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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS, CONTABLES Y


SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

INTERPRETACION DEL ACTO


JURIDICO

ASIGNATURA: DERECHO CIVIL II

DOCENTE: MG. JENNY ELIZABETH SUCA LIMA

ALUMNOS:
 ELIOTH FELIX SAIRE HUAMAN

 YESMITH FANNY QUIZA QUILLCA

 JURGEN HERIBERT CHALCO QUISPE

 NELSON NOEL PINEDO SICUS

 XIOMARA NIKOLD FUENTES CHUNCHO

 LUIS FRANCISCO SILVA MONTALVO

CUSCO – PERÚ
2023
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Profesional de Derecho

INDICE

INDICE ........................................................................................................................................2
INTRODUCCION .......................................................................................................................4
INTERPRETACIÓN ...................................................................................................................5
1. La Interpretación y su definición .........................................................................................5
a. Método literal............................................................................................................................ 10
b. Método sistemático ................................................................................................................... 10
c. Método lógico o de ratio Legis. ................................................................................................ 10
d. Método histórico. ...................................................................................................................... 10
e. Método sociológico................................................................................................................... 11
2. Origen y Evolución del Acto Jurídico ................................................................................12
3. Su ubicación en el Ordenamiento Jurídico y Legal ...........................................................14
4.Sistemas Interpretativos ......................................................................................................15
4.1. La interpretación subjetiva o de la voluntad. ............................................................................. 15
a. Crítica al sistema subjetivo ....................................................................................................... 15
4.2. La interpretación objetiva o de la declaración ........................................................................... 16
a. Crítica al sistema objetivo......................................................................................................... 17
b. Sistema mixto o intermedio ...................................................................................................... 18
c. Naturaleza de las normas interpretativas .................................................................................. 18
d. La interpretación jurídica .......................................................................................................... 19
5. Clases de Interpretación del Acto Jurídico.........................................................................19
a. Interpretación Auténtica: ................................................................................................19
b. Interpretación Judicial: ...................................................................................................20
c. Interpretación Arbitral: ...................................................................................................20
6. Interpretación, Calificación e Integración del Acto Jurídico .............................................20
a. La Interpretación Del Acto Jurídico ......................................................................................... 20
b. La Calificación del Acto Jurídico ............................................................................................. 21
c. La Integración Del Acto Jurídico.............................................................................................. 21
6.1 Interpretación del Acto Jurídico .......................................................................................22
a. Ámbito de la Aplicación ........................................................................................................... 22
b. Objeto de la Interpretación ....................................................................................................... 22
c. Sistema objetivo, subjetivo y mixto .......................................................................................... 22
6.2. Interpretación Literal, Interpretación de Buena Fe .........................................................22
a. Interpretación literal .................................................................................................................. 23
b. Interpretación de buena ............................................................................................................. 23
c. Interpretación Sistemática: .............................................................................................25
d. Interpretación Finalista: ...................................................................................................27
e. Interpretación contra el estipulante: ...............................................................................27
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f. Interpretación restrictiva: ................................................................................................29


g. Interpretación Extensiva. ................................................................................................30
h. Interpretación Conservadora del Acto Jurídico. – ..........................................................30
i. Interpretación según los usos. .........................................................................................31
j. Interpretación en favor del deudor e Interpretación equitativa. ......................................31
CONCLUSIONES .....................................................................................................................32
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................34
ANEXOS ...................................................................................................................................35

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INTRODUCCION

Un acto jurídico es un acto voluntario y consciente realizado por una persona con la intención

de producir efectos jurídicos en el ámbito del Derecho. Es decir, es una acción realizada por una

persona con el fin de generar consecuencias jurídicas, como obligaciones o derechos.

Para que un acto sea considerado jurídico, debe cumplir con ciertos requisitos, como la

capacidad legal de quien lo realiza, la ausencia de vicios en el consentimiento, la existencia de

una causa lícita y la forma legal establecida.

Una vez que se cumplen los requisitos, el acto jurídico se perfecciona y surgen los efectos

jurídicos que se esperan. Estos efectos pueden ser tanto positivos como negativos, y pueden

afectar tanto al que realiza el acto como a terceras personas.

Es importante destacar que los actos jurídicos pueden ser clasificados en diferentes tipos,

según su naturaleza y efectos, como, por ejemplo, los actos unilaterales y bilaterales, los actos

onerosos y gratuitos, y los actos solemnes y no solemnes.

Dentro de la vida social el acto jurídico se ha convertido en una herramienta que ha sido

concedida por el ordenamiento normativo hacia los particulares, con el fin de dictar normas que

regulen sus propios intereses, es por ello, que vemos necesario que el acto jurídico como norma

es indispensable para dirimir posibles conflictos que se presentan en cualquier sociedad, logrando

así, que el acto jurídico se constituya en una norma que regula las relaciones jurídicas entre

particulares otorgando la potestad de constituir por sí y para sí su propio ordenamiento jurídico

particular.

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INTERPRETACIÓN

La Interpretación es un método por el cual se logra comprender a cabalidad un concepto y

así lograr que no se encuentren errores en su lectura. En el Acto Jurídico, la interpretación, es una

acción única que le corresponde al operador jurídico, no es posible aplicar el derecho sin antes

interpretar la norma; este consiste en descifrar su verdadero sentido y alcance. Dicho concepto

de interpretación debe ser guiado siempre con la buena fe, la cual es fundamental y prácticamente

general para todo tipo de Actos Jurídicos. Según nuestro ordenamiento jurídico peruano, el título

de “Interpretación del Acto Jurídico” es una novedad pues este se refiere a la interpretación del

mismo, que cabe decir, no contenía el código anterior, al código civil de 1984, este debe ser

guiado (como lo dije anteriormente), según el principio de “buena fe”, de lo contrario se tercería

o se tergiversará el auténtico sentido de un Acto Jurídico.

1. La Interpretación y su definición

Cuando se hace la interpretación de un negocio jurídico, esta ópera sobre la voluntad

exteriorizada del agente: antes, durante y después de la celebración del negocio jurídico. Es el

Código el que ofrece los criterios legislativos para integrar y reconstruir esa voluntad. El objeto

de la interpretación no es la “voluntad” interna, cuando permanezca oculta, sino la declaración o

el comportamiento encuadrados en el marco de circunstancias que le confieren significado y

valor”. Por otro lado, la doctrina peruana afirma que la interpretación “es el procedimiento y

método de investigación del significado de una declaración de voluntad y como consecuencia del

cual se explica jurídicamente el contenido de la misma y el precepto querido por el declarante

dentro de un contexto social determinado. Así, se sostiene también que la interpretación supone

“la indagación del verdadero sentido y alcance de la manifestación o de las manifestaciones de

la voluntad que lo han generado y le han dado contenido con la finalidad de precisar y normar

sus efectos. La interpretación viene, así, a reparar el defecto en la manifestación de la voluntad,

a fin de que esta alcance el fin que se ha propuesto, pues consiste, en suma, en establecer lo que
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la parte o partes del acto jurídico ha manifestado y asegurar, por este medio, la preservación de

los que cada sujeto ha querido o expresado”

Se debe tener presente que “el material interpretativo” al cual se debe recurrir es vasto.

