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J.D.

Robb Apprentice in Death


Naturaleza versus Crianza...

Los disparos se hicieron rápidos, silenciosos y con una precisión mortal. En


cuestión de segundos, tres personas estaban muertas en la pista de patinaje
sobre hielo del Central Park. Las víctimas: un talentoso joven patinador, un
médico y un maestro. Tan aleatorio como el azar puede ser.

Eve Dallas ha visto un montón de asesinos durante su tiempo con el


NYPSD, pero nunca uno como este. Después de revisar los videos de
seguridad, queda claro que las víctimas fueron asesinadas por un
francotirador disparando un rifle láser táctico, que podría haber estado a
kilómetros de distancia cuando el gatillo fue disparado. Y aunque los
lugares donde el tirador podría haber estado parecen interminables, la lista
de personas con ese particular conjunto de habilidades es finito: policía,
militar, asesino profesional.

El marido de Eve, Roarke, tiene recursos ilimitados -y genio- a su


disposición. Y cuando su programa de ordenador conduce a Eve a la
localización del francotirador, ella descubre un hecho chocante: Había dos -
uno más viejo, uno más joven. Alguien está siendo entrenado por un
experto en la ciencia de matar, y tienen una agenda. Central Park fue sólo
un calentamiento. Y cuando otro ataque de francotirador sacude a la ciudad
en su núcleo, Eve se da cuenta de que a pesar de que todos estamos
moldeados por la gente que nos rodea, hay quienes simplemente nacen
malos…

J.D.Robb Apprentice in Death


APPRENTICE IN DEATH

Un impulso de un bosque
primaveral puede enseñarte más sobre el hombre,
sobre la moral mala y buena,
que todo lo que puedan enseñarte los sabios.

WILLIAM WORDSWORTH

¿Están Dios y la Naturaleza en conflicto,


para que la Naturaleza confiera semejantes
sueños aciagos?

ALFRED, LORD TENNYSON

J.D.Robb Apprentice in Death


PROLOGO

Este sería el primer asesinato.

El aprendiz comprendió los años de práctica, los incontables objetivos


destruidos, el entrenamiento, la disciplina, las horas de estudio, todo dirigido a
este momento.

Esta tarde fría y brillante de enero del 2061 marcaba el verdadero principio.

Una mente clara y sangre fría.

El aprendiz sabía que estos elementos eran tan vitales como la habilidad, como
la dirección del viento, la humedad, y la velocidad. Bajo la sangre fría existía
una ansiedad despiadadamente contenida.

El mentor había arreglado todo. Eficientemente, y con una atención a los


detalles que también era vital. La habitación en el hotel limpio de clase media
en la segunda avenida daba hacia el oeste, tenía pantallas de privacidad y
ventanas que se abrían. Este se asentaba, modestamente, en una tranquila
manzana de Sutton Place, y ofrecía una vista del Central Park, aunque a un
kilómetro y medio de distancia.

El mentor lo había planeado bien, reservando una habitación muy por encima
de los árboles. A simple vista, la pista de hielo Wollman era sólo una mancha
blanca que reflejaba destellos del fuerte sol. Y aquellos que se deslizaban sobre
éste eran sólo puntos de color en movimiento.

Ellos habían patinado allí, alumno y maestro, más de una vez, habían
observado al objetivo patinando, haciendo piruetas, sin una sola preocupación
en el mundo.

Habían reconocido otras áreas. El lugar de trabajo del objetivo, su hogar, sus
tiendas favoritas, restaurantes, todas sus rutinas. Y habían decidido, juntos, que
la pista de hielo ofrecía todo lo que querían.

Trabajaban bien juntos, con fluidez y en silencio mientras el mentor adaptaba el


bípode a la ventana que daba al oeste, y el aprendiz acoplaba el rifle laser de
largo alcance y lo aseguraba a éste.

El aire helado invernal se filtró por la ventana cuando la abrieron unos


centímetros. Con la respiración pareja y las manos firmes, el aprendiz miró a
través de la mira telescópica, la reguló.

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La pista de hielo se acercó, lo bastante cerca para ver las cuchillas de los patines
marcando la superficie.

Todas aquellas personas, los gorros de colores brillantes, los guantes, y las
bufandas. Una pareja, tomada de la mano, riendo mientras se tambaleaban
juntos sobre el hielo. Una chica de cabello dorado, llevando un traje rojo
ajustado y chaleco, estaba girando, girando, girando hasta que se hizo borrosa.
Otra pareja con un niño pequeño entre ellos, sus manos unidas a las de él
mientras sonreía maravillado.

Los ancianos, los jóvenes, los de mediana edad. Los principiantes y los
jactanciosos, los veloces y los que apenas avanzaban.

Y ninguno de ellos sabía, ninguno de ellos, que estaban dentro del punto de
mira, a segundos de la muerte. A segundos de la elección de dejarlos vivir, o
hacerlos morir.

El poder era increíble.

“¿Tienes al objetivo?”

Eso le tomó otro momento. Tantísimas caras. Tantísimos cuerpos.

Entonces el aprendiz asintió. Allá, el rostro, el cuerpo. El objetivo. ¿Cuántas


veces ese rostro, ese cuerpo había estado en la mira? Incontables. Pero hoy sería
la última vez.

“¿Has seleccionado a los otros dos?”

Otro asentimiento, tan frío como el primero.

“En cualquier orden. Tienes luz verde.”

El aprendiz revisó la velocidad del viento, hizo un ajuste de un minuto.


Entonces con la mente clara, con sangre fría, empezó.

La muchacha del traje rojo daba vueltas hacia atrás, tomando velocidad para un
salto axel. Empezó la rotación hacia adelante, el movimiento del patín derecho
al izquierdo, levantando los brazos.

La corriente letal la golpeó en el centro de la espalda, con su propio impulso


propulsándola hacia delante. Su cuerpo, ya muriendo, golpeó a la familia con
el niño pequeño. Como un proyectil, ese cuerpo ya muriendo los propulsó hacia
atrás y al suelo.

Los gritos empezaron.

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En el caos que siguió, un hombre que se deslizaba a lo largo del otro lado de la
pista bajó su velocidad y echó un vistazo.

La corriente lo golpeó en medio del pecho. Mientras él se desplomaba, dos


patinadores que venían detrás de él, se abrieron alrededor y siguieron adelante.

La pareja, tomada de la mano, todavía tropezando por la pista, patinaron


torpemente hacia la baranda. El hombre gesticuló hacia el revoltijo de cuerpos
delante de ellos.

“Espera, creo que están…”

La corriente le dio entre los ojos.

En la habitación del hotel, en el silencio, el aprendiz continuó observando a


través de la mira, imaginando los sonidos, los gritos. Hubiera sido fácil matar a
un cuarto, un quinto. Una docena.

Fácil, gratificante. Poderoso.

Pero el mentor bajó sus binoculares.

“Tres tiros limpios. El objetivo cayó.” Una mano se posó en el hombro del
aprendiz en señal de aprobación. Señalando el fin del momento.

“Bien hecho.”

Rápidamente, eficientemente, el aprendiz desacopló el rifle, lo guardó en su


estuche mientras el mentor retiraba el bípode.

Aunque no se intercambiaron palabras, la alegría, el orgullo en la acción, en la


aprobación lo decía claramente. Y viéndolo, el mentor sonrió, sólo un poco.

“Necesitamos asegurar el equipo, entonces celebraremos. Te lo has ganado.


Podemos informar después. Mañana es buen momento para movernos al
siguiente objetivo.”

Mientras abandonaban la habitación del hotel, bien limpiado antes de que


empezar y después de terminar, el aprendiz pensaba que el siguiente no podía
llegar lo bastante pronto.

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Capítulo 1

Cuando la Teniente Eve Dallas entró en la división de Homicidios después de


una molesta comparecencia en los tribunales, quería café. Pero el Detective
Jenkinson obviamente había estado esperándola. Se levantó de un salto de su
escritorio, y comenzó a ir hacia ella, presentando su repulsiva corbata del día.

“¿Eso son ranas?” demandó ella. “¿Por qué llevarías una corbata con ranas
color amarillo orina saltando sobre, dios, nenúfares color verde vómito?”

“Las ranas traen buena suerte. Es feng shui o alguna mierda de esas. De todas
maneras, la carne fresca que trajiste recibió un golpe en el ojo de un drogadicto
en la Avenida B. Ella y la Oficial Carmichael los trajeron a él y al traficante.
Están en la celda. La chica nueva está en la sala de descanso con una compresa
fría. Supuse que querría saberlo.”

Carne fresca se refería a la recién transferida Oficial Shelby. “¿Cómo lo manejó?”

“Como una policía. Ella está bien, Teniente.”

“Es bueno saberlo.”

Realmente quería café, y no la basura de café de la sala de descanso, sino el


verdadero café del AutoChef de su oficina. Pero había traído a la Oficial Shelby
abordo, y en su primer día completo había recibido un puñetazo en el ojo.

De manera que Eve, alta y espigada en su abrigo negro de cuero, se dirigió


hacia la sala de descanso.

En su interior, Shelby estaba sentada tomando la mierda de café, mirando con


un ojo entrecerrado su computadora personal mientras llevaba una compresa
fría sobre su ojo derecho. Empezó a ponerse de pie, pero Eve le hizo un ademán
para que siguiera sentada.

“¿Cómo está el ojo, Oficial?”

“Mi hermanita menor golpea más fuerte, Teniente.”

Cuando Eve hizo un movimiento con el dedo, Shelby levantó la compresa.

El ojo inyectado en sangre, y el color amoratado que irradiaba de éste hizo que
Eve asintiera. “Es un lindo golpe. Siga con la compresa un rato.”

“Sí, señor.”

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“Buen trabajo.”

“Gracias, señor.”

De camino hacia su oficina, se detuvo en el cubículo de la Oficial Carmichael.


“Infórmame al respecto.”

“Los Detectives Carmichael y Santiago cogieron un caso en la Avenida B.


Nosotras éramos su respaldo, sólo control del gentío. Vimos el tráfico de drogas
llevándose a cabo, a metro y medio de distancia. No podíamos simplemente
ignorarlo, pero como iban a sacar un cuerpo, simplemente íbamos a hacer que
se alejaran. ¿El traficante? Puso las manos arriba, ningún problema. El
drogadicto estaba necesitando su dosis, y simplemente le dio un puñetazo. Fue
inesperado, señor. Ella lo derribó, y rápido. Un poco temeraria, tal vez, pero
fue su ojo el que recibió el puñetazo. Los trajimos a ambos aquí, con cargo por
asalto a un oficial añadido a lo de la droga. Ella puede aguantar un puñetazo,”
añadió la Oficial Carmichael. “También le reconoceré eso.”

“Mantenla ocupada unos cuantos días, y veamos cómo responde.”

Antes de que alguien más la quisiera para algo más, Eve se dirigió directamente
a su oficina. Programó el café, negro, sin molestarse en quitarse el abrigo.

Se paró frente a su ventanucha bebiendo el café, con sus ojos de policía del color
del whiskey escaneando el tráfico de abajo, y el tráfico aéreo.

Tenía papeleo, siempre había papeleo, y se puso en acción. Pero acababa de


cerrar un feo caso, y había pasado la mañana testificando sobre otro caso
desagradable. Suponía que todos los casos eran desagradables, pero algunos
eran más retorcidos que otros.

De manera que quería un minuto con su café y con la ciudad que había jurado
proteger y servir.

Tal vez, si tenía suerte, le seguiría una noche tranquila. Sólo ella y Roarke,
pensó. Un poco de vino, algo de cenar, tal vez un video, algo de sexo. Cuando
una policía de homicidios terminaba con un ocupado hombre de negocios
billonario, las noches tranquilas en casa eran como el premio más grande y más
brillante de la caja.

Gracias a Dios él también quería aquellas noches tranquilas.

Algunas veces hacían cosas sofisticadas, eso era parte del trato, parte de las
Reglas del Matrimonio en su libro. Y más que algunas veces él trabajaba con
ella comiendo pizza en su oficina en casa. ¿Un criminal reformado con la mente
de un policía? Una herramienta de mil diablos.

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A sí que tal vez una noche tranquila para ambos.

Puso el café sobre su escritorio, se quitó el abrigo y lo tiró sobre su


deliberadamente incómoda silla para visitas. Papeleo, se recordó, y comenzó a
pasarse la mano por el cabello. Tocó el gorro del copo de nieve que intentaba
que no la avergonzara. Después de lanzarlo encima del abrigo, se peinó con los
dedos las mechas de su corta melena de cabello castaño, y se sentó.

“Computadora,” empezó, y el enlace de su escritorio sonó.

“Dallas.”
“Despacho, Dallas, Teniente Eve.”

Incluso antes de escuchar el resto, supo que el brillante premio tendría que
quedarse en la caja un rato.

Con su compañera, Eve caminó desde la Sexta Avenida en donde había


aparcado en doble fila su coche.

Con una bufanda de zigzags morados y verdes envuelta alrededor de su cuello,


Peabody caminaba pisando fuerte a lo largo del camino, disparando infelices
miradas a la nieve que blanqueaba todo lo demás.

“Pensé, oye, estaremos en los tribunales, y tenemos temperaturas de cuatro


grados, puedo usar mis botas vaqueras sin problemas. Si tenemos que ir
andando a través de la nieve…”

“Es Enero. ¿Y qué policía usa rosado para un juicio por homicidio?”

“Reo tenía puestos unos zapatos rojos,” señaló Peabody, refiriéndose a la


Asistente del Fiscal. “El rojo es simplemente un rosado oscuro si te pones a
pensarlo.”

Cuando Eve pensó al respecto, se preguntó por qué demonios estaban hablando
sobre calzado cuando tenían tres cadáveres entre manos. “Olvídalo.”

Enseñó su placa cuando llegaron a la primera línea policial, siguieron


caminando, ignorando a los reporteros quienes se apretaban contra esa línea y
gritaban preguntas.

Alguien tenía la cabeza bien puesta, decidió, manteniendo a los sabuesos de los
medios lejos de la vista de la pista de hielo. Eso no duraría, pero mantenía lo
que estaba destinado a ser complicado un poco más simple por el momento.

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Divisó a más de una docena de uniformados yendo o viniendo y por lo menos
cincuenta civiles. Voces alzadas, algunas al borde de la histeria, se escuchaban
claramente.

“Pensé que tendríamos más civiles, más testigos.”

Eve siguió escaneando. “Los cuerpos caen, la gente corre. Probablemente


perdimos a la mitad de ellos antes de que llegaran aquí los primeros policías.”
Sacudió la cabeza. “Los medios no necesitan estar dentro del alcance de la
cámara. Van a tener a docenas de personas enviándoles videos.”

Ya que nada podía hacerse al respecto, Eve lo dejó a un lado, pasó a través de la
siguiente barricada.

Mientras lo hacía, un uniformado se separó de la barricada y se dirigió


pesadamente hacia ella. Reconoció al veterano de más de treinta años en el
cuerpo, y sabía que la orden establecida era debida a su experiencia y a su estilo
de no me jodan.

“Fericke.”
Él le dirigió un asentimiento. Tenía un rostro oscuro de bulldog sobre un
cuerpo de bulldog de pecho amplio. Y ojos del color del chocolate amargo que
habían visto de todo, y que esperaban ver peores cosas en cualquier momento.

“Un lío del demonio.”

“Deme un informe.”

“Recibí el primer aviso alrededor de las quince-veinte. Estoy entrenando a un


novato, y lo tenía patrullando a pie en la Sexta, de manera que salimos
disparados. Hice que empezara una línea para mantener a la gente fuera. Pero,
por la muleta de Cristo, uno no puede bloquear todo el jodido parque.”

“Usted es el primero en escena.”

“Sí. Los patrulleros empezaron a llegar así como los policías, pero la gente ya
estaba huyendo de la escena cuando yo llegué. Tuve que trabajar con la
seguridad del parque para contener lo que podíamos. Tenían algunas lesiones.
Trajimos a los paramédicos para que trataran las menores, pero teníamos a un
niño, como de seis años, con la pierna rota. La forma en que el testigo reporta es
muy agitada, una vez que le cortas el rollo dice que la primera víctima chocó
con él y con los padres del niño, y la pierna del niño se rompió en la caída.
Tengo su información de contacto, y el hospital para usted.”

“Peabody.”
“Yo tomaré esa información, Oficial.”

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Él se la dio sin sacar su block de notas.

“El equipo forense no va a estar contento con el estado de la escena del crimen.
La gente la ha jodido por completo, y los cuerpos fueron movidos. Tenían a un
médico en la pista, y a un veterinario, un doctor de animales, y ellos trabajaron
en las víctimas, y en los heridos. A la primera víctima le dieron en la espalda.
Esa es la mujer de allá, de rojo.” Se volvió, hizo un gesto alzando esa barbilla de
bulldog. “Las declaraciones de los testigos no son claras acerca de quién recibió
el segundo disparo, pero tiene a dos hombres, uno con un disparo en el
estómago, uno entre los jodidos ojos. A mí me parece que fue un disparo con
láser, Teniente, pero no quiero decirle cómo trabajar. Y usted va a oír de
algunos de estos testigos acerca de cuchillos y de individuos sospechosos, y la
mierda usual.”

Uno no llegaba a ser teniente sin tener que vadear a través de la mierda usual, y
aprender a sacar lo importante de ella.

“Muy bien. ¿Tiene usted a los doctores a mano?”

“Sí. Los tengo dentro, tengo a otro par allí dentro también, quienes declaran que
fueron los primeros en llegar a una de las víctimas masculinas. Y a la esposa de
una de las víctimas masculinas. Está segura de que él fue el último alcanzado, y
yo me inclino hacia eso.”

“Peabody, ocúpate de ellos, y yo empezaré con los cuerpos. Quiero los discos
de seguridad, y los quiero ahora.”

“Los tienen listos para usted,” le dijo Fericke. “Pregunte por Spicher. Es de la
seguridad de la pista, y no es un gilipollas.”

“Estoy en ello.” Peabody se alejó, con cuidado de evitar la nieve.

“Va a querer unas suelas antideslizantes para sus botas,” le dijo Fericke a Eve.
“Hay una pila de ellas allí delante. Una célebre policía de homicidios cayendo
de cara en la pista de hielo no inspiraría confianza.”

“Manténgase firme, Fericke.”

“Eso es lo que nosotros hacemos.”

Ella siguió el perímetro hasta la entrada de la pista de patinaje, colocándose un


par de suelas antideslizantes antes de abrir su equipo de campo y sellarse las
manos y las botas.”

“¡Oiga! ¡Oiga! ¿Usted está al mando? ¿Quién es el jodido encargado?”

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Ella le echó un vistazo, mirando fijamente al hombre con la cara enrojecida de
alrededor de cuarenta años quien llevaba puesto un suéter blanco y pantalones
apretados negros.

“Yo estoy a cargo.”

“¡Usted no tiene ningún derecho en retenerme! Tengo una cita.”

“Señor…”

“Granger. ¡Wayne Granger, y conozco mis derechos!”

“Señor Granger, ¿ve usted a esas tres personas yaciendo sobre la pista de
patinaje?”

“Por supuesto que las veo.”

“Los derechos de ellas sobrepasan los suyos.”

Él le gritó mientras ella se abría camino a través del hielo hacia la víctima
femenina, algo acerca de los estados policiales y las demandas. Bajando la
mirada hacia la muchacha de rojo, no podía haber tenido más de veinte años,
Eve ya no le prestó la menor atención.

La sangre se encharcaba debajo de ella, extendiéndose más sobre el hielo.


Estaba echada de lado, y Eve podía ver claramente las marcas ensangrentadas
por donde otros patinadores, y los paramédicos, habían pisado.

Sus ojos, de un brillante azul de verano ya nublados por la muerte, miraban


fijamente, y una mano yacía, con la palma hacia arriba, sobre su propia sangre.
No, Eve no le prestó la menor atención a Granger y a su cita.

Se arrodilló abriendo su equipo de campo, e hizo su trabajo.

No se levantó o se volvió cuando Peabody salió.

“La víctima es Ellissa Wyman, diecinueve años. Todavía vive con sus padres y
una hermana menor, en el Upper West. Hora de la muerte, quince-quince. El
Forense determinará la causa de la muerte, pero estoy de acuerdo con Fericke.
Esto parece un disparo de láser.”

“Los doctores, ambos, están de acuerdo. ¿Y el veterinario? Fue médico del


ejército, de manera que ha visto disparos de láser. No hicieron más que echarle
un vistazo, obviamente ya estaba muerta. Uno trató de trabajar en el disparo del
estómago, y el otro examinó el de la cabeza, pero todos ellos estaban muertos.
De manera que se concentraron en los heridos.”

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Eve se puso de pie asintiendo. “Los discos de seguridad.”

“Justo aquí.”

Eve introdujo uno de los discos en su propia computadora personal, lo adelantó


hasta las quince-catorce, y se enfocó primero en la chica de rojo.

“Ella era buena,” comentó Peabody. “Su técnica, quiero decir. Ella está
alcanzando allí una buena velocidad, y…”

Se interrumpió cuando la muchacha salió despedida por el aire, desaparecida la


técnica, y chocó con la joven familia.

Eve lo retrocedió, poniéndole otro minuto de retraso, y ahora escaneó a los


otros patinadores, los testigos.

“La gente le está dando espacio,” murmuró Eve, “algunos la están observando.
No veo ningún arma.”

Dejó que siguiera reproduciendo la cinta, observó a la segunda víctima saltar


hacia atrás, abriendo mucho los ojos, y desplomándose al doblársele las
rodillas.

La volvió a retroceder, reparando en la hora. La hizo avanzar.

“Menos de seis segundos entre un disparo y el otro.”

Las personas patinaron hacia la primera víctima y la familia. La seguridad vino


a toda velocidad. Y la pareja que patinaba, bastante mal, a lo largo de la
baranda, bajó la velocidad. El hombre miró hacia atrás. Y llegó el disparo.

“Sólo un poco más de seis segundos para el tercero. Tres disparos en apenas
doce segundos, tres muertos, en medio de la espalda, estómago, frente. Eso no
es tener suerte. Y ninguno de esos disparos vino desde la pista de patinaje o de
sus alrededores. Dile a Fericke, cuando tenga todos los nombres y contactos,
que todo el que haya dado su declaración puede marcharse. Excepto los
médicos y la esposa de la tercera víctima.

“Consigue una declaración completa de ellos tres, y contacta a quien sea la


esposa de la víctima. La muchacha tiene el visto bueno para ser embolsada,
etiquetada, y transportada a la morgue. Y necesitamos las cintas de seguridad
del parque.”
“¿De qué sector?”

“De todos ellos.”

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Dejando a Peabody boquiabierta, Eve cruzó el hielo hacia la segunda víctima.

Cuando terminó con los cuerpos, salió de la pista.

Los dos médicos estaban sentados juntos en un banco en el área de los


vestidores, bebiendo café en tazas para llevar.

Eve le hizo un gesto de asentimiento a la oficial uniformada, permitiendo que se


retirara, y entonces tomó asiento en el banco frente a ellos. “Soy la Teniente
Dallas. Ustedes le han dado sus declaraciones a mi compañera, la Detective
Peabody.”

Ambos asintieron, el de la izquierda, cabello cortado, bien afeitado, en sus


treinta, asintió. “No pudimos hacer nada por los tres que fueron asesinados.
Para cuando nosotros llegamos, ya estaban muertos.”

“¿Doctor?”

“Disculpe. Doctor Lansing. Pensé, francamente pensé que la muchacha, la del


traje rojo, acababa de dar un mal giro. Y el niñito, él estaba gritando. Yo estaba
justo allí, eso es, justo detrás de ellos cuando ocurrió. De manera que traté de
llegar a él, primero. Comencé a acercarme a la muchacha, para llegar al niñito, y
me di cuenta que ella no estaba herida o inconsciente. Oí a Matt gritándole a
todo el mundo que saliera de la pista, para despejarla.”

“Matt.”

“Ese soy yo. Matt Brolin. Vi la colisión, vi a la muchacha dar un giro para saltar,
la vi impulsada hacia adelante contra la familia. Iba a ayudar, entonces vi al
hombre caer, lo vi desplomarse. Incluso entonces no lo comprendí. Pero vi al
tercero, vi el disparo, y lo supe. Yo fui médico del ejército. Hace veintiséis años,
pero eso no se olvida. Estábamos bajo ataque, y yo quería que la gente se
protegiera.”

“¿Ustedes son conocidos?”

“Lo somos ahora,” dijo Brolin. “Supe que el tercer hombre estaba muerto,
tremendo disparo de francotirador, pero intenté hacer lo posible por el
segundo. Todavía estaba vivo, Teniente. Me miró. Recordé esa mirada, y es una
mirada dura de recordar. No iba a lograrlo, pero tienes que hacer lo que
puedas.”

“El protegió al hombre con su propio cuerpo,” interpuso Lansing. “La gente
estaba en pánico, y juro que algunos habrían patinado sobre ese hombre, pero
Matt lo protegió.”

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“Jack estaba ocupado con el niñito, y a los padres los vapulearon un poco,
también. ¿Correcto?”

“No tuvieron tiempo de evitar su propia caída,” explicó Lansing. “El padre
tiene una conmoción cerebral leve, la madre tiene una muñeca dislocada. Van a
estar bien. El niño también, pero él se llevó la peor parte. Seguridad tenía un
equipo de primeros auxilios. Le di algo para el dolor. Los paramédicos
estuvieron aquí en menos de dos minutos. Tiene que darles crédito. Fui a
ayudar a Matt. Y tuvimos que intentar ayudar al último. Pero como dijo Matt, él
estaba muerto. Muerto antes de caer al hielo.”

“No había nada más que hacer que dar los primeros auxilios a las personas que
se habían caído o se habían cortado con las cuchillas, patines,” añadió Matt. Se
restregó con la mano su desaliñada barba gris. “No fue hasta que nos pusieron
aquí que lo sentí. Tienes que ponerlo a un lado cuando estás trabajando.”

“¿Poner qué cosa a un lado?”

“El miedo. El miedo a recibir un disparo en la parte trasera de la cabeza en


cualquier segundo. ¿Quienquiera que haya disparado a esa gente? Tiene que
tener habilidades. Los disparos vinieron desde el este.”

“¿Cómo puede usted saber eso?”

“Yo vi el tercer disparo. Vi el ángulo, la forma en que el hombre dio vuelta.


Desde el este.” Miró a Eve con ojos entrecerrados. “Usted ya sabía eso.”

“Revisé los discos de seguridad. Vamos a reconstruir, pero en ese punto estoy
de acuerdo con usted.”

“Su esposa está en la oficina de allí, con su compañera. Sus padres acaban de
llegar.” Brolin soltó el aliento. “Esta es la razón por la que fui a la escuela
veterinaria cuando salí del Ejército. ¿Perros y gatos? Son más fáciles de manejar
que las personas.”

“Usted se ocupó de las personas bastante bien. Ustedes dos. Quiero


agradecerles por lo que hicieron aquí hoy. Tenemos su información de contacto
si necesitamos volver a hablar con ustedes. Pueden comunicarse conmigo en la
Central de Policía si necesitan hablarme. Teniente Dallas.”

“¿Podemos irnos?” preguntó Lansing.

“Sí.”

“¿Qué hay de esa cerveza?”

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Brolin esbozó una débil sonrisa. “¿Qué hay de un par de ellas?”

“La primera ronda va por mi cuenta.” Lansing se puso de pie. “Las personas
vienen aquí a disfrutar el parque, para traer a sus hijos a una pequeña
aventura. O como esa muchacha, por la alegría. Era un placer observarla. Y
ahora…” Se interrumpió, sacudió la cabeza. “Sí, la primera ronda corre por mi
cuenta.”

Mientras echaban a andar al exterior, un hombre y una mujer con placas de


seguridad colgando de cordones entraron.

“Teniente Dallas. Yo soy Carly Deen, seguridad de la pista de patinaje, y él es


Paul Spicher. Hay algo más que podamos hacer. ¿Cualquier cosa?”

“¿Quién es el jefe de seguridad?”

“Esa sería yo.” Carly, de no más metro cincuenta y cinco y cuarenta y cinco
kilos, alzó los hombros. “La gente asume que es Paul. Es el musculoso.” Ella lo
dijo como una broma, tratando de sonreír.

“Muy bien. Vamos a tener que mantenerlos cerrados hasta nuevo aviso.”

“Ya nos hemos ocupado de eso. Los medios están bombardeando nuestro
enlace principal, pero lo hemos puesto en grabación, sólo el standard La pista
está cerrada. Uno de ellos se las agenció para conseguir mi número personal,
pero lo he bloqueado.”

“Sigan haciendo eso. Necesito que se mantengan alejados del hielo. Ustedes y
cualquiera de su personal, hasta que éste sea despejado. Los técnicos de escena
del crimen vendrán en poco tiempo. ¿Conocían a alguna de las víctimas?”

“Ellissa. Ellissa Wyman. Venía aquí casi a diario durante la temporada. Iba a
presentarse a esta compañía de patinadores.” Carly levantó las manos, las dejó
caer. “Era simpática. Amigable. A veces traía a su hermana menor.”

“Yo conocía un poco al Señor Michaelson,” añadió Paul.

La segunda víctima, pensó Eve. Brent Michaelson, doctor, sesenta y tres años,
divorciado, un hijo.

“¿De aquí?”

“A él le gustaba patinar, se pasaría una tarde entera. Por lo general los martes.
Nada sofisticado, nada como Ellissa, pero era un visitante regular. De vez en
cuando podía traer a sus nietos, por las tardes o los sábados para eso. Le
gustaba patinar en solitario por las tardes. Nunca antes vi al otro hombre.”

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Paul lanzó una mirada hacia la oficina.

“El hombre del cual su esposa está en mi oficina,” añadió Carly. “Su compañera
está con ella. Es buena con ella. ¿Hay algo que podamos hacer por usted,
Teniente?”

“Déjenos su oficina otro rato más.”

“Todo el tiempo que la necesite.”

“Estoy segura que mi compañera lo preguntó, pero igualmente lo haré yo.


¿Alguno de ustedes notó a alguien venir seguido, ya fuera para patinar o para
observar, alguien que pareciera demasiado interesado en Ellissa o en Brent
Michaelson?”

“No de esta manera. Un montón de gente se quedaba por aquí más tiempo
cuando Ellissa estaba patinando. Y ha habido un par de muchachos que venían
de vez en cuando para coquetear con ella. Pero nada más importante. Nosotros
mantenemos la vigilancia,” continuó Carly. “No tenemos muchos problemas.
Empujones, las colisiones básicas.”

“Hay más problemas por la noche, pero incluso entonces.” Paul se encogió de
hombros. “Se aparece un cabrón que empieza una pelea. Disculpe por lo de
cabrón,” añadió él.

“Muy raramente me lamento por los cabrones,” comentó Eve. “Estaremos en


contacto cuando ustedes sean despejados. Aconsejaría a sus jefazos que
coordinen con el intermediario de la policía para hacer una declaración. La
coordinación del tiempo y el contenido.”

“Ellos van a, los jefazos, van a estar de cabeza por las demandas.”

“Los jefazos siempre lo están,” dijo Eve, echando a andar hacia la oficina.

En el interior, una mujer a principios de sus treinta estaba sentada en una silla
plegable, flanqueada por un hombre y una mujer. Cada uno tenía un brazo
alrededor de ella mientras Peabody estaba arrodillada en el suelo, hablando
suavemente.

Peabody tomó la mano de la mujer cuando Eve entró. “Jenny, ella es la Teniente
Dallas.”
Jenny levantó la mirada con los ojos devastados. “Nosotros vimos la película. A
Alan realmente le gustó. Usted luce como en el video. Quiero decir como la
actriz. No sé qué hacer.”

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“Lamento su pérdida, Señora Markum. Sé que la Detective Peabody ya ha
hablado con usted. Si yo pudiera tener sólo unos cuantos minutos más.”

“Estábamos patinando. Somos unos patinadores terribles. Y estábamos


riéndonos. Nos estábamos tomando todo el día de descanso juntos, y esta noche
también. Es nuestro aniversario. Hoy cumplimos cinco años.”

Volvió la cabeza hacia el hombro del hombre.

“Tuvieron su primera cita aquí.” Él se aclaró la garganta, pero no se aclaró el


leve acento Irlandés que hizo que Eve pensara en Roarke. Soy Liam O'Dell, el
padre de Jenny. Ella es Kate Hollis, su madre.”

“Esta fue mi idea, lo de patinar. Hacer todo lo que hicimos en nuestra primera
cita. Fue mi idea venir aquí, como hicimos aquel día. Ambos nos tomamos un
día de descanso, y luego íbamos a ir a comer pizza, justo como lo hicimos en
nuestra primera cita. Entonces le iba a decir por qué yo no iba a tomar vino
como lo hicimos aquella vez. Le iba a decir que estoy embarazada.”

“Oh. Oh, nena.” Su madre la atrajo hacia sí aferrándose una a la otra. “Oh, mi
bebé.”

“Se lo iba a decir, y luego se los íbamos a contar a ti, a Papá y a la mamá de
Alan y su papá. Pero íbamos a tener este día, todo el día.”

Como Peabody había hecho, Eve se arrodilló quedando al mismo nivel de los
ojos. “Jenny, ¿quién más sabía que ustedes estarían aquí hoy?”

“Sherry, mi amiga, y creo que su pareja, Charlie. Ellos son nuestros amigos. Se
lo dije a Mamá. Realmente sólo lo decidimos hace un par de días. Presioné para
hacerlo cuando me hice el examen y salió positivo.”

“¿Alan tenía algunos enemigos, cualquiera con quien tuviera problemas?”

“No. No. La Detective Peabody preguntó, y simplemente no. Alan le gusta a la


gente. Es un profesor. Nosotros somos profesores, y él ayuda a entrenar futbol,
y es voluntario en el albergue para indigentes. Alan le gusta a todo el mundo.
¿Por qué alguien quería hacerle daño? ¿Por qué?”

“Nosotros vamos a hacer todo lo que podamos para descubrirlo. Usted puede
contactar conmigo o con la Detective Peabody en cualquier momento.”

“No sé qué hacer.”

“Usted debería marcharse con su mamá.” Liam se inclinó hacia adelante y la


besó en la cabeza. “Anda a casa con tu mamá ahora.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Papá…”

“Yo iré. Estaré allí.” Él miró a Kate por encima de la cabeza de Jenny, y recibió
un asentimiento lacrimoso. “Ve con tu mamá, querida, y yo llegaré enseguida.”

“Peabody.”

“Vengan conmigo. Haremos que un oficial las lleve a casa.”

Liam se quedó sentado en donde estaba mientras Peabody las guiaba fuera.

“Nosotros estamos divorciados, ve usted, y Kate, ella se volvió a casar. Ocho


años. ¿O son nueve?” Él sacudió la cabeza. “Pero tales cosas no importan ahora
para nada, ¿no es así?” Mientras se ponía de pie, se volvió a aclarar la garganta.
“Era un buen hombre, nuestro Alan. Un hombre bueno y estable que amaba a
mi niña con todo su corazón. Usted descubrirá quién se lo arrebató, a mi niña y
al bebé que lleva en su interior.”

“Nosotros haremos todo lo que podamos.”

“Yo vi el video, y también leí el libro. Ese caso Icove. Usted descubrirá quién le
quitó la vida a este buen joven.”

Con los ojos nublados por las lágrimas, él se apresuró a marcharse.

Eve se sentó, tomándose un momento para despejar el dolor tan denso que
pendía en el aire. Entonces sacó su enlace.

“Lowenbaum.” Comandante del Equipo de Operaciones Tácticas, el mejor que


conocía. “Necesito una consulta.”

“Estoy recibiendo rumores del Central Park.”

“Te los estoy confirmando. Necesito consultar a un experto.”

“Y pensar que me estaba yendo de excursión. Puedo llegar a la pista en…”

“No en la pista, todavía no. Tengo cintas de seguridad, y necesito una buena
pantalla. Mi casa no está lejos de aquí. ¿Puedes ir allí?”

“¿Al Palacio Dallas?”


“Muérdeme, Lowenbaum.”

Él se rio, y entonces simplemente le sonrió. “Sí, puedo ir.” La sonrisa se


desvaneció. “Recibo números conflictivos de las víctimas.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tres. Y me da la sensación de que podría haber sido muchísimo peor.”

“Si puede ponerse peor, entonces usualmente lo hace.”

“Es por eso que necesito la consulta. Creo que esto podría ponerse peor. Tengo
que hacer las notificaciones. ¿Puedes estar allí en una hora?”

“Puedo.”

“Te lo agradezco.”

Cortó mientras Peabody regresaba.

“Necesito que vayas al hospital, o que chequees y veas si el niño con la pierna
rota y sus padres todavía están allí. A donde sea que estén, ve para allá.
Averigua lo que vieron, escríbelo. Yo haré las notificaciones.”

“Todavía estoy trabajando en las cintas de seguridad. Es un parque grande.”

“Haz que sean enviadas a mis unidades de casa y de la oficina. Podemos


empezar con los sectores al este de la pista. Haz que te los envíen también a las
unidades de tu casa y de la oficina. Quiero que las estudies, haz que McNab las
estudie. Me alertas por cualquier cosa o por alguien que se vea sospechoso. Si
esto vino desde el interior del parque entonces estamos buscando a un
individuo con algún tipo de maleta o estuche.”

“¿Si?”

Eve salió de la oficina, escaneó el vestidor vacío. “Estoy apostando que esto
vino desde fuera del parque. Vamos a estar buscando en edificios con ventanas
mirando hacia el oeste, empezando por la Sexta, trabajando hacia el este hasta
que Lowenbaum me diga que me detenga.”

“¿Lowenbaum?”

“Va a venir para una consulta. Quiero las cintas de la pista en las pantallas de
mi casa, con equipo que no discuta conmigo.”

“Lowenbaum. Él es tan lindo.” Ante la pétrea mirada de Eve, Peabody encorvó


los hombros. “Soy fiel a McNab, pero puedo ver lo bonito a través de mis ojos y
de mi lindo-metro. Tienes que admitirlo, él clasifica bien alto en el lindo-metro.”

“Lindo es para niños y cachorros, si te gustan los niños y los cachorros. Te


aceptaré que él es bastante atractivo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Completamente. Voy a presionar en las cintas de seguridad, y ver si puedo
descubrir algo nuevo del niño y sus padres.” Mientras hablaba, Peabody
comenzó a envolverse su larga bufanda. “Vamos a estar vadeando a través de
pilas de declaraciones de los testigos.”

“Toma las diez primeras. Empezaré con el resto. Veamos si podemos encontrar
alguna cosa que conecte a las tres víctimas aparte de una visita a la pista de
patinaje. Y esperemos que lo hagamos. Si esto fue puramente al azar, la cosa ya
se ha puesto peor.”

Mientras salía al exterior, Eve echó un vistazo sobre las cabezas del equipo
forense que trabajaba en la escena y se quedó mirando hacia el este.

Volvió a pensar: Esto se podría poner muchísimo peor.

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 2

Difícil de decir, pensaba Eve mientras finalmente se dirigía a casa, si era peor
notificar al familiar más cercano en persona o a través del enlace. De cualquier
manera, acababa de partir a en dos a los padres de Ellissa Wyman, cara a cara, y
le había hecho lo mismo a la hija de Brent Michaelson, quien estaba en
Philadelphia de negocios, vía enlace.

Sus vidas nunca serían lo mismo, la muerte lo cambiaba todo, ella lo sabía, y el
asesinato añadía una mancha sangrienta al cambio.

Tenía que atajar el dolor, éste nublaba la concentración.

Ni enemigos, ni amenazas, ni problemas. Ni resentidas ex-parejas, ni grandes


pilas de dinero codiciado. En este punto, parecía que las tres víctimas habían
sido gente común, respetuosa de la ley.

Lugar equivocado, momento equivocado.

¿Pero por qué aquellos tres?, dos de ellos visitantes regulares de la pista de
patinaje. De entre las docenas y docenas que había, ¿por qué aquellos tres?

Siempre había una razón, se recordó. Incluso si la razón era una completa
locura.

Jugueteó con las razones mientras giraba y cruzaba los portones, y seguía a lo
largo del serpenteante camino de entrada hacia su hogar.

El comentario de Lowenbaum se abrió camino a través de sus pensamientos.

¿El Palacio de Dallas? ¿En serio? ¿Era así como algunos de los policías lo veían?

Tal vez parecía a un castillo, ¿era eso lo mismo que un palacio?, con sus grandes
muros de piedra capturando los primeros destellos de las brillantes estrellas
invernales. Tenía torres y torretas, y con la blanca expansión de nieve, y el hielo
reluciendo sobre las desnudas ramas de los árboles, tal vez parecía algo salido
de otra época.

De otro mundo.

Pero había sido creado por Roarke. Él la había construido, su fortaleza personal
en el corazón de la ciudad. Y tal vez a ella le había impresionado e intimidado
al principio, y por un algún tiempo más. ¿Pero ahora?

Este era su hogar.

J.D.Robb Apprentice in Death


En donde las chimeneas estarían ardiendo, donde el hombre que amaba la
miraría de una manera que le demostraba, en un instante, que ella le importaba.
En donde un gato se frotaría contra sus piernas saludándola.

En donde, pensó mientras estacionaba en la entrada principal, Summerset se


cerniría en el vestíbulo como un espíritu maligno.

Como si esperara que ella dejara un rastro de barro y sangre sobre los suelos
inmaculados. Y, bueno, tal vez lo hacía, más de una vez. Pero hoy no.

Revisó sus botas mientras salía del coche, por si acaso.

Hoy no tenía tiempo para dar o recibir ninguna mierda.

Entró, y allí estaba él, huesudo, vestido de negro, con cara de piedra, con el
regordete gato sentado a sus pies.

“Guárdatelo,” dijo antes de que él pudiera empezar con el insulto que había
ideado para ese día. “Tengo a un policía por llegar. Lowenbaum. Envíalo
directamente arriba.”

“¿Y su invitado se reunirá con usted para la cena?”

Se figuraba que el sedoso tono tomaba el lugar del insulto, aunque la pregunta
la sacó de foco. “Yo…”

Diablos, ¿qué hora del diablo era? Tuvo que forzarse a no echar un vistazo a su
unidad de muñeca, no le daría esa satisfacción.

“No es un invitado, es un policía. Es trabajo.”

Para recuperarse, caminó alrededor del gato que se frotaba contra sus piernas,
se quitó el abrigo, y lo lanzó sobre el poste de la escalera.

“Naturalmente.”

Ignorándolo, empezó a subir las escaleras, con el gato corriendo detrás de ella.

Se dirigió directamente a su oficina, se paró en seco cuando vio a Roarke,


apoyándose de espaldas contra su escritorio.

El hombre podía pararle el corazón, y luego enviarlo a un galope completo. Tan


sólo con mirarlo. Llevaban casados más de dos años, pensó. ¿Eso no debería de
atenuarse? ¿En dónde estaba eso en las reglas del matrimonio?

Pero un hombre que lucía como Roarke rompía todas las reglas.

J.D.Robb Apprentice in Death


El rostro absurdamente hermoso partiendo con los salvajes ojos azules de algún
dios Irlandés, y la perfecta boca de poeta. El cabello negro, más sedoso que el
tono de Summerset, atado hacia atrás en modo de trabajo. La longitud alta y
esbelta de él toda de negro, sin corbata o chaqueta, las mangas de su camisa
enrolladas hasta los codos.

De manera que él había estado en casa, y trabajando, durante algún tiempo.

Si, la vista de él rompía las reglas, paraba el corazón. Pero era ese instante, justo
ese instante cuando aquellos increíbles ojos azules se encontraban con los de
ella, que lo ponía a galopar.

En ellos vivía el amor. Así de simple, así de extraordinario.

“Llegas justo a tiempo,” dijo él, con el acento irlandés deslizándose a través de
las palabras.

“Yo, ¿para qué?”

Él simplemente extendió una mano.

Caminó hacia él, y lo primero que él hizo fue atraerla hacia sí, sus hábiles
manos subiendo por su espalda mientras le rozaba los labios.

Hogar, volvió a pensar ella, y las últimas horas le cayeron encima, la hicieron
envolverse alrededor de él, apoyándose más. Sabiendo que podía, aquí ella
podía apoyarse y no perder lo que era.

“Agarraste uno,” murmuró él. “Es el asesinato en la pista de Wollman, ¿no es


así? Pensé en ti tan pronto como oí la noticia.”

“Sí. Acabo de dejar a los padres y a la hermana de catorce años de la primera


víctima hechos pedazos.”

“La parte más brutal de un trabajo brutal. Lo lamento.”

“Yo también.”

Él le inclinó el rostro hacia atrás, le rozó la frente con aquellos labios. “Me lo vas
a contar. Primero una copa de vino, ya habrá bastante café luego, pero por
ahora un momento para estabilizarse.”

“En realidad no tengo uno. Lowenbaum está de camino hacia aquí. Necesito
que le eche un vistazo a los discos de seguridad. Necesito una consulta. Es del
SWAT,” empezó ella.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Sí, lo recuerdo, bastante bien, de la investigación del Caballo Rojo del año
pasado. ¿Por qué él, particularmente?”

“Fueron disparos de láser, un disparo para cada víctima, y cada uno mortal. Y
creo que vinieron del exterior de Central Park.”

“¿Del exterior? Ya veo.”

Debido a que lo hacía, y podía verlo, le ahorró largas explicaciones.

“Tal vez uno de ellos era un objetivo específico, los otros dos una cubierta. Tal
vez encuentre una conexión que vincule a los tres. Pero…” Ella sacudió la
cabeza. “Necesito instalar mi tablero de homicidios, comenzar el libro.”

“Puedo ayudarte con eso.”

“Sí, gracias. Tal vez si tu…” Se dio la vuelta, y una vez más se le paró el
corazón. Pero no de una buena manera.

En su pantalla de pared vivía una pesadilla rosada y púrpura.

Paredes rosadas con garabatos púrpura enmarcaban una habitación llena con
cosas peores. Una especie de sofá en forma de S se asentaba en el medio de todo
eso, llevando garabatos rosados sobre púrpura, y eso con un montículo de
cojines en todos los colores, con diseños que mareaban. Y con flecos.

Había un sillón colocado en ángulo con esa silla, nuevamente de color rosado,
con grandes puntos verdes, y. ¿esas eran plumas? Plumas que se alzaban desde
el respaldo en un brillante arco iris en forma de abanico.

Debajo de la ventana, enmarcada con más plumas, había una lustrosa mesa de
color verde brillante flanqueada por dos sillas rosadas, y puntos púrpura. La
mesa sostenía un enorme jarrón púrpura lleno de extrañas flores.

Su corazón comenzó a latir otra vez con un espasmo mientras divisaba la


estación de trabajo en forma de U, rosa caramelo con bordes púrpura.

“Esto no puede ser real.”

“Charmaine lo montó como una broma.” Roarke cambió de posición para poder
acunar el rostro de Eve en sus manos. “La cual ambos habríamos disfrutado
más si no tuvieras los homicidios en la mente.”

“Una broma.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Diseñando lo que llamaremos el polo opuesto de lo que tú quieres y necesitas
en esta remodelación.”

“Opuesto.”

“Completamente opuesto. Añadiré que cuando ella envió esto, y los tres
diseños verdaderos, dijo que pensaba que el impacto de esto suavizaría el
camino hacia los otros.” Ahora él sonrió, pasó un dedo por la hendidura de su
barbilla. “Tomémonos un momento, sólo revisemos los otros, y veamos si tiene
razón. Sólo un rápido vistazo. Entonces no te preocuparás de que yo te haya
empujado a hacer algo que vas a detestar.”

“No podrías empujarme a eso ni con un aturdidor a toda potencia. Pero yo no


sé si…”

“Computadora, diseño uno, en pantalla. Como ya dije cuando hablamos acerca


de actualizar tu espacio, nada que tú no quieras.”

Ella empezó a discutir, entonces vio la imagen. Una de colores apacibles, líneas
simples, y lo que la había hecho cambiar de opinión en primer lugar, un gran
centro de mando impresionante.

“Ni un rastro de rosado, ni una sola pluma o volante,” dijo Roarke. “Diseño
dos, en pantalla.”

Colores más fuertes, pero profundos en lugar de brillantes. Tal vez unas pocas
curvas más, tal vez los asientos un poco lujosos, pero no embarazosos.

“Y Diseño Tres, en pantalla.”

Ella pensó que éste estaba entre uno y otro. Los colores tenues, los muebles un
poco más aerodinámicos.

“¿Mejor?”

“Cualquier cosa lo sería.”

“Les echarás un vistazo después, cuando no tengas tantas cosas en la mente.”

“Muy bien. Quítalo, ¿quieres? Oigo que alguien viene. Debe de ser
Lowenbaum.”

Su policía, Roarke lo sabía, estaría mortificada si otro policía la descubría


considerando diseño de interiores. Ordenó quitar las imágenes mientras ella
echaba a andar hacia la puerta para recibir al visitante.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Teniente Lowenbaum,” dijo Summerset, y luego se retiró.

Entró sonriendo. Todavía lo consideraría bastante atractivo, pero tenía la escala


del Lindo-Metro de Peabody.

“Déjame decir guau, tremendo lugar.” Echó un vistazo alrededor, sus


tranquilos ojos grises observando cada detalle. “¿Alguna vez te pierdes?”

“Algunas veces.”

“Apuesto que sí. Hola, Roarke.”

“Lowenbaum.”

“Yo misma acabo de llegar,” dijo Eve. “No he preparado las cosas.”

“No hay apuro. ¿Quién es éste?” Se agachó para acariciar al gato que había
entrado para echarle un vistazo.

“Galahad.”

“Oh, sí, sí, oí la historia. El gato hizo tropezar al cabrón, te salvó el pellejo.
Recibiste un tiro.”

“¿Escuchaste la historia?”

“Atrapas a un senador de los Estados Unidos en funciones, Dallas, y la historia


se rumorea. Ojos de dos colores diferentes. Genial.”

“Es un gato muy bueno,” dijo Eve mientras Galahad se acicalaba debajo de la
mano acariciante de Lowenbaum.

“Yo soy más hombre de perros, pero sí, es un gato muy bueno.” Se enderezó.
“Entonces.”

“¿Te gustaría una cerveza, una copa de vino?”

Eve frunció el ceño ante la invitación de Roarke. “Estamos trabajando.”

“¿Una cerveza te afectaría, Lowenbaum?”

Una rápida sonrisa que vino acompañada de unos hoyuelos. “Difícilmente, y


podría tomarme una.”

“Da la casualidad que tenemos una cerveza especial, acaba de llegar. La cerveza
de la familia del Comisario Banner,” le dijo Roarke a Eve. “Como lo prometió.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“El policía de Arkansas,” explicó Eve. “Nos ayudó a capturar a aquellos
tortolitos asesinos.”

“Oí acerca de eso, también. Tomemos una cerveza doméstica y veamos lo que
tienes.”

“Dame un segundo.” Eve se dirigió a su escritorio mientras Roarke entraba a la


cocina adjunta. “Disco de seguridad de la pista de patinaje. Peabody está
consiguiendo los discos de seguridad del resto del parque, pero éste muestra
los tres disparos.”

Introdujo el disco, y gesticuló hacia la pantalla de pared. “Correr el disco desde


la parte señalada, en pantalla. ¿Ves a la muchacha de rojo?”

“Imposible no verla. Es una belleza y sabe lo que está haciendo.”

“Era, sabía.”

Lowenbaum asintió hacia la pantalla cuando Ellissa tomaba su último vuelo.


Entonces los ojos de él se quedaron mirando fijamente el siguiente disparo. Y
el tercero.

“Vuelve a correrlo, reduce la velocidad.”

Roarke volvió a entrar, con dos botellas enganchadas en una mano, y una
tercera en la otra. Se detuvo y observó la pantalla.

“Muy bien, realza el último disparo, empieza unos cuantos segundos antes,
ralentízalo más.”

Eve ordenó el realce, redujo la velocidad. Entrecerró los ojos cuando pensó que
había captado el más leve fogonazo.

“El nido de tu francotirador está al este de la pista de patinaje, ¿y ese tipo de


precisión? Es porque él ha tenido un entrenamiento importante. Eso no es
suerte. Al este de la pista y desde lo alto.”

“Desde lo alto.”

“El forense debería confirmar eso, a menos que esté hablando estupideces.
Gracias,” añadió dirigiéndose a Roarke, tomó la cerveza. “Voy a estar
sorprendido si la seguridad general del parque consigue algo. Incluso en
Nueva York, alguien va a reparar en alguien más trepando a un árbol con un
arma, y yo estoy pensando en algo más alto. Vuelve a correr la cinta, observa
otra vez.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Me pareció ver un fogonazo, un… destello rojo.”

“El rayo. Lo siento,” añadió Roarke.

“No, tienes razón.” Lowenbaum asintió aprobando mientras continuaba


observando la pantalla. “Un disparo de laser emite un rayo. Difícil de captar, y
es rápido. Lleva esto al laboratorio, pueden limpiarlo más, sacarle más
resultados. Pero allí.”

Eve congeló la imagen. “Sí, lo veo. Y sí, casi puedo percibir un ángulo. Al este y
desde lo alto.”

“Mi opinión, incluso si este hijo de puta trepó al árbol más alto del parque, es
que es un rifle táctico de rayos laser.”

“¿Cuál es el alcance de uno de esos?”

“Eso va a depender del arma, y definitivamente va a depender del


francotirador. ¿Pero si es lo bastante bueno, y está bien equipado? Dos
kilómetros y medio, tres. Incluso más.”

“¿Un arma como esa? Tiene que ser de un cuerpo policial o militar. No puedes
comprarlo simplemente en la tienda local. Mercado negro, tal vez, un traficante
de armas, pero eso te va a costar ya que no es un pedazo de mierda.”

“Fácilmente unos veinte mil,” confirmó Lowenbaum, “Incluso a un


coleccionista con licencia le va a ser difícil encontrar una, a través de medios
legales.”

“Un proceso complicado,” dijo Roarke, “pero realizable.”

Eve se volvió hacia él. “Tienes una.”

“En realidad, tres. Una LZR indetectable…”

“¿Tienes una LZR?” Los ojos de Lowenbaum brillaron como una mañana de
Navidad. “El primer rifle laser portátil, accionado por impulsos. Del 2021 al 23.
Pesada, sólida, pero un operador entrenado podría darle a una moneda de diez
centavos a menos de un kilómetro de distancia.”

“Han mejorado considerablemente desde entonces. Tengo la Táctica-XT, justo la


que tu equipo podría usar, y una Peregrine-XLR.”

“No inventes.” Lowenbaum apuntó a Roarke. “¿Tienes una Peregrine?”

“La tengo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Esas cabronas tienen una precisión de ocho kilómetros, más en las manos
correctas. Acaban de ser liberadas para uso militar el año pasado. Cómo es que
tu…” Lowenbaum hizo una pausa, tomó un sorbo de cerveza. “¿No preguntes,
no cuentes?”

“Todo legal,” le aseguró Roarke. “Con considerables artimañas, pero tengo todo
el papeleo adecuado.”

“Hombre. Me encantaría verla.”

“Por supuesto.”

“¿En serio?”

“¿Cuáles son las probabilidades de que este francotirador tenga algo como
eso?” empezó Eve.

“Si la tiene, podría haber disparado desde la jodida Queens. De verdad me


gustaría echarle un vistazo.”

“Ustedes sólo quieren jugar con los juguetes, pero está bien.”

“Tomaremos el elevador.” Roarke hizo un ademán.

“Tú misma deberías echarle un vistazo,” le dijo Lowenbaum a Eve. “Hacerte un


idea.”

“Yo he visto tu arma, Lowenbaum. He usado un rifle laser una o dos veces.”

“Es más probable que tu francotirador esté usando un arma táctica, algo en ese
rango.” Lowenbaum entró al elevador con ellos. “¿Tres disparos como esos, en
ese espacio de tiempo? Tienes a alguien que tiene la posesión y el
entrenamiento de un rifle laser de largo alcance.”

“Fuerza policial, militar, o integrante de cualquiera de ellas. Voy a conseguir


una lista de coleccionistas para añadirle a eso.”

Eve metió las manos en sus bolsillos mientras el elevador se abría afuera de las
grandes puertas aseguradas de la sala de armas de Roarke.

Roarke apoyó su mano en la placa para palmas.

Cuando las puertas se abrieron, Lowenbaum soltó un sonido que un hombre


podía hacer cuando veía a una mujer desnuda.

J.D.Robb Apprentice in Death


Suponía que no podía culparlo. La colección de Roarke era una historia sobre
armamento. Sables, aturdidores, finos floretes de plata, mosquetes, revólveres,
mazas, pistolas, ametralladoras, cuchillos de combate.

Las cajas de vidrio en exhibición contenían siglos de muerte.

Le concedió a Lowenbaum un minuto para maravillarse y mirar boquiabierto.

“Tú y Roarke pueden jugar más tarde con todos los juguetes para disparar,
apuñalar, aturdir, y sacar la mierda. En este instante…”

Ella gesticuló hacia un exhibidor de armas laser.

Complaciéndola, Roarke desactivó los cerrojos, abrió el vidrio, y sacó la


Peregrine.

Nunca antes la había visto, o algo parecido. Y admitió, para sí misma, que le
gustaría probarla. Pero no dijo nada mientras Roarke la sacaba de su lugar, y se
la ofrecía a Lowenbaum.

“¿Está cargada?”

“No, no lo está. Eso sería… romper las reglas.” Y Roarke sonrió.

Con una media carcajada, Lowenbaum levantó el arma, negra como la muerte,
lisa como una serpiente, hacia su hombro. “Liviana. Nuestras armas tácticas
pesan dos kilos. Añade otros tres gramos si estas cargando la mira óptima. La
batería de repuesto otros ochenta gramos. Esto pesa cuánto, ¿un kilo y medio?”

“Más o menos. Se sincronizará con una computadora personal, o puedes usar


su infrarrojo.” Ahora Roarke abrió la puerta, sacó una portátil del tamaño de la
palma de la mano. “Esta hará una lectura hasta de veinticinco kilómetros. La
duración de la batería es de setenta y dos horas, uso completo, aunque he sido
advertido de que empezará a calentarse alrededor de las cuarenta y ocho si no
se la deja descansar. Se recarga en menos de dos minutos.”

Lowenbaum la bajó, le di vuelta en sus manos. “¿La has probado?”

“Lo hice. Tiene retroceso, pero me han dicho que están trabajando en ello.”

“¿Le diste a algo?”

“Sólo simulación. Di en el blanco a dos kilómetros de distancia.”

Con obvio pesar, Lowenbaum se la devolvió a Roarke. “Es una belleza. Pero
aquí está la que es más probable para ti.” Señaló hacia el arma más pesada en

J.D.Robb Apprentice in Death


exhibición. “Un arma táctica militar o de la policía. No han cambiado mucho en
los último cinco o seis años. Voy a decir, con una alta probabilidad, que él posee
esta arma. No es algo que te llevas a casa después de tu turno como tu arma de
servicio. Estas son chequeadas al entrar y salir, cada incidente. Lo más probable,
otra vez, para tres disparos en ese espacio de tiempo, es que él la tuviera sobre
un bipode o trípode. Objetivos en movimiento, ¿y el primer disparo? Ella se
estaba moviendo a una buena velocidad. Disparar con una de estas a una
distancia de… digamos ¿kilómetro y medio? Toma dos y medio segundos que
el disparo llegue al objetivo. Hay que considerar la velocidad del viento, pero
eso es casi todo lo que tienes.”

“Tienes que considerar eso para el disparo. Distancia, velocidad del viento,
ángulo, velocidad de movimiento del objetivo.” Eve asintió. Esto le decía que el
francotirador había observado a sus objetivos, juzgando su velocidad relativa
en el hielo.

“Nunca utilicé un bípode, o no lo hice desde el entrenamiento con armas.


¿Cuánto peso tiene, cuán grande es?”

“Un kilo, y puedes calibrarlo por debajo de trescientos metros.”

“El rifle se desarma, ¿verdad?”

“Claro.” Le lanzó una mirada a Roarke. “Puedo mostrártelo.”

Roarke lo bajó, y se lo ofreció.

Lowerbaum revisó el cargador, notó que estaba vacío, pero bajó el interruptor
de cualquier manera. “La seguridad primero,” dijo. Entonces le dio la vuelta a
una palanquita, separó el cañón, el cargador, la mira, y tuvo el arma en cuatro
piezas compactas en cerca de diez segundos.

“Podrías acomodarla desarmada en una maleta standard,” observó Eve.

“Correcto, pero si tienes algún respeto por tu arma, tienes un estuche con cuatro
espacios moldeados para las partes.”

“Esto no pasaría por seguridad en un edificio del gobierno, un museo, ese tipo
de edificios públicos.”

“Ni hablar,” dijo Lowenbaum.

“Muy bien, de manera que lo más probable es un edificio de apartamentos, un


hotel, un tienda minorista o un espacio alquilado de algún tipo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Se preguntaba, pensando, mientras Lowenbaum reensamblaba
competentemente el arma.

“¿Quién es el mejor en este tipo de reconstrucción en el laboratorio?” preguntó.

“Dickhead,” dijo Lowenbaum.

“Vamos, ¿en serio?” Llamaban al jefe del laboratorio técnico Dickhead por una
razón.

“En serio. Tú lo presionas y yo trabajaré con él cuando pueda.”

“Voy a tomarte la palabra. Gracias.”

“No es necesario dar las gracias, porque a menos que esté equivocado, Dallas, te
has conseguido un ASLD.”

“¿Un ASLD?” preguntó Roarke.

Eve se volvió hacia él. “Asesino serial de larga distancia.”

“Policías,” murmuró él. “¿Quién más tendría el acrónimo a mano?”

“No se necesitaría uno si la gente no estuviera tan jodida. ¿A quién conoces que
pudiera hacer esos tres disparos?”

Lowenbaum soltó el aliento con un resoplido. “Yo podría. Tengo a un par de


hombres en mi equipo que podrían. Y sí, entiendo que tienes que investigarlos,
pero no hay forma. Conozco a unos cuantos más, y te voy a hacer una maldita
lista. Voy a decir que conozco a unos pocos que podrían hacer los disparos. No
conozco a ninguno que los haría.”

“Los nombres podrían ser de ayuda en todo caso.”

