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Traducción disponible en http://es.scribd.

com/doc/59106063/01-Sen-El-concepto-de-desarrollo,
revisada por Pablo Pagani y Carolina Piselli, docentes de la cátedra de Economía III, para uso
exclusivo de alumnos de dicha asignatura.

EL CONCEPTO DE DESARROLLO**

Amartya Sen*

Universidad de harvardiversidad de Harvard

Contenido
1. Antecedentes 2
2. Producción, el crecimiento y el desarrollo 4
3. Características, funcionamientos y vida 8
4. Libertad y capacidad 9
5. Pesos y clasificaciones 11
6. Valores, instrumentos y objetos 13
7. Conclusión 17
Referencias

**
Traducción realizada del Capítulo 1 “The Concept of Development” del libro Handbook of Development
Economics - Volume I, editado por Hollis Chenery y T.N. Srinivasan, 1988. 2
*
Para debates y comentarios útiles, estoy muy agradecido a Hollis Chenery, TN Srinivasan y paul Streeten
.
Handbook of Development Economics, volumen l, editado por H. Chenery y TN Srinivasan
© Elsevier Science Publishers B.V., 1988

1
1. Antecedentes
“Los franceses crecen demasiado rápido”, escribió Sir William Petty en 1676. Sin importar
si esto fue o no el primer registro de una clara obsesión inglesa, ciertamente sí fue parte
de una de las primeras discusiones acerca de economía del desarrollo. Petty estaba
preocupado, no solamente por el crecimiento de números e ingresos, sino que también
adoptó una visión amplia de los problemas del desarrollo, incluyendo la preocupación por
el exacto contenido de los estándares de vida. Parte de su análisis estadístico estaba
dirigido a “mostrar” que “los súbditos del Rey no estaban en tan malas condiciones como
los descontentos les hacían ver”. Mientras que Petty había estimado el ingreso nacional
utilizando tanto el “método de ingreso” como el “método de gasto”, también había
continuado juzgando las condiciones de la gente de una manera lo suficientemente amplia
como para incluir “la Seguridad Común” y “la felicidad particular de cada hombre”1.

A Petty se le considera, con justicia, como uno de los fundadores de la economía moderna
y, específicamente, como un pionero de la economía cuantitativa.2 Por supuesto, él
también fue un fundador de la economía del desarrollo. En efecto, en las tempranas
contribuciones a la economía, la economía del desarrollo puede difícilmente separarse del
resto de las economías ya que, de hecho, una gran parte de la economía estaba
preocupada por problemas del desarrollo económico. Esto aplica no sólo a los escritos de
Petty, sino también a aquellos de los otros pioneros de la economía moderna, incluyendo
a Gregory King, Francois Quesnay, Antoine Lavoisier, Joseph Louis Lagrange, e inclusive a
Adam Smith. De hecho, Una Investigación acerca de la Naturaleza y Causa de la Riqueza de
las Naciones fue también una investigación acerca de los puntos básicos de la economía
del desarrollo.

El hecho de que en los primeros escritos sobre economía existió esta notable congruencia
entre la economía del desarrollo y la economía en general es un tema de cierto interés,
especialmente en el contexto de investigar la naturaleza de “el concepto de desarrollo”.
Tradicionalmente, el interés en los problemas del desarrollo ha ofrecido una de las
motivaciones más profundas para el estudio de la economía en general, y esta amplia
base de la economía del desarrollo tiene que mantenerse en mente cuando se investigan

1
La obra en la cual aparecen estos párrafos, Political Arithmetick, fue escrita por Petty alrededor de 1676,
pero fue publicada póstumamente en 1691. El texto podía encontrarse en Hull (1899, vol. I). Los pasajes a los
que se les hace referencia pueden encontrarse en la páginas 241-242, 311. 3.
2
Se debe recordar que fue Petty, el anatomista y musicólogo que luego se hizo economista, quien había
insistido en la Royal Society que en las discusiones internas, “ninguna palabra podría usarse a excepción de
aquello que denota número, peso o medida” *Hull (1899, vol. 1, p. bciv)+. Aquellos que se quejan acerca de la
“reciente locura” por la economía matemática deben vivir con el hecho de que los tiempos recientes
comenzaron ya hace mucho.

2
los detalles del concepto de desarrollo. Con derecho, habiendo comenzado con un codo,
la economía del desarrollo mal puede conformarse con una pulgada.

No es difícil ver por qué el concepto de desarrollo es tan esencial para la economía en
general. Por supuesto, los problemas económicos implican temas logísticos y una buena
parte de ellos es, sin lugar a dudas, “ingeniería” de un tipo u otro. Por otra parte, el éxito
de todo esto tiene que, finalmente, ser juzgado en términos de lo que hace con las vidas
de los seres humanos. Claramente, la mejora de las condiciones de vida tiene que ser un
objeto esencial – sino el más esencial – de todo el ejercicio económico y tal mejora es una
parte integral del concepto de la economía del desarrollo. Aún cuando los problemas
logísticos y de ingeniería involucrados en la mejora de las condiciones de vida en los países
pobres y en vías de desarrollo podrían muy bien ser diferentes a aquellos en los países
ricos y desarrollados, hay mucho en común en los respectivos ejercicios en ambos lados
de la división [para esto ver Bauer (1971)].

