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Inclusión de la mujer en ciencia, tecnología, ingeniería y

matemática en el Asia Pacífico

A pesar de la heterogeneidad de la región en cuanto a la reducción de las brechas,


existen avances en la inclusión de la mujer en la educación superior, principalmente en
Tailandia, Nueva Zelandia y Filipinas. No obstante, aún existen brechas en la
conformación de las llamadas carreras STEM, donde aún prevalece una mayoría
masculina. Una tendencia similar se genera en las áreas productivas relacionadas con
dichas disciplinas, específicamente en el sector privado, donde las mujeres siguen
siendo minoría.

I. Contexto

La inclusión de la mujer en la economía es un desafío global que involucra de igual


manera a todos los gobiernos. Esta es una de las conclusiones a las que llega el
ranking del Global Gender Report1 (Índice Global de Brecha de Género), llevado a cabo
por el Foro Económico Mundial (WEF) y que en su versión 2018 determinó que la
brecha de género a nivel mundial es de un 32 por ciento, pues solo siete países han
logrado bajar del 20 por ciento la distancia entre hombres y mujeres.

Aunque el informe reconoce avances significativos en ítems como la inclusión de


mujeres en el mercado laboral, en la educación, servicios de salud y empoderamiento
político, en países europeos como Islandia, Noruega, Suecia y Finlandia, o en la región
Asia Pacífico en Nueva Zelandia y Filipinas, señala claramente que el progreso hacia la
paridad aún es lento, más aún que las mejoras han sido marginales, pues la brecha
promedio ponderada se mantiene casi sin cambios en relación con la misma medición
realizada el año anterior. No obstante, en 2018 fue el segundo año consecutivo en que
más países han mejorado en vez de retroceder.

En este contexto, el ítem relacionado con la inclusión de la mujer en la educación es el


que ha tenido una brecha más reducida en comparación a los otros indicadores, pues
25 países han alcanzado paridad total. Estos buenos resultados se han logrado gracias
a políticas que apuntan a una mayor alfabetización, educación primaria, secundaria y
terciaria, en esta última solo existe una brecha del siete por ciento. Entre los países sin
brecha de género en educación, los tres primeros son Australia, Austria y Bahamas,
aunque figuran también Malasia, Nueva Zelandia y Filipinas.

Una tendencia distinta se aprecia si se ve la participación de mujeres en investigación


y desarrollo, donde aún existen notorias diferencias. Según el informe sobre Mujeres
en Ciencia2 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la

1
World Economic Forum, Global Gender Gap Report 2018. Disponible en: http://bcn.cl/28oef
2
UNESCO, Women in Science 2018. Disponible en: http://bcn.cl/28oel

Biblioteca del Congreso Nacional. <Mauricio Phelan>, Programa Asia Pacífico.


<mphelan@bcn.cl>, Anexos: <1841>. Departamento de Estudios. <31/01/2019>.
Cultura (Unesco), solo un 30 por ciento de los investigadores a nivel mundial son
mujeres. Lo mismo sucede en las carreras vinculadas a las ciencia, tecnología,
ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) donde solo son un 34 por
ciento.

Otro estudio realizado por la Unesco, titulado Descifrar las claves: la educación de las
niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas3, publicado en
2017, revela que en la medida que las niñas avanzan en su educación escolar, la tasa
de participación en asignaturas relacionadas con las STEM disminuye, es decir, pierden
interés en la medida que crecen. Entre los factores que se reconocen como causantes
de este retroceso está la influencia de su entorno cultural y sus códigos, cuyas
creencias influyen directamente en la formación de identidad frente a la educación y,
sobre todo, en su percepción de la ciencia, atribuida a una actividad meramente
masculina.

Estos factores causantes fueron advertidos en el terreno de las matemáticas una


década antes por Luigi Guiso, economista del Instituto Universitario Europeo de
Florencia, quien su artículo Cultura, Género y Matemáticas4, determinó -sobre la base
de los resultados de la prueba Pisa- una relación directa entre condiciones de
desigualdad de género, presentes en los países, y mayores diferencias en el
desempeño en matemáticas entre hombres y mujeres.