“Y podría ser un profesional, Dallas. Puedes hacer una lista allí tan fácilmente
como yo puedo.”

“La haré. ¿Pero quién contrataría a un profesional para matar a una víctima
femenina medio tiempo estudiante y medio tiempo camarera, un obstetra y un
profesor de historia de secundaria?”

“La gente está jodida,” le recordó Lowenbaum.

“Sí, lo está.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tú eres la policía de homicidios. Haces lo que haces allí, y yo haré lo que
pueda por el lado táctico. ¿Tres disparos como esos?” La forma en que él
sacudió la cabeza transmitía tanto admiración como preocupación. “El
francotirador se está sintiendo bastante bien en este momento.”

“Y al sentirse tan bien, va a querer sentirse bastante bien otra vez.”

Después de que Lowenbaum se marchó, Eve instaló su tablero de homicidio,


después se sentó para poner en orden sus notas y observaciones.

“Vas a comer,” dijo Roarke, con firmeza.

“Sí, lo que sea.”

“Es el estofado que te gusta.” Resolvió el problema levantándola de su silla del


escritorio. “Puedes comer y pensar, y contarme lo que sabes o lo que piensas.”

Ayudaba cuando lo hacía, y el estofado olía realmente bien.

“Sabes, antes de tomar este caso, estaba en mi oficina pensando, oye, una noche
tranquila en casa. Un poco de vino, una pequeña cena, tal vez un video, un
poco de sexo.”

Debido a que él sabía cuánto café bebería en las siguientes horas, empujó su
vaso de agua hacia ella. “Y haremos algo de eso, ¿no es así?”

“La muchacha, Ellissa Wyman. Realmente tenía ese presentimiento, pero tan
pronto como revisé la cinta de seguridad, lo supe. La forma en que voló. Tuvo
que ser un impacto desde lo alto, y nadie en la pista o por los alrededores vio
algo. No haces tres disparos sin que alguien vea algo. Con seguridad no los ves
cuando un policía revisa la cinta, byte por byte, y no ves nada. ¿Las
probabilidades de que descubriera en dónde se iniciaron esos disparos? Yo no
apostaría por mí.”

El alargó la mano, y le cubrió la suya. “Yo lo haría.”

“Sí, pero eres rico, y me quieres. Tengo la esperanza de que Lowenbaum pueda
ayudar a reducir el área, pero incluso entonces…” Sacudió la cabeza, comió.
Cada bocado del estofado sabía tan bien como olía. “¿La chica? Diecinueve
años, vivía con sus padres. Clase media sólida. Sin novio en la actualidad. Su ex
está en la universidad en Florida. No existía animosidad entre ellos. De hecho,
intentaron la relación a larga distancia casi un año antes de separarse. Todavía
seguían como amigos. Tenía unas pocas citas, pero nada serio. Patinaba por la
alegría de hacerlo, esperando unirse a una compañía de patinaje, empezó
cuando tenía alrededor de ocho años, y se enamoró. Era visitante regular en la
pista, de manera que tengo que considerarla como un objetivo específico.”

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“Ella sobresalía,” dijo Roarke. “Su gracia, su apariencia.”

“Sí, lo hacía. No puedo decir lo mismo sobre la primera víctima masculina:


Brent Michaelson. Un tipo de apariencia ordinaria, nada llamativo. Pero él era
otro visitante regular. No tan a menudo como la chica, pero regular, rutina.
Divorciado, pero años atrás. Una relación civilizada con la ex-esposa. Unido con
la hija, lo suficiente como para que todos ellos se reunieran para cenar en la casa
de la ex-esposa para los cumpleaños y las fiestas, sin drama. Le gustaba llevar a
sus nietos a patinar de vez en cuando. Ha patinado durante años, nada
sofisticado. Decía que lo ayudaba a mantenerse en forma, lo ayudaba a reducir
el estrés.”

“¿Y el último?” dijo Roarke. “El que fue asesinado mientras sostenía la mano de
su esposa.”

“Sí. Presta atención. Hoy era su aniversario. Cinco años. Estaban recreando su
primera cita. Algunas personas sabían que estaban yendo a la pista de patinaje,
pero por lo que he podido reunir, no muchas, era más una cosa personal. Y la
hora en la que estarían allí no había sido comentada.”

“Lo ves como elegido al azar. Todos ellos pueden serlo, pero estás más segura
de que él lo fue. Si uno de los otros era específico, entonces potencialmente dos
de ellos no fueron más que cubiertas, de manera que todo podría parecer al
azar.”

“Creo que todos o dos de tres. Tengo que tener la esperanza de que sean dos de
tres, porque entonces está hecho. O probablemente terminado. Como dijo
Lowenbaum, el francotirador se está sintiendo bastante bien. Más, si uno es un
objetivo específico, maldita sea si descubriré quién y por qué. Pero si los tres
fueron sacados de un maldito sombrero…

“Si todo fue al azar, ¿por qué en la pista de patinaje?”

Él pensaba como un policía, pero ya que estaba siendo tan útil, no lo insultaría
mencionándolo. “Público, gran impacto. El frenesí de los medios. Ese sería un
motivo elevado para un ASLD. Tal vez tiene un problema con la misma pista de
patinaje. Tal vez su esposa, novia, novio, lo que sea, terminaron con él allí. Tal
vez acostumbraba patinar pero tuvo una lesión de manera que está cabreado
con los patinadores.”

Reflexionó sobre eso, demasiado tal vez. “Está embarazada. La esposa de la


tercera víctima. Acababa de descubrirlo, ni siquiera se lo había contado todavía.
Iba a decírselo durante el almuerzo de recreación de la primera cita.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Roarke soltó un suspiro. “Las ondas siguen y siguen, ¿no es así? Nunca son sólo
las víctimas, sólo el muerto, el que tu representas. Son también aquellos a
quienes dejan atrás.”

“El padre de ella es Irlandés, tiene un poquito más de acento que tú. Creo que él
y la ex lo llevan civilizadamente, pero dudo de que tengan las comidas de
fiestas juntos, ¿sabes? Pero fueron una unidad alrededor de la hija. Y él, el
padre, se quedó atrás conmigo un minuto, habló acerca de su yerno. Podías ver
que él lo quería. Eso importa,” dijo, alargando la mano hacia su agua, “porque
pienso que él va a ser el menos importante en esto. Si uno de los otros era el
objetivo específico, él será el menos importante. Una ocurrencia tardía.”

“No para ti, Eve.”

“Ella fue la primera. La chica de rojo. Imposible no verla, como dijo


Lowenbaum. ¿No matarías al objetivo primero, asegurarte de que hiciste el
trabajo? Una parte de mí se inclina hacia allí. Pero entonces, pienso, ¿cuán
arrogante eres pedazo de bastardo? Y me parece que alguien que pueda hacer
esto, que lo hace, es bastante arrogante.”

“De manera que tu enmarcas al objetivo, uno antes, uno después.”

“Sólo otro tal vez.”

“¿Cómo puedo ayudar?”

Ella alzó la mirada hacia él. “Tú estabas trabajando cuando llegué a casa.”

“No, en realidad había acabado lo que estaba haciendo cuando aquellos diseños
llegaron. Los estaba revisando por segunda vez cuando llegaste a casa. No
tengo nada que necesite hacer.” Él volvió a tomarle la mano. “Lo lamento por la
esposa, los padres, y todas las otras ondas. Pero es la chica, la chica de rojo,
quien me perseguirá. Tenía tanta alegría en su rostro, tal libertad en sus
movimientos. Él acabó con eso. Me gustaría ayudarte a descubrir quién puso
fin a eso.”

Hogar, volvió a pensar ella. Él. En donde podía apoyarse y no perder quién y
qué era.

“Coleccionistas. De las armas tácticas, desde que Lowenbaum supone que allí
hay más probabilidades, pero de cualquier arma que pudiera hacer aquellos
disparos desde fuera del parque.”

“Eso es bastante sencillo. Dame algo un poco más desafiante.”

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“Muy bien. Edificios, al este del parque, digamos entre la Cincuenta con la
Séptima y Sesenta y Uno. Todo el camino hacia el río. Vamos a eliminar
cualquiera con seguridad sólida. Va a ser una lista bastante larga. Y
Lowenbaum dijo en lo alto, de manera han de ser edificios con más de cuatro
pisos. Podemos aumentar o reducir eso si ellos pueden precisar ángulos con
más exactitud.” Comió más estofado, ladeó la cabeza. “¿Cuántos de ellos
supones que te pertenecen?”

Él alzó su vino, sonrió. “¿No será interesante descubrirlo?”

Con Roarke en su oficina adjunta, Eve se dedicó a la rutina que nunca era en
realidad rutina. Investigando antecedentes de las víctimas y testigos, del
personal, haciendo correr probabilidades. Escribió un amplio informe, lo leyó, y
añadió más.

Entonces se reclinó hacia atrás, con café fresco en su taza, las botas sobre su
escritorio, y estudió el tablero.

¿Por qué sólo tres? Eso no le daba buena espina. La velocidad y la precisión
decían que este francotirador podría haber matado a una docena, o más, en
cuestión de minutos. Si el motivo, que la regla general aplicaba a los ASLD, fue
el pánico y el miedo: ¿Por qué sólo tres?

¿Y por qué estos tres?

La muchacha de rojo hacía un brillante objetivo. El color, su juventud, su


habilidad, su velocidad y gracia. Tal vez un objetivo específico, pero todos esos
atributos inclinaban a Eve a pensar que fue elegida en el momento.

La tercera víctima, parte de una pareja, y no eran visitantes regulares. Sus


planes de estar en la pista ese día, a esa hora, no eran ampliamente conocidos
fuera de su círculo más cercano.

Decisión del momento otra vez.

Pero la segunda víctima. El obstetra, el visitante regular. En esa pista, a esa


hora, ese día de la semana habitual.

Si había habido un objetivo específico, su índice personal de probabilidad


clasificaba altamente a Brent Michaelson.

Pero eso era un gran sí.

¿Todo al azar?

J.D.Robb Apprentice in Death


Se puso de pie con su café y dio vueltas al frente de su tablero, estudiando las
posiciones de los cuerpos.

¿Entonces por qué sólo tres?

“Computadora, ejecuta el video de seguridad de la escena del crimen, un


minuto antes del momento determinado.”

Recibido

Apoyándose de espaldas contra su escritorio, observó a los patinadores, estudió


a las tres víctimas mientras se movían sobre el hielo. Entonces el primer
disparo, el segundo, el último.

Algunos continuaron patinando unos segundos más, aportando más objetivos.


Otros empezaron a entrar en pánico, a apresurarse, y tambalearse hacia la
salida, incluso sobre el muro. Más objetivos. Los dos doctores buenos
samaritanos se acercaron, aportando más objetivos, unos más fáciles,
consideraba ella, que los que habían sido las tres víctimas.

Pero sólo tres, sólo aquellos tres específicos.

La mierda se desataría, de hecho. Los medios harían sonar ese gong y los
asesinatos serían las noticias e historias más importantes por lo menos durante
unos pocos días. Pero si fueran una docena, muertos o heridos, esa sería la
historia más importante durante semanas.

Eso se vuelve global.

Tres muertos significaban que una buena cantidad de personas evitarían la


pista de patinaje, de manera que posiblemente el motivo era en contra de la
misma pista. Si ella hubiera estado sosteniendo ese rifle laser y tuviera una
buena bronca en contra de la pista de patinaje, habría matado a la chica de rojo,
a otro objetivo, pero entonces habría matado a uno del personal de seguridad y
por lo menos a uno de los doctores.

“Tres asesinados,” murmuró, todavía observando la pantalla. “Organizado,


hábil, tenía que haber planeado esto con anticipación. De manera que la meta
eran tres. Ni más, ni menos.”

Detuvo la pantalla, regresó a su escritorio para leer los antecedentes de las


víctimas una vez más.

Cuando Roarke le envió la lista de coleccionistas, en Nueva York, de todos los


distritos, y en Nueva Jersey, con armas registradas que podían haber sido
utilizadas, empezó a investigar los antecedentes de todos los veintiocho

J.D.Robb Apprentice in Death


coleccionistas, buscando conexiones con las tres víctimas, o con la misma pista
de patinaje.

Con más café, ya había llegado a casi la mitad de la lista antes de que Roarke
saliera de su oficina.

“Una licencia de coleccionista para un rifle laser, de cualquier marca, modelo, o


año, cuesta veinticinco mil.”

“Estoy enterado.”

“La mayoría de las licencias que he investigado son para ricachones. Un par
hasta el momento fueron adquiridas de un pariente. La investigación de
antecedentes es bastante minuciosa, pero eso no significa que tu criminal
violento promedio no pase desapercibido.”

“Un problema en todas las áreas de la vida.” Evadiendo el café, Roarke optó
por dos dedos de whiskey. “Conseguí tus edificios.”

“¿Ya?”

“La parte más larga del proceso fue diseñar un programa que cubra los
requisitos. ¿Después de eso?” Se encogió de hombros, y bebió.

“¿Diseñaste un programa?” Casi la mitad del tiempo, pensó, apenas podía


operar un programa sin cabrearse.

“Lo hice. Un experimento interesante.”

“Los genios electrónicos son útiles. ¿Tienes la lista de los edificios potenciales?”

“Lo soy, y la tengo. Pero pensé que te gustaría tener la imagen. Cuando tu
oficina sea rediseñada, seremos capaces de hacerlo vía holograma, pero por
ahora…” Bajó su whiskey y le hizo un ademan para que se pusiera de pie,
ocupó su lugar, y toqueteó algunas teclas.

Una parte de Manhattan apareció en pantalla.

“Estos son los límites que me diste, desde la escena del crimen de regreso hacia
el río, con las calles al norte y al sur. Y aquí…” Le dio a otro grupo de teclas, y
los edificios empezaron a desaparecer.

“Muy bien, muy bien, lo entiendo. Se han eliminado los edificios con alta
seguridad. Excelente.”

“Y los edificios con menos de cuatro pisos.”

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“Correcto. De manera que estos edificios que quedan son nidos potenciales.
Necesito…”

“Hay más.” Debido a que él era rápido, y ella estaba enfocada en la pantalla,
tiró de ella sentándola en su regazo antes de que pudiera objetar.

“Estoy trabajando, campeón.”

“Al igual que yo. Lo que ves son edificios con una línea de visión de los
objetivos razonablemente despejada. Pero…” Manteniendo un brazo alrededor
de su cintura, tecleó un poco más. Otros varios edificios desaparecieron.
“Eliminé aquellos con un nivel de seguridad de medio a alto. Puede que
necesites incluir esos en algún punto, ya que siempre hay maneras de evadir la
seguridad, pero por ahora, aquellos que quedan tienen de cero a bajo nivel.
Apartamentos, hoteles de rango medio, hostales y albergues, tu ocasional
estudio para bailar o para clases de arte o lo que tengas, un par de espacios para
oficinas.”

“Con nivel bajo disponible, ¿para qué arriesgarse a los de nivel alto? Pero sí, es
mejor tenerlos a la mano si nada más da resultado. Si yo pudiera…”

“Todavía hay más.”

Con otro tecleo, aparecieron delgadas líneas azules y rojas.

“Las azules son tus posibles puntos, ventanas o azoteas de esos edificios. Las
rojas son de alta probabilidad, otra vez teniendo en cuenta tu teoría con
Lowenbaum, desde el este, edificio de baja seguridad.”

Empezó a ponerse de pie para echarle un vistazo de más cerca, pero fue sentada
otra vez. Y considerándolo todo, se relajó allí.

“El programa contiene un algoritmo, utiliza tu video de la escena del crimen,


con cálculos incluidos de la velocidad del viento, temperatura, velocidad
probable y ángulo, y… más matemáticas y cálculos de los que quieras
escuchar.”

“Creaste un programa que incluye las variables con lo conocido, y que da


probabilidades visuales.”

“En términos sencillos, más o menos.”

“No sólo eres útil. Esto llega al nivel de genialidad.”

“La modestia no me impide estar de acuerdo. En realidad, fue un trabajo


bastante interesante.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Montones de edificios, muchísimos, reflexionó ella. Pero también muchísimos
menos de los que ella hubiese tenido que considerar un par de horas antes.

De manera que le enganchó un brazo alrededor del cuello, cambio de postura lo


suficiente para mirarlo. “Apuesto a que esto no es gratis.”

“Querida, tu agradecimiento es todo el pago que necesito.”

“Y sexo.”

“Yo pensé que ambos eran lo mismo.” Sonriendo, la besó.

“Esto probablemente clasifica para sexo por agradecimiento.” Pero por ahora,
volvió a cambiar de postura, estudiando la pantalla. “¿Qué hay acerca de los
edificios con alta probabilidad que también tienen pantallas de privacidad
standard?”

“Ah, muchacha astuta. Difícilmente querrías que algún transeúnte o un turista


boquiabierto con una cámara te captara preparada en una ventana con un
arma.”

“Y ventanas que puedan abrirse. ¿Por qué disparar a través del vidrio? ¿Por qué
tener que cortar el vidrio?, a menos que el ASLD usara su propia oficina o
ventana de su casa. Eso deja un rastro para seguir.”

“Dame un minuto. No, puedo trabajar alrededor de ti muy bien,” dijo cuando
ella empezó a ponerse de pie otra vez. “Aunque tu nuevo centro de mando
simplificará esto también.”

Programó los nuevos parámetros manualmente, y con rapidez, en una forma


que ella nunca comprendería, luego ordenó los nuevos resultados en pantalla.

“Eso tomó cinco más, o tal vez seis. Cuántos tu…”

“Espéra. Computadora, divide la pantalla con información de identificación en


la exhibición actual.”

Recibido. Trabajando.

“¿De manera que podré hacer esto holográficamente?”

“Lo harás, o lo haré yo hasta que le agarres el truco.”

“Sé cómo hacer hologramas.” Más o menos. “Incluso con este equipo.”

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“Es más simple y más avanzado de lo que puedes hacer ahora desde aquí o,
desde mi punto de vista, en la Central. Y allí lo tienes.”

Tenía direcciones y los tipos de edificios. Y con la dirección de cada edificio


estaban los pisos que clasificaban los requisitos. El conteo era de veintitrés
edificios.

“Puedo trabajar con veintitrés. Y si esto me lleva al nido, puedes contar con
intenso sexo por agradecimiento.”

“¿Eso incluiría disfraces y decorados?”

Ella puso los ojos en blanco. “Esto todavía no me ha llevado a ninguna parte.”

“Tal vez un pequeño adelanto.” Le dio un mordisquito en la nuca.

“Saca el sexo de tu mente.”

“Eso está más allá de mis capacidades programadoras. Pero hasta que cobre mi
tarifa, querrás hacer búsquedas cruzadas de las licencias, y las víctimas, con los
veintitrés edificios.”

“Justamente correcto. Antes de que haga eso, déjame preguntarte esto: Tu eres
un ASLD, organizado, hábil, controlado.”

“¿Supones que es controlado?”

“Sólo tres víctimas. Literalmente docenas podrían haber sido asesinados o


heridos, haciendo un impacto mucho mayor, haciéndolo mucho más
emocionante. Si el impacto y la emoción son los motivos. De manera que sí,
supongo que es controlado. Sean o no sean estos tres, o alguno de estos tres,
objetivos específicos: ¿Usarías tu propio hogar, tu apartamento, incluso tu
oficina, como tú nido?”

“Pregunta interesante.” Él alzó otra vez su whiskey para meditarlo. “La ventaja
allí sería el tiempo. Tendrías todo el tiempo del mundo para observar el área de
tu objetivo desde ese nido. Completa privacidad, y la oportunidad de hacer
cualquier cantidad de disparos ficticios de prueba desde esa posición.”

“Ah. No había pensado todavía sobre eso último, pero es pertinente. Práctica, y
práctica desde el lugar exacto. Eso pesa. ¿Desventajas?”

“Policías inteligentes, tal como la mía, trabajando diligentemente a través de los


potenciales. Arriesgándose a que esa policía inteligente haga una conexión. ¿Y
una oficina? A menos que apenas sea una fachada, la mayoría tendría a otros
trabajando allí, al menos un asistente, el equipo de limpieza del edificio, y etc.

J.D.Robb Apprentice in Death


¿Residencia? ¿Tu asesino vive solo, o quien sea con quien viva lo secunda en su
deseo de asesinar? Yo estaría más inclinado a alquilar un espacio bajo un
supuesto nombre, lo cual lleva un poco de trabajo,” añadió, “pero valdría la
pena. Esa oficina, un apartamento pequeño, la habitación de un hotel. Después
todo fuera realizado, lo abandono.”

“Así lo haría yo.” Ella asintió, ya que su razonamiento había corrido a lo largo
de las mismas líneas. “No puedo dejar de lado lo otro, pero así lo haría yo.
Intercambiaría la conveniencia de operar desde mi propio espacio por el riesgo
menor de utilizar un espacio temporal. Hoteles, lugares para trabajar o vivir
alquilados dentro de los últimos seis meses. Él es controlado, pero no puedo
verlo usando un espacio alquilado por más tiempo. Muy bien.”

Roarke la retuvo en su lugar por un momento más, y luego la soltó. “¿Por qué
no realizas esa búsqueda cruzada? Yo hará lo otro.”

Ella se puso de pie, como hizo él, pero se volvió hacia él. “Cuando suceda la
remodelación de esta oficina, puedes trabajar aquí en este tipo de cosas, si lo
quisieras. Sacar todo lo policial de tu propio espacio.”

“No me importa todo lo policial en mi espacio.”

“Lo sé. Añadiremos eso al sexo por agradecimiento. Volveré a echar un vistazo
a los diseños cuando termine esto, y escogeré uno.”

“Si uno te acomoda.”

“Sí, si es así.”

Volvió a tomar posesión de su escritorio, en solitario, comenzó con la búsqueda


cruzada. Mientras ésta se ejecutaba, se las arregló para descubrir cómo enviarle
a Peabody el complicado programa que Roarke había escrito e implementado
en menos de dos horas.

Se imaginaba que el colega y genio electrónico de McNab haría el baile feliz.

Después de añadir y actualizar, se dirigió a la cocina para programar más café,


recordándose a sí misma que ese espacio también cambiaría.

No había necesidad de aferrarse a lo viejo, se dijo a sí misma. Y en realidad,


incluso lo viejo había cambiado, desde que Mavis y Leonardo tenían su antiguo
apartamento.

Nada de éste se veía como la casa espartana y básica de una policía en la que
ella había vivido, no con todo el color, el desorden y la niña.

J.D.Robb Apprentice in Death


La niña.

Cuando Bella aparecía en su mente, ella recordaba la fiesta. Tenía que ir a una
fiesta de cumpleaños de un bebé, en donde seguramente habría más bebés.
Gateando o caminando en esa forma tambaleante, haciendo esos extraños
ruidos.

Mirando fijamente como muñecas.

¿Por qué hacían eso?

Se sacudió el pensamiento, agarró su café, y regreso al homicidio.

La comunicación de Roarke sonó momentos antes de que ella regresara.

“Hoteles, incluyendo un hostal están marcados para ti, y varios alquileres en los
últimos seis meses. He puesto aquellos alquilados a familias con hijos y los
espacios para oficinas de múltiples usos o con más de tres trabajadores al final
de la lista.”

“¿Investigaste a los ocupantes?”

“Eso habría sido lo siguiente, ¿no es así?”

“Sí. Tengo un par de coincidencias, pero no me suenan. Un hombre de la lista


de licencias que tiene una tía en uno de los edificios, pero está en un piso más
bajo de los que nos interesan. Además, no ha tenido entrenamiento militar o
policial, no parece tener en realidad ningún entrenamiento con armas. Le
echaremos un vistazo, pero éste no es nuestro hombre.”

Reclinándose en su silla, cogió su café, apoyó sus botas sobre el escritorio en su


modo de reflexión.

“El otro tiene una gran residencia en el parque, está en busca de un diseñador.
Este no me suena, no es muy hábil con las armas de acuerdo a sus antecedentes,
pero podría haber minimizado eso. Pero además de eso, vive con la esposa
número tres, tiene una niñera que vive con ellos para el hijo con la esposa
número tres, y un hijo adolescente de la esposa número dos vive con él la mitad
del tiempo. Tiene un ama de llaves a tiempo completo, no es un droide. Pero yo
apuesto que tiene un lugar privado en su propiedad, de manera que le
echaremos un vistazo.”

Bajó los pies, se retiró de su escritorio. “No hay antecedentes criminales en


ninguno de ellos. Y ninguna conexión que pudiese encontrar con la pista de
patinaje o las víctimas.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Poniéndose de pie, se acercó a su tablero. “Si ésta no era su misión, sólo ésta, él
volverá a atacar y pronto. Tres disparos, tres muertos. Ha tenido demasiado
éxito como para no atacar otra vez. No en la pista de patinaje, eso está hecho, a
menos que sea la pista.”

“Piensas, y yo concuerdo, en que si fuera la pista, habrían más de tres en tu


tablero.”

“Sí, eso es lo que pienso. Otro lugar público, otro ataque múltiple. Si ese es el
plan, él ya lo tiene seleccionado, explorado, y tiene su nido. Cualquiera, en
cualquier lugar, en cualquier momento. Tiene las cartas en sus manos ahora.”

“Tienes bastantes por tu cuenta.”

“Pero no puedo agregar más a ellas esta noche, no con lo que hay aquí. Morris,
Berenski, puede que ellos añadan algo más mañana. Peabody y McNab están
trabajando su lado. Voy a conseguir un perfil de Mira, ver si eso mejora las
cosas. Este no es un profesional.” Entrecerró esos ojos de policía volviendo a
mirar el tablero. “Un profesional no asesina tres objetivos no relacionados, y
ellos no están conectados. Corrección, un profesional haciendo un trabajo no lo
hace. Podríamos tener a un profesional que se ha vuelto loco, pero éste no fue
un asesinato por contrato, o no es probable. El cliente podría haber pagado para
matar a tres, con dos como cubierta. No puedo ignorar ni siquiera eso.”

“Teniente, le estás dando vueltas.”

“Sí, sí, sí.” Echó una última mirada a la chica de rojo. Como Roarke dijo, ella
perseguía. “Muy bien. Démosle otro vistazo a los diseños.”

“No tienes que hacer eso esta noche.”

“Eso me estará molestando hasta que me decida. ¿Cuán difícil puede ser
escoger algo?”

“Eres una mujer rara, querida, ya que no sólo crees eso de verdad, sino que lo
haces cierto.”

Él ordenó el primer diseño en pantalla.

“No me gusta mucho este. Los colores son como muy afeminados, y los
muebles son como… no sé, lineales e… impecables. Tan llanos que se ven
sofisticados. No sé la palabra, pero eso es lo que me parece. Quiero decir, la
disposición está bien, en donde ella ha colocado las cosas, pero las cosas me van
a hacer sentir como si estuviera en el espacio de alguien más.”

“Entonces continuamos. Número dos.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Ella movió los pies mientras lo estudiaba. Se sentía estúpida y desagradecida.
“Las cosas aquí están bien. No parece decir que soy nueva y estoy a la vanguardia
y soy realmente importante. Podría trabajar aquí sin sentir que alguien cuyo
nombre empieza con Summerset me miraría mal si lo desordenara o derramara
algo.”

“¿Pero?”

“Bueno, los colores son fuertes. Los colores fuertes son buenos, supongo, pero
son un poco agresivos. Distraen, supongo.”

“¿Qué te parecen estos?” Ordenó la tercera opción.

Ella no sabía qué nombres estrambóticos utilizaban los diseñadores para los
colores. Sandeces como Beige Contento, Retiro Zen y Llovizna de Chocolate.

Para ella eran marrones, y tipos de verdes y blancos que no eran brillantes y
resplandecientes.

“Sí, ves, los colores están bien, y son apacibles pero no afeminados. No están
diciendo, Oigan, mírenme. Es más como si hubiesen estado allí un tiempo. Y el
centro de mando luce, bueno, al mando. Nada de sonseras. Pero, supongo, la
mayoría de las otras cosas no se ven como si alguien más viviera con ellas.”

“Prueba esto.” Él se acercó a su computadora, tecleó un código. El segundo


diseño se sobrepuso con el esquema de colores del tercero.

“Ah. Tú puedes… muy bien, sí, este es…”

“Si no estás segura, no estás satisfecha, esperamos. Le daré tu opinión y ella


incorporará lo que te gusta y quitará lo que no te gusta.”

“Es sólo que… me gusta. En verdad me gusta, y no esperaba que me gustara.


Las cosas no se ven, no sé, tan sofisticadas en estos colores como se ven con los
colores agresivos. Este se ve más… real, supongo. Me gusta. Yo suponía que
podría vivir con el que me hiciera sentir cómoda, y ese estaría bien. Pero me
gusta. Es eficiente, no es sofisticado ni raro.” Sinceramente desconcertada, se
volvió hacia él. “Me gusta. Jesús, el sexo por agradecimiento se va a salir de
control.”

“Mi más preciado deseo.” Al lado de ella, él estudió su elección, y se encontró


satisfecho de que le gustara también, y mucho. Pero.

“¿Quieres tomarte unos cuantos días, pensarlo, hacer cualquier cambio que
pudiera ocurrírsete?”

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“No. Realmente no. Eso me volvería loca. Simplemente hagámoslo. Pero no
puedo tener este lugar hecho pedazos y gente corriendo alrededor cuando estoy
trabajando en una investigación.”

“Déjame eso a mí.” Se volvió hacia ella, la tomó de los hombros, y la besó en la
frente. “Esto será bueno para ambos.”

“Sé eso, también. No lo voy a extrañar. Recuerdo cómo me sentí la primera vez
que me trajiste aquí, cuando vi lo que habías hecho por mí. Eso no cambia.”

“La razón por la que lo hice para ti tampoco cambia.” Le deslizó un brazo por la
cintura, y la guio hacia afuera. “Espero que recuerdes cómo te sentiste la
primera que te llevé a mi dormitorio.”

“Eso está impreso.”

“Bien, ya que ella tendrá los diseños para el dormitorio para que nosotros los
veamos en uno o dos días.”

“Hablabas en serio acerca de eso.”

“Absolutamente.”

“Pero el dormitorio…”

“Es nuestro, pero fue diseñado por mí. Ahora nos reflejará a ambos, nuestras
necesidades, deseos, gustos.”

“Nosotros no tenemos los mismos gustos, exactamente. Yo ni siquiera sé si


tengo gustos.”

“Sabes lo que te gusta, y lo que no. ¿Y no será interesante ver cómo todo se
mezcla? E igual que con tu oficina, tienes que sentirte cómoda. También tiene
que ser cómodo para mí, de manera que tomará más trabajo que los dos
minutos que pasaste eligiendo el diseño de tu oficina.”

Eso no tomaría dos minutos, no, no con Roarke en la balanza. “¿Nosotros


vamos pelear por eso, como por las telas?”

“Sinceramente lo dudo, pero si lo hacemos, estoy seguro que lo arreglaremos,


en la cama que sea que elijamos juntos.”

Frunciendo el ceño entró al dormitorio, miró la enorme cama sobre su


plataforma debajo de la claraboya. Y no podía imaginarse nada que le
acomodara más.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Me gusta esa cama.”

“Y puede que terminemos diseñando alrededor de ella, pero si no, deberíamos


despedirnos de ella como lo hicimos con tu escritorio. En anticipación.”

“Así como tú eres, vamos a hacer el amor otras cinco docenas de veces en ésta
antes de que se vaya.”

“Piensa en ello como un ensayo para desvestirnos,” dijo él, y la levantó en sus
brazos.

Ya que era difícil reír y protestar al mismo tiempo, simplemente lo dejó hacer,
de manera que cuando cayó en la cama, lo envolvió con sus piernas, botas y
todo.

“Nosotros todavía estamos vestidos.”

“Puedo arreglar eso. En un minuto,” añadió él, y le tomó la boca.

Aquí estaba el pago por un día largo y difícil. Su cuerpo la presionaba, esa boca
mágica creando calor, propagando excitación. Ningún pensamiento oscuro
presionando como dedos sangrientos contra un vidrio, empujando, empujando
para entrar. Aquí, ella podía tener, podía tomar, amor.

Oyó el click mientras los dedos de él, tan mágicos como su boca, desabrochaban
el arnés de su arma. Se movió para que él pudiera sacarlo y tirarlo hacia un
lado.

“Estás desarmada, Teniente.”

“Esa no es mi única arma.”

“Soy consciente. Pero yo tengo unas cuantas propias.”

Cuando sus dientes bajaron raspando levemente el lado de su cuello, pensó: Sí,
las tienes. En respuesta, ella presionó hacia arriba, centro contra centro.

“Y la tuya está, como siempre, ya amartillada.”

Contra su piel, los labios de él se curvaron. “Alguien tiene su gracia


encendida.”

“Estoy pensando en intercambiarla por estar desnuda.”

Se las arregló para quitarse las botas con los dedos de los pies, la subida y
bajada de sus caderas con el esfuerzo los satisfacía a ambos. En vez de quitarle

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el suéter, él deslizó las manos debajo de éste, pasándolas sobre la camiseta que
usaba debajo. Cuando sus pezones se endurecieron contra el apretado material,
él bajó las manos para desabrocharle el cinturón, y luego las volvió a subir para
moldear sus pechos, para acariciarlos.

Las volvió a bajar para desabrochar un botón, y abrir muy, muy lentamente el
cierre.

Podía pasarse años con ella, con sólo acariciarla. Los pechos firmes y el largo y
delgado torso debajo de la delgada y sencilla camiseta, el tenso vientre, las
estrechas caderas.

Le bajó los pantalones, sólo otra pulgada, pasó la punta del dedo debajo de la
cintura de la braga, tan sencilla como la camiseta. Su policía no estaba hecha
para el encaje y los volantes. Y aun así aquellas prendas interiores sencillas y sin
adornos nunca fallaban en seducirlo.

Sabía lo que existía debajo.

Así como sabía que ella se había relajado, había puesto todo lo demás a un lado,
la sangre y la muerte, por esto. Por él. Por ellos. De manera que le daría todo lo
que tenía en este tiempo lejos del frío y la oscuridad.

Ahora él le quitó el suéter por arriba, y la camiseta con él. Cuando él acunó en
las manos sus pechos, ella acunó su rostro en las suyas. Sonrió.

“Esto es agradable.”

“¿Te parece agradable?”

“Sí.” Bajando sus manos, ella empezó a desabotonar su camisa. “Esto es


agradable.”

“Puedo hacerlo más que agradable.”

“Soy consciente,” dijo ella, haciéndolo reír mientras sus labios rozaban los de
ella.

Ella podía hacerlo más que agradable, también, pero no le importaba ir a ese
paso. Por ahora. Como deslizándose hacia lo cómodo. Debajo de su camisa, ese
cuerpo disciplinado y fuerte era suyo para tocar y para tomar, toda esa piel
cálida, esos músculos tensos.

Suyo para tomar, volvió a pensar mientras él profundizaba el beso. El fuego se


encendió bajo su piel. Con sus piernas nuevamente enganchadas alrededor de
él, se apalancó hacia arriba, cambiando sus posiciones. Ahora sentada a

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horcajadas sobre él, se curvó hacia abajo, usando sus dientes para
mordisquearle los labios, la lengua mientras los mecía a ambos haciéndolos
temblar.

Incluso mientras ella le sacaba el cinturón, él la volvió a cambiar de posición.


Bajándole los pantalones, su mano pasó rozando sobre el arma atada por
encima de su tobillo. Esto añadió una rápida y peligrosa excitación. Dejándola
allí, él utilizó su boca y sus manos para destruirla.

Ella gritó, se impulsó hacia arriba mientras la lengua de él la lamía y entraba en


ella. Sus dedos se enterraron en las sábanas, y luego en la espalda de él mientras
la llevaba implacablemente a lo más alto.

El orgasmo la traspasó, una sacudida rápida y fuerte de asombroso placer.


Luego vinieron los temblores, estremeciéndola incluso mientras él la excitaba
otra vez.

Sin aliento, cegada, ella tiró de él hacia ella, ahora rodando juntos sobre el lago
azul de la cama mientras ella luchaba por quitarle el resto de la ropa.

Cuando él se hundió en ella, el mundo se estremeció.

Su boca, Dios, amaba su boca, volvió a tomar la suya, devorándola como la de


un hombre muerto de hambre. Entonces él la guio, ambos se guiaron uno al
otro, agarrándose de las manos, con los cuerpos unidos. Llegando al límite, el
placer creció hasta estallar.

Cuando ella se vino otra vez, todo lo que podía ver eran los salvajes ojos azules
de él.

Después de un largo rato, después de que ambos yacían sin fuerzas, como
supervivientes de algún brutal accidente, él volvió la cabeza lo suficiente para
rozar su garganta con los labios.

“¿Te pareció agradable?”

“Funcionó para mí. ¿Agradecimiento?”

“Pagado por completo.”

“Ah. Y nada de disfraces ni decoraciones.”

“Todavía estás llevando tu arma de respaldo.”

Sus ojos se abrieron con un parpadeo. “¿Qué?”

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“Eso funcionó para mí.” Con un medio gruñido, él rodó de encima de ella, y se
sentó. Dejando que su mirada vagara sobre ella mientras estaba tumbada,
desnuda pero con el grueso diamante alrededor de su cuello y el arma en su
tobillo. “Y lo haría otra vez.”

“Los hombres simplemente son retorcidos.”

El sólo sonrió, entonces se puso de pie y agarró una botella de agua. Después de
beber, se la tendió. “Hidrátate.”

Ella se apoyó en un codo e hizo justamente eso. Pero cuando empezó a alargar
la mano hacia su arma en el tobillo, él le tomó las manos.

“Todavía no.”

“No voy a dormir con ella puesta.”

“No dormir.” Estirándose, él agarró el arnés de su arma. Cuando él empezaba a


ponérsela a ella, lo empujó.

“Satisface mi curiosidad.” Rápido y eficiente, se lo abrochó, entonces volvió a


levantarse de la cama para echarle una buena y larga mirada.

Apoyada en sus codos, con una expresión maravillosamente perpleja en su


rostro, sus ojos todavía vidriosos por el sexo, le removió el corazón.

Y apoyada en sus codos, un arma en su tobillo, otra colocada sobre los hombros
de ese esbelto y desnudo cuerpo de guerrera, le removió algo más
completamente.

“Sí, yo he imaginado eso.”

“¿Me has imaginado llevando mis armas sin una camisa? ¿O pantalones?”

“Ahora veo que incluso mi excepcional imaginación se quedó corta. Así que,
Teniente.”

Su desconcierto se convirtió en conmoción cuando él se sentó a horcajadas


sobre ella. “Tienes que estar bromeando.”

“Ni remotamente.” Él le agarró las manos otra vez, y la inmovilizó.

“No es posible que puedas…” Bajó la mirada, vio que él definitivamente podía.
“¿Cómo hiciste eso?”

“Es algo que tiene que ver con ser retorcido, supongo.”

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Cuando él se hundió en ella, ella gritó, y se vino enseguida. “Ah, Dios mío.”

“Quiero observarte, mi bien armada policía.” Él volvió a hundirse una y otra


vez. “Observarte mientras te tomo, y te tomo, hasta que los dos estemos
vacíos.”

La tomó lentamente llevándola hacia la oscuridad, empapándola, saturándola


con sensaciones. La dejó indefensa, la llevó más allá del punto de que le importe
que no tuviera defensas. Ella se deslizó en esa desesperada oscuridad que la
mareaba, sin fuerzas, aun cuando el cuerpo le dolía por más.

En la oscuridad, él la saqueó hasta que ella estuvo vacía. Hasta que él se dejó ir
y se vació dentro de ella.

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Capítulo 3

Eve despertó en grados muy lentos, como alguien que hubiese sido drogado.
Cuando su mente despertó lo suficiente para hacer funcionar sus ojos, los abrió.
Su mente ya había revivido lo suficiente, primer grado, para oler café.

Roarke bebía el suyo en el sofá de la sala de estar, con una tablet en una mano, y
los reportes financieros apareciendo en la pantalla de pared.

Ya se había vestido como el gobernante del mundo de los negocios. Hoy llevaba
un traje gris oscuro, una camisa unos cuantos tonos más clara, una corbata
perfectamente anudada que tenía el gris en delgadas rayas sobre un fondo azul
marino.

Ya que sus botines eran del tono exacto que el traje, imaginó que uno había sido
hecho para él para que hiciera juego con el otro. Sus calcetines, decidió,
probablemente también hacían juego.

Y, aunque apenas eran las seis, apostaba su trasero a que él ya había puesto en
marcha tratos o tomado decisiones y dado órdenes en cualquier cantidad de
países extranjeros y proyectos fuera del planeta.
Ella, por otro lado, tenía que ordenarse a sí misma a sentarse, a salir de la cama,
sin gruñir.

“Buenos días, querida.”

Gruñó, lo mejor que podía, se dirigió a trompicones hacia el AutoChef por el


café dador de vida, bebiéndoselo, y entrando a trompicones al baño y a la
ducha.

“Chorros al máximo, treinta grados” Tragó más café mientras la gloriosa


cafeína y el bombeo caliente del agua la despertaba por completo.

Si el orden mundial dependiera de ello, tal vez pudiera regresar a aquellos años
de sustituto de café y duchazos con hilitos de agua.

Tal vez.

Y tal vez era algo condenadamente bueno que ella no fuera responsable del
orden mundial, sólo de los homicidios en Nueva York.

Y, decidió que si podía estar pensando en todas esas cosas, estaba


definitivamente despierta.

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Diez minutos después, sintiéndose humana otra vez, salió envuelta en una bata,
reparó en que Roarke tenía dos platos cubiertos y una cafetera sobre la mesa. El
hombre, como lo había probado incontables veces en incontables formas,
trabajaba rápido.

Él bajó la tablet, la cerró de una forma que hizo temblar sus instintos de policía,
sólo un poquito.

“¿Qué hay en la tablet?” preguntó mientras se acercaba para unírsele.

“¿Mi tablet? Muchas cosas.”

Ella sólo giró un dedo, se sirvió más café. “Veámosla, colega.”

“Puede que sea una fotografía indecente de mi amante, Angelique.”

“Sí, sí. La enmarcaremos con las de mis amantes, Julio y Raoul, los gemelos.
Mientras tanto.”

Haciendo tiempo, él levantó las cubiertas de los platos, distrayéndola por un


momento.

Avena. Debería de haberlo sabido. Al menos había rodeado el tazón con algo de
tocino, una cucharada de huevos revueltos que se veían cremosos, y había un
platito de frutas silvestres, otro de azúcar moreno, la de verdad.

Pero aun así.

“Esto debería hacernos empezar bien el día a ambos.”

“Tu día empezó hace un par de horas, fácil.”

“No mi día contigo.”

“Ah-hah.” Empezó con el tocino, vio agitarse los bigotes de Galahad y él


comenzó a caminar, como si sólo fuera para hacer un poco de ejercicio, hacia la
mesa. “Tablet.”

Primero Roarke le lanzó al gato una mirada que hizo que Galahad se sentara
para lavarse vigorosamente. “Charmaine me envió el gráfico de un diseño para
el dormitorio, tarde anoche, parece. Cuando nosotros estábamos ocupados en
otras cosas. Sólo quiere saber si está yendo en la dirección correcta. No pensé
que tu quisieras ver algo tan temprano, o querer pensar en ello.”

Eve sólo giró el dedo otra vez mientras agregaba una pila de frutas y otra de
azúcar moreno a su avena.

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“Lo pondré en la pantalla de pared.”

Roarke manipuló la tablet. Los extraños símbolos desaparecieron para mostrar


el diseño.

Mientras Eve comía, fruncía el ceño hacia la pantalla.

“Primero, esas cortinas, son demasiado sofisticadas. Demasiado, no sé,


suntuosas o algo.”

“Estoy de acuerdo.”

“Supongo que particularmente me gusta la forma en que diseñó esta área de


aquí. El sofá es más amplio, pero está…”

“Demasiado ornamentado. Yo he visto justamente una pieza en el catálogo de


Sotheby's que me gusta. Se las enviaré a ustedes dos, y veremos. ¿Y la cama?”

Ornamentada era la palabra allí, también, y enorme con sus cuatro postes altos
y fuertes y tanto la alta cabecera como el largo pie de cama estaban bordeados
de un marco tallado con símbolos celtas. Todo de madera oscura, lujosa y
lustrosa que se veía antigua e… importante.

Aun así.

“Yo…”

“Si no te gusta…”

“Esa es la cuestión. Me gusta, un montón. No sé por qué. No es sencilla, y


suponía que te iba a pedir algo sencillo. Pero… usualmente no me importan
este tipo de cosas, pero, hombre, esa es una cama increíble. ¿En dónde la
encontró?”

“Yo la encontré, hace meses. Esta almacenada ya que la compré por impulso, y
luego me di cuenta que lo más probable es que tu quisieras algo sencillo.”
Mientras ella continuaba estudiándola, él alzó su café. “La cama tiene una
historia, si la quieres escuchar.”

“Oigámosla.”

“Muy bien. Había un Irlandés algo acaudalado y de buena posición social que
la hizo construir como su lecho matrimonial, aunque todavía tenía que
encontrar a su novia.”

“Un optimista.”

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“Podrías decirlo así. Cuando la terminaron y la llevaron a su mansión, él
todavía estaba soltero, de manera que tenía la habitación con la cama cerrada.
Los años pasaron, y él ya no era joven, ya no creía que podría encontrar a la
mujer que compartiera esa cama con él, o su vida, su hogar, para formar una
familia con él.”

“Me suena como una cama desafortunada.”

“Bueno, espera a oír el resto. Un día, al parecer, él caminaba a través del bosque
como lo hacía a menudo, y se encontró con una mujer sentada a la orilla de su
río. No era la joven belleza que una vez había imaginado como su novia, pero
era una mujer guapa que atrajo su mente. Una que vivía en una bonita cabaña
no lejos de la mansión.”

Reflexionando, Eve comió más avena con buena cantidad de frutas y azúcar.
“Debería de habérsela encontrado antes. Quiero decir, cuántas personas vivían
en los alrededores, y…”

“Bueno, no se encontró con ella antes, ¿no es así?”


“Tal vez si hubiese salido más por allí, en su propia tierra, hubiese encontrado a
esa novia.”

Con una sacudida de la cabeza, Roarke probó los huevos. “Tal vez estaba
destinado para ese tiempo y ese lugar. En cualquier caso,” continuó, antes de
que ella pudiese volver a interrumpir con su lógica, “se encontraron, y
conversaron. Y comenzaron a salir juntos a pasear de vez en cuando durante la
primavera hasta el verano. Él supo que ella había enviudado apenas un mes
después de haberse casado con su joven esposo, y nunca se volvió a casar.
Hablaron del jardín de ella y de los negocios de él, y de los chismes y la política
actuales.”

“Y se enamoraron y vivieron felices por siempre jamás.”

Roarke le lanzó la mirada que a menudo le lanzaba al gato. “Esta fue una
amistad que forjaron, una fuerte amistad, y el hombre nunca pensó en el amor
durante ese año, ya que él creía que ese tiempo para él ya había pasado. Pero él
la valoraba, su persona, su mente, su forma de ser, su humor. De manera que se
lo dijo, y le preguntó si quería casarse y serían compañeros por el resto de sus
días. Cuando ella estuvo de acuerdo, él se puso contento, pero nunca pensó en
abrir la habitación o usar la cama que una vez había mandado a hacer. Pero fue
a esa habitación a donde ella lo llevó en su noche de bodas. Y la cama relucía a
la luz de la luna, y la primavera entraba por las ventanas. Las sábanas estaban
frescas y blancas, había flores del jardín de su propia cabaña en jarrones, las
velas estaban encendidas. Y en ella él vio a la novia que una vez se había
imaginado. No la joven belleza, sino la mujer, la sustancia, la constancia, la
sensatez, y la bondad. Y en esa cama matrimonial, la amistad, fuerte y

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verdadera, se convirtió en un amor fuerte y verdadero. Ahora se dice que
aquellos que compartan esa cama conocerán lo mismo.”

Una linda historia, obviamente pamplinas, pero bonita. De manera que Eve
asintió. “Nos quedamos con esa cama definitivamente.” Y se dio cuenta que se
había comido la estúpida avena sin siquiera pensarlo. “¿Qué color es ese? El
cubrecama.”

“Es bronce, con un toque de cobre.”

Ella volvió a asentir, terminándose su tocino. “Parece el mismo color y la tela de


mi vestido de novia.”

“Porque lo es.”

“Tonto.”

“Eso es un tonto retorcido, te recordaré.”

“Me gusta el color, y la cama, así que eso es un comienzo.”

“Como a mí, de manera que haré que Charmaine comience a trabajar desde
allí.”

“Me parece bien.” Se levantó y fue hacia su closet.

“Hoy va a hacer más frío,” le advirtió él. “Probablemente comience a caer


aguanieve antes de la tarde.”

“Melocotonudo.” Sacó la cabeza. “¿Por qué no es manzanudo o melonudo, o


simplemente frutoso?”

Él la estudió, su cínica y a menudo literal esposa. Simplemente se encogió de


hombros. “Nunca me he puesto a pensarlo, y no podría decirlo.”

“Exactamente.” Volvió a desaparecer en el interior. “Primero voy a ir a la


morgue, luego al laboratorio. Tengo que usar a Dickhead. Aparentemente es el
rey del láser.” Agarró un suéter verde oscuro, unos abrigadores pantalones
marrones. Cuando buscaba una chaqueta, se le ocurrió que si escogía mal,
Roarke se levantaría y le escogería otra. De manera que se tomó un minuto,
luego dos minutos estudiando sus opciones.

¿Por qué tenía tantísimas? ¿Por qué parecía que había más para elegir cada vez
que entraba allí?

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Nadie estaba más sorprendido que ella cuando sacó una chaqueta unos cuantos
tonos más oscura que sus pantalones que tenía ese verde oscuro sutilmente
entretejido.

Agarró unas botas, un cinturón, y lo consideró hecho.

“Estaré en el centro de la ciudad la mayor parte del día,” le dijo a ella cuando
salió para vestirse. “Tengo un recorrido en el An Didean esta tarde.”

Pensó en el refugio juvenil que él había construido. “¿Cómo va eso?”

“Lo veremos con este recorrido, pero ha estado yendo muy bien. Deberíamos
poder tomar residentes para Abril.”

“Bien.” Se abrochó el arnés de su arma, se puso la chaqueta, luego se sentó para


ponerse las botas. Captó la mirada de él. “¿Qué? ¿Qué está mal con esta ropa?”

“Absolutamente nada. Te ves perfecta, y completamente una policía.”

“Soy completamente una policía.”


“Precisamente. Eres completamente una policía, así que ten cuidado.”

Se sentó, terminó su café, el gato tumbado a su lado. Y él le sonrió, justo de esa


manera. Se acercó a él, le cogió el rostro entre sus manos, y lo besó.

“Te veré esta noche.”

“Atrapa a los chicos malos, Teniente, pero mantente a salvo al hacerlo.”

“Ese es el plan.”

Encontró su abrigo, el gorro del copo de nieve al que se había extrañamente


acostumbrado, la bufanda hecha por Peabody, y guantes nuevos sobre el poste
de la escalera.

Su coche, con el calentador funcionando, la esperaba afuera.

Echó un vistazo por el espejo retrovisor a la calidez y comodidad del hogar,


entonces se dirigió hacia la morgue y la muerte.

El aguanieve no esperó hasta la tarde y comenzó a caer, mezclado con pequeños


trozos de hielo, para cuando se abrió camino hacia el centro.

Eso no detuvo a los dirigibles de publicidad anunciando prendas de vestir para


cruceros, ventas con descuentos, liquidación de existencias, pero sí causó que
los ya pesados maxi buses bajaran la velocidad hasta moverse a paso de

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tortuga. Y debido a que incluso el solo pensamiento de la lluvia invernal
causaba que la mayoría de los conductores perdieran cualquier pizca de
competencia que pudieran poseer, se pasó la mayor parte de la travesía
evitando, saltando por encima, y maldiciendo a todos los taxis y suburbanos.

El largo y blanco túnel que llevaba hacia los muertos llegó como un alivio,
incluso cuando pasó por una puerta y oyó a alguien riéndose a carcajadas.

Para su forma de pensar, nadie debería estar carcajeándose en la casa de los


muertos. La risita ocasional estaba bien. Pero carcajearse era simplemente
repulsivo.

Pasó empujando las puertas a la sala de autopsia, al aire frío y los calmantes
compases de la música clásica.

Las tres víctimas yacían sobre losas, casi al lado.

Morris tenía una capa protectora sobre su traje gris-acero. Llevaba una camisa
azul del mismo color que las delgadísimas líneas de la chaqueta de su traje y se
había entrelazado un cordón del mismo color a través de la complicada trenza
de su oscuro cabello.

Los micro lentes magnificaban sus ojos cuando los levantó del cuerpo de Ellissa
Wyman.

“Una mañana fría y sombría para empezar nuestro día.”

“Es probable que se ponga peor.”

“Muy a menudo sucede. Pero para nuestros invitados, lo peor ya se acabó. Ella
me hizo pensar en Mozart.” Ordenó bajar el volumen de la música hasta un
murmullo mientras se levantaba los micro lentes. “Tan joven.”

Ya la había abierto, y gesticuló con una mano sellada manchada de sangre hacia
su pantalla.

“Era saludable, tenía un tono muscular excepcional. No veo señales de abuso de


drogas o alcohol. Tomó un chocolate caliente, leche de soja, sustituto de
chocolate, y un pretzel blando cerca de una hora antes de morir.”

“Un refrigerio antes de entrar al hielo. Tienen carretillas vendiendo ese tipo de
cosas justo fuera del parque. Había estado patinando menos de veinticinco
minutos antes de recibir el disparo.”

“Disparo de láser, a mitad de la espalda, casi cercenando la columna vertebral


entre la T6 y T7, vértebras torácicas.”

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“Sí, lo entendí. ¿Cercenando?”

“Estuvo muy cerca, de manera que fue un disparo de alta potencia. De haber
ella sobrevivido a esto, habría quedado parapléjica sin un largo, costoso y
brillante tratamiento. Pero con la intensidad del golpe, se hubiera ido en
segundos.”

“El clásico nunca supo qué la golpeó.”

“Exactamente, y una bendición ya que, aunque sólo he comenzado con sus


órganos internos, veo que hay daño considerable.”

Podían no gustarle los órganos internos, pero Eve hacía tiempo que había
dejado de ser quisquillosa en las autopsias. De manera que aceptó los lentes que
Morris le ofrecía, y echó una mirada más de cerca.

“¿Estoy viendo una hemorragia interna masiva?”

“Así es. Con un bazo reventado, como lo estaba su hígado.” Hizo un gesto hacia
su balanza, en donde ese particular órgano se asentaba.

“¿Las lesiones internas como estas son usuales con un disparo laser?”

“He visto esto anteriormente. Pero es más común en heridas en combate, en


donde el enemigo tiene la intención de destruir la mayor cantidad de oponentes
tan rápido como sea posible.”

“El rayo pulsa, vibra, una vez que alcanza el objetivo, ¿correcto?”
Enderezándose, Eve se quitó lo lentes. “He oído sobre esto. Está proscrita en
armas policiales, en colecciones.”

“Yo creo eso, sí. Esta sería el área de Berenski.”

“Sí, he oído eso. Es mi siguiente parada.”

Luego de poner a un lado los lentes, Eve estudió el cuerpo de Wyman, se volvió
hacia los dos que esperaban por Morris.

“De manera que alguien puso sus manos en un arma militar, o adaptó otra al
nivel militar. Y alguien quería asegurarse de que estas tres personas murieran.”

“Es difícil ver por qué alguien podría querer terminar con la vida de esta joven
mujer. Claro que, ella podría haber sido una zorra despiadada con una lista de
espera de enemigos.”

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“No parece serlo. Familia sólida, todavía vivía en el hogar, trabajando y
estudiando en la universidad, con el patinaje sobre hielo como gran pasión.”

Mientras hablaba, Eve dio vueltas alrededor del cuerpo, una chica joven, esbelta
que nunca había sabido lo que la golpeó. “Todavía tenía amistad con su ex-
novio. Eché un vistazo a su dormitorio ayer cuando notifiqué a sus padres. Era
del tipo femenino, pero no se pasaba de la raya. Ningún alijo oculto, ni mierda
rara en sus electrónicos, aunque los del departamento de electrónica van a echar
una buena mirada allí.”

“El tipo normal de una no completamente adulta que todavía no había


determinado qué hacer con su vida, y asumía que tenía todo el tiempo del
mundo para descubrirlo.”

“Así es como lo veo yo,” estuvo de acuerdo Eve, “en este momento en cualquier
caso. Su familia va a ponerse en contacto contigo para verla.”

“Hablé con ellos anoche. Vendrán a media mañana. Me encargaré de ellos.”

“Sé que lo harás.”

Apartándose de Wyman, Eve estudió a las otras víctimas. “Si había un objetivo
específico, pienso que era la segunda víctima.”

“Michaelson.”

“Sí. Pero es sólo una teoría, sólo una reacción visceral. No tengo nada en qué
basarme.”

“Ya que tu reacción visceral generalmente es confiable, y está en mejor


condición que la de Michaelson, tendré eso en cuenta cuando lo examine.”

“Él supo lo que lo golpeó. De acuerdo a los testigos que trataron de ayudarlo,
estaba consciente, vivo, al menos durante uno o dos minutos.”

“Uno o dos minutos agonizantes,” añadió Morris, asintiendo. “Esa podría ser
parte de la razón para tu reacción visceral sobre él.”

“¿Parte de ella?”

“Noté en tu informe que estás consultando con Lowenbaum. Le mandaré copia


de todos mis descubrimientos.”

“Afirmativo. ¿En cuántas investigaciones de ASLD has trabajado?”

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“Esta sería mi tercera, y la primera como forense jefe.” Con sus propios lentes
bajados, la miró amistosamente con sus grandes ojos oscuros. “Yo tengo, qué,
¿cerca de diez años más que tú?”

“No lo sé. ¿Los tienes?”

Él le sonrió, sabiendo que, especialmente por ser policía, ella se cuidaba mucho
de no inmiscuirse en los asuntos personales, o en la información personal, de
los colegas.

“Aproximadamente diez, lo cual nos hace a ambos un poco jóvenes para


cualquier recuerdo real de las Urbanas, cuando tales cosas eran demasiado
comunes. La tecnología que crea las armas utilizadas en estas tres personas
aumenta lo que llamaremos la ciencia del asesinato. Y las restricciones en esas
armas reduce la accesibilidad, y el uso de ellas para ese propósito.”

“Pero tarde o temprano.”

“Sí, tarde o temprano. No sé mucho sobre este tipo de arma, pero aprenderé.”
Volvió a bajar la mirada hacia Ellissa. “De manera que podamos hacer lo mejor
por ella y los otros.”

“Voy a ir a ver si Dickhead sabe tanto acerca de las armas laser como dice
Lowenbaum que sabe.”

“Buena suerte. Ah, Garnet me dice que vais a ir a tomaros unas copas.”

“¿Qué? ¿Quién?”

“DeWinter.”

“Ah, DeWinter.” La Doctora DeWinter, pensó Eve, forense antropológica.


Inteligente, un poco fastidiosa.

“Nosotros somos amigos, Dallas, sin ningún beneficio añadido.”

Incómoda, Eve se metió las manos a los bolsillos. “No es asunto mío.”

“Estuviste allí para mí cuando perdí a Amaryllis, y el estar allí me ayudó a


través de los días más oscuros de mi vida. De manera que mientras puede que
no sea asunto tuyo, yo comprendo que te preocupe. Nos gusta nuestra mutua
compañía, particularmente sin la tensión de ¿Habrá sexo? De hecho, ella, Chale
y yo cenamos anoche.”

“El sacerdote, el doctor de los muertos, y la doctora de los huesos.”

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Ahora él se rio, y Eve sintió que se relajaba. “Todo un trío cuando lo miras de
esa manera. En cualquier caso, ella mencionó que te había hablado para tomar
un copa.”

“Tal vez. En algún momento.” Ante sus cejas arqueadas, ella siseó. “Sí, está
bien, se lo debo por evitarnos tantísimos trámites burocráticos. ¿Ella te
convenció para que me insistieras con eso?”

Él sólo sonrió. “La veras a ella en la fiesta de Bella.”

“Ella va a… ¿cómo es que ella se metió en el asunto de la hija de Mavis?”

“Cuando se trata de insistir, Mavis es una experta encantadora. Me da una


llamada cada pocas semanas, sólo para estar segura de que no estoy auto
compadeciéndome. Nosotros cuatro fuimos a la Ardilla Azul hace un par de
semanas.”

“¿Fuiste a la Ardilla Azul… a propósito?”


“Es una experiencia. En cualquier caso, ella y Leonardo invitaron a Garnet, y a
su hija, a la fiesta. Esta promete ser todo un acontecimiento.”

“Lo dices como si fuera algo bueno. Me preocupas, Morris.”

Bastante seria al respecto, ella lo dejó a él con los muertos. Estaba cerca de la
salida cuando Peabody entró, con las mejillas sonrosadas del frío y usando sus
botas de invierno rosadas con la parte superior recargada.

“No llegué tarde, tu llegaste más temprano.”

“Quería adelantar trabajo.”

Mientras Eve marchó directamente hacia afuera, Peabody dio media vuelta y la
siguió. “¿Morris tenía algo?”

“Estaba trabajando en la primera víctima. Necesitamos corroborar con Berenski,


pero parece ser un arma de grado militar.”

“McNab empezó a investigarlas anoche.” Peabody se apresuró hacia el coche,


soltó un audible “Ahhh” cuando se acomodó en el asiento. “Estaba totalmente
concentrado en ello. ¿Qué pasa con los hombres y las armas?”

“No soy un hombre. Me gustan las armas.”

“Cierto. De todos modos. Él estaba investigando el arma, o posible arma, y


comenzó a hacer cálculos. Entiendo los cálculos, porque es un cerebrito,
entonces tu enviaste ese programa que Roarke escribió. Para él fue como la

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Navidad, el sexo ardiente y el pudín de chocolate, todo junto. Como tener sexo
ardiente cubierta con pudín de chocolate en Navidad. Hmm.”

“No empieces.”