Algunas veces, los economistas de desarrollo han sido más bien protectores de sus
propios dominios, insistiendo en separar la economía del desarrollo del resto de las
economías. Mientras que es fácil entender la motivación subyacente detrás de este
esfuerzo, es importante no prestarle mucha atención a la división, ni confundir separación
con independencia. Las herramientas de la economía estándar pueden ser también muy
útiles en la economía del desarrollo, aún cuando los problemas exactos a los cuales estén
dirigidas sean bastante especializados. Sin embargo, se puede argumentar que por una
razón u otra, una buena parte de la economía estándar ha tendido a alejarse de los temas
principales de pobreza, miseria y bienestar, y de la satisfacción de las necesidades básicas
y mejora de la calidad de vida. Los economistas del desarrollo han sentido que es
necesario enfatizar y justificar su participación en estos problemas – más bien “pasados de
moda” – aún cuando la relevancia de éstos de ninguna manera está confinada a la
economía del desarrollo. También existen diferencias institucionales que separan los
asuntos logísticos en los países en vías de desarrollo de aquéllos en los países
desarrollados, en la búsqueda del desarrollo económico y la mejora de las condiciones de
vida.

Ciertamente, las diferencias sistemáticas en las características institucionales es un tema


de gran importancia al llegar a políticas y derivar lecciones prácticas con relación a lo que
debe hacerse. Pero el primer punto – el énfasis en los objetivos del desarrollo – no es un
tema sólo para la economía del desarrollo como tal, sino de importancia para la economía
en general [ver Hirschman (1970)]. En este sentido, sería más bien contraproducente
insistir en una división estricta entre economía del desarrollo y otros tipos de economía.
Puede decirse que la economía del desarrollo tiene que preocuparse no sólo de proteger

3
su “propio” territorio, sino también de mantener viva la motivación fundamental del tema
en la economía en general. La literatura acerca del “concepto de desarrollo” – bien sea
porque se aborde explícitamente o porque se discuta por implicación – tiene que ser
examinada dentro de esta perspectiva amplia relacionada con la economía en general, en
lugar de sólo en términos de una definición estrecha de “economía del desarrollo”.

2. Producción, crecimiento y desarrollo

El vínculo cercano entre economía del desarrollo y crecimiento económico es,


simultáneamente, un tema importante y una fuente de considerable confusión. Casi no
debería existir ninguna duda de que, dadas otras condiciones, una expansión de la riqueza
debe contribuir a las condiciones de vida de las personas en cuestión. Por lo tanto, fue
muy natural que los primeros escritos sobre la economía del desarrollo, cuando surgió
como tema por sí solo después de la Segunda Guerra Mundial, se concentraban en gran
medida en maneras de lograr crecimiento económico y particularmente en aumentar el
producto interno bruto (PIB) y el empleo total [ver Rosenstein-Rodan (1943),
Mandelbaum (1945), Dobb (1951), Dana (1952). Singer (19521, Nurkse (1953), Dasgupta
(1954), Lewis (1955), Baran (1957), Hirschman (1958)]. El proceso de desarrollo
económico no se puede abstraer de la expansión del suministro de alimentos, vestido,
vivienda, servicios médicos, instalaciones educativas, etc. y de la transformación de la
estructura productiva de la economía, y estos cambios importantes y cruciales son, sin
lugar a dudas, temas del crecimiento económico.

La importancia del “crecimiento” debe depender de la naturaleza de la variable cuya


expansión se considera y es vista como “crecimiento”. Por lo tanto, el tema crucial no es el
enfoque temporal del crecimiento, sino la importancia y el alcance del PIB y las variables
relacionadas sobre las cuales usualmente se concentran las medidas de crecimiento. La
relación entre PIB y las condiciones de vida está lejos de ser simple.3 Para ilustrar el
problema, en la Tabla 1.1 se muestran cifras del PIB per cápita y la esperanza de vida al
nacer en 1984 para cinco países diferentes, a saber, China, Sri Lanka, Brasil, México y Sur
África. Sur África, con aproximadamente siete veces el PIB per cápita de China y Sri Lanka,
tiene una esperanza de vida sustancialmente menor que dichos países. De forma similar,
Brasil y México, también con un ingreso varias veces mayor al de China y Sri Lanka, han
conseguido considerablemente menos en longevidad que éstos dos países más pobres.
Por supuesto, notar este contraste no significa delinear una conclusión inmediata de
política acerca de lo que debería hacerse, pero la naturaleza del contraste debe tenerse en

3
Para discusiones acerca de este tema, ver Adelman y Morris (1973). Sen (1973), Adelman (1975), Grant
(1978), Morns (1979), Kakwami (1981), Streeten (1981), Streeten et al. (1981), Stewart (1985), Anand y
Harris (1986).

4
mente al no identificar desarrollo económico con el mero crecimiento económico. Si bien
una expansión del PIB, dados otros elementos, debería mejorar las condiciones de vida de
la gente y típicamente aumentaría las cifras de esperanza de vida en ese país, hay muchas
otras variables que también influyen sobre las condiciones de vida y el concepto de
desarrollo no puede ignorar el rol de estas otras variables.

Tabla 1.1
Producto nacional Bruto y expectativa de vida
PNB per cápita, 1984 Expectativa de vida al nacer, 1984
(US$) (años)
China 310 69
Sri Lanka 360 70
Brasil 1720 64
México 2040 66
Sudáfrica 2340 54
Fuente: Banco Mundial
(1986)

La esperanza de vida es, por supuesto, una medida muy limitada de lo que se ha llamado
“calidad de vida”. De hecho, en términos de lo que directamente mide, la esperanza de
vida es una medida de la “cantidad” de vida más que de su calidad. Pero las fuerzas que
llevan a la mortalidad tales como morbilidad, mala salud, hambre, etc. también tienden a
hacer que las condiciones de vida de la gente sean más dolorosas, precarias y menos
satisfactorias, por lo que la esperanza de vida puede, en cierta medida, servir también
como una aproximación a otras variables de igual importancia. Más aún, si reorientamos
nuestra atención de la esperanza de vida a estas otras variables importantes, la relación
con el PIB per cápita no se hace más evidente. De hecho, algunas de las variables
relacionadas con las condiciones de vida, como la prevalencia de crimen y violencia,
pueden inclusive tener a veces una relación perversa con la prosperidad material
promedio.