Relevan todos los comportamientos tenidos en ocasión de la conclusión del negocio y las

circunstancias que los iluminan:

La interpretación del negocio jurídico debe ser diferenciada de la denominada

“interpretación de la ley”. En efecto, si bien ambas forman parte del género “interpretación

jurídica”, la primera es una técnica integradora de la voluntad exteriorizada del agente, mientras

que la denominada “interpretación de la ley” es una “técnica integradora del mensaje legislativo,

la cual no recae (como comúnmente se cree) sobre las normas jurídicas (que son objetos ideales)

sino sobre “sobre un documento o el conjunto de documentos de los cuales se sabe o se postula

que expresan una norma jurídica determinada o en conjunto de normas; la norma jurídica es el

significado que mediante la interpretación es atribuido al documento o a una combinación de

determinados documentos “vi. Sin embargo, ello no quiere decir, que en determinados casos no

se puedan aplicar las reglas de la denominada “interpretación de la ley” en ciertos actos o

negocios jurídicos. Tal fue el caso de la Minera Yanacocha, cuyo art. 11 de su estatuto establecía

cuatro excepciones en los cuales no operaba el derecho de preferencia en el caso de transferencia

de acciones. (LUCA, 1994, p. 253).

Lohmann, identificado con la doctrina europea en torno al negocio jurídico, sostiene,

apoyándose en Messineo, que al tratar del concepto de negocio jurídico no se está refiriendo

exactamente a una institución jurídica sino a una abstracción jurídica elaborada por la doctrina

sobre la base de un conjunto de normas y caracteres propios y comunes a cierto tipo de actos

jurídicos, aunque esta abstracción o construcción teórica no se justifique *a priori", sino por su

utilidad. No le reconoce al negocio jurídico autonomía y considera que carece de contenido

propio. Lo define como la declaración o declaraciones de voluntad de derecho privado que, por

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sí, o en unión de otros hechos, estarán encaminados a la consecución de un fin práctico, lícito y

admitido por el ordenamiento jurídico,

el cual reconoce a tales declaraciones como el sustento para producir efectos prácticos queridos

y regular relaciones jurídicas de derecho subjetivo. Se trata, sostiene, de un acto de voluntad libre

y responsable que se exterioriza. De esta definición infiere que el negocio es una especie de acto

jurídico y también toma decidido partido por la doctrina iniciada por los precursores y autores

del Código Alemán.

Por otro lado, no se puede dejar de considerar que mientras nuestro ordenamiento civil

adopta le acto jurídico, manteniendo su fidelidad a la doctrina francesa, tanto en el Código del

36, como en el Proyecto de Reforma, la doctrina nacional parece enrumbarse hacia el negocio

jurídico, particularmente el trabajo realizado por Lohmann18, pese a que la Comisión Encargada

del Estudio y Revisión del Código Civil de 1936

mantuvo el acto jurídico y a la plasmación de su normativa dedico un Libro especial, y es a ese

propósito que realiza su estudio. Por ello, es imprescindible establecer los fundamentos teóricos

que llevaron al Codificador del 36 a incorporar la Teoría del Acto Jurídico. (EL NEGOCIO

JURIDICO, 1982)

Es habitual decir que los abogados “interpretamos normas”, aunque en estricto interpretamos

disposiciones, de las cuales se extraen una o más normas. La disposición es el enunciado

lingüístico, lo que está escrito en la ley, el Decreto Supremo, la Resolución administrativa, etc.,

mientras que la norma es el significado que extraemos al analizar la disposición, el “qué quiere

decir” la misma.

Así pues, interpretamos una disposición normativa para extraer su significado, para

identificar lo que esta quiere decir. Como señala Prieto, “Propiamente, la norma no es el

presupuesto de la interpretación, sino su resultado, es decir, la norma es el significado que se

obtiene del texto mediante la interpretación”.

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En ocasiones, es relativamente fácil encontrar la norma contenida en una disposición, basta

para ello una simple lectura de la misma. En estos casos se habla de una interpretación

declarativa, “cuando se ajusta al significado central que en el lenguaje ordinario o jurídico se

atribuye a las palabras del legislador”.

En contraposición a ello, y especialmente en aquellos casos en los que una mera lectura de

la disposición no sea suficiente para resolver la situación específica que fuera planteada, se habla

de interpretaciones correctoras, las cuales pueden ser restrictivas o extensivas. Sobre el particular,

la doctrina señala lo siguiente:

La interpretación es extensiva cuando la conclusión interpretativa final es aquella en la que

la norma interpretada se aplica a más casos que los que su tenor literal estricto parecería sugerir.

(…) Caso típico en el que se reclama la interpretación extensiva es en la protección de los

derechos constitucionales de la persona. (…)

La interpretación es restrictiva cuando la conclusión interpretativa final, es que la norma

interpretada se aplica solo y estrictamente a los casos en los que no existe ni la menor duda. Si

existe duda sobre la verificación del supuesto normativo en la realidad, entonces la conclusión

será no aplicar la norma. La interpretación restrictiva se aplica, sobre todo, a las normas

especiales y a las normas prohibitivas (Rubio, 2009, p. 257).

Ahora bien, es posible que a partir de una disposición normativa pueda extraerse más de una

norma, incluso estas normas podrían ser contradictorias entre sí. Ello puede deberse, entre otros

factores, a que los enunciados normativos (disposiciones) son generales y abstractos, no están

pensados para cada caso en concreto y, sin embargo, deben aplicarse a casos en concreto. Como

consecuencia de ello, pueden generarse interpretaciones contrapuestas sobre cómo debe

resolverse un supuesto determinado.

También pueden existir problemas derivados de la propia disposición, de la forma en la que

la misma ha sido redactada o de los términos utilizados en ella, lo que puede dar lugar a

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enunciados oscuros, ambiguos o vagos.

Siendo ello así, resulta esencial que los intérpretes (especialmente los jueces y funcionarios

administrativos) fundamenten adecuadamente sus decisiones, explicando las razones que los

llevaron a interpretar la disposición de determinada manera y sustentar cómo es que la norma a

la que llegaron en aplicación de la interpretación es la más sólida.

Justamente a fin de sustentar y sistematizar la interpretación jurídica es que surgen los

métodos de interpretación. Rubio y Arce los definen en los siguientes términos:

Los métodos de interpretación son procedimientos de identificación del contenido de las

normas jurídicas, cada uno de los cuales utiliza una variable de interpretación distinta. Se trata

de procedimientos acumulados en el derecho a lo largo de los siglos. Su diverso origen en el

tiempo y lugar hace que sus resultados no sean sistemáticos entre sí. Puede ser que un método de

interpretación dé un determinado resultado, al tiempo que otro dé un resultado de interpretación

distinto o incluso contradictorio con el primero.

Como podemos ver, los métodos de interpretación son herramientas, que buscan ordenar y

facilitar la labor del intérprete. Sin embargo, no existe un orden de prelación entre ellos, no hay

un “mejor método” o una secuencia en la aplicación de estos, pues los mismos pueden llevar en

ocasiones a resultados distintos o inclusive a resultados contrapuestos.

Así, la elección del método (o métodos) es esencial para la fundamentación de las decisiones

de los intérpretes. Más que hablar de interpretación buena o mala, en el derecho debemos

referirnos a una interpretación mejor o peor sustentada. Así pues, su función “(…) es doble:

ayudar u orientar en la atribución de significado, y justificar la opción interpretativa adoptada”.

