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ORGAZ, Arturo: “Introducción enciclopédica al derecho y las ciencias


sociales”. 3ra edición. Editorial Assandri. Córdoba. 1959. Lección 12.

“Quien deduce juicio en cualquier jurisdicción, pone en movimiento la


competente acción. Defínese ésta como el medio específico establecido por el
derecho, para exigir en juicio el reconocimiento de un derecho, impedir su
menoscabo y corregir su violación. Quien interpone una acción civil se
denomina actor o demandante; en la esfera penal denomínase acusador o
querellante.
Se distinguen las acciones, por razón del tiempo, en prescriptibles e
imprescriptibles; por razon de los derechos a que se refieren, en personales y
reales; por razon de las personas que pueden deducirlas, en públicas y
privadas.
Aquellas acciones que por el transcurso del tiempo pierden su eficacia
pues pueden ser atacadas por una defensa de prescripción, llámanse
prescriptibles. Las que no caducan por acción del tiempo se denominan
imprescriptibles. Estas últimas son contadas. Por ejemplo: la acción del
condónimo para solicitar la división de la cosa común.
Acciones personales y reales son, respectivamente, las que se refieren
a la protección de derechos de la misma clase. También se las suele
caracterizar diciendo que las primeras se dirigen contra el sujeto obligado para
con el accionante, por algún título; las segundas persiguen la cosa en poder de
quien se encuentre, aunque no haya previo vínculo jurídico entre demandante y
demandado. Por ejemplo: una acción de acreedor a deudor y de tutor a pupilo
son personales, en cambio, la acción por reinvindicación es real, pues
persigue la cosa contra quien indebidamente la posee, sin consideración a la
persona que puede no haber tenido nunca vínculo alguno con el actor. Por eso
los romanos decían que las acciones reales estaban en la cosa (in rem), en el
sentido de que la alcanzaban allá donde esta se hallara y se daban contra
cualquier individuo
Públicas y privadas dicense las acciones, según si quien las ejerce
actúa o no en representación de una colectividad. Así: cuando un fiscal inicia
accion por cobro de dineros del fisco o cuando acusa en juicio penal, la acción
es pública; dicho funcionario representa, en un caso el interés patrimonial
colectivo y en el otro, el interes de la defensa social contra el delito.
Las acciones son privadas si se deducen por sujeto no investido de
poderes político-sociales. La acción de A contra B por cobro de pesos o por
injurias es privada, por consiguiente. También lo será la que deduzca C, que
desempeña el cargo de fiscal del Estado, contra su deudor pues, en tal
supuesto, no actúa como funcionario sino como simple particular.
A la acción se contrapone, en carácter de defensa, la excepción que es
el medio típico de repeler aquella cuando es injusta, excesiva, mal deducida o
inoportuna
Si se demanda lo que no se debe; si se acusa arbitrariamente, la
acción será injusta y la excepción se apoyaría en la falta de fundamento de la
demanda. Se dirá que ya no se debe porque se pagó (excepción de pago) o
que nunca se debió nada o que no hay delito o que, habiéndolo ninguna
responsabilidad atañe al acusado (excepción de falta de acción).
Supuesto que se demande por cien si solo se adeuda cincuenta o que
se acuse por homicidio simple, cuando se trata de homicidio por culpa, la
acción será excesiva. La excepción tenderá a moderarla porque se pide mas
de lo procedente (excepción de plus petitio, para lo civil).
Si se presenta demanda oscura, confusa o se la radica ante un juzgado
no competente para entender en ella, la acción será defectuosa (excepción de
defecto legal o de libelo oscuro o de incompetencia de jurisdicción).
Si se demanda por deuda prescripta o antes de tiempo correspondiente
o se acusa por delito prescripto, la acción será inoportuna o extemporánea
(excepción de prescripción en un caso y de falta de acción o de espera en el
otro).
Mientras existen corrientemente “acciones” sin “excepciones” que se
les opongan, es imposible que éstas actúen si no es en correspondencia con
aquellas, por la misma razón que no se concibe la defensa sin el ataque pero sí
lo contrario.
Se clasifican las excepciones en perentorias y dilatorias. Tienden las
primeras a destruir total o parcialmente la acción, oponiéndoles una defensa
sustantiva. Por ejemplo: contra la acción por la entrega de un inmueble, se
niega al accionante título alguno para reclamar y sostiene el demandado que le
pertenece exclusivamente. En cambio, sería parcial si el demandado por pago
de dos mil pesos (el excepcionente) reconoce deber solo ochocientos,
aduciendo que el resto ya lo ha pagado.
Las excepciones dilatorias se fundan en algún aspecto formal de la
acción y, en verdad, prorrogan o postergan la consideración del contenido
mismo de ella. Por ejemplo: la excepción de incompetencia de jurisdicción que
objeta la interposición de la demanda ante juez incompetente, o la que, sin
negar la deuda , aduce que el actor había acordado al demandado o deudor
una espera o prorroga . Se ataca por ellas un aspecto adjetivo de la acción, sin
que en nada se afecte el derecho del accionante

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