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industrial colombiano.
Resumen
La presente ponencia busca exponer la importancia que tuvo la Primera Guerra Mundial como
evento coyuntural que favoreció a la economía colombiana, más específicamente al desarrollo de
la industria nacional. Se inicia realizando una contextualización que parte del señalamiento de los
antecedentes generales e inicios del proceso de industrialización en Colombia, cuyos orígenes se
remontan a la segunda mitad del siglo XIX; luego se analizan los principales auges comerciales
que caracterizaron la historia económica colombiana del siglo XIX, aterrizando en la
consolidación del café como principal producto de exportación internacional, y que dio paso al
establecimiento de una economía comercial basada en el monocultivo; para luego centrarnos en
el impacto generado por este conflicto bélico en el crecimiento de la industria colombiana.
En este sentido, es importante aclarar que la Primera Guerra Mundial no dio lugar al nacimiento
de la industrialización en Colombia, ni determinó su progreso; en cambio, sirvió para impulsar el
crecimiento que esta llevaba décadas previas al inicio de la contienda, y por consiguiente,
acelerar su ritmo de afianzamiento. Es este el principal aporte que realizó la “Gran Guerra” a
dicho sector de la economía nacional, al ocasionar una coyuntura externa de tipo político-
económica que repercutió positivamente en un proceso interno que venía llevándose a cabo desde
finales del siglo XIX en forma lenta pero continua: el desarrollo de la industria. A su vez,
permitirá reconocer la influencia que dicho suceso histórico (comúnmente no asociado de forma
directa a Colombia) tuvo en la historia de nuestro país.
Introducción
La historia económica colombiana del siglo XIX refleja los constantes escollos que los diferentes
gobiernos nacionales debieron afrontar y superar para lograr estabilizar la economía nacional, sin
tener éxito. Rica en ensayos, errores, auges y crisis, la tendencia constante que se puede observar
en ella es la de un desarrollo económico rudimentario, una serie de relaciones comerciales de
carácter inestable, frágil y efímero, así como unas prácticas político-económicas desacertadas que
en su conjunto no generaron beneficios a largo plazo, que permitieran la modernización del país.
A finales del siglo XIX, y gracias a la política de intervencionismo estatal, implementada desde el
inicio de la llamada regeneración, empezaron a aparecer las primeras industrias manufactureras,
cuya orientación se guiaba por la vocación laboral artesanal que se desarrolló desde tiempos de la
Colonia e inicios del período republicano: textiles, loza, cervezas, maquinaria liviana, cerillos,
alfarería, cerámica y vidriería. Estas industrias de raigambre local sobrevivieron a la transición de
siglo, caracterizado por guerras civiles, incluyendo la más violenta y desoladora: la Guerra de los
Mil Días, ya que respondieron a una demanda interna que se mantuvo constante; asimismo, la
materia prima que utilizaban era totalmente nacional. 1 A partir de allí se vislumbró la posibilidad
de generar a futuro una industria desarrollada propia.
El gobierno del general Rafael Reyes (1904 – 1909), además de traer la estabilidad política al
país, generó condiciones favorables al crecimiento de la incipiente industria colombiana. Durante
su mandato estableció medidas arancelarias hacia las importaciones, realizó subvenciones
directas, otorgó subsidios a los empresarios, e implantó el monopolio fiscal sobre la renta al
comercio de cigarros y fósforos. Asimismo, impulsó el mejoramiento y desarrollo de la malla
vial, facilitando el comercio agrícola regional.2 Comparativamente hacia 1900, el número de
industrias nacionales era aún muy reducido: 12 fábricas en Bogotá, 10 en Antioquia, 1 en
Boyacá, 1 en el Valle y 1 en Bolívar, así como múltiples industrias artesanales de textiles y
tabaco ubicadas en Santander. Luego de doce años, las políticas emprendidas por Reyes ya daban
resultados: se puede observar un aumento cuantitativo y cualitativo de industrias, pues se
incorporaron al mercado nuevos bienes de consumo directo cotidiano; igualmente en sectores que
décadas atrás estaban limitados a la producción casera, se inició un firme proceso de
industrialización. Para 1916 existían 13 fábricas en Bogotá, más de 25 en Antioquia, 10 en
Atlántico y 8 en Bolívar, así como nuevos establecimientos surgidos en regiones donde no se
había dado este fenómeno anteriormente.3
1
Instituto Colombiano de Cultura, Manual de historia de Colombia, Tomo III (Bogotá: I.C.C., 1980) 22.
