay mil que son decentes.
Es por eso que necesitas amigos que no
sean policías para mantener una actitud y
un estilo de vida saludables. Cuando vas a
una casa tras otra que involucra abuso in-
fantil, problemas matrimoniales, violencia y
más, comienzas a pensar que así es todo
el mundo. En verdad, el mundo no es tan
malo, ¡ni siquiera cerca! "
“Encuentre una iglesia que sea una
mezcla de personas del mundo real o par-
ticipe en deportes u otras actividades”, les
digo a los policías jóvenes. “Estas conex-
iones son necesarias. Un interés común
entre personas reales ayudará a equilibrar
sus vidas. Hacer ese tipo de conexiones
fuera de su trabajo desarrollará relaciones.
Esas relaciones te ayudarán a mantener
esa mentalidad de servicio y te irá bien ".
El trabajo policial es muy diverso. Hay
policías de tráfico, policías que dirigen las
cárceles, equipos de swat, policías encu-

280
biertos, policías que cubren narcóticos y
mucho más; eso es lo que lo hace intere-
sante y desafiante.
Un ejemplo fue la Convención Nacional
Demócrata (DNC) en Denver en 2008. En
tales eventos, siempre existe el peligro y la
policía debe mantener el orden. Los depar-
tamentos de policía de Denver, Aurora y el
condado de Arapahoe trabajaron juntos en
este evento.
Nuestro objetivo era tener una presen-
cia visible y no dejar que las cosas se
salieran de control. Se hizo mucha planifi-
cación en nuestros preparativos. Si miras
las fotos, verás a los policías sonriendo y
hablando con la gente de manera amis-
tosa, a pesar de que están vestidos con
ropa antidisturbios.
“Dejamos que las personas hagan lo
que quieran”, explica Jeff, “pero antes de
que se violara cualquier ley, estábamos allí
y en control. También había muchos

281
policías encubiertos mezclados en la multi-
tud para alertas tempranas de problemas".
Hay muchos anarquistas que van de un
evento a otro para crear el caos. Alguien
puede pagarles o lo hacen ellos mismos.
En cualquier caso, ser capaz de identificar-
los antes de que pudieran causar proble-
mas generó muy pocas quejas.
Tan pronto como terminó el DNC, todos
los anarquistas partieron hacia Saint Paul y
la Convención Nacional Republicana
(RNC). La policía tenía una actitud total-
mente diferente. Su política era ser en gran
parte invisibles y no hacer nada hasta que
hubiera violencia, rotura de ventanas,
saqueos de tiendas y demás, luego se mu-
darían. Desafortunadamente, debido a que
esperaron, las protestas se salieron de
control y fueron imposibles de detener.
Cuando te superan en número, debes
usar la cabeza y estar preparado para lo
que venga. Los anarquistas vinieron por la

282
noche y guardaron cosas desagradables
para arrojarnos y armas para usar contra
nosotros por la mañana. Con nuestra in-
teligencia, vendríamos detrás de ellos y lo
llevaríamos todo al basurero.
Con tres fuerzas policiales diferentes
involucradas, era importante trabajar junto
con equipos de 40 policías. La práctica era
importante, no solo para cualquier eventu-
alidad, sino también para conocerse.
Hay otros eventos que requieren que la
policía permita protestas pacíficas, pero
nosotros estamos para hacer cumplir la ley
y mantener la paz.
En la década de 1980, el Ku Klux Klan
(KKK) decidió realizar una manifestación
en Aurora y nuestra constitución garantiza
su derecho a hacerlo. Habían estado ha-
ciendo esto en todo el país, así que
sabíamos lo que iba a pasar. Un grupo de
manifestantes vendría contra ellos y, si no

283
se controlaba, podría atacarlos, haciendo
que el KKK pareciera los buenos.
Solicitaron un permiso de la ciudad por
un tiempo y lugar específico, que fue otor-
gado. Los administradores de la ciudad se
acercaron a nosotros y nos dijeron: "He-
mos emitido este permiso y deben ocu-
parse de él". Afortunadamente, tuvimos
tiempo de hacer algunos cambios y con-
seguimos que la ciudad cambiara la ubi-
cación a nuestra elección, Expo Park.
Expo Park estaba abierto de par en par
con un lecho de arroyo seco alrededor de
más de la mitad, lo que nos permitió desar-
rollar todo un conjunto de tácticas. Per-
mitimos que el KKK entrara por un lado del
parque y los manifestantes por el otro. En-
tre ellos colocamos barreras para mantener
separados a los dos grupos. De esta man-
era, el KKK podría hacer todo su discurso
de odio y gritos, todos en el otro lado po-
drían gritar y gritar y gritar en respuesta.

