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crónica

LA ÚLTIMA MANSIÓN
DE

SANTA ANNA MANUEL LÓPEZ DE LA PARRA*

E l ahora llamado Centro


Histórico de la ciudad de
México, todavía encierra
muchos y variados sitios en donde
de alguna manera se escenificó al-
te”, “el héroe de Soto la Marina”;
el “Quince Uñas”, como lo llama
Leopoldo Zamora Plowes; en
suma, el “seductor de la patria”,
así denominado por cierto histo-
do mucho atrás–; pero tales sepul-
turas yacen en el peor de los
abandonos; solamente una que
otra vez algún descendiente leja-
no va a depositar una flor. La his-
gún suceso histórico que, asimis- riador contemporáneo, vamos, toria no perdona los yerros de los
mo, trascendió en el propio deve- “su Alteza Serenísima”, como por humanos, más aún en el caso de
nir de la vida política, económica decreto ordenó que se le denomi- este personaje, político oportunis-
y social, no sólo de la misma ciu- nase. Expiró muy tranquilo en su ta y convenenciero, asiduo a los
dad capital, sino del proceso so- casa en brazos de su esposa Dolo- juegos de azar y a las peleas de ga-
ciopolítico en su totalidad en lo ritas, la noche del jueves 21 de ju- llos. Verdadero amo y señor de un
que respecta a todo el ámbito del nio del año del Señor de 1876. México que oscilaba entre el caos
propio país. De ahí, precisamente, según lo y la desintegración de su territo-
Desde este punto de vista, nos comentaron los periódicos de ese rio, y cuya presencia domina el
vamos a referir al caso concreto entonces, El Siglo XIX de Ignacio proscenio político de las primeras
de don Antonio López de Santa Cumplido, por ejemplo, partió el décadas de un nuevo país que lu-
Anna y Pérez Lebrón, que du- cortejo fúnebre integrado por chaba por consolidar su emanci-
rante los tiempos postreros de su unas cuantas carrozas, solamente pación política, 11 veces asumió
procelosa existencia, habitó en algunos amigos y familiares lo la presidencia, ya como liberal o
compañía de su segunda esposa, acompañaron al viejo Panteón del como conservador, durante el
doña Dolores Tosta, sobria y Tepeyac, la Villa Guadalupe-Hi- lapso comprendido entre 1821 y
modesta casona ubicada en la ca- dalgo, en donde fue inhumado en 1854. Fue expulsado del poder
lle de Bolívar, anteriormente calle medio de un silencio total y sin por la Revolución de Ayutla. Aún
de Vergara (1869-1928), marcada que terciara ningún discurso fú- tuvo tiempo para, mediante el de-
con el número 14. Ahí, en la fa- nebre o panegírico alusivo; sola- creto respectivo como “Beneméri-
chada de esa mansión de viejo mente la bendición de un sacer- to de la Patria, General de Divi-
estilo, recia, maciza, solemne, está dote y las lágrimas de su todavía sión, Caballero Gran Cruz de la
una placa que reza “En ésta murió joven esposa, Dolores Tosta. Por Real y Distinguida Orden Espa-
el Gral. Antonio López de Santa cierto, en esa necrópolis, aún sub- ñola de Carlos II” y presidente de
Anna” (Catálogo de monumentos siste su túmulo, y junto a él, el de la República mexicana…, dispo-
históricos), “el Napoleón del Oes- su cónyuge. Sólo un par de lápi- ner la creación de la Orden Me-
das desleídas y borrosas señalan xicana de Guadalupe; y también
los nombres de Santa Anna y de mediante concurso, la creación
* Profesor titular de la Facultad de Econo-
mía de la UNAM y de la Universidad del Valle de la que fuera su fiel consorte –la del Himno Nacional Mexicano,
México, Campus San Rafael. primera, Inés García había falleci- aún vigente. Qué ironía.

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zosa en la Mexican War blemente fueron las habitaciones


