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Literatura y clase social


Portada: Elsa Amado Ángel Rama

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Literatura y clase social

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Primera edición 1983


© Folios Ediciones, S. A.

ISBN 968-4 78-035-4

Derechos reservados conforme a la ley


Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico Folios Ediciones
cida, fue la ·cuenta menuda de lo cotidiano. Y ha sido devorada
El poeta frente a la modernidad* por el anecdotario de los memorialistas que han concluido por
disgregarla. Todo en ella resulta pequeño si se compara con
la energía arrolladora de Martí, el signo trágico de José Asun-
ción Silva, la militancia política de González Prada, el agresivo
dandismo de Santos Chocano o Blanco Fombona: sucesión de
historias triviales, en ocasiones tristes,, en ocasiones sórdidas, en
torno a las miserias de la vida !iterarla, las angustias económi-
. cas, los cargos diplomáticos que varí~ con los reveses de sus
protectores, las galeras de la tarea p~riodística, la carne (fre-
cuentemente de alquiler) que tentaba con frescos racimos el
temor a lo desconocido disfrazado con el oropel ocultista, la
tristeza de las fiestas. Pocas vidas con menos grandeza. Él, ad-
mirador de profetas como Víctor Rugo o Walt Whitman, no
dejó de saberlo. Se consoló pensando que no era él sino la época
toda la que careda.de dimensión heroica: "A falta de laureles
Conciencia reflexiva del arte son muy dulces las rosas 1 y a falta de victoria, busquemos los
halagos." En lo cual reafirmaba una secreta concertación con su
¿Por qué aún está vivo? ¿Por qué, abolida su estética, ar:umba- tiempo, como claVe de su arte, de su' estética, más aún, como
do su léxico precioso, superados sus temas y aun desdenada s~ medida de su triunfo·.
poética, sigue cantando empecinad amente con su v~z tan plena. Si en su vida no hubo aventura, ri~sgo, desmesura original,
Sería cómodo decir que se debe a su ger;w, sustltuyend? un tampoco su personalidad se proyectó con relieve entre las de-

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enigma por otro. ¿Por qué tantos otros mas a.~daces_ que el, de más de su tiempo (un tiempo de desenfrenado egotismo co-
Tablada a Huidobro, no han opacado su leccwn. poetlca, en la mo no volvió a conocerse) según el te'~timonio unánime de los
cual reencontramos ecos anticipados de los cammos mo,dernos contemporáneos: 1 un hombre simple, !escasamente interesante,
de la lírica hispánica? ¿Por qué otros. tantos que ~on afan bu~­ poco atractivo físicamente, de conver$ación apagada y opaca,
caron a los más no han desplazado esa su capacidad comu~,~
cante, a él que dijo no ser "un poeta para muched~mbre~, ·
. Por qué ese lírico, procesado cien veces por su desden de la ,
1
En el libro de evocaciones que Vargas. Vila dedicó a Rubén Dar(o
~da y el tiempo" en que le tocó nacer, resulta hoJ;'? consustan- ,cuando su muerte (Rubén Dan'o, Madrid, 1918) recuerda un encuentro
cialmente americano y sólo cede la palma ante MartJ. , en el París de 1900 que justifica esta descripCión del poeta en el mundo,
Para interrogar su paradoja! situación no hay smo su poes1~, :con que lo antecede: ''y apareció como siethpre, escoltado del Silencio;
era su sombra; el don de la palabra le habfa sidlo concedido con parsimonia,
como él lo supo siempre: "como hombre he VIVIdO. en 1~ coti- por el Destino; el de la Elocuencia, le había sido negado; la belleza de aquel
diano; como poeta, no he claudicado nunca". E~a vtc!_i crr~ular espíritu, era toda interior y profunda, hecha :de abismos y de serenidades
que comenzó en un pueblecito_de.Nicaragua en'.~7.,y vmo a pero áfona, rebelde a revelarse, por algo que !no fuera, el ritmo musical ;
cerrarse en su misma tierra en (1_~1§_ tlesp,ués de haber abrazado el golpe de ala sonoro" (Editora Beta, Medellfn, s.f., p. 34) y más adelante:
"el don de la Ironfa, le habfa sido neg~do pOr la Naturaleza, como todos
en adultos períodos de casi igual durac10n los pun_tos clave de los dones de combate" (p. 46). Vargas Vila jljlstifica así su amistad: "es el
América -latina y sajona- y los de una Europa sonada y pade- Genio ?e Daría, lo que ha hecho mi admiraciqn por él, pero es la debilirl~d
de Dar1o, la que ha hecho mi cariño y mi amistad por él; en Darío, el Poeta
i~ponía la adm~ración¡ el Hombre, pedfa la protección; era un niño per-
,di<!_o en un cammo; hallándose con él, era pr~ciso darle la mano y acom-
*Versión ampliada del prólogo al libro de Ilubén Datfo, Poes{a, Cara- panarlo un largo trayecto, protegiéndolo cont¡ra su propio miedo" (p. 34).
cas, Biblioteca Ayacucho, 1977.

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;,jeno a esa vida mundana que irisó en su obra,tír;üdo y aun la obra de arte, V_!'rdac!~I5'.Jaller donde se estu<!ia,_l?a,_y__<:omponía;
confuso y vacilante, desco¡ocado en el comerciO mtelectual, se examinaban las lecciones poéticas natrvas o extrañ~¡éras
ceremonioso y diplomático¡ en la vida pública. Su trato social muchas veces con alard·e - de precisión .
técnica; se exploraban'
no permitía entrever al art¡ista. ltsta fue su actividad estricta· las reclamaciones, más que las superficiales las profundas, del
111 ente privada -no i1nportti que fuera capaz de ;es_cri~~ en un
medw cultural; se_v:igila(¡a laela!J()raci§_l!_re_sp9nsable y cuida-
café o mientras los amigos. conversaban en su habrtacwn- ne- dosa delg_bjeto _est~_t;i~º que _debía colocarse en e( seno de la .
cesitada por lo tanto del libro o del periódico para que mediara s~Cié¡l_!id_. De un extremo a otró-de sú-obrano- dejéÍ de alertar
en su comunicación con._ d público, por lo que puede estimár- so ore esta indispensable cerebración (consciente o inconscien-
sele el primer...§§_Q¡jLor, la~o sensu, de Hispanoamérica. Había te) que era una de las justificaciones de la profesionalización
perdidoenJíillo tribunicio ;de sus antecesores románticos y aun . requerida para el nue·vo arte: la admonición más severa de sus
la capacidad de algunos mQdernistas, como José Martí, para la "Palabra~ limin~res" de Prosas profanas no fue el desdén por
oración arrebatadora. Él fue, en cambio, un tímido, apacible, lo b\lrgtr<es..a.ll1encano de ~u tiempo que tanto agitó, sobre todo
discreto hombre entredormido. -paradójicamente- a los espíritus antiburgueses, sino su com-
Si bien ya no puede c¡1estionarse la seriedad de su forma· P!_~baci~t1de que er_al1jus_t;[l_mente los renovadores, es decir, los
ción intelectual su amplío y seguro conocimiento del arte, su directamente ·responsables de-lá--11üeva literatura, quienes se
perspiCaCÍapai~ detectar e1 valor artístico en los poetas del p~­ encontraban "en el limbo de un completo desconocimiento del
sado y de su presente; si pien ya no puede dudarse de que el mismo Arte a que se consagran". Eso ponía en peligro el pro-
no fue ese artista o bohem¡io genial que decían los provincianos Y_"cto de_au~()_ll(>ll1.Í.'l_il1t_e1".<:!_\lal del.cOntinente ·sobre el que
de una América demorada en la mitología romántica, sino un tanto se vema declamando y tan poco haciendo desde la inde-
intelectual riguroso,. moderno, austero en su producción, t'odo pendencia: "en este tiempo en que en todas partes, y en nuestra
eliose-prodÜjo eñ-secreto'y'dispohemos de ejemplos de su ti- Am~a...§.Q~todo, se necesitan los fecundadores del alma,
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midez para comunicarlo como si temiera herir b ser incompren- l~s~ad~,.',)los_~gorosos h~edores de hijos intelect_\la]~_s" 2 .
dido. Con él se instauran la~ r_ggla.s_ci~Ja futura profesioJ1_<lliz_ación dJCe en su penodo argenfmo yenotro textopfoC!ama: "el ver-
del intelectual, por lo tanto en íntimo consorcio con la demanda dadero
. artista es aquel que en el ~~·-------·--
estudio constante ' y en el aisla-
y liis ccinaiciones peculiares del medio cultural. Sin embargo, mrento de su torre ebúrnea, pone bajo el triunfo de la Idea,
la búsqueda de tales precfptos modernos resultó escamote_flcga perseguida y adorada, todo lo que para la mayoría opaca y sor-
por la perviven cía del esté.' reotipo "inquerida boh;m~a_,." YChoy') da, sorprende o deslumbra''.' Cumplió a fondo con ese estudio
no es su obra, que sigue siendo moderna, smo la ~';que de asiduo: en Hispanoamérica toda no hubo ningún poeta y nin-
él se fraguó la que nos resulta pasatista. gún crítico que, muerto Mallarmé en septiembre de 1898, fuera
El voluminoso anecdotario acumulado sobre él poco nos capaz de escribir en el siguiente mes de octubre un análisis tan
dice sobre su actividad artística y, por el contrario, enturbia la perspicaz, de apreciación técnica esmerada y de captación pro-
percepción de ese su fun~ionamiento intelectual que se cum- funda de su significación, como el que Darío le consagra en El
plía a través de una oper¡¡.ción consciente que no pareció tras- Mercurio de América.• Quince años despuésvolvía a decir, le-
cender a la máscara del hombre entredormido. Había llegado
el tiempo de los que se llamaron 'tiQScere)¿r:_ale§5Y aunque pue-
da parecer contradictorio ,con la altísima sensualidad verbal que 2
"lntroducción a Nosotros de Roberto J. Payró" (La Nación Buenos
signó su obra, Darío fue P.e~f_eeto !'xponente de esa reciente Aires, 1 de mayo de 1896) en Escritos inéditos de Rubén Dorio (Edit. E.
revaloración del ,trabajó-intelectual que impuso un profundq K. Mapes, Nueva York, Instituto de las Españas, 1938), p. 100.
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éorte a la historia literaria y contuvo la desmayada concepción "Bajo relieves de Leópoldo Dfaz" (Reuue Illustrée du Rio de la Plata,
de que el arte: era mera~ente expresión, pues a eso había ido Buenos Aires, diciembre de 1895) en Escritos inéditos de Rubén Dario, ed.
cit., p. 82.
a parar la estéticaromántica en el.cont;ii)g_n_te. Se trataba de la 4
Escritos inéditos de Rubén Daría, ed. cit., p. 134·137. En uno de sus
restauración de la conciencia como campo de producción de

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yendo a Martí, que la sencillez no podía confundirse con espor;- , sugirió Onís, ~perQ.jas lín_eas deJ'uerzas que venían tendién-
taneísmo y expresión del alma, ya que era de "las cosas mas dose en Europa y Estados Unidos desoelamstáuración cataclís-
difíciles, pues a ella no se llega sin potente dominio del verbo ticaae-las·revofuClóiies"l:iurgllesaS:iesconfirió nitidez y coheren-
y muchos conocimientos", percibiendo y admirando en el cu- : cia y las organizó a modo de instrumento de penetración en el
bano su reflexión sobre el arte "pues bien sabía, como todos 'futuro, para la ·recién experimentada instancia de expansión
los grandes conscientes, el valor de su verbo armónico y melo- ecuménica de la burguesía. Sólo que en América no se vivió su
dioso".' La conciencia del arte, la certidumbre de quese~debía [largo crecimiento sino .. que..irrump_ie_ron bruscmn;mte junto con
operar Íaproé!ucCTonlÓcida (fe un significado estético, s.e cons- losJinancistas europeos al_declinar el XIX, pareciendo una sub-
tituyó en el punto focal de una nuevaactJtud que Dano com- 1Versión. El sincretismo que prolongó el eclecticismo en arte, ar·
partió con los mejores modernistas/ quitectura, filosofía, permitió reiterar hacia el final del siglo:
Pero un buen nadador, bien dotado y bien entrenado, es ·"¿Quién que es n.o es romántico?", proponer una pócima dosi-
posible que no alcance. su mejor rendimiento si debe enfrentar ficada "con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo" y recoger
un mar hostil y en cambio es previsible que avance impetuosa- en una sola brazada los orígenes de esta vasta mutación que se
mente si logra colocarse en la corriente central que favorece su ¡encuentran en el liviano y melancólico rococó de la regencia y .,
esfuerzo. Sobre todo si se ha desechado la derrota trágica del 'su actualización última en el subjetivismo ornamental del art
héroe romántico como modelo de vida artística y se ha optado 'noveau de fines del XIX, testimoniando así la tardía incorpora-
por ser el triunfaCí2'r~c{efpresente,coií'todos fas riesgos que esto ción de un siglo largg,. cllL!it.eQ¡.t_¡ga, visto desde el remate sim-
conlleva respecto al eventual triunfo futuro que asegure la su- bolista hacia el cuaise dirigía.'
pervivencia, eso que se siguió llamando la inmortalidad de !!'- Si prescindiéramos por un momento de las diversas edades
fama. Si es aquí y ahora que debe imponerse un mensaje poe- y generaciones a que pertenecían los intelectuales de entonces,
tico, es aquí y ahora que debe armonizarse el conocimiento y de sus doctrinas filosóficas o estéticas diferentes, de su variada

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el tesón creativo del poeta con la corriente rectora que marca formación cultural, e interrogásemos lo que escribieron entre
la tendencia fundamental de una época y que muchas veces no 188()y_l890, observaríamos que todos se enfrentaron al mismo
es perceptible ni siquiera para los que están viviendo ese mo- ])i'oblema: a esa brusca evolución de circunstancias preexisten-
mento. Aún más dífícil es detectarla cuando se pertenece a un tes (débiles en América, vigorosas en Europa) que dotó de nove-
tiempo "de elaboración y transformación espléndida" (Martí), .¡:lad urgente al panorama de la cultura y exigió una perentoria
cuando la historia nos reduce al génesis con su multiforme con- toma de conciencia. Tanto en el de mayor edad, Manuel Gonzá-
fusión porque se está iniciando un nuevo ciclo donde ""ohabitan lez Prada, como en el más joven, Rubén Daría, y también en
lo viejo y lo nue','()_bajo las más variadas máscaraS.)PercibTr en José Asunción Silva, Manuel Gutiérrez Nájera, José Martí. Cer-
ése~coiífúsolnstante hacia dónde iba la nueva cultura germinan- teramente ha dicho Paz: "el modernismo era el lenguaje de la
te y, si~-t~mol' al debaieY'la~"út.!Cit ocasionáles,-árroja~'S~ den- época, su estilo histórico, y todos los creadores estaban conde-
trode sucorriente, fue la empresa de Daría y del equipo inte- i1ados a respirar su atmósfera".' El problema fue para todos el
lectu.alque conocemos con el nombre de "modernistas". Es
evidente que sus miembros vivieron una profunda crisis de la
_cullura, aunque ella, lejos de disolver el siglo transcurrido como 6
Con más agudeza que Federico de Onfs, el colombiano Sanin Cano
Percibió que el modernismo no era una "crisis" ni una "renovación", sino
Una culminación (y, agreg'amos nosotros, una acumulación) del íntegro
abocetados incisos, dice: "Ausencia preconcebida de la usual ayuda de lo proceSOCUitúr1J."i europeO_ desde el XVIII__ quo acompañó_ el triuniO de -Ia_
incidental, cara a la pereza en la celebración: el pensamiento-parangón queda blifiUesra:-nEl~ruoaerrilSiñO "es- u·;;a -derivación del romanticiSriio;- eh~Cie:rro-s
por lo tanto en su soledad, sin otra corte que sus propios fulgores, asunto aSpectOS-:-- es una ampliación de las reforinas qu.e trajo aquel hervor fecun·
de aspirar en la rosa esriritualla única mágica perla de esencia." dísimo de las almas y los cerebros a fines del siglo XVIII y a principios del
5 "José Martf, poeta" en O. C. IV (Madrid, Afrodisio Aguado, 1955), XIX." (Ldras colombianas, México, D. F., FCE, 1944.)
7
pp. 945·946. 7 0ctavio Paz, Cuadrivío, México, D. F., Joaquín Mortiz, 19G5.

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mismo (reconozcamos las variaciones determinadas por el grado imitar ~1 arpa mía", dijo entonces, cosa que volvió a decir de su
de desarrollo de sus respectivas áreas o su particular problemá- subs1gu_1ente período chileno, aunque ya en francés y con for-
tica) y la asunción de una conciencia reflexiva, como respuesta ';'ulacwn paradojal_: .':Qui pourrais-je imiter pour etre original?"
a la circunstancia, también fue la misma. A partir de ese sustrato Fue la norma que ngw su trabajo, tal como podía haberla apren-
con1ún podían diverger las soluciones propuestas, pero todas de- dido en las severas academias de bellas artes de la época en que
bían surgir de una concienoia crítica en que· el arte se tornaba el alumno c~p1aba duran~e años. En el principio es la imitación,
reflexión. pud;> t;aduciL O, t~mb1en, en el principio es el instrumento y
Por ello la primera tare,a de un joven poeta fue entonces su tecmca de ejecucwn ..
interrogar a su tiempo. El naufragio de las técnicas tradicionales que se prod~jo a
com1e11:zo~ del xx no permite percibir la importancia de estos
aprendizajes del XIX en que los modernistas cifraron su gloria
La visión del futuro: la universal república Y que a ell?s les e~igió una tarea magna: no fue sólo la difícil
mcorporacwn de ~métricas extranjeras, redes temáti-
Cuando a los diecinueve años Rubén Darío abandona su patria c~slstemas rn_etafó.Ji_c_'?s y adj~!.ix?]es, reg¡menes lex!Cíile~, sino
rumbo a Chile, deja atrás: la infancia y juventud provincianas; al m1smo tiempo la re_<!.tlllliaciQ!J_<l.e!..p~a¡j_o_p_oéfic~o:.i:l.e:Ta.PKQ·
el aprendizaje de la poesía, de las ideas y de la virilidad; el ago- pla I()ng11aque contaba ya un m!lemo de aportaciones pero que,
tado conocimiento de una de las áreas enquistadas del continen- por su general descm;~cumento en el x1x, por la anquilosis es pa-
te, y un libro, Ep(stolas y poemas (1885) que es el diario de su noJa, por la m1sma dificultad con que los americanos manejaban
interrogación al tiempo. una lengua culta que les era propia y extraña a la vez (nuestro
En ese período centroamericano había sido el "poeta-niño" sacrosanto punsmo): resultaba tan extranjera como la poética
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a quien se hace recitar en fiestas y reuniones. Allí, en esas tierras francesa. Este trabaJO evoca el desvelo caligráfico del arte chi-
olvidadas de las metrópolis culturales, y al revés de lo que ya no o, co_mo lo vio Daría, al 1nonje artífice medieval miniando
ocurría en éstas, la poesía seguía siendo importahte para la co- sus mayusculas. Otros, manejando un polvoriento bagaje racista,
munidad aunque lo fuera con maneras arcaicas: generaba admi- prefmeron hablar de la naturaleza imitativa del indígena (no-
ración, se la reclamaba para la vida familiar y la pública, se usaba . gran dan o o chorotega, al gusto) como si los ladinos de América
de ella en la educación, servía para la doctrina y aun para la . 11:o se bastaran para esa función y no hubieran demostrado en
lucha política era indispen4able vehículo de amores y pesares, · Sl.~lo Y medio de independencia una forzada capacidad de imita-
proporcionab; ornato a cualquier texto y aun conservaba sin : cwn que respondía a su ubicación marginal en el sistema mun-
tacha su aura religiosa. El poeta-niño no era todavía rareza de . d1al de la producción cultural.
feria sino prodigio natural ungido del raro don que aún podía Se trató rigurosamente de una:í_iñífiililii.i.LiféTecii'icii$\(rejuve- .
filiarse en los cielos: sólo así se entiende la atención que le dis- nec1da palabra que prohijó la ciencia del x¡x)ei1Ias.cu~les muy
pensaron maestros, políticos o gobernantes. Un sentimiento po~os v1eron capacidad para introducir concomitantes signifi-
mozartiano rigió su adolescencia. Aprendió a respetar el poder ca~JOnes o modificaciones culturales: fue el endecas!labo de
que se le había concedido y a perfeccionarlo con esmero: ése ga1ta gallega que sólo Menéndez Pe!ayo percibió en el "Pórtico"
era. su ¡'tesoro" aunque antes de serlo "person~" fue simple- al llbro de Salvador Rueda que escribiera Daría; o el tetrasJ1abo
mente un oficio, pasible de aprendizaje. acen~u~do_ en tercera con que José Asunción Silva construyera
Si se leen los papeles que escribió antes dé 1886 (es nada la m~sJCa mcesante de su "Nocturno" y en el gue nadie oyera la
menos que la tercera parte de su obra lírica) no se encontrará lec'2.on el~ losJ¡¡~_\liistas es¡:>_añ()l_"S__qer'i.lLIJL<LIJf..~L?utgrcon­
a Rubén Daría. Sólo se oi'á a un instrumento poético, escaso feso _ll_ab~_r.J'.~I.il!HJo. L_as ~aparecieron como la libertad y
de acento original, ·que está afinándose mediante la aplicada e~ p~o, Y tamb1en como un bien mostrenco y neutral: no
ejecución de todas las partituras -buenas, excelentes o medio- se que ha~a habido quienes percibieran en la introducción de la
cres- que encuentra a mano. Es un intérprete. "Todo quiere refngeracwn de carnes de entonces, un futuro y fatal cambio

