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La medicina como

práctica
Autora: Dra. Profesora María Clara Areta

Psicología Comunitaria Social e


Institucional
Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

LA MEDICINA COMO PRÁCTICA


Versión corregida por la autora
Dra. María Clara Areta
Titular de la materia “Psicología Comunitaria, Social e Institucional” de la
Escuela Superior de Medicina de la UNMdP

¿Cómo se entiende habitualmente el ejercicio de la medicina?


Si hacemos esta pregunta advertiremos que hay diversidad de
respuestas, aunque también coincidencias, entre los que ejercen la Medicina
(llamados “médicos”) y aquellos que acuden a los médicos por sus dolencias
(llamados “pacientes”, o más modernamente, “consultantes”).

Muchas personas responden que el ejercicio de la Medicina es una


ciencia; otras, que es un arte; algunas opinan que es un sacerdocio; y
también estará quien asocie su práctica con el desarrollo de habilidades
técnicas. En este breve trabajo se intentará dar cuenta de las razones por las
cuales el ejercicio de la medicina no convierte al médico ni en un científico, ni
en un artista, ni en un sacerdote, ni en un mecánico.

¿Por qué la medicina no es una ciencia, ni el practicante de la medicina


clínica es un científico?
La tarea intelectual del médico debe ser doble: entender la enfermedad y
entender al paciente.
Francisco González Crussí.
A partir de esta sencilla pero rigurosa afirmación podemos entender este
doble sentido de la medicina: uno más teórico, formal, conceptual, académico;
otro, el del trabajo concreto del médico con el paciente o consultante: el campo
de la clínica y la medicina como práctica.

En el sentido académico y teórico, la medicina trabaja junto a disciplinas


más básicas como la biología, la química, la física, la fisiología y la matemática
para entender “la enfermedad” -sus mecanismos fisiopatológicos, sus agentes
causales, casi diría su “micro-realidad”- desde el laboratorio, los estados de
normalidad y patología.

Éste sería el aspecto “más científico” de la medicina, el que comparte


con las disciplinas básicas antes nombradas. Es el campo más epistémico
(ver más adelante “episteme”): el de las hipótesis, las pruebas y protocolos de
investigación: interceptación intrínseca de sus mecanismos de acción de
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sustancias, definición de los conceptos de salud y enfermedad, descubrimiento


de mecanismos fisiopatológicos de producción de enfermedades, previsión
mediante la epidemiología de comportamientos de endemias y epidemias. Se
trata del campo que los medios de divulgación científica y redes sociales
popularizan como “avances científicos de la medicina”: los logrados en
laboratorios en los que se trabaja más con mecanismos intrínsecos y modelos
complejos que con pacientes. Aunque luego esos “logros” se aplican en
poblaciones humanas en la fase de experimentación de tratamientos.

En el otro sentido, en el campo clínico -la medicina como práctica, el


acto médico asistencial-, se considera un consultante con un padecimiento y un
médico o médica atendiendo a esa persona que consulta. La Medicina no es
una ciencia aplicada, sino una práctica, mediante la cual, por el acto médico, el
profesional atiende a la persona, asiste al paciente. Es la Medicina Clínica. La
palabra “clínica” etimológicamente, deviene del griego “kliné”, que significa
“inclinarse”. Es decir que implica un profesional inclinándose ante el paciente,
asistiéndolo, poniendo en juego todo su saber médico y prestando atención a la
persona que lo consulta y sus circunstancias. Se podría decir que la medicina
como práctica abarca la “macro-realidad” del paciente (su mundo circundante).
El sujeto en su marco referencial, familiar, comunitario y social.

Adviértase la diferencia de enfoque: para el científico, tratar a un paciente sería


evaluar o analizar la efectividad de un tratamiento; para el médico, mejorar el
estado del enfermo. Dicho de otro modo, los valores de la medicina se cifran
sobre todo en su altruismo, en su inquebrantable orientación hacia el alivio del
sufrimiento y la curación de las enfermedades. Pero ni los médicos ni los
pacientes identifican estos valores como los propios de la ciencia.
Francisco González Crussí.

Un ejemplo
Si un niño presenta un síndrome febril sin foco, el médico o la médica,
mediante el diagnostico presuntivo, sabrán cuánto tiempo debe esperar hasta
realizar pruebas de laboratorio, decidirá que antitérmico corresponde, dará a la
madre y al padre indicaciones higiénico-dietéticas, verificará las vacunas, etc.
Todo esto porque sabe que probablemente está ante un cuadro viral de tal o
cual características, cuya presentación es de tal manera, cuyos signos y
síntomas de alarma son tales, etc.

Es decir que todo su saber médico está dirigido hacia ese caso, con esa
persona, en esa circunstancia. Y mediante el acto médico articula el campo
más académico con el aquí y ahora del paciente. La fiebre tiene su explicación
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fisiopatológica y su mecanismo de acción y reversión. En el acto médico, en la


clínica, en la medicina como práctica, se articulan lo teórico con lo clínico.

