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Amor, sexo y cerebro. Neurobiología del amor, la fidelidad y las orientaciones


sexuales.

Book · May 2020

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1 author:

Fernando Maureira Cid


Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
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Fernando Maureira Cid
_______________________________________________

© Fernando Maureira Cid


Amor, sexo y cerebro. Neurobiología del amor, la
fidelidad y las orientaciones sexuales
ISBN libro en papel: 978-84-685-4569-1
ISBN eBook en PDF: 978-84-685-4570-7
Impreso en España
Editado por Bubok Publishing S.L
Mayo, 2020

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Amor, sexo y cerebro
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Sobre el autor

Fernando Maureira Cid


PhD. en Educación, especialis-
ta en Neurociencia, Msc. en
Neuropsicología de las Altas
Capacidades Intelectuales y
Licenciado en Educación.
Autor de más de 100 artículos
científicos sobre electroencefa-
lografía y dinámicas no línea-
les, ejercicio físico y cognición, relaciones de parejas,
neurofilosofía y bases cerebrales de la inteligencia.
También es autor de 9 libros sobre neurociencia,
neuropsicobiología, inteligencia, estadística y méto-
dología de la investigación. Actualmente es investí-
gador en la Universidad Metropolitana de Ciencias
de la Educación, Santiago de Chile.

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Fernando Maureira Cid
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Amor, sexo y cerebro
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Dedicado a mi gran amor


Elizabeth

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Fernando Maureira Cid
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Amor, sexo y cerebro
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Al lector

El presente trabajo es una revisión de los


estudios científicos que se han desarrollado en los
últimos años para tratar de comprender que es el
amor, cuáles son las bases de la monogamia y
fidelidad, porque surge el deseo sexual y cuáles son
las bases biológicas de la homosexualidad y la
identidad de género. El desarrollo de la neurociencia
ha generado la posibilidad de explicar fenómenos que
hasta hace un siglo parecían misterios sin solución.
Entre ellos, el amor y el sexo ocupan un lugar
importante entre las modernas investigaciones de la
conducta. Si bien los procesos del enamoramiento,
fidelidad y orientación sexual no están completa-
mente dilucidados, hoy en día es posible explicar
muchas bases orgánicas que sustentan estas viven-
cias. Aunque estas conductas se encuentran presentes
en otras especies, es en el ser humano donde logra
constituirse como una de las experiencias más
importantes de la vida.
Conocer que es el amor, porque nos enamora-
mos y porque nos gusta quien nos gusta representa un
paso importante para comprender la compleja
naturaleza humana. Este libro es una invitación para
conocer un poco más sobre estos fenómenos tan
importantes y que son parte de las vivencias de casi
todas las personas. Una visión seria basada en los más

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Fernando Maureira Cid
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recientes descubrimientos logrados por la biología,
para tratar de aclarar porque nos enamoramos de una
pareja, donde surge el amor materno, porque muchas
personas son infieles, porque hay personas que le
atraen personas de su mismo sexo y porque hay
personas que se sienten del sexo opuesto.

PhD. Fernando Maureira Cid


Santiago de Chile, 2020

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Amor, sexo y cerebro
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ÍNDICE

Introducción 11
Capítulo 1. Estructuras del sistema nervioso 17
Capítulo 2. ¿Qué es el amor? 33
Capítulo 3. Sistema neural del placer 41
Capítulo 4. Bases biológicas del amor romántico y
del amor materno 53
Capítulo 5. Bases de la monogamia y la fidelidad 65
Capítulo 6. Dimorfismo sexual cerebral 83
Capítulo 7. Homosexualidad e identidad de
género 97
Conclusión 111
Bibliografía 113

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Amor, sexo y cerebro
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INTRODUCCIÓN

El cerebro es el órgano más complejo que posee-


mos y explicar sus funciones es quizás el mayor misterio al
que se ve enfrentado el hombre. Conocer el encéfalo es
conocer al ser humano, ya que todo lo que podemos sentir,
percibir o expresar provienen de ese pequeño órgano de
mil cuatrocientos gramos. Por tanto, el primer paso en el
conocimiento de la mente es entender como las neuronas
llegan a organizarse y como se comunican mediante la
transmisión sináptica.
El estudio del cerebro se remonta a la antigua
Grecia, al filósofo Alcmeón de Crotona (siglo VI AC) quien
fue el primero en atribuir al cerebro las funciones mentales.
Desde entonces el conocimiento sobre el sistema nervioso
se ha incrementado en forma exponencial, sobre todo
desde finales del siglo XIX, cuando el médico español
Santiago Ramón y Cajal descubre las neuronas y abre una
nueva visión para el estudio celular del cerebro, dando
origen a la moderna neurociencia.
Durante la Grecia antigua y la edad media, el
estudio de la anatomía se restringía a la disección de
animales, especulando como debiese ser el cuerpo humano
internamente. Esta situación cambia en 1543 cuando
Andreas Vesalius pública su libro De humani corporis
fabrica, el primer libro de anatomía humana, que logró
realizar con cadáveres de soldados que diseccionó mientras
acompañaba a los reyes Carlos V y Felipe II en sus
campañas de guerra (Maureira y Flores, 2020).
Desde entonces la descripción de cadáveres marcó
el estudio de la anatomía en general y el cerebro en

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Fernando Maureira Cid
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particular. Las guerras modernas entregaron una nueva
forma de investigación del sistema nervioso: las lesiones en
soldados. Así comenzó el estudio asociativo entre lesiones
y deficiencias conductuales, además abrió el camino para el
desarrollo de la neuropsicología, desarrollando estrategias
de rehabilitación cognitiva.
Durante el siglo XX el estudio del cerebro se
amplió enormemente gracias al desarrollo de la tecnología.
A comienzos de la década de 1970 surge la imagenología,
con herramientas que permiten obtener fotografías del
cerebro en sujeto vivos. La tomografía computarizada (TC)
es la primera de ellas, desarrollada por Cormack y
Hounsfield. Esta herramienta utiliza rayos X para crear
imágenes transversales del cuerpo, basándose en que los
tejidos menos densos (órganos) absorberán más energía y
los tejidos más sólidos (como los huesos) observen menos
radiación, la TC entrega una imagen detallada del tejido

Figura 1. Neuroimagenología. La resonancia magnética nuclear


(RMn), la resonancia magnética funcional (RMf) y la tomografía
por emisión de positrones (PET) permiten el estudio del cerebro
en sujetos vivos. En las dos últimas el color rojo representa más
actividad cerebral (sacado de Maureira, 2018, pág. 41).

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Amor, sexo y cerebro
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blando corporal. La TC también es conocida como escáner
(Maureira, 2018).
La resonancia magnética nuclear (RMn) fue creada
en la década de 1970 por Raymond Damadian, una técnica
que permite obtener imágenes del tejido nervioso en tres
dimensiones con una resolución de 1 mm. Este aparato
utiliza campos magnéticos para alinear átomos de
hidrógeno del agua del cuerpo y así poder sacar imágenes
de los tejidos (Maureira, 2018).
La resonancia magnética funcional (RMf) per-mite
medir el flujo sanguíneo en el sistema nervioso. De esta
forma es posible saber qué región del cerebro está
funcionando cuando el sujeto resuelve un problema mental
(cálculo matemático, ideas sobre un tópico en particular,
memorización de una palabra, etc.) y cuando percibe cosas
del entorno (visuales, auditivas, táctiles, etc.). Esto es
posible, ya que las zonas del cerebro que participan en
determinadas actividades consumen más oxígeno, lo que
es captado en la RMf (Maureira, 2018).
La tomografía de emisión de positrones (PET)
permite observar el flujo sanguíneo en el cerebro, mediante
la inyección de glucosa radioactiva al torrente sanguíneo.
Cuando una zona es más activa utiliza más sangre y la
glucosa inyectada es detectada por la máquina (Maureira,
2018).
Todas las técnicas de neuroimágenes son altamente
eficientes, aunque poseen algunas características que
limitan su utilización: a) las imágenes se obtienen en un
momento determinado, como una fotografía, por lo tanto,
no son útiles para estudios de eventos que son necesarios
de medir a través del tiempo; b) el paciente debe estar
quieto, acostado sobre una camilla, lo que impide estudios
en movimiento.

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Figura 2. Diferentes regiones cerebrales activadas cuando


realizamos diversas acciones (Modificado de Kandel et al. 2001).

Todos estos avances han permitido incrementar


nuestro entendimiento de la conducta y las funciones
cognitivas, incluyendo aspectos tan variados como la
percepción, el movimiento, las emociones, el aprendizaje,
el amor o el sexo.
Sobre estos dos últimos versa el presente libro, una
mirada neurobiológica que pueda explicar los procesos de
amor romántico, amor materno, apego, fidelidad, deseo
sexual, orientación sexual e identidad de género. Todos
temas atingentes a una sociedad del conocimiento, donde
las relaciones de parejas son cada vez más efímeras, donde

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Amor, sexo y cerebro
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se desconoce cómo nos enamoramos, aun cuando decía
Fromm (1956) que los seres humanos están ávidos de amor.
La neurociencia puede entregarnos las claves de procesos
que nos hacen profundamente humanos y que se encuen-
tran en nuestro cerebro.
Comprender los procesos del amor y deseo sexual
nos ayuda a entendernos como humanos, ya que el respeto
comienza con la aceptación del otro y este camino inicia
con la comprensión de las bases biológicas que nos hacen
diferentes.
Por lo anterior, es que resulta necesaria una breve
introducción a las células que conforman el sistema
nervioso y a la anatomía de este, de manera de poder
continuar con el viaje hacia las bases cerebrales del amor, la
fidelidad y las orientaciones sexuales.

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Amor, sexo y cerebro
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Capítulo 1
Estructuras del sistema nervioso

Las neuronas y glías

La estructura básica del sistema nervioso (SN) son


las neuronas, células que pueden convertir los estímulos
electromagnéticos (luz, ondas de sonido, odorantes, etc.) en
señales electroquímicas, fenómeno conocido como
excitabilidad y que poseen la capacidad de conducir estas
señales a través de sus membranas celulares, permitiendo
que estas señales se desplacen a través del tejido nervioso,
fenómeno conocido como conductibilidad (Maureira, 2018).
Con estos mecanismos es posible que un estímulo del
entorno (por ejemplo, una luz que se acerca en la carretera)
estimule la retina del ojo y dicha información viaje hasta la
corteza visual del cerebro donde es procesada y luego viaja
a otras cortezas donde es clasificada, dándonos cuenta de
que es un vehículo que se acerca a nosotros.
El SN humano está constituido por unas 80 mil
millones de neuronas, las cuales poseen 3 estructuras en
común (Fig. 1.1): a) un soma o cuerpo neuronal, donde se
encuentran los organelos y el núcleo celular, los cuales
generan los procesos para que la neurona pueda funcionar;
b) las dendritas que corresponden a ramificaciones del
soma, donde se encuentran las espinas dendríticas que es
el lugar donde ocurre generalmente la comunicación con
otras neuronas (sinapsis); c) el axón, que corresponde a una
prolongación encargada de la transmisión del impulso
nervioso, siendo la región que hace sinapsis con las dendri-
tas de otra neurona. El axón está cubierto de una sustancia

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Fernando Maureira Cid
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Figura 1.1 Principales estructuras de una neurona (sacada de


Maureira y Flores, 2016, pág. 35).

lipídica-proteica llamadas vainas de mielina, existiendo


espacios entre cada vaina llamados nodos de Ranvier,
siendo ambos fundamentales para la conducción del
impulso nervioso. Al final del axón se encuentran los
botones terminales que poseen vesículas con sustancias
químicas llamadas neurotransmisores que son primordia-
les para la sinapsis (Maureira y Flores, 2016).
Además de las neuronas, el SN está constituido por
glías, células que nutren, sostienen, eliminan desechos y
ayudan a la migración neuronal, regulan las sinapsis, etc.
(Fig. 1.2). Existen entre 10 y 50 glías por cada neurona. Las
glías se clasifican en astrocitos (cuya función es extraer la
glucosa, oxígeno y otros nutrientes de la sangre y
entregárselos a la neurona), oligodendrocitos y células de
Schwann (que forman las vainas de mielina en los axones

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Amor, sexo y cerebro
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de las neuronas del sistema nervioso central y sistema
nervioso periférico respectivamente), microglías (cuya fun-
ción es eliminar neuronas muertas, restos de mielina o
neurotransmisores) y glías ependimarias (que secretan el
líquido cefalorraquídeo).

Figura 1.2 Diversos tipos de glías del sistema nervioso (sacado de


Maureira y Flores, 2016, pág. 37).