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de la estructura económica y por ende social. Aún no se dispo- buen pirata; ya es hora"), admirando por lo tanto a quienes en
nía de un sistema explicativo de este tipo.
la historia habían aplicado aquella consigna de que el escritor de
La conciencia reflexiva que ahora regía concedió lógica raza es el que se propone mayores dificultades. Por este camino
principalía al aprendizaje _<l_:'_}¡¡s__t~~l1~c_as. Pero lo que Poe hizo a
Darío llegará al reconocimiento del arte de los barrocos y ma-
comienzos del xiX, IoS"l1íspanoamericaños tuvieron 'que hacerlo nieristas del xvu, antes que los críticos españoles. Aun en este
al declinar el siglo, absorbiendo bruscamente casi tre_unileni.Qs_._ período centroamericano sigue repitiendo las monsergas de Me-
Eso implicó un aplastiuríiento ·de la ·aiacroriía -qué contribuyó néndez Pelayo sobre los barrocos, pero pronto encontrará en
a oscurecer significados y a realzar en cambio a las meras técni- ellos ese virtuosismo de esmerados ~jecutantes en el que recién
cas, así como una percepción de ese panorama -ficticiamente ahora está ejercitándose.
sincrónico- a través de la conflictualidad de la época, lo cual La imitación tomó la forma d~ una interrogación: ¿cuál
exacerbó la eufórica sensación de emparejamiento entre las dis- debe ser la poesía futura? En las epístolas y poemas de cepa
tintas culturas, metropolitanas o marginales: aún estaba lejana victorhuguesa de su primer libro asistimos a una reflexión insis-
la sociología de la dependencia. tente sobre el arte y en particular sobre la poesía, buscando
"La poesía castellana" es un poema de 1882 en que Darío comprenderlos a la luz de la conflictualidad cultural en que se
comienza imitando al M (o Cid y, atravesando la historia comple- vivía. Primera comprobación: el asunto obsesivo y casi central
ta, llega hasta Olmedo y Campoamot copiando met~os, imágenes, aquí, como en _el siguiente eríodo . üleno, 5_':'E.á~.J:ll:'2J2i()__~rte,
léxico de los diversos autores. Esto que Proust hubiera colocado t~<:.~o al fm__de_ e_sta ut_oco11~ieJ:1cia¡:eci~11descubierta que,
entre sus "pastiches" lo consigue Darío gracias a una vor~z renunc1:mdo a la expresión espontápea, requería la fundación
lectura de la colección Rivadeneyra y se encuentra en el mis- y legitimación inteleetuarde la pOesía, volviéndose críticamente
mo plano de sus imitaciones griegas, de sus traduccior;es de sobre ella. Segunda: tal asunto ser~ Visto eñ Íntimo consorcio

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Longfellow, La Motte, Víctor Hugo y de sus plurales parafras1s con laepoca, atendiendo a sus valores éticos y filosóficos, aun-
de los poetas franceses y españoles de su tiempo. Dentro de la que también a sus basamentos sociajes y económicos, cosa que
concepción contemporánea de la cultura que arranca_ de la ins- para una perspectiva posterior de Ht obra dariana podría sor-
tauración burguesa, la imitációg__go tiene buena acogida, como prender. Tercera: lo que trata de des~ntrañar no es sólo la situa-
en cambio la tuvo en'lai;"é"iilturas antiguas donde fiaSfa la memo- ción presente, la justificación y via)idad de la poesía, sino la
ria fue sacralizada. Esto no impidg_re<;()!loc.er.que_lajmitación que todavía no existe y vendrá: "Y ~n un inmenso anhelar 1 lu-
tiene un valor y que erí"este muchacho centroamericano encon- chamos por penetrar 1 el velo del porvenir" dice, desde la "In-
traiñüsliñPi'estidigitador !'()j_tico dotado de un don caligráfic? troducción" del volumen, y vuelve sobre el punto en sus poemas
que asombra-yae·un- portentoso oído musical, l':'s cu~les certi- mayores.
fican su conocimiento profundo de las fuentes. S1 Dan o, en vez Una epidemia de futurismo había invadido al mundo en el
de un crítico de aliento hubiera sido un crítico de exigencia, último tercio del siglo: desde "la novela futura" hasta la "Eva
habría resultado implacable para sus contemporáneos porque de futura" y la "irreligión del porvenir" nohubo asunto sobre el
inmediato podía detectar la pr()cedencia de tantísimas compo- cual no se inquiriera desde la ilusoria perspectiva de su destino
sicionesprese¡¡tadas como originahos. A lo que se agrega-que esta haciendo de la cultura europea un cpntinuo espejear profétic¿
aplicaaa escuela en que se formó conduc!a a un fª_§go_defil::idor que las "iluminaciones" de Rimba~d certificaron categórica-
de Darío y aún de muchos de sus colegas: Cf'l .'!'l[t_\l_~~] El mente. Del mismo modo entre los: hispanohablantes: El que
dominio técnico -que tan visible fue en materia de ritmos Y vendrá titulará uno de sus folletos Rodó, y Alomar condenará
·metros- engendraba un continuo desafío que se entablaba a la el "horror de futurismo" que enconhaba en su país. Las artes
lengua poética: no .sólo había que vencerlo mediante la imita- asumen militantemente este nuevo r4gimen, dividiéndose entre
ción, sino cornplícarlo cada vez más proponién~C?S_~!l~~y_Q§j?.~O­ 1 aquellos que más tarde serán llamaqos de "vanguardia" y los
blenlaS a los que dar airosa solución (un acento agudo para cerrar que son condenados despectivamente~ la "retaguardia".
el pnn1er hemistiquio de un alejandrino: "Ya es hora de partir, Se parte, obviamente, de la insatisfacción del presente, de

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esa sensación de vacío y soledad que se posesionó de los artistas la "universal República". Daría avizora el nuevo tiempo como
del período y que en buena parte implicó una crítica, expresa o el de la unificación deLplaneta, taL como efectivamente estaba
tácita, a la nueva sociedad burguesa creadora del universo con- producié@ose.rmllltar y econórnicanientetpol' obra~de- lbs-ün-
temporáneo. En Améric·a la insatisfacción adquirió notas agudí- penoscentrales_y ve cqn qptimism(), sin_reticenCias~ esaeoyun-
siinas, t.anto por el real atras:o del rn.edio como por el efecto de ttiiá, S:_Q:ii_~~.C1~é1í9o aLcontinente_americano elc~tro d_81i_i-S expeC-
mostración "berodiada" aportado po¡- las culturas europeas que tativa~denti:o __ de_un.pensamiento_americanista qúe desde Bello
llegaban con el mismo ritmo de la expansión imperial de las me- vénía_gy_olucionando-aunque con uninocultable dejo retórico.
trópolis, las que facilitaron la adquisición de esta conciencia del -Esta confianza alimentará su adhesión al manantial civiliza-
anacronismo que se posesionó de la intelligentsia continental. A dor europeo que promueve la uíüficación, le llevará por sucesivas
muchos los condujo a la desesperanza y al pesimismo: lo encon- gradas aproximativas -primero Santiag\Lde_Chi]~Buenos
traban racionalmente fundado por las teorías europeas de la
A;ires- a la;; cte~on~~~~lj_<oanl'_~_ctELi.ª_s-~()Sl1}Óp()lis_Lli~Y
época, mayoritariamente telúricas o racistas, qué condenaban solo entrara en qmebra cuando sobre el fin del siglo se mstále
sin remisión a los pueblos mestizos de la América tropical (Bul- en la misma Europa dentro del alma parisina, pudiendo también
nes, Arquedas, Zumeta, Ramos Mejía, S. Romero); pero a otros él arrojar una mirada sobre las "entrañas del monstruo". Pero
los remitió violentamente a una expectativa de futuro que resul- r aún así, @.111od~rni~unca dejó de ser, para él, el@smopoli-
taba mezclada adulterinamepte con los resabios del idealismo ~ Era ésta la palabra clave del progresismo de Ía época y
romántico. El más ambicias~ poema del Daría adolescente se aun el adolescente Martí subtitula su primer periódico patrióti-
titula "El porvenir" y surge! de una necesidad. de clarificación co: "Democrático y Cosmopolita".
en que pone todo su esfuerzb intelectual: "por fuerza espiritual
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fui conducido 1 a tener la visión de lo futuro". . ,


También por tres estadios -tras las huellas comtmnas- el Una búsqueda dentro de la alienación
ve atravesar a la sociedad humana que desfila bajo los ojos de
Dios: uno antiguo, feudal, religioso y mítico; otro moderno, Los efectos de esa unificación, a la luz de los cuales el poeta de-
democrático, industrial y raqional y un tercero que vuelve a ser bía desentrañar la corriente rectora y hacer su opción estética,
espiritual pero en un plano, superior, armonioso y perfecto, a resultarían más visibles en Santiago d~que vivía la euf2_ria ·
modo de realización de lo ~ivino en la tierra. Un anciano, un de la riqueza salitrera recién arrancada_p_or !ª_guerra del Pacífico
rudo obrero y un arcángel se :encargan de explicar, ante el Señor, a Bolivia y Perú;qlie-eílí~s-tractidoi:-.aíes tierras centroameri-
cada uno de esos tiempos que, respectivamente, ellos simboli- canas. No se-negará a Daría decisión para la búsqueda ni rapi-
zan. El presente es el trabajo y la ciencia, la sociedad multitu- dez para encontrar nuevas vías: entre el 24 de junio de 1886,
dinaria y vulgar, la fuerza, el número, pero también la duda, el fecha en que desembarca en Valparaíso, y el 9 de febrero de
escepticismo que arruina el ,orden armonioso de la d1v1mdad_Y 1889 en que retorna a su patria, aunque ya con la expectativa
de la naturaleza aún coordinadas. El futuro ~s_]aresJ;auracwn de Buenos Aires, no habrá camino que no explore, lección que
del espíritu -aunque se le incorpora una solapada "religión del no aprenda, descubrimiento artístico que no haga. Todo fue
Arte"- pero es sobre todo "la vida universal" a la cual se con- experimentado en menos de tres años: la poesía patriótica de
sagra la mayor parte del disc~rso del arcángel. entonación grandilocuente en el Canto éplcOalas glorias de -~z­
El ángel de la aurora detcribe el mundo futuro: es el de :a Chile; las rimas becquerianas en Otoñales; la p()~Sía satírica y
luz creadora el de la sabiduría divina, el del orden y la armoma realista descendÍente de Campoamor, Núñez de Arce o Bartrina
de sus parte~, regidas por 1¡¡. pauta equilibradoni de la poesía. eílAiiro}os; la poesía culta de inspiración americanista en los
Pero es sobre todo el de la qoncordia de los pueblos y culturas: "Sonetos americanos";effo!letín romántico en Eme(ina; el
el "Asia muelle" .el "Áfrida tostada", "Europa, la altanera" cuento parisién, el cuento realista y la poesía sel).§JI.Al en Azul . ..
nque tiene por br~Zo a Lanches, a París por alma", y" América que se ofreClo; al fin de este período nervioso de búsquedas, co-
hermosa" se reúnen y concuerdan para formar la fraternidad de mo la solución que más se armonizaba con su temperamento y

88 89
situación vital (ya' le había confesado a Ricardo Contreras: "Mi ~ituación anacrónica: derrotar al c~lonialismo retardatario espa-
musa es musa que sus alas pliega 1 primero que intentar subir la nol, 'procurar la independencia política, constituir la nación cu-
cumbre 1 abajo se solaza, r(e y juega") y simultáneamente con bana, cosas que los demás países habían conquistado medio
la demanda de un' nuevo arte que estaba haciendo el sector más siglo atrás.
avanzado y educado de las sociedades latinoamericanas puesto El vacío literario surge por el desajuste entre la sociedad en
en estrecha asociación con la hora u ni versal de las culturas euro- transmutación y las A"ormas poéticas tradicionales. La visible in-
peas. adecuación de és~as paTa responder a la situación emergente
DadCJ_gge varias de estas obras nacieron como respuesta a convpca nuevas busquedas. Sobre ese vacío comíenzan a tantear
los @'iCursos ~.r.a~_QQ'{Qc;_adruum. eL~9, podría pen- su viabilidad otras orientaciones, en particular dos que mostra-
sarse qtie.íüeron maneras de penetrar un <fuedio)l ..__,_,_ imponérsele, ron mayor presteza para responder a las condiciones de la mo-
preferentemente por el flanco de sus puntos debiles que eran los dern_i~ación tocand? sus _sistemas t"\eurálgicos: la poesía realista
más retardatarios, o que se trató de la aplicación del talento de (satmca) y layoes¡a ai_'!I_st_rc_a (sensualista y esteticista). Aunque
un joven inmigrante a la áspera conquista del pan cotidiano. Sin el enfoque cnbco del xx concentrándose exclusivamente sobre
duda. Pero, además, fueron métodos de prospección de una so- la segunda esca'n1oteó a la primera, de hecho ambas convivieron
ciedad aún desconocida, pujante, en impetuoso y confuso creci- todo el largo período. mo<:\ernista, al comienzo en el mismo es~
miento, para determinar la ubicación que dentro de ella podía cr1tor: soñ los· Versos libres y los Versos sencillos de Martí; Go-
caber a las letras en ese instante en que se comprobaba el fin del tas amargas y Libro de versos de José Asunción Silva Presbite-
largo imperio deLromanticisrno.Y.eL.<C()Stl!J:Í1.\)iíSirJo~con la-nece- rianas y_Exótic,as de Manuel ~onzález Prada, Abrojos~ Azul ...
sidad de una ~teva_f(mJW.<l~t_e_iQ.t.ewr~t_ara sus apetencias. Tam- de fl:uben Dano, Las montanas de oro y Los crepúsculos del
biénen... esfe.caso el horizonte del siglo í(íi"pueél'e"difícultar la ¡~rdzn de Leopoldo _Lugones, etcétera. Lo que establece la con-
VIvencta de ambas !meas, sobre todo en el primer tramo moder-

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percepción de los problemas concretos que vivía un escritor de
fines del xr x en una América c!Q!:l.d!Ua...recusación,y el malditis- nist~ (pues luego se irán separando, aunque no dejarán de ser
mo ·¡Io:f~~,I;JL'\111~-cho-::Stisa.minq Y... ~J._e§g_iJ;,o_!_p~ocur~bl1_c()l1guis­ cultivadas por poetas de las mismas sucesivas promociones) es
tar su integración en el medio. Epoca en que emergia una nueva I;J!J.Y visible en el caso de Rubén Darío: se trata del espíritu
biir[uesía" qt!e'estahades'plazando al patriciado, la cual cm;ecía ~cntiC<J} Una y otra obra derivan de una mirada irreverente sobre
aei@Q.ic.i()Jlf',Ul!lil1f3'!""' era especialrne11.Je ávjªa de poderes y la nueva sociedad: registra sus torpes acciones contrastándolas
placeres, de_ci<:Ji.c!<La transformar el ~dío alde¡¡rt'§lechando ma- con los altos valores morales que, aunque laicizados, sigue mane-
no a lacíñoClernización que le propoma el pacto comercial con jando oficialmente, y que son los que proceden de las originarias
Europa,~protágoñísta~de la división mundial del trabajo que im- fuentes católicas. La injusticia, la crueldad el cinismo la false-
plicaba el progreso material, la ampliación educativa, una más dad, la hipocresía y hasta la perv~rsión, 'son vistos ~omo las
rígida estratificación social mediante la creación del proletaria- auténticas realidades que se amparan bajo el pretendido orden
do y de la clase media, y sobre todo enfrentada a la duplicidad benevolente de la nueva sociedad.
de un comportamiento: no podía h:l~~r.. s.\~Ya. la ética católica La lu_cha contra el filisteísmo burgués unifica productos dis-
que imposibilitaría sus nuevas operaciones económiCas' y' a la pares ~stetlcamente como Abrojos y Azul ... : el abrojo VI parece
vez no podía rechazarla porque era un instrumento utilizable en resumrr el cuento "El rey burgués"; el xx1 se corresponde con
la estructura de poder que se consolidaba. De modo semejante la "Canción del oro"; la crueldad del LVII repercute en Jos poe-
enfrentaba un vacío en el camJ>o de las letras porque, habiendo mas "E st.rval" o "A
· nan k e " . E n las pequeñas anotaciones realis-
,-:¡¡íl~j¡!{jó~j~-lecciÓn del pa;adÓ ~!1otenfi.R_mJ.lº?'c~ nue\'a_que tas de Abrojos, que son estrictamente paralelas a las piezas que
lÜÍcoer.. p¡na ...s.ustituirhí. La ruina de las letras es un lugar común componen Azul . .. parece ofrecerse desnudo y áspero el pensa-
de los aiios ochenta. Quizás nadie la vio mejor que Martí aunque miento que amma a todo e! conjunto .
éste desde una situación atípica, pues, coparticipáildo del con- . Hacia do_nde mire, el poeta registra el desorden del universo,
flicto de las demás áreas, debió encarar al mismo tiempo una la lllJUSticia de la sociedad, la subverSión de los valores, una des-

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armonía generalizada que parece regir a la propia naturaleza y al ,()ro--como-:;;¡;¡;;v La situación no era nueva: le había ocurrido
permitiría enjuiciar incluso '\ Dios. Lo que el poeta ve es la con- a los barrocos españoles (la canción del oro de Quevedo) ~
tradicción que se ha instaunido en la sociedad, al separarse dos recién se ofrecía brutalmente a los hispa_noam_e.ric.an.o§." Si Darío
órdenes que estaban unidos y que se siguen enseñando como hál.ííaVeñíaoreriexíonando sobre la poesía y su fundamenta-
unidos: por un lado las creencias tradicionales, los modos ex- ción consciente, ahora debe reflexionar sobre el poeta y su fun-
ternos o públicos, las palabras y los ritos que componen los c~o nami e!2!2._en .. I<~._~_s:_g,ctad,.I oquemcítiVa-eTain plio terri torio
valores de una sociedad y pdr el otro los comporúnnientos rea~ que ocupa estetema en los cuento~ y enlos poemas del período
les de quienes ejercen aquellas mismas creencias, modos y pala- Pero-·coiiiprende-·quela
chlíei:iO:. expiicación discursiva román-
bms. Como fue norma del tiempo, observa la contradicción t~ había empleado antes y la racionalización realista de
desde un ángulo moral, más que social, pues era la moral el sus "abrojos" de ahora, eran incapaces de revelar la entera con-
único absoluto que parecía 'firme después del temporal positi- flictualidad de la situación y que su visión de ella no podía in-
vista, para medir el funcloriamiento de los seres- humanos. A corporarse a la sociedad sino mediante un discurso contradicto-
Manuel Rodríguez Mendoza, su compañero de La Época, le dice rio en sí mismo. De hecho, construyendo una paradoja.
al dedicarle los Abrojos: "Juntos hemos visto el mal 1 y en el ~aJera el primero en observar que la originalidad mayor
mundano bullicio, 1 cómo para cada vicio 1 se eleva un arco de~) . . estaba en los~_ty no en los poemas, atribuyén-
triunfal. 1 Vimos perlas en el lodo, 1 burla y baldón a destajo, / dolo Simplemente a más esmero artístico. Pudo también atri-
el delito por debajo 1 y la hipocres(a en todo." buirlo a que los modelos europeos le resultabaii-a.. Dárío más
Si pasamos a los cuento~ y poemas de Azul . .. encontramos acc_f!~ibles en materia narrativaqiie ert poesía y a que había he-
el mismo pensamiento: la pQbreza sarcástica junto a la opulen- choel.mismo descubrimiento que hizo Manuel GtÍtiérréz Nájera
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cia, el poeta al servicio del sepor ignorante, la crueldad del pode- en la epoca: el arte del cuento de Catulle Mendes. Dentro de
roso en "Estival", la injusticia del orden presuntamente natural esa plural vena de lo que se llamó el "cuento parisién", él había
en "Ananke", poemas estos .que, a medida que Darío se distan- proporcionado el modelo más ajustado--de una visión artística
cia del dato concreto, instauran parábolas que interpretan una de su tiempo, como lo probó su éxito inmediato. Su arte se
sociedad o incluso un país, a partir de un develamiento de la sostiene sobre la agudeza de la paradoja. Afirmar, como hace
contradicción. Pero mientra~ los poemas realistas se presentan Darío en Abrojos, que "el hombre del hombre es lobo" no su-
como vehículos de una racionalización y por lo tanto comuni- pera el lugar común: contar eso mismo de un caso concreto en
can expresamente el signific~do de una situación contradictoria, el estilo de una conversación mundana, manejando los misr'nos
los poemas artísticos ofrece* más fértil campo para comunicar términos que se utilizan para describir una toilette elegante o
la situación misma, para que se haga patente y actúe directa- la misma levedad con que se transmite un chisme de alcoba
mente en la conciencia del l~ctor, incluso para que sean recibi- como hace Catulle Mendes (así descrito poéticamente por Da:
dos. Los primeros poetizan ideas sobre el mundo, nacen por lo río: "escribir como con buril, como ~n oro, como 'en seda,
tanto de una clarificación intelectual y nos abren el acceso a como en luz") implica trasladar la contradicción al propio texto
la conciencia moral del poeta; los segundos construyen ese mun- Y, a\'n duplicar su ferocidad. En la~~-~cia del estilo perio-
do en su misn1a contradicdón, la magnifican y distorsionan .<!.~tlcc>_..SI:'e C().rn,:_n_zii.bJl._'l..bª-G!'.LesttagQLe_~~ lo recono-
hasta alcanzar un alto grado de teatralidad y logran que sus sig- CIO Manuel'Gutierrez Nájera -pretextando uno de sus cuentos-,
nificados sólo se resuelvan en la conciencia del lector.
Es posible sospechar que, este reconocimiento de la confor-
8
mación dual y equívoca de la realidad, lo adquirió Darío a través , " .Hacie_ndo eco a este concierto unánime, ya decía Martí en 1882:
de su directa experiencia de poeta, al verse confrontado a la ¡Rumes tiempos, en que no p:iva más arte que el de llenar bien los gra-
necesidad de afirmar el alto valor de su tarea, resguardarlo y neros de la casa, y sentarse en stlla de oro, y vivir todo dorado; sin ver que
la naturaleza humat?-a no ha de cambiar de como es, y con sacar el oro
acrecentarlo co1no ~ondiciór;t de supervivencia, en oposíción al afuera, n?_ se hace smo quedarse sin oro alguno adentro!" (Prólogo al Poe-
desdén que pregonaba una 4ociedad que acababa de instaurar ma del Nwgara, de Juan Antonio Pérez Bonalde).

