Está en la página 1de 113

Índice

Sinopsis
Aclaración
Advertencia
Epígrafe
Capítulo 1. Carrington
Capítulo 2. Sebastian
Capítulo 3. Carrington
Capítulo 4. Carrington
Capítulo 5. Sebastian
Capítulo 6. Carrington
Capítulo 7. Sebastian
Capítulo 8. Carrington
Capítulo 9. Carrington
Epílogo
Gracias
Agradecimientos
Sobre la autora
Mi hermanastra es la espina que tengo clavada y la única cosa que he querido y
que no he podido tener.
La he destrozado para asegurarme que de Woodsboro no queden más que
cenizas.
A medida que se revelan los secretos y los amigos se convierten en enemigos,
una cosa está clara.
Carrington Jane no era el enemigo.
Resulta que era la única en la que podía confiar.
Este trabajo es de fans para fans, ningún participante de ese proyecto ha
recibido remuneración alguna. Por favor comparte en privado y no acudas
a las fuentes oficiales de las autoras a solicitar las traducciones de fans, ni
mucho menos nombres a los foros o a las fuentes de donde provienen estos
trabajos.

¡¡¡¡¡Cuida tus grupos y blogs!!!!!!


Este es el libro DOS del dúo Woodsboro y el libro uno debe ser leído primero. Es
un oscuro romance universitario de hermanastros con vibras DE DARK ACADEMY1.
Sebastian es un antihéroe celoso/posesivo. Por favor, tenga en cuenta que hay
temas oscuros en todo el libro que pueden hacer que algunos lectores se sientan
incómodos. Si te preocupa algún contenido específico, puedes enviar un correo
electrónico a roryassistant@gmail.com para obtener más información. No hay
trampas.

1 La academia oscura es una estética y subcultura de los medios sociales relacionada con la educación superior, la escritura/poesía, las artes
y la arquitectura clásica griega y gótica. La subcultura se asocia con el arte antiguo y la literatura clásica.
Para todos los que aman un poco o mucho lo tóxico.
MI VISIÓN SE NUBLA y ya no tengo miedo. El humo llena el mausoleo en el que
estoy encerrada y aunque he retrocedido hasta la esquina, las llamas me lamen. Mi
respiración es superficial, y mis párpados se sienten pesados.
Oigo a Sebastian gritarme que aguante. Aguantar por él. El sonido de mi
hermanastro golpeando la puerta no es suficiente para evitar que mis ojos se
cierren. Escucho voces apagadas y, a pesar de que parece que no puedo abrir los
ojos, el pánico llena mi pecho una vez más. No sé quién me agarró y me tiró aquí,
y tengo tanto miedo de que hayan vuelto por Sebastian.
―¡Fuera de mi puto camino! ―Sebastian brama.
―¡Jesús, Bash! Estamos tratando de ayudar ―oigo gritar a Wilder cuando la
puerta se abre y se golpea contra la pared. Toso, jadeando por aire y de repente
estoy tan cansada y postrada contra la pared de piedra. No sé por qué Wilder
regresó, pero estoy agradecida de que lo haya hecho.
―Mierda, mierda, mierda ―sisea Sebastian mientras me levanta. Acuna la parte
de atrás de mi cabeza y sostiene mi cara contra su pecho. Sus rápidos movimientos
son discordantes, pero aun así no es suficiente para ayudarme a salir de esta bruma.
Puedo escuchar y sentir todo lo que sucede, pero no puedo hablar ni lograr que
mis ojos se abran.
―¡Tu pierna! ―Nathaniel exclama y escucho una pelea―. Mierda, te quemaste
los pantalones. ¿Incluso sientes eso?
—Quítate de encima —espeta Sebastian ignorando su pregunta y sigue
caminando―. Es superficial, pero ella todavía está respirando ―dice bruscamente,
y puedo escuchar el pánico desmedido que está sintiendo. Sebastián no se asusta.
Se enfurece, y eso me dice todo lo que necesito saber. Estoy en graves problemas,
y él lo sabe.
―Te tengo. Si aguantas por mí, te compensaré por cada puta cosa que te he
hecho. Me arrastraré como Declan dijo que haría. Ni siquiera sé lo que eso significa,
pero lo haré por ti. ―La respiración de Sebastian es dificultosa ya que sus susurros
son apenas audibles mientras presiona su boca contra un lado de mi cabeza―.
Quédate conmigo bebé. Tengo un montón de mierda que decirte. ―Me aprieta
contra su pecho cuando su voz se tensa y se quiebra con las palabras―. Por favor,
no me dejes, Carrington Jane.
Lucho por abrir los ojos. Quiero decirle que está bien, que todo estará bien, pero
no pasa nada. Su voz suena lejana por un momento, y luego todo lo que escucho
son los latidos de su corazón antes de caer en la inconsciencia.

LOS RECUERDOS de los últimos días destellan en mi mente, y no estoy segura de


qué fue real y qué fue un sueño. Recuerdo a Sebastian susurrando, diciéndome
que lamentaba todo lo que había hecho para lastimarme. Eso definitivamente
tiene que ser un sueño porque creo que preferiría morir antes que decirme esas
palabras a menos que sea parte de uno de sus juegos.
Se siente como si hubiera pasado una década desde que pude abrir los ojos, y
cuando finalmente lo hice, la luz brillante de la habitación casi me ciega. Miro
alrededor de la habitación y me doy cuenta de que la luz entra por las ventanas.
No hay nadie alrededor, y bajo la mirada hacia mis brazos que están cubiertos con
vendas de algodón.
Intento levantar los brazos, pero los siento muy pesados y me duele todo el
cuerpo como si me hubiera arrastrado un camión. Miro a mi alrededor de nuevo
y trato de discernir dónde estoy. Los muros de piedra son indiscutibles; Todavía
estoy en Woodsboro. Escucho el leve ruido de lo que suena como una mujer
gritando, presumiblemente en el pasillo. No sé cuánto tiempo ha pasado, y lo
último que recuerdo antes de desmayarme es el humo quemándome los ojos y
llenando mis pulmones.
Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando el recuerdo de alguien agarrándome
aparece en mi cabeza. Alguien familiar. Conozco a la persona que me arrojó a la
cripta cubierta de gasolina y me arrojó una cerilla encendida antes de cerrar la
pesada puerta. Es como si la identidad de la persona estuviera justo en la punta
de mi lengua, como si quisiera decir su nombre, pero las palabras no salen. Trato
de pensar más allá y mi estómago se retuerce cuando recuerdo a Sebastian
follándome en la lápida de Blaine. Eso explica el dolor entre mis muslos. Mi
memoria está revuelta, pero recuerdo haber huido de él y finalmente sentir que
podía dejar de suspirar por él en silencio.
Mis ojos parpadean hacia la puerta abierta cuando el sonido de dos mujeres
discutiendo es más claro. Intento sentarme en la cama, pero me duele todo, así
que termino dejándome caer contra las almohadas elevadas.
―Te he dicho que ella no está en condiciones para recibir visitas ―una mujer
que supongo es una enfermera regaña a Delaney cuando aparece en la puerta. Su
largo cabello rubio está rizado, enmarcando su rostro de una manera que parece
haber tardado horas en perfeccionar. Sus ojos están perfilados con un delineador
negro y sus labios están pintados de rojo. Está más coordinada con sus tacones
de aguja que yo con los pies descalzos.
Delaney se gira para mirar a la enfermera, su abrigo se ensancha con el
movimiento para revelar la falda de tubo que lleva debajo. Ella inclina la cabeza
hacia un lado, evaluando a la enfermera lentamente, sus ojos recorriendo de sus
zapatos hacia arriba hasta que se encuentra con sus ojos.
―Tú y tu labial mal aplicado no están en posición de decirme lo que puedo o
no puedo hacer. ―Su sonrisa brillante es una clara contradicción con su tono
condescendiente.
La enfermera frunce el ceño y Delaney camina hacia ella, el sonido de sus
tacones es el único sonido en la habitación. La enfermera retrocede en la entrada,
lo que me resulta divertido porque Delaney sigue siendo más baja que ella,
incluso con la altura que le dan sus zapatos.
―Eso es todo, enfermera Ratched. Ve y molesta a alguien más. ―Ella cierra la
puerta en la cara de la enfermera y luego gira dramáticamente para darme una
sonrisa comprensiva.
Abro la boca para hablar, pero solo salen chillidos roncos. Delaney agita su
mano desdeñosamente, sacando una botella de agua de su bolso. Desenrosca la
tapa y luego saca una pajilla y la deja caer en la botella. Siempre está preparada,
y me cuesta creer que alguna vez se haya equivocado en algo en su vida. Coloca
una silla junto a mi cama, pero antes de tomar asiento, pone la pajita en mis
labios. Aspiro el líquido frío y me alivia el dolor de garganta, pero tengo que
parar cuando la tos me golpea en el pecho.
―Inhalaste mucho humo, así que tómatelo con calma ―dice apartando la
pajilla y sentándose en la silla con la postura de una reina.
—Sebastian —digo, forzando mi voz, pero sale más como un susurro
entrecortado―. ¿Está bien? Él estaba ahí.
―Físicamente está bien, aparte de algunas quemaduras menores en las piernas
que no deja que nadie revise. ―Delaney ensancha sus fosas nasales con
disgusto―. Mentalmente todavía es un niño psicótico ―gorjea y si no estuviera
tan cansada, me reiría del hecho de que todavía le importa una mierda a
Sebastian, incluso en esta situación.
―¿Dónde estamos? ―Me las arreglo para sentarme. Delaney hace una mueca
conmigo. No quiero saber cómo me veo en este momento si es la mitad de duro
de lo que me siento.
―La enfermería en el campus. Están tratando de barrer todo esto como si
entraras accidentalmente en el mausoleo y se incendiara espontáneamente. ―Se
encoge de hombros y sus largas uñas chasquean mientras hurga en su bolso. Saca
un chicle y me ofrece un trozo. Cuando niego con la cabeza, se mete un trozo en
la boca antes de continuar―. Cómo se abrió esa cripta para ponerte en su interior,
es un misterio. La única razón por la que te sacaron a tiempo es porque había
sido abierta para ponerte allí en primer lugar. Hawthorne fue a comprobarlo ayer.
―Aprieta los labios cuando se da cuenta de su desliz―. Cruz, quiero decir. Dijo
que la limpiaron y cerraron como si nada hubiera pasado. Declan cree que la
escuela la volverá a cerrar pronto.
―¿Que dijeron? ¿Están buscando a quién lo hizo? ―Respiro hondo y estoy
agradecida de que mi voz esté empezando a recuperarse.
―No. En primer lugar, estaban más interesados en saber por qué estabas en el
cementerio. ―Ella arquea una ceja de complicidad hacia mí―. No te preocupes,
no le dije a nadie que estabas siendo arremetida por tu hermanastro rodeada de
gente muerta.
—¡Delaney St. James! ―Puedo sentir mi cara calentarse en contra de mi
voluntad―. ¿Sebastian te dijo que nosotros...? ―Sebastian actúa como si se le
fuera a salir la lengua si tiene que hablar con Delaney, y mucho menos contarle
los detalles íntimos de su vida sexual.
―No. Wilder me dijo. Y todos los que van a escuchar. Incluidas las enfermeras.
Ella se encoge de hombros y no puedo evitar sonreír.
―No te avergüences, todos hemos estado allí.
—No tienes un hermanastro —le recuerdo, y empiezo a esbozar una sonrisa,
pero incluso los músculos de mi cara están adoloridos. Delaney no muestra
ningún indicio de diversión. Declan posee la misma habilidad de parecer no
afectado en cada situación, y me hace preguntarme por lo que han pasado para
haber aprendido ese mecanismo de defesa.
―Aún. Nunca sabes lo que te depara el futuro —bromea, y luego cambia su
tono para decirme—, hoy fue el primer día que Sebastian se fue de tu lado desde
que estás aquí. Estaba empezando a apestar, así que lo hice ir a casa a ducharse.
Envié a los demás para asegurarme de que no haga nada estúpido mientras esté
ahí fuera. Como prender fuego a Talon o al Señor Sanderson a plena luz del día.
―Ella niega con la cabeza―. Me imagino que te despertarías en los diez minutos
que te dejé para ir a orinar y volver a aplicar mi lápiz de labios. Pone los ojos en
blanco y alarga la mano para tocar la mía―. Hemos estado muy preocupados por
ti.
―¿Cuánto tiempo he estado aquí? ―Levanto mi otra mano para taparme la
boca justo antes de soltar una tos seca.
―Cuatro días. Y esa perra nos ha dicho durante cuatro días que no podemos
estar aquí ―dice y deja escapar una risa elegante mientras se desliza hacia atrás
en su silla―. ¿Así que supongo que tú y Sebastian se reconciliaron?
Arrugo mi rostro confundida, porque definitivamente no estamos
reconciliados de ninguna manera o forma. Sé cómo funciona la mente de
Sebastian. Si me pierde, pierde su juguetito para romperlo cuando necesite una
distracción. Cuando decidió inclinarme sobre la lápida de Blaine, sabiendo
cuánto me dolería eso, me mostró que pase lo que pase, siempre seré un peón
para él. Una cosa que puede decir que tomó de su hermano. Entonces me di
cuenta, y me admití a mí misma, que amo a Sebastian. A pesar de esa revelación,
no puedo confiar en él, o dejar que siga lastimándome.
―¿Por qué piensas eso? Solo porque tuvimos sexo…
Ella niega con la cabeza y dejo de hablar porque aprendí hace mucho tiempo
que cuanto menos dices, mejor estás en cualquier situación.
―Ha sido tan amable contigo. ―Ella sonríe y luego continúa―. Él ha sido
miserable con todos los demás, por supuesto. Se cernía sobre las enfermeras cada
vez que cambiaban tus gasas, e hizo que un enfermero renunciara a los seis
minutos de su turno. ―Ella pone los ojos en blanco como para decir que no está
sorprendida―. Por cierto, no estás muy quemada. Eran tus pulmones lo que nos
preocupaban. No estabas respirando por un momento. Pero has estado
inconsciente durante los últimos dos días. Y has podido caminar hasta el baño
con ayuda, pero realmente no parecía que supieras lo que estaba pasando. ―Ella
frunce el ceño por solo un segundo porque la puerta se abre. La misma enfermera
que se alejó de Delaney hace un momento entra en la habitación con Wilder a la
cabeza.
―Oh, mierda. Bash se va a enojar. Sabía que te despertarías mientras no
estábamos solo para hacerlo enojar —dice Wilder vertiginosamente cuando ve
que estoy despierta. Es como si estuviera emocionado de ver a Sebastian
enfurecido porque me desperté mientras se habían ido a tomar su ducha grupal
o lo que sea que hayan estado haciendo durante la última hora.
Cruz entra detrás de Wilder y lo golpea en la parte posterior de la cabeza con
la palma abierta, lo que lo hace callar, pero no hace nada para borrar la sonrisa
de su rostro. Reúno la fuerza para señalar con mi dedo medio a Wilder por
decirles a todos que perdí mi virginidad con mi hermanastro en el cementerio. Se
quita el cabello desordenado de los ojos y amplía su sonrisa aún más, moviendo
las cejas sugestivamente, lo que me dice que sabe exactamente por qué estoy
enojada con él.
―¿Cuánto viste? ―susurro ásperamente, empujando para apoyarme contra la
barandilla de latón al lado de la cama―. No, no me digas. No quiero saber por
qué estabas merodeando por el cementerio.
Está buscando a tientas los botones de su abrigo, pero se detiene para mirarme
a los ojos.
―No puedes estar enojada porque me quedé. Él no podía vigilar mientras
odiaba follarte. ―Me guiña un ojo cuando lo miro.
―La venganza es una perra, recuérdalo ―digo.
―Me follaré a alguien frente a ti si eso es lo que te gusta ―dice Wilder, y no
puede contener la risa cuando mi ceño se profundiza.
―Te ves bien, CJ ―dice Nathaniel, empujando a Wilder para pararse al lado
de la silla de Delaney como el leal cachorro enamorado que es. No puedo pensar
en el hecho de que ha domesticado a uno de “Los Lobos”. Delaney se mueve en
su asiento mientras Cruz se coloca al otro lado de su silla y deja escapar un
resoplido de molestia antes de ponerse de pie, alisándose la falda. Ella camina
alrededor de los pies de mi cama para colocarse en el otro lado, justo cuando
Declan entra en la habitación como si fuera el hijo de puta menos molesto en este
planeta. Me da una pequeña sonrisa tensa antes de mirar por encima del hombro.
Mi cuerpo instantáneamente se pone rígido en anticipación cuando me
encuentro con la mirada de Sebastian, las sombras oscuras debajo de sus ojos son
prominentes. Se siente como si mi corazón diera un vuelco dentro de mi pecho
cuando aparta a la enfermera de su camino y casi derriba a Delaney mientras
entra para pararse junto a mi cama. Cojea muy levemente, pero su rostro no
muestra indicios de dolor.
―No pueden simplemente… ―La enfermera comienza, pero Sebastian gira la
cabeza en su dirección y la interrumpe con una mirada oscura.
―Podemos hacer lo que queramos ―dice Wilder, y su tono tonto no coincide
con esa sonrisa astuta que generalmente tiene la intención de derretir las bragas
de las chicas de la hermandad. Supongo que también lo usa para burlarse del
personal de Woodsboro.
―Tienen diez minutos, y luego los quiero fuera de aquí ―dice la enfermera,
su voz más alta y estridente que antes.
―Váyase a la mierda, señora. Ha estado quejándose durante una puta semana
y estoy hasta aquí con oír su voz —le espeta Cruz, llevándose la mano a la
coronilla sin siquiera mirarla. Se pasea de un lado a otro, dando solo unos pocos
pasos en cada sentido, y enrollando un cigarrillo entre las yemas de sus dedos. O
necesita nicotina o Delaney se niega a hacer contacto visual con él y tiene las
bragas torcidas.
La enfermera jadea, se lleva la mano al pecho como si él la hubiera golpeado
físicamente y sale corriendo de la habitación, dejando la puerta abierta de par en
par.
―Actúa como si fuéramos a tener una orgía mientras construimos un
santuario para Satanás ―bromea Delaney, sus tacones repiquetean mientras se
acerca para cerrar la puerta para que podamos tener un poco de privacidad.
Sebastian se agacha y agarra mi mano entre las suyas y entrelaza nuestros
dedos. Sé que debo parecer sorprendida, pero él no parece desconcertado cuando
sus ojos me evalúan. Es como si estuviera tratando de asegurarse de que estoy
realmente despierta.
Veo en él de lo que Delaney hablaba, hay una suavidad en sus ojos que nunca
había visto antes, y me asusta muchísimo. Trato de alejar mi mano de él, pero eso
solo hace que su agarre sea más fuerte. Levanta su otra mano hacia mi cabello,
dejando que un mechón se deslice entre sus dedos. Su voz es baja y más áspera
de lo habitual cuando dice:
―Pensé que te había perdido.
La ira se enciende en mí porque esto es lo que hace Sebastian. Él tira de mí solo
para lastimarme y empujarme lejos.
―No puedes perder algo que nunca fue tuyo en primer lugar ―espeto, ni
siquiera tratando de mantener nuestra conversación en privado. Intento apartar
mi mano de él otra vez, pero aprieta más fuerte hasta el punto en que se vuelve
doloroso y dejo de forcejear. Él deja que los mechones de cabello se deslicen de
su agarre y sus ojos se oscurecen cuando se encuentran con los míos.
―Te he tenido, Carrington Jane. ―La connotación de sus palabras es clara,
pero agrega:
―Eres mía. Puedes tomarte todo el tiempo que quieras para aceptar eso. Pero
no te dejaré ir. ―Su mano libre se mueve para ahuecar mi mandíbula, pero no es
como solía agarrarme antes. Sus dedos son firmes, pero gentiles, casi reverentes
mientras su pulgar frota suavemente mi piel―. Lo entiendes, ¿verdad? No es una
opción.
―Jesucristo, Bash. ―Estaba bromeando acerca de que ella tiene un coño
mágico, pero ¡joder! ―Wilder se ríe y la mandíbula de Sebastian tiembla de ira,
pero no lo suficiente como para dejar que suelte nuestros dedos.
Declan no parece divertido y le da a Wilder una mirada severa.
―¿Qué? Nunca me follé a una chica y luego perdí la cabeza. Carrington es
genial y todo eso, siempre pensé que incluso cuando ustedes estaban siendo
idiotas con ella. Pero vamos, el hombre está a una sílaba de soltar la bomba A2 y
dejar que ella lo castre. Este no es el Bash que conocemos y amamos. Vamos,
Carrington, que se quede con las pelotas.
―¿Cómo sabes lo que significa castrar? ―Delaney interviene, arrugando la
nariz con disgusto, lo que solo le otorga un encogimiento de hombros por parte
de Wilder.
―Todos, váyanse a la mierda ―espeta Sebastian, aparentemente teniendo
suficiente de las payasadas de Wilder.
―No. No tienen que irse —digo rápidamente, no estoy lista para estar a solas
con él.
―Creo que ustedes dos necesitan hablar. ―Declan frunce los labios con
desaprobación, y no estoy segura si es porque Sebastian y yo somos
desordenados, tóxicos y demasiado complicados para funcionar o si es porque
no cree que follar en las tumbas de los parientes muertos es una buena manera
de resolver nuestras diferencias. Suspira y cruza los brazos sobre el pecho cuando
dice:
»»Pero es importante que le digas a Bash lo que sabes, CJ. Casi mueres, y
Sebastian se habría quemado junto contigo si Wilder no hubiera visto el humo y
nos hubiera llamado antes de volver corriendo para ayudar. ―dice Declan,
extendiendo su brazo hacia los otros chicos, indicando que todos ayudaron a

