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TL

LA ATMÓSFERA (I).

1) Aparte de la síntesis y la intensidad, se suele exigir al cuento que tenga


“atmósfera”, pero no es un concepto fácil de definir, y nadie hasta aquí –ningún
cuentista egregio- lo ha hecho muy claramente. A pesar de ello, se da por sentado
que un cuento sin atmósfera carece de algo esencial y no funciona del todo.

2) Horacio Quiroga hablaba del “pequeño ambiente” en que se mueven los


personajes, y proponía al cuentista principiante que contara como si ese pequeño
ambiente fuera lo único relevante, pasando de algún modo a formar parte de él. Y
Cortázar, siguiendo a Quiroga, planteó la noción alternativa de la “esfericidad”: un
cuento es como una esfera particular –como una pompa de jabón, decía Cortázar-
en la que ciertas cosas ocurren con independencia del autor, en forma autónoma.
Las ideas de un “pequeño ambiente” o “una esfera” sirven para sugerir de entrada
la idea global de atmósfera.

3) A mi entender, la atmósfera guarda relación con el decorado y la escenografía


que circunda a la anécdota, con la puesta en escena, con el escenario particular
donde ocurren los hechos. Y la elección de ese lugar o ambiente debe contribuir
obviamente a la trama, porque el efecto emocional en el lector es distinto según el
escenario que se escoja. Es muy distinto narrar las peripecias de un sujeto el 11
de septiembre del 73 en pleno centro de Santiago que en el año 2000 y en un
centro comercial de Osorno.

4) En términos generales, la idea es que cada elemento del decorado esté en


función de la trama. Si se quiere perfilar a un personaje con rasgos paranoicos,
posiblemente sirva mejor un departamento pequeño y con filtraciones, un poco
lúgubre, antes que una bella parcela en Olmué. Si hay una planta, la idea es –por
vía de ejemplo- que sea un filodendro, cuyas ramas caigan como zarpas, y cada
vez que el tipo ve el filodendro percibe un bicho extraño que puede saltarle a los
ojos. En el fondo, la planta no es sólo un elemento del decorado: debe contribuir a
generar un estado anímico determinado en el lector.

5) Así, nadie se ha ocupado de definir con precisión el concepto de atmósfera,


pero que ella existe, existe. Es, quizás, lo que sucede cuando alguien va a una
fiesta y concluye que “no había mucha onda”. O que “las vibras” no eran buenas.
Nadie sabe exactamente qué es esa onda, pero todos entienden y suponen que la
cosa no estuvo de lo mejor. Es algo que tiene que ver con la luminosidad, la
música, la gente, los factores circundantes (para el cuento, esos factores pueden
ser incluso las referencias librescas o cultas que el autor hace, pero de eso
hablaremos más adelante), todo lo cual precipita o gatilla un estado de ánimo
particular en el lector.

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