Universidad de Chile

Licenciatura en Literatura y Lingüística Hispánica

Departamento de Literatura
Curso: Teorías criticas contemporáneas
Docente: Natalia Cisterna Jara

Primera prueba teoría feminista

Autora: Yanara Valdevenito

Concepto de género y los actos performativos de Judith Butler

En la actualidad, el definir el concepto de género es un acto transversal. La interpretación

de este concepto ha variado debido a constantes significaciones atribuidas al término. Para
los movimientos políticos feministas, el definir este concepto es un acto indispensable,
puesto que aquello determina el sujeto político que se instituye y se reivindica con el
feminismo. La configuración de la identidad de género, por un lado, se entiende como una
consecuencia del sexo biológico del individuo. Por otra parte, se entiende como un
concepto construido histórica e ideológicamente, que va mutando a partir de los cambios
sociales y la contingencia. Es decir, que no hay razón biológica que determine, o sea
consecuencia de que el sujeto femenino sea constituido con una determinada identidad de
género. La posición que permite problematizar el termino identidad de género, es el
considerarlo como un constructo histórico-social y no como una consecuencia puramente
biológica. Por ende, para posicionarse como un sujeto político, el movimiento feminista,
necesariamente requiere entender la identificación de genero femenina, como una
imposición. El adoptar esta postura o interpretación es necesaria para reivindicar la
posición de la mujer como subordinada por designación social y cultural.

Durante la mitad del siglo XX, se plasma una interpretación de la situación femenina que
determina el impacto fenomenológico ante la percepción de la misma identidad. Beauvoir
desata a la mujer frente a la naturalización de su posición subordinada. Postula que “mujer
no nace, sino que se hace” separando de esta forma lo histórico de lo natural. Sin embargo,
la idea de genero sigue siendo un acertijo. Puesto que definir aquello es entender el sistema
binario y poder reconstruirlo, pero esto se dificulta debido a que la artificialidad de lo
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impuesto, nos hace naturalizarlo y mecanizar aquello como un engranaje en el sistema, que
entre todo funciona a partir de la perpetuación de actos.

Debido a que no se puede considerar el determinismo biológico dentro de la concepción de

genero tomada por el feminismo, es necesario pensar que la mujer podría prescindir de su
posición de oprimida. Pero, ¿Qué es lo que nos hace seguir perpetuando esta identidad de
género que nos subordina? Judith Butler intenta especificar y entender la genealogía del
género, a través de la fenomenología entendida por el influjo de Simonne Beauvoir y
Merleau-Ponty. Se considera a partir de esto, que, seguiríamos actuando de esta manera
debido a que interactuamos con el mundo material, a partir de imágenes e ideas
previamente dispuestas por nuestra propia conciencia. Y aquella hegemonía patriarcal es la
que nos mantiene naturalizando el género, a partir de proyecciones binarias y estructuradas
a través de una ideología que lo perpetua sin alterar su orden sociocultural.

Al posicionar al sujeto a través de la perspectiva fenomenológica de Butler, debemos

considerar que actúa a partir de la repetición de aquellas proyecciones impuestas, que
disminuye a actos que moldean una identidad. Según Butler, la identidad de género es un
resultado performativo que la sanción social da. Y al considerarlo performativo, sería
débilmente constituido, por estar sujeto a un constante cambio y de interpretación, y no a
una estabilidad a través del tiempo. Abre una posibilidad de transformarse al ser
conscientes, pero aquello conlleva trascender el acto punitivo de la moral impuesta por la
hegemonía de turno; el patriarcado. Se entiende entonces aquellos actos performativos,
como una realización y repetición de actos constitutivos, que según Butler son aquellos que
además de constituir una identidad a través del performance, constituye una creencia. La
búsqueda que incluye este termino de actos performativos, recae en identificar qué actos
corporales constituyen el género. Es decir, la interpretación que tendrían estos y las
posibilidades de cumplimiento que conllevan. Según Butler y Merleau-Ponty, el cuerpo
sería una materialización de posibilidades. Visto de esta forma, podría considerarse el
vehículo que transporta desde la conciencia a la exterioridad, la identidad del ser. El
cuerpo, según los actos performativos de Butler sería un signo cultural, que obedece a la
historicidad y es en consecuencia de esta, un proyecto repetido.
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Entender que el género podría ser algo internalizado, nos posiciona como proyectores de
una imagen personalizada y subjetiva. A partir de esto, Butler considera que cada acto
performativo es diferente a otro, puesto que cada autopercepción es diferente. Se considera
una autopercepción el género, debido a que aquella representación performativa, según
Butler, construye la ficción social de su interioridad, como una fabricación interior y una
regulación exterior. Sin embargo, al considerar al género como un factor diferenciador
entre movimientos sociales feministas, se considera que aquello es una experiencia
colectiva. Todas como sujetos definitoriamente femeninos, estamos incluidas dentro de un
marco conceptual que, nos sitúa a partir de un mismo parámetro.

A partir de los conceptos definidos por los Actos performativos de Judith Butler, es que
podemos entender el género como inestable y transmutable. Además, que vivimos
constantemente participando de una realización de actos de forma inconsciente. Esta teoría
del género crea un atisbo para el movimiento feminista, en el que, de alguna manera
aquello que está constituido, al ser entendido puede ser transformado por los mismos
sujetos que lo reproducen. Comprender la dicotomía cultural-natural que se plasma en esta
teoría de género, es fundamental para formarnos como sujetos políticos del feminismo, y
así defender nuestras experiencias vividas como actrices de nuestra performance.