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“ADORADORES EXCELENTES”
Todo se trata de Dios, todo es de Dios y todo viene de Dios.
Como hijos de Dios tenemos mucho que rendir para ser como
Jesús. Cuesta mucho seguir a Cristo, pero vivir este proceso es un
deleite que nos lleva a madurar y acercarnos más al corazón de
Dios. No debemos querer hacer ninguna otra cosa con nuestra
vida más que adorarlo a Él y llegar a ser lo más parecido posible a nuestro Salvador Jesús. Y ser
excelentes en lo que hacemos es parte de lo que significa ser como Jesús.
Los que dicen que viven en Dios deben vivir como Jesús vivió. (1 Juan 2: 6 NTV)
En Marcos 7 la Biblia nos narra cómo las personas que observaban a Jesús y sus obras se referían
a Él diciendo: "Todo lo que Él hace es maravilloso" (Marcos 7:37 NTV).
En Romanos 1:20 la Biblia habla de Dios de la misma manera:
Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, Su eterno
poder y Su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que Él creo, de modo
nadie tiene excusa.
Nuestro sueño debe ser que la excelencia de Jesús llene cada parte de todo lo que hacemos como
cristianos a tal grado que todo aquel con quien tengamos contacto pueda decir de nosotros como
dijeron de Jesús "Todo lo que hacen es maravilloso". Gracias a Dios no estamos solos en esta
búsqueda, porque Él nos está perfeccionando cada día gracias a Su amor y Él nunca se da por
vencido con nosotros.
Cuando rechazamos la excelencia en nuestra vida, en realidad estamos rechazando a Jesús porque Él es la
excelencia misma. Todo lo que Él hace, lo hace de una manera excelente, y es importante que los que
formamos parte del ministerio de alabanza entendamos que la excelencia en la adoración en la iglesia es
vital.
Cuando hablamos de ser "excelente”, no estamos hablando de buscar la perfección, solo Dios es
perfecto. La mayoría de las veces el perfeccionismo es algo que procuramos para nosotros
mismos y no necesariamente para Dios; es nuestro deseo carnal quedar bien ante los demás para
nuestra propia gloria o beneficio. Pero la excelencia se trata totalmente de Jesús, de que Él
"se vea bien" y sea en todo glorificado. Solo nosotros sabemos cuándo estamos dando nuestro
máximo esfuerzo por lograr algo. Quizá podamos convencer a alguien más que nuestro
desempeño en algo es lo mejor que podemos ofrecer, pero es imposible engañar a Dios. Él todo
lo ve y todo lo sabe. Él nos creó y por lo tanto conoce de qué somos capaces. Jesús nunca sanaba
a las personas a medias, Él nunca resucitaba a medias a las personas. Jesús mismo no resucito a
medias. Todo lo hacía de manera completa y perfecta.
Dios merece recibir completa excelencia en la iglesia en los tiempos de alabanza. Las personas que asisten
también merecen que hagamos un buen trabajo porque son nuestra familia que vienen buscando a
Jesús. Es nuestra tarea ayudarles a tener un encuentro con Él a través de nuestra manera de reflejarlo en
nuestras acciones y actitudes.
La excelencia es una de las mejores herramientas evangelísticas que existen. La Biblia dice: "Ofrecer un
regalo puede abrir puertas; ¡es una vía de acceso a la gente importante!" (Proverbios 18:16 NTV). Por
eso es importante desarrollar con excelencia los dones Dios nos ha dado, porque hay puertas que
de otra manera no se abrirán para nosotros en la vida. Cuando transmitimos esta actitud y obra
admirable, las personas son atraídas a Jesús.
Buscamos ser excepcionales en lo que hacemos porque hemos entendido que Dios es excelente
y merece excelencia que atrae a Él y lo exalta por sobre todas las cosas. Queremos que las
personas que asisten a nuestra iglesia se encuentren con un fiel reflejo de quién es Jesús que
nunca vean mediocridad en nosotros o en lo que hacemos. ¡Jamás queremos que se topen con
algo menos que nuestro mejor servicio a Dios! Cuando las personas asisten a la iglesia, buscamos
que se encuentren con servidores formidables en todo lo que hacen, llenos de pasión y de amor
por Dios las personas. ¿Por qué? Porque si logramos esto, ellos no solo se encontrarán con una
persona excelente, sino con Jesús mismo, y Él transformará sus vidas para siempre.
