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La energía nuclear es una fuente de energía limpia, segura, fiable y competitiva.

Es la única
fuente de energía que puede sustituir una parte significativa de los combustibles fósiles
(carbón, petróleo y gas) que contaminan masivamente la atmósfera y contribuyen en el
efecto invernadero.
-1. Potencia y producción continua: Las centrales nucleares producen gran cantidad de
electricidad de modo casi constante. Sucede que la electricidad no se puede embotellar,
como el agua, y como consecuencia es necesario mantener todo el tiempo la producción
ajustada al consumo, que es variable. Para conseguir esto son necesarias centrales de
diferentes tipos que puedan conectarse y desconectarse en los momentos oportunos y que
sean complementarias.

Un ejemplo: durante el día hay energía solar, pero no durante la noche; en momentos
ventosos hay producción eólica, pero no en tiempos de calma; las centrales hidroeléctricas
pueden reducir su producción cuando hay sequía, y la producción de las térmicas tiene que
ajustarse a los precios del carbón, el gas natural y el fuel oil, y pronto a las emisiones de
dióxido de carbono. La continua producción de las nucleares simplifica el proceso.

-2. Combustible: A diferencia de los derivados del petróleo, el mineral de uranio (principal
combustible de las centrales actuales) es abundante y está disperso en diferentes áreas del
planeta. En 2006 se produjeron casi 40.000 toneladas de mineral, y los principales
productores son Canadá y Australia (casi el 45% del total), seguidos de Kazajstán, Níger,
Rusia y Namibia.

Se estima que con el reprocesamiento del combustible usado las reservas existentes son
suficientes para miles de años de uso, sin contar con nuevas técnicas de extracción.
Además, nuevos diseños de plantas de producción, como los reactores 'rápidos', son
capaces de utilizar como combustible los subproductos reprocesados del combustible
usado, por ejemplo el plutonio. Aunque no existen aún reactores comerciales que utilicen
este tipo de combustible sí que se han construido experimentales, por lo que parece viable
reutilizar varias veces el material radiactivo ampliando así las reservas disponibles.

-3. Contaminación: Las centrales nucleares producen como desechos de su operación


residuos nucleares altamente radiactivos, y por tanto extremadamente peligrosos, que
deben ser almacenados cuidadosamente durante muchos años (incluso miles de años).
Frente a este claro inconveniente los desechos de las centrales nucleares tienen una
ventaja: son muy reducidos en volumen y por lo tanto muy sencillos de controlar. Sobre todo
en comparación con los contaminantes emitidos por alternativas como las térmicas, cuyas
masivas emisiones de megatoneladas anuales de CO2 contribuyen significativamente al
Cambio Climático al dispersarse en la atmósfera.

Todos los métodos de producción de energía producen contaminación, desde los destrozos
ecológicos muy localizados de las presas y embalses a las emisiones de CO2 y productos
de combustión de las térmicas o al impacto auditivo y paisajístico de los molinos eólicos.
En comparación, los residuos nucleares son sencillos de gestionar de modo que no causen
daños al medio ambiente; está muy avanzada la creación de almacenamientos seguros a
largo plazo en depósitos geológicamente estables, que se ha visto demorada por
cuestiones políticas. Según crece la necesidad de reducir las emisiones de CO2 las
alternativas capaces de generar electricidad sin emitirlo se hacen más valiosas. La relación
potencia/contaminantes de las nucleares es inigualable por ningún sistema actual de
producción eléctrica.

-4. Seguridad: Ningún sistema fabricado por los humanos es 100% seguro. A pesar de lo
cual hay industrias más seguras que otras. La historia de la industria de producción de
energía eléctrica con plantas de fisión demuestra un muy elevado grado de seguridad, sobre
todo en Occidente. En el mundo hay 440 plantas nucleares en actividad y más de 115
desactivadas tras acabar su vida operativa (sin contar centenares de plantas
experimentales), y las primeras empezaron a funcionar en los años 50. Sin embargo sólo
hay registrados una treintena de accidentes graves, de los cuales situaciones de liberación
de radiactividad al ambiente y/o graves daños a la población ha habido dos: Three Mile
Island y el desastre de Chernobyl.

En 1979 la central estadounidense de Three Mile Island sufrió una fusión parcial del núcleo
del reactor 2, que al complicarse con errores de diseño y operación provocó la emisión de
una cierta cantidad de radiactividad al ambiente. En 1986 la planta soviética (hoy ucraniana)
de Chernobyl sufrió el peor accidente de la historia, al provocarse una fusión del núcleo e
incendio del reactor 4 que emitió una masiva columna de humo altamente radiactivo. Este
humo contaminó una buena parte de Bielorrusia y Ucrania, y afectó a media Europa,
causando centenares de muertes directas y miles de indirectas (estimadas). Este resultado
se debió a una imprudente decisión de diseño tomada por la ingeniería nuclear soviética: la
ausencia de edificio de contención, con el fin de abaratar la construcción.

Hoy no se construyen reactores sin edificio de contención, y las plantas que no los tienen
están siendo desguazadas. Las cifras, pues, demuestran que en medio siglo de operación
casi 500 plantas nucleares han resultado muy seguras. Y la seguridad es mayor en los
diseños más actuales y futuros, como veremos.

-5. Nuevos diseños: La mayoría de los diseños de plantas actuales provienen de los años 70
e incluso antes: su tecnología es compleja, y hacen poco uso de la informatización y de los
nuevos materiales desarrollados posteriormente. Existen nuevos diseños de plantas
nucleares de producción de electricidad que son más seguras, menos complejas y menos
contaminantes que las actuales. Un ejemplo es el diseño 'Pebble Bed' (lecho de bolas), en el
que la fusión de núcleo es imposible, y además simplifica los sistemas de refrigeración
haciendo los fallos menos probables.

Su mayor temperatura de operación hace que la producción de electricidad sea más eficaz,
los residuos son más sencillos de manejar y el sistema dificulta la proliferación nuclear al
complicar el reciclado de residuos para fabricar armas nucleares. Por último los reactores
de lecho de bolas pueden ser mucho más pequeños y económicos de construcción que los
actuales. Existen varios reactores experimentales de este tipo, aunque todavía no hay
modelos de producción.

Se trabaja en otros diseños teóricos de plantas nucleares de fisión (la llamada Generación
IV) que comparten estas características de economía, simplicidad y seguridad inherente,
aunque no se espera que entren en funcionamiento hasta la década de 2030.

Las energías renovables y la eficiencia energética tendrán que jugar un importante papel a la
hora de asegurar los objetivos de independencia estratégica y reducción del daño
medioambiental global. Pero la electricidad de origen nuclear puede, desde el estricto punto
de vista de la ingeniería, ayudar mucho a cubrir estas necesidades.

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