Lo “micro” del procedimiento (como la fisiopatología de la fiebre) se


articula con las circunstancias macro del paciente: familia que entiende y
contiene, distancia al centro de salud, disposición económica para su traslado,
etc. La Medicina como práctica también implica que el “caso clínico” que está
atendiendo el médico o la médica puede ser un colectivo; no necesariamente
una persona individual sino una familia, una comunidad, una institución.

Lo teórico y lo clínico. Un prejuicio


Es habitual que los estudiantes de Medicina -y algunos médicos y
médicas- asocien la investigación exclusivamente a las prácticas de laboratorio
y no entiendan que la investigación puede ser también clínica. Lo que se hace
en el ámbito asistencial puede estudiarse, ampliarse y debatirse en otros
momentos más académicos, más teóricos. Luego, con el producto de esos
debates, se vuelve a la clínica para ratificar o rectificar teorías.

Pensemos con amplitud y creatividad: en el acto médico, la articulación


teórica y clínica se anudan: es el tiempo clínico. Antes y después está el tiempo
teórico. En la currícula innovada de nuestra Escuela de Medicina de la UNMdP
se ponen en juego estos tiempos teóricos-clínicos-teóricos-clínicos desde el
comienzo de la formación. El aprendizaje basado en problemas (ABP) y el
aprendizaje basado en casos (ABC) permiten la articulación antes planteada.

En el lugar de trabajo, lo asistencial debe tener su tiempo y lo teórico


puede expresarse como reunión multidisciplinaria de equipo, pase de sala,
ateneo clínico.

La responsabilidad médica se articula en el tiempo clínico de la atención,


que muchas veces es en soledad, y en el tiempo teórico de la articulación, que
puede realizarse con otros colegas del equipo interdisciplinario, que enriquecen
la experiencia clínica con sus comentarios y aportes. El tiempo teórico también
puede implicar la revisión bibliográfica, el intento de la escritura, de la
transmisión de lo que se hace. El lazo social permite ir ampliando los
conocimientos que enriquecen el acto médico.

Para ampliar el tema de la Medicina y su relación con la ciencia, puede


consultarse el interesante artículo “Que la medicina no es ciencia” de Francisco
González Crussí, quien escribe:

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Cosa curiosa: a medida que la medicina se va haciendo cada vez más


precisa, más cuantitativa y, en una palabra, más “científica”, el enfermo se va
sintiendo más y más solo.

¿Por qué la Medicina no es una religión? ¿Por qué el médico no es un


sacerdote?

Médicos y sacerdotes comparten un término -“profesión”-, que para la


Real Academia Española tiene dos acepciones:

a) Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una
retribución.

b) Ceremonia eclesiástica en que alguien profesa en una orden religiosa.

Es muy interesante que, en forma muy frecuente, ambas acepciones se


confundan y se asocie el ejercicio de la medicina con un acto de profesión de fe
y no con el empleo por el que se recibe una retribución. Las ideas de la
medicina como religión y del médico como sacerdote responden a ideales
morales que parecen propiciatorios en primera instancia, pero luego se
convierten en frustrantes y hasta peligrosas realidades.

De los mismos estudiantes de Medicina he escuchado que “el médico o


la médica deben escuchar todo lo que el consultante necesita decir para
satisfacer la consulta”. Podríamos preguntarnos si comprender todo para
satisfacer completamente la consulta no es demasiada exigencia. Más que
sacerdote, tendría que ser el Todopoderoso en presencia…

Por un lado, el que ejerce la Medicina no es un sacerdote porque no


profesa fe en dogmas. La definición de “dogma” es: “punto esencial de una
religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y
que no puede ponerse en duda dentro de su sistema.” Se evidencia la
diferencia entre dogma y “paradigma”, que Thomas Kuhn definió como “la serie
de prácticas que trazan los lineamientos de una disciplina científica a lo largo
de un cierto lapso temporal”. Los dogmas son irrefutables y eternos y
corresponden a la religión. Los paradigmas son cambiantes y epocales (tienen
sus épocas, sus tiempos) y corresponden al campo de la ciencia.

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¿Por qué la Medicina no es un arte, ni el médico un artista?

Etimológicamente, la palabra “arte” procede del latín ars, artis, y éste a


su vez del griego τέχνη (téchne), que significa “técnica”. De ahí que fuera
usada para referirse a disciplinas y actividades que requerían técnicas, y que
podían ir desde la del artesano o el herrero, hasta la del pintor o el poeta.

Se denomina “arte” el conjunto de disciplinas o producciones del ser


humano realizadas con fines estéticos o expresivos para representar, a través
de medios como la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura o la música,
diferentes realidades y despertar una serie de ideas, emociones o sentimientos.
Dependiendo de la disciplina, el arte se vale de diferentes lenguajes y medios.
También se utiliza el término “arte” para definir la excelencia, la dedicación, la
maestría con el que se desarrollan diferentes actividades: “el arte de la cocina”,
“el arte de curar” para la Medicina.

