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El “focalizador” en la Teoría de la Literatura y el

“Observador” en la Ciencia
(Resumen de la Tesis de Master)

Entregada por: Avihay Abohav


Tutelada por: Dr. Rut Ronen (Teoría de la Literatura)
y Dr. Yoav ben Dov (Filosofía de la Ciencia)

Universidad de Tel Aviv


septiembre 1997
2

1. Introducción

¿Es posible hablar de cualquier interpretación sin tener en cuenta algún punto de
vista definido? En la Ciencia describimos la naturaleza a través de las fórmulas y los
parámetros de la Física y con ellos construimos una interpretación de la realidad dentro de
nuestro marco teórico. En la Teoría de la Literatura analizamos una novela o un cuento, que
pretende crear un mundo de ficción según nuestros modelos narrativos. ¿Acaso el hecho de
que en la literatura se trata de una ficción mientras que en la ciencia nos referimos a una
supuesta realidad influye en la definición de nuestros puntos de vista? O quizá, en nuestros
días, en el mundo de las partículas infinitamente pequeñas, ¿estamos hablando de figuras
que se pueden perfectamente considerar como figuras de ficción? ¿Se puede clasificar los
diferentes puntos de vista en estas disciplinas (la ficción, la ciencia) para crear una base
común? Y también, ¿cómo definir los cambios en nuestras interpretaciones según
cambiamos los puntos de vista que elegimos, y cuáles son sus limitaciones? – estas son
algunas de las cuestiones que me inspiraron a comenzar la investigación interdisciplinaria y
que pueden servir como pautas generales en el marco del discurso.
En este resumen de la Tesis de Master, presentada en septiembre de 1997 en la
Universidad de Tel Aviv, intentaré dibujar brevemente el discurso y los resultados de los
cuatro capítulos y exponer esquemáticamente el análisis de dos ejemplos proporcionados
allí. Siguiendo esta trayectoria, omitiré algunas cuestiones que ofrecí originalmente el
capítulo de la introducción de la tesis1 y seguiré con la presentación de los capítulos de la
tesis que aparece allí. En el primer capítulo describiremos la evolución de la figura del
“observador” en la ciencia y las razones por las cuales el concepto del “observador” se
discute en la Física Moderna y especialmente en la Mecánica Cuántica. En el segundo
capítulo y paralelamente, trataremos de clarificar el desarrollo de los marcos teóricos dentro

1
Estas cuestiones tienen que ver con los problemas de un trabajo interdisciplinario de este tipo, los
cuales hay que discernir para fijar un marco para el discurso de la tesis. Por ejemplo, la pretensión de que no
se puede “entender” o “traducir” un paradigma científico viejo a uno nuevo (y todavía más, cuando se trata de
dos disciplinas distintas) porque el sistema conceptual y el estilo de pensamiento han cambiado (Kuhn,
1962).
3

de la teoría de la literatura, particularmente en la narrativa, hasta el Estructuralismo y el

concepto de “focalizador”2 (Gennete, 1972). En el tercer capítulo presentaremos un modelo


de analogía entre ambas disciplinas y procuraremos comparar los problemas teóricos
alrededor de ambos conceptos (“observador” y “focalizador”) y aplicar interpretaciones que
intenten resolver estos problemas en dos ejemplos literarios. Todo ello, se haría breve y
esquemáticamente, subrayando las conclusiones de la tesis (110 páginas) más que sus
detallados argumentos, para poder presentar un resumen inteligible.

2. El Observador en la Ciencia
Hasta principios del siglo XX y durante más de 200 años, la Mecánica de Newton,
denominada hoy Mecánica Clásica, fue la teoría científica predominante, que podía prever
las consecuencias de la mayoría de los fenómenos físicos conocidos en la Tierra y el
Sistema Solar. En la base de esta teoría subyace la suposición de que los objetos se
caracterizan por una serie de parámetros (masa, velocidad, momento, posición en
coordinadas, etc.), que les describe objetivamente y por separado del científico que las
observa. Por ejemplo, suponiendo unos valores iniciales, las fórmulas del movimiento de
un objeto en el mundo macroscópico de Newton están descritos de manera monovalente y
su curso está determinado perfectamente. No hay ningún factor de incertidumbre o de
azar, y por supuesto el observador tampoco está incluido en las fórmulas. Su mente, sus
decisiones, si desea probar la posición del objeto en la mitad de o al final de su
movimiento, no influyen las consecuencias del experimento. Además, todo el movimiento
del objeto se explica por un principio de causalidad y no puede haber influencia a
distancia de otro objeto distinto o similar. Los objetos normalmente se caracterizaron por
una visibilidad (se podía verlos) y siempre tenían su auto identidad intrínseca, o sea,
nunca se podía confundir entre dos objetos similares que ejercían algún movimiento.

