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8.estabilización de Los Vinos Por Métodos Fisicos
8.estabilización de Los Vinos Por Métodos Fisicos
Los tratamientos para estabilizar los vinos e impedir las precipitaciones tartáricas son
muy numerosos, aunque no siempre algunos de ellos son totalmente eficaces, pues en los
mecanismos de insolubilización de estas sales, inciden una gran cantidad de factores, que
pueden acelerar o retardar la precipitación de las mismas.
-Acido metatártrico.
-Carboximetilcelulosa.
-Manoproteínas.
-Tratamiento por calor.
-Acido racémico.
-Electrodiálisis.
-Intercambio catiónico.
Los tratamientos de los vinos por frío son una consecuencia de su evolución natural,
donde los tartratos se insolubilizan espontáneamente con los rigores del invierno, o bien
cuando permanecen en conservación o crianza durante varios años, produciéndose una
autoestabilización de los mismos. Los sistemas aplicados, son por lo tanto una imitación de los
procesos naturales de estabilización por el frío, pudiendo utilizarse varios métodos, entre los
que destacan por orden de antigüedad: la estabilización de larga duración, la estabilización de
corta duración, y la estabilización en continuo. En casi todos los casos, los vinos deben ser
llevados a un punto cercano a su congelación.
Este sistema permite realizar por depósito cristalizador de dos a tres ciclos por día,
utilizando normalmente recipientes de 50 a 100 hectolitros de volumen, lo que supone
un elevado rendimiento diario en la estabilización tartárica de los vinos.
Todas las líneas de estabilización en continuo, funcionan con algunas u otras variantes
de la siguiente forma: el vino a estabilizar accede a un recuperador de calor,
normalmente un intercambiador de placas, donde se preenfría con el vino estabilizado
y frío que sale de la línea; pasando a continuación a un intercambiador de calor de
cuerpo cilíndrico rascado acoplado a un grupo de frío, donde el vino se lleva a la
temperatura de tratamiento, que generalmente corresponde a un valor cercano a su
punto de congelación. A continuación el vino se introduce en un dispositivo de
cristalización o depósito “reactor”, donde se produce la insolubilización y precipitación
de los tartratos, siendo este elemento la parte de la instalación que diferencia unas
líneas de otras. Así en unos casos se dispone de un solo reactor, o en otros se instalan
tres reactores o más, que trabajan de forma secuencial en las fases de llenado,
tratamiento y vaciado; variando también su geometría y volumen en función de la
capacidad de la instalación.
En todos los casos se realiza una siembra de cristales de tartratos finamente molidos, y
casi siempre antes de que el vino acceda al reactor o algunas veces añadidos en el
mismo, con un tamaño inferior a 50 m, utilizando dosis variables entre 4 a 5 gramos /
litro, y procedentes en la mayor parte de los casos de los producidos en la propia línea
de tratamiento. La estabilización se produce con el reactor en agitación, durante un
tiempo muy corto de 90 a 120 minutos; donde periódicamente se deben eliminar los
tartratos sedimentados, reutilizando parte de éstos para la siembra, pudiendo molerse o
no antes de su inoculación, y el resto se destinan a la venta debido a su elevado valor
comercial.
El vino estabilizado que sale del reactor se somete a un proceso de separación de los
cristales que permanecen en suspensión, bien mediante una filtración o bien por una
centrifugación, saliendo el líquido de la instalación a través del recuperador de calor
mencionado al principio, donde se preenfría el vino que entra en el sistema.
-Osmosis inversa.
VIII.2. ELECTRODIÁLISIS.