Por lo tanto, si el objetivo es buscar la interpretación más sólida y sustentar adecuadamente,

es siempre recomendable que el intérprete considere todos los métodos de interpretación posibles

al analizar un caso en concreto, en el que haga suya la posición en la que coincidan dos o más de

estos métodos, pero también analizando los otros métodos, que condujeron a resultados distintos,

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para evaluar los elementos o razones que le permitan apartarse de dichas otras interpretaciones.

De esta manera, considerando tanto los métodos que se alinean con la interpretación como

aquellos que la contrarían, se puede sustentar mejor una posición jurídica.

Ahora bien, los métodos de interpretación son, sobre todo, una construcción de la doctrina.

Si bien en algunas jurisdicciones existen referencias textuales a algunos métodos de

interpretación en la legislación, ello no ocurre en el caso peruano, en el que no se listan de manera

taxativa, ni se establece un orden de prelación de estos. Veamos a continuación, de manera muy

sintética, los principales métodos de interpretación considerados por el derecho:

a. Método literal. - Suele ser la primera aproximación a una disposición. Implica su simple

lectura y el entendimiento y búsqueda de la norma a partir del propio uso del lenguaje y de

los términos contenidos en el texto. Puede decirse entonces que este método “(…) trabaja

con la gramática y el diccionario” (Rubio, 2009, p. 238).

b. Método sistemático. - Este método parte de la premisa que el derecho es un sistema

normativo, con diversas fuentes, que tienen distintos niveles de jerarquía, que buscan

complementarse unas con otras y que tiene una vocación de orden. Este método considera

la rama del derecho a la que pertenece la disposición, la ley, reglamento u otro texto en el

que está contenida, las secciones que tiene la misma, etc.

c. Método lógico o de ratio Legis. - Este método busca descubrir la razón de la norma, el

fundamento por el que ella existe, el que permitirá aplicarla en los casos para los cuales fue

pensada.

d. Método histórico. - Este método propone, como su nombre da a entender, mirar al pasado,

revisar la regulación existente con anterioridad a la disposición interpretada, el contexto y

cómo era entendida la disposición anterior en aquel momento y tratar de aplicar las pautas

y lógica del texto anterior a la disposición actual, en la medida que sean sustancialmente

similares. También puede ser de utilidad revisar legislación comparada que hubiera estado

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vigente cuando entró en vigencia la disposición, a fin de verificar si las referencias

extranjeras hubieran servido de inspiración o brindado contexto para la creación del texto

local.

Este método también busca conocer cuál era la visión del legislador, de la sociedad y

de la opinión pública antes de y al momento en que la disposición interpretada fue publicada

y entró en vigencia. Para ello, puede recurrirse a Exposiciones de Motivos, Diarios de

Debates e incluso a publicaciones en medios de comunicación (como entrevistas a

especialistas sobre la materia en diarios locales de aquel tiempo, por ejemplo).

e. Método sociológico. - Este método, a diferencia del histórico, propone una visión del

presente al momento de interpretar. Considera “(…) los elementos sociales del más diverso

tipo: organización social, estratos socioeconómicos, cultura, costumbres, cosmovisiones,

aspectos religiosos, costumbres de vida, y así sucesivamente”.

Ello es importante porque muchas veces la realidad cambia más rápido que el derecho.

Conceptos tales como la esclavitud, inaceptables en nuestros tiempos, eran tolerados y

aceptados en siglos anteriores. Temas como la ciudadanía, el voto, el acceso a educación

superior eran antiguamente privilegios de algunos, en lugar de derechos de todos.

Interpretar las normas a la luz del contexto en el que fueron promulgadas soslaya

justamente el paso del tiempo, el cambio de paradigmas y la evolución de la percepción

pública de diversos conceptos o la innovación y aparición de nuevos elementos, antes

inexistentes, lo que ocurre por ejemplo con el desarrollo de nuevas tecnologías, aspecto en

el que la realidad excede continuamente a la norma y en el que nuestra legislación está muy

atrasada en regular. (SANCHEZ, 2011)

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2. Origen y Evolución del Acto Jurídico

La Teoría del Acto Jurídico es una elaboración de la doctrina posterior a la promulgación

del Código Civil francés de 1804. No apareció sino hasta el siglo XIX, pues los actos jurídicos

bajo una formulación teórica uniforme no fueron concebidos en Roma como lo admite la

generalidad de los romanistas. Es más, al decir de los romanistas, los jurisconsultos romanos no

fueron afectos a la abstracción sino a la consideración de los casos concretos para determinar las

situaciones que merecían ser protegidas y las circunstancias en las que debía reconocerse al sujeto

de derecho la facultad de entablar sus relaciones jurídicas. Ello no significó, que la tendencia

hacia la concreción y la tipicidad de los juristas de Roma no haya tenido conciencia de la

generalidad de algunos conceptos e instituciones y que, bajo determinados aspectos, haya

determinado y aproximado singularizadas figuras en las que encontraba una cierta

homogeneidad. Y, es así, como el Derecho Romano legó los principios y conceptos receptados

por el derecho moderno.

Precursores y redactores del Código Napoleón no acogieron una formulación teórica para

explicar con un concepto lo suficientemente lato, genérico y uniforme, la amplia gama de

relaciones jurídicas que puede generar la voluntad privada, limitándose a la convención, de la

que hicieron derivar el contrato. Fue, pues, por lo que queda expuesto, la doctrina francesa

posterior a la promulgación y vigencia del Código Civil de 1804 la que enunció la Teoría del

Acto Jurídico Juristas romanos tomaron conciencia de la generalidad de algunos conceptos y la

generalidad de esos conceptos ha sido el germen de lo que la doctrina francesa postuló mediante

la Teoría del Acto Jurídico, pues sus adoctrinadores consideraron que la convención no era lo

suficientemente alta para cubrir toda la gama de relaciones jurídicas que podían originarse en la

voluntad privada y buscó un concepto de mayor amplitud, que inclusive abarcara a la convención,

y así nació la idea de acto jurídico. (DERECHO ROMANO, pág. 78)

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La idea del acto jurídico era la de un concepto lo suficientemente amplio y general. El acto

jurídico así concebido debía dar cabida a toda la gama de actos jurídicos y debía constituirse en

la fuente voluntaria de relaciones jurídicas, las que también, voluntariamente podían ser objeto

de regulación, modificación o extinción. Al influjo de la doctrina francesa, la Teoría del Acto

Jurídico se constituyó como institución de Derecho Privado, aunque no siempre admitida o

legislada por la codificación civil. Pero también los juristas alemanes del siglo XIX que formaron

el movimiento pandectista, hicieron la misma búsqueda y hurgando en las fuentes romanistas y

prescindiendo de los glosadores y de los postglosadores, no solo llegaron a la conclusión de que

la convención no cubría toda la gama de relaciones jurídicas susceptible de originarse en la

voluntad privada, pues al lado de las convenciones, que son bilaterales, se podían crear también

relaciones jurídicas nacidas de la voluntad unilateral. Fue así que buscaron un concepto único,

que abarcara lo bilateral y lo unilateral, surgiendo la conceptuación del negocio jurídico como

una declaración o manifestación de voluntad encaminada a una finalidad práctica que, no

contraviniendo, pudiera recibir el reconocimiento y la tutela del ordenamiento jurídico. De este

modo, se dio lugar a la formulación de la Teoría del Negocio Jurídico. Con las vertientes

doctrinales francesa y alemana, se produjo una bifurcación de la Teoría que pretendía explicar el

rol de la voluntad humana en la generación de relaciones jurídicas y en la regulación,

modificación o extinción de las ya creadas. De un lado, la originada por la doctrina francesa que

enunciaba al acto jurídico y, de otro, la pandectística germana, que lo hacía con el negocio

jurídico.

