Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
United in Ashes
United in Ashes
Sinopsis
Aclaración
Advertencia
Epígrafe
Capítulo 1. Carrington
Capítulo 2. Sebastian
Capítulo 3. Carrington
Capítulo 4. Carrington
Capítulo 5. Sebastian
Capítulo 6. Carrington
Capítulo 7. Sebastian
Capítulo 8. Carrington
Capítulo 9. Carrington
Epílogo
Gracias
Agradecimientos
Sobre la autora
Mi hermanastra es la espina que tengo clavada y la única cosa que he querido y
que no he podido tener.
La he destrozado para asegurarme que de Woodsboro no queden más que
cenizas.
A medida que se revelan los secretos y los amigos se convierten en enemigos,
una cosa está clara.
Carrington Jane no era el enemigo.
Resulta que era la única en la que podía confiar.
Este trabajo es de fans para fans, ningún participante de ese proyecto ha
recibido remuneración alguna. Por favor comparte en privado y no acudas
a las fuentes oficiales de las autoras a solicitar las traducciones de fans, ni
mucho menos nombres a los foros o a las fuentes de donde provienen estos
trabajos.
1 La academia oscura es una estética y subcultura de los medios sociales relacionada con la educación superior, la escritura/poesía, las artes
y la arquitectura clásica griega y gótica. La subcultura se asocia con el arte antiguo y la literatura clásica.
Para todos los que aman un poco o mucho lo tóxico.
MI VISIÓN SE NUBLA y ya no tengo miedo. El humo llena el mausoleo en el que
estoy encerrada y aunque he retrocedido hasta la esquina, las llamas me lamen. Mi
respiración es superficial, y mis párpados se sienten pesados.
Oigo a Sebastian gritarme que aguante. Aguantar por él. El sonido de mi
hermanastro golpeando la puerta no es suficiente para evitar que mis ojos se
cierren. Escucho voces apagadas y, a pesar de que parece que no puedo abrir los
ojos, el pánico llena mi pecho una vez más. No sé quién me agarró y me tiró aquí,
y tengo tanto miedo de que hayan vuelto por Sebastian.
―¡Fuera de mi puto camino! ―Sebastian brama.
―¡Jesús, Bash! Estamos tratando de ayudar ―oigo gritar a Wilder cuando la
puerta se abre y se golpea contra la pared. Toso, jadeando por aire y de repente
estoy tan cansada y postrada contra la pared de piedra. No sé por qué Wilder
regresó, pero estoy agradecida de que lo haya hecho.
―Mierda, mierda, mierda ―sisea Sebastian mientras me levanta. Acuna la parte
de atrás de mi cabeza y sostiene mi cara contra su pecho. Sus rápidos movimientos
son discordantes, pero aun así no es suficiente para ayudarme a salir de esta bruma.
Puedo escuchar y sentir todo lo que sucede, pero no puedo hablar ni lograr que
mis ojos se abran.
―¡Tu pierna! ―Nathaniel exclama y escucho una pelea―. Mierda, te quemaste
los pantalones. ¿Incluso sientes eso?
—Quítate de encima —espeta Sebastian ignorando su pregunta y sigue
caminando―. Es superficial, pero ella todavía está respirando ―dice bruscamente,
y puedo escuchar el pánico desmedido que está sintiendo. Sebastián no se asusta.
Se enfurece, y eso me dice todo lo que necesito saber. Estoy en graves problemas,
y él lo sabe.
―Te tengo. Si aguantas por mí, te compensaré por cada puta cosa que te he
hecho. Me arrastraré como Declan dijo que haría. Ni siquiera sé lo que eso significa,
pero lo haré por ti. ―La respiración de Sebastian es dificultosa ya que sus susurros
son apenas audibles mientras presiona su boca contra un lado de mi cabeza―.
Quédate conmigo bebé. Tengo un montón de mierda que decirte. ―Me aprieta
contra su pecho cuando su voz se tensa y se quiebra con las palabras―. Por favor,
no me dejes, Carrington Jane.
Lucho por abrir los ojos. Quiero decirle que está bien, que todo estará bien, pero
no pasa nada. Su voz suena lejana por un momento, y luego todo lo que escucho
son los latidos de su corazón antes de caer en la inconsciencia.
2
Se refiere Amar.
salvar mi vida. Se acerca tranquilamente a los pies de mi cama―. Esto no va a
parar aquí. Te hemos vigilado las 24 horas del día, asegurándonos de que nadie
pueda llegar a ti. Quienquiera que esté haciendo esto no se detendrá hasta que
no puedas contar sus secretos.
Abro la boca para hablar, pero las palabras no salen. Dejo escapar otra tos que
hace ruido en el pecho y es solo entonces que Sebastian suelta mi mano. Agarra
la parte de atrás de mi cuello y coloca su otra palma en mi pecho, abrazándome
mientras inhalo con dificultad.
―Te tengo ―la voz ronca de Sebastian es reconfortante y familiar. Casi como
si lo hubiera escuchado decirme esas palabras antes.
―¿A quién estás protegiendo? Blaine está bajo 2 metros de profundidad. No
puedes ayudarlo más. Tienes que preocuparte por ti misma. ― dice Cruz cuando
dejo de toser. Trato de tomar una bocanada de aire, pero se siente como si tuviera
algodón en mi garganta y en mis pulmones.
Decido en ese momento que necesito sincerarme con todo lo que sé. Él tiene
razón. Guardar secretos solo pone a todos en peligro.
―Sebastian. Estoy protegiendo a Sebastian. ―Me obligo a sentarme
completamente―. Tal vez deberían irse para que podamos hablar. ―Miro a
Declan porque si alguien puede hacer que el grupo esté de acuerdo con algo, es
él.
―Lo que sea que tengas que decir, puedes decirlo frente a ellos―dice
Sebastian, inclinándose para estar a la altura de mis ojos―. Sé que me odias ahora
mismo, y eso está bien. Me importa un carajo. Mi única prioridad es asegurarme
de que estés a salvo. Dinos lo que sabes, cariño. ―Odio la forma en que mi cuerpo
responde a su voz, la forma en que me mira. Aunque sé que este es otro de sus
juegos mentales, no quiero nada más que acercarlo a mí y besarlo hasta que no
pueda mover mis labios.
―Se van a besar ―susurra Nathaniel lo suficientemente alto como para incitar
a Sebastian a alejarse de mí bastante como para mirarlo.
―Haré lo que me dé la gana con ella, donde quiera. Cierra la puta boca para
que pueda decirnos lo que sabe —exige Sebastian, pero Nathaniel solo le sonríe.
Los ojos de Sebastian están de vuelta en los míos y es difícil concentrarse cuando
una de sus manos agarra mi muslo. Incluso a través de la manta, siento su calor,
la necesidad que tiene de mí.
Me muerdo el labio y luego decido quitarme la tirita.
―Cuando te acostaste con la hermana de Talon y no la reconociste después de
eso, ella no pudo hacerle frente y comenzó a actuar de muchas maneras ―digo
las palabras lentamente porque veo la mirada confusa en el rostro de Sebastian―.
Blaine estaba tratando de ayudarla. Se encontraba con ella una vez a la semana y
bajaban a los acantilados solo para hablar. Me preguntó si podía decir que estaba
conmigo para que Talon no se metiera en medio de esto.
―¿Cuándo fue esto? —pregunta Declan.
―Antes de que la enviaran lejos… ―empiezo, pero la mano de Sebastian
agarra mi pierna con más fuerza, claramente queriendo que mi atención vuelva
a él.
―No me follé a la hermana de Talón ―espeta Sebastian―. No antes. No
después de… jamás.
―Tal vez estabas borracho ―ofrece Wilder, pero rápidamente se calla cuando
Sebastian, Cruz y Declan lo miran fijamente.
Nathaniel claramente no puede leer la habitación porque sus ojos se cierran
mientras sonríe hacia el techo, tratando de procesar lo que sea que esté pasando
por su cabeza. Él suelta una carcajada, claramente pensando que es mucho más
divertido que cualquiera de nosotros cuando agrega:
―Nunca he estado tan borracho. ―Wilder resopla, tratando de contener la
risa, pero eso solo incita a Nathaniel a seguir―. Parece que alguien le puso una
peluca y un par de tetas a Talon. ―Se ahoga, fingiendo que va a vomitar y la
habitación rápidamente vibra con el ruido de él y Nathaniel contando chistes a
expensas de Talon, Delaney y Declan tratan de callarlos.
―¡Oye! ―chasqueo, arrancando mi mano lejos de Sebastian y aplaudiendo,
tratando de conseguir la atención de todos―. Me han estado acosando desde que
Blaine murió para decirles lo que sé. Lo menos que pueden hacer es escuchar lo
que estoy diciendo.
―Él dijo que ella se estaba volviendo loca porque pensaba que te preocupabas
por ella. Lo cual, en retrospectiva, debería haberme preguntado por qué una chica
pensaría que realmente te preocupas por ella. ―Miro a Sebastian y su mirada se
endurece. Toma una respiración rápida y corta. A pesar de sus juegos y del hecho
de que dice que quiere que me someta a sus demandas, que me doblegue a su
voluntad, a Sebastian McCoy le gusta cuando peleo con él.
»»Blaine dijo que se volvió suicida y que se automedicaba. Nunca dijo lo que
ella estaba usando o lo que estaba pensando en hacer. Debe haber sido malo si él
estaba escabulléndose, encontrándose con ella y tratando de ayudarla, ¿sabes? Y
luego la enviaron a la sala psiquiátrica del campus, así que no sé por qué
necesitaba usarme como tapadera la noche que murió. Ella no habría podido irse,
¿verdad?
―¿Es ahí donde está? ―Claramente desperté el interés de Delaney porque
desvía su atención de tratar de suavizar las arrugas de la camisa de Nathaniel. Él
la está mirando con los ojos más dulces, y ella no parece darse cuenta. Mis ojos
saltan a Cruz porque incluso con el estado de desorden que me rodea, realmente
quiero saber qué está pasando entre los tres. Sus ojos están fijos en el perfil de
Nathaniel y parece enfadado. Él mira hacia otro lado cuando Delaney mira
alrededor de la habitación para evaluar las reacciones de todos y agrega―.
Quiero decir, ¿tenemos pruebas de que ella realmente ha sido admitida? Ya sabes
cómo le gusta a Woodsboro encubrir las cosas.
―Así que tiene que ser Talon, ¿verdad? Está enojado porque su hermana
terminó en un pabellón psiquiátrico y culpa a tu familia. Y técnicamente, CJ es
una McCoy ―sugiere Cruz, moviéndose hacia la ventana. La abre y enciende su
cigarrillo. Observo mientras da una calada profunda y sus ojos se cierran como
si fuera la cosa más preciada que jamás haya probado.
―¿Por qué Talon querría mantenerlo en secreto? Quienquiera que sea quiere
que CJ mantenga la boca cerrada ―Wilder se encoge de hombros y cuando todos
tienen expresiones de sorpresa en sus rostros, se ríe―. No soy tan tonto como
pretendo ser.
―Todos cállense la puta boca ―dice bruscamente Declan, caminando unos
pasos de un lado a otro al pie de mi cama antes de agarrar la piecera. Las venas
de sus manos sobresalen bajo su agarre mortal sobre el latón. Para mí está claro
que Declan tiene tanta rabia viviendo dentro de él como los otros Lobos.
Simplemente la aprovecha, se alimenta de ella, la mantiene dentro de él en lugar
de arremeter contra ella―. No tengo claro nada de esto, CJ. Tienes que contarnos
todo. ¿Qué tiene que ver Sebastian con la maldita hermana de Talon y con la
noche en que Blaine murió?
Me aclaro la garganta y estoy agradecida cuando Delaney me entrega la botella
de agua.
―Honestamente, no lo sé. Ese es el único secreto que estaba guardando.
Originalmente, pensé que Blaine estaba con Elizabeth Sanderson esa noche, pero
luego descubrí que había sido ingresada en la sala psiquiátrica, por lo que no
habría podido verlo. Me hizo prometer que no le contaría a nadie sobre las
reuniones con Elizabeth porque dijo que se culparía a Sebastian por la forma en
que ella estaba en espiral y que empeoraría la tensión entre Sebastian y Talon.
—Nunca la toqué —dice Sebastian en voz más baja esta vez, su mano se acerca
a mi mandíbula e inclina mi rostro hacia arriba para mirarlo. Su expresión es
dura, pero sus ojos buscan mi rostro―. ¿Eso es lo que estabas escondiendo? ¿Me
dejaste atormentarte porque pensaste que me iban a culpar?
―Estoy completamente a favor de que te rebajes, pero ahora no es el momento
―interrumpe Declan antes de que pueda responderle a Sebastian―. ¿Estás
segura de que Blaine no te dijo nada que pudiera meter a alguien más en
problemas?
―¿Y si es su hermana? ―sugiere Nathaniel―. Tal vez toda la táctica de tratar
de mantener a CJ callada es solo para asustarla. Podría ser un juego, y tal vez ella
principalmente está apuntando a CJ porque todos saben que ella es lo único que
le importa a Sebastian.
―Sí, quiero decir que, si ella está tan obsesionada con Sebastian, tendría
sentido que CJ fuera el objetivo ―coincide Delaney, lo que hace que Nathaniel
prácticamente sonría.
Niego con la cabeza.
―No pude ver quién me arrojó a la cripta, pero no era de mi tamaño.
Quienquiera que haya sido, era más grande que yo. Al principio pensé que era
uno de ustedes porque estaba huyendo de Sebastian, y les gusta evitar que lo
haga. ―No miro a ninguno de ellos en particular―. Pero una vez que me di
cuenta de lo que estaba pasando, ya era demasiado tarde.
―¿Puedes tener acceso al edificio psiquiátrico? ―Sebastian le pregunta a
Delaney que no pierde el ritmo.
―Puedo tener acceso a cualquier lugar al que necesitemos ir en este campus.
―Ella endereza su postura y mira a Declan, como para ver si él aprueba colarse
en la sala de psiquiatría. Él está mirando a Sebastian, sin embargo, no puedo leer
lo que están pensando los dos.
―Lo comprobaremos mañana ―dice finalmente Declan.