92 93
en la crónica diaria que "refiere aquel suicidio con la pluma transportaba a un impredecible futuro cantando un "verbo del
coqueta y juguetona que se empleó poco antes en referir una porvenir", volviendo otra vez por los fueros de la naturaleza
cena escandalosa o una aventura galante de la corte; habla de apoyándose en la fuerza y la desnudez, en la eventualidad de la~
la muerte con el mismo donaire que usaría para describir, en la revolucwnes, en las estrofas de acero y de oro, etcétera. Una
crónica de un baile, el traje blanco de la señora X". El efecto suerte ~W_l;li!_J1!.an, d~hech() _el¡J_c>~taque_fas_cir¡ó más a Daría
que sostiene y confiere forma artística a "La canción de oro" es aunqu:_.~o. p_qr_es_o _l()_sigl\igra, a_qt¡ien_ll'@{l_''eÍ-pnnier!1óeta
su narrador: un mendigo-peregrino.p()eta, un pobre miserable del mund_o~' durante los aiíos chil!'nos y argeí-itiiios-;pero·un
hambriento, es quien-electriza·a.nengua}e para que devenga goce Wn1tman oespojado de camaradas y lectores, colocado en una
y sahumerio y pueda contar las mil satisfacciones que proceden Ar;'érica Latina donde no existía !ma audiencia que le fuera
del oro. Él ()Cl!!'[l,[lugardelric(), que éste ya no podría ocupar afm (como dolorosamente lo supo· González Prada al fracasar
~u concepción del partido políticq moderno movido por las
por la división del trabajo establecida, para encargarse de la fun-
ción exaltadora, que es claramente ideologizante porque tras- Ideas) y que por lo tanto, para sobrevivir materialmente debie-
muta la riqueza en belleza. A medio camino, todavía Daría des- ra renunciar a su mismo proyecto artístico y contraerse' a peor
liza algún "abrojo" en su texto: "nada más cruel que aquel canto servidumbre que la de los artistas áulicos. La mordacidad sobre
tras el mordisco" dice y agrega: "aquel himno, mezcla de gemi- el lujo refinado del rey burgués no es mucho mayor que la apli-
do, ditirambo y carcajada". cada al poeta harapiento porvenirista.
Pero es más evidente en (Él rey burgués.) Desde que Daría No se produce entonc"-s !a simple exaltación del Poeta,
en la Historia de mis libros (que es bien posterior, de 1909) dije- como mcluso pudiera pensarse por las beligerantes notas de Da-
ra que "el símbolo es claro, y ello se resume en la eterna protesta río a la segunda edición de Azul . . , (que sólo coinciden con el
del ·tt¡:í,Isti)contra ek!10mbre-pr1ctJ('.9 y seco, del soñador contra pens~mier,tto de su personaje en la crítica a los enemigos de la
poesw), smo un planteo dilemático donde los dos términos son

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la tirañía de la riqueza igúara" la crítica ha seguido su dictamen.
Pero la originalidad del texto estriba en que ambos términos, el contradictorios en sí y se intercambian de manera desequilibra-
Rey y el Poeta, ocupan situaciones contradictorias internamen- da, apuntando hacia ese lugar intermedio en que Daría va a
te. No se trata de la típica oposición romántica donde sólo caben situarse gracias a la potencia con qlle restablece el derecho al
dos símbolos ocupando los dos únicos polos del campo de fuer- placer Y a la belleza y le hará usar d~ la paradoja como una ban-
za, sino de otra más compleja en que cada uno de ellos muestra dera msolente: "el dinero debe ser exclusivamente usado por
oposiciones interiores, incluyendo element~ue resultan cru- los artistas".
zados entre sí: Se genera un esquema de éOñtradic~ que no Desde la epístola "A Ricardo Contreras" escrita en 1884
permite elegir simplemente al Poeta o al Rey-;slno articular una ("yo he pensado sátira afanosa 1 ens(lyar tremebundo, ardiendo
problemática,. El ;:'_'.Y..e.sla ignonmcia .deLarte pero, por el arti- en, ira 1 cont~a.sociales vicios") hastaJa composición "A un poe~
lugiO de la riqueza, vive dentro de la belleza que es descrita en ta de las adiciones de 1890 a Azul. .. Daría fue examinando la
tonos excelsos: su salón es "digno del _gusto de un Gon.court" viabilidad de esta resurrección moderna del profeta romántico:
y su galería de arte incluye a lüsmaestiós:-Aunque.iea-nóvelas en los "Medallones" alterna la admil!ación por Whitman o Díaz
de Ohnet y cultive la crítica hermosillesca, su experiencia viva, Mirón con la que rinde a Leconte de Lisie o Catu!le Mendes.
su placer, su propiedad (que traduce la conciencia burguesa del pero desde_ el período chileno, su escritura ya está ganada par~
yo), corresponden a la más refinada instancia esté.fu;a según se una solu~_gJJg...recQDQl'~)a instauración de una nueva socie-
desprende de la visión que de ·ella tiene el-narraC!Ór del cuento. dad, laq:Qrjª__sJe un nuevo púb1íco:r.a aplicación de un nuevo sis-
A su vez, el Poeta_ no es simplemente el artista y difícilmente tema ?~~-~!:Q~c;i_!};~íQfL~e'l-=r~]_iüra-Uiiive~sal. Reconoce y hace suya
. puede equipararse al Daría prototípico que ya está definido por una Cfs~_~tic<~_!k.!.'!._tl_()_vecla_cl,l una pugna dentro de la alienación
la escritura del cuento, sino más hien a una de las tentaciones mstaurada, la necesidad de inventar en todas sus piezas un paraí·
que actuaron sobré Daría en su juventud: la del antiguo vate so artiflcml en el cual sin embargo fuera posible lo imposible:
profético que procedía del modelo Víctor Hugo, pero que se resguardar la subjetividad más viva.

94 1~ 95
Rosas artificiales di da, cada día, la gran oportunidad" . 10 Así también podría
haberse descrito al poeta recién llegado, que tanto se había
Lo que en esta nueva hora, urbana y técnica, industrial y comer- esforzado por integrar el cuerpo de redacción de La Nación y
cial, dependiente y desarrol\i~a, desquiciadora y renovadora, conseguir un puesto consular que asegurara allí su subsistencia. ·
pareció definitivamente @f¡id()~)fue el orbe natural en que aún Tres años después ofrecía esta descripción de su segunda patria·
se demoraban los hombres ;Qej contmente, ttp1flcado en sus apa- "Buenos _Aires modernísimo, cosmopolita y enorme, en granl
cibles aldeas provincianas. Quizás nadie lo percibió mejor, desde deza cre~lente, l.ler;o de fuerzas, vicios y virtudes, culto y polí-
su privilegiado observatoriq de New York, que José Martí, aun- glota, mitad trabajador, nutad muelle y sibarita, más europeo
que dentro de su concepcidn equilibradora. En una de sus fulgu- que amencano, por no decir todo europeo", 11 reconociendo a
rantes imágenes, tan cargadas sien1pre de significación, previó la vez que en una población que ya había alcanzado Jos 600 mil
que había concluido el tiempo del espontaneísmo, del capricho, habitantes no había cien que comprasen un libro nacional. La
del impulso natural, sustituido por la planificación racional re- lectur~ de los cultos era La Prensa, La Nación y las novedades
gida por un coherente cuerpo de ideas e imaginó a la naturaleza extranjeras; la del pueblo los breves textos del primer ejemplo
n1is1na plegándose a un programa: HYa no podemos ser el pue- exitoso de revista masiva moderna, Caras y Caretas donde triun-
blo de hojas, que vive en ;el aire, con la copa cargada de flor, faba la ilustración sobre la escritura~ '
restallando o zumbando, s~gún la acaricie el capricho de la luz Si_ esa población aluvional hizo girar ciento ochenta grados
o la tundan y talen las tempestades: los árboles se han de poner el est~lo de VIda de, las cmdades, con alarma y repugnancia del
en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora p~tncmdo que hab1a entrado en su dorada decadencia y ahora
del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro reiVIndiCaba, como la Liuba de El jard(n de los cerezos, la pura
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apretado como la plata en las raíces de los Andes." belleza no productiva de las cosas, la literatura también daría un
El cambio se tornaba notorio en el vertiginoso crecimiento g¡ro copernicano similar. Desde un neoclásico como Andrés Be-
de las ciudades que se produjo en el último cuarto del siglo x1x. · llo, cuya Silva a la agricultura de la zona tórrida es de 1826
Según los datos reunidos por Richard Morse," entre 187 5 y hasta un tardío y ya becqueriana romántico como Juan Zorrill~
1900 la población de Santiago de Chile pasó de 130 a 250 mil de San J'vl.~i~!-~.\1.\'0_'l'gb_q¡:.\'_~...Qe!...mismo año de Azul ... (1888)
habitantes, en tanto la de' Buenos Aires, que con su progreso la Cíí:Qfffia (\llLSlempre..la.natural.ezV fijaba el modelo artístico
económico vivía el asalto inmigratorio, de 125 a 850 mil. En ~orque era. e~ ~estimo ni o de un orden viviente cuya clave seguía
esta ciudad, la mayor y más pujante con que contal"íaentonces Siendo la -~IVImdad; p;oporcionaba, al tiempo, los elementos de
América Latina, la primera expresión de la Cosmópolis futura co~pOS!CIOn y el regm;en de proporciones que permitía cons-
que veían los americanos, la ciudad de los mejores ata:rios y de trurr lo bello. La poes¡a la enunciaba explícitamente como su
las ostensibles riquezas, desembarcó Rubén Darío el13 de agos- asunto central; y además, gracias a su incorporación a los tropos
to de ~tenía 26 años. como elementos de comparación, procedía a la reificación de la
Pe?o no era simplemente la densidad de población la que la n~turaleza d~_!ltr_() __g_e!...arte. A pesar de su rígida codifíc8.Ci0ri"ro-
definía, sino el estilo aventurero, "despersonalizado y anónimo m~ca~ _estos tropo? promovieron, más aún que los asuntos, la
cuando se trata de negocios, audaz y arrollador", según el lúcido as1milacwn de un Sistema simbólico generado artificialmente
examen de José Luis Romero. Estilo propio de quienes "busca- por la cultura, como es la lengua y la poesía, a un sistema apa-
ban el ascenso social y ecqnómico con apremio, casi con deses- rencialmente natural.' 2
peración, generalmente de clase media y sin mucho dinero, pero
con una singular capacidad para descubrir dónde estaba escon- 10
J_osé Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas México
D. F., S1glo XXI, 1976, p. 264. ' '
l l u¡ tr d "
n o uccmn a N osotros de Roberto J. Payró" en Escrítos inédi-
9
Richard MorsC (con MicHael y John Wibel), The Wrban Development tosdt 2
Rubén Dado, ed .. cit., p. 101. '
of Latin America 1750-1920, Stanford University, 1971. Ya en 1890 Sanm Cano percibió que el epigonalísmo romántico

96 97
En la misma medida en que el modernismo acompañó el el Oriente, el cual sólo era accesible a los americanos por la in-
proceso de urbanización porque, como dijo Ju!ián del Casal, termediación de libros y objetos artísticos. Procede a
una re-
tuvo "el impuro amor de las ciudades", se distanció de diversos composición que quizás Lévi Strauss hubiera definido como
modos del imperio de la naturaleza. Pero ninguno de sus poetas un típico proceso de bricolage característico del pensamiento
llevó tan a fondo la trasmutación de lo natural en artificial, co- salvaje y también, como apunta en su libro, de todo pensamien-
mo Rubén Darío. Fue una de las razones de su sonado éxito, to estético. Se trata de una composición de segundo, tercero o
tanto por la aprobación admirativa como por la destemplada cuarto nivel: dada una rica y heterogénea acumulación de
censura, que le confirió una originalidad agresiva dentro del pa- productos culturales, reconocerlos como tales en sus particu-
norama de las letras. La calidad de jefe o cabeza visible de un larismos inmodificables, pero som~terlos a combinaciones que
movimiento que se le reconoció en el período argentino, se de- los redistribuyen, alterando radicalJinente por lo tanto sus valo-
bió a la extremacíóQ_<.le '!n¡t_temienciaque.no.era de_ su exclusiva res originales, asociarlos en una captación sincrónica y mezclar-
invenci(in silla general a todo__ el modernismo, pero que él llevó los a otros materiales, naturales o no, que disciplinadamente
a su -perfecta culmináción paradoja!, tal como la acuñó desde mgresan al nuevo orbe artificial. Si en Europa testimonió la
1888: c!_í:aéer-r(fsa_s,rl_ifj~!íi(g"$) que huelan a primavera, he aquí conciencia de la cultur,.,_._eL_r~s>:a_t.,_y_l_>!_ aí§i5lííCioiL.de ·,¡u-;;-.-ele-
el misterio".n-En este capítulo exageró a sus maestros france- meritüs ªfii_tj'O--¡}eT__I!IlPtlesto. si_st_emJl. bulgu~s_quehabía abolido
ses: ni Leconte de Lisie, ni Gautier, ni Banville, ni Verlaine, el pasado, pero que con sus fragmentos ahistorizados debía re-
muestran una entrega tan jubilosa (y tan candorosa) a esa re- componer una visión futura, en América testimonió la margina-
elaboración poética de productos ya acuñados por la cultura lidad y simultáneamente la integración al sistema mundial en
que nos ha d~parado lo q\l_ej'_edro Salinas analizó perspicazmen- curso.
te como é.'j]iisaíes de_ cultura'') 4 Entre las mejores piezas de Lo que en Daría atrae e intriga, más que el mero uso de los
Prosas profanas se cuentan·· Sus recreaciones helé!lh~as, las fies~

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materiales de la mitología, la literatura y el arte que fue condi-
tas gal_>!rlJ'!s, las versiones de textosaerp~saao;-lás marginalias ción generalizada de la poesía europea, es el tono intenso yapa-
poeticas al arte mundial, cuya ·audáCia mide el escándalo que swnado que lps anima y que sólo puede definirse con un verso
las acompañó hasta nuestros días, mezcla de fascinación y de suyo: "todo ansia, todo ardor, sensbción pura y vigor natural".
horror. Explicar este fuego, evidentemente' natural, que sostiene hasta
Daría se abalanza voraz e indiscriminadamente, como lo hoy un bazar _donde la chªfalonía_¡je cede 1 arte resulta
muestra la selección arbitraria de sus Raros que con justicia le másmteresante que reiterar la críticaaf exotlsrr!o:ihaci~ndo de
reprochó Groussac, sobre un material milenario, el depósito éste un pecado sólo tratándose de americanos. quí, nuevamen-
cultural íntegro de Europa incluyendo sus paseos exóticos por te, el_acierto de D[i!_í_()__'"-stáen hab_er?esituado en el punto justo,
el__r_gary:¡¡ut€_ntico. de.Ja. experiencia. artísirca~que.le.~permítía
hac:er su época, pues Daría no asume una actitud artificial ni
que estudió en !a obra de Caicedo Rojas, agregaba una segunda perversión a·
se iniegra una cultura <euro_¡:>ea, sino que ·VJve naturalment~- la
al tema de la nutura!eza, por tratarse de "una pasión que tiene origen en su éaptacióii. del objeto-cuiturai ypot,eriae ai-tlffciál perteneciente
predilección por la aritigüedad ", merced a lo cual la opción del paisaje sig- al vasto universo, desde el plano concreto de la experiencia real
nificaba una vía para "encontrar mucho de lo que pudieron ver sus mayo· del hombre americano: como un sueño personal dentro del cual
res, lo que ellos admiraron, lo que respetaban tanto" (El· oficio de lector,
Caracas, Biblioteca Ayacucho, s.f., p. 145). maneja y puede componer con libertad los que a él llegan como
13
Cátulo Méndez, "Parnasianos y decadentes" en Obras desconocidas
objetos. Cumple la ex¡J_erie_rJ_CÍa vjya de elaborª'____¡:>()_éticament_~un
de Ru.bén Dar/o escritas en Chile y no recopiladas en ningano de su.s libros ~ nj_ll n ~a~valoiesart_ís~ic _o§~o_bj et~y,ad os_e'lJl!:!lsi_u_cTQs,- --
(ed. Raút 6El\7_fl.___gastro); Santiago, Prensas de la Universidad de Chile, 1934, La parveC.ad de los conocimientos del arte universal '~:'.le te-
p.l70. ····--- nían los hispanoamericanos y las vías pobretonas (revista~, gra-
14
Pedro Salinas, :La poes1'a de Rubén Dartó, Buenos Aires, Losada, bados) que les traían las maravillas !clásicas o modernas, puede
1948, cap. VI. seguirse en el diario de Justo Sierra En tierra yankee, observan-

98 99
do ]a conmoción que le causa la contemplación, por primera lo que con ella han hecho los comerciantes del XIX, metien-
vez de un auténtico Rembrandt. Del mismo modo, la debilidad do en su grácil mano derecha alzada, un aparato para iluminar
de 'ciertos pasajes de Motivqs de Proteo deriva de que Rodó se interiores.
siente obligado a reconocer como válidos los testimonios sobre Pero estos "paisajes de cultura" no son sino pequeña parte,
el arte de Jos críticos europeos, asumiéndolos como propios. aunque, reconozcámoslo, de. las más ll?mativas, de una operación
No es el caso de Darío, quien hace otra cosa. Re_C()I!()Ce_ese ~ . ~ ----·- - - --- ·-.--. ---· ---· -- -;-- - : - / .
poetlca mas vasta YS(Jmpleja: la cor~s~r_ll.C:99ll metod¡cadeh¡.rtr-
conjunto de m~eriajes, en parte ya recensados por Arturo ~a­ ficio·poético·antlna!\lta1. MúlHples procedimientos lo aseguran,
rass0-r5~t:8.TComo verazmente se le ofrecen: no como expenen- todos-éüos con~o-calcados e invertidos sobre los de la estética
cias del irte sino como valores, más exactamente, como un si.s- romántica: el régimen n1etafórico, a imitación del que ya habían
tema de signos con significa~iones establecidas porel có_<;l}~!_>._que frecuentado los manieristas, traslada sin cesar la menor alusión na-
para."eno.s·compusTE;Yan-ros-aliiéricáiios: ·venus, Eva, Helena, Mar· • tural a referencias cultas o a objetos artísticos ("el teclado har-
garita-·cauue-r-; Lí~':fi~T-Pó~94IIOñ:-~el-cisne_, el lirio, Pa~, .verlaine, mónico de su risa fina" va más allá, en esa vía, que el quevedes-
c~rnl?one? _un(~~ffia dé Slgnü~-;;porquelncluso la or:1gmal ener; co "relámpago de risas carmesíes"); la mera comprensión del
gra simbolrca con que algunos él e ellos fueron n;aneJados por e, texto se sostiene, como en Góngora, por el conocimiento de la
simbolismo europeo (en particular por Maliarme) da paso a srg- alusión culta, voluntariamente encubierta para convocar exclu-
nificados precisos y fáciLmente..codi.fic@J~s_. Que de este m_odo sivamente al lector cómplice ("donde sabrás la lección 1 que dio
quedaba fijada la c¡;ventualida~e un hitscJi)es evrdente, sr no a Angélica Medoro 1 y a Be/kis dio Salomón"), la cual remite al
fuera que la alienacíóncrerS!sfema resulta cas1 Siempre rescatada vasto texto cultural dentro delcualse.inst>rtael poema_en.!lna
por la energía de la creencia, la gozosa, _deslumbrada manera de sisteí.ñ-áficac.ciñ5tru¿ción · interfextual dentro del 11iyg) ~;upetior
13/34

subjetivar los materiales. P(lede gbservarselo_ cu":'(te>..mtrodl.lSe dinacultura;·rós-sucesos·afí:aeñ-eiila·m.eclldaque postulan una


en el sistema de signos los. datos pr()c(!dentes del_Il)})}ep¡¡()_J:¡qtm frañs¡iOSTCiOri de las apariencias por obra de un designio de me-
de la pacotil!aeúropea que llen<jbala B\l_enos AI~':.§J~msecular, tamorfosis de tipo mental (el carnaval, el baile de máscaras) Y
en medio del cual (:!odio!} bien podía serungemo. La reveren- cuando se trata de sucesos comunes, como es la inminencia del
cia indiScriminada de DaríO.. ñO"' Slempre·Ie -permite diferenciar año nuevo, se los suplanta con Jos personajes míticos o históri-
dentro de este @rr¡3czadQ-=Qazail, pero aún en aquellos casos en cos que los encarnan ("sale en hombros de cuatro ángeles y en
que falla su firme gusto artí~tico, acierta sien;pre la. autenticidad su silla gestatoria 1 San Silvestre"). Cuando al fin le es forzoso
ele la experiencia y el rigor de su formulacwn poetrca. No por describir un paisaje, es evidente el fracaso poético de los que,
referirse a un objeto de la imitación industrial adocenada (de como "Del campo", aún recurren a elementos naturales y el
esos de los que decía Justq Sierra visitando Tiffanys qu; son acierto de aquellos en que el esmalte culto decora todas las for-
de "un arte delicioso aunque apacotillado, vulganzado, el umco mas, trasmutándolas, como en Rimbaud, en "painted plates":
que está al alcance de un poeta")" pierden su fuego y su pre- "La tierra es de color de rosa 1 cual la que pinta fra Domenico
cisión estos dos versos de '"'Era un aire suave": "Con un can- Cava/ca 1 en sus Vidas de santos. Se ven extrañas flores 1 de la
delabro prendido en la diestra 1 volaba el Mercurio de Juan de flora gloriosa de /os cuentos azules 1 y entre las ramas encanta-
Bolonia", que son capaces de unir la asJJ1Üració_n poryl1,<:J,de los das, pape mores l.cuyo.canto._e~_(asiílr.a de amor a los buibules."
prodigios de la e~tiJ".rÍ':_ll1_!l~ieEista~<e~)(:'_l 1 con l~~~)para Pero son e(~ico y la ley armón~manejando: despare-
jamente, melod1a y ritmo) lOs que cumplen la hazana mayor
de trasrntltación. La¡fíofm€.}lu_e ~ig" la selección léx!ca de Prosas
1 5 Arturo Marasso, Rubén Dnrr"o y su creación poética, Buenos Aires, profiiiws es ·Ja de Ja(_an matural1dad¡ a partrr del titulo mismo,
Biblioteca Nueva, edició_n aumentada, s.f. y aún se intensifica cuanao incorpora con donaire juguetón el
16 ,Justo Sierra, En tierra yanhee (El Mundo, 1897-1898) en ?~ras coloquialismo, porque pasa a valer· como una forma insólita y
Completas. México, D. F., Uni-versidad Nacional Autónoma de Mexico, contribuye a que el conjunto resplandezca por su constante
1.9,~8, p. 78 (ed. José Luis Martím~z). artificio. Daría manejó una concepción dual de las palabras,