2
En la traducción del término inglés “Focalizer” he utilizado la palabra Focalizador, después de
buscar y analizar muchas opciones (enfoque, enfocador, etc), para poder realizar una comparación entre dos
conceptos distintos que ya existen en estas dos disciplinas.
4

Estas calidades de la Mecánica Clásica se conservaron todavía durante el siglo XIX


cuando para complementar el conocimiento científico se añadieron las teorías de la
Termodinámica y la Electromagnética, que correspondieron a los fenómenos recién
descubiertos de luz, calor, electricidad y magnetismo3. En todas estas teorías el concepto
“del observador” – el científico - fue caracterizado primero por su objetividad y luego por
ser externo al campo de los fenómenos observados sin ninguna influencia mutua.
Sin embargo, a principios del siglo XX, en los años 1905 – 1916, cuando Einstein
desarrollaba sólo la teoría de la Relatividad 4, se necesitaba definir otro tipo de observador.
Este observador se definía junto a un sistema inercial –un mundo con coordinadas propias-
que mueve relativamente a cualquier otro mundo. Por ejemplo, cuando el sistema del
observador mueve muy rápido (cerca de la velocidad de la luz) relativamente a nuestro
mundo (el planeta tierra), los fenómenos en nuestro mundo pueden ser un poco “raros”
[extraños] para él: los objetos aquí pueden ser más largos o más cortos, nuestras acciones
serían más breves o más alargadas, etc. Este observador, que fue definido ya dentro de la
teoría científica y claramente en el interior del campo de los fenómenos 5, sirvió para pasar
información desde su sistema inercial a nuestro mundo, por lo cual le llamaríamos un
“observador funcional”.
El desarrollo de la Mecánica Cuántica, entre los años 1900-1925, por un grupo de
físicos (Planck, Bohr, Bolzmann, Einstein, Heisenberg, Schrödinger, etc) puso al sistema
conceptual de la Mecánica Clásica. Por una parte consiguió formular ecuaciones que
describen el comportamiento de las partículas elementales con precisión increíble, y de
hecho, todas sus aplicaciones (desde micro ondas hasta satélites) nos rodean diariamente.

3
Aunque para mantener calidades como la visibilidad se desarrollaron unos conceptos metafóricos
como “el líquido del Caloric” que conduce el calor (de donde tenemos la medida de las calorías) o inventaron
“las ondas de Éter” para transmitir las ondas electromagnéticas (luego descubrieron que no existe estas
sustancias).
4
La relatividad trata de describir los movimientos de cuerpos en el mundo macroscópico de las
estrellas y las galaxias, aunque debería también funcionar en el mundo microscópico de las partículas.
5
Einstein, por su posición conservadora, no quiso más que ampliar el concepto clásico del
“observador” en términos matemáticos, aunque realmente inventó un concepto nuevo. Luego veremos que él
también oponía a los nuevos significados de la Mecánica Cuántica, que él mismo creó junto con otros
científicos.
5

