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DIVERSOS APUNTES RESPECTO DE LA APOSTASÍA

¿Qué es la apostasía según la Biblia?


La palabra “apostasía” aparece tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento.
 La palabra que se usa en el Antiguo Testamento como
“apostasía” se refiere a “volver atrás”, “recaer” en sentido
espiritual o “darle la espalda” a Dios, aunque también tiene
la idea corriente de un regreso físico o de alguien que va de
vuelta. Jeremías usa mucho esta palabra para referirse al
alejamiento del Señor por parte de Judá, lo que trae como
consecuencia que viva en un estado de infidelidad y rechazo
a su Dios y sus asuntos al irse tras dioses falsos engañadores
(Jer 2:19; 5:6; 8:5; 14:7).
 La apostasía en el Nuevo Testamento viene de la palabra
griega ἀποστασία que se lee de manera idéntica en español.
Literalmente significa “apartarse de la posición en que
estaba”. Este apartamiento tiene una connotación negativa
que implica “deserción”, es decir, abandonar las
obligaciones, creencias o ideales. La literatura griega secular
lo usaba para referirse a los rebeldes políticos. El diccionario
define esta palabra como “Abandonar públicamente su
religión; romper con la orden o instituto a que pertenece;
abandonar un partido o cambiar de opinión o doctrina”
(RAE).
Al ver las diferentes formas en que se traduce la palabra griega
para apostasía, podremos tener luz sobre su significado.
Usaremos el texto que presenta la acusación contra el apóstol
Pablo en Jerusalén: “…enseñas a todos los judíos que están entre
los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden
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a sus hijos ni observen las tradiciones” (Hch 21:21 RV60, cursiva
añadida). La palabra griega “apostatar” se traduce también como:
“aparten” (LBLA, NBLA, NVI, RVA), “renegar” (DHH, RVC) y
“abandonen” (NTV).
El apóstol Pablo usa este término para referirse a un período de la
historia escatológica en que habrá engaño doctrinal, moral y
espiritual generalizado que traerá un renegar o “apostatar” contra
Dios de muchos que se hacían llamar cristianos dentro de la iglesia
(2 Ts 2:3). Calvino señala que “la sede de la abominación que
[Pablo] menciona se levantará en el momento en que se produzca
una rebelión universal en la Iglesia. No obstante, muchos
miembros individuales, dispersos por aquí y por allá, no dejarán
de perseverar en la unidad de la verdadera fe”.[1] Lo que se hará
evidente es la presencia del trigo y la cizaña en la iglesia, tal como
fue profetizado por nuestro Señor Jesucristo (Mt 13:24-30).
Una de las preguntas y temores de muchos cristianos es si ellos
pudieran apostatar de la fe, rebelándose y apartándose
permanentemente del Señor. Quisiera responder a eso con una
frase del famoso comentarista William Hendriksen a este pasaje
paulino:
“El pasaje referente a la apostasía venidera de ninguna manera
significa que los que verdaderamente son hijos de Dios ‘caerán de
la gracia’. No existe tal caída. El buen pastor conoce a sus propias
ovejas, y nadie las arrebatará de sus manos (Jn 10:28, véase
también 1 Ts 1:4). Pero sí significa que la fe de los padres —fe a la
cual los hijos se adhieren por un tiempo de una manera
meramente formal— será finalmente abandonada del todo por
muchos de los hijos. En este sentido la apostasía será muy real…

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de una manera general, la iglesia visible abandonará la verdadera
fe”.
Cuando Hendriksen se refiere a la iglesia visible está hablando de
la iglesia institucional y reconocida en la sociedad como cristiana.
Esa rebelión y apartamiento doctrinal y espiritual de la iglesia ya
la hemos estado viendo en ejecución desde hace mucho tiempo,
pero se magnificará exponencialmente en el futuro. Sin embargo,
nosotros entendemos por el evangelio que el creyente redimido
por la sangre del Cordero goza de absoluta seguridad de salvación,
habiendo sido sellado por el Espíritu para el día de la redención
(Ef 4:30) y disfruta del cuidado y la protección del buen pastor,
quien conoce a sus ovejas por nombre y les tiene ya reservada
una morada en los cielos (Jn 10:4; 14:2-3).
Finalmente, es importante que continuemos leyendo la carta que
Pablo escribe a los tesalonicenses porque, luego de hablar de la
tremenda y dolorosa apostasía futura, él mismo tiene palabras de
esperanza y garantía de salvación para los creyentes cuando les
muestra lo que Dios tiene para ellos y lo que el Señor espera de
nosotros: “Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios
por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque Dios los ha
escogido desde el principio para salvación mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. Fue para esto que
Él los llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancen la
gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estén
firmes y conserven las doctrinas que les fueron enseñadas, ya de
palabra, o por carta nuestra” (2 Ts 2:13-15, énfasis añadido).