Potencial de acción y sinapsis

Las neuronas son capaces de producir potenciales


de acción, que corresponden a cambios de polaridad en la
membrana plasmática, frente a los estímulos del entorno.
Este potencial avanza por la membrana de la neurona hasta
llegar a los botones terminales del axón (las vainas de
mielina aumentan la velocidad de conducción del impulso
llegando hasta 400 mts/seg) y al llegar ahí liberan vesículas

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Fernando Maureira Cid
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que tienen en su interior neurotransmisores que son
vertidas en la hendidura sináptica (separación entre una
neurona y otra). Estas sustancias se unen a receptores
específicos en la otra neurona (generalmente ubicadas en
las espinas de las dendritas) produciendo un nuevo
potencial de acción que se propaga por la membrana de la
2° neurona. El proceso anterior recibe el nombre de
sinapsis y es la base de comunicación y traspaso de
información en el SN (Fig. 1.3), de esta forma la
información de un estímulo en la piel (por ejemplo, una
caricia) viaja a través de 3 neuronas hasta la corteza
cerebral donde se procesa la sensación (Fig. 1.4), también la
información motora viaja desde la corteza cerebral hasta la
musculatura generando el movimiento (Maureira, 2018).

Figura 1.3 Esquema donde se “comunican” dos neuronas,


traspasando información desde un axón hacia dendritas de otra
neurona (sacado de Maureira y Flores, 2016, pág. 42).

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 1.4 Vías sensitivas constituidas por 3 neuronas, la


primera se ubica en la periferia, la segunda en la médula espinal
y la tercera en el tálamo. Esta última envía la información a la
corteza somatosensorial donde esta se procesa e interpreta (sacado
de Maureira, 2018, pág. 99).

Los neurotransmisores son sustancias químicas que


provocan el traspaso de potenciales de acción de una
neurona a otra o a una fibra muscular. En la tabla 1.1 se
describen los más importantes.

Tabla 1.1 Neurotransmisores y sus funciones.

Neurotransmisor Función
Acetilcolina Permite la contracción muscular,
además se relaciona con la memoria,
atención y analgesia.
Adrenalina Aumenta la actividad fisiológica.

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Noradrenalina Disminuye la actividad fisiológica
Dopamina Se relaciona con el control motor,
motivación, la recompensa, regulación
del sueño, atención y aprendizaje
Serotonina Se relaciona con los estados de ánimo,
regulación del sueño, percepción del
dolor, presión arterial, temperatura
corporal y actividad hormonal.
Histamina Se relaciona con la liberación de
hormonas, estados de vigilia, emocio-
nes, regulación de la temperatura y la
ingesta de alimentos.
Glutamato Principal excitador del SNC. Se rela-
ciona con la plasticidad sináptica y los
procesos de memoria y aprendizaje.
GABA (Ácido gamma aminobutírico) es el
principal inhibidor del SNC. Se
relaciona con el tono muscular.
Melatonina Se relaciona con los ciclos de sueño-
vigilia.
Péptido opioide Tienen efectos analgésicos.
Vasopresina Hormona que provoca reabsorción de
agua en los riñones y como neuro-
transmisor se relaciona con el
reconocimiento social.
Oxitocina Es un modulador del comportamiento
social, parental y sexual, además de
ayudar a la distención uterina y
vaginal durante el parto.

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Anatomía del sistema nervioso

El estudio neuroanatómico se hace en referencia a


tres planos de localización estructural (Fig. 1.5): a) plano
coronal o ventral (mirando desde el frente, generando una
ubicación derecha e izquierda, ventral y dorsal del SN); b)
plano sagital o lateral (mirando desde el costado, generan-
do la ubicación rostral y caudal, ventral y dorsal del SN); c)
plano horizontal (mirando desde arriba, generando una
ubicación izquierda y derecha, rostral y caudal). Lo ante-
rior es muy importante de tener en cuenta cuando se
describe una imagen cerebral.

Figura 1.5 Planos anatómicos del cerebro (modificado de


Maureira y Flores, 2016).

El sistema nervioso se suele dividir en sistema


nervioso central (SNC) compuesto por el cerebro, el tronco
encefálico, el cerebelo y la médula espinal y el sistema

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nervioso periférico (SNP) compuesto por los nervios
raquídeos que surgen desde la médula hasta los órganos o
musculatura esquelética (Fig. 1.6) y los nervios craneales
que inervan la musculatura de la cara y cuello.

Figura 1.6 Estructuras del SNC y del SNP (sacado de Maureira


y Flores, 2016, pág. 34).

A continuación, dentro del SNC haremos referencias


a las estructuras del encéfalo.

Tronco encefálico
Es la estructura que continúa a la médula espinal y se
divide en tres regiones: bulbo raquídeo, protuberancia
anular y mesencéfalo (Fig. 1.7). En el tronco encefálico se
encuentran núcleos de neuronas que regulan la frecuencia

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respiratoria y cardíaca, actividades digestivas, presión
arterial, la tos, el vómito, la deglución, el tono muscular
antigravitatorio (que nos permite mantenernos de pie), la
analgesia, control del movimiento y de los ciclos circa-
dianos (sueño/vigilia), etc. (Maureira y Flores, 2016).

Figura 1.7 Tronco encefálico (sacado de Maureira y Flores, 2016,


pág. 62).

Cerebelo
Se encuentra por detrás del tronco encefálico, unido a este

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por los pedúnculos cerebelosos superiores, medios e
inferiores (Fig. 1.8). Pesa 150 gramos y posee la mitad de
las neuronas del encéfalo. La función del cerebelo es
motora, controlando el equilibrio, el tono muscular y
coordinando los movimientos. Está constituido por dos
hemisferios unidos por el vermis, siendo toda su superficie
un conjunto de pliegues (Maureira y Flores, 2016).

Figura 1.8 A la izquierda imagen del cerebelo donde se aprecian


sus pliegues. A la derecha corte sagital donde se observa el
interior del cerebelo.

Diencéfalo
Es la estructura que se encuentra sobre el mesencéfalo y
bajo los hemisferios cerebrales. Esta región contiene al
epitálamo, tálamo, subtálamo e hipotálamo (Fig. 1.9). El
tálamo es la de mayor tamaño, existiendo uno derecho y
uno izquierdo, los cuales se encuentran unidos. Esta
estructura es un conjunto de núcleos que se encargan de
filtrar la información que llega al cerebro, también se
relacionan con las emociones, estados de ánimo, integra-
ción de información somatosensorial, memoria, aprendíza-
je, alimentación, sexo, etc.
El hipotálamo es una estructura de unos 7 gramos, que se
ubica debajo del tálamo. Está conformado por numerosos

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Amor, sexo y cerebro
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núcleos que se relacionan con los ciclos de sueño/vigilia,
hambre, control de la producción de hormonas, comporta-
miento defensivo, memoria, control de la temperatura
corporal y sudoración, participación en las emociones, etc.
(Maureira y Flores, 2016).

Figura 1.9 Corte sagital del encéfalo, donde se aprecia el tálamo,


epitálamo, hipotálamo y subtálamo (sacado de Maureira y Flores,
2016, pág. 66).

Sistema límbico
Corresponde a un conjunto de estructuras ubicadas alrede-
dor del tálamo y bajo la corteza cerebral, estando relaciona-
das con las emociones, memoria, atención y la toma de
decisiones (Fig. 1.10). En este sistema destacan a) el

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complejo amigdalino, el cual está íntimamente relacionado
con los estados emocionales (miedo, ira, agresividad) y el
aprendizaje emocional, también participa en los procesos
de memoria; b) el hipocampo, que posee una función
central en la formación de memoria (Maureira y Flores,
2016).

Figura 1.10 Estructuras que forman el sistema límbico (sacado


de Maureira y Flores, 2016, pág. 69)

Ganglios basales
Se ubican en el interior de los hemisferios cerebrales. Los
componen el núcleo caudado, el putamen, el globo pálido,
el núcleo subtalámico y la sustancia negra, relacionados
con el control de la postura y el movimiento, el aprendizaje
y la memoria, la recompensa, el placer y la agresión (Fig.
1.11).

Hemisferios cerebrales
Corresponden a la estructura de mayor tamaño del
encéfalo y están constituidos por una capa superficial de
sustancia gris llamada corteza cerebral y un centro de

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 1.11 Visión sagital (arriba) y coronal (abajo) de los


ganglios basales (sacado de Maureira y Flores, 2016, pág. 72).

sustancia blanca. La corteza envuelve ambos hemisferios


(derecho e izquierdo) en forma muy replegada formando
relieves y surcos, que sirven para ampliar la superficie de
la corteza, estando un 70% oculta en los surcos (Maureira y
Flores, 2016).

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La corteza cerebral está dividida en cuatro lóbulos: frontal,
parietal, temporal y occipital (Fig. 1.12). Los hemisferios
cerebrales están separados por la fisura longitudinal y
unida por un conjunto de fibras nerviosas conocidas como
cuerpo calloso.

Figura 1.12 Lóbulos y cisuras de la corteza cerebral (sacado de


Maureira y Flores, 2016, pág. 73).

Basándose en el tipo de células de cada región de la corteza


cerebral, Brodmann en 1909 definió 52 áreas diferentes,
posteriormente conocido como mapa de áreas de
Brodmann. En general ciertas áreas de la corteza se asocian
a diferentes funciones (Fig. 1.13). El hemisferio cerebral
derecho recibe la información sensorial y controla los
movimientos del lado izquierdo del cuerpo y viceversa. En
general, la corteza cerebral es la responsable de las
funciones mentales más complejas como la atención,
planificación, control de impulsos, pensamiento, lenguaje,
etc.

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Figura 1.13 Principales cortezas cerebrales sensitivas y motoras.


El área de Broca se relaciona con la producción del habla y el área
de Wernicke con la comprensión del lenguaje (Sacado de
Maureira y Flores, 2016: 76).

Sistemas moduladores difusos


Son conjuntos de axones que inervan la corteza cerebral
modulando la actividad de esta. Existes 4 de estos sistemas
(Fig. 1.14): a) noradrenérgico, que regula la atención, ciclo
sueño/vigilia, memoria, ansiedad, dolor, estado de ánimo y
aprendizaje; b) serotoninérgico, que regula el dolor, la
locomoción, ciclo sueño/vigilia, estados de ánimo y
conductas emocionales; c) dopaminérgico, que participa en
el control motor, en la gratificación y la adicción; d)
colinérgico, que regula el ciclo sueño/vigilia, memoria,
información sensitiva y aprendizaje (Maureira, 2018).

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Figura 1.14 Distribución de los sistemas moduladores difusos.


ATV=área tegmental ventral; SN=sustancia negra;
CPMT=complejo ponto-mesencéfalo-tegmental; LC= locus
cerúleo; NR=núcleos del Rafe (modificado de Maureira y Flores,
2016).

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Capítulo 2
¿Qué es el amor?

Desde la mitad del siglo veinte el tema del amor


pasa a ser parte de las áreas de estudio de la psicología,
dejando de ser tema exclusivo de filósofos y artistas, así
comienza el camino por encontrar las bases conductuales
de esta experiencia desde una mirada científica (Maureira,
2008). Por ejemplo, un estudio de Jankowiak y Fisher
(1992) muestran que la atracción romántica está presente
en 147 de 166 sociedades y postulan que los resultados
negativos fueron causados porque las preguntas realizadas
no eran las adecuadas etnográficamente. Esto hace suponer
que el amor es una experiencia universal en nuestra especie
y ahondar en ella es entrar en las profundidades de la
naturaleza biológica misma del ser humano, no por nada
hoy por hoy los dos aspectos más importantes del
desarrollo de un individuo son el trabajo y la familia.
El amor es quizás la relación interpersonal más
gratificante, más satisfactoria, más estimulante y deseada
en la que se ve envuelta una persona. Todo parece cambiar
con él, la visión del mundo, nuestros estados de ánimos,
nuestras esperanzas e ilusiones. La gente tiene sed de
amor, lo busca tanto en las relaciones de parejas como en el
mundo del consumo: canciones, novelas, películas, etc.,
finalmente gran parte de la vida parece girar en torno a
dicha experiencia (Fromm, 1956). Esta trascendencia del
amor para la vida humana puede ser rastreada hasta
tiempos muy antiguos, ya que, en grabados de la
civilización Sumeria, que datan de una antigüedad de 4.000
años antes de Cristo, se pueden apreciar imágenes de

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parejas y frases románticas (Fisher, Aron, Mashek, Li y
Brown, 2002a). De la misma forma, durante toda la historia
de la civilización, las relaciones de pareja y el amor han
sido tema de canciones, poemas, pinturas, esculturas,
novelas, libros, etc., gran parte del arte está orientada sobre
esta experiencia (Páez, 2006).
El amor ha sido siempre objeto de la atención del
ser humano, se ha pensado en él como la mágica situación
en la cual encontramos nuestra mitad que nos complementa,
nos enamoramos, formamos una familia y compartimos el
resto de nuestra vida en armonía y felicidad. Sin embargo,
podemos notar claramente que esta historia no se da en
todas las ocasiones y en nuestro tiempo, parece representar
más la excepción que la norma. Pese a los fracasos
amorosos en que se ve envuelto el ser humano, a la
imperiosa necesidad de amor y a los términos dolorosos de
muchas relaciones, las personas parecen no interesarse en
conocer las bases del amor (Fromm, 1956). Es más, pocas
personas se preguntan con seriedad ¿qué es el amor?, sin
llegar a responder que es una situación maravillosa,
mágica, misteriosa y que acaso nos encontremos con ella si
tenemos suerte. Esto revela que el interés del amor es
enorme en nuestra sociedad, pero no nos detenemos a
preguntarnos por él, no reflexionamos sobre el amor, como
una forma de comprender nuestras relaciones y, por lo
tanto, de generar una herramienta poderosa para mejorar
nuestra vida afectiva.