―¿Por qué no esta noche? ―pregunto―. Estaré bien aquí por unas horas
―Porque no podemos simplemente entrar allí como si fuéramos dueños del
lugar, a pesar de lo que mi hermana pueda pensar. ―Declan inclina la cabeza
hacia Delaney, quien solo sonríe brillantemente, sin vergüenza de que ella crea
absolutamente que puede entrar allí a plena luz del día y arrojar su apellido a
cualquiera que lo pregunte―. El baile formal de Kappa Alpha es mañana por la
noche. Todo el personal de turno estará en la ceremonia esa noche. Podemos
hacer una aparición y luego algunos de nosotros escaparnos para ver qué
podemos descubrir… ―se calla y sus ojos rebotan de Nathaniel a Wilder―.
Algunos de nosotros podemos quedarnos para crear una distracción.
―Eso es todo para lo que crees que somos buenos, ¿eh? ¿Una distracción?
―Wilder sonríe, pero hay un destello de dolor mezclado con ira en sus ojos que
no recuerdo haber visto antes.
Sebastian debe sentir que algo está pasando porque no le dice a nadie en
particular:
―Genial. Tenemos un plan. Inclina la cabeza para hablarme solo a mí―.
Vendrás a casa esta noche ―dice Sebastian, retirando las sábanas, y estoy
agradecida en ese momento de que alguien me haya vestido con una de las
camisetas de Sebastian.
―¿Te sientes lo suficientemente bien como para irte? ― me pregunta Delaney,
y sé en ese momento que peleará con Sebastian si digo que no. Me siento débil y
todavía estoy tosiendo aquí y allá, pero preferiría estar en mi propia habitación
que en esta habitación fría y monótona. Mi habitación. No puedo volver a mi
habitación, no después de lo que pasó. No puedo ir con Sebastián. No confío en
él con mi corazón, y no estoy en condiciones para fingir que no estoy enamorada
de él.
―Sí ―balanceo mis piernas sobre la cama y rezo en silencio para que aguanten
mi peso cuando Sebastian me ayude a bajar. Inclino mi cabeza hacia Delaney y
pregunto―. ¿Puedo quedarme contigo hasta que resolvamos esto? No estoy
segura que estaré a salvo sola en mi habitación.
Abre la boca para responder, pero se detiene en seco cuando Sebastian levanta
mi cabeza para mirarlo.
―Te vas a quedar conmigo, y no voy a discutir sobre eso. Tu perteneces a mi
lado. Nunca has pertenecido a ningún otro lugar.
―Sebastian ―empiezo, pero él me interrumpe tomando mi rostro entre sus
manos y bajando su boca hacia la mía para un beso breve, pero apasionadamente
rudo.
―Vas a venir a casa conmigo. Vamos a discutir por lo que quieras pelear hoy, y
luego te follaré y te llenaré con mi semen hasta que olvides por qué estás enojada
conmigo. ―Prácticamente gruñe las palabras justo en frente de todos. Lo que es
aún más jodido, es que su tono convierte mis entrañas en lava fundida
JODER, NECESITO PELEAR, pero Declan tomó la decisión ejecutiva de cancelar
todas las peleas hasta que averigüemos quién intentó matar a Carrington. El fuego
en el cementerio llamó demasiado la atención sobre el bosque donde tenemos las
peleas.
Sé que tiene razón, pero estoy tan nervioso que si no golpeo a alguien hasta
romperle el cráneo o enterrarme dentro de mi hermanastra, voy a estallar. Tenía
toda la intención de ponerme de rodillas, disculparme por todo lo que le había
dicho o hecho, excepto por follarla, porque nunca me arrepentiré de esa mierda.
No tuve la oportunidad, porque tan pronto como la llevé de vuelta a mi
dormitorio, se metió en mi cama y se durmió.
Soy un bastardo egoísta y sin corazón, pero incluso yo sabía que necesitaba
descansar y no aguantar más mi mierda. Caí en un sueño profundo con ella
acurrucada contra mi pecho, y como estaba durmiendo, no puso ningún muro
entre nosotros. Me desperté con Nathaniel prácticamente arrancando mi puerta
de las bisagras para apaciguar a Delaney. Mientras me ocupaba de él y de la
maldita puerta, Delaney sacó a Carrington de mi habitación y la llevó por el
pasillo. Estaba a mitad de camino por las escaleras de la fraternidad cuando
Declan me detuvo.
Aparentemente, Delaney había designado a Wilder como su guardaespaldas
para que pudieran prepararse para la fiesta de esta noche. Todo el maldito día,
aparentemente ese es el tiempo que tardan las chicas en cepillarse el pelo y escoger
un vestido.
Y ahora estoy en este jodido infierno viviente.
Miro alrededor de las intrincadas escaleras que conducen al anfiteatro desde
todos los lados del edificio. Es el centro del campus, y Kappa Alpha ha sacado
todas las campanas y silbatos para este estúpido baile formal. Incluso aquí, hay
lámparas de lujo, arreglos florales y carritos de bebidas. Solo puedo imaginarme
en qué mierda me meto una vez que entro. Odio estas malditas cosas, pero Declan
probablemente tenga razón. Si vamos a averiguar qué está pasando, tenemos que
pasar desapercibidos.
―Parece que vas a destrozar este lugar con tus propias manos ―dice Cruz,
palmeándome el hombro con una risa baja. También odia a todos y a todo, así que
probablemente sea el único que entiende cómo me siento en este momento. Ya
tiene la corbata desabrochada y no llevamos ni veinte minutos.
―Wilder está teniendo una mala vida en este momento. Delaney le hizo hacerse
la pedicura y le depiló las cejas. ―No sonrío, pero mi labio superior se contrae
ante la imagen. Bien. Eso es lo que se merece ese hijo de puta por no decirme
dónde estaban cuando se lo pedí.
Cruz me da un codazo mientras se aclara la garganta, y suceden dos cosas
cuando levanto la mirada y veo a Carrington Jane subiendo las escaleras. Mi
pecho se contrae y mi polla se endurece instantáneamente.
Siempre es jodidamente hermosa, pero esta noche, Dios mío, es impresionante.
Me resulta casi doloroso mantener mis manos alejadas de ella mientras la veo
agarrarse del brazo de Delaney para estabilizarse mientras se dirige hacia
nosotros. Lleva puesto un vestido verde oscuro con tirantes finos que abrazan sus
hombros delgados. Ya he decidido que cuando la tenga a solas, esos tirantes son
lo primero que voy a rasgar en ese vestido. Wilder va detrás de ellas ataviado con
un esmoquin, en lugar de los trajes que el resto de nosotros optamos.
Mis ojos recorren su rostro y me doy cuenta de que está haciendo todo lo posible
para no mirarme a los ojos. Definitivamente me ha visto porque soy la única
maldita persona que puede hacerla sonrojar con solo mirarla. Doy un paso
adelante, completamente preparado para decir a la mierda y arrastrarla escaleras
abajo y follarla hasta que me perdone, pero Cruz me bloquea con su brazo.
―Dale tiempo. Ella ha pasado por mucho ―dice Cruz, llevándose una cerveza
a los labios y entregándome una sin abrir―. Vas a joder aún más las cosas si la
inclinas sobre la barandilla ahora mismo. ―Él me conoce demasiado bien.
Observo cómo Delaney le dice a Carrington que se dé la vuelta mientras ella le
ajusta la cremallera. El largo cabello negro de Carrington está rizado y suelto,
espolvoreando su espalda baja cada vez que se mueve. Y ese vestido. Mierda. Su
espalda está desnuda, y la seda abraza su trasero como si estuviera hecha solo
para ella. No sé si quiero arrancárselo primero o si quiero arrancar cada par de
ojos masculinos que miran en su dirección. Nathaniel interrumpe mis
pensamientos cuando lo veo subir las escaleras saltando, sus ojos están
completamente iluminados y sonríe mientras observa el extravagante vestido
plateado que lleva Delaney. Declan está detrás de él, sus ojos escaneando cada
punto de entrada, su comportamiento es distante mientras se desabrocha la
chaqueta con una mano. Todo sucede demasiado rápido para que yo interceda.
―¿Mucho? ―Delaney sonríe mientras camina hacia Cruz y hacia mí, y
mientras la miro con ceño, él toma un sorbo de su cerveza.
―Dios, eres tan jodidamente transparente. ―Me señala con un dedo que parece
como si la uña hubiera sido decorada y ahora me doy cuenta de por qué les tomó
todo el puto día arreglarse.
―¿Vas a ser una perra entrometida toda la noche, o vas a salir de mi polla
pronto? ―pregunto maliciosamente.
―Irrespetuosamente, no hay ningún escenario en el que estaría cerca de tu
polla. ―Delaney se encoge de hombros antes de quitarle elegantemente la cerveza
de la mano a Cruz. Su pulsera de plata con un millón de malditas baratijas
colgando de ella se desliza por su delgado antebrazo con el movimiento. Su
cabello casi blanco está recogido en una especie de pinza para el cabello y los
mechones sueltos cuelgan enmarcando su rostro.
Ella bebe toda la cerveza que él había estado tomando y mantiene sus ojos en
los de él mientras traga, respirando por la nariz. Ella le entrega la botella vacía con
una brillante sonrisa antes de volverse hacia mí.
―Me agradecerás más tarde por entrometerme. Ella está en alerta máxima en
este momento, protegiendo su corazón porque has sido un imbécil bárbaro
durante, oh, no sé, todo el tiempo que la has conocido. Necesitas recomponerte,
revisar tu jodida actitud y disculparte por… ―se apaga, arrugando su nariz
respingona con disgusto mientras deja que sus ojos me evalúen―. Solamente por
todo. Pide disculpas y espera lo mejor.
―Si es tan jodidamente malo, ¿por qué estás tratando de ayudarlos a resolver
la mierda? ―Cruz interviene, tirando del botón superior de su camisa blanca. Le
doy quince minutos más antes de que abandone esta ceremonia sin sentido. Sé
que debemos concentrarnos en ser vistos aquí, y luego tratar de averiguar dónde
está la hermana de Talon y encontrar quién atacó a Carrington, pero todo en lo
que puedo pensar es en dejarla sola.
Delaney suspira antes de acercarse a Cruz. Veo que todo su cuerpo se pone
rígido cuando ella estira la mano y le desabrocha los dos botones superiores de la
camisa antes de pasar las manos por las arrugas de la parte delantera de la camisa.
Ella finalmente responde a su pregunta cuando dice:
―Porque a veces las personas son el uno para el otro. Simplemente encajan.
Nunca funcionarían con nadie más, aunque se hicieran pasar por un infierno.
―¿Dijo algo sobre mí? ―Digo e instantáneamente me arrepiento cuando veo la
sonrisa en su rostro.
―¿Me estás pidiendo consejos sobre citas? ―Ella sonríe, sus hoyuelos se
muestran, y prácticamente burbujea de alegría perversa a mi costa―. ¿Quieres
saber lo que pienso? ―Ella es demasiado jodidamente atolondrada para alguien
que se yergue sobre tacones más altos que ella.
Me aclaro la garganta y le entrego a Cruz mi cerveza sin abrir.
―No. ―Su cara cae, y paso mi mano por mi frente, porque ¿qué diablos estoy
haciendo? No hay manera de que pueda cambiar la intensa forma en que
reacciono ante Carrington. Podríamos estar juntos durante cincuenta años y
todavía querría asesinar a cualquiera que la toque—. Terminé de tratar contigo —
digo, agitando la mano—. Mantente fuera de mis putos asuntos. Yo solo…
―¿Qué harás? ¿Seguirás deslumbrándola con tu brillante personalidad?
Miro a Cruz, que se esfuerza por no reírse, y luego fulmino con la mirada a
Delaney. Soy plenamente consciente de que solo estoy enojado con ella porque
siempre tiene la razón. Ella y Declan son irritantes de esa manera, así que decido
herir sus sentimientos de todos modos.
―¿No deberías estar decidiendo con cuál de las pollas de “Los Lobos” vas a
atragantarte esta noche en lugar de ponerme de nervios?
―La noche es joven, Sebastian. Las posibilidades de chupar pollas son infinitas
—dice con una brillante sonrisa mientras se encoge de hombros como si mis
palabras cortantes no la afectaran. ―Mientras no sea la tuya, estaré absolutamente
encantada. ―Ella guiña un ojo, agarrando a Cruz por el brazo y llevándolo al arco
del anfiteatro donde la gente todavía está llenando la sala principal.
Cierro los ojos e imagino a Delaney dando volteretas por las escaleras y
aterrizando sobre su cabeza mientras tomo una respiración profunda. Sacudo los
hombros y me dirijo hacia la entrada. Será mejor que Carrington Jane esté lista.
―TE ves preciosa, CJ. ¿Te gustaría bailar? ―Escucho a un imbécil preguntar
mientras me acerco. Carrington está sentada en una mesa redonda cubierta de
seda con Wilder y Nathaniel. Declan ha vuelto a desaparecer y sé que
probablemente debería ir a buscarlo. Su único defecto es que cree que es mejor
hacerlo todo él mismo, lo que normalmente no sería un problema, pero estamos
lidiando con la mierda del siguiente nivel en este momento. No sabemos quién
es el próximo objetivo, y podría ser cualquiera de nosotros. Sin embargo, no me
alejaré de Carrington. Nunca más. No por nadie.
―En realidad estoy un poco cansada ―Oigo decir a Carrington mientras me
coloco detrás de ella, escuchando atentamente y haciendo todo lo posible por
controlar mi temperamento. Con todo lo que está pasando, probablemente no
necesitemos que provoque una escena ahogando a este imbécil frente a toda la
fraternidad y sus citas. No sé quién es este hijo de puta, pero es lo suficientemente
tonto como para inclinarse, su codo descansa sobre la mesa y la parte superior de
su cuerpo está invadiendo su espacio personal. Él está tratando de intimidarla
para que haga lo que quiere, y eso no va a suceder.
―Oh, vamos, una chica tan bonita como tú no debería estar sentada toda la
noche. ―Extiende la mano para tocar uno de los mechones de cabello que
cuelgan sobre su hombro. Ahí está, la maldita razón por la que Declan me va a
dar una reprimenda por golpearle la cara a este tipo sin decir una palabra.
Camino alrededor de la silla de Carrington, dejando que mi mano se deslice
debajo de su cabello y tome la parte posterior de su cuello posesivamente. A la
mierda darle su espacio y todo esa cursilería de mierda que Delaney me dijo que
hiciera. Ella es mía, y este hijo de puta necesita saberlo.