La conceptuación del acto jurídico, aunque no explicada, fue incorporada en nuestro Código

Civil de 1936 y, de el, ha sido receptada por el vigente Código de 1984 con el nomen iuris de

acto jurídico, no obstante que la doctrina bajo el influjo del Código Civil alemán, ya venía

difundiendo el concepto de negocio jurídico, la Teoría del Acto Jurídico, como la del Negocio

Jurídico, pretende explicar el rol de la voluntad privada en la generación de relaciones jurídicas

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y en su regulación, modificación o extinción. Ambas hacen radicar la esencia del concepto en la

manifestación o declaración de una voluntad jurídicamente eficiente y a la que deben sumarse

requisitos para su validez. Su desarrollo legislativo, cuando lo plantea la codificación civil, como

es el caso de la peruana, comprende el tratamiento de todos los aspectos que se vinculan a la

formación del acto o negocio jurídico como fuente de derechos subjetivos y de deberes jurídicos.

3. Su ubicación en el Ordenamiento Jurídico y Legal

Por su génesis, la Teoría del Acto Jurídico se entroncó con el Derecho Privado y,

legislativamente, llegó a plasmarse en la codificación civil. De este modo, quedó ligada, tanto al

facultativo agendi, desde que el acto jurídico es una fuente de derechos subjetivos, como a la

norma agendi. Desde que la manifestación o declaración de voluntad tiene una finalidad

normativa y, como tal, también sirve de fuente al Derecho Objetivo. Es sabido que en el Derecho

Romano la “summo divisio” iuris de Ulpiano planteó la distinción del Derecho Público del

Derecho Privado. Es con esta distinción y en tomo a la cual se han sistematizado todos los

ordenamientos jurídicos, aunque desde antiguo se debatiera, como se debate hasta la actualidad,

el criterio determinante de la distinción que, por eso, sigue siendo uno de los temas medulares de

la Teoría del derecho, máxime si en la actualidad se han acentuado los fenómenos de la

publicización" del Derecho Privado y el de la "privatización" del Derecho Público. La ubicación

de la teoría del acto jurídico corresponde pues al derecho privado y la de su plasmación legislativa

a la codificación civil como históricamente ha venido ocurriendo. Sin embargo, no es hiperbólico

afirmar que el acto jurídico, insuflado de la voluntad privada, pueda constituirse -nosotros

creemos que lo es- en el criterio determinante para la distinción de la summa divisio iuris, puesto

que toda relación jurídica nacida de la voluntad privada queda dentro de la órbita del ius privatium

mientras que al ius publicum está insuflado de la voluntad pública.

-Libro derecho Romano-

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4. Sistemas Interpretativos

4.1. La interpretación subjetiva o de la voluntad.

La interpretación subjetiva se vale de todas las circunstancias que pueden arrojar luz sobre el

significado, en particular todas las circunstancias personales y de hecho ligadas a la composición

de la expresión y a su declaración. (htt).

Para este sistema, el objetivo central de la interpretación es llegar a determinar cual es la

voluntad real, interna, del agente. El objeto de la interpretación es la voluntad. El intérprete debe

buscar lo que realmente quiere el declarante, su intención o pensamiento interior, porque el

elemento central substancial que da vida al acto jurídico es la voluntad y no la declaración del

agente. En los actos bilaterales y plurilaterales, el intérprete debe investigar la voluntad común

de las partes. Reconocida a través de la interpretación, la voluntad interna real del sujeto,

prevalece sobre la declaración. Esta es solamente el punto de partida de la interpretación para

poder llegar a la voluntad real, o sea, a lo querido por el agente. (fil).

Lo que entendemos por interpretación subjetiva es en realidad la interpretación que

alcanzamos cuando tomamos en consideración no solo la expresión lingüística, sino todos los

otros datos relevantes. El contexto y la situación, que incluye las opiniones políticas y filosóficas

del autor, el propósito declarado y el propósito presumido que lo guío al formular la expresión,

etc. Podemos incluso interrogarlo, y su respuesta proporcionará datos interpretativos adicionales.

Por otra parte, la comunicación como tal no tiene un significado objetivo preciso, la comprensión

que suscita en los demás varía con los datos de interpretación que el destinatario toma en cuenta.

(htt1).

a. Crítica al sistema subjetivo

En el sistema subjetivo la voluntad que el juez cree descubrir no es la voluntad de la gente

sino una voluntad ficticia, una construcción que el intérprete se la adjudica a la gente porque el

querer de éste, por su naturaleza subjetiva, es difícil de obtener (fil1).

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La voluntad interna no manifestada es un fenómeno de conciencia que carece de la

posibilidad de ser conocida por lo que no tiene relevancia jurídica. Cuando el juez se esfuerza en

descubrir una voluntad común que no ha sido expresada, una tal investigación tiene un carácter

conjetural y adivinatorio; con frecuencia la voluntad probable que el juez cree discutir no es mas

que una voluntad ficticia, las intenciones que no existen sino en las conciencias de las partes no

entran en el dominio del derecho, no pueden ser la base de un negocio jurídico que por ser fuente

de derechos y obligaciones quizá gravosas, debe tener fundamento concreto, seguro y serio,

condiciones que no pueden encontrarse en la simple intención (fil2) .

4.2. La interpretación objetiva o de la declaración

La interpretación objetiva es aquella actividad hermenéutica dirigida a desentrañar la común

intención de las partes que celebraron el contrato, lo cual involucra no sólo lo manifestado o

declarado (texto) sino también aquellos comportamientos previos y posteriores (extratextual) al

acto negocial (htt2).

La interpretación objetiva limita los datos a aquellos que son discernibles por el destinatario

en la situación en que se halla al aprehender la expresión.

La interpretación objetiva simplemente se rehúsa a investigar la intención estudiando la manera

en que la obra llegó a producirse. De tal modo, la interpretación objetiva –en obvio contraste con

lo que la terminología autorizaría a creer– adquiere un tono de mayor inexactitud y arbitrariedad

que la interpretación subjetiva (htt3).

El sistema de interpretación objetiva denominada también realista, considera que el objetivo

hacia al cual se dirige la actividad del interprete es la declaración en si, con independencia de lo

que realmente quilo el agente. El objeto de la interpretación es la declaración. La voluntad que

permanece en la conciencia del individuo es intrascendente para el derecho, no produce efectos

jurídicos por ser prácticamente imposible saber lo que realmente quiso el agente.