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Significado de Apostasía
Qué es Apostasía: La apostasía es la acción y efecto de apostatar.
Apostatar, por su parte, significa abandonar o romper
públicamente con la doctrina que se profesa.
La palabra, como tal, proviene del griego ἀποστασία (apostasía), y
se compone de απο (apo), que significa “fuera de”, y στασις
(stasis), que significa “colocarse”.
En un sentido religioso, la apostasía vendría a ser la renuncia o
abjuración pública de la religión que se profesa.
Asimismo, cuando de quien se trata es de un clérigo, implica la
ruptura con la orden o institución a que este pertenece.
Del mismo modo, apostasía puede designar el acto en el cual un
religioso ha incurrido en el incumplimiento de sus obligaciones
clericales. De allí que la apostasía, en estos términos, sea
considerada un acto de vicio, de corrupción de la virtud de la
piedad, y su consecuencia sea la salida irregular del religioso de la
orden.
Por otro lado, apostasía es un término que también se ha venido
usando, por extensión, en el campo de la política, para hacer
referencia a aquella persona que rompe con sus convicciones
doctrinarias.
Apostasía en la Biblia
La Biblia menciona algunos actos de apostasía que es conveniente
señalar. Juan, por ejemplo, sostiene que la apostasía es dejar de
seguir a Jesús. Por su lado, Hebreos advierte: “Tened cuidado,
hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón
malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo” (III: 12).”
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Por otra parte, Timoteo anuncia: “El Espíritu dice claramente que
en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1
Timoteo, IV: 1). De allí que en Tesalonicenses se alerte: “No os
engañe nadie de ninguna manera, porque [Jesucristo] no vendrá
sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de
pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses, II: 3).
En este sentido, la apostasía se relaciona con declinar de seguir el
camino de la doctrina señalada por Jesucristo, bien sea por una
renuncia voluntaria, bien sea en favor de seguir otros caminos
espirituales que, desde luego, desde el punto de vista del
cristianismo, contrarían la fe y la verdad de Dios.
Apostasía en el cristianismo
Como apostasía se denomina, en el seno de la Iglesia cristiana, el
rechazo por parte de una persona, anteriormente cristiana, de la
doctrina y la fe predicada por Jesucristo. En este sentido, es un
concepto que se emplea para describir la renuncia, voluntaria y
consciente, de la fe en Dios y en los dogmas del cristianismo. Así,
la apostasía vendría a ser el proceso de des - conversión cristiana.

¿Habla la Biblia sobre la apostasía? ¿Qué significa esa palabra?