“Ya lo hice, pero lo dejaré para después. Así que él estaba trabajando con eso, y
yo empecé con la lista de testigos. Como dije en mi informe, el pobre niño con la
pierna rota y sus padres no vieron nada hasta que cayeron sobre el hielo.
Entonces todo lo que realmente vieron fue al niño, y a la chica. Sucedió todo
muy rápido. Ellos a punto de salir de la pista cuando sucedió, estaban mirando
hacia otro lado, y ¡bam!”

“Terminaremos la lista, pero esto no va a resolverse con los testigos de la pista


de patinaje. El disparo vino desde demasiada distancia. No he encontrado
ninguna conexión entre las víctimas, y no creo que la haya.”

“Si esto fue completamente al azar…” Peabody echó una mirada a la gente en la
calle, a los edificios y a todas las ventanas que estaban siendo abiertas.
“No dije que crea que fue al azar. Quiero los resultados completos de Morris, y
vamos a empezar a revisar los edificios de la lista corta que Roarke calculó. La
primera víctima, en mitad de la espalda, un disparo de alta potencia con ecos.”

“¡Se lo que eso significa! McNab me lo explicó anoche. Ecos significa que el
disparo está diseñado para expandirse una vez que alcanza el objetivo.”

“No habría sobrevivido a él, tenía pocas probabilidades, en todo caso. Casi
cercenó su columna vertebral. Eso me dice que el asesinato era imperativo, no
sólo el disparo. Y tal vez por eso se detuvo en tres. Empieza el pánico, la gente
corre a cubrirse, o se amontona, o se agacha. Consigues algunos disparos
sólidos, pero tal vez no lo bastante sólidos como para matar. De esta manera, él
les da a tres de tres.”

“No corras riesgos, baja tu porcentaje.” Peabody soltó el aliento mientras Eve
giraba hacia el laboratorio. “¿Cuántos edificios hay en la lista corta?”

“Los suficientes para que yo esté reclutando a quienquiera que no esté


trabajando un caso caliente para que nos ayude a echarles un vistazo.”

En el interior, en el laberinto del laboratorio, Eve se dirigió directamente hacia


Dickhead.

A pesar de que todos los técnicos llevaban batas blancas de laboratorio, el


cabello aceitoso en su cabeza en forma de huevo lo hacía fácil de divisar
encorvado sobre su larga consola de trabajo.

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Se imaginaba sus delgados dedos trabajando en un teclado o en una pantalla. El
hombre era un repulsivo dolor en el culo, pero tenía habilidades. Y ella las
necesitaba.

Él alzó la vista mientras ella se aproximaba, y casi la hizo dar un traspié. El


patético vello facial que había estado tratando de dejar crecer ahora parecía una
oruga anémica sobre su boca, y una tela de araña raída en su barbilla.

Si había desarrollado la nueva apariencia para atraer mujeres, y el atraer


mujeres era su más grande deseo, Eve predijo una brutal decepción.

“ASLD,” dijo él, con lo podría haber sido satisfacción.

“Es correcto.”

“No tenemos eso todos los días. Rifle laser de largo alcance, Lowenbaum tenía
razón en el modelo, supongo.”

“Tiene que ser de grado militar. Morris dijo que la primera víctima, hasta donde
había llegado esta mañana, tenía daños en los órganos internos.”

“Sí, sí, ecos. Lo supuse.” Se deslizó a lo largo de su consola en su taburete,


toqueteó una pantalla. “¿Ves aquí? Una simulación de un disparo con una
Táctica-XT, grado militar. El rayo láser está en rojo, el alcance aquí es de
novecientos metros. ¿Tiempo desde de llegada al objetivo? Uno punto tres
segundos. ¿Ves el rojo alcanzar el cuerpo, cómo llega con precisión, y entonces
se expande? Ese es tu eco. Golpea, y entonces se disemina.” Alzó las manos con
las palmas ahuecadas volteadas hacia arriba, y entonces las separó. “No sales
indemne de eso.”

“Tengo a tres personas en la morgue que no salieron indemnes de eso.”

“Tú te ocupas de los muertos. Yo me ocupo del arma. El forense dice que es de
grado militar, ecos, eso es concluyente para mí, ya que eso es lo que estoy
viendo en la cinta de seguridad. Hablé con Lowenbaum, y ambos estamos de
acuerdo en esto.”

“No voy a discutirlo.”

Él sólo desestimó eso con un gesto de la mano.

“Tienes que considerar que el rango de alcance de una Tact-XT de grado militar
es, en su record conocido, de casi cinco kilómetros.”

“Eso ya lo sé, Berenski, necesito…”

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“En las manos apropiadas, estos disparos podrían haber sido hechos desde una
barcaza en el jodido East River. Tienes que entender eso. Pero quiero conocer al
hijo de puta que pueda hacer ese disparo, ese disparo en Nueva York,
considerando las líneas de visión, la variación del viento, la temperatura, sin
dejar de mencionar el movimiento de los objetivos.”

“Cuando atrape al hijo de puta, te lo presentaré.”

“Te voy a tomar la palabra. Pero supongo que no estamos hablando de un


rango completo, ¿vale? Estoy trabajando en rebajarlo. Estoy trabajando en un
programa para reducirlo, dados los ángulos, la velocidad, etc.”

“Lo he reducido. Tengo un programa.”

“El que nosotros hemos usado no es…”

“Tengo un nuevo programa.”

Él dejó de desestimarla con la mano, y en cambio la miró ceñudo. “¿Qué


programa?”

“Peabody.”

“Lo tengo aquí en mi computadora personal. Y ahora,” dijo ella, después de


introducir unos cuantos comandos, “está en tu unidad.”

Él lo ejecutó una vez, se encorvó hacia adelante. Lo ejecutó una segunda vez.
“¿En dónde conseguiste esto? ¿En la Agencia de Seguridad Nacional?

“Roarke.”

“Ah. ¿Cuánto tiempo ha tenido a su gente trabajando en esto?”

“Sólo Roarke, anoche.”

Él se giró en su taburete. “¿Me estás jodiendo?”

“¿Para qué? Tengo a tres personas muertas, por todos los cielos.”

“Esto es una jodida genialidad.” Volviendo a ejecutarlo una vez más, Berenski
se frotó la nuca. “Puedo ver que a esto se le puede hacer un ajuste de precisión.”

“No lo vayas a joder.”

“No voy a joderlo, estoy diciendo que si él o su gente le dan a esto un ajuste de
precisión, él podría venderlo por… supongo que él no necesita hacerlo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“No se trata de necesitar,” farfulló ella.

“¿Le mostraste esto a Lowenbaum?”

“Se lo envié, pero fue bastante tarde anoche. Puede que todavía no lo haya
visto.”

“Cuando lo haga, va a decir lo mismo que yo. Estas tan cerca a la precisión
como puedas llegar. Mira aquí, él calculó la variación del viento en el momento
de los disparos, la temperatura, humedad, el ángulo de los disparos, el lapso de
tiempo entre ellos, la elevación, la línea de visión. Todo está aquí. Vas a estar
recorriendo edificios durante semanas para revisarlos, pero tienes una dirección
sólida.”

“Saca los edificios con un nivel de seguridad medio alto.” Eve volvió a lanzarle
una mirada a Peabody.

“¿Me permites?” Sin esperar, Peabody se inclinó encima de la consola, y llevó el


programa a la siguiente fase.

“Genial. Sí, sí, es difícil pasar ese tipo de arma a través de la seguridad.”

“Por ahora, elimina las oficinas con varias personas, residencias con familias.”

El asentía mientras desaparecían más edificios. “Muy bien. Si no usó un


silenciador, vas a encontrar a alguien que oyó tres descargas agudas. ¿Alguna
vez has oído un rifle laser?”

“He disparado uno.”

“Entonces sabes. Si usó uno, eso podría cortar un poco el rango, pero nadie oyó
nada. Eso va a depender en cómo quiso hacerlo, eso es todo. Con toda
seguridad estás tras alguien que sabía lo que estaba haciendo. Eso es habilidad,
Dallas. Una importante habilidad. ¿Ese último disparo? No fue sólo habilidad.
Eso fue jodidamente arrogante.”

Aunque le jodía un poco estar de acuerdo con Dickhead, Eve había pensado lo
mismo. “La arrogancia se vuelve descuidada.”

“Tal vez.”

“Trabaja con el programa, y si puedes eliminar algunas áreas más, necesito


saberlo.”

Debido a que él ya estaba ejecutando el programa otra vez, lo dejó en ello.

J.D.Robb Apprentice in Death


“No tuviste que amenazarlo o sobornarlo.”

“Porque le di pornografía para genios electrónicos, y está divirtiéndose


mucho.” Eve tenía que admitir, para sí misma, que extrañaba un poco el tener
que sobornarlo.

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Capítulo 4

Eve condujo directamente a la Central de Policía. Necesitaba instalar su tablero,


pillar a alguien que pudiera para empezar a revisar los edificios, y ella esperaba
colarse en una rápida consulta con Mira.

Eso significaría batallar con la inexpresiva asistente de Mira, pero una consulta
con la más importante perfiladora y psicóloga de la NYPSD era invaluable.

En el momento en que puso los pies en su división, hizo un escaneo. Ni Baxter


ni Trueheart, lo cual le dijo que probablemente estaban en el campo. La forma
en que Carmichael estaba sentada en el borde del escritorio de Santiago
indicaba que hacía una consulta en lugar de estar chismoseando.

Jenkinson estaba ceñudo frente a su computadora mientras trabajaba, y Reineke


salía de la sala de descanso con una taza de café.

“¿Nada caliente?” le preguntó a Jenkinson.

“Papeleo. Perdí al tirar la moneda al aire.”

“En mi oficina en cinco. Peabody, dales un resumen.”

En su oficina, abrió el programa de Roarke, entonces instaló su tablero,


poniendo en el centro a las tres víctimas. Para evadir al dragón de Mira, envió
un breve correo electrónico a Mira directamente. Un mensaje de texto podría
llegarle primero a la asistente.

Se puso de pie, con café de verdad en la mano, y estudiaba la pantalla cuando


Jenkinson y Reineke entraron.

Podría haber jurado que la luz cambió el aspecto de la corbata de Jenkinson.


Desde el punto de vista de él, suponía que los puntos dorados y verdes sobre
un rojo llamativo le parecían algo clásicos, incluso sutiles.

“Van a empezar en este sector, trabajando hacia el este desde Madison. Peabody
les va a dar los edificios marcados basados en este programa. Es un tiro al aire.”

“Del tipo francotirador,” dijo Reineke. “Supones que trabaja solo.”

“Es lo más probable. Estoy trabajando en una consulta con Mira, pero
llevándome por porcentajes y probabilidades, es un hombre soltero, con
entrenamiento militar o policial. Un solitario. Uno no hace esos disparos sin
entrenamiento y práctica, de manera que usen su sentido común en ello. En los
hoteles y albergues, busquen a alguien que llegara con poco equipaje. Él

J.D.Robb Apprentice in Death


necesitaría cargar el estuche para su arma, pero no lo veo llevando mucho más.
Necesitaría una ventana que se abriera, o la estropeó para hacer el disparo.
Querría pantallas de privacidad. Sin silenciador, un arma como ésta emite un
chirrido, tres disparos, tres chirridos, en rápida sucesión.”

“Las probabilidades de que alguien oyera eso…”

“Ninguna,” dijo Eve con un asentimiento hacia Jenkinson. “Tal vez en un


albergue, o en un apartamento barato, algún lugar que no sea a prueba de
ruidos.”
“Y en encontrar a alguien que le importe un carajo cuando un policía le
pregunte.”

“Y eso,” concordó Eve.

“Podría haber usado su propio lugar,” especuló Reineke. “Empieza a


obsesionarse con la pista de patinaje por la jodida razón que sea, decide hacer
una cacería de patos.”

“Descubrámoslo. Peabody y yo empezaremos en el sector más lejano al este,


iremos avanzando hacia ustedes. Tal vez lleguemos una hora más tarde que
ustedes. Necesitamos ir a la oficina de la segunda víctima, y…”

Se interrumpió cuando entró una comunicación, se volvió hacia su escritorio.


“Muy bien, Mira está llegando a la Central, y se detendrá aquí de paso. Si añade
cualquier cosa que podamos usar, lo oirán. En marcha.”

“Peabody, refina nuestra lista geográficamente, y comunícate con la oficina de


Michaelson, diles que vamos a ir para entrevistarlos. Echó un vistazo a su
unidad de muñeca. “Quiero una consulta rápida con Feeney antes de salir.
Puedo ir donde él.”

“Estoy en ello.”

Sola, se acercó a su ventana, miró hacia fuera. Ella se juzgaría como una
tiradora decente con un rifle laser. Mejor, muchísimo mejor, con un arma de
mano, pero buena con la más grande.

Y calculando, suponía que podía matar, lisiar, o herir con facilidad a una
docena desde el ventanuco de su oficina en menos de un minuto.

¿Cómo diablos podías proteger a alguien?

Se dio la vuelta cuando oyó venir a Mira. Esos rápidos repiqueteos que
indicaban alguna especie de tacones elegantes.

J.D.Robb Apprentice in Death


Los elegantes tacones estaban en unos elegantes botines rojos hechos de una
especie de diseño texturizado que hacía juego con un delgado e inútil cinturón
sobre un traje que, por alguna razón, llamaban blanco invernal.

El suave cabello negro de Mira se curvaba en una melena corta que dejaba ver
unos aretitos en donde una diminuta perla estaba montada sobre una piedra
roja.

¿Cómo alguien podía pensar con la claridad suficiente por la mañana para
coordinar exactamente eso, y no lucir como un droide a la moda, sino como un
humano accesible?

“Gracias por venir,” empezó Eve.

“El precio es un poco de ese café. Iba a pedirte un té, pero entonces olí tu café.”

Mira puso a un lado su abrigo, su bolso, blanco con una tira central de un
sorprendente rojo llamativo, y se acercó al tablero de Eve.

“Vi las noticias de los medios, y leí tu informe. ¿Todavía no hay una conexión
discernible entre las víctimas aparte de haber estado en la pista de patinaje?”

“Ninguna, y sólo unas pocas personas sabían que la tercera víctima estaría allí,
e incluso eso es vago en la coordinación del tiempo.”

“Los asesinos de este tipo a menudo escogen al azar. El quién no importa. Es la


matanza en sí misma, el pánico que causa. Un lugar público, desde una
distancia, gracias,” añadió Mira cuando Eve le pasó el café. “Los tres son
distintos. Dos hombres, una muchacha. Los dos hombres abarcan dos
generaciones en edad. Uno estaba solo, uno era parte de una pareja. Este no es
un tipo particular de objetivo, lo cual, nuevamente, se inclina a ser al azar.”

“La primera y la tercera víctima habrían muerto instantáneamente, o bastante


aproximado. La primera, en la columna vertebral, casi cercenándola. La tercera
un tiro a la cabeza. Pero el segundo, en mitad del cuerpo, y estuvo consciente
por lo menos uno o dos minutos, desangrándose. La uno y la tres no supieron
qué los golpeó. La dos sí lo supo.”

“Ya veo. Y eso te lleva a sospechar que la segunda víctima era el objetivo
específico.”

“Eso, y el hecho de que el tirador tenía que haber organizado esto con
anticipación, y la presencia de la tercera víctima no estaba escrita en piedra. La
primera víctima… es baja la probabilidad de verla como un objetivo específico.
A menos que volvamos a que sea puramente al azar. El atuendo rojo, la
habilidad en el hielo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Muy bien.” Mira apoyó una cadera contra el escritorio de Eve. “Ya sabes que
es organizado, experto, un planificador, lo cual significa que es controlado, al
menos frente a una situación. Para añadir a eso, el ASLD que escoge puramente
al azar tiene un resentimiento contra la sociedad o contra una agenda política,
un fastidio hacia un tipo de lugar, una base militar, un colegio, una iglesia. La
meta sería matar o herir a tantos como sea posible, causar pánico y alarma, y a
menudo morir como un mártir por la causa que lo impulsa.”
“'Tantos como sea posible. Para esos disparos se necesitaba una importante
habilidad, ¿y él sólo mata tres? Sigo pensando en eso,” dijo Eve. “De manera
que no creo mucho en el fastidio o el resentimiento contra el lugar, cuando él se
detuvo en tres. En cerca de doce segundos, eso es todo lo que requirió. Y sí,
morir por la mano de un policía o suicidarse después de que el daño está hecho.
Pero no este tipo, al menos no todavía.”

“Puede que no haya terminado con esa agenda o con el resentimiento.”

“Sí.” Eve soltó el aliento. “Sí, sigo volviendo a eso también.”

“Estoy de acuerdo con tu inclinación hacia un objetivo más específico, u


objetivos, debido a la baja cuenta de cuerpos.” Estudiando a los muertos como
Eve hacía, Mira bebió su café. “Y ahora, ¿que el disparo a la segunda víctima no
fuera instantáneamente fatal como fueron los otros? Si la intención de él era que
la segunda víctima sufriera, eso añade más peso.”

“Podría ser sólo la naturaleza del disparo, dada la distancia, el movimiento,


pero eso sobresale para mí.”

“Si la víctima era específica, el asesino escogió esta pista pública, mató a otros
para cubrir la especificidad, y eligió una manera de matar difícil. Ambas
sabemos que existen muchas formas más directas y simples para terminar una
vida, pero el método es parte del propósito y la patología. No sólo es hábil, sino
que la habilidad es parte de su autoestima, de su ego.”

“Ahí lo tienes,” murmuró Eve, añadiendo eso a la imagen que ella necesitaba
armar en su cabeza.

“Diría que el provocar pánico, causando la furia de los medios fue ciertamente
parte de su motivo. También, la distancia, no sólo la habilidad involucrada,
sino la distancia en sí misma, añade ecuanimidad. Un objetivo, no un ser
humano. Ese sería el pensamiento de un francotirador militar, o un asesino
profesional.”

“No he eliminado a un profesional pero está bajo en mi lista. Y si es un


profesional: ¿Quién lo contrató y por qué? Esto vuelve justamente a: ¿Por qué
esos tres? Y para mi instinto: ¿Por qué Michaelson?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Era un doctor?”

“Sí, un, ya sabes, doctor de mujeres. Chequeando su funcionamiento, asistiendo


partos, y cosas así.”

“Muy bien. Debes de echar un vistazo a la mortalidad. Un paciente que no


sobrevivió a un tratamiento, o una mujer que murió dando a luz, un bebé que
no sobrevivió. Es extremadamente raro, pero suele suceder, particularmente en
situaciones de emergencia. O si la paciente actuó contra el consejo del médico.”

“Verifica eso con alguien conectado a ella, esposo, amante, hermano, padre.”
Eve asintió, añadiéndolo a la imagen. “Raro pero no imposible, que estemos
lidiando con un francotirador femenino. Si ponemos esos límites, podría ser
eso. ¿Por qué volver a matar? Excepto…”

“Le salió muy bien, ¿no es así?”

Eve miró hacia su tablero. “Sí, realmente un buen día. Nos estamos dirigiendo a
la oficina de Michaelson ahora. Tal vez demos con algo.”

“Esperas otro golpe.”

“Si hay una agenda, él ya ha escogido la siguiente locación, y explorado su


nido. ¿Quieres pánico, la furia de los medios? Vuelve a golpear, y rápido.
Mantén el ritmo.”

“Tengo que estar de acuerdo.”

“Si él continúa con tres, eso me va a decir que tres significan algo para él. De
otra manera, él matará más la próxima vez. Es el ego, ¿correcto?”

“Sí, el ego juega una parte.”

“Cuando éste juega una parte demasiado grande, conduce a cometer errores.
Tal vez ya ha cometido uno. Sólo tengo que descubrirlo. Debería ponerme en
marcha. Agradezco tu tiempo.”

“Y yo el café.” Mira le entregó la taza vacía a Eve, y sonrió. “Me encanta esa
chaqueta.”

“¿Esta?” Como ya había olvidado lo que estaba vistiendo, Eve miró hacia abajo.

“Me encantan esos tonos terrosos. Yo no puedo usarlos, pero son tan perfectos
para ti. No quiero demorarte,” dijo Mira mientras reunía sus cosas. “Estoy
disponible cuando me necesites en esto, y quiero añadir que estamos a la espera

J.D.Robb Apprentice in Death


de la fiesta de Bella. Eso va a ser bueno para Dennis. Ese tipo de color, de
alegría.”

Eve sacó la fiesta de su mente. “¿Cómo se encuentra?”

“Va a sufrir por el primo que quería, aun cuando ese hombre dejó de existir, si
es que alguna vez lo hizo, mucho antes de su muerte. Pero lo está llevando bien.
Iba a alentarlo para hacer un viaje, un tiempito lejos para nosotros, pero me di
cuenta de que él necesita el hogar y la rutina en este momento. De manera que
la fiesta es una añadidura a eso. ¿Qué es más feliz que una primera fiesta de
cumpleaños?”

“Podría hacer una lista.”

Riéndose, Mira sacudió la cabeza. “Buena suerte hoy.”

Con Peabody, Eve condujo de regreso al Centro y a la oficina de Michaelson


justo entrando a la Quinta Avenida en la sesenta y cuatro este.

Un saludable paseo hasta la pista, pensó, y una corta caminata a su residencia a


sólo un par de manzanas de distancia en la sesenta y uno.

Aceptó el reto de encontrar un espacio para estacionar, se alzó verticalmente


metiéndose en un ajustado segundo nivel de la calle. Peabody ni respiró hasta
que el coche cayó en su sitio.

Entonces se aclaró la garganta. “La gerente de la oficina es Marta Beck. Además,


tiene un recepcionista, un tesorero, un médico asistente, una partera, dos
enfermeras, y un par de enfermeras asistentes a medio tiempo.”

“Un personal de buen tamaño para un doctor.”

“Ha estado en esta locación veintidós años, y trabaja una temporada en la


clínica local gratuita dos veces al mes.”

Juntas comenzaron a bajar, haciendo sonar los escalones de metal, al nivel de la


calle mientras el aguanieve humedecía todas las superficies.

“Los antecedentes básicos muestran una buena reputación, profesionalmente, y


nada que salte en lo personal.”

En la puerta principal de la casa bien conservada había una simple placa que
decía DR. BRENT MICHAELSON, y debajo de su placa había una que decía
FAITH O'RILEY.

J.D.Robb Apprentice in Death


“O'Riley es la partera,” dijo Peabody mientras Eve entraba en la silenciosa área
de recepción, sorprendentemente acogedora.

El área estaba ocupada por tres mujeres embarazadas, una con un niñito
encaramado en lo que quedaba de su regazo, una mujer delgada en sus veinte,
que se veía aburrida mientras revisaba su computadora personal, y una pareja
acurrucados juntos, agarrados de las manos.

Eve se dirigió directamente al mostrador de recepción y, considerando todas las


hormonas en la sala, mantuvo la voz baja.

“Teniente Dallas, y la Detective Peabody para ver a Marta Beck.”

La recepcionista, una mujer bonita con la piel del color del oro fundido, se
mordió el labio. Sus ojos se anegaron. “Si pudieran entrar por la puerta de la
derecha, por favor.” Se giró en su silla para hablar con un hombre vestido con
una bata azul de laboratorio. “¿George, podrías decirle a Marta que la… su cita
está aquí?”

El hombre tenía los ojos del mismo color que su bata. No se mordió los labios
mientras sus ojos se anegaban, pero los presionó y se alejó.

La puerta llevaba hacia un corredor con cuartos para exámenes, del tipo de
cuartos que siempre hacían que se le hiciera un nudo en el estómago a Eve. La
recepcionista entró en el corredor.

“Les mostraré el camino. Nosotros, todos nosotros, estamos… este es un día


difícil.”

“Ustedes no cerraron.”

“No, tenemos al Doctor Spicker tomando los pacientes del Doctor Michaelson, y
la señorita O'Riley viendo a los suyos y a otros. Tratamos de atender a todos los
que están citados. El Doctor Michaelson y el Doctor Spicker estuvieron
hablando acerca de que el Doctor Spicker se uniera a la práctica, de manera que
Marta sintió…”

Pasaron por una sala con un par de sillas, encimeras con tablillas sujetapapeles,
tubos y tazas, y una balanza en donde alguien más en una bata de laboratorio,
con un estampado de flores, pesaba a otra mujer embarazada.

“Hace cuánto tiempo el Doctor Michaelson conoce al Doctor Spicker?”

“Ah, desde que el Doctor Spicker era un niño. Las familias son amigas, y el
Doctor Spicker acaba de terminar su residencia. Marta, la oficina de la señorita
Beck está…”

J.D.Robb Apprentice in Death


Dejó de hablar cuando una mujer alta de anchos hombros vestida con un traje
negro salió por una puerta.

“Gracias, Holly.” Extendió una mano. “Marta Beck.”

“Teniente Dallas.” Eve aceptó el breve apretón. “La Detective Peabody.”

“Pasen, por favor. ¿Les gustaría un té? No puedo ofrecerles café. No tenemos
nada en las oficinas.”

“Estamos bien.”

Marta cerró la puerta silenciosamente. “Por favor, tomen asiento.”

Eve tomó asiento en una silla con respaldo recto de la organizada oficina. No
era fría, supuso, con un par de florecientes plantas verdes, una fila de elegantes
tazas de té, incluso un pequeño sofá con elegantes cojines.

Pero uno sabía que el negocio era el rey aquí.

Marta se sentó detrás de su escritorio, cruzó las manos. “¿Tiene usted algún
sospechoso?”

“La investigación está en curso. ¿El Doctor Michaelson tenía algunos problemas
con alguien del personal, con algunos pacientes, alguien de quien usted
supiera?”

“Brent era bien apreciado. Era un buen doctor, uno que se preocupaba, y sus
pacientes lo querían. Tenemos algunas que se han mudado a Brooklyn, Nueva
Jersey, Long Island. Todavía vienen aquí porque él forjó relaciones. La paciente
importaba, Teniente. La pared en nuestra sala de descanso está cubierta con
fotos de los bebés que él ayudó a traer al mundo. Fotos de ellos mientras
crecieron. Trabajé con él durante veinte años. Era un buen doctor y un hombre
bondadoso.” Respiró hondo. “Yo asumí, por las noticias de los medios, que ésta
fue una matanza al azar. Algún lunático.”

“Estamos investigando todas las posibilidades.”

“No puedo pensar en nadie, absolutamente en nadie, que hubiese deseado la


muerte de Brent. Se lo diría si lo pensara. Era un amigo, un buen amigo, así
como mi empleador.”

“¿Qué le sucederá a su práctica ahora?”

Ella suspiró. “Esta pasará a Andy, el Doctor Spicker, si la quiere. Brent discutió
eso conmigo cuando Andy todavía era residente. Los padres de Andy son, eran,

J.D.Robb Apprentice in Death


los amigos más antiguos de Brent. Era el padrino de Andy, y ha sido su mentor.
Todos ellos son muy unidos. Brent sentía que él mismo podría empezar a
reducir su práctica cuando y si Andy quería unirse a la consulta, y sentía que
dejaría la práctica en buenas manos con Andy. Y con Faith, nuestra partera,
cuando decidiera retirarse, o simplemente viajar más.”

“Cualquier doctor, por bueno que sea, que haya trabajado durante un par de
décadas tiene pérdidas.”

“Por supuesto.”

“Las pérdidas pueden causar que los seres queridos se comporten


irracionalmente.”

“Por supuesto,” volvió a decir ella. “Hace varios años Brent tuvo una paciente
que perdió a su hijo, abortó en su séptimo mes después de que su pareja la
golpeara severamente. La dejó inconsciente en el piso, y para cuando recuperó
la consciencia, fue capaz de llamar al nueve uno uno, era demasiado tarde. El
hombre que ocasionó eso amenazó a Brent cuando fue juzgado, cuando Brent
testificó. Pero ese mismo hombre fue asesinado en prisión hace dos años.
Asumo que ese es el tipo de cosas a las que usted se refiere.”

“Así es. ¿Qué hay acerca de la mujer que tuvo el aborto?”

“Volvió a venir donde Brent dos años después cuando había vuelto a concebir
con un joven muy agradable con el que se casó poco después. Tienen una
adorable hija. Su fotografía está en la pared, y la madre permanece como
paciente. Hay unas cuantas, y como cualquier práctica hemos lidiado con
demandas por negligencia. Pero hablando de una amenaza de verdad, esa es la
única de la que yo sé.”

“¿Algunos despidos recientes, problemas con los empleados?”

“Ninguno. Esta puede ser una práctica exigente de manejar, ya que Brent tendía
a pasar más tiempo de lo acostumbrado con las pacientes. Aprendí hace años a
considerar más tiempo entre citas. Añadir un asistente personal, hace ocho
años, ha ayudado a reducir el tiempo de espera. Y los planes para subir a bordo
a Andy habrían ayudado mucho más. Pero ese es un punto irrelevante, ¿no es
así?” Apartó la mirada un instante. “Tengo que mantenerme firme aquí. No
podemos derrumbarnos. Nunca había experimento antes este tipo de cosas. La
pérdida, sí, todo el mundo ha perdido a alguien, pero no de esta forma. No
puedo entenderlo. Sé que usted necesita respuestas, pero no las tengo.
Simplemente no puedo pensar en nadie, absolutamente en nadie, que quisiera
hacerle esto a Brent.”

J.D.Robb Apprentice in Death


A pesar de los sentimientos de la gerente de la oficina, Eve se tomó el tiempo
para hablar con todos los del personal. Cuando sintió que había exprimido bien
esa área, salió hacia el aguanieve.

“Tal vez estoy equivocada,” le dijo a Peabody. “Y Michaelson fue uno al azar
como los otros dos. Lugar equivocado, hora equivocada.”

“Entiendo por qué estás tirando de ese hilo.”

“¿Pero?” Eve la urgió mientras subían los escalones hacia el coche.

“Bueno, la tercera víctima casi tenía que ser al azar. Pero si yo quisiera
centrarme en uno de los otros, iría por la primera.”

“¿Por qué?”

“El factor de los celos. Joven, realmente bonita, realmente talentosa. Y, a su


manera, llamativa. Algún cabrón al que no le prestaba la atención suficiente, o
lo rechazó. Y ella fue la primera. Si yo fuese a dar ese tipo de disparo, querría
estar segura de que mi primordial objetivo cayera.”

“Puntos razonables. Investígala.”

“¿Investigarla?”

“Vuélvela de adentro para afuera,” dijo Eve. “Trabajo, familia, colegio, amigos.
Encuentra su patrón. En dónde comía, compraba, qué ruta tomaba usualmente.
¿Subterráneo? ¿Autobús? ¿Caminaba? Vuelve a hablar con su familia, habla con
sus amigos, amigos del trabajo, amigos de la universidad, amigos del
vecindario. Tú la investigas a ella, yo me encargaré de Michaelson. Y las dos
tomamos los edificios. Te voy a dejar en la universidad, puedes empezar allí
mientras le doy una pasada a la residencia de Michaelson. Después tomas las
locaciones de York y la Primera Avenida. Yo tomaré la Segunda y Tercera.
Reineke y Jenkinson empezaron a trabajar al este desde Madison, Park, y Lex.
Tu empieza lo más lejos al este como puedas sin meterte al río.”

“Puedo hacer eso.”

“Si ambas estamos en el mismo vecindario, te recogeré. De otra forma, cuando


hayas cubierto el territorio, dirígete a la Central. Conferenciaremos con
Jenkinson y Reineke. Si alguno de nosotros conseguimos algo, nos movemos
hacia allí.”

“Muy bien.” Con un suspirito, Peabody alzó la vista hacia el desagradable cielo.
“Tomaré el subterráneo desde aquí. Es más rápido a que tú me lleves.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Bien.”

Mientras Peabody regresaba al nivel de la calle, Eve subió al coche, subió


verticalmente igual que había entrado, y se dirigió a la Sesenta y Uno.

El Doctor Michaelson había vivido bien, pensaba Eve cuando utilizó su llave
maestra para acceder a su respetable edificio de ladrillos blancos. Seguridad
sólida, instalada discretamente, incluyendo un pozo de la escalera muy limpio
mientras tomaba las escaleras hacia el tercer piso en lugar del elevador.

Ya había ordenado que se llevaran los electrónicos y que fueran revisados por
los del DDE, pero quería sentir el lugar en donde vivía.

Un silencioso pasillo, sólo un vecino compartía el piso. Otra vez, buena


seguridad en su apartamento, la cual evadió con su llave maestra.

Tenía una sala de estar espaciosa, abierta hacia una cocina pequeña y ordenada,
un comedor con un par de velas que nunca habían sido encendidas en un par
de fuertes candelabros sobre la mesa.

Los muebles le daban la sensación de masculinidad y simpleza, cómodos, sin


mucho aspaviento. Había un bosque de fotografías sobre una larga mesa. Su
hija, de varias edades, la familia de su hija. Fotos de Andy Spicker y, Eve
supuso, los padres de Spicker. Otras de su personal, un montón con bebés.

Fotos amigables y felices.

En la cocina revisó su AutoChef, el refrigerador, los gabinetes. Nada como la


comida para darte una idea de cómo vivía la gente, en su opinión.

El hombre tenía debilidad por el helado, el de verdad. Prefería vino tinto, pero
por otra parte, comía saludablemente.

Su oficina doméstica estaba decorada con tanta sencillez y tan completamente


organizada como toda su casa. Al igual que en su oficina profesional, ésta
también mostraba un muro de fotos. Imaginaba a Michaelson sentado ante su
escritorio, haciendo lo que sea que los doctores hacían en sus escritorios, y
mirando esa pared de vida.

Muchos de los bebés, los realmente recién nacidos, le parecían raros. Parecían
peces, o formas de vida extraterrestre realmente cabreadas. Pero se imaginaba
que Michaelson se había sentido muy orgulloso de saber que él había tomado
parte en traerlos al mundo.

J.D.Robb Apprentice in Death


Tenía un pequeño AutoChef y una mini-nevera, agua con gas, jugos, y tés
herbales en la nevera; fruta y bocaditos de vegetales en el AutoChef.

No había en el lugar ni una barra de chocolate, ni una fuente de cafeína, o una


bolsa de patatas fritas.

¿Cómo es que el hombre vivía?


“No es un problema ahora,” murmuró, saliendo para estudiar el dormitorio.

Una cabecera alta, acolchada en la cama con un sencillo cubrecama blanco y una
pila de almohadas enmarcadas en azul marino.

Y libros, notó. Otra vez, los de verdad. Novelas, fácilmente un ciento de ellas en
estantes empotrados o apiladas sobre la mesa de noche.

Nada de juguetes sexuales, ninguno en la mesita de noche, y ninguna


indicación en el armario de que una mujer pasara la noche y dejara una bata o
cualquier prenda por conveniencia. Ni tampoco un hombre, ya que una rápida
revisión la llevó a pensar que todas las prendas eran de Michaelson.

Trajes, ropa quirúrgica, prendas de diario, prendas de deporte. Y patines. Había


tenido dos pares aparte de los que había usado en su último día.

Encontró píldoras para aumentar la potencia sexual masculina y condones en el


baño, de manera que había tenido sexo, o al menos se había preparado para la
posibilidad. Nada de drogas, nada fuera de lo ordinario.

Terminó en una habitación para invitados bien equipada y un cuarto de baño


brillando de limpio.

Cuando se marchó, su imagen de Michaelson era la de un doctor sólido y


dedicado que tenía un auténtico amor por los bebés, los niños, y las mujeres en
general. Uno que se cuidaba, vivía apaciblemente, le gustaba patinar, le gustaba
leer, y valoraba su círculo de amigos.

En ninguna parte de esa imagen había un motivo para el homicidio.

De vuelta en su coche, se dirigió al este, y consideró los puntos de Peabody.

Ellissa Wyman. Joven, muy atractiva, elegante, aparentemente feliz, equilibrada


emocionalmente. No particularmente interesada en hombres o relaciones, al
menos en la superficie. Pero sí, alguien debía de haber estado interesado en ella.
Despreciado o simplemente no tomado en cuenta.

O, lo descubrirían investigando en profundidad, había relaciones o estilos de


vida que su familia, sus amigos no conocían.

J.D.Robb Apprentice in Death


Eso tenía que ser tomado en consideración, al igual que Michaelson tenía que
ser considerado.

El peor caso también tenía que ser considerado. Completamente al azar. No


había importado quién. No importaría quién la próxima vez.

Puede que éste fuera un día de mierda para recorrer las calles, pero Eve
entrando en un aparcamiento irritantemente caro, dejó allí el coche, y se
encaminó al primer edificio de su lista. A nivel de la calle había un restaurante
francés, una boutique para hombres, y una tienda que se veía elegante con
montones de sofisticados recolectores de polvo. Tres pisos de apartamentos
encima, y todo ello coronado por un estudio de danza y otro de yoga, y
aquellos rematados con una azotea a la cual podían acceder los residentes y los
de los estudios.

El programa de Roarke le daba a la azotea la probabilidad más alta, siendo el


estudio de yoga el siguiente en la línea. De manera que Eve empezó por la parte
de arriba.

El viento era cortante; el hielo aguijoneaba. Pero cuando Eve sacó los lentes de
campo del bolsillo y rectificó su posición, encontró una excelente vista de la
pista de patinaje. A una tremenda distancia, pero ¿con una mira más potente?
Sí, podía ver cómo podía ser hecho.

No había habido aguanieve y hielo el día anterior, recordó ella. Ni mucho


viento. Tal vez era parte de la razón para la coordinación de tiempo.

Estando allí parada se metió en la mente del francotirador. Puede que tuviera
que esperar un rato. Un taburete, alguna especie de asiento plegable ligero.
Dejar descansar el arma en la cornisa de esa forma. Mantener todo firme.

Se agachó, hizo la mímica de sentarse en un taburete, sus manos sobre el arma


imaginaria, su ojo en la mira. Desde esa posición evaluó los edificios vecinos.

Consideró que no había donde cubrirse, y también había demasiadas ventanas,


demasiado riesgo de que alguien estuviera mirando hacia afuera. Lunático o
no, ¿por qué correr este tipo de riesgo?

Aun así, sacó unos micro lentes, repasó cuidadosamente la pared, el concreto,
buscando marcas. No encontrando nada, volvió al interior, y entró al estudio de
yoga.

Encontró a un grupo en sesión con personas, en su mayoría femeninas, en


coloridos trajes ajustados retorciéndose en raras posiciones sobre esterillas de
colores vivos. Todo ello mientras miraban hacia una imponente mujer delgada

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con un cuerpo perfecto, una forma imposiblemente perfecta, y una pared de
espejos.

Tenía que felicitar al grupo sólo por estar allí.

Había una música suave bajo la voz suave y tintineante de la instructora. Eve
decidió que probablemente querría envolver las piernas de la mujer alrededor
de su cuello, atar sus tobillos en un nudo, antes de que terminara una sola
sesión.

Pero eso sólo lo pensaba ella.

Eve salió de allí, y se dirigió al estudio adyacente.

Otra pared de espejos, más música a bajo volumen. Pero esta vez, la música
tenía un ritmo duro y fiero, y la única mujer en la sala bailaba por todo el suelo,
pies volando, piernas exhibiéndose, caderas meneándose.

Ejecutó tres remolinos, dando luego una voltereta apoyada en una sola mano. Y
terminando, justo en esa nota, con sus brazos hacia arriba, y la cabeza tirada
hacia atrás.

Ella dijo jadeando, pero con entusiasmo: “¡Mierda!”

“Para mí estuvo bien.”

La mujer de piel oscura húmeda de sudor, agarró una toalla, se secó mientras
estudiaba a Eve.

“Perdí la cuenta dos veces, olvidé el maldito giro de cabeza. Disculpe, ¿desea
usted una clase?”

“No.” Eve sacó su placa.

Esta vez la mujer dijo: “Uh-oh.”

“Sólo un par de preguntas. ¿Empecemos con quién es usted?”

“Donnie Shaddery. Este es mi estudio, alquilo el espacio.”

“¿Tuvo usted clases ayer?”

“Todos los días, siete días a la semana.”

“Mi información indica que no hubieron clases ayer entre las tres y las cinco
p.m.”

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“Eso es correcto. Clases por la mañana. De siete a ocho, de ocho y media a
nueve y media. Diez a once, once a doce, descanso de doce a una. Una a una y
media son clases de estilo libre, después la clase de la tarde desde la una y
media a las dos y media. A excepción de los viernes, descanso hasta las cinco.”

“¿Usted es la instructora?”
“Somos dos. Tuve la mañana y la tarde ayer, mi socia tuvo la nocturna. ¿Por
qué?”

No era el lugar, pensó Eve, con un programa tan ajustado. Pero.

“Necesito saber si alguien estuvo aquí, o en el estudio de al lado, entre las tres y
las cuatro p.m.”

“Yo estuve aquí. Recibí una llamada, para un nuevo musical, hoy. He estado
trabajando en la maldita rutina en cada oportunidad que tengo. Estuve aquí
desde cerca de las seis y media de ayer por la mañana hasta las cinco.”

“¿Qué me dice del estudio de yoga?”

“Sé que Sensa estuvo aquí antes de las siete. Y ella hizo su meditación de la
tarde cerca de las tres, al menos siempre la hace, no la vi en realidad. Tiene
otras dos instructoras, y una de ellas, Paula, llegó aquí alrededor de las tres,
después de la clase de la tarde, porque también es una bailarina, y vino aquí y
me observó practicar un rato.”

“De manera que, básicamente, alguien estuvo en el lugar toda la tarde.”

“Sí.”

“¿Alguien más llegó durante ese lapso de tiempo?”

“No que yo lo viera. O lo oyera. ¿Deberíamos estar preocupadas por algo?”

“No lo creo.” Eve se acercó a las ventanas. “Siete días a la semana,” repitió. “Y
alguien está aquí generalmente, en el piso, por las tardes.”

“Eso es correcto. Si nos vamos, ponemos el cerrojo. Tenemos un letrero, Sensa y


yo compartimos el alquiler del piso, y compartimos una excusa de oficina, y
guardamos algunas cosas allí. Esterillas extras, algunos vestuarios, damos una
clase de danza del vientre dos veces por semana. No hay mucho que robar, pero
ponemos el cerrojo. ¿Hubo un allanamiento?”

Eve volvió a escanear el lugar. Simplemente no encajaba. “No, no lo creo. Una


pregunta más. ¿Por qué rómpete una pierna? ¿Cómo diablos puede bailar si se
rompe una pierna?”

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“Lo siento, yo… ah, el dicho. Es una superstición del teatro. Decir buena suerte
es mala suerte. De manera que decimos rómpete una pierna cuando quieres decir
buena suerte.”

“Eso no tiene sentido.”


“No.” Donnie bebió de una botella de agua. “Pero ese es el mundo del
espectáculo.”

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Capítulo 5

Eve cubrió un edificio de oficinas y uno residencial. Ella sintió que un


apartamento en el edificio residencial podría justificar un viaje de regreso, y con
seguridad una investigación completa del inquilino. Un hombre soltero a
mitad de sus treinta, quien había servido en el Ejército por cinco años.

La rápida investigación que ella hizo, mientras caminaba hacia el siguiente


edificio, mostraba que él había servido como oficial de suministros—con un
mínimo entrenamiento en armas—pero ella tomó nota para entrevistarlo ya sea
cuando estuviera en su residencia o en su puesto de trabajo.

La desagradable e incesante aguanieve comenzó a disminuir, sólo un poco,


mientras ella caminaba hacia el este desde la Tercera Avenida a la Segunda.

Llegó a un albergue, un estudio de arte en apuros, más oficinas.

No sintió nada en absoluto.

El hotel, su siguiente parada en la Segunda, se veía antiguo pero bien


mantenido. De rango medio a bajo. “Ambiente familiar,” de acuerdo con su
anuncio, con algunas habitaciones equipadas con una pequeña cocina.

En el vestíbulo silencioso y pequeño había un cafetucho, una tienda de regalos


del tamaño de un armario, y un sólo dependiente en la recepción. Él sonreía
ampliamente.

“Buenos días. Es un sombrío día para andar por allí. ¿En qué puedo
ayudarla?”

Él tenía un rostro tan placentero, redondo y alegre con una voz que le hacía
juego, Eve casi se sintió mal de tener que sacar su placa. Él parpadeó al verla.

“Ah caray, sucede algo malo, Oficial—no, discúlpeme, veo que es Teniente.
¡Teniente!” repitió él antes de que ella pudiese hablar. “Por supuesto, es la
Teniente Dallas. Yo adoro La Agenda Icove, el libro y el video. Espero poder
ayudar a una de las servidoras más dedicada de la ciudad.”

“Yo, también. Estoy buscando a alguien que podría haber tenido una
habitación ayer, más probablemente en el piso noveno o décimo, mirando hacia
el oeste.”

“Un ingreso ayer. Déjeme…”


“No necesariamente un ingreso ayer. Puede haber sido previo, pero ellos han
estado en la habitación ayer. Vamos a empezar con los huéspedes, pero puede
que yo esté buscando a alguien del personal, alguien que pudiera tener acceso a

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una habitación vacía.”

“Ya veo, ya veo. No, por supuesto que yo no veo nada en absoluto, pero
déjeme chequear las habitaciones.”

“Es probablemente un hombre, probablemente solo. Pero no descarte una


mujer o un acompañante.”

“Noveno piso, oeste... Tenemos al Sr. y la Sra. Ernest Hubble. Están aquí por
cuatro días, dejando el hotel mañana.”

“¿Tiene usted su dirección domiciliaria?”

“Ah, sí. Des Moines. Ellos son huéspedes anteriores, esta es su tercera visita.
Vienen para las ventas de inventario y un espectáculo.”

“Deme a alguien que se haya retirado esta mañana o a finales del día de ayer.”

“Muy bien. Esto es más bien emocionante.” Su agradable rostro se sonrojó un


poco para probarlo. “Tenemos al Sr. Reed Bennett, su dirección domiciliaria es
en Boulder, Colorado. Yo creo que él es un vendedor, y está aquí para unas
reuniones. Ingresó hace dos días, se retiró esta mañana. Justo hace casi una
hora, en realidad.”

“Suspenda el servicio de limpieza. Voy a querer ver su habitación. ¿A quién


más tiene?”

“La Srta. Emily Utts y la Srta. Fry. Unas damas de cierta edad que vienen desde
Pittsburgh. Están aquí para una pequeña reunión con algunos compañeros de
clase—de la universidad. Clase del '19.”

“Probablemente no. ¿Algunos otros?”

“Solamente uno más. El Sr. Philip Carson, de East Washington, acompañado


por su hijo adolescente, o hija—no estoy seguro, es tan difícil saberlo a esa edad,
¿no es así? Especialmente cuando están usando una de esas capuchas y están
bien envueltos. Veo aquí que ellos pidieron esa habitación específica.”

Sonó una campana. “Habitación específica. ¿Ellos se han quedado aquí antes?”

“No tengo ese nombre en nuestra base de datos, pero sí me parece que el Sr.
Carson resultaba familiar.”

“¿Recuerda usted su equipaje?”

“Yo...” Él cerró los ojos, los estrujó, y entonces los abrió de repente. “¡Sí! Lo

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recuerdo porque empecé a llamar a Gino para que los ayudara, pero el Sr.
Carson dijo que no necesitaban a un botones. Ellos tenían dos maletas rodantes,
una cada uno, y el chico tenía una mochila. El Sr. Carson tenía un estuche—un
maletín largo de metal.”

“¿Cuándo se retiraron?”

“Ayer, aunque ellos habían reservado para quedarse esa noche. Ingresaron
cerca de las cinco de la tarde anterior—lo recuerdo porque yo estaba por
terminar mi turno. No estoy seguro de si los volví a ver hasta que se retiraron
cerca de las tres y treinta de ayer. El Sr. Carson dijo que tenían una emergencia
familiar.”

“Necesito ver la habitación.”

“Ah caray. Sí, sí, pero me temo que ha sido limpiada.”

“Necesito verla.”

“Déjeme traer a Gino para que se encargue de la recepción, y yo mismo la


llevaré arriba. Sólo un momento.”

Él corrió. Al menos esa era la palabra que le venía a Eve a la mente,


moviéndose con rapidez cuando un hombre con uniforme azul marino de
botones salió de un cuarto adyacente.

“No me dio su nombre.”

“Ah, soy Henry. Henry Whipple.”

Él en verdad se veía como un Henry Whipple, decidió Eve mientras entraban al


elevador juntos. Uno lo bastante antiguo como para que requiriera que Henry
presione un botón para el décimo piso.

“Algunos huéspedes disfrutan de los toques anticuados,” explicó él.

Anticuados, pensó ella. “¿Sus ventanas se abren? En las habitaciones de los


huéspedes.”

“Lo hacen, aunque no completamente. Ahora tenemos pantallas de


privacidad—los huéspedes esperan eso, pero algunos disfrutan ser capaces de
abrir la ventana unas cuantas pulgadas cuando hay buen tiempo. O porque
quieren oír a Nueva York.”
“¿A prueba de ruidos?”

“Algunos, sí, pero no lo que usted encontraría en hoteles más nuevos o más

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caros. Nosotros hemos sido propiedad de una familia por cinco generaciones, y
hemos tratado de mantener nuestro pequeño hogar-lejos-del hogar asequible
para los visitantes, especialmente familias.”

“Entendí.”

Cuando salieron en el piso diez, Eve podía oír el murmullo de la pantalla de


entretenimiento de alguien—nada ofensivo, sólo un murmullo a través de la
puerta de la habitación. Aun así, la seguridad en las habitaciones no era
lamentable, y el mismo corredor estaba limpio como el resto del edificio.

Ella empezó a agarrar su llave maestra, y vio que Whipple tenía la suya en la
mano, y lo dejó abrir la habitación.

“¿Yo debería esperar aquí fuera?”

“Está bien adentro, cierre la puerta.”

Las luces funcionaban con interruptores—otro toque anticuado. Dos camas,


bien hechas con cubrecamas blancos, almohadas enfundadas nítidamente, una
cómoda de buen tamaño, un cuarto de baño tan limpio que ella podía oler el
aroma a limón del limpiador. Y un área para la cocina pequeña pero eficiente
con un gabinete con las puertas de vidrio en el cual había varias bebidas, otro
con comida para picar.

Pero fueron las ventanas las que la hicieron cruzar la habitación.

Abrió una, la levantó. Diez, tal vez doce centímetros, juzgó ella.

Suficiente espacio.

Acercó una de las sillas, se sentó, sacó sus lentes de campo.

“Jodido bingo. Yo simplemente lo sé.”

Ella bajó la vista a la alfombra—más bien gastada, pero limpia. Sacó


microlentes, estudió el alféizar, sacudió la cabeza.

“Me gustaría hablar con quién sea que haya limpiado la habitación.”

“Esa sería Tasha. Disculpe, Teniente, usted está mirando hacia el Central Park,
¿no es así? Con binoculares. Las noticias de los medios... Esto se trata de lo que
sucedió ayer. Acerca de aquella pobre gente. En la pista de patinaje.”
“Manténgalo debajo de su sombrero, Henry.”

“Sí, sí, por supuesto. Pero creo que necesito sentarme, por sólo un momento.

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Mis piernas.” Pálido, él se dejó caer en la segunda silla.

“No se me vaya a desmayar.” Sacando su computadora personal, ella ejecutó


una investigación sobre Philip Carson, East Washington.

“No, no, yo sólo necesito un momento. He trabajado en hoteles durante


veintitrés años. He visto y oído y lidiado con un sin fin de cosas, como puede
usted esperar. Pero pensar que yo pude haber... la persona que hizo... Pero, ¡él
tenía un hijo!”

“Tal vez. ¿Es éste el hombre?”

Dándose palmaditas en el pecho, Henry estudió la imagen en la pantalla. “Oh,


no, él era más joven que eso.”

“Y ¿qué hay de este hombre?”

“No, no tan joven. Lo siento.”

“La eliminación es buena.” Y eso eliminaba a los dos Philip Carsons en East
Washington quienes estaban por debajo de los ochenta y por sobre los veinte.
“Servicio de limpieza, Henry.”

Él soltó un largo suspiro antes de sacar su enlace, marcando un código. “Tasha,


te necesito en la 1004, enseguida.”

“Si esta habitación fue usada, he sido realmente afortunada, pero la suerte
puede suceder. O yo podría estar equivocada. ¿Tiene usted cintas de
seguridad de ayer?”

“Nosotros—lo siento—No las tenemos en absoluto.”

Otra buena razón para escoger esta locación, pensó ella. “¿Puede usted
describir al hombre y al muchacho?”

“Sí, sí.” Algo de color le regresó. “Yo puedo hacer eso absolutamente. Estaría
feliz de hacerlo.”

“Muy bien, usted va a darme los básicos en un minuto, luego voy a hacer que
usted trabaje con un dibujante policial. ¿Puede usted venir a la Central?”

“Yo—yo sólo necesito que alguien venga a tomar mi turno.”

“¿Qué tal si yo le envío aquí al dibujante?”

“Gracias. Eso sería útil.”

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“Usted es útil, Henry. Yo atiendo,” dijo ella ante el golpe en la puerta. Le abrió
a una diminuta rubia con enormes ojos azules.

“Tasha, ella es la Teniente Dallas. Necesita preguntarte sobre los huéspedes


que estuvieron en esta habitación.”

“Y sobre la habitación después de que ellos la dejaron.”

“Muy bien, pero yo en realidad no vi a los huéspedes. Ellos tenían encendida


su luz de privacidad, de manera que no los vi.”

“¿Qué puede usted decirme sobre la habitación, luego de que se retiraran?”

“Ellos fueron realmente ordenados. Puedo decir que utilizaron la cocina, pero
la limpiaron luego. La mayoría de la gente no lo hace. Aun así yo limpié todo,
Sr. Henry. Y usaron el bar de honor, de manera que reemplace todo.”

“La alfombra, aquí al lado de la ventana. ¿Usted notó algo?”

“Bueno, es gracioso que usted deba preguntarlo. Pude ver que ellos habían
acercado las sillas y se sentaron allí al lado de la ventana. Usted podía ver las,
usted sabe, las marcas en la alfombra. Y allí había un par de marcas. Pienso
que tal vez ellos tenían una especie de telescopio pequeño, y se sentaron allí
para mirar la ciudad. La gente hace eso.”

“Ah caray,” murmuró Henry. “Ah caray.”

“Yo aspiré realmente bien, Sr. Henry.”

“Yo sé que lo hiciste, querida. La habitación está inmaculada, como siempre


que tú limpias una.”

“¿Qué hizo usted con la basura? Ellos deben de haber dejado algo de basura.”

“Ah, eso va directamente al reciclador.”

“¿Sábanas, toallas?”

“Directo a la lavandería.”

“Apuesto a que restregó cada superficie del cuarto de baño.”

“Ah, sí, señora. Nosotros desinfectamos.”

“Teniente,” corrigió Eve en forma distraída. “¿limpió usted la cómoda, las


encimeras, las mesas de noche?”

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“Ah, seguro. Limpio y Cómodo. Es la política del hotel.”

“¿Los interruptores de la luz?”

“Desinfectados.”

“Henry, voy a querer traer barredores—de la unidad de escena del crimen—


para que revisen la habitación. Sólo por si acaso. Gracias,” le dijo ella a Tasha,
abriendo la puerta para que saliera.

“Muy bien, Henry.” Eve acercó la silla para poder sentarse enfrente de él.
“¿Cómo se veía este par? Cada detalle que pueda recordar, incluyendo lo que
vestían.

Satisfecha de haber conseguido todo lo que podía de él, Eve lo dejó ir, y sacó su
enlace.

“Hola.” El rostro de Peabody—con las mejillas sonrojadas— llenó la pantalla.


“Terminé en la universidad. Voy a escribirlo, pero no hay nada hasta el
momento. Estoy en camino al primer edificio en la Primera. Nada en York que
pudiera encontrar.”

“Eso es porque yo lo encontré en la Segunda. Manhattan East Hotel, habitación


1004. Infórmales a Jenkinson y a Reineke.”

“¿Encontraste el nido? ¿Estás segura?”

“¿Te estaría llamando si no fuera así? Vente a la Segunda, encuéntrate aquí


conmigo. Guárdate las preguntas,” añadió Eve antes de que Peabody hiciera
otra. Ella terminó la transmisión, ordenó los barredores, contactó con el
Detective Yancy, el dibujante de la policía, y luego llamó a Lowenbaum.

“Eso sí que es tener suerte, Dallas. Deberías de apostar a los caballos.”

“Tú vas a querer ver esto, Lowenbaum, y yo voy a querer que verifiques que no
estoy hablando chorradas cuando digo que el francotirador podría haber hecho
los disparos desde aquí.”

“Estoy en camino.”

“Tráete el rifle laser que tu supones, y un bípode.”


“Ya están en la lista.”

Luego de meter otra vez el enlace en el bolsillo, Eve comenzó a recorrer la


habitación.
Más bien pequeña, pensó ella, pero más que adecuada.

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Tenía que explorar la habitación al menos una vez antes, más posiblemente
solo. No con el socio. Tenía que estar seguro de que podía llevarse a cabo, y
que éste era el lugar para hacerlo.

Un hotel tranquilo, sin cámaras, pero con seguridad sólida en las puertas de las
habitaciones de huéspedes. Nadie iba a entrar inesperadamente. Sólo un
hombre con su hijo adolescente viajando a Nueva York— ¿quién les presta
atención?

Henry Whipple, pensó ella—y sí, eso sí que fue tener suerte.

Reservar la habitación—identificación falsa, pero la tarjeta usada para


registrarse tiene que pasar el escaneo del hotel, de manera que es una buena
falsificación. Cargar tus propias maletas, subir, cerrar la puerta, encender la luz
de privacidad, entonces…

Ella siguió repasándolo mientras se dirigía a la puerta para responder a la


llamada, y dejar entrar a una Peabody ligeramente sin aliento.

“Cómo es que tu…”

“Dependiente de la recepción que presta atención. El sospechoso estaba


viajando con lo que Henry—el de la recepción—creyó que era un menor—del
tipo adolescente. No está seguro del género. La identificación es falsa, pero
vamos a investigar a profundidad. Philip Carson, East Washington. Pidió esta
habitación específicamente.”

Eve sacó sus lentes de campo. “Echa un vistazo.”

Peabody se acercó a la ventana, miró fuera. “Guau, es una distancia realmente


larga, pero sí, es una buena vista de la pista.”

“La recamarera desinfectó el lugar, pero ella notó las pequeñas marcas en la
alfombra al lado de la ventana, como las que harían una silla y un bípode.”

“Si este es el lugar, ellos tenían que haber estado aquí antes, tenían que saber
que tendrían el ángulo de tiro.”

“Henry pensó que el hombre adulto le era familiar. Y tenemos una


descripción—Yancy está en camino hacia aquí para trabajar con él. Un hombre
caucásico, a finales de los cuarenta, principio de los cincuenta, como de 1.82 m,
más bien delgado y cerca de setenta kilos de peso, mandíbula cuadrada, pelo
corto castaño-mediano. No está seguro del color de los ojos, pero Henry piensa
que son claros—azules, verdes, grises. Y tal vez tenía un resfriado, o estaba por
enfermarse. Se veía demacrado, esa era la palabra. Y se le veían los ojos
cansados. Usaba una casaca negra, una gorra de esquí negra, jeans. Cargaba

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un maletín largo de metal y una maleta mediana negra con ruedas.”

“Eso es un montón. Si es que Henry es preciso, eso es un montón.”

“Hay más. El sospechoso más joven, de raza mixta, complexión mediana—


Henry declara que tenía bonita piel—ojos verdes, pelo negro, rastas cortas, casi
1.70 m, como de cincuenta y cuatro kg de peso. Abrigo a la rodilla verde
oscuro, gorra a rayas verde y blanco. Él dijo que no más de dieciséis años, pero
eso puede ser por la altura, la constitución, y la suposición de que era el hijo del
sospechoso adulto.”

“Y si lo es.” Peabody le devolvió a Eve los lentes de campo. “Bueno, Jesús.”

“No podemos verificar eso todavía. Ellos reservaron esta habitación, se


presentaron a primeras horas de la noche, cargaron sus propias maletas,
pusieron cerrojo a la puerta, y activaron la luz de privacidad. Ellos tomaron
algunas bebidas y bocaditos. Alguno de ellos debe de haber salido por
comida—no hay cámaras en este lugar—o puede que ellos hayan traído lo que
querían. La recamarera dice que fueron prolijos—limpiaron lo que ensuciaron.”

“Limpiaron bien el lugar, puedes apostarlo.”

“Puedes apostarlo,” concordó Eve. “Pero el eficiente servicio de limpieza se


ocupó de ello de cualquier manera. Tengo a los barredores en camino en todo
caso, pero no espero encontrar nada. Ellos se marcharon cerca de diez minutos
después de los disparos, declarando una emergencia familiar, ya que tenían
reservación para pasar aquí la noche.”

“En caso de que no le dieran al objetivo, y poder pasar la tarde.”

“Ellos también reservaron la habitación hace una semana, de manera que eso
pone fuera a la tercera víctima como objetivo específico. Añade esto: Ingresan,
se preparan. La pista de patinaje estaba abierta, pero ellos esperan, pasan la
noche, pasaron la mañana antes de hacer los disparos.”

“Muy bien, sí, ¿por qué no terminarlo? La pista es un lugar popular por la
noche, y bien iluminado. La gente entra más en pánico por la noche, ¿verdad?
Si ese era el único motivo, entonces dar el golpe por la noche. Pero ellos
pasaron horas en esta habitación. Esto se inclina más hacia la teoría de que una
de las víctimas fuera un objetivo.”

“Comes algunos bocaditos, tal vez miras un poco la pantalla de


entretenimiento. Te sientas allá, para mirar a través de la mira, pensando en
toda las personas que podrías matar desde tu posición. Los que se encaminan a
casa, salen a comer, ¿viajan en la parte trasera de un taxi? Ellos te deben a ti la
vida. Eso te hace sentir poderoso.”

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Caminando de vuelta hacia la ventana, Eve miró hacia fuera, con las manos en
los bolsillos. “Ellos están vivos porque tú les permitiste vivir. Y todos están tan
despistados como hormigas en una colina. Ellos no saben que todo lo que
tienes que hacer es pisarlos. Tu pasaste un largo tiempo durante la noche
sentado aquí, pensando en ello. Imaginando. Anticipando.”