Pero por otra parte, los científicos no tienen hasta hoy una interpretación sólida y común
para las ecuaciones que les une a las teorías anteriores, porque rompen por completo el
marco conceptual de la Mecánica Clásica.
Para mencionar dos problemas conceptuales hablaremos primero de “la dualidad” –
el hecho de que las partículas actúen a la vez según dos paradigmas distintos de entidades
físicas– una vez como ondas (continuas como ondas del mar, que tienen amplitud, se
pueden anular o reforzar, etc.) y otra como materia (singular, tienen masa, velocidad en
movimiento recto, momento, se chocan, etc.). Ahora, curiosamente, cuando el espectador
pretende observar si un electrón es una onda o una partícula, encuentra que el resultado es
según lo que él comprueba –si mide la amplitud encontrará que el electrón la tiene y actúa
como onda y si mide el momento resulta que es materia que vuela en una línea recta-. El
mero hecho de medir influye en el proceso del experimento, lo que supone la perdida de la
objetividad del observador.
Otro problema conceptual se suele denominar “la superposición” –la incertidumbre
en la condición de una partícula– que puede estar entre dos o más situaciones distintas. Por
ejemplo, la ecuación de un átomo radioactivo que predica que dentro de un tiempo fijo hay
50% de colapso (creando, por ejemplo, un veneno mortal) y 50% seguir sin cambio. En
este caso el átomo está, durante un tiempo, en una superposición de estados. El observador
no sabe qué resultado va a encontrar hasta hacer el experimento y probar, y encontrará
obviamente sólo un estado. Si relacionamos esta situación con el mundo macroscópico
creamos una paradoja: Si metemos un gato en una caja negra con la partícula tendríamos
durante este tiempo un 50% de un gato muerto (por el veneno) y un 50% de un gato vivo, o
sea “una superposición” de un gato muerto-vivo6. Los esfuerzos de los físicos para
descubrir unos “parámetros ocultos” que deciden cual va a ser la situación del gato han
fracasado y de hecho constituyeron una prueba de que no hay tales parámetros. El
observador que abre la caja al cabo del tiempo, sólo él puede decir cual es la situación final.
De aquí la pérdida de la perfecta causalidad de la Mecánica Clásica y la intervención de un
factor nuevo de azar o, dependiendo de la interpretación, un factor que depende de la
conciencia del observador. En una manera similar podíamos mencionar la pérdida de la
visibilidad (las partículas no se ven a través del ojo humano, sino dejan sus huellas en el

6
El famoso ejemplo del “Gato de Schrödinger”.
6

microscopio electrónico), de la auto-identidad (no hay nada que distingue un electrón de


otro como en los objetos macroscópicos) y de la rotura del principio de la localidad
(resulta que hay correspondencia entre parámetros de partículas a gran distancia una de la
otra – sin que haya tiempo para que se pase información entre ellas- o que realmente
choquen como ocurre en el mundo macroscópico). Todo ello suponía unas interpretaciones
nuevas de la Mecánica Cuántica lo que está reflejado en los nuevos conceptos del
observador, según mostrado en el siguiente esquema:

Observador en la Ciencia

(Campo de los fenómenos) Observador Interno Observador Externo (El científico)

Observador con conciencia limitada (Bohr) Observador Funcional (Einstein)

Observador con conciencia dividida (Everret)


Múltiples Observadores (de Witt)

(rWigne) Observador Conciente r


Dualidad de Observadores (De Brogli)

A cada tipo de observador corresponde una teoría interpretativa completa que está
discutida en la tesis. Aquí, merece también mencionar la interpretación de “múltiples
mundos” de Witt, donde paralelamente a nuestro mundo físico existen otros mundos en los
que se cumple las situaciones complementarias a nuestro mundo. Más adelante trataremos
de escoger la interpretación de Everret y aplicarla en la disciplina de la literatura.

3. El focalizador en la Teoría de la Literatura


7

El campo de la investigación de la narrativa se convirtió desde los años sesenta del


siglo XX en un campo principal e importante dentro de la Teoría de la Literatura. Algunos
de los investigadores rechazaron la definición autonómica de este campo, separado
genéricamente de la poesía, del teatro, de los poemas épicos, mientras que otros intentaron
extender los conceptos de las teorías narrativas a otros tipos de creación artística como el
cine y la televisión. En cada escuela – el formalismo ruso, el estructuralismo francés, la
tradición anglosajona, etc.– hay tantas corrientes y voces distintas de pensamiento que sería
imposible describirlas aquí. Para simplificar y resumir el desarrollo del concepto de
“focalizador” en las teorías de narración ofrezco el siguiente esquema general que describe
este campo desde principios del siglo XX.