Sí, la Biblia habla sobre la apostasía. En el contexto bíblico, el
término se refiere a la acción de abandonar, desertar o rechazar la
fe cristiana. Un apóstata es alguien que se identificaba como
cristiano anteriormente, pero ha decidido abandonar o apartarse
de la fe que aseguraba profesar.
En la Biblia encontramos ejemplos de apostasía tanto en el
Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. La Palabra de
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Dios también nos advierte claramente sobre los apóstatas y el
efecto que pueden tener dentro de la Iglesia.
La Epístola del Apóstol Judas es brillante en cuanto a la
descripción de los apóstatas. No solo eso, sino que en esa carta el
apóstol Judas aprovecha para hacer una exhortación clara a la
Iglesia de Cristo a que persevere en la fe sin dejarse engañar.
Ustedes, queridos hermanos, recuerden el mensaje anunciado
anteriormente por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos
les decían: «En los últimos tiempos habrá burladores que vivirán
según sus propias pasiones impías». Estos son los que causan
divisiones y se dejan llevar por sus propios instintos, pues no
tienen el Espíritu. (Judas vv.17-19)
Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténganse en el amor
de Dios, edificándose sobre la base de su santísima fe y orando en
el Espíritu Santo, mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo,
en su misericordia, les conceda vida eterna.(Judas vv.20-21)
Algunos versículos con advertencias
1 Timoteo 4:1-2: El Espíritu dice claramente que, en los últimos
tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones
engañosas y doctrinas diabólicas. Tales enseñanzas provienen de
embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida.
El Espíritu Santo le reveló algo importante a Pablo y él le escribió a
Timoteo, su hijo espiritual, para decírselo. Le advirtió sobre algo
que sucederá en los tiempos del fin. Habrá personas que
abandonarán la fe (apostatarán) para seguir enseñanzas
engañosas y diabólicas. Echarán de lado todo lo que han conocido
sobre Jesús y preferirán ir tras mentiras y engaños.
2 Timoteo 4:3-4: Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar
la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se
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rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren
oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos.
Hay personas que se cansan de escuchar la verdad del Evangelio y
van en busca de algo más innovador o "exótico". Prefieren dejar
de oír la verdad pura que encontramos en la Palabra de Dios
porque no es suficientemente diferente o excitante para ellos.
Van en busca de cosas nuevas, alejándose de Dios y de la vida
eterna que él les ofrece. Tengamos cuidado de no imitar su
comportamiento.
2 Tesalonicenses 2:1-3: Ahora bien, hermanos, en cuanto a la
venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, les
pedimos que no pierdan la cabeza ni se alarmen por ciertas
profecías, ni por mensajes orales o escritos supuestamente
nuestros, que digan: «¡Ya llegó el día del Señor!» No se dejen
engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la
rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el
destructor por naturaleza.
Pablo anima tanto a los Tesalonicenses como a nosotros: ¡estén
alertas y conozcan bien la Palabra de Dios! Es así como nos
mantendremos firmes frente a los que llegan con palabras
engañosas. Antes de la segunda venida del Señor Jesucristo y del
arrebatamiento de su Iglesia, habrá una rebelión contra Dios
(crecerá la apostasía) y se manifestará el hombre de maldad (el
Anticristo). Prestemos atención.
2 Pedro 3:15-17: Tengan presente que la paciencia de nuestro
Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro
querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas
sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos
puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes
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tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras,
para su propia perdición. Así que ustedes, queridos hermanos,
puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no
sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la
estabilidad y caigan.
Pedro habla de personas a las que se les hacía difícil entender
algunas de las cartas de Pablo. En lugar de buscar la sabiduría que
viene de Dios y la dirección del Espíritu Santo, se dedicaron a
tergiversar las Escrituras (darle una interpretación errónea). Esa
actitud abrió la puerta para su perdición o apostasía.
Pedro advierte a los hermanos sobre la importancia de
mantenerse alerta y de no dejarse llevar por esas personas. El que
se deja arrastrar por un error, pierde la estabilidad y cae.
Mantengámonos firmes en la verdad del Evangelio. Estudiemos la
Biblia y pidamos al Señor que nos llene de la sabiduría que viene
de él.
Jesús habló sobre la apostasía
En el capítulo 24 del Evangelio de Mateo, Jesús advirtió a sus
discípulos sobre los acontecimientos que se vivirán antes del fin
del mundo. Les habló sobre guerras, hambre, terremotos,
destrucción y la persecución de los hijos de Dios, entre otras
cosas. Les dijo: «Tengan cuidado de que nadie los engañe» (Mateo
24:4).
En aquel tiempo muchos se apartarán de la fe; unos a otros se
traicionarán y se odiarán; y surgirá un gran número de falsos
profetas que engañarán a muchos. Habrá tanta maldad que el
amor de muchos se enfriará, pero el que se mantenga firme hasta
el fin será salvo. (Mateo 24:10-13)