“¿Cuál de ellos?”

“El más joven. O si no el más joven, lo será.”

“¿Por qué?”

“¿Cuál es el punto de otra forma? ¿Henry? Él es sólido, y tiene un ojo de


águila. Puedo suponer que el segundo sospechoso puede estar en sus veintes,
pero no más que eso. Henry no estaría tan desencaminado—y nosotras
veremos lo que Yancy tiene que decir cuando ellos trabajen juntos. ¿De manera
que para qué traer con él al joven? No es por la jodida compañía. Hay un
propósito. Así es como se hace, muchacho, y la próxima vez es para que tú lo
hagas. O este es tu momento. Dispara.”

¿No había sido así entre ella y Feeney? Así es como se hace, chiquilla. Ahora
hazlo.

“Henry sintió esa conexión de padre/hijo. Tal vez eso fue porque eso era lo que
ellos querían proyectar. Pero a menudo esa es la manera de actuar de un
entrenador con su pupilo, especialmente con esa diferencia de edades.”

“Podríamos volver a lo de los profesionales,” sugirió Peabody. “El profesional


mayor entrenando al más joven, relacionados o no.”

“Sí, podría ser. Excepto cuando miras a las víctimas. Simplemente no se gana
lo bastante. Michaelson estaba bien establecido, pero no nadaba en dinero. Su
práctica pasará a su ahijado—y el ahijado ya estaba formando parte de la
práctica. Hasta el momento no he encontrado ningún paciente que lo quisiera
ver muerto. Su ex está casada otra vez y ellos parecen haber mantenido las
cosas civilizadas. Él tenía una buena relación con su hija—quien se beneficiaría
financieramente, pero que no tiene ninguna deuda pendiente o algo que lo
muestre. No da la impresión de ser por dinero.”
“El sexo siempre es un buen motivo.”

“Nada hay que indique que él tuviera algunas compañeras serias. Todo eso
está en pendiente, hasta donde sabemos, para Wyman. De manera que
seguimos investigando.”

“Sí, yo también llego a la misma conclusión, sobre Wyman. Simplemente no se


gana nada matándola. Ella no le disgustaba a nadie, no sabían de nadie a quien

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le cayera mal, o que hubiese tratado de ligar con ella con tanto
empecinamiento como para guardarle rencor.”

“Bueno, alguien tenía algo contra ella o contra Michaelson.”

Una vez más Eve se dirigió a la puerta para responder a la llamada, y dejó
entrar a Lowenbaum.

Él entró, llevaba un abrigo negro húmedo por el aguanieve, y se quitó su gorra


de esquí.

“Dije en serio lo de los caballos.” Escaneó pensativamente la habitación


mientras masticaba su goma de mascar. Él cargaba un largo estuche cerrado
con llave.” “El tipo de la recepción se puso blanco como un papel cuando vio
esto.” Colocando el estuche en una de las camas, Lowenbaum le dio un
golpecito. “Luego de mostrarle mi placa, él me dijo que el hombre que estuvo
en esta habitación tenía uno justamente como este.”

Jodido bingo, volvió a pensar Eve. “No sé acerca de los caballos, pero tal vez
apostaré algo a los Knicks en el juego de esta noche.”

“Tú hombre compró a los Celtics, ¿no es así?”

“Sí.”

“Genial.” Continuando con el escaneo, Lowenbaum le quitó la llave al estuche.


“Una habitación decente, un lugar decente. Él podía haber conseguido un
albergue muchísimo más barato, y hacer el trabajo. Más probabilidades de que
encontráramos esa ubicación.”

“Él no estaba solo.”

Ahora Lowenbaum levantó la vista. “¿Es así?”

“Más joven—género indeterminado. El tipo de la recepción pensó que era un


adolescente, pero no podemos limitarnos a eso todavía.”

“Cambia las cosas.”


Eve se aproximó mientras Lowenbaum abría el estuche y comenzaba, con
rápida y practicada eficiencia, a ensamblar el arma.

“¿Cuánto puede pesar eso? Incluido el estuche.”

“Unos sólidos quince, con las baterías extra.” Sacó el bípode, tocó un botón, y
lo desplegó.

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“Primera ventana a la derecha de la cama,” le dijo Eve. “La recamarera vio las
marcas dejadas en la alfombra por el bípode, y por una silla.”

“Ahora me estás jodiendo.”

“Es cierto. Aquí en Manhattan East son muy observadores. Y la ventana se


abre, casi trece centímetros desde abajo.”

“Útil.” Luego de instalar el bípode enfrente de la ventana, Lowenbaum sacó el


rifle y lo aseguró. “Gracias,” le dijo a Peabody cuando le trajo una silla.

Él se sentó, miró a través de la mira, hizo algunos ajustes, movió la silla un


centímetro. “Los derribó como moscas,” murmuró él.

“¿Tú podrías hacer los disparos desde aquí?”

“Sí, podría. Tengo a otros dos en mi escuadrón con los que podría contar para
hacerlos, y otros tres que al menos podrían llegar a los objetivos desde aquí.”

“Objetivos en movimiento,” le recordó Eve.

“Yo podría, los dos de mi escuadrón también. Objetivos en movimiento,


démosle a los otros tres un cincuenta-cincuenta a esta distancia. Échale un
vistazo.” Él se levantó de la silla; Eve tomó su lugar.

La mira hacía que sus lentes de campo se sintieran como si fueran de juguete.
Ella estudió la pista de patinaje vacía, las barricadas, hizo sus propios ajustes
para ampliar el campo, y observó a los curiosos tomando fotos de la pista.

Ella puso en la mira a una mujer con una gorra con un pompón azul y una
bufanda.

Poderoso, volvió a pensar ella.

“Me hace sentir como si pudiera hacer el disparo, pero sin tener en cuenta el
viento, las temperaturas, y toda esa mierda. ¿Podría ser que el tipo más joven
hubiese estado aquí para hacer esos cálculos?”
“Si tienes un arma como esta, y tienes la habilidad, haces tus propios cálculos.
Es algo casi innato. Y es... tienes que decir que es algo íntimo. Tú y el arma,
quiero decir. Tú y el objetivo, no lo son.”

Asintiendo, Eve se puso de pie. “¿Verificarías si ésta es la ubicación?”

“Lo haría, pero ¿por qué no usar los juguetes que tenemos para asegurarnos?”

Él volvió a sentarse, sacó su computadora personal. “Puedo insertar esta

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locación—la posición exacta del arma, la posición exacta de los objetivos, y
hacer un cálculo en reverso.”

“¿Puedes hacerlo?”

“Ahora puedo hacerlo porque cuando estaba en camino tuve una conversación
con Roarke acerca de hacer eso utilizando este nuevo programa. Yo pensé, ¿por
qué no preguntarle al tipo que creó el programa—más avanzado del que hemos
estado utilizando—e intentarlo?”

“Yo debería de haber pensado en eso.”

“Entonces no me necesitarías a mí. Dame un segundo.”

Mientras ella esperaba, Eve apuntó hacia la puerta con el pulgar para que
Peabody respondiera. “Si son los barredores, diles que estaremos listos para
ellos en un minuto. Haz que esperen.”

“Otro segundo,” le dijo Lowenbaum. “Esto es muchísima tecnología para mí.


Tu genio se estaba dirigiendo a una reunión – tal vez vaya a comprar a los Mets
– o lo volvería a llamar, para ver si él podría hacerlo por control remoto. Pero
pienso que yo puedo... Muy bien, muy bien, aquí vamos. Y tenemos una
probabilidad de noventa-y-cinco-punto-seis en esta locación.”

Él le entregó a Eve su computadora personal para que pudiera ver los


resultados.

“Esto será útil en los tribunales cuando atrapemos a los bastardos.” Él tomó su
computadora, y la guardó. “Mi trabajo aquí está hecho. Me gustaría ver a estos
cabrones. ¿Tú me vas a enviar las cintas de seguridad?”

“No hay cámaras en este lugar.”

“Y la racha de buena suerte muere.”

“Pero tengo una sólida descripción, y Yancy está en camino para hacer los
bosquejos.”

“Y vuelve a cabalgar. Dame los básicos,” dijo él mientras empezaba a


desensamblar el arma con tanta eficiencia como la había ensamblado.

“Hombre caucásico,” empezó ella, dándole toda la información mientras él


aseguraba el arma en su soporte.

“Le daré un buen vistazo cuando tengas los bosquejos. Conozco a algunos
tipos que podrían hacer estos disparos, ya sea por sus rostros o sus

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reputaciones, y algunos personalmente. Tal vez algo salte – o puedo mostrarlo
a algunos en quienes confío que no son lunáticos cabrones.”

“Tú lo tendrás apenas yo los tenga. Te lo agradezco, Lowenbaum.”

“Yo diría que es parte del trabajo, pero... no esta vez. Nos veremos. Tómalo
con calma, Peabody.”

“Así es como yo lo llevo.” Peabody lo acompañó a la puerta, y dejó entrar a los


barredores.

Una vez que Eve les había dado los básicos, ella y Peabody los dejaron en ello.

“Sigo investigando a fondo a Ellissa Wyman. Con esto inclinándose hacia un


objetivo específico, los sospechosos podrían estar prófugos, y ya bastante lejos.”

“¿Tú piensas que ellos han terminado? Argumentó Eve.

“Si ellos le dieron a su objetivo…”

“¿Por qué el compañero, Peabody? ¿Por qué el más joven? Compañero o, si


nosotros en realidad estamos hablando de al menos veinte años de diferencia en
edad, ¿tal vez aprendiz? ¿Para qué es el entrenamiento? Alguna conexión entre
los sospechosos y una de las víctimas, tiene que haberla. Pero las personas
tienen más de una conexión, y ¿la gente con este tipo de resentimiento? Ellos
tienen más de uno de esos, también.”

Eve entró al elevador, presionó con fuerza el botón para el vestíbulo.

“Ellos no han terminado.”

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Capítulo 6

Eve intentó llamar a Mira desde el coche, entró a su correo de voz. “El
sospechoso tiene un compañero, más joven, posiblemente adolescente, género
desconocido. Te estoy enviando el informe completo, pero piensa sobre ello.”

Ella cortó, enseguida intentó con Feeney. “Peabody, llama a la oficina del
comandante. Necesito diez minutos – quince,” corrigió, “lo más pronto posible.
Feeney,” continuó ella cuando su rostro de basset-hound apareció en la
pantalla. “Estoy en camino a la Central, necesito una reunión.”

“¿Sobre el ASLD?”

“Encontré el nido, tengo una descripción. Quiero hablarlo contigo.”

“Ven a mi oficina y lo hablamos. Te haré un hueco.”

“Te lo agradezco. Nos vemos.”

“El comandante está en una conferencia por enlace, pero enfaticé la urgencia.
Él puede verte en unos cuarenta.”

“Eso funciona. Tú regresa a la división, informa a Jenkinson y a Reineke.


Puedo necesitar tirar de ellos otra vez. Te enviaré mi grabación de las
entrevistas en el hotel. Empieza a escribir el informe. Si no estoy de regreso,
investiga más a fondo el documento de identidad que usó el sospechoso. Debe
de haber una razón por la que utilizó ese nombre. Investiga sobre la tarjeta de
crédito.”

“Lo tengo. ¿Por qué Feeney?”

“Él estuvo en las Urbanas, y ha trabajado antes con ASLD.” Y, pensó Eve, él me
entrenó a mí.

Cuando tropezó con un atoramiento en el tráfico – alguien se había caído en la


resbaladiza calle, y ahora estaba discutiendo acaloradamente con el conductor
del taxi hacia el cual se había resbalado – ella pensó: A la mierda. Activó las
sirenas, y salió disparada.

“Informa de ese desastre antes de que haya derramamiento de sangre.”

“Ya lo hice.”

Mientras giraba hacia la Central, Eve le lanzó una mirada. Ella había entrenado
a Peabody. Algo más sobre lo que tenía que pensar.

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Entró con un chirrido a su espacio para estacionar en el garaje de la Central, se
dirigió a paso ligero hacia el elevador.

“Tú piensas que se aproxima otro golpe,” dijo Peabody. “Por eso es el apuro.”

“Yo pienso que otro golpe se aproxima. Y si me equivoco en ello, ellos han
tenido un día para desaparecer. Necesitamos darles alcance.”
Cuando el elevador se llenó de policías, ella saltó fuera cuando Peabody lo hizo,
tomaron el deslizador el resto del camino hacia el DDE.

Entrando al estrafalario mundo policial de color y movimiento, ella divisó a


McNab – difícil no verlo de pie vistiendo una camisa roja-y-amarilla
fluorescente cayendo sobre unos bolsudos pantalones verde neón mientras
movía las escuálidas caderas marcando su propio y extraño ritmo. Su pantalla
estaba estallando con color y raros símbolos.

Ella esquivó a una mujer que cruzaba la sala prácticamente saltando y usando
un suéter peludo con un caniche animado haciendo volteretas hacia atrás sobre
su pecho.

Eve echó a andar directamente hacia la relativa cordura de la oficina de Feeney.

Él estaba de pie trabajando en una gran pantalla a dos manos. Sus caderas no
se meneaban – gracias a Dios – y él llevaba puesto uno de sus trajes marrón-
mierda, ya arrugado, una corbata torcida de un tono marrón-mierda más
oscuro sobre una holgada camisa beige.

Su pelo pelirrojo entretejido con hebras plateadas surgía desde su agradable


rostro ajado como si se lo hubiese restregado con una escobilla de alambre. La
oficina olía a sus almendras azucaradas y a café.

Cuando él le gruñó, ella entró.

“¿Puedo cerrar esta puerta? Todo ese color me marea.”

Él le hizo una señal de asentimiento y, cuando la puerta se cerró, meneó un


pulgar hacia el AutoChef. “El café está bajo el nombre de batido de repollo y
zanahoria.”

“Buena elección.” Eve programó dos, esperó hasta que Feeney asintió hacia la
pantalla y retrocedió.

“¿Qué conseguiste, chiquilla?”

“El nido, una descripción. Él hizo esos disparos desde la Segunda Avenida,
Feeney.”

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Él alzó las cejas. Soltó un silbido mientras se dejaba caer detrás de su escritorio.
“Eso es algo jugoso.”

“Tiene un compañero, excepto que... El segundo sospechoso es joven, de género


indeterminado. Posiblemente un adolescente. Sabré más cuando Yancy
termine con el testigo. El sospechoso adulto esta probablemente empezando los
cincuentas.”

“No suena como un compañero.”

“Exactamente. Suena como un aprendiz. Tal vez el testigo no esté muy


acertado, pero él me parece sólido como una roca. Cuando él dice no más de
dieciséis, yo me inclino hacia un muchacho. ¿Quién lleva a un muchacho hacia
algo como esto a menos que esté moldeando a dicho muchacho?”

Mientras él pensaba al respecto, Feeney sacó unas cuantas almendras de un


tazón torcido. “¿Alguna probabilidad de que el muchacho sea un rehén?”

“No da esa impresión. ¿Este testigo? Él habría notado si el muchacho venía


bajo coacción. Ellos ingresaron juntos al hotel, ya habían requerido esa
habitación en particular. Pasaron la noche, se quedaron durante la mañana.
Eso es planeación y paciencia. Y es estar a la espera. Así que me pregunto: ¿Por
qué ese muchacho? Tú me tomaste a mí.”

Sorbiendo el café, Feeney asintió. “Tú tenías energía.”

“Yo estaba verde.”

“Nunca tuviste mucho de novata. Yo vi potencial, instinto, una mente activa –


mente de policía. Tal vez un poquito de mí allí, de los viejos tiempos. Y tú
querías estar en Homicidios. Tú tomaste a Peabody,” le recordó él.

“Sí, y estoy pensando en ello. Yo no puedo decir que vi algo de mí en ella, pero
vi potencial, y esa mente activa de policía. Yo pensé, dale una oportunidad en
Homicidios – porque ella lo quería – y la probé como mi asistente. Entonces
encajó, eso es todo. Nosotros encajamos.”

“Ella te tiene a ti en ella. Una actitud más alegre, y esa base Free-Ager, pero ella
no abandona. Y no es sólo que el trabajo importe. Es la víctima. Tú viste algo
de eso, o la habrías puesto en un cubículo en Homicidios. Tú no te habrías
dedicado a entrenarla.”

“Sí. Supongo. Sí. De manera que tal vez hay algo del adulto en el muchacho.
El potencial para matar. Tú me tomaste a mí, yo tomé a Peabody – y le di
Trueheart a Baxter – pero hay más que el potencial, los tres aprendices ya eran
policías.”

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Con un asentimiento, Feeney bebió un poco de café. “Tú te estás preguntando
si el muchacho ya es un asesino.”

“Tú no escoges a un aprendiz del aire. No los tomas porque son útiles. ¿En
dónde se encontraron uno al otro? El sospechoso adulto tiene que tener
entrenamiento policial o militar, casi tiene que haber vestido un uniforme. De
modo que, elegiste a este muchacho de la calle, ¿fuera de alguna zona de
guerra?”

“Hay otra elección.”

“Lo sé. Que ellos sean parientes. Padre e hijo, tío, hermano mayor, jodidos
primos distantes. Cuando tenga la descripción puedo buscarlo a través de
Personas Desaparecidas, ver si alguien está buscando a un adolescente.
Digamos que ellos están conectados, ¿por qué entrenarlo para matar? Esto no
parece venir de un profesional – ninguna de las tres víctimas valían la pena
para contratar uno. Y hay muchas menos maneras visibles de llevar a cabo un
ejercicio de entrenamiento si quieres entrar a un jodido colegio de asesinos.
Esto se debe a algo personal.”

“Hay muchísimas formas de matar por razones personales.”

“Demonios que sí.”

“A menos que esto sea lo que tú haces.” Afablemente, Feeney empujó el


tambaleante tazón hacia ella. “No un asesino por contrato, sino un
francotirador – policial o militar. Hacia eso es a lo que tú te inclinas de
cualquier manera.”

Respirando hondo, Eve asintió. Ayudaba el que él se inclinara hacia donde ella
lo hacía. “Sí, hacia eso es a lo que me inclino. Tú tomas a un aprendiz porque
quieres que él comparta lo que tú haces, quieres darle algo tal vez. Quieres ver
algo de ti en él. La diferencia de edad...”

“Más como tú y yo.” Asintió Feeney. “Yo nunca trabajé un ASLD con un
compañero, o con un aprendiz, pero yo diría que el aprendiz tiene que mostrar
una – digamos – inclinación hacia el trabajo, y alguna habilidad, y la misma
sangre fría. Tú no puedes enseñar a tener sangre fría, Dallas. Esta simplemente
tiene que estar allí.”

Y otra vez, ayudaba el oír a él decir lo que susurraba su propia mente.

“¿Cómo escogían ellos y entrenaban francotiradores durante las Urbanas?”

“De la misma forma en que lo hacen ahora, diría yo. Tú tienes que tener la
habilidad, el control. Tú tienes que ser capaz de ver a un ser humano como un

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objetivo. Tú no asesinas a ese objetivo a menos que tengas luz verde, y cuando
tienes luz verde, no titubeas.”

“Quien sea que haya hecho esos disparos no titubeó,” dijo Eve. “Y ellos no van
a titubear cuando tengan la luz verde otra vez.”
Trabajando el informe oral en su mente, Eve se dirigió hacia la oficina del
Comandante Whitney. La asistente de Whitney le dirigió un asentimiento,
levantó un dedo para señalarle que esperara. Entonces tocó el audífono en su
oído.

“La Teniente Dallas, Comandante. Sí, señor. Pase adelante, Teniente.”

Él estaba sentado detrás de su escritorio, un hombre grande con anchos


hombros que cargaban el peso del mando. Su rostro ancho y oscuro se
mostraba sobrio mientras observaba entrar a Eve.

“La he mantenido fuera de la conferencia de prensa de esta mañana, ya que


usted estaba en el campo. Dígame que tiene algo.”

“Tengo el nido, tengo la descripción de dos sospechosos, y el Detective Yancy


está trabajando con el testigo.”

Whitney se reclinó hacia atrás. “Eso es más que algo. Detalles.”

Ella se los dio todos con rapidez, al grano, y de pie.

“Un aprendiz adolescente,” murmuró Whitney. “Esta no sería la primera vez.


Los francotiradores del D.C.,” le dijo a ella. “A principios del siglo veintiuno.
Los francotiradores de Ozarks, 2030 al '31. Hermanos, el menor apenas de trece
años cuando ellos empezaron.”

Eve hizo una nota mental para investigar ambos casos.

“Cuando tengamos los bosquejos, los daremos a conocer, y esta vez usted
necesitará participar en la conferencia de prensa. “Espere mientras yo contacto
a Kyung. Nosotros queremos preparar esto cuidadosamente.”

Ella quería trabajar, quería su tablero, quería darle vueltas en su mente, pero se
quedó de pie, como le ordenaron, y esperó.

Mientras Eve esperaba, igualmente lo hacía el aprendiz. Mezclado con la


sangre fría había un ardiente toque de anticipación. Esta vez sería diferente.
Esta vez el conocimiento de cómo se sentía, cómo ese poder bombeaba desde el
dedo al objetivo lo coloreaba todo.
El albergue olía a orines y cucarachas. Pero eso no importaba. La línea de

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visión directamente de Broadway al Times Square estaba despejada. La
disminución de aguanieve, incluso el ocasional tranvía aéreo que pasaba cerca
no distraía.

“Tengo al objetivo.”

El entrenador asintió, buscando él mismo al objetivo a través de una mira.


“Tienes luz verde. Tómate tu tiempo. Mata al objetivo.”

“Quiero más de tres esta vez. Puedo hacer seis. Yo quiero seis.”

“Velocidad y precisión, recuerda. Tres es suficiente.”

“Eso marca un patrón, y yo quiero matar a seis.”

Después de un momento, el entrenador bajó los binoculares. “Cuatro. No


discutas. Haz el trabajo. Discute y abortamos.”

Satisfecho, el aprendiz observó a las personas caminando en tropel por las calles
del Times Square, las observó caminar y mirar boquiabiertos, sacar fotos, hacer
sus videos, cargar sus bolsas con recuerdos sin valor.

Y comenzó a hacer el trabajo.

El oficial Kevin Russo patrullaba con su amigo y compañero policía, Sheridon


Jacobs. Ellos acababan de comprar un par de salchichas de una carretilla en su
descanso, y la suya se asentaba en su estómago.

A él le gustaba su ritmo – siempre estaba ocurriendo algo, siempre había algo


que ver. Claro que, él recién había sido asignado a Times Square los últimos
cuatro meses, pero no veía que se fuera aburrir en el futuro cercano.

“Allí está Grabby Larry,” le dijo a Jacobs mientras observaba al viejo ladrón
callejero inspeccionando a los turistas. “Supongo que sería mejor que lo
hiciéramos huir.”

“A él ya se le está notando la edad.” Jacobs sacudió la cabeza. “Debería de


haber un hogar de retiro para los viejos ladrones callejeros. El tipo debe de
estar cerca de la marca del siglo.”

“Yo creo que él la pasó hace unos años. Jesús, él ni siquiera nos ve acercarnos.”

Ellos no se apuraron. Grabby Larry no era tan veloz como había sido en sus
mejores años; y la semana anterior, su marca lo había golpeado con su bolso
hasta hacerlo caer al suelo – el que él había esperado robar.
Russo comenzó a sonreír al recordarlo, entonces la marca de hoy – una mujer de

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unos veinte años, con una brillante cartera roja colgando de su brazo – cayó
como una piedra.

“Ah, mierda, llama a los paramédicos, Sherry.” Mientras Russo salía


disparado, un chico sobre un patín aéreo salió volando, se llevó por delante a
tres transeúntes como si fueran pinos de bolos.

Russo vio la sangre florecer en la espalda de la brillante chaqueta azul del chico.

“¡Agáchense! ¡Abajo! Cúbranse.”

Antes del primer grito, de que aquellos a su alrededor se dieran cuenta, Russo
desenfundó su arma. Él saltó hacia el chico con la esperanza de escudarlo
contra otro disparo. Pero el tercero alcanzó a Russo en el centro de la frente, a
una escasa pulgada por debajo del ala de su gorra. Russo estaba muerto antes
de caer al suelo, antes de que el cuarto cuerpo cayera, y un quinto.

Mientras el caos estallaba a manzanas de distancia, mientras los gritos cortaban


el aire y los neumáticos chirriaban, el aprendiz se reclinó hacia atrás, y le sonrió
al entrenador.

“Cinco era un compromiso.”

El entrenador bajó la mira, dirigiéndole su severa desaprobación. Pero el


orgullo brilla a través de ésta. “Empaquétala. Hemos terminado aquí.”

En la oficina de Whitney, el comunicador de Dallas zumbó casi


simultáneamente con el enlace de Whitney señalando una comunicación.

“Volveré a llamarlo,” le dijo al intermediario con los medios. Sus ojos


encontraron los de Eve mientras ambos contestaban.

“Dallas.”

“Despacho, Dallas, Teniente Eve. Oficial caído, Broadway y la Cuarenta y cuatro.


Múltiples víctimas. Cuatro muertes confirmadas. Heridos no verificados.”

“Recibido. Estoy en camino, Señor.”

“Tenemos a un policía muerto. Yo voy con usted. En marcha.”

Ella llamó a Peabody en camino. “Garaje. Ahora. Tenemos otro golpe, Times
Square. Él mató a un policía.”

Automáticamente, Eve se volvió hacia los deslizadores. “Ellos son más rápidos,
señor.”

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Si alguno pensó que era insólito que el comandante se apresurara para
mantener el paso de ella, entremezclándose con los cuerpos en los deslizadores,
ellos fueron los bastante discretos para sólo mirarlos de soslayo – y la mayoría
sólo hacerles espacio rápidamente.

A mitad de camino hacia abajo, Whitney agarró a Eve del brazo. “Elevador. Yo
me desviaré desde aquí.”

Cuando Whitney se abrió camino en el abarrotado elevador, los policías, no


muy discretamente, se pusieron en la posición de firmes. Y ninguno puteó – en
voz alta – cuando él pasó su tarjeta de identificación y pidió ir al garaje.

“¿Qué nivel?” le espetó a Eve.

“Nivel Uno.”

Luego de ordenarlo, él le lanzó una mirada a ella. “Su rango clasifica para un
nivel más alto.”

“Me gusta el Nivel Uno.”

“Al igual que le gusta una oficina del tamaño de un armario para escobas.”

“Supongo. Sí, señor. Comandante, esto va a ser un caos.”

Él sacó una bufanda negra del bolsillo del abrigo que se había puesto encima
mientras salían corriendo de su oficina. “Yo he lidiado con el caos.”

Eve decidió ser discreta, y no dijo nada.

Ellos salieron del elevador hacia el garaje. Una mirada le dijo a Eve que habían
llegado antes que Peabody, y eso le dio tiempo a Whitney para echarle una
ojeada a su coche.

“¿Qué clase de vehículo es este?, y ¿por qué diablos no tiene usted uno mejor?”

“Este es mi vehículo personal, y es mejor de lo que parece.” Rápidamente, ella


desbloqueó las puertas, echando una mirada hacia atrás cuando escuchó el
ruido del elevador. “Siéntese adelante, señor.”

Mientras él subía al coche, ella le envió una mirada de advertencia a Peabody.


“Siéntate atrás. El comandante va con nosotras.”

Eve se deslizó detrás del volante. “La velocidad es la clave. Vamos a ir a toda
máquina.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Mientras Eve arrancaba el motor, y lo ponía en reversa con un chirrido,
Peabody se inclinó hacia el oído de Whitney, “Póngase el cinturón de
seguridad, señor. Confíe en mí.”

Con las sirenas resonando, Eve salió disparada del garaje, apenas titubeando en
asegurarse de que el tráfico se había despejado, y pasó volando alrededor de un
estancamiento de coches, le dio a la vertical para hacer un giro hacia el norte.

“¿Qué es esta cosa? Demandó Whitney.

“Este es un DLE, Comandante,” le dijo Peabody, con su cinturón puesto,


agarrando el asiento con las dos manos. “Ni siquiera ha salido al mercado
todavía.”

“Cuando lo haga, yo quiero uno.”

Diciendo eso, él sacó su enlace, hizo su primer contacto con el Jefe Tibble.

Eve lo bloqueó en su mente, zigzagueando, saltando y abriéndose camino a


través de atolladeros de tráfico.

Múltiples disparos en uno de los sectores más concurridos de la ciudad, la fiesta


eterna que era el Times Square.

Y un policía muerto.

Decir que era un caos, era por decir lo menos.

Ella necesitaba la escena asegurada, necesitaba que cualquier testigo potencial


fuera puesto en cuarentena e interrogado. Necesitaba que los muertos
estuvieran protegidos, y que los heridos, si habían algunos, estuvieran fuera de
peligro.

Ella había esperado otro golpe, pero que lo hubiera menos de veinticuatro horas
después del primero... Un patrón, una agenda. Tal vez una jodida misión.

Los asesinos en una misión no se detenían hasta que la habían completado.

“Peabody, contacta a Yancy, ponle fuego en el trasero. Necesito esos bosquejos.


¡Fuera del maldito camino! ¿No oyes las sirenas?”

Ella ascendió, rápido, rozando un par de Taxis Rápidos que parecían estar
jugando a quién era el más valiente en la Octava Avenida.

Como ella había sospechado, cuando pasó volando a través de la Séptima, y


salió disparada hacia Broadway, el caos reinaba.

J.D.Robb Apprentice in Death


Un pequeño pelotón de uniformados luchaba por controlar a cientos.
Transeúntes aterrados, vehículos enloquecidos, personas con cámaras y enlaces
tratando de abrirse camino para tener mejor vista, comerciantes, meseros,
ladrones callejeros – aquellos que veían una abundancia de lucro en un
pequeño lapso de tiempo.

El ruido era increíble.

Detuvo el coche, puso su luz de En Servicio, más para detener a algún


uniformado demasiado entusiasta de hacerlo remolcar, y se abrió camino a
empujones.

“Comandante... Lo siento.”

Ella se abrió camino en la aglomeración, dejando a Whitney y a Peabody, agarró


un megáfono de un desventurado uniformado. Y vociferó en éste.

“Hagan retroceder a esta gente. ¡Ahora! Quiero las barricadas levantadas. Tres
uniformados para cada cadáver, ¡ahora! Tú.” Ella agarró a otro uniformado por
la manga del abrigo. “Bloquea esta área de cualquier tráfico vehicular a
excepción de vehículos oficiales o de emergencia.”

“Pero, Teniente…”

“A la mierda con los peros. Hágalo. Y tú—” Ella agarró otra pantalla, y
prácticamente se la arrojó a otro uniformado. “Pantallas de privacidad para los
cadáveres. ¿Por qué diablos están todavía al descubierto? Contenga a este
gentío, haga su maldito trabajo, y hágalo ahora. ¡Peabody!”

“¡Señor!”

“Quiero cincuenta uniformados, a la brevedad. Necesito un jodido control de


muchedumbres. Llama a Morris. Lo quiero en la escena.”

Ella enganchó a un ladrón por el cuello de su gran abrigo, lo sacudió con fuerza
suficiente para hacer llover billeteras y bolsos sobre el piso. “So hijo de puta.
Muestra algo de respeto. Saca tu culo de aquí, o yo personalmente veré que te
pudras en una celda durante los próximos veinte años.”

Tal vez fue el pánico, o tal vez él estaba cabreado porque le cortaran su día de
lucro, pero él le lanzó un puñetazo. El movimiento la sorprendió bastante – por
todos los cielos, el lugar estaba plagado de policías– ya que su puño sí le dio a
un lado de la mandíbula.
Más por furia que por dolor, ella le dio un fuerte rodillazo en las pelotas para
postrarlo, y se resistió – apenas – de patearlo por si acaso. “Espósenlo, saquen
su culo de aquí. ¡Ahora, carajo, ahora! ¿Son ustedes policías o idiotas?

J.D.Robb Apprentice in Death


Consíganme todas las cintas de seguridad de esta área.”

Ella se abrió camino hacia el cuerpo del Oficial Kevin Russo, y al grupo de
uniformados que lo rodeaban.

“Denme espacio, retrocedan. Díganme su nombre.”

“Oficial Kevin Russo.” Jacobs contuvo las lágrimas. “Yo estaba con él. Él era
mi compañero. Yo…”

“Quédese. El resto de ustedes vayan a despejar este gentío. Aseguren la jodida


escena. El respaldo está en camino. ¿Oficial?”

“Jacobs. Sheridon Jacobs. Nosotros recién habíamos regresado de nuestro


descanso para almorzar, señor. Nosotros estábamos...” Ella respiró hondo,
tratando de tranquilizarse a sí misma. “Nosotros nos estábamos acercándonos
hacia un conocido ladrón callejero, y una mujer cayó – su marca cayó. Duro y
rápido. Yo pensé que ella se había desmayado o tuvo un problema médico.
Entonces... el siguiente fue un chiquillo. En un patín aéreo. Kevin corrió hacia
él, gritándole a la gente que se cubriera, que se agacharan. Y el cayó, señor. Yo
vi cuando el disparo le dio en la cabeza. Yo – yo me acerqué para ayudar, y
todo se enloqueció. Lo siento, señor, todo se volvió una locura, y yo – nosotros
– no podíamos controlarlo. No habíamos suficientes uniformados para
controlarlo.”

“¿Hacía donde estaba él mirando?”

“¿Señor?”

“Recupere la compostura, Jacobs. ¿Hacia dónde estaba mirando su compañero


cuando fue alcanzado?”

“Al Sur, pienso yo, al sur. Esto fue tan rápido, Teniente, todo esto sucedió tan
rápido. La gente caía, otras corrían, gritando, empujándose unos a otros,
pasando por encima de los que caían, sobre los cuerpos. Yo llamé pidiendo
ayuda, pero esto era una estampida.”

“Okay. Espere.” Eve empezaba a pedir su equipo de campo cuando Peabody


se lo puso en la mano.

“Dallas,” dijo Peabody, gesticulando.

Mirando hacia arriba, hacia todos lados, Eve vio que ella estaba en cada
pantalla gigantesca, con el abrigo aleteando al viento, y con el gesto sombrío. El
cintillo de noticias debajo de la enorme imagen de ella, junto con el policía
muerto a sus pies, en las pantallas del Times Square decía:

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LA TENIENTE EVE DALLAS, EN LA ESCENA DE LA MASACRE EN TIMES
SQUARE.

“Por todos los cielos, corten esa cinta. ¡Córtenla!”

“Estoy ocupándome de ello.” Whitney, con su enlace en el oído, miraba las


pantallas. “Haga lo que necesite hacer. Yo me estoy encargando de esto.”

“Él fue identificado por su compañero,” le dijo a Peabody. “La causa de la


muerte es bastante obvia. Consigue la hora de la muerte. Asegúrate que él
tenga una cortina de privacidad.”

Con su equipo en la mano, ella se arrodilló al lado del adolescente que el Oficial
Kevin Russo había tratado de proteger.

Vio de un sólo vistazo que él no tenía más de diecisiete años, y nunca vería los
dieciocho.

“La víctima es de raza mixta, masculino, identificado como Nathaniel Foster


Jarvits, diecisiete años de edad. Hoy día. Maldito feliz cumpleaños. Hora de la
muerte, trece-veintiuno. El forense determinará la causa de la muerte, pero la
observación en la escena indica un disparo laser, a media espalda. Casi el
mismo disparo que el de Ellissa Wyman.” Ella hizo una pausa. “Peabody,
llama a los padres.”

“Dallas, la hora de la muerte del Oficial Russo es también las trece-veintiuno.”

Eve levantó la vista, enfurecida de ver su propio rostro aun siendo mostrado en
todas las pantallas. No más respeto que al ladrón callejero, pensó ella, entonces
se levantó y se acercó a la siguiente víctima.

Ella no volvió a mirar hacia las pantallas, no despotricó por tener que seguir
alzando la voz para poder registrar sus comprobaciones en la grabación.
Rápidas miradas le mostraban que más uniformados estaban llegando, que las
barricadas se estaban levantando, y que se estaban llevando a cabo arrestos – a
puro grito – ya que algunos se negaban a retroceder o a detener sus intentos de
grabar el horror.

Ella había llegado hasta la que, según Jacobs había informado, era la primera
víctima cuando Whitney se acuclilló al lado de ella.

“La cinta se ha cortado, pero no podemos evitar que los medios sigan pasando
la noticia en sus boletines.”
“No me importa.”

“Su escena ahora está asegurada. Esta víctima estaba con una amiga que está

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siendo tratada por shock, y puede ser interrogada. El menor estaba patinando
con cinco amigos. Todos ellos están asegurados para ser interrogados. Una
víctima más no estaba acompañada en el momento del asalto. Y tenemos a un
sobreviviente.”

Ella alzó la cabeza. “¿Un sobreviviente?”

“Femenina. Oficinista, pero trabaja en el centro, usualmente no viene por aquí.


El disparo le alcanzó en medio del cuerpo, lado izquierdo. Está siendo
transportada por los paramédicos, está yendo a cirugía. Tiene cincuenta-
cincuenta de probabilidades.”

“Esa es una mejor probabilidad que la de los otro cuatro. A él no le va a gustar


no haber matado a cinco de cinco. Eso lo va a cabrear. Señor, necesito que ella
esté protegida 24/7”

“Ya está hecho, Teniente. Yo soy un policía, no un idiota.”

“Mis disculpas, Comandante.”

“No hay necesidad. Usted controló esto tan rápido como nadie pudo.” Él echó
un vistazo hacia el cuerpo cubierto de su oficial. “Yo no pienso que su
compañero esté recordando mal que el Oficial Russo dio su vida protegiendo y
sirviendo.”

“Él podría haber sido el objetivo.” Ella siguió hablando incluso cuando la
mirada de Whitney se endureció. “O la cuarta víctima, el ejecutivo de
publicidad en camino a su reunión para almorzar. No el chiquillo—al menos,
eso no suena bien en este momento. La primera víctima era una turista. Pero
¿el Oficial Russo? Él estaba asignado a esta zona, podía esperarse que él
estuviera aquí a esta hora y en este lugar. El ejecutivo sí trabaja en la zona, de
modo que tal vez. Ninguno de los otros, Comandante. Todos los demás fueron
disparos al azar. Es el policía, a eso me inclino. Es el policía el que está
conectado. Yo voy a descubrir el por qué y el cómo. Ellos no matan a uno de
los nuestros y se escapan. Ellos no asesinan a un indefenso chiquillo en su
maldito cumpleaños y se escapan.”

Ella se puso de pie. “Comandante Whitney, necesito saber lo que se requiera


saber acerca del Oficial Russo—personalmente y en el trabajo. Todo. Usted
podría ayudar con eso. Usted podría acelerar eso.”

“Considérelo acelerado.”

Con el rostro pétreo, él miró hacia la cortina de privacidad otra vez, hacia los
uniformados parados alrededor de ésta como una guardia de honor. “No, ellos
no asesinan a uno de los nuestros, no de esta forma, y escapan.” Él, también, se

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puso de pie. “Lo que sea que usted necesite, personal, horas extras, es suyo.”

“¿Para empezar? Yo no tengo tiempo para una conferencia de prensa.”

“Yo la cubriré.”

“Necesito incluir a Mira.”

“Hecho.”

“Yo podría usar a Nadine Furst—para manipular a los medios, para


investigación.”

Él titubeó sólo un momento. “Hile fino, pero haga lo que sienta que se necesite
hacer. Usted sería prudente si coordinara con Kyung.”

Ella asintió, y pensó: No es un cabrón. “Roarke. Si es que está disponible.”

“Sin ninguna duda, y con el agradecimiento del departamento.”

“Comandante, si estoy sobre la pista, y el Oficial Russo u otra de las víctimas


está conectada a Michaelson—porque tiene que ser Michaelson, de alguna
manera—esto no ha terminado. No pueden ser solamente dos. Esto es una
especie de misión, y la conexión de ellos conectará con alguien más. Alguien
conocerá a uno de los tiradores. Alguien los reconocerá. Necesito los bosquejos
de Yancy. Usted puede distribuirlos por todos lados.”

“Créame, ¿cuando tengamos esos rostros?” Él volvió a lanzar una mirada a las
pantallas gigantescas, que ahora estaban en blanco, como nunca antes. “Ellos
estarán por todas partes.”

“Puede que ellos se metan en un agujero una vez que eso suceda. Pero el
agujero no será lo bastante profundo.” Ella miró alrededor a los cuatro cuerpos,
cubiertos ahora de los curiosos. “Juro que no será lo suficientemente hondo.
Discúlpeme, señor, Morris está aquí. Necesito hablar con él.”

Cuando ella se marchó, Whitney se paró al lado del oficial caído, se quitó la
insignia del NYPSD que usaba en la solapa, y la colocó—con reverencia—sobre
el cuerpo cubierto.

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 7

El abrigo de Morris aleteaba mientras estaba de pie al lado de la primera


víctima. Él sacó una lata de sellador de su propio equipo de campo, levantando
la mirada hacia Eve mientras se revestía las manos sin guantes.
Los tomaré en orden. ¿Sabes si es así cómo y dónde cayeron?”

“Los cuerpos y la escena han sido comprometidos.” Ella se detuvo, sacudió la


cabeza. “Comprometidos, demonios. Están completamente jodidos, no hay
forma de arreglarlo. He pedido todas y cada una de las cintas de seguridad de
manera que podamos reconstruirlo. La muchedumbre entró en pánico, y
algunos, incluyendo al menos a alguno de los cadáveres, fueron pisoteados.”

“¿Un ataque aquí?” Él sacó unos calibradores de su equipo. “Tenemos suerte


de que no sea peor.”

En ese momento, Eve no quería pensar en cosas peores. “Identificada como


Fern Addison, ochenta y seis años. Ella fue alcanzada primero, luego el
muchacho—Nathaniel Jarvits, diecisiete años; luego el Oficial Russo; luego el
hombre, David Chang, treinta y nueve años. Otra más fue alcanzada, pero
sobrevivió—hasta el momento—ella está en cirugía.”

“Entonces cuatro de cinco,” murmuró Morris, arrodillándose al lado del cuerpo.


“¿Has hecho tu reconocimiento en ella?”

“Sí, en todos ellos. Tenemos la hora de la muerte de todos ellos. Puedes


verificarlo.”

“En ese caso, lo haré. Es mejor ser minucioso.” Él arregló sus calibradores,
puso a funcionar su grabadora, y comenzó. “Al centro del cuerpo, fuerza
mortífera. Hora de la muerte trece-veintiuno. Yo puedo decirte más una vez
que la tenga en mi casa. Por éste rápido examen, diría que ella estaba muerta
antes de golpear el suelo.”

Él hizo señas hacia el equipo de la morgue. “Ellos pueden ser embolsados,


etiquetados y transportados mientras vamos avanzando.”

Levantándose, él se movió hacia la segunda víctima. “Diecisiete, dijiste.”

“Sí, diecisiete. Hoy día.”

“Ah, Cristo, la vida puede ser tan cruel. ¿Padres?”

“Sí, y un hermano. Él estaba patinando con amigos, el disparo le dio en la


espalda, y—similar a lo de Ellissa Wyman—la fuerza y su propio impulso lo
propulsaron hacia adelante hacia un grupo de transeúntes. Heridas menores,

J.D.Robb Apprentice in Death


tratadas, o siendo tratadas en la escena.”

“A media espalda, nuevamente, con este rápido examen, es similar a lo de


Ellissa Wyman.”

Él de todas formas verificó la hora de la muerte.

“De acuerdo a su compañero, el Oficial Russo intentó escudar al chico, le gritó a


la gente que se pusiera a resguardo. Él fue alcanzado segundos después—al
menos de acuerdo con mis resultados de la hora de la muerte, él murió
segundos después del chico.”

Una vez más Morris alzó la mirada, miró a su alrededor. “Tú has contenido
rápidamente esta zona.”

“No lo bastante rápido.” Ella se arrodilló al lado de él, y decidió que le


importaba un carajo la grabación oficial. “Ellos me tenían a mí y a las víctimas
en las pantallas gigantes. ¿La madre y el padre de este chico? Ellos puede que
lo vean reproducido antes de que nosotros podamos notificarlos. Tuve que
encargarle eso a Peabody.”

Comprendiéndolo, él le tocó brevemente la mano, luego se levantó para ir hacia


el oficial caído.

“Él también es joven.”

“Veintitrés años.”

“Tiro a la cabeza, en mitad de la frente. ¿Sospechas que el francotirador estaba


presumiendo, como lo hizo con la tercera víctima en la pista de patinaje?”

“Yo sospecho que el francotirador sabía que el Oficial Russo estaría usando
chaleco antibalas como es el procedimiento. Podría haber herido a Russo con
un tiro al cuerpo, pero no lo hubiese matado. La meta era asesinarlo. Tú verás
que la cuarta víctima fue otro tiro al cuerpo, y mi información es que la
sobreviviente recibió un disparo en mitad del cuerpo, pero hacia la izquierda.
Unas cuantas pulgadas a la derecha, y ella estaría yaciendo aquí con los otros
cuatro. Todavía es posible que vayas a recibirla.”

“Todas las víctimas son iguales en mi casa, pero...” Morris verificó la hora de la
muerte.

“Tú matas a un policía, y eso lo cambia todo,” finalizó Eve. “Este tirador tiene
que saber eso. Hubo una elección aquí, esto fue deliberado. Su objetivo era un
policía—y puede que fuera su objetivo este específico policía.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Pero no se detuvo allí, sino que mató a otro, y mandó a una quinta a cirugía.”

“Yo pienso…” Ella se interrumpió cuando oyó los gritos, la histeria. Vio a una
mujer luchando con un par de uniformados en la barricada, llorando, luchando,
gritando un sólo nombre una y otra vez.
Nate. Nathaniel Jarvits—la segunda víctima.

“Su madre,” dijo Morris. “Quisieras que yo…”

“No, yo me encargo. Termina aquí, has que las víctimas sean transportadas lo
más pronto que puedas.”

Ella se levantó, y echó a andar con rapidez.

Ni siquiera estaba llevando un abrigo, notó Eve. La madre había salido


corriendo de donde hubiera estado en su ropa de calle.

“Sra. Jarvits. ¡Sra. Jarvits! Míreme, mire aquí. Soy la teniente Dallas.”

“Nate. Nate. ¿En dónde está mi bebé?”

“Sra. Jarvits, necesito que usted venga conmigo.” ¿Adónde diablos la iba a
llevar en este desastre? Mientras ella consideraba sus mejores opciones, Eve
empezó a quitarse el abrigo, pero Whitney se movió con más rapidez.

“Sra. Jarvits.” Él envolvió su propio abrigo alrededor de ella. “Soy el


Comandante Whitney. Venga ahora conmigo. A la cafetería.” Él señaló. “La
he hecho despejar. Yo llevaré a la Sra. Jarvits.”

“¿Por favor, en dónde está mi hijo? ¿Está herido? Necesito ver a mi hijo. Él es
Nathaniel Foster Jarvits. Él es Nate.”

Whitney le pasó un brazo por el hombro, y se la llevó mientras Peabody llegaba


trotando.

“No pude alcanzarla. Debe de haber visto un boletín. Pude contactar al padre,
pero no pude alcanzarla a ella. Trabaja a unas pocas manzanas de distancia.”

“Ella simplemente corrió,” concluyó Eve. “Vio la maldita cinta y corrió. Muy
bien.” Ella aspiró para tranquilizarse. “Interrogaremos a los testigos en la
cafetería. Los separaremos. Jenkinson, Reineke.”

“En camino. El tráfico es una locura. Llegarán en diez minutos


aproximadamente.”

“¿Alguna noticia sobre la sobreviviente?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Nada nuevo.”

“Entonces vamos a hacer lo que hacemos.” Ella echó un vistazo mientras el


cuerpo embolsado de Russo era levantado hacia una camilla para transportarlo.
Al menos una docena de uniformados se detuvieron y permanecieron parados.
Rindiendo homenaje.

Eve hizo lo mismo. “Whitney está acelerando las cosas sobre Russo.
Tendremos información completa y la tendremos rápido. Él es su prioridad—y
no sólo porque es uno de nosotros.”

Ella escaneó las caras de los policías, y luego sus ojos se entrecerraron cuando
Roarke pasó alrededor de ellos, caminando hacia ella. Dentro de la barricada.

Ella debería de haberse figurado que él llegaría antes que sus propios detectives
a la escena.

“No era necesario que dejaras todo y vinieras aquí.”

“Estoy aquí. Lo que sea que necesites de mí, lo tendrás. Lamento tu pérdida.”

Nada que él podría haber dicho habría cerrado tan completamente su garganta.
Él comprendía. Ella no había conocido a Russo, pero él había sido un policía,
haciendo lo mejor posible para servir y proteger.

Él había muerto tratando de proteger.

Roarke se movió, protegiéndola del cortante viento frío. No la abrazó, como


quería hacerlo.

“El informe dijo cuatro muertos, un herido desconocido.”

“Eso es exacto. Él fue por cinco y uno sobrevivió—hasta el momento. Otros


fueron heridos cuando cundió el pánico.

“Lo que sea que necesites de mí,” volvió a decir él.

“Si tu pudieras...” El aguanieve se había convertido en una nieve fina y triste.


Mientras caía, ella se tomó otro momento para componerse. “Si tu pudieras
trabajar ese programa tuyo en este incidente. Coordinar con Feeney, o con
McNab, o con ambos. Cualquier información que puedas conseguir va a ser de
ayuda. Yo encontré el primer nido esta mañana usando lo que sea que
programaste.”

“Empezaré enseguida.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Para su sorpresa, él metió la mano en el bolsillo de su abrigo. Y le sacó los
guantes que ella había olvidado que tenía guardados allí.

“Ponte estos. Tus manos están frías. Una vez que tenga lo que necesito de
aquí,” continuó él, “¿hay algún lugar donde quieres que yo trabaje?”

Debido a que él lo había señalado, ella se dio cuenta de que sus manos estaban
frías. Poniéndose los guantes, resopló formando con su aliento una delgada
nube, que salió volando con un golpe de viento. “Si puedes ir a mi oficina,
puedes usarla. O si necesitas más espacio, Peabody puede conseguirte una sala
de conferencias.”

“Tú oficina está bien. Si no es así, utilizaré el laboratorio del DDE. Sé cómo
llegar allí.”

“Sí, tú lo sabes. Parece que te vuelvo a deber algo.”

“No esta vez.” Él tomó su mano, se la apretó. “Tienes guantes de repuesto en


la guantera si pierdes estos. Cuida de mi policía.”

Tomó más de dos horas despejar la escena, interrogar a los testigos, y tomar sus
datos de contacto. Ella dejó a Jenkinson y a Reineke para lidiar con lo que
quedaba por hacer. Whitney ya había abandonado la escena, para notificar
personalmente al familiar más cercano de oficial caído.

Por un momento ella simplemente se sentó detrás del volante de su coche,


ordenando sus pensamientos. Entonces, sin paciencia para atolladeros de
tráfico, maxibuses, o cualquier cosa más, activó las sirenas.

“Tú te dirigirás al DDE,” le dijo a Peabody. “Ves si puedes ayudar de alguna


forma. En el momento en que tengamos cualquier edificio en la mira, cualquier
cosa sobre el setenta y cinco por ciento de probabilidad, quiero a detectives
tocando las puertas. A menos que estén trabajando casos más calientes que
éste, todos salen a trabajar en esto. ¿Puedes coordinar eso?”

“Sí, señor. Puedo hacerlo.”

“Yo voy a presionar a Yancy. Necesitamos esos bosquejos. Necesito hablar con
Nadine, hacerla trabajar en presionar ángulos que queremos que sean
presionados. Trabajaré con Morris, pero no creo que él o los muertos vayan a
decirnos algo que no sepamos en este punto. Y con Mira, pero es lo mismo.”

Condujo con fiereza, añadiendo rabiosos bocinazos a sus sirenas cuando la


gente no salía de su camino lo bastante rápido.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Aquí hay un rompecabezas, Peabody. ¿Qué tienen en común un respetado
Ginecólogo/Obstetra y un policía todavía novato? ¿Además de estar muertos?”

“¿Por qué el policía, Dallas?”

“Porque si estas matando por deporte, no importa lo presumido que seas, la


mayoría dejaría de lado a los policías. Esto no es deporte. Esto es una misión.
Porque él fue el único con un tiro en la cabeza. Necesitamos descubrir qué es lo
que conecta a Michaelson con Russo, y necesitamos descubrirlo rápido.”

Ella entró al garaje de la Central, y se estacionó en su espacio, frenando en seco.


“Russo recién había regresado de su descanso para almorzar. Cinco minutos
antes, cinco minutos después, él no estaba en ese sitio. Eso no es una
coincidencia porque…”

“Las coincidencias son tonterías,” finalizó Peabody. “Recibí el memorándum.”

“Genial, y de acuerdo a su compañero, ellos rutinariamente tomaban su


descanso a esa hora, regresaban al servicio a esa hora. Una rutina, Peabody,
como Michaelson. Ninguna de las otras víctimas tenía esa rutina. Sólo dos de
los ocho atacados tenían una rutina, se podía contar con que estuvieran en
donde estaban—a esa hora, en ese lugar.”

“Wyman,” empezó Peabody.

“Era una visitante regular de la pista, pero no iba en días específicos, a horas
específicas, de la forma como lo hacía Michaelson. Ella tenía una rutina más
relajada.”

Eve echó a andar hacia el elevador. “Ellos están tratando de hacer aparecer esto
como al azar, pero no pueden. Porque no lo es. Nosotros encontraremos el
vínculo, encontraremos el jodido vínculo, y los atraparemos.”

“Ahora es algo personal. No digas que no lo es,” insistió Peabody. “Siempre es


algo un poco personal, pero esto es…”

Ella se interrumpió cuando se abrió el elevador. Dos uniformados y un par de


detectives salieron. Los cuatro usaban brazaletes negros.

El mayor de los uniformados asintió hacia ellas. “Teniente, Detective.


Cualquier cosa que necesiten.”

Eve asintió en respuesta, pero no dijo nada mientras entraba al elevador y


ordenaba su nivel.

Porque Peabody tenía razón. Ahora era algo personal.

J.D.Robb Apprentice in Death


Eve se separó, dirigiéndose directamente hacia la división de Yancy. Más
brazaletes negros—no tomó mucho tiempo para que la noticia se expandiera.
Casi se paró en seco cuando vio a la bonita rubia de pie con Yancy en su
escritorio. Laurel Esty, recordó ella, una testigo clave en una reciente
investigación. Una que había trabajado bien con Yancy.

Laurel le pasó una mano por el brazo a Yancy, y se dio la vuelta para
marcharse. Cuando ella vio a Eve, se sonrió reconociéndola, y luego sus
grandes ojos se pusieron serios.

“Teniente Dallas, lamento mucho lo que sucedió. Yo sólo pasé por aquí para...
Bueno, ya me estoy retirando.”

“Okay.”

“Ah, chao, Vince.”

“Te veré luego.” Yancy miró a Eve mientras Laurel se marchaba. Él no se


ruborizaba como Trueheart, pero si lo hubiera sido, su atractivo rostro se
hubiese puesto colorado hasta su rizado mechón de pelo.

“Ah, ella sólo estaba...”

“Marchándose.”

“Correcto. Íbamos a tratar de encontrarnos para unas copas, pero...”

“¿Copas?”

“Sí, estamos como que saliendo.”

“No es asunto mío.”

“Bueno, no, pero... De cualquier manera.”

“Yo estoy un poco más interesada en los bosquejos. En tu progreso con ellos.”

“Correcto, lo cual es la razón por la que cancelé el tema de las copas. Me ha


tomado más tiempo del que yo quería, y Henry fue un tremendo testigo—lo
cual es parcialmente la razón. Él se fija en detalles—y más de ellos cuando
pregunté si Mira podía trabajar con nosotros. Ella hace esa cuestión de la
memoria cognitiva y él me dio la sensación de ser un buen candidato.”

Luego de echar un vistazo alrededor, él arrastró una segunda silla de un


escritorio desocupado. “Yo quería dejarlo en mi mente por una hora, y luego
volver y refinarlo, pero aquí está lo que he conseguido para ti.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Ella se sentó, esperó mientras él ordenaba poner los bosquejos en una pantalla
dividida.

El instinto policial de Eve hizo un rápido bailecito. “Jesús, Yancy, esos


bosquejos son lo más parecido a fotografías.”

“Dale el crédito a Henry. En serio.”

Ella le daría el crédito a Henry luego, pero en ese momento ella estudió los
conceptos de la composición artística de un hombre blanco, a principios de los
cincuentas, de mandíbula cuadrada, mirada dura. No lo que ella llamaría una
cara demacrada, pero era delgada de una forma que a ella le parecía ser delgada
por una enfermedad o por falta de apetito. Cabello corto, no completamente un
corte militar, castaño medio, tirado hacia atrás.

Bien afeitado, labios tensos, más lleno el superior. Cejas gruesas y casi rectas.

Ella pasó al segundo bosquejo.

No más de dieciséis años, todavía un poquito ingenuo, redondeado en las


mejillas, más suave en la mandíbula. Herencia racial mixta en la profundidad
del color de los ojos, en el suave marrón del tono de la piel, en la textura del
cabello—cabello negro con rastas debajo del gorro de esquí.

Pero la forma de las cejas y la mandíbula—esa leve llenura del labio superior...

“Yo me inclino al lado femenino,” dijo Yancy, “pero esa es sólo una impresión.
Podría ser un muchacho—Henry se inclinaba a que era un chico para cuando
terminábamos nuestra sesión. Los chicos pueden tener cierta suavidad a esa
edad. Masculino, yo diría no más de catorce. Muchacha, tal vez unos
dieciséis.”

“Ellos están emparentados.”

“Estoy contigo en eso. Puede que sean padre e hijo, o él podría ser un tío, pero
hay una semejanza familiar. La forma de la mandíbula, las cejas, la boca.
Tengo más—cuerpo entero de cada uno.”

“¿Has ejecutado algún reconocimiento de rostro?”

“Todavía no, quería afinarlo un poco.”

“Ejecútalo ahora, afínalo después. Filtra la investigación del adulto con


entrenamiento policial o militar. Veamos qué salta.”

“Espera.” Yancy se deslizó hacia otra pantalla, comenzó el programa, añadió

J.D.Robb Apprentice in Death


los filtros. “Deberías de ver el cuerpo completo. Aún si no mostramos éstos, te
dará una idea clara de la constitución de ambos.”

Él hizo aparecer los siguientes bosquejos, mostrando al hombre adulto—de


amplios hombros, piernas largas. Él le volvió a dar a ella la sensación de
alguien que había perdido peso, tal vez un poco de tono muscular. No era
débil, reflexionó ella, sino que era debido a una enfermedad o estrés. Un poco
ojeroso.

El sospechoso menor tenía definitivamente una constitución más delicada, pero


compacta en lugar de larguirucha. Ruda y...

“El chico está en forma—hay una apariencia elástica allí.”

“Elástica,” repitió Yancy. “Sí, sí, esa es la palabra para ello. Yo pienso—Guau,
ya tenemos una coincidencia. No pienso que esto vaya a...”

Dejó de hablar cuando la imagen identificada apareció en la pantalla. Entonces


soltó el aliento, dijo, “Joder, Dallas.”

Con la vista en la foto del documento de identificación, Eve agarró con fuerza el
brazo de Yancy. “Habla bajo,” murmuró ella.

“Él es un policía,” dijo Yancy en voz baja. “Él es un maldito policía.”

“Era,” corrigió Eve.

Reginald Mackie, cincuenta y cuatro años, retirado después de veinte años en la


NYPSD—los últimos once de ellos en Tácticas. Antes de unirse a la fuerza,
había estado en el Ejército de los Estados Unidos—experto en armas.

Él había sido de Lowenbaum.

“Envíamelo todo ahora. Y no hables con nadie—nadie—Yancy, acerca de esto


hasta que te dé el visto bueno.”

Ella no salió a toda prisa, aunque quería hacerlo. Los policías observaban, y
que la primaria en esta investigación saliera corriendo a través de la Central
llevaría a muchos a sacar la conclusión correcta. Ella tenía una pista caliente.

Pero se movió aprisa, sacando su enlace mientras caminaba. “Lowenbaum. En


mi oficina, enseguida.”

“Tengo una…”

“Déjalo. Lo que sea, déjalo, y muévete.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Ella lo cortó sin esperar un consentimiento, luego contactó a Whitney. “Señor,
necesito una sala de conferencias, y su presencia, y la de Mira, tan pronto como
sea posible.”

“Estoy en camino de regreso de la notificación.” Él estudió el rostro de ella, y


ella vio que el entendimiento llegaba a sus ojos. “Veinte minutos. Yo me
encargaré de la sala y de Mira.”

Ella arriesgó su apresuramiento en los deslizadores—no sería la primera vez


que ella iba a toda prisa en camino hacia arriba o abajo—y contactó a Feeney al
momento siguiente.

“Te necesito a ti, a Roarke, y a McNab si puedes prescindir de él.”

Ella no tenía que explicar, no a Feeney. Él sólo asintió. “Danos diez minutos.”

“En mi división si pueden llegar en menos de diez. En la sala de conferencias—


vas a necesitar revisar el registro de cuál es—si es más tiempo.”

Ella volvió a cortar la comunicación, e ingresó a su división. “Sin importar lo


que estén haciendo, paren. Quiero que todo el que no esté por cerrar el caso de
la década se prepare para un resumen completo y una operación.”

“Yancy le dio al clavo.” Peabody se puso de pie. “¿Cuán seguros estamos?”

“Yo voy por un cien por ciento en eso. Lowenbaum está en camino, el
comandante está reservando una sala de conferencias. Nos ponemos en camino
tan pronto como esté lista. Y mantenemos esto justo aquí por el momento.”

“Mierda.” Con el rostro serio, Baxter apretó los puños. “Es un policía.”

“Tendré más información en breve. Cierren lo que sea que tengan—y si no


pueden, expliquen la razón, en mi oficina, en cinco minutos. Peabody,
conmigo.”

Sacándose el abrigo, Eve entró en su oficina. “Computadora, información de


antecedentes, completos, del Oficial Táctico Reginald Mackie, en pantalla.”

Recibido. Trabajando...

“Cierra la puerta,” le ordenó a Peabody, entonces empezó a leer.