Este es un problema que se aplica no sólo a los países pobres y en vías de desarrollo sino
también a los más ricos. De hecho, varios estudios realizados en Europa occidental acerca
de la percepción del bienestar han sugerido un rol limitado del ingreso real en la
autoevaluación del bienestar personal [ver van Praag (1978), Allardt (1981), van
Herwaarden y Kapteyn (1981), Erikson, Hansen, Ringen y Uusitalo (1986)]. Por supuesto,
depender de la auto-evaluación basada en la información de un cuestionario presenta
también algunas características problemáticas, pero aún así existe aquí suficiente

5
evidencia para cuestionar la conexión bastante directa entre prosperidad material y
bienestar que a veces se da por sentada en el análisis económico tradicional.

Al establecer una distinción entre desarrollo y crecimiento, varios contrastes deben


distinguirse claramente entre ambos. Primero que nada, en la medida que el crecimiento
económico se preocupe sólo por el PIB per cápita, deja afuera el problema de la
distribución de dicho PIB entre la población. Por supuesto, es posible que un país tenga
una expansión del PIB per cápita mientras que su distribución se hace más desigual,
incluso haciendo que los grupos más pobres reduzcan de manera absoluta sus propios
ingresos reales. Notar este tipo de posibilidad no cuestiona la relevancia de las
consideraciones de ingreso como tal, sino sustenta la inconveniencia de tomar sólo una
visión agregada de los ingresos. Sin lugar a duda, algunos de los casos en los que los logros
en las condiciones de vida caen muy por debajo de lo que se habría podido esperar en
base al PIB promedio per cápita, (por ejemplo en Sur África, y en una menor medida en
Brasil y México como se refleja en la Tabla 1.1) se relacionan muy de cerca con la cuestión
de la distribución. De hecho, el contraste puede verse de una manera aún más evidente
observando también la distribución de la esperanza de vida (y de las tasas de mortalidad y
morbilidad) a lo largo de la población (por ejemplo, entre los grupos raciales y de clase en
Sur África, y las categorías de clase y regionales en Brasil y México).

Una segunda fuente de diferencias entre crecimiento y desarrollo está relacionada con el
tema de la externalidad y la no-comerciabilidad. El PIB captura sólo aquellos medios de
bienestar que resultan ser negociables en el mercado, y esto deja afuera a los beneficios y
costos sin etiqueta de precio. Aún cuando se incluyen bienes no comercializables (como
los productos rurales consumidos en el hogar), la evaluación por lo general se restringe a
aquellos bienes que tienen un mercado y para los cuales los precios del mercado pueden
rastrearse fácilmente. 4 La importancia de lo que se deja afuera se ha hecho cada vez más
visible, a medida que ha aumentado la toma de conciencia con relación a la contribución
del medio ambiente y los recursos naturales a nuestro bienestar [ver Dasgupta y Heal
(1979), Dasgupta (1982)]. La discusión puede aplicarse tanto al medio ambiente social
como al físico [ver Hirschman (1958, 1970)].

Tercero, aún cuando los mercados sí existan, la valoración de productos en el PIB reflejará
los prejuicios que el mercado pueda tener. Hay problemas importantes que tienen que ver
con la existencia de precios relativos diferentes en distintas partes del mundo. Como ha

4
Aún cuando existan tales precios de mercado que reflejen el equilibrio entre la demanda real y la oferta, la
valoración adecuada de las unidades no comercializadas de variables comercializables no es nada fácil.
Sobre el problema de incluir el valor del ocio y el tiempo libre que se disfruta en el hogar, a la luz de las tasas
salariales, ver Nordhaus y Tobin (1972).

6
sido demostrado por Usher (1968, 1976) y otros, esto puede generar una diferencia
cuantitativa bastante sustancial. Aún para una economía dada, la importancia relativa que
se asocia a un producto en comparación con otro puede distorsionarse con relación a lo
que podría conseguirse bajo condiciones competitivas perfectas, si las operaciones del
mercado resultan ser institucionalmente “imperfectas” o si no prevalecen resultados
equilibrados. Existe una extensa literatura de economía del bienestar relacionada con
esto, y la conexión de ese rango de temas con el concepto de desarrollo es lo
suficientemente obvia.

Cuarto, el verdadero ingreso que una persona disfruta en un año dado refleja, en el mejor
de los casos, la amplitud del bienestar disfrutado por esa persona en ese período de
tiempo. Sin embargo, al evaluar el tipo de vida que la persona ha sido capaz de disfrutar,
tenemos que tener una visión más integral de la vida de esa persona. Los temas a ser
considerados incluyen interdependencias a lo largo del tiempo [por ejemplo,
complementariedades entre períodos enfatizadas entre otros por Hicks (1965)], así como
la cuestión más elemental relacionada con la duración de esa vida. Es fácil construir dos
escenarios en los cuales las series de tiempo del PIB per cápita así como del PIB total (y,
por supuesto, el tamaño de la población) resultan ser exactamente las mismas en ambos
casos (período por período), pero donde la gente en una sociedad vive el doble que en la
otra. Existen duros problemas de evaluación al juzgar cuál debería ser el “balance” entre,
por una parte, mayor cantidad y, por la otra, vida más longeva, pero no importa en cuál
dirección se discuta, hay aquí un tema de gran importancia para la evaluación del
desarrollo que está totalmente oculto por la información del PIB. Aún si el PIB hiciese todo
lo que se supone debería hacer (y hay razones muy poderosas que hacen dudar de esta
posibilidad), aún entonces la información que ofrece el PIB no resulta fundamentalmente
apropiada para el concepto de desarrollo.