No hay duda de que una interpretación objetiva, como quiere el código, debe partir de la

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fórmula de que las partes se han valido. Es la señal, el referente obligado salvo que entre el

verdadero sentido del acto y el texto haya una contradicción flagrante. En este punto cabe

interrogarse si cuando un texto o una conducta es suficientemente clara es posible buscar cuál

fue la verdadera voluntad del otorgante. Para responder a esta pregunta, sin apartarse del carácter

voluntarista que le es propio al acto jurídico, basado en razones de seguridad legal el código

parece recoger veladamente en su artículo 168 el antiguo vocablo in claris non fit interpretatio, e

impedir con ello que un texto claro sea objeto de conjeturas innecesarias. Por consiguiente, si no

hay un divorcio flagrante entre lo declarado y lo querido no deberá a recurrirse para su

interpretación a elementos extrínsecos. Si este divorcio se da, entonces el intérprete podrá utilizar

otros criterios interpretativos e investigar cuál es el sentido jurídicamente relevante del acto de

autonomía privada celebrado por las partes. Para ello deberá investigar la real voluntad en las

declaraciones, comportamiento y documentos formulados por las partes (fil3).

a. Crítica al sistema objetivo

Nuestro código civil adopta como principio general, rector, de interpretación el sistema

objetivo, lo que está bien, puesto que toda interpretación tiene que empezar por el análisis de la

declaración o declaraciones de voluntad con la que se forma el acto jurídico, pero en modo alguno

puede desdeñar el sistema subjetivo como un principio subsidiario, porque la voluntad real del

agente no solamente se evidencia con la declaración con la cual se forma el acto jurídico, sino

también con los comportamientos compatibles con tal declaración, sean anteriores, o coetáneas

o sucesivos, e inclusive con el silencio de las partes, sus necesidades, sus posibilidades, el

ambiente social en el cual se desenvuelven. Si el código adoptara el criterio objetivista a ultranza,

sin ninguna atenuación, sería un pobre código puesto solamente al servicio de la parte más fuerte,

propiciaría la usura, la expoliación de la parte débil, el dolo.

En el sistema objetivo (De origen alemán) la interpretación se dirige a buscar el Significado

de la Declaración de voluntad (es decir la declaración como manifestación externa y objetiva de

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la voluntad). Este significado es apreciado a la luz de los usos sociales, como cualquier hombre

entiende normalmente esa declaración y con un sistema conceptual de principios y criterios

interpretativos definidos detalladamente. En ambos sistemas la valoración extrema de un factor

sobre el otro (la voluntad en el sistema subjetivo y la declaración en el objetivo) ocasiona una

perspectiva unilateral que conduce a perder de vista la composición estructural y unitaria del acto

jurídico. Asimismo, en ambos sistemas se pretende construir un camino interpretativo que

asegure la mayor fidelidad posible de la voluntad de las partes al momento de celebrar el acto

jurídico; según la crítica doctrinaria esta pretensión no se logra porque prevalece otra voluntad

ajena a la de las partes (Use).

b. Sistema mixto o intermedio

El sistema mixto es seguido principalmente por el código civil italiano que adopta como

principio prevalerte al sistema subjetivo que se orienta a determinar el real significado del acto

según el punto de vista de sus autores. Y como sistema subsidiario el objetivo encaminado a

atribuir un sentido al acto valorándolo de acuerdo a criterios objetivos extrínsecos. Desde este

modo se compatibiliza la exigencia fundamental del respeto de la autonomía privada (fil4) .

c. Naturaleza de las normas interpretativas

La interpretación es la actividad por excelencia del operador jurídico. Interpretar es indagar

por la razón de ser de la ley o del acto jurídico. No es posible aplicar el Derecho sin interpretar.

Consciente de esta importancia nuestro codificador ha incluido en el Código Civil normas sobre

interpretación del acto jurídico, es ésta una decisión acertada pero no exenta de crítica, pues

adolece de serias deficiencias. La primera de ellas es la ausencia de una real sistemática en el

articulado, esto es, una relación armoniosa entre estas normas interpretativas, de suerte que el

intérprete pueda saber la relación de estas normas entre sí y con el resto del código. La segunda

objeción tiene que ver con la insuficiencia de los criterios interpretativos recogidos por el código,

al haberse omitido otras normas de similar valor jurídico. Todo problema jurídico es un problema

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de interpretación. Esta frase no debe tomarse en el sentido de que la interpretación solo opera

cuando estamos frente a un problema legal. En realidad, en sentido lato, la interpretación es un

paso inevitable para la ejecución del acto o para la aplicación de la norma. En esta línea la

interpretación legal juega un papel central en cualquier discurso jurídico. En el discurso jurídico

práctico se relaciona con la determinación del significado de los textos legales y de los actos

jurídicos, resultando decisivo para su calificación y para la aplicación de las reglas legales o

convencionales. En el discurso teórico jurídico, en la llamada "interpretación doctrinal", se utiliza

con frecuencia para sistematizar el derecho en vigor y para construir conceptos jurídicos (fil5).

d. La interpretación jurídica

Es una labor guiada por el interés particular de resolver un caso que requiere de una solución,

para que los derechos, cuyo amparo se pretende, logren ser realizados y garantizados por el

Estado y por las autoridades, en beneficio de los que luchan por la justicia.

Se refiere a las características, connotación, elementos esenciales y de existencia, así como al

estado de la cuestión de un concepto, figura o institución, en este caso jurídicas, como por

ejemplo, el matrimonio, el derecho de familia, un contrato específico, como el de

compraventa, etcétera (htt4).

5. Clases de Interpretación del Acto Jurídico

La doctrina recoge que la interpretación tiene varias clases, dentro de las cuales (las más

importantes) sobre interpretación auténtica, judicial, arbitral y doctrinaria (o doctrinal).

a. Interpretación Auténtica:

Es aquella realizada por los mismos celebrantes del acto jurídico, donde, frente a la

ambigüedad o poca claridad de alguna de las partes conformantes del mismo, procede a

realizar la interpretación y, de llegar a desentrañar el verdadero sentido o alcance, será

plasmado en un documento posterior que vendrá a ser el acto interpretativo y pasan a formar

parte del acto jurídico que se está interpretando.

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b. Interpretación Judicial:

En este caso, cuando no hay acuerdo para que las partes realicen la interpretación, o

existiendo no se llega a ninguna solución respecto a la interpretación, es factible que se

recurra al poder judicial, pues será el órgano jurisdiccional el que interprete el acto jurídico

que resulta ser poco claro. La interpretación que se realice será plasmada en la sentencia que

dicte el respectivo juez. Estando frente a una resolución judicial, el caso de ser firme o que

constituya una cosa juzgada, será vinculante esta determinación para los celebrantes del acto

jurídico o cualquier tercero que tenga interés respecto al mismo.

c. Interpretación Arbitral:

Es aquella realizada por el árbitro, ante quien se somete el acto jurídico que resulta ser

poco claro, confuso o ambiguo para su interpretación pertinente. El documento que contenga

el acto interpretativo vendrá a ser el laudo arbitral, el que por cierto es vinculante para los

que se someten a esta clase de interpretación.

d. Interpretación Doctrinal o Doctrinaria:

Aquí se recurre ante un especialista o institución versada en materia jurídica, en especial

conocedores de acto jurídico, con la finalidad de que, en base a sus nociones pormenorizadas

en estos temas, procedan a encontrar el verdadero sentido o alcance de lo que resulta poco

claro o ambiguo. Es interpretación podrá ser ilustrativa o referencial y, de ser el caso, servirá

para efectos de que en su momento oportuno el juez o el árbitro, o las partes tengan a bien

considerarlo (fil6).