2
Edilma Sarmiento Sánchez, Influencias de la Primera Guerra Mundial en el desarrollo de la Industria en
Colombia. 1914 – 1918 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1983) 12.
3
Instituto Colombiano de Cultura, óp. cit., 23.
Un elemento clave que contribuyó al crecimiento de las primeras industrias colombianas fue el
empleo de mano de obra asalariada proveniente de las zonas rurales. Durante la segunda mitad
del siglo XIX se dio la aparición de una gran cantidad de haciendas, que lograron expandirse
mediante la ocupación de terrenos baldíos, desarrollando grandes unidades productivas
autónomas, sustentadas en la ganadería extensiva y la explotación de la tierra. Para lograr ello,
los terratenientes recurrieron al peonaje y la aparcería, que les permitieron retener una fuerza de
trabajo campesina, remunerada con salarios ínfimos y pagos en especie. Esto permitió su
consolidación como sistema económico rural predominante.
A finales de la centuria se dieron dos eventos coyunturales que sirvieron para restarle fuerza a las
grandes haciendas. Durante el largo proceso de colonización hacia el occidente del país, muchos
terratenientes se apoderaron tanto de tierras baldías como ya ocupadas por pequeños campesinos,
para emplearlas en labores pecuarias; dicha expropiación masiva produjo un desplazamiento de
estos colonos a los centros urbanos. Por otro lado, la Guerra de los Mil Días devaluó el papel
moneda, lo que le impidió a los hacendados seguir manteniendo reducidos los salarios reales.
Desde inicios del siglo XX el paulatino crecimiento de las industrias existentes, ubicadas en las
principales ciudades, solicitó un mayor número de trabajadores. Esta demanda por mano de obra
fue satisfecha gracias a los emigrantes campesinos desposeídos quienes se desplazaron a las
urbes, atraídos por la oferta de bienes y servicios que estas concentraban. Buena parte de ellos se
emplearon en las fábricas, a pesar de los bajos sueldos recibidos allí. Tales factores coadyuvaron
tanto al crecimiento demográfico y espacial de las principales ciudades en el país, como al
desarrollo de la industria urbana.4
4
Mariano Arango, Café e industria. 1850 – 1930 (Bogotá: Carlos Valencia, 1977) 97, 102 – 103.
Antecedentes: los ciclos económicos del siglo XIX
Uno de los productos más relevantes para el comercio exterior colombiano fue el tabaco, cuyo
ciclo duró treinta años (1845 – 1875). Es importante aclarar que, si bien las ganancias producidas
fueron altas, en realidad su auge no contribuyó en forma alguna al desarrollo económico e
industrial. Ello se debe a que la producción tabacalera se concentró en manos de unos pocos
terratenientes, los cuales eran propietarios de grandes extensiones de tierra que fueron destinadas
a su cultivo. Este período de la historia nacional, caracterizado por una política económica de tipo
librecambista, en donde el monopolio del tabaco había pasado del Estado a manos de
particulares, para terminar autorizándose su libre producción; y el aumento en la participación
por los ingresos de renta fue posible gracias a la expansión de tierras cultivadas, así como a la
intensificación en su explotación, benefició a estos hacendatarios, ocasionando una redistribución
de los réditos en bajos salarios a los trabajadores y una distribución de las ganancias dirigida en
su gran mayoría a la importación de bienes suntuarios y productos manufacturados, lo que
representó la ruina para ciertos sectores de la rudimentaria industria artesanal colombiana. 5 Si
bien promovió la navegación a vapor por el río Magdalena, el cultivo del tabaco no fomentó el
desarrollo en las comunicaciones, ya que el transporte fluvial fue destinado exclusivamente a las
exportaciones y, debido a que su cultivo se realizaba cerca a los puertos, no fue necesaria la
construcción de carreteras ni de vías ferroviarias, lo cual impidió el establecimiento de una
integración comercial con las regiones de tierra fría. Esto favoreció la consiguiente ausencia de
diversificación en las exportaciones, lo que dirigió la dependencia económica nacional hacia este
producto y a otros de menor importancia cultivados en tierra caliente.6
5
William Paul Mc. Greevey, Historia económica de Colombia: 1845 – 1930 (Bogotá: Tercer Mundo, 1988) 232 -
233.