Finalmente, debe notarse que el PIB es, de hecho, una medida de la cantidad de medios
de bienestar que tiene la gente, y no nos habla de lo que la gente es efectivamente capaz
de obtener de esos medios, dados sus fines. Para tomar un crudo ejemplo, dos personas
con diferentes tasas metabólicas que consumen la misma cantidad de alimentos
probablemente lograrán niveles bastante diferentes de nutrición. Dado que el estar bien
nutrido es un fin importante, sus logros reales serán bastante diferentes, a pesar de la
similitud de dominio sobre los medios para lograr nutrición. De la misma forma, “las líneas
de pobreza” han sido definidas típicamente en países en vías de desarrollo a la luz de los
“requerimientos” de algunos productos básicos, en particular alimentos, y la variabilidad

7
inter e intra-personal de la relación entre alimentos y nutrición ha sido, en este contexto,
un problema importante a tratar.5

En última instancia, la evaluación del desarrollo conseguido no puede estar basada sólo en
la cuantificación de los medios de ese logro. El concepto de desarrollo tiene que tener en
cuenta los logros reales como tales. La evaluación del desarrollo tiene que ir mucho más
allá de la información del PIB, aún cuando las otras dificultades mencionadas
anteriormente (tales como, variación de la distribución, presencia de externalidades y no-
comerciabilidad, mecanismos imperfectos de precios, etc.) se superen de alguna manera.

3. Características, funcionamientos y vida


En la medida en que el desarrollo se preocupa por el logro de una vida mejor, el foco de la
economía del desarrollo tiene que incluir la naturaleza de la vida que la gente es capaz de
vivir. Por supuesto, esto incluye la duración misma de la vida y, por tanto, los datos de
esperanza de vida tienen una relevancia inmediata con el estándar de vida y a través de él
con el concepto de desarrollo. Pero la naturaleza de la vida que la gente es capaz de vivir
en cada período es también un tema de importancia. La gente valora su capacidad de
hacer determinadas cosas y de obtener ciertos tipos de condiciones (como estar bien
alimentada, estar libre de enfermedades previsibles, tener libertad de movimiento, y así
sucesivamente). Estos “haceres” y “seres” pueden llamarse genéricamente las
“funcionamientos” de una persona.

El bienestar de una persona puede ser visto como una evaluación de los funcionamientos
logrados por esa persona. Implícitamente, este enfoque ha sido usado en particular por
Adam Smith (1776) y Karl Marx (1844) y, más recientemente, en la literatura acerca de “la
calidad de vida” *ver por ejemplo, Morris (1979), Streeten (1981)]6. Puede ser desarrollado
explícitamente, defendido conceptualmente y aplicado más empíricamente [acerca de
esto ver Sen (1980, 1985a)]. Por supuesto, los logros de funcionamientos están
causalmente relacionados con la posesión y uso de productos, y por ello los elementos
que constituyen el PIB sí intervienen en la determinación de los logros de
funcionamientos. De hecho, estos elementos son los medios para los cuales los
funcionamientos constituyen los fines – un punto de vista presentado claramente por
Aristóteles en Ética a Nicómaco.

5
Para argumentos sobre las distintas posiciones en este debate ver, Bardban (1974). Sukhatme (1977).
Srimvasan (1982), Liplon (1983), Goph (1983), Dasgupta y Ray (1986), Kakwani (1986), Osmani (1987).
6
Ver también Sen (1973, 1985b), Adelman (1915), Scanlo (1975), Gwatkin, Wilcox y Wray (1980), Floud y
Wachter (1982), Fogel, Engerman y Trussell (1982), Gopalan (1983), Panikar y Soman (1984), UNICEF (1986),
Chen (1986), Williams (1987).

8
En recientes innovaciones en la teoría del consumidor, desarrolladas por Gorman (1956,
1976) y Lancaster (1966, 1971), los productos son vistos en términos de sus
características. Este es claramente un movimiento en la dirección correcta en lo que
concierne a bienestar, ya que los funcionamientos logrados por una persona están
relacionados con las características de los productos utilizados. Por otra parte, ningún
índice de características en sí mismo podría servir como un indicador de los logros de una
persona, ya que la conversión de características a funcionamientos puede, y de hecho
sucede, variar de persona a persona. Las características de los productos son impersonales
de una manera en la cual los funcionamientos no pueden serlo, ya que los últimos son
aspectos de las personas, mientras que los primeros son aspectos de los productos. Las
relaciones entre productos, características y funcionamientos, y las fuentes de variación
en sus interconexiones, han sido discutidas en otros lugares [ver Sen (1980, 1985a,
1985b)].

El logro de funcionamientos depende no sólo de los productos que posee la persona en


cuestión, sino también de la disponibilidad de bienes públicos, y la posibilidad de utilizar
bienes privados provistos libremente por el estado. Logros tales como estar sano, bien
nutrido, alfabetizado, etc. también dependerían naturalmente del suministro público de
servicios de salud, instalaciones médicas, planes educativos, y así sucesivamente.
Reconocer esto no implica entrar en el debate, importante pero innecesario aquí, acerca
de si el suministro por el estado es una manera costo-efectiva de mejorar los
funcionamientos relevantes involucrados. Ese debate acerca de la estrategia de desarrollo
implicaría temas logísticos y de ingeniería, que requieren una cuidadosa evaluación. A lo
que se quiere llegar aquí, es a la importancia de juzgar el desarrollo en términos de los
funcionamientos logrados, y de ver bajo esa óptica la disponibilidad y uso de los medios
para obtener esos funcionamientos (en la forma de posesión de productos, disponibilidad
de bienes públicos, y así sucesivamente).