2
Se refiere Amar.
salvar mi vida. Se acerca tranquilamente a los pies de mi cama―. Esto no va a
parar aquí. Te hemos vigilado las 24 horas del día, asegurándonos de que nadie
pueda llegar a ti. Quienquiera que esté haciendo esto no se detendrá hasta que
no puedas contar sus secretos.
Abro la boca para hablar, pero las palabras no salen. Dejo escapar otra tos que
hace ruido en el pecho y es solo entonces que Sebastian suelta mi mano. Agarra
la parte de atrás de mi cuello y coloca su otra palma en mi pecho, abrazándome
mientras inhalo con dificultad.
―Te tengo ―la voz ronca de Sebastian es reconfortante y familiar. Casi como
si lo hubiera escuchado decirme esas palabras antes.
―¿A quién estás protegiendo? Blaine está bajo 2 metros de profundidad. No
puedes ayudarlo más. Tienes que preocuparte por ti misma. ― dice Cruz cuando
dejo de toser. Trato de tomar una bocanada de aire, pero se siente como si tuviera
algodón en mi garganta y en mis pulmones.
Decido en ese momento que necesito sincerarme con todo lo que sé. Él tiene
razón. Guardar secretos solo pone a todos en peligro.
―Sebastian. Estoy protegiendo a Sebastian. ―Me obligo a sentarme
completamente―. Tal vez deberían irse para que podamos hablar. ―Miro a
Declan porque si alguien puede hacer que el grupo esté de acuerdo con algo, es
él.
―Lo que sea que tengas que decir, puedes decirlo frente a ellos―dice
Sebastian, inclinándose para estar a la altura de mis ojos―. Sé que me odias ahora
mismo, y eso está bien. Me importa un carajo. Mi única prioridad es asegurarme
de que estés a salvo. Dinos lo que sabes, cariño. ―Odio la forma en que mi cuerpo
responde a su voz, la forma en que me mira. Aunque sé que este es otro de sus
juegos mentales, no quiero nada más que acercarlo a mí y besarlo hasta que no
pueda mover mis labios.
―Se van a besar ―susurra Nathaniel lo suficientemente alto como para incitar
a Sebastian a alejarse de mí bastante como para mirarlo.
―Haré lo que me dé la gana con ella, donde quiera. Cierra la puta boca para
que pueda decirnos lo que sabe —exige Sebastian, pero Nathaniel solo le sonríe.
Los ojos de Sebastian están de vuelta en los míos y es difícil concentrarse cuando
una de sus manos agarra mi muslo. Incluso a través de la manta, siento su calor,
la necesidad que tiene de mí.
Me muerdo el labio y luego decido quitarme la tirita.
―Cuando te acostaste con la hermana de Talon y no la reconociste después de
eso, ella no pudo hacerle frente y comenzó a actuar de muchas maneras ―digo
las palabras lentamente porque veo la mirada confusa en el rostro de Sebastian―.
Blaine estaba tratando de ayudarla. Se encontraba con ella una vez a la semana y
bajaban a los acantilados solo para hablar. Me preguntó si podía decir que estaba
conmigo para que Talon no se metiera en medio de esto.
―¿Cuándo fue esto? —pregunta Declan.
―Antes de que la enviaran lejos… ―empiezo, pero la mano de Sebastian
agarra mi pierna con más fuerza, claramente queriendo que mi atención vuelva
a él.
―No me follé a la hermana de Talón ―espeta Sebastian―. No antes. No
después de… jamás.
―Tal vez estabas borracho ―ofrece Wilder, pero rápidamente se calla cuando
Sebastian, Cruz y Declan lo miran fijamente.
Nathaniel claramente no puede leer la habitación porque sus ojos se cierran
mientras sonríe hacia el techo, tratando de procesar lo que sea que esté pasando
por su cabeza. Él suelta una carcajada, claramente pensando que es mucho más
divertido que cualquiera de nosotros cuando agrega:
―Nunca he estado tan borracho. ―Wilder resopla, tratando de contener la
risa, pero eso solo incita a Nathaniel a seguir―. Parece que alguien le puso una
peluca y un par de tetas a Talon. ―Se ahoga, fingiendo que va a vomitar y la
habitación rápidamente vibra con el ruido de él y Nathaniel contando chistes a
expensas de Talon, Delaney y Declan tratan de callarlos.
―¡Oye! ―chasqueo, arrancando mi mano lejos de Sebastian y aplaudiendo,
tratando de conseguir la atención de todos―. Me han estado acosando desde que
Blaine murió para decirles lo que sé. Lo menos que pueden hacer es escuchar lo
que estoy diciendo.
―Él dijo que ella se estaba volviendo loca porque pensaba que te preocupabas
por ella. Lo cual, en retrospectiva, debería haberme preguntado por qué una chica
pensaría que realmente te preocupas por ella. ―Miro a Sebastian y su mirada se
endurece. Toma una respiración rápida y corta. A pesar de sus juegos y del hecho
de que dice que quiere que me someta a sus demandas, que me doblegue a su
voluntad, a Sebastian McCoy le gusta cuando peleo con él.
»»Blaine dijo que se volvió suicida y que se automedicaba. Nunca dijo lo que
ella estaba usando o lo que estaba pensando en hacer. Debe haber sido malo si él
estaba escabulléndose, encontrándose con ella y tratando de ayudarla, ¿sabes? Y
luego la enviaron a la sala psiquiátrica del campus, así que no sé por qué
necesitaba usarme como tapadera la noche que murió. Ella no habría podido irse,
¿verdad?
―¿Es ahí donde está? ―Claramente desperté el interés de Delaney porque
desvía su atención de tratar de suavizar las arrugas de la camisa de Nathaniel. Él
la está mirando con los ojos más dulces, y ella no parece darse cuenta. Mis ojos
saltan a Cruz porque incluso con el estado de desorden que me rodea, realmente
quiero saber qué está pasando entre los tres. Sus ojos están fijos en el perfil de
Nathaniel y parece enfadado. Él mira hacia otro lado cuando Delaney mira
alrededor de la habitación para evaluar las reacciones de todos y agrega―.
Quiero decir, ¿tenemos pruebas de que ella realmente ha sido admitida? Ya sabes
cómo le gusta a Woodsboro encubrir las cosas.
―Así que tiene que ser Talon, ¿verdad? Está enojado porque su hermana
terminó en un pabellón psiquiátrico y culpa a tu familia. Y técnicamente, CJ es
una McCoy ―sugiere Cruz, moviéndose hacia la ventana. La abre y enciende su
cigarrillo. Observo mientras da una calada profunda y sus ojos se cierran como
si fuera la cosa más preciada que jamás haya probado.
―¿Por qué Talon querría mantenerlo en secreto? Quienquiera que sea quiere
que CJ mantenga la boca cerrada ―Wilder se encoge de hombros y cuando todos
tienen expresiones de sorpresa en sus rostros, se ríe―. No soy tan tonto como
pretendo ser.
―Todos cállense la puta boca ―dice bruscamente Declan, caminando unos
pasos de un lado a otro al pie de mi cama antes de agarrar la piecera. Las venas
de sus manos sobresalen bajo su agarre mortal sobre el latón. Para mí está claro
que Declan tiene tanta rabia viviendo dentro de él como los otros Lobos.
Simplemente la aprovecha, se alimenta de ella, la mantiene dentro de él en lugar
de arremeter contra ella―. No tengo claro nada de esto, CJ. Tienes que contarnos
todo. ¿Qué tiene que ver Sebastian con la maldita hermana de Talon y con la
noche en que Blaine murió?
Me aclaro la garganta y estoy agradecida cuando Delaney me entrega la botella
de agua.
―Honestamente, no lo sé. Ese es el único secreto que estaba guardando.
Originalmente, pensé que Blaine estaba con Elizabeth Sanderson esa noche, pero
luego descubrí que había sido ingresada en la sala psiquiátrica, por lo que no
habría podido verlo. Me hizo prometer que no le contaría a nadie sobre las
reuniones con Elizabeth porque dijo que se culparía a Sebastian por la forma en
que ella estaba en espiral y que empeoraría la tensión entre Sebastian y Talon.
—Nunca la toqué —dice Sebastian en voz más baja esta vez, su mano se acerca
a mi mandíbula e inclina mi rostro hacia arriba para mirarlo. Su expresión es
dura, pero sus ojos buscan mi rostro―. ¿Eso es lo que estabas escondiendo? ¿Me
dejaste atormentarte porque pensaste que me iban a culpar?
―Estoy completamente a favor de que te rebajes, pero ahora no es el momento
―interrumpe Declan antes de que pueda responderle a Sebastian―. ¿Estás
segura de que Blaine no te dijo nada que pudiera meter a alguien más en
problemas?
―¿Y si es su hermana? ―sugiere Nathaniel―. Tal vez toda la táctica de tratar
de mantener a CJ callada es solo para asustarla. Podría ser un juego, y tal vez ella
principalmente está apuntando a CJ porque todos saben que ella es lo único que
le importa a Sebastian.
―Sí, quiero decir que, si ella está tan obsesionada con Sebastian, tendría
sentido que CJ fuera el objetivo ―coincide Delaney, lo que hace que Nathaniel
prácticamente sonría.
Niego con la cabeza.
―No pude ver quién me arrojó a la cripta, pero no era de mi tamaño.
Quienquiera que haya sido, era más grande que yo. Al principio pensé que era
uno de ustedes porque estaba huyendo de Sebastian, y les gusta evitar que lo
haga. ―No miro a ninguno de ellos en particular―. Pero una vez que me di
cuenta de lo que estaba pasando, ya era demasiado tarde.
―¿Puedes tener acceso al edificio psiquiátrico? ―Sebastian le pregunta a
Delaney que no pierde el ritmo.
―Puedo tener acceso a cualquier lugar al que necesitemos ir en este campus.
―Ella endereza su postura y mira a Declan, como para ver si él aprueba colarse
en la sala de psiquiatría. Él está mirando a Sebastian, sin embargo, no puedo leer
lo que están pensando los dos.
―Lo comprobaremos mañana ―dice finalmente Declan.
―¿Por qué no esta noche? ―pregunto―. Estaré bien aquí por unas horas
―Porque no podemos simplemente entrar allí como si fuéramos dueños del
lugar, a pesar de lo que mi hermana pueda pensar. ―Declan inclina la cabeza
hacia Delaney, quien solo sonríe brillantemente, sin vergüenza de que ella crea
absolutamente que puede entrar allí a plena luz del día y arrojar su apellido a
cualquiera que lo pregunte―. El baile formal de Kappa Alpha es mañana por la
noche. Todo el personal de turno estará en la ceremonia esa noche. Podemos
hacer una aparición y luego algunos de nosotros escaparnos para ver qué
podemos descubrir… ―se calla y sus ojos rebotan de Nathaniel a Wilder―.
Algunos de nosotros podemos quedarnos para crear una distracción.
―Eso es todo para lo que crees que somos buenos, ¿eh? ¿Una distracción?
―Wilder sonríe, pero hay un destello de dolor mezclado con ira en sus ojos que
no recuerdo haber visto antes.
Sebastian debe sentir que algo está pasando porque no le dice a nadie en
particular:
―Genial. Tenemos un plan. Inclina la cabeza para hablarme solo a mí―.
Vendrás a casa esta noche ―dice Sebastian, retirando las sábanas, y estoy
agradecida en ese momento de que alguien me haya vestido con una de las
camisetas de Sebastian.
―¿Te sientes lo suficientemente bien como para irte? ― me pregunta Delaney,
y sé en ese momento que peleará con Sebastian si digo que no. Me siento débil y
todavía estoy tosiendo aquí y allá, pero preferiría estar en mi propia habitación
que en esta habitación fría y monótona. Mi habitación. No puedo volver a mi
habitación, no después de lo que pasó. No puedo ir con Sebastián. No confío en
él con mi corazón, y no estoy en condiciones para fingir que no estoy enamorada
de él.
―Sí ―balanceo mis piernas sobre la cama y rezo en silencio para que aguanten
mi peso cuando Sebastian me ayude a bajar. Inclino mi cabeza hacia Delaney y
pregunto―. ¿Puedo quedarme contigo hasta que resolvamos esto? No estoy
segura que estaré a salvo sola en mi habitación.
Abre la boca para responder, pero se detiene en seco cuando Sebastian levanta
mi cabeza para mirarlo.
―Te vas a quedar conmigo, y no voy a discutir sobre eso. Tu perteneces a mi
lado. Nunca has pertenecido a ningún otro lugar.
―Sebastian ―empiezo, pero él me interrumpe tomando mi rostro entre sus
manos y bajando su boca hacia la mía para un beso breve, pero apasionadamente
rudo.
―Vas a venir a casa conmigo. Vamos a discutir por lo que quieras pelear hoy, y
luego te follaré y te llenaré con mi semen hasta que olvides por qué estás enojada
conmigo. ―Prácticamente gruñe las palabras justo en frente de todos. Lo que es
aún más jodido, es que su tono convierte mis entrañas en lava fundida
JODER, NECESITO PELEAR, pero Declan tomó la decisión ejecutiva de cancelar
todas las peleas hasta que averigüemos quién intentó matar a Carrington. El fuego
en el cementerio llamó demasiado la atención sobre el bosque donde tenemos las
peleas.
Sé que tiene razón, pero estoy tan nervioso que si no golpeo a alguien hasta
romperle el cráneo o enterrarme dentro de mi hermanastra, voy a estallar. Tenía
toda la intención de ponerme de rodillas, disculparme por todo lo que le había
dicho o hecho, excepto por follarla, porque nunca me arrepentiré de esa mierda.
No tuve la oportunidad, porque tan pronto como la llevé de vuelta a mi
dormitorio, se metió en mi cama y se durmió.
Soy un bastardo egoísta y sin corazón, pero incluso yo sabía que necesitaba
descansar y no aguantar más mi mierda. Caí en un sueño profundo con ella
acurrucada contra mi pecho, y como estaba durmiendo, no puso ningún muro
entre nosotros. Me desperté con Nathaniel prácticamente arrancando mi puerta
de las bisagras para apaciguar a Delaney. Mientras me ocupaba de él y de la
maldita puerta, Delaney sacó a Carrington de mi habitación y la llevó por el
pasillo. Estaba a mitad de camino por las escaleras de la fraternidad cuando
Declan me detuvo.
Aparentemente, Delaney había designado a Wilder como su guardaespaldas
para que pudieran prepararse para la fiesta de esta noche. Todo el maldito día,
aparentemente ese es el tiempo que tardan las chicas en cepillarse el pelo y escoger
un vestido.
Y ahora estoy en este jodido infierno viviente.
Miro alrededor de las intrincadas escaleras que conducen al anfiteatro desde
todos los lados del edificio. Es el centro del campus, y Kappa Alpha ha sacado
todas las campanas y silbatos para este estúpido baile formal. Incluso aquí, hay
lámparas de lujo, arreglos florales y carritos de bebidas. Solo puedo imaginarme
en qué mierda me meto una vez que entro. Odio estas malditas cosas, pero Declan
probablemente tenga razón. Si vamos a averiguar qué está pasando, tenemos que
pasar desapercibidos.
―Parece que vas a destrozar este lugar con tus propias manos ―dice Cruz,
palmeándome el hombro con una risa baja. También odia a todos y a todo, así que
probablemente sea el único que entiende cómo me siento en este momento. Ya
tiene la corbata desabrochada y no llevamos ni veinte minutos.
―Wilder está teniendo una mala vida en este momento. Delaney le hizo hacerse
la pedicura y le depiló las cejas. ―No sonrío, pero mi labio superior se contrae
ante la imagen. Bien. Eso es lo que se merece ese hijo de puta por no decirme
dónde estaban cuando se lo pedí.
Cruz me da un codazo mientras se aclara la garganta, y suceden dos cosas
cuando levanto la mirada y veo a Carrington Jane subiendo las escaleras. Mi
pecho se contrae y mi polla se endurece instantáneamente.
Siempre es jodidamente hermosa, pero esta noche, Dios mío, es impresionante.
Me resulta casi doloroso mantener mis manos alejadas de ella mientras la veo
agarrarse del brazo de Delaney para estabilizarse mientras se dirige hacia
nosotros. Lleva puesto un vestido verde oscuro con tirantes finos que abrazan sus
hombros delgados. Ya he decidido que cuando la tenga a solas, esos tirantes son
lo primero que voy a rasgar en ese vestido. Wilder va detrás de ellas ataviado con
un esmoquin, en lugar de los trajes que el resto de nosotros optamos.
Mis ojos recorren su rostro y me doy cuenta de que está haciendo todo lo posible
para no mirarme a los ojos. Definitivamente me ha visto porque soy la única
maldita persona que puede hacerla sonrojar con solo mirarla. Doy un paso
adelante, completamente preparado para decir a la mierda y arrastrarla escaleras
abajo y follarla hasta que me perdone, pero Cruz me bloquea con su brazo.
―Dale tiempo. Ella ha pasado por mucho ―dice Cruz, llevándose una cerveza
a los labios y entregándome una sin abrir―. Vas a joder aún más las cosas si la
inclinas sobre la barandilla ahora mismo. ―Él me conoce demasiado bien.
Observo cómo Delaney le dice a Carrington que se dé la vuelta mientras ella le
ajusta la cremallera. El largo cabello negro de Carrington está rizado y suelto,
espolvoreando su espalda baja cada vez que se mueve. Y ese vestido. Mierda. Su
espalda está desnuda, y la seda abraza su trasero como si estuviera hecha solo
para ella. No sé si quiero arrancárselo primero o si quiero arrancar cada par de
ojos masculinos que miran en su dirección. Nathaniel interrumpe mis
pensamientos cuando lo veo subir las escaleras saltando, sus ojos están
completamente iluminados y sonríe mientras observa el extravagante vestido
plateado que lleva Delaney. Declan está detrás de él, sus ojos escaneando cada
punto de entrada, su comportamiento es distante mientras se desabrocha la
chaqueta con una mano. Todo sucede demasiado rápido para que yo interceda.
―¿Mucho? ―Delaney sonríe mientras camina hacia Cruz y hacia mí, y
mientras la miro con ceño, él toma un sorbo de su cerveza.
―Dios, eres tan jodidamente transparente. ―Me señala con un dedo que parece
como si la uña hubiera sido decorada y ahora me doy cuenta de por qué les tomó
todo el puto día arreglarse.
―¿Vas a ser una perra entrometida toda la noche, o vas a salir de mi polla
pronto? ―pregunto maliciosamente.
―Irrespetuosamente, no hay ningún escenario en el que estaría cerca de tu
polla. ―Delaney se encoge de hombros antes de quitarle elegantemente la cerveza
de la mano a Cruz. Su pulsera de plata con un millón de malditas baratijas
colgando de ella se desliza por su delgado antebrazo con el movimiento. Su
cabello casi blanco está recogido en una especie de pinza para el cabello y los
mechones sueltos cuelgan enmarcando su rostro.
Ella bebe toda la cerveza que él había estado tomando y mantiene sus ojos en
los de él mientras traga, respirando por la nariz. Ella le entrega la botella vacía con
una brillante sonrisa antes de volverse hacia mí.
―Me agradecerás más tarde por entrometerme. Ella está en alerta máxima en
este momento, protegiendo su corazón porque has sido un imbécil bárbaro
durante, oh, no sé, todo el tiempo que la has conocido. Necesitas recomponerte,
revisar tu jodida actitud y disculparte por… ―se apaga, arrugando su nariz
respingona con disgusto mientras deja que sus ojos me evalúen―. Solamente por
todo. Pide disculpas y espera lo mejor.
―Si es tan jodidamente malo, ¿por qué estás tratando de ayudarlos a resolver
la mierda? ―Cruz interviene, tirando del botón superior de su camisa blanca. Le
doy quince minutos más antes de que abandone esta ceremonia sin sentido. Sé
que debemos concentrarnos en ser vistos aquí, y luego tratar de averiguar dónde
está la hermana de Talon y encontrar quién atacó a Carrington, pero todo en lo
que puedo pensar es en dejarla sola.
Delaney suspira antes de acercarse a Cruz. Veo que todo su cuerpo se pone
rígido cuando ella estira la mano y le desabrocha los dos botones superiores de la
camisa antes de pasar las manos por las arrugas de la parte delantera de la camisa.
Ella finalmente responde a su pregunta cuando dice:
―Porque a veces las personas son el uno para el otro. Simplemente encajan.
Nunca funcionarían con nadie más, aunque se hicieran pasar por un infierno.
―¿Dijo algo sobre mí? ―Digo e instantáneamente me arrepiento cuando veo la
sonrisa en su rostro.
―¿Me estás pidiendo consejos sobre citas? ―Ella sonríe, sus hoyuelos se
muestran, y prácticamente burbujea de alegría perversa a mi costa―. ¿Quieres
saber lo que pienso? ―Ella es demasiado jodidamente atolondrada para alguien
que se yergue sobre tacones más altos que ella.
Me aclaro la garganta y le entrego a Cruz mi cerveza sin abrir.
―No. ―Su cara cae, y paso mi mano por mi frente, porque ¿qué diablos estoy
haciendo? No hay manera de que pueda cambiar la intensa forma en que
reacciono ante Carrington. Podríamos estar juntos durante cincuenta años y
todavía querría asesinar a cualquiera que la toque—. Terminé de tratar contigo —
digo, agitando la mano—. Mantente fuera de mis putos asuntos. Yo solo…
―¿Qué harás? ¿Seguirás deslumbrándola con tu brillante personalidad?
Miro a Cruz, que se esfuerza por no reírse, y luego fulmino con la mirada a
Delaney. Soy plenamente consciente de que solo estoy enojado con ella porque
siempre tiene la razón. Ella y Declan son irritantes de esa manera, así que decido
herir sus sentimientos de todos modos.
―¿No deberías estar decidiendo con cuál de las pollas de “Los Lobos” vas a
atragantarte esta noche en lugar de ponerme de nervios?
―La noche es joven, Sebastian. Las posibilidades de chupar pollas son infinitas
—dice con una brillante sonrisa mientras se encoge de hombros como si mis
palabras cortantes no la afectaran. ―Mientras no sea la tuya, estaré absolutamente
encantada. ―Ella guiña un ojo, agarrando a Cruz por el brazo y llevándolo al arco
del anfiteatro donde la gente todavía está llenando la sala principal.
Cierro los ojos e imagino a Delaney dando volteretas por las escaleras y
aterrizando sobre su cabeza mientras tomo una respiración profunda. Sacudo los
hombros y me dirijo hacia la entrada. Será mejor que Carrington Jane esté lista.

―TE ves preciosa, CJ. ¿Te gustaría bailar? ―Escucho a un imbécil preguntar
mientras me acerco. Carrington está sentada en una mesa redonda cubierta de
seda con Wilder y Nathaniel. Declan ha vuelto a desaparecer y sé que
probablemente debería ir a buscarlo. Su único defecto es que cree que es mejor
hacerlo todo él mismo, lo que normalmente no sería un problema, pero estamos
lidiando con la mierda del siguiente nivel en este momento. No sabemos quién
es el próximo objetivo, y podría ser cualquiera de nosotros. Sin embargo, no me
alejaré de Carrington. Nunca más. No por nadie.
―En realidad estoy un poco cansada ―Oigo decir a Carrington mientras me
coloco detrás de ella, escuchando atentamente y haciendo todo lo posible por
controlar mi temperamento. Con todo lo que está pasando, probablemente no
necesitemos que provoque una escena ahogando a este imbécil frente a toda la
fraternidad y sus citas. No sé quién es este hijo de puta, pero es lo suficientemente
tonto como para inclinarse, su codo descansa sobre la mesa y la parte superior de
su cuerpo está invadiendo su espacio personal. Él está tratando de intimidarla
para que haga lo que quiere, y eso no va a suceder.
―Oh, vamos, una chica tan bonita como tú no debería estar sentada toda la
noche. ―Extiende la mano para tocar uno de los mechones de cabello que
cuelgan sobre su hombro. Ahí está, la maldita razón por la que Declan me va a
dar una reprimenda por golpearle la cara a este tipo sin decir una palabra.
Camino alrededor de la silla de Carrington, dejando que mi mano se deslice
debajo de su cabello y tome la parte posterior de su cuello posesivamente. A la
mierda darle su espacio y todo esa cursilería de mierda que Delaney me dijo que
hiciera. Ella es mía, y este hijo de puta necesita saberlo.
En lugar de ponerse rígida bajo mi toque, siento que ella se relaja, y ahí es
cuando me doy cuenta de que le gusta este lado mío. Carrington Jane estaría
mintiendo si dijera que no se siente atraída por la rabia que tengo dentro de mí.
Le gusta la forma en que destruiría cualquier cosa por ella, incluso cuando
quisiera arruinarla yo mismo.
―¿Todavía quieres bailar, imbécil? ―Imitando su lenguaje corporal, me
inclino hacia él y lo fulmino con la mirada, frunciendo el ceño. Al instante corrige
su postura y retrocede un paso, y puedo discernir la energía nerviosa que
acompaña a su risa forzada incluso por encima de la música que está sonando.
Me doy cuenta de que es un Kappa cuando veo la insignia de la fraternidad que
lleva en la corbata, pero no sé dónde lo he visto antes.
―Lo siento, Bash. No pretendo hacer daño —dice suavemente, recuperándose
rápidamente de su sorpresa inicial. Usa mi apodo como si fuéramos los mejores
amigos, pero no lo reconocería si me cayera encima de él.
Lentamente me enderezo y me muevo para colocarme detrás de Carrington,
dejando que mis manos descansen sobre sus hombros desnudos. Muevo su
cabello hacia un lado y rozo los nudillos de una de mis manos contra su cuello
mientras lo miro fijamente. Quiero que vea lo que puedo hacer. Quiero que vea
lo que ella nunca le permitirá hacer. Envuelvo mis dedos alrededor de su
garganta y aprieto ligeramente, y mi polla se endurece instantáneamente cuando
inclina su cabeza hacia mi agarre y traga con fuerza. El imbécil me sonríe cuando
dice:
―Veo que te has hecho cargo por Blaine. ―y aunque sé que nunca tuvo nada
romántico con mi hermano, la insinuación es suficiente para que me agite
irracionalmente.
―No vuelvas a hablar con ella. ―Aprieto los dientes, pero mis manos siguen
siendo suaves y una de sus manos se posa sobre la mía que todavía está
ahuecando su hombro.
Él no responde, pero hace todo lo posible por escabullirse luciendo como el
cobarde que es. Wilder comienza a aplaudir lentamente, a ponerse de pie y a
hacer un espectáculo de sí mismo y de toda nuestra mesa. Algunas personas se
unen, pero la mayoría de las personas que se han dado cuenta parecen
confundidas. Incluso por encima de la charla y la música sin sentido, más
personas se dan cuenta y se vuelven y nos miran, lo que hace que Carrington
trate de ocultar su rostro entre sus manos.
Pongo mi mano en su cabello y tiro lo suficientemente fuerte como para hacer
que me mire. Puedo ver el deseo que tiene por mí allí. Se muerde el labio inferior
y gimo, enroscando mis dedos con más fuerza en su cabello. Si sigue mirándome
de esa manera, no voy a poder controlarme. Voy a inclinarla sobre esta mesa y
enterrar mi polla tan profundamente en su coño que ningún otro idiota se
atreverá a acercarse a ella.
―¿Incluso escuchas? ―Delaney me regaña mientras se desliza hacia la mesa,
y esta vez Nathaniel la sigue. ―Dije que seas un caballero, no un neandertal.
—Sí, al diablo con esa mierda —digo agachándome entre su silla y
Carrington―. Necesito hablar contigo. En privado. ―Mi voz es tan ronca por el
deseo que incluso yo puedo escuchar la necesidad que tengo por la chica frente
a mí. Estoy mirando a Carrington, buscando en sus ojos alguna indicación de sus
sentimientos por mí, pero sus muros están levantados. Tiene miedo de que la use
para hacerme sentir mejor y luego volverme en su contra como lo hice en el
pasado.
―Quiere decir que quiere follar ―le informa Wilder a Carrington, pero lo
suficientemente alto como para que todos los enterrados en el jodido cementerio
lo escuchen. Lo que inspira a Nathaniel a resoplar porque se esfuerza mucho por
no reírse. No tengo la energía para lidiar con él, pero miro cuando veo
movimientos erráticos de reojo. Estoy feliz de ver a Nathaniel sosteniendo a
Wilder mientras Delaney intenta quitarle la petaca de las manos.
Coloco mi mano en el muslo de Carrington que está expuesto por la abertura
en su vestido. Gimo, deslizando mi palma por su piel sedosa y solo
deteniéndome cuando ella aprieta sus piernas para cerrarlas. Ella me conoce
demasiado bien. No tengo reparos en empujar sus bragas a un lado y follarla con
los dedos hasta que se corra duro.
―Deberías aceptar mi oferta de irnos, ambos sabemos que tus piernas se
abrirán para mí incluso si no quieres ―le susurro, pero mi tono es tan terminante
que veo sus ojos agrandarse. Necesito sentirla, abrazarla. Necesito que diga que
es mía, aunque no esté segura de querer serlo. Necesito saber que ella siente esta
atracción magnética entre nosotros.
—Ahuyentaste a ese otro chico, así que creo que me debes un baile —dice
finalmente, y solo escucharla mencionarlo me hace clavar mis dedos en la piel
flexible de su muslo. Huele tan jodidamente bien, y solo quiero enterrar mi cara
en su dulce coño y lamerla hasta que no pueda caminar. Se siente fenomenal en
mis manos. Su piel es suave y flexible, y quiero saborearla. Llevo demasiado
tiempo privado de ella. Joder, la necesito para poder respirar, y ella lo sabe. Ella
tiene todo el poder, pero estoy dividido entre querer desgastarla, hacer que se
vaya conmigo como le he exigido y ceder y darle lo que está pidiendo.
―Voy a terminar matando a todos los hombres en Faircliff si sigues usando
vestidos como este ―le digo contra su oído mientras me pongo de pie y extiendo
mi mano hacia ella indicándole que le daré el baile que ella quiere. No me molesto
en decirle que tan pronto como termine la canción, tendrá un par de opciones y
todas girarán en torno a mí llenando uno o todos sus agujeros con semen.
―Estaba pensando en usar esto para mis clases el lunes ―dice con ligereza,
encogiéndose de hombros en mis brazos. La acerco a mí y le inclino la cabeza
hacia atrás para que me mire a los ojos. Sus firmes tetas presionan contra mi
pecho, y levanto la mano que no está fija en la piel desnuda de su espalda baja y
rozo el costado de su pecho. No lleva sostén y puedo sentir el calor de su piel a
través de la seda del vestido. Echo mi pecho hacia atrás, lo suficiente para poner
mi mano entre nosotros. Ella jadea cuando ahueco todo su pecho. Aprieto mis
dedos y bajo mi cabeza para gemir contra su oreja. Siento su escalofrío y su pezón
endurecerse contra el centro de mi palma.
Beso su cuello con menos delicadeza y luego sonrío contra su dulce piel.
―El único lugar donde se debe ver ese vestido es en nuestro dormitorio. ―Uso
la palabra nuestro a pesar de que ella probablemente no estaría de acuerdo de
buena gana. Sé que eso cambiará pronto. Tiene que hacerlo, o voy a perder la
cabeza.
Ella no sonríe, pero no espero que lo haga. La estoy desafiando a entrenar
conmigo. Justo cuando creo que está a punto de hacerlo, la veo mirar hacia la
izquierda y congelarse en mis brazos. Deslizo mi mano entre nosotros y envuelvo
mi brazo alrededor de ella protectoramente, acercándola a mí. Sé que tiene que
sentir lo jodidamente duro que estoy por ella, pero me importa una mierda.
Veo lo que llamó su atención, y debo tener cuidado de no dejar que mi ira me
supere. Está delicada, probablemente aún se sienta adolorida y cansada por todo
lo que ha pasado, y necesito compensar eso. Me conformo con mirar a Talon
desde el otro lado de la habitación. Está vestido con su esmoquin y la está
mirando fijamente.
Es como si estuviera mirando más allá de mí, y todo lo que le importa es follar
con los ojos lo que es mío. Tiene suerte de que no lo haya aporreado contra el
jodido pavimento hasta ahora. No importa lo que él crea que hice o dejé de hacer
con su hermana, necesita entender en su duro cráneo que Carrington está fuera
del alcance de todos. Puede que no sea él quien intentó matarla, pero me importa
un carajo. Lo joderé solo por la forma en que la mira.
Acerco a Carrington a mi pecho y ella hunde su rostro en mi camisa blanca. Se
aferra a mí, dejando caer sus paredes, y se siente como si estuviera tratando de
derretirse en mí. Entonces me doy cuenta de lo asustada que está, a pesar de la
fachada valiente que pone cuando habla de la situación en la que estamos.
―No se acercará a ti. Nadie lo hará. Estamos solos tú y yo, Carrington Jane
―digo, tratando de tranquilizarla. Acaricio mi mano por su espalda y Talon me
sonríe, y eso es todo lo que se necesita.
He terminado de jugar este juego de esperar y ver. Entiendo por qué Declan y
Delaney no creen que sea Talon, pero la verdad es que ninguno de nosotros sabe
realmente qué diablos está pasando. Podría ser lo suficientemente tonto como
para estar haciendo toda esta mierda y burlándose de nosotros abiertamente.
Veo que Cruz está a unos metros de distancia tratando de alejar a Wilder de
Ella, quien está curvando su dedo hacia él, tratando de atraerlo para que se
acerque a donde ella está parada. Le oigo preguntar de improviso dónde está
Declan, y me doy cuenta de que puedo ocuparme de Talon sin las repercusiones
de que Declan intervenga.
Me muevo rápidamente, cambiando a Carrington a los brazos de Cruz.
―No te alejes de ella ni un segundo —exijo, y él se ve confundido al principio,
pero finalmente asiente. No espero ninguna protesta de Carrington, porque esto
debe terminarse de una vez.
Me estoy acercando a Talon, y me alegro de que todos los que están en medio
de la pista de baile se aparten de mi camino. Parece que se quedan quietos,
observando cada uno de mis movimientos en previsión de la pelea que saben que
está a punto de producirse. No será una pelea, no tiene ninguna posibilidad, y
todos lo sabemos. Deja su bebida en el suelo, y tengo que reconocerlo, o es
estúpido o no tiene miedo a morir, porque endurece su postura y cuadra los
hombros en lo que supongo que es una postura intimidatoria.
―Bash, no quieres hacer esto ―Jesse se levanta de la mesa junto a la de Talon.
Es como mi hermano, siempre metiendo las narices donde no debe en nombre de
ser la voz de la razón.
—Ese buen tipo hizo que mataran a mi hermano —digo, deteniéndome solo
por un breve segundo para cortar a Jesse con una mirada fría―. Detente mientras
estás adelante. ―Me sorprendo cuando veo que la ira aparece en su rostro y que
su mandíbula tiene un tic de enfado, pero tan rápido como apareció, desaparece.
En su lugar está su habitual expresión suave, sus ojos me suplican que no haga
esto aquí, delante de gente inocente.
Es demasiado tarde. Todos los secretos de Woodsboro van a ser revelados
―Asústala de nuevo y te mataré. ―Lo golpeo justo en la mandíbula con el
puño tan fuerte que se cae, derrumbándose sobre una chica que grita, haciendo
que todos los que aún no estaban viendo el show dejen de hacer lo que estaban
haciendo y se queden mirando.
―Señor McCoy, unas palabras por favor. ―Sé que es el padre de Talon incluso
antes de mirar en su dirección. El Señor Sanderson está haciendo todo lo posible
para parecer no afectado, pero está luchando y eso es suficiente satisfacción para
mí.
Me doy la vuelta para mirar a Carrington. Se ve preocupada, pero está a salvo,
todavía de pie junto a Cruz. Estoy feliz de que la música se haya detenido porque
ahora que tengo la atención de todos, voy a usar eso a mí favor. Extiendo mi
brazo apuntando al padre de Talon y su esposa, de quienes sé de buena fuente
que se han follado a la mitad de nuestra fraternidad, y ambos me miran con el
ceño fruncido.
―Repórtame, me importa una mierda. Llama a mi padre y dile lo jodido que
estoy. Él lo espera. No puedes derribarme más allá de estar emparentado con el
puto chico dorado de Woodsboro. Y mientras lo tienes al teléfono, dile que tu hijo
es un cobarde que se mete con Carrington porque tiene demasiado miedo de
pelear conmigo. ―Sonrío porque me siento más psicótico que de costumbre.
―¡Bueno, yo nunca…! Cariño, haz algo. Está fuera de control —chilla la Señora
Sanderson, apretando su mano contra el llamativo collar que cuelga alrededor de
su cuello mientras me giro para irme. Su voz es lo suficientemente aguda en mis
oídos como para hacer que me de la vuelta y regrese hacia ella, pero en su lugar
me dirijo a su esposo.
―¿Sabes que tu esposa es una puta? ¿O es ese otro secreto de Woodsboro? ¿eso
también ha sido escondido? ¿Como la muerte de mi hermano y el intento de
asesinato de Carrington? ―Estoy complacido cuando la gente jadea
audiblemente, y el rostro del padre de Talon palidece como si hubiera visto un
fantasma.
―Cree que es invencible, señor McCoy, pero está sobreestimando
enormemente las contribuciones de su familia a esta universidad ―dice cuando
recupera la compostura.
Me acerco para pararme directamente frente a él.
―Me importa una mierda esta escuela. Tu hijo se va a alejar de mi chica, o lo
voy a enterrar junto a mi hermano. No se hacen preguntas, ¿no es esa la regla
tácita de Woodsboro? No hay mala publicidad, ¿verdad? ―Mi voz es baja y
seria―. Entonces, si yo fuera tú, le diría que la dejara en paz. ―Aprieta los
dientes, mirándome con tanta ira que me hace reír―. Ha sido un placer hablar
con usted, señor Sanderson. Tomo una página del libro de Declan y le doy una
palmada al Director en el hombro mientras me muevo para caminar de regreso
hacia Carrington.
Todo el mundo sigue en silencio, y uso eso a mí favor para desahogarme.
―Si alguien más quiere ser lo suficientemente estúpido como para hacerla
sentir un poco incómoda, se las verá conmigo―. Ladro las palabras, y esta vez
está calculado. Quiero que entiendan lo en serio que voy―. Si alguno tiene un
problema con eso, díganmelo ahora, y déjenla en paz. ―Miro a Talon, que me
devuelve la mirada.
―¿Alguien tiene un problema con eso? ―Miro de Talon a Ella porque sé que
ella está metida en lo que sea que esté haciendo. No sé cuál es su alianza con él
aparte del hecho de que Delaney descubrió que era compañera de cuarto de su
hermana antes de que la encerraran en la sala de psiquiatría.
Realmente no puedo discernir la mirada que me está dando. Parece triste,
derrotada y cansada. Por la forma en que levanta la barbilla y lanza una mirada
con los ojos muy abiertos a Carrington, no estoy seguro de que no esté siendo
coaccionada.
―Sebastian ―dice Carrington para llamar mi atención, y cuando la miro, sus
ojos contienen tantas emociones que es difícil identificar solo una.
—Sé que no me has perdonado por todo lo que te he hecho pasar —digo en
voz baja para que solo ella pueda escucharme, mi boca casi toca la suya―. Y
Blaine me diría que necesito darte tiempo y una opción para decidir si quieres
dejar todo atrás. Pero ese no soy yo. Eres mía y, sinceramente, me importa un
carajo si te gusta o no.
Ella deja escapar un suspiro irregular que es algo entre un grito ahogado y una
risita ante lo absurdo de mis palabras contra mis labios. Profundo el beso,
reclamándola frente a casi todos los que asisten a Woodsboro. Dejé que una de
mis manos se deslizara por su espalda y su trasero, apretando la carne firme una
vez y luego una vez más por si acaso.
―Acabas de poner un objetivo en tu espalda ―dice cuando finalmente rompo
el beso. No es una acusación ni una reprimenda. Puedo ver que está preocupada,
y eso hace que mi pecho se apriete por la emoción.
Mientras mi mano se mueve hacia su hombro, dejo que mi pulgar roce los
moretones que asumo que Delaney trató de cubrir con maquillaje. Me enfurece
que alguien más haya dejado marcas en su piel, tanto porque la lastimaron como
porque soy el único que puede reclamarla de esa manera.
―Ya estaba allí, solo estoy intensificando lo que sea que vaya a pasar ―digo
con sinceridad.
Ella me mira con lujuria en sus ojos y pregunta con voz ronca:
―¿Podemos salir de aquí, Sebastian?