Teorías sobre el amor

Durante el siglo XX fueron varios psicólogos los


primeros en tratar de definir que es el amor, algunos con
más éxito que otros, ya que, es una palabra compleja y

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Amor, sexo y cerebro
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pareciese que cada autor que ha escrito sobre él genera su
propia definición basado sobre todo en experiencias
personales (Yela, 2000).
Para Gaja (1995) el amor se relaciona con la
comprensión y la complicidad. Es un sentimiento que
manifiesta muchas conductas de convivencia entre dos
individuos. Para Renata y Sánchez (2005) el amor es el
elemento más poderoso e importante en la relación de
pareja, el cual ejerce una gran influencia sobre los otros
aspectos de esta. Las autoras clasifican los ámbitos más
importantes del amor en:
 Conducta: que corresponde a la preocupación por el
bienestar y afecto hacia la pareja (Sánchez, 1995). Una
capacidad basada en el respeto, el conocimiento y la
ayuda hacia el otro (Fromm, 1956).
 Cognición: que se relaciona con la estimación o
valoración de la bondad que implica para sí mismo,
experimentar el amor (Sánchez, 1995).
 Actitud: que apunta hacia la dependencia y posesión
por la pareja, además de un sinnúmero de actitudes
positivas orientadas al bienestar de ella (Rubin, 1973).
 Sentimiento: que corresponde a respuestas fisiológicas
que surgen ante la presencia del ser amado y que
incluyen una actitud favorable ante la pareja (Sánchez,
1995).

Triángulo de Lee

En trabajos anteriores como el de Rubin (1970) el


amor es descompuesto en dos factores: amar y gustar. Por
su parte, Lee (1977) establece tres tipos primarios del amor
(Fig. 2.1): a) Eros, amor pasional con gran atracción física;
b) Storge, amistad y compañerismo, basado en la

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Fernando Maureira Cid
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complicidad y que tiende a ser duradero; c) Ludus, el amor
como un juego, con flirteo y seducción, pero con escaso
compromiso emocional.

Figura 2.1 Tipos de amor según Lee (1977).

A partir de lo anterior, Lee genera tres tipos de amo-


res secundarios: d) Manía, un amor posesivo, con celos y
desconfianza; e) Pragma, un amor lógico, donde ambos
buscan una pareja que cumpla sus intereses; f) Ágape, un
amor desinteresado.

Triángulo de Sternberg

Posteriormente, Sternberg (1986, 1989) establece tres


componentes fundamentales del amor: intimidad, pasión y
compromiso.
“La intimidad tiene que ver con el apoyo afectivo, el
conversar, la capacidad de contar cosas personales y
profundas a la pareja, la confianza, la seguridad que se
siente con el otro, temas y preferencias en comunes, el dar
apoyo a la pareja, al estar dispuesto a compartir aspectos
económicos y emocionales, etc.” (Maureira, 2011a: 328)

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Amor, sexo y cerebro
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Para Yela (1997) este componente tiende a aumentar con el
tiempo, para que una vez llegado al máximo se estabilice.
La pasión corresponde a ideas y actitudes vehe-
mentes con respecto a la pareja, con idealización del otro y
creencia de algo mágico de la relación (Maureira, 2011a).
Este elemento tiene un crecimiento acelerado durante los
primeros años y posteriormente se produce una
disminución debido a la convivencia en pareja (Yela, 1997).
El compromiso hace referencia al interés y
responsabilidad que se siente por una pareja y por la
decisión de mantener dichos intereses con el transcurso del
tiempo pese a las posibles dificultades que puedan surgir,
debido a que se cree en lo especial de la relación (Yela,
1997). Este elemento tenderá a crecer a medida que
trascurre el tiempo de duración de la relación debido al
aumento de la interdependencia personal y material entre
ambos miembros (Maureira, 2011a).

Figura 2.2 Los tipos de amor según Sternberg (1989).

Para Sternberg (1989) los diferentes tipos y etapas


del amor pueden ser explicados mediante las combinacio-
nes de estos tres elementos. Así establece siete tipos de

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Fernando Maureira Cid
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amor:
1- Cariño: Es la relación donde existe un alto grado de
intimidad, de verdadera amistad, pero sin la pasión y el
compromiso a largo plazo.
2- Encaprichamiento: Es una relación con alto grado de
pasión, pero sin intimidad y compromiso, por lo cual
tiende a disolverse con facilidad.
3- Amor vacío: Es la relación con un alto grado de
compromiso, pero sin intimidad y sin pasión.
4- Amor romántico: Es la relación que se solventa en la
intimidad y la pasión.
5- Amor sociable: Es la relación en donde existe la
intimidad y el compromiso, pero no hay pasión. Esto es
común en los matrimonios de larga duración.
6- Amor fatuo: Es la relación basada en la pasión y el
compromiso.
7- Amor consumado: Es la relación en donde podemos
observar los tres componentes: intimidad, pasión y
compromiso.

Amor como fenómeno biológico

Maureira (2011a) establece que no es el amor, sino


las relaciones de pareja las que están constituidas por el
compromiso, intimidad y romance, agregando el amor
como un cuarto elemento. Los tres elementos mencionados
por Sternberg solo constituyen características sociocul-
turales y que, por ende, varían entre las poblaciones. En
cambio, el amor es un elemento biológico que actúa de
manera similar en la mayoría de los representantes de
nuestra especie, razón por la cual el autor la describe en
forma separada y con una naturaleza completamente
diferente.

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Amor, sexo y cerebro
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De esta forma diversos psicólogos se han
preocupado del estudio serio del amor, ellos fueron los
responsables de darnos a conocer las bases mentales de este
fenómeno durante casi medio siglo. Sin embargo, a esta
línea de estudio se suma, desde fines del siglo pasado, la
biología, quien, gracias al avance de las técnicas de
neuroimágenes, comienza a explicar las bases neurobioló-
gicas del amor, los circuitos cerebrales, las estructuras
relacionadas y los neurotransmisores que sustentan el
amor romántico que experimentan los seres humanos. Con
una disciplina como la biología, se da el paso final para
tratar de entender el amor desde una visión científica,
seria, reflexiva y empírica.
Desde la neurociencia, investigadores como Helen
Fisher, Arthur Aron, Andreas Bartels, Semir Zeki, Tobias
Esch, George Stefano, Thomas Insel, Larry Young, Steven
Phelps, etc. han estudiado las estructuras relacionadas y
factores neuroquímicos que determinan este comporta-
miento tan característico del ser humano (Maureira, 2008).
El amor está relacionado con ciertas funciones del sistema
nervioso central, con núcleos y neurotransmisores determi-
nados (Fisher et al. 2002a). “Diversos estudios
neurofisiológicos (Wang et al, 1998; Fisher et al, 2002;
Aragona et al, 2003; Young et al, 2004; Aron et al, 2005)
sostienen que el amor romántico está relacionado con el
sistema de recompensa cerebral, íntimamente relacionado
con la motivación y no con las emociones.” (Maureira,
2009: 85).
Desde un punto de vista biológico el amor puede ser
definido como la necesidad fisiológica de una pareja
exclusiva para la cópula, la reproducción y la crianza, y
cuya satisfacción genera placer, por lo tanto, toda conducta
relacionada con esta experiencia se basa en fuertes

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Fernando Maureira Cid
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conceptos orgánicos, y dentro de ello, con el ámbito de la
motivación, donde juega un papel central el sistema neural
del placer.

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Amor, sexo y cerebro
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Capítulo 3
Sistema neural del placer

La motivación es un proceso biológico que se rela-


ciona íntimamente con el placer, ya que, todo organismo
dedica tiempo y energía a buscar aquello que desea y se
aleja de aquello que le causa dolor. La motivación también
se relaciona con los estados de adicción, puesto que, esto
provoca la activación de los circuitos cerebrales del placer y
la búsqueda motivada del mismo (Maureira, 2018).
En los seres humanos, la actividad motivada hacia
un fin puede ser de dos tipos: el logro de la homeostasis
orgánica mediante la satisfacción de una necesidad
biológica (comer, beber, copular, regular temperatura, etc.)
y el logro de aspiraciones persona-les en el contexto social
dado por la experiencia cultural de cada individuo
(Maureira, 2018).
Para Davidson (1993, 1999) el comer, beber y copular
son los ejes motivacionales que llevan a un organismo a
lograr esas metas, proceso conocido como motivación de
aproximación. Por el contrario, los organismos tienden a
alejarse de experiencias desagradables y dolorosas, proceso
conocido como la motivación de evitación.
Para Palmero, Gómez, Carpi, Guerreros y Diez
(2005) los estudios biológicos de la motivación están
orientados a conocer los procesos de activación y
autorregulación homeostática. Así cualquier conducta se
produce por una activación en el sistema biológico, la que
posee tres componentes: una fisiológica, otra cognitiva y
otra motora.

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Fernando Maureira Cid
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Figura 3.1 En la parte superior se observa la región donde Old y


Milner insertaron el electrodo en su experimento. En la imagen
inferior dibujo de la rata presionando la palanca que estimula su
sistema del placer. CPF= corteza prefrontal; CAI= corteza
angulada interior; H= hipocampo; NE= núcleo estriado; NAcc=
núcleo accumbens; ATV= área tegmental ventral (modificado de
Méndez et al., 2017).

Un poco de historia

En 1954 Olds y Milner descubrieron el sistema


neural del placer, a través de un experimento con ratas
donde implantaron un electrodo en la vía dopaminérgica

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Amor, sexo y cerebro
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del cerebro (Fig. 3.1). Al ubicarse el animal en una región
específica de una caja se estimulaba eléctricamente el
electrodo, lo que provocaba que la rata volviera
continuamente al mismo lugar. Cuando se instaló una
palanca dentro de la caja (que podía presionar la rata) y al
hacerlo provocaba pequeñas estimulaciones de regiones
como el septum, área tegmental ventral o núcleo
accumbens, los investigadores notaron que el animal
presionaba la palanca unas 2000 veces por hora, ignorando
otros estímulos como el agua, comida o sexo. Ellos habían
descubierto el sistema de recompensa cerebral, constituido
por neuronas dopaminérgicas.
Actualmente se sabe que dicho sistema comienza en
el área tegmental ventral (ATV), cuyas neuronas envían sus
axones hacia el núcleo accumbens y la amígdala cerebral,
constituyendo la vía mesolímbica (Fig. 3.2). Además, el
ATV proyecta axones hacia la corteza prefrontal
constituyendo la vía mesocortical. Este sistema libera
dopamina que ejercen su acción en los receptores D1 y D2
en el núcleo accumbens y libera dopamina sobre neuronas
glutamatérgicas en la amígdala y corteza prefrontal
(Méndez, Romero, Cortes, Ruíz y Próspero, 2017).

Vías del placer

Cuando se realiza una actividad placentera (beber,


comer o copular) el ATV se activa aumentando la
liberación de dopamina en el NAcc activándolo. En
paralelo la dopamina inhibe la amígdala cerebral, lo que
reduce el miedo y la ansiedad. Este es el mismo circuito
que se activa en las adicciones a drogas (Méndez et al.,
2017).

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Fernando Maureira Cid
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Figura 3.2 Vías dopaminérgicas. En azul la vía nigroestriatal, en


amarillo la vía mesolímbica y en rojo la vía mesocortical.

Durante procesos de búsqueda de estímulos


placenteros, los mamíferos experimentan tres etapas: a) la
necesidad y deseo mediado por la dopamina; b) la
búsqueda mediada por la adrenalina; c) la consumación del
acto mediado por la serotonina (Maureira, 2018). La
adicción a las drogas se caracteriza por esta búsqueda y
autoadministración debido a que las drogas son
reforzantes positivos del sistema nervioso, lo cual
incrementa la frecuencia de la conducta de consumo,
debido al placer generado de él (Bear, Connors y Paradiso,
2006).
Cada tipo de droga suele unirse a receptores
específicos en regiones determinadas del cerebro y tras su
acción son metabolizadas en el hígado, convirtiéndolas en
formas no activas que no pueden atravesar la barrera
hematoencefálica (Pinel, 2012).

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 3.3 Estructuras relacionadas con adicciones a la cocaína y


opiáceos (sacado de Maureira, 2018, pág. 181).