En otras palabras, concluye que existirían brechas mínimas en los resultados obtenidos
en la prueba Pisa en aquellos países con mejores condiciones de igualdad de género.

Por otra parte, la incorporación de la mujer en la ciencia, tecnología, ingeniería y


matemáticas se condice con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 de la Agenda 20301
de Naciones Unidas, relacionado con la igualdad de género y empoderamiento de todas
las mujeres y niñas. Específicamente con la meta 5.5 que apunta a asegurar la
participación efectiva de las mujeres e igualdad de oportunidades en todos los niveles
de la vida política y económica. Así también con la meta 5c, orientada a aprobar y
fortalecer políticas acertadas para promover la igualdad de género y empoderamiento
de mujeres y niñas en todos los niveles.

II. Inclusión de mujeres en las STEM en Asia Pacífico

La inclusión de un enfoque de género en el desarrollo de las STEM es un tema


ampliamente abordado en foros internacionales y publicaciones científicas, aunque la
existencia de datos comparativos sobre la cantidad de mujeres en ciencia, es aún
limitada. A pesar de ello, el trabajo de levantamiento de información realizado por la
Unesco5 contribuye en la observación de este fenómeno con la visualización de los
datos por países, los que a su vez se pueden ordenar por regiones. En sus resultados

3
UNESCO, Cracking de code: Girls' and women's education in science, technology, engineering and
mathematics (STEM). Disponible en: http://bcn.cl/28oew
4
Guiso, Luigi, Culture, Gender, and Math. Disponible en: http://bcn.cl/28og7
5
Ibíd 2.
es concluyente que las mujeres aún representan una minoría en el mundo de la
investigación.

El estudio con base en datos recogidos hasta 2017, determina que solo el 28,8 por
ciento de los investigadores a nivel mundial son mujeres. Dentro de esta tendencia, el
Asia Pacífico muestra cifras que están por debajo de la media mundial, con un 23,4 por
ciento. Otras regiones como Europa Central y Europa del Este cuentan con un 39,5 por
ciento de mujeres con empleos en ciencia, cifra similar a la de Europa Occidental y
Norteamérica, donde la cantidad de mujeres es de 32,3 por ciento. Sin embargo, la
región Asia Pacífico pese a su bajo promedio muestra una realidad heterogénea, pues
existen casos donde las mujeres representan porcentajes más altos, incluso en
comparación a países de Europa.

Un ejemplo de ello es Tailandia, que presenta un 56,1 por ciento de mujeres


trabajando formalmente en ciencias, seguido de Nueva Zelandia, con un 52 por ciento,
y Filipinas, con un 49,5 por ciento. Más atrás en la tabla siguen países con desempeños
opuestos, como Malasia que tiene un 45 por ciento, Vietnam con un 44 por ciento,
Indonesia y Singapur con un 30 por ciento.

A pesar de la heterogeneidad de resultados y realidades divergentes en la región,


revisaremos a continuación los tres países de la región Asia Pacífico con mejor
desempeño según los datos entregados por la Unesco:

 Tailandia

Los buenos resultados de este país del Sudeste Asiático se deben a sus logros en la
educación superior, específicamente en las carreras de pregrado, donde el 60 por
ciento de los graduados son mujeres. Esta cifra cae en los estudios de doctorado,
donde el porcentaje disminuye a 52, aunque la cantidad se eleva someramente en las
investigadoras, que constituyen el 56 por ciento del total. Entre los lugares donde se
desempeñan profesionalmente las investigadoras, el sector público es el espacio
principal, con un 58 por ciento de mujeres, seguido de la educación superior con 54
por ciento y el sector privado, con 43 por ciento.