ELLA no tiene que preguntarme dos veces. Antes de que pueda despedirse de
alguien, la acompaño fuera del anfiteatro y me quito la chaqueta para cubrir sus
hombros una vez que estemos en la gran escalera. Físicamente no puedo esperar
para estar dentro de ella, sentirla en mis manos y sacarle la aprensión. Extiendo
mi mano hacia ella cuando estamos a punto de descender la escalera
intrincadamente adornada, y una sensación de nerviosismo se apodera de todo
mi torso mientras espero que ella lo acepte.
―Estoy a punto de follarte hasta que mi semen gotee por el interior de tus
muslos, no creo que tomar mi mano sea un riesgo tan grande, Carrington Jane.
Ella me mira, pero no muestra ninguna reacción a las palabras vulgares que
salen de mi boca con demasiada facilidad para alguien que debe ser servil y
suplicarle que me perdone. Eso es lo que pasa con mi hermanastra de lo que me
doy cuenta ahora. Ella nunca ha querido que cambie o que sea más como mi
hermano.
Ella me quiere, y supongo que siempre lo ha hecho, tal como soy. Jodido de la
cabeza, y desesperadamente obsesionado con ella. Ella me iguala, su terquedad
rivaliza con la mía cuando no se rinde y toma mi mano. En cambio, enrosca sus
dedos alrededor de mi bíceps y puedo sentir el calor de su piel a través del
delgado material de la camisa de vestir. Le sonrío mientras bajamos, las luces
proyectan sombras sobre su piel ya impecable, y nunca había visto algo tan
jodidamente hermoso en toda mi vida.
Cuando salimos a la calle de adoquines, ella comienza a virar a la izquierda,
pero tiro de ella a la derecha, alejándome de la dirección de mi dormitorio. Ella
da unos pasos rápidos con los tacones que no está acostumbrada a caminar para
seguir mi ritmo rápido.
―¿Vamos a buscar a Elizabeth primero? ―La bestia dentro de mí se enfurece
en triunfo ante el matiz de decepción que escucho en su tono. Ella me quiere.
Puede que no confíe en mí o incluso que no le guste en este momento, pero me
quiere. Y eso es un maldito buen comienzo.
Me detengo a medio paso y tiro de ella para que quede pegada a mí. Sus ojos
se abren cuando siente lo duro que estoy por ella. Agarro su trasero con tanta
fuerza que espero que mañana mis huellas sean visibles en la delicada piel de sus
mejillas. Se me hace agua la boca pensando en besar y lamer las marcas que le
estoy dejando.
―Quiero oírte gritar esta noche. Quiero que me digas lo bien, lo perfecto que
me siento dentro de tu coño. Quiero que me digas lo mojada que estás para mí.
―Me inclino para dejar que mis labios rocen los suyos con tanta delicadeza que
tengo que volver a hacerlo por si acaso, chupando su labio inferior entre mis
dientes. Muerdo con fuerza y le doy una palmada en el culo al mismo tiempo.
Ella gime, acercándose más a mí, y si no tiene cuidado, me la voy a follar aquí,
en pleno campus―. Pusieron un micrófono en la fraternidad una vez, y
probablemente lo han vuelto a hacer intentando ver si hemos descubierto algo
―digo después de separarme de ella con un gemido embriagador.
Está sin aliento y me encanta que sea así.
―¿Dónde entonces?
Inclino mi cabeza hacia la catedral que se alza majestuosamente a un corto
paseo del anfiteatro y disfruto con la mirada de horror descarado que cruza su
rostro ante mi sugerencia.
―Sebastián, no podemos. ―Ella niega con la cabeza―. ¿La iglesia?― susurra,
y le doy una sonrisa malvada, levantándola en mis brazos, alzando su vestido
con el movimiento. La obligo a envolver sus piernas alrededor de mis caderas
mientras tomo grandes zancadas hacia mi destino.
―Podemos. Y lo haremos —gruño contra su oído cuando desliza sus brazos
alrededor de mi cuello. Solo dejo que se deslice por mi cuerpo cuando llego a la
puerta principal de la iglesia que está abierta las veinticuatro horas del día, los
siete días de la semana, en caso de que alguien quiera confesar pecados que
Woodsboro inevitablemente encubrirá si se descubren de todos modos.
Está frente a mí y observo cómo empieza a levantar el pestillo de latón de la
manija de la puerta. Levanto la mano y la cierro con una de mis manos,
bloqueando efectivamente que se aleje de mí. Presiono contra ella, moliendo
contra su trasero y ahuecando su pecho con mi mano libre. Me inclino, besando
el costado de su cuello y apretando su carne suave, haciéndole saber cuán
desesperadamente necesito esto, cuán desesperadamente la necesito a ella. Esa
es una cosa sobre Carrington que nunca se puede negar: cuando la necesito, pase
lo que pase, sin importar la situación, ella está allí, viviendo conmigo en mi
oscuridad y prosperando en ella.
―¿Cómo quieres que te folle, bebé? ―Pellizco su pezón con fuerza y la correa
que apenas sostiene su vestido se desliza por su hombro. Gruño, reemplazándolo
con mis labios y luego raspando mis dientes hasta la curva de su cuello. Ella se
estremece, y eso solo me hace querer presionarla más. ―¿Mi hermanastra quiere
que sea gentil? ―Beso su cuello tan suavemente que ni siquiera estoy seguro de
que mis labios hayan rozado su piel hasta que ella gime mi nombre, presionando
su trasero contra mí, suplicando en silencio por más de lo que le tengo reservado
para ella.
Muevo mi mano hacia arriba de su pecho y froto su cuello suavemente al
principio antes de presionar las yemas de mis dedos contra su garganta en los
lugares correctos para dejarla sin aliento.
―¿O quieres que te folle como si todavía te odiara? ―jadea, su mano se
extiende hacia atrás para empujar contra mi abdomen lo suficiente como para
sentir la dureza de mi cuerpo, pero no lo suficiente como para indicar que
realmente quiere que me detenga. Le rozo la oreja con los labios mientras dejo
que mis dedos se relajen en su garganta, escuchando ese pequeño y sexy jadeo
que soltará en cuanto se lo permita―. No te odio, pero aún no estás lista para
escuchar eso. Te gusta cuando te follo como si fueras mi juguete sexual personal,
¿no? Te gusta que nadie más satisfaga mi polla como tú. Nadie es tan perfecta
como lo eres para mí.
Ella no responde, en cambio, se presiona contra mí, y su mano se mueve desde
mi estómago hasta la parte delantera de mis pantalones. Busca a tientas por un
momento, sus dedos rozan la hebilla de mi cinturón. La imagen mental de
inclinarla sobre el altar y azotar su pequeño y apretado culo con mi cinturón hace
que mi polla palpite de emoción. Pero luego la siento tragar contra mi agarre
suelto alrededor de su cuello, y sé exactamente a dónde va mi cinturón.
―Sebastián. ―Prácticamente gime mi nombre, y ya no me importa una mierda
darle opciones, preguntarle lo que quiere. Ella me necesita, y sé cómo cuidarla.
Ella es mía, y no voy a dejar que lo olvide nunca más. Si soy honesto, la necesito
tanto como la quiero, pero esa es una conversación para otro día. Otra ocasión en
la que no esté a dos segundos de follármela en los escalones del frente del único
lugar sagrado del campus.
Muevo mi mano por su espalda, sobre su trasero y debajo de su vestido. Se
arquea contra mí y abre las piernas lo suficiente para permitirme el acceso.
Deslizo mis dedos sobre sus bragas, provocándola y dándole suficiente tiempo
para decidir si quiere detenerme y terminar esto, o si le gusta la emoción de ser
atrapada tanto como a mí.
El fino material de encaje que apenas cubre su coño está empapado, y sé que
es por mí y por las cosas que le he dicho. Antes de que pueda adaptarse, estoy
frotando dos dedos a lo largo de su raja, evitando a propósito su clítoris. Ella
gime, moviéndose en mi agarre, tratando de que mis dedos rocen el manojo de
nervios que tan desesperadamente anhelan mi atención. Sin previo aviso, hundo
ambos dedos completamente dentro de ella. Mi intención es torturarla con placer,
pero son mis ojos los que se ponen en blanco ante la sensación de su dulce y
pequeño coño agarrando mis dedos.
―Estás tan jodidamente apretada para mí. ―Mi voz no suena como la mía, y
estoy teniendo dificultades para concentrarme en otra cosa que no sea lo mojada
que la he dejado―. Estás tan mojada. Una pequeña zorra tan buena para mí, ¿no
es así, cariño?
―Siempre ―susurra y luego se interrumpe―. A veces ni siquiera tienes que
tocarme. Me miras y yo solo…―. Sus palabras son interrumpidas por un gemido
cuando saco mis dedos por completo y los hundo de nuevo dentro de su apretado
agujero. Una vez. Otra vez. Y una vez más hasta que siento que su coño comienza
a palpitar, apretándose a mi alrededor, tratando de mantener mis dedos dentro
de ella.
―Joder ―maldigo―. Dime qué hace que mi pequeño juguete sexual se moje
―exijo, empujando mi dureza en la suave curva de su trasero mientras mis dedos
aceleran su ritmo.
―Tú. ―jadea, y sé que está cerca―. Todo lo que tienes que hacer es mirarme,
Sebastian. Nadie más puede hacerme eso, solo tú. ―Sus palabras envían
electricidad a través de todo mi cuerpo. Su cabeza cae hacia atrás contra mi pecho
y jadea, mis dedos profundamente dentro de ella. No soy tierno, ni lento, quiero
que se deshaga en mis manos antes de tomarla.
—Será mejor que te corras por mí ahora, Carrington Jane —digo, moviendo su
largo cabello hacia atrás con mi mano que estaba alrededor de su garganta
exponiendo su delgado cuello a mi boca. —Saco la lengua y beso suavemente su
piel. Solo quiero tomar su dolor y cada mal recuerdo que tenga, especialmente si
eso significa reemplazarlo con el dolor y el placer que ella desea de mí. Ella
inclina la cabeza, su respiración aumenta. Muevo mi mano alrededor de la parte
delantera de su vestido, rasgando sus bragas en mi prisa. Encuentro el pequeño
manojo de nervios que sé que la enviará al límite.
―Dios ―grita, y yo sonrío contra su cabello, presionando mis caderas contra
su trasero y apretándome contra ella. Han pasado días literales desde que destruí
su coño con mi polla, reclamándolo y el resto de ella para mí. No tengo el
autocontrol para aguantar más. Necesito sentir su calor húmedo a mi alrededor,
su piel suave deslizándose contra mí mientras libero todo el estrés reprimido al
que me he estado aferrando.
Ella comienza a temblar, y golpeo mis dedos dentro de ella, queriendo sentir
el pulso de su sexo contraído mientras tiro de su cabello, su cabeza inclinada
hacia atrás contra mí, así que miro su boca abierta y su pecho agitado.
Cuando deja de temblar, no le doy tiempo para recuperarse. Se deja caer contra
la pesada puerta mientras me desabrocho y deslizo el cinturón por las presillas
de mis pantalones con destreza. Reúne la fuerza suficiente para mirarme por
encima del hombro. Sus ojos se abren cuando me ve atando mi cinturón de
nuevo.
―¿Qué estás haciendo? ―trata de enderezar su postura, pero la empujo contra
la puerta lo suficientemente fuerte como para escuchar el aire expulsado de su
pecho. Envuelvo su cabello alrededor de mi puño y uso los dedos de mi otra
mano para colocar el cuero fino alrededor de su cuello y apretarlo lentamente. Se
lleva los dedos a la garganta y tiene suficiente holgura para colocar el dedo
cómodamente debajo del cinturón. No me pierdo el pequeño gemido de
necesidad que deja escapar cuando siente la ligera presión de mi cinturón
presionando su garganta.
―Abre la puerta. Vas a cabalgar mi polla como una buena zorra —digo, y me
sorprende cuando ella obedece de inmediato, levanta el pestillo y lo empuja para
abrirlo. Le doy la holgura suficiente para caminar delante de mí. Planeo entrar y
sentarme en uno de los bancos y dejar que se atragante con mi polla mientras la
observo, pero tan pronto como entramos, escuchamos voces provenientes del
interior del santuario principal. Aprieto más el cinturón, lo que hace que
Carrington se sacuda contra mi pecho con un ruido sordo, levanto la mano para
taparle la boca y evitar que nos delate ante quien sea que nos detuvo de profanar
la iglesia esta noche. Hago una pausa para escuchar y reconozco que la persona
que está hablando es Declan, y Carrington debe hacerlo también porque levanta
la cabeza para mirarme con ojos muy abiertos y conocedores.
―¿Te vas a quedar callada si retiro mi mano? ―gruño en su oído en un tono
bajo. Ella asiente, lo que me lleva a decir: «buena chica». Tan pronto como retiro
mi mano, ella está tratando de alejarse de mí para ver qué está haciendo Declan.
Vuelvo a apretar el cuero alrededor de su cuello para llamar su atención y la
atraigo hacia mí mientras me alzo sobre ella.
Escuchamos a alguien gemir y la empujo para que camine por el pasillo y se
quede en las sombras donde podamos escuchar mejor lo que sucede. Mientras
pasamos, miro a través de los cristales de colores que me permiten ver las siluetas
iluminadas de Declan y Wilder. La puerta está abierta, lo que nos permite
escuchar todo lo que dicen con claridad. Wilder debe haberse ido poco después
que nosotros y encontró su camino a través de una de las entradas laterales en
busca de Declan. Están muy juntos, mirándose fijamente y, aunque no tengo la
sensación de que estén enfadados el uno con el otro, definitivamente están
luchando por el dominio,
Cuando he colocado con éxito a Carrington en la oscuridad, intenta quitarse el
cinturón del cuello.
—No tan rápido, bebé —digo buscando a tientas una de las mesas largas que
sé que hay por aquí en alguna parte que tienen folletos de información sobre
cómo no ir al infierno o lo que sea que hagan en esta escuela.
—Tenemos que irnos, Sebastian —susurra para que solo yo pueda escuchar.
―Lo que sea que esté pasando entre ellos parece privado―. Le sonrío, rozando
mi pulgar a través de su labio inferior mientras me mira.
―Por mucho que quisiera escuchar tus gritos, la idea de arrastrar orgasmo tras
orgasmo fuera de ti cuando no puedes hacer un sonido hace que mi polla palpite.
―Respiro las palabras contra sus labios, pero ambos nos quedamos quietos
cuando escuchamos a Declan comenzar a hablar.
―¿Por qué no te arrodillas y le rezas a tu verdadero dios, Wilder? ―gruñe
Declan en el aire tranquilo de la iglesia. Mis ojos se agrandan y se encuentran con
los de Carrington en la oscuridad, y veo su lengua salir disparada sobre su labio
inferior. Siempre sentí que había más entre Declan y Wilder de lo que cualquiera
de nosotros sabía. y a juzgar por lo que acabamos de ver, explica la intensa
relación que tienen dentro de “Los Lobos”. No son hermanos sino amantes. Dos
lados de la misma moneda.
―¿Eso excita a mi pequeña zorra? ¿Te gusta escucharlos? ―Me excita a partes
iguales que ella esté tan interesada en esto y celoso de que esté escuchando a
otros hombres en un escenario sexual. Lo único que me mantiene tranquilo es
que sé que nadie la tocará y que estoy a punto de follármela hasta que olvide
cómo suenan.
Mantengo mi agarre en el cinturón mientras me estiro y rasgo las correas de
ambos hombros, haciendo que la tela sedosa de su vestido caiga y exponga sus
exquisitas tetas para mí. Extiendo la mano y ahueco uno de sus pechos y veo
cómo se mueve bajo la caricia de mis dedos. Me inclino y tomo su pezón entre
mis labios y empiezo a chupar un duro y fuerte para alguien que está tratando
de permanecer oculto.
Carrington gime e inmediatamente retiro mi boca y tapo su boca, apoyándola
contra la pared de piedra. Un escalofrío la recorre, y creo que tiene poco que ver
con la piedra fría que enfría su piel.
―Si no sigues mis reglas, me detendré. ―Ella levanta su barbilla hacia mí
desafiantemente como para llamar mi farol. Ambos sabemos que Dios mismo no
podrá evitar que me la folle esta noche. Sin embargo, a ella le gusta este pequeño
juego que estoy jugando porque a pesar de que le estoy diciendo lo que hará y lo
que no hará y tengo la capacidad de cortar su suministro de aire con un
movimiento de mi muñeca, se acerca y comienza a desabotonar lentamente mi
camisa.
Oímos a Declan gemir antes de que salgan de su boca las palabras:
―Eres una putita tan buena.
Carrington se queda quieta, mirándome con lujuria antes de desabrochar mi
último botón y luego pasar sus manos arriba y abajo por los duros paneles de mi
pecho y estómago. Me flexiono, lo que hace que su labio superior se mueva con
diversión mientras deja que las yemas de sus dedos memoricen la sensación de
los contornos de mi abdomen.
Incluso en las sombras oscuras del corredor, puedo ver que sus mejillas están
sonrojadas y sus pupilas dilatadas.
—Ven aquí —gimo, atrayéndola hacia mí y besándola bruscamente mientras
escuchamos los sonidos de Wilder atragantándose con la polla de Declan.
Carrington me desabrocha rápidamente los pantalones con manos
temblorosas. Cuando ella tiene sus pequeñas manos alrededor de mí, dejo que
mi cabeza se incline hacia atrás y aflojo el agarre firme que tengo alrededor de su
cuello para que pueda arrodillarse. Tengo que contener cada músculo de mi
cuerpo para evitar gruñir lo bien que se sienten sus suaves manos alrededor de
mi polla. La primera vez que me follé a mi hermanastra fue rudo, enojado, lleno
de emoción reprimida. Me estoy tomando mi tiempo con ella esta vez,
disfrutando cada maldito segundo, cada parpadeo de esas pestañas sobre sus
bonitos ojos verdes.
Me agacho para acariciar su rostro con el pulgar, pero toda la coordinación
abandona mi cuerpo cuando su boca húmeda rodea la punta de mi polla, y luego
me lleva más adentro. Respira por la nariz justo antes de aplanar la lengua y
llevarme hasta el fondo de su garganta. Es ahora cuando me enoja que tenemos
que estar callados, porque ella está teniendo cuidado de no ser demasiado
ruidosa mientras abre su boca para permitirme mover mis caderas, deslizándose
hacia adentro y hacia afuera.
―Trágate mi polla, Carrington ―exijo. Me importa un carajo quién oiga ―.
Voy a follarte la garganta ―gimo y empujo mi polla hasta el fondo de su
garganta, tirando del cinturón para mantenerla en su lugar y poder follarla con
rudeza. Cuando veo que sus ojos se agrandan con miedo de que nos atrapen,
pierdo la última tira de compostura que tengo, empujo más fuerte y observo
cómo su baba cae por su barbilla y se acumula en la parte superior de sus senos.
El sonido de mí follándome su linda boca y garganta hace eco, mezclándose
con los sonidos descuidados de sus gemidos necesitados y sé que Declan y
Wilder tienen que saber que estamos aquí.
―¿Te sientes como una puta? ¿Dejando que mis amigos te oigan atragantarte
con mi polla? ―Aprieto el cinturón brevemente mientras la posesividad ruge a
través de mí―. Pueden escucharte, bebé, pero nunca te tocarán. Nadie te tocará
nunca. ―Ella traga con fuerza alrededor de mi longitud, y en combinación con
sus manos agarrando mis muslos como un salvavidas, me hace darme cuenta de
lo cerca que estoy de correrme en su boca.
Si bien la idea de ver mi corrida gotear de sus labios y bajar por su barbilla
mientras intenta tragar mi carga siempre me acerca al borde, eso no es lo que me
interesa esta noche. El impulso de correrse dentro de su coño nuevamente es tan
intenso. Quiero saber que soy parte de ella ahora, entrelazado de una manera que
nunca conocerá a otro hombre. En cierto modo, nunca conoceré a otra mujer. Si
pudiera bañarla en mí lo haría, para que todos me olieran cubriéndola. Mía.
La levanto y ella me mira confundida solo por un breve momento. La agarro
bruscamente por el cabello, mi mano ahueca la parte posterior de su cabeza y la
acerco tanto que su mejilla se aplasta contra la mía.
―Vas a rebotar en mi polla y rogarme que te deje correrte. ―Le advierto.
―Tal vez me estarás rogando―. Su voz es ronca mientras se sube el vestido
alrededor de las caderas e instantáneamente estiro la mano y dejo que mis dedos
rocen la tela mojada de sus bragas. Su suave piel que sobresale de las rasgaduras
que hice en el encaje se sienten divinas contra las ásperas yemas de mis dedos.
No puedo contestar porque me distrae demasiado cuando presiona su mano
contra mi pecho y me empuja hacia atrás para sentarme en la sólida mesa de
madera detrás de mí. Se me hace agua la boca cuando se quita las bragas y se
encarga de meterlas en el bolsillo de mis pantalones y luego desliza sus manos
por mis muslos.
La levanto, dejándola a horcajadas sobre mi regazo tan rápido que apenas
tengo tiempo para adaptarme. Ella se cierne sobre mí, dejando que su humedad
cubra la punta de mi polla y puedo sentir la aprensión en su cuerpo, por mucho
que la parte jodida de mi cerebro quiera hacer eso de nuevo, me detengo. Deslizo
mi mano por su pantorrilla y me sorprende sentir que se ha dejado los tacones.
Acerco su rostro al mío usando el cinturón y, aunque estoy impaciente, rozo con
mis labios su hombro y uso mi mano libre para ahuecar su cadera y guiarme
hacia su abertura, atrayéndola hacia mí lentamente. Para mi sorpresa, ella se
inclina y me besa con fuerza y se baja hasta el fondo, rápido y sin reservas.
Ella grita al sentirme completamente dentro de ella, y agarro sus caderas con
demasiada fuerza, pero quiero que sienta el mordisco de mis dedos. Quiero que
ella recuerde esto mañana. Levanto mis caderas, envolviéndola en mis brazos tan
fuerte como puedo. Jadeo cuando mueve sus caderas, agarrándome con tanta
fuerza que sé que no voy a durar mucho.
―Sebastián, por favor. ―Gimo cuando dice mi nombre, y soy consciente de
que lo hace solo por mí. Ella sabe cuánto amo el sonido de mi nombre en sus
labios, y ese solo pensamiento me insta a seguir, más rápido, más fuerte. La tiro
sobre mí con un ritmo frenético y crudo.
Apenas hay luz en este corredor, pero puedo ver la silueta de su cuerpo
moviéndose mientras su coño se aprieta a mi alrededor y mueve sus caderas,
tratando de tomarme más profundo de lo que estuvo en el cementerio esa noche.
Aprieto el cinturón alrededor de su cuello y escucho el sonido de su jadeo
mientras se muele sobre mí, sus uñas se clavan en mis hombros y sus gritos son
amortiguados por el agarre que tengo sobre ella.
Ella no sabe que a pesar de las cosas que digo y hago, estoy jodidamente
asustado de que esta sea la última vez que la siento de esta manera. Que mañana
despertará y se dará cuenta de que no soy lo que se merece. En un mundo justo,
se merecía terminar con Blaine. Debería haber amado a Blaine de la forma en que
me ama a mí, y me consuela el hecho de que pase lo que pase entre nosotros,
estoy grabado en su memoria como el único al que realmente amó.
Se inclina hacia mí cuando aflojo el cinturón, finalmente se lo quita y lo tira al
suelo. Su boca encuentra la mía y su coño ordeña mi polla mientras sus duros
pezones se frotan contra mi pecho.
―Joder, Carrington. ―Mi voz es gutural mientras me alejo solo para reclamar
sus labios de nuevo. Puedo sentirla acercándose, sus paredes contrayéndose,
atrayéndome más profundamente y rogándome que termine con ella.
―Ya casi llego ―dice sin aliento. Y mis manos encuentran su trasero, tirando
de ella hacia abajo, moliéndola contra mí mientras ella rueda a través de su
segundo orgasmo. Ella se aferra a mí, sus brazos alrededor de mi cuello y su
bonita boca jadeando contra un lado de mi garganta y eso es suficiente para
enviarme al límite.
Muevo mis caderas hacia arriba, duro, rápido y más profundo de lo que creo
que he estado nunca. Grito su nombre, rogándole sin palabras que me ame como
solía hacerlo mientras me derramo dentro de ella. Estoy temblando y no quiero
perder esta cercanía incluso ahora que estoy completamente saciado. Muevo mis
manos arriba y abajo de su espalda y gimo contra sus labios cuando siento que
su apretado sexo se contrae alrededor de mí como consecuencia de su orgasmo.
Ella se recuesta, cubriéndose la cara con las manos tímidamente, y sé que es
por lo que acabamos de hacer en un lugar tan público. Pero me importa una
mierda si todo el campus de Woodsboro sabe que la acabo de reclamar. Cuando
se mueve para bajarse de mi regazo, la mantengo inmóvil, tirando de ella hacia
abajo para permitirme permanecer dentro de ella, aunque solo sea por unos
segundos más. Me inclino y tomo uno de sus pezones entre mis labios y dejo que
mi lengua lama el capullo endurecido mientras mi mano masajea el otro antes de
viajar hasta su cuello donde estoy seguro que habrá marcas mañana.
Jodidamente espero que haya huellas en su cuerpo de lo que compartimos esta
noche. Siento que mi polla empieza a endurecerse de nuevo ante la idea.
―Dilo. Dime lo que casi dijiste en el cementerio esa noche —susurro, y siento
su cuerpo inmóvil, pero ella sabe de lo que estoy hablando. No es justo que le
pida que diga esto porque no me he disculpado por nada. No le he dicho lo que
siento por ella, lo que significa para mí. Pero no soy un hijo de puta justo. Soy
egoísta, celoso y quiero consumir todos los aspectos de su vida. No me siento
culpable cuando exijo―. Joder, dilo. ―Necesito escuchar las palabras que sé que
quiere decir. Ella no estaría aquí ahora sentada sobre mi polla si no fuera en serio.
―¿Te amo? ¿Es eso lo que quieres oírme decir, Sebastian? —pregunta, sus
labios pegados contra los míos, nuestros alientos mezclándose―. Ahora, ¿cuál
sería la diversión en eso? Si hiciera todo lo que me dices todo el tiempo.
―Voy a conseguir que lo digas primero. Confía en mí ―mi voz es baja y ronca,
y siento que ella se mueve de mi regazo, y la dejo, porque escucho voces que
vienen de afuera del edificio.
Está tratando de arreglar su vestido que está enrollado alrededor de su cintura,
pero se da por vencida cuando recuerda que rompí los tirantes, dejándolos
irreparables. Se alisa el cabello alrededor de los hombros para cubrir las marcas
que ha dejado mi boca y mis dientes. Se queda en silencio durante un largo
momento antes de mirarme. Estudio sus rasgos y dejo escapar un suspiro de
alivio cuando no encuentro ningún arrepentimiento. Recoge mi chaqueta del
suelo y se la pone, y yo le hago una mueca, mostrando mi decepción porque ya
no puedo ver su piel desnuda.
―Creo que me lo dirás, Sebastian McCoy. Y estarás de rodillas y arrastrándote
—dice finalmente, guiñándome un ojo y comienza a caminar por el pasillo hacia
la entrada principal de la iglesia sin molestarse en esperar a que me ponga la ropa
en su sitio o a borrar la expresión de sorpresa que sé que llevo.
Puede que Carrington Jane sea propiedad McCoy, pero va a ser mi maldita
muerte.
RESULTA QUE DECLAN se escapó de la ceremonia poco después de su llegada y
fue solo a revisar la sala de psiquiatría. Supongo que después fue a la catedral
donde se encontró con Wilder.
Ninguno de los dos me dijo algo, y dudo que se lo hayan dicho a Sebastian
porque ha estado de mal humor toda la mañana. Me asusté después de que
tuvimos sexo anoche. A pesar de la forma áspera y exigente en que me manejaba,
había una dulzura en él que me hizo sentir que solo quería derretirme en sus
brazos y borrar todo lo que había pasado entre nosotros.
No puedo arriesgarme a eso. No puedo dejarlo entrar de nuevo solo para
derribarme. He sobrevivido a Sebastian McCoy una vez, y no estoy segura que mi
corazón pueda volver a hacerlo. Pasé la noche en el lujoso apartamento de
Delaney para poder aclarar mi mente. Fue solo esta mañana que me di cuenta de
que Sebastian dormía afuera de su puerta, esperándome. Todavía no hemos
hablado porque poco después llegaron los otros lobos y decidimos bajar a los
acantilados para hablar en privado sobre lo que descubrió Declan.
Me siento nerviosa, un extraño zumbido que se extiende por todo mi cuerpo.
No estoy segura de sí es porque estamos a sólo unos metros del lugar donde Blaine
dio su último aliento o si es porque Sebastian me ha estado mirando fijamente
desde que lo vi por primera vez esta mañana. Quiero creer que ha cambiado de
opinión en lo que a mí respecta, que casi muero en el cementerio esa noche le hizo
darse cuenta de que quiere hacer algo más que atormentarme. Va a hacer falta
algo más que orgasmos para convencerme de que se preocupa por mí.
―Es jodido que te hayas ido sin nosotros ―dice Cruz, arrastrando su bota en
la tierra que cubre la parte plana del acantilado en el que estamos parados. No
estoy seguro de lo que esperaba con respecto a la hermana de Talon o su paradero.
Lo que no vi venir fue que Declan sería capaz de abrirse camino con delicadeza
para encontrar su habitación, sin ayuda del personal.
―Muchas cosas están jodidas. ―El tono de Declan es aburrido y monótono
mientras levanta el cuello de su chaquetón para cubrir la mitad inferior de su cara.
El viento es fuerte hoy y si las ominosas nubes que flotan son una indicación, la
lluvia no está demasiado lejos―. Encontré lo que necesitábamos saber y eso es
todo lo que importa. Si hubiéramos ido juntos, nos habrían atrapado, y eso es lo
último que necesitamos.
―Tú no eres el jefe del resto de nosotros ―dice Nathaniel y su voz
naturalmente profunda y ronca es lo único que evita que suene como un niño
petulante.
—Ahórrame el dramatismo —resopla Declan y entonces me doy cuenta de lo
agitado que está, y me pregunto si tiene algo que ver con lo de anoche en la
catedral. Definitivamente me he dado cuenta de que Wilder no está siendo tan
tonto como siempre y no ha habido interacción entre él y Declan esta mañana. No
es asunto mío, pero me muero por saber qué está pasando entre ellos. Son una
pareja tan extraña. Wilder es tonto, siempre busca hacer una broma a expensas de
otra persona y Declan se asegura de hacerle saber que esas bromas no fueron
divertidas―. Ella no estaba allí, pero tiene una habitación. No pude quedarme
mucho tiempo, pero miré a mi alrededor y no parece que haya nadie viviendo allí.
Ninguno de los cajones tiene nada dentro y el armario está vacío. Hay algunas
cosas en la parte superior de la cómoda, pero la habitación no parece habitada.
―¿Crees que los Sanderson lo saben? ―Delaney interviene, y puedo ver que su
cerebro ya está trabajando horas extras tratando de encajar las piezas―. ¿Cómo
es posible que no sepan que ella no está allí? ¿Y dónde está ella? Claramente,
Woodsboro está tratando de hacer que parezca que ella está allí. Lo que significa
que saben dónde está o qué le pasó.
―Sospecho que su padre sí, pero estaría dispuesto a apostar que su madre no
ha intentado visitarla. Ella es una vergüenza para su apellido. Lo han dejado claro
al solo reconocer a Talon y eclipsarla por completo de la familia tan pronto como
comenzó a tener problemas ―sugiere Declan.
Me pongo rígida cuando siento que Sebastian se mueve a mi lado, mi cuerpo se
estremece visiblemente. Desde el incendio, no me siento como si estuviera
funcionando al cien por ciento y hace mucho frío aquí hoy. Levanta la mano para
apartar suavemente mi cabello de mi espalda antes de quitarse el abrigo y sin
decir palabra lo coloca alrededor de mis hombros. Ahogo el ir y venir que escucho
entre Delaney y los otros lobos, menos Wilder, que parece estar en su propio
pequeño mundo, mirando hacia el borde del acantilado.
Miro a Sebastian cuando su mano acaricia mi espalda y finalmente se posa en
la nuca en un gesto reconfortante pero posesivo. Es muy diferente a lo que he
conocido de mi hermanastro hasta hace poco, pero la forma firme y gentil en que
me abraza se siente natural, como si estuviera destinado a tocarme de esta manera
todo el tiempo. Sus ojos están fijos en Declan y Cruz mientras discuten sobre cuál
debería ser nuestro próximo movimiento. Es tan jodidamente guapo que duele
mirarlo. Lo observo mientras flexiona su mandíbula definida con molestia y antes
de que pueda detenerme, alzo la mano para pasar mis dedos por el ángulo afilado.
Instantáneamente se inclina hacia mi toque antes de mirarme con esos intensos
ojos azules que normalmente tienen malicia solo para mí.
Aparto mis dedos cuando escucho a Delaney aplaudir fuertemente, varias
veces seguidas antes de decir:
―Tenemos que ir a revisar el mausoleo de nuevo. Todavía no me parece bien
que fuera tan fácil abrirlo para atrapar a Carrington adentro.
―Tenemos que mantenernos jodidamente alejados del cementerio. Ya lo hemos
comprobado —argumenta Cruz mirando a Delaney mientras se eleva sobre ella.
―Has comprobado el mausoleo y no viste nada. Podrías haberte perdido de
algo. ―Delaney se mueve para caminar alrededor de él, pero él la levanta por los
antebrazos y se mueve para alejarse más del borde del acantilado.
―Te vas a caer. Y no nos faltó nada. ¿Qué carajo hay para perderse? Es una
jodida tumba ―espeta Cruz―. No hay nada en él, excepto un maldito ataúd de
piedra.
Delaney agita los brazos con frustración y abre la boca para hablar, pero
finalmente cierra la boca y se acerca a Cruz agarrándolo por la parte delantera de
su abrigo y empujándolo para que mire hacia el camino que recorrimos para llegar
a esta sección del acantilado.
―¿Esa es Ella?
Levanto mi cabeza, tratando de ver lo que está mirando. Hay una figura apenas
visible a través de la niebla entrante, encorvada, envuelta en un pesado abrigo de
invierno. Su cabello es rebelde, pero desde aquí veo el parecido con Ella.
—Eso creo —susurro, y siento que Sebastian se tensa a mi lado.
―Tú y Delaney deben quedarse aquí mientras revisamos ―dice, inclinándose
hacia adelante para agarrar a Delaney por el brazo y tirar de ella para que se pare
a mi lado bruscamente.
Se endereza el abrigo como si pensara que las manos de Sebastian están sucias
antes de mirarlo.
―Nunca vuelvas a hacer eso ―advierte, señalándolo con un dedo y su larga
cola de caballo se balancea con el movimiento errático de su cabeza―. Está sola y
se sabe que sale con Talon, quien es, con mucho, el único sospechoso que tenemos
en este momento. No creo que cinco hombres acercándose a ella sea realmente la
apariencia que todos querrían ―dice, y observo cómo Declan se aleja solo, se
dirige directamente hacia ella sin molestarse en esperar a que decidamos qué es
lo mejor. Sebastian gira lentamente su cuello y luego gira su cuerpo para poder
tener una vista completa de todas las posibles entradas a donde estamos parados.
―No veo a nadie ―murmura principalmente para sí mismo, pero continúa
inspeccionando los acantilados mientras todos comenzamos a caminar, siguiendo
el ejemplo de Declan.
―Nunca un momento aburrido, ¿eh? ―dice Delaney, y yo asiento, un suspiro
tembloroso saliendo de mi pecho.
―Estoy lista para aburrirme ―digo, y eso la hace resoplar.
Veo como Ella levanta la cabeza cuando Declan y Nathaniel se acercan a ella
lentamente. No puedo escuchar lo que están diciendo, pero puedo ver que tiene
un labio roto y está llorando. Delaney camina rápido, tratando de alcanzar a Cruz,
quien, a pesar de su disposición despeinada y enojada, le ofrece su antebrazo para
que se sostenga en caso de que pierda el equilibrio.
―Va a estar bien ―dice Sebastian ásperamente, lo suficientemente bajo para
que solo yo lo escuche. Enlaza sus dedos con los míos y odio estar sonrojándome
por el gesto. Trato de esconder mi rostro de él, pero me aprieta los dedos para
llamar mi atención―. Mírame ―dice, y lo hago porque en este momento necesito
el consuelo de su confianza desvergonzada en cada situación.
»»No sabemos qué pasó, pero te prometo, Carrington, que moriré antes de dejar
que te pase algo más. Mataré antes de dejar que alguien se acerque a ti —corrige,
pero tengo un presentimiento de que las cosas son mucho peores de lo que
inicialmente pensamos. Si Ella, quien, hasta ahora, pensé que estaba al tanto de
quien sea que nos esté apuntando, está siendo golpeada, no se ve muy bien para
nosotros.
Cuando finalmente llegamos lo suficientemente cerca para pararnos cerca de
donde Nathaniel está arrodillado frente a Ella, puedo ver lo duro que le han
golpeado.
―Oh, Dios mío, Ella, ¿qué te pasó? ―Delaney susurra las palabras, agarrando
el brazo de Cruz con tanta fuerza como si de alguna manera pudiera hacer que el
dolor de Ella disminuyera.
―Yo, eh… ―Ella se estremece, y Declan se quita el chaquetón con un
movimiento elegante antes de ofrecérselo. Wilder la evalúa con cuidado,
frunciendo el ceño ante el gesto antes de borrar rápidamente la expresión de su
rostro. Luego se mueve por primera vez desde que lo he visto hoy para pararse
junto a Declan. Me pregunto qué pensarán los dos. Quiero decir, soy consciente
de que probablemente no sientan nada por Ella a pesar de que tuvieron sexo con
ella, pero tiene que ser una situación extraña ver a alguien que has tocado
íntimamente tan brutalizada.
―Ponte esto, se ajustará sobre tu abrigo ―dice Declan, que no está dispuesto a
tocarla de ninguna manera mientras se sienta en una roca que bordea el sendero
designado para caminar.
Ella lo toma, pero no se mueve para ponérselo.
―Te estás congelando, ¿cuánto tiempo has estado aquí? ―Delaney pregunta,
la preocupación en su voz es clara.
―No lo compro―. Sebastián dice. ―No te acerques a ella. ―le dice a Delaney
y luego me mira como para reiterar su declaración.
―Sebastian, no tienes que ser un idiota maleducado las veinticuatro horas del
día ―espeta Delaney y luego mira hacia Ella de nuevo. Su expresión se suaviza,
claramente sorprendida por el daño hecho en su cara.
―No. Lo entiendo. Entiendo por qué Sebastian piensa que estoy fingiendo. He
mentido mucho para conseguir lo que quiero. He ayudado a la gente a hacer cosas
malas con el fin de permanecer en su buena voluntad porque pensé que tenían
todo el poder. —Se aparta el cabello del cuello, mostrando feos moretones como
si hubiera sido estrangulada—. Me duele moverme. ―Se desploma hacia
adelante, apretando el abrigo contra su pecho.
Oigo a Cruz hablar en voz baja, sus labios apretados en una línea dura y la ira
en su tono palpable.
―¿Quién te hizo esto? ¿A quién ayudaste?
Ella no responde. Veo la forma en que se está inclinando hacia Delaney y estoy
igualmente preocupada de que pueda estar herida internamente más de lo que
nos damos cuenta y que pueda activar un interruptor como lo ha hecho antes y
atacar a Delaney.
―¿Escuchas una maldita cosa que digo?― Sebastian le grita a Delaney mientras
ella envuelve un brazo maternal alrededor de los hombros de Ella. Como es tan
divertida y discute tanto con los chicos, a menudo olvido que es mayor que
nosotros.
—No —dice Delaney honestamente, y por un segundo, creo que Sebastian
explotará con ella, pero en lugar de eso, me acerca a su costado, su brazo me
envuelve y descansa sobre mi estómago.
―Si quieres nuestra ayuda, tienes que decirnos qué está pasando. ―Declan
dice, cruzando sus brazos casualmente sobre su pecho, como si no tuviera a una
mujer maltratada sentada frente a él. Wilder debe pensar que la postura de Declan
se debe a que tiene frío después de haberle dado su abrigo a Ella, porque se quita
el suyo con menos elegancia que Declan y lo coloca sobre sus hombros de la
misma manera que Sebastian lo hizo conmigo hace un rato.
—Yo… —tartamudea Ella, pero Delaney trata de calmarla antes de que levante
la barbilla, y veo sus ojos recorriendo su rostro. Ambos ojos están ennegrecidos y
su boca está roja e hinchada―. No creo que ustedes puedan ayudarme ―dice con
tristeza antes de agregar, ―apenas pueden ayudarse a sí mismos. ―Esas últimas
palabras, ella vuelve a caer en su voz de niña mala, y me pregunto si alguna vez
será capaz de sacudirse esa actitud.
―No dijo que te íbamos a ayudar. Te preguntó quién te hizo esto en la cara.
―Sebastian agita su mano, indicando el triste estado de su rostro y me muevo
para pararme frente a él, dejándolo envolver ambos brazos alrededor de mí. No
confío en ella, y no quiero que su temperamento le dé ninguna razón para
exacerbar su interacción con él.
Lo miro de nuevo, presionando la parte posterior de mi cabeza contra su pecho.
Nos miramos el uno al otro por un momento, y me doy cuenta de que así es como
trabajamos. Estoy aquí para ablandarlo, y él está aquí para mantenerme a salvo.
Tendremos que aprender a comprometernos cuando no estemos de acuerdo. Que
es todo el maldito tiempo.
―¿Quién te hizo esto? ―Declan pregunta de nuevo, sin levantar la voz, pero
puedo ver la agitación en su comportamiento. Se pasa una mano por la cara con
frustración.
―El Señor Sanderson.
VER EL HORROR EN SUS OJOS CUANDO DICE SU NOMBRE , y eso lo hace muy creíble.
―Él, eh, él estaba, estaba obligando a mi amiga a hacer cosas que ella no quería,
y traté de detenerlo, y… ―se interrumpe―. Pensé que iba va a matarme.
Delaney y yo nos tapamos la boca horrorizados al mismo tiempo, y siento que
las lágrimas me pican en los ojos.
―¿Él sabe que estás aquí? —pregunta Cruz, pero observo a Declan mientras
camina hacia ella, sus ojos exploran su cuerpo, su comportamiento. Sus ojos
parpadean hacia Sebastian, pero solo por un fugaz segundo antes de que enderece
la espalda y camine con calma para pararse junto a Wilder.
―Estoy seguro que, si él supiera que Ella estaba aquí, habría enviado a Talon y
sus amigos para empezar a joder con nosotros ―dice Nathaniel, y sus ojos nunca
dejan a Delaney.
―A menos que esto sea una trampa ―dice Sebastian sombríamente, tirando de
mí contra su pecho. En este momento sé que no es una maniobra de protección.
Me está palpando, tratando de decidir si quiere dejarme calmarlo. Me apoyo en
él, tratando de darle lo que necesita de mí―. ¿Es él quien intentó matar a
Carrington? ¿Fue Talón? ¿Lo preparó todo porque cree que ella sabe qué diablos
le pasó a su hija?
Ella deja escapar un sollozo ahogado. Me mira cuando responde, y no sé si es
porque quiere que sepa que no tuvo nada que ver con eso, o si es porque Sebastian
es demasiado intimidante para mirarlo a los ojos.
―No sé cuál de ellos te atacó, pero sé que fue uno de los Sanderson. Y
Carrington, lo siento mucho por eso. ―Algunas lágrimas caen sobre sus mejillas
y yo asiento porque estoy muy en conflicto. Ella es creíble. Todo su cuerpo está
temblando y sus lágrimas son reales. Los Sanderson son una familia poderosa y
si creen que Sebastian o Blaine tuvieron algo que ver con sus problemas, podrían
llevar las cosas tan lejos.
―Es un lastre para nosotros, aunque diga la verdad ―dice Wilder, y mira a
Declan para ver si está de acuerdo. Los demás le miramos desconcertados porque
sabe lo que es un lastre y además lo ha utilizado correctamente en esta situación.
Declan es el único que no parece sorprendido, y sospecho que es porque conoce
la mente de Wilder y todas las intrincadas facetas de su personalidad que nunca
nos mostrará.
―¿Qué hacemos con ella? ―suelta Sebastian, asintiendo con la cabeza hacia
Declan.
―Me gustaría señalar que, por mucho que se quejen y se quejen de que yo
tome decisiones, siempre me preguntan qué diablos deberíamos hacer. ―Declan
resopla, claramente irritado, y no puedo decir por qué. Se ha mantenido tranquilo
y sereno durante todo esto, por lo que algo específico debe haberlo irritado. No
me pierdo el hecho de que Wilder desliza su mano detrás de Declan,
presumiblemente poniendo una mano en su espalda.
―Wilder y yo acompañaremos a Ella lo suficiente para que pueda llegar a su
habitación o a la enfermería. ―Declan mira a Ella y añade―. Lo que tú elijas. Es
entonces cuando veo que su mandíbula se pone en marcha con un enfado
desafiante.
―¿Estás enojada con él porque todavía no te quiere? ¿O porque está
arruinando el plan que sea? —pregunto, señalando los moretones en su rostro.
Ella corta sus ojos hacia mí, y es difícil creer que las lágrimas fluían de ellos hace
solo unos momentos. Pienso en el día en que se me acercó en el comedor, llorando
por Declan. Ella también era creíble entonces. Sin embargo, después de que me
atrajo directamente al camino de Talon, parecía estar bien. Sin lágrimas, y sin más
preguntas sobre él. Pero parece extremadamente obsesionada con Declan y su
falta de interés por ella por alguien que ha sido atacado tan brutalmente―. ¿Por
qué Talon y su padre te golpearían cuando has sido su pequeña animadora?
―¡Puta estúpida! No tienes ni idea de lo que está pasando, y es mucho más
grande que tu amigo, que se ha metido en un lío. ―Ella arremete, poniéndose de
pie, prácticamente escupiendo mientras grita.
Sebastian da un paso atrás de ella, tirando de mí contra él y veo a Cruz y
Nathaniel alcanzar a Delaney, alejándola de Ella de la manera más
descoordinada, ambos luchando por dominar su seguridad. Entonces le doy a
Ella una sonrisa fácil porque eso es exactamente lo que quería que sucediera.
Quería que la verdadera Ella se mostrara. Al menos ahora sabemos a lo que nos
enfrentamos.
―Crees que eres tan jodidamente inteligente. Talon y su padre no son más que
peones. Igual que tú y tu pequeña manada de lobos 3. ―Ella se ríe y todavía se ve
tonta porque se equivocó en el nombre.
Wilder es quien agarra a Ella, tirando primero del abrigo de Declan y
arrojándolo sobre la roca antes de agarrar sus brazos y sujetarlos bruscamente
por detrás de su espalda.
―Alguien tráigame algo para sujetarla ―grita cuando ella gruñe, tratando de
liberarse de su agarre.
―Lo siento, dejé mis malditos látigos y cadenas en casa, Wilder ―espeta Cruz
y giro la cabeza para mirar a Sebastian cuando siento el estruendo de una risa
reprimida que emana de su pecho. Él es diferente. Todavía melancólico, todavía
quiere estrangularme con varias partes de su cuerpo regularmente, pero nunca
lo había visto tan tranquilo. Es mandón, exigente, pero ya no veo el odio en él.
―Jesús, jodido Cristo, tengo a la maldita banda de Scooby Doo como amigos
―dice Declan desabrochándose el cinturón y arrancándolo de las trabillas con
un movimiento hábil antes de caminar hacia Wilder y sujetar las manos de Ella
detrás de su espalda.
Es Wilder quien la agarra por la cara, inclinándose y presionando el costado
de su sien contra el de ella con tanta brusquedad que escucho sus cráneos chocar.
―Vas a decirnos todo lo que sabes. Y si descubro que tuviste algo que ver con
que Carrington fuera arrojado a esa cripta, dejaré que Bash te torture antes de

