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Fuente 1: Wikipedia

Biografía
José María Arguedas Altamirano nació en Andahuaylas, en la sierra sur del Perú el 18 de enero de 1911. Proveniente
de una familia criolla y aristócrata por parte materna, quedó huérfano de madre a los tres años de edad. Por la poca
presencia de su padre ― abogado litigante y viajero, y su mala relación con su madrastra, ya que su madrastra lo
maltrataba junto con su hermanastro, se refugió en el cariño de los sirvientes andinos, lo que hizo que se adentrara
en la lengua y costumbres quechuas que modelaron su personalidad. Sus estudios de primaria los realizó en San
Juan de Lucanas, Puquio, Ayacucho y los de secundaria en Huancayo y Lima.
Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; allí se licenció en Literatura, y
posteriormente cursó Etnología; se recibió de bachiller en 1957 y de doctor en 1963. Entre 1937 y 1938 estuvo en
prisión en razón de una protesta contra un enviado del dictador italiano Benito Mussolini, y se afilió al partido
comunista. Paralelamente a su formación profesional, en 1941 empezó a desempeñar el profesorado, primero en
Sicuani, Cuzco, y luego en Lima, en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Guadalupe y Mariano Melgar, hasta
1949.
Ejerció también como funcionario en el Ministerio de Educación, poniendo en evidencia su interés por preservar y
promover la cultura peruana, en especial la música y la danza andina. Fue director de la Casa de la Cultura (1963-
1964) y director del Museo Nacional de Historia (1964-1966). En el campo de la docencia superior, fue catedrático
de Etnología en la Universidad de San Marcos (1958-1968) y en la Universidad Nacional Agraria La Molina (1962-
1969). Agobiado por conflictos emocionales, puso fin a sus días disparándose un tiro en la cabeza el 28 de noviembre
de 1969, falleciendo tras cuatro días de agonía el 2 de diciembre, a los 58 años de edad.
Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida recogidas de la realidad del mundo andino, y
está representada por las siguientes obras: Agua (1935), Yawar fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1954), Los
ríos profundos (1958), El Sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962), Todas las sangres (1964), El sueño del pongo
(1965), El zorro de arriba y el zorro de abajo (publicado póstumamente en 1971). Toda su producción literaria ha sido
compilada en los primeros cinco tomos de sus Obras completas (1983). Además, realizó traducciones y antologías
de poesía y cuentos quechuas, como sus trabajos de antropología y etnología y su producción no literaria en general
se encuentran compilados en la segunda parte de sus Obras completas (2012).
Infancia y niñez
José María Arguedas Altamirano nació el 18 de enero de 1911 en la ciudad de Andahuaylas, en la sierra sur del
Perú. Era hijo de Víctor Manuel Arguedas Arellano, un abogado cuzqueño que ejercía de Juez en diversos pueblos,
y de Victoria Altamirano Navarro, perteneciente a una hacendada y acaudalada familia de Andahuaylas. Cuando
falleció su madre (cuando él tenía 3 años), víctima de «cólicos hepáticos», pasó a vivir en la casa de su abuela
paterna, Teresa Arellano, en la ciudad de Andahuaylas. En 1915, al ser nombrado juez de primera instancia de la
provincia de Lucanas departamento de Ayacucho, su padre se trasladó a dicha sede, donde poco después se casó
con una rica hacendada del distrito de San Juan (Lucanas), provincia del mismo nombre del departamento de
Ayacucho, Grimanesa Arangoitia Iturbi viuda de Pacheco (1917). El pequeño José María viajó entonces a Lucanas,
para reunirse con su madrastra; el viaje fue todo un acontecimiento para él, como lo recordaría siempre. La familia
se instaló en Puquio, capital de la provincia de Lucanas del departamento de Ayacucho. José María y su hermano
Arístides, dos años mayor que él, fueron matriculados en una escuela particular. Al año siguiente, 1918, los dos
hermanos continuaron sus estudios en San Juan de Lucanas, a 10 km de Puquio, viviendo en la casa de la madrastra.
En 1919, Arístides fue enviado a estudiar a Lima y José María continuó viviendo con la madrastra.