Según M. Moutounet y J.L. Escudier, el vino se hace circular por un aparato dializador
compuesto por un conjunto de células, donde se sitúan dos electrodos en sus extremos
cargados con una corriente eléctrica continua en un ánodo (+) y un cátodo (-), colocando entre
ellos unas membranas semipermeables de tipo aniónico permeable a los aniones tartratos (T 2-
y TH-) y de tipo catiónico permeables a los cationes calcio y potasio (Ca 2+ y K+). El campo
eléctrico generado de manera constante, produce por la ley de Coulomb un desplazamiento de
los iones del vino hacia los electrodos, los cationes calcio y potasio atraviesan desde el circuito
de vino una membrana catiónica específica, quedando retenidas en un espacio donde circula
agua salada de sulfato potásico, pues otra membrana aniónica infranqueable impide que se
acerquen al ánodo. Del mismo modo los aniones del tartárico circulan en sentido contrario,
emigrando a través de la membrana aniónica hacia el ánodo, quedando retenidos en otro
espacio contra otra membrana catiónica infranqueable. De esta forma los espacios de las
células por donde circula el vino a baja velocidad y reducida presión se descargan de ácido
tartárico, calcio y potasio, enriqueciéndose en estos elementos los espacios por donde circula
el agua salada. La corriente eléctrica que se aplica es del orden de una diferencia de potencial
de 1 voltio por célula, instalándose en los electrodializadores un conjunto de células de orden
de hasta 500 unidades.
Antes del tratamiento de los vinos debe realizarse un ensayo de estabilidad, con el
propósito de medir el valor de la conductividad eléctrica que debe presentar el vino tratado que
sale del aparato de electrodiálisis. Para ello se utiliza una de las pruebas de estabilidad
mencionadas anteriormente, especialmente cualquier método de contacto, alcanzando
normalmente un valor de la conductividad final del orden de 150 a 500 S, donde se logra una
disminución de los iones del vino del 15 a 20 por 100 en los vinos jóvenes y del 5 a 15 por 100
en los vinos más viejos, y siempre con un límite superior del 30 por 100.
El tratamiento es muy eficaz para la reducción de cationes minerales, destacando entre
ellos el potasio, disminuyendo algo menos el calcio, sodio, hierro y calcio; mientras que los
aniones varían muy poco, alcanzando el vino una reducción del pH comprendida entre valores
de 0,2 a 0,3 donde el ácido tartárico es el más afectado, alcanzando una reducción del 10 a 15
por 100 cuando la disminución de la conductividad es del 20 por 100. La acidez volátil puede
también reducirse en 0,09 gramos / litro en ácido sulfúrico, así como también el etanol en 0,1%
vol, mientras que otras sustancias como los polifenoles, polisacáridos, aminoácidos, etc. se ven
muy poco afectados por el tratamiento. Los vinos blancos responden mejor a la desionización
que los vinos tintos, donde su mayor carga coloidal pueden llegar a colmatar más fácilmente las
membranas, por lo que se debe realizar una limpieza periódica del aparato.
Para conseguir la estabilización tartárica de un vino se debe alcanzar por lo menos una
desionización del 17 por 100, soportando de este modo sin problemas una ligera modificación
química y sensorial dentro de lo aceptable, aplicando a los vinos tintos una caída de la
conductividad entre un 20 por 100, y para vinos blancos otra del 20 a 30 por 100. Los efluentes
líquidos de este tratamiento son fácilmente gestionables, debido a su valorización por la
cantidad importante de ácido tartárico que contienen.
-La disminución de la acidez volátil será inferior a 0,12 gramos / litro en ácido acético o
2,0 miliequivalentes.
-El tratamiento no afectará a los compuestos no iónicos del vino, especialmente los
polifenoles y polisacáridos.
La mayor parte de las resinas de intercambio iónico están formadas por una mezcla de
estireno y divinilbenceno, pudiendo existir los siguientes “grupos activos” donde se fijan e
intercambian los iones:
El intercambio iónico se hace de tal modo que se obtenga la neutralidad eléctrica del
sistema, siendo siempre reacciones esteoquimétricas, con una velocidad de cambio que
depende de la naturaleza de la resina, y poseyendo una determinada afinidad para cada tipo de
ión. Las leyes de afinidad de intercambio iónico son las siguientes:
-Para los metales pesados, que en el vino están en forma compleja, la fijación
depende de la estabilidad del nuevo complejo entre el metal pesado y el
intercambiador.
Para su utilización en la enología, las resinas no solo deben cumplir con su cometido
de intercambio de iones, si no que también deben presentar una resistencia mecánica para
soportar un elevado número de regeneraciones, y no deberán disolverse o ceder sabor alguno
a los mostos o vinos tratados. Las resinas sulfónicas catiónicas cumplen perfectamente con
estas exigencias, mientras que las aniónicas pueden modificar ligeramente el gusto de los
productos tratados, así como ceder pequeñas cantidades de amonio cuaternario con un cierto
efecto antimicrobiano.