3 En inglés Ella dice Wolfpack (manada) en lugar de Wolves (lobos) al pasar al español se pierde el sentido de la frase.
matarte yo mismo. Ella es como nuestra hermana, no jodas con nuestra familia.
―Su voz es un gruñido, y no creo haber escuchado a Wilder sonar tan serio en
todo el tiempo que lo conozco.
―Sí, si ella fuera tu hermana, también estarías follando con ella. Todos ustedes
están en esa mierda extraña incestuosa, ¿no es así? ¿Tu primo, Remington, no se
está tirando a su hermana? ―Ella se ríe y siento que Sebastian se pone tenso―.
Blaine también estaba obsesionado con ella. Pero él sabía que nunca tendría una
oportunidad con un alto, moreno y brutal tirando de ella cada vez que tenía la
oportunidad. ―Siento que Sebastian comienza a moverse, pero me estiro y
aprieto mi mano sobre la suya donde descansa en mi abdomen.
―No nos sirve si está muerta. Tal vez cometa un error en su diatriba.
―Así es, estabas en el restaurante ese día con Talon y esos otros imbéciles
―Wilder gruñe las palabras.
―Tenemos que volver a casa de Delaney y reagruparnos ―dice Declan,
pellizcándose el puente de la nariz.
―Genial, justo lo que quería en mi apartamento. Cinco chicos de fraternidad
y un rehén.
—Te alcanzaremos —dice Sebastian, su mano deslizándose por mi estómago,
sobre mi pecho antes de que lo ponga contra mi cuello. Sus dedos rozan mi
garganta, una orden silenciosa para que me calle y no discuta lo que acaba de
sugerir.
―¿Estás seguro de que es una buena idea? ―Delaney lo mira por un momento
antes de mirarme a mí para asegurarse de que confío en lo que me está pidiendo.
―No estaremos muy lejos detrás de ustedes ―dice Sebastian con total
naturalidad. Observo cómo Wilder coloca su propio abrigo sobre los hombros de
Ella para ocultar la forma en que tiene los brazos atados. Los otros Lobos y
Delaney comienzan a recorrer camino arriba que los llevará de regreso al campus.
Cuando Sebastian afloja su agarre en mi cuello, me doy la vuelta y lo miro
expectante.
―Tenemos que hablar ―susurra, metiendo las manos en los bolsillos, y está
mirando el lugar sin adornos donde murió su hermano, en lugar de mirarme a
mí. Sus ojos están entrenados en todo y nada al mismo tiempo.
―Lamento no haberte contado sobre Blaine y Elizabeth antes ―le comento, y
lo digo en serio. Desearía haberle dicho lo que pensaba Blaine antes de que las
cosas se salieran de control―. Pero ya no puedo pelear contigo por eso. Sé que
eso es lo nuestro. Peleamos, follamos, lanzamos un par de juegos mentales y
luego peleamos un poco más. Estoy agotada. ―Le doy la espalda porque abrirme
emocionalmente a Sebastian se siente como si estuviera abriendo una herida
reciente.
Se burla, pero me doy cuenta de que está confirmando lo que he dicho y
reconociendo lo agotadora que ha sido nuestra relación. Su voz es ronca cuando
dice:
―¿Tienes alguna idea de cómo fue para mí crecer con él? Ser constantemente
comparado con él, y nunca estar a la altura. ―Lo miro porque la tristeza en su
voz es desgarradora―. Ya no quiero derribarte, Carrington. Eras lo único que
quería más que cualquier cosa que Blaine tuviera, incluso más de lo que aman
nuestros padres. Pero ahora. Dios, ahora eres lo único que tengo sin lo cual no
puedo vivir. ―Me mira con emociones en sus ojos que nunca antes había visto,
el odio y la lujuria son todo lo que he conocido de él.
Se mueve para pararse a mi lado, pero no me acerco para tocarlo, y no hablo.
Siento que estoy conteniendo la respiración esperando escuchar qué más tiene
que decir. Por primera vez desde que conocí a Sebastian, no cuestiono su motivo.
―Creo que nunca supe realmente lo que era amar a alguien hasta que te
conocí. ―Sacude la cabeza, riendo sin humor―. Nuestros padres no se aman.
Aman las vidas que se fusionaron para crear, un legado del que creen que todos
estarán celosos. Ciertamente nunca nos amaron. Solía pensar que mi padre
amaba a Blaine, pero después de su muerte, y él no se molestó en investigar su
muerte, me di cuenta de que solo le gustaba la forma en que Blaine lo hacía ver.
Era perfecto, y eso fue un reflejo de mi padre.
Lo miro y está tan cerca que su pecho casi me toca.
―Blaine no era perfecto ―digo finalmente―. Simplemente era bueno
escondiendo sus demonios, tú siempre estabas empeñado en asegurarte de que
todos conocieran los tuyos. ―Extiendo la mano porque necesito tocarlo, deslizo
mis palmas por su pecho y sobre sus hombros, uniendo mis dedos detrás de su
cuello. Sus manos instantáneamente serpentean alrededor de mi cintura y
descansan en mi espalda baja.
―He hecho muchas cosas malas y soy dueño de todas. Cada pedazo. Sin
arrepentimientos. Excepto por la forma en que te traté —dice, atrayéndome hacia
él―. Te amo, Carrington Jane. ―Sus manos se deslizan hacia abajo para agarrar
mi trasero y tirar de mí hacia él para acercarme, es difícil decir dónde termina él
y empiezo yo.
»»Soy un hijo de puta celoso cuando otro hombre te mira. Quiero ser lo único
en lo que piensas. Quiero ser el único dentro de tu mente al igual que soy el único
que conocerá tu cuerpo. ―Baja la boca para rozar mis labios en lo que es solo un
susurro de beso―. Voy a matar a quien te puso en esa cripta y prendió el fósforo.
―Respiro fuerte porque no dudo de él en lo más mínimo. No solo está hablando
en grande, tratando de sonar rudo. Él quiere decir cada palabra, y tiene la
intención de cumplirla―. No me importa quién diablos haya sido, ya están
muertos en lo que a mí respecta.
—Sebastian —susurro, quito mis dedos y tomando su rostro entre mis palmas.
Empiezo a decir algo, pero me ahogo con la emoción que brota de mi pecho.
Su voz ondea con algún tipo de emoción que está haciendo todo lo posible por
contener.
―Sé que me amabas. Nunca dejarías que nadie más se saliera con la suya con
la mierda por la que te he hecho pasar. ¿Pero todavía me amas? ¿Declan tenía
razón? ¿La cagué lo suficiente como para que nunca puedas confiar en mí?
―Levanta una de sus manos para ahuecar la mía, apoyando su mejilla en mi
toque.
―Sí ―susurro.
―Dilo. ―Su tono es exigente, puro estilo Sebastian. Ya no está enojado
conmigo, pero está claro que no está de humor para negociar.
―Sebastián, te amo. Más que nada. Siempre lo he hecho, lo sabes.
Me atrae hacia él y sus labios rozan los míos tan suavemente que parece
diferente al Sebastian que conozco. No está tenso, no se obliga a sí mismo a
reaccionar de esta manera, y puedo sentirlo relajarse bajo mi toque.
Cuando nos alejamos, roza sus labios contra mi frente.
―Habría muerto contigo en ese fuego si no hubiera podido salvarte. Nadie te
apartará jamás de mí. ― Me acerca más, su boca baja para susurrar en mi oído―.
No soy el caballero de brillante armadura que te mereces. Y no soy lo
suficientemente noble como para dejarte ir.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, enterrando mi cara contra su
pecho.
―Yo no me iría, aunque tú lo fueras.
Respiro agitada, pero por primera vez en lo que parece una eternidad, estoy
sonriendo. Estoy confundida cuando empieza a jugar con el chaquetón que llevo
puesto. Rebusca dentro del bolsillo de la solapa delantera y saca un collar que he
visto antes. El relicario de oro de su abuela. La recuerdo usándola casi cada vez
que la veía. Nunca supe que se lo había dejado a Sebastian cuando falleció.
―Mi padre también se sorprendió que ella me lo dejara a mí. ―Sostiene el
delicado collar que ha pertenecido a la familia McCoy durante muchas
generaciones y lo coloca suavemente alrededor de mi cuello―. Me lo dejó a mí
porque quería que tú lo tuvieras. Mi padre revisó el papeleo de su patrimonio
una y otra vez, e incluso llegó a decir que pensaba que ella había cometido un
error en su vejez y tenía la intención de dejárselo a Blaine para dártelo a ti. Pero
ella era tan afilada como una tachuela. Ella nunca perdió la oportunidad de
hacerme pasar un mal rato contigo.
―Me dijo que nunca me conformara con nada por lo que no tuviera que luchar
―digo, mis ojos llorosos fijos en la baratija mientras la desabrocha―. Ella sabía
lo atraída que estaba por ti ―digo mientras lo sujeta alrededor de mi cuello y
luego se inclina hacia atrás por un momento para mirar su obra―. Sin embargo,
probablemente esté en algún lugar maldiciéndote por el lugar donde tuvimos
sexo la primera vez. ―Le sonrío, haciéndole saber que no tengo ningún mal
sentimiento por ello.
Su boca cubre la mía y nos besamos tan fuerte y rápido que creo que podría
perderme en él. También creo que podría darse el caso de que todo lo que necesite
sea perderme en Sebastian McCoy.
APAGO LA ESTUFA Y SALGO CORRIENDO de la cocina de Delaney cuando la
escucho gritar. No soy el único, porque casi tropiezo con Cruz y Nathaniel
cuando llegamos a la sala. Me congelo cuando veo lo que la tiene asustada. Dos
tipos que nunca había visto antes se han colado en su puerta principal. Y a juzgar
por el candado que tiene uno de ellos en la mano y la palanca que sostiene el otro,
yo diría que ella no les ha dejado entrar.
Carrington baja corriendo las escaleras, estaba ayudando a Declan a ubicar a
Ella hasta que podamos averiguar qué hacer con ella.
―Mierda ―escupe Wilder, levantándose del sofá y cruzando la habitación
para pararse frente a los dos tipos que parecen tener poco más de veinte años.
―Remington no pudo hacerlo ―dice el de la camisa de franela azul y negra
con una sonrisa, colocando la cerradura que debe haber arrancado de la puerta
de Delaney en la mano de Wilder. Me relajo cuando me doy cuenta de que los
conoce, pero mi agitación por la intrusión no disminuye.
―Qué carajo, Mason ―se queja Wilder―. Dije que me trajeran armas, no que
arrancaran la puerta de Delaney de las bisagras. ―Estira el cuello para
inspeccionar los daños en la puerta.
―Si podemos entrar aquí con esto, quienquiera que haya intentado matar a tu
amiga puede entrar si quiere. ―Dice el otro chico, pasándose una mano por su
cabello negro desgreñado.
―¿Crees que necesitaremos armas? ¿Ustedes siquiera saben cómo usarlas? —
pregunta Carrington, moviéndose para pararse a mi lado. No le respondo porque
cualquier cosa que diga me hará sonar como un idiota o la asustará más de lo que
ya está.
―Porque no creo que quienquiera que haya tratado de matarte vaya a irse solo
porque Sebastian haya abofeteado a la perra de Talón ―responde Cruz y se
acerca para ponerse de pie junto a Delaney. Él no se acerca para consolarla, pero
ella parece dejar de temblar solo por su proximidad.
―Mason ―dice Wilder, señalando al que lleva la gorra de béisbol ―. Bennett.
Señala al otro mientras saca una de las armas que han traído y la inspecciona. La
forma en que la maneja, abriendo la cámara con pericia, está claro que esta no es
su primera vez.
―¿Desde cuándo sabes disparar un arma? ―Declan mira a Wilder, y hay una
emoción en sus ojos que no puedo identificar. Él baja las escaleras con Ella a
cuestas, sus manos ahora aseguradas frente a ella.
―¿Supongo que Whitlock no les contó sobre sus veranos con los Ravens4 en
Hollow Hill? ―Bennett se ríe como si hubiera algún tipo de broma interna de la
que ninguno de nosotros está al tanto. La boca de Declan se presiona en una línea
dura y creo que sé lo que está sintiendo en este momento. Si alguien me dijera
que no sabía cada detalle sobre Carrington, que alguien la conocía de una manera
que yo no, también estaría enojado. De hecho, lo manejaría mucho peor que él
ahora.
―¿A ustedes… les gusta… matar gente? ―Nathaniel pregunta como un
maldito idiota cuando ambos se quitan las mochilas que llevaban puestas y
comienzan a descargar armas. Desde pistolas hasta cuchillos e incluso un juego
de puños americanos de aspecto malvado.
―No respondas a eso ―dice Declan bruscamente, agarrando a Ella duramente
por el hombro y empujándola para que se siente en el sofá donde está fuera del
camino. Ha dejado de quejarse, de amenazarnos y las lágrimas falsas se han ido.
―¿Honestamente? ¿Algunas veces? ―Mason dice con una sonrisa. He
decidido que no quiero ir nunca a Hollow Hill ni tener nada que ver con los
Ravens. Por más amistosos que ellos y el primo de Wilder, Remington, han sido
con nosotros, están claramente desquiciados. Wilder carga el arma y la coloca
sobre la repisa sobre la chimenea y comienza a buscar entre las otras armas que
han traído sus amigos. Sostiene lo que parece un hacha y Bennet solo sonríe.