100 101
que las asimilaba a los seres humanos en la definición católica reiterada experiencia según la cual las palabras son ..elegidas por
tradicional: tenían un alma y un cuerpo, aunque cuerpo reves- la analogía sonora mucho más que por la semántica> lo que ex-
tido; en ellas convivía la idea y el sonido. Y de esa misma tra- plica-er-continuo rizo de las aliteraciones, las rimas interiores,
dición recogió el principio de la desarmonía de las partes, la las repeticiones y redobles, esa sensación de inagotable fuente
pugna incesante en que funcionaban, lo que llevaba a la célula musical, tan poderosa como hasta autónoma del mismo autor
misma de la composición poética a ser el registro paradigmá- arrastrado por el hedonismo sonoro, que autoriza una lectura
tico de la contradicción. En un poeta de tan asombrosa eufonía del verso ..en .que se disuelven los ~ignificados o al menos se dis·
y en quien revive la lujuria de la palabra con arrebatado im- gregall sus límites precisos y se está frente a la enigmática semió-
pulso hedónico, lo curioso es su constante interrogación al "al- tica de una orquesta cuyas posibilidades de significación parecen
ma" y no al "cuerpo", a la idea y no al sonido, quizás porque tan infinitas como indeterminables. El plano del contenido di-
a semejanza del modelo humano, el "alma" (la idea) constituía ríamos hoy -el de las ideas habría dicho Daría- se ve desequi-
la restricción del "cuerpo" (del sonido) que era uno de sus tres librado: es enriquecido, pero también escamoteado, mistificado,
enemigos dogmáticos. Al mismo tiempo eran indivisibles, y porque las dos urdimbres no se ajustan con la armonía que el
testimoniaban, como dijo años después en "Dilucidaciones", poeta previera y entre el sistema verbal y el ideal hay colisiones,
la unidad infinita: Et verbum erat Deus. encimamientos, repeticiones, desconexiones. Es posible que
Fue mientras componía Prosas profanas que pensó que "si . haya que pensar en el modelo wagneriano por la manera indirecta
la palabra es un ser viviente, es a causa del espíritu que la ani- y mediatizada de llegar a una significacíón mediante el acoso
ma: la Idea" y recogiendo la norma neoplatónica aspiró a una que entabla una musicalización extremada, pero es también
"melodía ideal", simultánea, paralela, contrapuesta a la "harw posible reconocer aquel mismo afán de incorporar al texto la
manía verbal", confiando, en las "Palabras liminares", en que contradicción dentro de una búsqueda rabiosa de la unidad

14/34
"la música es sólo de la idea, muchas veces". La rectoría de la presupuesta, aunque raramente certificada por la realidad misma.
idea sobre la palabra, como la del alma espiritual e inmortal No sé qué otra cosa diga el sonetO "Yo persigo una forma ... "
sobre el cuerpo placentero y perecedero, es la que explica la que cierra Prosas profanas.
rigurosa selección del léxico dentro de lo que definió, para Las palabras no viven solas en el verso y no hay alquimia
Mallarmé, como una "aristocracia vocabularia". En un curioso que pueda atenderlas por separado. Su conexión se hace por el
texto fijó las equivalencias entre la jerarquía de las ideas y la de doble proceso: ligamen envolvente de la melodía que sume a
las palabras, convencido de que existía un parangón posible las palabras y las reintegra en la corteza epidérmica de la sonori-
de ambas manifestaciones: "Helas allí, como los humanos seres: dad y arquitectura de las ideas que mima otra melodía traba-
hay ideas reales, augustas, medianas, bajas, viles, abyectas, mi- jando sobre las restricciones que impone la gramática. Del mismo
serables. Visten también realmente, medianamente, miserable- ( modo que en la primera pueden detectarse dos movimientos
mente. Tienen corona de oro, tiara, yelmo, manto, o harapos. no acordados, uno el de la musicalidad extremada y otro el del
Irnperiosas o humilladas, se alzan o caen, cantan, lloran., 17 ritmo que, como en Mallarmé, cr(fa un "mundo fugitivo", aun-
Ya se trate del cultismo o del preciosismo, del arcaísmo o que siendo ambos apresables en una misma percepción, en la se-
del neologismo, todas las palabras han sido sometidas a una pre- gunda puede observarse que la melodía ideal de las ideas se
selección que las haga dignas de lao ideas más altas: la aristocracia construye por la brusca aproxin1aCíüñCie terrrlln·o·s disúniles, ge-
uocabu/aria es la prueba de la elevación del espíritu y ambas neradores de la sorpresa, instaurando una novedad artificial que
· responden a las leyes estrictas del sistema poético dentro del no se agota fácilmente y que funciona en la tensa correlación
cual operan. A pesar de estos principios, hay en su poesía una del modelo metafórico clásico: "sustantivo-adjetivo". Su vincu-
lación, gramaticalmente impuesta, muestra una apariencia se-
mántica discordante para poder generar más amplia y más inde-
17
"Las casas de-las ideas" (Revue lllustrée du Rio de la Plata, 1896) terminada perspectiva. En un poeina tan transitado como "So-
en Escritos inéditos de Rubén Dado, p. 83. n.atina" siguen resonando "el halcón encantado", "el bufón es-

102 103
carlata" o los pasmosos ''cisnes unánimes" que prefiguran la "échate a descansar, ¡ya estás muy vieja!" A partir de aquí se
teoría del surrealismo. puede seguir por su obra poética y crítica el tema de láse!va y
Muchas de estas metáforas se han anegado transformándose si se unen los puntos en que. aparece, recuperar, como en el sa-
en metáforas de uso (como le ocurriera a Góngora) pero lama- bido juego, un perfil esfumado. En este momento en que se pro-·
yoría pervive sin trivializarse. Lo que esa tensión significó en duce el aparte de corrientes que lo conducirá a otra ribera, le
su momento, lo dice muy consternadamente la carta renuncia obsede: p()r un lado sigue creyendo en "el culto de la sagrada
del buen académico argentino cuando en 1896 oyó a Darío leer, naturaleza, de Dios grande y universal, de la ley misteriosa y
en su Ateneo cordobés, el poema "En elogio del Ilustrísimo Sr. potente que lo rige todo"; por otro va reconociendo el fracaso
Obispo de Córdoba Fray )\:lamerto Esquiú, O. M." No bien oyó del proyecto en sus términos románticos: el Poeta de "El rey
el tercer verso -"un blanco! horror del Belcebú''-: sintió que esa burgués" dice haber abandonado la ciudad_malsana para reco-
tierra segura sobre la que pisaba se le agrietaba como en una pe- brar en la selva nueva vida, pero !0 dice en el _palacio del burgués,
sadilla y explotaba el orden, natural que custodiaba: "Yo quiero confesando su incongruencia y certificando su derrota. En otra
salir del manicomio donde se llama blanco al horror; donde, se- versión del mismo tema, ~Orfeo -va a la selvá donde reina el sá-
gún Quevedo, se llama al arrope, crepúsculo de dulce; donde, tiro sordo: es "toda alegría y danza, belleza y lujuria", "de ella
según Stéphane Mallarmé, QS lo mismo rosa y aurora que mujer, ~ tocaba a la alondra la cumbre, al asno el pasto", pero allí el
es decir, que se puede decit 'hoy abrió una mujer en mi rosal'; desencuentro y la contradicción de cada uno de los términos se
donde, por último, cada 'letra tiene un color, según René repite. Sin embargo, esa selva ha comenzado a trasmutarse: ya
Ghil." 18 no es la del "ardiente trópico poblado de florestas inmensas e
inextricables" que alaQ.!Len._'I:QJ!dreau sino que, por su inserción
<>n un sistema de ~tural~es una selv'Li.f!J&Wxetada y
15/34

Naturaleza.· la "selva sagrada'' explicada, con animales-stml:io!os que introducen un atisbo de


orden en la confusión y la espontaneidad. ·
Esta fabricación de poesía permitió avizorar las posibilidades Quizás fue Wagner con su metáfora del bosque quien lo guió.
que seguía conservando el arte, inagotablemente, en el universo Habría otro modo de conservar la selva que no fuera merced al
alienado al que se incorporaba América Latina después de hab~r retrato del natural. Consistiría en una lectura de segundo nivel
surgido en las metrópolis de la hora. Pero la naturaleza tambten que la reconstruiría -trasponiéndola a un diagrama- mediante
permanecía: ¿qué hacer, pues con ella? Para poder conservar el establecimiento, ya no de imágenes, sino de valores que fue-
el orden natural, aunque en un visible grado de reajuste, Martí ran racionalizaciones interpretativas pasibles de expresarse en
debió prescindir de Dios. Ep cambio Daría decidió conservar a signos culturales nuevamente revestidos de sensorialidad, aun-
Dios, sin por eso aceptar la tradicional rurturaleza, lo que lo llevó que ahora por obra de un designio intelectual. Su ventaja radi-
a una sutil empresa de la que surgió su "selva sagrada':./ . caría en. ei diseño de un orden: la percepción no se éxtraviaría
Aunque "Ecce Horno" (de Ep(stolas y poemas) nO"sea smo más en los -detalles realistas sino que desentrañaría algo más
un adolescente juego iconoclasta, hijo del liberalismo recién esquivo: su unidad y su significación global. Claro está que de
aprendido, es allí donde inicia el desaprensivo proceso a la natu- este modo la naturaleza se pierde como tal pero en cambio se la
raleza. De sus múltiples asp<ectos, ninguno, desde Chateubnand, recupera, desde un plano superior de la elaboración, como razón
tan representativo como la. selva americana, símbolo de fuerza mental. Por eso hace suya la idea de Wagner: "La abstra~ción
y espontaneidad, realidad ~in mácula, presencia inconmensura- produce la percepción del gran concierto de la selva", 19 o sea
ble de Dios. "Estás ya muy anciana" ]~,dice el insolente joven, - que para oírla, manifestándonos su unidad, debemos pasar al

19
18
"El decadentiSmo en Córfloba" (El Tiempo, 1896).en Escritos iné- "La Semana", El Heraldo, Valparafso, 18 de febrero de 1888, en
ditos de Rubén Dado-, ed. cit. p. '118. Obras desconocidas de Rubén Dar(o, ed. cit. p. 117.

104 e __¡ 105


plano abstracto y reconvertirlo a uno concreto artificiosamente '¡. vimientos CóCiii~ y ampliamente lo ha hecho E. Anderson
elaborado. Imbert. 21 'Fueabuscar en ellos lo que buscaron míllones de
La búsqueda de la unidad alimenta todo su razonamiento y hombres en la época: un ligamen entre el universo científico
nace de un esfuerzo tenaz por vencer la alienación procedente que se había instaurado y el perviviente afán de orden regido
de la fragmentación que invadía a la nueva sociedad. La marca de por el espíritu; un puente entre la$ técnicas alienantes y la an~
la alienación fue la ruptura de la unidad, sustituida por tramos, siosa reclamación de unidad explicativa. Si Darío se acercó a
actividades, vidas enrarecidas e incomprensibles, mucho más esas corrientes fue buscando respu~sta, como tantos otros, a la
dado que su punto clave quedaba situado en el exterior, fuera áspera situación ql!~-\f:i~ía y, como ellos, concluyó decepciona-
de América Latina. Fue la desazón de la mayoría de los pensa- la
do, retornando@: religion.
dores del novecientos que más que de la estructura socioeconó- En "El coloquio e os Centa-qrqs" expone sus lugares co-
nüca la derivaron de la urbanización y tuvo su punto sensible munes: la naturaleza es una y sólo sus expresiones son múltiples;
en la alarma de los educadores por los efectos de la profesiona- el hombre y la mujer han nacido de una primera disgregación
Jizacíór introducida por la Universidad positivista, mera conse- de la unidad y procuran sin cesar rehacerla; hay misterios irre-
cuencilf de la demanda de la sociedad en desarrollo. De Justo solubles como el amor y la muerte que aquí son ofrecidos como
Sierra a Carlos Vaz Ferreira y sobreabundantemente en Rodó, se complementarios y no antagónicos; lo mineral, lo vegetal y lo
bregó por una educación que resguardara la totalidad y la for- carnal responden a la misma energía procreadora; las en apa-
. mación armónica del individuo. También fue la demanda de riencia formas anormales, y el ceptauro como el sátiro o la
los escritores: para Martí la tierra era "una vasta morada de en- sirena las atestiguan, no son sino es~uerzos de la naturaleza para
mascarados" y urgía "devolver los hombres a sí mismos", mien- retornar a la unidad perdida, lo que da nacimiento a la belleza;
tras que Nervo pedía: "Oremos por las nuevas generaciones 1 los valores perviven eternamente porque responden a normas

16/34
abrumadas de tedios y decepciones." ideales invariantes, así los centaurOs retornan de los cielos, así
Progresivamente Darío irá construyendo su "selva sagrada" la isla de oro sigue midiendo "la eterna pauta de las eternas li-
mediante una articulación de símbolos, de tal mo<_!Q._~e ella s~a ras". El primer tema del coloquio ~s la naturaleza pero no hay
lo que no es la sociedad humana: una ardiente(unidaill en q¡ie~ aquí una sola descripción natural,' sino la enunciación de sus
todos los opuestos puedan coexistir sin dañarse ni negarse mu- leyes ordenadoras, empezando por iuna ley genética: en los tres
tuamente dentro de un clima de vitalidad y de verdad, de luz reinos de la Naturaleza actúa una tnisma norma, que es la que
espirituaL' La ·¡¡-~J:v:i:.compuesta se ofrece como el eversó· e 1@.:. asegura la reproducción de la vida y que, más que un elemento
ciedad: da prueba de Dios mientras que la sacie ad lo niega, material, es una fuerza donde se evidencia el espíritu que anima
unifica mientras la sociedad disgrega, pero aún más, reúne los al Todo. A partir de esta unidad inicial se construye la disper-
contrarios que la religión separa: el placer carnal y el espíritu, sión de las múltiples manifestacíonés de la realidad que no son
.. la concupiscencia y el arte libre, el animal y el alma, el hedo- sino formas. Vienen signadas por una interna dualidad y por una
nismo terrenal y la salvación inmortal. El sincretismo que ope- opacidad exterior, tanto vale decir que la unidad de la esencia
raba en la emergencia burguesa de la época, pero también el animadora no entorpece la individualidad de cada una de las for-
espíritu integrador de Daría, quedan testimoniados. La ayuda mas de lo real (átomo, hoja, gota, espuma, flor, bruma), las cua-
que para esta construcción le proporcionaron las corrientes _he- les son capaces de una enunciación¡ propia, autónoma, original,
terodoxas del x rx ----,¡ espiritismo, el ocultismo, la teosofla- que sin embargo se ofrece enmascarada. Sólo la perciben los ini-
son poco decisorias. Ya he examinado, con motivo del libro de ciados (vate, sacerdote) quienes a modo de discípulos que inte-
los sueños de Darío, 20 su relación timorata con los diversos mo-,. gran el selecto conjunto de los "aristas", reciben esos mensajes
individuales en los cuales rastrean ecos del gran mensaje unitario
20
Rubén Dar(~, El mundo de los sueños (e d. Ángel Rama), San Juan, 21
La originalidad de Rubén Dan'o, Buenos Aires, Centro Editor de
Editorial Universitaria, 1973. América Latina.

106 107
del Todo. Lo que queda, suspendida es la moral (no hay bien mente un esfuerzo mental que no cancela sino que aviva la pugna
o mal, hay formas diversa~) sustituida por la unción religiosa (ya de esos elementos enfrentados que procura abarcar. La contra-
que no por la religión) y por la pareja de Dióscuros que preside dicción que vimos en la estructura narrativa, en la palabra, en
el conJunto: belleza y hedonismo. . la alternancia de "harmonía verbal" y "melodía ideal" de la ·
Pero será en Cantos de vida y esperanza donde rotundamen- poesía, es la misma que ahora vemos regir al universo: "Bosque
te edifique su visión de la "selva sagrada". Aparece como un ideal que lo real complica." Otra vez se confiere a la idea la ca-
puro artificio en el cual lbs datos culturales que ocupan sus tér- pacidad rectora. La unificación no es entonces una integración
minos actúan como los signos que componen un sistema pla- homogénea de las partes, sino una tensa armonía que las obliga
netario armónico y perfecto. La selva se ha redimensionado y ya a funcionar conjuntamente, reconociéndoles sus individualida-
no se opone al mundo sino que lo abarca. Es el mundo explíca~ des, sus contrastes y oposiciones.
do. En el inicial poetna autobiográfico dellib~Q expone coheren- La "selva sagrada" es ahora un diagrama intelectual que in-
temente su pensamiento: la selva es lo real, es el universo de terpreta ·a la realidad, reconociendo que están instauradas las
la materia y de las constr\Jcciones que con ella hace el hombre, contradicciones, pero ellas pueden componer un todo armóni-
pero emana del espíritu d~vino, por lo cual, partiendo de lo uno, co. Bajo esta construcción ¿será posible reconocer una secreta
estatuye lo múltiple contradictorio. La descripción subraya las convalidación de la nueva sociedad burguesa que en los años
parejas de opuestos abusando de la dicotomía católica pero con iniciales del siglo xx, cuando se imponía su nombre y su arte,
una distorsión que parece apuntar a las fuentes gnósticas del ocul- llevaba a Darío a distanciarse del espíritu crítico de su período
tismo renaciente a fines qel siglo xrx: el cuerpo arde y Psiquis chileno y argentino, a oponerse a la mesocracia trepadora y a
wela, el sátiro fornica y filomela canta, el fauno muerde el pe- justificar el nuevo orden? ¿Pero no es también posible recono-
17/34

zón e Hipsipila liba la rosa,.el dios va tras la hembra y Pan recons- cer en la teorización de esta interdependencia de las partes para
truye su flauta, lo alto se opone a lo bajo, el cielo a la tierra. Vi- concurrir a un fin común superior, la dignificación y el rescate
siblemente los contrarios ~e necesitan y se ayuntan, restituyen- de los valores humildes o reprobados por el nuevorriquismo de la
do así la unidad que les qio nacimiento: el espíritu justifica el burguesía ascendente, que al nivel de estos Cantos de vida y
placer y la materialidad más baja, el lodo, contribuye a la espiri- esperanza tiene su correspondencia en un "sincerismo" que
tualidad más alta, a la música de la flauta, la cual procede de una autoriza la incorporación de los asuntos y el léxico corriente
caña alimentada por ese lodo, merced a una intervención cultu- ("el cerrar de una puerta, el resonar de un coche", "buey que
ral que hace de ella instrumento para-concurrir al "gran himno". vi en mi niñez echando vaho un día"), la celebración del "gran
La aspiración a la unipad se sitúa en el mismo punto equi- tesoto" goyesco o el hallazgo de una filosofía en la cual, a pesar
librado a que tendían los, ocultistas franceses (LeVJ, Encausse, del reconocimiento de las normas superiores, se certifica una
Papus, Peladan, Schuré) c].lando veían en la ciencia moderna la grandeza: "Sabed ser lo que sois, enigmas, siendo formas"?
corroboración de esa tradjción·hermética que ellos estaban res-
taurando, según la frase (!el científico Marcelin Berthelot que
Stanislas de Guaita gustab" citar. "La filosofía de la naturaleza Dentro -fuera
que sirvió de guía a los alquimistas está fundada sobre la hipó-
tesis de la unidad de la materia; en el fondo es tan plausible Este afán nace del esfuerzo para vencer la alienación pero es evi-
como las teorías modernas más apreciadas hoy. Las opiniones dente que ella debió manifestarse primero en el seno de una sub-
sobre la constitución de 1& materia a las cuales tienden a volver jetividad que ~e sintió amenazada. La "selva sagrada" remite,
los sabios, no carecen de analogía con las perspectivas profun-, como un espe¡o, a su constructor: la conciencia poética. Del
das de los primeros alquimistas. " 2 2 Pero esta unidad es notoria-
tisme (1860-1898)" en Cosmopolis, núm. XXXIV, Londres, octubre 1898,
2
p. 117. .
?: V. Maurice Barres, "Stanislas de Guaita, un rénovateur de l'occul-

..
108 109
mismo modo, el "yo" remite a un complemento que lo justifica, régimen de prestaciones sociales (a eso llamamos romanticismo),
la "naturaleza", que ha sido construida como un artificio. El progresivamente será corroído también él y sólo hallará modo
precedente está, como es sabido, en el Poe que escribe tanto la de pervivencía en una inquieta, esfjlmada, evanescente sensoría-
"Filosofía del amoblamiento" como "La mansión de Arnheim", lídad que recorre. los diversos objetos y pulsíones en que se ha
quien inauguró la problemática nueva de la modernidad cuando fragmentado su unidad presupuest.il. Sí contradictorios son los
el poeta estimó posible la fabricación del mundo y la fabrica- elementos con que se compone la, naturaleza, también lo son
ción del yo unidas en un mismo punto evanescente: el efecto de los que animan a la conciencia, au¡i¡que en unos y otros se pos-
la cosa y no la cosa misma como apuntó Mallarmé. tula una tensión armonízadora que, por esta vía indirecta resta-
En un texto profético, el prólogo al Poema del Niágara de blece la ·unidad. '
Pérez Bonalde, José Martí avizoró las vías que tras el cataclismo Ya Gutiérrez Girardot 23 anotó la aplicabilidad que a la lite-
de la modernidad, quedaban abiertas a la poesía: "la vida per- ratura modernista muestran las reflexiones de Walter Benjamín
sonal, dudadora, alarmada, preguntadora, inquieta, luzbélica; sobre la aparición del "interior" en
la Francia de Luis Felipe
la vida íntima febril, no bien enquiciada, pujante, clamorosa, cuando la emergencia histórica del hombre privado. Decía Ben-
ha venido a ser el asunto principal y, con la Naturaleza, el único jamín: "El ámbito en que vive se contrapone por primera vez,
asunto legítimo de la poesía moderna". Tal-cual. Una corres- para el hombre privado, al lugar d~ trabajo. El hombre privado,
pondencia baudelairiana se establece entre vida íntima y natu- realista en la oficina, exige del intérior que le mantenga en sus
raleza: se edifican simultáneamente ante una misma situación ilusiones. Para el· hombre privado, el interior representa el uni-
externa y son semejantes las trasmutaciones que en ambas se verso. Reúne en él la lejanía y el p¡¡sado. Su salón es una platea
cumplen. en el teatro del mundo." 24 Debiera agregarse que en ese teatro
Sí la "selva sagrada" debió ser construida apelando a un con- se representó la conciencia del yo ~el "privatíer", bajo el aspec-
junto de piezas culturales, la interioridad registró e! mismo pro-

18/34
to de un espectáculo feérico que !compensaba su despersonali-
cesamiento. Un modelo cercano se encontraba en Verlaine, zación.
quien había hecho de la conciencia un espectáculo: "Votre cime En la América Latina del mqdernísmo la emergencia del
est un paysage clwisi 1 que vont charmant masques.et bergamas- ~· hombre privado es notoria pero t~mbién compleja: al tiempo
ques, 1 jouant du luth, et dansant, et quasi 1 tristes Sous leurs l
!i' que se ·opone al pasado, estatuye tina duplicidad nueva. Por, un
déguisements fantasques.yta interí()rídad ya.l1o es~,¡5resentida 'ji
punto decisorio reniega del pasad6 representado por el hacen-
como el"y_o" comracto de loS"románticós;-aévieñi!también ella dado paterpalista que estuvo situado en un medio natural: ahora
un ''paisaje de~_ciilturii"/Lacori:iparsa ei:nnascarada y equívoca entramos al reino urbano del comerciante y del industrial. Pero
por
que- desrihi el al m/ en el poema de Verlaine, se la vuelve a el burgués vivirá escindidamente, tipificándose ello en sus dos
ver en las teorías de vírgenes doncellas y mancebos criminales casas: la pública, que es el taller, la oficina, la tienda, el despa-
que intentan seducir a la princesa encantada en el poema que cho, la fábrica, la institución, esos atroces paisajes -que tam-
Daría titula explícitamente "El reino interior". Junto a la tras- bién genera la cultura- donde la desnudez y la sordidez van de
posición de la intimidad a un conjunto de múltiples objetos la mano, donde la productividad economiza a la belleza y al
culturales, se asiste al comienzo de ¡a desintegración del yo~ del confort para alcanzar más alto rendimiento monetario. Se trata
cual será Proust historiador cumplido pero que antes de él ex-
ploraron los poetas decadentes y simbolistas y trató de teorizar
Bergson. Un raro instante de la cultura cuya conflíctualídad se 23
prolonga hasta nuestros días pero cuya germinación es de me- Rafael GuLiérrez GírardoL, "Temljls para una sociologfa de la litera-
tura hispanoamericana" en Literatura de fa emancipación hispanoamericana
diados del x1x ,- cuando se abre el abismo entre interioridad y· y otros ensayos, Lima, Universidad Nac1onal Mayor de San Marcos, 1971.
exterioridad, entre conciencia y mundo. Sí esa ruptura robus- 24
Waller Benjamín, lluminaciones /1 (Baudelair;,e, un poeta en el es-
tece inicialmente, a modo defensivo, ese yo que sufre la hosti- plendor del capitalismo), Madrid, Tau!rus, 1972 (trad. Jesús Aguirre),
lidad del sistema despersonalizado en curso y su predominante p. 182.