Considero que los médicos, en el acto médico de la clínica, de la


práctica médica, no son artistas, porque no quieren expresar algo interno y
crear una nueva realidad a partir de una técnica. Contrariamente, el acto
médico está sostenido y regulado por la demanda del paciente, de quien
consulta. No son el médico ni la médica libres artistas inspirados que crean
según su libre albedrío.

El artista es en sí mismo, por su propio acto artístico, alguien que -


conociendo una técnica- quiere crear, innovar, avanzar, crear nuevas
realidades. El médico tiene que atender las necesidades y demandas del
consultante. Está exigido por ese pedido, por esa consulta. El médico y la
médica pueden innovar, pero dentro de la regulación que la Medicina como
disciplina científica y el código de ética los obliga. El artista es, principalmente,
un instituyente. El médico puede ser creativo, pero tiene que tener muy en
cuenta el saber médico (es decir, lo instituido) en su acto, en función estricta a
la situación del paciente/consultante.

¿Por qué la Medicina no es una técnica? ¿Por qué el médico y la médica


no son técnicos?
“Técnica”, etimológicamente deviene del griego “tekné”: implica los
procedimientos, métodos y habilidades que se utilizan para lograr un objetivo.
La técnica puede ser científica o artística. Las herramientas están asociadas a
la técnica.

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Varias actividades cotidianas son técnicas, como los oficios y todos los
procedimientos que se aprenden de una manera específica para obtener un

resultado específico. Si alguien quiere aprender a cocinar, deberá aprender las


diferentes formas de cocción de los alimentos y seguir ciertas “recetas” para
obtener ciertos resultados. Si alguien necesita arreglar una maquinaria, llevará
a cabo la revisión del artefacto y las maniobras necesarias en el mismo,
reemplazará la pieza necesaria y volverá a la máquina a su funcionamiento
adecuado. En la técnica prevalece lo instituido sobre lo instituyente, pues se
sigue un procedimiento que puede estar hasta escrito en un manual de ese
equipo.

El médico y la médica deben estudiar ciertas técnicas, tanto clínicas


(cómo auscultar la entrada de aire en los pulmones, cómo leer un
electrocardiograma, cómo aplicar RCP) como quirúrgicas (cómo realizar la
incisión para realizar tal o cual operación, cómo manejar el laparoscopio).

Aunque las técnicas, porque se ganan habilidades, son parte del


proceso de enseñanza y aprendizaje de los médicos y médicas, la práctica
médica no es fundamentalmente una técnica: en el conjunto del acto médico no
sigue una mecánica preestablecida con un objetivo predeterminado de entrada.
La técnica, en medicina, debe estar al servicio de la particularidad del caso,
porque el trabajo con personas no es asimilable al trabajo con equipos y
objetos.

Aunque la medicina no es ciencia, ni religión, ni arte, ni técnica, también


podemos decir que la medicina no puede desvincularse de la ciencia, que a
veces funciona como la religión de nuestros días (si lo dijo el médico es palabra
santa), que algunos médicos la ejercen con la creatividad y la habilidad de
artistas, y que necesita de la técnica y la tecnología para muchos de sus
procedimientos.

Algunos conceptos preliminares para empezar a entender a la medicina


como práctica
Para Platón, la episteme es el verdadero conocimiento, que sólo puede
serlo de lo inmutable, de la verdadera realidad, de las Ideas, en contraposición
a la "doxa", a la "opinión", al conocimiento de la realidad sensible. El “Mito de la
caverna” de Platón es la metáfora que explica como de la realidad solo
captamos una sombra. Para Platón el mundo de la ideas (episteme) está
totalmente separado del mundo lo sensible (doxa).

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Aristóteles divide el conocimiento en tres grados: el primero, y más


básico, es el conocimiento con sentidos, “Los animales reciben de la naturaleza
la facultad de conocer por los sentidos”, el segundo escalón es el conocimiento

con experiencia, que lo relacionaría con la facultad de “la opinión” de Platón. El


último de los grados de conocimiento según Aristóteles es el conocimiento con
arte y ciencia, “el arte comienza, cuando de un gran número de nociones
suministradas por la experiencia, se forma una sola concepción general que se
aplica a todos los casos semejantes”. Para Aristóteles la episteme sería el
conocimiento obtenido mediante la demostración.

En conclusión, aunque en el método Platón y Aristóteles no llegan a un


acuerdo, ya que Platón ve la verdad como una idea del bien, intangible e
inmaterial, y Aristóteles la ve como un logro absolutamente empírico, ambos
concuerdan en un punto fundamental: su objetivismo. La verdad es una sola, y
sólo hay una manera de llegar a ella: por medio de la ciencia, es decir, por
medio de la filosofía. Recordemos que para los griegos ciencia y filosofía son
idénticas.
Por lo tanto, para sintetizar, podríamos decir que el conocimiento puede
clasificarse en Episteme, Teckné y Doxa.

