La importancia de la Antropología

y la Arqueología en el estudio
del ser humano
La prehistoria
José Javier Rodríguez Rodríguez
CONTENIDO
1. La prehistoria.
Objetivos de la prehistoria como ciencia.
Corrientes Metodológicas.
Periodización de la Prehistoria.
2. La arqueología.
Técnicas de investigación arqueológica.
La excavación arqueológica.
Registro de datos.
3. Resumen.

4. Bibliografía.
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La prehistoria Corrientes metodológicas

El concepto de Prehistoria tiene muchas definiciones,
pero a rasgos generales, se puede definirlo como, el
período más antiguo de la historia del ser humano,
desde sus orígenes, hasta la aparición de los primeros
documentos escritos. No obstante, no se puede apreciar
una diferencia sustancial, entre los períodos de Prehistoria
e Historia, sino tal vez establecer una diferenciación en
el tiempo para señalar y abarcar períodos diferentes
entre sí al igual que los conocimientos que presentan
cada una de estas etapas.
Por un lado, la Prehistoria basa sus fuentes de conocimiento
en la Arqueología complementando, la riqueza de este
período con documentos escritos de tiempos posteriores.
Además, se puede afirmar que, la tradición oral es una rica
fuente de información para conocer, estudiar y comprender
el período de la Prehistoria.
Objetivos de la Prehistoria como
ciencia
El principal objetivo que tienen los historiadores, que
estudian y trabajan este período no es otro que descubrir y
comprender los tiempos más remotos de la historia del ser
humana; para ello, se apoya en las ciencias de la geología,
etnografía y paleontología.
Desde el siglo XIX, empezó a surgir la metodología de
corriente evolucionista; corriente ligada a la sociedad de
la época en busca del progreso. Dentro de esa corriente,
habría que distinguir dos corrientes: la difusionista basada
principalmente en la creación de elementos y culturas
originados por el intercambio, y la polimorfista que
promulgaba la existencia de diferentes lugares de invención
como consecuencia de la propia evolución humana.
La Prehistoria, por tanto, pretende reconstruir el legado
dejado por las diferentes civilizaciones, ya sea el medio
ambiente, el provecho de los recursos, la mentalidad con
la que actuaba los grupos sociales o los ritos y hábitos
religiosos.
La Arqueología, juega un rol importantísimo para entender
y comprender este período del ser humano. Su técnica,
no es otra que recuperar y analizar cualquier dato que se
presente para clasificar los restos materiales o físicos
de las civilizaciones prehistóricas y así, poder interpretar
el modelo de vida de éstos. Es por eso, que a lo largo de
su desarrollo como ciencia fuese adquiriendo las teorías
evolucionistas aplicadas a las primeras etapas del ser
humano, intentando obtener, desde un punto deductivo, una
explicación científica a cualquier rasgo que se catalogue
dentro del período Prehistórico.
Las corrientes metodológicas principales son la
Paleoeconomía, que se basa en el conocimiento del medio
ambiente, y otra fundamental, es la corriente Antropológica
cultural, que no es otra que aquella que analiza la
organización social de las comunidades prehistóricas.
Tal vez la Paleoeconomía, fue una de las corrientes más
seguidas desde la segunda mitad del siglo XX, en concreto
el profesor John Grahame Douglas Clark en el yacimiento
de Star Carr (Yorkshire, Inglaterra), estudió los restos
botánicos y faunísticos para describir la base económica
de las sociedades prehistóricas, definiendo que la
economía de esta comunidad en concreto era sin duda una
adaptación entre la cultura y el medio natural.
La relación del hombre con el entorno que le rodea, es
el resultado de las transformaciones del hábitat que ha
originado el ser humano para su propio beneficio, ya sea
porque, las condiciones climáticas son favorables (ríos,
temperaturas, suelo), a su desarrollo como cultura o
incluso señala que pudo haber determinados intercambios
materiales con otras culturas, que podrían acudir o bien por
saber de la existencia de una cultura o tal vez, porque las
condiciones de ese hábitat favorecían el flujo de animales,
y su posterior caza; al igual que el clima favoreciese el
desarrollo de determinados cultivos, prósperos para el uso
y disfrute humano.