110 111
de ::n realismo avaro y rendido a la eficacia económica, del cual fort, la mujer y la familia. El precioso soneto "De invierno" de
procederá una acumuladón cuyo disfrute sólo se encontrará Azul. .. ("En invernales horas mirad a Carolina") cuenta este
en otro sitio, en el interibr familiar. Todos los que conviVen el reencuentro cotidiano al fin de la jornada despersonalizada;
interior de la actividad productiva, incluido el burgués, serán todo él brota del placer de los sentidos al encontrar a la mujer.
sometidos a la expoliación del rendimiento económico para el bella, adormecida, rodeada de refinamientos, que lo espera:
mercado, que prescinde tanto de la subjetividad como de los "entro, sin hacer ruido, dejo mi abrigo gris, 1 voy a besar su ros-
valores superiores de la cultura. Pero mientras obreros y servi- tro rosado y halagüeño 1 como una rosa roja que fuera flor de
dores sólo dipondrán de esta experiencia frustrante, al burgués .,
l lS.
le espera otro ambiente, simétrico y opuesto, el del interior fa- Con esmero la literatura recorrerá esteteatro de la privad-
miliar, donde la belleza, el lujo, el confort se despliegan sobre dad, dé! pJacer, de la belleza~ de la riqueza, de la subjetividad
pisos y paredes componi~ndo decorados que parecen dictados objetivada, y es ésta una de sus grandes conquistas: la reivindi-
por la agorafobia. Centen¡ares de implementos -cortinas, alfom- cación de._lo bello_ y lo placentero opuestos a la inhumanidad
bras, muebles, espejos, cui!dros, lámparas, bibelots de todo tipo, creciente,. entendidos ambos como un patrimonio legítimo y
a'.lnque mayoritariamente importados y productos de una téc- asequible. a los seres humanos. El efecto de esta adquisición
nica más refinada- colm~n el espacio interior sin dejar un solo sobre los estratos sociales de años posteriores, habría de ser con-
resquicio. El significado de esta acumulaciónse patentiza en re- tagioso y fulminante. Sólo si se postula la hostilidad externa
lación a las paredes desmidas del taller, al austero cuero del bu- .puede comprenderse la emoción con que los escritores describen
fete del abogado, a la ferldad de la oficina pública, a los des- estos escenarios. Uno de los primeros ejemplos está en la novela
perdicios que rodean a las fábricas, a la precariedad de estas de José Martí, Luc(a Jerez (Amistades funestas, 1885) al re-
construcciones destinadas; al trabajo y a la productividad. El abi- construir la sala donde transcurre la vida privada del rico abo-
19/34

garramiento de objetos v~rios del interior privado se les opone, gado Juan Jerez: una mezcla de objetos de un decadentismo
figurando la apoteosis de la posesión que se concreta en cosas. refinado junto a oportunas plantas tropicales -que quizás no
: En ellas se objetiva la existencia misma del yo poseedor. hubiera aprobado el señor del género, Des Esseintes- compo-
- En un irónico y displicente cuento de 1879, "Los ¡natrimo- niendo un diorama que justifica así el narrador: "Mejora y alivia
nios al uso", Gutiérrez N'ájera cuenta el consabido pacto entre el contacto constante de lo bello. Todo en la tierra, en estos
patricio sin recursos y bJ!lrguesa rica que fue costumbre,.¡:¡ene- tiempos negros, tiende a rebajar el alma, todo, libros y cuadros,
ralizada del período, del~tora del cambio social pero también negocios y afectos, ¡aun en nuestros países azules! Conviene
del pacto en qne se sosttivo, uniendo dinero y respetabilidad. tener siempre delante de los ojos, alrededor, ornando las pare-
La única queja tiene que !ver con la excesiva cercanía entre ~m­
f des, animando los rincones donde se refugia la sombra, objetos
' '
bas casas: "sólo: que algtinas veces . . . hay én nuestro parque bellos que la coloreen y la disipen."
cierto olor a carbón de piedra ... Esto no es· extraño, las ofici- En su novela De sobremesa G887-1896) José Asunción Sil-
nas están nada más que a un cuarto de legua." El desarrollo de va amplía la vigencia del jnterior: la acción entera de la obra, la
los barrios residenciales subsanó este fastidioso inconveniente: interrogación a los problemas del mundo que propone, la vida
ni la miseria de los obrenps, ni la suciedad del taller, ni los ma- de los personajes, las opiniones sobre el arte, son absorbidas por ·
los olores de la producción industrial, pondrían en peligro el este comedor donde los narradores .viven sólo porque cuentan. '
puro ilusionismo buscado. Salvo para el burgués, quien en un Los objetos también viven y las palabras parecen destinadas al
tiempo, por ser aún quien dirigía personalmente la fábrica o revestimiento, como las colgaduras. Nada más bogotano, nada ..
el comercio, unía ambas eSferas, estableciendo ·el puente entre la más Asunción Silva, ni más Poe, ni paisaje artificial más pulcro
base realista y la superestructura refinada, sabedor de que una·· que la inicial "naturaleza muerta" con que se abre la novela:
permitía la existencia de ,la otra en la medida en que estuvieran "Recogida por la pantalla de gasa y encajes, la claridad tibia de
distanciadas. También pEjrcibiría, bajo la forma de retribución, la lámpara caía en círculo sobre el terciopelo carmesí de la
su retorno cotidiano al r~ino interior donde le esperaba el con- carpeta, y al iluminar de lleno tres tazas de China, doradas en

112 ·-' .
··"',"
113
el fondo por un, resto de café espeso,~ y un frasco de cristal tura" de los hombres. Cuando en 1886 inicia Daría su serie
tallado, lleno de )icor transparente entre el cual brillaban partí- de crónicas en· La Época, es a ella a quien se dirige. Su obra
culas de oro, dejaba ahogado en una penumbra de sombría íntegra tuvo más lectoras que lectores y si los modernistas,
púrpura, producida por el tono de la alfombra, los tapices y las como antes los románticos, se dirigen principalmente a ellas,
colgaduras, el resto de la estancia silenciosa." :: no es por meros sentimientos amorosos, sino porque parecieron
En las novelas modernistas de Cario$ Rey les;' El extraño exceptuadas del reino de la necesidad.
(1897) y La raza de Ca(n (1900) este marco-se-~hará espeso y También el poeta vivió la dualidad instituida, salvo que él
ahogante como los torturados personajes que los ocupan y en no tuvo taller u oficina donde reinara. Su ll.ctividad productiva
los poemas de Delmira Agustini devendrá una atmósfera que se cumplió en el mismo interior dbnde..se asistía ~aJar~e_cupera­
sirve al rito casi trágico del erotismo: "La noche entró en la ción de _!_a subjg_tividad, aunque ésta, forzosamente, se confun-
sala adormecida 1 arrastrando el silencio a pasos ~lentos. .. 1 diet1Icon su sueño. Carecía del escenarip abigarrado del burgués
Los sueños son tan quedos que una herida 1 sangrar se oiría." (salvo casos. excepcionales como· A. deGilbert) pero podía for-
Cualquiera de estas descripciones vale como un retrato, jarlo en la palabra poética, reconociéndolo ante sí como un
pues si en la ~época el paisaje se había constituido en un estado ardiente sueño: ésa fue su producción, de tal modo que en su
-~alma,' el alma había devenido un paisaje cultural. La progre- caso la escisión burguesa intentó ser salvada. Producción y pla-
siva evanescencia del yo que reclamaba cada vez más elusivos cer fueron la misma cosa, salvo esa nota irreal que circunda al
matices, músicas, sensaciones, para ser rescatado, adquiría re- material y que, insertada en el texto, delata la coyuntura real
pentina rotundidad en los objetos del entorno bello y acicalado: como imaginaria. El estribillo de "Invernal" lo dice y repite:
se disgregaba en multiplicidad, es cierto, pero se unificaba en el "Dentro, el amor que abrasa; 1 fuera, la noche frr'a." El interior
espectáculo general de la sala o la alcoba o en esa denominación se trasmuta por obra del arte, equiparándose al interior burgués
que después no se volvió a usar más: el camarín ("Un camarín

20/34
pleno de objetos preciosos ("¡Bien haya el brasero lleno de pe-
te decoro" dirá Daría). La posesión confirmaba al yo y au'n lo drería! 1 Topacios y carbunclos, 1 rub(es y amatistas, 1 en la
enaltecía al crear el ámbito que autorizaba su expansión, asimi- ancha copa etrusca 1 repleta de ceniza") y también en él se sitúa
lándolo a objetos ricos y bellos a la vez (a veces más ·ricos que el lugar del- placer que se ha hecho interior y secreto, abando~
bellos, como ya había observado Poe en las costumbres de los nando el plein air de la entrevista romántica por lo mismo que
paruenus). se ha transformado en posesión erótica. La mujer puede fal-
Pero si para el burgués el interior fue el hemisferio compen- tar, como en ,el citado poema de .Azul . .. ("ella, la de misan-
satorio, para la mujer burguesa fue la totalidad de la existencia sias locaS") o como en ''Era un afre suave" de Prosas profanas
Y en la misma época en que el sistema económico exigía que las--- ("¿Fue acaso?", "¿Fue cuándo?") o en "Divagación" ("¿ Vie~
mujeres fueran obreras y empleadas, las burguesas fueron con- nes?") o puede estar presente en los encuentros furtivos de
finadas al interior como otro objeto bello de la casa. Al margen "El faisán" o- de (!Margarita", pero siempre surge dentro de ese
de las críticas que hoy podamos formular sobre las limitaciones fanal que construye el sueño o la fiesta o las máscaras o el
y deformaciones que ello ejerció sobre su condición, la mujer recuerdo, situada en el centro de la subjetividad-interioridad,
apareció en la época como un ser resguardado de las nuevas cir- la cual, sin embargo, sólo es percibida en directa relación a la
cunstancias sociales, voluntariamente segregado de sus imposi- objetividad-exterioridad como su opuesto. Dentro-fuera com-
ciones alienantes, situada en una suerte de hornacina bella don- ponen un movimiento perfectamente isócrono, que parece in-
de subjetividad y sensualidad podían desplegarse. Es fácil inferir terpretar el sístole y la diástole dtü hombre, del mundo, de la
que esta situación le fue asignada para simbolizar íntegramente naturaleza, de la sociedad humana y aun connotar la posesión
esa posesión que fortalecía al yo viril y permitía la expansión erótica y el movimiento de la poesía que Nervo defendía bur-
interior del hompre, alienado en el comercio del mundo. Eso lonamente como "sístoles y diástoles eufónicas". Marca el estar
fue lo que hizo de ella el lector predilecto de los poetas antes fuera y el estar en sí.
de convertirse ella (a partir de Delmira Agustini) en la "lec-

114 115
Venus impera ' .. conciencia, habrá que buscarlo, más que en las circunstancias
íntinl'as que proporciona la biografía o en las eternas e invarian-
El recncL<cntro consigo mismo es la posesión erótica, y no el tes e! e la experiencia del amor (extremos en los que alternati-
amor: "}rf{a.· así te llamas 1 ¿Qué más armonzá ?" Ese te1na vamente se lo ha interrogado), en un punto medio entre ambas;
central del poeta al que consagrara Pedro Salinas Su libro -es de representado por la concepción del eros que casi sin darse
los más esquivos y enigmáticos .. A\JUndantemente se han con- cuenta, como mera resultante de las fuerzas que habían entrado
tado las vicisitudes sentimentales (Rosario Muri!lo, Francisca en funcionamiento, la estaba engendrando la nueva sociedad
Sánchez) y la ausencia en él de la gran pasión amorosa que aún tle .América Latina. Quien había hecho suyos tantos de los pro-
resplandece en algunos modernistas, sustituida por el. deseo cedimientos de esa sociedad también experimentaría algunos
episódico y el goce de la posesión. Este -gran poeta de la mujer de sus resultados en un terreno que se diría exclusivamente
es el gran poeta del combate sexual y aún más, de la conquista individual. Las pulsiones rectoras en él actuarían con efectos tan
del ¡;¡)acer. La frase ele Vargas Vila en Ibis -"goza a la mujer; halagüeños como trágicos.
no la ames nunca"- puede tener una explicación particular ep La base del sistema económico implicaba una trasmutación
~u ~aso, inaplicable a Darío, pero _sin embargo lo rige.· La re- . de las materias procedentes d<e._la natt~raleza, elaboradas en pro-
wuon crotlca se plantea como una batalla sin tregua ("son de . dl!ctos manufac~urados destin,ados al consumo, los-que ingresa-
guerra 1r;is abrazos") que convoca a la mujer a la misma pugna, ban al mercado de la demanda qué los nacía circular. Si los
c!evelanoo una naturaleza paralela para el placer: "¡y la (aun e- mecanismos de la producción industrial comenzaron a hacerse
sa antigua me rugirá de mnor/" La jocunciia del.mácho alcanúi visibles, reformando en todos los niveles--ca su imagen y seme-
su plenitud en este proceso que devela a la "satiresa" bajo el janza- los sistemas productivos y por lo tanto los planos ele-
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fa;so arre de vestal y la arrastra a una ceremonia, ritualizada vados e_n que la religión, el arte y la literatura funcionaban,
bajo el oropel litúrgico de que gustó .la época, en que el placer lo que sm embargo resultó más visible en América Latina --sobre
se instaura aboliendo drásticamente todos los aditamentos todo poFque la industrialización fue sólo, parcial y lo que cre-
moral, sentimier,to, piedad- como viejos y falsos ropájes de ció fantásticamente fue el comercio- fue el concepto de cambio
una verdad nuda: el placer en ese punto alto de posesión. Una que regía al mercado y que la estructura monqtaria acentuó. En
arrogancia juvenil: lo define provocativamente: "Y junto a mi ese sentido, la aparición del papel moneda, don la inseguridad
unicornio cuerno ,de oro, ! tendrán rosas y miel tus dromeda- generalizada que promovió y que las aventuradas emisiones
rios.'' particulares de los bancos acrecentaron, aseguró una irrealidad
Que el placer pasara por las distintas etapas de la vida huma- que sin embargo era constitutiva del sistema y había de asentar-
na, del furor juvenil al remanso de los años adultos, del mis1no se progresivamente. Ella aceleró el intercambio y fue como un
modo que la imagen de la muerte pasa de la bella apariencia índice de esa percepción ele movimiento continuo que carac-
de Diana al "espanto seguro de estar mañana muerto", era pre- terizaba a la nueva sociedad y que produjo el asombro de los
V1s!Dle y srmplemente humano, salvo que en el caso de Darío latinoamericanos. (También en este sentido puede interpretar-
se produce el cambio en la plenitud de las fuerzas, cuando sé la observación de Octavio Paz acerca de que el modernismo
escribe los poemas de Cantos de uida y esperanza o sea los fue "un movimiento cuyo fundamento y meta primordial era
3S años; in mezzo del camin. Puede pensarse entonces que la el movimiento mismo". Ésa era la ley de la nueva sociedad y
decepc10n no es Simplemente "la obra más profunda de la hora se tardaría en saber que ella no obedecía exclusivamente a una
la labor del minuto y el prodigio del año" sino que tiene que ve~ clase social sino a un sistema productivo que la sobreviviría.)
con lo intrínseco de su proyecto erótico. Y éste es también Es comprensible que fuera en Estados Unidos donde el prin-
parte de la corriente rectora de su tiempo en cuyo cauce se cipio de la in movilidad se les hiciera patente, porque ésta era la
había instalado este·dotado. nadador, de tal modo que el signi- imagen que c'.aba la calle, una imagen concreta y próxima cuyas
fiCado cabal de sU: erotismo, lo que en él hubo de distinto al causas podían ignorar pero que les evidenciaba una norma dis-
eterno ejercício del amor, lo que hubo de forma específica en la tinta y aparentemente ya adquirida del mundo. Es lo primero

116 117
que registra Martí cuando en 1880 desembarca en Nueva York !ante. Si la novedad apunta a la sensorialidad, trabajando sobre
y con su habitual rapidez mental lo asume: "cuando noté que la e_QiQ_§Lm.!ca __ :~apa_ de la.... se_nsacióri que adquiere· ahora __yig~n
nadie permanecía estacionado en las esquinas, que ninguna a~recido porque es el efecto el qu~ cuenta, buena parte de su
puerta se mantenía cerrada un momento, qug ningún hompre car¡¡¡ilmpactante y de su mejor_rg9_~p~iQ.n, radicará en el placer,
estaba quieto, me detuve, miré respetuosamente a este pueblo, Recuerda Pan! Hazard que pocos. temas más atendidos en el
y dije adiós para siempre a aquella perezosa vida y poética inuti- xvrn que el de la felicidad humana, pero si se recorre ese arte
lidad de nuestros países europeos". 25 Diecisiete años después del rococó del que Darío será un apreciador máximo tras la
Justo Sierra hace la misma comprobación y el mismo cotejo huella de Verlaine y quien lo resucite como cabal heredero
con la vida latinoamericana: "Pararse, cosa muy mexicana: en la América Latina del ochocientos, más que la felicidad es
aquí nadie se para, yo no conozco parados en las calles de . el, placer lo que se ha descubierto y endiosado. Una de sus
Nueva York más que a Washington en las gradas de la Sub- plurales formas, pero sin duda la más explícita, inmediata y
tesorería en Wall Street." 26 Sin duda este movimiento estaba generalizada, será el goce corporal de la relación sexual. Como
previsto en la insignia goetheana con qu~se abre la moderni- pasa siempre con los descubridores, su percepción del asunto
dad ("en el principio era la acción") pero su funcionamiento queda lejos de la aplicabilidad -que le conferirá una sociedad
dentro de las normas del intercambio que establece la sociedad masiva posterior que lo industrializa, por lo cual no puede en-
burguesa sólo pasó a ser experiencia viva <hl Íos latinoamericanos contrarse en los textos de los libertinos del XVIII que respiran
hacia fines del x 1 x . tan grata apertura hedonista (trágica también en Sade) el
Poe y !3audelaire vieron con nitidez (admirablemente lo ha resultado que se apreciaría ya en el XIX y cuya remisión está
puesto de relieve Benjamín) que se había instaurado el demonio hoy en proceso. ../
de la novedad que ya no abandonaría a la nueva sociedad por- La novedad y el consumo son inseparables Dióscuros desde