La aplicación de las resinas de intercambio iónico a los vinos pueden resumirse en los
siguientes tratamientos:
-Estabilización tartárica de los vinos por eliminación o reducción del calcio y potasio.
-Tratamiento de las quiebras metálicas por eliminación o reducción del hierro y calcio
de los vinos.
Para el tratamientos de los mostos o vinos, se pueden utilizar entre otras los siguientes
tipos de resinas de intercambio:
Peso del meq (mg)
------------------------
Resinas de intercambio catiónico
(poliéster sulfonado):
El producto a tratar se hace pasar lentamente por una columna rellena de la resina de
intercambio iónico, pudiendo funcionar de acuerdo con los siguientes métodos:
-Método del doble cambio. Por una resina sulfonada catiónica se hace pasar una
solución ácida, que tiene por efecto de cargarla con H +, donde a continuación se hace
circular el vino, resultando lo siguiente:
Las sales del vino ceden su catión y se transforman en ácidos, elevándose de manera
notable la acidez del vino (ciclo ácido), donde se modifica notablemente el pH del vino
hasta valores cercanos a 1,8 que pueden llegar a desnaturalizarlo. Para evitar este
inconveniente se puede solamente tratar una parte del vino, estimada en un 20 por
100, o bien se somete a un nuevo tratamiento (ciclo básico) donde se reduce la acidez,
haciendo pasar el vino de nuevo por una resina aniónica.
-Método del simple cambio. Por una resina catiónica se hace pasar una solución que
contiene un catión como el sodio o el magnesio, cuya acumulación en el vino no
presenta problema de estabilidad, y a cambio se extraen los cationes que contiene el
vino origen de inestabilidades, tales como: potasio, calcio, hierro, cobre, etc.
Este método puede también aplicarse a una sola parte del vino, siendo a veces
suficiente hacerlo en un 10 a 20 por 100 para impedir las precipitaciones tartáricas, e
incluso asociando el sodio a otro catión, con objeto de limitar el enriquecimiento del
vino en éste, el cual no debe exceder de los 150 a 200 mg / litro.
El magnesio ofrece unos mejores resultados, pues este catión bivalente es muy
selectivo frente al calcio y al potasio, y además presenta un excelente rendimiento,
pues para eliminar 150 mg de sodio y 50 mg de calcio se precisa tan solo 78 mg de
magnesio, en vez de los 150 mg de sodio que serían necesarios. Este método llamado
como del ciclo magnesiano largo, permite eliminar en los vinos del 10 a 20 por 100 de
potasio y el 25 a 30 por 100 de calcio, lo que supone unas cantidades suficientes para
impedir las precipitaciones tartáricas.
-Lavado de la resina de la columna con agua pura, circulando diez veces el volumen de
la columna.
-Lavado de la resina cargada con agua pura para eliminar el exceso de cloruro de
magnesio, haciendo circular diez veces el volumen de la columna.
-Circulación del vino a tratar en una cantidad de 200 veces el volumen de la columna y
a una velocidad de 25 volúmenes por hora.
Así por ejemplo en una columna de un volumen de 1.000 litros (2 metros de altura y 0,8
metros de diámetro) se pueden tratar unos 200.000 litros de vinos, durante un tiempo de 8
horas, siendo regenerada la columna con 10.000 litros de una solución de 25 gramos / litro de
cloruro de magnesio.
Cuando se utiliza el método de doble cambio, las soluciones de regeneración del ciclo
ácido pueden ser de ácido sulfúrico al 2 a 4 por 100 o del 2 a 10 por 100 de ácido clorhídrico,
mientras que en el caso del simple cambio de sodio se emplea una solución al 10 por 100 de
cloruro sódico.
-Cuando los vinos contienen azúcar, aparece una sustancia conocida como
metilfurfural, que procede de la escisión térmica de los azúcares en medio ácido, la
cual oscurece el color y modifica negativamente el aroma y el gusto de los mismos. El
nivel de calentamiento, así como también su duración, y la cantidad de azúcar
contenida, determinan el nivel de esta sustancia en los vinos sometidos a
calentamiento, detectándose sobre todo a partir de temperaturas de 70º a 75º C.