(1846-1848), en la que Mé- de la servidumbre, desde hace
xico perdió gran parte de su tiempo funcionó en una de ellas,
territorio; responsable tam- debidamente acondicionada, un
bién de la venta de la Mesi- expendio de muebles de oficina.
lla, de una extensión de 70 El local ahora permanece vacío; y
mil kilómetros cuadrados en el otro, una perfumería –Perfu-
(Tratado Gadsen, 1953), mería Fina Edelweiss–, atendida
que formaba parte de los por otoñal matrona, todavía de fi-
actuales estados de Sonora gura elegante y cenceña, muy
y Chihuahua; expulsado bien vestida, y que ofrece una ex-
varias veces del país, y vuel- tensa variedad de perfumes y
to a llamar en momentos esencias, al decir de ella, de ex-
cruciales para salvar la si- portación. En el único aparador
tuación; figura, paradigma de esta tienda se pueden observar
típico del dictador latinoa- una vasta gama de toda clase de
mericano del siglo XIX, tal y frascos con figuras caprichosas
como lo pinta en términos y llamativas, incluso se ofrece, y
generales Valle-Inclán en una rareza, aquella famosa crema
su Tirano Banderas, o bien de Ibáñez para limpiar el cutis, y
como lo personifica Au- lo que es más llamativo, en su
gusto Roa Bastos en su Yo, envase de diseño original.
el supremo; querido y odia- Confesamos que las muchas
do por el pueblo, su figura veces que habíamos pasado por
Antonio López de Santa Anna: histórica se ha tratado de enfrente de la casona de marras,
rescatar por actuales inves- siempre sentimos curiosidad por
Personaje siniestro y tigadores, como Enrique conocerla por dentro, saber inclu-
carismático, hábil con los González Pedrero, entre so, quién o quiénes la habitan.
otros. Además, preguntamos a los em-
malabarismos políticos de su Por tanto, consideramos pleados de los comercios citados
extraño que esa casona sobre este particular, y nunca ob-
tiempo, aclamado y denostado haya sido conservada in- tuvimos explicación alguna.
por el pueblo… tacta, seguramente por sus Sin embargo, hace poco tiem-
descendientes; permaneció po, al pasar de nueva cuenta por
herméticamente cerrada ese lugar, cuál no sería nuestra
Personaje siniestro y carismáti- durante mucho, mucho sorpresa al ver los recios portones
co, hábil con los malabarismos tiempo y desde entonces había abiertos de par en par, dejando
políticos de su tiempo, aclamado y pasado inadvertida por los miles ver sin cortapisas, sin pudor algu-
denostado por el pueblo, tuvo pa- de viandantes que a diario van y no, su interior. El ábrete sésamo de
pel decisivo en los diversos con- vienen por esas calles ruidosas, esa histórica mansión fue nada
flictos internacionales que sufrió atestadas de tránsito de toda suer- menos que el impacto posmoder-
México en esa etapa histórica. te de vehículos, vamos, del bulli- no de la globalización comercial;
Así, vence al general español Isi- cio de una urbe de las proporcio- el impulso formidable e inconte-
dro Barradas, en Tampico, duran- nes de la capital del país. Se trata, nible de implantar en nuestro
te la intentona de reconquista; pues, de una edificación de dos medio, en nuestras ciudades y
pierde una pierna en la “Guerra plantas, con recio portón labrado comunidades, formas exóticas
de los Pasteles” (1838), misma con extrañas filigranas, y en el del American way of life, esta vez
que habría de cobrar muy caro piso superior cuatro ventanas con representado por la presencia de
a la patria, responsable principal sus respectivos toldos cubre-sol, y cierta secta cristiana, Visión, que
de la pérdida de Texas; y derro- barandales de hierro forjado. En en principio nada dice, pero
tado también, de manera vergon- la planta inferior, en lo que posi- que seguramente tiene penetra-

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ción certera entre los jóvenes de un prolongado periodo