6. Interpretación, Calificación e Integración del Acto Jurídico

a. La Interpretación Del Acto Jurídico

Es una actividad encaminada mediante un proceso de compresión, establecer el sentido y

alcance de la manifestación o manifestaciones de voluntad, resolviendo así las dudas sobre

su existencia y las desinteligencias sobre su contenido.

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b. La Calificación del Acto Jurídico

Consiste en determinar su naturaleza jurídica, expresada en un nomen iuris

(arrendamiento, hospedaje, etc.), lo que viene a constituir la premisa indispensable para

determinar las normas jurídicas que le son aplicables. Por la calificaron se identifica el

abstracto tipo legal en cuyo supuesto normativo se ha subsumir el acto jurídico concreto.

La calificación de un contrato consiste en establecer su naturaleza jurídica,

encuadrándolo en alguno de los tipos que regula la ley o en otro que resulta ser expresión

de la libertad contractual de las partes. La designación que las partes hayan empleado es

absolutamente indiferente. Las cosas son por lo que son y no por su nombre. Así lo han

fallado reiteradamente nuestros tribunales de justicia.

No siempre la tarea del juez es la de calificar. A veces únicamente debe interpretar

una determinada cláusula contractual accesoria o complementaria a un contrato tipo

(compraventa, arrendamiento). Sin embargo, cuando debe hacer ambas tareas, lo lógico

es que primero interprete para descubrir la voluntad real y luego califique.

La importancia de la calificación radica en la circunstancia de que por ella se determina

toda la legislación supletoria aplicable al contrato, en aquello que no fue previsto por los

contratantes.

c. La Integración Del Acto Jurídico

Por la integración del acto jurídico se llena las lagunas que presenta con las normas

dispositivas que se consideran incluidas en el acto sino se ha dispuesto lo contrario, para

determinar todos los efectos que se habrá de producir. Se llenan los vacíos que se

presentan para establecer todos sus efectos puesto que el acto negocial obliga a las partes

no solo en cuanto se haya expresado en el sino también en todos sus efectos que se deriven

de la ley.

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6.1 Interpretación del Acto Jurídico

Sustancialmente, la interpretación del acto jurídico quiere decir determinar el

significado relevante jurídicamente de lo que las partes han dispuesto, mediante el análisis

de la manifestación de voluntad y de las circunstancias en que es pronunciada.

a. Ámbito de la Aplicación

Las normas de interpretación son de aplicación a toda clase de acto jurídicos

unilaterales, bilaterales, patrimoniales, extrapatrimoniales, escrito o verbales, con

manifestación expresa o táctica, salvo la existencia de normas específicas para

determinados actos.

b. Objeto de la Interpretación

El acto jurídico debe ser interpretado indagando cual es la voluntad o la común

intención del otorgante y otorgantes en el mo0mento de la declaración del acto,

estableciendo con precisión los derechos y obligaciones que han querido crear, regular,

modificar o extinguir.

c. Sistema objetivo, subjetivo y mixto

En la esencia del acto jurídico esta la voluntad jurídica manifestada (aquí no hablamos

de voluntad psicológica). Los elementos esenciales de la voluntad jurídica con el

discernimiento, la intensión, la libertad (estos tres elementos integran la voluntad interna)

y la exteriorización (voluntad de declarar). La voluntad interna y su declaración

constituyen una unidad denominada voluntad como hechos psicológico no exteriorizado

(reserva mental) y por tanto sin ninguna trascendencia social.

6.2. Interpretación Literal, Interpretación de Buena Fe

Articulo 168.- "El acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya

expresado en él y según el principio de la buena fe."

El articulo mencionado contiene dos reglas de interpretación de los actos jurídicos: la

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interpretación literal y la interpretación de buena fe.

a. Interpretación literal

El acto jurídico como norma particular que es, constituye una realidad morfológica y

sintáctica que el interprete debe analizar desde el punto de vista gramatical o literal para

captar su significación y alcance. Si luego de ser interpretado resulta que los términos

utilizados son claros en cuanto relevan sin lugar a dudas la voluntad real del agente, se

estará al sentido literal de las estipulaciones; las expresiones que traducen

inequívocamente la voluntad del agente no pueden ser rechazadas por el intérprete.

Ejemplo: de Pothier

“Vos habíais alquilado de mi un pequeño departamento de una casa, el resto del cual

ocupaba yo. Os he renovado el contrato en estos términos: Doy en alquiler a X, “mi

casa” por tantos años, por el precio establecido en el precedente arrendatario. ¿Estarías

autorizado a pretender que os he alquilado toda mi casa? No pues, aunque por tantos

años, aunque los términos “a mi casa”, en su sentido gramatical, significa la saca entera,

y no un simple departamento, es visible, sin embargo, que nuestra intención, de la que no

puede dudarse, debe prevalecer sobre los términos del contrato.

b. Interpretación de buena

La buena fe puede ser afrontado desde dos perspectivas: una subjetiva en la cual se

considera como la convicción interna que se está actuando correctamente, con forme a

derecho (llamada también buena fe creencia); y otra objetiva, caracterizada por el

comportamiento correcto del sujeto que es percibido por la contraparte o por los demás

(buena fe lealtad, probidad, confianza o comportamiento). Si bien a nivel probatorio es

evidente que la buena fe objetiva acusa menos incertidumbre que la buena fe subjetiva,

es pertinente resaltar que no se trata propiamente de “dos clases distintas de buena fe, sino

más bien dos aspectos de un mismo concepto, ya que la distinción solo tiene sentido desde

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el punto de vista de su diversa instrumentación en el ordenamiento”. Por otro lado, la

doctrina española sostiene, “inicialmente, buena fe (bonafides) expresa la confianza o la

esperanza en una actuación correcta de otro. Se concreta en la lealtad en los tratos y en la

fidelidad en la palabra dada. Posee, sin embargo, una eficacia mucho más amplia y

significa un modelo de comportamiento, no formulado legalmente y de imposible

formulación legal, que vive en las creencias y en la conciencia social y al que deben

ajustarse los comportamientos individuales”.

Se advertido que existen tres vías de concreción del principio de la buena fe:

1. Como un canon o criterio hermenéutico. Es importante tener en cuenta que “la

regla de la buena fe en la interpretación quiere ser una medida razonable de lo

justo, representando también un límite a la discrecionalidad del intérprete”.

2. Como un criterio de conducta conforme al cual deben ser cumplidas las

obligaciones en el ámbito de la relación contractual, la buena fe obliga a cada

una de las partes a comportarse “de manera tal de no perjudicar y más bien, de

salvaguardar el razonable interés de la contra parte, cuando ello no importe

ningún apreciable e injusto sacrificio a cargo suyo”.

3. Como un canon o criterio que debe someterse el ejercicio de los derechos

subjetivos. Cabe resaltar que mientras el art. 168 c.c. entiende al principio de la

buena fe en el primer sentido (a), el art. 1362 le da una doble connotación a este

principio: sea como criterio hermenéutico y como regla de conducta (a y b). no

debe olvidarse que, al ser de un alcance tan general el principio de buena fe este

se irradia a través de otro grupo de principios, como es el caso del abuso del

derecho, fraude a la ley, actos propios, entre otros. Otro sector de la doctrina

prefiere calificar estos principios como “extralimitaciones contrarias a la buena

fe”.