Mecanismo de adicción

El mecanismo más importante de la adicción es la


neuroadaptación, que corresponde a la dependencia física
que sufre el paciente con relación a la sustancia adictiva
que consume. Esta dependencia está constituida por dos
situaciones: a) la tolerancia, que corresponde a un estado

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Fernando Maureira Cid
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de menor sensibilidad a la droga, lo cual se manifiesta con
una disminución del efecto en base al mismo consumo de
sustancia o un aumento de la cantidad de droga consumida
para lograr el efecto inicial; b) síndrome de abstinencia, que
se manifiesta como un conjunto de síntomas físicos y
psíquicos (específicos para cada droga) de intensidades
variables dependientes el grado de adicción. Existe una
abstinencia por supresión, cuando se elimina el consumo
de la sustancia, y una abstinencia precipitada, cuando se
administra un antagonista (Martín y Lorenzo, 2009, citado
en Maureira, 2018).
Se ha observado que un consumo crónico de drogas
produce una reducción de los receptores de dopamina D2,
lo cual produce la continuidad de la conducta de consumo
y el aumento de esta, ya que la cantidad de droga
consumida ya no provoca las mismas sensaciones que en
las primeras ocasiones. Los receptores D1 no presentan
variaciones, estando estos relacionados con el deseo de
consumir droga (Ambrosio y Fernández, 2011, citado en
Maureira, 2018).
Cada droga posee un sitio de acción específico y se
relacionan con diversos neurotransmisores (Fig. 3.3 y 3.4),
por ejemplo, la cocaína bloquea los recaptadores de
dopamina del ATV hiperactivando el circuito mesolímbico;
los opioides (como heroína y morfina) activan los
receptores de opioides mu (µ) y delta (δ) ubicados sobre
todo en el ATV aumentando la secreción de dopamina de
la vía mesocorticolímbica, la cannabis activa los receptores
cannabinoides que se ubican en el tronco encefálico,
médula espinal, cerebelo, área tegmental ventral (activando
la vía dopaminérgica mesolímbica), globo pálido, estriado,
etc., el alcohol aumenta los efectos inhibidores de GABA
(Maureira, 2018).

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 3.4 Estructuras relacionadas con adicciones a la


marihuana y alcohol (sacado de Maureira, 2018, pág. 181).

Deseo sexual

El deseo sexual activa una gran cantidad de regiones


cerebrales, algunas de las cuales se solapan con el amor
romántico, pero otras son completamente independientes.
La actividad del estriado ventral, hipotálamo, amígdala

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Fernando Maureira Cid
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Figura 3.5 Regiones cerebrales relacionadas con la excitación


sexual (modificada de Georgiadis et al., 2012).

cerebral, corteza somatosensorial y lóbulo parietal inferior


es menor en el deseo sexual en relación con el amor, lo cual
podría ser explicado, ya que, el primero es un estado de
ánimo con un objetivo específico, en tanto, que el amor es
un comportamiento más flexible y menos dependiente de
la presencia física de otra persona. La región de la ínsula
también está relacionada con ambas experiencias, sin
embargo, la parte posterior de la ínsula izquierda se rela-
ciona con el deseo y la parte anterior de ambas ínsulas se
relacionan con el amor (Georgiadis, Kringelbach y Pfaus,
2012).

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 3.6 Regiones cerebrales relacionadas con la meseta sexual


(modificada de Georgiadis et al., 2012).

El ciclo de la respuesta sexual está constituido por


cuatro fases: excitación (deseo emocional y excitación geni-
tal), meseta (actividad sexual física), orgasmo y refracción
(Fig. 3.5 a 3.8). A igual que el comer o beber, el copular
sigue la línea motivación-consumación-saciedad (Georgia-
dis et al., 2012).
La actividad sexual posee mecanismos excitatorios
(situaciones en las que se predice recompensa sexual) e
inhibitorias (tras la consumación, período de saciedad) y
ambos dependen del sistema nervioso autónomo (SNA)
siendo su rama simpática la encargada del aumento del

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Fernando Maureira Cid
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Figura 3.7 Regiones cerebrales relacionadas con el orgasmo


sexual (modificada de Georgiadis et al., 2012).

flujo sanguíneo a los músculos y órganos, y la rama


parasimpática la encargada del aumento de la irrigación
sanguíneo a los genitales en la etapa excitatoria.
Posteriormente, ambas ramas del SNA realizan una
actividad inversa durante el período de inhibición (Coria-
Avila, Herrera y Pfaus, 2015).
Para la excitación sexual es necesario que los
testículos y ovarios produzcan andrógenos y estrógenos,
sin los cuales comienza una pérdida del apetito sexual. La
dopamina es el neurotransmisor más importante en el
deseo sexual y lesiones en el área preóptica medial

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Amor, sexo y cerebro
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(APOM) afecta las fases apetitivas sexuales; la disminución
de noradrenalina también se ha asociado con disminución
del deseo sexual (Coria-Avila, et al., 2015).

Figura 3.8 Regiones cerebrales relacionadas con la refracción


sexual (modificada de Georgiadis et al., 2012).

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Fernando Maureira Cid
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Amor, sexo y cerebro
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Capítulo 4
Bases biológicas del amor
romántico y del amor materno

Amor romántico

El amor parece ser un estado químico con raíces


genéticas e influencias ambientales (Páez, 2006). Para
Fisher et al. (2002a, citado en Maureira, 2008) los
mamíferos y las aves han desarrollado tres sistemas
cerebrales de motivación-emoción que actúan en serie: el
deseo o apetito sexual, con una finalidad de apareamiento
con cualquier pareja apropiada; una atracción o amor
romántico, con una finalidad reproductiva con una pareja
específica, y un apego duradero de pareja con un fin de
crianza de la prole. Los tres procesos estarían mediados
por neurotransmisores específicos: en el deseo sexual, los
estrógenos y andrógenos; en el amor romántico, el
aumento de dopamina (DA) y de la norepinefrina (NE) y la
disminución de la serotonina (5-HT); en el apego de pareja
actúan dos neuropéptidos: la oxitocina (OT) y la
vasopresina (VTP).
Fisher (2002b) habla de una estimulación básica-
mente visual en el hombre con deseo sexual constante y de
una estimulación más auditiva y con deseo periódico en la
mujer. También presenta el amor romántico con igual
intensidad y un apego duradero similar en ambos sexos.
Siendo la diferencia más notable la mayor atracción por la
apariencia física en el hombre y la atracción por el dinero,
la educación y la posición social de la pareja en la mujer.

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Fernando Maureira Cid
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En la etapa del amor romántico ocurre un aumento
de dopamina y norepinefrina cerebral, junto con una
disminución de serotonina (Tabla 4.1). Este último neuro-
transmisor presenta valores similares a los observados en
pacientes con desorden obsesivo-compulsivo (Páez, 2006).
El enamoramiento es una experiencia que produce
placer, está asociado a los sistemas de recompensas, que
son los mismos activados en la adicción a las drogas
(Maureira, 2008). Algunas regiones involucradas son el
Área Tegmental Ventral, el núcleo accumbens, la corteza
prefrontal, la amígdala y el hipotálamo (Kandel et al. 2001).
Además de esas estructuras, Zeki (2007) incluye la ínsula
medial, el cíngulo anterior, el hipocampo y partes del
striatum como zonas relacionadas con el amor romántico
(Fig. 4.1).

Tabla 4.1 Neurotransmisores y sus efectos durante el amor


romántico.

Neurotransmisor Proceso Acción


Dopamina Aumento Aumento de atención,
euforia, pérdida de
apetito, considerar
única a la persona
amada.
Norepinefrina Aumento Mejora de memoria
para experiencias
nuevas y persona
amada.
Serotonina Disminución Pensamientos
obsesivos sobre la
persona amada.

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 4.1 Algunas estructuras cerebrales relacionadas con el


amor romántico (modificado de Zeki, 2007 y Maureira, 2011b).

La evolución del amor romántico parece ir con el


desarrollo de la corteza cerebral humana, amar es una
forma desarrollada de cortejo que evolucionó para la
selección de la pareja (Aron, Fisher, Mashek, Strong, Li y
Brown, 2005).
Tal como en el consumo de drogas, el amor
romántico activa áreas subcorticales como el ATV y el
NAcc, lo que aumenta la producción de dopamina.
Estudios con resonancia magnética funcional (RMf)

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Fernando Maureira Cid
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evidencian hiperactividad de estas regiones, misma
situación que ocurre cuando se consume chocolate (Small,
Zatorre, Dagher, Evans y Jones-Gotman, 2001).
El amor romántico activa regiones subcorticales
relacionadas con la motivación-recompensa, lo que
provoca enfocarse en un individuo. Las áreas corticales
límbicas, corteza cingulada y prefrontal procesan factores
emocionales relacionados con la pareja. Otro fenómeno
interesante, es la desactivación de la amígdala cerebral, la
cual está relacionada con el temor y agresión, lo que reduce
las respuestas de miedo y emociones negativas en relación
con la pareja (Páez, 2006).

Figura 4.2 Vías involucradas en la experiencia del amor


romántico. En línea azul la serotonina, en línea roja la dopamina
y en línea verde la norepirefrina (modificado de Maureira, 2011).

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Amor, sexo y cerebro
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Amor materno

El amor romántico y el amor maternal son


experiencias muy recompensantes y relacionadas con la
perpetuación de la especie, con importancia biológica y
evolutiva (Fisher, 2002a). Ambos procesos activan áreas de
recompensa coincidentes con acúmulo de receptores
oxitocina (OT) y arginina de vasopresina (AVP). Ambos
desactivan regiones asociadas con emociones negativas y
juicios sociales (Bartels y Zeki, 2004).
“Una diferencia importante entre ambos amores es
que el romántico está relacionado con el deseo sexual, en
cambio esta actividad se encuentra ausente en el amor
materno” (Maureira, 2008: 328).
El amor romántico inhibe la corteza prefrontal,
temporal medial, corteza inferior parietal y corteza
cingulada anterior, mientras que el amor materno inhibe la
amígdala medial, polo temporal, unión temporoparietal y
la corteza prefrontal mesial (Paéz, 2006). De esta forma se
desactivan las emociones negativas, juicios morales y
críticas hacia el objeto amado.
La corteza orbitofrontal (relacionada con el amor
materno) recibe proyecciones del área tegmen-tal ventral,
relacionada con el sistema de recompensa, siendo
fundamental para establecer el valor estímulo-
recompensa, siendo la corteza orbitofrontal derecha una
región relacionada con la intensidad de preocupación de la
madre y la corteza orbitofrontal izquierda con la alegría y
felicidad provocada por la cría (Kikuchi y Noriuchi, 2015).
La sustancia gris periacueductal también tiene
conexiones con la corteza orbitofrontal y posee alta
densidad de receptores de oxitocina, los responsables del
apego hacia la cría. La ínsula anterior también juega un

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Fernando Maureira Cid
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papel importante en el apego madre-hijo y el striatum, que
recibe proyecciones de la corteza orbitofrontal, es
importante en el aprendizaje estímu-lo-respuesta, proceso
mediado por la dopamina y que sirve para reforzar la
conducta materna de protección (Kikuchi y Noriuchi,
2015).

Figura 4.3 Regiones corticales relacionados con el amor materno


y amor romántico (modificado de Zeki, 2007).

El vínculo madre-hijo implica plasticidad cere-bral


dada por el ajuste del cerebro a la conducta del bebé,
proceso llamado sincronía bioconductual, el cual esta
mediado por la oxitocina (Feldman, 2012). Las redes
cerebrales específicas para el cuidado de la cría son

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Amor, sexo y cerebro
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moduladas por el tipo de estímulo y sexo del adulto
(madre o padre).

Figura 4.4. Estructuras subcorticales relacionados con el amor


romántico y materno (modificado de Zeki, 2007).

El llanto o fotos de un bebé activan diferentes


regiones cerebrales en la madre, el padre o un adulto que
no es pariente del infante (Tabla 2). Esta última situación es
fundamental para la crianza en el caso del fallecimiento de
los progenitores.

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Fernando Maureira Cid
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Tabla 4.2 Regiones cerebrales más importantes que se activan
frente a diferentes estímulos, según parentesco con el bebé
(modificado de Feldman, 2015).

Estímulo Regiones altamente activadas


Madre Llanto Red de empatía, red de
regulación emocional, red de
vigilancia y red de motivación
Foto/video Red de empatía y red de
motivación
Padre Llanto Red espejo, red de empatía y
red de motivación
Foto/video Red de espejo y red de
motivación
No Llanto Red de vigilancia
pariente
Foto/video Red de mentalización, red de
empatía, red de regulación
emocional y red de
motivación
Red espejo: lóbulo parietal inferior, giro frontal inferior y área
motora pre-sensorial. Red de mentalización: regiones frontales
y temporo-parietales, unión temporo-parietal, polo temporal,
corteza cingulada posterior, corteza prefrontal ventromedial,
precuneus y corteza frontopolar. Red de empatía: ínsula,
cíngulo anterior dorsal y área motora suplementaria. Red de
regulación emocional: corteza orbitofrontal medial, corteza
prefrontal dorsolateral, giro frontal medial y corteza frontopolar.
Red de vigilancia: amígdala cerebral. Red de motivación: área
tegmental ventral, núcleo accumbens, striatum, sustancia negra
y globo pálido.