De esta manera, y en contraste con el sector público, los privados mantienen una tasa
menor de empleabilidad de investigadoras, con un 16 por ciento más bajo en
comparación con hombres. Aunque en el informe no se muestran datos en relación a
las áreas de desempeño, señala que las investigadoras se concentran
mayoritariamente en las ciencias sociales. Esta realidad se explica por una legislación
inclusiva, que desde la nueva Constitución de 1997 comenzó a crear las bases para
incluir a más mujeres en el mercado laboral6 y, sobre todo, en instancias de la
educación superior7. Sin embargo, fuera de lo establecido por dicha ley, no habría
políticas públicas que orienten la elección adecuada de las carreras

6
Constitution of the Kingdom of Thailand, Labour Protection Act. Disponible en: http://bcn.cl/28own
7
Kantachote, Krittiya. Educational Stratification in Thailand: Gender and Residency Effects. Disponible en:
http://bcn.cl/28oxb
Según Vimolwan Yukongdi, investigadora de la Melbourne Business School de
Australia, en un artículo8 sobre equidad de género en el trabajo, determinó que la
mayor participación de mujeres en el mercado laboral tailandés se ha concentrado en
áreas específicas, como las humanidades, ciencias de la salud y negocios, mientras
que las ingenierías o la investigación científica orientada a la agricultura recae
profesionales hombres. De tal forma, Yukongdi concluye que además de las políticas
de inclusión laboral se incluyan medidas de orientación vocacional que contribuyan a
superar las barreras culturales y religiosas, que son los factores causantes de alejar a
las mujeres de las carreras STEM.

 Nueva Zelandia

Es el segundo país con menor brecha de género en las ciencias en la región Asia
Pacífico. De manera similar a lo que sucede en Tailandia, los progresos del país
oceánico se explican por los esfuerzos realizados en la educación superior, donde las
mujeres representan el 59 por ciento de las matrículas en carreras técnicas y
profesionales en pregrado. Una cifra levemente superior se evidencia en los estudios
de doctorado, donde las mujeres conforman un 52 por ciento.

Este mismo 52 por ciento se repite en los empleos relacionados con la investigación
científica, donde la mayoría de las mujeres se concentran en el sector académico y
público. No obstante lo anterior, solo un 25 por ciento de las plazas para investigación
situadas en instituciones estatales corresponde a mujeres, mientras que en la
educación superior la cantidad se eleva a un 67 por ciento. En el sector privado, en
cambio, la participación femenina en la investigación representa apenas un 16 por
ciento de los puestos de trabajo.

Sin embargo, la propia Unesco ha dado cuenta de la forma como Nueva Zelandia ha
mejorado en la inclusión de mujeres en las STEM. En su Reporte sobre ciencia9 valora
el esfuerzo del país oceánico en aumentar de 39 a 70 por ciento entre el año 2000 y
2012 la cantidad de mujeres graduadas en ciencias de la agricultura. Esta tendencia se
explica por dos políticas relacionadas con la inclusión de mujeres en la educación y que
se describen en el informe elaborado por el Ministerio de la Mujer de Nueva Zelandia10,
para dar cuenta de sus avances ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), de Naciones Unidas.

La primera política fue impulsada el año 2010 en la educación primaria y secundaria


con el Nuevo Currículo de Nueva Zelandia, cuyos principios lo definen como no sexista,
no racista y no discriminatorio, con el fin de que todas las capacidades y talentos sean
reconocidos independientemente de su identidad étnico, religiosa o cultural. La

8
Yukongdi, Vimolwan, Womenin Management in Thailand: Advancement and Prospects. Disponible en:
http://bcn.cl/28oxg
9
UNESCO, Unesco Science Report: Towards 2030. Disponible en: http://bcn.cl/28oz4
10
Ministry of Women's Affairs. "New Zealand's seventh report on its implementation of the United Nations
CEDAW". Disponible en: http://women.govt.nz/sites/public_files/cedaw-2010.pdf
segunda política consiste en el Certificado Nacional de Logros en Educación (NCEA por
sus siglas en inglés) que mediante estudios multinivel permite convalidar en la
universidad algunos cursos completados en la secundaria, a modo de vincular a más
estudiantes con carreras de la educación terciaria. Esta modalidad ha posibilitado que
más mujeres maoríes, que hombres de la misma etnia, accedan a la educación
superior, no solo a carreras de agricultura, sino también relacionadas con la salud.