En 1920, tras la ascensión al poder de Augusto B. Leguía, el padre de José María ―que era del partido contrario
(pardista)― perdió su cargo de juez y tuvo que retornar a su profesión de abogado litigante y viajero, trajinar que solo
le permitía hacer visitas esporádicas a su familia. Esta etapa de la vida del niño José María estuvo marcada por la
difícil relación que sostuvo con su madrastra y con su hermanastro Pablo Pacheco. Aquella sentía por su hijastro un
evidente desprecio, y constantemente lo mandaba a convivir con los criados indígenas de la hacienda, de la cual solo
lo recogía a la llegada de su padre, tal como lo ha relatado Arguedas en el primer encuentro de narradores realizado
en Arequipa en 1965.[cita requerida] Por su parte el hermanastro lo maltrataba física y psicológicamente e incluso
en una ocasión le obligó a presenciar la violación de una de sus tías, que era a la vez la mamá de uno de sus
compañeritos de escuela (los «escoleros» mencionados en varios de sus cuentos). Al parecer, esa fue solo una de
las tantas escenas sexuales que fue obligado a presenciar, ya que el hermanastro tenía muchas amantes en el
pueblo.5La figura de este hermanastro habría de perdurar en su obra literaria personificando al gamonal abusivo,
cruel y lujurioso. Sobre aquel personaje diría Arguedas posteriormente:
Cuando llegó mi hermanastro de vacaciones, ocurrió algo verdaderamente terrible (...) Desde el primer momento yo
le caí muy mal porque este sujeto era de facciones indígenas y yo de muchacho tenía el pelo un poco castaño y era
blanco en comparación con él. (...) Yo fui relegado a la cocina (...) quedaba obligado a hacer algunas labores
domésticas; a cuidar los becerros, a traerle el caballo, como mozo. (...) Era un criminal, de esos clásicos. Trataba
muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho y lo llegué a odiar como lo odiaban todos los indios. Era un gamonal.6
Algunos, sin embargo, consideran que el supuesto maltrato de la madrastra fue una ficción; entre ellos el mismo
Arístides.7
A mediados de julio de 1921 José María se escapó de la casa de la madrastra junto con su hermano Arístides, que
había retornado de Lima; ambos fueron a la hacienda Viseca, propiedad de su tía Zoila Rosa Peñafiel y su esposo
José Manuel Perea Arellano (medio hermano de su padre) a quien le tenía un gran cariño, situada a 8 km de San
Juan de Lucanas. Allí vivió durante dos años, en ausencia del padre, conviviendo con los campesinos a quienes les
tomó cariño y con quienes participaba por diversión de las faenas agrícolas. De dos campesinos guardaría un
especial recuerdo: don Felipe Maywa y don Víctor Pusa. Para José María fueron los años más felices de su vida.
Adolescencia y primera juventud
Después de huir con su hermano Arístides de casa de la madrastra, en 1923 abandonó su retiro al ser recogido por
su padre, a quien acompañó en sus frecuentes viajes laborales, conociendo más de 200 pueblos. Pasaron por
Huamanga, Cuzco y Abancay. En esta última ciudad ingresó como interno en el Colegio Miguel Grau de los Padres
Mercedarios, cursando el quinto y sexto grado de primaria, entre 1924 y 1925, mientras su padre continuaba su vida
itinerante y su hermano Arístides seguía su educación en Lima. Esta etapa de su vida quedó conmovedoramente
plasmada en su obra maestra, Los ríos profundos:
Mi padre no pudo encontrar nunca dónde fijar su residencia; fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con él conocí
más de doscientos pueblos. (...) Pero mi padre decidía irse de un pueblo a otro cuando las montañas, los caminos, los campos
de juego, el lugar donde duermen los pájaros, cuando los detalles del pueblo empezaban a formar parte de la memoria. (...) Hasta
un día en que mi padre me confesó, con ademán aparentemente más enérgico que otras veces, que nuestro peregrinaje
terminaría en Abancay. (...) Cruzábamos el Apurímac, y en los ojos azules e inocentes de mi padre vi la expresión característica
que tenían cuando el desaliento le hacía concebir la decisión de nuevos viajes. (...) Yo estaba matriculado en el Colegio y dormía
en el internado. Comprendí que mi padre se marcharía. Después de varios años de haber viajado juntos, yo debía quedarme; y
él se iría solo.8