4
Cuervos.
―A veces los cuchillos son aburridos ―se encoge de hombros.
―Sí, eso es justo lo que necesitamos. Para condimentar las cosas por aquí. ―
Delaney pone los ojos en blanco y camina hacia las escaleras―. Voy a tomar un
baño de burbujas. Si alguien me molesta por algo, se están metiendo ese hacha
en los ojos.
Cuando desaparece de la vista, Mason dice con sarcasmo:
―Parece divertida.
―¿Ni siquiera vas a preguntar por qué me tienen amarrada? ―grita Ella,
tratando de moverse hacia el borde del sofá. Se inclina hacia adelante, tratando
de ponerse de pie, pero Cruz se acerca y la empuja por la espalda.
―Eso suena como algo que no es de nuestra puta incumbencia ―dice Bennett
riéndose antes de que él y Mason se vayan sin decir una palabra, solo con sus
mochilas vacías y la palanca en la mano.

M IRO a mi alrededor y todos están profundamente dormidos en la sala de estar


del apartamento de Delaney. Incluso Declan, que estoy convencido de que no
duerme, se durmió en el sillón reclinable. Miro a Wilder porque está roncando
tan fuerte que me sorprende que alguien más pueda descansar. Miro a Ella, cuyas
piernas ahora también están atadas, y mira fijamente a la pared sin expresión,
pero sin decir nada o tratar de liberarse. Me siento y me obligo a apoyarme en el
codo para poder apreciar la forma en reposo de Carrington. Está envuelta bajo
una manta, con el ceño fruncido como si tuviera un sueño desagradable.
Me recuesto de lado y no puedo apartar los ojos de ella. Su cabello largo cuelga
sobre sus hombros y tiene una de mis sudaderas con mi apellido impreso en la
espalda en dorado. Eso solo me hace cosas que nunca pensé que podría sentir.
Esto es todo, ella es mi futuro y voy a hacer lo que sea necesario para que ella lo
vea. Vamos a ser así dentro de cincuenta años, y todavía la estaré mirando porque
es la cosa más hermosa que jamás veré.
―Despierta, bebé ―susurro contra su oído, metiendo mi mano debajo de la
sudadera con capucha y deslizo mi mano hacia arriba para cubrir el material de
encaje de su sostén. Tiro del material hacia abajo y pellizco su pezón entre mis
dedos bruscamente. Por mucho que me encantaría explorar su cuerpo dormido,
lamer y besar cada centímetro de ella antes de hundir mi polla completamente
dentro de su apretado coño, todo antes de que sus párpados se abran, no tengo
ganas de tener esta gran audiencia Necesito llevarla a algún lugar a solas, algún
lugar donde podamos hacer tanto ruido como queramos.
Los ojos de Carrington se abren y sus labios se separan en lo que sería un
gemido de placer si no pensara rápidamente y cubriera sus labios con mi mano.
No puedo evitarlo; Necesito saborearla en este mismo segundo y la mirada de
pánico en su rostro lo hace aún más emocionante. Uso mi mano debajo de su
camisa para levantarla sobre sus senos.
La habitación está lo suficientemente oscura y estoy inclinado sobre ella, así
que no me preocupa que ninguno de los chicos la vea. No quiero quitarle la mano
de la boca porque se ve muy bonita con mis dedos sobre ella, obligándola a
guardar nuestro pequeño secreto. Me inclino, lamiendo su pezón endurecido a
través de la suave tela de su sostén antes de meterlo en mi boca y succionar con
fuerza. La anticipación de quitar el material y sentir el pico endurecido dentro de
mi boca y frotarse contra mi lengua es casi demasiado.
Me levanto sobre mis rodillas, quitando mi mano de su boca y tirando de ella
para que se siente. Ella no protesta, sino que envuelve sus brazos holgadamente
alrededor de mi cuello, juntando sus manos donde termina mi cabello y
comienza la piel sensible de mi cuello.
―Me encanta cuando me despiertas así ―susurra tan suavemente contra mi
oído, y puedo sentir la pequeña sonrisa que adorna sus labios.
―Te voy a despertar una mañana con mi polla ya dentro de ti ―le prometo,
siento y escucho esa breve inhalación que hace, la misma que hace cuando mis
dedos entran por primera vez en ella o en mi la lengua primero toca su clítoris,
presionando un beso en su frente―. Nunca superaré esto, la forma en que te
sientes y la forma en que me haces sentir. ―Aparto sus piernas y dejo que mi
peso caiga sobre ella. Por la forma en que suspira, sé que le encanta la sensación
de nuestros cuerpos fusionándose. Mantengo la parte superior de mi cuerpo
apoyada en mis codos y solo la miro. Sus hermosos ojos, sus labios suaves y sus
mejillas sonrojadas. No merezco este momento, y nunca la mereceré.
—Quiero llevarte a algún lado —digo y es apenas un susurro, tomando sus
labios y besándola profundamente hasta que siento sus caderas rodar contra las
mías―. ¿Confías en mí? ―Necesito saber si me confía su vida.
Ella no duda.
―Eso nunca ha sido una cuestión. ―Y eso es todo lo que necesito de ella. Sé
que las cosas no se van a calmar por aquí pronto, especialmente ahora con la
aparición de Ella. Sigo pensando que es una responsabilidad, pero confío en lo
que los otros chicos quieren hacer, aunque la hubiera arrojado por ese precipicio
sin hacer preguntas. No tengo respuestas para nada de lo que ha estado pasando
últimamente, y lo único que sé es que quiero pasar el resto de la noche
mostrándole a Carrington lo mucho que significa para mí.
—Quiero que estemos solo nosotros —digo, bajándome y tirando de ella para
que se acueste sobre mi pecho―. ¿Vendrás conmigo?
―¿Dónde? ―Frota su mano debajo de mi camiseta, y estoy a punto de decir a
la mierda, y rodar su espalda debajo de mí cuando dice―. Iría a cualquier parte
contigo, Sebastian.
Mierda.
Me pongo de pie primero y luego la levanto en mis brazos. Cuando le doy la
vuelta sobre mi hombro, siento que se agarra a la parte de atrás de mi camisa.
—No dejaré que te caigas —digo en voz baja. Mi mano agarra la parte posterior
de su muslo y aprieto antes de deslizar mi mano hacia arriba, dejando que mis
dedos se deslicen a lo largo de las mallas que lleva puestas y luego aterricen en
su trasero. Entierro mis dedos, amasando el músculo y apretando, sabiendo que
ella no puede hacer ningún sonido.
Me dirijo a través de la cocina y salgo a la pequeña terraza trasera adjunta. La
dejo deslizarse por delante de mí lentamente, y mis ojos se ponen en blanco
cuando su cuerpo roza contra la dureza que se tensa contra mis pantalones. Ella
apoya sus manos en mi pecho, tambaleándose ligeramente por la prisa de volver
a estar erguida.
―Delaney nos matará si follamos en su bañera de hidromasaje ―dice
Carrington con un poco de humor mientras mira a su alrededor, sabiendo de
inmediato mis intenciones. Levanto la mano, tirando de su rostro para que me
mire. No le digo la irritación y los celos que recorren todo mi cuerpo cuando su
atención no está en mí. Esta absoluta fascinación que tengo por ella está en mi
sangre y sé que nunca disminuirá, y ciertamente nunca desaparecerá por
completo.
―No importa qué diablos esté pasando alrededor de esta maldita escuela, no
importa lo que le haya pasado a mi hermano, o quién quiera silenciarte, voy a
disfrutarte. Cada maldita parte de ti. Nada de esa otra mierda importa en este
momento, excepto tú y yo —gruño las palabras, y mi agarre sobre ella no se
suaviza hasta que se inclina hacia mí y la beso suavemente, de la forma en que se
merece que la bese. La beso como quería besarla desde el principio.
La siento empezar a temblar en mis brazos y sonríe contra mi boca.
―Tengo frío, así que será mejor que me quites esta ropa y me metas al agua
para que me puedas follar.
MIRA COMO LA FORMA DESNUDA de Sebastian se desliza en el jacuzzi, y sus ojos
nunca dejan mi rostro. Lo miro descaradamente, queriendo ver cada detalle de
él. Sus hombros son anchos, su abdomen se flexiona mientras sus piernas
desaparecen bajo el agua burbujeante, está empalmado, y si no lo hubiera tenido
ya dos veces dentro de mí, dudaría sólo con ver la longitud y el grosor de su
polla.
Me apoyo contra el borde y me empujo un poco fuera del agua, dejando que
mis pechos se eleven por encima del agua y arqueando la espalda lo suficiente
como para provocarlo. Sus ojos se oscurecen instantáneamente, uso mi espalda
para apoyar mi cuerpo contra el costado del jacuzzi y mis manos se deslizan hacia
arriba desde debajo del agua y comienzan a masajear mis senos. Hay algo
diferente en él esta noche. Es como si, a pesar del hecho de que hemos comenzado
una guerra con las personas más influyentes y corruptas de Faircliff, él está más
concentrado y tiene la mente más clara. Está vertiendo toda su energía en mí y
nunca me había sentido más cerca de él.
―Eso es todo, cariño. Tócate para mí —se mueve para pararse frente a mí, con
las manos apoyadas a cada lado de mío. Se eleva allí, mordiéndose el labio
inferior mientras me observa pellizcar y tirar de mis ya duros pezones. Después
de todo lo que hemos pasado, el agua se siente increíble lamiendo mis músculos
tensos. Inclino mi cabeza hacia un lado, tratando de evitar que mi masa de cabello
se moje, y me maldigo a mí misma por haber dejado mi coletero en el bolsillo de
mi sudadera.
―¿Se siente tan bien como cuando te toco, Carrington Jane? ―pregunta,
quitando mis manos del camino. Me sorprendo cuando no toca mis senos, sino
que sus manos se mueven hacia mi caja torácica y solo sus pulgares rozan la parte
inferior. Sus ojos se apartan de los míos, siguiendo las gotas de agua deslizándose
perezosamente sobre mi piel helada. Me evalúa, casi como si estuviera tratando
de grabar esta noche en los rincones más profundos de su memoria antes de bajar
la boca, capturando uno de mis pezones en su boca.
—Nada se siente tan bien como tú, Sebastian —admito, pero mis ojos están
fijos en sus labios mientras succionan la carne rosada en su boca. Mi coño se
aprieta cuando él muerde y sus dedos se clavan en mi piel. Es tan guapo, y me
encanta cuando las líneas de su rostro no son tan duras con la ira y la molestia
grabadas en ellas. Vivo para estos momentos en los que se ablanda solo para mí.
Dejo escapar un pequeño gemido cuando los sonidos del agua lamiendo a
nuestro alrededor se mezclaron con el sonido de la lengua de Sebastian
chasqueando mi pezón.
Sebastian finalmente se aleja y se inclina para rozar sus labios en mi frente. Sus
labios descienden a los míos en un beso profundo pero suave y frota su mejilla
contra la mía antes de dejar caer su rostro en el hueco de mi cuello. Sus dedos se
deslizan por mi estómago y luego rápidamente encuentran mi clítoris. Sus
caderas se sacuden hacia adelante, y siento su dureza presionando mi estómago
mientras mi cuerpo se sacude con el placer que me dan sus dedos.
―Date la vuelta y te daré lo que necesitas. ―No es una oferta o una pregunta,
y algo que se siente como un resorte dentro de mí se enrosca ante su tono
autoritario. Así que hago lo que me dice y me giro en su agarre para alejarme de
él. Él no me defrauda e inmediatamente comienza a besar el punto dulce sensible
en mi cuello. Su dura polla se presiona contra mi culo en la demostración más
deliciosa de su intención de reclamarme.
Una de sus manos se estira y encuentra mi coño una vez más, pero esta vez
evita mi clítoris y comienza a frotar dos de sus dedos a lo largo de mi raja antes
de presionar solo las puntas contra mi entrada. Gimo ante sus caricias porque
todo lo que quiero es que los hunda por completo dentro de mi coño. Su otra
mano se mueve lentamente desde mi ombligo hasta ahuecar mi pecho. También
me pellizca el pezón.
Entierra su rostro en mi cabello y mueve sus dedos justo hasta el primer nudillo
y yo retrocedo contra él, pero me tiene atrapada de una manera que no puedo
maniobrar, así que sus dedos me llenarán. Él mueve mi cabello hacia atrás con su
rostro y besa la parte de atrás de mi cuello. Un escalofrío me recorre y se me
ocurre que, si mi cabello estuviera fuera de su camino, tendría mejor acceso para
besarme en cualquier lugar que quisiera. Intento apartarme de él para inclinarme
sobre el borde de la bañera y alcanzar su sudadera con capucha. No llego lo
suficientemente lejos para agarrar mi liga para el cabello porque él me jala contra
él fácilmente con una mano.
―Déjalo. ―Presiona sus caderas contra mi trasero con más fuerza y arqueo mi
espalda hacia él―. Me gusta suelto. Me gusta sentir tu cabello deslizándose
contra mi piel mientras te follo —susurra sombríamente mientras una de sus
manos agarra una nalga y la otra alinea la cabeza de su polla hacia mi entrada.
―Sebastian, por favor ―me quejo cuando él no se mueve para empujar dentro
de mí, y sentir su pecho rebotar de risa porque ha conseguido que le suplique
que me folle.
—Necesito que sepas algo, Carrington —dice bruscamente, deslizando su
palma arriba y abajo de mi estómago y es casi imposible concentrarse en las
palabras que susurra. Apoyo la cabeza en su hombro y lo miro, pidiéndole en
silencio que me diga lo que quiere que sepa.
»»Estoy tan jodidamente obsesionado contigo que nada más importa. ―La
excitación en su voz hace que las últimas palabras suenen ásperas y rotas. Me
estremezco cuando el sonido reverbera en mi espalda y siento que se me clava en
el pecho, resonando allí―. Haré cualquier cosa para mantenerte. No importa el
costo. No importa a quién le duela. Nunca te dejaré ir. ―Solo asiento con la
cabeza porque no estoy segura de por qué su voz se endurece cuando dice eso,
pero las palabras me hacen sentir cálida y nerviosa con la anticipación de lo que
podría ser capaz de hacer. No estoy segura de querer saber qué le haría a alguien
si trataran de alejarme de él nuevamente.
Abro la boca para hablar, pero él me interrumpe con un movimiento de cabeza
que siento más que ver, no permitiéndome interrumpirlo.
―Dime qué quieres que te haga, Carrington. Sus manos bajan hasta mis
caderas, y puedo escuchar la necesidad en su voz cuando dice en un tono más
duro―. Ahora. Dímelo ahora.
―No puedo esperar más, Sebastián. Necesito que me folles —apenas escucho
mi voz por encima del gruñido que deja escapar.
―¿Aquí? ¿Quieres que empuje dentro de tu apretado y húmedo coño?
―pregunta mientras me empuja hacia adelante. Lo siento frotar su polla de un
lado a otro a lo largo de mi raja, y coloco mis manos en el costado de la bañera,
empujando contra él. Sé exactamente lo que necesita en este momento. Control
total sobre mí.
—Quiero que estires mi coño —susurro cuando siento que la cabeza de su polla
empuja dentro de mi abertura de nuevo—. Fóllame como la primera noche, no te
contengas —digo, y él accede porque apenas medio segundo y está agarrando
mis caderas y hundiendo su polla hasta el fondo. Está tan dentro de mí,
llenándome, pero manteniéndose completamente inmóvil. Me agarra el pelo con
una mano y baja la boca hasta mi oído―. Me llenas hasta el fondo, ¿no? ―Respiro
las palabras, tratando de animarlo, hacer que deje de intentar molestarme. Quiere
tener todo el control, pero quiero que pierda cada gramo de sí mismo en mí ahora
mismo.
Lo siento arquearse contra mí, tratando de empujar más adentro, a pesar de
que está completamente asentado dentro de mí.
―Joder ―gime cuando a propósito me aprieto a su alrededor. Una de sus
manos se desliza por mi estómago, frotando la palma contra mi piel, y su otra
mano agarra mi cadera con tanta fuerza que sé que aún sentiré las yemas de sus
dedos en ese lugar durante los próximos días. El pensamiento hace que mi sexo
se apriete más a su alrededor y eso es lo que hace que se rompa.
Él sale completamente y luego golpea dentro de mí una, dos, tres veces más y
luego encuentra su ritmo, necesitando liberación, y me empujo contra él con la
misma fuerza, el sonido del agua salpicando a nuestro alrededor aumenta la
sensación de urgencia. Sus dedos en mi cadera migran hacia abajo para encontrar
mi clítoris. Inmediatamente alcanzo su mano tratando de detenerlo. Sé que no
pasará mucho tiempo antes de que un orgasmo me atraviese y haga girar mi
mundo fuera de su eje debido a la estimulación combinada que está infligiendo
en mi clítoris y la forma en que está empujando dentro de mí, estirándome hasta
mi límite. Es demasiado rápido, me agarra por la cintura y me voltea para que
quede sentada en el borde de la bañera de hidromasaje, y puede penetrarme aún
más fuerte.
—Nunca me apartes de tocar lo que es mío ―exige, metiendo su polla dentro
de mí con fuerza y quedándose allí mientras lleva sus dedos de nuevo a mi
clítoris. Me frota a la vez que acentúa sus palabras: ―¿Lo. Haz. Entendido?
―Sí... jooodeeer ―jadeo de pura felicidad sin adulterar mientras mi coño se
aprieta más allá de cualquier cosa que haya sentido antes. Miro hacia abajo para
ver a Sebastian sonriendo a mi coño casi como si supiera algo que yo no. Observo
mientras presiona la parte superior de mi coño con una mano, pellizca mi clítoris
y me corro duro sobre su polla. Mis ojos se vuelven hacia mi cabeza y lo siguiente
que sé es que he liberado una corriente desde lo más profundo de mí. Me doy
cuenta aquí esta noche que haré cualquier cosa por él, al igual que él lo hará por
mí. Creo que finalmente lo sabe ahora también.
―Esa es mi jodida buena chica sucia ―dice con voz áspera―. Fóllame. Acabas
de chorrear por toda mi polla, Carrington, y es la jodida cosa más caliente que he
visto en mi vida. Levanta una mano para agarrar mi cabello bruscamente, el dolor
se mezcla con el placer de nuestros cuerpos chocando―. Mírame mientras te follo
―exige y cuando nuestros ojos se encuentran, siento que su otra mano se afloja
y luego me agarra con más fuerza, atrayéndome hacia él, empujando más
profundo―. Me vas a mirar mientras me corro dentro de ti. ―Entonces su boca
está sobre la mía, y los besos que me da son rudos, pero tan llenos de todo lo que
me ha estado ocultando. Golpea un lugar tan profundo dentro de mí que siento
un extraño burbujeo comenzar en la base de mi estómago. Voy a correrme con él,
y la forma en que sonríe contra mi boca me dice que ya lo sabe y está jodidamente
emocionado de que moje su polla.
»»No te atrevas a cerrar los malditos ojos ―dice entre dientes, y ahí es cuando
caigo por el borde, mirándolo a los ojos y agarrando sus hombros como si fuera
mi ancla.
Su nombre sale de mis labios y siento sus manos sobre mí, finalmente
encontrando y apretando mis senos mientras empuja sus caderas más fuerte que
nunca. Siento el espasmo familiar de su polla sacudiéndose dentro de mí
mientras empuja sobre la cúspide y gira en espiral conmigo.
Lentamente sale de mí, y sé que es porque quiere ver cómo su semen se
derrama fuera de mí en una especie de anuncio de hombre de las cavernas. Lo
siento separar los labios de mi vulva y sentir la liberación pegajosa filtrándose
fuera de mí y cierro los ojos a la mitad y sus dedos bajan por mi raja, y mete los
dedos en mí. No tengo ni puta idea de lo que está haciendo, pero me mira con
una mirada de éxtasis en su rostro antes de mover sus dedos desde mi coño hasta
mi culo.
―Nada se sentirá tan bien. ―Él gime, antes de presionar sus dedos cubiertos
de semen en mi apretado culo y siento que me tenso antes de relajarme y dejarlo
jugar. Empuja un dedo dentro de mí y luego el otro empuja su semen en mi culo
y no debería estar tan excitada, pero joder, todo lo que me hace es como un golpe
de éxtasis.
―Ahora estoy en cada parte de ti Carrington, un día también seré dueño de
este agujero. ―Él me sonríe antes de agacharse para presionar un casto beso tan
diferente a él en mi frente.