En lugar de ponerse rígida bajo mi toque, siento que ella se relaja, y ahí es
cuando me doy cuenta de que le gusta este lado mío. Carrington Jane estaría
mintiendo si dijera que no se siente atraída por la rabia que tengo dentro de mí.
Le gusta la forma en que destruiría cualquier cosa por ella, incluso cuando
quisiera arruinarla yo mismo.
―¿Todavía quieres bailar, imbécil? ―Imitando su lenguaje corporal, me
inclino hacia él y lo fulmino con la mirada, frunciendo el ceño. Al instante corrige
su postura y retrocede un paso, y puedo discernir la energía nerviosa que
acompaña a su risa forzada incluso por encima de la música que está sonando.
Me doy cuenta de que es un Kappa cuando veo la insignia de la fraternidad que
lleva en la corbata, pero no sé dónde lo he visto antes.
―Lo siento, Bash. No pretendo hacer daño —dice suavemente, recuperándose
rápidamente de su sorpresa inicial. Usa mi apodo como si fuéramos los mejores
amigos, pero no lo reconocería si me cayera encima de él.
Lentamente me enderezo y me muevo para colocarme detrás de Carrington,
dejando que mis manos descansen sobre sus hombros desnudos. Muevo su
cabello hacia un lado y rozo los nudillos de una de mis manos contra su cuello
mientras lo miro fijamente. Quiero que vea lo que puedo hacer. Quiero que vea
lo que ella nunca le permitirá hacer. Envuelvo mis dedos alrededor de su
garganta y aprieto ligeramente, y mi polla se endurece instantáneamente cuando
inclina su cabeza hacia mi agarre y traga con fuerza. El imbécil me sonríe cuando
dice:
―Veo que te has hecho cargo por Blaine. ―y aunque sé que nunca tuvo nada
romántico con mi hermano, la insinuación es suficiente para que me agite
irracionalmente.
―No vuelvas a hablar con ella. ―Aprieto los dientes, pero mis manos siguen
siendo suaves y una de sus manos se posa sobre la mía que todavía está
ahuecando su hombro.
Él no responde, pero hace todo lo posible por escabullirse luciendo como el
cobarde que es. Wilder comienza a aplaudir lentamente, a ponerse de pie y a
hacer un espectáculo de sí mismo y de toda nuestra mesa. Algunas personas se
unen, pero la mayoría de las personas que se han dado cuenta parecen
confundidas. Incluso por encima de la charla y la música sin sentido, más
personas se dan cuenta y se vuelven y nos miran, lo que hace que Carrington
trate de ocultar su rostro entre sus manos.
Pongo mi mano en su cabello y tiro lo suficientemente fuerte como para hacer
que me mire. Puedo ver el deseo que tiene por mí allí. Se muerde el labio inferior
y gimo, enroscando mis dedos con más fuerza en su cabello. Si sigue mirándome
de esa manera, no voy a poder controlarme. Voy a inclinarla sobre esta mesa y
enterrar mi polla tan profundamente en su coño que ningún otro idiota se
atreverá a acercarse a ella.
―¿Incluso escuchas? ―Delaney me regaña mientras se desliza hacia la mesa,
y esta vez Nathaniel la sigue. ―Dije que seas un caballero, no un neandertal.
—Sí, al diablo con esa mierda —digo agachándome entre su silla y
Carrington―. Necesito hablar contigo. En privado. ―Mi voz es tan ronca por el
deseo que incluso yo puedo escuchar la necesidad que tengo por la chica frente
a mí. Estoy mirando a Carrington, buscando en sus ojos alguna indicación de sus
sentimientos por mí, pero sus muros están levantados. Tiene miedo de que la use
para hacerme sentir mejor y luego volverme en su contra como lo hice en el
pasado.
―Quiere decir que quiere follar ―le informa Wilder a Carrington, pero lo
suficientemente alto como para que todos los enterrados en el jodido cementerio
lo escuchen. Lo que inspira a Nathaniel a resoplar porque se esfuerza mucho por
no reírse. No tengo la energía para lidiar con él, pero miro cuando veo
movimientos erráticos de reojo. Estoy feliz de ver a Nathaniel sosteniendo a
Wilder mientras Delaney intenta quitarle la petaca de las manos.
Coloco mi mano en el muslo de Carrington que está expuesto por la abertura
en su vestido. Gimo, deslizando mi palma por su piel sedosa y solo
deteniéndome cuando ella aprieta sus piernas para cerrarlas. Ella me conoce
demasiado bien. No tengo reparos en empujar sus bragas a un lado y follarla con
los dedos hasta que se corra duro.
―Deberías aceptar mi oferta de irnos, ambos sabemos que tus piernas se
abrirán para mí incluso si no quieres ―le susurro, pero mi tono es tan terminante
que veo sus ojos agrandarse. Necesito sentirla, abrazarla. Necesito que diga que
es mía, aunque no esté segura de querer serlo. Necesito saber que ella siente esta
atracción magnética entre nosotros.
—Ahuyentaste a ese otro chico, así que creo que me debes un baile —dice
finalmente, y solo escucharla mencionarlo me hace clavar mis dedos en la piel
flexible de su muslo. Huele tan jodidamente bien, y solo quiero enterrar mi cara
en su dulce coño y lamerla hasta que no pueda caminar. Se siente fenomenal en
mis manos. Su piel es suave y flexible, y quiero saborearla. Llevo demasiado
tiempo privado de ella. Joder, la necesito para poder respirar, y ella lo sabe. Ella
tiene todo el poder, pero estoy dividido entre querer desgastarla, hacer que se
vaya conmigo como le he exigido y ceder y darle lo que está pidiendo.
―Voy a terminar matando a todos los hombres en Faircliff si sigues usando
vestidos como este ―le digo contra su oído mientras me pongo de pie y extiendo
mi mano hacia ella indicándole que le daré el baile que ella quiere. No me molesto
en decirle que tan pronto como termine la canción, tendrá un par de opciones y
todas girarán en torno a mí llenando uno o todos sus agujeros con semen.
―Estaba pensando en usar esto para mis clases el lunes ―dice con ligereza,
encogiéndose de hombros en mis brazos. La acerco a mí y le inclino la cabeza
hacia atrás para que me mire a los ojos. Sus firmes tetas presionan contra mi
pecho, y levanto la mano que no está fija en la piel desnuda de su espalda baja y
rozo el costado de su pecho. No lleva sostén y puedo sentir el calor de su piel a
través de la seda del vestido. Echo mi pecho hacia atrás, lo suficiente para poner
mi mano entre nosotros. Ella jadea cuando ahueco todo su pecho. Aprieto mis
dedos y bajo mi cabeza para gemir contra su oreja. Siento su escalofrío y su pezón
endurecerse contra el centro de mi palma.
Beso su cuello con menos delicadeza y luego sonrío contra su dulce piel.
―El único lugar donde se debe ver ese vestido es en nuestro dormitorio. ―Uso
la palabra nuestro a pesar de que ella probablemente no estaría de acuerdo de
buena gana. Sé que eso cambiará pronto. Tiene que hacerlo, o voy a perder la
cabeza.
Ella no sonríe, pero no espero que lo haga. La estoy desafiando a entrenar
conmigo. Justo cuando creo que está a punto de hacerlo, la veo mirar hacia la
izquierda y congelarse en mis brazos. Deslizo mi mano entre nosotros y envuelvo
mi brazo alrededor de ella protectoramente, acercándola a mí. Sé que tiene que
sentir lo jodidamente duro que estoy por ella, pero me importa una mierda.
Veo lo que llamó su atención, y debo tener cuidado de no dejar que mi ira me
supere. Está delicada, probablemente aún se sienta adolorida y cansada por todo
lo que ha pasado, y necesito compensar eso. Me conformo con mirar a Talon
desde el otro lado de la habitación. Está vestido con su esmoquin y la está
mirando fijamente.
Es como si estuviera mirando más allá de mí, y todo lo que le importa es follar
con los ojos lo que es mío. Tiene suerte de que no lo haya aporreado contra el
jodido pavimento hasta ahora. No importa lo que él crea que hice o dejé de hacer
con su hermana, necesita entender en su duro cráneo que Carrington está fuera
del alcance de todos. Puede que no sea él quien intentó matarla, pero me importa
un carajo. Lo joderé solo por la forma en que la mira.
Acerco a Carrington a mi pecho y ella hunde su rostro en mi camisa blanca. Se
aferra a mí, dejando caer sus paredes, y se siente como si estuviera tratando de
derretirse en mí. Entonces me doy cuenta de lo asustada que está, a pesar de la
fachada valiente que pone cuando habla de la situación en la que estamos.
―No se acercará a ti. Nadie lo hará. Estamos solos tú y yo, Carrington Jane
―digo, tratando de tranquilizarla. Acaricio mi mano por su espalda y Talon me
sonríe, y eso es todo lo que se necesita.
He terminado de jugar este juego de esperar y ver. Entiendo por qué Declan y
Delaney no creen que sea Talon, pero la verdad es que ninguno de nosotros sabe
realmente qué diablos está pasando. Podría ser lo suficientemente tonto como
para estar haciendo toda esta mierda y burlándose de nosotros abiertamente.
Veo que Cruz está a unos metros de distancia tratando de alejar a Wilder de
Ella, quien está curvando su dedo hacia él, tratando de atraerlo para que se
acerque a donde ella está parada. Le oigo preguntar de improviso dónde está
Declan, y me doy cuenta de que puedo ocuparme de Talon sin las repercusiones
de que Declan intervenga.
Me muevo rápidamente, cambiando a Carrington a los brazos de Cruz.
―No te alejes de ella ni un segundo —exijo, y él se ve confundido al principio,
pero finalmente asiente. No espero ninguna protesta de Carrington, porque esto
debe terminarse de una vez.
Me estoy acercando a Talon, y me alegro de que todos los que están en medio
de la pista de baile se aparten de mi camino. Parece que se quedan quietos,
observando cada uno de mis movimientos en previsión de la pelea que saben que
está a punto de producirse. No será una pelea, no tiene ninguna posibilidad, y
todos lo sabemos. Deja su bebida en el suelo, y tengo que reconocerlo, o es
estúpido o no tiene miedo a morir, porque endurece su postura y cuadra los
hombros en lo que supongo que es una postura intimidatoria.
―Bash, no quieres hacer esto ―Jesse se levanta de la mesa junto a la de Talon.
Es como mi hermano, siempre metiendo las narices donde no debe en nombre de
ser la voz de la razón.
—Ese buen tipo hizo que mataran a mi hermano —digo, deteniéndome solo
por un breve segundo para cortar a Jesse con una mirada fría―. Detente mientras
estás adelante. ―Me sorprendo cuando veo que la ira aparece en su rostro y que
su mandíbula tiene un tic de enfado, pero tan rápido como apareció, desaparece.
En su lugar está su habitual expresión suave, sus ojos me suplican que no haga
esto aquí, delante de gente inocente.
Es demasiado tarde. Todos los secretos de Woodsboro van a ser revelados
―Asústala de nuevo y te mataré. ―Lo golpeo justo en la mandíbula con el
puño tan fuerte que se cae, derrumbándose sobre una chica que grita, haciendo
que todos los que aún no estaban viendo el show dejen de hacer lo que estaban
haciendo y se queden mirando.
―Señor McCoy, unas palabras por favor. ―Sé que es el padre de Talon incluso
antes de mirar en su dirección. El Señor Sanderson está haciendo todo lo posible
para parecer no afectado, pero está luchando y eso es suficiente satisfacción para
mí.
Me doy la vuelta para mirar a Carrington. Se ve preocupada, pero está a salvo,
todavía de pie junto a Cruz. Estoy feliz de que la música se haya detenido porque
ahora que tengo la atención de todos, voy a usar eso a mí favor. Extiendo mi
brazo apuntando al padre de Talon y su esposa, de quienes sé de buena fuente
que se han follado a la mitad de nuestra fraternidad, y ambos me miran con el
ceño fruncido.
―Repórtame, me importa una mierda. Llama a mi padre y dile lo jodido que
estoy. Él lo espera. No puedes derribarme más allá de estar emparentado con el
puto chico dorado de Woodsboro. Y mientras lo tienes al teléfono, dile que tu hijo
es un cobarde que se mete con Carrington porque tiene demasiado miedo de
pelear conmigo. ―Sonrío porque me siento más psicótico que de costumbre.
―¡Bueno, yo nunca…! Cariño, haz algo. Está fuera de control —chilla la Señora
Sanderson, apretando su mano contra el llamativo collar que cuelga alrededor de
su cuello mientras me giro para irme. Su voz es lo suficientemente aguda en mis
oídos como para hacer que me de la vuelta y regrese hacia ella, pero en su lugar
me dirijo a su esposo.
―¿Sabes que tu esposa es una puta? ¿O es ese otro secreto de Woodsboro? ¿eso
también ha sido escondido? ¿Como la muerte de mi hermano y el intento de
asesinato de Carrington? ―Estoy complacido cuando la gente jadea
audiblemente, y el rostro del padre de Talon palidece como si hubiera visto un
fantasma.
―Cree que es invencible, señor McCoy, pero está sobreestimando
enormemente las contribuciones de su familia a esta universidad ―dice cuando
recupera la compostura.
Me acerco para pararme directamente frente a él.
―Me importa una mierda esta escuela. Tu hijo se va a alejar de mi chica, o lo
voy a enterrar junto a mi hermano. No se hacen preguntas, ¿no es esa la regla
tácita de Woodsboro? No hay mala publicidad, ¿verdad? ―Mi voz es baja y
seria―. Entonces, si yo fuera tú, le diría que la dejara en paz. ―Aprieta los
dientes, mirándome con tanta ira que me hace reír―. Ha sido un placer hablar
con usted, señor Sanderson. Tomo una página del libro de Declan y le doy una
palmada al Director en el hombro mientras me muevo para caminar de regreso
hacia Carrington.
Todo el mundo sigue en silencio, y uso eso a mí favor para desahogarme.
―Si alguien más quiere ser lo suficientemente estúpido como para hacerla
sentir un poco incómoda, se las verá conmigo―. Ladro las palabras, y esta vez
está calculado. Quiero que entiendan lo en serio que voy―. Si alguno tiene un
problema con eso, díganmelo ahora, y déjenla en paz. ―Miro a Talon, que me
devuelve la mirada.