“Enlistado, Ejército de los Estados Unidos, en el 2029, se retiró en el 2039, como


sargento. Entrenado como francotirador, instructor. Empezó en el trabajo seis
meses después, pasó a Tácticas en el '49. Retirado el año pasado, en primavera.
Ultimo comandante en jefe —Lowenbaum.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Ella se paseaba mientras leía. Sin preguntar, Peabody programó café, le pasó
una taza.

“Casado con Zoe Younger, 2045, una hija, Willow, quince años. Computadora,
foto de identificación y datos de Willow Mackie.”

Cuando apareció, Eve la estudió con ojos fríos y sin expresión. El cabello, un
poco más largo que en el bosquejo, pero estaba en el bolso como el de Reginald.

“Ella es la que está con él,” dijo Eve. “Eso está confirmado. Divorciado—
Reginald Mackie, quiero decir, 2052. Empieza a investigar a su ex-esposa,
Peabody. Quiero su estado actual, dirección. Quién tiene la custodia de la
chica.”

“Estoy en ello.”

“Se casó con Susann Prinz, 2059. Viudo—y aquí está, apostaría mi culo—2059.
Noviembre del 2059. Casado en Marzo, viudo en Noviembre. Computadora:
¿Cómo murió Susann Prinz?”

Accediendo... Prinz, Susann, treinta y dos años al tiempo de su muerte, murió


cuando la atropelló un vehículo mientras cruzaba la Sesenta y cuatro Este
entre las Avenidas Quinta y Madison. De acuerdo al informe del accidente y
los testigos, Prinz salió corriendo de entre unos vehículos estacionados, y fue
atropellada cuando un vehículo fue incapaz de parar. No se levantaron
cargos contra el conductor, Brian T. Fine, sesenta y dos años. ¿Desea usted el
informe completo del accidente y los datos del seguimiento?

“Sí, ciérralo allí, pero dame el nombre del oficial u oficiales que respondieron a
la escena.”

Primero en escena, y el oficial de en registro fue el Oficial Kevin Russo, placa


número…

“Detente. Eso es suficiente. ¿Prinz estaba embarazada?”

Prinz tenía dieciséis semanas de embarazo al momento de su muerte.

“¿Su doctor? ¿Su—cómo es—obstetra?”

Un momento... Accediendo... Su obstetra en registro era el Dr. Brent


Michaelson.

“Ejecución en pausa,” dijo ella ante el golpe en la puerta, y fue a abrir ella
misma. “Lowenbaum. Necesito todo lo que puedas decirme sobre Reginald
Mackie.”
“¿Qué?” El impacto, y la negación instantánea se registraron en su rostro. “No.

J.D.Robb Apprentice in Death


Vamos, Dallas.”

Deliberadamente, ella cerró la puerta tras él. “Tú sabías que él no estaba bien—
tú lo hubieras visto. Recuerda.”

“Bueno, Cristo.” Él se tomó un momento, se frotó la cara con las manos.


“Escucha, Mac estaba muy tenso, pero muchos de los de Tácticas lo están. Él
era un policía bueno y sólido. Yo trabajé con él durante una docena de años.
Su esposa murió—un accidente. Ellos habían estado casados un año, y ella
estaba embarazada, y él...”

Eve esperó hasta que Lowenbaum se dio cuenta, rápido. “Ah, joder. Mierda.
Esto es sobre Susann. Tiene que ser sobre Susann. Él tiene otra hija, como de
catorce, quince años.”

“Willow, quince, identificada como la segunda sospechosa. Yo voy a


informarte, y tú vas a informarnos a nosotros. Y vas a escoger a tus mejores
hombres—quiero oficiales que puedan mantener las cosas en secreto—y que
estén preparados para una redada.”

“Muchos de mis mejores hombres trabajaron con Mac. La prima de Susann está
en el trabajo, es una amiga mía. Así es como se conocieron ellos.”

Un antiguo policía, pensó Eve, con veinte años en la fuerza, tendría un montón
de amigos y conexiones en el trabajo.

“Escoge cuidadosamente. Y recuerda que es responsable de siete muertes, y


una de ellas fue un policía. Un uniformado de veintitrés años cuyo último acto
fue tratar de proteger a otra víctima. Si Mackie se entera de que lo hemos
identificado, él se escapará o irá hasta las últimas consecuencias.”

“Él no se escapará.” Pálido, Lowenbaum se volvió a frotar la cara, presionando


con fuerza los dedos contra sus ojos. “Dame unos minutos para aceptarlo, y
ordenar mis pensamientos. Yo lo conozco a él tanto como cualquiera, diría yo.”

“¿Y la chica? ¿Conoces a la chica?”

“Sí, sí, conozco a Will, un poco de cualquier manera. Ella idolatra a su padre.
Ha estado en algunos problemas aquí y allá—cosas del colegio—y su madre se
volvió a casar, tuvo otro hijo. Tienen custodia compartida con Will. Déjame
organizar esto en mi cabeza. Tenemos que detenerlo, y me gustaría que
estuviera vivo después de que lo hagamos. Déjame pensar.”

“Piensa aquí. Peabody, encuentra nuestra sala de conferencias.”

“Es la A.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Llevemos lo que tenemos, movamos esto hacia allá. Te necesito en diez,
Lowenbaum, organizado o no.”

“Diez está bien.”

En menos de cinco, Eve estaba instalando su tablero, reuniendo sus ideas,


organizando la planeación de una operación.

Cuando sus detectives e uniformados empezaron a entrar, ella se volvió a mirar


al Uniformado Carmichael.

“Uniformado Carmichael, necesito que las siguientes personas sean traídas aquí
para custodia protegida. Brian T. Fine, Zoe Younger, Lincoln Stuben, Zach
Younger Stuben, de siete años, Marta Beck. Peabody le dará las direcciones de
sus trabajos y domicilios. Si estos individuos no cooperan, arréstelos por
impedir una investigación policial. Envíe fuera la cantidad de gente que
necesite, y traiga a esos individuos a la Central lo más pronto posible. Usted
será completamente informado posteriormente. Peabody, dale esas direcciones
—casa y empleo. Nada de cotorreo, Carmichael. Absolutamente ninguno.”

“Nada de cotorreo, Teniente. Absolutamente ninguno.”

Eve regresó a su tablero mientras Feeney entraba con Roarke y McNab, y


Lowenbaum —recuperado—entraba a continuación.

“Agarren sillas, y café si lo necesitan. Empezamos tan pronto como el


comandante y Mira estén en la sala.”

Roarke se acercó a ella, habló quedamente. “¿Es uno de los tuyos? Ante su
asentimiento, él simplemente la miró a los ojos, no la tocó como él quería. “Lo
siento.”

“Sí, yo también.”

Ella oyó los tacones de Mira — tac, tac, tac. “Tal vez puedas ver si hay algo de
ese té floral de mierda que Mira toma en este AutoChef. Esto va a tomar un
buen rato. ¿No ordenaste un montón de comida, verdad?”

“No.”

“Bien. No lo hagas. Este es el tipo de cosas en la que te va mejor si vas con


hambre.”

Ella ya tenía la foto de la identificación de Mackie—junto con el bosquejo de


Yancy. Willow Mackie estaba al lado de éste en el tablero. Y la sala llena de

J.D.Robb Apprentice in Death


policías murmuraba y mascullaban alrededor de éste.

Entonces Whitney entró—con el Jefe Tibble—y la sala quedó en silencio.

“Teniente,” dijo Tibble, y se acercó a una silla. “Usted tiene la sala.”

“Sí, señor. Todo el mundo, tomen asiento y escuchen.”

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Capítulo 8

Eve se volvió hacia el tablero.

“Nuestros sospechosos son Reginald Mackie, cincuenta y cuatro años, antiguo


oficial de Tácticas de la NYPSD.” Ella esperaba los murmullos, siguió por
encima de ellos. “Y su hija, Willow Mackie, quince años. Hemos identificado a
estos sospechosos a través de un testigo ocular trabajando con el Detective
Yancy. Además de la identificación física, Mackie encaja en el perfil. Él estuvo
en el Ejército, especialista en armas e instructor, y durante la última docena de
años fue parte de nuestra unidad Táctica.”

Ella hizo una pausa, enfocada en la imagen de una atractiva mujer. “Mientras
que Willow fue engendrada con su primera esposa, esa relación terminó en
divorcio hace varios años, y en custodia compartida de la menor. Zoe Younger
posteriormente se volvió a casar y tiene un segundo hijo. Younger, su esposo, y
su hijo menor ahora están siendo puestos bajo custodia protegida. Yo creo que
el inicio de los recientes ataques es causado por la muerte de la segunda esposa
de Mackie, Susann Prinz Mackie, mostrada aquí, y el feto que ella llevaba. Ellos
murieron en un trágico accidente en noviembre del 2059. El informe completo
del incidente está disponible, pero para abreviar: la Sra. Mackie corrió hacia el
tráfico de la calle y fue atropellada y muerta. La reconstrucción del accidente
así como los ocho testigos oculares confirmaron que el conductor, Brian T. Fine,
no tuvo la culpa. El Sr. Fine también está siendo traído para custodia protegida.

“El doctor de la Sra. Mackie—cuyas oficinas están aproximadamente a una


manzana de la escena del accidente—era Brent Michaelson, una víctima de los
disparos de ayer en la pista de patinaje Wollman en el Parque Central. El
primero en escena en el accidente de Susann Prinz Mackie, y el oficial a cargo,
era Kevin Russo, quien fue asesinado en la línea del deber en Times Square esta
tarde.”

Eve se detuvo, miró a Mira. “Dra. Mira, ¿usted coincidiría en que Reginald
Mackie está tras los individuos conectados de alguna manera a la muerte de su
esposa?”

“Me voy a familiarizar con toda la información tan pronto como sea posible,
pero sí. La evidencia muestra claramente que el sospechoso está tras personas
específicas a través de esa conexión. Las otras son una especie de cubierta. Él
ha alcanzado el punto en que esas vidas no significan nada. Y el haber
involucrado a su hija adolescente... Yo diría que él cree que esto no es una
venganza sino justicia.

“Él le está mostrando a ella, de primera mano, su definición de la justicia.”

“Yo creo que es más que involucrarla, el mostrárselo. En cada incidente una de

J.D.Robb Apprentice in Death


las víctimas también fue un adolescente. Los asesinos seriales usualmente
tienen un tipo. Yo creo que Ellissa Wyman y Nathaniel Jarvits son el tipo de
Willow Mackie. No sólo una cubierta para ella. Yo no creo que el mismo
Mackie atacaría a un niño o a cualquiera cercano a la edad de su hija.”

“¿Usted cree que esta adolescente es la asesina?” demandó Whitney.

“Señor, debido al divorcio, el tiempo de Mackie con su primera hija está


dividido,” señaló Eve. “Él perdió el potencial de un niño. No lo veo atacando a
los jóvenes.”

“Psicológicamente eso podría ser lo bastante sensato.” Whitney lanzó una


mirada hacia Mira.

“Sí. Eso es posible.”

“Pero la habilidad requerida aquí es más que considerable.”

“Sí, señor. Teniente Lowenbaum, ¿sabe usted si Mackie ha entrenado o


instruido a su hija en armas?”

“Sí. De hecho, yo la he visto a ella en el campo de tiro, estuvo allí para una de
sus competiciones.”

“¿Competiciones?”

“Competiciones de tiro al blanco y simulación de combate. Armas no letales.


Mac la llevaba al campo de tiro regularmente, y la metía en competiciones. Él
estaba orgulloso de lo bien que ella lo hacía.”

“¿Willow Mackie tiene el entrenamiento y la habilidad?” urgió Eve.

“Yo no hubiese dicho que ella era lo bastante buena para... No he visto a Willow
en un par de años, sólo la vi en el campo de tiro con Mac unas cuantas veces, y
en una competición. Ella era buena,” admitió él, soltando el aliento. “Ella era
mejor que buena, y Mac estaba muy orgulloso de sus habilidades e interés.”

“¿Pero estos disparos? Esto requiere ser mejor que buena.”

Un par de años de práctica, pensó Eve, pueden perfeccionar una habilidad.


“¿Qué puedes decirnos acerca de la relación de ellos?”

“Ellos siempre estaban muy unidos. De hecho, hace un par de años ella
presionó para vivir con él a tiempo completo. Él lo estaba considerando,
especialmente después de que se casara con Susann, entonces después del
accidente, él no estaba en condiciones de criar a una adolescente por su cuenta.”

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“¿Cómo era el estado de su mente?”

“Déjame retroceder un poco. Yo he conocido a Mac por un largo tiempo. Los


últimos cuatro años como su teniente. Él mantiene la calma—o lo hacía. No le
gustaba el esposo de su ex-esposa, pero en su mayoría eso era el resultado
simplemente de algún tipo de resentimiento. Él pasaba tanto tiempo con
Willow como podía manejarlo—el trabajo puede interferir, pero ella era una
prioridad para él. Yo sé que ella empezó a meterse en algunos problemas en el
colegio, y su ex-esposa quería que fuera a un terapeuta. Ella no quería ir, y Mac
respaldó a la chica.”

“Dra. Mira, ¿podría usted averiguar si Willow Mackie sí vio en realidad a un


terapeuta? Tú viste un cambio en él después del accidente,” le dijo Eve a
Lowenbaum.

“Sí, no hay duda allí. Eso lo destrozó. Le ordené que tomara una licencia por
dificultades porque él no estaba estable. ¿Quién lo estaría? Oí rumores de que
estaba viendo a un abogado, tratando de ir tras el conductor, pero él no estaba
hablando conmigo demasiado.”

“¿Cabreado contigo?”

“Sí, tal vez. Algo. Nosotros necesitamos hablar con Vince Patroni, de mi
unidad. Ellos eran cercanos. Mac no era el mismo cuando regresó al trabajo. Él
había perdido peso, estaba distraído demasiado a menudo. Y bajo eso había ira.
Nunca llegó borracho, pero yo sé que por un tiempo le daba bastante a la
botella cuando no estaba de servicio. Pero eso paró. Aun así, él no estaba
firme. Estaba tembloroso y estaba cabreado. Él estaba llegando a sus veinte
años, de manera que le hablé acerca de presentar sus papeles o ser reasignado.”

“¿Tú lo presionaste?”

“No tuve que hacerlo. Él dijo que ya había decidido pedir su jubilación y
terminar con ello. Tener más tiempo con su hija, tal vez viajar un poco. Yo lo
llamé un par de veces después de eso, para ver si quería tomar una cerveza, ir a
comer algo, pero él me desairó. Yo lo dejé pasar.”

“Necesito que traigan a Patroni.”

“Yo lo traeré.”

“Si ellos eran cercanos, puede que él sienta algo de lealtad.”

“Yo lo traeré,” repitió Lowenbaum, “Me aseguraré de que no se contacte con


Mac.”

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Eve asintió. “Es altamente posible que los sospechosos tengan otras conexiones
y comunicaciones con el NYPSD. Es imperativo que mantengamos esta
información dentro de esta sala. Cualquier indicación de que tenemos a un
sospechoso o que estamos buscando a Mackie puede causar que él se esconda.
O puede que eso lo obligue a una confrontación. Ha matado o ha alentado a su
hija para que asesine a un oficial de policía. Él no vacilará en hacer eso otra vez,
aun sabiendo que el resultado puede ser su propio final.”

“Es altamente posible que ese sea su meta final,” señaló Mira. “Él no tiene nada
por qué vivir una vez que su misión sea completada o abortada. Si él planea
proteger a su hija, la mejor manera de hacerlo es con su propia muerte. Los
asesinatos serían cargados sólo a él, y como una menor de edad, ella podría
declarar coerción, inestabilidad emocional.”

“Razón por la cual necesitamos atraparlos con rapidez, eficientemente, y


pronto. El sospechoso tiene un apartamento en el sexto piso de un edificio
residencial en la Vigésimo-Cuarta Este. Capitán Feeney, necesito que un equipo
del DDE determine si ambos sospechosos están en ese apartamento. Un policía
con tanta experiencia sabría qué buscar.”

“Podemos sortear eso. ¿No será que eres propietario de ese edificio, verdad?
Le dijo Feeney a Roarke.

“No,” respondió Roarke, ya chequeando en su computadora personal. “Pero sí


poseo uno cruzando la calle que podría ser útil.”

“Lowenbaum, necesito una unidad. Otra vez, él sabrá qué buscar.”

“Y nosotros sabemos cómo sortear eso.”

“Reineke, Jenkinson, Santiago, Carmichael, ustedes están en el arresto. Baxter,


Trueheart, ustedes en la información y los interrogatorios. Trueheart ablandará
a la madre,” añadió Eve antes de que Baxter pudiera objetar. “Vamos a
necesitar su cooperación. Baxter, tú vas a vapulearlo duro, vas a aterrorizarlo si
es necesario. A la mierda su lealtad, si la tiene, hacia Reginald Mackie. Quiero
tres oficiales, ropas de civil, para que le echen un vistazo al colegio de la
sospechosa menor de edad.”

“El colegio ya debe de haber terminado por hoy, Teniente,” le dijo Peabody.

“Todavía debe de haber personal allí, ocupándose de cosas de después de


clases. Debemos ser capaces de determinar si ella tiene algún centro de reunión
particular. Si podemos hacerla salir del apartamento, la atrapamos. Nosotros
no sólo estamos atrapando asesinos seriales, estamos atrapando a un oficial
veterano de la policía y a su hija adolescente. Lo necesitamos hacer
limpiamente.

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“Necesitamos una orden de registro para revisar la residencia de la madre,
entrar al dormitorio de la chica allí.”

“Considérelo hecho,” le dijo Whitney.

“Peabody y yo manejaremos ese registro antes o después del arresto,


dependiendo de la coordinación de tiempo. La residencia de la madre está en la
Primera. Cualquier que no tome parte en el arresto, pónganse a trabajar ahora.”

“Un momento.” Tibble se levantó, alto, delgado y, notó Eve, con la furia
controlada. “Me gustaría añadir algo a la declaración de la Teniente Dallas.
Reginald Mackie sirvió a la ciudad y a su gente por veinte años. Pero ha
quebrantado su juramento, su fe, su deber. Él es responsable de la muerte de
otro oficial de policía y seis ciudadanos más, uno un menor. Él ha hecho esto
por sus propios propósitos, y se ha deshonrado a sí mismo, ha hecho de su
propia hija una cómplice en el mejor de los casos, y una asesina en el peor.
Derríbenlo, sáquenlo, y tráiganlo aquí. Yo preferiría que todavía estuviera
respirando al final de esta operación, pero no quiero ningún otro buen policía
asesinado hoy día. Servir y proteger, no solo a la ciudadanía, sino el uno al
otro. Teniente Dallas, buen trabajo. Comandante, tenemos nuestro propio
trabajo por hacer para apoyar a aquellos que están saliendo a enfrentar el
peligro.”

Eve soltó el aliento cuando Tibble salió con Whitney. “Él está cabreado.”

“Al igual que yo.” Lowenbaum se puso de pie. “Yo nunca lo vi. Tú me
preguntaste, específicamente, a quién yo conocía que pudiera realizar estos
disparos. Mackie nunca apareció en mi pantalla.”

“Déjame preguntarte ahora: ¿Podría él haber ejecutado estos disparos?”

“Posiblemente. No hubiese sido el primero de mí lista, pero posiblemente. La


cuestión es que él ha estado fuera de mi pantalla por cerca de un año. Yo nunca
me preocupé por ver cómo le estaba yendo. Si lo hubiese hecho, yo hubiese
tenido una mejor idea de en dónde estaba su mente.”

“Tú dijiste que lo habías llamado.”

“No presioné.”

“¿Ustedes eran amigos?”

“No, no en realidad. Pero éramos camaradas. Yo era su oficial supervisor


cuando él se quebró.”

“Y tú hiciste lo que pudiste por él. No vayas allí, Lowenbaum. Si tienes que ir

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allí, guárdalo para después. Consígueme un equipo SWAT, uno que sepa cómo
arrestar a un sujeto de este calibre con vida, y que pueda mantenerlo en
secreto.”

Con un enérgico asentimiento, él abandonó la sala.

“Feeney.”

“Solo espera, tu hombre está trabajando en algo.”

“Conseguí algo,” corrigió Roarke, “otra vez puede que sea útil. ¿Puedo usar la
pantalla de allá?” Sin esperar, él se levantó, y se alejó, e interconectó su
computadora personal con la computadora de la sala.

“El edificio de tu sospechoso,” empezó él, cuando apareció la imagen.


“Nosotros captaremos lo que hay en su apartamento. Es el apartamento 612, de
acuerdo a mi información.”

“Okay.”

“Y mi edificio, justo diagonalmente al del objetivo. Tenemos un apartamento


desocupado—en realidad son tres en total, pero éste en el séptimo piso provee
una buena ubicación para instalarnos. Podemos hacer un registro con un
sensor de calor desde allí, y potencialmente instalar al menos oídos,
dependiendo de la protección del objetivo.”

“Haz eso,” dijo Eve.

“¿Qué les parece si añadimos esto?” Feeney se rascó la barbilla. “La gente
entra y sale de allí. Nosotros usamos una pequeña furgoneta. Ponemos a
McNab aquí, tal vez otro muchacho para meter en el edificio algunas cajas, o
muebles, y nuestro equipo entra sin levantar sospechas.”

“¿Qué tan pronto puedes tener esto organizado?”

“Quince, tal vez veinte.”

“En marcha. Baxter, Trueheart, comiencen a recopilar información, y chequeen


con el uniformado Carmichael. Comiencen el proceso de los interrogatorios tan
pronto como tengamos a algunas de estas personas en custodia. Vean si
pueden conseguir el nombre del abogado con el que Mackie habló.
Necesitamos traerlo aquí. Él puede ser un objetivo.”

“Protegiendo a un abogado.” Baxter sacudió la cabeza. “Qué diablos. Vamos,


compañero, pongamos esto en marcha.”

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Con sólo su equipo para el arresto en la sala, Eve se volvió hacia la pantalla.
“Muy bien, así es como yo veo que va a suceder.”

En menos de treinta minutos, mientras la información continuaba


transmitiéndose, Eve tenía a su equipo en una furgoneta policial, equipados no
sólo con chalecos antibalas, sino también con cascos. Lo cual significaba que
ella tenía que hacer lo mismo. Mientras que el abrigo se encargaba de ocultar el
chaleco antibalas, el casco la molestaba como mierda.

Pero un tiro a la cabeza haría algo peor.

Dentro de la furgoneta, en pantalla, ella observaba la imagen que Feeney le


enviaba. Ella observó a McNab y a Callendar, pareciendo una pareja
completamente feliz mudándose a un nuevo lugar, metiendo cajas en el edificio
de Roarke.

“No hay fuente de calor en el apartamento del sospechoso,” le dijo Feeney.


“Estamos ejecutando eso desde la furgoneta por ahora. Ellos no están allí.”

“Cuando estés preparado, McNab y Callendar pueden ejecutar eso desde el


interior, y tú te retiras.”

“Tú hombre tiene un garaje a una manzana de distancia. Entraremos allí, a


esperar por un rato. El equipo de Lowenbaum se está poniendo en posición.
Uno de ellos usará el apartamento, dos en el techo, y otros dos en otro
apartamento vacío en el edificio de Roarke. ¿Ves la ventana del apartamento
del sospechoso?”

“Sí, sí. Está con pantalla de privacidad. Voy a ir a la casa de la madre ahora.
Jenkinson, tú estás a cargo aquí hasta que yo regrese—estate en guardia.
Peabody, quiero informes constantes. Roarke, tú estás conmigo. Voy a
dirigirme al este, luego al sur, a pie. Puedo estar de regreso aquí en menos de
cinco minutos, de manera que necesito saber apenas vean a cualquiera de los
sospechosos.”

Ella salió de la furgoneta, moviéndose con rapidez. Los sospechosos podrían


regresar en cualquier minuto—o no regresar por horas. Cualquier información
que ella pudiera descubrir podría señalar a su siguiente objetivo. Incluso ahora
ellos podrían estar metidos en alguna habitación de hotel, algún albergue,
alguna oficina vacía, preparándose para volver a atacar.

Nada caía ahora del cielo mientras el desagradable día avanzaba hacia una
noche fría. Las farolas resplandecían, cortando la penumbra con charcos
blancos de luz. Mientras ella caminaba, iba estudiando los rostros. Los
transeúntes se apresuraban para llegar a casa, o para reunirse para tomar unas
copas, o para seguir de compras. Otros se arremolinaban alrededor de una

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carretilla que olía a salchichas de soya y a un café verdaderamente terrible.

Ellos podían caminar por aquí, pensó ella, padre e hija, de vuelta a su
apartamento, o salir para comer algo. Ellos podrían haber caminado por aquí en
algún momento, desde la residencia al apartamento.

¿Habían planeado a lo largo del camino? ¿A quién matar y cuándo?

A una manzana y media de la casa de Zoe Younger, Roarke se puso a su lado.


“Teniente.”

“Quiero revisar el dormitorio de la chica. Whitney consiguió la orden de


registro para todo el lugar, pero nosotros nos vamos a enfocar en el cuarto de la
chica. No es probable que el resto de la familia esté involucrada, o ella dejaría
claves útiles en la sala de estar.”

“Entendido.”

Cuando él le tomó la mano, ella entrelazó sus dedos con los de él. Estaba de
servicio, sí, pero no había policías alrededor que lo vieran.

“Vamos a chequear todos los electrónicos—y se los enviaremos a los de DDE.”

“Espero que yo vaya a ser completamente de más utilidad allí que estar
revisando el dormitorio de una adolescente.”

Ella le frunció el ceño mientras cruzaban la calle con la marea de gente. “Tú
fuiste un adolescente—no puede haber mucha diferencia entre uno femenino o
masculino a esa edad.”

“Ah, sólo universos, me imagino.” Con ella, él giró hacia un lado, subieron los
cinco escalones hacia la puerta principal derecha del bonito dúplex. Mientras él
hablaba, sacó sus herramientas—más rápidas que su llave maestra, pensó ella,
echándole un vistazo a la seguridad.

“Tú fuiste una adolescente.”

“No mucho, o sólo de alguna manera.”

“Como yo no era mucho, o sólo un adolescente de alguna manera, qué bien


encajamos nosotros. Ellos tienen una seguridad excelente,” añadió él,
deslizándose a través de ella como un cuchillo a través de mantequilla caliente.

“Primero lo despejamos.” Eve desenfundó su arma. “Por si acaso.”

Luego de que él asintiera, ellos pasaron juntos a través de la puerta.

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“NYPSD,” gritó ella, barriendo con su arma hacia la izquierda. “Hemos
ingresado al lugar debidamente autorizados.”

“No hay nadie aquí—tú puedes sentir una casa vacía,” dijo Roarke. “Ah, hubo
un tiempo en que un allanamiento a una casa vacía era mi actividad favorita.”

“Ahora lo haces legalmente.”

“Ni de cerca es lo mismo.”

Mientras ella estaba de acuerdo en que estaba vacía, despejó el primer nivel—
sala de estar, cocina, comedor, una oficina, y una especie de área para
entretenimiento familiar.

La casa olía a las aromáticas flores de color calabaza colocadas sobre la mesa del
comedor. Alguna especie de pizarra en la pared de la cocina mostraba arte
infantil—raras figuras dibujadas con palitos, árboles con manchas verdes que
representaban hojas. Una especie de gráfico que enlistaba deberes—tareas
rutinarias, corrigió ella—como levantar la mesa, ponerla, hacer las camas.

Al lado del gráfico alguien había adherido una foto de Navidad. Zoe Younger,
Lincoln Stuben, Zach Stuben, y Willow Mackie en un grupo enfrente de un
festivo árbol, con regalos amontonados debajo.

Todos sonreían excepto Willow, quien miraba fijamente hacia la cámara con
fríos ojos verdes y una ligerísima sonrisa de suficiencia.

“Brazos cruzados.” Eve le dio unos golpecitos a la fotografía. “Hay desafío allí.
¿El niño? Él se ve lo bastante feliz como para hacer volteretas por unas cuantas
horas, y los padres se ven felices, contentos. ¿Ella? Esa es una mirada de
'váyanse a la mierda.'”

“En verdad lo es, y yo sospecho que Mira podría añadir que ella se ha separado
de ellos—los brazos cruzados, la pequeña distancia mientras los otros tres se
están tocando. Y bueno, ¿quince? Esa es una edad en la que consideras a tus
padres el enemigo, ¿no es así?”

“Difícil que nosotros lo digamos. Los que nosotros tuvimos eran el enemigo.
Pero, en la superficie en todo caso, parece que esos dos trabajaron para dar
felicidad y estabilidad. La casa está limpia, pero no está esterilizada o perfecta.
Una caja de cereal para niños sobre la encimera, un par de platos en el
fregadero, las zapatillas del niño debajo de una silla en la sala de estar, el suéter
de alguien en el respaldo de una silla por allá.”

Él echó un vistazo—no lo había notado. “Tú eres una maravilla.”

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“Yo soy una policía,” corrigió ella. “Mira este gráfico de tareas—todo el mundo
hace su parte, y eso es probablemente algo bueno. Los raros dibujos del niño
expuestos. La fotografía familiar Navideña.”

Ella echó otro vistazo alrededor. “Se ve normal, excepto que no lo es. Debajo
de la superficie, no lo es.”

Ellos subieron al segundo piso, lo despejaron: el dormitorio principal, la oficina


adjunta, el dormitorio del niño—una zona menor de desastre con los juguetes
esparcidos, los juegos de video, la ropa. Un dormitorio para invitados
identificado así por la sensación de que nadie lo usaba, y por estar inmaculado,
y luego el de la chica.

Y había un tercer piso, una especie de área familiar casual para ver la pantalla,
para pasar el rato—lo cual lo demostraban los juegos desperdigados—con una
pequeña cocina y un medio baño.

Eve bajó dirigiéndose directamente al dormitorio de Willow.

Cama, hecha con descuido, y con ninguna de esas almohadas adornadas o raros
animales de peluche que Eve había encontrado en dormitorios de otras
adolescentes. Un escritorio y computadora debajo de la ventana, un sillón,
algunos estantes.

Afiches en las paredes. Algún grupo de música todos de negro con expresiones
gruñonas y montones de tatuajes. El resto era de armas, de alguien sosteniendo
armas. Cuchillos, pistolas, rifles prohibidos.

“Está claro en dónde está su interés,” comentó Eve, acercándose al armario.

Unos cuantos vestidos femeninos—algunos todavía con sus etiquetas puestas.


La mayoría de las prendas eran negras o de colores oscuros, de estilos más
rudos.

“Hay un orden aquí,” observó ella. “Ella sabe en dónde pone sus cosas, quiere
que todo esté en su sitio. Y si su madre o su hermano husmean por aquí, ella lo
sabe.”

Roarke ya había comenzado con la computadora. “Ella tiene esta contraseña, y


una de respaldo. Un trabajo muy intrincado para alguien de su edad.” Él tiró
de la silla del escritorio y se sentó a trabajar.

Eve comenzó con la cómoda. Ropa interior sencilla, calcetines de invierno,


chompas, sudaderas, todo organizado sin parecerlo.

A propósito, pensó Eve. Sí, ella sabría si su madre movía un par de calcetines

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en el cajón.

“Sigue haciendo eso, pero ella no dejaría nada aquí que no quisiera que su
madre encontrara.”

“¿Estás segura de eso?”

“Ella puso un cerrojo deslizable en la parte de adentro de la puerta—ellos lo


sacaron.” Eve asintió hacia la puerta y las marcas delatoras. “Todo aquí está
arreglado en una especie de sistema. Yo siempre hacía lo mismo—en hogares
de acogida, en el estado. Tú quieres saber en dónde están tus cosas así que, si es
necesario, puedes coger lo que más te importa, lo que más necesitas, y huir. O
de esa forma saber cuándo ellos han hecho el registro. Apuesto a que su madre
hace un registro regularmente. La madre soporta los afiches,” continuó Eve
mientras seguía registrando. “Hacer que la chica los saque sólo incrementa el
interés, hace que se afiance más profundamente. De manera que ella los
soporta. Pero ella ha hecho que pinten el cuarto en este bonito color azul
pálido, compra vestidos que no son usados—a menos que ella insista en el
tema. Ella viene aquí, buscando algo, cualquier cosa, para poder entender más
a su hija. O—más que eso—porque ella está preocupada de que pueda
encontrar drogas o armas o un diario lleno de feos pensamientos.”

“¿Tú tenías uno? Un diario.”

“No, yo guardaba mis feos pensamientos para mí misma porque ellos siempre...
¡El dormitorio del hermano!”

Cuando Eve salió, Roarke arqueó las cejas. Él terminó de saltarse la contraseña
de resguardo, y entonces se levantó para ver en qué andaba su policía.

Ella estaba sentada ante la computadora del niño en medio de su desorden.

“Yo no siempre guardaba mis pensamientos—feos o de otro tipo—para mí


misma. Ese es un comportamiento aprendido, eso es experiencia. Algunas
veces sólo estas escribiendo una tarea para el colegio, y ellos entran en tu
computadora, y te castigan por estar escribiendo cuánto te gustaría montar un
patín aéreo. De manera que empiezas a hacer esas tareas en el colegio,
mayormente. O estás aburrido y descontento y escribes una estúpida lista de
deseos, y ellos la encuentran, y consigues una patada en el culo por ello.”

Roarke le dio un beso en la cabeza, sin decir nada—lo cual lo decía todo.

“No es acerca de mí, es sólo acerca de . . . Un par de veces cuando yo necesitaba


escribir algo—cuando tú sólo necesitas ese acto tangible—yo me figuré cómo
ocultar eso en otra computadora. Una a la que ellos no se molestaran en
revisar. Tienes a un hijo de verdad—quiero decir el hijo verdadero de los

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padres de acogida—en la casa, y él es oro en los ojos de ellos, tú puedes usar
eso. La cuestión es que si ella usaba ese método, ella probablemente es mil
veces mejor en ello de lo que yo era—de lo que soy.”

“Permíteme.”

Cuando ella se levantó, él la tomó de los hombros, la miró a los ojos. “¿Qué
necesitabas escribir?”

“Yo llevaba un calendario—casi siempre, donde sea que yo estuviera—


marcando el tiempo hasta que pudiera liberarme. Para siempre. Cuántos años,
meses, semanas, días, horas algunas veces, antes de que yo pudiera irme.
Cómo yo iba a ser libre, ir a Nueva York. Nueva York parecía tan grande y
llena, de manera que me enfoqué en Nueva York desde un principio. Y la
Academia. Cómo yo iba a ser una policía porque los policías se cuidaban a sí
mismos, y a todos los demás. Los buenos policías, en todo caso, y yo iba a ser
una buena policía, y nunca nadie iba a volver a decirme qué y cuándo comer,
qué usar…”

“Y ahora yo lo hago.”

Ella sacudió la cabeza. “No es lo mismo. Ni siquiera cerca de lo mismo. Nadie


me quería, y tal vez a lo largo del camino eso vino a ser culpa mía tanto como la
del sistema, pero nadie me quería. Nadie decía come algo porque yo te quiero,
porque tu importas. Yo sólo era otro número hasta que me gané la placa. Yo
era sólo una placa, mayormente sólo una placa, hasta que te gané a ti.”

Ella aspiró hondo. “Yo podría haber sido esta chica, Roarke.”

“No.”

“Sí, o al menos alguien como ella. Si Feeney hubiese sido una clase diferente de
policía, una clase de hombre diferente. Si él hubiese sido como Mackie,
quebrado y retorcido como Mackie. Él me vio a mí. Realmente me vio, y me
sacó del resto, prestó atención, me dio su tiempo, se dio a mí. Nunca nadie me
había ofrecido lo que él hizo. Nunca nadie me vio como él lo hizo. Yo quería
que se sintiera orgulloso de mí, quería ser la clase de policía del que él se
sentiría orgulloso. Eso me impulsó.

“¿Y acaso no parece que ella quiere ser lo que su padre quiere? Eso es parte,
una gran parte, de lo que la impulsa a ella.”

“Si la última parte de eso es verdad, quiere decir que ella le ha dado la espalda
a todo lo demás que tiene. Una madre, un hermano. Un buen hogar por lo que
se ve.”
“Tal vez, pero las apariencias no siempre son lo que parecen. Ya veremos

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acerca de eso. Pero la percepción es cierta, ¿verdad? Cuando menos, ella
percibió que nadie la ve, se acerca a ella, se preocupa por ella—no como su
padre. Y ella está matando por él. Matando porque él la ha entrenado, le ha
enseñado a ver eso como su derecho, o al menos como una respuesta.”

Ella se lo quitó de encima, tenía que quitárselo de la cabeza. “En este momento
el por qué sólo importa si el motivo nos ayuda a encontrarlos, a detenerlos. De
modo que sí, échale un vistazo. Dada su edad, ellos probablemente tengan
controles parentales en esta unidad, pero ella podría haber escondido sus
propios archivos allí dentro.”

“Con bastante facilidad.”

“Si es así, tú los encontrarás. Yo voy a regresar a su dormitorio.”

Eve llamó a Peabody—no había movimiento—entonces se paró en el centro del


dormitorio de Willow Mackie. Un buen espacio, completamente el triple del
tamaño que ella había tenido a la misma edad. Bien amueblado y con
comodidad. Todas las prendas eran de buena calidad.

Ninguna fotografía, ni de ella, de su familia y amigos. Ni siquiera de su padre.


Tal vez había algunas en su computadora, pensó Eve, y ella miraría allí.

Ella registró a través de los tres cajones del escritorio, encontró algunos útiles
escolares. Nada de chucherías. Ninguna de las cosas raras que las
adolescentes—y los chicos adolescentes, si vamos al caso—coleccionaban.

Nada de discos, se dio cuenta ella. Información o música. Ningún otro


electrónico. Ni computadora personal, ni tablet.

¿Porque ella los llevaba consigo, una semana aquí, otra allá?

Pasó la mirada sobre los afiches. Armas, violencia. ¿Podría una adolescente
enfocada en las armas vivir una que otra semana sin acceso a ninguna?

Ella retrocedió entrando al closet. Un espacio más bien pequeño con el mismo
sentido de organización. Las ropas femeninas—obviamente elegidas por la
madre—en la parte de atrás. Y allí, todavía en sus cajas, un par de tacones, un
par de botas—ambos eran claramente para ser usados con los vestidos o con
pantalones más a la moda, incluso ella podía ver eso.

Y ambos, determinó ella estudiando las suelas, nunca habían sido usados.

En la punta de una bota bien gastada ella encontró un pequeño alijo de efectivo.
Sólo un par de cientos, lo que le dio a Eve la sensación de que habían sido
puestos allí deliberadamente, algo que su madre podría encontrar.

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En el bolsillo de un capuchón ella encontró una computadora portátil y al
activarla ella oyó la voz de una chica—un impacto de tan joven—quejándose de
su hermano, de su madre, de su padrastro. De cómo ellos no la comprendían.
Y etc. etc.

También para que su madre pudiera encontrarlo, pensó Eve, embolsándolo


como evidencia. Ellos escucharían todas las quejas y lloriqueos, pero lo último
grabado al menos había sido claramente diseñado para hacer sentir a su madre
culpable si es que ella registraba y lo hallaba.

De forma que ella no ocultaría nada importante en el closet, determinó Eve.

Aunque ella no creía que encontraría nada en los lugares usuales, ella
igualmente los revisó.

Ella comenzó a revisar el piso del closet, las paredes, incluso el techo, miró
debajo de la cama, entre los colchones, revisó los cojines de la silla del escritorio
y de los sillones, debajo y detrás del escritorio.

Ella juzgó que la cómoda era demasiado pesada para ser movida sin mostrar
marcas en el suelo, pero lo intento de cualquier manera, miró por debajo de
ésta, sacó los cajones, miró debajo de ellos.

Cuando deslizaba el cajón inferior de regreso a su lugar, el diseño debajo de


éste le llamó la atención. Una especie de trenzado, de unas dos pulgadas de
altura, corría a lo largo de la base. Y cuando ella había metido el cajón en su
lugar, y luego había tirado de él hacia afuera, había sido necesario darle un leve
jalón, y se había oído un pequeño clic.

No era nada fuera de lo normal, pero...

Ella volvió a sacar el cajón inferior. Este era una pieza de mobiliario bien hecha,
sólida, de madera elaborada finamente tallada.

El cajón inferior descansaba en una tabla de esa madera.

Con curiosidad, ella pasó los dedos sobre la retorcida trenza de decoración a lo
largo de la base, presionando, palanqueando. Sintió que una parte de la trenza
se hundía, apenas un poquito.

Ella dio un tironcito. Nada.

Ella siguió trabajando a lo largo de la trenza, encontró otra parte que se hundía,
y luego una tercera.

Ella no tuvo que tironear. El angosto cajón oculto se deslizó hacia afuera.

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Vacío, notó ella. Vacío a no ser por la gomaespuma con siluetas recortadas para
dos cuchillos y dos armas portátiles. Pistolas por lo que veía. Otra silueta
recortada, un rectángulo, fácilmente podría contener varios documentos de
identificación, tal vez más efectivo, pensó Eve.

“Ella no va a regresar aquí,” murmuró ella.

“Estoy de acuerdo,” dijo Roarke desde la puerta. “Vas a querer ver esto. Tenías
razón sobre usar la unidad de su hermano menor. El archivo que encontré
estaba astutamente oculto. Y aun así,” continuó él mientras regresaban al
dormitorio del hermano, “ella fue cuidadosa. Esta no es una chica imprudente
o impulsiva.”

“Ni de cerca.” Eve estudió el primer documento en la pantalla. “Esta es su lista


de víctimas. Sólo las iniciales, no los nombres completos, pero están BM, KR—
Michaelson, Russo—está MB—y estoy apostando por Marta Beck, la gerente de
la oficina de Michaelson, está BF, ese va a ser Fine, el conductor que atropelló a
la segunda esposa. Uno de estos otros—AE, JR y MJ—es probablemente el
abogado que no hemos identificado. Y otros dos. Dos muertos, quedan cinco.”

“Este documento tiene una segunda página.” Roarke lo ordenó en pantalla.

“Zach Stuben—ese es su hermano. Lincoln Stuben, su padrastro. Cielos, su


madre está aquí. Rene Hutchins, Thomas Greenburg, Lynda Track—
necesitamos identificarlos. Y éste de acá con las iniciales HCHS.”

“Esas son de su colegio—estoy seguro de ello, ya que también encontré este


documento.” Roarke ordenó un plano del Hillary Clinton High School.
“Ciertas aulas, ciertas áreas fueron resaltadas, las salidas marcadas.”

“Jesús, Jesús. Ella planea atacar su colegio.”

“Y ya tiene escogido su nido. Más cerca esta vez que en los otros ataques, pero
todavía a una distancia apreciable.”

Eve miró la siguiente imagen. “La azotea del edificio de apartamentos de su


padre. Tiene esto escondido aquí porque no está en la agenda de su padre. Es
de ella. Cuando ellos terminen su misión, ella puede comenzar con la suya.
¿Cuán difícil te resultó descubrir esto?”

“Un poco de trabajo, pero para ser más exactos, probablemente no lo hubiese
encontrado si no hubiese estado buscándolo específicamente. Estaba escondido
bajo un reporte escolar perfectamente inocente sobre George Washington.”

Eve se puso a pasear. “Muy bien, regresemos. Necesitamos acceder al


apartamento de Mackie. Es probable que tenga cámaras instaladas, y esté

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monitoreando a cualquiera que entre o salga del edificio, con seguridad en su
propia casa.”

“Puedo encargarme de eso.”

“Estoy contando con ello. Necesitamos ingresar, ver quién es el siguiente.


Cuándo y dónde. Puede que ellos hayan ido directamente al siguiente nido, y
hay tres personas en su agenda que no hemos identificado. Y tenemos que
identificar los desconocidos en la lista de ella.”

“Ella tiene más cosas. Ha enlistado sus matanzas. Animales,” dijo él con
rapidez. “El tipo, el lugar, la distancia, el arma, la fecha, la hora. Parece ser que
su padre la ha llevado de cacería a menudo—a Montana, Wyoming, Alaska, las
Dakotas, incluso en México, Canadá. Ella ha enlistado más de dos docenas de
matanzas en los últimos siete meses.”

“Copia el archivo a mis unidades. Haré que los de DDE recojan esta, y de la de
ella. Diablos, todas ellas, y enseguida. Ella tendrá una unidad en la casa de su
padre. Necesitamos entrar en esa. No habría necesitado ser tan cuidadosa con
su agenda en la de allá, así que tal vez tendremos nombres.”

Eve se peinó el cabello con la mano. “Me pregunto si Mackie sabe la clase de
monstruo que ha creado. ¿Y si lo sabe, si acaso le importa?”

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Capítulo 9

Eve se comunicó con Peabody, le dio los nombres de la lista de Willow. “Estas
personas están conectadas con los sospechosos, más probable con la chica.
Ubícalos, consigue su información de contacto.”

Ella cortó la comunicación, se volvió hacia Roarke. “Si Mackie está


monitoreando las cámaras de seguridad en su apartamento por control remoto,
interferirlas lo pondrá en alerta.”

Mientras ellos caminaban, Roarke simplemente le palmeó el hombro y contactó


a Feeney. A pesar de que ellos empezaron a hablar con términos técnicos de
electrónica que le hacían dar vueltas la cabeza a ella, Eve entendía lo suficiente
para interpretar.

“Tu o Feeney, pueden pasar la cámara a control manual y retransmitir en


circuito cerrado.”

“Eso exactamente. Si Mackie está prestando mucha atención al monitoreo, eso


no lo engañara por mucho tiempo, de manera que nosotros querremos
coordinar bien el tiempo.”

“¿Él podría haber trucado la puerta, no es así? Él es un policía, el pensaría en


los detalles. Trucar la puerta para saber cuándo alguien entra, así que…”

“Querida Eve, este es difícilmente mi primer allanamiento. De hecho, cuán feliz


estoy que ni siquiera sea el primero del día. Ten un poquito de fe.”

El agresivo viento se había vuelto cortante. Ella captó el olor de salchichas de


soya y castañas de una carretilla una ráfaga del fragante humo. La alarma del
vehículo de alguien se activó con molestos y rápidos beeps mientras una pareja
de chicas adolescentes pasaban corriendo riéndose como lunáticas.

Roarke le habló fácilmente a Feeney.

“Cambio a control manual en diez,” anunció Feeney.

“Copiado. Toma la puerta,” le dijo Eve a Roarke. “¿No es probable que él


tenga una forma de monitorear mi llave maestra, pero para qué correr riesgos?”

“Y adelante,” dijo Feeney.

Ellos fueron a la entrada y, con las hábiles manos de Roarke, estuvieron


rápidamente en el interior en menos de seis segundos.

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“No hay cámaras en el vestíbulo, sólo la normal en el elevador.”

“Vamos por las escaleras.” Eve comenzó a subir.


Un lugar bastante decente, pensó ella. Nada parecido al dúplex de su
ex”esposa, pero decente. Ella notó esporádicas partes a prueba de ruido,
captando fragmentos de sonido de los apartamentos mientras iban subiendo.

Pero en el piso de Mackie todo estaba silencioso.

“El mejoró su seguridad.”

Roarke asintió mientras se paraban fuera del alcance de la cámara sobre la


puerta de su apartamento.
“Yo me encargo de esta.”

El sacó un dispositivo de su bolsillo, tecleó algo, estudió la lectura en la


pantalla, añadió más códigos. “La transmisión está enlazada. Veamos qué
otros trucos tiene él para nosotros.”

Cuando ellos se aproximaron a la puerta, Roarke utilizó el mismo dispositivo


para escanear los cerrojos, y la seguridad de la ranura para la tarjeta magnética.
“Astuto,” murmuró él. “Estoy leyendo un sistema de monitoreo, de manera
que tú tenías razón para ser precavida aquí. No hay explosivos, de manera que
eso es un bono, ¿no es así? Sólo déjame…. Muy bien, eso es. Cada uno a su
tiempo. Sí, bastante astuto. Pero…. Allí estás. Sostén esto, ¿quieres?”

Él le entregó a Eve el dispositivo que zumbaba quedamente en su mano


mientras que él sacaba sus herramientas.

Ella lo observó deslizarse alrededor de un trío de cerraduras policiales como si


fueran pernos de mariposa.

Eve le devolvió el dispositivo, sacó su arma. “No hay explosivos, bien. ¿Pero
recuerdas ese viejo video que vimos hace un par de semanas? El tipo puso una
trampa caza-bobos en su casa. Tenía un tremendo rifle arreglado para que
disparase si la puerta se abría.”

“Video clásico,” la corrigió él, “pero lo recuerdo, sí. De manera que por qué
nosotros no…..”

Ellos se pararon uno a cada lado de la puerta. Eve giró la perilla, se agachó,
abrió la puerta de un empujón desde abajo.

No había trampa caza-bobos, ni alambres trampa, ni cámaras internas.

Y muy poco más.

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Ella entró a una sala de estar que contenía un sofá viejo y hundido.

“¿Estas captando esto, Feeney?” Ella giró en círculo para darle los tres-sesenta
con su grabadora de solapa.

“Sí, mierda.”

“Vamos a despejarlo de todas maneras.”

Él había dejado su cama sólo con el colchón. Un segundo dormitorio no


contenía nada salvo polvo acumulado y algunos colgadores de ropa vacíos.

“Ellos abandonaron este lugar hace semanas. Lowenbaum, retírense. Ellos no


van a volver aquí. Peabody, llama a los barredores. Ellos pueden revisar el
lugar, para seguir las reglas.”

Para liberar la burbuja de frustración, ella pateó el sofá.

“Copiado, señor,” dijo Peabody. “Yo puedo darle esos nombres.”

“Dalos.”

“Rene Hutchins, el psicólogo del colegio de la sospechosa. Thomas Greenburg,


director del mismo colegio. Lynda Track trabaja con Zoe Younger y es la
hermana de Lincoln Stuben.”

“Que se contacten con ellos, que los interroguen. Asígnales protección.”

“En ello.”

“Tú no crees que ellos estén en peligro inmediato,” dijo Roarke.

“No. Una misión a la vez.” Eve soltó siseando el aliento. “Completa su lista
con dos figuras de autoridad de su colegio y la hermana de su
padrastro……quien probablemente es amiga de su madre.”

Ella dio un giro, puso a un lado la segunda lista de víctimas por ahora, y se
ocupó de lo que era más inmediato las tres personas desconocidas de la primera
lista.

“El suponía que nosotros llegaríamos aquí tarde o temprano. Él se preparó


para eso. Dejó el mueble que era demasiado grande y viejo para tomarse la
molestia. Carmichael, Santiago, empiecen a tocar puertas aquí. Veamos si
alguien puede decirnos cuando él se fue.”

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Ella resistió, apenas, volver a patear el sofá. “Okay, muy bien. Basta de estar
perdiendo el tiempo. ¿Feeney, puedes contactar al comandante y ponerlo al
tanto de la situación? Vamos a anunciar a todos los identificados. Estoy
disponible para una conferencia de prensa en una hora.”

“Mejor tu que yo, chiquilla.”

“Lowenbaum, mantente disponible para lo mismo.” Ella sacó su enlace, y


comenzó a poner las cosas en marcha. “Nadine.”

“Dallas. He estado tratando de contactarte todo el maldito día. Todo empuja


hacia….”

“¿En dónde estás?”

“¿Qué? Acabo de llegar a casa, pero….”

“Voy para allá. ¿Cuál casa?”

“Mi nueva casa. Mi única casa ahora. Qué….”

“Nada de cámaras. Estoy en camino.”

Roarke estudió sus ojos fríos y coléricos. “¿Sacándole el corcho a la botella, no


es así?”

“Correcto.”

“¿Qué necesitas de mí?”

“¿En este momento? Podría necesitar transporte.”

En una fracción del tiempo que ella podría haber ordenado un vehículo policial,
ella estaba deslizándose tras el volante de un sólido todo terreno. Peabody se
dejó caer al lado de ella.

“Es grande y caliente.”

“Es temporal. Inserta la dirección de Nadine. No sé dónde diablos queda.”

“Ah, eso es estupendo. Ella todavía la está decorando, pero oí que ya se ve


genial, y…..”

“No me interesa cómo se vea.”

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“Correcto.” Peabody se recostó en su asiento mientras la computadora dirigía a
Eve. “Tú quieres que Nadine saque la historia al aire antes de que tú hables con
los medios en general.”

“Yo quiero que ella la haga explosionar. Eso reducirá el tiempo que tengo que
estar ahí parada dando declaraciones, respondiendo preguntas estúpidas. Más
todavía, ella investigará a fondo. Habrá historias e información acerca de los
sospechosos, acerca de las víctimas. Tenemos objetivos todavía no identificados
y todavía sin protección. Es una buena posibilidad de que ellos vengan a
nosotros después de esto. Necesitamos más antecedentes de la esposa muerta.”

“Yo investigué más mientras estábamos esperando. Familia de nacimiento,


educación, empleo. Nada sobresale. Una familia bastante estable, creció en
Westchester, ningún problema en el colegio, dos años en la universidad,
estudios generales. Trabajó en ventas al por menor. Se mudó a Brooklyn,
compartió apartamento con un par de amigas, cambió de trabajos siguió en
ventas al por menor. Se casó con Mackie, se volvió a mudar, volvió a cambiar
de trabajos. Su último empleo fue en Boomer's, una tienda de ropa en la
Cincuenta y Siete Este.”

“Ella fue al doctor, debe de haber estado dirigiéndose de regreso al trabajo


después de la cita. Quiero hablar con Marta Beck, investigar qué pasó ese día
en la cita. Investiguemos el nombre de su supervisor en el trabajo. Mackie
culpó al doctor, y las iniciales de Beck están en la lista de víctimas, de manera
que él la ve a ella como parte de esto.”

“Beck no es doctora. Ella es administrativa.”

“Exactamente. Beck dijo que a menudo ellos estaban retrasados con las horas
de las citas.”

“¿Alguna vez has ido a un doctor que no lo esté?”

“Yo trato de evitarlos. ¿De manera que tal vez su cita se retrasó, y ella estaba
apurándose por qué más una persona cuerda correría hacia la pista? Si ella
estaba corriendo de regreso al trabajo, él podría poner en su lista a su
supervisor, o a alguien de su trabajo. Consígueme nombres.”
“Entendido. Ah, puedes estacionar en el subsuelo aquí, hay un nivel para
visitantes.”

“Nosotras no somos visitantes.”

El edificio era elegante y plateado. No brillante y resplandeciente, sino


envejecido de una manera que le prestaba carácter y dignidad. Ella se estacionó
justo delante de la magnífica entrada principal, justo detrás de una limosina de

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donde bajaba una mujer metida en un abrigo de piel inmenso llevando un perro
diminuto también con un abrigo de piel sobre su escuálido cuerpo.

El portero se apresuró hacia la dama con el perro, tomó una cantidad de bolsas
de compras dignas de un safari de manos del conductor. El portero lanzó una
mirada hacia Eve mientras ella se apartaba del todo terreno, y comenzaba a
hablar.

Él se detuvo, asintió enérgicamente mientras hacía malabares con las bolsas y se


apresuraba de regreso a la puerta. “Teniente Dallas, estaré en seguida con
usted.”

“Yo no lo necesito,” dijo ella, llegando a la puerta antes que la dama y el perro,
y cruzándola.

“Charlie,” dijo la mujer, “¿podrías simplemente enviarme todo arriba? Mimi


está exhausta.”

“Absolutamente, Srta. Mannery. Teniente.”

“Nadine Furst, me está esperando. Deje mi vehículo en donde está.”

Eve se alejó de él, y entonces se dio cuenta que no tenía ni idea.

La planta baja se elevaba hacia cielos rasos abovedados en donde unas viñas se
enlazaban alrededor de blancas vigas. La luz se reflejaba en blancos pisos de
mármol desde enormes candelabros fabricados de espirales de esa plata
envejecida y bolas de cristal azul intenso.

Escaneando el lugar, ella divisó un banco, tres boutiques, restaurantes, una


pastelería y un mercado de comida gourmet, un centro de negocios.

“Seguridad la autorizará enseguida.” Charlie el portero, todavía enterrado


entre las bolsas de compras, se apresuró hacia ella. “Se puede acceder al
penthouse de la Srta. Furst desde el conjunto de elevadores C cualquiera de
ellos.”

Eve se dirigió a la C, pasando por un muro translúcido con una caída de agua
que bajaba musicalmente hasta un angosto estanque rodeado por exuberantes
flores rojas.

Eve entró al elevador, frunció el ceño cuando una voz incorpórea proclamó:
Dos ocupantes autorizadas para el Penthouse A. Por favor, disfruten su visita
y el resto de su día.

“Sí, porque este es un jodido día en la playa hasta el momento.”

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“Sabemos en donde no se encuentran ellos,” masculló Peabody mientras
trabajaba en su computadora personal. “Muy bien, tengo a la asistente de
gerencia de Boomer's, una tal Alyce Ellison.”

“Hagan que la lleven a la Central,” espetó Eve cuando se abrían las puertas del
elevador. “La quiero en custodia protegida en seguida.”

“¿Quién?” Demandó Nadine, parada en el amplio vestíbulo flanqueado por


pedestales a juego con orquídeas azules encima.

Eve había dicho sin cámaras, pero como siempre, Nadine Furst estaba parada
lista para la cámara en un elegante traje de un rojo llamativo, su cabello rubio
con rayitos estaba peinado hacia atrás dejando despejado su atractivo rostro.
Los astutos ojos verdes sostenían la mirada de Eve.

“En seguida, Peabody.”

Detrás de Nadine la sala de estar se extendía todavía escasamente amueblada,


con satinadas flores del color de las castañas asadas que habían aromatizado la
calle. Una pared de ventanas abría la sala de estar hacia una amplia terraza, y a
una vista espectacular de la ciudad.

“No tengo mucho tiempo,” empezó Eve.

“Qué gusto me da verte, también.”

“Nadine.”

“No tienes mucho tiempo, entendido, pero ya que me has estado evitando todo
el día, me gustaría un poco de tiempo.”

“No te he evitado a ti. He estado evitando a la prensa, y por una razón. Estoy
aquí ahora porque voy a tomar parte en una conferencia de prensa dentro de
una hora. No tengo mucho tiempo que darte.”

“¿Tienes tiempo para un café mientras hacemos esto?”

“Dios, sí.”

“Sígueme.”

Nadine se movió rápidamente Eve reparó en que usaba zapatillas con el traje
cruzando la sala de estar, a través del comedor con una larga y elegante mesa
negra con una gran canasta de cristal en azul orquídea como centro de mesa y
rodeada por sillas negras con cojines azules en los asientos, y entrando a una

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cocina plateada y blanca, completa con una zona para desayunar en un rincón
al lado de una ventana y una enorme isla central.

“Tú ni siquiera cocinas.”

“Puedo si tengo que hacerlo, ¿y por qué no tener un espacio fabuloso para el
servicio de catering? Resulta que estoy abastecida con la marca Dallas.”

“¿Qué marca?”

“¿Ni siquiera sabes lo que tomas?” Preguntó Nadine mientras abría un negro
panel corredizo exponiendo un AutoChef.

“El café de Roarke.”

“El cual tiene varias mezclas. La tuya es Dallas.”

“Ah. ¿Peabody, puedes usar esa pantalla de pared?”

“Puedo hacerlo.”

“Pon allí las fotos de identificación mientras conseguimos este café.”

Los dedos de Nadine dejaron de presionar los controles del AutoChef. “¿Tú
has identificado a los francotiradores?”

“Café, programa el café,” ordenó Eve, ahora bastante desesperada por un sorbo.
“Antiguo Oficial de Tácticas Reginald Mackie y su hija, Willow Mackie de
quince años.”

“A la mierda.” Nadine abrió un cajón y sacó un block de notas y una


grabadora.

“Nada de grabadoras, todavía no. Los sospechosos todavía no han sido


detenidos.”

No siendo una para estar con ceremonias cuando de café se trataba, Eve abrió el
AutoChef cuando dio la señal y sacó una taza blanca con café negro.

“Ellos han abandonado la residencia conocida de Mackie. La madre de la


menor sospechosa, el padrastro, y el medio hermano están en custodia
protegida.”

“¿Cómo identificaste a los sospechosos?”

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“Buen trabajo policial. Mira, vas a conseguir lo que yo pueda darte ahora;
conseguirás lo que puedo dar en general en la conferencia de prensa.”

Eve bebió el café, sintió que su sistema revivía. Y se puso a pasear.


“Fotografías en pantalla, Peabody.” Nadine le pasó a Peabody un café normal.
“Puedes tomar notas, Nadine, pero nada de grabaciones hasta la conferencia
oficial.”

Rápidamente y con pocas palabras, Eve le resumió lo que podía, aun paseando
y bebiendo café.

“Tú crees que Willow Mackie es una participante dispuesta en los asesinatos.”

“Aquí tienes algo extraoficial hasta que yo lo autorice.” Eve esperó que Nadine
asintiera. “Yo pienso que ella es la francotiradora, y creo pamplinas,” se
corrigió. “Yo sé que ella tiene una lista secundaria propia. Por la razón que sea,
por su propio estado físico o emocional, o por el hecho de que él es un lunático
retorcido y vengativo, yo pienso que Mackie le ha dado luz verde a su hija.”

“¿Por qué los ataques no conectados dos personas en la pista de patinaje, cuatro
en el Times Square? ¿Cubierta?”

“Se ve de esa manera.” Pero Eve pensaba que era más, mucho más atroz que
eso. “Nosotros creemos que los sospechosos tienen objetivos adicionales, e irán
tras ellos con rapidez. Si ellos siguen el patrón, van a escoger un área pública,
algún lugar a donde va rutinariamente el objetivo o vive o trabaja. Y ellos van a
acabar con más vidas.”

“Tú quieres que exponga sus rostros al público. ¿Cuándo esté autorizada para
hacerlo?”

“Ahora. Sus nombres y rostros, tan pronto como puedas. Para los otros
detalles necesito veinte minutos. Lo extraoficial se queda de esa forma hasta
que lo autorice. Eso te da una ventaja sobre el resto de los medios. Esa ventaja
viene con un precio.”

“Nómbralo.”

“Pon en pantalla a Susann Mackie, Peabody. Quiero este rostro también.