Por otro lado, Julian H. Steward defendió que la dinámica
de las diferentes culturas y sus relaciones entre sí, era fruto
de la mezcla entre el medio ambiente, la estructura social,
la tecnología de los grupos sociales y sus manifestaciones
ideológicas. Afirmaba este autor, que las culturas podrían
transformarse independientemente de que la difusión de
los elementos anteriores se compartiese.
Es difícil que, esta teoría fuese viable a la hora de asegurar
que las culturas evolucionasen de manera diferente si se
aplica de forma general que las culturas se desarrollan
de igual manera, aunque vivan en ambientes diferentes y
utilicen comportamientos similares a la hora de explotar
los recursos de los que disponen o realizan actividades
similares sin previos contactos entre dos o más culturas.
Por último, señalar la teoría neoevolucionista del arqueólogo
Robert Braidwood que determinó que las poblaciones de
Oriente Próximo sufrieron una serie de fases de desarrollo
hasta alcanzar el grado de primeras civilizaciones con
una estructura social, agrupada en poblados y con una
economía estable productiva.
Periodización de la Prehistoria
Establecer unos límites para la Prehistoria, es una tarea
casi imposible de determinar. Hay muchos parámetros
que lo podrían definir, pero sí sé tiene que regir por
alguno, se centrará en la que utilizan la mayoría de los
historiadores, la aparición del primer homínido.
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Se podría decir que, la aparición del Australopitecus
con su bipedismo particular, se consolidó como uno
de los primeros homínidos o el Homo Habilis con su
técnica de mejorar la industria de piedra y elaboración
de herramientas, aunque cierto es, que ninguno de ellos
se podría decir que es el primer hombre.
El Homo Erectus, presente el continente africano hace
1,8 millones de años, dominador del fuego, es tal
vez el primer Homo que también es capaz de hacer
herramientas evolucionadas como bifaces utilizadas
para la caza de animales.
Otro signo que hace clasificar al Homo Erectus, como el
primer Homo es que emigró de África y evolucionó tanto
física como intelectualmente hasta convertirse, dentro
de las diferencias obvias, en nuestro antepasado más
directo hace ya más de 100.000 años.
Igualmente, el sistema cronológico de las Tres Edades:
Edad de Piedra, Edad de Bronca y Edad de Hierro ha sido
y sigue siendo la base de periodización más utilizada
para determinar las fases de la Prehistoria; aunque luego
se hagan las diferentes subdivisiones: Paleolítico para
referirse a la Piedra Antigua, el Neolítico que significa
literalmente “Piedra Nueva” y el Mesolítico, que es una
fase entre el Paleolítico y el Neolítico.
No se puede olvidar la división que se hace también
a nivel cultural en términos económicos de caza y
recolección, con una economía productiva estratificada
en clases.
El principal obstáculo a la hora de clasificar y subdividir
fases en la Prehistoria es que no se puede generalizar
y utilizar los mismos criterios ya que no existe una
diacronía cultural específica. Se puede eso sí, hacer
una periodización diacrónica por regiones, países o
continentes teniendo en cuenta los caracteres típicos
de las sociedades prehistórica, cazadores recolectores,
campesinas o urbanas.
La arqueología
El concepto de Arqueología abarca, de forma general,
todo aquello que trata lo antiguo, pero la complejidad
de este término se presenta a la hora de interpretar la
arqueología dentro del período prehistórico. De ahí
surgen diversas tendencias:
• Como ciencia auxiliar a la Historia, y a su vez dentro
de la Prehistoria.
• Como una fuente de investigación, el trabajo de
campo que se realiza para acometer los procesos
prehistóricos y de ahí interpretar los resultados.
• La Arqueología, es una disciplina cuyo objetivo es
determinar finalidades y perfectivas diferentes a
los resultados ya conocidos mediante otras fuentes
que no sea la propia arqueología. La Prehistoria
en sí, es la ciencia que establece las categorías
histórico-culturales, y la Arqueología es, por tanto, el
registro en el campo de acción. Ambas disciplinas
son complementarias.
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La Arqueología tiene como fin último, recuperar los restos
de la cultura material para reconstruir las diferentes
etapas que forman la Prehistoria. Todo objeto que ayude a
complementar o ilustrar esta etapa, representa una dato o
archivo arqueológico.
Para llegar a estos datos o archivos arqueológicos, se hace
por medio de unas técnicas y métodos de diferente índole.