―¿Alguien tiene un problema con eso? ―Miro de Talon a Ella porque sé que
ella está metida en lo que sea que esté haciendo. No sé cuál es su alianza con él
aparte del hecho de que Delaney descubrió que era compañera de cuarto de su
hermana antes de que la encerraran en la sala de psiquiatría.
Realmente no puedo discernir la mirada que me está dando. Parece triste,
derrotada y cansada. Por la forma en que levanta la barbilla y lanza una mirada
con los ojos muy abiertos a Carrington, no estoy seguro de que no esté siendo
coaccionada.
―Sebastian ―dice Carrington para llamar mi atención, y cuando la miro, sus
ojos contienen tantas emociones que es difícil identificar solo una.
—Sé que no me has perdonado por todo lo que te he hecho pasar —digo en
voz baja para que solo ella pueda escucharme, mi boca casi toca la suya―. Y
Blaine me diría que necesito darte tiempo y una opción para decidir si quieres
dejar todo atrás. Pero ese no soy yo. Eres mía y, sinceramente, me importa un
carajo si te gusta o no.
Ella deja escapar un suspiro irregular que es algo entre un grito ahogado y una
risita ante lo absurdo de mis palabras contra mis labios. Profundo el beso,
reclamándola frente a casi todos los que asisten a Woodsboro. Dejé que una de
mis manos se deslizara por su espalda y su trasero, apretando la carne firme una
vez y luego una vez más por si acaso.
―Acabas de poner un objetivo en tu espalda ―dice cuando finalmente rompo
el beso. No es una acusación ni una reprimenda. Puedo ver que está preocupada,
y eso hace que mi pecho se apriete por la emoción.
Mientras mi mano se mueve hacia su hombro, dejo que mi pulgar roce los
moretones que asumo que Delaney trató de cubrir con maquillaje. Me enfurece
que alguien más haya dejado marcas en su piel, tanto porque la lastimaron como
porque soy el único que puede reclamarla de esa manera.
―Ya estaba allí, solo estoy intensificando lo que sea que vaya a pasar ―digo
con sinceridad.
Ella me mira con lujuria en sus ojos y pregunta con voz ronca:
―¿Podemos salir de aquí, Sebastian?
ELLA no tiene que preguntarme dos veces. Antes de que pueda despedirse de
alguien, la acompaño fuera del anfiteatro y me quito la chaqueta para cubrir sus
hombros una vez que estemos en la gran escalera. Físicamente no puedo esperar
para estar dentro de ella, sentirla en mis manos y sacarle la aprensión. Extiendo
mi mano hacia ella cuando estamos a punto de descender la escalera
intrincadamente adornada, y una sensación de nerviosismo se apodera de todo
mi torso mientras espero que ella lo acepte.
―Estoy a punto de follarte hasta que mi semen gotee por el interior de tus
muslos, no creo que tomar mi mano sea un riesgo tan grande, Carrington Jane.
Ella me mira, pero no muestra ninguna reacción a las palabras vulgares que
salen de mi boca con demasiada facilidad para alguien que debe ser servil y
suplicarle que me perdone. Eso es lo que pasa con mi hermanastra de lo que me
doy cuenta ahora. Ella nunca ha querido que cambie o que sea más como mi
hermano.
Ella me quiere, y supongo que siempre lo ha hecho, tal como soy. Jodido de la
cabeza, y desesperadamente obsesionado con ella. Ella me iguala, su terquedad
rivaliza con la mía cuando no se rinde y toma mi mano. En cambio, enrosca sus
dedos alrededor de mi bíceps y puedo sentir el calor de su piel a través del
delgado material de la camisa de vestir. Le sonrío mientras bajamos, las luces
proyectan sombras sobre su piel ya impecable, y nunca había visto algo tan
jodidamente hermoso en toda mi vida.
Cuando salimos a la calle de adoquines, ella comienza a virar a la izquierda,
pero tiro de ella a la derecha, alejándome de la dirección de mi dormitorio. Ella
da unos pasos rápidos con los tacones que no está acostumbrada a caminar para
seguir mi ritmo rápido.
―¿Vamos a buscar a Elizabeth primero? ―La bestia dentro de mí se enfurece
en triunfo ante el matiz de decepción que escucho en su tono. Ella me quiere.
Puede que no confíe en mí o incluso que no le guste en este momento, pero me
quiere. Y eso es un maldito buen comienzo.
Me detengo a medio paso y tiro de ella para que quede pegada a mí. Sus ojos
se abren cuando siente lo duro que estoy por ella. Agarro su trasero con tanta
fuerza que espero que mañana mis huellas sean visibles en la delicada piel de sus
mejillas. Se me hace agua la boca pensando en besar y lamer las marcas que le
estoy dejando.
―Quiero oírte gritar esta noche. Quiero que me digas lo bien, lo perfecto que
me siento dentro de tu coño. Quiero que me digas lo mojada que estás para mí.
―Me inclino para dejar que mis labios rocen los suyos con tanta delicadeza que
tengo que volver a hacerlo por si acaso, chupando su labio inferior entre mis
dientes. Muerdo con fuerza y le doy una palmada en el culo al mismo tiempo.
Ella gime, acercándose más a mí, y si no tiene cuidado, me la voy a follar aquí,
en pleno campus―. Pusieron un micrófono en la fraternidad una vez, y
probablemente lo han vuelto a hacer intentando ver si hemos descubierto algo
―digo después de separarme de ella con un gemido embriagador.
Está sin aliento y me encanta que sea así.
―¿Dónde entonces?
Inclino mi cabeza hacia la catedral que se alza majestuosamente a un corto
paseo del anfiteatro y disfruto con la mirada de horror descarado que cruza su
rostro ante mi sugerencia.
―Sebastián, no podemos. ―Ella niega con la cabeza―. ¿La iglesia?― susurra,
y le doy una sonrisa malvada, levantándola en mis brazos, alzando su vestido
con el movimiento. La obligo a envolver sus piernas alrededor de mis caderas
mientras tomo grandes zancadas hacia mi destino.
―Podemos. Y lo haremos —gruño contra su oído cuando desliza sus brazos
alrededor de mi cuello. Solo dejo que se deslice por mi cuerpo cuando llego a la
puerta principal de la iglesia que está abierta las veinticuatro horas del día, los
siete días de la semana, en caso de que alguien quiera confesar pecados que
Woodsboro inevitablemente encubrirá si se descubren de todos modos.
Está frente a mí y observo cómo empieza a levantar el pestillo de latón de la
manija de la puerta. Levanto la mano y la cierro con una de mis manos,
bloqueando efectivamente que se aleje de mí. Presiono contra ella, moliendo
contra su trasero y ahuecando su pecho con mi mano libre. Me inclino, besando
el costado de su cuello y apretando su carne suave, haciéndole saber cuán
desesperadamente necesito esto, cuán desesperadamente la necesito a ella. Esa
es una cosa sobre Carrington que nunca se puede negar: cuando la necesito, pase
lo que pase, sin importar la situación, ella está allí, viviendo conmigo en mi
oscuridad y prosperando en ella.
―¿Cómo quieres que te folle, bebé? ―Pellizco su pezón con fuerza y la correa
que apenas sostiene su vestido se desliza por su hombro. Gruño, reemplazándolo
con mis labios y luego raspando mis dientes hasta la curva de su cuello. Ella se
estremece, y eso solo me hace querer presionarla más. ―¿Mi hermanastra quiere
que sea gentil? ―Beso su cuello tan suavemente que ni siquiera estoy seguro de
que mis labios hayan rozado su piel hasta que ella gime mi nombre, presionando
su trasero contra mí, suplicando en silencio por más de lo que le tengo reservado
para ella.
Muevo mi mano hacia arriba de su pecho y froto su cuello suavemente al
principio antes de presionar las yemas de mis dedos contra su garganta en los
lugares correctos para dejarla sin aliento.
―¿O quieres que te folle como si todavía te odiara? ―jadea, su mano se
extiende hacia atrás para empujar contra mi abdomen lo suficiente como para
sentir la dureza de mi cuerpo, pero no lo suficiente como para indicar que
realmente quiere que me detenga. Le rozo la oreja con los labios mientras dejo
que mis dedos se relajen en su garganta, escuchando ese pequeño y sexy jadeo
que soltará en cuanto se lo permita―. No te odio, pero aún no estás lista para
escuchar eso. Te gusta cuando te follo como si fueras mi juguete sexual personal,
¿no? Te gusta que nadie más satisfaga mi polla como tú. Nadie es tan perfecta
como lo eres para mí.
Ella no responde, en cambio, se presiona contra mí, y su mano se mueve desde
mi estómago hasta la parte delantera de mis pantalones. Busca a tientas por un
momento, sus dedos rozan la hebilla de mi cinturón. La imagen mental de
inclinarla sobre el altar y azotar su pequeño y apretado culo con mi cinturón hace
que mi polla palpite de emoción. Pero luego la siento tragar contra mi agarre
suelto alrededor de su cuello, y sé exactamente a dónde va mi cinturón.
―Sebastián. ―Prácticamente gime mi nombre, y ya no me importa una mierda
darle opciones, preguntarle lo que quiere. Ella me necesita, y sé cómo cuidarla.
Ella es mía, y no voy a dejar que lo olvide nunca más. Si soy honesto, la necesito
tanto como la quiero, pero esa es una conversación para otro día. Otra ocasión en
la que no esté a dos segundos de follármela en los escalones del frente del único
lugar sagrado del campus.
Muevo mi mano por su espalda, sobre su trasero y debajo de su vestido. Se
arquea contra mí y abre las piernas lo suficiente para permitirme el acceso.
Deslizo mis dedos sobre sus bragas, provocándola y dándole suficiente tiempo
para decidir si quiere detenerme y terminar esto, o si le gusta la emoción de ser
atrapada tanto como a mí.
El fino material de encaje que apenas cubre su coño está empapado, y sé que
es por mí y por las cosas que le he dicho. Antes de que pueda adaptarse, estoy
frotando dos dedos a lo largo de su raja, evitando a propósito su clítoris. Ella
gime, moviéndose en mi agarre, tratando de que mis dedos rocen el manojo de
nervios que tan desesperadamente anhelan mi atención. Sin previo aviso, hundo
ambos dedos completamente dentro de ella. Mi intención es torturarla con placer,
pero son mis ojos los que se ponen en blanco ante la sensación de su dulce y
pequeño coño agarrando mis dedos.
―Estás tan jodidamente apretada para mí. ―Mi voz no suena como la mía, y
estoy teniendo dificultades para concentrarme en otra cosa que no sea lo mojada
que la he dejado―. Estás tan mojada. Una pequeña zorra tan buena para mí, ¿no
es así, cariño?
―Siempre ―susurra y luego se interrumpe―. A veces ni siquiera tienes que
tocarme. Me miras y yo solo…―. Sus palabras son interrumpidas por un gemido
cuando saco mis dedos por completo y los hundo de nuevo dentro de su apretado
agujero. Una vez. Otra vez. Y una vez más hasta que siento que su coño comienza
a palpitar, apretándose a mi alrededor, tratando de mantener mis dedos dentro
de ella.
―Joder ―maldigo―. Dime qué hace que mi pequeño juguete sexual se moje
―exijo, empujando mi dureza en la suave curva de su trasero mientras mis dedos
aceleran su ritmo.
―Tú. ―jadea, y sé que está cerca―. Todo lo que tienes que hacer es mirarme,
Sebastian. Nadie más puede hacerme eso, solo tú. ―Sus palabras envían
electricidad a través de todo mi cuerpo. Su cabeza cae hacia atrás contra mi pecho
y jadea, mis dedos profundamente dentro de ella. No soy tierno, ni lento, quiero
que se deshaga en mis manos antes de tomarla.
—Será mejor que te corras por mí ahora, Carrington Jane —digo, moviendo su
largo cabello hacia atrás con mi mano que estaba alrededor de su garganta
exponiendo su delgado cuello a mi boca. —Saco la lengua y beso suavemente su
piel. Solo quiero tomar su dolor y cada mal recuerdo que tenga, especialmente si
eso significa reemplazarlo con el dolor y el placer que ella desea de mí. Ella
inclina la cabeza, su respiración aumenta. Muevo mi mano alrededor de la parte
delantera de su vestido, rasgando sus bragas en mi prisa. Encuentro el pequeño
manojo de nervios que sé que la enviará al límite.
―Dios ―grita, y yo sonrío contra su cabello, presionando mis caderas contra
su trasero y apretándome contra ella. Han pasado días literales desde que destruí
su coño con mi polla, reclamándolo y el resto de ella para mí. No tengo el
autocontrol para aguantar más. Necesito sentir su calor húmedo a mi alrededor,
su piel suave deslizándose contra mí mientras libero todo el estrés reprimido al
que me he estado aferrando.
Ella comienza a temblar, y golpeo mis dedos dentro de ella, queriendo sentir
el pulso de su sexo contraído mientras tiro de su cabello, su cabeza inclinada
hacia atrás contra mí, así que miro su boca abierta y su pecho agitado.
Cuando deja de temblar, no le doy tiempo para recuperarse. Se deja caer contra
la pesada puerta mientras me desabrocho y deslizo el cinturón por las presillas
de mis pantalones con destreza. Reúne la fuerza suficiente para mirarme por
encima del hombro. Sus ojos se abren cuando me ve atando mi cinturón de
nuevo.
―¿Qué estás haciendo? ―trata de enderezar su postura, pero la empujo contra
la puerta lo suficientemente fuerte como para escuchar el aire expulsado de su
pecho. Envuelvo su cabello alrededor de mi puño y uso los dedos de mi otra
mano para colocar el cuero fino alrededor de su cuello y apretarlo lentamente. Se
lleva los dedos a la garganta y tiene suficiente holgura para colocar el dedo
cómodamente debajo del cinturón. No me pierdo el pequeño gemido de
necesidad que deja escapar cuando siente la ligera presión de mi cinturón
presionando su garganta.