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Se afirma con razón, que “la buena fe obliga a la parte a la coherencia de los propios

comportamientos para no defraudar la confianza que estos han generado a la contraparte:

esta se funda en el antiguo precepto venire contra factum proprium”. En efecto, el

principio de los actos propios se remonta a la máxima venire contra factum proprium non

valet, vale repetir “que a nadie ha de estar permitido ir en contra de sus propios actos”.

Así, si una persona ha creado una situación de este tipo tendrá que responder.

Por ello “el fundamento de este principio está muy estrechamente relacionado con la

doctrina que exige dar protección jurídica a la buena fe manifestada en la confianza

depositada en la apariencia”. Se ha afirmado que la teoría de los actos propios puede ser

incluida dentro de la fuente de las obligaciones. El Anteproyecto de Ley de Reforma del

Código Civil peruano, en la propuesta relativa al Título Preliminar ya contempla este

principio.

La doctrina es unánime al admitir que no cabe invocar el principio de los actos

propios “cuando el acto vinculante fuera un acto prohibido por ley”. Así, cuando se afirma

que “la conducta anterior no es obstáculo para que el sujeto plantee la nulidad del acto,

cuando esta nulidad fue instituida por la ley para protegerlo de aprovechamientos

injustos”. Por ello, si, por ejemplo, unos contratos no son válidos, por estar atacados de

nulidad, no cabe aplicar la doctrina de los actos propios, pues ella no establece una

obligación de mantener actos jurídicos con finalidad ilícita, sino de actuar coherentemente

cuando se presentan manifestaciones de voluntad validas; pero contradictorias entre sí. El

principio de los actos propios no puede amparar actos ilícitos.

Un sector de la doctrina de aquel país denuncia que “la inaplicabilidad de la doctrina

de los actos propios en el derecho civil peruano se justifica porque ya existen soluciones

jurídicas a los problemas relevantes que formula tal doctrina”.

c. Interpretación Sistemática:

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Artículo 169.- Las cláusulas de los actos jurídicos se interpretan las unas por medio de

las otras, atribuyéndose a las dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas.

Concordancias: CC. Arts. 224, 1400

La interpretación sistemática es un enfoque de interpretación jurídica que se

basa en la idea de que el derecho es un sistema coherente y racional. Según este

enfoque, el intérprete debe analizar el conjunto de normas jurídicas de un ordenamiento

jurídico en su conjunto, y no sólo la norma a interpretar de forma aislada Fuente

especificada no válida..

En otras palabras, la interpretación sistemática implica una visión holística

del derecho, donde cada norma jurídica se considera en relación con las demás, en un

sistema coherente de principios y reglas. El intérprete debe buscar la interpretación que

mejor se ajuste al sistema jurídico en su conjunto, de forma que se mantenga la

coherencia y la integridad del sistema.

La interpretación sistemática implica también la necesidad de tener en cuenta

los fines y objetivos del sistema jurídico en cuestión, y cómo éstos pueden influir en la

interpretación de las normas individuales. En este sentido, se trata de una interpretación

teleológica, que se enfoca en el propósito o finalidad que persigue el derecho en

general.

Para llevar a cabo una interpretación sistemática, el intérprete debe analizar el

contexto normativo en el que se encuentra la norma a interpretar, prestando atención a

las normas jurídicas relacionadas, la historia legislativa, la jurisprudencia y los

principios generales del derecho. Además, debe tomar en cuenta la finalidad que

persigue la norma, así como las circunstancias particulares del caso en cuestión.

La interpretación sistemática o contextual no se refiere solo a las relaciones

entre cláusulas o estipulaciones, entendidas como unidades elementales del texto del

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acto jurídico, sino también a relaciones entre elementos de una misma cláusula o

estipulación, cuyas específicas palabras o proposiciones son interpretadas a la luz de

las otras palabras o proposiciones que lo componen. (VASQUEZ, 2018).

d. Interpretación Finalista:

Artículo 170.- Las expresiones que tengan varios sentidos deben entenderse en el más

adecuado a la naturaleza y al objeto del acto.

La interpretación finalista es un enfoque de interpretación jurídica que se enfoca en la

finalidad o propósito que persigue una norma jurídica. Según este enfoque, el intérprete

debe analizar la finalidad perseguida por una norma jurídica en particular, y utilizar esa

finalidad como guía para interpretar la norma.

En otras palabras, la interpretación finalista implica que el intérprete debe preguntarse

qué es lo que la norma en cuestión busca lograr, y utilizar esa finalidad como un criterio

para entender y aplicar la norma. Por ejemplo, si una ley establece que es ilegal conducir

en estado de embriaguez, la finalidad perseguida es prevenir accidentes de tráfico y

proteger la seguridad pública. Por lo tanto, cualquier interpretación de la ley debe tener

en cuenta esta finalidad y buscar proteger la seguridad pública.

Las expresiones utilizadas que tengan varios sentidos deben ser entendidas en el

sentido más adecuado a la naturaleza y objeto del acto jurídico, es decir, las palabras o

expresiones plurívocas deben interpretarse de acuerdo a las razones prácticas (causa fin)

perseguidas por las partes con su celebración. (VASQUEZ, 2018).

e. Interpretación contra el estipulante:

Artículo 1401.- Las estipulaciones insertas en las cláusulas generales de contratación

o en formularios redactados por una de las partes, se interpretan, en caso de duda, en favor

de la otra. Concordancias: CC.Arts.. 168, 169, 170.

La interpretación contra el estipulante es un principio de interpretación jurídica

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que se aplica en el ámbito de los contratos de seguros. Este principio establece que, en

caso de duda o ambigüedad en la interpretación de una cláusula de un contrato de

seguro, se debe interpretar la cláusula en contra del estipulante, es decir, en contra de

la persona que ha redactado el contrato.

En otras palabras, si existe una ambigüedad en el contrato de seguro, se debe dar

una interpretación que beneficie al asegurado, y no al estipulante, que es la persona

que ha redactado el contrato. Este principio se basa en la idea de que el estipulante

tiene una mayor capacidad para redactar el contrato a su favor, y que el asegurado

puede ser una parte más débil en la negociación del contrato.

Es en aplicación del principio de la buena fe con que debe obrar el predisponente

y en protección de la buena fe confianza del destinatario del formulario o de las

cláusulas generales (quien fía y confía en lo expresado por el predisponente) que se

sanciona al primero por haber infringido su deber de expresarse comprensiblemente.

(VASQUEZ, 2018)

Como tanto en los contratos concluidos mediante cláusulas generales como en los

por adhesión el contenido contractual es redactado por una sola de las partes

denominada predisponente, sin participación del otro contratante, es lógico que a ella

se le atribuya la responsabilidad por las obscuridades, falta de claridad, imprecisiones

o ambigüedades, puesto que estaba en sus manos el expresarse en forma adecuada, o

sea, idónea, clara, suficiente, seria, inequívoca, de fácil comprensión por el

destinatario, razón que justifica que el contrato sea interpretado en su contra y en favor

de la otra parte, quien lo único que hace para poder contratar es someterse a las

estipulaciones del contrato estándar que casi siempre no lee, o si lo lee no lo entiende

por su redacción técnica o abigarrada, o si lo entiende no tiene la posibilidad de obtener

su modificación (VASQUEZ, 2018).

