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Antropología

Introducción al estudio del hombre y la civilización


Capítulo XIV. “El mundo espiritual”
Edward Burnett Tylor

La religión es un elemento fundamental del quehacer antropológico y de una de sus grandes


incógnitas: la cultura. En torno a la religión se pueden encontrar estudios en toda la historia del
pensamiento; sin embargo, de forma estricta sólo aparecerán en las últimas tres décadas del siglo
XIX. El enfoque evolucionista mostrará que los primeros estudios de antropología de la religión se
referencian con la aparición de obras como Primitive Culture (Tylor) en 1871 y La rama dorada
(Frazer) en 1890. Para ese momento, los antropólogos abordan el fenómeno religioso desde el
modelo evolucionista de la biología y desde la filosofía positivista, ocupándose del pensamiento
mítico-religioso en las culturas originarias (no cultas o no civilizadas), concebidas como inferiores
respecto al hombre occidental moderno. En el espíritu científico de la época, se muestra la
evolución cultural, como un proceso progresivo natural y necesario que va desde la magia a la
religión y de la religión a ciencia o razón.

Edward Burnett Tylor (1832 – 1917) fue quien recogió bajo el concepto de animismo, los orígenes
de lo religioso. Su evolucionismo diferirá del de otros autores Spencer o Morgan, en que se enfoca
en los problemas relativos a la cultura y el trazo de la evolución de la religión a través de una base
cognitiva, más que en desarrollo de la organización social y la complejidad ligada a tal desarrollo.
Para ahondar un poco más de quien fue Tylor, puede decirse que fue el primero en adoptar la
palabra antropología del alemán y aplicarla al estudio de la cultura en interrelación con la biología.
Nació en Camberwell – Inglaterra, en una familia de clase media y perteneciente a la doctrina
religiosa de los cuáqueros, razón por la que no pudo acceder a las universidades de Gran Bretaña.

Su obra maestra es Primitive Culture publicada en 1871, esta contiene en las primeras líneas de su
capítulo inicial la definición de “cultura”, la cual ha sido citada ampliamente por los antropólogos.
Dos son las ideas principales de esta obra: La primera es que es posible reconstruir las culturas
antiguas de los pueblos a través de un estudio detallado del presente y de las “supervivencias” de
la cultura del pasado y la segunda es el concepto de animismo, ya mencionado anteriormente y el
cual será desarrollado a lo largo de este escrito, mediante el análisis del capítulo VIX “El mundo
espiritual” de su último libro Anthropology, publicado en 1881.

El mencionado capítulo abordará como el antropólogo puede llegar a entender los principios
generales de las religiones mediante el estudio de las nociones que poseen las razas inferiores
acerca del mundo espiritual, las cuales abarcan principalmente tres aspectos: La creencia en el
alma y su existencia después de la muerte, Los espíritus promotores del bien y el mal y los dioses
como reguladores de la vida.

Tylor parte de concebir el pensamiento religioso como el resultado de procesos ilusorios, ya que
conceptos como alma y espíritu, surgen, según él, de errores en la interpretación de los sueños y
de los estados alterados de conciencia, que permiten ver un estado de la cultura de los salvajes y
bárbaros, donde la concepción de su mundo es a partir, de lo que sus sentidos parecían decirles,
pero ignorantes de los verdaderos rudimentos de la ciencia.
Así pues, se muestra que el alma como fundamento de la religión aparece en una contestación
desde los sentidos a la cuestión de esclarecer lo que ocurre entre un estado de trance (desmayo o
síncope) y conciencia, entre el sueño y la vigilia o la vida y la muerte, que desde lo corporal y lo
subjetivo parecen no tener correspondencia. El autor brinda algunos ejemplos que permiten
materializar esta teoría: Los zulúes dirán que cuando un hombre muere, parte de su cuerpo una
sombra humana que se convierte en un espíritu de antepasado, o los malayos no despiertan al que
duerme, para no perturbar su cuerpo mientras su alma ha salido.

Luego el autor, presenta una serie de ideas, que van hilando su argumentación acerca de la teoría
de las almas, que constituye el principio del que surgen los varios sistemas de espíritus y dioses en
las religiones bárbaras y antiguas, entre ellas están:

1. El hecho de una confusión de las almas de hombres, animales y cosas. Allí, las cosas inanimadas,
se asumen como seres reales que deben tener almas, lo cual cobra valor al analizar por ejemplo los
ritos y sacrificios funerarios, cuando se entierran personas con armas, servidores, caballos, etc., al
fin de que lleve consigo sus almas. Además, se evidencia en los bárbaros un respeto y temor por
las almas de los muertos, reflejado en el cuidado que se les da a los cuerpos, con procesos como la
momificación, los sepulcros, la conservación de las cenizas, o por la majestuosidad de los
enterramientos prehistóricos y monumentos de piedras como los dólmenes, menhires y
cromlechs.

2. En la religión bárbara hay muchas suposiciones de lo que llega a ser el alma después de la
muerte, pero la mayoría convienen en que se encuentra en una parte desde la cual puede visitar a
los vivos y además, puede transmigrar en nuevos cuerpos y vivir de nuevo en la tierra, en forma de
humano o de animal.