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que pertenecía a su base económica constitutiva, aún más que sus orígenes aunque la relación de significación entre ambos
a sus relaciones de propiedad. Pero quizás convenga ver en términos haya entreverado, más antes que hoy, los valores uti-
la novedad simplemente uno de los elementos de un sistema litarios con los meramente placenteros que han venido sustitu-
que, como tal, deberá definirse por la relación de sus plurales yéndolos aunque ya estaban implícitos en ella. Y si la sociedad
términos, como cualquier estructura, y no por uno de sus pun- consumista es una realidad acrecentada en el siglo xx, tam-
tos. La novedad del objeto manufacturado (bicicleta, diario ma- bién fue prevista inicialmente, aunqt¡e funcionara sólo en los es-
tutino, poema) no existe sino a través de un movimiento, el trechos márgenes de una élite burgu~sa a la que la ambición_de
que traza las etapas de su emergencia y de su desaparición, las status y el nuevorriquismo llevó a un,dispendio quehizoJa fama
cuales a su vez implican el elemento transformación-de-materias ,de los Astor y los Vanderbilt en los;Estados Unidos del primer
originales que concurre a producir la novedad, la presentación centenario de la independencia, y de sus miméticos homólogos
inesperada que ~arrea el shock sensorial, su impresc. indible ' latinoamericanos, los Cousiño y los Anchorena.
eliminación para que pueda ser sustituido, es decir, que no ¿En qué medida y por qué vías if¡gresa la mujer a este devo·
existe sino a través el doble proceso de producción y consumo. rante sistema? Lo que define un poema como "Heraldos" es el
Pero a su vez su funcionalidad depende de la exacerbación de principio de la sucesión. Se instala Sobre un movimiento ince-
otro demonio de la modernidad, capital en la poética presente, ¡;ante que renueva las imágenes a través del valor encantatorio
la analogía, con todos sus vislumbres equívocos y fugitivos cuya del nombre femenino como en Mallarmé. Es un desfile de muje-
sustentación en los valores de cambio examinaremos más ade- res de diversos tiempos, donde la h:istoria es remitida a meros
decorados heráldicos y por lo tanta queda abolida en cuanto
significación, permitiendo que todas las mujeres sean simple-
25
"Impresiones d_e América" I (The Hour, 1880) en Obras Completas, mente su denominador común: la mujer. Se parte del mito,
La Habana, Editorial Nacional, 1963, vol. 20, p. 61. se atraviesa esa historia pintoresca y se va hacia el futuro: la
26
En tierra yankee, ed. cit., p. 81. esperanza de consumación definitiva a que apunta la interroga-

118 31 119
ción sobre la "ella futura" queda desvirtuada por la movible unidaq'que traduce la esencia del universo y que genera la mul--
sucesión que la antecede. El principio estatuido es el del cam- tiplicidad de las formas que en sí están liberadas de connotación
bio, arrastrado por la apetencia de novedad. Ese cambio pue- moral, todas !.as formas son intercambiables (demonio analógico
de ser real, pero___l;a_mbién puede proponérselo sólo en las apa-- mediante) y la distinción sólo -es hija de Ia manera. 29 Si a ello·
riencias: eS )a Serie de estilOS que USÓ eJ eclecticismo del XIX (la se agrega que la manera es también un alarde del poder crea--
pacotilla díría Broch) para decorar las casas ricas, ·la cual per~ tivo del hombre, un típico producto cultural, este manierismo
mi tía pasar de la sala oriental a la helénica, y de la renacentista se constituiría en la característica de la producción artística
a la versallesca dentro de la 1nisma y única mansión; 27 es, para- del sistema, así como en la de su comportamiento social.
lelalnente, la serie de dis_!races -griego, florentino, alemán~ Elmovimiento continuQ...llXll]ta el.pJacer de.Ja ..novedad, tan--
espaüol, oriental, etcétera.::__, con que en "Divagación", la "Can- to ·vale decir, el placer del instante, que es el de mayor intensi--
ción de carnaval", o el "OÜ'o dezir" se reviste sucesivamente a dad: "El amor pasajero tiene el encanto breve 1 y ofrece un
la misma mujer. Pero en la medida en que la apariencia adquiere igual término para el gozo y la pena." Este descubrimiento,
rango decisorio por ser ella portadora de la Il'Gvedad, el proble-- que refulge en los diarios íntimos de Rufino Blanco Fombona,
¡na queda situado en el estricto nivel de la forma. A la cual da nacimiento a la galería de trajes_§untuosos que se ..2_uceden
se agrega la incesante mutación. Entonces es lo mismo mudar en la poesía darian,¡t bajo los cuales se esconoeuna y la misma
las apariencias que mudar la figura, porque 'ésta, en definitiva, carne para álcanzar el plaC__ff! "La mejor musa es la de-·carne y
110 es sino una apariencia más. En el poema "Ay triste del que hueso." Pero este movimiento del objeto erótico no asegura la
un día" dijo Daría con dejo melancólico: "Nada rnás que mane- inmovilidad .del sujeto conocedor sino, al contrario, lo arrastra
ras expresan lo distinto", !entronizando ese ·manierismo cuya' en el mismo desplazamiento vertiginoso. Cuando va a embar--
1
23/34

per.•ivcncia ha pesquisado Arnold Hauser desde el XVII hasta carse para Citeres, en "Iviarina", lo que aúlla en la costa es "una
ios simbolistas. 2 .8 Partiendo, como ya vimos, de un afán de ilusión que dejara olvidada mí antiguo corazón", pues éste cora--
zón también se hace distinto sin cesar bajo los disfraces que le
presta la manera. "Corta la flor al paso" adoctrina en "Alma
mía" aunque todavía parece pretender conservar su esencia.
27 EI primer modelo que deslumbró a Daría, aunque sólo le conoció Pronto descubre que su poesía también es un "canto errante"
de mentas fue la casa de Isidor~ Cousiño, en Santiago, que un ácido viaje~ y que "el cantor va por todo el mundo". Es él quien se ve des-
ro nortea~ericano, Theodore C~üld, describió en The Spanish American plazándose, andariego como el modelo estatuido por Rimbaud,
Republics (Nueva York y Londr~s, Harper and Brothers Publishers, 1902):
"It is a handsome two-story m~nsion with Ionic pilasters and panels of es él quien "persigue una forma", es él quien no halla "sino la
blue and yellow faience tiles set in the facade to forro plaques and cornices, palabra que huye" y "el sollozo continuo del chorro de la fuen--
and 80 relieve the ilatness of the white stuccoed walls ... This house was te".
designed by a French architect,¡ and ent!rely deco:ated and .f~rnished by Pero aun si no contáramos con sus reflexiones (que se tor--
French artists and artisans. Here- we are In the capital of Chilt, thousands narán melancólicas al llegar al "horror de sentirse pasajero" en
and thousands of miles away fróm Europe, in a country that has its own
flora and fauna, its incomparable mineral wealth, its characteristic.scenery "Nocturno") ¿no bastaría Cylil el asombroso impulso rítmico
of mountain, valley, and sea-cost, its interesting aboriginal inhabitants, its que pone en movimiento cualquiera de sus poemas y que, por
popular customs, its special methods of agriculture. Sureley there are debajo de la urdimbre apaciguadora de una melodía que va y
themes for the decorative paint¡er in these sources of inspiration. Señoq
Cousiño thinks differently and sO she has commissioned M. Georges Clairin
to paint for her en trance hall and staircase the four seasol)s su eh as they do
29
not appear in the Southern Herrlisphere, together with strangely frivolous Michael Foucault anota: "Vemos cómo la reflexión moderna, des-
Parisian scenes --a m:isked ball at the Opera; the corner of the boulevard de el primer inicio de esta analítica, lleva, por un rodeo, hacia un cierto
where de Café de la Paix stands; the tribunes at Longchamps, with pensamiento sobre lo Mismo -donde la Diferencia es lo mismo que la
so me well·known cocqttes in the foreground; and the place de la Concorde, Identidad- a la exposición de la representación, con su dilatación en cua-
with more cocottes in.front of the fountain" (pp, 112~113). dro, tal como lo ordenaba el saber clásico." (Las palabras y las cosas, Mé~
28
El manierismo, Madrid, G~adarrama, 1965. xico, D. F., Siglo XXI, 1968, p. 307.)

120 121
' '

vuelve sobre sí misma, desplaza de modo vertiginoso la estruc- también en este acto que a nivel del microcosmos reproduce
tura poética y llega a convertirse en el acelerador del pensa- al macr~cosmos, la eventualidad de ascender por la posesión
miento que le impide reposar un solo instante? ¿No bastar!a
1

recuperando e1 ser y culminar en: su pérdida y trasmutación.


con la sintaxis que genera una palpitación urgida de las pala, Porque en el acto del coito todos los hombres no son el mismo
bras: en las aperturas de poemas, ese vocativo brusco ("¡Ya hombre, como pensaba Borges, sino algo más que está fuera del
viene el cortejo!'', "¡Antes de todo, gloria a ti, Leda!", "¡Oh límite de la experiencia humana corriente ("y quedéme no sa-
terremoto mental!", "¡Carne, celeste carne de la mujer!") o biendo, toda ciencia trascendiendo") como un relámpago que
esa repentina pregunta a la que el poema es constreñido a res- .los integra a la fuerza del mundo todo.
ponder como en una indagatoria ("i Vienes?", "iQué signo
haces?") o el soberano imperativo que exige rendición ("Ama-.
me'\ "Saluda al sol", "Alma m(a, perdura") o la rotunda mani-, Democratización y unificación
festación· de la voluntad ("Quiero", "Yo sé")? Un dinamismo;
rítmico y sintáctico impone su impulso y desencaden·a-·el movi~ Democratización es una palabra ~tyo significado íntegro sólo
miento, cada vez más -inquisitivo, atravesando todo un poema, puede alcanzarse históricamente, en relación con el anterior
necesariamente breve para que sólo exista gracias a su empuje. campo de valores contra el cual opera, por estimarlo no-demo-
Las maneras errantes están animadas por incoercible energía~
"Yo soy el caballero de la humana energ(a."
• crático. Hay democratización artística en el xvm, que nos da
primero el rococó y luego el neoclásico; hay democratización
Sin duda es el poeta de la sensualidad; el artífice de esos artística expansivamente derramada en el xrx, dándonos la no-
ricos cuadros (el nacimiento de Afrodita) en que se eriza amo- vela y el melodrama románticos; hay democratización consciente
rosamente la piel a pesar del excesivo brilló del similar (sensua- y teorizada en el final del xrx que nos provee de la pintura

24/34
lidad más recoleta, más de seda y reseda, la de Asunción Silva) impresionista y del simbolismo poético. El movimiento transfor-
y de su música tan ostensible, pero es aún más el poeta de la mador, en este caso, responde al mismo impulso hacia la demo-
violencia sexual, por esa cabalgata en crescendo y por su por- cratización que había signado al royocó, salvo que su circun:tan-
tentosa capacidad para el remate del orgasmo. Lo que en las cia es enteraménte diferente: oper<t contra el vigoroso reallsmo
novelas de Vargas Vila es blanduzca materia sobada y resobada de Courbet o el naturalismo legalfzador de Zola y su peculiar
carente de culminación, en él es una precisa ordenación rít- medio nutricio es ya la sociedad industrial que ha triunfado, po-
mica animada por una vigorosa energía que va derecho a un blada de empleados y operarios decididamente urbanos.
fin. Por lo cual su sensualidad es como un ropaje bello de una Por debajo de las sucesivas col)quistas, técnicas o artísticas,
fuerza mucho menos dependiente de la materia de lo que po- políticas o sociales, de esos dos largos siglos, es oportuno obser-
dría esperarse: es pura energía. var el incesante impetuoso crecinh.iento demográfico y econo-
Esa energía anima vida y poesía, pero es además la misma mico de las soci~dades occidentale~, y cómo él va acompañado
que anima al universo, sólo comparable al "germen que entre de duras demandas que presentan; los estratos recién llegados,
las rocas y entre 1 las carnes de los árboles, y dentro humana rgs;)amando_que._se.Jes haga_unjuga,r-dentro de un sistema al que
{orri1a, 1 es un mismo secreto y es una misma norma". En este fatalmente modifican mediante su ~ncorporación, central o mar-
texto de "El coloquio de los Centauros" el germen es definido ginal, consentida o arrancada por: la fuerza. Se suben al barco
como resumen de la fuerza suprema y como virtud espiritual. del mundo sin reparar en medios, 'acometiendo dura pelea; VIe-
Llegado al punto clave que explica al universo, también en el nen de las profundidades, de los márgenes condenados, Y se
poeta se volatiliza la materia y lo que queda actuando es una hacen un lugar entre los que ya ocl.(pan espaciosos puestos sobre
· energía incomprensible. El machismo de Darío no cede al gene- cubierta. Acarrean cosmovisiones propias, a veces muy simples
ralizado latinoamericano y nace del mismo autoendiosamiento o muy distorsionadas por los oríg~nes sometidos de que proce-
de su potencia genesíaca. La mujer indistinta tiene algo de pales- den, y al introducirlas en aquella q\'e rige desde.antes e_J sistema,
tra para el ejercicio de esa energía, receptáculo de la fuerza. Y lo subvierten, lo modifican, lo trasmutan. No podna dec1rse

122 -~ 123

l
que lo sustituyen por entero. llamarse moderno, que no apele al indirecto y paradójico cami·
No olvidemos que la historia es principio rector que se im- no del enmascaramiento. La reina y su corte se disfrazan de
pone desde el xvm y rige casi todo el siglo XIX, período éste pastores; Smith y Ricardo de solitarios cazadores y pescadores a
que fue, no sólo el de la lnayor expansión espacial de los hom- lo Robinson mientras Rousseau lo hace de "buen salvaje"; los·
bres europeos sobre la tierra, sino también el de la mayor ex· fieros caudillos de la revolución de tribunos romanos; los jóve-
pansión temporal que la humanidad alcanza a Jo largo de su nes románticos' de pajes medievales; muy pronto Sara Bernardt
milenaria recorrida por el planeta. En el mismo momento en y Montesquieu posarán para el daguerrotipo con kimonos japo·
que se subvierten, unos tras otros, los valores que normativiza. neses separándose del peplo griego que estaban vistiendo Jos
ban a las sociedades, se conquista la máxima apertura del dia· decadentes, Y antes de que concluya el siglo V erlaine recupera
frapna con que se incorporan ingentes paneles de pasado, que el ya historizado roco~ó \,n las Fétes galantes produciendo algo .
ingresan a la época con sus disfraces variopintos, aunque su- sutilmente nuevo: el drsfra'Z de un disfraz.
brepticiamente adecuados a las condiciones espirituales de la La pregunta sobre quién escribe es sustituida por la que in·
nueva sociedad democrática. N o se equivocaba el poeta cuando quiere sobre quién representa en nosotros, tanto vale decir, por
confesaba: "Amo más qu!e la Grecia de los griegos 1 la Grecia aquella que, tratándose del poeta, se pregunta qué oculta el len-
de la Francia", pues no había otra Grecia concreta y real que guaje, si acaso oculta algo y no es otra cosa que un devenir in ce·
la galicada, de Clodion a Leconte de Lisie, exactamente desde sante de palabras enmascaradas. Como siempre, fue Nietzsche
el inicial rococó hasta el helenismo del tercio final del XIX. Con quien mejor lo percibió: "Este hombre secreto que usa instinti-
su agudeza, Nietzsche percibió que el proceso de.. dem_ocrati.za· vamente la palabra para callarse y calla lo que debe permanecer
cíón y el baile de máscaras·eran una y la rnis111a cos~, arremet_i_C:!l- oculto, que inagotablemente inventa astucias para sustraerse a la
25/34

do despecti\·arüente c~=mt~a esta nueva vulgatida~ n1ediant<:;__la comunicación, este hombre, digo, nada desea rnás que ver nna
cual los plebeyos parodiaban a los señores de otras épocas: "El máscara haciendo las funciones de rostro ante el espíritu y el co·
mestizo europeo ~en resumen un plebeyo bien villano- tiene razón de sus amigos; y si no lo desea, un día sus ojos se abrirán
una absoluta necesidad de disfraz: recurre a la historia entera co- y verá que de cualquier modo se ha confundido con una másca-
mo a una tienda de disfraces"; "son1os la-prilnera época erudita ra, y que así estaba bien que pasara." 30
en lnateria de 'disfraces', morales, artículos de fe, gustos estéti- La equivalencia, o más bien, el fundamento genético de este
cos, religiones, estamos py;eparados como nunca al carnaval del comportamiento generalizado, lo encontraron, en la economía,
gran estilo." Y sin embarg¡o, fiel a su deambular contradictorio, Carlos Marx, y en la psicología, Sigmund Freud, al reconocer
es también Nietzsche quien elogiará esta actitud -"Todo espíritu la desconexión entre dos lenguajes que en la sociedad y en cada
profundo tiene necesidad :de una máscara"~ y quien, filológica- ser humano, funcionaban paralelamente, trasponiéndose uno
mente, descubrirá que esa función enmascaradora, examinada profundo a otro que lo enmascaraba: en un caso eran las rela-
tal como lo hizo Marx respecto a la revolución francesa, estaba ciones entre elyalor..de uso y el.valor.de.~cambio, o entre infra-
destinada a lograr que "el texto desapareciera bajo la interpre· estructura y superestructura; en el otro el vínculo entre las ideas
tación'': latentes y los contenidos manifiestos de la elaboración que efec·
La democratización progresiva comienza a revisar la historia tu aba el aparato psíquico. Se trataba en ambos casos de proce-
como si fuera una guardarropía de teatro, y si al comienzo gasta '"'2~~pJ_o.ductíy_qf·que al análisis reductivista mostraban persuasi-
parsimoniosamente el tesoro dándole uso por un número pro- vamente los motivos, las articulaciones, la funcionalidad y los
longado de años, cada vez la devora más el gusto por el enmas- variados componentes, de los cuales procedía el más aparencia!,
caramiento, expl9tando h~cia fines del siglo x1x en el frenético superficial, sensible y visible de los lenguajes que se definía
eclecticismo de un abigarrado bal masqué. No son, sin embargo,
sólo los plebeyos, éomo p!ensaba Nietzsche; al revés, nadie que·
da exento del contagio, porque en verdad no se puede intentar 3
°Friedrich Nietzsche, Par-dela bien el mal, Parfs, GaJiimard, 1971,
ninguna operación cultuni.J en el tiempo que ha comenzado a p. 59.

124 125
como enmascarado y que por lo tanto se erguía socialmente tina como una granada, una ubre, una espiga abierta "a toda
sobre la paradoja, pues, nietzscheanamente, la interpretación humanidad triste 1 a los errabund¡os y parías 1 que bajo nubes
procuraba sustituir al texto pero para hacerlo debía abastecerse ¡. contrarías 1 van en busca del buen trabajo". Él mismo era el pro-
incesantemente de él que era su fuente genética, operando un if ducto de esas posibilidades mayo~es que la Argentina ofreció,
juego de afirmaciones y negaciones discordantes.. Tal juego inmigrante en busca de trabajo donpe poder realizarse, cosa sólo
paradoja! .lo ilustra la precisión de Marx: "El único cambio de posible en una ciudad que aunque no tuviera editoriales, con-
forma que sufren las mercaderías al transformarse en valores taba al menos con grand.l'S diarioo que pagaban a sus redactores.
de uso es, por lo tanto, la negación de su existencia formal, en Quienes ya dirigían la cultura eran .los hombres del ochenta, esa
que eran no-valores de uso para su posesor pero valores de uso dotada generación intelectual, perd con quienes Daría convivió
para su no-posesor. El proceso de transformación de las merca- fue con los jóvenes del cenáculo de la cervecería J\uer's Keller,
derías en valores de uso supone la alienación universal, su ingreso esos provincianos atraídos por la p11jante capital desde los más
al proceso de cambio; pero su existencia para el intercambio es distantes pueblos (Lugones desde Córdoba, Álvaro Armando
su existencia como valores de cambio. Para realizarse como va- Vasseur desde Montevideo), quienes hacían suyo el credo anar-
lores de uso, deben, pues, realizarse como valores de cambio." 31 quista para recusar un sistema que no les abría las puertas pero
La transformación venía desde lejos y tenía un agente bien cuyos márgenes ya merodeaban de distinta manera, siendo tes-
conocido (la burguesía) aunque sus efectos se a,);ntuarían desde timonios vivos de las posibilidades nuevas que, aunque· desme-
que la revolución inglesa a fines del xvn abre el ciclo de las..re- dradas, se les ofrecían. Sus expeüencias cotidianas eran las de
·Joluciones burguesas de los dos últimos siglos: en el xrx se ha muchachos pobres y talentosos que aspiraban a más, bebían
adueñado de Europa y Estados Unidos y está puesta a la con- chops de cerveza y soñaban con "el rubio cristal de Champaña",
quista del resto del planeta, en primer término, por más cerca- se reunían "en un amable nido de soltero" para soñar con {(la

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nos y más adaptables al cambio, los países que conforman la que Helena eterna y pura que encarna el ideal". Los "Versos de añ.o
ha empezado a llamarse América Latina. Donde más ráp4io y nuevo" de 191 O reconstruyen ese universo dual de clase media
con más fuerza es ejercida la acción imperial de sometimiento intelectiva, notorios ejercitantes deJa democratización en curso
y forzosa asociación dependiente, más veloz es el proceso de que construían sus disfraces a la m$dida de los invasores valores
democratización. Es el caso del Río de la Plata desde el último del nuevo sistema. 1

tercio del xrx bajo el impulso conjugadG de Inglaterra y Fran- Estaban puestos a la tarea e;.;;egética sobre los múltiples
cia, despegándose, nun antes que el Brasil, de las que Cha'uñu ''textos" con que se revestía la cultura occidental, para lograr
llamara "las Américas catastróficas". 32 Sería injusto decir, desde insertar en ellos, con tal acumulacion que al fin consiguiera dis-
nuestra perspectiva un siglo después, que vieron cándidamente gregarlos, una "interpretación "que tradujera sus existencias réales
la transformación de sus valores de uso en valores de cambio, mediante los forzosos esguinces p?-fadojales. Lo que Verlaíne
porque lo que presenciaron fue una ola de riqueza que, aunque les enseñaba no era sólo la melodía de la flauta en tono menor,
arbitrariamente repartida, permitió el avance de la sociedad y sino también la eventualidad de qt¡e mediante ella se pudieran
concedió a los millones de pobres inmigrantes venidos de las escuchar "vagos suspiros de mujer~s 1 ¡bajo un simbólico /au-
pauperizadas campiñas europeas posibilidades de vida más digna re/1". El problema ya n·o radicaba en la asunción de la máscara
que no hubieran conocido en las tierras natales. No decía Darío visto que ésta era una ineludible condición estatuida por el
otra cosa que lo :sabido por todos, cuando simbolizó a la Argen- omnivigente sistema de la representf!CÍÓn paradoja!, sino la ma-
nera en que el rostro se adaptara a ila máscara; fuera la del Ver-
salles galante, la ·del helenismo metafísico y espiritista o la del
31
Karl Marx, (¡)euures choisies, Parfs, Gallimard, 1966, t. 2, pp. 27·
"sincerismo" donde resuena el acerito de la patria nicaragüense
28 (Critique de l'économie politique). lejana. Debemos a la tosquedad extgética de Marinello la inca-
32
Pi erre Chaun"tt, L 'Amérique et les Amériques, Parfs, Armand Colin, pacidad para ver otra cosa que las, máscaras, pintorescamede
1964. reprobadas tras las suyas propias, pero por suerte hemos con-