estos tiempos, y que por contar de tráfico de influencias,
con muchos recursos, en dólares como se diría ahora, y de
además, compró o alquiló seme- abuso del poder, produc-
jante mansión, y sin querer o que- to quizá de las llevadas y
riendo, la rescató de la incuria y el traídas indemnizaciones
abandono, restaurándola, diría- con que Estados Unidos
mos, en tonos arquitectónicos, a trató de cubrir los des-
la perfección, pues han logrado su pojos de que hizo vícti-
readaptación para fines comercia- ma a la patria mexicana.
les. No obstante, se puede admi- Expulsado del país
rar el esplendor de una casa-habi- definitivamente a raíz del
tación de gente acomodada de las triunfo de la Revolución
postrimerías del siglo XIX mexica- de Ayutla por los libera-
no. les, como decíamos, ra-
Así, como por arte de magia, o dicó en varios países, y
de una cuantiosa inversión, esa fue hasta la época juaris-
postrer y periclitada residencia del ta cuando se le permi-
dictador Santa Anna, se salvó de tió regresar a México,
la piqueta. Para las ínfulas de un yendo a fijar su residen-
Santa Anna, amo absoluto de cia en la casa de lo que
México durante muchos años, ahora son las calles de
dueño de vidas, de haciendas, era, Bolívar. Ahí, viejo y
decíamos, un hogar modesto, y así enfermo, alejado de la
lo expresó en cierta ocasión Dolo- política, abandonado de
ritas, al confiarle a un ayudante sus sempiternos seguido-
de cámara de su Alteza Serenísima, res, militares, agiotistas y Dolores Tosta, segunda esposa de Santa Anna,
en el célebre cuadro de Juan Cordero.
que poco necesitaba para que ella aduladores, seguramente
calzara miserables chancletas. En tuvo ocasión para repa-
efecto, hasta donde se sabe, don sar o reflexionar sobre los abstru- tranjero, se pudo dar cuenta exac-
Antonio vivió en varias residen- sos hitos de su política, meditan- ta de la magnitud del territorio
cias. En el estado de Veracruz, su do sobre lo dicho en su libro Mi nacional que se perdió (ante la in-
estado natal, en la misma Jalapa, carrera militar y política, que trata diferencia absoluta del mundo, la
lugar donde nació en el año de de ser un intento de justificación mayor pifia que registra la historia
1794; pero destacan sus hacien- ante sí mismo y ante el inflexible política, todo a cambio de “un
das Manga de Clavo y El Lencero, juicio de la historia del que nunca plato de lentejas”. Tal vez hubiese
una en ruinas y la otra convenien- pudo salir bien librado. En fin, le sido más efectiva una guerra de
temente restaurada, pero como si correspondió vivir y actuar en una guerrillas, similar a la de Vietnam,
fuera poco, el también llamado etapa en que México luchaba a aunque fue emprendida en baja
“Napoleón del Oeste”, dejó pro- contra corriente por lograr su in- escala por el Padre Jarauta, ya era
piedades en Kingston, Jamaica, tegridad como nación moderna. tarde y ésta fue de baja intensi-
Haití y en Turbarco, Colombia. El país era territorialmente in- dad. Esta estrategia fue la clave
Se dice que en Turbarco era menso. Más de cuatro millones de del éxito de Villa en contra de la
conocido como “el señor mexica- kilómetros cuadrados, poco y des- expedición punitiva encabezada
no”, benefactor de esa comunidad igualmente habitado, y como si por el general Pershing, en 1916),
por las cuantiosas inversiones que fuera poco con escasas vías de co- entre otras razones por sus desa-
hizo. municación de acuerdo con la ciertos, y además, por la ausencia
“Candil de la calle; oscuridad usanza de la época. Se cuenta, por total de una cohesión social y del
de su casa”, al fin y al cabo allá testigos oculares, que cuando co- significado de lo que se debe ser,
fue a dejar los cuantiosos ganan- noció, tiempo después, un mapa el principio de la mexicanidad.
ciales que acumuló a lo largo de moderno del país hecho en el ex- Además, cuentan también otros

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elementos imponderables que in- ción del mal llamado populacho, do en esa residencia. Y también,
fluyeron en la desastrosa guerra mismo que alcanzó las alturas de lo confesamos, las circunstancias
con Estados Unidos. De haber la heroicidad. actuales nos favorecieron para vi-
existido condiciones diferentes, Recuerdos y memorias del vie- sitarla, para recorrer sus muchas
digamos, un tanto diferentes, tal jo soldado, del general presidente; habitaciones, ahora relujadas, res-
vez se hubiera negociado en mejo- del ídolo caído que sólo tenía tauradas y modernizadas, pero sin
res condiciones los dichosos Tra- junto a él a escasos incondiciona- perder su sello original.
tados de Guadalupe Hidalgo. Sin les, pedigüeños y lambiscones, Pisar, hollar el piso de esa
embargo, debemos reconocer que además de la presencia de Dolori- mansión significa imaginar la pre-
gracias a los buenos oficios, fue- tas Tosta, aquella bellísima chica sencia de ese personaje, estereoti-
ra de las instrucciones de su que con el poder de sus designios po clásico y cabal del militar y
propio gobierno, del comisionado fue su segunda mujer, cuya angeli- político mexicano del siglo XIX,
norteamericano, Nicolás Trist, cal belleza captó de manera insu- ámbito que cautivó, que anonadó
México pudo sobrevivir, porque perable el pincel de Juan Cordero, y que rebasó a la joven estudiante
el gobierno de Polk iba por todo, cuadro original que por mucho de Economía Alejandra Gaspar.
como se dice coloquialmente tiempo adornó la estancia de las Pensar que ahí estuvo presente de
ahora. calles de Chihuahua, en la Roma, carne y hueso, que una y otra vez
Seguramente en ese recinto del historiador Arturo Amaiz y entró, salió, recorrió el gran patio
postrero, ya sin prisas ni temores, Freg, y que en buen momento se que exorna la entrada después de
y todavía con la ilusión de que el le ocurrió donar al Museo Nacio- trasponer primero los portones
presidente Lerdo de Tejada lo re- nal de Artes. del zaguán, y después, las macizas
cibiera oficialmente en Palacio Parece increíble, repetimos, rejas de una segunda entrada –ha-
Nacional, para reivindicarlo polí- que el más polémico personaje de bía que proteger a su excelencia,
ticamente, al menos; ocasión que la historia moderna de México, el el ex general-presidente–; subió
nunca llegó, el vencedor de Ba- dictador Santa Anna haya habita- por cada uno de los peldaños de la
rradas, el “cojo Santa Anna”,
como le gritaba tiempo después la
multitud adolorida por sus deva-
neos y traiciones, tuvo tiempo
para meditar de lo ocurrido. ¡El La última residencia
Álamo!, las siesta de él y de sus del general Santa
tropas a orillas del río San Jacinto Anna, convertida en
que le costó a México la pérdida una especie de bistró
postmoderno.
de Texas; de su reunión furtiva e
ilegal con el presidente Jackson
en Washington, en donde se
comprometió, como prisionero de
los texanos, a reconocer la inde-
pendencia de esa importante pro-
vincia con tal de salvar el pellejo;
ah, y también de Cerro Gordo, de
los titubeos en la batalla de La
Angostura, de Padierna, Molino
del Rey, Chapultepec, y de su ver-
gonzosa huida de la capital, de-
jándola inerme, y que el pueblo a
brazo partido, con las uñas, pie-
dras y palos enfrentó al arrogante
invasor, que entraba a tambor ba-
tiente al Zócalo al son del Yankee
Doodle, ante el enojo e indigna-

