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DIA 11 ¡SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, RUEGA POR NOSOTROS!

OFRENDA DE LA MAÑANA

“Señor Jesucristo, en unión con esa intención divina con la que en la tierra ofreciste a Dios Tus alabanzas
a través de Tu Sacratísimo Corazón, y ahora las ofreces en el Sacramento de la Eucaristía en todas
partes de la tierra, incluso hasta el fin de los tiempos, Te ofrezco gustosamente durante todo este día,
todos mis pensamientos e intenciones, todos mis afectos y deseos, todas mis palabras y hechos, a
imitación del Sacratísimo Corazón de la bendita y siempre Virgen María Inmaculada. Amén."

CATECISMO DE LA DOCTRINA CRISTIANA EXPLICADO – AÑO 1900


Padre Santiago José García Mazo

Ya hemos visto como sois cristiano por el nombre y señal del cristiano; mas decidme ahora: ¿cuántas
cosas está obligado a saber el cristiano cuando llega a tener uso de razón? – Cuatro. - ¿Cuáles son? -
Saber lo que ha de creer, lo que ha de orar, lo que ha de obrar y lo que ha de recibir.

El niño cristiano cuando llega al uso de la razón, debe ya saber y entender, con proporción a su edad y
capacidad, la divina religión que profesó en el bautismo, y que está comprendida en estas cuatro cosas:
creer, orar, obrar y recibir.

Hasta los siete años puede entender poco, pero desde los tres puede aprender mucho, porque la memoria
se adelanta mucho a la razón. Por eso los padres y maestros deben hacer que los niños aprendan en este
tiempo de memoria el Catecismo, para que cuando llegue el uso de la razón, puedan entender la
explicación que se les haga de la doctrina que han aprendido; pero ¿habrá quien se la explique? Los
padres, hablando generalmente, necesitan ellos mismos de su explicación. Los maestros, no habiendo
hecho un estudio científico de la religión, apenas pueden salir de lo que dice el Catecismo, sin peligro de
extraviarse; los Párrocos, que por su estudio y ministerio pueden y deben hacer estas explicaciones,
suelen omitirlas, unas veces por ocupaciones más urgentes, y comúnmente porque no hay a quién
hacerlas.

La mayor parte de los padres, descuidando este punto esencial de la crianza cristiana, o no envían sus
hijos a estas explicaciones a las que debieran asistir ellos mismos y tenerlos a su lado, o envían aquéllos
que por su niñez no son capaces de ellas, o que siéndolo, ignoran hasta lo principal del Catecismo, con
cuyo motivo los Párrocos se encuentran en la precisión de ocuparse en enseñar la doctrina de memoria
en vez de explicarla, de donde resulta que por lo común, no hay quien enseñe al cristiano desde que entra
en el uso de la razón, que es cuando más lo necesita, porque no hay quien le explique ni haga entender la
divina religión que profesa.

Y ¡quién podrá numerar los males que de aquí se siguen! Todos los sabios convienen en que la pérdida
de la Fe en esos hermosos reinos que dieron tantos justos a la tierra y tantos santos al cielo, consistió en
la ignorancia de los pueblos. Lutero, Calvino y los demás monstruos que la extinguieron en ellos, nada
habrían conseguido si los pueblos hubieran estado instruidos en la divina religión que profesaban. No
extrañemos, católicos, que haya tan poca fe y tanta corrupción de costumbres en el cristianismo. Se
ignora la religión, y esto basta. El deseo de aplicar algún remedio a tan lastimosos males, ha sido el
principal motivo de emprender estas explicaciones.

APOSTASÍAS EN LA IGLESIA
José María Iraburu

Herejía, apostasía y cisma. Dice el Código de Derecho Canónico que «se llama herejía la negación
pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la
duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la
sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos» (c. 751).
Según esto, pudiera pensarse que en no pocas Iglesias descristianizadas la mayoría de los bautizados
son herejes o apóstatas o cismáticos o las tres cosas a la vez. Pero vayamos por partes y precisando
más.