Los datos, no son otra cosa que una serie de restos
materiales que aparecen en los yacimientos arqueológicos;
lugares en los que las primeras sociedades humanas
desarrollaron actividades de todo tipo y que posteriormente,
y con el paso del tiempo, quedaron cubiertos, enterrando
todo dato relacionado con la prehistoria y que mediante
la excavación arqueológico ha hecho posible reconstruir
cómo y dónde fue posible que viviesen las sociedades
prehistóricas.
Los factores que hicieron posible estos asentamientos
prehistóricos son muchos y variados, desde factores
físicos como la erosión como factores humanos como
plantaciones de cultivos.
Técnicas de investigación
arqueológica
Para llevar a cabo la localización y recuperación de datos
arqueológicos, se centra en las herramientas más utilizadas
por los arqueólogos, ya que es de vital importancia conocer
estas líneas de investigación arqueológica y comprender
cómo es posible llevar a cabo un trabajo de arqueología
con éxito.
Por un lado, está la prospección arqueológica, que es el
conjunto de trabajos variados para localizar los yacimientos
que el arqueólogo quiere estudiar y analizar. Trabaja una
zona concreta, con el objetivo de descubrir los diferentes
yacimientos que pudieron tener actividad humana.
En la actualidad, la prospección arqueológica se usa como
estudio de todo tipo de paisajes, a través de, prospecciones
locales mediante diferentes mecanismos de teledetección
no destructivos, por lo que por un lado se ha abandonado
este sistema como trabajo de campo.
Existen una serie de normas que se usan de forma general
para llevar a cabo una prospección lo más completa
posible.
Primero, hay que localizar el lugar que se quiere prospectar,
por lo que es necesario recopilar toda la información
disponible de la zona concreta que se quiere trabajar, es
decir, es necesario recoger mapas topográficos, recoger
información sobre los suelos agrícolas, las vías de
comunicación existentes, etc.
Además, el uso de fotografías aéreas son de tal importancia
que cualquier detalle que puedan aportar, ya sean sombras
sospechosas, no podrían, por ejemplo, determinar si
existen estructuras enterradas; igualmente, los diferentes
colores de la tierra, al igual que el tipo de cultivo que se
utiliza, también puede ser otro aporte a tener en cuenta.
Tampoco se puede dejar pasar por alto la toponimia de la
zona o cualquier tipo de documento escrito que describa la
zona sobre la que el arqueólogo quiera trabajar.
Una vez realizada esta tarea previa de conocimiento,
se iniciará el trabajo de campo, consistente en buscar y
describir los yacimientos. Lo primero es seleccionar un área
adecuada en el que poder prospectar, y posteriormente,
elegir el tipo de prospección que más se adecue a las
necesidades del equipo arqueológico.
Las prospecciones totales descubren casi todos los
yacimientos de la zona seleccionada, permitiendo
obtener conclusiones sobre la dispersión de la población
prehistórica que lo habitaba, o también, sobre la evolución
que han tomado los diferentes yacimientos desde que
surgieron, pasando con su relación con el medio ambiente,
e incluso hasta el final de los mismos, si fuese el caso.
La prospección es un trabajo lento en muchas ocasiones,
y más si el yacimiento o yacimientos han recibido una
financiación económica importante, se recurre a las
prospecciones de muestreo, utilizadas para zonas
demasiado amplias.
Lo habitual en estos casos es utilizar un primer muestreo
sistemático a intervalos regulares, en las zonas
denominadas transeptos, alargadas y estrechas, y en un
segundo muestreo aleatorio de cuadrículas simples.
Ya localizado el yacimiento, se procede a su descripción
aportando el máximo de información posible para su
posterior análisis; se empieza por la propia localización,
un croquis topográfico, los sistemas de acceso y los
restos superficiales que aparecen y en el estado en el que
se encuentra. Además, se debe aportar una descripción
del entorno, valorando la geología del mismo, relieve,
clima, el tipo de suelo, la fauna de la zona, la flora, etc.
Aunque es poco frecuente, en ocasiones se realizan
muestreos subterráneos para ver qué tan posible es
obtener más información del yacimiento en cuestión. En
la actualidad, la tecnología es favorable a no alterar en
consideración los yacimientos; en ocasiones se utilizan
mini cámaras para valorar, en caso afirmativo, los restos
materiales que tuviese el yacimiento.
Este tipo de prospecciones en ocasiones alteran
el subsuelo con el consiguiente riesgo de perder
información valiosa. Existen otras menos agresivas:
las prospecciones geofísicas y las prospecciones
geoquímicas.