6
Ibídem, 240.
Luego de este ciclo, las exportaciones nacionales de tabaco presentaron un repunte hacia la
década de 1880, sin embargo se dio una sobreoferta mundial del producto, debido a la producción
en el sureste asiático, lo que llevó a una caída de precios. Igualmente, la Guerra de los Mil Días y
la Primera Guerra Mundial frenaron unas breves recuperaciones, y aunque el país no lo dejó de
exportar, esto representó el final del auge comercial.7
Otro ciclo económico fue el dominio colombiano en el mercado internacional de la quina (1850 –
1882) el cual tuvo una duración limitada, principalmente porque los sistemas de cultivo y
recolección eran de carácter destructivo, contribuyendo al temprano agotamiento del suelo. En
consecuencia, fue necesario trasladar continuamente las fronteras de explotación, para lograr
responder a la creciente demanda externa. Dichos desplazamientos dieron lugar a movimientos
especulativos locales de corta duración, cuyas ganancias beneficiaron a los terratenientes y
activaron el comercio, pero no contribuyeron al desarrollo económico e industrial de las
regiones.8
Colombia tuvo otros auges comerciales fugaces con el añil, el algodón, la exportación de ganado
hacia Cuba (segunda mitad del siglo XIX), la fabricación de sombreros de paja y la explotación
del árbol de caucho (hasta inicios de la Primera Guerra Mundial). Sin embargo, hubo dos factores
que en una u otra forma determinaron la decadencia para la mayoría de ellos. Por un lado, estos
productos se cultivaban y extraían en forma rudimentaria o inadecuada, lo que influyó en su baja
calidad. Esto fue el reflejo de una ausencia en iniciativas capaces de modernizar su producción,
las cuales pudieron haber generado las condiciones necesarias para mantener los niveles de
exportación altos. De otro lado la competencia internacional, principalmente por parte de las
colonias holandesas del sureste asiático, ocasionaron una sobreoferta que acaparó el mercado
europeo y arrebató la preeminencia comercial al país. Asimismo, en cada caso se presentó una
serie de eventos político–económicos coyunturales a nivel externo, que contribuyeron a estos
fracasos.
En resumen, la característica común a todos los ciclos mencionados es que ellos respondieron a
demandas comerciales inmediatas y transitorias. Una vez las condiciones del mercado
7
José Antonio Ocampo, Colombia y la economía mundial: 1830 – 1910 (Santafé de Bogotá: Tercer Mundo, 1998)
221.
8
Ibídem, 274.
internacional cambiaron en detrimento de la producción local, esta decayó hasta llegar a su
culminación, ya que no tuvo la capacidad de responder ni adaptarse apropiadamente a aquellas.
Desde mediados de 1800, el cultivo del café inició su difusión desde Santander y Norte
Santander. En la segunda mitad de siglo, este pasó a producirse en el Tolima y la zona occidental
de Cundinamarca. Para fines de la centuria, Santander y Cundinamarca concentraban el mayor
porcentaje de la producción, no obstante, las áreas de colonización antioqueña fueron
desplazando el centro de gravedad de la economía cafetera hacia ellas. Para inicios de la Primera
Guerra Mundial, esta era la región con uno de los más altos niveles de exportación del grano.
9
Mc. Greevey, óp. cit., 200 – 201.
10
Sarmiento, óp. cit., 13 – 14.