Quiero que Mackie lo vea cada vez que vea la pantalla. Quiero que el oiga su
nombre, que vuelva a vivir su vida y muerte.”

“Quieres quebrarlo.”

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Con los ojos sin expresión, Eve bajó la taza vacía. “Yo voy a quebrarlo. Uno
más. El abogado que contrató Mackie él es un objetivo potencial, pero no tengo
su nombre. Podrías investigar eso también.”

“Pondré a algunas personas en ello.”

“Si das con cualquiera que tenga estas iniciales JR o MJ me lo informas de


inmediato. En seguida, Nadine.”

“Hecho. ¿Cómo vas a quebrarla a ella?”

“Estoy trabajando en ello. Tenemos que ponernos en marcha.”

“Igualmente yo.”

“Les gusta alardear, Nadine,” comentó Eve.

Nadine sonrió. “Gracias. Yo deseaba que fuera así, y ellos van a estar hasta el
cuello cuando yo termine.”

Mientras Eve se daba la vuelta para marcharse, Nadine agarró su enlace. Eve la
oyó decir: “Comunícame con Lloyd en seguida. Me importa un carajo lo que
esté haciendo. Dije ¡en seguida!”

Cuando ellas volvieron a entrar en el elevador, Eve respiró hondo. “Peabody,


has que los testigos del accidente de Susann Mackie sean llevados a la Central.
Ninguna de sus iniciales estaba en la lista, pero no nos vamos a arriesgar. Y
quiero a Zoe Younger en Interrogatorios. Veremos qué consiguieron Baxter y
Trueheart de ella, pero necesito esa ronda.”

Ella echó un vistazo a la hora. Y se preguntó en dónde estarían Mackie y su


homicida hija cuando vieran sus propios rostros en la pantalla.

Ellos estaban en el ático convertido que Mackie había alquilado poco antes de
Acción de Gracias, en donde él había empezado a mudarse durante el
comienzo de la temporada de fiestas.

Él había comprado algunos muebles baratos, útiles y aunque pensaba que era
una mierda pagar el alquiler de dos apartamentos, sintió que valía la pena el
gasto. Así como era una mierda dejar algo de dinero en su antigua cuenta
bancaria, bajo un nombre que ya no usaba.

El esperaba ser capaz de vaciar esa cuenta, pero si no, otra vez, valía la pena el
gasto.

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Si las cosas iban bien Plan A él y Will estarían en camino a Alaska en menos de
una semana, en donde podrían vivir de la tierra tranquila y remotamente.

En donde ellos podrían cazar, en donde podrían construir un hogar, una vida.

Zoe pondría a los sabuesos tras ellos, de hecho. Él no podría culparla por ello.
Pero ellos no dejarían ningún rastro, y por unos cuantos meses, Will sería
William Black, de dieciséis años, el hijo de John Black, un ajustador de seguros
retirado de Nuevo México. Un viudo que estaba educando en casa a su único
hijo.

Ellos se mudarían otra vez, dentro de Alaska, y volverían a ser padre e hija. Y,
como hacían en este ático, ellos se mantendrían reservados. El encontraría paz
en Alaska. Él lo creía, tenía que creerlo. No más terrores nocturnos, sudores
nocturnos. Él se apartaría de las drogas, del alcohol. Sus manos dejarían de
temblar, su mente y visión se aclararían.

Susann y el hijo que él tanto había esperado serían vengados. La justicia bien
servida por la hija que lo enorgullecía y le daba un propósito. Y un día, cuando
Will fuera lo suficientemente mayor, él podría dejarla, con la seguridad de saber
que su única hija podría seguir su propio camino.

Él podría dejarla para unirse a Susann y al hijo que ellos habían nombrado
Gabriel.

Pensando en ellos, él empezó a quedarse dormido, con el consuelo de


imaginarse a Susann en un vestido blanco, sentada debajo de un gran árbol
curvado sobre una tranquila colina verde, con el bebé en sus brazos.

Había una granja cerca, con una casita amarilla con contraventanas azules, una
verja blanca, un jardín floreciente.

La casa de sus sueños, una que ellos habían construido en sus ensoñaciones y
conversaciones, la casa en el campo que habían soñado tener algún día.

Allí esperaba ella por él, con el bebé en sus brazos, y un cachorro marrón
durmiendo a su lado.

El necesitaba verla allí, a ella y a su hijo. Debajo del gran árbol, a la luz del sol.
En la noche ella gritaba por él en la oscuridad, y el bebé gritaba con ella.

Pero ahora ella sonreía, contenta de esperar hasta que él subiera la colina y se
sentara junto a ella.

“¡Papá! ¡Papá!”

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Él se despertó sobresaltado, echando mano al arma en su cadera.

En la brumosa luz del ático él vio a Will parada en frente de un sofá, mirando la
pantalla de pared. Ella había estado limpiando su arma, notó él, satisfecho de
ver el rifle sobre la mesa delante de ella.

Pero la urgencia en su tono lo hizo ponerse de pie, trajo de vuelta al antiguo


soldado de su interior.
“¿Tenemos una brecha?”

“Ellos tienen nuestros nombres y rostros.”

Él se adelantó para pararse junto a ella, para escuchar la historia de última


noticia.

Su última fotografía oficial de su identificación, y la de Willow, llenaban la


pantalla mientras la voz del reportero sonaba sobre ellas.

“Para repetir, la policía ha identificado a dos sospechosos de los ataques en la


pista de patinaje Wollman y en el Times Square, en los cuales siete personas,
incluyendo a un oficial de policía, fueron asesinados y más de cincuenta
personas fueron heridas. La policía está buscando a Reginald Mackie, un
antiguo oficial de Tácticas de la NYPSD, y a su hija de quince años, Willow
Mackie.”

Las fotos de identificación se encogieron, y fueron deslizadas a un lado de la


pantalla mientras Nadine Furst en su rojo llamativo aparecía a la vista.

“Oficiales de la policía han programado una conferencia de prensa para


proporcionar detalles adicionales. En este momento, ellos piden que si alguien
tiene información acerca del paradero de estos sospechosos, que por favor no se
comprometan, ya que se cree que ellos están armados y son peligrosos.”

“Reginald Mackie, cincuenta y cuatro años, un veterano del Ejército y oficial de


policía condecorado, enviudó en Noviembre del 2059 cuando su esposa, Susann
Prinz Mackie fue muerta en un accidente vehicular. La Sra. Mackie,” continuó
Nadine cuando la fotografía de Susann apareció en la pantalla, “estaba
embarazada de dieciséis semanas en el momento del accidente.”

La fotografía de Susann quedó en la pantalla, labios curvados, ojos sonrientes.


Entonces la de él apareció otra vez, y la de Willow mientras Nadine continuaba
su reporte.

“¿Cómo nos descubrieron? ¿Cómo nos descubrieron con tanta rapidez?”

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“Sólido trabajo policial.” Dijo él quedamente mientras veía su sueño de una
vida en Alaska, una vida de paz, desaparecer.

Desaparecido, pensó él. Ninguna paz por venir. Ningún hogar. Ninguna vida
que construir.

“Pero nosotros hemos sido tan cuidadosos. ¿En estos momentos ellos tienen a
Mamá, no es así? Y a Lincoln y al mocoso.”

“Tu hermano,” le recordó Mackie. “Él es tu hermano, Will. Tu sangre.”

Algo feroz destelló en los ojos de ella, pero su padre no lo vio.

“Sí, ellos los tienen. ¿Tú limpiaste todo lo de tu dormitorio? ¿Cualquier cosa
que conecte con la agenda?”

“Te dije que lo hice.” El agravio se deslizó en su tono. Como si ella fuese a
dejar algo. Sus ojos, tan verdes contra esa piel suave y lisa, destellaron hacia él.
“No hay nada en mi dormitorio de allá. No soy estúpida.”

El asintió, se dirigió hacia la pequeña zona de la cocina, programó café para sí


mismo, y agarró una lata de Coca que era lo que ella prefería. “Es por esto que
planeamos el Plan B.”

“Pero, Papá…..”

“Will, la misión es primero. Tú entendiste eso. Te entrenaste para eso. Vamos


al plan alternativo y nos reagrupamos.” Él le dirigió una triste sonrisa.
“Necesitas cortarte el pelo, cariño, y ponernos en marcha. Te alcanzaré cuando
pueda, pero….. En el caso que yo sea capturado o muerto, tú sabes qué hacer.”

Él le puso una mano en el hombro. “Yo dependo de ti.”

Cuando ella asintió, él retrocedió. “Empaca, despeja todo, límpialo. Ambos nos
mudamos esta noche.”

“La conferencia de prensa. Necesitamos observarla. Necesitamos saber qué


están comunicando al público.”

El volvió a enorgullecerse. “Eso es correcto. Deja la pantalla encendida.”

Puede que Eve haya odiado las conferencias de prensa, pero ella sabía cómo
utilizarlas cuando eran ventajosas para ella. Si los Mackies no estaban
observándola en vivo, ellos la verían en las constantes repeticiones, en frases
cortas, los interminables comentarios de boca a boca.

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De manera que ella se aseguró de que los asesinos la escucharan bien.

“No estoy en libertad de divulgar los pasos investigativos que nos condujeron a
identificar a los sospechosos aparte de decir que la NYPSD ha concentrado a su
personal, su experiencia, y sus horas hombre en hacerlo desde el primer ataque
en el Parque Central.”

Uno de los periodistas se puso en pie de un salto. “¿No es cierto que el enfoque
y el personal adicional se añadieron a la investigación después de que un oficial
de la NYPSD fue asesinado?”

Eve no dijo palabra durante cinco segundos completos. “Ellissa Wyman, Brent
Michaelson, Alan Markum,” empezó ella, y nombre a todas las víctimas en el
orden de sus muertes. “Esas son las vidas tomadas, los seres humanos
asesinados. Me pregunto si los sospechosos conocen sus nombres, los miraron
a la cara, pensaron en sus familias. Nosotros lo hicimos. De manera que
guárdese sus comentarios idiotas para alguien que no ha estado de pie sobre la
sangre de los siete muertos. Nathaniel Jarvits sólo tenía diecisiete años. El
murió en su cumpleaños décimo séptimo. El oficial Kevin Russo, de veintitrés
años, fue asesinado mientras iba a ayudar a Nathaniel Jarvits, tratando de
protegerlo de más ataques. Mientras hacía su trabajo como un oficial de policía.
¿Quiere usted que le dé una descripción breve de cada víctima? Porque puedo
hacerlo si usted no tiene las pelotas para hacer su trabajo y reportar sobre
quienes fueron ellos.”

“¿Tiene usted un motivo?”

“Nosotros creemos que Mackie ha estado atacando a individuos conectados de


alguna forma con el accidente de Susann Mackie. Estamos persiguiendo
activamente esta línea de investigación.”

“Willow Mackie sólo tiene quince años. ¿Usted cree que ella fue tomada como
rehén por su padre?”

“Las evidencias no nos llevan a creer que Willow Mackie está siendo retenida
contra su voluntad o está siendo coaccionada. Y no se tome la molestia porque
no estoy en libertad de compartir esas evidencias con ustedes en este momento.
Ambos sospechosos son expertos y experimentados francotiradores. Reginald
Mackie entrenó a su hija en armas, en puntería. Siete personas han sido
asesinadas, más de cincuenta han sido heridas por lo que nosotros designamos
asesinos seriales de larga distancia. El ASLD es en el fondo, un cobarde. Hábil,
de sangre fría, pero un cobarde que mata a distancia, quien ve a su víctima
como nada más que un objetivo o una marca.”

“Reginald Mackie usó esa habilidad como un oficial de la NYPSD,” alguien


gritó.

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“La habilidad, sí. Los oficiales de Tácticas no son asesinos. Ni tampoco
apuntan a inocentes. Es su trabajo usar esa habilidad para proteger al inocente
y a otros oficiales. Y para detener una amenaza con un disparo efectivo del
aturdidor. Aniquilar esa amenaza sólo es ordenado cuando el riesgo para otras
vidas es demasiado grande.”

“¿Por qué las predilecciones de Mackie no se mostraron en sus evaluaciones?”

Antes de que Eve pudiera contestar, Lowenbaum se adelantó. “Esa es para mí,”
declaró él. “Teniente Lowenbaum. Yo era el oficial supervisor de Reginald
Mackie.”

Eve se mantuvo detrás. Lowenbaum fue claro, preciso, exacto. El soportó las
preguntas repetitivas con más paciencia que la que ella tendría.

Pero cuando ella ya había oído bastante, simplemente suficiente, ella se volvió a
adelantar otra vez.

“Si ustedes quieren presentar una historia que culpa al departamento por las
acciones de un oficial retirado, vayan y háganlo. Pero en este momento hay dos
sospechosos en fuga. Ustedes tienen sus nombres, tienen sus rostros. Tal vez
ustedes deberían presionar con sus llamados de trompeta a los derechos del
público para conseguir esta información allá fuera. Podría ser que eso salve
una vida. Estamos terminando esta sesión de manera que podamos ir a trabajar
y asegurarnos de que salvamos vidas.”

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Capítulo 10

Lowenbaum la alcanzó Eve se movía rápido la tomó del brazo. “Puede que
ellos tengan un punto.”

“¿Los periodistas? La mayoría de ellos sólo tienen un punto en la parte


superior de sus cabezas.”

“Yo no vi a un asesino, Dallas. Él era uno de los míos, y yo no vi lo que él era.”

“Porque no lo era.” Ella tenía que seguir moviéndose, pero también necesitaba
a Lowenbaum, y lo necesitaba firme. “Si eso estaba en él todo el tiempo, el
Ejército no lo vio, la NYPSD no lo vio, su antiguo Teniente no lo vio.
Evaluaciones no lo vio. ¿Qué te hace a ti tan jodidamente especial?”

¿Y en dónde está esa goma de mascar que siempre tienes?”

Perplejo, Lowenbaum la sacó de su bolsillo mientras se abrían camino a través


del laberinto de deslizadores hacia Homicidio. “¿Quieres?”

“No. Huele a púrpura. ¿Cómo es que masticas algo que huele a púrpura?”

Ya que estaba en su mano, Lowenbaum desenvolvió uno, y se lo metió a la


boca. “Yo solía fumar.”

“Y Mackie solía ser un policía bastante sólido. Las cosas cambian. Nuestro
trabajo es detenerlo, y después de eso es el territorio de Mira.” Ella se detuvo
afuera de su división, le echó un buen vistazo a él, y vio lo que veía en sí
misma. Cólera, frustración, y la adrenalina en guerra con un cansancio que
llegaba hasta los huesos.”

“¿Tácticas tiene escenarios, verdad, para contener ataques a través de la ciudad?


¿Estás utilizándolos?”

“Sí, y hemos estado ejecutándolos holográficamente desde el primer ataque.


Tengo a los técnicos corriendo probabilidades, dándoles la información
conforme la recibimos, tratando de proyectar cuándo y dónde él volverá a
atacar. Es algo serio.”

“¿Cuál es la sensación que tienes? ¿Una vez que vea que lo hemos identificado
y a su hija? ¿Hacer una pausa y reflexionar o seguir el programa?”

“Él ha tenido meses para hacer una pausa y reflexionar. Él va a querer matar a
tantos objetivos como sea posible.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“De acuerdo. Tenemos a todos menos a tres a los cuales él puede llegar. Habla
con tus hombres. Tal vez, sólo tal vez, él mencionó nombres.”

“He estado haciendo eso, pero voy a tratar un ángulo diferente.”

“Haz eso. Buena charla. Tengo gente para interrogar.”

Él lo dejó viéndose desconcertado, y entró a la división.

“Informes.” Espetó ella, haciendo que todos prestaran atención. “Younger


primero. Adelante.” Ella señaló a Baxter.

“Buena idea que Trueheart la ablandara. Ella vino buscando camorra,


puteando por un abogado, demandando bla, bla. ¿Y en dónde estaba su hija?
Trueheart le sugirió que se contactara con su hija, y las ganas de camorra
empezaron a tambalearse un poco cuando no fue capaz de comunicarse con
ella, cuando se contactó con el colegio y le dijeron que Willow ya no pertenecía
al colegio. Ella empezó a discutir con los de la oficina del colegio, pero ellos
tenían el papeleo con la firma de ella junto con la de Mackie.”

“¿Cómo reaccionó a eso?”

“Cabreada y asustada. Trueheart se las ingenió con ambas. Te la paso,” le dijo


a su compañero.

Trueheart cambió de posición en sus brillantes zapatos negros.

“Ella dijo que nunca firmó nada, y eso sonó cierto. Ella cree que Mackie
secuestró a su hija, de manera que trabajé eso. Emitimos una Alerta Ámbar, y
ella fue más cooperativa en proporcionar información.”

“¿Cómo qué?”

“Ella vio por última vez a su hija hace tres días, cuando ella se fue para pasar un
tiempo con Mackie. Ellas no se comunicaron, lo cual Younger declaró que no
era inusual. La relación con su hija había sido más bien tensa durante los
últimos meses.”

Trueheart vaciló, luego alzó un hombro. “Yo pienso que mucho antes que eso,
pero eso aumentó, se puso más difícil durante los últimos meses. La Sra.
Younger declaró que Willow idolatra a su padre, le tiene resentimiento a su
padrastro, resiente a su medio hermano, a menudo busca peleas con su
hermano menor y/o con su madre. La Sra. Younger siente que es una etapa,
pero ha tratado de persuadir a su hija y a Mackie para asistir a terapia familiar.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Trueheart volvió a mover los pies. “Ella lloró muchísimo, Teniente, declaró que
odiaba la obsesión de su hija, sus palabras, con las armas, pero ya que ese era su
único interés real y su desahogo, y una conexión con su padre, ella no quería
prohibírselo. No podía hacerlo, ya que la custodia compartida ponía a Willow
fuera de su supervisión la mitad del tiempo.”

“Resúmelo para mí.”

“Ella está asustada y se aferra a creer que Mackie tiene a la chica contra su
voluntad, o al menos está engañando a la chica. Pero…..”

“Finalízalo.”

“Yo pienso, creo, que ella le teme a su hija tanto como temer por ella.”

“Bien. Puedo usar eso. ¿Interrogatorio A?”

“Acabamos de hacer que la traigan. Ella esta cabreada otra vez,” añadió Baxter.
“Quiere irse a casa, no le gusta que los hayan traído y que la separaran de su
esposo e hijo.”

“Usaré eso también. ¿Quién interrogó a Marta Beck?”

“Nosotros lo hicimos.” Santiago desvió la mirada hacia Carmichael.

“Justo estoy escribiéndolo,” dijo Carmichael. “Ella recuerda a Susann Mackie, y


recuerda haber oído sobre el accidente, y haber acompañado al Dr. Michaelson
al funeral.”

“¿Ellos fueron al funeral?”

“No era algo inusual para Michaelson, de acuerdo con Beck. Cuando ellos le
presentaron sus condolencias a Mackie, él no respondió nada, parecía frío y
molesto, lo cual Beck consideró que era comprensible. Nosotros la
interrogamos sobre la cita de la Sra. Mackie el día del accidente, y Beck revisó
sus archivos. Era un chequeo standard la madre estaba bien de salud, el feto
progresando normalmente. Había habido una emergencia en el consultorio
más temprano, con una de las pacientes entrando en labor de parto. Mientras
esa paciente estaba viendo a la partera, Michaelson ayudó, y las citas fueron
retrasadas. Los archivos muestran que la cita de la Sra. Mackie se retrasó
cuarenta y tres minutos. A ella se le ofreció la opción de ver al asistente
personal o reprogramar su cita, pero optó por esperar.”

“¿A qué hora era su cita?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Programada para las doce quince. Ella no entró para el examen hasta cerca de
la una.”

“¿Eso consume el tiempo de descanso para almorzar, no es así? Uno


probablemente estaría apurado por regresar al trabajo. ¿Quién habló con su
supervisor el supervisor de Mackie en su trabajo?”

“Ella está en camino hacia acá,” le dijo Jenkinson. “Reineke y yo interrogamos a


Lincoln Stuben, el padrastro. El pinta una imagen más oscura de Willow
Mackie que la de su madre. Taimada, problemática, irrespetuosa. Dice que ella
es una mentirosa, declaró que ella una vez lo amenazó con un cuchillo y le dijo
que si se lo decía a su madre, ella clamaría que él había intentado violarla. Le
dijo que ella conocía formas de que lo creyeran. Y cuando lo creyeran, su padre
lo mataría.”

“¿Él se lo dijo a su madre?”

“Hizo algo mejor. El ocultó una cámara en la cocina, provocó a la chica para
que lo dijera otra vez, y le mostró la grabación a la madre. Cuando la
confrontaron, la chica respondió con beligerancia, se encerró en su cuarto.
Posteriormente ella se disculpó pero Stuben no se lo creyó como lo hizo la
madre. El matrimonio en este punto está inestable, y él se niega a dejar a su hijo
solo con la chica. Puede que sea resentimiento, pero él dice que Willow Mackie
no necesitaría ser coaccionada o manipulada en ser cómplice de homicidio.”

“Ellos le dieron un cachorro al niño en su último cumpleaños,” continuó


Reineke. “El chico estaba loco por él, dormía con él, él mismo lo llevaba a
pasear. Un par de meses después, el chico llega a casa del colegio, y ve a su
cachorro salir volando por la ventana del tercer piso, y cayó a sus pies. Cuello
roto. El chico estaba histérico, la gente se detuvo para ayudar alguien incluso
llamó a la policía. Unos minutos después se apareció Willow.”

“Nadie puede figurarse por qué la ventana estaba abierta, o por qué el perro fue
allá arriba, por qué saltó, pero esa es la manera en que se veía. Excepto que
Stuben está completamente seguro que Willow le quebró el cuello al perro, y lo
arrojó por la ventana cuando vio aproximarse al niño. Entonces salió por atrás,
y se dio la vuelta a la manzana.”

“Nada como practicar con cachorros y gatitos.”

“Tengo un poco más sobre la Sra. Mackie, si es de ayuda,” interpuso Peabody.


“He hablado con algunos familiares, algunos maestros, algunos empleadores y
compañeros de trabajo. La cuestión es que la Sra. Mackie era una mujer
agradable un individuo educado, de buenos modales. Una soñadora más que
realista. No tenía ambiciones particulares, ni seguir una carrera. Era más una
romántica que se veía a sí misma esperando que llegara su príncipe.

J.D.Robb Apprentice in Death


Bondadosa, suave, bonita, dulce, y un poco olvidadiza. Esos son los términos
que se escucharon más a menudo de varias fuentes.”

“Muy bien. Trueheart, ocúpate del niño el medio hermano. Reineke, lleva al
padre con él. Dejemos que Trueheart dirija al niño. Willow Mackie da la
impresión de ser del tipo que podría haber amenazado al niño, y mantenerlo
con miedo de contarle a alguien. Ella podría haberle dicho más a él,
fanfarronear algo. Peabody, conmigo. Nosotras estamos con Zoe Younger.”

“Younger es lo que podrías decir que es lo opuesto a la segunda esposa.” dijo


Peabody mientras se dirigían a Interrogatorios. “Tiene una carrera, es sólida en
ella. De acuerdo a la información en todo caso, es una tipo de persona más
práctica. Puede que ella no sea realista en lo que concierne a su hija, pero no es
una soñadora.”

“Más joven que Younger, y más suave, y alguien que lo veía como su príncipe.
Claramente, el accidente fue el resultado de su demora, no prestaba atención,
pero él no puede aceptar eso. Ella era su ideal, y allí tiene que culpar a
alguien.”

Ella se detuvo afuera de Interrogatorios A. “Trueheart la ablandó, utilizó lo


maternal. Yo voy a patearle el trasero.”

Eve ingresó. “Grabando. Dallas, Teniente Eve, y Peabody, Detective Delia,


ingresando a Interrogación con Younger, Zoe, con respecto a los casos H-29073
y H-29089. ¿Sra. Younger, le han sido leídos sus derechos?”

“¿Mis derechos? Yo no entiendo. Nosotros, yo fui traída para protección.”

“Correcto. Usted también está aquí para responder preguntas sobre su hija,
Willow Mackie, y su ex esposo, Reginald Mackie, los sospechosos principales en
siete homicidios. Tal vez usted ha oído acerca del ataque en la Pista de Patinaje
Wollman y de la masacre en Times Square.”

“Mi hija sólo tiene quince años. Su padre…”

“¿Le han sido leídos sus derechos?”

“No.”

“Peabody.”

“Es sólo el procedimiento Sra. Younger. Usted tiene el derecho en permanecer


en silencio.”

Mientras Peabody recitaba el Miranda Revisado, Eve daba vueltas por la sala.

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Entiende usted estos derechos y obligaciones, Sra. Younger?” preguntó
Peabody.

“Sí, los entiendo. Entiendo que tengo derecho a asesoramiento legal. Quiero
contactar con mi abogado.”

“Bien. Arregle eso, Detective. Hemos terminado aquí.”

“¡Quiero saber qué están haciendo ustedes para encontrar a mi hija!”

Eve miró hacia atrás, fría como el invierno. “Usted no responde mis preguntas,
yo no respondo las suyas.”

“Ella sólo tiene quince años. Su padre...”

“Dígaselo a su abogado.”

“Quiero que me lleven de regreso con mi esposo y mi niñito.”

“No me importa lo que usted quiera. Usted se quedará ahí sentada a esperar
por su abogado. Su esposo e hijo serán llevados a una locación segura, después
de que los interroguen. Usted permanecerá aquí.”

“¿Por qué está usted haciendo esto?”

“¿Por qué estoy haciendo esto? Le contestaré esa pregunta.” Eve agarró el
archivo que Peabody había traído, y lo arrojó sobre la mesa haciendo que se
abriera, esparciéndose las fotos de la morgue de las siete víctimas. “Ellos son el
por qué.”

“Ah Dios. Ah, Dios mío.”

“Hay una octava víctima en el hospital. Va a pasar un tiempo antes de que ella
pueda volver a caminar. Hay más de cincuenta que sufrieron heridas,
incluyendo un niño más joven que el suyo, con una pierna rota. Peabody, haz
los arreglos para el abogado, y luego te reportas conmigo.”

“Sí, señor.”

“Usted no puede creer que yo tuve algo que ver con esto.” Los ojos oscuros
brillaban con lágrimas y el shock. “Usted no puede creer que una niña de
quince años podría tomar parte de esto.”

“Sra. Younger, yo no estoy aquí para responder a sus preguntas, y como usted
ha invocado su derecho a asesoramiento legal, nosotras no tenemos nada que
decir en este momento.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Olvide al maldito abogado entonces.”

“¿Está usted cancelando su derecho a asesoramiento?”

“Sí, sí. Por ahora, sí.” Younger se presionó los ojos con los dedos, ojos del
mismo verde profundo que los de su hija. “Usted tiene que entender. Mi hija
ha sido secuestrada por su padre.”

Eve se sentó, esperó un instante mientras miraba fijamente a Younger. Delicada


piel morena, ojos verde oscuro, cabello negro peinado en una melena de rizos.

Y labios que temblaban.

“Usted no cree eso. Usted quiere creerlo, usted está tratando de convencerse a
sí misma de eso. Pero no lo cree. ¿Estaba su padre allí cuando ella amenazó a
su esposo a punta de cuchillo?”

“Yo, ella estaba comportándose mal.”

“Con un arma mortal. ¿Estaba su padre allí cuando ella mató al cachorro de su
hijo y lo arrojó por la ventana?”

El cuerpo de Younger se sacudió.

“Ella no lo hizo.”

“Usted sabe que ella lo hizo. Usted ha visto las señales. Usted ha estado en su
cama despierta por las noches temerosa de lo que ella pudiera hacer. ¿Dígame,
míreme y dígame cuándo fue la última vez que la dejó sola con su hijo?”

“Eso es porque ella es irresponsable.”

“¿Ella le ha hecho daño antes, no es así? Sólo pequeñas cosas. Él le diría a


usted que se cayó o que se golpeó el brazo o inventaría una excusa, pero usted
lo sabía. Usted no podía controlarla, de manera que trató de controlar todo lo
demás. Usted tenía que negar lo que ella es para poder vivir con ello.”

“Yo soy su madre. No me diga lo que ella es.”

“Entonces se lo mostraré.” Eve sacó del archivo copias de las listas, los planos.

“Este de aquí este es el que su ex esposo y su hija planearon. ¿Pero este? Este
es totalmente de ella. Mire los nombres. Su hijo está el primero en la lista. Su
hijo, su esposo, usted, luego el psicólogo del colegio, el director. La hermana de
su esposo.”

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“Lynda. ¿Lynda? No.”

“¿Y este? ¿Reconoce este? Es su colegio. Tácticas usa planos como este,
marcados de esta manera. Ella ha aprendido muy bien. ¿Cuántos hijos e hijas
ella podría matar, cuántos profesores, padres, inocentes?”

Los dedos de Younger temblaban mientras apartaba los papeles, mientras


juntaba las manos. “Esto, esto es de Mac, no de ella. Yo reviso su dormitorio y
su computadora todas las semanas. Yo los hubiese encontrado.”

“¿Como usted encontró el cajón de armas secreto en su cómoda?”

“¿Qué? ¿De qué está usted hablando?”

“¿En donde consiguió ella la cómoda de su dormitorio?”

“Esta…. Mac…. Él para su treceavo cumpleaños.”

“Esta tiene un cajón secreto diseñado para contener armas. Ella tenía pistolas
en su casa.”

“No, no. Yo no nosotros no permitimos….”

“Usted revisó su cuarto con regularidad. Porque usted le tiene miedo, porque
usted sabe, debajo de su negación, usted sabe de lo que ella es capaz. Nosotros
no encontramos esta lista en su computadora, en su dormitorio. O en el
apartamento donde Mackie vivía y ella vivía la mitad del tiempo. Nosotros la
encontramos oculta en la computadora de su hijo, un lugar adonde a usted no
se le ocurriría buscar.”

“¿Zach? ¿En la computadora de Zach?”

“En donde él hacía sus tareas escolares, se entretenía con sus juegos. Ella lo
marcó a él para morir. ¿Cuántos años tiene él?”

“Él tiene siete. Él tiene siete años. Ella lo odia.” Younger se cubrió la cara con
las manos. Las lágrimas se deslizaban a través de sus dedos. “Ella lo odia. Lo
puedo ver en sus ojos. Él es tan dulce, tan dulce y divertido y fácil de tratar,
pero ella lo mira con odio detrás de su mirada.”

“Ella creció en mi interior.” Bajando las manos, Younger las presionó contra su
estómago mientras las lágrimas caían por sus mejillas. “Yo apenas si tome un
sorbo de vino mientras ella estaba dentro de mí. Comí cosas tan saludables,
hice todo lo que el doctor dijo que haga. Tuve tantísimo cuidado, y cuando ella
nació, cuando la sostuve, prometí que siempre la cuidaría mucho. Yo la amaba,
tanto. La alimentaba con mi cuerpo, la bañaba, y le cantaba. Mac, yo sabía que

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él quería un niño, pero él era bueno con ella realmente bueno con ella. Él la
amaba, ¿entiende usted? Él era un buen padre, y entonces… él dejó de ser un
buen esposo. Aislado, frío, desinteresado en todo lo que yo estaba interesada,
aparte de Willow. Él dijo que deberíamos tener otro hijo, hacer el intento por
un niño, y yo quería otro hijo.”

“Pero no con él.”

“A él le molestaba mi trabajo, el tiempo que pasaba lejos de Willow. Me tomé


dos años como madre profesional, para darle ese tiempo a ella, para tomarme
ese tiempo, pero yo también quería mi trabajo. Aun así, me tomé otros seis
meses, y otros seis trabajando medio tiempo solamente. Ustedes son policías.
Ustedes no saben lo que es estar casada con uno.”

“Nosotras somos policías. Tenemos una muy buena idea. No es fácil.”

“Yo lo intenté. Pero él no me hablaba a menos que estuviera involucrada


Willow, y aún entonces…. yo amaba a mi bebé, pero necesitaba ser una persona
así como una madre, una esposa. Pero lo intenté. Me quedé en el matrimonio
más tiempo del que quería, porque teníamos una hija. Y cuando éste
finalmente terminó, ella también estaba molesta. Conmigo. Ella lo adoraba a él,
y yo destrocé nuestra familia. Pero por un tiempo, todo fue mejor. Ella tenía su
tiempo con él, sin que yo me interpusiera en el camino. Entonces…. ella apenas
tenía siete años cuando descubrí que él le estaba enseñando a usar armas.
Encontré un aturdidor en su cuarto, y peleamos por eso. Yo debería haber
luchado con más fuerza. Yo debería haber hecho algo más. Pero todo lo que
podía hacer era prohibirle traer armas a nuestra casa, y después, por un tiempo,
me dije a mí misma que era bueno que ella tuviese un interés uno que yo no
compartía. Ella entró en competiciones y ganó trofeos, así que me dije que era
un deporte. Ella no quería jugar pelota o correr o unirse a grupos del colegio,
de manera que este era su desahogo. Y si yo no trataba de interponerme en el
camino, ella sería feliz.”

Ella se secó la cara con las manos. “Lynda, yo trabajo con ella. Ella es mi mejor
amiga. Yo conocí a Lincoln mucho antes de que nosotros…. Nosotros no
empezamos a salir hasta después de que Mac y yo nos separamos. Le juro a
usted que nosotros nunca…..”

Ella se interrumpió, cerró los ojos. “Eso no importa en absoluto ahora. Es


verdad, pero no importa para nada. A Willow nunca le gustó Lincoln, aunque
él era amable con ella, trataba de conectar con ella. Me dije que ella cambiaría,
porque le juro a usted que él es un buen hombre. Entonces concebimos a Zach.
Ella estaba tan enfadada cuando se lo contamos. Yo todavía puedo verla
parada allí, apenas de ocho años, sólo un poquito mayor de los que Zach tiene
ahora, con sus manos cerradas en puños, sus ojos llenos de esa furia tan fría.

J.D.Robb Apprentice in Death


Ella dijo: ¡Yo nunca he sido suficiente para ti! Ella dijo, Dios, dijo: ¡Espero que
ustedes dos se mueran, entonces yo puedo vivir con mi Papá!

“¿Puedo…. lo siento, puedo tomar un poco de agua?

“Se la traeré.” Peabody se puso de pie, y salió.

“La Detective Peabody saliendo de Interrogatorios. ¿Sra. Younger, usted


consideró asesoramiento o terapia para Willow?”

“Sí, sí. Yo tengo una amiga, pero debido a que Willow y Mac estaban tan
enfadados y opuestos a la idea, hice que ella hablara con Willow de manera no
oficial, podría usted decir. Grace Woodward ella es una psicóloga. Problemas
de Ira, obviamente, problemas de transferencia de sentimientos. Quedamos en
hablar de la terapia como algo muy casual, y eso pareció estabilizar a Willow.
Ella no estaba interesada en Zach cuando él nació, pasaba más tiempo con Mac,
yo lo permití.”

Younger se estremeció, soltó un par de suspiros trémulos.

“Era más fácil. Ella nunca quería un verdadero tiempo de madre hija. Ella lo
hacía parecer como un castigo si yo la llevaba de compras o a un salón de
belleza o a un espectáculo. De manera que dejé de hacerlo, me dije que estaba
bien que ella no compartiera mis intereses o yo los de ella. Pero yo iba a
algunas de sus competiciones, hasta que ella me dijo que podía sentir mi
desaprobación y eso la molestaba. Me pidió que no vaya.”

Ella pausó cuando Peabody le trajo una taza de agua, la tomó lentamente. “Yo
estaba feliz cuando Mac encontró a Susann. Él estaba tan obviamente
encantado con ella, y ella era tan dulce, tan amable. Me preocupaba que
Willow pudiera resentirla, también, pero no pareció hacerlo. Yo pienso….
Francamente, yo pienso que eso era porque Susann era, no quiero decir débil,
eso suena como una crítica. Pero ella era suave, y poco exigente. No parecía
que Willow estuviera enfadada cuando Susann se embarazó, pero allí fue
cuando se metió en problemas en el colegio. Ella se negaba a hacer
asignaciones, les respondía mal a los profesores, amenazó a una de las otras
chicas con daño corporal. Nosotros estuvimos de acuerdo en el asesoramiento
del colegio….”

“Con Rene Hutchins.”

“Sí. Ah Dios, sí, con la Srta. Hutchins. Y pareció que Willow volvía a
estabilizarse. Mac se la llevó a un viaje de cacería al oeste, sólo ellos dos, y
todos sentimos que ese tiempo con él le demostraría a ella que no estaba siendo
reemplazada.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Entonces Susanna murió atropellada. Fue un tiempo terrible para todos
nosotros. Para Mac perder a Susann y al hijo que tanto querían. Ellos ya le
habían puesto el nombre de Gabriel, y entonces ellos ya no estaban. Ella me
gustaba mucho, en verdad me gustaba. Y admito que había esperado que el
matrimonio de Mac con ella, el tener otro hijo, el hijo que él siempre había
querido, ayudaría a borrar un poco el resentimiento que él todavía tenía hacia
mí. Hacia Lincoln. Él siempre era muy cálido y amoroso con Zach, pero el frío
volvería cada vez que lidiaba conmigo o con Lincoln.”

“¿Alguna vez la amenazó a usted o a su esposo?”

“Ah, no, no, nada de eso. Era resentimiento y desprecio. Yo podía sentir el
desprecio hacia nosotros dos, y quería esa terapia familiar, ya que sentía que
Willow le seguía en eso.”

“Pero usted dice que ella odiaba a su hermano, y Mackie era bueno con él.”

“Sí.” Ella volvió a cerrar los ojos. “Sí, eso es cierto.”

“¿Cómo cambiaron las cosas después de la muerte de Susann?”

“Mac estaba destrozado. Nadie podía culparlo. Willow quería pasar más
tiempo con su padre, y yo lo permití. Sentí que él la necesitaba, y que ella lo
necesitaba a él. Pero él empezó a beber demasiado, incluso cuando llegaba a
recogerla estaba borracho. Y tuve que decirles a ambos que ella no podía
permanecer con él bajo esas condiciones. Cuando la hice venir a casa, cuando
marqué ese límite, fue cuando el cachorro…. Fue entonces cuando sucedió
aquello.”

“Usted sabía que ella lo había hecho,” dijo suavemente Peabody.

Las lágrimas humedecieron sus pestañas cuando Younger cerró los ojos. “Yo
creía que ella lo había hecho. No podía probarlo, pero sí, lo sabía. Y ella sabía
que yo sabía. Yo estaba consolando a Zach. Él estaba llorando, y yo lo sostenía,
consolándolo, y alcé la vista. Ella estaba allí, observándonos. Y sonriendo. Ella
me miró a los ojos, sonrió, y yo tuve miedo.”

Ella bebió más agua. “Allí fue cuando yo empecé a revisar su cuarto. Yo nunca
encontré nada, y me odiaba a mí misma por ello, pero revisé su cuarto de forma
rutinaria. Hablé con Grace, ella se había mudado a Chicago, y ella me aconsejó
hacer lo que yo sabía de debía de hacer. Meter a Willow en terapia
estructurada. No pude.”

Ahora Younger usó sus manos para limpiarse las lágrimas, e hizo un esfuerzo
por enderezar los hombros. “Usted puede decir que soy su madre, y que ella
tenía que hacer lo que yo le decía que haga, pero su padre rehusó respaldarme,

J.D.Robb Apprentice in Death


y ella me advirtió que si yo presionaba en ello, ella acusaría a Lincoln por
abuso, ella iría a los tribunales, ella era lo bastante mayor para eso, y pediría
vivir con su padre. Ella podría ir a la policía, con su padre, y conseguir una
orden de alejamiento sobre Lincoln. Ella lo arruinaría. Traté de razonar con
ella, todos iríamos a terapia, pero ella no soltaba prenda. Estos últimos meses,
ella ha pasado más tiempo con Mac, y yo no interferí. Sus calificaciones
volvieron a subir, el problema en el colegio nunca volvió a ocurrir. Si las cosas
estaban tensas en casa, al menos ella no se comportaba mal o enfadada. Pero de
vez en cuando, yo levantaría la vista, y ella estaría allí parada. Sólo parada allí,
sonriéndome. Y yo tenía miedo.”

Young se volvió a disolver en llanto. “Lo siento, lo siento. No sé lo que hice o


dejé de hacer. Lo que yo debería o pueda hacer ahora. Ella es mi hija.”

“Sra. Younger, usted tiene otro hijo que proteger.”

“Lo sé. Lo sé.”

“Su hija es una psicópata, entrenada por un experto en la ciencia del asesinato.”

Cuando los sollozos de Younger aumentaron, y Peabody abrió la boca para


hablar, Eve sacudió la cabeza.

“Todas las señales están allí, toda la evidencia está allí. Todos los muertos están
allí. Necesitamos hacer parar a su hija y a su padre. Necesitamos evitar que
vuelvan a matar. Necesitamos encontrarla a ella, detenerla, y darle la ayuda
que ella necesita. ¿Adónde irían ellos?”

“Alaska.”

“¿Qué?”

“Mac en realidad habló de ir allá después de que Susann murió. Él estaba


borracho o tal vez drogado. Yo pienso que él ha estado drogándose también.
Pero había suficientes detalles para que yo supiera que él estaba pensando en
eso. El y Will, él nunca la llama Willow, se irían a Alaska cuando ella saliera del
colegio. Ellos vivirían de la tierra. Suena como conversación de borracho, pero
una vez yo encontré alguna información sobre Alaska en la computadora de
ella, como un reporte escolar, pero no lo era. Y la siguiente vez que miré, ella
había borrado todo.”

“Ellos no están en Alaska. Ellos están en la ciudad.”

“Yo no sé en dónde están, se lo juro.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Como una súplica, Younger alzó las manos. “Lo juro. Yo estuve casada con un
policía, y un policía ha sido asesinado. Yo sé lo que eso podría significar para
mi hija. Mac ha perdido la razón, Teniente. Perder a Susann y a su hijo lo ha
quebrado. Tal vez, no lo sé, tal vez algo de esto siempre estuvo dentro de él,
pero contenido. La forma en que Willow parece contenida la mayoría del
tiempo. Pero él se quebró, y él morirá tratando de terminar lo que empezó.
Willow tiene quince años. Usted recuerda los quince años, ¿cómo se sentía a los
quince? Uno se siente inmortal, y uno piensa que morir por una causa es
romántico, sin importar la causa que pueda ser. Yo no quiero que mi bebé
muera. Yo haré todo lo que pueda, decirle a usted todo lo que sepa.”

Ella respiró hondo.

“Sus manos tiemblan.”

“¿Las manos de Mackie tiemblan?”

“Sí, no siempre, pero va y viene. No lo he visto desde hace como un mes, pero
la última vez que lo vi, él se veía…. mal. Como frágil, tembloroso. Yo no he
sido la esposa de un policía desde hace mucho, pero no pienso que él pudiera
ejecutar esos disparos. Yo pienso, que Dios la ayude, yo pienso que él ha
entrenado a Willow para hacerlos.”

Ella bajó la vista hacia la mesa. “Yo quiero creer que es contra su voluntad,
pero yo sé que no es así. Pero él ha usado su amor por él, su admiración. Él la
ha hecho pensar que lo que ella está haciendo es heroico, es correcto, es lo que
su padre quiere y necesita. Ella es sólo una niña. Ella no es responsable.”

Sí, pensó Eve, ella lo es, pero lo dejó pasar. “¿Tienen ellos un restaurante
favorito, una pizzería? ¿Algún lugar adonde iban habitualmente?”

“No lo sé.”

“Usted dijo que ella competía, ganaba trofeos. Algún lugar adonde él la llevaría
para celebrar cuando ella ganaba”

“No lo sé. Ella no me quería allá, no quería compartir eso con Espere.
Divine's.”

“Helados.” interpuso Peabody. “Ellos tienen postres congelados y yogurt, pero


también tienen lo auténtico.”

“Sí. Willow adoraba ese lugar, adoraba sus helados de caramelo. Son caros, y a
menudo uno tiene que esperar hasta una hora para conseguir mesa, pero Mac y
yo empezamos a llevarla cuando era una niñita, y…. Yo supongo que debe de
ser su lugar. El la llevaría allí en ocasiones especiales.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Peabody, envía al Uniformado Carmichael y a la Oficial Shelby a Divine's, con
las fotos de las identificaciones, y los bosquejos.”

“¡Sí, señor! Peabody retirándose de Interrogatorios.”

“¿Hay algún otro lugar que le parezca a usted, otra rutina que ellos tenían?”

“El campo de tiro, el que está bajo techo en Brooklyn, no es el nombre. Y hay
algún otro lugar para tiro al blanco, bajo techo y al aire libre; ese está en Nueva
Jersey.”

Eve sacudió la cabeza. “¿Algún otro lugar menos estructurado?”

“Yo sé que él la llevó al oeste, Montana. Y yo pienso que fueron al oeste sin
decírmelo. Yo dejé de preguntar porque ellos mentirían, y Willow mentiría de
una forma que dejaba bien claro que mentía. ¿Usted tiene hijos, Teniente?”

“No.”

“Entonces usted no sabe lo que es fallar como madre.” Younger apartó la vista,
con una mirada derrotada. “Yo no sé cómo salvarla ahora.”

“Sra. Younger, nosotros vamos a hacer todo lo posible por encontrarla, por
arrestarla sin hacerle daño, por detenerla antes de que cause más daño. Lo que
usted me ha dicho puede ayudarnos a hacer eso. Voy a hacer que la lleven de
regreso con su familia. Vamos a llevarlos a todos ustedes a un lugar seguro
hasta que encontremos a Willow.”

“¿Podré verla, hablar con ella cuando usted la encuentre?”

“Sí.”

Pero puede que ella no le hable a usted, pensó Eve.

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 11

Eve no tenía tiempo para la histeria, y diez segundos después de ingresar a


entrevistar a Alyce Ellison ella deseó, amargamente, haberles dejado la mujer a
Jenkinson y Reineke.

“¿Por qué él está tratando de matarme?” El grito de Ellison le abrió a Eve una
ranura dentada a través del cráneo. “Yo no hice nada. ¡No le hice daño a nadie!
Alguien está tratando de matarme.”

“Srta. Ellison….”

“¡La policía vino a mi apartamento! ¡Yo ni siquiera terminé mi cena! ¡La gente va
a pensar que he sido arrestada! ¡Yo no hice nada! ¡Podría ser asesinada en
cualquier segundo!”

Mientras ella vociferaba, Ellison daba vueltas alrededor de la sala, moviendo los
brazos alternativamente como banderas, luego envolviéndolos alrededor de su
delgadísimo cuerpo como para mantener unido lo que había allí. Sus ojos
recargadamente delineados en azul reluciente, resaltaban en su angosto rostro.
Su boca extremadamente pintada de rojo brillante, nunca dejaba de moverse.

“Siéntese y acabe de una vez.”

“¿Qué? ¿Qué? ¿Usted se sentaría si su vida estuviese en peligro?”

“Señora, yo soy una policía. Mi vida está en peligro diariamente y yo sé cómo


sentarme. Observe esto.”

Para demostrárselo, Eve se sentó ante la mesa de Interrogatorios.

“¡Estar en peligro es para lo que le pagan! Alguien está tratando de matarme.”

“No en este momento, de manera que siéntese de una maldita vez. ¡Sentada!”
Espetó Eve.

“Usted no puede hablarme de esa manera.” Ahora las lágrimas empezaron, un


océano entre relucientes orillas. “Yo soy una ciudadana.”

“En este momento usted está desperdiciando el tiempo de los investigadores de


una serie de homicidios. Siéntese, cierre la boca, o váyase.”

“Yo no voy a ir a ninguna parte. Usted tiene que protegerme. Yo voy a… ¡voy a
demandar!”

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“Usted tiene que estar viva para demandar.” Eve se puso de pie, caminó hacia
la puerta, la abrió.

“Siéntese o váyase. Ahora.”

Ellison se sentó, disolviéndose en sollozos desesperados. “Usted es mala.


Usted es simplemente mala.”

“Yo puedo ser más mala porque los lloriqueos también desperdician mi tiempo.
Supérelo. Usted está viva y en custodia protegida. Nosotros planeamos
mantenerla viva y bien. ¿Quiere eso? Contrólese y conteste algunas
preguntas.”

“Yo no sé nada.”

“Usted conocía a Susann Mackie.”

“¡Yo no le hice daño a ella!” Ellison alzó su llorosa cara manchada. “Yo podría
haberla despedido, pero no lo hice. Le di otra advertencia, eso es todo.”

“¿Qué tipo de advertencia?”

“Acerca de llegar tarde, y acerca de olvidarse de revisar el stock, y acerca de


cuánto tiempo hablaba con los clientes. ¡No es mi culpa que la haya atropellado
un coche!”

“¿Cuándo le hizo usted la advertencia?”

“¿Cuál de las veces?” Ellison ahora sorbía por la nariz, soltó gruesas lágrimas
de sus centelleantes ojos. “Yo tenía que hablar con ella todos los meses, volver
a explicarle cuán irregulares eran sus evaluaciones porque ella nunca llegaba a
tiempo a trabajar o de sus descansos, y ella terminaría hablando con un cliente
por casi diez minutos en lugar de vender algo.”

“¿Por qué usted no la despidió?”

Ellison suspiró. “Porque cuando ella sí vendía, lo hacía realmente bien, y un


montón de clientes regresaban e iban hacia ella, especialmente. Y ella era
agradable, a uno sólo podía gustarle. Ella tenía muy buen ojo para la moda,
por lo que se veía bien. Ella siempre se veía bien, y ella podía, cuando no estaba
distraída soñando despierta, dirigir a un cliente hacia el perfecto atuendo o
accesorio. Ella me gustaba. Todos fuimos a su funeral. Yo lloraba y lloraba.”

Apuesto que sí, pensó Eve.

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“¿Usted le advirtió a ella él día que fue al doctor en su descanso para
almorzar?”

Esos brillantes labios rojos temblaron. “Tuve que hacerlo. Era día de
evaluación, y tuve que hacerlo. Le dije a ella que tenía que llegar a tiempo,
simplemente tenía que mostrar una mejoría en esa área. Ella dijo que lo sentía y
que lo haría. Ella siempre decía eso, y usualmente ella llegaría a tiempo por
unos cuantos días, incluso una semana después de la evaluación, y entonces….
Pero ese día, ella nunca volvió de su almuerzo.”

Ellison empezó a llorar otra vez. “Yo estaba tan enfadada. Nosotros estábamos
realmente copados, teníamos una venta importante, y yo estaba realmente
furiosa. La llamé a su enlace, y pasó a correo de voz y yo fui severa. Le dije que
si ella no me respetaba o al puesto lo suficiente como para volver de su
descanso a tiempo, ella simplemente no debería de regresar para nada. Yo no
sabía que ella estaba muerta.”

“Muy bien.” Ya que ahora estaba consiguiendo información, Eve suavizó su


tono. “Usted estaba haciendo su trabajo.”

“Yo lo ¡hacía! Si ella me hubiese dicho que tenía una cuestión médica, o si me
hubiese llamado, diciéndome que se estaba retrasando por eso, yo no hubiese
sido severa. Lo juro. ¡Yo no quiero morir! Yo sólo tengo veintinueve años.”

La información oficial de su identificación decía treinta y tres, pero Eve lo dejó


pasar.

“Usted no va a morir. ¿Habló usted con Reginald Mackie después del


accidente?”

“Nosotros, nosotros enviamos flores y una nota de condolencias. Y fuimos,


todo el grupo, al funeral.”

“Correcto. ¿Usted habló con él personalmente?”

“Yo simplemente no pude. No podía dejar de llorar.”

“¿Él le habló a usted, en algún momento?”

“No. Su, su hija…..”

“Willow Mackie.”

“Sí. Ella vino a la tienda. La reconocí porque había venido antes, para que
Susann la pudiese ayudar a encontrar ropa. Y ella se acercó a mí, justo en mi
cara, y dijo que yo tendría que lamentar que Susann estuviera muerta porque no

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fui una buena persona y la despedí. Como era que Susann y el bebé estaban
muertos porque no le pude dar el tiempo suficiente para ir al doctor. Y ella
dijo: Disfrute su trabajo de mierda y su vida de mierda mientras los tenga.”

“¿Cuándo sucedió eso?”

“Supongo que un mes después del funeral. Ella ni siquiera se veía enfadada o
alterada. Ella estaba como sonriendo todo el tiempo. Yo estaba realmente
alterada, y traté de decir que lo sentía, pero ella simplemente se marchó. Ella
empujó un exhibidor de camisetas cuando salía. ¡A propósito!”

“¿Alguna vez ella regresó?”

“No mientras yo estaba trabajando. Yo nunca volví a verla, hasta que vi su foto
en las noticias. Todo lo que yo podía pensar era que no me sorprendía.”

“¿Por qué es eso?”


“¿Bueno, yo dije cómo ella no se veía enfadada o alterada cuando vino y me
dijo esas cosas desagradables? Pero se le veía un poquito enloquecida. Darla
también dijo eso. Darla es una de nuestras mejores vendedoras, y ella estaba
justo allí. Ella vio todo lo que pasó, y dijo que esa chica tenía la locura en los
ojos.”

Eve se encaminó de regreso a su oficina, y Peabody salió caminando


rápidamente.

“¡Dallas!” Peabody se puso a trotar. “Acabamos de confirmar a los Mackies en


Divine en las tardes de ambos ataques. Ellos estuvieron hoy día en la grabación
de seguridad, en el mostrador ordenando, a las catorce”veinte”cinco.”

“¿Ambos?”

“Sí. La grabación de seguridad es un circuito de veinticuatro horas, de manera


que perdimos la oportunidad de atraparlos después del primer incidente, pero
mientras el Uniformado Carmichael revisaba la grabación, la Oficial Shelby
habló con algunos del personal. Dos de ellos recordaron a los Mackies, y el día
debido al ataque. Ambos concordaron en que ellos llegaron alrededor de un
cuatro para las cuatro. Justo después de la hora punta de la salida de los
colegios.”

“¿Ellos estaban cargando algo?”

“Yo….”

“¡Averígualo, averígualo ahora! ¿Él tenía alguna especie de estuche, o ella?


Mochilas, bolsos, maletas rodantes. Ahora, Peabody.”

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“Sí, señor.”

Eve fue directamente a su oficina, ordenó los resultados del DDE en el minuto
que los vio.

“En pantalla.”

Con las manos en las caderas, ella estudió los edificios resaltados en orden de
probabilidad. Ellos habían tenido suerte con el primer nido, pensó ella. Tal vez
esa suerte se mantendría.

“Ella tenía una mochila.” Peabody apareció en la puerta. “Eso es todo. Ni


maletas ni equipaje o bolsos de ningún tipo en la grabación. Solamente la
mochila. Los testigos no recuerdan ninguna maleta tampoco de ayer.”

“De modo que ellos fueron a su escondite luego del ataque, tuvieron tiempo de
guardar sus armas, y luego ir por un jodido helado. Consígueme una sala de
conferencias.”

“Tenemos la A. Whitney la tiene reservada para nosotros para el tiempo que


dure.”

“Sesión informativa, todo el mundo, en cinco minutos.”

“¿Quieres a los de DDE?”

“Dije todo el mundo.”

Eve agarró todo lo que necesitaba, se dirigió directamente a la sala de


conferencias. Ella actualizó el tablero, puso en pantalla el mapa del DDE, lo
dividió, y comenzó a asignar sectores a varios oficiales y detectives.

Ella echó un vistazo hacia la puerta, frunció el ceño cuando Roarke entró.

“No sabía que todavía estabas aquí.”

“No estaba, ahora estoy. Como ellos no me necesitaban, particularmente, en


DDE, hice algo de trabajo a distancia. Ahora estoy de vuelta. ¿Cómo puedo
ayudarte?”

“Yo no, en realidad, podrías poner un mapa en la otra pantalla, enfócate en un


lugar llamado Divine en el East Side.”

“Lo conozco. Al igual que tú, al menos sus productos.”

“Yo nunca he estado allí.”

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“Porque nosotros los tenemos almacenados en casa. Una de las ventajas de ser
el propietario.”

“¿Tu negocio?”

“En realidad, está a tu nombre.”

Incluso con la mente llena de detalles policiales, ella se quedó fría, parpadeó
hacia él. “¿Yo soy propietaria de una heladería?”

“Tú eres propietaria de lo que muchos consideran que es la mejor heladería de


la ciudad,” le dijo él mientras trabajaba.

“Nadie puede saberlo nunca.”

“¿Disculpa?” Distraído, él le echó un vistazo y vio su ceño fruncido. “¿Qué?”

“Especialmente Peabody. Nadie puede saber nunca que mi nombre está en una
importante heladería.”

“Veo que tendremos que cancelar nuestros planes para el Escarchado Teniente
Dallas, pero como tú quieras.”

“Tu, Esa es una broma. Ja”ja. Por qué estar mi nombre en No, después. Estoy
perdiendo mi concentración.”

“Entonces dime: ¿Qué tiene que ver Divine en esto?”

“Ellos van allí, los Mackies. Es su lugar de celebración. Ellos fueron allá
después de cada ataque.”

La diversión, la ligera curvatura de sus labios se desvanecieron. “¿Mata gente,


disfruta un banana split?”

“Algo así.”

“Tú has lidiado con algunos monstruos en nuestro tiempo juntos, pero esto….
Ellos son una raza aparte. Padre e hija, celebrando la muerte con helados
mientras las familias lloran sus pérdidas.”

“Él la recompensa a ella. El la entrenó, la ayudó a ser lo que es, de modo que él
la recompensa por un trabajo bien hecho. Estoy buscando su escondite. Si ellos
fueron a Divine, habiendo guardado sus armas primero, me inclino a que ellos
se esconden en un lugar dentro de una distancia razonable para ir a pie a la
heladería. De acuerdo a mi información, Divine ha sido su lugar desde que ella
era una niña.”

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Otros empezaron a llegar mientras ella hablaba. “Te voy a pedir que hagas una
investigación profunda en las finanzas de Mackie, pero incluso considerando su
pensión y los beneficios por la muerte de la esposa, él está pagando la renta de
dos lugares. Él ha tenido que adquirir todas las armas, las falsas
identificaciones. Eso tiene que estirar sus ingresos. De manera que es probable
que el escondite sea de bajo alquiler, tal vez uno de mes-a-mes. Es dudoso que
él lo haya tenido más de seis meses.”

“Dallas, el Uniformado Carmichael y la Oficial Shelby están en camino hacia


acá,” le dijo Peabody. “Ellos no estarán aquí hasta dentro de quince minutos al
menos.”

“Conéctalos al circuito a distancia. Ellos no necesitan venir aquí.”

“Conecten al Jefe Tibble,” ordenó Whitney mientras ingresaba.

“Yo me encargo de conectarlos,” Feeney se acercó a la computadora.

“Todos los demás presten atención a la pantalla uno. Noten los edificios
resaltados. Esos son los nidos potenciales para el ataque de hoy en el Times
Square. Noten sus sectores,” añadió Eve.

“En el primer ataque, los sospechosos usaron una habitación de hotel, un


ingreso convencional. Puede que hayan hecho lo mismo aquí. Ustedes
registrarán sus sectores, hoteles, albergues, edificios de oficinas, estudios. El
programa usado para determinar estas probabilidades también, como ven,
enlista probables ángulos y dirección del disparo. Ustedes tienen los pisos y
ángulos más probables.

“Registren todo, con minuciosidad. Hablen con los dependientes,


Acompañantes Licenciados, comerciantes, residentes, equipos de limpieza.
Ellos no escogieron el nido al azar, de manera que al menos uno de ellos lo
revisó previamente. Encuéntrenlo.”

Ella se volvió hacia la otra pantalla.

“Divine,” empezó ella.

“El mejor Camino Rocoso de la ciudad,” comentó Jenkinson, y luego se encogió


de hombros. “Sólo lo decía.”

“Queda constancia de tu aprobación. Aparentemente los sospechosos están de


acuerdo, aunque ella prefiere el helado de caramelo. Hemos descubierto que
los sospechosos se dieron el gusto después de ambos ataques.”

“Jodídamente fríos,” masculló Feeney. “Y no estoy hablando de los helados.”

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“Zoe Younger, la madre de Willow Mackie ha llevado a su hija a Divine
regularmente, como una recompensa. Ese patrón permanece aquí. El ataque en
la pista Wollman sucedió a las quince-quince. El de Times Square a las trece-
veintiuno. Los Mackies fueron captados en la grabación de seguridad del
Divine hoy día a las catorce-veinticinco. Y los testigos declaran que ellos
llegaron aproximadamente a las quince-cuarenta-y-cinco después del ataque al
Wollman. En ambos casos, Mackie no cargaba nada, y la hija sólo tenía una
mochila.”

“De forma que ellos dejaron el nido, fueron adonde sea que se escondan,
guardaron las armas. Luego salieron por el postre,” concluyó Baxter.

“Y consideren la coordinación de tiempo. En la tarde del ataque al Parque


Central. Ellos empacaron las armas, dejaron el hotel East Side, y fueron a
ordenar helados cerca de treinta minutos después de la hora de la muerte de la
primera víctima. Hoy día, el tiempo entre el ataque y la declaración de los
testigos de su llegada al Divine es más de una hora. Son treinta minutos más de
tiempo para que ellos viajen desde donde nosotros proyectamos que ellos
usaron un nido en el centro para el ataque al Times Square, a la ubicación del
Divine en el East Side para su celebración.”

“Se toma más tiempo llegar allí desde el centro,” empezó Santiago, “eso es un
factor. Pero ambas veces ellos dejaron las armas, las maletas. ¿Podría ser que
tengan su propio transporte?”

“No lo tenían,” dijo Lowenbaum. “Nunca supe que Mackie tuviese su propio
vehículo.”

“El Hotel East Side tiene un garaje para el estacionamiento de sus huéspedes,”
añadió Eve. “Los Mackies no registraron un vehículo allí.”

“Y a menos que él haya comprado uno, ese es tan seguro como nuestras
unidades en Tácticas,” añadió Lowenbaum, “No hay manera de que él dejara
armas dentro de un vehículo, estacionado en un garaje o en la calle. Si él tiene
transportación, él seguiría guardando sus armas en una ubicación segura.”