 Filipinas

Es el tercer país de la región Asia Pacífico con mayor porcentaje de mujeres trabajando
en ciencias. Según los datos de la Unesco, la situación en este país del Sudeste
Asiático es similar a Tailandia y Nueva Zelandia en cuanto a los obstáculos creados por
códigos culturales y a las barreras socioeconómicas, que tienen las mujeres para
escoger carreras STEM. Sin embargo, existen avances en el acceso a la educación,
donde se puede apreciar una reducción de las brechas, expresadas principalmente en
la cantidad de matrículas universitarias y en el porcentaje de estudios de doctorado.
En carreras de pregrado el porcentaje de mujeres es de un 55 por ciento, mientras que
en los estudios y programas de doctorado la cifra asciende a un 61 por ciento.

La tendencia se equipara al observar la cantidad de investigadores, donde existe igual


proporción de hombres y mujeres con 50 por ciento. En esta línea, la educación
superior es el sector que más emplea a las investigadoras, conformando un 57 por
ciento, seguido del sector público donde las mujeres llegan al 55 por ciento. Por
último, el sector privado está conformado solo por un 43 por ciento de mujeres, con un
14 por ciento de distancia con los hombres. De tal manera, las ciencias naturales y las
ciencias médicas concentran un 55 y 64 por ciento de investigadoras respectivamente,
mientras que en la ingeniería y tecnología solo alcanzan un 41 por ciento.

Los avances de Filipinas en la inclusión de mujeres en la educación y en la reducción


de las brechas de participación en el mercado laboral se explican por una combinación
de políticas innovadoras y una legislación centrada en la equidad entre hombres y
mujeres. La creación de la Comisión sobre la Mujer11 asegura la incorporación del
enfoque de género en las políticas públicas impulsadas en todos los niveles del
gobierno, como también la asignación de una partida presupuestaria exclusivamente
dedicada a incluir y empoderar mujeres. Asimismo, desde el punto de vista legislativo,
la promulgación de la Carta Magna de la Mujer12 el año 2009 ha establecido un marco
legal para eliminar cualquier forma de discriminación a la mujer, pero también para
reconocer, proteger y promover sus derechos.

A estas medidas se suma el Plan de Desarrollo de Filipinas 2017-202213, llevado a cabo


por la Autoridad Económica y de Desarrollo y cuyo objetivo es delinear en el mediano
plazo las acciones del Estado que propendan a lograr una economía desarrollada a la

11
Philippine Comission on Women. Guidelines on the Implementation of the Gender and Development
Transformation. Disponible en: http://bcn.cl/28p2m
12
Republic of the Philippines, Magna Carta of Women. Disponible en: http://bcn.cl/28p2n
13
National Economic and Development Authority. Philippine Development Plan 2017-2022. Disponible en:
http://bcn.cl/28p6l
vez inclusiva y sostenible. En el contenido de este propósito se establece una clara
visión de género en los lineamientos para mejorar la empleabilidad, el fortalecimiento
de la gobernabilidad mediante una cultura sensible con los sectores vulnerables de la
sociedad, entre los que destacan indígenas, mujeres, jóvenes y niños.

 Chile

El caso chileno muestra una realidad menos favorable en la inclusión de las mujeres en
carreras STEM, pues existen brechas de género más amplias que los tres casos
anteriores. Según el Global Gender Report 201814 Chile obtuvo el lugar 120 en
oportunidades y participación de la mujer en la economía, mucho más abajo que
Filipinas (14), Tailandia (22) y Nueva Zelandia (23). Esta realidad se acentúa al
observar los datos entregados por el reporte de Mujeres en Ciencia de la Unesco15,
donde se aprecia una disminución de la cantidad de mujeres en la medida que avanzan
las etapas de educación.