284
Durante el evento, hubo algunos incidentes
en los que los contramanifestantes arro-
jaron cosas al KKK y el KKK arrojaría
cosas hacia atrás, pero no hubo problemas
reales debido a la separación entre ellos.
Había un puente sobre el arroyo seco
con un carril bici debajo de la carretera. Es-
taba a cargo de una brigada de policía re-
unida debajo del puente, fuera de la vista,
para no incitar a ninguno de los lados.
Cuando las cosas se ponían tensas y
cualquiera de los lados empezaba a empu-
jar contra las vallas, disparábamos para
mantener la separación. Cuando las cosas
se calmaban, volvíamos a nuestro agujero
y nos manteníamos fuera del camino. Si
alguien arrojaba una piedra al otro lado,
uno de nuestros policías salía corriendo si-
lenciosamente y agarraba al tipo y parecía
desaparecer. Todos los que estaban cerca
del tipo que arrojó la piedra sabían quién
era y se alegraron de verlo desaparecer.

285
Sin embargo. fue un momento tenso.
Volvieron al año siguiente e hicimos más o
menos lo mismo. Después del segundo
año se fueron y nunca regresaron.

Preguntas:
1. ¿Por qué es importante que un policía tenga
amigos que no sean policías?
2. ¿Puedes pensar en otras profesiones en las
que sería importante tener amigos en otras car-
reras, como ingenieros, médicos, empresarios,
políticos, profesores, etc? ¿Por qué?
3. La vida de un policía no es tan simple como
puede parecerle. ¿Qué ha aprendido sobre la
policía a partir de estas historias?

La policía tiene un deber importante que


cumplir para protegernos y hacer cumplir nues-
tras leyes. Enfrentar el peligro es solo parte de su
trabajo diario. El deber es algo que la policía
hace como parte del trabajo. Ese sentido del de-

286
ber es lo que llama a un policía para defender la
ley.

287
288
CAPÍTULO 23. "NO HABÍA
MANERA DE QUE PUDIERA
CASARME".
Marc Hollingsworth

Asistí a la escuela secundaria en Man-


teca, California, donde descubrí que era
diferente de mis padres, lo que se hizo ob-
vio cuando tomé álgebra. Simplemente no
podía entenderlo y estaba volviendo locos
a mis padres. Trabajaron y trabajaron con-
migo y se frustraron cada vez más al tratar
de ayudarme.
Después de una de las sesiones, papá
dijo: "No lo entiendo, tu madre y yo hace-
mos muy bien las matemáticas, pero no
parece que tengas ni idea".
Era un buen lector, me gustaban mis
clases de inglés, geografía y estudios so-
ciales, pero simplemente no sabía
matemáticas. No podía entender el uso de

289
números, pero las letras no eran un prob-
lema. ¿Por qué necesitaba aprender
matemáticas?
En décimo grado, Sarah, una niña nue-
va, se unió a nuestra clase. Era muy atrac-
tiva y tenía una sonrisa tímida que me
gustaba. Sin embargo, pronto se hizo evi-
dente que estaba embarazada. Las chicas
la rechazaron, y estoy seguro de que
hablaron de ella, mientras que los chicos
no parecieron darse cuenta al principio. Me
di cuenta de que estaba avergonzada de
estar con nosotros en su condición y cuan-
do la vi sentada sola en la cafetería, sentí
pena por ella y me acerqué y me senté.
“Hola, mi nombre es Marc. ¿Puedo
unirme a usted?"
"Claro, supongo que sí", dijo, y así fue
como comenzó nuestra amistad.
A menudo me senté con ella después
de eso, pero nunca mencionamos su em-
barazo. Entonces, un día, ella lo mencionó.

290
"Marc, sabes que estoy embarazada. ¿Por
qué no lo mencionaste?
"No quería avergonzarte", respondí.
Hablamos de eso durante mucho tiem-
po y ella se abrió sobre sus sentimientos.
"¿Qué voy a hacer? Mis padres me trajeron
aquí para protegerme de lo que diría la
gente en casa, pero aquí es igual de malo.
Todo el mundo sabe que estoy embaraza-
da, pero nadie me pregunta al respecto.
Me siento rechazado por todos menos por
ti y mis padres".
Sentí lástima por ella y había llegado a
gustarme como una buena amiga. "¿Estoy
enamorado?" Me pregunté a mí mismo.
Después de pensar en eso durante unos
días, hablé con mi papá.
Le hablé de la niña en la escuela y le
dije: "Papá, quiero casarme con ella".
Su respuesta me sorprendió. "¿Por
qué?"
"El niño necesitará un papá". Respondí.