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Vemos que advirtió específicamente sobre la apostasía. Al final de
los tiempos habrá muchos que no lograrán soportar las
dificultades que vendrán como resultado de la persecución y
decidirán apartarse de la fe. ¿El reto que Jesús presenta a sus
discípulos y a cada uno de nosotros? ¡Manténgase firmes! El que
se mantenga firme hasta el fin, ese será salvo.
Características de los apóstatas según la carta de Judas
La corta Epístola del Apóstol Judas nos da unas buenas pistas
sobre las características que podemos encontrar en los apóstatas.
Veamos las que menciona junto con el versículo bíblico de
referencia para cada una.
1. Personas sin piedad, dadas al libertinaje, que niegan el señorío
de Jesús
El problema es que se han infiltrado entre ustedes ciertos
individuos que desde hace mucho tiempo han estado señalados
para condenación. Son impíos que cambian en libertinaje la gracia
de nuestro Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y
Señor. (Judas v.4)
Son personas astutas que se infiltran poco a poco y con mucha
cautela entre los hermanos. ¿Su misión? Cautivarlos para que
echen de lado la sana doctrina, sobre todo la verdad sobre la
gracia de Dios manifestada por medio de Jesús. Llevan la gracia
hasta un extremo tal que parece que todo es permitido. Ese
extremismo en cuanto a la gracia hace que básicamente nieguen
la necesidad de Jesús como Salvador y Señor.
2. Hacen lo que quieren con su cuerpo, se rebelan contra la
autoridad y no respetan a los seres espirituales

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De la misma manera estos individuos, llevados por sus delirios,
contaminan su cuerpo, desprecian la autoridad y maldicen a los
seres celestiales. (Judas v.8)
Viven básicamente dominados por sus deseos carnales. Hacen lo
que desean con su cuerpo y se dejan llevar por sus emociones.
Desprecian toda autoridad humana o divina porque piensan que
ya saben todo y que son los únicos dignos de liderar. Se confían
tanto en sí mismos que echan de lado la posibilidad de que Dios
les envíe avisos o ayuda a través de sus ángeles o que el diablo
busque tentarlos y confundirlos por medio de los demonios.
3. No respetan el comportamiento cristiano, buscan su propio
provecho, son inconstantes y no dan fruto
Estos individuos son un peligro oculto: sin ningún respeto
convierten en parrandas las fiestas de amor fraternal que ustedes
celebran. Buscan solo su propio provecho. Son nubes sin agua,
llevadas por el viento. Son árboles que no dan fruto cuando
debieran darlo; están doblemente muertos, arrancados de raíz.
(Judas v.12)
Se burlan del comportamiento que debe distinguir al cristiano e
intentan sonsacar a los demás para que les imiten. Se las ingenian
para obtener beneficio propio de todo y de todos, sin importar el
daño que causan a otras personas. No tienen sustancia ni son
fiables. Por último, son estériles espiritualmente.
4. Se quejan, se enfadan y critican. No saben controlar sus
pasiones, son arrogantes y aduladores
Estos individuos son refunfuñadores y criticones; se dejan llevar
por sus propias pasiones; hablan con arrogancia y adulan a los
demás para sacar ventaja. (Judas v.16)

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Son altivos y se sienten con derecho de quejarse y criticar todo.
También son impulsivos, se enfadan fácilmente. Sus palabras
muestran la condición real de su corazón, su arrogancia y su deseo
de obtener ventaja sea como sea.
5. Los dominan sus pasiones impías, causan divisiones y no tienen
el Espíritu Santo
Ellos les decían: «En los últimos tiempos habrá burladores que
vivirán según sus propias pasiones impías». Estos son los que
causan divisiones y se dejan llevar por sus propios instintos, pues
no tienen el Espíritu. (Judas vv.18-19)
Judas recuerda a sus lectores que los apóstoles advirtieron sobre
los apóstatas que se burlan de los que viven para agradar a Dios.
La iglesia debe estar muy vigilante frente a los que viven
dominados por sus pasiones y que hacen lo que les place aun
cuando va en contra de la voluntad de Dios.
Obviamente, esas personas causan divisiones, ya que presionan a
otros para que se «dejen llevar». Lo hacen porque viven bajo el
mandato de sus deseos incontrolados y no están llenos del
Espíritu Santo de Dios.
4 ejemplos bíblicos de apostasía:
1. El pueblo de Israel: Al ver los israelitas que Moisés tardaba en
bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: Tienes
que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a
ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo
haberle pasado! (Éxodo 32:1). Entonces el Señor hizo surgir
caudillos que los libraron del poder de esos invasores. Pero
tampoco escucharon a esos caudillos, sino que se prostituyeron al
entregarse a otros dioses y adorarlos. Muy pronto se apartaron