―Abre la puerta. Vas a cabalgar mi polla como una buena zorra —digo, y me
sorprende cuando ella obedece de inmediato, levanta el pestillo y lo empuja para
abrirlo. Le doy la holgura suficiente para caminar delante de mí. Planeo entrar y
sentarme en uno de los bancos y dejar que se atragante con mi polla mientras la
observo, pero tan pronto como entramos, escuchamos voces provenientes del
interior del santuario principal. Aprieto más el cinturón, lo que hace que
Carrington se sacuda contra mi pecho con un ruido sordo, levanto la mano para
taparle la boca y evitar que nos delate ante quien sea que nos detuvo de profanar
la iglesia esta noche. Hago una pausa para escuchar y reconozco que la persona
que está hablando es Declan, y Carrington debe hacerlo también porque levanta
la cabeza para mirarme con ojos muy abiertos y conocedores.
―¿Te vas a quedar callada si retiro mi mano? ―gruño en su oído en un tono
bajo. Ella asiente, lo que me lleva a decir: «buena chica». Tan pronto como retiro
mi mano, ella está tratando de alejarse de mí para ver qué está haciendo Declan.
Vuelvo a apretar el cuero alrededor de su cuello para llamar su atención y la
atraigo hacia mí mientras me alzo sobre ella.
Escuchamos a alguien gemir y la empujo para que camine por el pasillo y se
quede en las sombras donde podamos escuchar mejor lo que sucede. Mientras
pasamos, miro a través de los cristales de colores que me permiten ver las siluetas
iluminadas de Declan y Wilder. La puerta está abierta, lo que nos permite
escuchar todo lo que dicen con claridad. Wilder debe haberse ido poco después
que nosotros y encontró su camino a través de una de las entradas laterales en
busca de Declan. Están muy juntos, mirándose fijamente y, aunque no tengo la
sensación de que estén enfadados el uno con el otro, definitivamente están
luchando por el dominio,
Cuando he colocado con éxito a Carrington en la oscuridad, intenta quitarse el
cinturón del cuello.
—No tan rápido, bebé —digo buscando a tientas una de las mesas largas que
sé que hay por aquí en alguna parte que tienen folletos de información sobre
cómo no ir al infierno o lo que sea que hagan en esta escuela.
—Tenemos que irnos, Sebastian —susurra para que solo yo pueda escuchar.
―Lo que sea que esté pasando entre ellos parece privado―. Le sonrío, rozando
mi pulgar a través de su labio inferior mientras me mira.
―Por mucho que quisiera escuchar tus gritos, la idea de arrastrar orgasmo tras
orgasmo fuera de ti cuando no puedes hacer un sonido hace que mi polla palpite.
―Respiro las palabras contra sus labios, pero ambos nos quedamos quietos
cuando escuchamos a Declan comenzar a hablar.
―¿Por qué no te arrodillas y le rezas a tu verdadero dios, Wilder? ―gruñe
Declan en el aire tranquilo de la iglesia. Mis ojos se agrandan y se encuentran con
los de Carrington en la oscuridad, y veo su lengua salir disparada sobre su labio
inferior. Siempre sentí que había más entre Declan y Wilder de lo que cualquiera
de nosotros sabía. y a juzgar por lo que acabamos de ver, explica la intensa
relación que tienen dentro de “Los Lobos”. No son hermanos sino amantes. Dos
lados de la misma moneda.
―¿Eso excita a mi pequeña zorra? ¿Te gusta escucharlos? ―Me excita a partes
iguales que ella esté tan interesada en esto y celoso de que esté escuchando a
otros hombres en un escenario sexual. Lo único que me mantiene tranquilo es
que sé que nadie la tocará y que estoy a punto de follármela hasta que olvide
cómo suenan.
Mantengo mi agarre en el cinturón mientras me estiro y rasgo las correas de
ambos hombros, haciendo que la tela sedosa de su vestido caiga y exponga sus
exquisitas tetas para mí. Extiendo la mano y ahueco uno de sus pechos y veo
cómo se mueve bajo la caricia de mis dedos. Me inclino y tomo su pezón entre
mis labios y empiezo a chupar un duro y fuerte para alguien que está tratando
de permanecer oculto.
Carrington gime e inmediatamente retiro mi boca y tapo su boca, apoyándola
contra la pared de piedra. Un escalofrío la recorre, y creo que tiene poco que ver
con la piedra fría que enfría su piel.
―Si no sigues mis reglas, me detendré. ―Ella levanta su barbilla hacia mí
desafiantemente como para llamar mi farol. Ambos sabemos que Dios mismo no
podrá evitar que me la folle esta noche. Sin embargo, a ella le gusta este pequeño
juego que estoy jugando porque a pesar de que le estoy diciendo lo que hará y lo
que no hará y tengo la capacidad de cortar su suministro de aire con un
movimiento de mi muñeca, se acerca y comienza a desabotonar lentamente mi
camisa.
Oímos a Declan gemir antes de que salgan de su boca las palabras:
―Eres una putita tan buena.
Carrington se queda quieta, mirándome con lujuria antes de desabrochar mi
último botón y luego pasar sus manos arriba y abajo por los duros paneles de mi
pecho y estómago. Me flexiono, lo que hace que su labio superior se mueva con
diversión mientras deja que las yemas de sus dedos memoricen la sensación de
los contornos de mi abdomen.
Incluso en las sombras oscuras del corredor, puedo ver que sus mejillas están
sonrojadas y sus pupilas dilatadas.
—Ven aquí —gimo, atrayéndola hacia mí y besándola bruscamente mientras
escuchamos los sonidos de Wilder atragantándose con la polla de Declan.
Carrington me desabrocha rápidamente los pantalones con manos
temblorosas. Cuando ella tiene sus pequeñas manos alrededor de mí, dejo que
mi cabeza se incline hacia atrás y aflojo el agarre firme que tengo alrededor de su
cuello para que pueda arrodillarse. Tengo que contener cada músculo de mi
cuerpo para evitar gruñir lo bien que se sienten sus suaves manos alrededor de
mi polla. La primera vez que me follé a mi hermanastra fue rudo, enojado, lleno
de emoción reprimida. Me estoy tomando mi tiempo con ella esta vez,
disfrutando cada maldito segundo, cada parpadeo de esas pestañas sobre sus
bonitos ojos verdes.
Me agacho para acariciar su rostro con el pulgar, pero toda la coordinación
abandona mi cuerpo cuando su boca húmeda rodea la punta de mi polla, y luego
me lleva más adentro. Respira por la nariz justo antes de aplanar la lengua y
llevarme hasta el fondo de su garganta. Es ahora cuando me enoja que tenemos
que estar callados, porque ella está teniendo cuidado de no ser demasiado
ruidosa mientras abre su boca para permitirme mover mis caderas, deslizándose
hacia adentro y hacia afuera.
―Trágate mi polla, Carrington ―exijo. Me importa un carajo quién oiga ―.
Voy a follarte la garganta ―gimo y empujo mi polla hasta el fondo de su
garganta, tirando del cinturón para mantenerla en su lugar y poder follarla con
rudeza. Cuando veo que sus ojos se agrandan con miedo de que nos atrapen,
pierdo la última tira de compostura que tengo, empujo más fuerte y observo
cómo su baba cae por su barbilla y se acumula en la parte superior de sus senos.
El sonido de mí follándome su linda boca y garganta hace eco, mezclándose
con los sonidos descuidados de sus gemidos necesitados y sé que Declan y
Wilder tienen que saber que estamos aquí.
―¿Te sientes como una puta? ¿Dejando que mis amigos te oigan atragantarte
con mi polla? ―Aprieto el cinturón brevemente mientras la posesividad ruge a
través de mí―. Pueden escucharte, bebé, pero nunca te tocarán. Nadie te tocará
nunca. ―Ella traga con fuerza alrededor de mi longitud, y en combinación con
sus manos agarrando mis muslos como un salvavidas, me hace darme cuenta de
lo cerca que estoy de correrme en su boca.
Si bien la idea de ver mi corrida gotear de sus labios y bajar por su barbilla
mientras intenta tragar mi carga siempre me acerca al borde, eso no es lo que me
interesa esta noche. El impulso de correrse dentro de su coño nuevamente es tan
intenso. Quiero saber que soy parte de ella ahora, entrelazado de una manera que
nunca conocerá a otro hombre. En cierto modo, nunca conoceré a otra mujer. Si
pudiera bañarla en mí lo haría, para que todos me olieran cubriéndola. Mía.
La levanto y ella me mira confundida solo por un breve momento. La agarro
bruscamente por el cabello, mi mano ahueca la parte posterior de su cabeza y la
acerco tanto que su mejilla se aplasta contra la mía.
―Vas a rebotar en mi polla y rogarme que te deje correrte. ―Le advierto.
―Tal vez me estarás rogando―. Su voz es ronca mientras se sube el vestido
alrededor de las caderas e instantáneamente estiro la mano y dejo que mis dedos
rocen la tela mojada de sus bragas. Su suave piel que sobresale de las rasgaduras
que hice en el encaje se sienten divinas contra las ásperas yemas de mis dedos.
No puedo contestar porque me distrae demasiado cuando presiona su mano
contra mi pecho y me empuja hacia atrás para sentarme en la sólida mesa de
madera detrás de mí. Se me hace agua la boca cuando se quita las bragas y se
encarga de meterlas en el bolsillo de mis pantalones y luego desliza sus manos
por mis muslos.
La levanto, dejándola a horcajadas sobre mi regazo tan rápido que apenas
tengo tiempo para adaptarme. Ella se cierne sobre mí, dejando que su humedad
cubra la punta de mi polla y puedo sentir la aprensión en su cuerpo, por mucho
que la parte jodida de mi cerebro quiera hacer eso de nuevo, me detengo. Deslizo
mi mano por su pantorrilla y me sorprende sentir que se ha dejado los tacones.
Acerco su rostro al mío usando el cinturón y, aunque estoy impaciente, rozo con
mis labios su hombro y uso mi mano libre para ahuecar su cadera y guiarme
hacia su abertura, atrayéndola hacia mí lentamente. Para mi sorpresa, ella se
inclina y me besa con fuerza y se baja hasta el fondo, rápido y sin reservas.
Ella grita al sentirme completamente dentro de ella, y agarro sus caderas con
demasiada fuerza, pero quiero que sienta el mordisco de mis dedos. Quiero que
ella recuerde esto mañana. Levanto mis caderas, envolviéndola en mis brazos tan
fuerte como puedo. Jadeo cuando mueve sus caderas, agarrándome con tanta
fuerza que sé que no voy a durar mucho.
―Sebastián, por favor. ―Gimo cuando dice mi nombre, y soy consciente de
que lo hace solo por mí. Ella sabe cuánto amo el sonido de mi nombre en sus
labios, y ese solo pensamiento me insta a seguir, más rápido, más fuerte. La tiro
sobre mí con un ritmo frenético y crudo.
Apenas hay luz en este corredor, pero puedo ver la silueta de su cuerpo
moviéndose mientras su coño se aprieta a mi alrededor y mueve sus caderas,
tratando de tomarme más profundo de lo que estuvo en el cementerio esa noche.
Aprieto el cinturón alrededor de su cuello y escucho el sonido de su jadeo
mientras se muele sobre mí, sus uñas se clavan en mis hombros y sus gritos son
amortiguados por el agarre que tengo sobre ella.
Ella no sabe que a pesar de las cosas que digo y hago, estoy jodidamente
asustado de que esta sea la última vez que la siento de esta manera. Que mañana
despertará y se dará cuenta de que no soy lo que se merece. En un mundo justo,
se merecía terminar con Blaine. Debería haber amado a Blaine de la forma en que
me ama a mí, y me consuela el hecho de que pase lo que pase entre nosotros,
estoy grabado en su memoria como el único al que realmente amó.
Se inclina hacia mí cuando aflojo el cinturón, finalmente se lo quita y lo tira al
suelo. Su boca encuentra la mía y su coño ordeña mi polla mientras sus duros
pezones se frotan contra mi pecho.
―Joder, Carrington. ―Mi voz es gutural mientras me alejo solo para reclamar
sus labios de nuevo. Puedo sentirla acercándose, sus paredes contrayéndose,
atrayéndome más profundamente y rogándome que termine con ella.
―Ya casi llego ―dice sin aliento. Y mis manos encuentran su trasero, tirando
de ella hacia abajo, moliéndola contra mí mientras ella rueda a través de su
segundo orgasmo. Ella se aferra a mí, sus brazos alrededor de mi cuello y su
bonita boca jadeando contra un lado de mi garganta y eso es suficiente para
enviarme al límite.
Muevo mis caderas hacia arriba, duro, rápido y más profundo de lo que creo
que he estado nunca. Grito su nombre, rogándole sin palabras que me ame como
solía hacerlo mientras me derramo dentro de ella. Estoy temblando y no quiero
perder esta cercanía incluso ahora que estoy completamente saciado. Muevo mis
manos arriba y abajo de su espalda y gimo contra sus labios cuando siento que
su apretado sexo se contrae alrededor de mí como consecuencia de su orgasmo.
Ella se recuesta, cubriéndose la cara con las manos tímidamente, y sé que es
por lo que acabamos de hacer en un lugar tan público. Pero me importa una
mierda si todo el campus de Woodsboro sabe que la acabo de reclamar. Cuando
se mueve para bajarse de mi regazo, la mantengo inmóvil, tirando de ella hacia
abajo para permitirme permanecer dentro de ella, aunque solo sea por unos
segundos más. Me inclino y tomo uno de sus pezones entre mis labios y dejo que
mi lengua lama el capullo endurecido mientras mi mano masajea el otro antes de
viajar hasta su cuello donde estoy seguro que habrá marcas mañana.
Jodidamente espero que haya huellas en su cuerpo de lo que compartimos esta
noche. Siento que mi polla empieza a endurecerse de nuevo ante la idea.
―Dilo. Dime lo que casi dijiste en el cementerio esa noche —susurro, y siento
su cuerpo inmóvil, pero ella sabe de lo que estoy hablando. No es justo que le
pida que diga esto porque no me he disculpado por nada. No le he dicho lo que
siento por ella, lo que significa para mí. Pero no soy un hijo de puta justo. Soy
egoísta, celoso y quiero consumir todos los aspectos de su vida. No me siento
culpable cuando exijo―. Joder, dilo. ―Necesito escuchar las palabras que sé que
quiere decir. Ella no estaría aquí ahora sentada sobre mi polla si no fuera en serio.