En el verano de 1925, cuando se hallaba de visita en la hacienda Karkequi, en los valles del Apurímac sufrió un
accidente con la rueda de un trapiche, de resultas del cual perdió dos dedos de la mano derecha y se le atrofiaron
los dedos restantes.9
En 1926, junto con su hermano Arístides empezó sus estudios secundarios en el colegio San Luis Gonzaga de Ica,
en la desértica costa peruana, hecho que marcó su alejamiento del ambiente serrano que había moldeado hasta
entonces su infancia, pues hasta entonces había visitado la costa solo de manera esporádica. Cursó allí hasta el
segundo año de secundaria y sufrió en carne propia el desprecio de los costeños hacia los serranos, tanto de parte
de sus profesores como de los mismos alumnos. Se enamoró intensamente de una muchacha iqueña llamada
Pompeya, a quien le dedicó unos acrósticos, pero ella lo rechazó diciéndole que no quería tener amores con
serranos.10Él se vengó llegando a ser el primero de la clase en todos los cursos, derrumbando así la creencia de la
incapacidad intelectual del hombre andino.
En 1928 reanudó su vida trashumante otra vez en la sierra, siempre junto a su padre. Vivió
entre Pampas y Huancayo; en esta última ciudad cursó el tercero de secundaria, en el colegio Santa Isabel. Fue allí
donde se inició formalmente como escritor al colaborar en la revista estudiantil Antorcha; se dice también que por
entonces escribió una novela de 600 páginas, que tiempo después le arrebataría la policía, pero de la que no ha
quedado huella alguna.10
Cursó sus dos últimos años de secundaria (1929-1930) en el Colegio Nuestra Señora de La Merced, de Lima, casi
sin asistir a clases pues viajaba con frecuencia a Yauyos para estar al lado de su padre, que se hallaba agobiado por
la estrechez económica. Aprobó los exámenes finales, terminando así sus estudios escolares prácticamente
estudiando sin maestro.
Vida universitaria
En 1931, ya con 20 años de edad, se estableció permanentemente en Lima e ingresó a la Facultad de Letras de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Allí, contra lo que esperaba, fue recibido con cordialidad y respeto
por sus condiscípulos, entre los que se contaban los futuros filósofos Luis Felipe Alarco y Carlos Cueto Fernandini, y
los poetas Emilio Adolfo Westphalen y Luis Fabio Xammar. A raíz del fallecimiento de su padre, ocurrido el año
siguiente, se vio forzado a ganarse la vida entrando a trabajar como auxiliar en la Administración de Correos. Era
apenas un puesto de portapliegos, pero los 180 soles mensuales de sueldo aliviaron sus necesidades económicas a
lo largo de cinco años.11
En 1933 publicó su primer cuento, «Warma kuyay», publicado en la revista Signo. En 1935 publicó Agua, su primer
libro de cuentos, que obtuvo el segundo premio de la Revista Americana de Buenos Aires y que inauguró una nueva
época en la historia del indigenismo literario.12 En 1936 fundó con Augusto Tamayo Vargas, Alberto Tauro del Pino y
otros, la revista Palabra, en cuyas páginas se ve reflejada la ideología propugnada por José Carlos Mariátegui.
En 1937 fue apresado por participar en las protestas estudiantiles contra la visita del general italiano Camarotta, jefe
de una misión policial de la Italia fascista. Eran los días de la dictadura de Óscar R. Benavides. Fue trasladado
al penal «El Sexto» de Lima, donde permaneció 8 meses en prisión, episodio que tiempo después evocó en la novela
del mismo nombre. Pero a pesar de simpatizar con el ideario comunista, nunca participó activamente en la política
militante. Estando en prisión, se dio tiempo para traducir muchas canciones quechuas que aparecieron en su segundo
libro publicado: Canto kechwa.