126 127
imagen de lo "natural" que ref?ultara persuasiva, cosa que, como
tado con otros más afinados veedores, en especial aquellos
hen;.o~ .visto, realizó por traslación diagramática, reaparece en
que fueron testrgos temwanos del movimiento modernista y que
un JUICIO temprano de Pedro Henríquez Ureña, celebrando albo-
por lo tanto pudreron medrrlo cabalmente en relación a sus an-
tecedentes poéticos americanos. Existencialmente percibieron lo rozado la publicación de Cantos de vida y esperanza. Exami·
qu.e aportaba de interpr~tación fidedigna de una nueva época, nando parsimoniosamente la revolución métrica cumplida por
mas exactamente de una nueva sociedad emergente, una nue- Daría dentro de la lengua española observa: "Contra lo que
va clase. ' generalmente piensan los que confunden la sencillez con la vul-
Uno de nuestros más qlotados críticos, Baldo mero Sanin Cano, garidad, la revolución modernista, al derribar el pesado anda-
desde su atalaya coloml:¡iano-universal y desde su cualidad de miaje de la ya exhausta retórica romántica, impuso un ~odo
preciso observador contel)nporáneo de la transformación artística de expresión natural y jnsta, que en los mejores maestros es
tanto en la poesía (José Asunción Silva) como en la pintur~ flexible y diáfima, enemiga de las licencias consagradas y de las
(Andrés_Santamaría), reconoce en el modernismo, y particular- ·imágenes clichés." 34 Hay que convenir que al lector contem-
mente en Rubén Darío, justamente lo que posteriormente fue poráneo le es difícil apreciar el sentido democratizador de esta
borrado por el vanguardismo (que da otro paso en la democrati- .i revolución del decir poético, del mismo modo que le es difícil
zación); a saber, la incorporación de los modos propios expresi- apreciar la alharaca que se hiciera en torno al léxico de los ma-
vos del pueblo amencana:. Desde la perspectiva del inepta: debate ?ieristas y barrocos españoles, y por las mismas razones:' porque
que desde la mu.erte de Daría se disefíó en torno a su obra, pue- el maneJa cornentemente aquellos modos de decir y estas pala·
den resultar msohtas esfus observaciones de Sanin Cano sobre bras. Puede parecerle inexplicable que fuera "inaceptable para
la irr~pción 1nodernista: !"Había una separación de gustos y de los p~etas anteri?res" al modernismo, como indica Sanin Cano, .-
la ultrma frase de este versó d~ i.)arío: "Que se humedezca el
27/34

aprecw entre el lenguaje y las ideas de Jos poetas hasta ayer po-
pulares Y el vulgo de los lectores. Los g-randes nombres habían áspero hocko de la fiera 1 de amor, si pasa por al/(." O que na-
de ser los intérpretes de :las nuevas gen-eraciones. Una transfor- 1 dre se atreVIera ant,';s que él a decir: "Los Est,.ados Unidos son
mación era necesaria. En lo exterior de las formas, el cambio se potentes !Y grandes. O las alteracwnes acentuales de las diversas
hizo visible rápidainente: consistía en introducir en la poesía áreas lingüísticas americanas que tanto dieron el admirable-
los modos corrientes del decir, las expresiones y fórmulas usua- m~~t;, aprovechado. agudo de "I[Iancisc_qJf<írLchez, acompaíia-
les en la conversación ordinaria" y después de dar ejemplos de me , como los varrables usos de las esdru.Jnlas dentro del vérso
Daría y Valencia sobre e$ta naturalidad expresiva popular, agre- que sefíala Henrí quez Ureña, transformándolas a veces en un
ga: "En el concepto, la transformación siguió el mismo sendero trisílabo grave (Y mientras la retórica del pájaro te adula) como
con la preocupación de acercarse al modo de pensamiento de en un tetrasílabo agudo por desplazamiento del acento (ojos de
las gentes. La pompa iriraginativa, la mera riqueza verbal; las víborás de luces fascinantes).
exageracwnes del romanticismo, las crudezas estudiadas de La revolución que\ estaba llevándose a cabo era más profunda
las escuelas natumlistas, quedaron excluidas de la nueva poesía qne todas las modificaciones anteriores porque estaba cumplién-
amencana. Los poetas de que hemos hecho mención tenían dose en el instrumento mismo, en la lengua poética, y no sim-
el en;.pefío, como sus maestros griegos del siglo n, de poner la plemente en temas o en estilos como ya se había visto. A modo
poesra por la forma y por el concepto dentro del Círculo del co- de complementación de la adopción de nn texto universal, se .
nocimiento del pueblo y en su natural' lenguaje/'33 hacía más intensa y drástica la interpretación mediante un decir
Esta palabra, 'Jli!!.lliaJ~', que encarece aún más la artificiosi-
dad de la tarea cumplida puesto que debió reconstruir una nuev~. 34
Pedro Henríquez Ureña, La utop(o de América, Caracas, Biblioteca
Ayacucho, 1978, p. 300 (art. "Ruben Darío" en Horas de estudio 1910).
35
33 Apreciado estilfsticamente por Eliseo Diego en revista Casa vu
___..............::...> Ba1domero·sanin Can6, El oficio de lector, ed. cit., p. 107 (art. 42, La Habana, mayo-junio 1967. ' ' '
"El modernismo)) de Letras colombianas, MéXico, D. F;, FCE, 1944).

128 129
americano que no podía echar mano sino de la lengua, la proso- cias son diversas. Lo que se exige a un poeta, por ejemplo, para
dia, el matizado léxico, elaborado dentro del continente, aunque considerarlo como gran poeta en la literatura propia, es lisa y
eludiendo la compartimentación lingüística que ya se había llanamente que sea un gran poeta, es decir, que la luz que des-
impuesto gracias a que apeló a una "lengua general culta y colo- pida sea suya y no refleja."' 7
quial" capaz de religar, como efectivamente lo hizo y como Esta libertad venía implícita, como vimos, en la democrati-
sólo Daría por su ubicuidad y su sagacidad podía hacerlo, la zacíón, gracias a su manejo de los revestimientos universales
entera comunidad del idioma originado en Castilla, Efectiva- coino valores de cambio. Bajo ellos, los valores de uso estaban
mente "el final del siglo vio la polémica sobre el idioma entre distanciados, en un estrato más profundo, ése en el cual se vivía
quienes defendieron su pureza y los que buscaron un lenguaje la lengua poética que, por nutrirse del habla rítmica y melódica,
correspondiente al que realmente se hablaba. en Latinoaméri- parecía capaz de animar la funambulesca comparsa. Los poetas
ca " 3 6 aunque la tarea daría na competía, más que a la lengua, al del área andina, de Andrés Bello a Jaime FreyJe, pasando por
instrumento poético. Respecto a los temas había consenso gene- Manuel González Pra:aJl, habían reconocido que la lengua fun-
ralizado liberándose de las constricciones románticas sobre el cionaba sobre una rítmica y no uha métrica; los antillanos por
color local y el nacionalismo: ya Sousandrade había sido capaz, su parte habían desarrollado, de Zenea a Martí y Casal, una me-
en Gues~,_~e reconstruir..unaJeyenda.quechua, incorporándole lodía. Ambas cosas se combinan en Daría, pero es quizás el
un i!irermedio, Interno en Wall Street,. donde el joven irldígena coloquialismo repentino que ya celebrara Raimundo Lida en los
reeílcontraba. los sacerdotes disfrazados de empresarios y espe- cuentos el que mejor ilustra, por su función reguladora, el nuevo
culadores neoyorkinos. Martí había prologado el Poema del sistema global donde deben operar los dos distintos lenguajes
Niágara de Pérez Bonalde, sin parar mientes en un venezolano superpuestos. Es el tono de sus sonetos de arte menor: "M(a,
viendo el significado del universo en una catarata del norte. as( te llamas", o "Miré al sentarme a la mesa 1 baiiado en la luz

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Compartía la interpetación de su amigo Manuel Gutiérrez Ná- del d(a 1 el retrato de Marta 1 la cubano-japonesa." O, mucho
jera, quien fundaba la existencia, para él cierta, de una literatura antes de la Epístola a Madame Lugones, el "Cuenta Barbey, en
mexicana, en la obra de "poderosas individualida.4J;s._", agre~ / versos que valen bien su prosa." o· es el desparpajo humorístico
gando: "Poco importa que éstas hayan contribuido al fondo de: "¿O un amor alemán? -que nb han sentido 1 jamás los ale-
común de la literatura con obras en qUe se pinten otros países manes-: la celeste 1 Gretchen, claro de luna; el aria, el nido 1 del
o se canten proezas de héroes extraños. Si en esas obras han ruiseíior." O es el distanciamiento paródico restringido a la pura
estampado el sello de su genio propio, como lo estampó Schiller enunciación lingüística: "Sus labios escarlata de púrpura mal-
en Mar(a Estuardo y en Guillermo Te/1, Racine en Fedra y Ata- dita 1 sorb(an el champaña del fino baccarat(", O el ya señalado
/(a, Byron en Sardanápalo, Victor Hugo en Cromwell y Lucrecia esguince crítico para registrar la transformaciÓn de Mercurio en
Borgia, esas obras pertenecen respectivamente al círculo de las portalámparas. N o se trata meramente de inserciones colb_quia-
grandes creaciones alemanas, inglesas y francesas. Hoy no puede les, sino de una artic_ula<?ión .. coioquial, Txtraótdiriárinmente
pedirse al liter;¡.to que sólo describa los lugares de su patria y matizada, sobré la cual se
ha-ce descansar la aristocracia vocabu-
sólo cante las hazañas de sus héroes nacionales. El literato viaja, laria, haciendo que sea posible y válida dentro de un nuevo rit-
el literato está en comunicación íntima con las civilizaciones iilüy una nueva melodía.
antiguas y con todo el mundo moderno. Las literaturas de los pue- Lo mismo podría decirse de los temas, si no fuera la incapa-
blos primitivos no eran así, porque el poeta sólo podía cantar cidad de algunos críticos para no visualizar otro libro que Prosas
los espectáculos que la naturaleza de su tierra le ofrecía y los profanas (y aun de éste un manifiesto y una docena de poemas),
grandes hechos de sus mayores o coetáneos. Hoy las circunstan-

3 7 Manuel Guti_érrez Nájera, "Crónic;a del domingo", El Partido Libe-


36
Carlos BoS'_ch Garcfa, Latinoamérica. Una interpretación global de ral, 2/agosto/1885, bajo el título "Liter<!.tura propia y literatura nacional"
la dispersión en el siglo XIX, México, D. F., UNAM, 1978, p. 383. en Obras 1, México, D. F., UNAM, 1959, p. 86.

130 3+ 131
negándose a reconocer el conjunto de los seis grandes libros
!
de novedades, se plegaba a un sistema igualmente novedoso que
adultos que van de Azul . .. (1888) a Canto a la Argentina y fijaba la circulación mediante la tr~§f()J:Ill"cif>_n~¡j~!_~!"lor d~_\!SO
otros poemas (1914), donde lo peculiar no es uno u otro t;ma, de las mercaderías en valcírc!ecambio parapoder cumplir las
sino la pasmosa ~;::l!!JJliC~d_ac:Lda__~untos, ;¡ue van del estreplto metamorfOSíSCiue sólo- poctíañ.~f;il:~i!i:i!Isiinun riiyg[_agJ!Ps- ·
cultista de los(rpmsaJCS culturalesj a la mas transrda mtrmrdad, traccióñ-;-yanoen-elcóircreto-de la producción y el consumo:
pasando por unmmpre· vari3:do paisaje dp ambientes, sentimien- "El valor de cambio no es n1ás que un producto de nuestra
tos, ideas. ¿Qué asunto dejó de tocar :Y Las fiestas versallescas, abstracción o, si se prefiere, del poseedor de mercadería indi-
las recreaciones arqueológicas, el sentimiento de la finitud Y la vidual, que tiene el valor de uso en su granero y el valor de cam-
1nuerte, la oda antimperialista, las glorias del amor, la salutación bio en su conciencia." Tal disociación, que generaría todas las
a los pueblos creadores, la amistad hispano-americana, las cogi- paradojas y las relaciones cruzadas, comenzaba por hacer posi-
taciones del solitario, la miseria neoyorkma, el caos preanuncra- ble las relaciones. Las mercaderías, los objetos (las palabras, los
dor de guerras, las celebraciones patrióticas, la piedad religiosa, poemas, los cuadros), sólo cuando adquieren "una existencia li-
la belleza, siempre la b~lleza. Es el sistema íntegro el que es berada de todo lazo con su forma original", dejan de ser "seres
obligatorio interrogar, porque es justamente su dispersión temá- indiferentes unos a otros" para adquirir vínculos que el inter-
tica la que mejor ilustra la reconversión estética unificante que cambio somete fll. un régimen general de equivalencias y, por
se ha producido.~ Si la forma responde a una liviana, flexible, esa misma acción, los coloca en un incesante movimiento que
rítmica lengua americana venida de todos los puntos del conti- sólo puede ser definido por la palabra a que apela constante-
nente en que vivió o conoció por su producción poética, los mente Marx: metamorfosis. En la Cr(tica de la econom(a pol(ti-
1núltiples asuntos que recorren los más variados estratos, grupos ca, en los Grundrisse, en El capital, puede leerse la revolución
29/34

humanos, problemas de la existencia americana y universal, son poética del x1x, y aun puede pensarse que su esfuerzo para "ex-
ur.ificados por una tesonera percepción estética que los reúne Y presar la identidad en tanto materialización del tiempo de traba-
asimila, los intercambia en un persistente juego de equ1valencms. jo general" es más y menos que un análisis, pues se presenta co-
Los nuevos recursos artísticos, la tensa búsqueda del "J)jBsoJ> mo un intento de reconstrucción de la unidad de nwdida, cosa
nouucau", las "correspondencias" insólitas, lbs traslados cenes- que paralelamente trataron de hacer por su lado los poetas. Al
tésiCZS~ lé1s equivalencias de sonidos o sig.niíicados, la supr~ma final del siglo, Mallarmé percibía que la investigación intelectual
resurgencia de los tropos que hizo revivir en la segunda mrtad sólo contaba con dos vías en que la necesidad se bifurcaba: "]'es·
del x rx el esmero de la época banoca con mayor alarde hber- thétique d'une part et aussi l'economie politique". El problema
tario la revolución métrica,. rítmica. y melódica que trasmutó consistía en e11contrar el patrón que sirviera para medir topas las
la pdesúi ..eüropéa.gastaíido Ún tesor'éi ácün1ulado y mayoritaria- cosas, lo que postulaba el prin9ipio de su reconversión dedtro de
mente olvidado pero también reinventando sobre él hasta agotar un sistema de equivalencias/Un típico J2l:Ob_~Jmu:\elJ;iglQ__J{JX
la capacidad rectora de las normas tradicionales_, tod() estaba diríi§Os, ~1. cúarjus.tiffc:2Ji¡¡~f:.a congr_e¡;2~~-maci onales:...esta-
movido por las dos pe>9f~P.SEIB_lanz"c}eras que veman te¡rendo la blecer los pesos y las medidas, fííár el meti~o)Palt.erable, el meri-
modernidad: la pasmosa vari~.d.ad... cie__ p_rpcl.\!ctos, m ventados, di3iioqlienge!iis·noras<feí-:Q!;me.ta, consagrar el rg:tr.ÓJLQLO que
transforinados sobre los pasados, transportados de los lugares s€aClave de los vaiOrCS-~e cambio. Enfrentar la dispersión y la
n1ás rc1notos del planeta, recuperados en el tiempo y reelabo- multiplicidad en ui1-s-egurido ..nivel que pueda unificar, fue un
rados, y, enfrentando tal desborde en apari~ncia inag~table, problema que desveló y en el cual fracasó Sor Juana porque bus-
las precisas leyes del línt_ercamblo) que permltran ·tan]ea¡j unos có solucionarlo en lo concreto (cosas, palabras) y no como abo-
por otros en el ¡yasto .mercado regido por esos valores de cam- ni ya podrá resolverlo el poeta, en las puras operaciones de re-
bio que nada tenÍan que vér. con la materia específica a la qúé co~<versión. La pregunta que hace Daría (¿A qué comparar?) es
se aplicaban, trasuntando la imposición estructuradora del nue- ya un alarde ocioso, pues todo es comparable a todo, todo pue-
vo orden de la sociedac1 burguesa. La mfmrta vanedad de las de resolverse en todo y esto no es más que la percepción prime-
invenciones originales que promovía el apetito sobreexcitado ra en que situaron el problema los manieristas, esos iniciales des-

132 133
cubridores del patrón oro. Ahora se trata de percibir que, para también el ligamen con la tradición milenaria de la lírica de la
que las cosas puedan ser intercambiadas, es necesario que en sí cual no quiso separarse nunca y la eventualidad de un lenguaje
porten la capacidad de ser cosas del uso concreto y conjunta- que permitiera reunir el refinamiento difícil de su escritura con
mente potenciales valores adaptables al sistema abstracto del la capacidad del receptor simple y popular. En sus últimos años,
cambio. Por un tiempo se demoró (Prosas profanas) en la con- presentando su poema "La rosa piña" decía: "Yo he querido
cepción de que tal potencialidad residía en la cosa concreta en aquí ser comprendido por todos y que mis amigos de la aristo-
sí, en la majestad o aristocracia de la palabra, en su rareza, en su cracia mental se junten, en la sencillez de la armonía, con mis
eufonía, en el prestigio de que dotaba su utilización culta, para apreciadores populares. Sé que es muy difícil decir justamente
luego (Cantos de vida y esperanza) descubrir que en cualquie- de un poeta lo que Giovanni del Virgilio boloñés dice en un epi-
ra residía tal .potencialidad, que todo consistía en percibir esa tafio del Dante. 'Gloria musarum, vulgo grati$simus auctor '. "''
doble funcionalidad implícita y engarzar entonces las palabras L;¡_'ll'mo_!l¡',¡_ se l~.l'X~~PtCÍ.C.()llj.,Q).aJD.áxirn<LLelig~gp_ra~J;anto
(las imágenes) gracias a esa segunda capacidad que en su termi- de ~públicos disparmepte .. educados_ como__dg_di vers<:J.s... períodos
nología propia llamó la "melodía ideal". Lo dice espléndida- histürlcos;-estableciendo la continuidad por debajo de las rup-
mente en uno de los sonetos agregados a la primera edición de turas esteticas. La armonía prefiguraba la especie humana.
Prosas profanas, el que titula "Ama tu ritmo ... ": "Escucha la Daría conoció tempranamente• el período versicular de Walt
retórica divina 1 del pájaro del aire y la nocturna 1 irradiación Whitman y asimismo percibió que la gran declamación narrativa
geométrica adivina." En la medida en que el canto es una retóri- de Hugo abría el camino al verso libre que habría de irrumpir
ca, así sea de Dios, será posible adivinar la geometría de la no- en la producción teórica y lírica que ocupa la década del ochen-
che. La unidad habrá sido conseguida, aunque será una "celeste ta en Francia, la cual, tras la lección de Mallarmé y de Wagner,
unidad" como dice en ese poema, reponiendo otra vez, infinita- origina la obra de René Ghil, Viélé Griffin, Gustave Khan, Stuart

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mente, la presencia divina como el patrón que asegura todas1i!S\_ Merrill, Emile. Verhaeren. Más que el moderno versolibrismo
conversiones, aunque ya, cautelosamente, como una "presupoSi- que __e_gs:9ntrB,J;emos McasJ!'.s des¡)úesen:Iavanguaí:aiaRévérdj-
ción",. En otros términos, traslada al cielo lo que registra en la H_u_~-~C?-.9~~~- ~.l!§.t?:~\Y?-~~1~.~ __ .P?_~_si~~-S1_{g_r~Q_?S proSOOlcos n tilll~?s
realidad de su tiempo, en las operaciones de la sociedad burgue- q\'_e DarlO eje_r_cjte> ..magi,¡tr_¡¡J.l11.e[lte_$1_.C2antg_~de vida )'esperanza
sa y pienso que eso ilustra cabalmente su situación en los rnárge- ("Salutación del optimista", "Marcha triunfaJ")-iquc ya haoúc·.
nes del sistema,, en la América Latina que vivía agudamente el sido cultivada soberanamente por J.osé Asunción Sílva ('<Noc~
conflicto entre ¡1na estética-economía tradicional y otra impe- turno"). La posibilidad de una poesía desprendida, aunque sólo
tuosamente mocJerna que se imponía desde los enclaves cosmo- parcialmente, de la melodía y sustentada en forma dominante
politas. por una rítmica, le fue, pues, conocida, aunque la ejerció amo·
do de nomena]e a la métrica clásica (la presunta recuperación
del hexámetro dentro de las lenguás romances que tentaron los
Bajo el gran sol de la eterna Harmon{a 1 poetas finiseculares) sin avanzar más allá de sus proposiciones
iniciales tan vinculadas aún a los' presupuestos tradicionales.
"¿Si era toda en tu verso la armon{a del mundo 1 dónde fuiste Retornó luego, con más decisión aún, al manejo de los recursos
Dar{o la armon{a a buscar?", preguntará Antonio Machado a la propiamente musi9ales del verso (rimas, aliteraciones, anáforas,
muerte del poeta. Esa palabra r(_l~\1&.@ por la_ppesía toda de etcétera). --
Daría, constituyéndose en una (clave_ de.suarttl) que no sólo Quedó así colocado sobre una frontera. En el n-::smo fll.o.:-ru-:'--'_-
rinde cuenta de su prodigiosa musicalidad sino también del uní- .
verso de significados que busca cristalizar su escritura. Él vivió'·
"bajo el gran sqi" de la eterna Harmonía", palabra sagrada a la 38
"Historia de mi 'Poema de Noche~uena' "(1915) en Emilio Rodrí-
que conservó su· hache etimológica y aun ]a mayúscula enfática gu!'!z Demorizi, Papeles de Rubén Dar{o, Santo Domingo, Editora del Caribe,
y en la que percibió no sólo la~ifr~~~c_r_e_ta d<o>LNte poética sino 1969, p. 54.