El conocimiento de todas las personas puede clasificarse en estas


categorías, por lo cual es un error pensar que los intelectuales sólo se mueven
en el campo epistémico, los mecánicos en la teckné y la gente común en la
doxa. Cada uno de nosotros pensamos, sin saberlo, según la episteme de
nuestra época (ver el concepto unos renglones más abajo), manejamos y
somos manejados por ciertos niveles de teckné, y somos sujetos de
pensamientos comunes, de opinión general al que se denomina doxa.

La episteme es la forma más abstracta del conocimiento, es el espacio-


tiempo de las ideas. El campo de la episteme es el campo de la ciencia, de la
producción y elaboración de conceptos.

La episteme implica metodología que consiste en el conjunto de


procedimientos basados en principios lógicos y observacionales utilizados para
alcanzar una gama de objetivos que rigen en una investigación científica. La
metodología estudia también el proceder del investigador y las técnicas que
emplea. Método y metodología son dos conceptos diferentes. El método (ver
en téckné o técnica) es el procedimiento para lograr los
objetivos. Metodología es el estudio del método y puede clasificarse en
normativa (valora), pero también es descriptiva (expone) o comparativa
(analiza).
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La epistemología es la teoría acerca del método científico, la reflexión


acerca de sus condiciones de producción y validación.

En este artículo hemos planteado que cierto aspecto de la Medicina, su


forma más teórica y académica, participa del campo de la episteme y se asocia
a disciplinas más básicas como la Química, la Física, la Matemática, la
Fisiología. No sólo hay que asociar la episteme únicamente al campo del
laboratorio químico e imaginarse un doctor de barba sobre un microscopio:
diseñar estrategias de salud pública, innovar currículas para la enseñanza de la
medicina, elaborar planes de enseñanza, también son desarrollos epistémicos.

Vamos a tomar un comentario sencillo sobre un gran pensador del siglo


XX, Michel Foucault, quien reintroduce el concepto de episteme en su célebre
libro “Las palabras y las cosas” (1966). Es él quien da la connotación
contemporánea y aún vigente a la palabra episteme. Para Fuocault el poder
determina el índice de verdad. De este modo sugiere que es muy difícil que la
gente pueda entender o concebir las cosas y las palabras fuera del marco de la
episteme epocal en que tal gente existe. El argumento principal de la
interrogación de Foucault son los códigos fundamentales que están en la
base de una cultura, códigos que influencian nuestra experiencia y
nuestro modo de pensar.
La episteme establece la distinción entre lo verdadero y lo falso dentro
del campo del sentido, distingue lo que puede ser dicho acerca de un dominio
de objetos de lo que resulta meramente insignificante. Por ejemplo: la locura
tratada como delirio místico dispone una serie de prácticas y discursos
respecto de ella totalmente diferentes a su definición científica como
enfermedad mental. De ahí la relación interna que el autor propone entre saber
y poder; definir un objeto dentro de ciertos discursos es intervenir sobre él.

Foucault dice que la “arqueología de las ciencias humanas” estudia


los discursos de las varias disciplinas que son interrogadas proponiendo teorías
sobre la sociedad, sobre el individuo y sobre el lenguaje.

Teckné significa técnica. Ya nos hemos dedicado a la técnica en el


apartado “¿Por qué la Medicina no es una técnica?
La técnica no es un dominio separado de la episteme. ¿Por qué? Porque
la epistemología indaga las condiciones que hacen válido y justificable al
método. Dicho simple: para aplicar una técnica primero hay que definir un
objetivo y plantear una manera de alcanzarlo o hipótesis, eso hace la
epistemología.

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Llamamos método el conjunto de actividades, técnicas y acciones


secuenciales diseñadas y desarrolladas para conseguir un objetivo. Es un
camino diseñado para lograr el objetivo. Para hacer más fácil la vida. En
muchas actividades de la vida las personas vamos repitiendo métodos,

acciones, para así no tener que racionalizar. Por ejemplo, manejar un


automóvil implica conocer el método de cómo utilizar los cambios, cómo mirar
por los espejos retrovisores, etc. No es necesario conocer, en profundidad, la
mecánica de la caja de cambios del motor para saber realizar los cambios,
pues bien, ese es un método.

El método de aprender a escribir en un teclado sin mirar el mismo sino la


pantalla, es un procedimiento que se aprende mediante determinados
ejercicios y repeticiones pero podemos no saber nada de la lógica del
programa Word para lograrlo.

En la facultad de medicina también se enseñan y se aprenden técnicas.


Por ejemplo, el cirujano sabe qué incisión hacer para tal operación, el clínico
sabe cómo palpar el pulso radial o carotídeo, el pediatra sabe cómo indicar una
dosis de antibióticos multiplicando los miligramos por kg de peso. Estos son
ejemplos de métodos y no está mal que el médico domine estos métodos, todo
lo contrario es muy importante para el ejercicio de la medicina, en algunos
casos es imprescindible. Pero también es imprescindible que el médico y la
médica conozcan que hay razones (episteme) para ese procedimiento.