El caso de Antioquia requiere una mención especial, ya que en esta región la economía cafetera
permitió el despegue de la industria manufacturera. En efecto, al reunir un alto porcentaje del
cultivo del grano, las ganancias producidas por su exportación beneficiaron en mayor parte a esta
región. Gracias a ello, se incrementó la demanda por bienes importados y domésticos, surgiendo
la necesidad de producir algunos de ellos a nivel local; tal fue el caso de los textiles, cuyo costo
de transporte hacia el país era elevado, lo que dirigió las ganancias producto del café hacia la
creación de las primeras fábricas textileras del país, que se vieron beneficiadas por el capital
aportado desde el sector exportador, así como por los aranceles proteccionistas establecidos por
el gobierno nacional. Desde la primera década del siglo XX surgieron las primeras industrias de
este tipo, poco después de que se diera la expansión en las exportaciones cafeteras antioqueñas. 11
El desarrollo de una economía internacional basada en la producción y comercio del café,
permitió un aumento exponencial en las exportaciones que no se había registrado anteriormente
en la historia colombiana con ningún otro producto. Para 1915, el cultivo del café abarcaba el
9,3% del total de áreas cultivadas, y su exportación representaba más de la cuarta parte en los
ingresos comerciales nacionales. A inicios de 1900 el café representaba el 40 % de todas las
exportaciones colombianas, mientras que para 1920 alcanzaba casi el 70%. 12 Las entradas
generadas por este cultivo, sirvieron para impulsar el desarrollo económico e industrial
colombiano.
El aporte de la minería
La minería es tal vez la actividad económica de exportación más antigua en la historia del país. Si
bien durante el período de la Colonia representó una de las fuentes de ingresos más significativas,
durante el siglo XIX la producción minera presentó un estancamiento en comparación con épocas
precedentes. A nivel nacional, la exportación de metales preciosos no benefició el desarrollo
económico, ya que la mayoría de minas fueron explotadas por inversionistas extranjeros, lo que
dio lugar a una fuga de capitales hacia el exterior. No obstante en la región de Antioquia, la
minería permitió obtener ganancias del comercio internacional, ya que en ella se presentó una
mayor inversión económica de origen local, así como la proliferación de pequeñas y medianas
empresas. Los gobiernos regionales e inversionistas privados destinaron buena parte de las
ganancias al fomento de la industria, lo cual generó importantes transformaciones económicas;
11
Mc. Greevey, óp. cit., 203, 204.
12
Instituto Colombiano de Cultura, óp. cit., 26, 31.
por consiguiente, los antioqueños se convirtieron en pioneros del proceso de modernización en
Colombia.13
La Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) generó efectos negativos en el comercio exterior con
los países europeos, de los cuales se importaba la gran mayoría de productos manufacturados.
Antes de iniciarse el conflicto bélico, la distribución de importaciones realizadas por Colombia
en Europa era la siguiente: de Gran Bretaña importaba el 33% de productos y mercancías; de
Alemania el 13, 36%; y de Francia el 6,49%. En suma esto representa el 52, 9% del total en
importaciones. Es interesante observar que para la preguerra, los Estados Unidos ya tenían una
amplia participación en el comercio externo colombiano, al aportar el 32.78% de las
importaciones nacionales. Esto contrasta con la cifras sobre este mismo sector en 1915: Gran
Bretaña disminuyó sus exportaciones manufactureras al 29,97% y Francia al 2,76%. Alemania
suspendió su comercio en ultramar debido la guerra, siendo desplazado por los Estados Unidos,
13
Ocampo, óp. cit., 359.
14
Mc. Greevey, óp. cit., 206 – 208, 210.
que aumentaron sus exportaciones hacia Colombia, llegando al 55,59% del total. De igual
manera, la guerra paralizó las proyecciones de inversión estatal que se buscaban concretar con los
países europeos por medio de empréstitos destinados a obras de infraestructura vial y
financiamiento bancario, oportunidad aprovechada por el capital norteamericano, gracias al cual
las relaciones comerciales con Colombia se afianzaron.15
15
Sarmiento, óp. cit., 82.
16
Luis Ospina Vásquez, Industria y Protección en Colombia: 1810 – 1930 (Medellín: FAES, 1987) 382, 393.
17
Datos tomados de Colombia. Órgano mensual de la Contraloría General de la República Nos. 8 y 9 (agosto –
septiembre, 1944): 176.