134 ~ 135
to en que la poesía hahrfa d_e_ desprenderse de las constricciones un campo luminoso donde resalta el "moderno esmalte" (que
de_ !a>;_matrices métricas;-tal como--!oilustrarúi. rádícaimeñte vista la poesía similar del vitalísimo Martí, del enfermizo Del
"Un couj:í.des·· Dés" y lo desarrollarían audazmente los poetas Casal y sus antecedentes en Heredia, no dejará de aproximarse
del xx, Rubét1_J)ariol~e~a a.~l!crnás_alto. esplendor las posibilida- a una plenitud hedónica del tropicalismo) y la cualidad armó-·
des ar~?_ni~a_s q:!~_)q P!~1 ?tan _tanto.. ~s.as. matrices renoyadas__<;o· nica que no sólo rige esos valores solares sino también el vasto
m o los recursos combi]1~dos de la melodía y del. ritmo. Se ha territorio de la música con su gozosa rítmica y su envolvente
COlnpatadO ··muchaS veCe$ Sú 'asóffibrósa··transformación con la melodía, los cuales acompañan, subrayan y son los equivalentes
cumplida con Garcilaso ·de la Vega en el renacimiento espa- en el campo de la sonoridad. Ambas cualidades responden a un
üol, cotejando esta reno'-1ación italianizante de la poesía españo- mismo afán central de la creación poética q'\te es como una ex-
la con la afrancesada de Daría (aunque también hondamente trcmación cuyo riesgo azora, un vuelo audaz y preciso que
hispánica como Onís subrayó). Pero entre ellas hay una diferen- parece siempre al borde de la subversión: Un pensamiento regi-
cia marcada: mientras G~s()._abre llt1_ perí~_go que durará no do por las categorías nietzscheanas sobre el arte griego (que es,
menos de cuatrocientos anos, Rubén Darlo lo clausura. Su fle- como el rococó francés, uno de los obligados puntos de apoyo
xibilización del verso y, de la esfi'ol'a''s·ü-'uberrl'mílin-;,ención de esta invención modernísima) lo vería como una inesperada
de ritmos y músicas, audque abre can1i~o ~sus inmediatos con- conjunción de lo apolíneo y lo dionisíaco.
tinuadores (la segunda generación moderrüsta de Lugones, El maestro Verlaine había propuesto la norma simbolista
Herrera, Jaime Freyre, López Velarde incluso) habrá de ser ". e1e 1a ~siq_;t-~---~~~nt
. ~~~-5h?s.e", pero tanto en él como en'
abandonada por la poes{a del xx que de él tomará otras leccio- l'víal:lii:rme, cuan leJana esta mus1ca de la orquesta wagneriana,
nes poéticas pero no esay que hicieron su fortuna y provocaron cuán capaz del medio tono, del discreto coloquialismo, de la
31/34

el pasmo de sus contemporáneos, tal como águdamente lo dé--...._ adecuación al esquivo ritmo de la sintaxis hablada, de un des-
finió Justo Sierra: "el poeta que ha encontrado en el fondó cendimiento, mayor o menor, según los autores, a la escritura
de la gruta de fierro y oro del idion1a espm1ol, no sé que n1úsica sobre la página blanca. ELd~esci~llP~rJa_ri¡na, ese "bijou d'un
abscondita e inefable como el goteo de cristal de una fuente _s<:>_u:' y aun p_or_todarítmica.demasiado contra,stada,·iio-fueTiñi-
misteriosa''. 3 9 Quizá~_P(J\lrían. a]J}ic;ársE>l<oJ.gs dos Ye~so¡;j_r¡Jciales tado por D<1~Ío, quien manejó codiciosa, ansiosamente todas
de,.s._u po_ema "~l_Cisne" ·de Prosas profanas: '·'F'ue en una hora lásposilJiliéla,c!esqué ofrecía la orquestá, defiÍüéndolas c~n dos
divina :uárá el gúiero hw'nano. 1 El cisne antes cantaba sólo para o¡)~~S!_os_iñstrumentossitpbólicps ¡¡_los_ que jlizo pluraies refe-
morir" porque incluso st.¡. exaltación del nuevo cisne wagneriano r"_[l<;~as y_ que_ c!iio__ puls;y:_po.r)g¡_¡al (véanse las "Palabras de la
certifica, vista desde la perspectiva de nuestra música actual, satiresa") pero a los que distribuyó equitativamente: la flauta,
posterior a Schoenberg y Berg, que el cisne entonó su mejor e_l__i_nstrumento de Pan_ 'l\le_definía.eL.orb_e_nmsicaL ve.íiairilimo
canto en el momento de su muerte, a modo de despedida. Y :¡ la lira apoilüea-qüe-fue en ca111bio su particular goce, su exal-
ese canto, como dice expl!esamente en ese poema, es el que unifi- taCiónsolar ("bruma y tono mérJCir-~jtodaTa'{lauta!, iY Aurora,
ca la luz y la armonía: ':bajo tus blancas alas la nueva Poesía 1 \ hljaaerSol- ¡toda la lira!") y que coincidiendo ambos en que
concibe en una gloria de luz y de harmonía". los dos p_roc_edían de) o§ c;_ep_ti,s_culos, uno respondía al vespertino
Estas dos condiciones una y otra vez aparecen mencionadas que por un arraigado habito novomundista americano Daría
juntas, en un ejemplo concreto del cruce de diversos órdenes atribuyó a los europeos y otro al matutino que por las mismas
sensoriales que fueron avivados por la cenestesia del simbolismo: razones y por su inclinación poética, Daría dio como norma de
la cualidad solar de la poesía, un resplandor que anima las for- los latinoamericanos. La constancia del movimiento universal
mas y los colores, les confiere rigor y precisión, recortando sus. '-!_nific_a_<:lor, le forzaría por último a "unir carne y alma a la esfe-
límites e intensificando sus valores plásticos, y los sitúa sobre ra que gira", y por lo tanto "ser en la (la uta Pan, como A polo
en la lira".
Dentn; de la ~déil.QiáT@~iiV,ª~C!_ei'irw que se impuso con
39
En tiura yanhee, ed. cit., p. 77. el modernismo se mscriben los análisis racionales y técnicos de

136 137
la poesía que comi<:'nzan a hacer los poetas, dejando atrás la mundo fugitivo, pero que, en el iústante de la percepción men-
v~u_<'da<i_emoJ::!Q"cflhsJ;ª que.c:"ltivara_ eLro!l1anti¡;_is_rno_y_ el so- tal, se posee." 42 (Aunque carezco de prueba sospecho que debió
~IO]ogismo pnmano _~e ,;os realistas. Un poeta tan experto en leer las Tlnriations sur un sujet que se publicaron en la Revue
leyes de v;rsifiCaciOn como Ricardo Jaimes Freyre (cuyo Blanche de febrero a noviembre de 1895, lectura a la que atribu-
h~ro Y teona puede emparentarse con los apuntes de ortome- yo su consternación acerca del desconocimiento de los nuevos
tna de González Prada) definía en ocasión de la muerte de Da- respecto al arte a que estaban consagrados en las "Palabras limi-
~fo la capacidad •;ncantatoria de su arte diciendo que estaba nares" de Prosas, la que posiblemente rezaba también para éL)
en una d1stnbuc10n nueva de los acentos intermedios y de las No por eso se aproximaría a ~'l'ímpair" verlainiano, sino a
pausas; en una paradoja] onomatopeya ideográfica y en una gra- una corrosión d~]l}_estr_Il<:;_t!c!ra fijªjlcl_ye_rso, conseguida a través
cia ~1-ngular en el empleo de la homofoní'l"-•o Y en la misma de susb!enconocidas cesuras mQ.;ri!esJ encaj:J_algami~!l_tgs, lo
ocas IOn Leopoldo Lugones habló del "sistema proporcional" que en su poesía daría como res¡¡tltado rotundos períodos rít-
Y de que "una música más delicada y sutil coordinó los elemen- micos, extraordinariamente mard.dos a despecho de la suges-
tos verbales. El idioma poético subordinóse entera,nente a ]a tión muSicar(lasnm~ áJ réconvertirse a internas contribuirían
música ~r; que co?siste. De esta música emanaron, y no al revés, a los efectos dé¡hon'iofonía) tal c'omo lo ilustra su manejo del
la emocwn Y la Idea_ C()mprendióse que poesía y prosa, aun alejandrino en' "Coloqúio de los Centauros" y nos autoriza a
cuando el objeto de aquella sea revelar la emoción y el de ésta reordenar los versos en períodos organizados sobre cláusulas
formular la noción, están gobernadas por el ritqlo. Éste no es dactHiQ¡¡s que repentinamente se alargan hasta suspenderse, al
en su_ma, sino la ma?ifestación del 'tono vital' que en cada hom: margen de la melodía, construyendo por una sucesión estruc-
hre nge la c1rculacion de la vida_,., Estas observaciones concu- turada (5, 6, 7, 3, 10) esa "onomatopeya ideográfica" de que
rren a _la elucidación del P_<_>c!er__ce@_r.alc!t:'__la poesí~anaJa hablaba Jaimes Freyre y que es, cbmo en la trasmutación ele la

32/34
arlll()~,_pontendo :lxnbas el acento en los aüsplanos sobre los selva, un diagrama:
cui!les -~e §()[isti-uyó, etrlflil_í<:?_i-érrn~l~dico,a los:ciue:_cü_ñce-
den pnmacw o al_ menos pnon_a_ad_ y __ aun __ capacidad_ genética Son los Centauros. (ó o o ó o)
sobre el mvel semant!_co_ Para Lugones es evidente que la idea Cubren la llanura. (ó o o o ó o)
procede de la música y Jaimes Freyre reconoce una suerte de Los siente la montaña. (o ó o o o ó o)
equivalencia en la "onomatopeya ideográfica". De lejos, (o ó o)
Rubén Darío, que supo más que todos ellos acerca de eso forman sonde torrente que cae ... (o o ó o o ó o o ó o)
q:re, por debajo de las veleidades aristocratizantes y hasta reli-
giosas con que se le designó, volvió a ser honestamente el mes- Todavía en Prosas profanas sigue explicando sus búsg_uedas,
ter, el oficio de la poesía, observó desde muy joven la eventuali- a las que no confina en un nivel técnico sino ciue-=analogía-me-
dad de_ una diso:iación de esos dos planos que convergían en la diante- trasmuta en meros reflejos deLc.omportamientOespiri-
1 tual_.Y._WJÍYetii.~ que rige alsoT~ a;~Ías_gemá,sestr_g1las: "Ama tu
rotundidad romantlca de Olmedo y que justificaban que a esa
escntura p~d1era llamarla "coriácea", para manejarlos desviada ritmo y ritma 'tus acciones 1 bajo' su ley, as( como tus versos"
e mdep~nd1entemente según un camino que observó el propio dice, aclarando que ése es otro caso, similar al que trató de diluci-
Mallarme: "El poeta concentra en el instrumento del idioma hu- dar en la "selva sagrada", dg_JlnidatLy_pJ\l_ralicjgd_contradictoria,
mano las potencialidades de la música, creando en el ritmo un las cuales, sin embargo, reingresan a una armonfel_: ''La celeste
unidad que presupones 1 hará brotar en ·n-múndos diversos."
4oc·t La divergencia entre el ritmo y ]p. melodía se presenta como
• 1 • por Augt!~:o Ta_mayo Vargas, "La muerte de Daría y el mo·
dermsmo en el Peru , rev1st.a Letras, año XXXVIII, núm. 76-77, Lima otra pareja de opuestos enlazados, semejante a las palabras, a
Facultad de Letras Y Ciencias Humanas, 1966. · '
4t"D' ~
. lscurso en honra de Rubén Darfo", en Papeles de Rubén D¿do
ed. ctt., p. 436. · ' 42
Escritos inéditos de Rubén Dar{o, ed. cit., p. 135.

138 kA 139
J

los mnantes, a la sociedad, a la naturaleza, sobre los cuales opera dernistas ya incorporados al agnosticismo (Rufino Blanco Fom-
coercitivam~nte, para ir;npedir su disociación y ruptura, la supre- bona, Vargas Vila, Leopoldo Lugones). Si de su musicalidad
ma ley armo mea. Pero de ellos, aquel que responde más visible- debe hablarse es también como de algo que viene en la piel, en
mente a la voluntad del escritor es el _r.Ltill9- Si admitiéramos el inconsciente, en la cultura, en un más allá que puede discer"
las distinciones de Bar~hes, deberíamos decir' que el ritmo co- nirse según los diversos mecanismos interpretativos que se usen,
_ggspon<;lQ.JL8_ll_"Scritur~ y lo enlaza con la sociedad a~laque se y que por lo tanto puede vincularse a esa concepción del estilo
dirige, mientras que-la~til~lodú~- corresponde al estilo, "la parte que acuñó Barthes. También viene en la lengua o, más bien,
privada del ritual que sé eleva- a partir de las profundidades mí- sólo existe en ella, como una eventualidad del idioma que se
ticas del escritor y se despliega fuera de su responsabilidad": 3 actualiza y pone en acción cuando se le liberta de las constric-
porque visiblemente en él funciona como el "chorro de la fuen- ciones con que se le venía manejando, según las grises normas
te" desde sus primerosbalbuceos
. e hasta sus úffiincispcieíñaslos
,
a las que la burguesía española lo había encadenado. El movi-
de Nueva York, Guate¡¡nala y Nicaragua de 1916 en que parece miento que le tocó iniciar, fue de libertad, destinado a abrir un
ser una mano sola, desprendida de toda voluntad, la que escribe futuro al que se tenía temor; al ltlifhar contra "el clisé verbal"
y escribe, por 1n0n1entos en la 1nás pura y translúcída melodía: acarreaba una lucha co~t~a. .'~el·clisé- rriental", puesto que "jun-
"Casas áe cincuenta pisos 1 seruiáumbre áe color". .. Pero por tos, perpetúan la anquilosis, la inmovilidad". Darío no dejó
lo mismo podríamos decir que mientras por el ritmo entra en la nunca de afirmar esa dualidad solidaria de ambos orbes pero
sociedad civil moderna cumpliendo la gr¡m tarea racionalizadora es significativo que cuando habla de ellos traduce su pensamien-
que lo hace visible padre d~ la Poesía \!Ontemporánea (pienso to en una instancia primigenia musical, tal como agrega en el
en ('Mete1npsicosis 11 o en lq "Epístola a Madame Lugones" 0 en mismo prólogo de El canto errante: "He} sÍ 1 cantado aires an~
33/34

~'.i-\gencía") por la melodía se ;:;itúa, renÜvadoramente, dentro tiguos; y he querido ir hacia el porvenir, siempre bajo el divino
de la tradición milenaria de la que no quiso apartarse, cumplien- imperio de la música -música de las ideas, música del verbo."
do esa labor consciente de .IJisagra sobre la cual_rg_tAlJJLgl_pasado Del mismb modo que hay en él una entrega espontánea a la
p:.1.ra podeLr~iJ_1scrt.~.r_sg., _ e_n.__ ~LUi~~~ro-y- que-·ei1-Su momento pudo ola de religiosidad que abraza un pasado insondable, hay tam-
~arec~: un 8Jer:ap1o de bizantinisn1o: ' n1UY antiguo y n1uy n1o-
1
bién una entrega jubilosa a la lengua milenaria. Los hispano-
aerno"'. Esa actitud se extendió a todos los· órdenes de su vida americanos rnantenían con ella una relación pedregosa y equí-
intelectual y en materia de poesía se definió por ese espacio o voca, aferrados al purismo o al costumbrismo, sin atreverse a
cúcu~o 1nágico en que se instaló, esa isla de oro en que se oía violarla pasionalmente. A esa lengua Darío la transformará Qn
"l? eterna pauta de las eternas liras". Aseveraba así el cun1pli- plenamente a_rrHer_icana y por-Jo-mismo en profu;.;d;~ent_e~ll-Ís­
mwnto invariante de una revelación, que tratándose de poesía pánica. Con Darío;A:merlcaseaprÜp1adelaieilg~tellana
rendía tributo al origer; musical y tratándose de religión al con- a traves del canto. Creo que la revolución mayor que podía
cepto d'e "cáritasn que¡ le había dado nacimiento, pero que por espyrarse de un poeta fue ésta, sólo equiparable a la que en la
el ritmo y el erotismo a.fín, se abría al porvenir de la sociedad ci- prosa cumplió paralelamente Martí, revolución cuyas conse-
vil, a las muchedumbres a las que "indefectiblemente" iba. cuencias pueden medirse por el siglo que casi ha transcurrido
En uno u otro caso, las manifestaciones de la melodía-cáritas desde su operación y que ha permitido consolidar el íntegro
parecen surgir más al!~ de la conciencia e incluso en oposición discurso verbal de Nuestra América. Fue posible por esa entrega
a ella. Es bien sabida· la conflictualidad con la doctrina reli- a la lengua, tratando de ser el aplicado instrumento de sus in-
giosa en que vivió Darío y el omnímodo poder con que ella númeras posibilidades, como dejándola fluir a través suyo una
recobraba un imperio,¡ sin que de nada valiera el esfuerzo de vez que la liberó del discurso retardatario burgués en que
racionalización, provocando la perplejidad del círculo de
i
mo- había sido aprisionada. Si no fueran suficientes sus gentiles
observaciones críticas en el volumen España contemporánea,
pueden leerse las más desenfadadas apreciaciones de Enrique
43
Le degré zéro ele !'e'cr¡''ure, Parfs, D u Seu¡'J , 19"¡2 ' p . 12 . Gómez Carrillo sobre su experiencia española al finalizar el si-
'

140 141
glo XIX en el tercer_tomo de su autobiografÍ'o/: 44 Esta entrega lo' honda fue a la onda", "cargo lleno de penas lo que apenas so-
fue a la h1stona poetlca de la lengua toda,~o quien dice a la porto'') o no se complazca en una¡ repetición que fija la red un~
Biblioteca Rivadeneyra, mucho más importante para su forma- dancia apropiada a la significación (''con la marina espuma forH
ción que el dictamen provinciano sobre el "galicismo mental" mara nieve y rOsa 1 hecha de rosa y ·nieve nació la Anadiomena",
de uno de los buenos representantes de la anquilosis burguesa, "significas en mi primavera pasada 1 todo lo que hay en la divina
Juan Valera, tan bien juzgado por otro modernista, Manuel Primavera") o la subrepticia conjunción sonora de un verso que
González Prada. 45 ya pudiera haber sido de Vallejo ("Gloria a las ictericias devo-
Pero tomó la forma de una aceptación humilde y gozosa de rantes 1 que sufre el odiador; gloria a la escoria") o la manera
la incitación de los significantes, como concediéndoles el dere- de enterrar la palabra "rara" en nombres de ciudades ("En
cho a escribir libremente. Cuando se sigue cronológicamente Ecbatana fue una vez . .. 1 O más hien creo que en Bagdad . .. 1
su poesía se percibe que el uso inicial de las fórmulas acuñadas Era en· una rara ciudad 1 bien San:wrcanda o quizá Fez".) Las
por la poética anterior va dando paso a un desmembramiento palabras hablan, las palabras se h~blan entre sí, se ordenan en
de sus articulaciones que deja en libertad a las palabras, nueva- una música y ésta no es sólo abas~ecedora de alguna imprecisa
mente solas dentro del discurso, estableciendo conexiones que semiótica, como sugería Lugones, sino que pone en movimiento
son generadas por su peculiar textura sonora. Si primero ellas a los significados; es un sistema de pesquisa e interrogación que¡ ·
funcionan dentro de una selecta aristocracia vocabularia, pro- funciona como el estilete que aviva, tal como Darío ló p.revi6
gresivamente abrirán la puerta de la lengua hablada incorporando a los veinte años ("pocos dan -para producir la chispa- eón el
los coloquialismos, los términos corrientes, la sintaxis conver- acero del estilo en esa piedra de la vieja lengua, enterrada en
sacional ("En el Renacimiento italiano yo vi 1 alguien que me el tesoro escondido de los clásicos") 46 y tal como lo ejerció
quería y que era igual a ti"), buscándose entre sí más que por en su madurez.
la idea Y por la gramática por la analogía musical. Esa exótica Este eücendido movimiento e·s arrastrado en vilo nor el de·

34/34
selva de la retórica donde figuran la homofonía, las anáforas, monio de la analogía. Se podría ar~Uir que es consustancial de
las paronomasias, las aliteraciones, las similicadencias, invade r toda poesía, si no fuera que aquí electriza muy exclusivamente
una poesía que gustosamente se construye en totno a sus inci- .~ 1
a los significantes instaurando una armonía musical que provoca
taciones, alzando y redoblando las rimas consonantes, las rimas y va al encuentro de la respuesta de las ideas: "hay en cada ver-
interiores, los rizamientos iterativos que imbrican unas palabras so, además de la harmonía verbal, una melodía ideal". Pero la
con otras o que esparcen en las palabras de un verso un sonido denominación, otra vez, atestigua el imperio de la música que
que estuvo antes o que vendrá después concitado por ellas. Se en Darío tuvo valor absoluto. Atestiguaba la humanidad del
diría frecuentemente que es la lengua misma, ella sola, la que hombre, su larga historia creadora, 'y, mirando al futuro, la ex-
está cantando a través del poeta sonambúlico. Las famosas alite- ;-pectativa de su sacralidad, siempre añorada por encima del
raciones ("bajo el ala aleve del leve abanico" o "la regia y pom- 'ritmo fugitivo que.atestiguaba en cltmbio la incorporación a las
posa rosa Pompadour") son ya racionalizaciones con bastante acciones de ~a modernidad, es qecir 1 a un Tiempo histórico que,
cosmética de un procedimiento que con más frescura corre como tal, ve1a precario, fugaz, revocable.
\ '
como una energía genética por sus versos porc¡ue es, como di-
ce en "Helios", su "música activa". Casi no hay poema en que
este modo de exploración no aparezca generando un sentido
("vi brotar de lo verde dos manzanas lozanas", "/a piedra de la

44
Treinta años de mi vida. La miseria de Madrid, Buenos Aires, Vacca·
ro, 1921. .
46
45
Páginas lib~es, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977, pp. 135·148. "Cátulo Méndez" en Obras desconbcidas, ed. cit. p. 171.

142 .:~ 143

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