Doxa, según Platón, corresponde al nivel del conocimiento vulgar, a la


opinión, no ligada a la episteme. El conocimiento habitual que tenemos sobres
las cosas.

La doxa implica una opinión a la que no se puede sustentar con


argumentos válidos. Por ejemplo, es sostener una idea “porque la dijeron en la
tele o lo leí en el Facebook” y no investigar si las afirmaciones son realmente
verdaderas o no. Porque la doxa puede ser falsa o verdadera, pero es doxa
porque no se articula con conceptos o conocimientos articulados entre sí.

Muchos prejuicios (pre-juicio, lo que está antes del juicio) están


sostenidos en doxas. Son opiniones elevadas a la categoría de conocimiento.

Los practicantes de la medicina, los médicos y médicas, conviven


habitualmente con la doxa. ¿De qué forma? En primera instancia porque cada
médico y médica se manejan en su vida cotidiana y, a veces inclusive en su
práctica médica, en el nivel de la doxa, en el terreno de las opiniones no
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asociadas a la episteme. Cada persona tiene un nivel de “sentido común”, de


opinión. Es interesante ver en los medios de comunicación masiva y en las
redes sociales cómo el nivel de la doxa es el más habitual. Se eleva una
información, a veces hasta errónea a nivel de algo “certificado por la ciencia”.
El practicante de Medicina no está exento de confundir doxa con su episteme.

Las personas consultantes tienen también sus ideas, intuiciones,


imaginarios y costumbres con respecto al funcionamiento de su cuerpo, a las
causas de las enfermedades y a los procedimientos que tendrían que llevarse a
cabo para su curación. Es interesante el malentendido, el equívoco, que se
puede constituir si se piensa que el que practica la medicina siempre tiene la
verdad certificada y el paciente queda desacreditado.

Muchos prejuicios se basan en doxas, en opiniones vulgares


generalizadas que no han sido sometidos a crítica, ni a razonamiento ninguno,
sino a suposiciones injustificadas. Por ejemplo “No tiene pinta de médico”
porque se supone, por opinión vulgar, que un médico debe parecer de tal o
cual forma.
Pero también y, principalmente, el conocimiento de sentido común
informa y organiza las prácticas cotidianas con lo cual no se lo puede
simplemente descalificar como incoherente o confuso porque se establecería
una distancia nociva para la clínica respecto del consultante. (Veremos más
adelante Berger y Lukman y su construcción sobre “La vida cotidiana)

La propuesta de este trabajo es que se vaya entendiendo que los tres


niveles de conocimiento pueden estar presentes en cada uno de nosotros. Un
título de médico no certifica que todo lo que él diga sea “científico” y nada
garantiza que lo “científico” sea siempre lo más adecuado y pertinente en ese
momento de la consulta o del tratamiento.

Tratemos de no caer en el error de pensar que el lugar del médico o de la


médica es el lugar de la episteme y el de los pacientes el de la doxa.

La praxis, la práctica
Hemos realizado un recorrido para dar nuestras razones sobre la
hipótesis que da origen a este trabajo, para demostrar que la medicina es una
práctica.

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Es interesante… ¿Por qué deberemos demostrar que la medicina es una


práctica, una praxis, cuando muy cotidianamente se llama “mala praxis” a los
errores cometidos dentro del ámbito del ejercicio médico?

Existe la idea generalizada de la “mala praxis médica” pero no es


popular el concepto de la “praxis médica”.

El concepto popularizado y difundido de “mala praxis” obstaculiza


pensar, advertir que la medicina es una praxis. Es paradójico pero es así, el
fallido o errado ejercicio de la medicina tiene un nombre consagrado y el
ejercicio de la medicina es siempre aludido mediante metáforas o
comparaciones idealizadas como las que ya trabajamos (ciencia, sacerdocio,
arte o técnica).

“Práctica” viene de la palabra griega praxis, que significa que un


simbólico, un saber teórico, puede modificar, puede transformar un real.
Praxis se opone a tekné porque la praxis requiere de la relación
dialógica entre sujetos para definir su mundo de interacción, no tanto la
transformación de lo simbólico en lo real, sino la producción del propio mundo
simbólico mediante la interacción.

La praxis aparece como una etapa necesaria en la construcción de


conocimiento válido. A diferencia de la teoría, que es desarrollada en las aulas
y se focaliza en la abstracción intelectual, la praxis se hace presente cuando
dichas ideas son experimentadas en lo social, en lo real.

En el lenguaje corriente teoría y praxis son ideas distintas y a la vez


complementarias. Así, un conocimiento es teórico cuando se presenta a partir
de conceptos, fórmulas, principios y esquemas alejados de la dimensión
cotidiana

Para los primeros filósofos griegos la idea de praxis se podía aplicar a


todas las actividades humanas no contemplativas ni teóricas. En otras
palabras, la filosofía griega distinguía entre los procesos intelectuales y los
procesos materiales. Así, un matemático griego que estudiase las formas
geométricas realizaba una tarea teórica, mientras que un alfarero llevaba a
término una actividad técnica.