Ser excelente no requiere tener mucho dinero, pero si requiere esfuerzo diario, deseo, detalle,
determinación, disciplina y entrega de nuestra voluntad y cuerpo a Dios. En pocas palabras: ES UNA
ACTITUD DE CORAZÓN.
La Palabra nos muestra cómo Jesús es la excelencia misma de Dios: Él es en todo excelente. Él es
la excelencia. Este pasaje nos da la mejor ilustración de lo que estoy diciendo:
Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas
fueran creadas y es supremo sobre toda la creación 16 porque, por medio de él, Dios
creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que
podemos ver y las que no podemos ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y
autoridades del mundo invisible. Todo fue creado por medio de él y para él.
Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación. Cristo
también es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo. Él es el principio, es supremo
sobre todos los que se levantan de los muertos. Así que Él es el primero en todo.
Pues a Dios, en toda su plenitud, le agradó vivir en Cristo, y por medio de Él, Dios
reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y
en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz. (Colosenses 1:15-20 NTV)
Cuando somos excelentes en nuestras vidas y en lo que hacemos, verdaderamente estamos
reflejando a Jesús. Está porción de la Biblia dice que "... a Dios, en toda Su plenitud, le agradó
vivir en Cristo". Si Cristo vive en nosotros, la plenitud de Dios también habita nosotros, porque
los dos son Uno solo viviendo en nuestro corazón. Pero nunca seremos un fiel reflejo de Jesús y
Su plenitud mientras sigamos siendo mediocres en nuestra manera de vivir y de desempeñarnos.
De igual manera, entre más excelentes somos, más seremos como Él y más lograremos extender
Su fama por todo el mundo que tanto necesita de Él. Esto es lo realmente anhelamos, que la gloria
de Cristo brille a través de nosotros y que Él sea conocido por toda la tierra.
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder
es de Dios, y no de nosotros. (2 Corintios 4:7 RVR60)
Cuando llegas a lograr la excelencia en algún área de tu vida o ministerio, da gloria a Dios y alégrate, pero
no te quedes mucho tiempo celebrando; rápidamente enfoca tus esfuerzos en un reto aun mayor y lógralo
por la gracia de Dios. Tengamos mucho cuidado de no estancarnos o conformarnos en lo que
hacemos. Este en un problema en los equipos de alabanza hoy día “el estancamiento o
conformismo”. Estas son artimañas sutiles de Satanás “hacernos apáticos o provocar en nosotros tanto
orgullo por lo ya logrado, que entramos en conformismo espiritual”.
Debemos estar agradecidos por donde estamos, pero lanzándonos hacia cosas mayores en Dios y en lo
que Él ha puesto nuestras manos por hacer. Es tan importante que los ministerios de alabanza tengan un
deseo ardiente por más de Dios, por nunca dejar de aprender e innovar y dar lo mejor de sí mismos cada
día. Trabajar insistentemente para lograr la excelencia en algún área de la vida representa una
serie de sacrificios que muchas personas lamentablemente no están dispuestas a realizar. Como
iglesia tenemos la responsabilidad de pagar el sacrificio necesario para ser excelentes en todo y
que sí lo podemos hacer por la gracia de Dios.
Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre
para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el
Señor es inútil. (1 Corintios 15:58 NTV)
Se ha comprobado científicamente, que las personas que siempre están aprendiendo son menos
propensas a desarrollar la enfermedad de Azheimer. La Biblia nos enseña que mientras más nos
vaciamos, más Él nos llena (Juan 3:30).
Veamos unos consejos sencillos de cómo podemos lograr una mayor excelencia en nosotros
mismos y en nuestro equipo de alabanza, lo cual nos hará más excelentes en nuestro servicio a
Dios.
Primero, recuerda todo se trata de Dios, todo es de Dios que y todo viene de Dios.
Él debe ser el centro de todo y lo que hacemos debe redundar, siempre, en dar gloria a Su nombre.
Colosenses 1:16 (NVI) "... porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la
tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por
medio de Él y para Él". Si en lo que éstas haciendo tienes otra motivación que no que es Jesús,
vuelve a enfocar las intenciones de tu corazón.
¡SÍ SE PUEDE!