La definición de la apostasía viene ya sugerida por la etimología del término: ap-oikhomai, apartarse,
alejarse. Recordemos que el sacramento del Bautismo lleva consigo una apotaxis, una ruptura del
cristiano con Satanás y su mundo, y una syntaxis, una adhesión personal a Cristo y a su Iglesia. Pues
bien, por la apostasía el bautizado se separa de Dios y de la Iglesia.

En este sentido, Santo Tomás entiende la apostasía como «algo que entraña una cierta separación de
Dios (retrocessionem quandam a Deo)». Por la apostasia a fide se renuncia a la fe cristiana, por la
apostasia a religione se abandona la familia religiosa en la que se profesó con votos perpetuos, por la
apostasia ab ordine se abandona la vida sacerdotal sellada por el Orden sagrado. Y «también puede uno
apostatar de Dios oponiéndose con la mente a los divinos mandatos [pero a pesar de ello] todavía puede
el hombre permanecer unido a Dios por la fe. Ahora bien, si abandona la fe, ya se retira o aleja de Él
totalmente. Por eso la apostasía en sentido absoluto y principal es la de quien abandonó la fe, y se llama
apostasía de perfidia» (STh II-II,12,1).

Herejía y apostasía. Es, pues, apóstata aquel que abandona totalmente la fe cristiana después de
haberla recibido en el bautismo. Según esto, ¿el que abandona la fe parcialmente, es decir, solo en
algunos dogmas concretos, es hereje, pero no apóstata? No hay en esta cuestión, que yo sepa,
enseñanza del Magisterio apostólico. Pero creo que acierta Suárez cuando afirma que la herejía es una
especie de la apostasía, y que consiguientemente, en el fondo, todos los herejes son apóstatas (De fide,
disp. XVI, sec.V,3-6). Como veremos en seguida, ése parece ser el pensamiento de Santo Tomás.

Veamos la cuestión en alguien concreto. ¿Lutero fue solamente hereje o también apóstata? Sabemos bien
que Lutero destroza todas las convicciones fundamentales de la Iglesia: los dogmas, negando su
posibilidad; la fe, devaluándola a mera opinión personal; las obras buenas, negando su necesidad; la
Escritura, desvinculándola de Tradición y Magisterio; la vida religiosa profesada con votos, la ley moral
objetiva, el culto a los santos y a la Virgen, el Episcopado apostólico, el sacerdocio y el sacrificio
eucarístico, y todos los sacramentos, menos el bautismo…

Pero Lutero, ante todo y sobre todo, destroza la roca que sostiene todo el edificio de la Iglesia, ya que
estando los cristianos «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo la piedra
angular el mismo Cristo Jesús» (Ef 2,20), niega la fe en la divina autoridad apostólica del Papa y de los
Obispos, sucesores de los apóstoles. Por eso todo el mundo de la fe se le viene abajo. No estamos, pues,
solamente ante la herejía, o ante un conjunto innumerable de herejías; más propiamente parece que
estamos ante la apostasía. Lo explico más.

Fe católica y opinión personal. La fe teologal cristiana es algo esencialmente diferente de la opinión


personal que un hombre pueda formarse considerando en libre examen la Escritura revelada. Como
enseña el Catecismo, «por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios…
La Sagrada Escritura llama “obediencia de la fe” a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm
1,5; 16,26)».

La fe cristiana es, por tanto, una «obediencia», por la que el hombre, aceptando ser enseñado por la
Iglesia apostólica, Mater et Magistra, se hace discípulo de Dios, y así recibe Sus «pensamientos y
caminos», que son muy distintos de los pensamientos y caminos de los hombres (Is 55,8). Así lo enseña
Santo Tomás:

«El objeto formal de la fe es la verdad primera revelada en la Sagrada Escritura y en la doctrina de la


Iglesia. Por eso, quien no se conforma ni se adhiere, como a regla infalible y divina, a la doctrina de la
Iglesia, que procede de la verdad primera, manifestada en la Sagrada Escritura, no posee el hábito de la
fe, sino que las cosas de fe las retiene por otro medio diferente», es decir, por la opinión subjetiva. No
puede dar más de sí el libre examen protestante.