Lo que significa praxis para Marx es materia compleja y hasta la


actualidad hay discusiones sobre si se puede establecer una definición unívoca
pero podríamos decir que el concepto que unifica y da sentido a la labor teórica

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y política de Marx es justamente el concepto de praxis. Este concepto es el que


permite fundar la concepción materialista de la historia. Y esto es así porque,

para Marx, la praxis, es una actividad humana fundamental, en virtud de la cual


el hombre produce la realidad histórica y se produce a si mismo. En este
sentido, la idea de praxis tiene una dimensión antropológica esencial. La praxis
es justamente lo que define al hombre como tal. El hombre, para Marx, es
un ser de la praxis.

El desarrollo marxista del concepto de praxis fue luego desarrollado


dentro y fuera del campo del marxismo,

Digamos que:

La praxis no es ni episteme pura, porque no es el conocimiento


desarticulado de lo real. No es ciencia teórica y abstracta.
La praxis no es una técnica rasa porque no es un método repetitivo, ni
una conducta aprendida por un entrenamiento que desconoce las razones de
su proceder y que busca siempre el mismo objetivo.
La praxis no es una doxa, porque no es opinión vulgar. La praxis se
fundamenta en un simbólico, en un saber.

Entonces:

La praxis, la práctica, es un saber quehacer, es un aplicar un simbólico,


un conocimiento, para transformar la realidad. Es una episteme aplicada a la
realidad.
Es un quehacer que conoce las razones, las condiciones lógicas de su
realización.
No se basa en opiniones vulgares, ni conocimientos superfluos, ni
conclusiones basadas en apariencias.
Es definir a través de la interacción –paciente, médico, familiares- que
es aplicable a qué casos y en qué situaciones.

Un simbólico no sólo es un proyecto matemático para llevar al hombre a


la Luna. Usamos simbólicos en forma cotidiana para modificar reales.

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

La cocina puede entenderse como una práctica (transformar nutrientes


separados en un plato determinado), realizar un deporte en forma disciplinada

se la denomina práctica de un deporte, el saber interpretar un instrumento


musical se lo denomina práctica.

Inclusive, hechos más sencillos y casuales como orientarse mediante un


mapa para ir a determinado lugar, también implica aplicar un simbólico a una
situación real.

Pensemos, ahora, en algunos ejemplos de praxis médica, tanto en el


ámbito individual como colectivo:

 Escuchar y hablar con el paciente en la anamnesis, realizar su examen


físico, decidir los exámenes complementarios.
 Leer, comprender y evaluar los resultados de laboratorio o imágenes.
 Derivar el paciente a otro profesional.
 Prescribir medicamentos o contraindicarlos
 Planificar y poner en acción políticas de promoción de la salud, como la
educación que previene embarazos no deseados y enfermedades de
transmisión sexual.
 Indicar los planes de vacunación vigentes.
 Realizar controles de la embaraza y el niño recién nacido.
 Atención de pacientes en la urgencia.
 Atención de pacientes en controles de salud anuales.
 Atención de pacientes con determinada patología que implican
indicación de tratamientos higiénicos dietéticos, o medicamentosos o
quirúrgicos.

En todos los casos estamos variando una realidad concreta gracias a un


simbólico, un saber médico puesto en acción.

¿Discurso médico hegemónico o práctica de la medicina?


Si se entendiera que el ser médico fuera un estado que trasciende al
acto, que no está articulado al acto, no se podría regular la actuación médica y
hasta podríamos llegar a entender que ese ser es un estado omnipotente del
saber médico que le da superioridad y predominancia en casi todos los
aspectos de la vida. Es lo que se llama DICURSO MÉDICO HEGEMÓNICO.

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

Ser médico lo habilitaría, de hecho sucede frecuentemente, a elevar su


opinión (doxa) sobre temas alejados de su saber específico a una supuesta
categoría “científica”.

¿Por qué insistimos tanto en la praxis, en la inter-acción, para definir la


medicina y para conceptualizar al médico dentro de esa praxis?

Porque nos interesa plantear la articulación entre el acto médico y la


responsabilidad. Dependemos inexorablemente de nuestro acto para llevar
adelante nuestra práctica.

Entendemos, éticamente, que el acto nos constituye. Que no


preexistimos antes de nuestro acto. No somos médicos ni médicas antes que
desarrollemos actos médicos.

El título que obtenemos en la Facultad nos habilita a ejercer la medicina


pero no nos garantiza que todo lo que hagamos en adelante entrará dentro de
los límites de la ética, ni de la ciencia.

Identidad médica. El estudiante de medicina.


Se tiende a homologar la práctica que desarrolla una persona con la
identidad de esa persona.

Tal como hemos venido trasmitiendo, los simbólicos cambian realidades


y los simbólicos, el aprendizaje, también varía a las personas que estudian.

A partir del aprendizaje que se lleva a cabo en la facultad, los


estudiantes van transformando su forma de ver el mundo y de actuar en él.
Éste procedimiento es praxis.