Depresión y suicidio
La depresión de José María Arguedas hizo crisis en 1966, llevándolo a un primer intento de suicidio por sobredosis
de barbitúricos el 11 de abril de aquel año.[cita requerida] Desde algunos años atrás, el escritor venía recibiendo múltiples
tratamientos psiquiátricos, describiendo sus padecimientos en sus escritos:
Yo estoy sumamente preocupado con mi pobre salud. (...) He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y angustiado. Tengo que ir a
donde el médico nuevamente; aunque estos caballeros nunca llegan a entender bien lo que uno sufre ni las causas. Lo malo es
que esto me viene desde mi infancia (carta a John Murra, 28 de abril de 1961).17
Un poco por miedo otro poco porque se me necesitaba o creo que se me necesitaba he sobrevivido hasta hoy y será hasta el
lunes o martes. Temo que el Seconal no me haga el efecto deseado. Pero creo que ya nada puedo hacer. Hoy me siento más
aniquilado y quienes viven junto a mí no lo creen o acaso sea más psíquico que orgánico. Da lo mismo. (...) Tengo 55 años. He
vivido bastante más de lo que creí (carta a Arístides Arguedas, 10 de abril de 1966).18

A partir del intento de suicidio, su vida ya no volvió a ser la misma. Se aisló de sus amigos y renunció a todos los
cargos públicos que ejercía en el Ministerio de Educación, con el propósito de dedicarse solamente a sus cátedras
en la Universidad Agraria y en la de San Marcos. Para tratar su mal se puso en contacto con la psiquiatra chilena Lola
Hoffmann, quien le recomendó, a manera de tratamiento, que continuara escribiendo. De este modo publicó otro libro
de cuentos: Amor mundo (en ediciones simultáneas en Montevideo y en Lima, en 1967), y trabajó en la que sería su
obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo.
En 1967 dejó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y, casi simultáneamente, fue elegido jefe del
departamento de Sociología de la Universidad Nacional Agraria La Molina, a la cual se consagró a tiempo completo.
Continuó su afiebrado ritmo de viajes. En febrero estuvo en Puno, presidiendo un concurso folclórico con motivo de
la fiesta de la Candelaria. En marzo pasó 15 días en México, con motivo del Segundo Congreso Latinoamericano de
Escritores, en Guadalajara, y ocho días en Chile, en otro certamen literario. A fines de julio viajó a Austria, para una
reunión de antropología, y en noviembre estaba de nuevo en Santiago de Chile, trabajando en su novela de los
«zorros».
En 1968 le fue otorgado el premio «Inca Garcilaso de la Vega». En esa ocasión pronunció su célebre discurso y
testamento intelectual:19 No soy un aculturado, en el que "con mayor optimismo"20 se autodefine21 como mestizo:22
"Yo no soy un aculturado, yo soy un peruano que orgullosamente como un demonio feliz habla en cristiano y en indio,
en español y en quechua."23
Del 14 de enero al 22 de febrero de ese año estuvo en Cuba, con Sybila, como jurado del Premio Casa de las
Américas. Ese mismo año y el siguiente tuvo su amarga polémica con el escritor argentino Julio Cortázar, y viajó
varias veces a Chimbote, a fin de documentar su última novela.
A principios de 1969 hizo su último viaje a Chimbote. Ese mismo año hizo tres viajes a Chile, el último de los ellos
por cerca de cinco meses, de abril a octubre. Por entonces se agudizaron nuevamente sus dolencias psíquicas y
renació la idea del suicidio, tal como lo atestiguan sus diarios insertos en su novela póstuma:
Yo no voy a sobrevivir al libro. Como estoy seguro que mis facultades y armas de creador, profesor, estudioso e incitador, se han
debilitado hasta quedar casi nulas y sólo me quedan las que me relegarían a la condición de espectador pasivo e impotente de
la formidable lucha que la humanidad está librando en el Perú y en todas partes, no me sería posible tolerar ese destino. O actor,
como he sido desde que ingresé a la escuela secundaria, hace cuarenta y tres años, o nada. (Epílogo, 29 de agosto de 1969).24

Finalmente renunció a su cargo en la Universidad Agraria. El 28 de noviembre de 1969 le escribió a su esposa Sybila:
¡Perdóname! Desde 1943 me han visto muchos médicos peruanos, y desde el 62, Lola, de Santiago. Y antes también padecí
mucho con los insomnios y decaimientos. Pero ahora, en estos meses últimos, tú lo sabes, ya casi no puedo leer; no me es
posible escribir sino a saltos, con temor. No puedo dictar clases porque me fatigo. No puedo subir a la Sierra porque me causa
trastornos. Y sabes que luchar y contribuir es para mí la vida. No hacer nada es peor que la muerte, y tú has de comprender y,
finalmente, aprobar lo que hago.25

