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Editorial Arch Argent Pediatr 2011;109(4):290-291 / 290

El debate entre la ciencia y el arte de la medicina


Discussion about science and art in medicine

“Se ha hecho espantosamente obvio que nuestra tecnología ha excedido nuestra humanidad.”
Albert einstein

El análisis de la práctica contemporánea de de juzgar en base a mediciones mientras que el


la medicina evidencia lo acertado de la afirma- “arte” se utiliza para indicar una actitud del clí-
ción de Einstein que encabeza estas líneas. Efec- nico frente a la naturaleza y al paciente, que es
tivamente, la tecnología de la que hoy depende muy similar a la del artista ante la naturaleza y a
implica el riesgo de hacerle olvidar su objetivo su creación. Por eso, la medicina basada en la evi-
esencial: la atención prestada por un ser huma- dencia y las doctrinas dominantes del empirismo,
no a un semejante que sufre. En la actualidad, la brindan una estructura útil para guiar el proceso
ciencia y los nuevos recursos diagnósticos y tera- de toma de decisiones médicas pero no bastan pa-
péuticos que de ella derivan están modificando ra describir el complejo mecanismo que culmina
de manera radical el modo en el que practicamos en la construcción del juicio clínico experto.
la medicina. Contamos con excelentes estudios El famoso internista francés Armand Trous-
clínicos en base a cuyos resultados se juzga la seau en sus “Conferencias sobre Clínica Médica”
pertinencia de lo que hacemos y que constituyen dijo en 1869:
el estándar que guía nuestra práctica. Fundarla “Cada ciencia toca el arte en algún punto y ca-
exclusivamente en la evidencia científica nos des- da arte posee su aspecto científico; el peor hom-
liza hacia un modelo reduccionista de la salud y bre de ciencia es aquel que nunca es un artista y
la enfermedad. el peor artista es aquel que nunca es un hombre
Es preciso advertir que mucho de lo que hace- de ciencia. En épocas antiguas, la medicina era un
mos como médicos no ha sido estudiado científi- arte, que ocupaba su lugar al lado de la poesía y
camente e, inclusive lo que lo ha sido, requiere el la pintura; hoy tratan de hacer de ella una cien-
ejercicio del juicio clínico para decidir cuándo y cia, ubicándola junto a la matemática, la astrono-
cómo seleccionar entre las diversas opciones dis- mía y la física.”
ponibles. La experiencia está siendo desacredita- Tal vez correspondería que nos interrogára-
da siguiendo la tendencia social prevalente que mos si la medicina no se engaña a sí misma con
sólo valora lo nuevo. Tendemos a olvidar lo que esta obsesión por ser ciencia. Nunca seguirá por
también dijo Einstein: “El conocimiento es expe- completo ese camino porque siempre estará fir-
riencia; todo el resto es información.” memente enraizada en el territorio de los asuntos
El péndulo de la medicina está desplazándo- humanos, con todos los aspectos de incertidum-
se, pues, del arte de la medicina hacia su perfil bre, subjetividad e irracionalidad que esto inevi-
científico. Sin embargo, el mejor clínico es tal vez tablemente supone. Como lo sugiere Trousseau,
aquel que, provisto de conocimiento de la ciencia la medicina parece condenada para siempre a
médica, se acerca al paciente dotado de un equi- ubicarse en esa confusa zona en la que limitan la
librado juicio clínico; en otras palabras, practica ciencia y la humanidad.2
su arte. No sólo el juicio clínico sino también la Los médicos de hoy parecen estar demasiado
compasión y la comprensión humana forman par- entrenados en ciencias pero poco preparados en
te de ese arte.1 Aunque antiguas, escuchar, hablar, lo que respecta a las habilidades sociales y para
tocar al paciente, siguen siendo tecnologías esen- relacionarse con sus pacientes como seres huma-
ciales de la práctica médica. Su propia persona nos. Cuando Trousseau dice que “el peor hom-
sigue siendo la principal herramienta con la que bre de ciencia es aquel que nunca es un artista”,
cuenta el médico. está hablando directamente al médico moderno
Estos términos “arte y ciencia de la medicina” que exuda ciencia pero domina muy poco el arte
no son empleados para denotar una diferencia de la medicina. Ayudar a las personas a sanarse
cuantitativa sino para señalar la posibilidad y la es pura y simplemente, un arte. El médico es, sin
necesidad de mirar a los pacientes desde dos án- embargo, un “artista” peculiar pues, imprescin-
gulos radicalmente diferentes. En este empleo de diblemente, debe contar con una sólida base de
la frase, el término “científico” denota el objetivo conocimiento científico.
Editorial / Arch Argent Pediatr 2011;109(4):290-291 / 291