Modelos Lingüísticos Teorías de Ironía y Paradojas


(años 40-50 ) y el “New Criticism”

El Formalismo Ruso Modelos clásicos miméticos en la Tradición


el concepto de “narrador” y sus “trucos” Anglosajona: El concepto de “punto de vista”
relacionado con “voz “ y “perspectiva”

Modelos lingüísticos y gramaticales de la narración


E l Estructuralismo

Teoría de Retórica (Barth)


Teoria de Narración en la El Focalizador de Gennete
Tradición Anglosajona Interno/Externo/Cero
Inspirada por el Estructuralismo Análisis de Narración en métodos
(Chatman, Prince, etc) variados (Uspensky, Dulezel)
Dualida de puntos de vista dual con
El Focalizador de Bal Dimensión de conciencia (Banfield)
Teoría de Narración de tres Interno / Externo
ejes (Stanzel)

El Focalizador de Rimon Kenan


con asppectos de conciewncia
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El Formalismo Ruso, que empezó a florecer en 1915 con las figuras de Viktor
Shklovsky, Osip Brik, Yuri Tinianov, Roman Jakobson, Boris Eichenbaum y Boris
Tomashevsky, puso en el enfoque y como materia de la investigación las obras del arte y
no las ideas del autor, influenciados por la lingüística de su época. Shklovsky reclamó que
todos los aspectos de la literatura se pueden investigar como “elementos formales” a través
de la lingüística mientras que Jakobson ofreció el modelo de comunicación, donde el texto
es un mensaje entre el autor y el lector analizando sus funciones poéticas. Sin embargo, a
Tomashevsky, se le puede ver como responsable de un concepto primordial de
“focalizador”, al enfatizar la función del narrador y distinguir entre narrador omnipresente,
de conocimiento limitado, objetivo o involucrado en los hechos. Esta división es un
resultado de su distinción entre Fábula (el orden cronológico de los acontecimientos en una
narración, según se puede reconstruir por el lector) y Suget (el orden de los sucesos según
la información dada por el narrador). El también insistía en buscar las relaciones temporales
y causales entre los sucesos en una ficción, que son, según él, materiales de la realidad, que
la obra organiza en una manera artística.
Los modelos del Formalismo Ruso tenían mucha influencia entre los estructuralistas
franceses en los años 60 y 70, pero no en el “New Criticism” anglosajón de los años 40 y
50, porque en aquel entonces todavía no fueron traducidos. Para resumir brevemente la
trayectoria de esta crítica (Humphrey, Shorer, Barbould, Lubbock, Friedman, Frye, Booth,
Scholes y Kellog) anotaremos sólo la clasificación de Friedman (1955) que trata de
discernir los diferentes “puntos de vista” en una narración: desde la más impersonal,
objetiva como una “cámara”, donde desaparece el narrador (por ejemplo en Hemingway),
hasta el narrador omnipresente cuyo punto de vista engloba la obra entera (por ejemplo en
obras de Fielding, Tolstoy, etc.). Pero el concepto de “punto de vista” anglosajón puede
tener tres interpretaciones distintas: 1) Punto de vista gramatical lingüístico - ¿qué
pronombre utiliza el narrador? Y ¿que relación hay entre el tiempo de la narración y el
tiempo de la fábula? 2) “Punto de vista” cultural / histórico / ideológico de la narración. 3)
“Punto de vista” como perspectiva , o sea la relación entre los acontecimientos y los
sucesos en el cuento y la figura o el enfoque a través del cuál se los narra. De este último,
junto con la influencia del Formalismo Ruso y de otros estructuralistas como Barth,
9

Todorov, Eco y Leví Strauss, se desarrolló el concepto de “focalizador”, creado por