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lujosa escalera de mármol de Ca- muchachas que estaban imbuidas


rrara, arrastrando su prótesis de en esos menesteres.
palo; que puso su mano en el ele- El recinto, pues, es hora una
gante barandal, que ayudado por especie de bistró “postmoderno”.
sus asistentes y por la servidumbre La concurrencia, escasa, princi-
y al cuidado de Dolores Tosta, es- palmente de gente joven, parejas
taba en este o en aquel aposento, que muy quitadas de la pena sor-
todo seguramente con buenos ben un “capuchino” o degustan
muebles o ajuar chippendale, al- un “pie” de limón a la crema. Se
fombras, candiles, cuadros, espe- nota, a todas luces, no sólo la ig-
jos, porcelanas y demás menaje pal; todo con piso de parquet, re- norancia de lo que este lugar
doméstico. luciente, brillante; en uno de los significa, sino indiferencia.
En efecto, esta casa conserva, cuartos, tal vez el comedor de la Sin embargo, la figura de Santa
en términos generales, su diseño casa, está una oficina del corpora- Anna no se olvida, para bien o
original. Está el patio, cubierto tivo, atiborrado de computadoras para mal se encuentra presente en
por hermoso domo, ahora ocupa- y de otros materiales electrónicos; todos los rincones y espacios. La
do por un piano de cola –”tócalo un grupo de hombres y mujeres sentimos. Es como un reproche
si sabes” dice un letrero–, en un jóvenes que indolentes a la so- velado, es un acto irreverente
rincón un templete y sobre él el briedad del entorno, atienden, para lo que fue su último cobijo.
instrumental de un conjunto mu- manipulan tal “bonche” de dispo- Además de los intentos para re-
sical. En el resto de la planta baja, sitivos modernos, que contrasta pensar o replantear su trayectoria
y en la superior, libreros, mesas con la longevidad del ámbito. El política, hace algunos años se
con muchas chucherías, dulces, cuarto siguiente, tal vez fue la rodó una película por un cineasta
gorras y playeras emblemáticas, li- alcoba o recámara de Santa mexicano, cinta cuyo nombre, si
bros religiosos y biblias, así como Anna, y seguramente allí entregó mal no recordamos, era “Su alteza
mesitas y sillas para tomar café o su alma al creador. En lo que es el serenísima”, en donde se trataba
té con bizcochos, galletas o caba- gran salón, también impoluta- de recrear precisamente cómo
llerizas, más cubículos, con mer- mente renovado, refulgentes pa- pasó los últimos años de su existen-
caderías alusivas, cubículos con redes y piso, éste también con cia el fementido dictador en el do-
estanterías atestadas de libros, parquet, es como un recinto de micilio que aludimos. No obstante
mullidos sillones y por corredor ejercicios espirituales. Allí, en esa los esfuerzos de su realizador, todo
angosto, se llega al salón princi- ocasión, pudimos ver un grupo de pasó sin pena ni gloria. <

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