4. Libertad y capacidad
Uno de los funcionamientos que puede ser visto como particularmente importante al
evaluar la naturaleza del desarrollo es la capacidad de elegir. Algunas veces este concepto
es utilizado de un forma un tanto estrecha y limitada, de manera que la verdadera libertad
para elegir no se evalúa, sino más bien la atención se centra en si existen restricciones
impuestas por otros que dificultan la libertad real. Esa perspectiva “negativa”, muy
buscada en la literatura libertaria, implica por supuesto por sí sola una posición filosófica
[ver Hayek (1960). Berlin (1969), Nozick (1974)]. Sin embargo, lo que es importante
reconocer en el contexto actual, es el hecho de que el énfasis “negativo” en la falta de
restricciones forma parte de un enfoque moral que no juzga las bondades de una sociedad
en términos de las cualidades de vida reales conseguidas por sus miembros, sino que se

9
concentra, en cambio, en la rectitud de los procesos a través de los cuales se consiguen
éstos y otros logros. Se puede debatir si la insistencia particular en procesos que no
implican tal restricción es, de hecho, tan convincente como claramente lo es para algunos
exponentes de este punto de vista. Pero en el contexto actual, no hay necesidad de entrar
en ese largo e importante debate. Es suficiente notar que en lo que a estándares de vida
de la gente se refiere, no hay forma de no enfocarse en los logros, y los procesos entran
aquí simplemente como medios y antecedentes para esos logros, en lugar de ser, en este
contexto, valiosos de forma independiente.

Sin embargo, la libertad positiva de poder elegir es, de hecho, un funcionamiento


importante por sí solo. Dos personas que tienen idénticos logros de otros
funcionamientos, pueden igual ser vistas como que no disfrutan del mismo nivel de
bienestar, si una de las dos no tiene la opción de elegir otro conjunto de funcionamientos,
mientras que la segunda persona sí tiene opciones significativas. Ser capaz de elegir
libremente el llevar un determinado tipo de vida, puede ser un punto para una
descripción más rica de la vida que llevamos, incluyendo las elecciones que somos capaces
de hacer [sobre esta perspectiva, ver Sen (1985a)].

La capacidad de una persona puede verse como el conjunto de n-uplas de


funcionamientos alternativos que la persona puede elegir. Una manera de introducir la
importancia de la libertad en la determinación del bienestar, es ver el bienestar como una
función no sólo del logro de funcionamientos en sí, sino también del conjunto de
capacidades del cual se eligió ese conjunto de n-uplas de funcionamientos. En esta forma
de categorizar formalmente el problema, la lista de funcionamientos no necesita incluir
“elegir” como tal, sino el valor de elegir se verá reflejado en la evaluación al hacer que la
evaluación dependa tanto del conjunto elegido de n-uplas de funcionamientos, como de la
naturaleza y rango del conjunto de capacidades como tal.

Hay dificultades analíticas involucradas en la evaluación de un conjunto de capacidades, a


la luz de la libertad que éste ofrece [sobre esto ver Koopmans (1964), Kreps (1979), Sen
(1985b)]. Pero en tanto la evaluación de la calidad de vida y de los logros del desarrollo
involucre estas consideraciones, es importante no perder de vista esta perspectiva, aún
cuando tal vez no sea inmediatamente posible hacer un uso extensivo de este enfoque en
ejercicios empíricos reales.

Una manera diferente de ver este problema implica la incorporación de la libertad de


elegir en la naturaleza misma de los funcionamientos, al definirlas de una manera
“refinada” *ver Sen (1985a)+. Elegir hacer x cuando uno pudiera haber elegido cualquier
elemento de un conjunto S, puede ser definido como un “funcionamiento refinado” x/S. El
punto puede aclararse al considerar el funcionamiento de “ayunar”. Cuando una persona

10
está ayunando está claramente pasando hambre, pero la naturaleza de ese
funcionamiento incluye la elección de no pasar hambre. Una persona que no tiene otra
opción diferente a pasar hambre (digamos, debido a su extrema pobreza) no se puede
decir que está ayunando. Al evaluar los logros de las personas y de la sociedad, la
distinción entre ayunar y pasar hambre se quiera o no, puede resultar ser muy
importante. La ruta de los “funcionamientos refinados”, tomando nota de un ejercicio
sustantivo de elección, ofrece una forma particular de incorporar el aspecto de la libertad
en la evaluación de los funcionamientos.

5. Pesos y clasificaciones
Debería estar claro que la perspectiva de funcionamientos y capacidades determina un
espacio en el cual se da la evaluación, más que proponer una fórmula particular para la
evaluación. El ejercicio tiene que comenzar con una identificación de los funcionamientos
valiosos. En el contexto del desarrollo económico, puede existir un acuerdo considerable
sobre qué funcionamientos son valiosos, aunque pueda existir desacuerdo sobre los
valores relativos a asignar a los diferentes funcionamientos. Cuando se ha llegado a una
lista acordada, el enfoque de “dominancia” ofrece un orden parcial mínimo sobre dicho
espacio (en términos de un mayor logro en todo sentido).