Las prospecciones geofísicas son aquellas que
introducen la electricidad en el subsuelo, controlando la
intensidad del campo magnético terrestre. Utilizan tres
métodos diferentes:
• Resistividad eléctrica del suelo.
• Arqueomagnetismo.
• Combinación de los dos anteriores.
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La conductividad de la corteza es variable, por ello es
posible detectar las irregularidades en la estructura
del suelo. Eso permite reflejar si existen objetos que
pudiesen estar enterrados, eso sí sin determinar si
esos objetos son arqueológicos o no, pero su utilidad
es fiable y de mucha ayuda para los arqueólogos.
El sistema es sencillo, se introducen cuatro electrodos
con un contador de resistividad, se le pasa una corriente
eléctrica. Cuanto mayor es la humedad del suelo, menor
resistencia presta a la corriente eléctrica, facilitando
así, la detección de residuos orgánicos.
El arqueomagnetismo de un material es el conjunto de
propiedades magnéticas del material encontrado de
una transformación física que ha actuado en el pasado.
La forma de datar un elemento arqueomagnéticamente
si no se ha desplazado y si en el propio lugar se conocen
las curvas de variación del campo magnético, es muy
factible que el resultado de encontrar objetos, sea
favorable. El instrumento utilizado es el gradiómetro.
Por otro lado, las prospecciones geoquímicas son
aquellas que analizan los fosfatos para el análisis,
pudiendo por ello, localizar los yacimientos que no se
encuentran a simple vista en la superficie.
La fotografía aérea también es otro sistema de
prospección que da unas señales que facilitan la
localización de elementos que a simple vista no se
puede detectar por la falta de perspectiva.
La excavación arqueológica
La excavación arqueológica es el sistema de
recuperación de datos prehistóricos por antonomasia.
Es el medio que permite descubrir y poner a la
vista aquellos restos enterrados en los yacimientos
arqueológicos.
Es un método destructivo ya que la excavación
exige deteriorar el terreno en el que se encuentra el
yacimiento a analizar. Los niveles del yacimiento son
demasiado sensibles ya que solo es posible realizar
una sola excavación, no hay margen de error si se
quiere conservar el patrimonio del mismo. El método
es polémico ya que su futura conservación pasa por
hacer una primera incursión a un nivel de exigencia
tremendamente alto.
En la actualidad, se utilizan infinidad de métodos
no destructivos, obteniendo una gran cantidad de
información impresionante sobre los yacimientos sin ni
siquiera utilizar una pala para remover el terreno, como
por ejemplo un análisis geofísico.
Si bien las nuevas tecnologías ayudan a obtener cada
vez más información sobre un yacimiento, la excavación,
es a día de hoy el único método que permite comprobar
cada detalle del yacimiento, es la única forma de que
los datos que se descubren sean fiables al completo.
Por un lado, demuestra fehacientemente las
actividades humanas en un período determinado. Por
otro lado, se comprueba de la manera más veraz los
cambios que se han experimentado y han producido
las sociedades humanas que estaban en ese territorio.
Toda vez que el equipo arqueológico se ha establecido
en el yacimiento, y tiene decidido el perímetro a
excavar, se establece una estrategia teniendo siempre
en cuenta las condiciones del yacimiento y qué medios
son los adecuados.
Los pioneros en el método de excavación más común
fueron los arqueólogos M. Wheeler y K. Kenyon en
la década de los 60. El sistema que utilizan se basa
en ejes y cuadrículas sobre el terreno a excavar.
Subdividen el terreno, siempre acotado y delimitado
para marcar la zona.
A través de unos ejes perpendiculares en cuadrículas
o rectángulos, dependiendo siempre del tamaño
del yacimiento, y siempre dejando unos espacios
para poder caminar y trabajar sin dificultad sobre
el terreno previamente delimitado mediante unos
testigos, permite poder moverse de un lado a otro del
yacimiento.
Este sistema facilita un control exhaustivo sobre el
yacimiento, la manera más fehaciente de estudiar el
yacimiento es analizando las diferentes cuadrículas
en las que se ha dividido el yacimiento.
Este sistema es válido para todo aquel yacimiento
superficial, muy típico de yacimientos paleolíticos o
mesolíticos. El sistema de excavación tan utilizado y
extendido en la actualidad para trabajar los yacimientos
superficiales se le denomina abierto.