1916 33.219.431 36.006.821 69.226.252
1917 27.721.354 36.739.882 64.461.236
1918 24.396.062 37.443.990 61.840.052
Las condiciones económicas internacionales ocasionadas por la Gran Guerra, sirvieron para
estimular el crecimiento industrial en el país. Efectivamente, hacia 1910 las estadísticas
registraron la existencia de 289 establecimientos fabriles. Para 1920, esta cifra había ascendido a
442. No cabe duda de que la coyuntura de guerra redujo ostensiblemente la capacidad comercial
en los países industriales. Esta situación, junto con la política aduanera proteccionista adoptada
por Colombia, apuntalaron la necesidad de crear y tener industrias propias. 18 No obstante, este
suceso también tuvo efectos negativos sobre la banca nacional.
18
Bernardo Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia: 1914 – 1936 (Bogotá: Banco
Popular, 1984) 40 – 43.
19
Gerd Hardach, La Primera Guerra Mundial, 1914 – 1918 (Barcelona: Crítica, 1986) 19.
En esas circunstancias, el Estado tuvo que adoptar una política fiscalista y proteccionista a la vez.
Por una parte, la mayoría de los aranceles aduaneros se aplicaron a las mercancías de amplio
consumo entre las clases populares, mientras que a las materias primas y bienes de producción se
asignaron derechos bajos o nulos sobre su importación. Así, la carga tributaria recayó sobre las
clases trabajadoras, liberando de esta al sector comercial empresarial, que acumuló el capital
producto del comercio interno y externo. 20
Dichas ventajas permitieron el surgimiento y
expansión de una burguesía industrial, la cual aprovechó dicho capital comercial que, aunque
reducido por el conflicto, sirvió para fortalecer el desarrollo de la industria doméstica.21
Las industrias colombianas tuvieron ventajas comerciales importantes. Por una parte, se contaba
con mano de obra relativamente barata en las ciudades, lo que posibilitó la producción a mayor
escala de artículos de consumo masivo. Por otro lado, las mercancías importadas tenían un costo
mayor a causa del elevado impuesto por su transporte; esto incrementaba el precio final de los
productos. Los cultivadores de café, pequeños campesinos asalariados y migrantes a las
principales ciudades también aportaron al fomento industrial, porque sus reducidos ingresos solo
les permitía adquirir productos manufacturados en el país, ya que estos eran de bajo costo La
coyuntura generada por la guerra fue propicia para que políticos colombianos como Gabriel Ortiz
Wiliamson presentaran proyectos de reforma constitucional que buscaban garantizar la libertad
de exportación nacional:
Si esto es así, tratándose del arancel de Aduanas para la importación, con tanto
mayores razones debe serlo el consagrar la libertad de exportación, lo que no es en
suma sino una forma de proteccionismo sabia y previsora.22
20
Tovar, óp. cit., 56 - 58.
21
Sarmiento Sánchez, óp. cit., 23.
22
Gabriel Ortiz Williamson, “Libertad de exportación”, en Primer Congreso de Mejoras Nacionales (Bogotá:
Imprenta Nacional, 1917) 199.