―¿Te amo? ¿Es eso lo que quieres oírme decir, Sebastian? —pregunta, sus
labios pegados contra los míos, nuestros alientos mezclándose―. Ahora, ¿cuál
sería la diversión en eso? Si hiciera todo lo que me dices todo el tiempo.
―Voy a conseguir que lo digas primero. Confía en mí ―mi voz es baja y ronca,
y siento que ella se mueve de mi regazo, y la dejo, porque escucho voces que
vienen de afuera del edificio.
Está tratando de arreglar su vestido que está enrollado alrededor de su cintura,
pero se da por vencida cuando recuerda que rompí los tirantes, dejándolos
irreparables. Se alisa el cabello alrededor de los hombros para cubrir las marcas
que ha dejado mi boca y mis dientes. Se queda en silencio durante un largo
momento antes de mirarme. Estudio sus rasgos y dejo escapar un suspiro de
alivio cuando no encuentro ningún arrepentimiento. Recoge mi chaqueta del
suelo y se la pone, y yo le hago una mueca, mostrando mi decepción porque ya
no puedo ver su piel desnuda.
―Creo que me lo dirás, Sebastian McCoy. Y estarás de rodillas y arrastrándote
—dice finalmente, guiñándome un ojo y comienza a caminar por el pasillo hacia
la entrada principal de la iglesia sin molestarse en esperar a que me ponga la ropa
en su sitio o a borrar la expresión de sorpresa que sé que llevo.
Puede que Carrington Jane sea propiedad McCoy, pero va a ser mi maldita
muerte.
RESULTA QUE DECLAN se escapó de la ceremonia poco después de su llegada y
fue solo a revisar la sala de psiquiatría. Supongo que después fue a la catedral
donde se encontró con Wilder.
Ninguno de los dos me dijo algo, y dudo que se lo hayan dicho a Sebastian
porque ha estado de mal humor toda la mañana. Me asusté después de que
tuvimos sexo anoche. A pesar de la forma áspera y exigente en que me manejaba,
había una dulzura en él que me hizo sentir que solo quería derretirme en sus
brazos y borrar todo lo que había pasado entre nosotros.
No puedo arriesgarme a eso. No puedo dejarlo entrar de nuevo solo para
derribarme. He sobrevivido a Sebastian McCoy una vez, y no estoy segura que mi
corazón pueda volver a hacerlo. Pasé la noche en el lujoso apartamento de
Delaney para poder aclarar mi mente. Fue solo esta mañana que me di cuenta de
que Sebastian dormía afuera de su puerta, esperándome. Todavía no hemos
hablado porque poco después llegaron los otros lobos y decidimos bajar a los
acantilados para hablar en privado sobre lo que descubrió Declan.
Me siento nerviosa, un extraño zumbido que se extiende por todo mi cuerpo.
No estoy segura de sí es porque estamos a sólo unos metros del lugar donde Blaine
dio su último aliento o si es porque Sebastian me ha estado mirando fijamente
desde que lo vi por primera vez esta mañana. Quiero creer que ha cambiado de
opinión en lo que a mí respecta, que casi muero en el cementerio esa noche le hizo
darse cuenta de que quiere hacer algo más que atormentarme. Va a hacer falta
algo más que orgasmos para convencerme de que se preocupa por mí.
―Es jodido que te hayas ido sin nosotros ―dice Cruz, arrastrando su bota en
la tierra que cubre la parte plana del acantilado en el que estamos parados. No
estoy seguro de lo que esperaba con respecto a la hermana de Talon o su paradero.
Lo que no vi venir fue que Declan sería capaz de abrirse camino con delicadeza
para encontrar su habitación, sin ayuda del personal.
―Muchas cosas están jodidas. ―El tono de Declan es aburrido y monótono
mientras levanta el cuello de su chaquetón para cubrir la mitad inferior de su cara.
El viento es fuerte hoy y si las ominosas nubes que flotan son una indicación, la
lluvia no está demasiado lejos―. Encontré lo que necesitábamos saber y eso es
todo lo que importa. Si hubiéramos ido juntos, nos habrían atrapado, y eso es lo
último que necesitamos.
―Tú no eres el jefe del resto de nosotros ―dice Nathaniel y su voz
naturalmente profunda y ronca es lo único que evita que suene como un niño
petulante.
—Ahórrame el dramatismo —resopla Declan y entonces me doy cuenta de lo
agitado que está, y me pregunto si tiene algo que ver con lo de anoche en la
catedral. Definitivamente me he dado cuenta de que Wilder no está siendo tan
tonto como siempre y no ha habido interacción entre él y Declan esta mañana. No
es asunto mío, pero me muero por saber qué está pasando entre ellos. Son una
pareja tan extraña. Wilder es tonto, siempre busca hacer una broma a expensas de
otra persona y Declan se asegura de hacerle saber que esas bromas no fueron
divertidas―. Ella no estaba allí, pero tiene una habitación. No pude quedarme
mucho tiempo, pero miré a mi alrededor y no parece que haya nadie viviendo allí.
Ninguno de los cajones tiene nada dentro y el armario está vacío. Hay algunas
cosas en la parte superior de la cómoda, pero la habitación no parece habitada.
―¿Crees que los Sanderson lo saben? ―Delaney interviene, y puedo ver que su
cerebro ya está trabajando horas extras tratando de encajar las piezas―. ¿Cómo
es posible que no sepan que ella no está allí? ¿Y dónde está ella? Claramente,
Woodsboro está tratando de hacer que parezca que ella está allí. Lo que significa
que saben dónde está o qué le pasó.
―Sospecho que su padre sí, pero estaría dispuesto a apostar que su madre no
ha intentado visitarla. Ella es una vergüenza para su apellido. Lo han dejado claro
al solo reconocer a Talon y eclipsarla por completo de la familia tan pronto como
comenzó a tener problemas ―sugiere Declan.
Me pongo rígida cuando siento que Sebastian se mueve a mi lado, mi cuerpo se
estremece visiblemente. Desde el incendio, no me siento como si estuviera
funcionando al cien por ciento y hace mucho frío aquí hoy. Levanta la mano para
apartar suavemente mi cabello de mi espalda antes de quitarse el abrigo y sin
decir palabra lo coloca alrededor de mis hombros. Ahogo el ir y venir que escucho
entre Delaney y los otros lobos, menos Wilder, que parece estar en su propio
pequeño mundo, mirando hacia el borde del acantilado.
Miro a Sebastian cuando su mano acaricia mi espalda y finalmente se posa en
la nuca en un gesto reconfortante pero posesivo. Es muy diferente a lo que he
conocido de mi hermanastro hasta hace poco, pero la forma firme y gentil en que
me abraza se siente natural, como si estuviera destinado a tocarme de esta manera
todo el tiempo. Sus ojos están fijos en Declan y Cruz mientras discuten sobre cuál
debería ser nuestro próximo movimiento. Es tan jodidamente guapo que duele
mirarlo. Lo observo mientras flexiona su mandíbula definida con molestia y antes
de que pueda detenerme, alzo la mano para pasar mis dedos por el ángulo afilado.
Instantáneamente se inclina hacia mi toque antes de mirarme con esos intensos
ojos azules que normalmente tienen malicia solo para mí.
Aparto mis dedos cuando escucho a Delaney aplaudir fuertemente, varias
veces seguidas antes de decir:
―Tenemos que ir a revisar el mausoleo de nuevo. Todavía no me parece bien
que fuera tan fácil abrirlo para atrapar a Carrington adentro.
―Tenemos que mantenernos jodidamente alejados del cementerio. Ya lo hemos
comprobado —argumenta Cruz mirando a Delaney mientras se eleva sobre ella.
―Has comprobado el mausoleo y no viste nada. Podrías haberte perdido de
algo. ―Delaney se mueve para caminar alrededor de él, pero él la levanta por los
antebrazos y se mueve para alejarse más del borde del acantilado.
―Te vas a caer. Y no nos faltó nada. ¿Qué carajo hay para perderse? Es una
jodida tumba ―espeta Cruz―. No hay nada en él, excepto un maldito ataúd de
piedra.
Delaney agita los brazos con frustración y abre la boca para hablar, pero
finalmente cierra la boca y se acerca a Cruz agarrándolo por la parte delantera de
su abrigo y empujándolo para que mire hacia el camino que recorrimos para llegar
a esta sección del acantilado.
―¿Esa es Ella?
Levanto mi cabeza, tratando de ver lo que está mirando. Hay una figura apenas
visible a través de la niebla entrante, encorvada, envuelta en un pesado abrigo de
invierno. Su cabello es rebelde, pero desde aquí veo el parecido con Ella.
—Eso creo —susurro, y siento que Sebastian se tensa a mi lado.
―Tú y Delaney deben quedarse aquí mientras revisamos ―dice, inclinándose
hacia adelante para agarrar a Delaney por el brazo y tirar de ella para que se pare
a mi lado bruscamente.
Se endereza el abrigo como si pensara que las manos de Sebastian están sucias
antes de mirarlo.
―Nunca vuelvas a hacer eso ―advierte, señalándolo con un dedo y su larga
cola de caballo se balancea con el movimiento errático de su cabeza―. Está sola y
se sabe que sale con Talon, quien es, con mucho, el único sospechoso que tenemos
en este momento. No creo que cinco hombres acercándose a ella sea realmente la
apariencia que todos querrían ―dice, y observo cómo Declan se aleja solo, se
dirige directamente hacia ella sin molestarse en esperar a que decidamos qué es
lo mejor. Sebastian gira lentamente su cuello y luego gira su cuerpo para poder
tener una vista completa de todas las posibles entradas a donde estamos parados.
―No veo a nadie ―murmura principalmente para sí mismo, pero continúa
inspeccionando los acantilados mientras todos comenzamos a caminar, siguiendo
el ejemplo de Declan.
―Nunca un momento aburrido, ¿eh? ―dice Delaney, y yo asiento, un suspiro
tembloroso saliendo de mi pecho.
―Estoy lista para aburrirme ―digo, y eso la hace resoplar.
Veo como Ella levanta la cabeza cuando Declan y Nathaniel se acercan a ella
lentamente. No puedo escuchar lo que están diciendo, pero puedo ver que tiene
un labio roto y está llorando. Delaney camina rápido, tratando de alcanzar a Cruz,
quien, a pesar de su disposición despeinada y enojada, le ofrece su antebrazo para
que se sostenga en caso de que pierda el equilibrio.
―Va a estar bien ―dice Sebastian ásperamente, lo suficientemente bajo para
que solo yo lo escuche. Enlaza sus dedos con los míos y odio estar sonrojándome
por el gesto. Trato de esconder mi rostro de él, pero me aprieta los dedos para
llamar mi atención―. Mírame ―dice, y lo hago porque en este momento necesito
el consuelo de su confianza desvergonzada en cada situación.
»»No sabemos qué pasó, pero te prometo, Carrington, que moriré antes de dejar
que te pase algo más. Mataré antes de dejar que alguien se acerque a ti —corrige,
pero tengo un presentimiento de que las cosas son mucho peores de lo que
inicialmente pensamos. Si Ella, quien, hasta ahora, pensé que estaba al tanto de
quien sea que nos esté apuntando, está siendo golpeada, no se ve muy bien para
nosotros.
Cuando finalmente llegamos lo suficientemente cerca para pararnos cerca de
donde Nathaniel está arrodillado frente a Ella, puedo ver lo duro que le han
golpeado.
―Oh, Dios mío, Ella, ¿qué te pasó? ―Delaney susurra las palabras, agarrando
el brazo de Cruz con tanta fuerza como si de alguna manera pudiera hacer que el
dolor de Ella disminuyera.
―Yo, eh… ―Ella se estremece, y Declan se quita el chaquetón con un
movimiento elegante antes de ofrecérselo. Wilder la evalúa con cuidado,
frunciendo el ceño ante el gesto antes de borrar rápidamente la expresión de su
rostro. Luego se mueve por primera vez desde que lo he visto hoy para pararse
junto a Declan. Me pregunto qué pensarán los dos. Quiero decir, soy consciente
de que probablemente no sientan nada por Ella a pesar de que tuvieron sexo con
ella, pero tiene que ser una situación extraña ver a alguien que has tocado
íntimamente tan brutalizada.
―Ponte esto, se ajustará sobre tu abrigo ―dice Declan, que no está dispuesto a
tocarla de ninguna manera mientras se sienta en una roca que bordea el sendero
designado para caminar.
Ella lo toma, pero no se mueve para ponérselo.
―Te estás congelando, ¿cuánto tiempo has estado aquí? ―Delaney pregunta,
la preocupación en su voz es clara.
―No lo compro―. Sebastián dice. ―No te acerques a ella. ―le dice a Delaney
y luego me mira como para reiterar su declaración.
―Sebastian, no tienes que ser un idiota maleducado las veinticuatro horas del
día ―espeta Delaney y luego mira hacia Ella de nuevo. Su expresión se suaviza,
claramente sorprendida por el daño hecho en su cara.
―No. Lo entiendo. Entiendo por qué Sebastian piensa que estoy fingiendo. He
mentido mucho para conseguir lo que quiero. He ayudado a la gente a hacer cosas
malas con el fin de permanecer en su buena voluntad porque pensé que tenían
todo el poder. —Se aparta el cabello del cuello, mostrando feos moretones como
si hubiera sido estrangulada—. Me duele moverme. ―Se desploma hacia
adelante, apretando el abrigo contra su pecho.
Oigo a Cruz hablar en voz baja, sus labios apretados en una línea dura y la ira
en su tono palpable.
―¿Quién te hizo esto? ¿A quién ayudaste?
Ella no responde. Veo la forma en que se está inclinando hacia Delaney y estoy
igualmente preocupada de que pueda estar herida internamente más de lo que
nos damos cuenta y que pueda activar un interruptor como lo ha hecho antes y
atacar a Delaney.
―¿Escuchas una maldita cosa que digo?― Sebastian le grita a Delaney mientras
ella envuelve un brazo maternal alrededor de los hombros de Ella. Como es tan
divertida y discute tanto con los chicos, a menudo olvido que es mayor que
nosotros.
—No —dice Delaney honestamente, y por un segundo, creo que Sebastian
explotará con ella, pero en lugar de eso, me acerca a su costado, su brazo me
envuelve y descansa sobre mi estómago.