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Amor, sexo y cerebro
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Algunos estudios han observado diferencias en
respuestas hormonales frente a la visión de un video de su
bebé en base al sexo de los padres, donde la amígdala de la
madre se correlaciona con altos niveles de oxitocina, en
tanto, la amígdala del padre se relación con altos niveles de
vasopresina. También se ha registrado que la oxitocina en
la madre se relaciona positivamente con el lóbulo parietal
inferior, con la ínsula, con la corteza cingulada anterior,
con el núcleo accumbens y amígdala cerebral y en el padre
solo con el surco temporal superior (Feldman, 2015).
No solo tras el parto se producen modificacio-nes de
las redes neuronales maternas, sino también durante el
proceso de embarazo. Se ha observado plasticidad
funcional en la corteza prefrontal asociada a la atención
ante información amenazante sobre todo durante el
segundo y tercer trimestre de embarazo (Kim, 2017).
Además, las hormonas esteroides son responsables de
cambios morfométricos del cerebro de la madre durante el
embarazo, produciendo gran-des reducciones de materia
gris sobre todo en la región prefrontal y temporal lateral,
que duran hasta dos años después del parto (Barba-Müller,
Craddock, Carmona y Hoekzema, 2019).
La negligencia materna, entendida como la falta de
preocupación por el bienestar físico y efectivo del bebé, es
producto de alteraciones en los circuitos cerebrales de
oxitocina y dopamina en la madre. Los cuales pueden tener
un origen genético o ambiental, como estrés durante el
embarazo o malas experien-cias de relaciones de cuidado
infantil (Pruessner, Champagne, Meaney y Dagher, 2004).
Un estudio reveló que las madres negligentes tenían una
menor activación del estriado ventral y la corteza
prefrontal medial bilateral en relación con madres apegadas,
al ver la imagen de su propio bebé con una cara feliz.

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Figura 34. A= Regiones cerebrales activadas en una madre que


ve reír a su bebé; B= Regiones cerebrales activadas en una madre
que ve llorar a su bebé (modificado de Strathearn, 2011).

También las madres negligentes mostraron mayor


activación de la prefrontal dorsolateral y la ínsula ante una
imagen de su bebé llorando, en tanto, las madres apegadas
mostraron una mayor activación del estriado ventral ante
la misma situación. Finalmente, las madres negligentes

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presentaron una producción reducida de oxitocina al
interactuar con su bebé (Strathearn, 2011).

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Capítulo 5
Bases de la monogamia y la
fidelidad

Entre las características que son necesarias para una


relación amorosa se encuentra la monogamia, definida
como acciones conductuales orientadas a la mantención de
una relación de pareja con un solo individuo (Maureira,
2008). Sin embargo, nos damos cuenta de que las parejas
que establecen fuertes lazos emocionales y sociales
duraderos no son la regla. Para Páez (2006) sólo entre el 3%
y 5 % de los mamíferos son monógamos. Algunos de ellos
son las orcas, los roedores de pradera y el hombre; entre las
aves encontramos a los pingüinos, los cuervos, las águilas y
los loros.

Los neurotransmisores de la monogamia

La monogamia está constituida por 5 normas: la


cohabitación de macho y hembra y asociación selectiva de
la pareja a largo plazo en períodos de crianza o no;
agresión dirigida a miembros no familiares de la especie;
atención intensa a la cría; regulación social de procesos de
reproducción; y prevención de incesto de individuos
adultos dentro del grupo familiar (Fisher, et al., 2002a).
Para Fisher, et al. (2002a, 2002b) la primera etapa
relacionada con el apareamiento es el deseo sexual que
puede ser definida como la necesidad de gratificación
sexual, aquí son los estrógenos y andrógenos los
encargados de generar esta conducta. La siguiente etapa es

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Fernando Maureira Cid
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el amor romántico o enamoramiento que puede definirse
como el proceso de atención a una pareja en particular para
el apareamiento, además existe necesidad de unión
sentimental con dicha pareja; aquí observa un aumento de
dopamina (DA) y norepirefrina (NE) y disminución de la
serotonina (5-HT). Finalmente existe una etapa de apego de
pareja con el fin de cuidar las crías, aquí se observa la
construcción y defensa de una madriguera, se comparten
los deberes de la crianza y existe comodidad y unión
sentimental; aquí son dos neuropéptidos los encargados de
esta conducta: la oxitocina (OT) y la arginina de
vasopresina (AVP).

Figura 5.1 Estructura química de la oxitocina.

Se han utilizado roedores de la pradera (Microtus


ochrogaster) y roedores de montaña (Microtus montane)
para estudiar la monogamia, presentando el primero un

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Amor, sexo y cerebro
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gran apego a su pareja (teniendo una de por vida) y el
segundo mostrando una conducta promiscua (Fig. 5.3). El
estudio comparativo entre ambos se lleva a cabo basado en

Figura 5.2 Estructura de la arginina de vasopresina.

Figura 5.3 Roedor de pradera, a la izquierda, y roedor de


montaña, a la derecha.

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Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
la homologación genética de ambos que alcanza un 99%,
sin embargo, ambos presentan conductas sociales muy
diferentes (Shapiro y Dewsbury, 1990).
La dopamina participa en la preferencia condicio-
nada por sexo. Durante el comportamiento sexual en
roedores hay un incremento de este neurotransmisor en
áreas mesolímbicas como el núcleo accumbens (NAcc) que
recibe estimulación directa de neuronas dopaminérgicas
del área tegmental ventral (Coria-Avila, Pfaus, Miquel,
Pacheco y Manzo, 2008).
Se ha demostrado que la administración sistémica de
agonistas dopaminérgicos como la apomorfina en el NAcc
facilita la preferencia de pareja en ratones de pradera
hembras y machos, mientras que los antagonistas como el
haropelidol, afectaba dicha preferencia. Esta situación
acurre cuando las inyecciones afectan a los receptores de
dopamina D2 y no cuando afectan a los receptores de
dopamina D1 (Coria-Avila, et al., 2008).
Una situación similar a la anterior ocurre con la
inyección de oxitocina en el NAcc de ratones de pradera
hembras, lo que facilita la preferencia de pareja. La
inyección de vasopresina en el NAcc de ratones de pradera
machos produce el mismo efecto. Se ha observado que
estos roedores monógamos expresan más receptores de
oxitocina en el NAcc que los roedores de montaña
polígamos (Coria-Avila, et al., 2008).
En los mamíferos la arginina de vasopresina (AVP)
también está implicada en el desarrollo y control de
conductas sociales, incluida la actividad sexual y la
agresión en machos (Goodson y Bass, 2001). En ratas se ha
observado que la separación al nacer de su madre aumenta
la conducta agresiva de la cría mostrando mayor
sensibilidad de los receptores de vasopresina en el

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
hipotálamo posterior y área paraventricular (Liévano,
2013).
Por otra parte, se han realizado experimentos para
determinar la preferencia de parejas en roedores monóga-
mos y promiscuos (Fig. 5.4). El experimento consta de tres
cámaras, en la central está la hembra quien se encuentra
libre y puede ir y venir por todos los cuartos, en la cámara
izquierda está el macho expuesto por 24 horas a la hembra
para ser su pareja y en la cámara derecha se encuentra un
macho extraño. Ambos machos se encuentran atados a sus
jaulas, por lo tanto, solo la hembra puede decidir a que
macho visitar. En los roedores de pradera, la hembra
permanecía más tiempo en el cuarto de su pareja que en los
otros dos, en cambio, la hembra de roedores de montaña
pasaba más tiempo en su propio cuarto. Ambas conductas
se mantenían durante varias semanas (Insel, 1997).

Figura 5.4 Experimento de preferencia de pareja.

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Fernando Maureira Cid
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Ratones knockout (KO) para oxitocina (ratones
manipulados genéticamente para que no generen dicha
hormona) presentan amnesia social, sin mostrar
habituación a una pareja. Sin embargo, cuando se le
inyectaba oxitocina en la amígdala medial, volvía el
reconocimiento social y la preferencia por una pareja
(Young, Murphy y Hammock, 2005).

Figura 5.5 Distribución de los receptores de oxitocina en


roedores de pradera (arriba) y de montaña (abajo). Visión sagital
(Modificado de Insel, 1997).

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 5.6 Distribución de los receptores de AVP en roedores de


pradera (arriba) y de montaña (abajo). Visión sagital (Modificado
de Insel, 1997)

Receptores OT y AVP

Se ha observado que los ratones de pradera y los de


montaña presentan la misma cantidad de dopamina,
oxitocina y arginina de vasopresina, entonces ¿en qué
radican sus comportamientos tan diferentes? Esto ocurre
debido a los receptores de oxitocina (OTR) y arginina de
vasopresina (V1aR). La diferencia reside en las neuronas

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Fernando Maureira Cid
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postsinápticas. Los roedores de pradera y de montaña
presentan una distribución neural diferente de estos
receptores, por lo tanto, distintas áreas del cerebro van a
responder a estos neuropéptidos de manera diferente
(Páez, 2006).
En el ratón de pradera los OTR presentan gran
acumulación en el núcleo accumbens, en la región pre-
límbica, en el septum lateral y en el núcleo olfatorio
anterior, y los receptores V1aR en el bulbo olfatorio,
septum lateral, tálamo y colículo superior (Fig. 5.5 a 5.7).
En las mismas zonas del ratón de montaña los receptores
son casi inexistentes (Insel, 1997).

Figura 5.7 Distribución de los receptores de oxitocina (OTR) y


vasopresina (V1aR) en roedores de pradera y montaña. Visión
coronal (Modificado de Young, Wang y Insel, 1998).

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Amor, sexo y cerebro
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Las regiones del bulbo olfatorio, prelímbicas, septum
y núcleo accumbens están relacionadas con la ruta
mesocorticolímbica de la dopamina. De esta forma el ratón
de pradera asocia el placer de la cópula a una pareja
específica, mientras el ratón de montaña asocia el placer a
la cópula misma independiente a la pareja (Páez, 2006).

Biología de la fidelidad

Un dato importante de aclarar es que la monogamia


no es sinónimo de fidelidad, por ejemplo, aves monógamas
presentan actividad sexual con otros individuos en el 90%
de las especies (Griffith, Owens y Thuman, 2002). Un
estudio de Pultorak, Fuxjager, Kalcounis y Marler (2015)
reveló que la inyección de testosterona en machos de
roedores monógamos que nunca se han apareado no
alteraba la producción de sonidos ultrasónicos utilizados
para atraer a una hembra y en machos emparejados, esta
producción disminuía. Esto parece indicar que en estos
roedores la testosterona cumple un rol fundamental para
inhibir comportamientos sexuales fuera de la pareja.
Un estudio de Ophir, Wolff y Phelps (2008) mostró
que los roedores de praderas fieles poseían más V1aR en la
corteza cingulada retrosplenial posterior y en el tálamo
dorsal que los roedores de praderas infieles. Los autores
concluyen que estos roedores poseen variaciones
individuales que dan cuenta que algunos siendo
monógamos sean infieles y otros siendo monógamos sean
fieles.
Se ha observado que la sobreexpresión artificial del
V1aR en el prosencéfalo basal de roedores promiscuos
genera conductas de apego a una pareja (Fig. 5.8) además
de presentar un comportamiento territorial efectivo, en

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Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
contraste con los roedores promiscuos que tendían a ser
vagabundos (Phelps, 2010).

Figura 5.8 La sobreexpresión artificial de V1aR produce que


roedores promiscuos permanezcan más tiempo cerca de sus
parejas, con valores similares a los monógamos (Modificado de
Phelps, 2010).

Un estudio de Cavanaugh, Mustoe, Taylor y French


(2014) reveló que en monos titís una variante de la
oxitocina desempeña un papel fundamental en la
mantención de conductas sociales de largo plazo. La
variación del ligando de oxitocina Leu8-OT hacia el
ligando de oxitocina Pro8-OT (sustitución de prolina en la
octava posición del aminoácido) produce comportamientos
de cercanía y fidelidad de la hembra hacia su pareja, pero
no al revés. También se observó que machos y hembras
tratados con Pro8-OT retrasaron significativamente su
conducta de solicitación sexual hacia un extraño, pero no
hacia su pareja de largo plazo.
Finalmente, un estudio de Kenkel, Perkeybile, Yee y
Carter (2019) midió el efecto de la formación y disolución

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Amor, sexo y cerebro
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de parejas en roedores de pradera, evaluando a los machos
después del primer, quinto y décimo emparejamiento. Los
resultados muestran que estos machos forman fácilmente
nuevas parejas después de la disolución continua de varias
relaciones románticas. La edad se asoció con machos que
pasaban menos tiempo en contacto social con hembras
extrañas. Los machos con una sola pareja tenían mayores
densidades de OTR en el tálamo paraventricular y la estría
terminalis, y se observó un aumento de densidad de OTR
en el putamen caudado con la edad y una disminución en
la densidad de V1aR en la amígdala cortical con la
longevidad.

Cromosomas y genes

Todo organismo está compuesto por células, algunas


como las bacterias, amebas, protozoos, etc. solo están
constituida por una y otros organismos como insectos,
anélidos, crustáceos, peces, anfibios, reptiles, mamíferos y
el propio ser humano, están constituidos por miles de
millones de ellas, algunas de estas forman la piel, el tejido
nervioso, la sangre, los huesos, los músculos, etc.
Cada célula posee en su interior un conjunto de
cromosomas, que corresponde a una estructura altamente
organizada formada por ADN (ácido desoxirribonucleico)
y proteínas, que contiene la mayor parte de la información
genética presente en una especie. En el caso del ser
humano, este posee 23 pares de cromosomas (Fig. 5.9), en
tanto, animales como el chimpancé tiene 24 pares, el mono
Rhesus 21 pares, el mono capuchino 27 pares, un perro 39
pares y un gato 19 pares de cromosomas (Makino, 1951).
Cada cromosoma posee una región central (centró-
mero) y brazos (telómeros), constituidos por nucleosomas

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Fernando Maureira Cid
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Figura 5.9 Esquema de los 23 pares de cromosomas en los seres


humanos. En el círculo rojo se muestran los cromosomas sexuales
de mujeres y hombres.