La currícula innovada, apunta a un proceso de transformación que


llevará a cada uno y a cada una a convertirse en un profesional de excelencia
académica, con sensibilidad hacia su comunidad y con entendimiento y
compromiso con los temas sociales de su tiempo.

En este país, en Buenos Aires y en las grandes ciudades donde hubo


muchos inmigrantes, aparece gente tan prejuiciosa que cree que los argentinos
bajaron de los barcos, porque la mayoría de nuestros abuelos o bisabuelos o
tatarabuelos vienen de España, de Italia, de Europa Central, de Rusia. Otros,

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

de los países árabes. Hay muchos sirios-libaneses en la Argentina,


descendientes de árabes, de armenios. Y entendemos que nosotros somos ese
crisol de razas que nos enseñaron en la facultad y que entre nosotros nos
reconocemos. Pero hay un montón de gente invisibilizada en la Argentina: los

habitantes originarios de nuestro país, los que en su momento fueron llamados,


despectivamente, “cabecitas negras”.

Les pido después que, en el práctico que desarrollen de esta materia,


piensen esta cuestión en donde uno es según su acto. Cada ser humano se
define según su acto. No somos médicos porque un rey o un príncipe nos
nombra, sino porque practicamos la medicina. Nuestra denominación depende
del acto, del que de alguna manera dependemos.

El médico no es un sacerdote, porque no lo guía la fe que caracteriza a


los misterios de la religión.

El médico no es un científico, porque no sólo se guía por la metodología


epistémica y conceptual sino también por la experiencia.

Entonces la medicina no es ni religión, ni ciencia, ni técnica; es UNA


PRAXIS.

En la Antigüedad

No es el objetivo de la primera parte de este trabajo pormenorizar la


historia de la Medicina sino marcar algunos hitos que permitan establecer
algunos antecedentes fundacionales para poder dar un marco de referencia a
la posición de los médicos y las médicas en el presente y poder estimular la
lectura de textos que lograrán el enriquecimiento de su práctica cotidiana.

El nacimiento de la Medicina como disciplina separada de la Filosofia se


le atribuye a Hipócrates (Grecia, Cos, c. 460 a.C.-Tesalia c. 370 a.C.), a quien
se considera el padre de la Medicina y autor de la expresión
latina “primumnilnocere o primum non nocere” que se traduce en castellano
por "lo primero es no hacer daño". Se trata de una máxima aplicada en el
campo de la Medicina y otras disciplinas asociadas y derivadas.
De allí que al juramento que realizan los médicos al recibirse se lo llame
“Juramento hipocrático”.

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

Fue otro griego, Galeno (Pérgamo, 129-Roma, c. 201/216 quien


estableció muchas de las bases y principios de la fisiología que rigieron en
Europa el pensamiento de la Medicina por más de mil años. Es por lo
fundacional de sus descubrimientos, ensayos y aportes al conocimiento del
cuerpo y su funcionamiento que su nombre propio se ha transformado en
genérico, una manera de llamar a los médicos: “Galenos”.

Los autores de nuestro tiempo

Michel Foucault (París, 1926-1984) pensador francés, hijo y nieto de


prestigiosos médicos, fue profesor del Collège de France y de universidades de
EE.UU. Se destacó en los campos de la filosofía, sociología y el análisis
político. Su trabajo ha influido en importantes personalidades de las ciencias
sociales y las humanidades.

Foucault es conocido principalmente por sus estudios críticos de las


instituciones sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias
humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia de
la sexualidad humana. Sus análisis sobre el poder y las relaciones entre poder,
conocimiento y discurso han sido ampliamente debatidos. Desarrolló el método
de la “arqueología de los conceptos”.

Dos de sus libros nos parecen fundamentales, por la potencia y vigencia


de sus ideas: “El nacimiento de la clínica: una arqueología de la mirada
médica” (1963) y “Vigilar y castigar” (1975).

En un próximo teórico y práctico nos dedicaremos especialmente a este


autor y los citados textos, que consideramos fundamentales para la formación
médica.

Georges Canguilhem (Francia 1904-1995), maestro de Foucault, fue un


filósofo y médico francés, miembro del Collège de France, especializado en
epistemología e historia de la ciencia. Escribió, entre otros, “Lo normal y lo
patológico” (1943 como tesis doctoral, 1986 como libro).

Jean Clavreul (Francia, 1923-2006), médico psiquiatra y psicoanalista


francés que ha escrito “El orden médico”, texto que permite, gracias a la
articulación con el psicoanálisis, hacer un recorrido por los temas centrales de
la medicina y su articulación con lo social.

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

En nuestro país

Entendemos que en Argentina hubo un antes y un después de la gestión


del Dr. Ramón Carrillo, quien fue el primer Ministro de Salud Pública de la
Argentina en el primer gobierno de Juan Perón.

El Dr. Ramón Carrillo “creó” la Salud Pública en la Argentina.