―Si quieres nuestra ayuda, tienes que decirnos qué está pasando. ―Declan
dice, cruzando sus brazos casualmente sobre su pecho, como si no tuviera a una
mujer maltratada sentada frente a él. Wilder debe pensar que la postura de Declan
se debe a que tiene frío después de haberle dado su abrigo a Ella, porque se quita
el suyo con menos elegancia que Declan y lo coloca sobre sus hombros de la
misma manera que Sebastian lo hizo conmigo hace un rato.
—Yo… —tartamudea Ella, pero Delaney trata de calmarla antes de que levante
la barbilla, y veo sus ojos recorriendo su rostro. Ambos ojos están ennegrecidos y
su boca está roja e hinchada―. No creo que ustedes puedan ayudarme ―dice con
tristeza antes de agregar, ―apenas pueden ayudarse a sí mismos. ―Esas últimas
palabras, ella vuelve a caer en su voz de niña mala, y me pregunto si alguna vez
será capaz de sacudirse esa actitud.
―No dijo que te íbamos a ayudar. Te preguntó quién te hizo esto en la cara.
―Sebastian agita su mano, indicando el triste estado de su rostro y me muevo
para pararme frente a él, dejándolo envolver ambos brazos alrededor de mí. No
confío en ella, y no quiero que su temperamento le dé ninguna razón para
exacerbar su interacción con él.
Lo miro de nuevo, presionando la parte posterior de mi cabeza contra su pecho.
Nos miramos el uno al otro por un momento, y me doy cuenta de que así es como
trabajamos. Estoy aquí para ablandarlo, y él está aquí para mantenerme a salvo.
Tendremos que aprender a comprometernos cuando no estemos de acuerdo. Que
es todo el maldito tiempo.
―¿Quién te hizo esto? ―Declan pregunta de nuevo, sin levantar la voz, pero
puedo ver la agitación en su comportamiento. Se pasa una mano por la cara con
frustración.
―El Señor Sanderson.
VER EL HORROR EN SUS OJOS CUANDO DICE SU NOMBRE , y eso lo hace muy creíble.
―Él, eh, él estaba, estaba obligando a mi amiga a hacer cosas que ella no quería,
y traté de detenerlo, y… ―se interrumpe―. Pensé que iba va a matarme.
Delaney y yo nos tapamos la boca horrorizados al mismo tiempo, y siento que
las lágrimas me pican en los ojos.
―¿Él sabe que estás aquí? —pregunta Cruz, pero observo a Declan mientras
camina hacia ella, sus ojos exploran su cuerpo, su comportamiento. Sus ojos
parpadean hacia Sebastian, pero solo por un fugaz segundo antes de que enderece
la espalda y camine con calma para pararse junto a Wilder.
―Estoy seguro que, si él supiera que Ella estaba aquí, habría enviado a Talon y
sus amigos para empezar a joder con nosotros ―dice Nathaniel, y sus ojos nunca
dejan a Delaney.
―A menos que esto sea una trampa ―dice Sebastian sombríamente, tirando de
mí contra su pecho. En este momento sé que no es una maniobra de protección.
Me está palpando, tratando de decidir si quiere dejarme calmarlo. Me apoyo en
él, tratando de darle lo que necesita de mí―. ¿Es él quien intentó matar a
Carrington? ¿Fue Talón? ¿Lo preparó todo porque cree que ella sabe qué diablos
le pasó a su hija?
Ella deja escapar un sollozo ahogado. Me mira cuando responde, y no sé si es
porque quiere que sepa que no tuvo nada que ver con eso, o si es porque Sebastian
es demasiado intimidante para mirarlo a los ojos.
―No sé cuál de ellos te atacó, pero sé que fue uno de los Sanderson. Y
Carrington, lo siento mucho por eso. ―Algunas lágrimas caen sobre sus mejillas
y yo asiento porque estoy muy en conflicto. Ella es creíble. Todo su cuerpo está
temblando y sus lágrimas son reales. Los Sanderson son una familia poderosa y
si creen que Sebastian o Blaine tuvieron algo que ver con sus problemas, podrían
llevar las cosas tan lejos.
―Es un lastre para nosotros, aunque diga la verdad ―dice Wilder, y mira a
Declan para ver si está de acuerdo. Los demás le miramos desconcertados porque
sabe lo que es un lastre y además lo ha utilizado correctamente en esta situación.
Declan es el único que no parece sorprendido, y sospecho que es porque conoce
la mente de Wilder y todas las intrincadas facetas de su personalidad que nunca
nos mostrará.
―¿Qué hacemos con ella? ―suelta Sebastian, asintiendo con la cabeza hacia
Declan.
―Me gustaría señalar que, por mucho que se quejen y se quejen de que yo
tome decisiones, siempre me preguntan qué diablos deberíamos hacer. ―Declan
resopla, claramente irritado, y no puedo decir por qué. Se ha mantenido tranquilo
y sereno durante todo esto, por lo que algo específico debe haberlo irritado. No
me pierdo el hecho de que Wilder desliza su mano detrás de Declan,
presumiblemente poniendo una mano en su espalda.
―Wilder y yo acompañaremos a Ella lo suficiente para que pueda llegar a su
habitación o a la enfermería. ―Declan mira a Ella y añade―. Lo que tú elijas. Es
entonces cuando veo que su mandíbula se pone en marcha con un enfado
desafiante.
―¿Estás enojada con él porque todavía no te quiere? ¿O porque está
arruinando el plan que sea? —pregunto, señalando los moretones en su rostro.
Ella corta sus ojos hacia mí, y es difícil creer que las lágrimas fluían de ellos hace
solo unos momentos. Pienso en el día en que se me acercó en el comedor, llorando
por Declan. Ella también era creíble entonces. Sin embargo, después de que me
atrajo directamente al camino de Talon, parecía estar bien. Sin lágrimas, y sin más
preguntas sobre él. Pero parece extremadamente obsesionada con Declan y su
falta de interés por ella por alguien que ha sido atacado tan brutalmente―. ¿Por
qué Talon y su padre te golpearían cuando has sido su pequeña animadora?
―¡Puta estúpida! No tienes ni idea de lo que está pasando, y es mucho más
grande que tu amigo, que se ha metido en un lío. ―Ella arremete, poniéndose de
pie, prácticamente escupiendo mientras grita.
Sebastian da un paso atrás de ella, tirando de mí contra él y veo a Cruz y
Nathaniel alcanzar a Delaney, alejándola de Ella de la manera más
descoordinada, ambos luchando por dominar su seguridad. Entonces le doy a
Ella una sonrisa fácil porque eso es exactamente lo que quería que sucediera.
Quería que la verdadera Ella se mostrara. Al menos ahora sabemos a lo que nos
enfrentamos.
―Crees que eres tan jodidamente inteligente. Talon y su padre no son más que
peones. Igual que tú y tu pequeña manada de lobos 3. ―Ella se ríe y todavía se ve
tonta porque se equivocó en el nombre.
Wilder es quien agarra a Ella, tirando primero del abrigo de Declan y
arrojándolo sobre la roca antes de agarrar sus brazos y sujetarlos bruscamente
por detrás de su espalda.
―Alguien tráigame algo para sujetarla ―grita cuando ella gruñe, tratando de
liberarse de su agarre.
―Lo siento, dejé mis malditos látigos y cadenas en casa, Wilder ―espeta Cruz
y giro la cabeza para mirar a Sebastian cuando siento el estruendo de una risa
reprimida que emana de su pecho. Él es diferente. Todavía melancólico, todavía
quiere estrangularme con varias partes de su cuerpo regularmente, pero nunca
lo había visto tan tranquilo. Es mandón, exigente, pero ya no veo el odio en él.
―Jesús, jodido Cristo, tengo a la maldita banda de Scooby Doo como amigos
―dice Declan desabrochándose el cinturón y arrancándolo de las trabillas con
un movimiento hábil antes de caminar hacia Wilder y sujetar las manos de Ella
detrás de su espalda.
Es Wilder quien la agarra por la cara, inclinándose y presionando el costado
de su sien contra el de ella con tanta brusquedad que escucho sus cráneos chocar.
―Vas a decirnos todo lo que sabes. Y si descubro que tuviste algo que ver con
que Carrington fuera arrojado a esa cripta, dejaré que Bash te torture antes de
3 En inglés Ella dice Wolfpack (manada) en lugar de Wolves (lobos) al pasar al español se pierde el sentido de la frase.
matarte yo mismo. Ella es como nuestra hermana, no jodas con nuestra familia.
―Su voz es un gruñido, y no creo haber escuchado a Wilder sonar tan serio en
todo el tiempo que lo conozco.
―Sí, si ella fuera tu hermana, también estarías follando con ella. Todos ustedes
están en esa mierda extraña incestuosa, ¿no es así? ¿Tu primo, Remington, no se
está tirando a su hermana? ―Ella se ríe y siento que Sebastian se pone tenso―.
Blaine también estaba obsesionado con ella. Pero él sabía que nunca tendría una
oportunidad con un alto, moreno y brutal tirando de ella cada vez que tenía la
oportunidad. ―Siento que Sebastian comienza a moverse, pero me estiro y
aprieto mi mano sobre la suya donde descansa en mi abdomen.
―No nos sirve si está muerta. Tal vez cometa un error en su diatriba.
―Así es, estabas en el restaurante ese día con Talon y esos otros imbéciles
―Wilder gruñe las palabras.
―Tenemos que volver a casa de Delaney y reagruparnos ―dice Declan,
pellizcándose el puente de la nariz.
―Genial, justo lo que quería en mi apartamento. Cinco chicos de fraternidad
y un rehén.
—Te alcanzaremos —dice Sebastian, su mano deslizándose por mi estómago,
sobre mi pecho antes de que lo ponga contra mi cuello. Sus dedos rozan mi
garganta, una orden silenciosa para que me calle y no discuta lo que acaba de
sugerir.
―¿Estás seguro de que es una buena idea? ―Delaney lo mira por un momento
antes de mirarme a mí para asegurarse de que confío en lo que me está pidiendo.
―No estaremos muy lejos detrás de ustedes ―dice Sebastian con total
naturalidad. Observo cómo Wilder coloca su propio abrigo sobre los hombros de
Ella para ocultar la forma en que tiene los brazos atados. Los otros Lobos y
Delaney comienzan a recorrer camino arriba que los llevará de regreso al campus.
Cuando Sebastian afloja su agarre en mi cuello, me doy la vuelta y lo miro
expectante.
―Tenemos que hablar ―susurra, metiendo las manos en los bolsillos, y está
mirando el lugar sin adornos donde murió su hermano, en lugar de mirarme a
mí. Sus ojos están entrenados en todo y nada al mismo tiempo.
―Lamento no haberte contado sobre Blaine y Elizabeth antes ―le comento, y
lo digo en serio. Desearía haberle dicho lo que pensaba Blaine antes de que las
cosas se salieran de control―. Pero ya no puedo pelear contigo por eso. Sé que
eso es lo nuestro. Peleamos, follamos, lanzamos un par de juegos mentales y
luego peleamos un poco más. Estoy agotada. ―Le doy la espalda porque abrirme
emocionalmente a Sebastian se siente como si estuviera abriendo una herida
reciente.
Se burla, pero me doy cuenta de que está confirmando lo que he dicho y
reconociendo lo agotadora que ha sido nuestra relación. Su voz es ronca cuando
dice:
―¿Tienes alguna idea de cómo fue para mí crecer con él? Ser constantemente
comparado con él, y nunca estar a la altura. ―Lo miro porque la tristeza en su
voz es desgarradora―. Ya no quiero derribarte, Carrington. Eras lo único que
quería más que cualquier cosa que Blaine tuviera, incluso más de lo que aman
nuestros padres. Pero ahora. Dios, ahora eres lo único que tengo sin lo cual no
puedo vivir. ―Me mira con emociones en sus ojos que nunca antes había visto,
el odio y la lujuria son todo lo que he conocido de él.
Se mueve para pararse a mi lado, pero no me acerco para tocarlo, y no hablo.
Siento que estoy conteniendo la respiración esperando escuchar qué más tiene
que decir. Por primera vez desde que conocí a Sebastian, no cuestiono su motivo.
―Creo que nunca supe realmente lo que era amar a alguien hasta que te
conocí. ―Sacude la cabeza, riendo sin humor―. Nuestros padres no se aman.
Aman las vidas que se fusionaron para crear, un legado del que creen que todos
estarán celosos. Ciertamente nunca nos amaron. Solía pensar que mi padre
amaba a Blaine, pero después de su muerte, y él no se molestó en investigar su
muerte, me di cuenta de que solo le gustaba la forma en que Blaine lo hacía ver.
Era perfecto, y eso fue un reflejo de mi padre.
Lo miro y está tan cerca que su pecho casi me toca.
―Blaine no era perfecto ―digo finalmente―. Simplemente era bueno
escondiendo sus demonios, tú siempre estabas empeñado en asegurarte de que
todos conocieran los tuyos. ―Extiendo la mano porque necesito tocarlo, deslizo
mis palmas por su pecho y sobre sus hombros, uniendo mis dedos detrás de su
cuello. Sus manos instantáneamente serpentean alrededor de mi cintura y
descansan en mi espalda baja.
―He hecho muchas cosas malas y soy dueño de todas. Cada pedazo. Sin
arrepentimientos. Excepto por la forma en que te traté —dice, atrayéndome hacia
él―. Te amo, Carrington Jane. ―Sus manos se deslizan hacia abajo para agarrar
mi trasero y tirar de mí hacia él para acercarme, es difícil decir dónde termina él
y empiezo yo.
»»Soy un hijo de puta celoso cuando otro hombre te mira. Quiero ser lo único
en lo que piensas. Quiero ser el único dentro de tu mente al igual que soy el único
que conocerá tu cuerpo. ―Baja la boca para rozar mis labios en lo que es solo un
susurro de beso―. Voy a matar a quien te puso en esa cripta y prendió el fósforo.
―Respiro fuerte porque no dudo de él en lo más mínimo. No solo está hablando
en grande, tratando de sonar rudo. Él quiere decir cada palabra, y tiene la
intención de cumplirla―. No me importa quién diablos haya sido, ya están
muertos en lo que a mí respecta.
—Sebastian —susurro, quito mis dedos y tomando su rostro entre mis palmas.