Había un consenso en la clase política sobre los beneficios que al desarrollo económico
colombiano traían, tanto el proteccionismo a la producción nacional, como el intervencionismo
estatal hacia las importaciones extranjeras, ya que estas impulsaban el crecimiento de las
industrias domésticas:
En marzo de 1915 la guerra marítima entró en una nueva fase, cuando Gran Bretaña anunció el
bloqueo ilimitado a todo tipo de embarcaciones que procedieran o se dirigieran hacia las
Potencias Centrales, así como al comercio internacional efectuado por estos países en puertos de
naciones neutrales.24 Dicha política creó mayores dificultades a la economía colombiana, ya que
estrechó aún más el mercado externo para las exportaciones. Aun así, el país encontró alivio
temporal durante 1915 y 1916, ya que se dio una mayor apertura al comercio con los Estados
Unidos, lo que elevó el nivel de ingresos fiscales; pero esta situación cambió desde abril de 1917,
cuando Estados Unidos entró a la guerra. Tal decisión afectó directamente al erario público
colombiano, al disminuir las entradas por comercio internacional, lo que se evidenció en el
descenso de las importaciones.25 Desde mayo de ese año, dicho país norteamericano adoptó el
sistema de bloqueos ilimitados hacia las Potencias Centrales y las naciones neutrales aledañas,
realizando concesiones en lo relacionado al comercio entre Suramérica y los países europeos, ya
que velaba por sus intereses en esta zona de Hispanoamérica. Esto indica que el comercio
exterior colombiano no tuvo los canales totalmente cerrados al viejo continente ni a Norteamérica
y se siguió manteniendo, obviamente más disminuido; por otro lado, la demanda europea de
materias primas y alimentos se orientó hacia Estados Unidos y Canadá, debido a la escasez de
transporte y a la relativa cercanía de estas naciones vía el Atlántico Norte.26 Por supuesto, la caída
en los precios del café y el redireccionamiento en las importaciones europeas de materias primas
y productos de consumo básico, generaron menos ingresos en la banca pública, por lo cual el
23
Ibídem, 201.
24
Hardach, óp. cit., 28 – 29.
25
Tovar, óp. cit., 60.
26
Hardach, óp.cit., 38, 299 – 301.
desarrollo en obras públicas disminuyó su ritmo, debido a la escasez de fondos. Algunos políticos
eran conscientes de la situación y criticaron el estado de la economía colombiana:
Fue en este período de conflicto cuando el gobierno colombiano decidió adoptar el sistema de
tributación interna, creando el impuesto directo a la renta -tal vez el más importante de ese
entonces-, así como a artículos suntuarios importados y algunos productos nacionales. Dicho
desplazamiento axial en el sistema fiscal buscaba paliar en alguna forma esta carestía de recursos,
así como reestructurar la economía interna, al crear una fuente alterna y segura de ingresos
estatales que le permitiera adelantar las labores de progreso. Con todo esto, la crisis benefició el
desarrollo económico conjunto, ya que la reducción en la oferta de importaciones y las medidas
proteccionistas reservaron el mercado interno a la producción nacional. La aparición de una
demanda insatisfecha por productos agrícolas y manufacturados, estimulo los sectores agrario e
industrial respectivamente. 28
Si bien la economía cafetera fue un catalizador del proceso modernizador en el país, las medidas
proteccionistas constituyeron el combustible que posibilitó la exitosa consolidación de las
27
Victoriano Vélez, “Influencia de la Guerra exterior sobre nuestro comercio de exportación y las medidas que
deben adaptarse”, en Primer Congreso de Cámaras de Comercio de Colombia (Bogotá: Imprenta Nacional, 1917)
44.
28
Tovar, óp. cit., 77, 82 – 83.
industrias colombianas, ya que aquellas lograron restar fuerza a uno de los factores adversos al
crecimiento del sector artesanal durante el siglo XIX: la competencia externa ocasionada por
manufacturas importadas. De esta forma, la economía basada en el monocultivo y las medidas
arancelarias a las importaciones, lograron proteger y fomentar la industria nacional. El
proteccionismo demostró ser sumamente eficaz para hacer surgir nuevas industrias y afianzar las
existentes. La Primera Guerra Mundial acabó por fortalecerlas, ya que el nivel de competencia
internacional fue mermado. Durante este período, las industrias colombianas no solo
manufacturaron a partir de materias prefabricadas, sino que empezaron a realizar procesos que
antes se efectuaban en los países exportadores de las materias primas, lo que las llevó un paso
hacia adelante en la “nacionalización” del ciclo productivo. 29
En resumen, a consecuencia de la
Primera Guerra Mundial, en América Latina se suscitó una estimulación económica de doble
efecto. En el caso de Colombia, paralelo a la exportación del café, que a pesar de las crisis y la
disminución del comercio siguió constituyendo la columna vertebral de su economía, se dio un
proceso de sustitución en las importaciones. 30 Uno de los sectores en los que el país tuvo más
éxito fue la industrial textil, que durante la posguerra se siguió afianzando en el mercado interno
y llegó a representar una de las industrias nacionales más importantes por las siguientes décadas.