291
"Eso sería algo noble de hacer y estoy
orgulloso de ti por pensar tal cosa, incluso
si no lo haces". Luego agregó: “Antes de
qué se decida, permítame darle una lista
que lo ayudará en su decisión”.
Lo que esperaba era una lista de cosas
para determinar si amaba o no a Sarah. Lo
que obtuve fue bastante diferente. La lista
consistía en averiguar el costo de vida de
una pareja casada y un bebé.
1. El costo mensual de alquilar un aparta-
mento para nosotros dos y un niño.
2. El primer mes de alquiler más el depósi-
to de limpieza.
3. El costo mensual de servicios públicos,
electricidad, gas, basura, etc.
4. Pago inicial y costo mensual de un prés-
tamo para un automóvil.
5. Costo mensual de gas.
6. Costo mensual de comestibles
7. Costo del seguro médico

292
8. Gastos de cuidado de niños mientras
ambos estamos en la escuela secundaria.

Antes de terminar la lista, me di cuenta


de que no había forma de que pudiera
casarme. Los dos éramos estudiantes de
tercer año en la escuela secundaria. Tenía
un trabajo después de la escuela para
darme algunos ingresos, pero el costo de
la vida matrimonial era aproximadamente
diez veces más de lo que ganaba.
Al venir de un hogar cristiano, me en-
señaron no solo a pensar en mí mismo,
sino a pensar en los demás y a asumir la
responsabilidad de mis acciones. Podría
pedirles a mis padres que me ayuden
económicamente, pero eso sería pedirles
que hicieran lo que claramente era mi re-
sponsabilidad.
"Papá, no tenía idea de que a una pare-
ja casada le costaría tanto vivir juntos".
"¿Todavía quieres casarte?" Respondió.

293
"El niño todavía necesita un papá".
“Eso es cierto, pero ¿puede permitirse
el lujo de hacerlo económicamente? ¿Y
qué tipo de vida tendrás?"
Decidí no casarme con ella. Ella tuvo al
bebé y su familia se mudó a su antigua
casa. Me había encontrado cara a cara con
la realidad. Sabía que no podía casarme
sin aceptar la responsabilidad de una famil-
ia.
Pero tenía más que aprender. La es-
cuela secundaria fue fácil para mí y rara
vez estudié, pero aun así logré graduarme
con buenas calificaciones. Luego me in-
scribí en ingeniería en Louisiana Tech Uni-
versity. Estaba más interesado en las chi-
cas ese primer semestre que en la inge-
niería. Creo que mi padre se dio cuenta de
que estaba perdiendo el tiempo.
“Quiero hacer un trato contigo”, dijo.
"Una especie de acuerdo de caballeros.
Aquí está, pagaré su matrícula, su alo-

294
jamiento y comida, libros y otras necesi-
dades si mantiene un promedio de C o
mejor. Si no lo hace, tendrá que mudarse
de nuestra casa y hacer su propio camino".
Pensé que podría hacerlo fácilmente. El
primer semestre tuve cinco cursos e hice 5
C's. Papá dijo: "Muy bien". Luego vino el
segundo semestre e hice 3 C’s y 2 D’s.
Cuando llegué a casa y vio mis califica-
ciones, no se enojó. Simplemente dijo:
“Acabas de tomar tu primera decisión adul-
ta, Marc. Ahora tienes 19 años y tienes dos
semanas en la casa para recuperarte y
salir por tu cuenta ".
Ese fue el final de la universidad para
mí. Bajé a la oficina de reclutamiento y me
uní a la Infantería de Marina, donde pasé
los siguientes diez años de mi vida. De-
spués de eso, me inscribí en la Universidad
Tecnológica de Colorado en Colorado
Springs y me gradué Summa Cum Laude

295
en ciencias de la computación, y ahora uso
las matemáticas todo el tiempo.
********************
Preguntas:
1. ¿Qué opinas del deseo de Marc de casarse
con Sarah?
2. ¿Crees que el amor es suficiente en el matri-
monio o son importantes las consideraciones
prácticas?
3. ¿Crees que tomó la decisión correcta de no
casarse con ella?
4. ¿El padre de Marc hizo lo correcto al terminar
su apoyo a él?
5. ¿Crees que Marc tuvo el compromiso y la
madurez para la universidad después de grad-
uarse de la escuela secundaria?

La comprensión de Marc sobre cómo vivir la


vida chocó con la realidad mientras estaba en la
escuela secundaria. Gracias a un padre cariñoso,
pudo tomar la difícil decisión entre lo que su
corazón le decía que hiciera y lo que podía hacer.