Empiezo a decir algo, pero me ahogo con la emoción que brota de mi pecho.
Su voz ondea con algún tipo de emoción que está haciendo todo lo posible por
contener.
―Sé que me amabas. Nunca dejarías que nadie más se saliera con la suya con
la mierda por la que te he hecho pasar. ¿Pero todavía me amas? ¿Declan tenía
razón? ¿La cagué lo suficiente como para que nunca puedas confiar en mí?
―Levanta una de sus manos para ahuecar la mía, apoyando su mejilla en mi
toque.
―Sí ―susurro.
―Dilo. ―Su tono es exigente, puro estilo Sebastian. Ya no está enojado
conmigo, pero está claro que no está de humor para negociar.
―Sebastián, te amo. Más que nada. Siempre lo he hecho, lo sabes.
Me atrae hacia él y sus labios rozan los míos tan suavemente que parece
diferente al Sebastian que conozco. No está tenso, no se obliga a sí mismo a
reaccionar de esta manera, y puedo sentirlo relajarse bajo mi toque.
Cuando nos alejamos, roza sus labios contra mi frente.
―Habría muerto contigo en ese fuego si no hubiera podido salvarte. Nadie te
apartará jamás de mí. ― Me acerca más, su boca baja para susurrar en mi oído―.
No soy el caballero de brillante armadura que te mereces. Y no soy lo
suficientemente noble como para dejarte ir.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, enterrando mi cara contra su
pecho.
―Yo no me iría, aunque tú lo fueras.
Respiro agitada, pero por primera vez en lo que parece una eternidad, estoy
sonriendo. Estoy confundida cuando empieza a jugar con el chaquetón que llevo
puesto. Rebusca dentro del bolsillo de la solapa delantera y saca un collar que he
visto antes. El relicario de oro de su abuela. La recuerdo usándola casi cada vez
que la veía. Nunca supe que se lo había dejado a Sebastian cuando falleció.
―Mi padre también se sorprendió que ella me lo dejara a mí. ―Sostiene el
delicado collar que ha pertenecido a la familia McCoy durante muchas
generaciones y lo coloca suavemente alrededor de mi cuello―. Me lo dejó a mí
porque quería que tú lo tuvieras. Mi padre revisó el papeleo de su patrimonio
una y otra vez, e incluso llegó a decir que pensaba que ella había cometido un
error en su vejez y tenía la intención de dejárselo a Blaine para dártelo a ti. Pero
ella era tan afilada como una tachuela. Ella nunca perdió la oportunidad de
hacerme pasar un mal rato contigo.
―Me dijo que nunca me conformara con nada por lo que no tuviera que luchar
―digo, mis ojos llorosos fijos en la baratija mientras la desabrocha―. Ella sabía
lo atraída que estaba por ti ―digo mientras lo sujeta alrededor de mi cuello y
luego se inclina hacia atrás por un momento para mirar su obra―. Sin embargo,
probablemente esté en algún lugar maldiciéndote por el lugar donde tuvimos
sexo la primera vez. ―Le sonrío, haciéndole saber que no tengo ningún mal
sentimiento por ello.
Su boca cubre la mía y nos besamos tan fuerte y rápido que creo que podría
perderme en él. También creo que podría darse el caso de que todo lo que necesite
sea perderme en Sebastian McCoy.
APAGO LA ESTUFA Y SALGO CORRIENDO de la cocina de Delaney cuando la
escucho gritar. No soy el único, porque casi tropiezo con Cruz y Nathaniel
cuando llegamos a la sala. Me congelo cuando veo lo que la tiene asustada. Dos
tipos que nunca había visto antes se han colado en su puerta principal. Y a juzgar
por el candado que tiene uno de ellos en la mano y la palanca que sostiene el otro,
yo diría que ella no les ha dejado entrar.
Carrington baja corriendo las escaleras, estaba ayudando a Declan a ubicar a
Ella hasta que podamos averiguar qué hacer con ella.
―Mierda ―escupe Wilder, levantándose del sofá y cruzando la habitación
para pararse frente a los dos tipos que parecen tener poco más de veinte años.
―Remington no pudo hacerlo ―dice el de la camisa de franela azul y negra
con una sonrisa, colocando la cerradura que debe haber arrancado de la puerta
de Delaney en la mano de Wilder. Me relajo cuando me doy cuenta de que los
conoce, pero mi agitación por la intrusión no disminuye.
―Qué carajo, Mason ―se queja Wilder―. Dije que me trajeran armas, no que
arrancaran la puerta de Delaney de las bisagras. ―Estira el cuello para
inspeccionar los daños en la puerta.
―Si podemos entrar aquí con esto, quienquiera que haya intentado matar a tu
amiga puede entrar si quiere. ―Dice el otro chico, pasándose una mano por su
cabello negro desgreñado.
―¿Crees que necesitaremos armas? ¿Ustedes siquiera saben cómo usarlas? —
pregunta Carrington, moviéndose para pararse a mi lado. No le respondo porque
cualquier cosa que diga me hará sonar como un idiota o la asustará más de lo que
ya está.
―Porque no creo que quienquiera que haya tratado de matarte vaya a irse solo
porque Sebastian haya abofeteado a la perra de Talón ―responde Cruz y se
acerca para ponerse de pie junto a Delaney. Él no se acerca para consolarla, pero
ella parece dejar de temblar solo por su proximidad.
―Mason ―dice Wilder, señalando al que lleva la gorra de béisbol ―. Bennett.
Señala al otro mientras saca una de las armas que han traído y la inspecciona. La
forma en que la maneja, abriendo la cámara con pericia, está claro que esta no es
su primera vez.
―¿Desde cuándo sabes disparar un arma? ―Declan mira a Wilder, y hay una
emoción en sus ojos que no puedo identificar. Él baja las escaleras con Ella a
cuestas, sus manos ahora aseguradas frente a ella.
―¿Supongo que Whitlock no les contó sobre sus veranos con los Ravens4 en
Hollow Hill? ―Bennett se ríe como si hubiera algún tipo de broma interna de la
que ninguno de nosotros está al tanto. La boca de Declan se presiona en una línea
dura y creo que sé lo que está sintiendo en este momento. Si alguien me dijera
que no sabía cada detalle sobre Carrington, que alguien la conocía de una manera
que yo no, también estaría enojado. De hecho, lo manejaría mucho peor que él
ahora.
―¿A ustedes… les gusta… matar gente? ―Nathaniel pregunta como un
maldito idiota cuando ambos se quitan las mochilas que llevaban puestas y
comienzan a descargar armas. Desde pistolas hasta cuchillos e incluso un juego
de puños americanos de aspecto malvado.
―No respondas a eso ―dice Declan bruscamente, agarrando a Ella duramente
por el hombro y empujándola para que se siente en el sofá donde está fuera del
camino. Ha dejado de quejarse, de amenazarnos y las lágrimas falsas se han ido.
―¿Honestamente? ¿Algunas veces? ―Mason dice con una sonrisa. He
decidido que no quiero ir nunca a Hollow Hill ni tener nada que ver con los
Ravens. Por más amistosos que ellos y el primo de Wilder, Remington, han sido
con nosotros, están claramente desquiciados. Wilder carga el arma y la coloca
sobre la repisa sobre la chimenea y comienza a buscar entre las otras armas que
han traído sus amigos. Sostiene lo que parece un hacha y Bennet solo sonríe.
4
Cuervos.
―A veces los cuchillos son aburridos ―se encoge de hombros.
―Sí, eso es justo lo que necesitamos. Para condimentar las cosas por aquí. ―
Delaney pone los ojos en blanco y camina hacia las escaleras―. Voy a tomar un
baño de burbujas. Si alguien me molesta por algo, se están metiendo ese hacha
en los ojos.
Cuando desaparece de la vista, Mason dice con sarcasmo:
―Parece divertida.
―¿Ni siquiera vas a preguntar por qué me tienen amarrada? ―grita Ella,
tratando de moverse hacia el borde del sofá. Se inclina hacia adelante, tratando
de ponerse de pie, pero Cruz se acerca y la empuja por la espalda.
―Eso suena como algo que no es de nuestra puta incumbencia ―dice Bennett
riéndose antes de que él y Mason se vayan sin decir una palabra, solo con sus
mochilas vacías y la palanca en la mano.
―¡SEBASTIAN , ENTRA AQUÍ! Estoy tan enojada contigo en este momento. ―Dejé
escapar una risa baja porque ella debe haber recibido el correo―. ¿Cómo hiciste
esto? ―Sonrío cuando escucho que Carrington continúa gritando desde la cocina.
Ambos recibimos nuestros fondos fiduciarios el día de nuestra graduación,
como se prometió. Unos días después, nos instalamos en nuestra primera casa
juntos. Quería algo hecho de piedra, y era importante para ella que fuera viejo
porque dijo que eso significa que tiene carácter. Lo quería lo suficientemente lejos
de Woodsboro como para no tener que volver a ver el campus nunca más. Solo la
quiero en mi cama todas las noches con las piernas abiertas y el coño húmedo para
mí. Así que le conseguí todo lo que quería, excepto quizás una cosa.
―Límpiate esa mirada de suficiencia de tu cara. ―Oh, ella es jodidamente
caliente cuando está enojada conmigo―. ¿Ves esto? ―Agita un gran trozo de
papel grueso y envejecido frente a mi cara mientras me acerco. No me molesto en
fingir inocencia porque ya sé de qué se trata. Parece que no puedo concentrarme
en nada excepto en la forma en que la correa de su vestido de verano se desliza
por su hombro y recuerdo la noche que tuve con ella en la iglesia. Puede enfadarse
más tarde. Necesito follarla ahora.
―¿Cómo conseguiste que hicieran esto? ―Aparta mi mano de su hombro justo
cuando mis dedos están a punto de deslizarse por debajo de la delgada correa.
Movimiento equivocado. Le arrebato de la mano el diploma de la Universidad de
Woodsboro en el que se lee Carrington Jane McCoy y lo dejo tranquilamente sobre
la encimera de granito de la cocina.
―Te dije una vez que no apartaras mi mano de lo que es mío ―evalúo su cuerpo
que está claramente tenso y veo el calor en sus ojos verdes. Ella quiere pelear
conmigo ahora mismo. Sospecho que su deseo de pelear conmigo tiene más que
ver con el hecho de que acabo de llegar a casa esta mañana después de un viaje
de tres días con los muchachos, revisando una compañía de inversión que
encontró Declan y menos con el hecho de que mi apellido está en su diploma.
Carrington se quedó aquí porque se estaban entregando los electrodomésticos de
la cocina. Delaney vino y se quedó con ella para que no estuviera sola en esta casa
grande, pero sé que eso no fue suficiente. Mi hermanastra me extraña. Que lindo.
Los chicos y yo nos quedamos en la ciudad un día más para que Declan pudiera
señalar algunas jodidas y lujosas zapaterías que posee su padre y para que yo
pudiera hacer algunas compras.
―McCoy no es mi apellido y sabes que Sebastian ―resopla las palabras,
frunciéndome el ceño cuando sonrío, esa sonrisa trastornada que cometió el error
de decirme que encuentra sexy.
―No estoy de acuerdo ―es todo lo que digo antes de apoyarla contra el
mostrador, colocando mis manos encima, enjaulándola, pero sin tocarla. Aún. Me
inclino y le susurro al oído: ―Siempre has sido propiedad McCoy, bebé. ―La
siento temblar cuando la presiono, mi ya polla dura se clava en su cadera.
Desliza los codos hacia atrás para descansar sobre la encimera y levanta la
barbilla hacia mí. Oh, ella quiere que esto duela de la mejor manera posible.
―¿Te gusta cuando soy duro contigo? ¿Cuándo hago que te duela hasta que te
corres sobre mi polla? —pregunto, levantando la mano para rasgar el frente de su
vestido sobre sus tetas, dejando que la tela caiga debajo de sus senos, lo que los
empuja hacia arriba para mí.
Ella no se inmuta, no tiene miedo y eso me enciende y me hace querer sacudir
las cosas para poder ver ese destello de miedo en sus ojos que tanto amo. Ella
empuja su palma contra mi pecho, solo mi camiseta separa nuestra piel. Mis ojos
se cerraron solo por un breve momento porque extrañaba su toque. No la he
tenido desde que llegué a casa hoy, y planeo quedarme despierto hasta las
primeras horas de la mañana lamiéndola, chupándola y follándola hasta que
cumpla mi promesa de que mi corrida gotea por cada agujero. Mi polla se sacude
y mis bolas se tensan ante la idea.
―¿Sabes qué más me gusta, Sebastian? ―Ella me empuja suavemente hacia
atrás y la dejo porque quiero ver a dónde va esto. Tomo una respiración profunda,
absorbiendo la sensación de su pequeña mano frotando mi abdomen. Flexiono
mis abdominales, sabiendo que ella puede sentir los contornos de mis músculos
contrayéndose bajo su toque. Me encanta cuando me toca, pero sobre todo me
encanta ver la excitación en sus ojos cuando explora mi cuerpo.
―¿Qué te gusta, bebé? Dime —prácticamente le estoy rogando. Eso es lo que
pasa con Carrington Jane y conmigo, nos empujamos y tiramos de la mejor
manera, la más embriagadora. Necesito sentir su piel contra la mía. No sé por
dónde empezar. Quiero estar dentro de ella y saborearla, follarla y comérmela
toda de una vez y estoy furioso porque eso no es posible. Necesito su boca
pecaminosa arrastrándose sobre mi piel y sus dientes hundiéndose en mi carne
mientras la complazco. Quiero su boca sobre mí y no me importa dónde. Solo
quiero sentir esa lengua suave y húmeda salir de entre sus labios y reclamarme
justo cuando estoy a punto de reclamarla a ella.
Abruptamente me aparta, se agacha debajo de mis brazos y sale corriendo a
través de la cocina de planta abierta, a través de la gran sala y no se detiene hasta
que llega al final de la escalera de caracol que llevará a nuestro dormitorio. Estoy
demasiado aturdido como para enfadarme hasta que ella se inclina sobre la
barandilla y se burla de mí:
―Me gusta cuando me persigues. ―Escucho sus pies descalzos subiendo las
escaleras de madera y niego con la cabeza con una sonrisa de complicidad. Ella
no tiene idea de lo que acaba de hacer.