Gennete en 1972.
La teoría de Gennete, explicada por primera vez en su libro Figures III (1972), trata
de concluir todas las herramientas para el análisis de narración y ofrecer nuevos términos
necesarios. Él, originariamente, buscaba un sistema conceptual que permitiese analizar
tanto la estructura de fondo (los elementos de ficción, normalmente abstractos, como
figuras, protagonistas, sucesos y objetos en el cuento) como la estructura de superficie (los
elementos del lenguaje y la lingüística de la narración) y definió -la categoría Voz (en
inglés Voice) para la pregunta ¿quien habla? y la categoría de Modo (en inglés Mode) para
la pregunta ¿quién percibe?- en la narración. Con esta última categoría Gennete relacionó la
función de Focalizador –el enfoque o la perspectiva a través del cual se organiza el texto
localmente, caracterizado por la distancia y el ángulo– y que le permitió trabajar la ficción
por separado de cuestiones ideológicas y lingüísticas. Otros investigadores como Uspensky,
Dulezel, Chatman, Prince y Stanzel trabajaron el tema de la perspectiva en la narración y
tomaron su propia trayectoria, pero en este resumen me concentraré en la línea de Gennete,
cuyo concepto de “Focalizador” fue aceptado por la mayoría de los investigadores y
utilizado por ellos desde los años setenta.
De estos investigadores mencionamos primero a Mieke Bal (1981), que amplió el
termino de Focalizador como agente cuyos mecanismos de percepción determinan el
mundo narrado de la ficción y añadió también el término del “Focalizado” para definir los
objetos abstractos vistos por él. Ella analizó un cuento basado en un dibujo hindú del siglo
VII d. C., donde se ve a la figura de Arjuna meditando profundamente en Shiva, y a su lado
un gato imitándolo con la misma postura, quizá por estar impresionado con su serenidad y
quizá para recibir la gracia de Shiva. Alrededor del gato hay un círculo de ratas alegrándose
por saber que están seguras y que el gato no las ve. Analizando el cuento podemos hablar
de un focalizador externo que percibe a Arjuna, el gato y las sonrientes ratas, pero las ratas
(como focalizador interno) no ven a este observador externo y sólo ven al gato y a Arjuna .
El gato (otro focalizador interno), obviamente no ve las ratas y ve sólo a Arjuna, y este
último probablemente no ve nada, pues está en profunda meditación. Bal explicó que el
cuento puede estar narrado por el focalizador externo o por cualquiera de los tres
focalizadores, pero también puede estar narrado por los tres, pasando de uno a otro, desde
10

Arjuna al gato y desde el gato a las ratas. Según este ejemplo, se aclara la diferencia entre el
focalizador externo (el lector) y los tres focalizadores internos (Arjuna, el gato, las ratas) y
las posibilidad de tener una jerarquía de focalizadores refiriendo a los mismos
acontecimientos (paralela, en cierta medida a los sistemas relativos en el caso de Einstein).
Otra conclusión importante es la irreversible acumulación de información por el lector en el
paso de un focalizador a otro (al igual que “intervenir” en superposición de estados
cuánticos - saber la consecuencia de un experimento - es irreversible).
Pocos años después del libro de Bal, Rimmon Kenan extiende la línea de Gennete,
adoptando y ampliando las innovaciones de Bal. Ella distingue claramente entre la
identidad del narrador y la de un focalizador, que pueden coincidir pero no necesariamente,
y define el focalizador como “el centro de conciencia” que enfoca en el mundo la
narración. De acuerdo con su posición, Ronen relaciona la diferencia entre textos de
ficción y textos de carácter real y concreto (informativos, de noticias, ensayos, etc.) con
esta dimensión de conciencia del focalizador. Sin focalizadores, según ella, no puede haber
ficción, porque un mundos de ficción necesitan un principio de organización interna, para
establecer su ontología, lo que cumple el focalizador. Saltando las posturas de muchos otros
investigadores y antes de pasar al tercer capítulo podemos volver a Gennete, y decir que él,
paradójicamente (y quizá como Einstein en la ciencia), negó la dimensión de conciencia
atribuida al focalizador y prefirió hablar de una función textual.
11

4. El “focalizador” en la Teoría de la Literatura y el


“observador” en la Mecánica Cuántica

Para ofrecer una base teórica común de dos disciplinas sumamente distintas sugiero
el siguiente modelo esquemático:

Teorías de Narración La Analogía Mecánica Cuántica

Mundos de Ficción Mundos Inaccesibles Partículas Subatómicas

El Texto Campo de Fenómenos Parámetros medidos

El Focalizador Herramientas Teóricas El Observador

Lector o Investigador Interpretador y Teórico Científico

Viendo los esquemas de evolución de los conceptos de Observador y Focalizador en


la ciencia y la Teoria de Literatura podemos ahora localizarlos en el marco gris, como
herramientas del científico o del narratólogo al clasificar, analizar y reconstruir los mundos
de ficción y de las partículas elementales. Obviamente, este modelo de “tres pisos”
atribuye una ontología distinta tanto al mundo de ficción como a las partículas subatómicas
dándoles estatuto similar. Sin embargo, sabiendo que es el hombre es el que genera las
teorías, tanto de la ficción como de la realidad subatómica se las puede contemplar como un
reflejo de su propia imagen. Ahora, podemos resumir el paralelismo entre ambas
disciplinas:
1. En ambos campos nació la necesidad de crear una herramienta teórica en
forma de “un agente” que organiza o enfoca los acontecimientos en el
mundo microscópico y en el de la narración.
2. En ambas disciplinas ocurrió “una crisis” en el Campo de los Fenómenos
durante el siglo XX – realidad física fragmentada de elementos
microscópicos que no está explicada por la ciencia anterior, textos
problemáticos de ficción (desde Joyce hasta Borges, etc.) que juegan con
la creación de mundos interiores de ficción en la narración.
3. En ambas teorías se desarrolló una dicotomía entre un espectador externo
(el científico, el lector) y uno interno en el mundo de la ficción o de las
partículas elementales (que organiza y “transmite” su percepción).
4. El concepto de Observador o de Focalizador adquirió una dimensión
nueva de conciencia en algunas interpretaciones en ambas disciplinas
como parte del tratamiento epistemológico del campo de los fenómenos.
5. Existe una influencia mutua entre las disciplinas: Los científicos (Bohr,
Pauli, Wigner, Everret, de Witt) buscaron inspiración y trajeron ideas de
la psicología, la mística, la filosofía y la lingüística a la ciencia. Los
teóricos de la literatura adoptaron el pensamiento racionalista, pautas y
conceptos de la Ciencia (Formalismo Ruso, Estructuralismo).
6. Hay interpretaciones y conceptos particulares (véase adelante) de la
Mecánica Cuántica que se puede adaptar en textos literarios y que
iluminan el texto y aportan nuevos significados.
De este último punto, y para terminar este resumen, quiero escoger dos ejemplos: El
primero tiene que ver con el concepto de la “superposición” de estados que describe una
ecuación cuántica. Anteriormente, hemos visto que según la probabilidad una partícula
puede tener emisión radioactiva o no, y relacionando con un objeto macroscópico (el gato
de Schrödinger) tenemos un gato vivo-muerto durante algún tiempo. ¿Es posible imaginar
un gato vivo y muerto a la vez? En mi opinión, no. El termino “superposición” se refiere
aquí a dos estados de conciencia contrarios y limitados que no coinciden y que se refieren a
dos visiones distintas vistas por dos observadores. Quizá podemos tomar como ejemplo
aquel dibujo que presenta a una mujer vieja y a una mujer joven a la vez (Boring, 1930) y
que nos obliga a ver sólo una en un momento dado. ¿Acaso, sabiéndolo, podemos ver a las
dos a la vez? No. Cada vez nos quedamos con la percepción fijada en una de las figuras. No
es que aquí se trate de no solamente de una situación estática, sino que de la superposición