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del camino que habían seguido sus antepasados, el camino de la
obediencia a los mandamientos del Señor. (Jueces 2:16-17)
2. Saúl: La palabra del Señor vino a Samuel: «Me arrepiento de
haber hecho rey a Saúl, pues se ha apartado de mí y no ha llevado
a cabo mis instrucciones». (1 Samuel 15:10-11)
3. Muchos discípulos de Jesús. Al escucharlo, muchos de sus
discípulos exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién
puede aceptarla?» (Juan 6:60)
Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y
ya no andaban con él. (Juan 6:66 a)
4. Algunos miembros de la iglesia en Galacia. Me asombra que tan
pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de
Cristo, para pasarse a otro evangelio. No es que haya otro
evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión
entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. (Gálatas
1:6-7)

¿Qué es la apostasía y cómo reconocerla?

Apostasía, de la palabra griega apostasía, significa "un desacato a


un sistema o autoridad establecido; una rebelión; un abandono o
ruptura de la fe". En el primer siglo, apostasía era un término
técnico para referirse a una revuelta o deserción política. Al igual
que en el siglo I, la apostasía espiritual amenaza hoy al Cuerpo de
Cristo.
La Biblia nos advierte sobre personas como Arrio (c. 250-336 d.C.),
un sacerdote cristiano de Alejandría, Egipto, que se formó en
Antioquía a principios del siglo IV. Hacia el año 318 d.C., Arrio
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acusó al obispo Alejandro de Alejandría de pertenecer al
sabelianismo, una falsa doctrina que afirmaba que el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo no eran más que roles o formas que Dios
asumía en distintos momentos. Arrio estaba decidido a enfatizar
la unidad de Dios; sin embargo, fue demasiado lejos en sus
enseñanzas sobre la naturaleza de Dios. Arrio negó la Trinidad e
introdujo lo que a primera vista parecía una diferencia
intrascendente entre el Padre y el Hijo.
Arrio argumentó que Jesús no era homoousios ("de la misma
esencia") que el Padre, sino homoiousios ("de esencia similar").
Sólo una letra griega -la iota (?)- los separaba. Arrio describió su
posición de esta manera: "El Padre existió antes que el Hijo. Hubo
un tiempo en que el Hijo no existía. Por tanto, el Hijo fue creado
por el Padre. Así pues, aunque el Hijo era la más elevada de todas
las criaturas, no era de la esencia de Dios".
Arrio era astuto e hizo todo lo posible para que la gente se pusiera
de su parte, llegando incluso a componer pequeñas canciones que
enseñaban su teología, la cual intentaba enseñar a todo el que
quisiera escuchar. Su carácter encantador, su ascetismo y su
venerada posición como predicador también favorecieron su
causa.
Con respecto a la apostasía, es fundamental que todos los
cristianos comprendan dos cosas importantes: (1) cómo reconocer
la apostasía y a los maestros apóstatas, y (2) por qué la enseñanza
apóstata es tan peligrosa.
Las formas de apostasía
Para identificar plenamente y combatir la apostasía, los cristianos
deben entender sus distintas formas y los rasgos que caracterizan
a sus doctrinas y maestros.
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En cuanto a las formas de apostasía, hay dos categorías
principales: (1) el abandono de las doctrinas fundamentales y
verdaderas de la Biblia por las enseñanzas heréticas que
pretenden ser "la verdadera" doctrina cristiana, y
(2) la total renuncia a la fe cristiana, que se traduce en un
abandono total de Cristo.
Arrio representa la primera forma de apostasía: la negación de las
verdades cristianas fundamentales (como la divinidad de Cristo)
que da comienzo a una caída cuesta abajo hacia el abandono total
de la fe, que constituye la segunda forma de apostasía. La
segunda forma casi siempre comienza con la primera. Una
creencia herética se convierte en una enseñanza herética que se
fragmenta y crece hasta que contamina todos los aspectos de la fe
de una persona, y finalmente se cumple el objetivo final de
Satanás, el cual es alejarse completamente del cristianismo.
Un estudio realizado en 2010 por Daniel Dennett y Linda LaScola
llamado "Predicadores que no son creyentes". El trabajo de
Dennett y LaScola hace una narrativa de cinco predicadores
diferentes a los que con el tiempo se les presentaron y aceptaron
enseñanzas heréticas sobre el cristianismo y ahora se han alejado
completamente de la fe. Estos pastores son panteístas o ateos