Ese mismo día (28 de noviembre de 1969) se encerró en uno de los baños de la universidad y se disparó un tiro en
la cabeza. Tras ser encontrado, en grave estado, fue trasladado al Hospital del Empleado26 donde pasó cinco días
de agonía y falleció el 2 de diciembre de 1969.
El día de su entierro, tal como el escritor había pedido en su diario y en sus últimas cartas, el músico Máximo
Damián tocó el violín ante su féretro ―acompañado por el arpista Luciano Chiara y los danzantes de tijera Gerardo
y Zacarías Chiara― y luego pronunció un breve discurso, en palabras que transmitieron el sentimiento del pueblo
indígena, que lamentó profundamente su partida.
Sus restos fueron enterrados en el Cementerio El Ángel. En junio de 2004 fue exhumado y trasladado a Andahuaylas,
el lugar donde nació.
En 1969 ―el mismo año en que suicidó― Arguedas concedió una entrevista a Ariel Dorfman para la revista Trilce:
Entiendo y he asimilado la cultura llamada occidental hasta un grado relativamente alto; admiro a Bach y a Prokofiev, a
Shakespeare, Sófocles y Rimbaud, a Camus y Eliot, pero más plenamente gozo con las canciones tradicionales de mi pueblo;
puedo cantar, con la pureza auténtica de un indio chanka, un harawi de cosecha. ¿Qué soy? Un hombre civilizado que no ha
dejado de ser, en la médula un indígena del Perú; indígena, no indio. Y así, he caminado por las calles de París y de Roma, de
Berlín y de Buenos Aires. Y quienes me oyeron cantar, han escuchado melodías absolutamente desconocidas, de gran belleza
y con un mensaje original. La barbarie es una palabra que inventaron los europeos cuando estaban muy seguros de que ellos
eran superiores a los hombres de otras razas y de otros continentes «recién descubiertos».
José María Arguedas27

Obras
La producción intelectual de Arguedas es bastante amplia y comprende unos 400 escritos, entre creaciones literarias
(novelas y cuentos), traducciones de poesías y cuentos quechuas al español, trabajos monográficos, ensayos y
artículos sobre el idioma quechua, la mitología prehispánica, el folclore y la educación popular, entre otros aspectos
de la cultura peruana. La circunstancia especial de haberse educado dentro de dos tradiciones culturales, la
occidental y la indígena, unido a una delicada sensibilidad, le permitieron comprender y describir como ningún otro
intelectual peruano la compleja realidad del indio nativo, con la que se identificó de una manera intensa. En Arguedas,
la labor del literato y del etnólogo no está nunca totalmente disociadas; incluso, en sus estudios más académicos
encontramos el mismo lenguaje lírico que en sus narraciones. 28
La importancia fundamental de este escritor ha sido reconocida por críticos y colegas peruanos suyos como Mario
Vargas Llosa, quien llegó a dedicarle a su obra el libro de ensayos titulado La utopía arcaica. También Alfredo Bryce
Echenique ha colocado las obras de Arguedas entre los libros de su vida. Con el paso de los años, la obra de
Arguedas ha venido cobrando mayor relieve, pese a que es poco conocido fuera del Perú.

Premio
 1958. Premio Nacional Fomento a la Cultura Javier Prado por su tesis de especialidad en Etnología, «La
evolución de las comunidades indígenas». 32
 El Premio de Narrativa José María Arguedas otorgado desde el año 2000 por Casa de las Américas para difundir
la obra narrativa de escritores latinoamericanos. 33

Fuente 2:

José María Arguedas


Sus padres fueron el abogado cuzqueño Víctor Manuel Arguedas Arellano, que se desempeñaba como juez en diversos
pueblos de la región, y Victoria Altamirano Navarro. En 1917 su padre se casó en segundas nupcias (la madre había muerto
tres años antes), y la familia se trasladó al pueblo de Puquio y luego a San Juan de Lucanas. Al poco tiempo el padre fue
cesado como juez por razones políticas y hubo de trabajar como abogado itinerante, dejando a su hijo al cuidado de la
madrastra y el hijo de ésta, quienes le daban tratamiento de sirviente.

En 1921 se escapó con su hermano Arístides de la opresión del hermanastro. Se refugiaron en la hacienda Viseca, donde
vivieron dos años en contacto con los indios, hablando su idioma y aprendiendo sus costumbres, hasta que en 1923 los
recogió su padre, quien los llevó en peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de la sierra, para finalmente establecerse
en Abancay.

Después de realizar sus estudios secundarios en Ica, Huancayo y Lima, ingresó en 1931 en la Facultad de Letras de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima para estudiar literatura. Entre 1932 y 1937 trabajó como auxiliar de la
Administración Central de Correos de Lima, pero perdió el puesto al ser apresado por participar en una manifestación
estudiantil a favor de la República Española.

