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La Disciplina Espiritual del Cristiano

La disciplina se define como el "entrenamiento esperado para producir un


determinado carácter o patrón de conducta". La disciplina no es parte de la
naturaleza de pecado, sino que es un componente natural de la vida cristiana. De
hecho, casi nada de importancia en nuestras vidas se puede realizar sin la
disciplina. Las disciplinas espirituales se pueden describir como aquellos
comportamientos que aumentan nuestro crecimiento espiritual y nos permiten
crecer hacia la madurez espiritual. Este proceso de crecimiento y desarrollo
espiritual empieza a tener lugar en el momento en que la persona tiene un
encuentro real y verdadero con Jesús.

El propósito de la disciplina espiritual es el desarrollo de nuestro ser interior, que


ha sido transformado por Cristo en la salvación (2 Corintios 5:17). Los creyentes
redimidos han experimentado la renovación total de la persona desde su interior, e
involucra diferencias de pensamiento, sentimiento y carácter que pueden ser más
lentas para ser evidentes en nuestro comportamiento externo. Esto es lo que Pablo
tenía en mente cuando habló de despojarse de la "vieja naturaleza" y revestirse del
nuevo, "que se va renovando hasta el conocimiento en la imagen del que lo creó"
(Colosenses 3:9-10).

La Biblia es sumamente clara en cuanto a la responsabilidad que tiene el creyente


en el uso de estos medios de gracia. Pablo le dice a Timoteo: “Ejercítate para la
piedad” (1Tim. 4:7).

Y escribiendo a los Corintios les advierte: “¿No sabéis que los que corren en el
estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal
manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así
que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no
como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre,
no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”
(1Cor. 9:24-27).

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (He. 12:1-2).
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús” (Fil. 3:13-14).

Dentro de las principales disciplinas o áreas de entrenamiento espiritual tenemos:

1. Lectura, estudio, meditación y memorización de las sagradas escrituras:


Pablo le recordó a Timoteo de la naturaleza inherente de la escritura, que viene,
literalmente, de la boca de Dios, es decir, "inspirada por Dios" y, como tal,
contiene el mismísimo poder de Dios (2 Timoteo 3:16-17). También se refiere al
evangelio como el "poder de Dios" (Romanos 1:16) y exhorta a los cristianos a
tomar "la espada del Espíritu", que es la palabra de Dios como nuestra única
arma espiritual contra las fuerzas del maligno (Efesios 6:17). Debemos comenzar
cualquier esfuerzo de disciplina espiritual con la única fuente de poder, la
palabra de Dios.

2. La oración: Como cristianos debe ser una prioridad cultivar nuestra relación
con Dios, y una de las mejores maneras para crecer en nuestro andar con Jesús
es la oración. Cuando oramos, hablamos con Dios sobre lo que sucede en
nuestras vidas, nuestros anhelos, nuestras luchas y nuestros temores.

Una forma sencilla de orar es usando el modelo dejado por Jesús. La idea no es
repetir la oración vez tras vez. Podemos aprenderla para entender algunos
principios sobre cómo orar a Dios Padre para luego hablar con él usando
nuestras propias palabras. Mateo 6:9-13.

Filipenses 4:6-7 nos invita a elevar nuestras oraciones acompañadas con


acciones de gracia, en la medida en que entendemos el poder que tiene la
oración en la vida del cristiano, nuestra fe se fortalece y creemos en lo que
Jesús nos dice en Mateo 7:7-8, Mateo 18:19-20 y Mateo 21:22, también
encontramos otros textos paralelos en Jeremías 29:12 y Santiago 5:16

3. La Comunión y Servicio: El Nuevo Testamento presenta a Jesús como modelo


de siervo desde el inicio de su ministerio (Lc 4:16-21; 22:27; Mc 1:32-34; 10:45),
y hasta el final del mismo (Jn 13:1). Jesús continúa la tarea de su Padre, por esta
razón “viene a la tierra como alguien que sirve”. Jesús delega esta misma tarea a
sus seguidores puesto que ellos deben seguir su ejemplo (Jn 13:15). La
declaración que Jesús hace en Marcos 10:45, “...ni aun el Hijo del hombre vino a
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”, tiene
fuertes tintes políticos que pretenden desafiar a sus discípulos para que
comprendan que la autoridad, el poder y la grandeza no son la meta suprema
que deben perseguir. Por el contrario, el modelo que Jesús está encarnando es
el de un siervo que, a pesar de tener todo el poder y la autoridad, está
dispuesto a “servir” y “dar” (Jn 13:3-4). Entonces, “La disciplina cristiana del
servicio es el modo en que el mundo descubre el amor de Dios.

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