clandestinos. Una de las verdades más inquietantes que se
destacan en el estudio es que estos predicadores mantienen su
posición como pastores de iglesias cristianas sin que sus
congregaciones sean conscientes del verdadero estado espiritual
de su líder.
Las características de la apostasía y los apóstatas
Judas era hermanastro de Jesús y líder de la iglesia primitiva. En
su carta del Nuevo Testamento, describe cómo reconocer la
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apostasía y exhorta encarecidamente a los miembros del cuerpo
de Cristo a contender ardientemente por la fe (Judas 1:3). La
palabra griega traducida "contender ardientemente" es un verbo
compuesto del que obtenemos la palabra agonizar. Está en
presente infinitivo, lo que significa que la lucha será continua. En
otras palabras, Judas dice que habrá una lucha constante contra la
falsa enseñanza y que los cristianos debemos tomarla tan en serio
a tal punto que "agonizamos" por la lucha en la que estamos
comprometidos. Además, Judas deja claro que cada cristiano está
llamado a esta lucha, no sólo los líderes de la iglesia, así que es
fundamental que todos los creyentes agudicen sus habilidades de
discernimiento para que puedan reconocer y prevenir la apostasía
en su entorno.
Después de exhortar a sus lectores a contender fervientemente
por la fe, Judas indica la razón: "Porque algunos hombres han
entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido
destinados para esta condenación, hombres impíos, que
convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios
el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (Judas 1:4). En
este versículo, Judas presenta a los cristianos tres rasgos de la
apostasía y de los maestros apóstatas:
Primero, Judas dice que la apostasía puede ser sutil. Los apóstatas
han "entrado" en la iglesia. En griego extrabíblico, el término que
usa Judas describe la astucia de un abogado que, a través de una
argumentación inteligente, se infiltra en las mentes de los
funcionarios de la corte y pervierte su pensamiento. La palabra
significa literalmente "deslizarse de lado; entrar sigilosamente;
colarse". En otras palabras, Judas dice que es raro que la apostasía
comience de una manera abierta y que sea fácilmente detectable.
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Por el contrario, se parece mucho a la doctrina de Arrio: sólo una
letra, la iota, diferencia la enseñanza falsa de la verdadera.
Describiendo este aspecto de la apostasía y su peligro latente, A.
W. Tozer escribió: "Tan hábil es el error para imitar a la verdad,
que ambos se confunden constantemente. Se requiere una vista
aguda en estos días para saber qué hermano es Caín y cuál es
Abel". El apóstol Pablo también habla del comportamiento
exteriormente agradable de los apóstatas y de sus enseñanzas:
"Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se
disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el
mismo Satanás se disfraza como ángel de luz" (2 Corintios 11:13-
14). En otras palabras, no esperes que los apóstatas parezcan
malos por fuera o que pronuncien palabras dramáticas de herejía
al comienzo de su enseñanza. En lugar de negar la verdad
rotundamente, los apóstatas la tergiversarán para adaptarla a su
propia agenda, pero, como ha señalado el pastor R. C. Lensky,
"Las peores formas de maldad consisten en perversiones de la
verdad".
En segundo lugar, Judas describe a los apóstatas como "impíos" y
como aquellos que usan la gracia de Dios como una licencia para
cometer actos de maldad. Comenzando con "impíos", Judas
describe dieciocho rasgos poco halagadores de los apóstatas: son
impíos (Judas 1:4), moralmente pervertidos (versículo 4), que
niegan a Cristo (versículo 4), los que mancillan la carne (versículo
8), rebeldes (versículo 8), los que blasfeman de los ángeles
(versículo 8), los que ignoran a Dios (versículo 8), los que
proclaman falsas visiones (versículo 10), autodestructivos
(versículo 10), murmuradores (versículo 16), buscadores de faltas
(versículo 16), autocomplacientes (versículo 16), gente que usa
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palabras arrogantes y falsos halagos (versículo 16), se burlan de
Dios (versículo 18), los que causan divisiones (versículo 19), de
mentalidad mundana (versículo 19), y finalmente (y no
sorprendentemente), no tienen el Espíritu/no salvos (versículo
19).
Tercero, Judas dice que los apóstatas "niegan a nuestro único
Maestro y Señor, Jesucristo". ¿Cómo es que los apóstatas hacen