El crecimiento industrial en Colombia a principios del siglo XX se dio a partir de una relación de
interdependencia entre las exportaciones del café y la actividad manufacturera doméstica. La
acción conjunta del gobierno y los inversionistas privados generó unas condiciones político-
económicas favorables a la producción nacional, y orientaron las ganancias percibidas en este
comercio hacia actividades rentables que fomentaran el crecimiento de la economía,
respectivamente. Cada región inició su proceso de industrialización a un ritmo diferente, variando
en función del nivel de exportaciones en cada una de ellas, siendo Antioquia la región que
mantuvo una posición dominante, ya que los ingresos por exportaciones de café y de la minería,
permitieron la inversión en educación y en experiencias empresariales de tipo industrial. Si bien
la industrialización estimuló el desarrollo en las vías de comunicación y medios de transporte,
estos fueron dirigidos a satisfacer los intereses comerciales, dificultando la estabilización del
mercado interno.
29
Ospina Vásquez, óp. cit., 396, 399, 403.
30
Hardach, óp. cit., 321.
Importaciones y exportaciones colombianas: 1914 - 1918 (en millones de dólares)31
45
40
35
30
25
Importaciones
20 Exportaciones
15
10
0
1914 1915 1916 1917 1918
31
Mc. Greevey, óp. cit., 217 – 218. Datos estadísticos tomados de Mc. Greevey, 216.
capital invertido es el siguiente: un 42,3% fue financiado por capital colombiano; el 31.2% por
compañías norteamericanas; y el 26,5% se costeó por compañías inglesas.
No solamente las vías férreas sino los caminos terrestres en general eran insuficientes. Además la
tendencia observada en su construcción, es que desde los ciclos económicos precedentes al café,
estas vías comunicaban los puertos fluviales y marítimos con los centros productores. En esas
circunstancias, el país no presentaba las condiciones adecuadas en materia de comunicación para
lograr una sólida articulación del comercio interregional, limitando la posibilidad de consolidar
una economía apoyada en el mercado interno, que a la postre fue lo que se pretendió lograr
durante la Primera Guerra Mundial.
32
Instituto Colombiano de Cultura, óp. cit., 35 – 36.
constituyó el principal renglón económico del sector industrial durante la Gran Guerra,
estableciéndose como uno de los más importantes hasta la Segunda Guerra Mundial. Por otro
lado, gran parte de las industrias manufactureras estaba dedicada a la fabricación de maquinaria
destinada a la producción alimenticia -trilladoras de café, molinos de trigo y dispositivos para
refinar el azúcar- y la elaboración de bebidas. Durante el período de conflicto, la falta de recursos
públicos obstaculizó la creación de una red de comunicación interna que hubiera permitido
facilitar y dinamizar el comercio interno. Por tal razón, muchas de las industrias emergentes
limitaron su mercado a nivel local o regional; solo algunos sectores como los textiles, tabaco y
cervezas, lograron extender su alcance comercial al mercado nacional. Aún así, el renglón
agrícola de la producción alimenticia logró abrirse un espacio en el comercio exterior, mediante
la exportación de alimentos como trigo, azúcar y arroz.33
Una característica propia de la industria colombiana en sus primeras etapas fue la poca
diversificación en su producción. La limitada variedad de productos elaborados respondió a
causas históricas: en primer lugar, la falta de conocimientos técnicos actualizados que caracterizó
a los comerciantes y empresarios colombianos desde el siglo XIX, así como la serie de
dificultades materiales y económicas que representaban el transporte de maquinaria desde los
puertos hasta las diferentes regiones del país, obstaculizaron y muchas veces impidieron la
consolidación de industrias a gran escala. Sin embargo es necesario señalar que, los factores que
más influyeron en el fracaso de muchas de las primeras experiencias industriales fueron la falta
de mercados estables, así como la inexperiencia administrativa y el déficit en capital de trabajo. 34
Sumado a todo lo anterior, el insuficiente e inadecuado sistema de comunicaciones, así como la
baja densidad demográfica, ocasionaron que la industria colombiana no llegara a alcanzar un
nuevo nivel en su desarrollo, limitándose a la fabricación de productos que respondían a la
tradición histórica artesanal y a la utilización de maquinaria liviana, la cual toma productos
semielaborados para generar bienes de consumo directo. La particular dirección que tomó el
crecimiento industrial colombiano en sus inicios dejó al margen a la industria pesada, basada en
la extracción y transformación de las materias primas por medio de procesos técnicos complejos,
y la producción de maquinaria.