HABÍA otra nota en la puerta principal de Delaney cuando nos despertamos


esta mañana. Fue clavada por un cuchillo nuevamente y, como antes, el mensaje
no está claro. Todo lo que decía era que los enemigos están entre tus mejores
amigos. Afortunadamente, los muchachos habían arreglado la puerta que
rompieron Bennett y Mason. Me estremezco cuando imagino lo que podría haber
pasado si la persona hubiera podido entrar al apartamento.
Me estiro para sostener la mano de Sebastian mientras caminamos por el
campus y en lugar de aceptarla, toma mi mano y la coloca en su bíceps. Lo miro
y él me sonríe. Aprieto mis dedos cuando lo siento flexionarse incluso con el
grueso material de su abrigo separando nuestra piel.
―¿Venganza por no sostener tu mano la otra noche? ―pregunto y él no
responde al principio.
―Tal vez acabo de descubrir que me gusta más esto ―dice finalmente, con el
pecho hinchado como si fuera un rey escoltando a su reina. Realmente es una
sensación tan extraña tener a todos mirándonos mientras pasan en el patio. “Los
Lobos” llaman la atención donde quiera que vayan, pero con todos zumbando a
mi alrededor casi ardiendo en el mausoleo, es diez veces peor. Todavía no he
escuchado ninguno de los rumores, pero estoy segura de que la gente está
especulando de todo, desde que Sebastian me arrojó allí y encendió el fósforo
hasta que yo lo hice para llamar la atención.
No me siento tímida o avergonzada cuando atrapo a la gente mirándome como
pensé que lo haría. Me siento empoderada y respetada mientras caminamos
hacia un grupo de Kappa Alfas. Inmediatamente dejan de mirar y susurrar con
complicidad cuando Sebastian gira la cabeza hacia un lado para mirarlos. Libera
su brazo de mi agarre para envolverlo alrededor de mis hombros y hay suficiente
posesividad subyacente en su gesto para hacer que mi estómago hormiguee con
deseo.
Mientras pasamos por la biblioteca, pienso en Delaney, quien hoy salió
enferma del trabajo para cuidar a Ella. Declan y Cruz se saltan clases hoy para
tratar de averiguar dónde podría estar la hermana de Talon. Se supone que
Nathaniel y Wilder están acechando a Talon y su padre para ver si pueden reunir
información que nos pueda llevar en la dirección correcta. Declan sugirió que
fuera a clase porque rara vez pierdo clases y quienquiera que nos esté mirando
no va a joderme mientras estoy sentada en una sala de conferencias.
―¿No es ese Jesse? ―Veo a Sebastian y sigo su mirada para ver al mejor amigo
de Blaine encorvado en el borde de la fuente donde mis pertenencias estaban
colgadas no hace mucho tiempo. Tiene la cara entre las manos y su espalda se
mueve entre sollozos desgarradores.
―¿Jesse? ¿Estás bien? —pregunto una vez que estamos al alcance del oído, y
él mira hacia arriba, sollozando. Su rostro está magullado, como el de Ella, y sus
ojos están oscuros y tan hinchados que está claro que ha estado llorando durante
horas.
―He-Hey. ―Él hipa y voy a moverme hacia él, pero Sebastian me sostiene a
su lado, y no tiene que verbalizar que es cauteloso. Entiendo que a pesar de que
tiene una reputación impecable, trató de ayudar cuando me amenazaron y nunca
lo escuché levantar la voz, todavía no podemos confiar en él.
―¿Cómo pasó eso? ¿Has estado en la enfermería? ―Trato de mantener mi voz
uniforme. Ya no sé en quién puedo confiar, además de “Los Lobos” y Delaney. Y
por ridículo que parezca, confío en el primo psicótico de Wilder y sus amigos que
viven más arriba en la montaña. Pero no puedo dejar a Jesse aquí. Blaine estaría
tan molesto si viera el estado en el que se encuentra su mejor amigo en este
momento, y querría que al menos le consigamos ayuda.
―No estoy bien. Fue un malentendido ―dice en voz baja, poniéndose de pie
y casi perdiendo el equilibrio, pero se recupera agarrándose del borde de piedra
de la fuente.
―Nunca he golpeado a alguien repetidamente en la cara por accidente ―grita
Sebastian, y Jesse se estremece ante su tono―. ¿Qué diablos pasó y quién lo hizo?
Y no me des respuestas de mierda. No estoy de humor.
―¿Recibiste otra nota? ―pregunto, con cuidado, pero no muevo un músculo
lejos de Sebastian. En cambio, me inclino hacia él, haciéndole saber cuál es mi
posición, y esa siempre será con él.
―Sí. ¿Acaso tú…? ―Asiente con la cabeza y da otro par de pasos hacia
nosotros antes de mirar a izquierda y derecha como si temiera que alguien lo
viera hablar con nosotros, o tal vez atacarlo de nuevo. Ver la forma en que le
tiemblan las manos y los grotescos moretones en la cara y el cuello me hace sentir
que voy a vomitar. Se ve incluso peor que Ella, y me pregunto si el Señor
Sanderson también es responsable de lastimarlo.
―Sí. ―Sebastian y yo hablamos al mismo tiempo.
―¿Quién crees que está haciendo esto? ―Jesse pregunta antes de dejar que sus
ojos se muevan alrededor.
―Tal vez deberíamos empezar con quien te jodió la cara ―dice Sebastian, su
tono es molesto, antipático―. Eso suena como un muy buen lugar para
comenzar. ¿O tal vez dónde has estado desde que Blaine murió? Has sido
inconstante como la mierda.
Miro a Sebastian, insegura de lo que está pasando por su cabeza. No puedo
imaginar que el mejor amigo de Blaine, la única persona que estaba más cerca de
él, lo conocía mejor que yo, tendría algo que ver con las personas que lo
lastimaron. Por lo menos, no puedo ver a Jesse involucrado con las personas que
encubrieron su muerte y trataron de asesinarme por algo que ni siquiera sé. Me
he estado devanando los sesos tratando de averiguar qué creen que sé, y la única
conclusión a la que he llegado es que creen que Blaine me contó lo que le pasó a
Elizabeth, y tienen miedo de que se me escape.
―¿El Señor Sanderson o Talon te hicieron eso? ―Finalmente solté, agarrando
la mano de Sebastian y tirando de él conmigo para estar más cerca de él. Sé que
literalmente no hay nada que pueda hacer para ayudarlo a superar esto. Si hay
algo que sé sobre Jesse, es que amaba a Blaine y podía imaginarlo poniéndose en
malas situaciones para tratar de averiguar qué le pasó. No estoy segura de que
Jesse alguna vez supere la pérdida de Blaine. Creo que probablemente lo ha
tomado aún más duro que Sebastian.
―Hablando del maldito diablo ―levanto mi cabeza cuando escucho el tono
molesto de Sebastian y veo que sus ojos están en Talon que se acerca a nosotros.
Camina rápido, con la cabeza inclinada hacia abajo como si no quisiera mirarnos
a ninguno de nosotros.
Sebastian se pone rígido, y cuando lo miro, luce la mirada más disgustada que
puede poner.
―Tienes que mantenerte alejado de ellos. ―Talon prácticamente le gruñe a
Jesse, todavía insistiendo en no hacer contacto visual conmigo o con Sebastian.
Veo como Jesse se estremece, girando su cuerpo como si estuviera contemplando
intentar escapar. Los ojos suplicantes de Jesse se encuentran con los míos y me
recuerda mucho a Blaine en este momento. Quiero ayudarlo de una manera que
no pude ayudar a Blaine. Me muevo a… no sé lo que estoy tratando de hacer,
pero Sebastian debe anticipar que va a empeorar las cosas porque su agarre sobre
mí se aprieta hasta el punto de sentir un poco de dolor.
—Ponte detrás de mí —dice Sebastian, tratando de empujarme para que me
mueva, pero me quedo pegada a su lado. Estoy tan jodidamente enojada,
completamente exhausta y todo se está desmoronando.
―Déjalo en paz, Talon. Creo que tú y tu familia han hecho suficiente. ¿No es
así? ―Estoy temblando de rabia, y por primera vez desde que lo conozco,
Sebastian es el que evita que explote.
Talon se vuelve para mirarme, sus ondas de cabello rubio son rebeldes,
despeinadas y las ojeras bajo sus ojos me hacen preguntarme si ha estado
durmiendo más que nosotros.
―¿Dónde esta Ella? ―me espeta, y eso es todo lo que necesita Sebastian para
dejarme ir y agarrar a su hermano de la fraternidad por el cuello.
―Hazlo. Has querido matarme desde que te conozco. Acaba de una puta vez
con esto ―Talon mira con desprecio a Sebastian, desafiándole a hacer algo tan
público.
Lo hago por él. Alargo la mano y le doy una bofetada tan fuerte en la cara que
me escuece la palma y él hace una mueca.
Talon aprieta los dientes, tratando de zafarse del agarre de Sebastian.
―¿Dónde está ella?
―¿Elizabeth? ―lanzo―. Tal vez podrías decírnoslo. ¿Es ella por qué tuviste
que silenciar a Blaine? No sé nada ¡Las únicas cosas que me dijo sobre ella
resultaron ser mentiras! Solo quiero que esto termine. ―No he podido llorar la
pérdida de Blaine y eso se está volviendo muy claro en este momento. Suavizo
mi voz cuando digo―. No sé a quién estaba protegiendo, pero esa es la única
razón por la que me habría mentido.
Una mirada de confusión pasa por el rostro de Talon antes de que la ira la
reemplace.
―¡Sabes exactamente lo que le hizo a mi hermana! ―Talon me grita, pero está
señalando a Sebastian, quien finalmente lo empuja. Talon tropieza y cae, pero
rápidamente se endereza sacudiéndose el abrigo y los pantalones por costumbre
más que por necesidad―. ¡Estaba hablando de Ella! ¿Dónde está? ― Está
mirando a Jesse ahora.
―Me tengo que ir ―Jesse agacha la cabeza con miedo y se sube el cuello antes
de caminar hacia el lado del campus que conduce a la casa de la fraternidad. No
me sorprende que se esté saltando clases con la cara rota de esa manera. De
hecho, me sorprende que fuera lo suficientemente valiente como para dejarse ver.
A pesar de que Woodsboro es un lugar donde los secretos van a morir, los
rumores son intensos y todos especularán sobre lo que le sucedió cuando caiga
la oscuridad.
―Eso es todo, huye, pequeña perra. ¿DONDE ESTA ELLA? ―Talon está
gritando ahora, y miro a Sebastian confundida. Realmente se ha vuelto loco. O
eso o está llevando su teatralidad demasiado lejos y es extremadamente creíble
para alguien que miente.
Pongo los ojos en blanco.
―No actúes como si no tuvieras idea de lo que está pasando. La cara de Ella
está destrozada como la de Jesse y dijo que tu padre fue quien lo hizo. Lo fulmino
con la mirada y él aprieta los dientes mientras me devuelve la mirada.
―¿Sabes dónde está? ―Me vuelve a preguntar.
―¿Sabes lo que le pasó a Blaine? —pregunto en voz baja, él gruñe frustrado y
siento que Sebastian se tensa a mi lado, listo para saltar si Talon hace un
movimiento hacia mí.
―Mantente fuera de esto ―dice finalmente Talon, frotando una mano
frustrada sobre su rostro y luego mirando sombríamente a Sebastian antes de
agregar―, alguien está mintiendo y voy a averiguar quién es. ―Con eso, gira
sobre sus talones y se marcha en la misma dirección que Jesse.
―SEBASTIAN . ―Me despierto sobresaltado por Carrington tirando de mis
brazos. Los tengo tan fuertemente envueltos alrededor de ella; Me sorprende que
incluso sea capaz de respirar. Instantáneamente estoy en modo de lucha, aunque
estoy medio dormido y no tengo idea de lo que está pasando. Podría ser cualquier
cosa, desde Ella escapando hasta que el apartamento se está incendiando, o
incluso los amigos de la montaña de Wilder entrando para una fiesta de pijamas.
Jesucristo, mejor que no sea el último. Lo escucho, justo antes de que Carrington
lo verbalice.
—Alguien está golpeando la puerta principal —susurra y ambos nos
levantamos del suelo y veo que todos los demás empiezan a despertarse.
Instantáneamente me doy cuenta de que Cruz no está y sospecho que
probablemente esté al final del pasillo en la habitación de Delaney.
Tomo un arma de la mesa cuando los golpes comienzan de nuevo. Rápidamente
empujo a Carrington detrás de mí mientras caminamos por la sala de estar y paso
por encima de Wilder, que todavía está roncando. Agarro el brazo de Nathaniel y
desvío su atención del pasillo, dividido entre ir a la maldita puerta o bajar a donde
están Delaney y Cruz.
―Quédate con Carrington. No la pierdas de vista y ve a buscar un arma, por el
amor de Dios —grito las palabras y cierro los ojos cuando siento que Carrington
se agarra a mi espalda desnuda.
―Voy contigo. ―Y me doy cuenta de que no tengo tiempo para discutir con
ella. La empujo a los brazos de Nathaniel y la miro. Estoy satisfecho de que va a
obedecer cuando resopla, pero relaja su postura como si no fuera a pelear conmigo
por esto. Veo que Declan ya está en la puerta principal mirando por la mirilla.
―Es Talón ―dice en ese tono tranquilo que solo usa cuando esta menos
cualquier cosa tranquilo.
―Podría ser una trampa ―dice Wilder, amartillando hacia atrás el seguro del
arma en su mano―. ¿Viste a alguien más? ―Jesús, este tipo estaba roncando más
fuerte que una motosierra y ahora es como si estuviera drogado con cafeína y listo
para pelear.
―Buenos días, sol ―dice Declan sarcásticamente, sin apartar la mirada de la
puerta. Después de un latido, dice―: No. Ese imbécil está ahí afuera actuando
como si fuera a hacer algo. ―Declan suena aburrido ahora que se da cuenta de
que solo es Talon. Yo no lo estoy. Estoy jodidamente cabreado.
―Saldré por la parte de atrás y veré si puedo ver algo ―dice Cruz mientras
entra en la sala de estar, empujando a Delaney para que se pare con Carrington y
Nathaniel―. No vayas a ningún lado. ―La señala a ella y luego a Carrington. Tú
tampoco. Y luego empuña rápidamente un cuchillo en una mano y una pistola
cargada en la otra.
―Ella! ¿Estas ahí? ¡Ella! ― grita Talon desde detrás de la puerta principal―. Sé
que estás ahí. Tienes que venir conmigo. Derribaré esta puta puerta. ―Suena
absolutamente devastado, como si fuera a romper en llanto si no lo dejamos entrar
para ver si está bien. Ella está bien. Ha podido ducharse, le hemos dado de comer,
la hemos dejado usar el baño cuando quiera y aparte de mantenerla sujeta, no le
hemos hecho nada. Esperábamos que, al mantenerla aquí, sacaría a quienquiera
que esté dejando las notas. Claramente no fue ella porque recibimos una ayer por
la mañana.
―Llévalas a la cocina y manténgase alejados de las puertas y ventanas. ―
Nathaniel asiente a mi orden y agarra a ambas chicas por los brazos—. No la
agarres de esa manera o te joderé a ti ahora mismo —digo bruscamente, lo que
solo lo hace sonreír y fingir que sujeta delicadamente a Carrington por la sudadera
con capucha que lleva puesta.
―Agáchate, siéntate en el suelo, ¿de acuerdo? ―Declan les dice una vez que
están dentro de la cocina―. Manténgase lo más cerca del suelo que pueda, en caso
de que haya alguien más por ahí. ―Todo lo que escucho en respuesta es el gemido
de Delaney y la respuesta en voz baja de Carrington de que todo estará bien.
―Abre esta jodida puerta, o la derribaré. ¿Crees que porque tu hermano está
muerto puedes meterte con mi novia? ―Talon está gritando y si no viviéramos en
el campus, ya habrían llamado a la policía, estoy seguro.
―¿Qué diablos? ¿Su novia? ―Le digo a Declan y ambos miramos a Ella, que
está atada en el sofá, pero sentada erguida. Ella pone los ojos en blanco y levanta
la cabeza como si dijera que no nos va a dignificar dándonos ninguna respuesta.
No sé la historia completa, pero Carrington me contó cómo Ella se le acercó para
preguntarle por Declan y sobre el trío que tuvo con él y Wilder. ¿Por qué Talon no
está en sus jodidos culos en lugar del mío todo el maldito tiempo?
―¿Quieres perder a Carrington? Puedo jodidamente arreglar eso. ¿Es eso lo
que quieres, McCoy? ¡Vete a la mierda! ¡Sé que vas a lastimar a Ella como
lastimaste a mi hermana!
Oh, eso es todo.
No escucho cuando Wilder trata de detenerme, o incluso cuando Declan intenta
mantener la puerta cerrada. Ya la estoy abriendo y agarrando a Talon por el cuello.
Lo acompaño por las escaleras, y él agarra mis brazos, tratando de ponerse a tierra
para poder respirar. Pero soy como una máquina, ya dejé caer mi arma y lo lancé
contra la pared directamente al otro lado del amplio pasillo.
―No te atrevas a decir su nombre. ―Lo levanto y lo agarro por el cuello,
apretando los dientes. ―Terminaré con tu jodida vida, ¿me oyes? ―Él jadea y lo
dejo ir cuando todo lo que puede hacer es un asentimiento―. ¿Cuántas veces
necesito patearte la mierda para que entiendas que no vas a ganar esta? No sabría
quién es tu maldita hermana si me cayera sobre ella y seguro que no quiero a tu
perra de novia.
―¡Déjala ir! ―él grita.
Soy vagamente consciente de que otras puertas en este piso se abren cuando
Wilder les grita que vuelvan a entrar.
―¿Tu padre golpeó a Ella? ―Lo miro con los ojos entrecerrados, tirando de él
para que se ponga de pie y luego me cruzo de brazos, tratando de evitar que mis
manos estrangulen su vida. Fácilmente podría matarlo ahora mismo y sacarlo de
mi vida, pero si lo hago, nunca averiguaré qué le pasó a Blaine, y nunca descubriré
quién intentó matar a Carrington. Y si descubro que fue Talon, lo mataré con mis
propias manos.
Escucho a los muchachos moviéndose para pararse detrás de mí, pero me dejan
tener esto.
Me están dejando tener esto por Blaine.
―Ella tiene que venir conmigo ―dice Talon sin aliento, y su voz es áspera y
quebrada.
―Ella no necesita hacer una mierda. Si ella realmente no está metida en nada
de esta mierda como dices, entonces está más segura con nosotros que contigo.
Claramente. ―Golpeo mi puño en la pared, haciendo un agujero en el panel de
yeso, justo al lado de su cabeza―. ¿Vas a dejar que la hagan desaparecer como
Elizabeth? ―Sus ojos parpadean en los míos y por primera vez veo fuego, una
pelea, algún tipo de emoción en él.
―¡Mi hermana ha sido internada en la sala psiquiátrica porque la usaste y la
tiraste y ella no pudo manejarlo! ―Me empuja hacia atrás y retrocedo, sin saber
por qué suena tan jodidamente seguro de sí mismo.
―¿Sigues jugando a este juego? En realidad, tu hermana nunca fue enviada
allí. Ella fue admitida, sus cosas fueron llevadas allí. Pero no hay indicios de que
Elizabeth Sanderson haya pasado alguna noche en el pabellón psiquiátrico de
Woodsboro. ―El tono frío de Declan debe enviar a Talon al borde porque me
empuja de nuevo, pero esta vez lo agarro por los brazos, manteniéndolo contra
la pared.
―¿Qué le pasó a Blaine? ―Aprieto los dientes, y él me mira, y veo dolor allí―.
¿Dónde está tu hermana?
―No sé una mierda. ―Intenta zafarse de mi agarre, pero no dejaré que tenga
el control. Esto termina esta noche. De una manera u otra.
―¿Dejaste alguna de esas notas sobre Carrington en nuestras puertas? ―
pregunta Cruz, caminando para ponerse a mi lado.
―No, yo también los he estado recibiendo. Estaba 99% seguro de que ustedes,
idiotas, las dejaron para mí, pero claramente ahora no estoy seguro.
―¿Por qué diablos pasaría el tiempo dejándote notas? No te soporto. ―gruño
porque todo esto se está volviendo ridículo.
―¿Son tus notas sobre CJ? ―Wilder pregunta y estoy empezando a perder la
cabeza porque Wilder es el que hace las preguntas correctas.
―¡No, son de CJ! ―Sacude la cabeza, su rostro se arruga por la molestia y lo
sacudo, mis manos tiemblan porque realmente quiero golpear su cabeza contra
el suelo hasta que se rompa por inventar algo así―. La última que recibí fue esta
noche. Está en mi bolsillo trasero ―toma una respiración profunda y siento que
se afloja como si finalmente se rindiera a pelear conmigo.
―La tengo ―dice Cruz bruscamente, estirando la mano y arrancando el papel
doblado del bolsillo trasero de Talon. Lo despliega y lo leo rápidamente. Está
fechado de hoy y está escrito a mano en mayúsculas:
É Ñ
É Á
―Yo no escribí eso ―escucho decir a Carrington desde la puerta. Miro a
Nathaniel por dejar que ella y Delaney se muevan hacia la puerta en lugar de
quedarse en un lugar más seguro.
―Sin mierda. Como si Sebastian te dejara sola durante cinco minutos para que
escribieras una nota, y mucho menos para encontrar una manera de dejarla en
algún lugar para que Talon la encuentre. ―Delaney se ríe. No le respondo
bruscamente porque no está equivocada y tengo asuntos más urgentes entre
manos.
―Así que hagámoslo entonces. Vayamos al cementerio mañana por la noche
y averigüemos quién escribió la nota —digo, sonriéndole y esperando parecer
tan psicótico como me siento.
―Vine aquí para acabar con esto. Solo quiero que todo termine —dice Talon,
y lo empujo lejos de mí hacia Cruz, quien lo agarra, tirando de sus manos detrás
de su espalda.
―Genial, otro rehén para agregar a mi colección ―murmura Delaney, uniendo
su brazo con el de Carrington, quien no se mueve por la puerta. Ella me está
mirando atentamente mientras me doy la vuelta para recoger el arma que se me
cayó. Observo cómo las chicas se apartan del camino para que Cruz empuje a
Talon al apartamento.
—Eres un loco hijo de puta —dice Delaney, señalándome.
―¿Perdón? ―Arqueo una ceja, porque, aunque creo que la mierda que les hace
a Cruz y Nathaniel es ligeramente graciosa, no sé con quién diablos cree que está
hablando en este momento.
―Corriendo por ahí sin camisa como un loco sin siquiera saber quién estaba
ahí afuera. Podría haber habido la mitad de la fraternidad esperando para
tenderte una emboscada. Ella pone sus manos en sus caderas―. Podrían haberte
matado. ―Siento que Carrington dejó escapar un pequeño grito ahogado ante la
idea y luego me mira. Claramente no está contenta con mi elección, pero no está
demasiado enojada porque cuando la atraigo hacia mis brazos, entierra su rostro
en mi pecho, dejándome apretarla más cerca.
―Sí, bueno, no debería haber llevado a Carrington. ―Me encojo de hombros.
LA NOCHE SIGUIENTE parece tan surrealista. Wilder y Sebastian nos guían,
mientras Cruz camina detrás de nosotros y Declan y Nathaniel flanquean los
costados. Delaney y yo estamos protegidas en medio de ellos mientras Talon y
Ella caminan unos metros por delante. Sus manos están atadas detrás de ellos y
Wilder disfrutó poniéndoles cinta adhesiva en la boca para que no pudieran
causar una conmoción en el camino hacia aquí.
―¿Seguro que quieres hacer esto? ―Delaney pregunta en voz baja mientras nos
acercamos al cementerio―. Quiero decir, si yo fuera tú, no me gustaría volver
aquí, incluso si eso significa encontrar quién mató a mi hermano. ―Se acerca y
coloca una mano reconfortante en mi brazo.
―Eso es porque si Declan alguna vez aparece muerto, probablemente seas tú
quien lo hizo ―comenta Sebastian con una risa oscura.
―Él no se equivoca ―dice Declan secamente, haciendo que Delaney se estire y
lo golpee con fuerza en el brazo.
A medida que nos acercamos, Wilder indica a los rehenes, como Delaney los
llama ahora, que caminen hacia el bosque en lugar de hacia la entrada del
cementerio. No es un camino muy conocido, pero “Los Lobos” lo conocen porque
solían celebrar sus peleas aquí.
Wilder empuja a Talon y Ella para que se sienten uno al lado del otro y se
apoyen contra un gran árbol. Talon apoya la cabeza contra el árbol y los ojos de
Ella miran a todas partes, tratando de ver qué está pasando.
―¿Qué estamos buscando exactamente? ―La voz de Cruz retumba y me
estremezco, esperando que no esté hablando demasiado fuerte. Desde donde
estamos, tenemos una vista clara del mausoleo donde casi muero.
―A la mierda si lo sé ―Sebastián resopla, envolviendo su brazo alrededor de
mí.
Llevamos aquí tal vez una hora y no ha pasado absolutamente nada a excepción
de Sebastian que amenaza con asesinar a Wilder si intenta asustarnos una vez
más.
―¿Ese es tu padre, Bash? —pregunta Declan, y mis ojos se posan en la figura
oscura que ha emergido de la entrada del cementerio y se mueve para pararse
frente al mausoleo de Sanderson. Está oscuro, pero incluso yo reconozco a la
persona como mi padrastro. Declan sostiene una pequeña cámara y supongo que
es de visión nocturna. Al menos ahora tendremos pruebas definitivas de lo que
pase esta noche, y podremos salir de esta jodida ciudad para hacer que los secretos
bien guardados de Woodsboro se incendien y ver cómo las cenizas llueven sobre
la retorcida élite.
―¿Qué diablos, deberíamos decirle algo? Adviértele que… ―comienza
Nathaniel, pero Sebastian levanta su mano para evitar que hable.
―No. Veamos cómo se desarrolla esto. Si tiene algo que ver con encubrir la
muerte de Blaine, entonces saldrá a la luz —dice Sebastian en voz baja, sin dejar
de mirar a su padre. Escucho el clic del arma en su otra mano antes de decir: ―Y
si tuvo algo que ver con lo que le pasó a Carrington, entonces no tendrá que
preocuparse por despertarse mañana.
Las puertas están cerradas, y la cadena aún la atraviesa. Parece estar esperando
que suceda algo o que aparezca alguien, y espero que, pase lo que pase, Declan
pueda captarlo en video.
―Mira, es el Señor Sanderson ―dice Wilder en voz alta, lo que hace que Cruz
le dé un fuerte codazo en las costillas. Se dobla, resollando y Nathaniel le da una
palmadita en la espalda.
―Talon, ¿por qué está aquí tu maldito padre? ―Escucho a Declan susurrar,
pero es Cruz quien se acerca a Talon.
―Si haces un jodido sonido que no sea para responder a mi pregunta, te
dispararé en la jodida frente ―gruñe Cruz justo antes de que rasgue crudamente
la cinta de la boca de Talon―. ¿Por qué diablos está tu padre aquí con el de
McCoy?
―Tal vez ellos también recibieron una nota, no lo sé ―bromea Talon, pero su
tono es silencioso―. No tengo por qué mentir. Me tienes amarrado y sujeto en el
bosque y lo más probable es que me metas una bala en la cabeza antes de que
termine la noche. Cuando mi hermana empezó a portarse mal, mi madre se asustó
porque estaba haciendo una mierda en medio de la clase, en el comedor, se estaba
derrumbando en público y eso es lo único que le importa a mi madre. Quiere que
todos piensen que nuestra familia es perfecta, así que para que mi madre dejara
de quejarse, mi padre arregló que la internaran en la sala psiquiátrica. Me dijeron
que no hiciera preguntas, y no las hice. Ahora todo es una mierda y no sé qué es
real y qué es falso.
Talon empuja hacia atrás contra el árbol, apoyando sus piernas como si
estuviera tratando de ponerse de pie, pero Cruz camina, con el cigarrillo colgando
de sus labios y desliza el pie con su bota debajo de las piernas de Talon y lo hace
volver a su lugar con un ruido sordo. Ella no hace ningún sonido ni se mueve
realmente. Sus ojos están fijos en los dos hombres mayores que parecen estar
mirando algo en sus manos con una linterna.
Ella hace un chirrido ahogado lo que nos hace seguir su línea de visión hacia la
fila de tumbas situadas en la parte trasera de la cripta. Jesse está caminando arriba,
con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos. Vemos como el Señor Sanderson
y mi padrastro lo miran con atención, pero ninguno de ellos se mueve o parece
estar levantando la voz. De repente, Jesse se mueve hacia la cripta y siento que mi
pecho se contrae. Los recuerdos de ser empujada adentro, arrojada contra la pared
y caer al suelo pasan por mi mente tan vívidamente que casi puedo sentir la piedra
fría sobre la que estaba acostada antes de que se encendiera el fuego. Puedo oler
la gasolina que derramó por todas partes. Oigo el golpe de la cerilla. Jadeo, y es
solo una milésima de segundo antes de que Sebastian acune mi rostro entre sus
manos.
―Respira. ¿Qué sucedió? ¿Recordaste algo? ―Está buscando en mi rostro,
haciendo todo lo posible por leer mi mente. Frunce el ceño, la frustración está
escrita en él y sospecho que es porque le gustaría meterse dentro de mi mente y
conocer cada uno de mis pensamientos.
―¿Y si fuera tu padre quien… ―Me trago las palabras porque es muy difícil