Si bien el 52 por ciento de las personas matriculadas en pregrado corresponde a


mujeres, su número disminuye considerablemente en estudios de doctorado donde el
porcentaje es de 43. Misma tendencia se aprecia en la cantidad de investigadoras,
donde la cantidad decrece a un 33 por ciento. Asimismo, el informe añade que si bien
el número de mujeres matriculadas en la universidad es alto, son pocas las que
escogen carreras STEM. Esto se comprueba en el hecho que el área de ingeniería y
tecnología está conformada apenas por un 19 por ciento de mujeres, mientras que en
las ciencias naturales el porcentaje aumenta a 27.

El sector público es el que más investigadoras, con un 42 por ciento, seguido de la


educación superior donde las mujeres alcanzan el 33 por ciento y, por último, el sector
privado donde las investigadoras conforman un 28 por ciento.

III. Conclusiones

Si bien el Índice Global de Brechas de Género del Foro Económico Mundial muestra una
corta distancia entre hombres y mujeres en relación a la variable de inclusión en
educación, esta no se mantiene en el sector productivo, pues según muestran las cifras
de la Unesco aún es baja la cantidad de mujeres en puestos de trabajo desarrollando
carreras STEM, ya sea en el sector público, como en el privado y universidades.

El distanciamiento de las mujeres con las STEM comienza a forjarse en la educación


primaria y se acentúa en la medida que progresa su grado instrucción debido a
factores culturales presentes en la sociedad, donde se alimenta la creencia que son
áreas del conocimiento dominadas exclusivamente por hombres. A esto se suman
factores económicos que impulsan a las mujeres a dedicar su tiempo a labores
familiares.

14
Ibíd 1.
15
Ibíd 2.
Aunque los tres principales países de la región Asia Pacífico han desarrollado planes
para incorporar a más mujeres en la educación superior, su resultado ha sido
beneficioso para las humanidades y las ciencias sociales, no así en las ciencias
naturales y la ingeniería, donde existen amplias brechas. Si bien, Nueva Zelandia y
Tailandia muestran avances importantes en ciencias de la salud, los porcentajes de
participación de mujeres en el estudio de profesiones STEM siguen siendo bajo.

El esfuerzo realizado por Nueva Zelandia es notorio en cuanto a comprometer los


talentos que surgen en la educación secundaria, principalmente en mujeres maoríes
tradicionalmente identificadas con la actividad agrícola. Esta acción coincide con la
recomendación hecha por Vimolwan Yukongdi para el caso tailandés, donde enfatiza la
necesidad de orientar vocacionalmente a las mujeres antes de su ingreso a la
universidad, pues es en ese momento donde se está a tiempo para derribar mitos en
torno a las dificultades que las STEM representan para las mujeres.

Como se muestra en el caso de Filipinas, no ha habido una política pública orientada a


incrementar la población de mujeres profesionales en carreras STEM. Sin embargo, la
existencia de una legislación inclusiva, como es el caso de la Carta Magna de la Mujer,
la puesta en marcha de la Comisión Sobre la Mujer, o la incorporación del enfoque de
género en el Plan de Desarrollo de Filipinas 2017-2022, son iniciativas que
contribuirían a mejorar las condiciones sociales y económicas de las mujeres. Ello
redundaría en un acortamiento de las brechas en el desempeño en ciencias, tal como
lo demuestra a nivel global el estudio realizado por Luigi Guiso en 2008.

Según las cifras entregadas por la Unesco, la realidad de Tailandia, Nueva Zelandia y
Filipinas en cuanto a la reducción de las brechas de género en educación dista
considerablemente del caso chileno, sobre todo en el porcentaje de mujeres en
carreras de doctorado y en el porcentaje de mujeres investigadoras, pues en los tres
países asiáticos seleccionados la cantidad de mujeres sobrepasa a la de los hombres.
Aunque estas cifras al alza no se mantengan en el mercado laboral, sobre todo en el
sector privado, aumentar la cantidad de mujeres en estudios de postgrado podría ser
un primer paso para reducir las brechas actuales.

De esta manera, los tres países abordados muestran avances importantes en el ODS 5
de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, particularmente con las metas 5.5 y 5.c, pues
además de contribuir en asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres en la
educación y la ciencia, preparan el campo para generar igualdad de oportunidades a
través de políticas y leyes aplicables para el empoderamiento de niñas y mujeres.

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