En muchas ocasiones se utiliza un sistema intermedio
para poder trabajar y analizar toda la extensión del
yacimiento, para poder ver todos los puntos de vista
posibles, desde el punto de vista horizontal y desde el
punto de vista vertical. Se suele dejar los testigos que
delimitan las cuadrículas, ya que sirve para estudiar
las áreas de forma más detalladas, delimitando cada
una de ellas y así reducir las probabilidades de error a
la hora de trabajar el yacimiento pautadamente.
Existen también otro tipo de delimitaciones, por
ejemplo, el sistema de trincheras es el método
que se utiliza para tratar muros, fosas o calles; son
estructuras lineales de los que rápidamente se pueden
obtener detalles.
Las técnicas de excavación más utilizadas son las
que consisten en seguir una estratificación natural del
terreno seleccionado y la otra ir por niveles artificiales
de aquellos yacimientos que tienen un espesor mayor
que el anterior.
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Aquellos yacimientos que presenten una secuencia
cronológica vertical y tengan un espesor de tierra
importante, se trabajará por niveles, secuenciándolo
cronológicamente de forma vertical, de lo más antiguo a lo
más moderno. Es habitual que toda fosa excavada presente
alteraciones, pero una vez se ha descubierto una o varias
fosas, la utilidad de cada una de ellas varía mucho, puede
que haya desde una fosa como almacén de comida hasta
una fosa de enterramientos. El espectro de posibilidades
es muy amplio.
Registro de datos
Tras haber conseguido una serie de datos o identificado la
información del yacimiento, se debe numerar cada una de
las unidades estratigráficas para proceder a su descripción,
procediendo a la catalogación de lo hallado. En casi todos
los yacimientos, siempre se utilizan los mismos patrones de
registro: estructuras conservadas y objetos encontrados; al
igual que los objetos destruidos por haber excavado.
Es fundamental anotar todos los datos de interés que
han surgido en cada uno de los días trabajados: técnicas
empleadas, objetos encontrados, tipología del suelo,
estructuras, agentes climáticos, etc. Hacer un inventario es
la forma más común y útil; posteriormente se almacenan
los objetos, catalogando el nombre del yacimiento, año
de la excavación, coordenadas, número identificativo del
lugar y del objeto (u objetos). Es necesario describir cada
pieza encontrada.
Todo plano, dibujo o fotografía utilizados, ya sea de nivel
o de estructura, se debe registrar. Un plano tiene como
objetivo registrar el aspecto horizontal del yacimiento
en cuestión. Se representan las plantas de los diferentes
niveles de estructuras y objetos.
Resumen
La Prehistoria y la Arqueología son y siguen siendo
herramientas fundamentales para el estudio del ser
humano desde sus orígenes hasta comprender los
rasgos más evolutivos de nuestra especie. Por ello,
obliga a indagar y comprender cada uno de estos
dos conceptos.
La Prehistoria, como concepto, obliga a ubicarnos en un
espacio-tiempo determinado para comprender cuáles
son las fuentes que se puede utilizar y así descubrir
de una manera más exacta, el origen del ser humano.
Eso lleva, como historiadores, a plantearnos una serie
de objetivos donde las corrientes poliformistas y
difusionistas son las más utilizadas sobre el estudio del
ser humano.
La paleoeconomía ha sido la corriente metodológica
más utilizada por los expertos para comprender las
relaciones de los diferentes tipos de homínidos que se
suceden a lo largo de la Prehistoria.
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La arqueología, es una ciencia que estudia y analiza
cualquier resto del pasado a través de restos de
monumentos o utensilios utilizados en la antigüedad
e incluso documentos escritos si se mete a analizar
exhaustivamente el período conocido como Prehistoria.
Esta ciencia, a través de numerosas técnicas de trabajo,
trata de situar y ubicar diferentes civilizaciones del
pasado, intentando sacar conclusiones a través de
los restos; restos que se pueden trabajar y analizar de
diferentes maneras. Sin duda, la excavación arqueológica
es el método más utilizado por los arqueólogos a la
hora de definir con rigor el pasado de una cultura en
concreto. Cualquier resto que se esté trabajando, al
detalle, debe ser registrado y clasificado, según proceda,
y en su conjunto, poder sacar conclusiones; cuantos
más restos en buen estado se hayan encontrado, más
fácil será obtener respuestas sobre lo que se está
analizando y trabajando.
Bibliografía
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