Ir más allá de esto requerirá funciones de evaluación más articuladas. Pero estas
evaluaciones no necesitan estar basadas en un conjunto único de “curvas de indiferencia”.
Los valores relativos pueden especificarse como pertenecientes a rangos particulares, y
correspondiendo a dicha especificación de rangos, el ranqueo total puede ser un orden
parcial más extenso que el orden de dominancia mínima, pero probablemente bastante
menor que un ordenamiento completo. A medida que disminuyan los rangos de valores
relativos, se extenderá el ordenamiento parcial. La tecnología matemática implícita en tal
evaluación (basada en “ordenamientos de intersección parcial”) ha sido usada
extensamente en otros contextos [ver, por ejemplo, Sen (1970), Blackorby (1975), Fine
(1975), Basu (1979)]. Lo importante a notar aquí es que el problema de la evaluación no
tiene que ser visto de una forma de todo o nada. Es posible extender el orden parcial
reduciendo los rangos de pesos, y cuán lejos uno puede ir en base a acuerdos en la
evaluación dependerá contingentemente de la naturaleza del ejercicio en cuestión.

Sin embargo, aún la especificación del espacio de funcionamientos y capacidades tiene un


poder de corte considerable. Logros de ingreso real y riqueza pueden diferir
sustancialmente de aquel de funcionamientos y capacidades. Para dar sólo un ejemplo, en
una comparación entre los estados en India, Kerala siempre aparece como uno de los más
pobres, en términos de PIB per cápita. Por otra parte, en términos de los funcionamientos
más importantes, incluyendo larga vida, estar educado, etc. Kerala está ubicado mejor que

11
ningún otro estado indio. Dado este contraste es interesante preguntarse si Kerala debería
ser visto como teniendo mayores o menores logros que los demás estados indios. Esto
está relacionado con una pregunta de considerable importancia para la formulación del
concepto de desarrollo. El argumento para colocar a Kerala en el extremo superior, en
lugar de en el extremo inferior, hace de la evaluación de funcionamientos y capacidades el
enfoque correcto al desarrollo.

Una evaluación rudimentaria de funcionamientos y capacidades en términos de sólo unos


pocos indicadores como longevidad, alfabetización, etc. será, por supuesto, inadecuada y
tiene que ser revisada y aumentada, pero el ejercicio puede hacerse de manera
sistemática si y sólo si el concepto de desarrollo es visto en términos de fines en lugar de
medios. Da la casualidad que el uso de la información con relación a la morbilidad resta
valor de alguna manera al alto récord de Kerala, ya que el alcance de enfermedades
parece ser más bien grande en Kerala en comparación con otros estados indios, aún
después de notar la mayor “conciencia” de las condiciones sanitarias en una población
que es más educada y mejor atendida por los servicios públicos de salud [acerca de esto
ver Pankar y Soman (1984), Kumar (1987)]. La adopción de la perspectiva de
funcionamientos y capacidades va a requerir que se realice una gran cantidad de trabajo,
tanto empírico como teórico, dentro de ese formato general.

Como se discutió anteriormente, ese formato es, por supuesto, antiguo en economía, aún
cuando el foco en la riqueza por una parte y utilidad por la otra ha tendido a desviar la
atención de esa preocupación fundamental. Además de las discusiones de Aristóteles,
Smith y Marx, a las que se hizo referencia anteriormente, debería mencionarse que en la
literatura económica puede encontrarse de manera extensa usos ad hoc de esta
perspectiva. En muchos ejercicios de planificación, la especificación de objetivos ha
incluido un claro reconocimiento de la importancia de ciertos funcionamientos, como por
ejemplo, en la especificación de un “mínimo nivel de vida” *ver Pant (1962)+. La literatura
sobre indicadores de desarrollo también ha introducido algunas de estas realizaciones,
junto con muchos otros tipos de variables [ver, por ejempleo Adelman y Morris (1973),
Adelman (1975), Kakwani (1981), Streeten (1981)].

La literatura sobre “necesidades básicas” también se relaciona con este tema, ya que las
especificaciones de necesidades básicas de productos tiene que estar relacionada con el
reconocimiento de su rol en el logro de funcionamientos. Aún cuando el espacio en el cual
las necesidades básicas han sido típicamente especificadas ha sido el de los productos en
lugar del de los funcionamientos y capacidades, la motivación claramente se orienta a
asignar importancia a estas últimos [ver, por ejemplo, Streeten (1981), y Streeten et al.
(1981)].

12
La literatura sobre necesidades básicas ha crecido rápidamente en años recientes, pero
discusiones claras de este tema pueden encontrarse aún en el clásico libro de Pigou
Economics of Welfare (1952). Por supuesto, Pigou relacionó su enfoque del manejo de
una canasta mínima de productos con la perspectiva utilitaria, mientras que en la
literatura moderna con mucha frecuencia no se especifican las características de los
fundamentos. Es discutible que estos temas de los fundamentos sean en última instancia
importantes para el concepto de desarrollo, y es precisamente en ese contexto que el
enfoque de capacidades ofrece una estrategia diferente de evaluación, ajustada más
claramente a la evaluación de la vida como tal, en lugar de solamente la felicidad
generada por esa vida (como en el enfoque utilitario). Este no es el momento para
examinar en detalle las diferencias filosóficas [he tratado de hacer esto en otro lugar; Sen
(1985a)], pero no hay manera de negar la importancia de este tema fundamental detrás
del concepto de desarrollo.

6. Valores, instrumentos y objetos


Una de las dificultades al caracterizar de manera adecuada el concepto de desarrollo
surge del rol esencial de la evaluación en ese concepto. Lo que es visto o no como un caso
de “desarrollo”, depende inevitablemente de la noción de cuáles cosas son valiosas de
promover. 7 La dependencia del concepto de desarrollo en la evaluación se transforma en
un problema en la medida que (1) las funciones de valoración aceptadas por diferentes
personas difieren de una a otra, y (2) el proceso de cambio involucrado en el desarrollo
altera las valoraciones de la gente involucrada. Estos dos problemas podrían llamarse
respectivamente “heterogeneidad de valores” y “endogeneidad de valores”.