(Fig. 5.10), que corresponden a ocho proteínas histonas


(proteínas básicas y de bajo peso molecular) que están
rodeadas de ADN. Esta última molécula está constituida
por una doble hélice que posee fosfato y azúcar
(desoxirribosa) como esqueleto y en el centro posee bases

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Amor, sexo y cerebro
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Figura 5.10 El cromosoma está compuesto de nucleosomas, estos


de histonas con ADN que lo envuelve. Trozos de ADN
conforman los genes. El ADN posee 4 bases nitrogenadas: timina
en verde, adenina en azul, citosina en rojo y guanina en celeste.

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Fernando Maureira Cid
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nitrogenadas que se agrupan en pares de bases: la timina
con la adenina y citosina con guanina. Un cromosoma
completo puede tener hasta 220 millones de pares de bases
(Gregory, Barlow, McLay, Kaul, Swarbreck, Dunham, et al.,
2006).

Figura 5.11 Estructura básica de un gen.

Finalmente, los genes corresponden a cadenas de


ADN que representan unidades de información para
sintetizar proteínas o ARN (ácido ribonucleico) que sirve
como regulador en la expresión de genes, de síntesis de
proteínas, en funciones catalíticas, etc. Los genes poseen
regiones que codifican proteínas (exones) y regiones que
no codifican (intrones). Cada gen posee en su inicio un
promotor y al finalizar un terminador (Fig. 5.11). El
promotor posee información para activar o desactivar al
gen que regula. Los microsatélites son secuencias de ADN

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Amor, sexo y cerebro
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que van desde 2 hasta 6 pares de bases nitrogenadas (pb)
que se repiten de manera consecutiva, cuando se ubican en
ADN no codificante no producen efecto, pero cuando se
ubican en ADN regular o codificante producen cambios
fenotípicos e incluso enfermedades (Karp, 2014).

Genes y receptores de vasopresina

La relación duradera de pareja y la fidelidad sexual


depende de la distribución de los receptores de OT y AVP,
y esto depende a su vez de los genes. El gen del receptor de
AVP (avpr1a) es diferente entre el roedor de pradera y el
de montaña (Fig. 5.12). El primero de ellos posee dos
copias del gen, mientras que el roedor de montaña tiene
solo uno, además el gen avpr1a del roedor de pradera
posee un microsatélite en el promotor del gen de entre 720
y 1.150 pb, situación casi ausente en el roedor de montaña,
lo que podría determinar las diferencias en la densidad y
distribución de los receptores AVP (Nahir y Young, 2006).

Figura 5.12 Estructura del gen del receptor de AVP (Modificado


de Nahir y Young, 2006).

La sobreexpresión, mediante un virus, de V1aR en el


pálido ventral en roedores de montaña promiscuos
incrementa la preferencia por una pareja (Lim, Wang,

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Fernando Maureira Cid
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Olazabal, Ren, Terwilliger y Young, 2004). También la
sobreexpresión de avpr1a en el prosencénfalo basal de
roedores promiscuos genera conductas de monogamia
(Phelps, 2010).
Okhovat, Berrio, Wallace, Ophir y Phelps (2015) han
logrado predecir la fidelidad sexual de machos de roedores
de pradera en base a la intensidad del uso de espacio,
interacción social y densidad de V1aR en la corteza
retrosplenial (polimorfismo RSC-V1aR).
Las diferencias individuales en el comportamiento
social y en la densidad de receptores V1aR entre roedores
de pradera se deben a la variación del microsatélite
promotor de avpr1a (Hammock y Young, 2005). Phelps y
Young (2003) han mostrado la extraordinaria diversidad de
regiones donde se expresa V1aR entre roedores
monógamos, lo que da cuenta de las diferencias en la
fidelidad sexual de estos.
Los roedores de pradera con un promotor largo del
gen avpr1a reconocen a la pareja luego del apareamiento,
ellos se vuelven adictos o se enamoran de su pareja (Páez,
2006). Para Hammock y Young (2005) los promotores son
inestables y mutan a gran velocidad, en el caso de este gen
mutan rápido in vitro, pudiendo las diferencias de este
promotor in vivo predecir diferencias individuales en la
distribución del receptor y de la conducta.
Todos los estudios llevan a concluir que las
variaciones en las conductas monógamas y fidelidad sexual
de roedores podrían estar determinadas genéticamente en
base los receptores de oxitocina y vasopresina, con especial
importancia del gen avpr1a.
Finalmente, un estudio de (2008) en seres humanos
mostró que en los varones existe una variación del gen
avpr1a donde se presentan una o dos copias del alelo 334.

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
Los sujetos que presentan esta variación duplican las crisis
de pareja y tienen menos tendencia a la monogamia que
aquellos que no poseen dicha variante. Esto muestra la
influencia de la AVP en las conductas de pareja incluso en
los seres humanos.

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Amor, sexo y cerebro
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Capítulo 6
Dimorfismo sexual cerebral

La combinación de cromosoma sexual XX o XY


determinan las diferencias entre ambos sexos, generando
los ovarios en las mujeres y los testículos en el hombre
durante la sexta y séptima semana de gestación (Flores,
2015). Los ovarios darán origen a los óvulos y a la hormona
estradiol, encargada del desarrollo de los caracteres
sexuales secundarios en la mujer durante la pubertad
(crecimiento de senos, amplitud de cadera, voz más aguda,
etc.) y los testículos darán origen a los espermatozoides y a
la hormona testosterona, encargada del desarrollo de los
caracteres sexuales secundarios del hombre en el mismo
período (crecimiento del pene, aumento de la musculatura
y vello facial, engrosamiento de la voz, etc.).
La intersexualidad corresponde a un grupo de
afecciones en los genitales externos e internos, impidiendo
definir si un individuo es hombre o mujer (Fig. 6.1). La
intersexualidad se divide en dos categorías: a) hiperplasia
adrenocortical congénita o seudohermafroditismo femeni-
no, donde el bebé XX presenta masculinización de sus
genitales externos, sin alteraciones de los ovarios, pero con
hipertrofia del clítoris que puede llegar hasta genitales casi
masculinos. Se subdivide en clásico severo, clásico leve y
atípico; b) síndrome de insensibilidad a los andrógenos o
seudohermafroditismo masculino, donde el bebé XY
presenta feminización aguda de los genitales externos,
testículos intraabdominales, con vagina, pero sin útero.
También presenta una división en afección clásica severa,
clásica leve y atípica (Hernández, 2009).

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Fernando Maureira Cid
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Figura 6.1 Diferentes tipos de afecciones intersexuales.

También existe una intersexualidad verdadera,


donde el bebé presenta tejido testicular y ovárico. Esta
afección es mal llamada hermafroditismo verdadero, ya
que dicha situación requiere de órganos masculinos y
femeninos funcionales en forma paralela situación que no
ocurre en mamíferos.
Igualmente existen afecciones donde no se presenta
ambigüedad sexual, sino un desarrollo incompleto, aquí
encontramos el síndrome de Turner que afecta el desarrollo
de las mujeres y es causada por la ausencia o estado
incompleto de un cromosoma X, provocando baja estatura
y mal funcionamiento de los ovarios, razón por la cual la
mayoría de estas mujeres son infértiles (Morgan, 2007). El
síndrome de Klinefelter que afecta a los hombres y es
causada por la existencia de dos cromosomas XX y un

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
cromosoma Y, provocando mal funcionamiento de los
testículos, aumento de las glándulas mamarias, problemas
de aprendizaje e infertilidad (Groth, Skakkebæk, Høst,
Gravholt y Bojesen, 2013). Alteraciones como el síndrome
XYY en hombres y el síndrome XXX en mujeres no pre-
sentan características físicas anormales (excepto órganos
sexuales atrofiados en mujeres), con pequeños problemas
de aprendizaje en hombres y fertilidad limitada en mujeres
(Tartaglia, Howell, Sutherland, Wilson y Wilson, 2010;
Ross, 2010).
Se estima que el 1,7% de la población presenta algún
tipo de intersexualidad (Fausto, 2006). Clásicamente se ha
utilizado la cirugía pediátrica para definir uno de los sexos,
sin embargo, cada vez existe más cuestionamiento al
respecto, argumentando que cada persona debiese escoger
una cirugía según su identidad de género (si se siente
hombre o mujer) o incluso no someterse nunca a una
asignación binaria de sexo, estableciendo un tercer género
o género X.

Diferencias sexuales en el embrión

El sexo de un embrión está determinado por los


cromosomas que porta (XX o XY) y esto depende del
espermatozoide (ya que este contiene un cromosoma X o
uno Y), razón por la cual es el padre, y no la madre, quien
determina el sexo de la progenie. Sin embargo, hasta la 7°
semana de gestación el desarrollo embrionario es exacta-
mente igual para ambos sexos, período denominado de
indiferenciación del desarrollo sexual (Flores, 2015).
A partir de entonces, es el cromosoma Y el que
determinará las diferencias. El gen SRY (Sex-determining
Region Y-chromosome) del cromosoma Y induce la

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Fernando Maureira Cid
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proliferación de tejido que dará origen a los testículos (7°
semana). Estos últimos liberarán hormona anti-Mülleriana
(AMH), sin la cual el tejido dará origen a las trompas de
falopio, el útero y la vagina (Fig. 6.2). A partir de la 8°
semana los testículos producen testosterona, la que dará
origen a los genitales externos masculinos. La inexistencia
de hormona AMH y testosterona dará origen a genitales
femeninos (Rey, 2001).

Figura 6.2 Diferenciación sexual en el embrión.

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Amor, sexo y cerebro
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Niñez y conductas sexuales

Durante la infancia las características biológica-


sexuales no varian en forma importante entre niños y
niñas. Además de los cromosomas XX o XY, y de genitales
externos, no se aprecian grandes diferencias entre ambos
sexos. Lo que si se ha observado es que el cerebro de los
niños es entre un 12-20% más grande que el de las niñas,
pero en relación con el peso corporal el cerebro es de igual
tamaño en ambos (Zaidi, 2010).
Un núcleo del hipotálamo conocido como preóptico
es de igual tamaño entre niños y niñas hasta los 4 años,
momento en que disminuyen la cantidad de neuronas en
este núcleo en mujeres. Esto no tendrá repercusiones hasta
la pubertad (Zaidi, 2010). Otro núcleo hipotalámico, el
supraquiasmático, comienza su diferenciación por sexo
entre los 4 hasta los 12 años (Jorge-Rivera, 1998).
Alrededor de los dos años, los niños y niñas toman
conciencia de las diferencias físicas entre ambos, también
comienzan con diversas conductas como explorar, tocarse
y frotar sus genitales, mostrarlos a otras personas, querer
estar desnudos o hacer preguntas sobre su cuerpo. Todos
esto ocurre antes de los 4 años. Entre los 4 y 6 años, los
infantes tocan sus genitales a propósito (masturbación),
tratan de mirar a otras personas cuando están desnudas y
exploran sus genitales con otros niños/as de su edad. Entre
los 7 y 12 años, continúan con la manipulación de sus
genitales, pero ahora en privado, buscan intimidad y
materiales con contenidos sexuales, comienzan a sentir
atracción sexual hacia otros niños o niñas (Hornor, 2004).

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Pubertad, hormonas y diferencias sexuales

La palabra pubertad significa vellos en el pubis y


corresponde al proceso biológico del desarrollo de los
caracteres sexuales secundarios, la maduración completa
de los testículos u ovarios, maduración de las glándulas
suprarrenales y adquisición de la masa ósea, muscular,
grasa y de la talla adulta. Por su parte, la adolescencia
corresponde al período de tránsito entre la infancia y la
adultez, con cambios físicos, psicológicos, emocionales y
sociales, que inicia con la pubertad, la cual hace referencia
a solo cambios orgánicos, y finaliza cerca de los 20 años
(Güemes, González e Hidalgo, 2017).
El inicio de la pubertad ocurre por variables
genéticas en un 70-80% y por variables ambientales en un
20-30% (Güemes, et al., 2017). En este momento es
fundamental la acción de las hormonas, las cuales son
productos químicos emisores de señales, que se liberan en
pequeñas cantidades al torrente sanguíneo y llevan
información desde una célula secretora (glándulas
endocrinas) a una célula efectora o blanco, produciendo
una acción biológica (Jácome, Ardila y Casas, 2017).
Algunas de las glándulas endocrinas en el ser
humano son el hipotálamo, la hipófisis, las tiroides, las
paratiroides, el estómago, el páncreas, las suprarrenales,
los testículos y ovarios. Estos últimos son los encargados
de secretar las hormonas sexuales (tabla 6.1) que darán
origen a las diferencias entre hombres y mujeres
(dimorfismo sexual).
El eje hipotálamo-hipófisis-gónadas regulan la
función sexual y reproductora, a través de la estimulación
de la liberación de testosterona por los testículos y de
estrógenos y progesterona por los ovarios (Fig. 6.3). La

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Amor, sexo y cerebro
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Tabla 6.1 Hormonas gonadotrópicas y sus funciones.