«Es evidente que quien presta su adhesión a la doctrina de la Iglesia, como regla infalible, asiente a todo
lo que ella enseña. De lo contrario, si de las cosas que sostiene la Iglesia admite unas y en cambio otras
las rechaza libremente, no da entonces su adhesión a la doctrina de la Iglesia como a regla infalible, sino
a su propia voluntad. Por tanto, el hereje que pertinazmente rechaza un solo artículo no se halla dispuesto
para seguir en su totalidad la doctrina de la Iglesia. Es, pues, manifiesto que el hereje que niega un solo
artículo no tiene fe respecto a los otros, sino solamente opinión, según su propia voluntad» (STh II-II, 5,3).

Santo Tomás, por tanto, si no le entiendo mal, enseña que todos los herejes son apóstatas de la fe
católica. Lo que enseñará más tarde Suárez de modo explícito. Y Lutero no era solamente hereje, era
también apóstata.

Apostasía explícita o apostasía implícita. Se da una apostasía explícita cuando un cristiano declara
abiertamente que rechaza la fe católica, o cuando públicamente se adhiere a otra religión, o cuando por
palabras o acciones se declara ateo. Pero también se da una apostasía implícita, pero cierta, real, cuando
un cristiano, sin renunciar expresamente a su fe, incluso queriendo mantener socialmente su condición de
cristiano, por sus palabras y obras está afirmando claramente que se ha desvinculado del mundo de la fe,
es decir, de la Iglesia.

Un ejemplo. Si un cristiano durante muchos años no va a Misa, y no tanto por simple desidia, sino por su
manifiesta convicción –bien conocida por sus familiares y amigos– de que la Eucaristía no es propiamente
necesaria, al menos para todos los cristianos, está negando abiertamente la fe católica y rechazando el
mandamiento de Dios y de la Iglesia. Parece que en este supuesto puede apreciarse una apostasía
implícita. Ésta, en cambio, no se da propiamente en aquel cristiano que, manteniendo la fe en la Eucaristía
y en su necesidad, vive sin embargo durante muchos años distante de ella por negligencia, por las
presiones del mundo en que vive, por su condición de pecador público o por otros motivos.

Preguntas peligrosas. Vamos adelante, sin inhibiciones. ¿Hoy en la Iglesia católica, en nuestras
parroquias, serán quizá apóstatas, explícitos o implícitos, una gran parte de los bautizados? ¿Y en
nuestros Seminarios y Facultades no serán también apóstatas una parte no exigua de los docentes de
teología? Quedan, con el favor de Dios, muchos post por delante en este blog, y no es cuestión de
adelantarse en los comentarios a numerosas cuestiones que han de ser analizadas con orden, precisión y
cuidado. Pero tampoco los comentarios, por ser prematuros, si se producen, van a causar perjuicios
excesivos.

Hacerse preguntas como éstas, ya se comprende, resulta hoy sumamente peligroso. Por eso la inmensa
mayoría de cristianos, incluidos muchos Pastores sagrados, lo evitan. Pero aquí, con el favor de Dios, no
vamos a ponernos límites a la hora de buscar la verdad de la santa Iglesia católica, para afirmarla con
toda la lucidez y fuerza que el Señor nos dé. La reforma más fundamental y urgente, la que nos puede
librar de una apostasía siempre creciente, es la metanoia, es decir, «el cambio de mente». Y éste no
puede producirse si, cerrándonos a ciertas cuestiones, no le dejamos al Espíritu Santo «conducirnos hacia
la verdad completa» (Jn 16,13).