El problema de la heterogeneidad de valores ya fue abordado anteriormente en el


contexto de las valoraciones de funcionamientos y capacidades. Se señaló que, aún
cuando existen diferencias con relación a los valores relativos que deben asignarse a
diferentes funcionamientos y capacidades, es aún posible obtener ordenamientos
parciales inobjetables, basados mínimamente en “dominancia”, pero más extensamente
en “intersecciones” de la clase de las funciones aceptables de valoración. Por supuesto, es
un asunto de análisis normativo sustancial el argumentar a favor de determinadas
funciones de valoración en lugar de otras, y en la medida en que los rangos de
desacuerdos puedan reducirse mediante estos medios, podrán mejorarse en
consecuencia el ámbito y alcance de los “ordenamientos de intersección parcial”.

Mucha de la economía del desarrollo tradicional se ha desarrollado sobre la base de


asumir de forma implícita una intersección de valoraciones bastante amplia relacionada a
los objetos de desarrollo. Aún cuando las discusiones originales de desarrollo económico
7
Acerca de esta pregunta general, ver Marglin y Marglin (1986)

13
han tendido a concentrarse en el PIB y en el ingreso real como tal, la evaluación
fundamental detrás de ese enfoque estaba implícitamente basada en asumir una creencia
generalizada sobre los fines para los cuales el ingreso real y la riqueza constituyen medios.
El cambio en el foco de atención a necesidades básicas, calidad de vida, y funcionamientos
y capacidades en general, no cambiaría el acuerdo asumido en la base fundamental del
análisis del desarrollo. El problema de la heterogeneidad de valores es, sin lugar a dudas,
serio pero de ninguna manera es absurdo pensar que la extensión real del acuerdo es en
realidad muy amplia. Muchos de los debates en las políticas de desarrollo han tendido a
concentrarse en la relación entre instrumentos de políticas y los fines acordados
(aceptados en el análisis de políticas).

Sin embargo, en la conceptualización del desarrollo, es posible que una caracterización


más explícita de bienestar y de la libertad de la gente para obtener lo que valora alcanzar,
aumentará la demanda de datos e información. Por ejemplo, la posibilidad de utilizar más
información demográfica y de salud es ciertamente importante para evaluar los logros
reales del desarrollo, y trabajos recientes que tienen que ver tanto con el pasado como
con el presente, han esbozado la necesidad de la búsqueda de este tipo de información,
descuidada en el análisis tradicional de desarrollo.8

Es posible que una vez que se reconozcan estas necesidades de información, pueda de
nuevo surgir un grado considerable de consenso sobre qué se debe valorar y cómo. Por
otra parte, también es posible que pudiese existir mucho desacuerdo con relación a la
importancia respectiva de los diferentes aspectos del bienestar. Algunas de estas
diferencias pueden incluir argumentos científicos acerca del rol preciso de diferentes
variables en el funcionamiento humano. Por ejemplo, si una expansión del tamaño del
cuerpo relacionada con el proceso de desarrollo económico es un logro de importancia,
puede discutirse en términos de la presunta presencia o ausencia de relaciones entre el
tamaño del cuerpo y el rendimiento. Tanto la conversión de nutrientes a características
corporales como el rol de las características del cuerpo para lograr funcionamientos
valiosos requieren ser escrutadas cuidadosamente.9

Otras discusiones pueden generarse no sobre relaciones fácticas, sino sobre lo que se
considera una parte importante de una vida valiosa y cuán valiosa es. Sería inútil
pretender que las disputas acerca de la importancia relativa de diferentes tipos de
funcionamientos puedan resolverse totalmente en base solo a argumentos científicos. Por
lo tanto, es particularmente importante construir, dentro del concepto de desarrollo, la

8
Ver en particular Sen (1973. 1985b), Floud y Wachter (1982), Fogel. Engerman y Trussel (1982), Gopalan
(1983), Panikar y Soman (1984), UNICEF (1986), Williams (1987).
9
Para diferentes visiones acerca de este tema ver, por ejemplo, Sukhatme (1977), Srinivasan (1982),
Gopalan (1983), Fogel (1986), Dasgupta y Ray (1986), Kakwani (1986), Osmani (1987).

14
posibilidad de una persistente presencia de ranqueos incompletos. Necesariamente, esto
debe implicar ver el ranqueo acordado como la intersección de las parcialmente
divergentes funciones de valoración.

El problema de endogeneidad de valores suscita temas de tipo un tanto diferentes a los


suscitados por la heterogeneidad de valores. Con la heterogeneidad de valores, el
ordenamiento de intersección parcial puede no servir en algunas comparaciones, pero
siempre y cuando los juicios sean posibles, pueden realizarse en base a una función de
valoración dada (estuviese o no completa). La endogeneidad de valores, por otro lado,
suscita lo que en cierta forma constituye un problema más profundo, es decir, la
dependencia de la función de valoración de aquello que está siendo valorado. El proceso
de desarrollo puede traer cambios con relación a lo que es visto como valioso y a los pesos
asignados a estos objetos. Existen problemas filosóficos complejos involucrados en la
evaluación de condiciones que han cambiado, cuando estos cambios generan alteraciones
en los valores asignados a estas condiciones.10

Sin embargo, también para este problema existe la posibilidad de usar una técnica de
“intersección”. Un cambio puede evaluarse como una mejora si es superior tanto en
términos de los valores antecedentes y de los valores subsecuentes, es decir,
prospectivamente mejor que las alternativas disponibles y también retrospectivamente
mejor que las alternativas rechazadas. En este caso, habría al menos un argumento
pragmático a favor de ver esto como una mejora genuina, aunque un purista podría dudar
que tales evaluaciones puedan ser tomadas como definitivas al ser generalmente volátiles
(aunque no, como sucede, de una forma que afecte la evaluación de este cambio en
particular). Aún esta justificación pragmática no obtendrá si las evaluaciones basadas en
valores antecedentes difieren de aquellas basadas en valores subsecuentes, sobre el
asunto particular que está siendo discutido. Es posible que un cambio sea visto como peor
en términos de sus valores anteriores, pero mejor en términos de las valoraciones
realizadas después del evento.