Así por ejemplo una aplicación de 1 minuto a 65º C es 5,24 veces más eficaz que a 60º
C, equivaliendo a 5 minutos y 15 segundos a 60º C. Con ayuda de esta tabla se puede
establecer unos diagramas, que indican las temperaturas y tiempos necesarios para aplicar un
determinado número de unidades de pasteurización. Generalmente en los vinos se aplican
para conseguir su esterilidad, valores entre 150 y 200 UP.
Entre los sistemas de se utilizan para la estabilización biológica de los mostos o vinos,
cabe destacar tres o cuatro posibles métodos de tratamiento, donde en todos ellos los
productos se calientan a través de una superficie de intercambio calórico, haciéndolos circular
por aparatos “intercambiadores de calor” conformados como: serpentines, haces tubulares,
cámaras cilíndricas o helicoidales, y placas o platos; debiendo cumplir los siguientes requisitos:
Los intercambiadores de calor más comunes y efectivos son los de placas o platos,
cuyas características térmicas y constructivas se detallaron en el apartado III.4.2.1.
Refrigeración de Mostos y Vendimias. En unos casos en estos intercambiadores se utilizan
simplemente para llevar al vino a la temperatura de tratamiento, utilizándose solamente para el
calentamiento y completándose la esterilización en otros recipientes; o en otros casos, donde la
totalidad del tratamiento se realiza en el intercambiador antes que el producto salga,
colocándose otras secciones para recuperar el calor aplicado y así precalentar el producto que
entra en la instalación. El calentamiento se realiza por medio de vapor de agua, o de manera
más común con agua caliente producida por una caldera auxiliar, haciéndolos circular por la
otra parte del circuito de tratamiento. El cálculo de las necesidades de calor es muy sencillo:
Una vez calculadas las kilocalorías necesarias para calentar un mosto o un vino desde
una temperatura de Te ºC hasta otra de Ts ºC, entonces se puede fácilmente calcular la
temperatura del agua necesaria para el tratamiento y producida por una caldera, utilizando la
misma ecuación anterior, pero sustituyéndola con agua:
Este sistema permite de una manera efectiva esterilizar los vinos tratados, pero exige
también la esterilidad de las conducciones, instalaciones, o recipientes situados después del
tratamiento térmico, lo que supone una dificultad añadida, la cual puede ser resuelta con la
aplicación de otros sistemas.
La pasteurización ordinaria consiste en calentar los mostos o vinos a una temperatura
de unos 60º a 65º C durante algunos minutos, con objeto de aplicar las unidades de
pasteurización necesarias, siendo antes de salir del intercambiador refrigerado a
contracorriente por los mostos o vinos que penetran en la instalación.
-Calentamiento de botellas.
-Embotellado en caliente.
Este sistema de esterilización se diferencia del anterior, por calentar el mosto o vino a
embotellar, llenando y taponando las botellas a una determinada temperatura, de tal modo que
el vino se esteriliza tanto él, como también la superficie interior de la botella taponada. Se
utilizan temperaturas relativamente bajas de 40º a 50º C, aplicando las unidades de
pasteurización necesarias mediante un lento enfriamiento durante su posterior almacenaje, que
se ve favorecido si las botellas de vino permanecen apiladas en cajas y palets. Para los vinos
dulces conviene que esta temperatura alcance los 50º a 60º C.
Una alternativa al calentamiento de los mostos o vinos con agua caliente o vapor de
agua, es utilizar como fuente de calor las radiaciones infrarrojas a 20.000 a 30.000 Anstrong,
con una gran eficacia térmica del orden de 6,3 kJ / hora . hectolitro, mediante un tratamiento
denominado como “actinización”.
Los mostos o vinos antes de someterse a un tratamiento por calor, deben encontrase
perfectamente estabilizados, y especialmente frente a determinados sustancias, los cuales
pueden producir accidentes de limpidez, así como también tener en cuenta algunos aspectos
de su embotellado.
-Ausencia de proteínas inestables por el calor, para evitar su precipitación en los vinos
o mostos calentados y embotellados.
-Oxidación de los vinos por el efecto del calor y por el posible hueco creado en el cuello
de la botella.