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Prólogo
La flor Ureña nació en Santo Domingo, el 21 de octubre de 1850. Fue hija del
abogado y también escritor Nicolás Ureña de Mendoza y Gregoria Díaz de León
quienes, junto a su abuela y tías maternas, dieron a su hija sus primeras lecciones
educativas. A temprana edad, entró en contacto con la literatura. Su padre le
enseñó las obras clásicas de autores españoles y franceses que ayudaron a la joven
Salomé a desarrollar su propia carrera y el arte de la declamación junto a su
hermana Manuela, recitando en español, francés, inglés y latín.
Comenzó a escribir versos a los quince años de edad, publicando posteriormente sus
primeras obras a la edad de diecisiete años, con una huella característica de
espontaneidad y ternura. En 1867 publicó sus primeras obras bajo el seudónimo de
«Herminia», nombre que usó hasta 1874.
Salomé Ureña nos introduce, como mujer, poetisa, maestra y madre, a través del
estudio de su vida y de su obra, en uno de los períodos de la historia política,
cultural y social más cruciales del país, ya que su vida se desenvolvió entre
autoritarismo y aspiraciones liberales.
“Como poetisa y educadora representa un paradigma de lo deseable, alcanzando su
figura la cumbre de la realización moderna de la mujer dominicana”. Esta reflexión
del historiador Roberto Cassá nos confirma el rol de trascendente importancia como
figura femenina de transición y permanencia, que estaba llamada a representar la
poetisa, la maestra, la mujer de pensamiento y de sensibilidad patriótica.
Nuestra poetisa aprendió a leer con su madre y a los cuatro años leía de corrido,
lo cual revela el esmero de ambos progenitores, que prodigaron una sólida formación
a la niña, que asistió a las escuelas elementales de su época, mientras que sus
estudios de adolescente los hizo bajo la orientación del padre, de quien recibió
una vasta instrucción literaria.
Salomé aprendió a declamar los versos de los bardos favoritos de su papá, su nivel
cultural se nutría de los clásicos españoles así como de la literatura inglesa y
francesa, pues aprendió esos idiomas.
En un contexto histórico marcado por el autoritarismo, el caudillismo, signado
además por una sociedad patriarcal, el fenómeno de una personalidad y de un talento
como el que mostraba la joven Salomé Ureña, despertó múltiples interpretaciones.
Desde los quince años ya se perfilaba la poeta excelsa que devino en ser. A los
dieciocho inició la publicación de sus versos con el seudónimo Herminia y a partir
de 1874, comenzó a publicar poemas con su nombre.
Salomé Ureña nos introduce, como mujer, poetisa, maestra y madre, a través del
estudio de su vida y de su obra, en uno de los períodos de la historia política,
cultural y social más cruciales del país, ya que su vida se desenvolvió entre
autoritarismo y aspiraciones liberales.
“Como poetisa y educadora representa un paradigma de lo deseable, alcanzando su
figura la cumbre de la realización moderna de la mujer dominicana”. Esta reflexión
del historiador Roberto Cassá nos confirma el rol de trascendente importancia como
figura femenina de transición y permanencia, que estaba llamada a representar la
poetisa, la maestra, la mujer de pensamiento y de sensibilidad patriótica.
Por problemas de salud Salomé Ureña cerró el Instituto de Señoritas en el año 1993.
“En abril de 1894, poco después del nacimiento de su hija Camila, la educadora
enfermó de neumonía y su vida se vio en peligro.
En junio de 1896, para cambiar de clima se estableció en Puerto Plata por un
tiempo. Al poco tiempo regresó a Santo Domingo y volvió a Puerto Plata, el 2 de
enero de 1897. El día 8 cayó en cama.
Los días eran difíciles porque ella estaba desbastada porque ya no hacia lo que le
apasionada educar y escribir poemas.
Pero luego…
La luz en la oscuridad
Salomé no fue solo una prominente escritora y educadora dominicana, sino también
una gran luchadora por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Su lucha la
convirtió en una mártir en su país y es recordada por su duro trabajo en favor de
la educación femenina. El 21 de octubre fue declarado «Día del Poeta» en su honor.
Salomé Ureña fue inspiración para las mujeres dominicanas porque demostró que los
pensamientos y ideas de las mujeres valen igual que la de un hombre que los
pensamientos de las mujeres no deben de quedarse en las sombras.Demostrando que las
mujeres somos capaces de lo que queremos lograr sin dejar que nadie nos diga cómo
hacerlo o qué hacer.
Pero como toda pareja tuvieron desacuerdos ellos sentían que no se entendían porque
tenían discusiones.Llegaron a dormí separados pero nunca dejaron de apoyarse
mutuamente cumpliendo sus responsabilidades como padres,esposo pero todo cambio
cuando tuvieron a su hija Camila que le dio fruto de paz a ese matrimonio.
A esta mujer ilustre debemos aproximarnos desde diferentes ópticas. Una visión
integral de la obra de Salomé Ureña se refiere a sus aportes a la educación de la
mujer, al pensamiento social y político a través de su poesía civilista y
patriótica, a su rol de mujer valerosa como jefa de familia en el contexto social y
familiar que le correspondió asumir.
Las dominicanas del siglo XXI recogemos ese legado y el ejemplo, potenciado por
logros que recrean la participación de las mujeres en los espacios antes vedados en
el campo de la educación, de la salud, de la participación política y cultural, que
tienen como ejemplo pionero a Salomé Ureña.
“Ella al menos mantuvo con su aliento de una generación los ojos fijos en el grande
ideal aún llena el viento la seductora magia de su acento, y aún hablará a los
hijos de los hijos…!”, escribió Gastón Deligne.