La tensión filosófica esencial en la práctica mé- que una píldora o un procedimiento les devuelva
dica moderna reside, por lo tanto, en determinar la salud. Pero resulta evidente que la ciencia na-
cómo la medicina puede ir más allá de la ciencia. tural no puede ser la única alternativa de ayuda
Hacerla exclusivamente dependiente de la ciencia que acerquemos al enfermo, aun cuando nuestras
y la tecnología es asimilarla a cualquier otra teo- intervenciones logren curarlos y especialmente
ría científica o práctica tecnológica. Considerarla cuando los padecimientos orgánicos incurables
un arte, es llevar al primer plano su carácter más afligen su alma. Sería arrogante sostener que los
esencial, su vocación tradicional de cuidado. De médicos por sí solos pueden curar el alma de sus
allí que cuando necesariamente el médico recurre pacientes, pero concebirlos como pura materia-
a la ciencia y la tecnología, debe colocarlas en su lidad es una suerte de degradación, inclusive si
contexto apropiado, guiado por la estructura filo- es eso lo que los enfermos desean. Nuestras pro-
sófica subyacente del arte médico. pias limitaciones como personas que actuamos
Por eso, a pesar de que la medicina depende como médicos, en lugar de convertirse en ocasio-
funcionalmente de la ciencia en lo que respecta a nes para la desilusión, pueden transformarse en
sus herramientas, sus fines suponen más que un una posibilidad de reflexionar sobre el significado
triunfo sobre la enfermedad ya que también in- profundo del destino del ser humano.
cluyen las batallas espirituales y morales que li- En la actualidad los médicos estamos mucho
bran los pacientes viviendo con la incertidumbre menos inermes frente al sufrimiento que hace po-
y el sufrimiento. Cuando se trata de un padeci- cas décadas. Sin embargo, a menudo no podemos
miento sencillo estas consideraciones humanís- escuchar los lamentos que surgen cuando no hay
ticas más amplias pueden ser dejadas de lado ya posibilidad de cura. Somos más poderosos pero,
que tal vez baste con la competencia científica. a la vez, más sordos.
Pero cuando se enfrenta una enfermedad que no Una educación más humanística, menos utili-
se puede curar o ni siquiera controlar, el trabajo taria, en todos los niveles de sus carreras podría
del médico no termina allí. Sigue siendo posible ayudar a los médicos a superar esa sordera. No
que demuestre su virtud en la medida en que sea permitirá tratar lo intratable pero, al menos, nos
capaz de comprender lo que distingue a la medi- puede dejar menos solos y desamparados cuando
cina de la ciencia. enfrentamos a nuestros semejantes que sufren. n
Esto plantea un interrogante aún más profun-
do: la educación de los médicos, con su énfasis
en la ciencia, ¿fortalece o debilita su capacidad Dr. Guillermo Jaim Etcheverry
de cultivar esa virtud no-científica, que le permi-
te diagnosticar y curar almas, soportar la carga
1. Tucker NH. President‘s message. Medicine: art versus sci-
que representa el “médico como sacerdote”? Ob-
ence. Jacksonville Medicine, 1999.
viamente, los pacientes esperan de nosotros una 2. Morell P. Rapid response to Endpiece: Medicine: art or sci-
respuesta material concreta en la esperanza de ence? BMJ 2000; 320:1322.

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