33
Ibídem, 24 – 25.
34
Gabriel Poveda Ramos, “Historia de la industria en Colombia”, Revista trimestral de la ANDI No. 11 (1970): 30,
31.
Conclusiones
El comercio del café representó para Colombia el puntal de su crecimiento económico, luego de
atravesar un largo período caracterizado por el estancamiento e inestabilidad comercial,
generando retraso en el desarrollo económico nacional. Con la exportación del café se
establecieron nuevas relaciones de trabajo en el campo, que terminaron restándole su
característico poder a las grandes haciendas, y creando cambios en los sistemas productivos
rurales, que permitieron una redistribución del ingreso más amplia, lo que también benefició a los
pequeños campesinos y exportadores del grano, que captaron parte de las ganancias. La
acumulación del capital excedente, producto del comercio internacional del café, fue un elemento
clave en el fomento de la industria colombiana, ya que los comerciantes lo emplearon para
actividades no agrícolas, vinculadas a la economía urbana. Esto llevó a que el proceso de
industrialización tuviera su foco de desarrollo en las principales ciudades colombianas.
La Primera Guerra Mundial fue uno de los conflictos más violentos del siglo XX, conllevando
consecuencias devastadoras a todo nivel para las naciones europeas. En Colombia, los efectos
que esta trajo fueron contradictorios. Por un lado, el conflicto estrechó la entrada al principal
mercado del comercio colombiano: Europa. En un país cuya economía se desarrolló en torno al
comercio monoexportador, la caída en los precios del café afectó negativamente los ingresos
fiscales, núcleo de la economía nacional. Dicha situación hizo que el comercio se redirigiera
hacia los Estados Unidos, que aliviaron momentáneamente esta crisis. No obstante, su entrada a
la guerra acabó por agravarla, obligando al gobierno a tomar medidas de tributación interna
tendientes a recaudar ingresos suficientes para sobrellevar el déficit en recursos públicos. Por otra
parte, el bloqueo comercial que establecieron las naciones europeas en contienda, incluyendo a
los Estados Unidos, limitó el nivel de importaciones de manufacturas hacia Colombia. Asimismo
el proteccionismo, reflejado en las exenciones de impuestos a la producción industrial y agrícola
nacional, fortaleció el crecimiento y expansión de las industrias, ya que la demanda proveniente
del mercado interno estimuló la producción y el comercio a nivel nacional.
A pesar de esto, no podemos dejar de lado que la falta de recursos en el erario público fue un
problema acuciante durante todo el período de la Gran Guerra. Las diferentes medidas tomadas
por el gobierno colombiano buscaban recaudar la mayor cantidad de ingresos que le permitieran
al Estado realizar sus funciones. Si bien la Primera Guerra Mundial favoreció la industria,
financiada por capital privado y en menor medida a la agricultura, la reducción del comercio
externo, así como la ausencia de fuentes tributarias internas rentables, dificultaron que el
gobierno continuara llevando a cabo los trabajos que permitían el desarrollo económico
doméstico, como las obras públicas de comunicación, planteando ciertas dificultades a las
industrias y la agricultura. No obstante, el panorama general es más bien alentador, ya que no
cabe duda de que la Primera Mundial, a pesar de las consecuencias negativas que trajo, benefició
e intensificó el comercio interno, lo que fortaleció y aceleró el crecimiento industrial en
Colombia. Gracias a este impulso recibido, la década de 1920 representó el afianzamiento de
varios sectores industriales en el país. La indemnización recibida por la pérdida de Panamá
generó una nueva entrada de recursos destinados al desarrollo económico nacional, lo que le
permitió al país avanzar un paso más en su camino hacia la modernización.
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