Tras permanecer alrededor de un año en la prisión El Sexto, fue nombrado profesor de castellano y geografía en Sicuani,
en el departamento de Cuzco, cargo en que descubrió su vocación de etnólogo. En octubre de 1941 fue agregado al
Ministerio de Educación para colaborar en la reforma de los planes de estudios secundarios. Tras representar al
profesorado peruano en el Congreso Indigenista Interamericano de Patzcuaro (1942), reasumió su labor de profesor de
castellano en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima, hasta que
en 1949 fue cesado por considerársele comunista.

En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore en el Ministerio de Educación, para posteriormente ser
promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo ministerio (1950-52). En 1953 fue nombrado
Jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura Peruana, y el mismo año comenzó a publicar la revista
Folklore Americano (órgano del Comité Interamericano de Folklore, del que era secretario), la cual dirigió durante diez
años.

A este cargo sucedieron el de director de la Casa de la Cultura del Perú (1963-1964) y director del Museo Nacional de
Historia (1964-1966), desde los cuales editaría las revistas Cultura y Pueblo e Historia y Cultura. También fue profesor de
etnología y quechua en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones (1950-53), catedrático del Departamento de Etnología
de la Universidad de San Marcos (1958-68) y profesor en la Universidad Nacional Agraria de la Molina desde 1964 hasta
su muerte, ocurrida a consecuencia de un balazo que se disparó en la sien y que ocasionaría su fallecimiento cuatro días
después. Fue galardonado con el Premio Fomento a la Cultura en las áreas de Ciencias Sociales (1958) y Literatura (1959,
1962) y con el Premio Inca Garcilaso de la Vega (1968).

La producción intelectual de Arguedas es bastante amplia y comprende, además de obras de ficción, diversos trabajos,
ensayos y artículos sobre el idioma quechua, la mitología prehispánica, el folclore y la educación popular, entre otros
aspectos de la cultura peruana. La circunstancia especial de haberse educado dentro de dos tradiciones culturales, la
occidental y la indígena, unido a una delicada sensibilidad, le permitieron comprender y describir como ningún otro
intelectual peruano la compleja realidad del indio nativo, con la que se identificó de una manera desgarradora.

Por otro lado, en Arguedas la labor del literato y la del etnólogo no están nunca totalmente disociadas, e incluso en sus
estudios más académicos encontramos el mismo lenguaje lírico que en sus narraciones. Y aunque no era diestro en el
manejo de las técnicas narrativas modernas, su literatura (basada especialmente en las descripciones) supo comunicar
con gran intensidad la esencia de la cultura y el paisaje andinos.

Arguedas vivió un conflicto profundo entre su amor a la cultura indígena, que deseaba se mantuviera en un estado "puro",
y su deseo de redimir al indio de sus condiciones económicas y sociales. Se puede decir que la añoranza a las formas
tradicionales de la vida andina hizo que postulara un estatismo social, en abierta contradicción con su adhesión al
socialismo. Su obra revela el profundo amor del escritor por la cultura andina peruana, a la que debió su más temprana
formación, y representa, sin duda, la cumbre del indigenismo: fue al mismo tiempo un continuador de la mejor narrativa
indigenista (Alcides Arguedas, Jorge Icaza y su compatriota Ciro Alegría) y su más profundo renovador, como también lo
fueron, aunque desde otros enfoques, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpenter o Juan Rulfo.

Dos circunstancias ayudan a explicar la estrecha relación de Arguedas con el mundo campesino. En primer término, que
naciera en una zona de los Andes que no tenía mayor roce con los estratos occidentalizados; en segundo lugar, que su
madrastra lo obligara a permanecer entre los indios tras la muerte de su madre. De esa manera asimiló la lengua quechua,
y lo mismo sucedió con las costumbres y los valores éticos y culturales del poblador andino.
Esta precoz experiencia, vivida primero y simbolizada en su escritura por la oposición indios/señores, se vería más tarde
reforzada con los estudios antropológicos. Como resultado de esta trama, la vida de Arguedas transcurrió entre dos mundos
no sólo distintos, sino además en contienda. De allí surgió su voraz voluntad de interpretar la realidad peruana, la
permanente corrección de sus ideas sobre el país y la definición de su obra como la búsqueda de una imagen válida de
éste.

Ya desde sus primeros relatos se advierte la problemática que terminaría por presidir toda su escritura: la vida, los azares
y los sufrimientos de los indios en las haciendas y aldeas de la sierra del Perú. Allí también se presenta esa escisión
esencial de dos grupos, señores e indios, que será una constante en su obra narrativa. El espacio en que se desarrollan
sus relatos es limitado, lo que permite a esta oposición social y cultural mostrarse en sus aspectos más dramáticos y
dolorosos. El derrotero de Arguedas ya está trazado; aunque en su fuero interno vive intensamente la ambigüedad de
pertenecer a dos mundos, su actitud literaria es muy clara, en la medida en que determina una adhesión sin atenuantes al
universo de los indígenas, generando dos cauces de expresión que se convertirán en sendos rasgos de estilo: la
representación épica y la introspección lírica.