esto? Pablo nos dice en su carta a Tito, "Todas las cosas son puras
para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es
puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.
Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena
obra." (Tito 1:15-16). A través de su comportamiento injusto, los
apóstatas muestran su verdadero yo. A diferencia de un apóstata,
un verdadero creyente es alguien que ha sido liberado del pecado
a la justicia en Cristo y que se niega a continuar en el pecado
(Romanos 6:1-2).
En última instancia, la señal de un apóstata es que eventualmente
cae y se aparta de la verdad de la Palabra de Dios y de Su justicia.
El apóstol Juan dice que esta es una señal de un falso creyente:
"Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si
hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros;
pero salieron para que se manifestase que no todos son de
nosotros" (1 Juan 2:19).
Las ideas tienen consecuencias
Todos los libros del Nuevo Testamento, excepto Filemón,
contienen advertencias sobre la falsa enseñanza. ¿Por qué?
Sencillamente porque las ideas tienen consecuencias. Las ideas
correctas y sus frutos producen el bien, mientras que las ideas
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erróneas y las acciones correspondientes acarrean consecuencias
indeseables. Por ejemplo, los campos de exterminio de Camboya
en los años setenta fueron producto de la visión nihilista del
mundo de Jean Paul Sartre y sus enseñanzas. El líder de los
Jemeres Rojos, Pol Pot, vivía la filosofía de Sartre hacia el pueblo
de una forma clara y aterradora, que se expresaba de la siguiente
manera: "Conservarte no beneficia. Destruirte no es ninguna
pérdida".
Satanás no se acercó a la primera pareja en el Jardín con un
armamento externo o un arma visible; por el contrario, se acercó
a ellos con una idea. Y fue esa idea, la que abrazaron Adán y Eva, y
la que los condenó tanto a ellos como al resto de la humanidad,
siendo el único remedio la muerte sacrificial del Hijo de Dios.
La gran tragedia es que, consciente o inconscientemente, el
maestro apóstata condena a sus confiados seguidores. Hablando a
Sus discípulos sobre los líderes religiosos de Su tiempo, Jesús dijo:
"Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego,
ambos caerán en el hoyo" (Mateo 15:14, énfasis añadido).
Resulta alarmante que no sólo los falsos maestros van a la
destrucción, sino que sus discípulos les siguen hasta allí. El filósofo
cristiano Søren Kierkegaard lo expresó de esta manera: "Porque
nunca se ha sabido que un necio, cuando se extravía, se lleve
consigo a varios otros".
Conclusión
En el año 325 d.C., el Concilio de Nicea se reunió principalmente
para tratar el tema de Arrio y sus enseñanzas. Para desgracia de
Arrio, el resultado final fue su excomunión y una declaración en el
Credo de Nicea que afirma la divinidad de Cristo: "Creemos en un
solo Dios, el Padre Todopoderoso, creador de todas las cosas
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visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios,
el unigénito de su Padre, de la sustancia del Padre,
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado no creado, siendo de la misma naturaleza que el
Padre".
Arrio puede haber muerto hace siglos, pero sus hijos espirituales
siguen con nosotros hasta el día de hoy en forma de sectas como
los Testigos de Jehová y otros que niegan la verdadera esencia y
persona de Cristo. Lamentablemente, hasta que Cristo regrese y
se haya eliminado hasta el último enemigo espiritual, habrá cizaña
como ésta en medio del trigo (Mateo 13:24-30). De hecho, las
Escrituras dicen que la apostasía sólo empeorará a medida que se
acerque el regreso de Cristo. "Muchos tropezarán entonces, y se
entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán" (Mateo
24:10). Pablo dijo a los tesalonicenses que una gran apostasía
precedería a la segunda venida de Cristo (2 Tesalonicenses 2:3) y
que el final de los tiempos se caracterizaría por la tribulación y los
charlatanes religiosos huecos: "También debes saber esto: que en
los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá
hombres... que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la
eficacia de ella; a estos evita" (2 Timoteo 3:1-2, 5).
Es de vital importancia, ahora más que nunca, que cada creyente
ore por discernimiento, combata la apostasía y contienda
fervientemente por la fe que una vez y para siempre fue
entregada a los santos.

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