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f. Interpretación restrictiva:

Esta regla de interpretación, no contenida en nuestro Código, constituye la octava

regla de Pothier: Por m uy generales que sean los términos en que aparezca redactado un

contrato, no comprenderá estas más cosas que aquellas sobre las cuales las partes se

propusieron contratar. El art. 1163 del Código francés: Por generales que sean los

términos en los que un convenio es conocido, este convenio no comprende sino las cosas

sobre las cuales aparece que las partes se han propuesto convenir. Código italiano \ Art.

1364. Expresiones generales. - Por generales que fueren las expresiones usadas en el

contrato, este no comprende sino los objetos sobre los que las partes se han propuesto

contratar.

La interpretación restrictiva es un principio de interpretación jurídica que se aplica

en casos donde una norma legal o una cláusula contractual es ambigua o puede tener

varias interpretaciones posibles. En términos generales, este principio indica que se debe

adoptar la interpretación más limitada o restringida posible, y que cualquier interpretación

más amplia o extensiva debe ser descartada.

En otras palabras, la interpretación restrictiva implica que el intérprete debe limitar

el alcance de una norma o cláusula, y evitar ampliarlo más allá de lo que es estrictamente

necesario. Esto se debe a que una interpretación más amplia podría generar conflictos con

otras normas o cláusulas del mismo ordenamiento jurídico, o podría resultar en

consecuencias no deseadas o injustas.

La interpretación restrictiva se aplica a menudo en el ámbito del derecho penal, donde

se busca proteger los derechos y las garantías de los acusados. Por ejemplo, en el caso de

una ley penal que establece una pena de prisión para un delito específico, si existe una

ambigüedad en la redacción de la ley, se debe adoptar una interpretación restrictiva que

limite el alcance de la ley y que evite castigar conductas que no fueron claramente

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contempladas en la ley.

La interpretación restrictiva puede provenir de la ley o del convenio de las partes en

los contratos paritarios. El Código civil y comercial argentino señala: Art. 1062.

Interpretación restrictiva. Cuando por disposición legal o convencional se establece

expresamente una interpretación restrictiva, debe estarse a la literalidad de los términos

utilizados al manifestar la voluntad (VASQUEZ, 2018).

La interpretación restrictiva se da, según MORESO y VILAJOSANA, cuando se “reduce

el significado literal de una formulación normativa, excluyendo de su campo de aplicación

de supuestos que, según la interpretación literal, entrarían en él”.

En el caso del acto jurídico, sin importar el carácter cognoscible de las expresiones

generales utilizadas por las partes, lo que prevalece es la determinación concreta y precisa

de las partes. Entonces, el acto no abarcara los supuestos que las partes no hayan regulado.

g. Interpretación Extensiva.

La interpretación extensiva se da, según MORESO y VILAJOSANA, cuando se amplía

el significado literal de una formulación normativa, incluyendo en su campo de aplicación

supuestos que, según la interpretación literal, no entrarían en él”.

Cuando en un acto jurídico se utiliza un caso como referencia para así poder explicar

algunos efectos propios de este, entonces, no quedaran excluidos los casos que no se

hayan expresado a los que pueda extenderse el contenido del acto en mención. El utilizar

un caso de ejemplo para mencionar algunos efectos del acto no significa que se restringirá

el contenido del acto solamente al caso utilizado, sino que se pueden adherir los casos que

las partes estimen convenir.

h. Interpretación Conservadora del Acto Jurídico. –

El principio de conservación del negocio jurídico establece que se ha de salvaguardar

la voluntad negocial de las partes en los posibles supuestos de ineficacia del negocio. Se

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presume que las partes buscan la eficacia del acto, ya que de lo contrario deberían iniciar

nuevamente el proceso negociador resultaría en un gasto de tiempo y dinero.

Se busca la interpretación según la cual el acto produzca sus efectos antes que una

que no produzca ningún efecto. En ese sentido, el resultado de la interpretación garantiza

un resultado útil del acto jurídico. Además, frente a alguna duda, el intérprete debe

inclinarse por la validez para que así la eficacia del acto subsista.

i. Interpretación según los usos.

Se establece que las cláusulas ambiguas se deben interpretar teniendo en cuenta el

lugar donde se realizó el contrato. Sin embargo, este criterio difiere cuando regula a un

empresario, la interpretación de las cláusulas ambiguas será con arreglo a los usos del

lugar que la empresa tenga por sede, el cual puede diferir del lugar donde se realizó el

contrato.

j. Interpretación en favor del deudor e Interpretación equitativa.

Este tipo de interpretación constituirá la última opción tras haber agotado las

anteriores formas de interpretación. Cuando el acto sea gratuito, entonces se debe

entender en el sentido menos gravoso para el deudor. En cambio, si es a título oneroso, se

buscará que se realice una armonización de los intereses de las partes.

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CONCLUSIONES
1. Podemos concluir que la interpretación del acto jurídico es una labor de hermenéutica

jurídica (expresa la relación del hombre con la normatividad) que está destinada a

encontrar el verdadero sentido y alcance de la, manifestación de la voluntad, y si bien es

cierto que nuestro código solo incluye algunas formas de interpretación de los actos

jurídicos pero eso no excluye la existencia de más formas de las que se puede servir el

intérprete para realizar su labor tales como la interpretación restrictiva, interpretación

extensiva, la interpretación conservadora del acto jurídico, la interpretación según los usos

y la interpretación en favor del deudor e interpretación equitativa.

2. Podemos señalar que interpretar es encontrar qué quiere decir una disposición, un

enunciado normativo, su significado. Los métodos de interpretación son herramientas que

permiten ordenar la argumentación del intérprete y coadyuvan a sustentar su posición

interpretativa, son a la vez herramienta y mecanismo de control. En el derecho debe

buscarse sostener la interpretación que resulte más sólida, a la que se arribe con más de

un método de interpretación y frente a la cual se pueda esgrimir válidos argumentos para

descartar conclusiones distintas a las que se pueda arribar con otros métodos.

3. La interpretación jurídica es esencial para la aplicación efectiva de la ley. Dado que las

leyes y los documentos legales pueden ser complejos y ambiguos, la interpretación es

necesaria para determinar su significado y aplicarlos a situaciones específicas.

4. Existen varios enfoques para la interpretación jurídica, incluyendo el enfoque textual, el

enfoque histórico, el enfoque teleológico y el enfoque sistemático. Cada enfoque se basa

en diferentes criterios para determinar el significado de la ley o el documento legal.

5. Los tribunales tienen la responsabilidad de interpretar las leyes y los documentos legales

cuando surgen disputas. Los tribunales deben seguir los procedimientos legales

adecuados y basar su interpretación en la ley y en la jurisprudencia relevante.

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6. La interpretación jurídica puede ser influenciada por factores externos, como la política y

la cultura. Es importante que los tribunales se centren en la interpretación objetiva y justa

de la ley, sin verse influenciados por factores externos.

7. La interpretación jurídica es un tema en constante evolución y cambio. Las leyes y los

documentos legales pueden ser modificados o reescritos con el tiempo, y las

interpretaciones pueden cambiar a medida que se desarrolla la jurisprudencia y la

sociedad cambia.

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UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE LOS ANDES
Facultad de Ciencias Jurídicas, Administrativas y Sociales Escuela
Profesional de Derecho

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