"Siempre tienes tiempo para hacer lo que realmente quieres hacer". Cuando queremos algo
encontramos tiempo para hacerlo. Por ejemplo: Buscamos la manera de comprar algo que
realmente queremos. Encontramos el tiempo para visitar a alguien que amamos, para pasar
tiempo con algún amigo. Movemos cielo, mar y tierra para lograr la esperada cita con esa persona
"especial". Si realmente estamos comprometidos con Dios y con el equipo de adoración en
nuestra iglesia, apartaremos con gusto el tiempo necesario para ensayar nuestro instrumento y
mejorar lo que ofrecemos a Dios. Haremos tiempo para cumplir con los requisitos que nos piden
para participar. Encontraremos el espacio para orar y leer nuestra Biblia.
Sin embargo, cuando el Padre envíe al Abogado Defensor como mi representante
-es decir, al Espíritu Santo-, Él les enseñará todo y les recordará cada cosa que les he
dicho. (Juan 14:26 NTV)
La excelencia interna comienza cuando apartamos tiempo todos los días para buscar a Dios y leer
la Palabra hasta tenerla grabada en nuestra mente y corazón. Esto es muy importante para
nosotros como ministros. Así viviremos llenos de Él. ¿Cómo va a traer el Espíritu Santo a nuestra
memoria un pasaje de la Escritura si nunca la hemos leído? Anímate: Llena tu corazón y tu mente
con los tesoros de la Escritura. En los tiempos de adoración congregacional, podrás sacar del
tesoro que adquiriste de Él en privado y tendrás mucho de donde ministrar en público. ¡Nada se
compara con hablar y cantar la Palabra cuando diriges la alabanza! Nada puede sustituir el poder
de lo que está escrito en la Biblia. Estas son palabras de vida a nuestro ser y si traemos esto a los
tiempos de alabanza, algo poderoso sucederá.
Otro hábito importante que debemos tener al buscar ser más excelentes en lo que hacemos es orar. El
corazón de Dios se deleita cuando hablamos con Él y reconocemos que lo necesitamos para
honrarlo con todo lo que hacemos. Solo es cuando permanecemos en Jesús y Él en nosotros
(Juan 15: 4) que verdaderamente logramos disfrutar la vida. No importa si eres el líder de alabanza
o si eres parte de la banda en una reunión, la responsabilidad es la misma y es de todos: exaltar
a Dios y traer Su gloriosa presencia al lugar. Para esto tenemos que conocer de una manera
personal y real al que estamos adorando. A Jesús. No hay mejor manera para lograr esto que
pasar un tiempo orando y leyendo la Biblia. ¡Debemos tener un ardiente deseo en nuestro ser por
conocer íntimamente al que estamos adorando!
“Quiero poder describir Su asombrosa belleza porque lo he visto con mis ojos
espirituales. Anhelo poder describir Su incomparable amor que transforma todo, porque lo
he conocido y experimentado personalmente. Deseo proclamar Su poder que transforma,
sana, liberta y restaura lo he comprobado una y otra vez” Kelly Spyker
Recuerda que representamos a Alguien mucho más grande que nosotros; estamos representando a Jesús
mismo. Somos embajadores de Cristo como dice en 2 Corintios 5:20 (NTV): "Así que somos
embajadores de Cristo; Dios hace Su llamado por medio de nosotros". Cuando estemos más
conscientes de esta verdad, tendremos otra perspectiva en todo lo que hacemos como cristianos,
incluyendo, en nuestro caso específico, dirigir la adoración. Un embajador tiene que ser auténtico y real, a
la vez que totalmente leal a quien está representando. Un embajador representa una autoridad mucho más
grande que él y por lo tanto tiene la obligación de actuar admirablemente. Si no es así, lo
despiden. Tengamos presente al estar ministrando en la alabanza, que tenemos un alto honor y la tremenda
responsabilidad de ser excelentes porque estamos representando no a un presidente o líder de alguna
nación, sino a Jesús quien es mucho más grande que cualquier gobernante. Y si queremos que las
personas sean atraídas a Él, debemos ser un fiel "reflejo" de quién Él es.
Nunca olvidemos que la verdadera excelencia proviene de un corazón excelente hacia Dios.
Si somos excelentes por dentro, lo seremos por fuera.
Todo se trata de Dios, todo es de Dios y todo viene de Dios.