Hormona Función
Testosterona Liberada por los testículos,
responsable de la masculinización de
órganos como los pulmones,
corazón, riñones, cerebro, etc.
durante todo el desarrollo. Desde la
pubertad es la responsable de la
aparición de los caracteres sexuales
secundarios en hombres.
Estrógenos Liberada por los ovarios, responsable
de la feminización de órganos
durante todo el desarrollo. Desde la
pubertad es la responsable de la
aparición de los caracteres sexuales
secundarios en mujeres y la
regulación del ciclo menstrual.
Progesterona Liberada por los ovarios, cuya
función se relaciona con el ciclo
menstrual, el embarazo y la
embriogénesis.

Figura 6.3. Eje hipotálamo-hipófisis-gónadas. En líneas azules


estimulación y en líneas rojas inhibición. GnRH= hormona
liberadora de gonadotropina; FSH=hormona foliculoestimulante;
LH=hormona luteinizante.

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hormona GnRH (hormona liberadora de gonadotropina) es
liberada por el hipotálamo, su función es estimular la
liberación de la hormona luteinizante (LH) y la hormona
foliculoestimulante (FSH) por la hipófisis. La LH estimula
la producción de hormonas por parte de los ovarios y
testículos, además ayuda en la ovulación; la FSH estimula
la producción de ovocitos en la mujer y de espermios en el
hombre (Barret, Barman, Boitano y Brooks, 2016).
Otras hormonas importantes en la regulación
reproductiva son la prolactina (PRL) que es liberada por la
hipófisis y que ayuda en la producción de leche tras el
parto; y la oxitocina, liberada por la hipófisis, cuya función
se relaciona con la conducta materna, ayuda a la secreción
de leche y estimula las contracciones durante el parto
(Barret, et al., 2016).
La activación de este eje hipotálamo-hipófisis-
gónadas da inicio a la pubertad y a todos los cambios
físicos, psicológicos y emocionales de este período. Los
efectos de las hormonas pueden observarse en muchas
regiones del organismo, incluyendo el cerebro, siendo esto
una explicación de la masculinización o feminización de
una persona.

Diferencias entre cerebros de hombres y mujeres

El dimorfismo sexual es una característica de


muchas especies animales, esto puede abarcar aspectos
externos y estructuras internas. Aquí nos centraremos en
las regiones cerebrales que poseen diferencias estructurales
y/o funcionales entre hombres y mujeres.

Corteza cerebral
La diferencia de tamaño del cerebro (12-20%) en

90
Amor, sexo y cerebro
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favor de los hombres, continua en la vida adulta. Sin
embargo, esto ocurre debido al mayor peso y estatura de
los hombres, por lo tanto, al compararlos con mujeres de
igual peso sus cerebros serán de tamaños similares (Zaidi,
2010).
En relación con la corteza cerebral se ha observado
una mayor densidad de neuronas en el cerebro de hombres
y una mayor densidad de conexiones neuronales en el
cerebro de mujeres (Parra, García, Ortiz, Pérez, Nájera,
Basurto, et al., 2009). Un estudio realizado en personas de
ambos sexos con edades entre 20 y 90 años mostró una
diferencia de 16% en favor de los hombres en el número de
neuronas neocorticales, con una disminución del 10% a lo
largo de la vida en ambos sexos. Regiones muy dimórficas
son el área de Broca, de Wernicke, corteza paralímbica
frontal y medial, con mayor densidad de sustancia gris en
los hombres (Zaidi, 2010). También las mujeres presentan
mayor grosor de la corteza cerebral en las regiones
temporal posterior y parietal inferior (Hsu, Leemans, Bai,
Lee, Tsai, Chiu, et al., 2008).

Figura 6.4 Regiones de la corteza cerebral sexualmente


dimórficas.

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Fernando Maureira Cid
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La corteza orbitofrontal está relacionada con el
control y expresión emocional, a través de vías sináptica
con la amígdala cerebral. Esta corteza presenta mayor
tamaño en las mujeres, lo que puede explicar el mayor
control de reacciones emocionales en dicho sexo (Zaidi,
2010).

Amígdala cerebral
En relación con estructuras subcorticales, la
amígdala cerebral presenta dimorfismo sexual, siendo de
mayor volumen y número de neuronas en el hombre
(Parra, et al., 2009). Recordemos que este conjunto de
núcleos se relaciona con los estados emocionales, sobre
todo el miedo y la irá, además de ayudar a memorizar
eventos con alta carga emocional. La amígdala es un centro
de integración de información olfativa, la cual representa
una herramienta importante en el deseo y actividad sexual.
En roedores, este conjunto de núcleos se relaciona con la
respuesta receptiva de la hembra a la cópula y con la
erección del pene en el macho (Kondo, Sachs y Sakuma,
1997).
Diversos estudios en mamíferos revelan que los
machos tienden a ser más agresivos que las hembras,
situación mediada por una mayor producción de
testosterona que afectaría a la amígdala cerebral (Kandel,
Schwartz y Jessel, 2001). Además, se ha observado una
mayor cantidad de receptores de arginina de vasopresina
(AVP) en la región posterodorsal de la amígdala (Parra, et
al., 2009), siendo la AVP una hormona secretada por la
hipófisis, cuya función se relaciona con el control de la
cantidad de agua en el cuerpo (razón por la que también es
llamada hormona antidiurética), con el apego del macho a
la pareja y con los niveles de agresividad (Insel, 1997).

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Figura 6.5 Amígdala cerebral y sus diversos núcleos (modificado


de Maureira, 2018).

Núcleos hipotalámicos
Otras regiones dimórficas muy importantes se
ubican en el hipotálamo, como el área preóptica (APO), la
cual se divide en cuatro zonas: a) núcleo preóptico medio,
que genera la sensación de sed; b) núcleo preóptico medial,
que genera la hormona liberadora de gonadotrofina y
regula los procesos de cópula, siendo el núcleo
sexualmente dimórfico; c) núcleo ventrolateral preóptico,
que se relaciona con el inicio del sueño; d) núcleo
paraventricular preóptico, contiene oxitocina y vasopresina
que los transportan a la hipófisis (Haines, 2014).
El núcleo preóptico medial está constituido por
cuatro grupos de neuronas: núcleos intersticiales del
hipotálamo anterior (NIHA) que van desde el 1 hasta el 4.
LeVay (1991) fue el primero en mostrar las diferencias de
NIHA-3 según sexo, con un tamaño dos veces mayor en
hombres que en mujeres. Esta diferencia es causada por la
testosterona alrededor de los 4 años, cuando disminuye
notablemente la cantidad de neuronas de este núcleo en las
mujeres (Zaidi, 2010). El núcleo preóptico medial controla
la atracción, cortejo y cópula en los machos (Phelps, 2010).

93
Fernando Maureira Cid
_______________________________________________

Figura 6.6 Núcleos hipotalámicos (modificado de Maureira,


2018).

El núcleo supraquiasmático también es diferente en


hombres y mujeres, con una forma más esférica en los
primeros y más alargada en las segundas. Su función es
regular los ciclos circadianos, estimulando la secreción de
melatonina por la glándula pineal (sustancia inductora del
sueño). También se le ha relacionado con las conductas
sexuales, a través de receptores de vasopresina que
aumentan la agresividad, monogamia y conducta parental
en roedores machos (Young, Murphy y Hammock, 2005).

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
El núcleo ventromedial presenta diferencias en la
cantidad de conexiones neuronales, aun siendo regiones de
igual tamaño en ambos sexos. La mayor cantidad de
sinapsis se presenta en los hombres, además que la
variedad de conexiones se modifica en las mujeres a través
del ciclo menstrual. Este núcleo se relaciona con la
receptividad sexual en roedores (Jorge-Rivera, 1998).
La stria terminalis es un conjunto de axones que
conectan el grupo central de núcleos de la amígdala con el
hipotálamo y el tálamo. La porción inicial de este tracto es
del doble de tamaño en el hombre. La lesión de esta región
en roedores altera los patrones de cópula o inhibe la excita-
ción sexual en machos. En humanos no está claro la fun-
ción de esta región (Jorge-Rivera, 1998).

Figura 6.7 En línea roja la stria terminalis (sacado de Maureira,


2018, pág. 86).

Cerebelo
Al igual que el cerebro, el cerebelo del hombre es de
mayor tamaño que el de la mujer, pero con relación al peso
y estatura, la situación es inversa (Zaidi, 2010). Recordemos
que esta región se relaciona con el control de la velocidad y

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Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
fuerza del movimiento, el equilibrio, la coordinación y el
aprendizaje motor, lo que podría explicar la mayor
habilidad de mujeres para aprender movimientos con altos
niveles de coordinación (Maureira, 2018).

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________

Capítulo 7
Homosexualidad e identidad de
género

La orientación sexual corresponde a una dirección


de sentimientos y conductas sexuales hacia alguien de sexo
opuesto (heterosexual), hacia el mismo sexo (homosexual)
o ambos (bisexual). En las últimas décadas se ha
investigado sobre las bases biológicas de las conductas
homosexuales, siendo una situación interesante el hecho de
enfocar este tema desde una perspectiva cerebral
disminuye el rechazo hacia estas personas (Fernández,
2009).
En 1952 se publicó la primera edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM), el cual catalogaba la homosexualidad como una
enfermedad mental. Las siguientes versiones la etiquetaban
como un trastorno mental, hasta el año 1994 en el DSM-IV
donde se eliminó definitivamente diagnóstico de la homo-
sexualidad, dejando de considerarse como un malestar.
En general se consideran las orientaciones sexuales
como todo o nada, sin embargo, estas parecen más un
continuo que categorías separadas. Kinsey, Pomeroy y
Martin (1948) y Kinsey, Pomeroy, Martin y Gebhard (1953)
fueron los primeros en sostener esta idea, creando una
escala de 0 a 6 (Tabla 7.1).
Sin embargo, la mayoría de los estudios sobre
orientación sexual los trata como categorías separadas,
comparando estructuras y funciones cerebrales entre los
tres grupos (heterosexuales, homosexuales y bisexuales).

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Fernando Maureira Cid
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Tabla 7.1 Continuo de la orientación sexual según Kinsey
(1948).

Rango Descripción
0 Completamente heterosexual
1 Principalmente heterosexual con algunos
contactos homosexuales
2 Primordialmente heterosexual con bastantes
contactos homosexuales
3 Bisexual
4 Primordialmente homosexual con bastantes
contactos heterosexuales
5 Principalmente homosexual con algunos
contactos heterosexuales
6 Completamente homosexual
X Asexual

Estudios de la homosexualidad en modelos


animales

Se han estudiado las conductas homosexuales de


machos en modelos mamíferos y aves, siendo la región del
hipotálamo el área más importante en la orientación y
conductas sexuales. En modelos de carneros machos con
orientación homosexual (que representan entre el 6-10%
del total de machos) presentan esta conducta durante todo
su ciclo vital, mostrando menor concentración de testos-
terona, estrógenos y estrona en sangre (Annicchiarico,
2009).
El comportamiento homosexual se ha observado
entre machos de ovejas, cabras, toros, bisontes, jirafas,
antílopes y ciervos, tanto en cautiverio como en libertad.

98
Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________

Figura 7.1 Algunas especies que presentan conductas


homosexuales. Cuadro superior izquierdo un carnero, cuadro
superior derecho un macaco japonés cuadro inferior izquierdo un
bonobo y cuadro inferior derecho un pingüino.

También se ha descrito que la monta intrasexual (monta


entre individuos del mismo sexo) se da en ambos sexos y
durante toda la vida del animal (Freitas, Lacuesta y
Ungerfeld, 2014).
Uno de nuestros parientes primates, lo macacos
japoneses, presentan un alto índice de bisexualidad, con
hembras que copulan habitualmente con otros individuos
de su mismo sexo, aún en presencia de machos. Estas
relaciones parecen tener un fin placentero, ya que
presentan una mayor cantidad de posturas y movimientos
que en cópulas con machos, siendo estas últimas

99
Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
frecuentes, pero con un fin más reproductivo (Vasey,
Foroud, Duckworth y Kovacovsky, 2006).
Un primate muy cercano a nosotros, el bonobo,
presenta frecuentes conductas homosexuales como parte
del establecimiento de vínculos sociales, para determinar
las jerarquías o como forma de superar peleas, sin
embargo, su actividad sexual como herramienta de placer y
reproducción, la realizan con individuos del sexo opuesto.
El 60% de la actividad sexual de las hembras es con una o
más hembras (Clay y de Waal, 2015; Clay y Zuberbühler,
2011). Otros mamíferos que presentan conductas homose-
xuales son los delfines, las hienas, los leones y los perros
(Bagemihl, 1999).
En relación con las aves, las hembras del pinzón
cebra que habita Asia y Australia, presentan cambios de
preferencia sexual cuando se aumenta artificialmente sus
niveles de estrógenos. También se observa masculinización
de hembras cuando el hábitat está compuesto solamente
por hembras (Annicchiarico, 2009).
Otras aves que presentan conductas homosexuales
son los patos, pingüinos, gaviotas y palomas. Incluso estas
conductas se observan en lagartijas e insectos como las
moscas y libélulas, con más de 450 especies con orientación
homosexual y bisexual (Bagemihl, 1999).