Su primer libro reúne tres cuentos con el título de Agua (1935), que describen aspectos de la vida en una aldea de los
Andes peruanos. En estos relatos se advierte el primer problema al que se tuvo que enfrentar en su narrativa, que es el de
encontrar un lenguaje que permitiera que sus personajes indígenas (monolingües quechuas) se pudieran expresar en
idioma español sin que sonara falso. Ello se resolvería de manera adecuada con el empleo de un "lenguaje inventado":
sobre una base léxica fundamentalmente española, injerta el ritmo sintáctico del quechua. En Agua los conflictos sociales
y culturales del mundo andino se observan a través de los ojos de un niño. El mundo indígena aparece como depositario
de valores de solidaridad y ternura, en oposición a la violencia del mundo de los blancos.

Yawar fiesta (1941) plantea un problema de desposesión de tierras que sufren los habitantes de una comunidad. Con esta
obra el autor cambia algunas de las reglas de juego de la novela indigenista, al subrayar la dignidad del nativo que ha
sabido preservar sus tradiciones a pesar del desprecio de los sectores de poder. Este aspecto triunfal es, de por sí, inusual
dentro del canon indigenista, y da la posibilidad de entender el mundo andino como un cuerpo unitario, regido por sus
propias leyes, enfrentado al modelo occidentalizado imperante en la costa del Perú.

En Los ríos profundos (1958), José María Arguedas propone la dimensión autobiográfica como clave interpretativa. En esta
obra se nos muestra la formación de su protagonista, Ernesto (que recobra el nombre del niño protagonista de algunos de
los relatos de Agua), a través de una serie de pruebas decisivas. Su encuentro con la ciudad de Cuzco, la vida en un
colegio, su participación en la revuelta de las mujeres indígenas por la sal y el descubrimiento angustioso del sexo son
algunas de las etapas a través de las cuales Ernesto define su visión del mundo. El mundo de los indios asume cada vez
más connotaciones míticas, erigiéndose como un antídoto contra la brutalidad que tienen las relaciones humanas entre los
blancos.

La novela siguiente, El Sexto, publicada en 1961, representa un paréntesis con respecto al ciclo andino. "El Sexto" es el
nombre de la prisión de Lima donde el escritor fue encarcelado en 1937-1938 por la dictadura de Óscar Benavides. El
infierno carcelario es también una metáfora de la violencia que domina toda la sociedad peruana.

Con Todas las sangres, de 1964, Arguedas reanudó, sobre bases más amplias, la representación del mundo andino. Del
relato autobiográfico se pasa a un cuadro general que comprende las transformaciones económicas, sociales y culturales
que suceden en la sierra peruana. A través de la historia de una familia de grandes latifundistas, el autor afronta las
consecuencias del proceso de modernización que avanza sobre un mundo todavía feudal.

Todas las sangres es ciertamente un proyecto narrativo de largo aliento y mucho más ambicioso que los anteriores, pues
pretende sopesar todos los modelos que se presentan como alternativos para construir y configurar la sociedad peruana.
A ello obedece su estructura coral, en la cual se enfrentan el proyecto capitalista, el orden feudal y un boceto de capitalismo
nacional. Pero el autor invalida cada uno de ellos, proponiendo como legítimo un modelo social comunitario que no
desdeña, empero, la modernización. Todas las sangres elevan el problema indígena a problema nacional, e incluso le
brinda un tinte universal, en la medida en que el conflicto expresado en la novela corresponde ya en ese momento al
llamado Tercer Mundo.

La última novela de Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo, que se publicó póstuma en 1971, quedó inacabada
por el suicidio del escritor. Los capítulos que consiguió escribir están ambientados en Chimbote, un puerto pesquero del
norte que sufre un desarrollo impetuoso y caótico. El autor alterna la representación dramática de los costes humanos de
este crecimiento, especialmente la pérdida de identidad cultural de los indios trasplantados a la ciudad, con apuntes de
diario, de los cuales emerge la decisión, cada vez más inexorable, de suicidarse.
La imagen literaria de Arguedas se completa con sus Relatos completos, reunidos en 1975, y con importantes
investigaciones antropológicas y folclóricas, además de su producción poética en lengua quechua.