El Dr. Carillo, santiagueño maravilloso, neurólogo, neurocirujano e


investigador pionero, había sido becado en el exterior y era un nombre
reconocido en el mundo. Cuando fue Ministro de Salud de la República
Argentina, durante el gobierno de Juan Perón, logró disminuir la tasa de

mortalidad infantil y de infección por tuberculosis en nuestro país, creó


hospitales y diseñó un plan de salud reconocido internacionalmente.

Ramón Carrillo fue un hombre honesto, verdadero referente en la


historia de la Salud Pública de la Argentina, hermano de Doña Petrona C. de
Gandulfo y compañero de la primaria de Homero Manzi. Murió exiliado en
Brasil, a los cincuenta y pico de años, vilipendiado, falsamente acusado de
corrupto, calumniado, perseguido por el gobierno argentino autodenominado
“Revolución Libertadora” quien en 1955 depuso al segundo gobierno de Perón,
democráticamente electo. El gobierno golpista solicitó formalmente a Brasil
quitarle cualquier ayuda médica.

Más información: http://electroneubio.secyt.gov.ar/DrRamonCarrillo.htm

Otros médicos que son referentes de la Salud Pública en la Argentina


son:

Salvador Mazza (Buenos Aires, 6 de junio de 1886 – Monterrey


, México, 9 de noviembre de 1946) fue un médico y bacteriólogo argentino,
destacado por haber dedicado casi toda su vida al estudio y combate de
la tripanosomosis americana (enfermedad de Chagas-Mazza) y otras
enfermedades endémicas. Completó los estudios de Carlos Chagas sobre el
agente etiológico (Tripanosoma cruzi) y sobre el vector de la enfermedad
(vinchuca), además de perfeccionar el tratamiento de la misma.

Más información: http://www.portaldesalta.gov.ar/mazza1.htm

Floreal Ferrara (Punta Alta, 7 de junio de 1924 - Buenos Aires, 11 de


abril de 2010) escribió varios libros sobre medicina social, fue amigo de Ramón
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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

Carrillo y ministro de Salud de Oscar Bidegain y Antonio Cafiero en la provincia


de Buenos Aires.

Arturo Oñativia (Ciudad de Salta, Argentina, 15 de abril de 1914 - 1 de


abril de 1985), fue un médico argentino, conocido por haber impulsado, como
Ministro de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación, durante la
presidencia del Dr. Arturo Illia, en el período 1963-1965, la ley de Reforma
del Sistema Hospitalario Nacional y de Hospitales de la Comunidad, la creación
del Servicio Nacional de Agua Potable y la Ley de Medicamentos que le daba
al medicamento un carácter de bien social al servicio de la salud pública, y por
haber recibido el Premio Konex de Bromatología, Nutrición y Tecnología de los
Alimentos 1983

Esteban Laureano Maradona (Esperanza, 4 de julio de 1895 –


Rosario, 14 de enero de 1995) fue un médico
rural, naturalista, escritor y filántropo argentino, famoso por su modestia y
abnegación, que pasó cincuenta años ejerciendo la medicina en Estanislao del
Campo, una remota localidad en la provincia de Formosa.

Su vida fue un ejemplo de altruismo. Colaboró con las


comunidades indígenas en varios aspectos: económico, cultural, humano y
social.

Es autor de obras científicas sobre antropología, flora y fauna. Renunció


a todo tipo de honorario y premio material viviendo en la humildad y
colaborando con su dinero y tiempo con los más menesterosos, a pesar de que
pudo haber tenido una cómoda vida ciudadana, gracias a sus estudios y a
la clase social a la que pertenecía.

Una de las frases del Dr. Maradona sintetiza su ética: “Si algún asomo
de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado, yo
no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el
bien a mis semejantes.”

Cerraremos este breve trabajo con una frase del Dr. Ramón Carrillo,
como corolario de todo lo dicho:

“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud

si éstas son accesibles al pueblo”

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

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Dra. María Clara Areta – La medicina como práctica

LA MEDICINA COMO PRÁCTICA}

Dra. María Clara Areta

Links complementarios

 “Que la medicina no es ciencia” (Francisco González Crussí)

http://www.letraslibres.com/mexico/que-la-medicina-no-es-ciencia

 Qué es praxis

https://www.definicionabc.com/ciencia/praxis.php

 Dr. Ramón Carrillo, el gran sanitarista argentino (Marcos A.


Ordóñez)

http://electroneubio.secyt.gov.ar/DrRamonCarrillo.htm

 Salvador Mazza

http://www.portaldesalta.gov.ar/mazza1.htm

 Floreal Ferrara (“La salud es la solución del conflicto”, Beatriz


Blanco)

https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-144143-2010-04-19.html

 Arturo Oñativia (Dra. María Elena Storani)

http://www.cancerteam.com.ar/invi023.html

 Esteban Laureano Maradona (documental “Maradona, médico de la


selva”)

https://www.youtube.com/watch?v=PgBy_U0gqyA

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