ORACIONES DEL ROSARIO TRADICIONAL DE LA NOVENA DE 27 DÍAS


Las Intenciones de la Novena son las siguientes:

Restauración de la Fe Católica en el mundo


Libertad y justicia para nuestros países
Fin de la pandemia COVID19
Fin del aborto
Para que en estas próximas elecciones del 3 de noviembre, sepamos escoger al próximo presidente de USA
(Opcional)
LOS MISTERIOS GLORIOSOS DEL SANTO ROSARIO

Por la señal de la Santa Cruz,


de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del Cielo y de la Tierra.
Creo en Jesucristo su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de
entre los muertos, subió a los cielos
y está sentado a la diestra de
Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

1 Padre Nuestro

Padre nuestro,
que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tú reino.
Hágase tú voluntad en la tierra
como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Amén.

3 Ave Marías

Dios te salve, Maria.


Llena eres de gracia:
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres.
Y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Primer Misterio Glorioso

La Resurrección de Jesús

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Segundo Misterio Glorioso

La Ascensión de Jesús a los cielos

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Tercer Misterio Glorioso

La venida del Espíritu Santo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Cuarto Misterio Glorioso

La Asunción de María

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Quinto Misterio Glorioso

La Coronación de la Santísima Virgen

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de


misericordia, vida y dulzura y
esperanza nuestra:
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos, gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos y, después de este
destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente! ¡oh piadosa!
¡oh dulce Virgen María!

V. Ruega por nosotros santa


Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

MARIA, MADRE DE DIOS,


MADRE NUESTRA Y DE
NUESTROS HIJOS,
RUEGA POR NOSOTROS, AMEN

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel Arcángel,


defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra las
perversidades y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.

OFRENDA DE LA NOCHE Y EXAMEN DE CONCIENCIA

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ADORACIÓN E INVOCACIÓN

¡SANTÍSIMO y Divino Corazón de Jesús! convencido de mi indignidad, me postro ante Ti para rendirte
homenaje, adorarte, amarte y alabarte tanto como esté en mi poder. ¡Oh Jesús, mi más sincero Amigo! Te
expongo todas mis necesidades, Te descubro todas mis miserias, mi debilidad, mi tibieza y pereza, en una
palabra, todas las heridas de mi alma, y te suplico fervientemente que te dejes conmover por ellas y que
vengas en mi ayuda según la magnitud de tu misericordia.

(Examine su conciencia).

ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh SAGRADO CORAZÓN de mi Jesús! Por ese amor ardiente que te consumió en la Cruz, Víctima del
amor y del sufrimiento, y que te indujo a continuar este sacrificio en nuestros altares hasta el fin de los
tiempos, Yo, Tu miserable y pecador(a) hijo(a), te suplico que me concedas el perdón por todos los
pecados y ultrajes que cometí contra Ti, por toda ingratitud e infidelidad de las que fui culpable, y por mi
olvido de Ti. Perdona todos los pecados de mi vida. Los aborrezco, porque tú los aborreces; Los detesto,
porque tú los detestas. Por amor a Ti, me arrepiento de haberlos cometido, y debería sentir el mayor
remordimiento por ellos, aunque no haya cielo ni infierno, solo porque te ofendieron a Ti que eres infinita
bondad y digno de ser amado sobre todas las cosas. Preferiría morir mil veces antes que volver a
ofenderte, a quien amo por encima de mi vida.

ENCOMENDACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN

¡Oh Amabilísimo Corazón de Jesús! Permíteme, mi familia, parientes y amigos, y todos los que se han
encomendado a mis oraciones y por quienes estoy obligado a orar, experimentar Tu más poderosa ayuda.
Asístelos individualmente en sus necesidades. ¡Oh Corazón lleno de misericordia! Convierte todos los
corazones endurecidos, consuela a las Almas del Purgatorio, sé refugio de los moribundos, consuelo de
todos los afligidos y los que sufren. Sobre todo, sé el refugio de mi alma en la hora de la muerte, y recíbela
en el seno de tu misericordia.

En Ti duermo tranquilo(a) y descanso en paz. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

ORACIÓN

¡Sacratísimo Corazón! Te selecciono como mi lugar de descanso, para que seas mi fuerza en el combate,
mi apoyo en la debilidad, mi luz y guía en las tinieblas, la expiación de mis faltas y la santificación de mis
intenciones y acciones, que uno a las tuyas. Amén.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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