Fuente 3: Buscabiografias.com

José María Arguedas


(1911/01/18 - 1969/12/02)

Escritor peruano
–Los sentimentales o son grandes valientes o grandes cobardes–

 Uno de los referentes de la narrativa indigenista peruana.


 Obras: Los ríos profundos, Agua, Cuentos mágicos-realistas...
 Género: Novela, cuento, poesía, ensayo
 Padres: Víctor Manuel Arguedas Arellano y de Victoria Altamirano Navarro
 Cónyuges: Celia Bustamante Vernal (m. 1939-1965), Sybila Arredondo de Arguedas (m. 1967-1969)
 Nombre: José María Arguedas Altamirano

"Los ojos no sirven para ver los pensamientos"


José María Arguedas
José María Arguedas nació el 18 de enero de 1911 en Andahuaylas, Apurímac.

Padres
Hijo del abogado Víctor Manuel Arguedas Arellano y de Victoria Altamirano Navarro, de acaudalada familia. A los dos años
quedó huérfano de madre. Criado por sirvientes indios, aprendió lenguas andinas.

Estudios
Cursó estudios de primaria en San Juan de Lucanas, Puquio y Abancay y los de secundaria en Huancayo y Lima.
Licenciado en Literatura en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; posteriormente cursó
Etnología, recibiéndose de bachiller en 1957 y doctor en 1963.

Fue encarcelado de 1937 a 1938 por participar en las protestas contra la visita del general italiano Camarotta, jefe de una
misión policial de la Italia fascista del dictador Benito Mussolini.

Carrera
Ejerció como profesor de Literatura en la Universidad de San Marcos de Lima y como etnólogo en la Escuela Normal
de Investigaciones etnológicas.

En 1947, fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de Educación, después sería Jefe de la Sección
Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo Ministerio (1950-1952).

Trabajó como funcionario en el Ministerio de Educación. Fue Director de la Casa de la Cultura (1963-64) y Director del
Museo Nacional de Historia (1964-1966).

Escritor
Considerado uno de los más destacados escritores peruanos, consagró su vida a la literatura y al estudio de la vida y la
cultura de los indios quechuas. Riguroso y entusiasta universitario, políticamente se definió como marxista.

Obras
La producción de Arguedas comprende unos 400 escritos entre cuentos, novelas, poesías y estudios. Entre sus obras
destacan: "Agua" (1935), relato de dos mundos contrapuestos, el del dueño de la hacienda y el del indio aferrado a su
tierra y a su cultura indígena; "Canto quechua" (1938); "Yawar fiesta" (1941); "Cuentos mágicos-realistas" (1953);
"Diamantes y pedernales" (1954); "Los ríos profundos" (1958); "El sexto" (1961), relato biográfico en el que denuncia
su estancia en la cárcel a causa de una manifestación en apoyo de la República española.

En 1968 publicó una obra de tipo etnográfico, "Las comunidades de España y Perú". En 1971 apareció "El zorro de
arriba y el zorro de abajo.

Matrimonios
Casado con Celia Bustamante Vernal el 30 de junio de 1939. Se divorciaron en 1965 y se relacionó con la chilena, Sybila
Arredondo, con quien contrajo matrimonio en 1967.

Depresión y suicidio
Aquejado de una fuerte depresión, el 11 de abril de 1966, realizó un primer intento de suicidio por sobredosis de
barbitúricos.

José María Arguedas se suicidó disparándose un tiro de pistola en la sien en Lima el 28 de noviembre de 1969. Tras cinco
días de agonía falleció el 2 de diciembre de 1969.

Fue enterrado en el cementerio El Ángel. En junio del 2004 sus restos fueron exhumados y trasladados a Andahuaylas,
lugar de su nacimiento.

Sabías que...
Indigenismo
Fue uno de los máximos representante del indigenismo, movimiento literario y artístico surgido en los años 30.

Obras seleccionadas
1935 - Agua
1941 - Yawar Fiesta
1954 - Diamantes y pedernales
1955 - La muerte de los Arango
1958 - Los ríos profundos
1961 - El Sexto
1962 - La agonía de Rasu Ñiti
1964 - Todas las sangres
1965 - El sueño del pongo
1967 - Amor mundo
1971 - El zorro de arriba y el zorro de abajo. Póstuma

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