En la literatura más filosófica, ha ganado cada vez más terreno el argumento de considerar
las valoraciones como poseedoras de una cierta medida de objetividad en comparación
con la situación obtenida hace algunas décadas.11 La posición “objetivista” está, de hecho,
en conformidad con tradiciones muy antiguas en ética y economía política (retrocediendo
al menos hasta Aristóteles), aún cuando estaba totalmente fuera de moda, en la época en
que la economía del desarrollo surgió como disciplina, cuando las escuelas dominantes de

10
Para una discusión interesante de esta pregunta, ver Elster (1979, 1983). Algunos puntos similares se
generan en la teoría del consumidor cuando los gustos se toman como endógenos [ver, por ejemplo, von
Weizsacker (1971), Pollak (1978)]. Ver también Hirschman (1970).
11
Ver en particular, McDowell (1981), Nagel (1980, 1986). Hurley (1985). Wiggins (1985).

15
metodología eran “positivismos” de varios tipos. La posición “objetivista” tendería a
apoyar la posibilidad de resolver los conflictos involucrados en cambios intertemporales
de valores mediante una evaluación racional.

Estos temas fundamentales no serán discutidos aquí. Es suficiente para el presente


propósito, notar que, sin importar la visión que se tome con relación con la naturaleza de
la valoración, los problemas prácticos de emitir juicios en la situación de heterogeneidad y
endogeneidad de valores deben ser enormes. Aún si estas diferencias pudieran en
principio resolverse a través de una evaluación racional, la posibilidad real de resolver en
la práctica estas diferencias puede estar limitada severamente. Dado ese hecho, la
necesidad de ajustarse a órdenes parciales en respuesta tanto a la endogeneidad como a
la heterogeneidad de valores es, hasta cierto punto, ineludible.

Enfrentar de forma explícita estos problemas de valoración tiene algunas ventajas que
deben ser enfatizadas. Primero, separar juicios relativamente incontroversiales de
aquellos controversiales relacionados con heterogeneidad y endogeneidad de valores,
ayuda a clarificar lo que puede afirmarse con cierta confianza y lo que puede decirse sólo
con mucha mayor inseguridad. Muchos de los debates sobre diseño de políticas en el
contexto del desarrollo económico se relacionan con problemas de valoración que no son
excesivamente problemáticos. Si la intervención del estado o la dependencia del mercado
son mejores medios para mejorar las condiciones de vida es, por supuesto, tanto
importante como controversial, pero típicamente la controversia se ha centrado,
correctamente, en la relación entre medios y logros, en lugar de en las diferencias en la
valoración. Al enfrentar de manera explícita las fuentes de las dificultades en la valoración,
es posible darle a dichos debates una base más profunda, sin comprometer la amplia
motivación detrás de la economía del desarrollo.

Segundo, en algunas partes de la literatura del desarrollo, los valores han sido tratados
como si solo fueran instrumentales para el desarrollo económico, en lugar de la base final
para evaluar la naturaleza misma del desarrollo. Por ejemplo, fomentar la valoración de
las ganancias y la de la empresa, ha sido visto con frecuencia como buenos medios de
desarrollo. Ciertamente, estas proposiciones pueden presentarse y evaluarse de manera
útil en términos de la dependencia del crecimiento económico sobre motivaciones
particulares. Por otra parte, es también importante reconocer que los valores no son sólo
instrumentos, sino también visiones acerca de lo que debería o no promoverse. Este rol
dual de los valores –ambos importantes y ninguno de los dos sacrificable – fue reconocido
con bastante claridad por los pioneros de la economía moderna, incluyendo a Adam Smith
(1776, 1790) y Karl Marx (1844, 1875). El rol básico de los valores puede ser abandonado a
favor de una visión instrumental sólo trivializando las bases del concepto de desarrollo.

16
7. Conclusión

El concepto de desarrollo no es de ninguna manera poco problemático. Los diferentes


problemas detrás del concepto se han hecho más claros a lo largo de los años gracias
tanto a discusiones conceptuales, como a ideas que emergen del trabajo empírico. A
medida que estos problemas se han hecho más claros, se ha conseguido de hecho algo
importante, y la desaparición de la ostentación que caracterizó el inicio de la economía del
desarrollo no debe ser vista enteramente como una pérdida. Un reconocimiento más claro
de las dificultades y problemas es, sin duda alguna, un paso en la dirección de mejorar
nuestra habilidad para enfrentarlos.

Sin lugar a dudas, el trabajo en problemas de valoración continuará. Mientras tanto, las
valoraciones acordadas en el sentido de enfatizar la importancia de ciertos logros básicos
de la vida nos permiten plantear debates prácticos acerca de políticas y acción basados en
un fundamento de valoraciones aceptable. Debido a que muchos de estos debates están
relacionados con temas de vida y muerte, bienestar y enfermedad, alegría y desdicha,
libertad y vulnerabilidad, los objetivos subyacentes son lo suficientemente claros y
entendibles y requieren de un amplio acuerdo. El trabajo en la economía del desarrollo no
necesita esperar por una “solución” completa del concepto de desarrollo.

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