“Puede que él haya adquirido un vehículo recientemente, ya que planea


establecerse con su hija en Alaska cuando haya terminado aquí, pero estoy de
acuerdo en que un oficial entrenado no va a dejar un rifle laser en un lote de
estacionamiento mientras va a comprar helados.”

Una vez más, Eve gesticuló hacia la pantalla. “Lleva más tiempo viajar desde
cualquiera de las ubicaciones resaltadas en el centro hasta la heladería, añadan
a eso treinta minutos. Pero después del primer ataque, ellos llegaron al
mostrador, de acuerdo con el testigo, treinta minutos después de la hora de la
muerte de la primera víctima.”

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“Su escondite está en el East Side,” dijo Jenkinson. “Probablemente a corta
distancia de la heladería. ¿Usted dijo que era su lugar, un asunto de
padre/hija?”

“Eso está bien, y eso es correcto. De manera que nos concentramos en esa área.
De la Primera Avenida a Lex, de la Cincuenta y Cinco a la Quince. Eso pone a
la heladería en el centro de ese cuadrante. Ellos podrían haber caminado
fácilmente desde su nido en la Segunda Avenida a cualquier locación de esa
área.”

“Esas son un montón de puertas que tocar,” calculó Carmichael.

“Por lo cual los expertos en electrónica eliminarán los improbables mientras el


resto de ustedes encuentran el nido.”

“Nosotros tenemos objetivos potenciales en custodia protegida. Todos ustedes


deberían de familiarizarse con las grabaciones de las entrevistas conducidas
hoy día. Para resumir, resultó claro durante la entrevista con Zoe Younger, que
Willow Mackie presenta tendencias psicópatas, lo cual incluye matar al
cachorro de su hermano, amenazar a su padrastro con un cuchillo.”

“Al hermano también, señor.” Trueheart se sonrojó cuando ella se interrumpió,


y se volvió hacia él.

“Lamento interrumpir.”

“Olvida eso. Adelante.”

“El niño se desmoronó durante la entrevista.”

“Yo lo llamo abrirse,” corrigió Baxter. “Él se sintió seguro, y no lo había estado.
El sintió como que podía hablarle a Trueheart, y que Trueheart le creería.”

“Eso, y yo pienso que él sentía como si, su media hermana, no podría llegar a
él.” Trueheart dirigió la mirada al tablero. “El niño ha estado aterrorizado,
Teniente. Él dijo que a veces podía despertarse en medio de la noche y ella
estaba en su dormitorio, sólo allí sentada, mirándolo fijamente. Una vez le puso
un cuchillo en la garganta, lo desafió a que pidiera ayuda.”

“¿Él nunca se lo dijo a sus padres?”

“Él tenía miedo de hacerlo.”

Después de un momento, Trueheart soltó el aliento en un siseo. “Yo podía ver


lo asustado que estaba, Teniente. Ella dijo que tal vez él terminaría saliendo por
la ventana, estrellándose sobre la vereda como su cachorro. O tal vez su padre

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terminaría con la garganta cortada alguna noche si él no mantenía la boca
cerrada. O cómo su madre podría caerse por las escaleras un día, y cuando
vinieran los policías, uno de sus camiones de juguete estaría allí. Ellos lo
meterían a la cárcel por eso. Que ella se aseguraría bien de que así fuera. Él es
sólo un niño, señor. Él le creía a ella.”

“Él también tenía razón. Ella planeaba matarlos a todos ellos una vez que
completase la misión para su padre. Si alguien por aquí está pensando en ella
como una niña, que deje de hacerlo. Hasta que ella esté en una celda, ella es
mortífera. Cualquiera que esté pensando en Mackie como un compañero
policía, que deje de hacerlo. El y su hija son asesinos a sangre fría. Encuentren
el nido, compilen toda la información y las evidencias cuando lo hagan.
Cualquiera que esté asignado al campo, está descartado.”

“Feeney, haz todo lo que puedas para reducir el número de locaciones para el
escondite.”

“Lo tienes. ¿Tú quieres jugar?” él le preguntó a Roarke.

“Sí quiero.”

“Ven arriba cuando estés listo.” Levantándose, Feeney se metió las manos en
los bolsudos bolsillos.

“¿Tienes alguna sensación de que haya algo raro entre estos dos?”

“Yo pienso que siendo ASLD, Ah.” Eve se metió las manos en sus propios
bolsillos. “No, nada como eso.”

“Muy bien entonces, él va a querer un lugar con dos dormitorios. Ella tiene casi
dieciséis años, de manera que ellos tal vez compartan un nido, a plazo corto,
pero para un plazo más largo, probablemente de dos dormitorios. El tipo
quiere ir a Alaska, él probablemente esté tratando de ahorrar dinero de donde
pueda, así que como tú dijiste, nada lujoso. Sí, nosotros podemos reducir algo
el número. McNab, empecemos.”

“Justo yo estaba pensando.”

“Él hace eso.”

Con una media sonrisa, McNab se frotó el lóbulo de la oreja y parte del bosque
de aros de plata que llevaba en él. “¿Uno tiene que comer, verdad? Es un
padre soltero, y añádele que ambos están metidos allí para planear cómo matar
a todo un grupo de personas. Probablemente no cocinan mucho, incluso
aprovisionando el AutoChef con algo más que tus básicos bocadillos para
llevar.”

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“Comidas para llevar, entregas a casa,” dijo Eve con un asentimiento. “Pizza,
comida China, sándwiches, esos podrían ser lo más calificados. Y 24/7s y
carretillas.”

“Incluso pensando con su estómago, eso no está mal.” Feeney le dio un ligero
puñete a McNab.

“Añadiremos eso.”

“Lowenbaum, ¿tienes al Oficial Patroni a mano?”

“Lo traje de regreso conmigo. Hazme un gran favor, Dallas, no hables con él en
Interrogatorios.”

En su lugar, pensó Eve, ella habría pedido lo mismo por cualquiera de sus
hombres. “Hablaremos en la cafetería. Nosotros tres. ¿Por qué no vas y nos
consigues una mesa?”

“Te lo agradezco.”

“Peabody, quiero que chequees que todos los civiles que trajimos estén ahora
seguros. Y esto es la cuestión de la aguja en la pila de paja.”

“Pajar.”

“Lo que sea. Haz correr las iniciales de los que están todavía por ser
identificados contra todos los jodidos abogados de la ciudad. Empieza con los
que ponen anuncios, los que se especializan en demandas por lesiones
personales y homicidios por negligencia.”

“Esa es una agujita diminuta en un montón de pajares, pero estoy en ello.”

Con sólo Eve y Roarke en la sala, Whitney se puso de pie. “Teniente, OSN está
inquiriendo acerca de su investigación.”

Ella en verdad sintió que su columna se convertía en una barra de acero ante la
mención de la Organización de Seguridad Nacional. “¿Inquiriendo, señor, o
buscando quedarse a cargo de la investigación?”

“Diremos que inquiriendo con el concepto de quedarse a cargo de la


investigación.”

“Esta es una investigación por homicidio, Comandante.”

“Eso podría ser considerado terrorismo doméstico. Y, de hecho, está siendo


etiquetado así por muchos de los medios.”

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Parte de su cerebro podía haber estado pensando con furia Política, jodida
política, pero su tono se mantuvo frío y normal. “Puede que sea así, señor, pero
la evidencia claramente indica que el motivo aquí es el asesinato, y asesinato
con un objetivo. El resto es, o fue, nada más que un intento de cubrir el objetivo
específico.”

“Puede que sea posible usar algunos recursos de la OSN sin que ellos lleven las
riendas.”

“Respetuosamente, señor, siento que no tenemos el tiempo para saltar a través


de esos aros. Si llego a creer que esos recursos son más valiosos que ese tiempo,
o de que nosotros somos incapaces de adelantar en la investigación, yo le daría
la bienvenida a la ayuda.”

“Estoy de acuerdo. Este es su caso, Teniente. Y usted tiene la autorización para


todas las horas extras que considere necesarias. El propio papeleo de las
mismas tendrá que ser entregado de forma oportuna.”

“Sí, señor.”

“Atrápelos, Dallas. Atrápelos.”

Cuando él se marchó, Eve se presionó los ojos con los dedos. “Jodida OSN.
Jodido papeleo. Jodida mierda.”

“¿Has comido algo desde la mañana?”

“Por todos los cielos.”

El sacó una nutribar de su bolsillo. “Come esto y yo no añadiré jodido cargoso a


tu lista.”

“Está bien, está bien.” Ella rompió la envoltura, y la mordió con fastidio. Tal
vez el hecho de que algo tan blando tuviera un gusto delicioso significaba que
ella necesitaba la maldita parte nutrí de ésta.

“Y ya que de hecho no vas a querer el café para los policías, podrías tomar una
botella de agua durante la siguiente reunión. Yo estoy con Feeney, pero me
gustaría saber si vas a salir al campo.”

Él tomó su rostro entre las manos, la besó, duro y firme, y luego se marchó.

Con un suspiro, ella se terminó la nutribar medio deseando que tuviera otra
mientras estudiaba una vez más el tablero.

En la cafetería, ella vio a Lowenbaum en una de las mesas con otro policía.

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Vince Patroni, a mediados de los cuarenta, cabello oscuro cortado al rape sobre
un rostro de estructura afilada que pensativo miraba su taza de café. Ya que
Roarke tenía razón, ella fue por el agua, y casi se decepcionó cuando la máquina
expendedora soltó la botella sin problemas.

“Teniente Dallas,” comenzó Lowenbaum mientras Eve y Patroni se estudiaban


con la mirada. “Oficial de Tácticas Patroni.”

“La teniente dice que usted está cien por ciento segura de que es Mac.”

“Es correcto.”

“Y su hija, su chica.”

“Correcto nuevamente. ¿Necesita usted que le dé un repaso a los hechos?”

“No.” Patroni alzó una mano y se frotó los ojos con los dedos. “Ambos
estuvimos en el Ejército, Mac y yo, ambos éramos especialistas en armas,
entrenados en el uno nueve siete. Nosotros no entrenamos al mismo tiempo,
pero conocíamos a algunas de las mismas personas de ese entonces.”

“Ustedes conectaron.”

“Sí. Yo tenía un niño, diez años, de una relación que fracasó, y él tenía a Will.
Nosotros nos tomábamos una cerveza un par de veces por semana, veíamos un
juego, practicábamos en el campo de tiro. El llevaba a Will siempre que ella
estaba con él, al campo de tiro, quiero decir. La chica tenía una considerable
habilidad, quiero decir que ella era una asesina en el…”

Obviamente él oyó sus propias palabras. “Jesús.”

“Déjelo,” le dijo Eve. “¿Usted iba con ellos al campo de práctica con
regularidad?”

“Sí, no durante el año pasado más o menos, pero antes. Yo llevé a mi hijo unas
cuantas veces, pero él no está muy interesado. Quiere ser un científico. Y de
todas formas nuestros hijos no se llevaban bien.”

“¿Por la diferencia de edad?”

“No realmente. Owen, él se lleva bien con todo el mundo, viejos, jóvenes, lo
que sea, pero ella no le gustaba a él. Él me dijo después de un par de veces que
lo llevé conmigo que no quería estar con Mac cuando ella estaba allí. A él no le
gustaba cómo ella se veía. Yo estaba sorprendido, porque como dije él se lleva
bien con las personas. Yo le dije que cómo podía él juzgar a las personas por la
forma en que se veían. Pero él dijo que no era la forma en que ella se veía. Era

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por la forma de cómo ella miraba. A él, a las personas,” explicó Patroni. “Ella
tenía mucha maldad en sus ojos. Él dijo que cuando ella le disparaba a un
objetivo, ella veía personas, y le gustaba imaginárselas muertas.”

“Eso es bastante perceptivo para ser un niño.”

“Sí, bueno, él tiene eso, usted sabe, extra. Nosotros pensamos eso. Todavía no
lo hemos llevado para que lo examinen, tanto su madre como yo pensamos que
es muy joven para eso. Pero él tiene eso extra, de manera que cuando él dijo
que no quería pasar el rato con ella, yo dejé de llevarlo. Mayormente, yo pienso
que a Will no le gusta que nadie le quite la atención de su padre, y a Mac
realmente le gustaba Owen. Mac está loco por Will, no me malentienda, pero él
quería un hijo. Yo supongo que él piensa en Will de esa manera. Ella no es
muy femenina, ¿sabe usted?”

“Él se volvió a casar.”

“Sí, Susann era el amor de su vida, sin duda. Él dijo que Will también la
quería.”

“¿Él lo dijo?” Urgió Eve.

“Sí, bueno….” Luego de removerse en su asiento, Patroni miró su café con el


ceño fruncido. “Mi perspectiva es que Will estaba bien con Susann. Por lo que
yo podía ver Susann nunca se interpuso entre Mac y Will, ella los animaba a
pasar más tiempo juntos. Y él estaba menos tenso, más contento, con Susann.
Estaba en las nubes cuando Susann se embarazó. Cuando ella murió…. lo dejó
hecho pedazos, lo hundió en la oscuridad, caray, en lo más hondo. Bebía todas
las noches hasta quedar inconsciente. Yo no podía hablarle. Él se apartó de
todo y de todos salvo de Will. Yo lo saqué de los bares unas cuantas veces, pero
entonces él simplemente comenzó a beber en su casa, encerrado.”

“Tú no me informaste de ese comportamiento, Patroni.”

Patroni alzó la vista y miró a Lowenbaum. “Se puso mal luego de que usted
hizo que se tomara el permiso por dificultades, Teniente. Yo no vi qué bien
podría hacer el informar que él estaba bebiendo hasta enfermarse durante su
permiso. Y yo francamente no pensaba que él volvería al trabajo. Él no estaba
listo para volver a trabajar, Teniente, usted lo sabía. Él se recuperó un poco.
Fue muy cuidadoso en ello, pero todos nosotros lo sabíamos. Usted le dio
trabajo de escritorio porque usted lo sabía, y nadie se sorprendió cuando él
tomó sus veinte años de servicio y se jubiló. Pero después de eso, luego de que
presentara sus papeles, yo pienso que él hizo más que sólo embriagarse hasta
quedar inconsciente.”

Su ex esposa pensaba lo mismo, recordó Eve. “¿Qué más?”

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“Yo fui a verlo unas cuantas veces. Él había perdido muchísimo peso, se veía
enfermo. Le temblaban las manos, y sus ojos…. Incluso cuando recién se
empieza, incluso si te drogas poco, uno puede verlo en los ojos.”

“Usted piensa que se metió a consumir drogas,” dijo Eve.

“Maldita sea, Patroni, ¿por qué no me lo dijiste?”

“Él estaba retirado,” le dijo Patroni a Lowenbaum. “Usted ya no era su


teniente. Y yo no podía probarlo. Yo lo sabía por instinto, pero no podía
probarlo. Cuando intenté hablar con él al respecto, él lo negó. Yo volví un par
de veces después de eso, pero Will estaba allí, dijo que él estaba durmiendo,
dijo que ya estaba mejor, estaba recuperándose, y de cómo ella lo había
convencido de tomarse un tiempo lejos con ella, en el oeste.”

“Ella lo convenció.”

“A acampar, dijo ella, aire fresco, cambio de escenario. Ella lo tenía todo
planeado. El hecho es que él la había llevado a Montana, tal vez incluso hasta
Canadá un par de veces antes, y a Alaska tal vez más de dos veces.”

“¿Cuándo fue la última vez que usted lo vio?”

“Hace un buen tiempo, tal vez tres o cuatro meses. El dejó muy en claro que no
le gustaba que yo me dejara caer por su casa, y no pudiera decir, 'Oye, vamos
por una cerveza.' Yo lo llamé un par de veces para ver algún partido, o para ir
al campo de tiro, pero él me dijo que no, siempre tenía algo planeado con Will.
O ella podía contestar el enlace de él, y me decía que él estaba ocupado, que él
me devolvería la llamada, pero él no lo hacía.”

“¿Alguna vez él habló sobre vengarse por Susann?”

“No como diciendo voy a matar a un montón de gente. Él es mi amigo,


Teniente Dallas, pero yo soy un oficial de policía, y conozco mi deber. Si él
hubiese hecho serias amenazas o si yo hubiese sospechado….”

“Lo entiendo, Patroni.”

“Bien.” Él se pasó una mano por el pelo. “Cuando él todavía hablaba conmigo,
y estaba bastante bebido, él hablaba acerca de cómo alguien tenía que pagar.
Pienso que él contrató un abogado.”

“¿Qué abogado?”

“Él nunca lo dijo. Pero hablaba de contratar a uno. ¿Él decía cosas como que su
esposa y su bebé habían sido asesinados, y que en dónde estaba la justicia?

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Cómo él había servido a su país, servido a esta ciudad, pero a nadie le
importaba un carajo el que su esposa y su bebé sean asesinados. Yo podría
disuadirlo. Diablos, revisé minuciosamente el informe del accidente, la
reconstrucción. Incluso hablé personalmente con Russo y los testigos. Fue un
accidente, una maldita tragedia, pero un accidente. Cuando él estaba sobrio, yo
le hablé con franqueza acerca de eso. El ya no quiso hablar mucho conmigo
después de eso.”

“¿Sabe usted cuándo él se mudó?”

“No sabía que lo había hecho, pero pensé, por la forma en que me rechazaba,
por cómo Will me bloqueaba, que él simplemente seguiría adelante. Él no
quería contactar conmigo, con cosas o personas que le recordaban lo que había
perdido.”

“¿Alguna vez él habló de mudarse?”

“Seguro, él lo hacía. Él tenía esta cuestión acerca de Alaska, hablaba acerca de


dirigirse hacia allá cuando Will tuviera dieciocho años, eso fue antes de Susann.
Después de Susann, hablaba sobre una granja en algún lugar. Siempre un
sueño sobre salir de la ciudad, vivir de la tierra.”

“¿Pero nada acerca de mudarse dentro de la ciudad? Él tenía una esposa y un


bebé en camino.”

“Correcto, correcto.” Patroni cerró los ojos mientras recordaba. “Sí, sí, ellos
estaban ahorrando. Sí, sí, recuerdo acerca de eso. Susann iba a tomar la ruta de
la madre profesional. De hecho, ella realmente quería renunciar a su trabajo y
comenzar a anidarse o lo que sea. Pero él decía que necesitaban sus ingresos
por unos cuantos meses más de manera que pudieran conseguir un lugar más
grande. Ellos habían visto algunas casas, de bajo costo, lugares que necesitaban
trabajo. En el East Side recuerdo eso porque eso mantendría a Will en el mismo
colegio, seguirían de alguna manera en el mismo vecindario. Y Mac estaba
hablando sobre presionar para tener la custodia total de ella. Alrededor de la
Tercera Avenida, tal vez. O Lex. Pienso que esa era el área, en los Veintes o al
sur de allí, uno de aquellos antiguos lugares después de las Urbanas que fueron
abandonados. Mayormente una porquería, pero uno podía conseguirlos
bastante baratos. Ah, ellos querían algo en donde pudieran llevar a pasear al
bebé a un parque o patio de juegos. Allí era en donde estaban buscando.”

“¿Compra o alquiler?”

“Ellos querían comprar, o intentar uno de esos contratos de alquiler con opción
a comprar. Usted puede hacer eso con esos post Urbanas, o él decía que se
podía. Yo suponía que sí, porque son cajas prefabricadas, en su mayoría se
están derrumbando a menos que alguien vaya y meta un montón de dinero y

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tiempo en ellas. Yo mismo viví en una, Lower West, cuando estaba en mis
veintes. Juro que el lugar se mecía con un viento fuerte. Pero sí, eso era lo que
ellos querían. Una inversión hasta que lo arreglaran, hasta que él pudiera
presentar sus papeles, y se mudaran a esa granja. Yo suponía que eran sueños
imposibles, pero un hombre puede tenerlos.”

“¿Alguna cosa más, algo que él dijo, alguien más al que él culpaba? ¿Esas
iniciales JR y MJ, significan algo para usted? JR, MJ,” repitió ella. “Estos dos
nombres están en su lista, y hasta ahora no han sido identificados.”

“El dejó de hablar conmigo acerca del accidente después de que hice mis
averiguaciones y le hablé al respecto, él no quería hablarme sobre ello. No hay
nadie que yo pueda espere, ¿'MJ'? No veo cómo esto podría, él podría….”

“¿Quién?”

“Tal vez Marian. Marian Jacoby. Ella tiene un hijo que va al colegio de Will.
Divorciada. Susann nos emparejó una vez, nosotros nos citamos un par de
veces, simplemente no salió de esa manera. Ella trabaja en el laboratorio. Ella
es una técnica de evidencias en el laboratorio.”

“Espere.” Ella sacó su enlace. “Peabody, Marian Jacoby, técnica de evidencias.


Encuéntrala, que sea cubierta y traída aquí. Ella es una potencial.”

“Yo no sé por qué él iría tras ella,” empezó Patroni.

“Tal vez él se acercó a ella, tal vez ella trató de hacerle un favor, ejecutó una
reconstrucción en su propio tiempo, estudió la evidencia, los informes, y le dijo
lo que él no quería escuchar.”

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Capítulo 12

Eve se dirigió a toda prisa al DDE, llamando a Berenski mientras se abría


camino en los deslizadores.

“Marian Jacoby. ¿En dónde está ella?”

“Oye, estoy haciendo horas extras en tu caso. Cómo diablos voy…..”

“¿Ella está en el laboratorio?”

“Repito, cómo diablos voy….”

“Averígualo. Ahora.”

“Jesús, ella está de turno este mes, así que ella debe de estar aquí. Si ella está en
el campo….”
“No, justo en este maldito instante.”

Su rostro con el ceño fruncido llenó la pantalla de ella mientras él recorría el


largo de su consola en su taburete rodante. “Sí, sí, ella está por aquí. ¿Qué
carajo?”

“Levanta el culo, anda a buscarla y llévala a un lugar seguro. Estoy enviando


policías a recogerla.”

“Tú piensas que vas a venir aquí y arrestar a una de mis….”

“Ella puede que sea un objetivo, Berenski. Ella conoce a Mackie, y puede ser
uno de sus objetivos. Mantenla a salvo y segura hasta que mis policías lleguen
allá.”

“Hecho.” El ceño fruncido se volvió un gruñido, y su rostro se emborronó


cuando se puso de pie.

“Nadie se mete con uno de mi personal.”

El cortó la comunicación, y con su enlace todavía en la mano, Eve eludió el


ruido y el color de la central del DDE y se dirigió a toda prisa a su laboratorio
con paredes de vidrio.

“Marian Jacoby, objetivo potencial. Está siendo asegurada en este momento.


Eso deja a uno. Apartamentos, condos, casas, East Side, probablemente en los
Veintes o por debajo, los descartados post Urbanas. Probablemente la Tercera,
posiblemente Lex.”

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Ella contuvo el aliento mientras Feeney inmediatamente empezaba una
búsqueda y escaneo. “Finanzas,” ella le dijo a Roarke. “Ellos estaban
ahorrando para comprar.”

“Puedo decirte que él prácticamente vació su cuenta el dieciocho de


Septiembre, y tomó la suma total de su pensión sólo la semana pasada. Él tenía
una póliza de seguro de vida a nombre de su esposa por doscientos cincuenta
mil dólares, duplicada por muerte accidental, y ahorros previos de doscientos
mil y sencillo. Con la suma total de su pensión, él tiene más que suficiente para
un pago inicial, ¿pero eso no sería tonto?”

“Puede que él no esté pensando con claridad, pero yo estoy de acuerdo y me


inclino hacia un alquiler. Incluso si él no está pensando con claridad, está
quedando claro que la hija sí lo hace, en su propia forma retorcida. Otras
cuentas, él debe de haber puesto el dinero en algún otro lugar.”

“Trabajando en ello.”

“Nosotros hemos eliminado algunos edificios y locaciones.” Mientras


trabajaba, Feeney hizo un gesto hacia una pantalla en donde Eve vio numerosos
edificios oscurecidos. “Nos centramos en los prefabricados post Urbanas, y
eliminamos más.”

Asintiendo, ella respondió su enlace, vio a Gilipollas.

“La tengo, en mi oficina. Ella está cagada de miedo.”

“Ponla en pantalla. Jacoby.”

“Ten…Ten…Teniente, yo….”

“Contrólese. Usted está a salvo, va a mantenerse a salvo. Usted conoce a


Reginald Mackie.”

“Teniente, por favor, mi hijo. Mi hijo está solo en casa, sólo con el droide
doméstico. Mi muchacho.”

“Nos encargaremos de eso. McNab, despacha personal de protección a la


residencia de Jacoby. Jacoby, en el momento que terminemos, contacta con tu
hijo, dile que espere a los oficiales. Dile que pida ver su identificación antes de
que los deje entrar.”

“Él sabe eso, él ya sabe eso. El no dejaría….”

“Bien. Usted conoce a Reginald Mackie.”

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“Sí, mi hijo y su hija tienen algunas clases juntos. Yo conocí a su esposa,
Susann. Yo…”

“¿Él se acercó a usted, pidiéndole que investigue el accidente?”

“Él estaba desesperado, sufriendo. El…”

Antes de que Eve pudiese detener las excusas, ella oyó la voz de Berenski. “Sí o
no, Jacoby. Nadie te va a electrocutar por ello. Cierto y breve. Ahora.”

“Sí, él se me acercó, me lo pidió. Yo hice la reconstrucción en mi tiempo


personal, e hice correr la evidencia, analicé los informes, todo. Yo tuve que
decirle que simplemente no era culpa de nadie. No le dije que fue culpa de
Susann, pero esa es la verdad. Él estaba enfadado, me acusó de estar
encubriendo las cosas. Entonces él se disculpó. Él no lo hacía en serio, pero se
disculpó. Desde entonces no lo he visto ni hablado con él.”

“Muy bien, usted está a salvo, su hijo está a salvo. ¿McNab, los nombres de los
oficiales?”

“Task y Newman despachados. Hora de llegada en dos minutos.”

“Task y Newman, asegúrese de que él verifique a esos oficiales. Estarán en su


puerta en dos minutos.”

“Gracias. Gracias.”

“Use su propio enlace,” dijo Berenski, arrebatándole el suyo. “Para que su hijo
lo reconozca. Atrapa a ese loco hijo de puta, Dallas, antes de que apunte hacia
alguien más en mi casa. Mierda, antes de que me tenga a mí como objetivo.”

“Estamos acercándonos.”

Ella cortó la comunicación, se pasó una mano por el cabello.

Turno de tarde, pensó ella. Gilipollas también estaba haciendo horas extras.
Ella hizo una nota mental para al menos no darle mucha importancia la
próxima vez que se comportara como un gilipollas.

“Trabajando en posibles en la Segunda,” anunció Feeney.

“Todavía eliminando en Lex,” informó McNab.

“Envíenme la información.” Roarke trabajaba un teclado con una mano, y una


pantalla con la otra. “La incorporaré en las finanzas y en las identificaciones.”

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Cuando su enlace volvió a sonar, Eve retrocedió alejándose de sus parloteos.

“Jacoby asegurada, y siendo transportada a una casa segura. Los oficiales están
con su hijo ahora,” anunció Peabody. “Nadie ha dado con el nido hasta el
momento.”

“Consígueme una consulta con Mira.”

“Si quieres decir ahora, Dallas, son casi las doscientas horas. Ella no está en su
oficina. ¿Quieres que la contacte en su casa?”

“Eso puede esperar.” Ella ya tenía una buena imagen de la dinámica de


Mackie. “Cualquiera que no haya tenido un descanso para comer que se lo
tome treinta minutos. Seguiremos con la búsqueda del nido a las doscientas
veinte horas.

“Que todos los oficiales y detectives se reporten para una sesión informativa
completa a las cero siete treinta. Hasta esa hora, todo el mundo queda en
estado de espera.”

“Haré los contactos. ¿Tú estás en el DDE? ¿Puedes usarme para algo allá?”

“Yo siempre puedo usar al Cuerpazo,” dijo McNab.

“Awww.”

“Córtala.” Eve caminó por el laboratorio. “Tenemos un objetivo sin


identificar.”

“Estoy haciendo correr las iniciales, de hecho eliminé a algunos abogados con
ellas. Hay tantísimos malditos abogados,” añadió Peabody. “Y asistentes
legales, y picapleitos, y abogados inhabilitados, y los que acaban de pasar a la
barra…”

“Mantente en eso. Toma un maldito descanso para comer, pero sigue con ello.”

Ella paseó por el laboratorio un poco más.

“Cinco fuertes posibles. Tres abarcando la Veintiuno y la Quince, entre la


Segunda y Tercera. Dos en la Tercera y la Dieciocho.”

Ella se volvió hacia Feeney, comenzó a escanear la información.

“Dos en Lex, entre la Diecinueve y la Catorce,” añadió McNab. “Otras dos


entre Lex y la Tercera, una en la Veinte, una en la Dieciséis.”

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“Dos apartamentos, dos casas, un ático sobre una tienda minorista.”

“Yo tengo dos apartamentos, dos casas,” dijo McNab.

Eve escaneó la información. “Veamos las casas primero. Más privacidad, y uno
están en control de la seguridad. Identificación de los inquilinos.”

“En pantalla.” Eve frunció el ceño ante la primera foto de identificación cuando
Feeney la subió, y luego a McNab. “No es Mackie. Veamos las otras.”

“Nada.” McNab agarró su refresco, y sorbió un poco. “Nos moveremos más al


sur, y al este en la Segunda.”

“Espera un minuto. La casa en la Tercera. Vuelve a subirla, Feeney. Gabe


Willowby,” murmuró Eve. “Willow, Willowby. Younger dijo que él y la
segunda esposa escogieron Gabriel como nombre del niño.”

Los ojos caídos de Feeney se iluminaron. “Jodídamente organizado.”

“Demasiado. No es Mackie en la foto de la identificación, pero miren la


información. Su altura. Su rango de edad, el color de ojos.”

“Es bastante fácil crear un duplicado de la identificación, uno que salte en una
búsqueda,” comenzó Roarke. “Y tener otro usando el mismo nombre, y que
coincida con su rostro.” Él sonrió. “O eso he oído.”

“Sí, apuesto que sí. McNab, ejecuta un nivel tres completo en Willowby.” Ella
sacó otra vez su enlace. “Cancela los descansos para comer. Todo el mundo
que se reporte en la Central para una sesión informativa completa. Acabamos
de encontrar una brecha. Envíenme todo lo que consigan,” dijo ella mientras se
volvía hacia la puerta. “Sala de Conferencia A, tan pronto como puedas.”

Deseando tener el pase al elevador de Whitney, Eve tomó los deslizadores. Y


como el deseo la hizo pensar en Whitney, ella llamó a su comandante, a su casa,
luego a Lowenbaum, todavía en la Central.

Peabody corrió para darle alcance cuando Eve saltó fuera del deslizador y salió
disparada hacia la sala de conferencias.

“¿Qué brecha?”

“McNab está ejecutando un nivel tres en un tal Gabe Willowby, dirección en la


Tercera Avenida. No es la cara de Mackie, pero la misma descripción general.”

“Willowby. Ese nombre, Pienso que ese nombre resaltó en una de mis
averiguaciones de viajes.” Peabody sacó su computadora personal para revisar

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mientras entraban a la sala de conferencias. “Sólo necesito, Sí, sí, Willowby,
Gabriel, y su hijo menor de edad, Colt, en la lista de pasajeros para un viaje en
transportador a Nuevo México en Noviembre.”

“¿Colt? Ese es el nombre de un fabricante de armas. Ella está haciéndose pasar


por un muchacho. Pon a Colt Willowby en pantalla.”

“Esa no es ella,” dijo Peabody cuando la tarea fue hecha, “pero…”

“Color de cabello y ojos, un cambio fácil. Pero este muchacho podría ser su
primo. Su primo de la misma edad, la misma altura y peso. Ejecuta un nivel
tres en esa identificación, usa tu computadora personal. Yo necesito la
computadora.”

“¿Qué estás haciendo?”

“Ejecutando un reconocimiento facial en la identificación del muchacho,


veamos si algo salta.” Mientras eso se ejecutaba, Eve estudió el tablero, se
paseó enfrente de él. “El tendrá múltiples identificaciones para ambos. Cobró
su pensión y recibió un pago del seguro por la muerte accidental de la esposa.
¿Él podía permitírselos, o un veterano de veinte años? Puede ser que él sepa
cómo generarlos.”

“Es más posible que la chica pueda.” Peabody se encogió de hombros. “Los
chicos son más rápidos con la tecnología, tecnología en evolución, y un
adolescente siempre está interesado en identificaciones falsas, unas que pasarán
el nivel uno en todo caso. Como lo hizo éste.”

“De cualquier manera, él tendría más de uno. Alquilar el lugar, viajar un poco
usando éste. Otro viaje usando otro. Si él tiene una cuenta para sus finanzas,
está en otro. Tarjetas de crédito, cuenta del enlace. Mézclalo todo.”

Ella se dio la vuelta cuando la computadora dio una señal. “Hay un rostro, y
Colt Willowby es en realidad Silas Jackson, dieciséis años, de Louisville,
Kentucky. Olvida esa búsqueda, los tenemos. No, déjala correr, mientras más
evidencia tengamos es mejor, pero usa la computadora ahora para que me
consigas todo lo que puedas sobre la propiedad de la Tercera Avenida.”

“Yo tengo eso para ti,” dijo Roarke mientras ingresaba. “Ya te lo envié.”

“Útil. Peabody, súbelo.”

“También ejecuté un reconocimiento facial en Willowby, quien en realidad es


Dwayne Mathias, cincuenta y tres años, de Bangor, Maine.”

“Eso es pensar como policía.”

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“Y tú me insultas,” dijo él, pasándole un dedo por la hendidura de su barbilla,
“cuando tengo en camino una docena de pizzas.”

“¡Pizza!”

Eve le dio a Peabody y a su baile feliz una mirada de soslayo.

“Nadie tuvo ese descanso para comer,” señaló Peabody. “Yo agarré una barra
de yogurt, pero eso es todo.”

“Y es posible que los policías hambrientos cometan errores,” concluyó Roarke.

“Yo pensaba que estar hambriento te mantenía delgado y perverso. Me estoy


sintiendo perversa.” Eve echó un vistazo a los planos en pantalla. “Pero la
pizza suena bien.”

Pensar como policía, reflexionó ella, y él había hecho el trabajo más rápido que
ella. Además de la pizza. Difícil quejarse.

“Duplex de tres niveles,” observó ella. “Baños en el primero y segundo


solamente, así que yo diría: Mantener el primer nivel limpio, ellos van a pedir
entregas a domicilio, no quieren que las armas o los planos estén a la vista,
dormir en el segundo, usar el tercero para sesiones de estrategia, almacenaje.
Salidas de emergencia, en la parte trasera, y acceso potencial por la azotea. El
tercer dormitorio del segundo piso también puede ser usado para trabajar. El
subterráneo está cerca, o escapar si necesitas escapar. La parada de autobuses
es conveniente. Es una buena locación, un buen cuartel general.”

“Uno que está mostrando su edad,” añadió Roarke, “y los efectos de una pobre
construcción. Willowby lo alquiló con una opción, y como el precio que piden
es fácilmente cincuenta mil dólares más de lo que vale, yo concluiría que él no
se molestó en negociar.”

“El no planea comprarlo.”

“Estoy de acuerdo con eso. El alquiler es bajo en todo caso.”

Lowenbaum entró, miró las pantallas. “Lo tienes.”

“Lo haremos.”

“Entonces pongámonos a trabajar.”

Los policías llegaron del campo minutos antes que la pizza. Eve permitió el
ataque de los lobos, Roarke tenía razón, los policías tenían que comer, y los
puso al día mientras comían.

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“McNab, los resultados de tu nivel tres.”

El engulló un considerable bocado de pizza, bien cargado.

“La identificación pasó a través de un nivel uno standard, y podría haber


pasado un chapucero, e incluso un descuidado nivel dos, pero se rompió como
un huevo en el nivel tres. Es una identificación totalmente falsa, Dallas, pero
una decente. Nadie aparte de las fuerzas de la ley ejecuta un nivel tres y
entonces generalmente sólo cuando está involucrado un crimen importante.”

“Lo mismo en el segundo sospechoso,” interpuso Peabody. “Al igual que el


primero que el sospechoso usó para ingresar al hotel.”

“Eso lo mantiene limpio, establece un patrón. Peabody, solicita la orden de


registro ahora. Vamos con la misma operación que antes. Lowenbaum tiene a
su equipo en su sala de preparación. Los de DDE se pondrán en camino,
usando sensores para informarnos si los sospechosos están dentro. Hay un
estudio de arte en el lado oeste de la Tercera. McNab y Callendar se instalarán
allá.”

“Lowenbaum.”

Él se levantó, usó un puntero laser para resaltar las posiciones proyectadas de


sus hombres. “Patroni entrará al estudio con McNab y Callendar. Él solicitó la
asignación,” le dijo Lowenbaum a Dallas. “Él es uno de mis mejores hombres.
Él lo hará bien.”

“Muy bien entonces, a equiparse. Peabody, nosotras vamos con el DDE.”

Esta vez ellos llegaron en la oscuridad, luego de un largo día de cacería.


Mientras viajaban a través de la ciudad, Eve repasó cada paso, tratando de
calcular todas las posibilidades.

“El querrá proteger a su hija,” dijo Roarke, pero ella sacudió la cabeza.

“Él no está dirigiendo la orquesta, él sólo piensa que lo hace. Puede que ella
actúe como la alumna, la aprendiz, pero ella es la que lleva la batuta ahora. Tal
vez ella la ha estado llevando desde hace un buen rato.”

“¿Tú los vez como dispuestos a morir por esto?”

“Ella no quiere morir, ella quiere matar. Él tiene una misión, aunque sea una
mierda de misión, y probablemente moriría por ella. Pero ella no se hubiese
detenido allí. Ella quiere matar. Nosotros tenemos a todos los objetivos menos
a uno. Nosotros los atrapamos aquí, o ella encontrará a ese último objetivo.
¿Entonces? Ella puede esperar. Ella es joven, tiene recursos, tiene

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identificaciones, y posiblemente puede conseguir más. ¿Cuánto tiempo
podemos tener protegidos a todos los objetivos tras los cuales está ella? Ella
tiene el tiempo de su lado para eso. Nosotros los atrapamos aquí y ahora.”

Cuando ellos llegaron al punto donde debían bajarse, McNab le hizo a Peabody
un gesto con el dedo y salió con Callendar.

No se veían como policías, pensó Eve, con sus brillantes abrigos y las botas de
aire estampadas. Ellos caminaban rápidamente, como cualquiera lo haría en
una ventosa noche de Enero.

Eve verificó los puestos de sus hombres, de Lowenbaum y de sus hombres


mientras Roarke y Feeney se ponían a trabajar.

“Él ha puesto barricadas en el lugar,” le dijo Feeney.

“¿Qué quieres decir con barricadas?”

“Escudos en las puertas, en las ventanas. Deflectores de aturdidores. Él se ha


esforzado bastante allí dentro, y se ha gastado una buena pasta.”

“¿Puedes sobrepasarlos?”

“No con un aturdidor o un laser o cualquier cosa bajo cinco. El también ha


instalado algunos bloqueadores, pero danos un minuto aquí.”

“La última batalla,” murmuró ella. “El supuso que tenía más tiempo, el
suficiente para finalizar su misión, esperaba escapar con su hija. Pero si y
cuando el resultado fuera este, él presentaría la última batalla aquí. ¿Ellos están
allí dentro?”

“Trabajando en ello,” masculló Roarke mientras Feeney coordinaba con McNab


y Callendar. “El lugar puede ser una pila de mierda, pero él invirtió bastante en
su maldito foso. ¿Ahora sí, casi estamos dentro, Feeney?”

“Sí, te tengo. ¿McNab, nos sigues?”

“Justo detrás de ustedes, Capitán. Está oscilando, parpadeando, y…. lo


tenemos. Hay varias fuentes de calor, pero…”

“Me parece que no,” dijo Roarke con calma. “Otro minuto aquí.”

“Él las ha programado. Son falsas, son imágenes falsas,” explicó Feeney.
“Nosotros podemos evaluar y eliminar.”

“Las del primer piso son generadas. No hay cuerpos calientes allí,” dijo Roarke.

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“Evaluando el segundo nivel.” Feeney asintió hacia la pequeña pantalla. “Y
está despejado.”

“Estamos en el nivel tres,” anunció McNab. “Descartando la boberías.”

“Y esa es una.” se oyó la voz satisfecha de Callendar. “Una sola fuente de calor
en el tercer piso, esquina norte mirando hacia el oeste, detrás de una ventana
protegida.”

“Esa no es la chica.” Eve se agachó para ver mejor. “Demasiado alta.”

“Ella podría haber salido por comida,” sugirió Peabody, “provisiones.”

“No lo creo. Él está en servicio. Está esperándonos. Le daremos treinta, por si


acaso. Si ella salió por comida, ese es tiempo suficiente. Baxter, Trueheart,
sepárense, vayan a pasear, chequeen lugares de comida rápida para llevar,
24/7s, sandwicherías, cualquier mercado que todavía esté abierto dentro de un
radio de tres manzanas. Si ustedes la divisan, no dejen que los descubra.”

“En camino ahora.”

“Si ella está afuera, trayendo a casa algunos rollitos de huevo, la atrapamos
rápido, duro, y hecho. Puede que seamos capaces de negociar con Mackie para
que se rinda si la tenemos a ella.”

“Pero tú no crees eso.” Feeney se volvió hacia ella. “Él la envió fuera, para que
esté cubierta y a salvo para que pueda terminar la misión. Él es la distracción.”

“Sí, sí, esa es la impresión que tengo, pero tenemos que seguir con esto. Ella
puede estar en cualquier parte. Lowenbaum, lo necesitamos vivo. Puede estar
herido, pero lo necesitamos respirando. ¿Has conseguido un punto de mira?”

“Él sabe cómo mantenerse a cubierto, Dallas, y eso es lo que está haciendo.
Podemos abrir algunos agujeros en las barricadas, pero en este instante, no
podemos eliminarlo.”

“Un ariete podría tirar la puerta abajo,” consideró ella, “pero le da tiempo para
lo que sea que tenga en mente para cuando lleguemos al tercer piso. Eliminar a
tantos de nosotros como pueda, eliminándose a sí mismo. Peor, disparándole a
civiles.”

Ella cerró los ojos un momento, alzó una mano para que nadie hablara e
interrumpiera sus pensamientos. “Lowenbaum, Tácticas tiene algo a mano que
pueda pasar a través de esas paredes de mierda, ¿la pared común?”

Después de un corto silencio él respondió. “Sí. Sí, tenemos algo.”

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“Quédate donde estás. Voy hacia allá. ¿Puedes prescindir de Roarke?” le
preguntó a Feeney.

“Pienso que los chicos y yo podemos manejar las cosas.”

“Tú estás conmigo. Tú no te ves como un policía.”

“Vaya, gracias.”

“Peabody, dame ese estúpido abrigo.”

“¡Mi abrigo!”

“Abrigo rosa, gorro con copo de nieve.” Ella lo sacó de su bolsillo. “Yo no me
veo como una policía.”

“Permíteme diferir,” murmuró Roarke.

“Yo sé cómo no verme como una policía. Necesito algo….” Ella gesticuló.

“¿Bolso?”

“Sí, sí, un bolso. Una herramienta o herramientas pueden ir allí. ¿Qué tenemos
aquí?”

Feeney abrió un cajón. “El bolsón viejo de McNab.”

El viejo bolsón era de un verde llamativo apenas menos que fluorescente, con
un relámpago estampado hecho del color rosado de Peabody.

“Cristo, esto es tan malo como una de las corbatas de Jenkinson.”

“Escuché eso,” dijo Jenkinson en su oído.

“No es un secreto. Muy bien, dame tu abrigo.” Eve se sacó su tan querido
abrigo, y se puso el abrigo rosa de Peabody, y se colocó en la cabeza su propio
gorro. “La bufanda también.”

Eve se envolvió alrededor del cuello la llamativa bufanda de brillantes colores


de Peabody.

“En verdad se te ve realmente bien con el bolsón.”

“No vuelvas a decir eso nunca más.” Ella se colocó el bolsón cruzado como
una sensata Neoyorkina, y salió de la furgoneta.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Necesitamos darle la vuelta a la manzana, llegar por el sur adonde
Lowenbaum. Luego vamos a caminar rápido, agarrados de las manos, riendo y
hablando, directamente hacia el dúplex contiguo.”

“Así lo supuse.” Y, aunque no había necesidad de hacerlo en este punto, él la


tomó de la mano mientras caminaban hacia el oeste.

“Hay fuentes de calor en la casa contigua, tres de ellas. Una podría ser un perro
pequeño, posiblemente un gato grande.”

“Nos encargaremos de eso.”

“No lo dudo.”

Mientras caminaban pasaron al lado de Baxter, quién siguió hablando mientras


hablaba en su audífono. “¿No hay señales de ella todavía, Trueheart?”

“He dado con dos lugares donde la vieron previamente, la pizzería, la


sandwichería. Nadie la ha visto hoy día o esta noche.”

“Terminen el barrido, luego vuelvan a tomar sus posiciones. Sin ella como
moneda de cambio, las probabilidades son pocas o ninguna de hacerlo salir.”

Cuando ellos daban la vuelta en la esquina, Lowenbaum salió de una gran


furgoneta blindada. “Tenemos arietes, mazos de demolición, sopletes, pero
supuse que ustedes no querían hacer todo ese ruido.”

“No si tienes algo más.”

“Cortador laser. Este traspasará esas paredes interiores como un cuchillo


cortando mantequilla. No es tan ruidoso como las otras opciones, pero zumba.
Si él lo oye, sabrá lo que es.”

“Nos aseguraremos de que él no lo escuche.”

“Yo puedo ingresar, crear una entrada.”

“Yo te necesito aquí fuera, Lowenbaum. ¿Las probabilidades de que yo reduzca


con mi arma a un francotirador entrenado muy probablemente con chaleco
antibalas? Son bajas. Nosotros somos la distracción, y créeme, nosotros nos
vamos a agachar y a cubrirnos cuando sea necesario. Necesito que tú lo hagas
caer eso depende de ti. Nosotros haremos que se mueva, tu dime cuándo y
dónde, y nosotros haremos que suceda de manera que puedas derribarlo.”

“Puedes contar con eso. ¿Alguno de ustedes sabe cómo hacer funcionar un
cortador laser?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Yo sé, sí.” Roarke lo tomó, lo estudió. “Y este es uno bueno,” añadió él
mientras lo metía en el bolsón.

“Voy a llamar a Trueheart y a Baxter. Que se aseguren de que todos estén


advertidos de que hay civiles en la casa contigua. Nosotros los llevaremos a un
área segura, pero que estén advertidos.”

Ella echó a andar otra vez. “Baxter, Trueheart, de regreso a su puesto. Roarke y
yo nos dirigimos hacia la esquina de la Tercera y la Dieciocho, estamos por
entrar en la línea de visión del sospechoso.”

“En ese caso.” Roarke la envolvió con un brazo y la pegó a su costado.


“¿Podríamos vernos menos preocupados por los asesinos?”

Cuando ellos se detuvieron en la esquina, ella tiró de él hacia abajo para darle
un beso, estudió la ubicación del objetivo, y murmuró contra la boca de él, “Él
está escaneando la calle, así que nos ha visto. Pero no se ha movido para cubrir
la parte trasera. Puede que tenga instalado algún sistema de advertencia para
eso.”

Ella se acurrucó contra él mientras cruzaban en la luz verde. “Nosotros vamos


directamente hacia los vecinos, como si nos estuvieran esperando.”

“Jan Maguire, Philippe Constant. Les busqué mientras te cambiabas de


abrigos.”

“Jan y Phil, lo tengo. ¿Quieres contarme cómo es que sabes hacer funcionar un
cortador laser?”

Él le sonrió. “No en este momento.”

Ella le devolvió la sonrisa, y soltó una carcajada que esperaba que se escuchara.
“Gracias a Dios estamos aquí. ¡Me estoy congelando! Vamos a pedir un taxi
para cuando regresemos a casa.”

“Veamos cómo van la cosas.”

Ellos subieron los escalones y, dándole la espalda al objetivo, tocaron el timbre.

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Capítulo 13

Roarke cambió de posición para bloquear cualquier posible vista del dúplex
contiguo cuando Eve mostrara su placa.
“El primer truco es conseguir que abran la puerta, rápido. Después de eso, sólo
entramos. Lidiaremos con el resto en el interior.”

No necesitó un truco, cuando la puerta se abrió.

El hombre, a mediados de los treinta, llevando una sudadera gris de los Mets y
vaqueros con agujeros en las rodillas, frunció el ceño ante la placa.

“¿Qué?”

“¡Hola, Philippe!” Con una tremenda sonrisa, Eve se adelantó. Roarke cerró la
puerta a sus espaldas.

“Espere un momento…”

“Hay problemas en la casa contigua. Soy la Teniente Dallas, de la NYPSD, y


este es mi consultor. Necesito que llame a Jan, sólo llámela a donde sea que ella
esté.”

“Pero quiero saber…”

“Philippe,” dijo Roarke en un tono tranquilo. “Cuanto más rápido sigas las
instrucciones de la teniente, más pronto te lo explicaremos. ¿Cómo está tu
insonorización?”

“Nuestra, bueno, estamos trabajando en ello. Por qué…”

“Veo que están haciendo algunas renovaciones,” continuó Roarke en ese mismo
tono tranquilo, entonces miró a Eve. “Útil.”

“Sí, debería serlo. Llámala, haz que baje aquí.” Mientras hablaba, Eve se quitó el
abrigo rosa porque la hacía sentir como una idiota, lo tiró sobre un perchero
bastante anticuado que alguien había pintado de azul brillante.

“Déjeme ver esa placa otra vez.”

Eve se la acercó, esperó mientras él la estudiaba, y a ella. Y, aun mirándola, él


gritó, “¡Jan! Ven aquí abajo.”

“Phil, estoy en medio de…”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Ven, Jan.”

Momentos después apareció una mujer alta con un delantal manchado de


pintura, con el cabello rubio metido dentro de una gorra de los Yankees. Una
cabeza que parecía una fregona blanca se escabulló tras ella, ladrando todo el
rato. “Justo estaba poniendo otra capa de… ah, lo siento. No sabía que hubiera
alguien más aquí.”

“Son policías.”

“La…”

Jan se interrumpió cuando Eve puso un dedo en sus labios, entonces cargó lo
que tenía que ser un perro, y siguió bajando las escaleras.

“Hablemos de esto atrás.” Eve hizo un ademán. “¿Tienen un sistema de


música? ¿Qué tal si ponen algo de música, como harían cuando sus amigos
vienen de visita? Hay problemas en la casa de al lado,” repitió. “Ustedes
comparten una pared, y su sistema de insonorización es dudoso. Pongan algo
de música, iremos a la parte trasera, y les diré lo que está ocurriendo.”

Como el perro se meneaba para que lo bajaran, Jan buscó a tientas la mano de
Philippe. “¡Pórtate bien, Lucy! Te dije que algo iba mal con las nuevas personas,
Phil. Qué han… muy bien.” Sacudió la cabeza, respiró hondo. “Volvamos al
salón. No vas a creer lo estupendo que se ve ahora.”

Eve le dirigió un asentimiento de aprobación. “No puedo esperar para verlo.”

“Pon algunas melodías, Phil, y abramos ese vino. No sé cuánto pueden oír allí,”
dijo Jan quedamente mientras se dirigían a la parte trasera, pasando por
paredes deslucidas, espacios en donde las paredes deslucidas habían sido
tiradas abajo. “Nosotros los oímos, los sonidos de su pantalla, y en el tercer piso
cuando mueven cosas. Allí es en donde está nuestro taller, de manera que
pasamos mucho tiempo arriba.”

Cuando llegaron a lo que Jan llamaba salón, Eve notó que era bastante grande.
Habían transformado el espacio en una cómoda cocina estilo retro con
encimeras grises y un montón de plantas floreciendo bajo opacas luces
plateadas para el crecimiento de las mismas. Esta se extendía hacia una sala con
grandes muebles cómodos, cojines para el suelo y lámparas modernas en un
lado, y una larga mesa con seis sillas disparejas bajo un trío de bolas de alambre
que servían como luces colgantes.

En la esquina había otro cojín con tres, y un juguete en forma de hueso en azul
fluorescente.

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“¿No es esto encantador?”

“Gracias.” Jan le ofreció a Roarke una sonrisa insegura mientras ponía al perro
en el suelo. Este se escabulló, ¿tenía patas debajo de ese pelo? se preguntó Eve,
agarró el hueso, y se volvió a escabullir con el objeto entre los dientes como un
brillante cigarro azul. “Hemos estado trabajando duro en esto. Ahora estamos
en el mes catorce.”

Roarke dio golpecitos con el dedo en la isla de la cocina. “¿Están haciendo el


trabajo ustedes mismos?”

“Con algunos amigos como mano de obra sin paga. Queríamos terminar esta
zona primero, y el cuarto de baño que está por allí. Ahora ya casi hemos
terminado con el dormitorio principal.”

“Genial.” Aunque comprendía que la línea de conversación de Roarke servía


para calmar a los civiles, el tiempo era importante. Se tocó el audífono. “Feeney,
¿dónde está?”

“Todavía en el tercer piso.”

“Me informas si se mueve. Esta es una operación de la NYPSD,” empezó


mientras el perro la miraba fijamente, sólo podía verle los ojos. “Los individuos
de al lado son sospechosos en una investigación en curso. Sabemos que el
adulto masculino en este momento está en el tercer piso del edificio adjunto.
¿Han visto ustedes al segundo sujeto?”

“¿El chico?” Philippe frunció el ceño, miró a Jan. “No recuerdo haberlo visto
hoy, pero estaba en el trabajo, no regresé hasta alrededor de las seis.”

“Yo trabajé aquí hoy, en el tercer piso. Estaba pintando. Lo vi salir, tal vez como
a las cuatro, cuatro y media. No estoy segura de la hora, podría haber sido un
poco más tarde. Tenía su mochila y una especie de estuche grande. No sé si
regresó. Son peligrosos, ¿no es así?”

“Sí, lo son. Necesitamos su cooperación,” continuó Eve mientras Jan volvía a


cargar al perro, y lo sostenía en sus brazos como a un bebé. “Permítanme
asegurarles que hay policías estacionados afuera, y nuestra primera prioridad
es su seguridad.”

“Ah, caray.” Philippe atrajo a Jan a su costado. “¿Qué hicieron ellos? Tenemos
derecho a saberlo.”

“Son los principales sospechosos en los ataques en la Pista de Patinaje Wollman


y en Times Square.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Voy a sentarme.” Jan se puso pálida mientras retiraba un taburete de la
encimera. “Sólo voy a sentarme un minuto.”

Asustada, notó Eve, pero no sorprendida.

“¿Se les han aproximado?”

“Al contrario,” dijo Jan. “Ambos dejaron en claro que no querían ninguna
interacción amigable. El chico sólo está aquí la mitad del tiempo.”

“En realidad, es una chica.”

“¿En serio? El hombre lo llama, la llama, Will. Oí eso un par de veces. El…,
maldita sea, ella desaparece cada semana. Supuse que era una cuestión de
custodia, y eso me debería haber dado un poco de lástima, pero ella hacía que se
me pusiera la piel de gallina. Algo acerca de ella simplemente hacía que se me
pusieran de punta los pelos de la nuca.”

“Es sólo una chiquilla,” murmuró Philippe.

“Quien, junto con su padre, es responsable de las muertes de siete personas.


Podríamos esperar que él saliera, pero otras vidas están en la línea. En el caso
de que ella esté llevando consigo, lo que nosotros pensamos, que es un rifle
laser de largo alcance. Necesitamos capturar al padre y conocer la ubicación y el
nombre de la locación de su siguiente objetivo. La forma más rápida y limpia de
hacerlo, según nuestra opinión, es desde el interior.”

“¿El interior de qué?”

“Phil.” Jan sacudió la cabeza hacia él. “Del interior de aquí al interior de allí.
Pared intermedia.”

“¿Ir a través de nuestra casa a la de él? Está armado, ¿no es así?”

“Lo está. Como lo estamos nosotros. Hay veinte policías, armados, listos para
entrar. Si tomamos el edificio por la fuerza, habrá heridos, posiblemente
muertes. Hacerlo de esta forma reduce esos resultados.”

“Tiene que sacar fuera a Jan, ponerla a salvo primero.”

“Podemos hacerlo.”

“No.” Jan se puso de pie. “No, porque en primer lugar no me voy sin ti, y si
ambos nos vamos y él nos ve, toda la cuestión se desbarata.”

“Podríamos sacar a pasear a Lucy.”

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“Phil, sacaste a Lucy justo después de llegar a casa. No parecería normal si
saliéramos con ella otra vez, y tenemos… bueno, compañía,”

“Podemos mantenerlos a salvo en el interior,” les dijo Eve. “Tienen mi palabra.


¿Ustedes hacen renovaciones como esta por las noches?”

“Si. Dejamos de hacer ruidos molestos alrededor de las diez, pero la mayoría de
esto es hecho por las noches y los fines de semana.”

“Necesitamos ver el segundo piso. Simplemente están llevando a sus amigos


arriba, mostrándoles el trabajo, ¿de acuerdo?”

“¿Jan?”

“Vamos a estar bien, Phil.”

“No voy a permitir que nada te pase, así que sí, vamos a estar bien. Así que
casémonos.”

“Dijiste… ¿qué?”

“Yo te amo, tú me amas. Adoptamos un perro juntos. Estamos construyendo un


hogar juntos, y estoy tomando esto como una señal. Casémonos.”

“Yo… sí.” Medio riéndose, Jan envolvió los brazos alrededor del cuello de
Philippe, presionando al perro entre los dos. “Casémonos.”

“Felicitaciones, pero tal vez podríamos dejar el vino y el aplauso hasta después
de que hayamos puesto al asesino de la puerta de al lado en custodia policial.”

“Lo siento. Esta es la noche más extraña y más aterradora de mi vida.” Philippe
puso su frente sobre la de Jan. “Y esto me hizo darme cuenta de que quiero
pasar todo el resto de ellas contigo.”

“Qué dulce. Felicidades. En marcha.”

Mientras Eve echaba a andar, Roarke dejó caer una mano en el hombro de
Philippe. “El amor lo cambia todo. Yo le propuse matrimonio a mi esposa
después de salir ambos cojeando de un enfrentamiento físico con otro asesino
en serie. Buenos tiempos.”

“Se siente irreal, pero supongo que no lo es mucho cuando eres un policía.”

“Ella lo es. Yo no lo soy.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Con los ojos como platos, Philippe señaló a Eve, luego a Roarke y obtuvo un
asentimiento.

“Y confía en mí, tú y tu prometida no podríais estar en mejores manos.”

Eve caminó directamente, a través de cuartos sin puertas, cuartos llenos de


materiales de construcción, hacia la habitación principal en progreso.

“Esto está directamente debajo de él,” dijo quedamente. “Cualquier cosa que no
sea una conversación trivial sobre decoración y matrimonio, díganlo en voz
baja.”

“Esta habitación está insonorizada,” le dijo Jan.

“Mucho mejor.” Eve miró hacia arriba, se imaginó a Mackie, y luego estudió la
pared.

No le importaba que estuviera lisa, limpia y del color del musgo Irlandés. Lo
que importaba era que la pared los llevaba a Reginald Mackie.

“Acabo de terminar la segunda capa, o casi la terminé.” Jan suspiró.


“¿Realmente tiene que ser esta pared?”

“Más rápido, más seguro. El departamento la reparará completamente, y de


manera oportuna. Me aseguraré de ello. ¿Feeney?”

“Te copio. Él está manteniendo su posición. Leo a cuatro personas en tu


ubicación, y el perro, directamente debajo de la de él.”

“Vamos a entrar allí desde aquí. Los dos civiles y el perro regresarán al nivel
principal, a la parte trasera, vayan por su ropa de abrigo,” les dijo. “Y estén
preparados para ser llevados a lugar seguro si es necesario.”

“Copiado,” respondió Feeney. “Dos civiles y, ah, un perro, para ser sacados
cuando se necesite. ¿Qué tal una pequeña distracción en la calle, para llamar su
atención mientras estás cortando la pared?”

“No haría daño.”

“Dime cuando estén listos.”

Eve sacó el cortador laser del bolso. “Estamos listos.”

“Jenkinson, Reineke, en marcha,” anunció Feeney.

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“Eso es tecnología punta.” Interesado en la herramienta, Philippe se acercó más.
“Nosotros invertimos en uno bueno, pero ése es tecnología punta.”

“Es suyo,” dijo Eve en un impulso. “Cuando hayamos terminado aquí.”

“¿No me está jodiendo?”

“No, en absoluto.”

Le entregó el cortador a Roarke. “Cojan sus abrigos, vayan abajo, de regreso al


área del salón. Si necesitamos que salgan de aquí, los policías los pondrán a
salvo. De otra forma, aguanten, y manténganse en silencio.”

Eve miró fijamente al perro, que todavía tenía agarrado el hueso azul entre los
dientes. “Y mantengan al perro en silencio también, si es que pueden.”

Jan le echó un vistazo más a la pared. “Es sólo pintura. Y cableado nuevo. Y con
insonorización.”

Philippe le pasó el brazo alrededor para llevarla afuera. “Y cada vez que le
echemos un vistazo, vamos a recordar la noche en que nos comprometimos.”

Eve esperó hasta que salieron, y entonces sacó su arma. “Sólo lo bastante
grande para que podamos pasar.”

Roarke se acuclilló, y encendió la herramienta.

Esta zumbaba, pero para los oídos de Eve los ronroneos que emitía Galahad al
dormir sonaban mucho más.

“Empieza la función,” dijo Feeney en su oído.

Eve se acercó a un lado de la ventana y divisó a sus detectives, sosteniéndose


uno al otro como lo harían los borrachos. A pesar de la insonorización y lo que
ella pensaba que eran ventanas nuevas, podía oírlos cantar.

A todo pulmón, se imaginaba, más o menos en armonía.

Tambaleándose, cayéndose de borrachos, llevándose uno al otro a casa.

No estaba mal.

Regresó donde Roarke, quien había cortado una fina línea de cerca de un metro
desde el zócalo hacia arriba, y comenzaba a cortar otros metro más.

“¿Puedes cortar más rápido?”