decirlas―. Quienquiera que me arrojó allí esa noche… me resultaba familiar. No
como tú o incluso Blaine, sino como si hubiera estado muy cerca de él antes. ―La
boca de Sebastian se presiona en una línea dura y siento que sus dedos se aprietan
en mi cara.
―Lo mataré y te dejaré mirar si ese es el caso ―gruñe.
―Hijo de puta, voy a tener que editar eso ―resopla Declan, apagando su
cámara y lanzando una mirada de desaprobación a Sebastian.
―El asesinato está bien, pero no en video ―se ríe Cruz, frotando su cigarrillo
en un árbol y sonriendo a Talon mientras lo deja caer en su regazo.
―Él es un St. James, después de todo ―dice Delaney dulcemente con toda
seriedad, lo que hace que Cruz bufe, tratando de contener la risa.
Vemos como los tres hombres entran a la cripta. El Señor Sanderson tira de la
puerta para cerrarla y casi me vuelvo loco cuando la pesada cadena cae sobre la
losa de cemento en el arco.
―Tenemos que ayudar a Jesse. Lo van a matar. ¿Qué pasa si creen que Blaine le
dijo algo sobre dónde está Elizabeth? Ella tiene que estar muerta. No pasarían por
todos estos problemas si la echaran. Sacarla del campus no tendría ningún sentido
—interrumpo.
―Vamos a bajar y ver qué diablos pasa. ―Es la voz de Cruz la que corta el
silencio. Sebastián no verbaliza su acuerdo, pero la apoya el arma en su mano.
―¿Debería uno de nosotros esperar aquí arriba con las chicas? ―Wilder
pregunta, estirando el cuello, tratando de ver si algo está pasando en el mausoleo.
―No Nathaniel. Ellas no lo escuchan a él ―dice Declan sin apartar la mirada
de donde los hombres desaparecieron.
―Delaney es persuasiva ―dice Nathaniel, levantando las cejas.
Sugestivamente.
―Ella amenazó con cortarte la polla si no nos dejabas salir de la cocina ―le dije,
lo que hace que su cara caiga y Delaney sonría.
―Demasiadas cosas malas pueden pasar si nos separamos vamos todos, los
superamos en número. ―Delaney agarra a Ella y la ayuda a ponerse de pie y
Nathaniel hace lo mismo por Talon.
―Tienes que desatarnos si vas a llevarnos allí. Mi padre no tendrá ningún
problema en matarme a mí o a cualquiera de ustedes. Siempre y cuando su escuela
prístina no esté manchada.
―Absolutamente no ―murmura Declan, observando atentamente y
levantando la cámara para capturar si los hombres emergen de la cripta―. No
sabemos con certeza si nos atrajiste aquí por tu padre. No sabemos si están aquí
para matar a Jesse porque creen que sabe lo que le hicieron a tu hermana. No
sabemos si tú y Jesse mataron a Blaine y a tu hermana en algún extraño sacrificio
de fraternidad. Las posibilidades son infinitas y cuantas menos personas puedan
sacarme un cuchillo, más me gusta ―dice Declan con tanta elegancia y
naturalidad que no sé si reír o llorar por lo descontrolado que se ha vuelto todo
en tan poco tiempo. No hace mucho tiempo, lo único de lo que tenía que
preocuparme era de que Sebastian intentara manosearme en la biblioteca y me
encerrara en ella durante la noche.
―Ya ni siquiera sé qué pensar ―dice Delaney, inclinándose frente a Ella
tratando de mirar a través del espacio entre Declan y yo para ver si algo está
pasando―. ¡Miren!― ella susurra/grita.
Los tres hombres están fuera de la cripta y están peleando. Es difícil saber quién
está atacando a quién al principio, pero luego mi padrastro empuja a Jesse al suelo
y salta sobre él, golpeándolo en la cabeza repetidamente. Es entonces cuando me
doy cuenta de que por mucho dolor que le dé a Sebastian, son más parecidos de
lo que le gustaría admitir.
―¿Deberíamos ir? —pregunta Nathaniel, agitando el brazo como si dijera qué
cojones.
―¿Y hacer qué? ¿Con quién estamos luchando? ¿Quién es el bueno en este
escenario? —pregunta Declan.
Pasan unos segundos antes de que el Señor Sanderson logra separarlos y queda
claro que está del lado de mi padrastro cuando vuelve a empujar a Jesse,
derribándolo al suelo. Ella deja escapar un sollozo ahogado, cubriéndose la cara
para no tener que mirar, y me doy cuenta de que probablemente ha pasado por
mucho más de lo que nunca supimos.
Los dos hombres le están gritando a Jesse, pero no puedo discernir lo que están
diciendo. Observan cómo lucha por levantarse del suelo, rodeándolo lentamente.
Se cubre la cabeza y comienza a gritar.
Entierro mi cara en el abrigo de Sebastian cuando escucho a Delaney decir:
―Somos tan culpables como ellos si permitimos que esto suceda.
Y CUANDO ATRAVESAMOS el bosque y nos acercamos lo suficiente para que los
hombres se den cuenta de que estamos allí, Jesse está en el suelo debajo del Señor
Sanderson. Está luchando mientras el hombre mayor sostiene su antebrazo sobre
su tráquea, Ella intenta correr, pero termina cayendo. Mi padrastro es quien la
levanta, agarrándola del cabello y mirando a Sebastián con nada más que puro
desdén.
―¡Mantente al margen de esto! Tu hermano murió por esta escuela y no dejaré
que te pase a ti también.
―Joder ―suelta Nathaniel, y escucho a Delaney jadear cuando mi padrastro
mueve a Ella, usando nada más que su cabello para sacudirla. Ella está gritando,
pero su boca todavía está tapada. Sebastian me empuja para que me pare detrás
de él y lo dejo sin ninguna objeción. Meto la mano en el bolsillo de mis vaqueros
y saco el cuchillo que Wilder me enseñó a abrir y retraer antes sin cortarme el
dedo. Lo meto en la parte delantera de mis pantalones, justo debajo de mi cintura
para poder agarrarlo fácilmente si es necesario.
―¿Qué diablos está pasando? Dímelo ahora —le exige Sebastian a su padre,
levantando su arma y apuntándola directamente hacia él.
―No apuntes con un arma que no tienes la intención de usar ―dice el Señor
Sanderson, todavía luchando con Jesse. Sebastian mantiene su brazo bloqueado,
pero lo balancea hacia un lado para apuntar con el arma al padre de Talón.
―Aléjate de él hasta que podamos averiguar qué está pasando.
―Sebastian… ―comienza el Señor Sanderson, soltando a Jesse, pero sin dejar
que se levante por completo.
Sebastian levanta el arma y dispara tres tiros de advertencia consecutivos.
―No tengo ningún problema en dispararle a cualquiera que no empiece a
hablar ahora mismo ―mueve el arma y apunta de nuevo a su padre―. ¿Qué le
pasó a mi hermano?
―Blaine estaba tratando de proteger a nuestra familia. Él sabía lo que tú y Jesse
le hicieron a esa pobre chica y él solo estaba tratando de mantenerte fuera de
problemas. ¡Siempre fui YO Sebastián! Siempre tuve que limpiar tus desastres y
luego Blaine tuvo que intervenir y arreglar la destrucción que causó tu descuido
―dice mi padrastro entre dientes―. Jesse lo confrontó porque sabía que iba a
terminar siendo expuesto junto contigo si Blaine seguía tratando de ayudarla. En
medio de la pelea, se golpeó la cabeza y…
―¡Di su nombre! Ella no es esa pobre chica. ¡Ella es mi hija! ¡Que tu hijo le
quitó la inocencia y luego la tiró como basura!
―¡Sebastián no la tocó! ―Salgo de detrás de él, y él trata de moverse frente a
mí, pero lo esquivo. Lo has entendido todo mal. Has perdido a un hijo. Deja de
culpar al único que te queda por cosas que no hizo —le espeto, apartándome del
camino de Declan para que no pueda detenerme. Estoy harta de esto y de todos
los secretos―. ¡Será mejor que alguien empiece a hablar ahora mismo! ― Miro y
veo a Ella luchando en los brazos de mi padrastro. Está pataleando y parece
aterrorizada. Sus ojos se lanzan hacia Jesse como si estuviera preocupada por él.
―No Sebastián. Blaine. Blaine andaba a escondidas con mi hija y como no
pudimos mantenerla callada sobre lo que le hicieron, la mataron. ―Se atraganta
con sus palabras, y creo que esta es la primera vez que veo alguna emoción
legítima en él―. ¡No pudimos encontrarla! Tuvimos que taparlo para que nadie
hiciera preguntas.
―Blaine me dijo que eran Jesse y Sebastian ―dice mi padrastro, sacudiendo a
Ella bruscamente cuando ella lo patea. Podría dejarla ir, pero incluso después de
perder a su hijo y todo lo que está sucediendo en este momento, todavía está
preocupado por la imagen de McCoy más que por cualquier otra cosa. Si se
escapa, puede saber lo que está pasando.
―Creo que sé lo que mi hija me dijo... ―antes de que pueda pronunciar otras
palabras, se agarra el costado y se derrumba en el suelo, un charco de líquido
oscuro se acumula a su alrededor mientras Jesse sale de debajo de él y empuja a
su pies. Está temblando, sosteniendo una pequeña cuchilla en sus manos.
―¡Papá! ―Talon grita, pero Cruz lo empuja para que retroceda. Desátame.
¡Desátame las malditas manos! Yo no tengo nada que ver con nada de esta
mierda. Solo quería vengarme de lo que Sebastian le hizo a mi hermana. Pensé
que estaba en el hospital psiquiátrico todo este tiempo.
―Está mintiendo, Bash. Tu hermano no le dijo eso. Tu padre fue quien atacó a
Elizabeth —dice Jesse en voz baja, llevándose la mano al cuello, donde el codo
del Señor Sanderson se clavaba en él―. Blaine me dijo que el Señor Sanderson se
la dio a cambio de Carrington. El problema fue que nunca la dejaste sola el tiempo
suficiente para que él la tomara. Siempre la estabas observando, acosándola,
obsesionado con ella. ―Miro a Sebastian y no puedo leerlo en este momento.
―Pequeño bastardo mentiroso. Debería matarte yo mismo ―dice furioso mi
padrastro. Camina unos pasos hacia Jesse, arrastrando a Ella con él.
―Dígale, dígale a su hijo que usted y el Señor Sanderson intentaron hacerle lo
mismo a Ella. Tú también habrías tenido éxito si no hubiera entrado y te hubiera
detenido.
―¿Qué? ―Mi padrastro se ve confundido, y se da vuelta para mirar a
Sebastian, quien todavía tiene su arma apuntando a su padre. Miro y veo que
Declan todavía está grabando y Wilder, Nathaniel y Cruz tienen sus armas listas
para disparar. Disparar a quien sea necesario a la palabra de Sebastian.
―Estás loco. Necesitas ayuda. ―Jesse está retrocediendo hacia nosotros ahora
y mi padrastro avanza hacia él, todavía tirando de Ella con él.
―Mírala. Ella está aterrorizada de él. Cuando los encontré a los dos, le habían
rasgado la ropa. Iban a hacer lo mismo con Carrington. Sabían que ella estaba
esperando que finalmente arreglaras tu mierda. Iban a destruirla. ―Jesse
retrocede justo en frente de nosotros―. Tu padre fue quien agarró a Carrington
esa noche, la arrastró a través de la gasolina y la arrojó dentro de la tumba, le
partió la cabeza en el cemento y la dejó allí para que la quemaran viva. Encendió
el fósforo que casi te quita toda tu vida ―dice Jesse, volviendo la cabeza para
mirar a Sebastian.
―¿Cómo supiste que usó un fósforo? ¿Y no un encendedor? ―pregunto,
tratando de dar un paso atrás, pero mi espalda golpea a Wilder. Veo que el cuerpo
de Jesse se pone rígido ante mi pregunta.
―¡Sebastián, no lo hagas! ―grito, tratando de detenerlo antes de que las
palabras de Jesse lleguen a él lo suficiente como para apretar el gatillo contra su
propio padre. Antes de que pueda registrar lo que está pasando, Jesse saca un
arma de su bolsillo y le dispara a mi padrastro en la frente. Se da la vuelta y me
agarra por el cuello y me arrastra para pararme donde Ella ha caído al suelo.
Intento mantener la calma y no hacer movimientos bruscos. Jesse me sostiene lo
suficiente como para que mi cabeza esté junto a la suya. Para tener un tiro claro
sobre él, “Los Lobos” tendrán que dispararme también. Estoy mirando
directamente a los ojos de Sebastian y todo lo que veo es una furia monstruosa.
Jesse no saldrá vivo de este cementerio esta noche.
―No fue él, McCoy ―se burla Jesse, tirando de mi cabello lo suficiente como
para hacerme chillar de dolor―. Tu hermano estaba dispuesto a follar con la
perra hasta que se descarriló. Luego quiso tratar de ayudarla, reparar el daño que
le hicimos. Era un maldito cobarde, y en caso de que alguien se lo pregunte, fue
idea suya culparte a ti. Dijo que todos lo creerían porque eres un maldito imbécil
con todos. ―golpea su frente contra un lado de mi cara lo suficientemente fuerte
como para lastimarme, pero no lo suficientemente fuerte como para noquearme.
Trato de no dejar escapar ningún sonido y enmascarar mi dolor porque puedo
ver que Sebastian comienza a desquiciarse. Necesita pensar con claridad en este
momento y ver a Jesse sacudirme no está ayudando.
Jesse aplasta su rostro sudoroso contra el costado de mi cara. Siento que su
nariz se encoge de ira y sus dientes se aprietan mientras escupe las palabras:
―Entonces esta perra no lo creyó. Ella no se volvería contra ti. No importa
cuánto la amenazaron. No importa cuántos rumores circularon. La trataste como
una maldita puta, y ella todavía no creería que tú fuiste la razón por la que
Elizabeth terminó internada en la sala de psiquiatría ―Jesse sisea las palabras.
Yo le creo. No tengo ninguna duda de nada de lo que dice. Tiene sentido por qué
Blaine era tan reservado, por qué me mantuvo alejado de ella.
Sobre todo, tiene sentido que no me haya contado esa historia de mierda sobre
que Sebastian la lastimó. Sabía que nunca lo creería, ni siquiera viniendo de él.
Escuché los rumores sobre él durmiendo con ella y luego ignorándola, pero así
son las cosas en Woodsboro. Nada se cuenta de la forma en que realmente
sucedió y, a veces, es una completa mentira destinada a distraer la atención del
evento real.
―Déjala ir, o los mataré a ambos. Sin ella no tengo nada que perder.
―Sebastian apunta el arma a la cabeza de Jesse―. La mataré yo mismo antes de
dejar que la lastimes.
―Sebastian ―jadea Delaney, pero Cruz la agarra, quitándola del camino antes
de que pueda interferir. Todo lo que se necesita es una fracción de segundo para
que Sebastian se desconcentre y Jesse pueda atacar. Ya no sé cuál es el motivo de
Jesse. No puede matar a “Los Lobos”, no a todos de todos modos. La única razón
por la que todavía respira es porque me tiene agarrada con tanta fuerza,
cubriendo todos los órganos principales de su cuerpo.
―¿Qué es lo que quieres? —pregunta Declan, y me doy cuenta de que ha
tirado la cámara al césped. Parpadeo rápidamente, tratando de no dejar que se
acumule humedad allí. Si así es como termina mi vida, no voy a salir así―. ¿Qué
podemos hacer para que esto desaparezca? Nunca es demasiado tarde. Esto es
Woodsboro. Todos podemos salir de aquí como si nada hubiera pasado. ―Declan
habla con tanta facilidad, como si hubiera practicado estas palabras una y otra
vez, y casi le creo. Casi creo que las palabras que está diciendo son ciertas, pero
sé que solo está tratando de salvar mi vida. Cuando Jesse me mate, lo matarán, y
no será una muerte fácil. Sebastián se asegurará de ello.
―Nada. Se acabó. ― dice Jesse, sacudiendo su mano con el arma hacia mi
cabeza y luego comienza a reírse como un maníaco cuando Sebastian se
estremece―. Oh, qué dulce, él realmente te ama. Blaine se equivocó en un
montón de cosas y esa fue mi perdición. He estado haciéndoles esto a las chicas
durante años y solo me atraparon por culpa de tu hermano con el corazón
ensangrentado. Le da una patada a Ella―. Levántate, el juego ha terminado.
―Veo como Ella pone los ojos en blanco y se pone de rodillas mirándolo
expectante—. Acércate allí y quítale la cinta, o le dispararé a tu maldito novio —
me gruñe.
Extiendo la mano y quito la cinta de ella bruscamente y ella grita:
―¡Ay, maldita perra! ―Es capaz de ponerse de pie y se para frente a mí,
moviendo sus manos hacia mí. Desátame.
―Sabía que ella estaba involucrada en esto de alguna manera ―dice Declan
mientras desato a Ella, que mueve las muñecas antes de aplaudirle
sarcásticamente. Dejo que mi mano se deslice por mi estómago y contengo la
respiración mientras agarro el cuchillo que escondí en mi cintura.
―¿Quieres un premio o algo así, Declan? Te va a matar que no pudiste resolver
las cosas a tiempo para salvar a tus amigos, ¿eh? ―Ella se burla―. Tener que
seducirte a ti y a Wilder para tratar de entrar con “Los Lobos” no fue el peor
papel que podría haber tenido en esto ―dice encogiéndose de hombros ―Jesse
descubrió que le gusta mirar. ―Me guiña un ojo y veo que Wilder hace una
mueca de disgusto.
―Quería matarla, sentir que la vida se le escapaba esa noche, Bash ―dice Jesse,
riendo y veo que la mandíbula de Sebastian se tensa.
―Mírame ―digo con convicción. Necesito que se calme y confíe en mí para
salir de esta situación. Froto mi pulgar a lo largo del cuchillo sin presionar el
botón para lanzar la palanca que lo abrirá. Jesse escuchará eso, y necesito
averiguar cómo voy a hacer esto antes de que me dispare. Los ojos de Sebastian
bajan a mi mano y luego rápidamente miran de nuevo a Jesse.
―Por el amor de Dios, déjala ir. Te dejaremos vivir si lo haces —ladra Cruz,
dando un paso hacia adelante, pero deteniéndose tan pronto como tira mi cabeza
hacia atrás, exponiendo mi cuello. Pongo mi mano a mi costado; miedo de que
vaya a caminar frente a mí y lo vea. Si solo estuviera tratando con Jesse, podría
correr el riesgo y tratar de apuñalarlo antes de que pueda dispararme. Pero no
puedo apuñalarlos a los dos al mismo tiempo.
Ella se ríe como si se hubiera vuelto completamente loca y se inclina, pasando
su lengua por la piel de mi cuello. Su lengua sobre mí hace que mi piel se erice.
―Déjame cortarla, bebé. ¿Tienes un cuchillo encima? ―Ella pregunta cuando
él finalmente se aleja y mira a Jesse en busca de guía.
—Hay otro en mi bota, bebé —le dice, y quiero vomitar por la forma en que
suena el nombre cariñoso que sale de su boca. Levanto la vista y es la única vez
que los ojos de Sebastian no han estado en mí desde que Jesse me agarró. Está
mirando a Declan y luego veo que Wilder, Cruz y Nathaniel están mirando a
Declan. Delaney se tapa los ojos con las manos y está acurrucada en el suelo. Si
no logro salir de esto, realmente voy a extrañar verla molestar a “Los Lobos”.
En cuestión de una fracción de segundo, suceden varias cosas. Los ojos de
Sebastian están de vuelta en los míos, y asiente levemente antes de mirar el
cuchillo en mi mano y luego sus ojos están fijos en Jesse. Ella se inclina para
recuperar el cuchillo y siento que Jesse cambia su peso, presumiblemente para
que ella pueda buscar en su bota el arma. Antes de que pueda volver a levantarse,
suenan cinco disparos y está acribillada a balazos.
Jesse se estremece, por solo un breve segundo y aprovecho mi oportunidad,
retorciéndose en su agarre, empujando la liberación y apuñalando mi cuchillo
tan fuerte como puedo en su estómago. Escucho su arma disparar y una bala pasa
volando por mi cabeza, pero no me alcanza por completo.
―¡Mierda! ¡Estoy herido! ―Oigo decir a Wilder.
El arma de Jesse se dispara de nuevo y escucho a Talon dejar escapar un grito
espeluznante. Cuando el agarre de Jesse sobre mí se afloja, lucho por esquivar
sus brazos y rodar por el suelo. Oigo más disparos y siento que alguien me agarra
de los brazos y me tira por la hierba.
Oigo a Sebastian maldiciendo a Jesse.
—Mierda, eso fue tan jodidamente rudo, CJ —susurra Delaney, tirando de mí
para acurrucarme con ella. Miro hacia arriba y Jesse está muerto, acribillado a
balazos y los cinco lobos están parados a su alrededor. Wilder está sosteniendo
su brazo, pero está de pie solo y mirando al hombre que casi arruinó todas
nuestras vidas.
Antes de que me dé cuenta, Sebastian está en mi cara tirando de mí hacia él.
Toma mi rostro entre sus manos, examinándome, y es solo cuando escuchamos a
Talon gritar y el gruñido de Declan que nos damos cuenta de que le han
disparado a Talon. Talon está tirado en la hierba con los brazos todavía atados a
la espalda. Nathaniel inmediatamente se mueve para desatarlo, pero él grita de
dolor. Todos nos acercamos, dando vueltas a su alrededor. Le han disparado en
el pecho y le cuesta concentrarse. Tose y la sangre le gotea por la comisura de la
boca.
Delaney se arrodilla y se limpia la sangre de los labios y observo cómo sus ojos
se enfocan en su rostro. Está sonriendo como si estuviera recordando algo que
una vez lo hizo feliz.
―Vamos a conseguirte algo de ayuda ―le dice, pero puedo escuchar la
preocupación en su voz. Me inclino y coloco el dorso de mi mano contra la frente
de Talon. Su piel está húmeda y no se ve muy bien. Cuando sus ojos se mueven
ligeramente hacia mí, le sonrío porque no quiero que se asuste. Fue un verdadero
imbécil con nosotros, pero creo que tenía sus razones. También creo que Sebastian
estaría de acuerdo en que si estuviera en la situación de Talon con su hermana,
habría sido una amenaza aún mayor para Woodsboro.
Delaney usa el pulgar de su mano libre para limpiar más sangre del lado de su
labio y susurra el nombre de Elizabeth.
―Sabe que trataste de vengarla. No lo intentaste, lo hiciste. Descubriste quién
la lastimó y ahora puede descansar. ―Delaney parpadea, dejando caer las
lágrimas y sin molestarse en secarlas―. La volverás a ver muy pronto.
Escucho a Delaney jadear y soltar un sollozo y mi atención vuelve a Talon.
Pero es muy tarde. Sus ojos ciegos nos miran fijamente, una sonrisa todavía en
sus labios.
Él ya se ha ido.
Sebastian me levanta y me sienta en una de las lápidas planas y comienza a
revisarme de nuevo antes de inclinarse para besarme.
―¿De verdad me habrías matado para que él no pudiera? ―pregunto,
queriendo solo saber la mitad de la respuesta. Una risa entrecortada sale de mis
labios porque es reír o llorar en este punto.
―Me alegro de que no tuviéramos que averiguarlo ―corta las palabras antes
de besarme de nuevo y levantar mi barbilla para mirarlo.
―Tu papá ―empiezo, pero él niega con la cabeza, interrumpiéndome, pero
todavía tengo preguntas―. ¿Crees lo que dijo Jesse sobre Blaine? ¿Hacerle eso a
Elizabeth? ¿Y culpándote?
―Sí ―mira hacia la sección del cementerio donde su hermano fue
enterrado―. Había un lado de Blaine que nadie conocía. Siempre pensé que solo
estaba reservado para mí porque pensaba que yo era jodido, el malo. Pero lo creo,
y creo que mi padre lo sabía y trató de culparme.
―Nunca lo creí ―le digo, tirando de él hacia abajo a la altura de mis ojos.
Necesito que sepas que siempre te he respaldado, incluso cuando nos odiábamos.
―Es un gran problema. ¡Me dispararon! ―Ambos miramos para ver a Declan
inspeccionando el brazo de Wilder. Su abrigo y camisa están tirados en el suelo a
sus pies y Declan parece más molesto que de costumbre.
―Fuiste rozado. La bala te cortó el brazo. Apenas estás sangrando. Es un
rasguño ―Declan corrige su postura y los dos se miran fijamente durante un
largo momento antes de que Wilder recoja su camisa y abrigo y se aleje de Declan,
quien se esfuerza por mantener la sonrisa que tanto quiere aparecer torciendo la
parte superior de su labio.
Observo cómo Cruz y Nathaniel llevan el cuerpo de Jesse a la cripta de
Sanderson y me doy cuenta de que ya han trasladado al señor Sanderson ya mi
padrastro. Cruz se acerca para agarrar a Ella también y desaparece dentro del
mausoleo.
―Encontramos a Elizabeth ―anuncia Nathaniel mientras se asoma por el arco.
Quitamos la tapa de piedra del ataúd. Ahí es donde escondieron su cuerpo.
―Por eso fue tan fácil para él abrir la cripta la noche que atacó a CJ ―dice
Delaney, con los ojos todavía vidriosos por haber visto morir a Talon.
―Sí, hay un esqueleto ahí dentro con ella. Debe ser el abuelo —dice Cruz
casualmente, como si estuviera hablando de cómo hornear un pastel o algo
increíblemente menos sensible que con lo que todos estamos lidiando.
―Deberíamos ponerlo allí con ella y cerrarlo. Él querría eso, creo ―sugiere
Delaney.
―Era un imbécil ―dice Cruz sin ninguna emoción, pero Delaney se pone las
manos en las caderas, desafiándolo a discutir con ella.
Se encoge de hombros y se acerca para levantar a Talón, mira hacia a Wilder y
sacude la cabeza en un movimiento de «ven a ayudarme».
Wilder extiende su brazo, mostrando nada más que un rasguño rojo en su piel
dorada.
―No puedo levantar nada, me dispararon.
―Oh, Dios mío, si dices que te dispararon una vez más, te dispararé de verdad
―espeta Sebastian haciendo que Wilder sonría. Wilder tiene esta cualidad en él
donde puede aligerar cualquier situación. Me siento mal del estómago y mi
corazón sigue latiendo un poco demasiado rápido, y puedo sentir la pesadez del
agotamiento pesando sobre mi cuerpo, pero aun así me hizo sonreír.
―¿Así que esto es todo? ¿Simplemente lo encerramos y esperamos a ver qué
pasa? ―Delaney pregunta mientras todos se acercan para pararse con Sebastian
y conmigo.
―Es Woodsboro. La mitad del campus podría caer muerto en medio del patio
y las noticias nunca saldrían de las puertas delanteras ―dice Declan inclinándose
para recoger su cámara―. Tenemos todas nuestras respuestas, así que no creo
que debamos tratar de difundir la verdad.
―Mi madre fue entrenada por mi padrastro. Ella no armará un escándalo ni
tratará de averiguar dónde está. Eso lo sé —digo, mordiéndome el labio inferior.
Ella realmente no lo ama, pero ama el estilo de vida que él le brindó y seguirá
brindándole en su ausencia.
―¿Deberíamos hacer apuestas sobre cuáles serán los rumores? ―sugiere
Wilder, inclinándose para recoger las armas que se arrojaron durante el tiroteo.
―No. ―Los otros cuatro lobos dicen inmediatamente.
―Apesta que no podamos decirle a nadie que me dispararon para salvar a CJ
―agrega.
―Eso no es ni un poco cómo sucedió ―Delaney se ríe de sus palabras,
sacudiendo la cabeza. Luego entrecierra los ojos mientras evalúa a Cruz y dice:
―Me gustaría señalar que tenía razón. Te perdiste algo. Elizabeth estuvo en ese
mausoleo todo el tiempo. ―Ella lo mira expectante, pero él solo da una calada a
su cigarrillo y le sonríe.
―Absolutamente no. No más peleas en el cementerio ―dice Declan, agitando
las manos como si nos estuviera expulsando de su espacio.
Mientras salimos del cementerio y nos dirigimos a la fraternidad, escucho a
Delaney y Cruz susurrar. Asumo que está tratando de convencerla de que no
debería quedarse sola en su casa esta noche.
―¿Estás bien? ―Sebastian pregunta, su es voz baja y áspera mientras toma
nuestros dedos entrelazados y mueve mi mano hacia arriba para sostener su
brazo de la manera que le gusta―. ¿Qué estás pensando?
―Algo morboso ―digo antes de que pueda contenerme.
―Dime ―dice mientras se acerca a la pasarela de adoquines. Niego con la
cabeza, sintiendo mis mejillas calentarse.
―Ambos sabemos que puedo hacerte decir lo que quiera. Si quieres que lo
haga que lo haga aquí delante de todos, lo haré. ―Me mira con el ceño fruncido.
―Me preguntaba si desde… sabemos todo sobre Blaine. ¿Te retractas de tu
disculpa por follarme en su tumba? ―Dejo escapar una risa por lo absurda que
es esa pregunta. Técnicamente no se disculpó específicamente por eso, pero se
infirió cuando dijo que lamentaba haberme tratado tan mal.
―Sí, en realidad.―Sus ojos me recorren con una mirada acalorada―. No lo
siento, y probablemente voy a hacerlo de nuevo. Todos los días hasta la
graduación. Porque eso es lo que se merece.
Dejo que Sebastian me lleve de regreso a su habitación, nuestra habitación en
realidad, y tengo una extraña paz sobre mí de que las cosas van a estar bien.
Tendremos altibajos, y ciertamente tendremos que lidiar con el acoso que hemos
enfrentado y la masacre que acabamos de presenciar. Sin embargo, nos tenemos
el uno al otro, y eso es todo lo que realmente podemos pedir.
Nueve semanas después de la graduación