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se desarrollan dos realidades distintas en el tiempo. Y, ¿qué pasa cuando hay
superposiciones sucesivas? El observador limita su conciencia cada vez a una posibilidad
elegida con la cual él sigue.
El caso del cuento “Las ruinas Circulares” de Borges, demuestra tal sucesión de
superposiciones entre un focalizador externo y uno interno, del protagonista, que sueña:
“El hombre, un día, se emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de
la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado”
(Ficciones, Alianza Emecé, p. 64). En sola una frase, hay un cambio desde un focalizador
externo, del narrador, que describe la realidad de un hombre despertando de un sueño, a
otro focalizador, el mismo hombre, que comprende la realidad de que no estaba soñando. A
lo largo del cuento Borges nos hace elegir entre superposiciones de sueño y realidad hasta
que al final perdemos la pista y nos sabemos quién era el protagonista. En este caso es
interesante saber que, según el concepto de Bohr, los observadores tienen conciencia
limitada, y en realidad, para mantener la sucesión de superposiciones, Borges limita la
caracterización del protagonista y del narrador (los focalizadores -tanto externos como
internos), llamándolo en nombres generales como el hombre, el forastero, haciendo que se
delimite su volumen de percepción y se confunda entre él y su imagen creada por él en el
sueño.
El segundo ejemplo, tomado de la “Teoría de Estado Relativo” (Everret, 1957), es
una interpretación de la Mecánica Cuántica según la cuál existe una ecuación completa para
cada objeto en el mundo y para el mundo en general, que describe la totalidad de los
estados posibles para él. Pero en el proceso de la observación el espectador se identifica
con un componente particular de la ecuación, que corresponde a un estado (por ejemplo,
gato vivo) y hace que su realidad se desarrolle en esta dirección mientras que las otras
posibilidades “giran” (crecen o desminuyen) y se adaptan a la nueva realidad. Una buena
metáfora para su interpretación es el observador que mira a través de unas diapositivas
circulares, viendo el mundo cada vez por una, pero sabiendo que existen las demás. Así es,
que el observador tiene su conciencia dividida -concentrada en una posibilidad- sabiendo
de las demás y cambiándolas cíclicamente.
Un ejemplo interesante de esta interpretación podemos encontrar en la novela Las
olas, de Virginia Woolf donde hay nueve capítulos constituidos cada uno por sucesivos

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monólogos interiores de los seis protagonistas. La novela cuenta sus vidas desde sus
infancias hasta la muerte, uno tras otro, y en relación con la naturaleza y las olas (desde el
amanecer en el primer capítulo - hasta el atardecer en el último). Sobre todo se nota la voz
del escritor, Bernard, que, poco a poco, se revela como la figura que engloba los demás
(Jinie, Susan, Nevil, Roda y Luis) y en el último capítulo queda sólo él hablando por todos
en su propia voz. Al reconstruir la voz de Bernard (sin analizar aquí la novela) se descubre
que él focaliza cíclicamente las cinco figuras de la novela y que su conciencia está dividida
en un total de seis. Para citar tres ejemplos, él dice “No sé quién soy –Jinie, Susan, Nevil,
Roda o Luis– o cómo distinguir mi vida de las suyas”. Y también genéricamente, su voz se
caracteriza por un cambio entre el plural y el singular, hablando por los seis, como
partículas de una ola: “pero espera –yo estaba toda la noche esperando– otra vez surge en
nosotros el impulso, nos levantamos, echamos una melena de espuma blanca, golpeamos la
costa, no se puede encerrarnos”. Precisamente como en la interpretación del Estado
Relativo, Bernard concibe la compuesta vida de los seis como un círculo que realiza una
posibilidad y pasa a la siguiente: “Volvemos a pretender que la vida es una realidad sólida,
su forma de una esfera, y nosotros la hacemos girar con nuestros dedos. Pretendemos que
se sea posible narrar un cuento simple y lógico, y después de que hemos concluidos un
tema –amor, por ejemplo– pasamos en forma ordenada al siguiente tema”. De éste última
metáfora y del análisis del carácter de los protagonistas tomé la idea de dibujar en forma
gráfica los nueve capítulos, poniendo a las seis voces en los polos de un círculo y
simbolizando el paso entre un monólogo interior y el siguiente en una línea recta.

Susan Bernard

Nevil Roda

Jinie Luis

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Contenido temático de los Capítulos
I - Infancia II - Escuela III- Universidad IV- Fiesta
V – La muerte de Parcival (un amigo común de los seis)
VI – Amor VII – El tiempo VIII- Última reunión IX - Bernard

IV III II I

IX VIII VII VI

He aquí que se reveló una estructura bella, como las olas, el ciclo de la vida une a
los seis partes de una persona -un sujeto dividido- manifestado en la figura de Bernard, el
escritor, que quizá representa a Woolf misma7, concibiendo un mundo simétrico y cíclico y
adelantando 27 años con su visión a una teoría interpretativa de la Mecánica Cuántica.

7
Woolf escribe en su diario: “Here in the few minutes that remain, I must record, heaven be praised, the end
of The Waves. I wrote the words fifteen minutes ago, having reeled across the last ten pages with some
moments of such intoxication that I seem only to stumble after my own voice, or almost, after some sort of
speaker ( as when I was mad) I was almost afraid, remembering the voices that used to fly ahead."(Saturday
- 7.2.1930)

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