296
Estaba a punto de tomar una decisión que afec-
taría el resto de su vida. El extraordinario corazón
de Marc le dio el deseo de ayudar a una niña en
problemas y convertirse en el padre que su hijo
necesitaría. Como comentó su padre, era algo
noble, pero considerando el lado práctico de la
vida, quedó claro que no podía hacerlo.

297
298
CAPÍTULO 24. DESAFÍO
Las historias de este libro son todas verdade-
ras e ilustran el campo de minas que cada uno
enfrentó durante sus años de escuela secundaria
y más allá. Todos están destinados a inspirarte a
dominar tu propio campo de minas personal. El
tuyo puede ser fácil, o puede requerir mucho co-
raje, perseverancia y lucha.

Su historia será diferente, pero con suerte


será digna de ser contada, tal vez mientras sea
joven o cuando sea mucho mayor. Estás escri-
biendo tu propia historia ahora, con cada momen-
to de cada día llenando las páginas. Haz que
cada momento cuente para ti y para los demás.
Tu vida es la historia, pero alguien más puede
escribirla.

Por favor, lea atentamente, la historia corta a


continuación, de un pequeño evento en la vida de
mi bisabuelo para mostrar la reputación que pue-
de tener si se vive bien.

299
Cuando la iglesia estuvo terminada, to-
davía necesitábamos $1000 antes de
poder dedicarla. Tendríamos que pedir
prestado el dinero. Al enterarse de que el
ex gobernador de California, J. G. Downey,
tenía dinero para prestar, el reverendo
Herndon acudió a él.
“Estamos construyendo una iglesia en
Los Ángeles para beneficio de nuestra ciu-
dad. Hemos recaudado $1100, pero nos
hemos quedado cortos y necesitamos un
préstamo antes de poder dedicar el edifi-
cio. ¿Podrías prestarnos $1000?"
"¿Me estás tomando el pelo?" Downey
se rió. “Nadie en esta ciudad vendrá a tu
iglesia. Necesitarás encontrar a alguien
más que te preste el dinero", se rió entre
dientes." Solo por curiosidad, ¿quién fir-
maría una nota así? "
"James Potts firmará la nota", respondió
Herndon.

300
La risa de Downey se detuvo. "No sé
por qué haría eso, pero si firma la nota,
puedes tener el dinero".
El reverendo Herndon comentó que tan
pronto como los otros fideicomisarios fir-
maran, junto con el Sr. Potts, él querría el
dinero.
Ante eso, Downey dijo: “Puedes tener el
dinero ahora. James Potts es el único
nombre que necesito". (El Legado de un
Hombre Honesto por John S. Potts en
amazon.com)

Puede que no lo sepas, pero ya tienes una


reputación. No son tus calificaciones lo que te
distingue, tiene mucho más que ver con lo duro
que trabajas, tu actitud y cuánto ayudas y re-
spetas a los demás. Lo que otros piensen de ti
seguirá.

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SOBRE EL AUTOR
Cuando era joven, John Potts pasó 15 meses ha-
ciendo autostop por todo el mundo, visitando 46
países. En 1969 obtuvo su doctorado en Ingeniería
Eléctrica en la Universidad de Nuevo México y en-
señó en la Universidad de Akron, Ohio, durante cua-
tro años. Desde entonces ha trabajado en empresas
aeroespaciales privadas y, desde 1986, ha viajado
extensamente por América Latina.

Al darse cuenta de que los norteamericanos que


tienen éxito en sus carreras tienen una experiencia
rentable para compartir con estudiantes en países en
desarrollo, fundó Professionals to the World, (PTTW)
con el objetivo de llevar profesionales a escuelas y
universidades donde puedan compartir sus
conocimientos y habilidades en clases de estudi-
antes.
Profesionales al Mundo se convirtió en una orga-
nización educativa sin fines de lucro 501 C 3 en en-
ero de 2006. Desde su aparición en 2004, unos 44
profesionales han compartido sus experiencias con
más de 20.000 estudiantes en tres países cen-

303
troamericanos. El trabajo ahora se ha expandido con
hondureños de tiempo completo que enseñan a los
maestros usando tres libros, uno para usar en las
universidades, Valores y Principios que Pueden
Cambiar el Mundo por John y Charlene Potts. Otro
para usar en el sistema de escuelas primarias, Prin-
cipios es lo que Te Hace Fuerte de Charlene Potts y
un tercer libro para usar en iglesias, La Verdadera
Grandeza de John Potts y Erik Valenzuela.

Dominando el Campo de Minas se agregará a la


lista para su uso en las escuelas secundarias.

Más información sobre Professionals to the World


está disponible en su sitio web: pttworld.org.

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