―¡SEBASTIAN , ENTRA AQUÍ! Estoy tan enojada contigo en este momento. ―Dejé
escapar una risa baja porque ella debe haber recibido el correo―. ¿Cómo hiciste
esto? ―Sonrío cuando escucho que Carrington continúa gritando desde la cocina.
Ambos recibimos nuestros fondos fiduciarios el día de nuestra graduación,
como se prometió. Unos días después, nos instalamos en nuestra primera casa
juntos. Quería algo hecho de piedra, y era importante para ella que fuera viejo
porque dijo que eso significa que tiene carácter. Lo quería lo suficientemente lejos
de Woodsboro como para no tener que volver a ver el campus nunca más. Solo la
quiero en mi cama todas las noches con las piernas abiertas y el coño húmedo para
mí. Así que le conseguí todo lo que quería, excepto quizás una cosa.
―Límpiate esa mirada de suficiencia de tu cara. ―Oh, ella es jodidamente
caliente cuando está enojada conmigo―. ¿Ves esto? ―Agita un gran trozo de
papel grueso y envejecido frente a mi cara mientras me acerco. No me molesto en
fingir inocencia porque ya sé de qué se trata. Parece que no puedo concentrarme
en nada excepto en la forma en que la correa de su vestido de verano se desliza
por su hombro y recuerdo la noche que tuve con ella en la iglesia. Puede enfadarse
más tarde. Necesito follarla ahora.
―¿Cómo conseguiste que hicieran esto? ―Aparta mi mano de su hombro justo
cuando mis dedos están a punto de deslizarse por debajo de la delgada correa.
Movimiento equivocado. Le arrebato de la mano el diploma de la Universidad de
Woodsboro en el que se lee Carrington Jane McCoy y lo dejo tranquilamente sobre
la encimera de granito de la cocina.
―Te dije una vez que no apartaras mi mano de lo que es mío ―evalúo su cuerpo
que está claramente tenso y veo el calor en sus ojos verdes. Ella quiere pelear
conmigo ahora mismo. Sospecho que su deseo de pelear conmigo tiene más que
ver con el hecho de que acabo de llegar a casa esta mañana después de un viaje
de tres días con los muchachos, revisando una compañía de inversión que
encontró Declan y menos con el hecho de que mi apellido está en su diploma.
Carrington se quedó aquí porque se estaban entregando los electrodomésticos de
la cocina. Delaney vino y se quedó con ella para que no estuviera sola en esta casa
grande, pero sé que eso no fue suficiente. Mi hermanastra me extraña. Que lindo.
Los chicos y yo nos quedamos en la ciudad un día más para que Declan pudiera
señalar algunas jodidas y lujosas zapaterías que posee su padre y para que yo
pudiera hacer algunas compras.
―McCoy no es mi apellido y sabes que Sebastian ―resopla las palabras,
frunciéndome el ceño cuando sonrío, esa sonrisa trastornada que cometió el error
de decirme que encuentra sexy.
―No estoy de acuerdo ―es todo lo que digo antes de apoyarla contra el
mostrador, colocando mis manos encima, enjaulándola, pero sin tocarla. Aún. Me
inclino y le susurro al oído: ―Siempre has sido propiedad McCoy, bebé. ―La
siento temblar cuando la presiono, mi ya polla dura se clava en su cadera.
Desliza los codos hacia atrás para descansar sobre la encimera y levanta la
barbilla hacia mí. Oh, ella quiere que esto duela de la mejor manera posible.
―¿Te gusta cuando soy duro contigo? ¿Cuándo hago que te duela hasta que te
corres sobre mi polla? —pregunto, levantando la mano para rasgar el frente de su
vestido sobre sus tetas, dejando que la tela caiga debajo de sus senos, lo que los
empuja hacia arriba para mí.
Ella no se inmuta, no tiene miedo y eso me enciende y me hace querer sacudir
las cosas para poder ver ese destello de miedo en sus ojos que tanto amo. Ella
empuja su palma contra mi pecho, solo mi camiseta separa nuestra piel. Mis ojos
se cerraron solo por un breve momento porque extrañaba su toque. No la he
tenido desde que llegué a casa hoy, y planeo quedarme despierto hasta las
primeras horas de la mañana lamiéndola, chupándola y follándola hasta que
cumpla mi promesa de que mi corrida gotea por cada agujero. Mi polla se sacude
y mis bolas se tensan ante la idea.
―¿Sabes qué más me gusta, Sebastian? ―Ella me empuja suavemente hacia
atrás y la dejo porque quiero ver a dónde va esto. Tomo una respiración profunda,
absorbiendo la sensación de su pequeña mano frotando mi abdomen. Flexiono
mis abdominales, sabiendo que ella puede sentir los contornos de mis músculos
contrayéndose bajo su toque. Me encanta cuando me toca, pero sobre todo me
encanta ver la excitación en sus ojos cuando explora mi cuerpo.
―¿Qué te gusta, bebé? Dime —prácticamente le estoy rogando. Eso es lo que
pasa con Carrington Jane y conmigo, nos empujamos y tiramos de la mejor
manera, la más embriagadora. Necesito sentir su piel contra la mía. No sé por
dónde empezar. Quiero estar dentro de ella y saborearla, follarla y comérmela
toda de una vez y estoy furioso porque eso no es posible. Necesito su boca
pecaminosa arrastrándose sobre mi piel y sus dientes hundiéndose en mi carne
mientras la complazco. Quiero su boca sobre mí y no me importa dónde. Solo
quiero sentir esa lengua suave y húmeda salir de entre sus labios y reclamarme
justo cuando estoy a punto de reclamarla a ella.
Abruptamente me aparta, se agacha debajo de mis brazos y sale corriendo a
través de la cocina de planta abierta, a través de la gran sala y no se detiene hasta
que llega al final de la escalera de caracol que llevará a nuestro dormitorio. Estoy
demasiado aturdido como para enfadarme hasta que ella se inclina sobre la
barandilla y se burla de mí:
―Me gusta cuando me persigues. ―Escucho sus pies descalzos subiendo las
escaleras de madera y niego con la cabeza con una sonrisa de complicidad. Ella
no tiene idea de lo que acaba de hacer.

NO voy tras Carrington de inmediato porque eso es exactamente lo que ella


espera que haga. Voy a darle exactamente lo que quiere, pero haré que espere. En
cambio, salí a mi Maserati y recuperé el regalo que le compré mientras estaba en
la ciudad que escondí en la consola. Miro hacia nuestra casa y mi pecho se hincha
con la emoción de lo que nuestra vida está a punto de ser. Alcanzo a ver su largo
cabello oscuro y ella corre por el piso del extravagante balcón que da a nuestra
tierra. Ha estado allí durante los últimos quince minutos con el corazón
acelerado, las bragas empapadas y probablemente estremeciéndose con cada
crujido que escucha que hace la casa preguntándose si soy yo. Estoy en silencio
mientras camino por nuestra habitación, y puedo escucharla inquieta mientras
trata de encontrar un lugar para esconderse en nuestro baño. Ella podría estar
asustada cuando la persigo, pero este comportamiento frío y lívido que le estoy
mostrando ahora aumentará lo que sea que ya esté sintiendo.
Siento que mi polla se endurece aún más al pensar en lo que estoy a punto de
hacerle. Me quito la camisa, me quito los zapatos y me desabrocho los pantalones
antes de abrir la puerta del baño con tanta fuerza que se golpea contra la pared
exterior y se cerraría de golpe si mi cuerpo no estuviera ya en el marco de la
puerta. El ruido la sobresalta lo suficiente como para hacer que deje escapar un
pequeño ruido de sorpresa.
La veo escondida debajo del tocador que cubre toda la extensión de la pared
trasera y camino lentamente hacia ella. Espero que se encoja, se haga un ovillo y
deje que el miedo la domine, pero en lugar de eso sale gateando, se pone de pie
y me mira.
―¿Por qué no me perseguiste? ―me espeta, y tengo que trabajar duro para
mantener la mirada de enojo grabada en mi rostro. Si ella quiere tener miedo, soy
el hijo de puta para hacerlo. En lugar de responderle, la agarro bruscamente por
el cuello y la atraigo hacia mí. No tiene tiempo de protestar, porque ya la estoy
levantando y obligándola a envolver sus piernas alrededor de mis caderas. Me
quedo completamente inmóvil, todo mi cuerpo vibra de deseo. Ella abre la boca
para hablar de nuevo, pero cuando una de mis manos mueve su vestido sobre su
trasero y la otra le da una bofetada a cada una de sus mejillas lo suficientemente
fuerte como para hacerla gritar, lo que sea que iba a decirme está completamente
perdido.
Mis manos masajean el escozor de mi palma contra su piel mientras la
acompaño en silencio a nuestra habitación y bruscamente giro a la derecha y me
dirijo al balcón. Debe darse cuenta de cuáles son mis intenciones porque siento
que se pone rígida en mis brazos cuando la brisa cálida hace que su vestido se
levante contra la parte superior de su trasero. Sus pechos están aplastados contra
mi pecho mientras mis dedos recorren la tanga sedosa todo el camino hasta su
raja y sobre sus labios. Está mojada por la anticipación, y no puedo evitar dejar
escapar un gemido mientras presiono mis dedos contra su apretado agujero,
nada más que una fina pieza de satén me impide lo que quiero.
―¿Qué pasa si alguien ve? ―susurra, sonando más como su yo normal que
como la mocosa que estaba jugando antes. Dejo que se deslice a lo largo de mi
cuerpo, sabiendo que mi silencio la está asustando, y me encanta cada minuto―.
Sebastian, no podemos… ―ella se mueve para extender su brazo, para hacer un
gesto hacia el balcón como si dijera que alguien podría vernos. Sé que los árboles
y los arbustos están en los lugares correctos para que ninguno de nuestros
vecinos pueda ver nada, y las posibilidades de que alguien venga por el camino
de entrada son escasas porque solo Delaney y los otros Lobos tienen el código de
nuestra puerta. Antes de que pueda alejarse por completo de mí, enredo mis
dedos en su cabello, tirando con fuerza de la manera que a ella le gusta y giro su
cabeza para mirarme.
—Podemos hacer lo que queramos, hermanastra —digo sombríamente, y soy
recompensado con miedo y deseo arremolinándose en las profundidades verde
oscuro de sus ojos. Le doy la vuelta para mirar hacia el balcón y le arranco el
vestido por completo. Intenta volverse hacia mí y proteger sus pechos desnudos
de la vista de cualquiera, pero no se lo permito. Manteniéndola en su lugar, me
muevo a su lado y me inclino, tomando uno de sus pezones en mi boca,
chupándolo fuerte como si estuviera hambriento por ella. Hago rodar el otro
pezón entre mis dedos y siento que sus uñas se clavan en mis hombros mientras
trata de guardar silencio. Ella recuerda que sus gemidos, sus llantos, sus gritos…
son solo para que yo los disfrute y eso me pone más duro, si es que es posible.
Quiero saborearla, lamer cada centímetro de su cuerpo terso,
Ella echa la cabeza hacia atrás cuando muerdo con fuerza su pezón. Solo aparto
mi boca de ella para agacharme y recoger su delgado vestido. Lo uso para atarle
las muñecas detrás de la espalda de forma similar a esa noche en el bosque que
siempre quedará grabada en mi memoria. La empujo hacia adelante,
presionando mi mano en su espalda baja para hacer que arquee sus tetas. La idea
de exhibirla para que todos vean lo que es mío, lo que nunca tendrán, me tiene
listo para correrme sin ni siquiera follarla. Por supuesto, cortaría la garganta de
cualquiera que realmente la viera desnuda, pero la fantasía de eso, su miedo de
que alguien la vea me tiene listo para perder la cabeza. Mantengo mi mano sobre
el material que ata sus manos, sosteniéndola con seguridad mientras su cintura
presiona contra la barandilla. Me debato en quitarle sus pantaletas rosadas, pero
cuando uso mi mano libre para sacar mi polla de mis pantalones y la punta roza
contra el material sedoso, sé que necesito follarla mientras todavía los usa.
Tiro sus bragas a un lado y froto mi polla a lo largo de su raja, mordiéndome
el labio inferior cuando se estremece ante el contacto de la cabeza pasando sobre
su clítoris. Está tan mojada, y no he hecho nada en los últimos días excepto pensar
en estar dentro de ella. No puedo esperar, y cuando ella se mueve, presionando
su trasero contra mí, lo último que queda de mi control se rompe. Ella gime mi
nombre, y luego grita por la intrusión cuando presiono la cabeza de mi polla
contra su agujero húmedo y golpeo dentro de ella, una larga caricia, tocando
fondo como la noche en que tomé su virginidad. ―Eres una pequeña zorra tan
buena para mí, Carrington. ¿Extrañaste tener mi polla en tu pequeño y apretado
coño mientras estaba fuera? —pregunto, pero ella solo puede asentir con la
cabeza y chillar lo que creo que se supone que es un sí. Lentamente empiezo a
deslizar mi longitud fuera de ella y es jodidamente caliente ver su coño estirarse
a mi alrededor.
Cuando estoy completamente fuera, escupo directamente en su culo y observo
cómo la saliva gotea por su coño. Vuelvo a alinearme y me meto de golpe. Me
inclino sobre ella, presiono mi boca abierta contra el costado de su cuello y tomo
dos dedos de mi mano libre y los presiono contra sus labios para que los chupe.
―Esa es una jodida buena chica ―gimo cuando abre la boca de par en par,
dejándome deslizar mis dedos hasta el fondo, más apretado alrededor de mi
polla, presionando mi boca abierta contra el costado de su cuello y tomando dos
dedos de mi mano libre y presionándolos contra sus labios para que los chupe.
Entonces pierdo el control y empiezo a follarla con salvaje abandono,
persiguiendo nada más que su orgasmo alrededor de mi polla y poco después,
mi semen goteando fuera de su coño y bajando por el interior de su muslo.
―córrete por mí, Carrington Jane. Aprieta mi polla con ese pequeño y dulce
coño tuyo mientras te atragantas con mis dedos —exijo, y ella lo hace tan pronto
como raspo las palabras contra su oído. Ella atraganta con más fuerza, escupe
babeando por su barbilla mientras su humedad rodea mi polla y me deja
deslizarme dentro de ella aún más profundo que antes. Me quedo sentado allí,
profundamente dentro de ella mientras siento que las ondas de su orgasmo la
alcanzan. Saco mis dedos de su boca, todavía mantengo una mano en sus
muñecas atadas y meto la mano en el bolsillo de los pantalones que todavía llevo
puestos y saco la pequeña caja negra. Consigo sacar el anillo de diamantes y tiro
la caja al suelo. Ella es débil, inclinada hacia adelante, y no prestar un poco de
atención a lo que estoy haciendo. Deslizo el anillo en su dedo anular izquierdo y
mi polla se contrae dentro de ella ante la imagen. Ella va a ser mi puta esposa.
Rápidamente retiro mi polla de su coño. Por mucho que quiera correrme dentro
de ella ahora mismo, necesito ver algo.
—De rodillas como una buena zorra —demando mientras la doy la vuelta para
mirarme. Sus ojos están vidriosos y sus mejillas sonrojadas, se ve tan
malditamente hermosa. Se desliza hasta quedar de rodillas frente a mí, y no
puedo quitarme la maldita tela que le aprieta las manos lo suficientemente rápido
para mi gusto. Cuando lo hago, inmediatamente extiende su mano izquierda
para agarrar mi polla. Sus ojos van inmediatamente al anillo de diamantes, y
jadea sorprendida, su boca se afloja y sus ojos se disparan para encontrarse con
los míos.
Le sonrío y aprovecho la oportunidad para retorcer mis dedos en su cabello y
empujar mi polla dentro de su boca. Sus ojos están muy abiertos por la sorpresa,
pero respira por la nariz, tomando tanto como puede hasta que golpeo la parte
posterior de su garganta. Ella amordaza con fuerza en el cuarto empuje, tragando
con fuerza, tratando de tomar tanto de mi longitud como pueda. Eso es suficiente
para que mis bolas se aprieten. Saco y dejo que mi semen salpique su lengua y el
labio inferior y luego sus tetas y estómago. Chorro tras chorro golpea su delicada
piel y gimo, poniéndola de pie para poder frotar mis dedos sobre sus pezones.
Cubro dos de mis dedos con el líquido y le abro las piernas con la rodilla antes
de empujarlas dentro y fuera de su apretado agujero. Se siente como que no
importa lo que haga, de cuántas maneras la reclamo, nunca será suficiente,
siempre buscaré nuevas formas.
La levanto y la llevo a nuestra habitación, dejando las puertas del balcón
abiertas de par en par para que la brisa pueda llenar la habitación. La tiro sobre
la cama y me acuesto encima de ella, acariciando mi cara contra su cuello
mientras me recupero. La tomaré muchas más veces esta noche, pero estos
momentos intermedios son algunos de mis favoritos.
―¿Acabas de proponerme matrimonio sin siquiera preguntarme? ―Escucho
la incredulidad en su pequeña risa mientras trata de apartarme de ella. No está
pasando, joder, pero me levanto sobre mis antebrazos para poder mirarla
mientras admira su nuevo anillo.
―No es una pregunta. Vas a ser mi esposa —digo con voz áspera, y ella abre
un poco las piernas para que pueda acostarme completamente entre ellas.
Levanta una ceja hacia mí, pero luego sus ojos vuelven al anillo y puedo ver el
deleite absoluto brillando en su expresión. Después de un largo momento,
envuelve sus brazos alrededor de mí tirando de mí hacia abajo sobre ella.
―Sí, me casaré contigo. Te amo tanto, Sebastian ―dice, y puedo escuchar la
emoción en su voz justo antes de dejar caer mis labios sobre los suyos, besándola
lenta, profunda y completamente. Hasta que me doy cuenta de lo que dijo.
―Yo también te amo, Carrington. Pero no puedes decir que sí porque no era
una pregunta. Es un hecho —le digo, mis labios pegados a solo un suspiro de los
de ella, y mi mano subiendo para envolver su garganta, justo como a ella le gusta,
justo donde pertenece.
―Cuando les diga a todos, les diré que lo preguntaste ―dice con una sonrisa
extendiéndose a través sus labios hinchados.
—No te creerán —gruño, mi polla se endurece mientras ella lucha debajo de
mí.
―Alguien me dijo una vez que era una buena mentirosa ―susurra
suavemente contra mi boca y eso me hace sonreír.
―Suena horrible ―le digo.
―Lo es, pero en todas las formas divertidas. ―Su risa se interrumpe cuando
mis dedos se aprietan alrededor de su cuello.
Quemaría el mundo y me bañaría en las cenizas por esta chica. Ella siempre
será mía para siempre.
Muchas gracias por leer United in Ashes. Espero que hayan disfrutado la
conclusión de la historia de Sebastian y Carrington.
Si disfrutó de United in Ashes, considere dejar un comentario. Su apoyo
significa mucho para todos los autores, grandes o pequeños.
¿Quiere mantenerse actualizado sobre el calendario de lanzamientos y los
obsequios de Rory? Unirse a Los cuervos de Rory.
¿Quieres ver a un hermanastro oscuro, RH, que tengo? Pase la página y vea lo
que está sucediendo en Violent Peak y conozca a los hermanos Graves y su
Muñequita.
Si bien no conociste a los hermanos Graves en este libro, escribo en el mismo
universo, por lo que mi personaje tendrá cameos.
Mason y Bennett son de Hollow Hill. The Ravens of Hollow Hill será otra serie
mía en la que estoy trabajando actualmente. ¿Recuerdas a Remington, el primo
de Wilder? Él también es de Hollow Hill.
Jackie/The Warlock: Muchas gracias por todo lo que hiciste para hacer posible
este libro. Tuvimos un tiempo de respuesta muy ajustado para este, y en serio no
podría haberlo hecho sin ti. Gracias por no ponerme en DND incluso cuando casi
no llegué a mi fecha límite, y puse espacios al azar en todo el documento, y por
mi vida no pude deletrear correctamente el nombre de SeBEASTians. Jaja aquí
hay cien lanzamientos más... que están terminados antes de que suba el pedido
anticipado. ¡Aquí hay algunos signos de exclamación! Hablando en serio, te has
convertido en una buena amiga más de lo que podría haber imaginado y estoy
muy agradecida por eso y por tus sólidos consejos. Gracias por mantenerme
siempre en el buen camino y hacer que estos libros sean lo mejor que pueden ser.
Brittney: Lo siento por el suspenso, pero gracias por promocionarme incluso a
pesar de eso. Ja ja. Tus comentarios son la parte más divertida del proceso. Brindo
por un libro más en el mundo, y que nuestros paquetes finalmente lleguen a
nuestras casas.
Shawna: Lo mejor que puedo hacer es cambiarme la ropa interior, lo siento.
Jajaja Muchas gracias por toda tu ayuda con este proyecto y todos los demás,
incluso cuando siempre estoy atrasada y no tengo idea de lo que estoy haciendo
jaja ¡Eres LA MEJOR!
Jaime: Muchas gracias por salir adelante en un apuro y ofrecer comentarios tan
útiles. te apreciamos más de lo que podrías saber! Estoy muy emocionada de que
veas lo que le espera a United in Ashes.
KB: La Nicole de mi París. Estoy tan agradecida de haberte conocido, y tan
agradecida por tu talento creativo. Incluso un mes después de la revelación de la
portada, sigo recibiendo mensajes y comentarios sobre lo impresionantes que son
las portadas a dúo. ¡Estoy tan enamorada de ellas! Sobre todo, estoy tan
emocionada de que hayamos hecho clic tan rápido y de que podamos hacer
turnos para molestar a Jackie, porque es un trabajo de tiempo completo. LOL.
Mis Cuervos: ¡Libro número CUATRO! No puedo creer que hayamos llegado
hasta aquí, ¡pero estoy muy contenta de que me acompañen en el viaje! ¡Nuestro
grupo de Facebook es, en serio, mi lugar favorito para estar, y estoy muy
agradecida por todos ustedes y su apoyo!
Rory Ireland es una autora nueva que se siente atraída por el lado oscuro y poco
convencional del romance. No hay nada que le guste más que escribir sobre
antihéroes melancólicos que incendiarán el mundo por sus intereses amorosos.

También podría gustarte