Está en la página 1de 2

Transformados a su Imagen

25 enero, 2016 Facundo Vanni Devocionales

“Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor.
El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su
gloriosa imagen.” (2 Corintios 3:18 NTV)

Una canción* de un famoso cantante cristiano está basada en este versículo. Y cada vez que la escucho
resuena en mi corazón su letra. Su coro dice “Quiero ser más como tú, ver la vida como tú, saturarme de
tu Espíritu y reflejar al mundo tu amor”. Nuestro lugar como hijos de Dios es predicar el evangelio, ser
luz en un mundo que necesita de Dios y cada día ser más parecidos a Jesús.

Desarrollando el carácter de Cristo en nuestras vidas.

Efesios 4:22-24 nos insta a renovarnos, dejando nuestra vida anterior, y transformarnos en una nueva
persona por el Espíritu para ser semejantes a Dios, el único verdaderamente justo y santo. “Semejante”
significa “parecernos”. Dios nos creó a su imagen y semejanza (Génesis 1:26), y a ese estado debemos
volver cuando decidimos seguir a Cristo.

Si entonces decidimos seguir las pisadas de Jesús, debemos entender que no siempre él tuvo momentos
de alegría, sino que también hubo tiempo de tristeza y de sufrimiento. Por eso Dios usará cada aspecto
de nuestra vida, tanto lo bueno como lo malo, para ir desarrollando el carácter de Cristo en nosotros, y
así cambiarnos y transformarnos a su imagen.

La única forma que Dios nos renueva y nos transforme a su imagen es a través de Jesús. Él es el camino,
la puerta, la conexión al Padre. Cuando el versículo de introducción dice “nos ha sido quitado el velo”,
está hablando de Cristo. Jesús nos trajo a Dios, Colosenses 1:15 dice que Jesús es la imagen del Dios
invisible. Ya no hay un velo entre Dios y nosotros, sino que a través de Cristo tenemos acceso directo al
Padre.

¿Cómo podemos ser transformados?

La canción que te contaba al principio empieza de esta manera. “Cuando más te conozco, quiero saber
más de ti. Mi Dios, cuál buen alfarero, quebrántame, transfórmame, moldéame a tu imagen, Señor:”

Hay dos herramientas, la verdad y la enseñanza. Dios es la verdad a conocer, y la “Gran comisión”
(Mateo 28:18.20) nos manda a enseñar. Aprendimos la verdad de Jesús y por él fuimos enseñados.
(Efesios 4:20-24) La forma de conocer la verdad y de ser enseñados es a través de la lectura de la Palabra
de Dios. En la Biblia está la sabiduría que necesitamos para ser como Jesús. Dios nos ha dejado sus
palabras para que le conozcamos.

De acá entonces extraemos un par de preguntas: ¿Qué tan dedicados a la lectura de la Palabra de Dios
estamos? ¿Hemos rendido a Dios nuestra sabiduría? ¿Invertimos nuestro tiempo en conocer a Dios?

La biblia es fuente de sabiduría, en ella están escritas las enseñanzas de Jesús y a través de ella
conocemos los momentos en los que Dios nos va transformando.

Transformados en todo tiempo.

Como hijos de Dios, entendemos que Dios sabe todo lo que nos sucede, y Él puede usar todos los
momentos para moldearnos, incluso los difíciles, de gran utilidad para desarrollar nuestra paciencia y
carácter, cuyo fin es parecernos más a él.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”
(Romanos 8:28-29 NVI)

Debemos cambiar nuestro corazón, buscando ser cada día más y más parecidos a Jesús, que es Dios
mismo. Nuestro corazón está corrompido (Mateo 15:18-20) Al ser transformados por Dios a la gloriosa
imagen de Jesús, estamos siendo renovados, nuevas personas que abandonan su propio modo de vivir,
su ego, y se rinden a los pies de Jesucristo, aprendiendo y viviendo sus enseñanzas, compartiendo las
riquezas de su gloria. Si permitimos que Dios nos transforme y nos moldee a la imagen de Jesús,
entonces conoceremos la buena voluntad de Dios en nuestra vida, la cual es buena, agradable y perfecta
(Romanos 12:2) (Efesios 2:10).

*La canción de referencia es «De Gloria en Gloria» de Marcos Witt.

También podría gustarte