3. Los espíritus de los muertos son considerados como seres divinos, con los cuales se mantiene
comunicación, se les puede hablar, alimentar y ofrendar (todo un culto de los antepasados),
acciones que se asocian al trasfondo de adjudicar a estos espíritus el poder hacer el bien y el mal.
A un mismo espíritu, puede atribuirse acciones benévolas o malas, una idea muy ligada a la
creencia que los primitivos tienen sobre las enfermedades y la teoría que desarrollaron para ellas,
en donde la posesión demoníaca es la causante y el exorcismo el método curativo ordinario.

4. La noción de los espíritus sirve para explicar lo adventicio y todas las cosas que suceden, sean
favorables o adversas. Así, como las causas de los fenómenos de la naturaleza (erupción de
volcanes, crecimiento de los árboles, crecida de los ríos), que los modernos invalidan desde la
observación de las leyes físicas de la gravedad, el crecimiento y la descomposición.

5. Del culto a los antepasados, surge la idea del antepasado divino que se extiende hasta
convertirse en divinidad suprema y de los espíritus de la naturaleza, se pueden distinguir grandes
dioses encargados de gobernar el universo: Firmamento, Cielo, Lluvia, Trueno, la Madre Tierra,
Mar, El Sol, Luna, El Fuego, Viento, Los Ríos; cada uno de los cuales con su propia personalidad
divina y finalidad en el mundo, llegan a explicar el politeísmo. Además, entre ellos hay categorías
inferiores, superiores y una deidad suprema. Así, también según se conciba el universo aparecen el
panteísmo (pone a la misma divina altura a una deidad suprema que reina sobre las demás) y el
monoteísmo (una solo alma divina anima el universo). Los principales actos del culto bárbaro son:
El rezo o la oración, los sacrificios, ofrendas, imágenes hechas a semejanza del hombre y fiestas.
6. La religión contiene dos aspectos: El filosófico y el moral. Al centrarse en este último, se puede
ver que muchas de las religiones bárbaras tienen poco que ver con la conducta moral, ya que si por
ejemplo un hombre cumple con los deberes para sus dioses, pero traiciona, asesina o roba a sus
vecinos, no hay una implicación de ser aborrecible ante ellos (esto se ejemplifica con los bandidos
que casi siempre llevan un relicario al cuello, y han tenido un santo especial de su devoción que los
favorece en sus trances). Pero en las naciones de mayor cultura, si son observables los efectos
prácticos de la religión en la conducta humana, por ejemplo: El culto a los muertos favorece y
fomenta los bienes morales, hay abstinencia de ciertas acciones por temor al castigo, enseñanzas
morales son reconocidas como deberes religiosos y la trasmigración se utiliza con efecto moral (los
perversos nacen ciegos, el ladrón será lisiado, etc.). Además, hay una creencia en que la vida del
hombre es seguida de un juicio, en el cual los malos serán condenados a miseria y los honrados
entrarán en la gloria.

A partir, de los puntos expuestos es importante considerar la persistencia de esta teoría de las
razas inferiores acerca de las almas en el mundo clásico, en las naciones más civilizadas y en la
propia actualidad, donde subsisten huellas, por ejemplo en la manera de nombrar como cuando se
describe que una persona está en éxtasis, y que vuelve en sí, o cuando se llama como sombras o
espíritus a las almas de los muertos. También en las patentes luchas que se han dado entre la
teoría espiritual de la enfermedad y la medicina con sus drogas y dietas o en la observación de las
leyes físicas para la explicación de fenómenos naturales, que desde otras formas de expresión
como la poesía y el folklore siguen dando importancia a la noción de los espíritus.

Así, mismo ocurre con el aporte de la obra completa de Tylor, que sigue siendo una referencia
indispensable para la antropología desde su noción de cultura, así su matriz de pensamiento
fundamentada en la similitud básica de todas las mentes humanas, la llamada doctrina de la
unidad psíquica de la humanidad fuera refutada, con la línea progresiva evolutiva que proponían.
Lo cual demuestra nuevamente, que las creencias que en un tiempo fueron tan poderosas, pueden
llegar a desaparecer y ser reemplazadas por otras, pero que lo que queda por resaltar es el hecho
de este autor, cuestionarse como se evidencia en este capítulo acerca de las creencias del mundo,
en cuanto a la religión que ha permeado al hombre y le ha servido para dos grandes fines: el
enseñarse a pensar sobre sí mismo y sobre el mundo que lo rodea, y el constituirse en su guía
práctico.

Además, el texto es una invitación implícita a cuestionar la historia de las religiones y sus estados
álgidos o de decadencia, que radican en causas profundas de la inteligencia de los hombres, que
logran comprender como el mal que las pude llevar a desaparecer era un mal interno que radicaba
en ellas mismas. Es decir, aquellas religiones que no pueden mantenerse al frente de la ciencia y la
moral, ceden su puesto en las naciones una creencia que enseña a vivir mejor, y que brinda un
conocimiento más elevado de la vida, como lo concluye el capítulo.

Referencia:

Tylor, E. B. (2017). El mundo espiritual. En Antropología: introducción al estudio del hombre y de la


civilización (pp.399- 437). Maxtor.

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