Diferencias cerebrales entre heterosexuales y


homosexuales

El estudio de LeVay (1991) fue el primero en


reportar que el núcleo intersticial del hipotálamo anterior 3
(NIHA-3) es mayor en hombres heterosexuales que en
mujeres, y en hombres homosexuales presenta un tamaño
similar a las mujeres. Inicialmente esto fue cuestionado ya

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
que varios individuos homosexuales padecían VIH y se
atribuyó las diferencias hipotalámicas a la enfermedad, sin
embargo, investigaciones posteriores encontraron resulta-
dos similares en sujetos homosexuales sanos.
El núcleo supraquiasmático también presenta
diferencias entre hombres heterosexuales y homosexuales,
siendo del doble de tamaño en estos los últimos
(Fernández, 2009).
La comisura anterior (parte del cuerpo calloso que
une ambos hemisferios cerebrales) es mayor en hombres
homosexuales que en heterosexuales, siendo incluso mayor
que en mujeres. Esto podría relacionarse con la menor
lateralización cerebral que presentan los homosexuales
(Fernández, 2009).

Figura 7.2. Regiones cerebrales que presentan diferencias entre


heterosexuales y homosexuales.

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Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
También se ha observado que la administración de
fluoxetina (un inhibidor de la recaptación de serotonina,
que se utiliza en tratamientos para la depresión) provoca
un aumento de consumo de glucosa en el giro hipocampal,
región parahipocampal y cíngulo anterior en hombres
heterosexuales. En cambio, se observó una disminución del
consumo de glucosa en el hipotálamo y aumento en la
corteza prefrontal y en porciones de la corteza cingulada en
homosexuales. Esto sugiere variaciones en los sistemas
moduladores difusos dopaminérgicos y serotoninérgicos
(Annicchiarico, 2009).
También se ha observado diferencias en la actividad
del área preóptica medial (APOM) de hombres hetero-
sexuales y homosexuales, frente a un derivado de la testos-
terona en el sudor masculino o un esteroide similar al
estradiol de la orina femenina. Los hombres homosexuales
y mujeres heterosexuales respondieron con mayor activa-
ción del APOM al ser expuestos al derivado de la
testosterona, en tanto, los hombres heterosexuales respon-
dieron más al esteroide similar al estradiol (Coria-Avila,
Triana-Del Río y Manzo, 2011).
Un estudio de Thienel, Heinrichs, Fischer, Ott, Born
y Hallschmid (2014) con 18 hombres heterosexuales y 19
homosexuales mostró que la oxitocina intranasal provocó
en los primeros una disminución en la confiabilidad para
rostros femeninos enojados, en cambio, en homosexuales
aumentó la percepción de atractivo para rostros
masculinos independiente de su expresión facial. Esto
muestra una mayor sensibilidad de hombres homosexuales
a la oxitocina.
Manzouri y Savic (2018) realizaron mediciones del
grosor de la corteza cerebral y conexiones funcionales a 40
hombres heterosexuales (HHe), 40 mujeres heterosexual

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Amor, sexo y cerebro
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(MHe), 30 hombres homosexual (HHo) y 30 mujeres
homosexuales (MHo), encontrando que la región prefrontal
mesial y precuneus es más gruesa en HHo que en HHe,
pero no mostró diferencias entre MHo y MHe. Los autores
concluyen que la orientación homosexual parece estar
asociada a una menor diferenciación de tractos de sustan-
cia blanca y una menor conectividad funcional. Estos
análisis sugieren que la homosexualidad de hombres y
mujeres no son análogas y se observan mayores diferencias
entre hombres heterosexuales y homosexuales.
Otro estudio mostró que el núcleo estriado ventral
(relacionado con el deseo sexual) en mujeres homosexuales
se activa de mayor forma frente a imágenes y videos
eróticos con estímulos femeninos, obteniendo resultados
similares entre heterosexuales y bisexuales. Estas últimas
presentan más activación a estímulos femeninos en áreas
de procesamiento sensorial y más activación a estímulos
masculinos en áreas de cognición social (Safron, Klimaj,
Sylva, Rosenthal, Li, Walter, et al., 2018).
Todas las diferencias neuroanatómicas observadas
entre hombres heterosexuales y homosexuales se atribuyen
a información genética y los efectos hormonales en
períodos prenatales (como la testosterona) que serían los
responsables de las diferencias anatómicas y de orientación
sexual (Savic, García-Falgueras y Swaab, 2010).

Factores genéticos de la homosexualidad

Bailey y Pillard (1991) describen la homosexualidad


como un rasgo familiar, ya que el 25% de hermanos
homosexuales también lo son, cifra que solo llega al 5% en
la población general. En el caso de las mujeres, el 15% de
hermanas lesbianas también lo son. Asimismo, se ha

103
Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
propuesto que la homosexualidad parece provenir de la
línea materna, en el cromosoma X que se hereda de la
madre (Fernández, 2009).
En hermanos gemelos homocigotos (gemelos idénti-
cos) cuando uno es homosexual, el otro lo es en 50-65% de
las veces. En mujeres lesbianas su gemela idéntica lo es en
un 40% de las veces (Fernández, 2009). Un estudio de
Hamer, Hu, Magnuson, Hu y Pattatucci (1993, citado en
Fernández, 2009) mostró que, entre 40 pares de hermanos
homosexuales 33 pares compartían una secuencia de 5
marcadores en la región Xq28 del cromosoma X, lo que
parece ser un marcador genético de la homosexualidad.

Transgénero

La identidad de género corresponde a la autoper-


cepción subjetiva que cada individuo tiene sobre su género,
pudiendo este coincidir con su sexo (cisgénero) o ser
diferente (transgénero). Por ejemplo, una persona puede
haber nacido mujer e identificarse como mujer, lo que la
hace cisgénero. Por otra parte, una persona puede haber
nacido hombre, pero identificarse como una mujer, lo que
la hace transgénero. Es importante no confundir sexo
(cromosomas y genitales al nacer), con género (caracte-
rísticas sociales relacionadas con ser hombre o mujer),
identidad de género (género que sientes) y atracción sexual
(quién te atrae). Una mujer puede ser transexual (de sexo
masculino al nacer que se siente mujer) y que se siente
atraída por hombres (transexual heterosexual), por mujeres
(transexual homosexual) o ambos (transexual bisexual). En
la figura 7.3 se resumen estas categorías.
Algunas subclasificaciones del término transgénero
son androginia, género no-binario, género fluido y

104
Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________

Figura 7.3 Sexo, género y orientación sexual en personas cis y


trans.

transexualidad.
La androginia corresponde a personas cuya identi-
dad es una mezcla en distintos grados entre masculino y
femenino. El género no-binario o genderqueer corresponde
a individuos que no se sienten representados totalmente
por los géneros masculino o femenino. Estos pueden ser: a)
bi-géneros, una mezcla de ambos géneros; b) tercer género,
ni masculino ni femenino; c) agénero, ninguna

105
Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
identificación con algún género; d) pangénero, una mezcla
de todos los géneros.
El género fluido hace referencia a los individuos que
cambian su identidad de género según el contexto y
entorno. La transexualidad corresponde a los individuos
que no concuerda su género con su genotipo y fenotipo.
Generalmente estas personas se someten a tratamientos
hormonales y cirugías para reasignar su sexo.
Es posible que existan muchos otros tipos de
transgéneros, pero no es nuestra finalidad hacer una
clasificación exhaustiva, sino mostrar en términos
generales la gran variabilidad en identidad de género.

Neuroanatomía de la transexualidad

En el ámbito de la identidad de género existe pocas


investigaciones que se aboquen al estudio de características
cerebrales que puedan dar luces sobre este tema.
Recordemos que la orientación sexual es diferente a la
identidad de género, por ejemplo, personas transgéneros
son homosexuales o bisexuales en un 50%, muy por sobre
cisgéneros con un 10% (Drummond et al. 2008 y Rowniak y
Chesla 2013, citados en Manzouri y Savic, 2019).
Zhou, Hofman, Gooren y Swaab (1995) fueron los
primeros en describir que la región basal de la stria
terminalis (un área relacionada con el comportamiento
sexual) es mayor en hombres heterosexuales que en
mujeres heterosexuales, y que en mujeres transexuales está
región presentaba el tamaño de una mujer heterosexual.
Esta situación no fue influenciada por hormonas en la
etapa adulta y fue independiente de la orientación sexual.
Los autores concluyen que una estructura cerebral
femenina en transexuales genéticamente masculinos

106
Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
respalda la hipótesis que la identidad de género está
influenciada por las hormonas sexuales prenatales.

Figura 7.4 La región anterior de la stria terminalis presenta


dimorfismo entre hombres heterosexuales y mujeres transexuales.

Case, Brang, Landazuri, Viswanathan y


Ramachandran (2017) plantean que las personas
transgéneros poseen una incongruencia entre sus rasgos
físicos y la representación de su imagen corporal en la
región de la corteza somatosensorial. Utilizando magneto-
encefalografía registraron la actividad cerebral durante la
estimulación somatosensorial del seno y la mano izquierda
en personas transgéneros pre-cirugía de mujer a hombre y
en mujeres cisgéneros. La estimulación de la mano no
mostró diferencias en la activación de la corteza somato-
sensorial derecha correspondiente a la mano en ambos
grupos. La estimulación del seno mostró menor activación
en la corteza somatosensorial correspondiente al tórax en
hombres transgénero. También encontraron menor
conectividad en la sustancia blanca de la ínsula anterior y

107
Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
el polo temporal en este grupo. Los resultados ayudan a
relacionar el transgénero con diferencias en la represen-
tación neural del cuerpo y alteraciones en la conectividad
de la sustancia blanca.

Figura 7.5 Diferencias en conexiones funcionales de controles


(cisgéneros heterosexuales y homosexuales) y transgéneros. En
azul se muestran las diferencias con controles masculinos y en
rojo con controles femeninos (modificado de Manzouri y Savic,
2019)

Un trabajo de Manzouri y Savic (2019) evaluó el


grosor de la corteza cerebral y volúmenes de estructuras
subcorticales en 27 mujeres transgénero (MTrans), 40
hombres transgéneros (HTrans), 40 hombres y 40 mujeres
cisgénero heterosexuales (HH y MH, respectivamente) y 30

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Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________
hombres y 30 mujeres cisgénero homosexuales. Los
resultados muestran que la homosexualidad se relaciona
con el dimorfismo sexual cerebral, en cambio la identidad
de género se corresponde con redes cerebrales que
procesan la percepción del propio cuerpo. Los hombres y
las mujeres transgénero mostraron mayor grosor y una
menor cantidad de conexiones estructurales y funcionales
en la corteza cingulada-precuneus anterior y occipitoparie-
tal derecha, regiones relacionadas con la percepción del
propio cuerpo y del yo.

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Fernando Maureira Cid
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Amor, sexo y cerebro
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Conclusión

Las conductas como el amor romántico y la fidelidad


poseen una clara base neurobiológica, en donde los
neurotransmisores como la dopamina, norepinefrina,
serotonina y los neuropéptidos oxitocina y arginina de
vasopresina se conjugan para generar la experiencia del
amor de pareja. Gracias a los adelantos en técnicas de
neuroimagen, biología molecular y genética, es posible
determinar las regiones y circuitos cerebrales involucrados
en la monogamia y la fidelidad, además de entregarnos las
bases genéticas que abren las puertas para entender las
conductas de un tipo u otro.
Por su parte, el deseo sexual surge evolutivamente
como una herramienta para la reproducción y la
perpetuación de la especie, con muchas regiones cerebrales
que se sobreponen al amor romántico, pero con otras
completamente independientes. La orientación sexual da
cuenta del sexo de la persona de ese deseo, los
heterosexuales hacia personas del sexo opuesto, los
homosexuales hacia personas de su mismo sexo y los
bisexuales hacia ambos sexos. Los estudios recientes dan
cuenta de fundamentos biológicos en estas orientaciones
(aunque tal vez no son los únicos) expresadas en dimorfis-
mos en diversas estructuras cerebrales relacionadas con el
sexo.
Un tema que ha ganado espacio rápidamente en las
últimas décadas es la identidad de género, que al menos
desde el punto de vista biológico, parece tener bases
cerebrales relacionadas con regiones que procesan
información que permiten la representación del cuerpo y
del yo.

111
Fernando Maureira Cid
_______________________________________________
Si bien aún nos encontramos lejos de poder explicar
a cabalidad todo el complejo proceso del amor y atracción
sexual, la biología ha dado pasos inmensos para esclarecer
dichos fenómenos, y creemos que es solo mediante la
neurociencia que es posible dar respuesta a los fenómenos
de conductas y relaciones sociales que establecemos como
sistemas vivos.
Esperamos que los conocimientos entregados por
futuras investigaciones puedan ser utilizadas en el ámbito
humano, como una forma de ayudar a comprender y
mejorar las relaciones de parejas, de la misma forma que
pueden ayudarnos a mejorar nuestra concepción y práctica
familiar.

112
Amor, sexo y cerebro
_______________________________________________

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