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“¿Lo quieres silencioso o rápido?”

“Ambos.”

“Sólo retén las ganas, Teniente.”

“¿Qué significa eso?”

“Que no te hagas pis,” le informó Feeney.

“Entonces tendría que ser no te hagas pis. Casi ha terminado.” Ladeó su


grabadora.

“Copiado. Él ha cambiado un poco de posición, pero no tienen un buen objetivo


en la mira. Tus chicos tienen su atención. Caray, una acompañante licenciada
está tratando de trabajarlos. ¿Ves eso?”

“Puedo vivir sin ver a dos de mis detectives ser levantados por una AL.
Tenemos un agujero. Vamos a entrar.”

Cuando se estaba poniendo boca abajo, Roarke se deslizó en frente de ella. Tiró
de él, señaló con el pulgar hacia su espalda, pero él sólo sacudió la cabeza, y se
deslizó dentro.

“Roarke entró,” susurró ella. “Estoy detrás de él.” Bloqueó su enfado, ¿quién
era la policía aquí?, y serpenteó hacia un cuarto completamente oscuro.

Roarke le tocó el brazo, y luego encendió una linterna de bolsillo.

Siguió el haz de luz, escaneando un cuarto casi del tamaño del que acababan de
dejar. Pudo distinguir un colchón de aire, un saco de dormir, una lámpara a
baterías, y una botella de licor casi vacía, tal vez ginebra, tal vez vodka. Una
mesa y silla plegables, notó, con una tablet, una pequeña impresora.

La puerta estaba abierta hacia más oscuridad.

“El mantiene esto a oscuras,” murmuró a Feeney. “Probablemente tiene lentes


para visión nocturna. Nos estamos moviendo. Mantente abajo,” le dijo a
Roarke, y se arrastró en modo de combate hacia la puerta.

Él volvió a ponerse delante de ella, era más alto, y tenía la linterna. Tendría algo
que decirle al respecto más tarde.

“A través de la puerta, moviéndonos hacia las escaleras. En silencio.”

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Cambió de posición a estar agachada, comenzando a subir lentamente hacia el
tercer piso. A mitad de las escaleras comenzó a darle golpecitos a Roarke para
que apagara incluso ese fino rayo de luz. Pero él se le adelantó, manteniendo su
mano en el brazo de ella, y apagando la luz.

Cuando llegaron arriba, el mini detector de movimiento apuntando hacia las


escaleras activó un fuerte sonido.

“¡Se tiró al suelo! Se está moviendo hacia ustedes.”

“¡Cúbrete!” le gritó Eve a Roarke, y rodó. Vio el rayo del disparo pasar
zumbando, ella disparó una corriente de fuego sorpresivo. “¡Aléjate, mantente
alejado! Perfora esos agujeros, dame más luz.” Volvió a rodar, y luego se
levantó de un salto. “Entren, entren.”

Un sonoro chirrido la hizo tirarse al suelo, una serie de pequeños agujeros


perforaron las barricadas de la ventana. Sintió más que vio a Mackie llegar a las
escaleras.

“Está bajando al dos. Roarke, ¿estás apartado?”

“Apartado. No estás usando chaleco antibalas. Quédate detrás de mí.”

“Su puntería es una mierda,” dijo, y comenzó a bajar. Oyó a Roarke


maldiciendo con ganas detrás de ella, oyó el ariete estrellándose una y otra vez
contra la puerta de abajo.

Tanteó su camino a lo largo de la pared hasta que su mano llegó a una puerta.

“¡A tu seis!” gritó Feeney.

Se dejó caer y rodó, oyó el ruido de algo golpeando la pared, y disparó hacia
ello.

“Está moviéndose más allá de ti, se fue a la izquierda.”

“Roarke, muévete a la izquierda, contra la pared, mantente abajo.” Ella hizo lo


mismo. “¡Mackie! Se acabó, se ha terminado. Arroja tus armas y ríndete.”

Él respondió con una descarga de disparos que chirriaron y pasaron a través de


la pared opuesta.

Ella acercó los labios al oído de Roarke. “Coge la linterna. Mantente fuera de
alcance. Apunta hacia la puerta.”

“Puedo ampliar el rayo.”

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“Hazlo. Feeney, ¿posición exacta?”

“Pared trasera, entre las ventanas. Metro y medio al este, tres al norte de tu
posición. Ellos no tienen un objetivo.”

“Copiado.” Estrujó la mano de Roarke. “En tres, dos.”

Se movió a la de uno, lanzándose hacia el angosto pasillo, calculando la


distancia cuando la luz brilló.

Tuvo un vistazo, lasers de mano, protección antibalas de cuerpo completo,


lentes de visión nocturna.

Con su aturdidor dos clics por debajo de la potencia total, apuntó a sus ojos.

Sintió la quemadura a lo largo de su brazo, lo oyó gritar, y rodó alejándose.


Soltó otro disparo mientras Roarke corría al lado de la puerta. Su disparo le dio
a Mackie abajo, golpeando sus botas, el de ella volvió a ser dirigido a los lentes.

Esta vez, él cayó al suelo.

“Sospechoso abajo, cayó.” Se acercó corriendo, alejó de una patada el arma que
cayó de su temblorosa mano. “Denme más luz, algo más de maldita luz.” Pero
tiró de los brazos de Mackie hacia atrás, y lo esposó antes de que examinara el
pulso de su garganta.

“Está vivo.” Sintió la humedad en sus dedos, olió la sangre. “Está sangrando.
Necesitamos a los paramédicos. Necesitamos un autobús.”

Oyó cristales rompiéndose, el estallido de la puerta y la barricada cediendo, y


luego los pasos apresurados de botas.

“Está abajo,” repitió ella. “No disparen. Enciendan las malditas luces.”

“Él cortó la energía.” Lowenbaum se agachó, sacó una linterna de su cinturón.


“Están trabajando en ello.” Pasó la luz sobre Mackie. “Los lentes se hicieron
pedazos. Parece que tiene esquirlas en sus ojos. ¡Consigan un médico!” gritó.

“Puede esperar. Le dieron a la teniente.”

Ante la brusca declaración de Roarke, Eve se miró el brazo, vio la sangre


escurriendo por su manga. “Es sólo un rasguño.”

“Eso son pamplinas.” Diciendo eso, Roarke la hizo levantarse, y le quitó la


chaqueta.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Mira, cálmate. Yo sé cuándo estoy realmente herida.”

“Más pamplinas. Si supieras tanto, estarías usando chaleco antibalas.”

“Lo tenía, el abrigo.” Siseó cuando él le desgarró la manga, y la usó para


detener la sangre.

“No estás usando el maldito abrigo, ¿no es así?”

“Yo…”

“No pensé en ello hasta que no fue demasiado tarde.” Vendó la herida,
entonces le cogió la cara entre sus manos. Cuando los ojos de ella le lanzaron
una advertencia, ni siquiera pienses en besarme, él casi sonrió. “Vas a ser
atendida apropiadamente.”

“Sí, sí. Bonito vendaje de campo, gracias por eso. Ahora voy a asegurarme de
que mi sospechoso permanezca vivo.”

Se dio la vuelta mientras Peabody entraba corriendo. “¿Los civiles?”

“Seguros, todavía en su propia residencia. Un perro simpatiquísimo. Los


paramédicos están en camino, hora de llegada, un minuto. La casa está siendo
despejada, y Feeney está trabajando con McNab y Callendar para volver a tener
energía. ¡Te dispararon!”

“Es un rasguño.”

“Pero… pero… tú tenías mi abrigo mágico.”

“Me lo quité. No lo hagas,” dijo Eve antes de que Peabody pudiera hostigarla
como Roarke lo había hecho. “Cuando vuelva a haber energía, haz que los del
DDE le echen una buena ojeada a todos los electrónicos. Entonces…”

“Dallas, vas a querer echar un vistazo aquí.”

Miró hacia atrás cuando Lowenbaum recorrió toda la habitación con su


linterna.

O, más exactamente, el arsenal. Una maltratada mesa de trabajo sostenía más de


dos docenas de armas, de corto y largo alcance, cuchillos, granadas. Más
chalecos antibalas colgaban de ganchos, junto con otros lentes, binoculares.

“Debe de haber estado almacenando por un tiempo, tal vez incluso antes de que
su esposa muriera.”
“Hay otro cuchillo incrustado en la pared de afuera,” dijo Peabody.

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“Así que eso es lo que era.” Eve bajó la mirada a Mackie. “También vas a
encontrar droga. Pude ver el temblor de sus manos.”

Retrocedió cuando los paramédicos ingresaron. “Remiéndenlo y tráiganlo a la


Central. Lo necesito en Interrogatorios.”

Para quitarse a Roarke de encima, dejó que los paramédicos le trataran el brazo
mientras que ella, Lowenbaum y Feeney tenían su resumen.

“Tenía una barricada de dos niveles en las puertas y ventanas,” le dijo


Lowenbaum. “Si hubieses intentando irrumpir a la fuerza, habría eliminado a
algunos de nosotros.”

“Tal vez, no quería arriesgarme, pero él no es el francotirador que fue. Mi


equipo encontró dos barrilitos de droga ocultos en el armario de su dormitorio.
Probablemente ocultándolos de su hija, pero ella tendría que haber estado ciega
y sorda para no ver los efectos.”

“Se enorgullecía de su excepcional visión y manos firmes.” Lowenbaum


sacudió la cabeza. “Pero se metió con las drogas, con lo que te quitan esas
cosas.”

“¿Alguna vez has conocido a un drogadicto que no pensara que podía manejar
los efectos hasta que no podían hacerlo? Estoy yendo al hospital, tengo cuatro
policías custodiándolo. A menos que se esté muriendo, va a estar en una celda
esta noche.”

“Oí decir a los paramédicos que podría necesitar cirugía en el ojo derecho, tal
vez en el izquierdo también.” Feeney se encogió de hombros. “Incluso entonces
puede que no recupere toda la vista, algo de eso es debido a la droga. Tiene
algunas quemaduras en la parte baja de las pantorrillas en donde el cuero de la
bota se chamuscó contra su piel. No voy a llorar por eso.”

“Una vez fue un buen hombre. No voy a llorar por eso, tampoco,” añadió
Lowenbaum. “Pero lamento mucho que haya perdido al hombre que era.”

“La hija todavía está allí fuera.” Eve se puso de pie, ignorando la quemadura de
bajo nivel de su brazo. “No hay evidencia que sugiera que ella tenga algún
problema con las manos firmes o con la vista. Lo remendamos, lo metemos en
una celda, y lo quebramos.”

“Es su hija, Dallas. No veo cómo vayas a poder quebrarlo lo bastante para que
la traicione.”

“Es un drogadicto,” dijo llanamente. “Lo quebraré.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Pero no esa noche. Eve discutió con enfermeras, con doctores, y por último con
el cirujano. Reginald Mackie no podía y no sería dado de alta del hospital por al
menos doce horas.

“Removimos dieciséis esquirlas de lentes infrarrojos de su ojo derecho y siete


del izquierdo.”

“Él mató a siete personas en dos días.”

El cirujano resopló. Tal vez sus propios ojos se veían cansados, pero a Eve le
importaba un carajo.

“Usted haga su trabajo, Teniente, yo hago el mío. Estoy dándole los hechos. Su
adicción ya ha comprometido su visión, sus retinas, y sus nervios ópticos. El
trauma ha dejado sus córneas y sus retinas más dañadas. Una vez que se cure
de su adicción, sería un candidato viable para un reemplazo de órganos, o al
menos cirugía adicional, pero en este punto hemos hecho lo que puede hacerse.
El y sus ojos necesitan descanso. Necesitamos mantenerlo bajo observación, ya
que nos preocupa que haya más deterioro o una infección.”

“¿Está despierto?”

“Sí, debería estarlo. Y está esposado y custodiado. Tenemos nuestra propia


seguridad apoyando a sus oficiales. Somos completamente conscientes de quién
es él, y de lo que ha hecho.”

“Quiero hablar con él.”

“No tengo ninguna objeción médica a eso. Su cabeza está en un estabilizador.


No queremos que mueva la cabeza, que sus ojos se alteren de ninguna manera,
durante las siguientes doce horas. Después de eso, lo examinaré, y con suerte le
daré de alta para entregarlo a su custodia.”

Aceptando que eso era lo mejor que podía conseguir, Eve echó a andar hacia la
habitación de Mackie. Pasó entre los dos uniformados de la puerta, y entró a la
habitación en donde tenía a dos más vigilando.

Mackie yacía quieto, su cabeza levemente inclinada dentro del estabilizador


parecido a una jaula, sus ojos estaban cubiertos con vendas. Tubos salían de él
hacía unas máquinas, y las máquinas cliqueaban y zumbaban constantemente.

Dios, odiaba los hospitales, los había odiado desde que despertó en uno a los
ocho años. Quebrada, maltratada, sin una idea de dónde se encontraba, ni de
quién era ella.

Pero Mackie sabía quién era y dónde estaba.

J.D.Robb Apprentice in Death


Hizo una señal a los uniformados para que le dieran espacio, y entonces se
aproximó a la cama.

“Grabando,” dijo claramente, y vio que los dedos de Mackie se flexionaban en


reacción. “Dallas, Teniente Eve, interrogando a Mackie, Reginald. Mackie, en
caso de que no esté enterado, usted ha sido puesto bajo arresto por múltiples
cargos de homicidio, conspiración para asesinar, posesión de armas ilegales,
asalto contra oficiales de la policía, y un montón de cargos menores. Esto es lo
que podríamos llamar una jodida cornucopia de cargos. También, en caso de
que no los haya escuchado, voy a volver a leerle sus derechos.”

Mientras lo hacía, lentamente, lo observaba, lo observó tensar la mandíbula,


afirmar su boca, y golpear con los dedos la sábana una y otra vez.

“¿Entiende usted sus derechos y obligaciones en estos asuntos? Sé que usted


está despierto y consciente, Mackie,” dijo después de un rato. “Y usted sabe que
estará fuera de aquí en una celda muy pronto. Ponerme trabas no lo va a llevar
a ninguna parte. La encontraremos.”

Esta vez sus labios tensos se curvaron, sólo un poco.

“¿No lo cree? Vuelva a pensarlo. La encontraremos, y cuando lo hagamos, ella


va a pasar muchísimos más años en una celda de los que le quedan a usted.
¿Quince años de edad? Podría pasar un duro siglo en una celda, fuera del
planeta. Nunca volver a ver el sol. Si usted piensa que su edad va a jugar a su
favor, vuelva a pensar en ello, también. Yo encerré a una más joven que ella. Si
tengo que cazarla, haré que mi misión sea ver que ella pase todos los días del
resto de su vida encerrada como un animal.”

Sus manos temblaron, pero se las arregló para levantar el dedo medio de su
mano derecha.

“Caray, eso duele. Supongo que usted se está sintiendo bastante ufano,
yaciendo allí con analgésicos y algo para cortar su síndrome de abstinencia.
Pero eso no va a durar. Me pregunto si usted está pensando que Willow está
camino a Alaska. Sí, eso es correcto,” añadió cuando él hizo puños con las
manos. “Sabemos todo sobre Alaska. Nosotros la embolsaríamos, la
etiquetaríamos, y la arrojaríamos en esa celda. Pero ella no se está dirigiendo a
Alaska, pedazo de idiota. Tiene una lista propia. Encabezada por su madre, su
padrastro, su hermano menor.”

“Mentirosa.” graznó él.

“Ella tiene planos de su colegio.”


“Lárguese.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Los nombres de empleados del colegio y estudiantes específicos que planea
matar.”

Su respiración se aceleró, respiraciones rápidas y cortas. Los temblores


aumentaron. Dijo, “Abogado.”

Eve deliberadamente lo malinterpretó. “Sabemos que usted tenía al abogado en


su lista. Estoy hablando de la lista de ella.”

“Abogado,” repitió él. “Quiero un abogado.”

“¿Así que usted entiende sus derechos y obligaciones?”

“Los entiendo, y quiero un abogado.”

“Su elección, una mala, pero eso no es una sorpresa considerando sus
antecedentes. Deme un nombre, un contacto, y le conseguiremos a su abogado.”

“Designado.”

“Usted quiere un representante designado por la corte. Muy bien. En verdad es


una mala elección, pero pondré las cosas en marcha. El doctor dice que usted
estará listo para salir de aquí dentro de doce horas. Disfrute de su cómodo
alojamiento mientras pueda. Este va a tener un serio bajón. Fin del
interrogatorio.”

Eve se acercó a la puerta, apagó su grabadora. “Hay montones de sangre en sus


manos, Mackie. La de su hija puede que esté en ellas antes de que esto termine.
Piense en eso mientras espera por su abogado.”

Ella salió, sacudió el pulgar a los dos uniformados para enviarlos de vuelta al
interior de la habitación.

“Pidió un abogado,” les dijo a los otros uniformados de la puerta. “Voy a estar
arreglando eso. Nadie más que el abogado, si y cuando llegue aquí, y el
personal médico autorizado son los que pueden entrar a su habitación.
Verifiquen cada identificación, y escaneen por armas a cualquiera que vaya
dentro.”

“Sí, señor.”

“Tráiganse un par de sillas,” les aconsejó. “Va a ser una larga noche.”

Se alejó, y buscó a la jefa de enfermeras. Le mostró su placa. “Debo de ser


informada en el minuto que Reginald Mackie sea dado de alta para
transportarlo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Por supuesto.”

“Ha pedido un abogado, y voy a conseguirle uno. Nadie más que al abogado,
cuando sea designado, al personal médico requerido para su cuidado, y a los
oficiales de la policía autorizados se les puede dar acceso a él.”

“Entendido.”

“Si alguien intenta pedir información sobre su estado, debe de registrar el


contacto, y no decirle nada.”

“Teniente, este no es mi primer paciente en custodia. Conozco las reglas.”

“Bien. Asegúrese que todos los demás las conozcan también.”

Alejándose, usó su enlace para empezar el proceso de concederle a Mackie su


derecho a un representante legal designado por la corte.

Roarke se le acercó, le extendió una lata de Pepsi. “El café de aquí es


marginalmente mejor que el de la Central, pero está cerca.”

“Gracias. Necesito otro par de minutos. Quiero poner al día al comandante, a


Peabody, asegurarme de que Mira esté disponible, con todos sus sombreros,
cuando finalmente lleve a Mackie a Interrogatorios mañana. Y quiero hablar
con Nadine, que llene la pantalla con fotos de la hija. Otros medios van a seguir
esa pista.

“Tómate tu tiempo.”

Le tomó otros treinta, pero cuando sintió que había hecho todo lo que podía,
apuntó la lata vacía hacia el reciclador y la embocó.

“Puede que él se engañe pensando que ella está en Alaska, pero todavía está
aquí. Todavía en Nueva York, y preparándose para el próximo ataque.”

“Estoy de acuerdo contigo, pero no hay nada que puedas hacer aquí ahora.
Necesitas ir a casa, dormir un poco.”

“Sí, tal vez.” Miró hacia atrás mientras Roarke la guiaba al elevador. “Espero
que duerma bien esta noche, porque es la última noche que va a pasar fuera de
una maldita celda.”

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Capítulo 14

Se quedó dormida en el coche, su computadora personal cayó de su mano


inerte a su regazo. Alargando el brazo, Roarke se la deslizó en el bolsillo, y
luego le bajó el respaldo del asiento.

Lo preocupaba. Sin importar cuán completamente entendiera que ella hacía lo


que tenía que hacer, presionarse a sí misma y a otros porque no tenía otra
elección, lo preocupaba.

Sabía cuan débiles eran sus defensas cuando ella trabajaba hasta el agotamiento.

Por lo menos podría conseguir unas pocas horas de sueño en su propia cama,
pensaba mientras los conducía a través de los portones. Y se preocuparía de que
tomara un desayuno decente por la mañana.

Él, también, hacía lo que debía, y el deber más importante para él era Eve.

Podría haberla llevado cargada, e ir directamente a su cama, pero ella se


removió.

“Estoy bien,” masculló mientras se enderezaba en el asiento. “Lo tengo.”

“Duerme,” dijo él mientras le deslizaba un brazo alrededor de camino a la


puerta.

“Sí, casi estoy allí. Necesito estar levantada a las seis. No, cinco y media mejor.
Quiero aclarar algunas cosas, ir a la Central, y estar preparada para cuando
transporten a Mackie.”

“Entonces será a las cinco y media.”

“Puedo contar contigo.” Ella inclinó la cabeza hacia su hombro, dándose cuenta
que podía haberse quedado dormida de pie. “¿Tiene que ser avena? Tú ya estás
pensando lo que me vas a dar de desayuno mañana.”

“Tortitas.”

Inundado de amor, él le dio un beso en el cabello. “Tocino y bayas.”

“Y montones y montones de café.”

Terminó cargándola el resto del camino, sacándole las botas mientras ella se
quitaba el abrigo. Se desvistió con la ayuda de Roarke. Se las arregló para decir

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Gracias mientras se metía en la cama, y estaba profundamente dormida antes de
que él se deslizara a su lado y la envolviera con un brazo.

Y se unió a ella.
Eve estaba de pie en un círculo de hielo blanco con sangre extendiéndose en
charcos. El viento cortaba como cuchillas. En la noche profunda y oscura, la
sangre se veía negra contra el blanco, y los cuerpos de los que fluía eran de un
pálido gris enfermizo.

Enfrentó a la chica, la chica con piel suave, rastas negras, y atrevidos ojos
verdes.

Y lo que sintió en ese momento, mirando esos atrevidos ojos verdes, fue una
especie de lástima. Una que tuvo que empujar a un lado, incluso en sueños.

“Soy mejor que tú,” dijo Willow con una chispeante sonrisa.

“¿En asesinar a civiles desarmados? Seguro, te concederé eso.”

“Mejor que tú en todo. Sé lo que soy. Me gusta lo que soy. Y soy la mejor en lo
que hago. ¿Pero tú? Pretendes ser lo que no eres.”

“Soy una policía. No tengo que pretenderlo.”

“Eres una asesina, igual que yo.”

“Nosotras no estamos ni siquiera cerca a ser lo mismo.” Aunque algo se


estremeció en su interior ante las palabras, las de Willow y las suyas propias.
“Tu matas por deporte. Matas a los indefensos e inocentes. Porque puedes,
hasta que yo te detenga.”

“Es el asesinato lo que cuenta, y yo ya tengo más acumulados que tú. Las
razones no importan.”

“Sí, importan. ¿Quién está huyendo y ocultándose? Yo no.”

“Estoy justo aquí.” Mientras él viento soplaba con fuerza, Willow abrió los
brazos. “Y tú te escondes cada día, corres y te ocultas todos los días de lo que
eres, muy en el fondo.”

En la noche oscura, la luz roja empezó a pulsar, bañando el hielo blanco. “Tú le
hiciste eso a tu propio padre.”

Eve bajó la vista hacia el cuerpo de Richard Troy, a la sangre que escurría de
más de una docena de heridas.
“Hice eso, y lo haría otra vez.”

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“Porque eres una asesina.”

“Porque él era un monstruo.”

“¿Quién dice que tú puedes escoger y yo no? La gente que hirió a mi padre,
ahora está muerta.”

“Tu padre es un hijo de puta egoísta y retorcido.”

Willow volvió a sonreír. “El tuyo también, pero mi padre me ama. Me enseñó,
me ayudó a ser lo que soy. Igual que el tuyo.”

“Yo me hice lo que soy, a pesar de él. ¿Cómo hirió ella a tu padre?” Eve apuntó
hacia la chica de rojo muerta.

“No me gustaba ella. Presumida. Del tipo que piensa que son mejores que yo.
Como lo haces tú. Cuando haya terminado, volveré por ti.”

“Cuando yo haya terminado, pedazo de enferma, vas a vivir en una celda de


concreto. Tú y tu viejo.”

Willow tiró la cabeza hacia atrás y se carcajeó. “Tú me matarías si pudieras,


porque eso es lo que eres. Pero no me encontrarás. Yo escuché a mi padre,
perra. Aprendí, trabajé, y no he terminado. Antes de que acabe, voy a tachar
todos los nombres de mi lista, entonces mataré a todos los que te importan. Te
guardaré para el final.”

Willow alzó su rifle de asalto. Eve sacó su arma.

“Y entonces,” dijo Willow.

Dispararon juntas.

Eve despertó sobresaltada. Los brazos de Roarke estaban a su alrededor.

“Shh, cariño, todo está bien. Sólo fue un sueño.”

“Ella dijo que somos iguales, pero no lo somos. No somos iguales.”

“Está bien. Estás helada. Déjame encender el fuego.”

Pero se envolvió alrededor de él. “Nosotras no somos lo mismo. Tener a unos


bastardos enfermos como padres no nos hace iguales. Pero ella no parará y
tampoco lo haré yo. ¿Qué significa eso?”
“Significa que ella está tan enferma como su padre. Significa que harás tu
trabajo. Harás lo que sea para proteger a otros, incluso mientras representas a

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los muertos, a aquellos que ella ha asesinado. No es lo mismo, querida Eve. Son
opuestas.”

“Podríamos haber sido las mismas. Podríamos haberlo sido.” Presionó el rostro
contra su hombro, un hombro que siempre estaba allí cuando más lo necesitaba.
“¿Cuánto eres tú?” Se apartó, le enmarcó el rostro con las manos. Incluso en la
oscuridad podía ver el maravilloso azul de sus ojos. “Te amo.”

“A ghrá.” Él la besó suavemente. “Mi única.”

“Te amo,” volvió a decir ella, entregándose al beso. “Tú me salvaste.”

“Uno al otro.” La hizo echarse, la cubrió con su cuerpo. “Nos salvamos uno al
otro.”

Lo necesitaba, el acto tangible de amarse. Boca a boca, manos en la carne, latido


a latido de los corazones.

No el frío, la oscuridad, no el horrible pulsar de la luz roja y la sangre negra


contra el blanco. Sino la calidez, la belleza, la pasión, y toda la brillantez que él
había traído a su vida simplemente por amarla.

Sin importar lo que había sido, sin importar en lo que se había convertido, era
más porque él la amaba.

Tan fuerte, pensaba él, y tan vulnerable. Los dos aspectos de ella en constante
conflicto. Pero ese tira y afloja la hacía lo que era. Y lo que era, aquí y ahora, era
suya. Sólo suya.

Así que la tranquilizó con caricias largas y suaves. La excitó con besos
insondables. Y tomó el regalo de ella para sí mismo, saturándose en la
sensación de esos largos miembros, esos duros músculos debajo de la suave
piel.

El pulso en su garganta, en sus muñecas, el latir de su corazón, toda esa vida


entrelazada con la suya.

Ella necesitaba esto, sólo esto, más que el sueño, más que la comida, incluso
más que respirar en ese momento. Necesitaba su cuerpo unido al suyo. Prueba
de lo que ella era, lo que él era. Lo que ellos eran.

Lejos de la muerte, lejos de la brutalidad, lejos del frío.

Se abrió a él, lo tomó dentro, se entregó completamente a esa unión. Elevándose


y cayendo juntos, el placer edificándose del placer hasta que nada más existía.

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Y alcanzando, alcanzando ese momento, ese momento exquisito cuando ambos
vaciaban todo lo que eran en el otro.

Llena de él, ella se puso a llorar.

“¿Qué pasa?” Consternado, él volvió a acercarla más, tratando de secarle las


lágrimas a besos.

“No lo sé.” Temblando, ella se agarró con fuerza.

De manera que él cambio de posición, la acunó, la meció, y seguía sintiéndose


inútil.

“Es algo estúpido. ¿Por quién estoy llorando?”

“Estas agotada, eso es todo. Sólo agotada, exhausta.”

Era algo más, ella lo sabía, pero no podía precisarlo. Las lágrimas, tan ardientes,
tan fuertes, vinieron por algo, cayeron por algo.

“Estoy bien. Lo siento. Estoy bien.”

“Voy a traerte un tranquilizante.”

“No, no, tengo que estar levantada en un par de horas, ¿verdad? ¿Qué hora es?”

En el momento que preguntaba, sonó su comunicador.

Se enderezó, con las mejillas todavía húmedas salió disparada a sacar el


dispositivo que todavía estaba en el bolsillo de los pantalones que había usado
el día anterior.

“Luces al diez por ciento,” ordenó Roarke.

“Bloquear video.” Eve contuvo el aliento. “Dallas.”

“Despacho, Dallas, Teniente Eve. Reportarse a Madison Square Garden, Treinta y uno
con la Séptima. Múltiples víctimas.”

“Recibido. Contactar Peabody, Detective Delia, Lowenbaum, Teniente, ah,


Mitchell. Estoy en camino.”

Roarke le lanzó su ropa, agarró la suya.

“Tiene que ser el abogado,” dijo Eve mientras se vestía. “A menos que se haya
salido del guion, es el abogado que no podíamos encontrar. Son más de las dos
de la maldita madrugada. ¿Cómo es que lo encontró?”

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“Concierto en el Madison Square,” le dijo Roarke. “Recientemente reconstruido.
Habrán salido cerca de las dos. Cristo Jesús, el lugar habría estado a reventar.
Eve, Mavis era una de las artistas principales.”

Su mano se sacudió mientras se colocaba el arnés del arma, entonces se obligó a


moverse, a seguir moviéndose. Mavis no habría salido con el gentío. Mavis no
estaría entre los caídos.

Mataré a todos los que te importan.

“Nosotros teníamos entradas.”

Ella se sobrepuso mientras se ponía las botas. “¿Qué? Entradas, ¿para esa
cosa?”

“Se las di a Summerset.”

Él se movía muy rápido, con tanta eficiencia, lanzándole su abrigo a Eve,


agarrando el suyo. Pero sus ojos, ella vio ahora que sus ojos estaban afligidos.

“Tu conduces,” dijo ella mientras ambos salían de prisa del dormitorio.
“Intentaré contactar con ambos.”

Todos los que te importan, volvió a pensar, llamando a Mavis desde su enlace
mientras bajaban a toda prisa las escaleras.

¡Yo! ¡No puedo hablar porque estoy haciendo algo genial! Pero te llamaré luego. Dime
de qué se trata. Chau!

“Mavis, devuélveme la llamada. Es urgente. Si todavía estás en el Madison


Square, quédate dentro. Quédate dentro.”

Incluso mientras subía de un salto al coche, lo intentó con Summerset.

No estoy disponible en este momento. Por favor deje su nombre, un número de contacto,
y un breve mensaje. Le devolveré su llamada tan pronto como sea posible.

“Joder, joder, joder. Están bien. Ambos están bien.” Quería llamar a Leonardo,
pero se dio cuenta de que si él se había quedado en casa con la bebé, sólo lo
aterrorizaría.

Ni hablar, ni hablar, se dijo a sí misma mientras Roarke salía disparado a través


de los portones.
En cambio puso el enlace de la consola en un circuito, llamando a cada uno
mientras contactaba a Baxter, y activaba las sirenas.

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Él no bloqueó el video, se veían sus ojos desorbitados y exhaustos al mismo
tiempo, mostraba una sombra de barba y el pelo desordenado por el sueño.

“Baxter.”

“Ella atacó el Madison Square, gran concierto. Estoy en camino. Necesito que
contactes al escuadrón. Quiero a Jenkinson y a Reineke en escena. El resto que
se reporte a la Central a menos que yo diga algo diferente.”

“Hecho.”

Cortó la comunicación, llamó a Feeney.

“Estoy en camino,” dijo él en el momento que apareció en pantalla. “McNab me


informó. Tiempo de llegada, tal vez en quince. ¿Sabes cuántos?”

“No, nosotros estamos a cinco minutos. Necesito una ubicación de los enlaces
de Mavis y Summerset. Ambos estaban en ese concierto.”

“Cristo. Me pondré en ello. Maldita sea.”

Le cortó. Eve hizo lo único en que podía pensar. Agarró la mano a Roarke, la
apretó brevemente. Entonces se preparó para lidiar con lo que seguía.

“Tan pronto como los encontremos, te necesito a ti, a Feeney y a McNab


trabajando en ese programa. Queremos el nido. No estará allí, pero queremos el
nido.”

“Creo que él estaba llevando a Ivanna, Ivanna Liski. Él dijo algo acerca de cenar
con ella y de ensanchar sus horizontes musicales con ese maldito concierto. Y
yo… le dije que debería llevar a Ivanna detrás del escenario para que conociera
a Mavis. Debería ocuparse acerca de arreglar eso.”

Una rubia delicada, pensó Eve, antigua bailarina de ballet, y antigua espía. Y tal
vez antigua llama de Summerset. “De manera que es probable que ambos
estuvieran dentro cuando sucedió el ataque. Los encontraremos.”

La Séptima Avenida era un caos. Roarke cortó a través de la Treinta y Cinco,


serpenteando entre otros vehículos y barricadas mientras las luces destellaban y
las sirenas aullaban.

Había estado antes en este caos, cuando el grupo Cassandra había hecho
estallar el anfiteatro en su enloquecida misión de destruir los puntos
emblemáticos de Nueva York. Y ahora, reconstruido, renovado, reabierto, esa
resistencia había sido usada como objetivo de otro asesino.

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¿Debería haberse dado cuenta? ¿Haberlo anticipado?

Puso a un lado esos pensamientos mientras ella y Roarke saltaban fuera por
puertas opuestas.

“Espera. No te dejarán pasar, y yo necesito mi equipo de campo.”

Lo agarró, sacó su placa para engancharla en su abrigo, antes de que ambos se


abrieran camino a través de la muchedumbre que clamaba presionada contra la
línea policial.

“Teniente. Jesús, Teniente, tenemos un lío del demonio aquí.”

“Mantenga la línea, Oficial, y comience a hacer retroceder a la gente. Quiero


esta área despejada hasta la Sexta por el este, y la Octava hacia el oeste, dos
manzanas al norte y al sur. ¿Cuántas víctimas?”

“No puedo decirlo, señor. Vinimos para controlar la muchedumbre. Oí que


unas veinte, pero no puedo decirlo con seguridad.”

Siguió avanzando a través de una zona llena de policías, de paramédicos, de


civiles llorando. Y, vio mientras se acercaban al anfiteatro, los muertos y los
heridos.

Los helicópteros volaban en círculos arriba, de la policía y de los medios, y en la


calle, en las veredas, los policías y los médicos luchaban para ayudar a los
heridos, y escudar a los muertos.

Para mantener el orden cuando otro ataque pudiera llegar de cualquier parte.

El mundo se iluminaba del azul y rojo de las luces intermitentes de los coches
policiales, rugía lleno del terrible sonido de los gritos, y apestaba con el olor a
cobre de la sangre.

“Ah, Cristo.” Debido a que estaban hombro contra hombro sintió el


estremecimiento que recorrió a Roarke. “Él está allí. Por allí, ayudando a los
doctores.”

Ella también lo vio, la constitución huesuda, el cabello gris, aquellas manos


delgadas manchadas con sangre mientras estaba arrodillado al lado de una
mujer que sangraba de un costado, de un tajo a lo largo de la sien.

Su propio pecho se sacudió cuando se desviaron hacia él.


“¿Estás herido? Roarke se dejó caer al lado de Summerset, le agarró el brazo.
“Dime si estás herido.”

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“No, estábamos adentro. Justo saliendo. Justo… oí los gritos. Vi… necesito
detener este sangrado.” Su voz estaba entrecortada, fría, pero cuando levantó la
vista, Eve vio el horror y la pena. “Mavis y Leonardo están bien. Adentro,
todavía dentro. Envié a Ivanna con ellos.”

Los ojos le ardían a Eve, la garganta también. Ella sólo pudo asentir. Entonces
respirando hondo, se agachó, miró a Summerset a los ojos. “Enciende tu
enlace.”

“¿Qué?”

“Necesitas volver a encender tu enlace, en caso que necesite contactarme


contigo. Voy a necesitar hablar contigo más tarde, en profundidad, pero en este
instante, sólo enciende tu enlace, y sigue haciendo lo que estás haciendo. Usted
está en buenas manos,” le dijo a la mujer sangrante, quien la miraba con ojos
vidriosos del shock. “Buenas manos,” repitió y se puso de pie.

Se volvió, aspiró profundamente. “Tú y tú,” espetó, escogió a dos uniformados


al azar. “Quiero una escolta para las ambulancias y las furgonetas médicas.
Quiero un camino despejado para los doctores, para entrar y salir. Nada, repito,
nada ni nadie pasa más allá de la Sexta, más allá de la Octava, más allá de la
Treinta y Seis, más allá de la Treinta y Dos que no sea de la NYPSD o del
personal médico. En marcha, háganlo. Ahora. Y ustedes.”

Se giró hacia dos más. “¿Ustedes piensan que los curiosos están ayudando a
esta gente? Vayan dentro, establezcan algo de orden. Nadie sale hasta que yo
despeje esto. Muevan sus culos.”

“El sargento dijo que nos quedáramos aquí,” empezó uno, y Eve lo cortó con
una aguda mirada, tocó su placa.

“¿Qué dice aquí?

“'Teniente, Señor.”

“La teniente acaba de darle una orden.”

Se movió rápidamente hacia una doctora que reconoció. “¿Podemos mover a


alguno de los menos lesionados adentro?”

“Podríamos,” dijo la doctora mientras trataba lo que parecía ser una pierna rota.
“Pero ellos lo han bloqueado.”

“Lo estoy desbloqueando. Si usted puede prescindir de un par de paramédicos,


ellos pueden ocuparse de los que tienen lesiones menores en el interior.
Estamos trabajando en despejar un camino para el transporte.”

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“Aleluya.”

“¿Sabe cuántos?”

La doctora sacudió la cabeza. “Conté una docena de muertos, el doble de


heridos. Podrían ser más.”

“Dallas.”

Alzó la vista, impactada de ver a Berenski cojeando hacia ella, con un ojo
morado e hinchado.

“¿Cuán mal estas?”

“Sólo me golpearon un poco durante el pánico. Vine con un par de compañeros


del laboratorio. Todos estamos bien, pero… la gente corriendo, gritando,
tropezando entre sí tratando de salir. Pensaron que esto iba a volver a estallar.”
Respiraba agitado, sus ojos estaban un poco vidriosos mientras miraba
alrededor. “Santo cielo, Dallas.”

“¿Necesitas un doctor?”

“No. No. Tengo un poco de entrenamiento médico básico, pero no sé si tengo el


suficiente para hacer algo aquí.”

“Feeney está llegando. Ve con él y con los de DDE. Trabaja el programa.”

“Sí, puedo hacer eso. Puedo hacer eso,” repitió, cojeando hacia Feeney.

No había manera de preservar la escena, pensó, y había hecho lo que había


podido para asegurar el área por ahora. De manera que volvió a respirar hondo,
se aclaró la mente de cualquier otra cosa, y reflexionó.

Esperas que el concierto termine, probablemente que sea transmitido,


probablemente una forma de observarlo en pantalla o al menos tener
actualizaciones.

¿Había un objetivo aquí? ¿Un nombre de la lista? ¿O esto sólo fue una manera
de demostrar cuánto podías hacer?

Se abren las puertas, la gente empieza a salir. ¿Esperaste? ¿Cuánto tiempo


esperaste hasta que te diste luz verde?
Se acercó a Summerset, notó que había detenido el sangrado y estaba
atendiendo la herida de la cabeza más superficial.

“Estas reclutado como consultor experto, médico.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Yo…”

“¿Ves a esa doctora de ahí?” Señaló. “Es firme. Vas a trabajar con ella para
arreglar que las lesiones menores sean tratadas en el interior. Los quiero
cómodos pero contenidos. Alguien de mi gente hablará con ellos, y serán
liberados cuando sean dados de alta. Los que estén con heridas más severas
serán evaluados en donde están, y transportados de inmediato a una instalación
médica. Necesito ocuparme de los muertos, ¿lo entiendes? Puedes ayudar a
atender a los vivos.”

“Sí, muy bien.”

“Necesito una lista de los nombres de cualquier persona que atiendas o


muevas. ¿Entendido?”

“Por supuesto.”

“Me comunicaré contigo cuando te necesite en caso contrario.”

Vio a Roarke y a Feeney yendo al interior, con Berenski cojeando detrás de


ellos.

“Ves a ese tipo, el que tiene la cabeza en forma de huevo, ¿cojeando?”

“Sí.”

“Cuando tengas tiempo, échale un vistazo. Lo aporrearon bien. Estará con


Roarke y Feeney.”

“Haré lo que pueda.”

“Si ves a Mavis, dile…”

“Esto también está entendido.”

“Muy bien.” Cambiando de mano su equipo de campo, se alejó para empezar a


atender a los muertos.

Había identificado a dos, había empezado a trabajar en el tercero cuando


Peabody llegó corriendo.
“Lo siento. Jesús, Dallas, no podíamos pasar. Casi hay una maldita revuelta
detrás de las barricadas. Whitney reclutó a cada policía de la ciudad, o eso
parece, para que la gente deje las calles. ¿Quieres que empiece con las
identificaciones?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tenemos al objetivo aquí. Rothstein, Jonah, treinta y ocho años, abogado. Este
debe de ser el abogado que no pudimos descifrar. ¿Este disparo al estómago? Se
habría desangrado antes de que alguien pudiera hacer algo por él, pero habría
tenido unos cuantos minutos de agonía primero. Trató de arrastrarse, mira las
manchas de sangre. Y mira sus piernas. Disparó al estómago, y luego le disparó
dos veces más, uno en cada pierna. Esta es la primera vez donde he visto que
dispare más de una vez. Este es el objetivo.” Eve se sentó en los talones. “Sale,
avanzando con el gentío, probablemente entusiasmado por el concierto. Tal vez
está con alguien, estaba divorciado, y ella lo está buscando. Esta vez, sí, creo
que esta vez lo mató primero. No querría perderlo entre la muchedumbre
cuando el pánico cundiera. Entonces simplemente escoge al azar. Ahora esto no
es por cubierta. Esto es por diversión. Contacta a Morris.”

“Ya lo hice. Está en camino. Podría haber llegado aquí antes que nosotros.”

“Yo no lo he visto. Necesitamos que esta víctima sea transportada primero. Haz
que Rothstein sea embolsado y etiquetado, etiquetarlo es una prioridad.”

“Lo coordinaré con Morris. Dallas, ¿sabes cuántos muertos hay?”

Eve se puso de pie. Los médicos continuaban evaluando a los heridos, pero
muchos habían sido llevados al interior, a los ilesos les permitían retirarse.

Parecía, pensó Eve, un campo de batalla después de un combate, los cuerpos


desparramados sobre el pavimento frío y ensangrentado. Podía contar catorce
caídos, sin esperanza. Podía haber más.

“Tomemos uno a la vez.”

Al final serían dieciséis muertos en escena, otros dos que murieron por sus
heridas en cuestión de horas. Otros ochenta y cuatro heridos.

Le pesarían, cada uno, cuando en la fría hora anterior al amanecer dejó a los
muertos para ir al interior. Para hacer lo que siguiera.

Echó un vistazo alrededor del enorme vestíbulo, los suelos de mármol bajo el
resplandor de las luces. Lo cruzó para acercarse a Jenkinson.

“Infórmame,” dijo ella.

“Reportes conflictivos. La mayoría de las personas no sabe que mierda pasó. La


mayor parte de ellos nunca llegaron a salir, fueron aporreados, tirados al suelo,
pisoteados aquí dentro. Alguien empezó a gritar sobre una bomba y eso
encendió la jodida mecha.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Con el rostro sombrío y cansado, él también echó un vistazo alrededor del área
del vestíbulo, ahora despejada de los heridos, pero todavía con manchas de
sangre en el suelo, y pertenencias desperdigadas que cayeron o fueron
olvidadas en medio del pánico.

“El mismo asunto fuera, por lo que se sabe. Conflictivos sobre el primer
disparo, pero encontré a un guardia de seguridad que mantuvo la calma, y está
seguro de que la primera pareja cayó alrededor de la una y cincuenta, una y
cincuenta y cinco. Dice que diez minutos después la gente empezó a
amontonarse fuera.

Después de frotarse la nuca, Jenkinson repasó sus notas. “Un hombre, abrigo
negro, cabello rubio largo medio, ese es el que el guardia dice que recibió el
primer disparo. Luego una mujer, abrigo negro o gris, pelirrojo, pero él dice que
la primera víctima recibió un segundo disparo, y tal vez tres disparos. No está
seguro si fue después de que la segunda víctima cayera o la tercera. Las cosas
comenzaron a desquiciarse.”

“¿Alguna vez este tipo estuvo en la policía?”

“Es gracioso que debiera preguntarlo. Trabajó veinticinco años, la mayoría en


Queens.”

“Todavía lo tiene. La primera víctima, hombre, abrigo negro, pelo rubio, era el
abogado. Rothstein, Jonah. Tres disparos. Mantén a mano al guardia en caso de
que recuerde más detalles. Los cadáveres están en la morgue o de camino.
Todavía están tratando a algunos heridos fuera, pero todo está bajo control.
Necesito bloquear este sector hasta que lo despejemos por completo. Tú y
Reineke pueden cambiar con Carmichael y Santiago, vayan a dormir un poco.”

“La oigo. Pero usted necesita a más de nosotros aquí, teniente, estamos bien
para seguir. Tomamos un energizante.” Se frotó la cara. “Odio a esos
bastardos.”

“Te oigo. Duerman un poco, porque no van a conseguir mucho más hoy. ¿En
dónde están instalados los de DDE?”

Le tomó cinco minutos caminando aprisa llegar a la impresionante zona de


seguridad en donde su equipo de expertos electrónicos estaba trabajando. Echó
un vistazo a las pantallas, trató de bloquear la cháchara electrónica, y vio los
rayos de luz cruzando la zona de la Séptima Avenida del Madison Square
desde Lexington y desde la Tercera. El área de Murray Hill, notó.

“Estamos reduciendo el área,” dijo Feeney, “o lo están haciendo Lowenbaum y


Berenski.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Dickhead, pensó ella, observándolo encorvado sobre el monitor con
Lowenbaum.

“Si está usando la misma arma que el cabrón de su padre tenía, pensamos que
la tenemos localizada a un par de manzanas.” Berenski hizo rodar sus hombros,
se giró en su taburete. “Le añades los factores del arma, el rango, velocidad,
calculas el poder total porque por qué diablos no, y…”

“Puedes guardarte la fórmula por ahora, y sólo darme las mayores


probabilidades. Tal vez después haré que me des una lección sobre el resto.”

Él parpadeó, se frotó su excusa de bigote. “Sí, seguro. Podría hacer eso.”

“Nos estamos inclinando aquí.” Roarke resaltó tres edificios. “Dos en Lex, uno
en la Tercera.”

“A ella le gusta el East Side,” notó Eve. “Conoce mejor esa zona.”

“Aparentemente. El haber añadido a nuestros expertos en armas al programa lo


ha reducido considerablemente. Estos tres edificios tienen baja seguridad, son
unidades para alquilar o albergues.”

“Empezaremos por allí. ¿Pueden aplicar lo mismo al ataque en el Times


Square?”

“Estoy haciendo eso,” dijo McNab. “Seremos capaces de darte las mayores
probabilidades, con estos factores.”

“Peabody, envía los resultados a Baxter y Trueheart, que ellos, el Uniformado


Carmichael y los que escojan trabajen en ellos.”

Chequeó la hora.

“Estate lista para ir a la Central cuando te llame.”

Tenía una parada más que hacer, regresó abajo, pidió instrucciones, y se dirigió
a los camerinos. No era probable que pudiera reunir alguna información que
añadir a la cacería. Pero no podía irse, simplemente no podía irse, sin ver a las
personas que le importaban.

Las personas del sueño en que Willow había amenazado con matar.

Oyó a Nadine antes de verla, la voz gruesa por la fatiga. Estaba sentada en el
suelo, con la espalda contra la pared, fuera de uno de los camerinos. El rostro y
el cabello todavía listos para la cámara, como era de esperar, una llamativa
chaqueta de cuero azul sobre un elegante enterizo negro.

J.D.Robb Apprentice in Death


Se sentaba cadera con cadera con un hombre que tenía pelo negro con mechas
púrpura y que se curvaba más abajo de una camiseta negra y un chaleco negro
tachonado. Llevaba vaqueros negros, botas rasguñadas que se ataban en las
pantorrillas. Rivalizaba con McNab en los aros de las orejas.

Él la miró a los ojos, sus ojos de párpados caídos de un azul cristalino. Su boca
se curvó un poco, ahondando los pliegues en sus mejillas.

“Aquí está tu amiga policía, Lois.”

“¿Qué? Ah, Dallas.” Nadine se puso de pie. “¿Qué sabes? ¿Qué puedes
contarme? Estoy programada en la estación, y necesitamos más detalles.”

Mejor, probablemente mejor, pensó Eve, que no hubiera sabido que Nadine
estaba allí. No haber tenido una persona más por la cual preocuparse.

“¿Qué sabes tú?” replicó ella. “¿Qué viste? ¿Qué oíste? Mi trabajo tiene
prioridad.”

“No vi o escuché una maldita cosa. Estaba aquí abajo, en el camerino de Mavis,
cuando los de seguridad entraron corriendo, dijeron que había un incidente. No
nos iban a dejar abandonar el área. Trajeron aquí abajo a la amiga de
Summerset. Está allí dentro con Mavis y Leonardo. Trina también está allí.”
Nadine gesticuló hacia la habitación con el nombre de Mavis estampado en la
puerta. “Vamos, Dallas, suéltalo. Estoy teniendo que informarle las cosas en
migajas a mi productor.”

Eve sólo miró al acompañante de Nadine. “¿Quién eres tú?”

Nadine soltó una rápida carcajada. “Te lo dije.”

“Refrescante,” dijo él. “Soy Jake Kincade.”

“Eso tampoco le va a sonar. Dallas, Jake es una estrella de rock, literalmente.


¿Avenida A? Su banda ha estado rockeando con éxito durante cerca de quince
años.”

“Más o menos. Aunque en este momento no es importante, ¿verdad?” Se puso


de pie en sus largas piernas, con una altura de metro noventa y cinco con sus
botas, le ofreció una mano. “Yo diría encantado de conocerte, pero bueno, qué
demonios.”

“¿Cuántos muertos?” insistió Nadine. “¿Me confirmarás eso? Eso importa,


Dallas.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Sí, eso importa. Dieciséis hasta el momento. Un par más es probable que no lo
consigan, pero son dieciséis confirmados en la escena.”

“Jesús.” Jake se quedó mirando hacia el corredor. “Mi banda está metida en los
camerinos, y los encargados de nuestro equipo se tiraron al suelo como
cachorros. Están a salvo. Todos ellos están a salvo, pero… tengo los nombres de
algunas personas a las que les conseguimos entradas, cerca de una docena.
Puede usted verificar para ver…”

Eve sacó su block de notas. “Dame los nombres.”

Ella revisó mientras él se los daba de memoria.

“Ninguno de ellos está en la lista de los muertos o los seriamente heridos. No


tengo todavía todos los nombres de los que tienen lesiones menores.”

“Eso es bastante bueno. Más que eso. Gracias. Ellos, diablos, ganaron este
concurso, estuvieron con nosotros en los ensayos, vinieron a los camerinos
antes de la actuación.”

“Ha estado muy preocupado de que alguno de ellos estuviera herido,” dijo
Nadine. “O peor.”

“Voy a despejar esto, de manera que puedan irse a casa, todos ustedes. Puede
que tome cerca de treinta minutos que alguien venga a escoltarlos al exterior.”

“Yo no me voy a ninguna parte sin un uno a uno,” insistió Nadine. “Se puede
hacer a distancia.”

“Tú puedes, Lois,” murmuró Jake y Nadine le dirigió una resplandeciente


mirada.

“La ciudad está por despertarse,” continuó Nadine, echó un vistazo a su


centelleante unidad de muñeca. “De hecho lo está haciendo. La gente necesita
saber, Dallas. Esta es su ciudad, y lo de anoche fue importante. Alguien manchó
eso con montones de sangre. Es tu trabajo detenerlos. Es mi trabajo informar a
la gente, no sólo lo que sucedió aquí, sino que estás haciendo lo que sea
necesario para detenerlos.”

“Ella es buena.” Jake enganchó los pulgares en sus bolsillos delanteros. “Ella
dice que tú también eres buena.”

“Te voy a dar cinco minutos, es todo lo que puedo darte,” dijo Eve antes de que
Nadine pudiera protestar. “Pero necesito ir…” Lanzó una mirada hacia la
puerta del camerino de Mavis.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Voy a prepararlo.”

“Voy a que la banda se levante y se ponga en movimiento.”

Cuando Jake se dirigió al corredor, Eve se volvió hacia Nadine. “¿Lois?”

“Como en Lane, la mejor reportera del Daily Planet. Superman, Dallas,


probablemente has oído sobre él.”

“Sí, ¿dónde está él ahora?” Abrió la puerta silenciosamente.

Dentro, Leonardo dormía en un sillón, Mavis se acurrucaba como una gata de


fantasía en su regazo. Trina, probablemente estaba allí por el cabello y el
maquillaje, estaba estirada en el suelo, como una llamativa alfombra. Eve
reconoció a la vieja amiga de Summerset, Ivanna Liski, dormida en el sofá.

Pero sus ojos volvieron a Mavis, el cabello era un arco iris caído, el precioso
rostro de hada relajado en el sueño, con los grandes brazos de Leonardo
envueltos a su alrededor.

Como los ojos le ardían, y el estómago se le estremecía, Eve descansó la cabeza


en el umbral de la puerta, sólo se permitió respirar.

Como consuelo, Nadine le frotó la espalda con la mano. “En cuanto estés lista.”

Con un asentimiento, Eve se enderezó, cerró la puerta para darles unos cuantos
minutos más.

“Terminemos con esto.”

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Capítulo 15

Mientras él trabajaba, una vez más alineándose con policías, la preocupación


seguía pesando en la mente de Roarke. Aunque era un hombre que se había
entrenado para permanecer frío y con la mente clara en las crisis, de otra forma
el impulsivo que vivía en su interior hubiese pasado la mayoría de sus años en
una celda de una u otra clase, esa preocupación tensaba sus hombros
haciéndolos doler.

Su esposa, el centro de su mundo, estaba corriendo directamente hacia el


agotamiento, apenas se había recuperado de un sueño desagradable dentro de
las escasas dos horas de sueño que se había permitido.

Lo había leído en su rostro cuando ella había venido a chequear su progreso,


esa apariencia pálida y sombría, la de la piel casi traslúcida y ojos ojerosos.

Podía sentir casi lo mismo en los buenos policías que trabajaban con él, esa
fatiga tan tensa como un resorte bajo la cual estaba su profunda determinación
de seguir adelante. Y adelante.

Y poco había que pudiera hacer para arreglarlo. Ni el momento, ni el lugar para
ordenar traer galones de café o bandejas de comida. Ni el dinero ni el poder por
los cuales había trabajado toda su vida podían ayudar.

De manera que aplicaba su habilidad, su creatividad con la tecnología, y sentía


que no era suficiente ni de cerca.

¿Cómo uno atrapaba a un asesino sabiendo en dónde había estado, y en dónde


ciertamente ya no estaba?

Su policía diría que cada detalle importaba. De manera que se aplicó en


encontrar aquellos detalles.

La preocupación por Eve mezclada y unida a la preocupación por Summerset.

¿Qué ayuda era él allí?

La mirada en el rostro de Summerset, la pena y el horror, la sangre en sus


manos, el leve temblor en su voz.

Eso impresionaba, siempre impactaban, aquellos raros atisbos de fragilidad en


un hombre que esencialmente lo había criado, quien lo había salvado de los
callejones, las golpizas, el hambre, y las miserias. Quien lo había ayudado a
desarrollar ese lúcido control y a mantener bajo éste la furia que a veces lo
abrumaba.

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¿En dónde estaría él, quién sería, sin esas dos fuerzas complicadas y opuestas?
No podría decirlo, nunca lo sabría, pero ciertamente no en donde estaba y lo
que era ahora, trabajando codo a codo con los policías que una vez había
menospreciado.

Eve perseguía a un asesino, preparada para encarar al que había entrenado a su


propia hija para matar. Summerset atendía a los heridos.

Y él… bueno, había hecho todo lo que podía hacer para reducir las locaciones,
posiciones y posibilidades.

Se levantó, miró hacia Feeney. La figura de un padre para Eve. Todos eran
figuras paternas, ¿no era así? Feeney, Summerset, Mackie. Aquellos que
entrenaban y enseñaban, para bien o para mal.

“Necesito encontrar a Summerset, asegurarme de que está bien.”

“Adelante,” le dijo Feeney. “Aquí estamos bien. Mejor de lo que yo creía. ¿Vas a
autorizar este programa para la NYPSD?”

“Lo vamos a considerar un regalo. Yo haré los arreglos.”

Eso era algo, al menos, pensó mientras los dejaba.

Trató de llamar a Summerset, pero sólo obtuvo el correo de voz. Se olvidó de


encender el maldito enlace, pensó, o estaba demasiado ocupado restañando
sangre o entablillando huesos para contestar.

Comenzó a tratar de comunicarse con Eve, pero decidió que ella no recibiría
bien una interrupción a su trabajo más de lo que él lo haría en el suyo en un
momento de crisis.

Comenzó a deambular por allí, y los policías en guardia o realizando tareas


apenas asintieron hacia él. Una vez, ellos lo habrían perseguido con ahínco y
rapidez, pensó. Aquellos días se habían terminado, y por mucho que sintiera un
poco de nostalgia por la emoción y la aventura de ellos, no cambiaría ni un
momento de esta vida que tenía, ni siquiera con el peso de la preocupación.

La vio a ella primero, entrando por una puerta, que él se dio cuenta por los
planos que tenía en su mente, que llevaba hacia los camerinos, a la izquierda.
Tan pálida, pensó, y debido a que conocía tan bien esos ojos, sabía que en algún
momento había habido lágrimas.

Mientras ella caminaba, hablaba por su enlace, dando más órdenes, supuso,
coordinando detalles, y recibiendo informes.

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Cuando empezaba a dirigirse hacia ella, Summerset entró por unas puertas, a la
derecha.

Frágil, volvió a pensar Roarke, los huesos de su rostro demasiado prominentes


contra la piel macilenta. Había algo más que fatiga en sus ojos. Lágrimas otra
vez, del tipo que arden en el estómago, abrasan el corazón, y que no alivian al
derramarlas.

En ese instante se sintió atrapado entre ambos, estos amores vitales, fuerzas
opuestas.

Entonces vio tambalearse a Summerset, muy levemente, y extender una mano


hacia el respaldo de un asiento para afirmarse. Allí la elección estuvo hecha, y
cambió de dirección para ir hacia el hombre que le había dado una vida.

“Necesitas sentarte.” Roarke habló con más brusquedad de la que quería


traslucir ya que la preocupación le constreñía la garganta. “Te traeré un poco de
agua.”

“Necesitamos ir a la Central. Necesito que vayas,” le dijo a Summerset, “que


des una declaración.”

“Bueno, a la mierda con eso,” espetó Roarke. “Necesita ir a casa, necesita


descansar. Diablos, ¿acaso no tienes ojos para verlo?”

“Será más fácil fuera de aquí. Puedo hacer que te lleven después a casa.”

“Él no va a ninguna parte salvo a casa. Yo mismo lo llevaré.”

Con una furia repentina, Eve se volvió hacia Roarke. “Esta es una investigación
policial, esta es una maldita escena del crimen, y yo digo quién se va y cuándo.”

“Entonces arréstanos a los dos ya que al parecer no tienes nada mejor que hacer.
¿Esta es la forma en que lo tratas después de que ha trabajado sin descanso para
limpiar la sangre?”

“No me tientes. No tengo tiempo para dramas.”

“Yo te voy a mostrar lo que es drama.”

“Basta, ustedes todos.” La voz de Summerset, débil por la fatiga, todavía


conservaba un tono afilado. “Se están comportando como niños enfurruñados
que necesitan una siesta.”

“Te dije que te sentaras, diablos.”

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“Y creo que lo haré, a pesar de tu rudeza. Porque necesito hacerlo.”

Summerset se dejó caer en un asiento del pasillo y soltó un suspiro. “Iré a la


Central, por supuesto, pero necesito saber si Ivanna está bien antes de
marcharme.”

“Acabo de verla. Está bien, y vamos a hacer que la lleven a casa. Le dije que te
contactarías con ella tan pronto como pudieras.”

“Los otros. ¿Mavis, Leonardo, Nadine, Trina?”

“Lo mismo. Todos ellos están…” la voz de Eve se quebró; se la aclaró. “Todos
están bien.”

“Eso me tranquiliza.” Su mirada encontró la de Eve por un momento, y volvió a


suspirar. Luego miró a Roarke. “Parece que podría tomar un poco de agua.”

“Te la traeré. Tu quédate justo donde estás.”

“Lo asusté,” le dijo Summerset a Eve cuando estuvieron solos. “Es difícil ver
debilidad en el que te crio.”

“Entendido, pero…”

“Y usted lo preocupa. Teniente, se ve tan brutalmente cansada y cargada como


me siento. ¿Y qué puede hacer él por nosotros, se pregunta, cuando la que ama
sobre todas las cosas debe usar al que quiere como un niño quiere a su padre?
Bueno, gruñirles a los dos, por supuesto.”

Esbozó una leve sonrisa.

Ella podía sentirse balanceándose sobre un borde rocoso, sabiendo que si se


inclinaba demasiado hacia un lado podía desmoronarse. No había elección,
entonces, pensó, ninguna elección salvo la de inclinarse hacia el otro lado, y
sostenerse.

“Lo siento, pero tenemos poco tiempo. No puedo esperar para moverme hacia
el siguiente paso.”

“Entendido.” Le hizo eco él. “Me gustaría ir a casa. El muchacho tiene razón en
eso. Me gustaría muchísimo ir a casa. Podríamos ahorrarnos tiempo el uno al
otro haciendo la declaración aquí y ahora. ¿Es eso posible?”

“Sí, sólo supuse que querrías alejarte de aquí.”

“Usted nunca se aleja, ¿verdad?”

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Roarke regresó con dos botellas de agua.

“Silencio, muchacho,” musitó Summerset cuando Roarke empezó a hablar.


“Estoy por darle a la teniente mi declaración, ya que hemos acordado que lo
haga justo aquí.”

Eve se sentó frente a él en el pasillo. “Tengo ojos, pero necesito saber lo que
vieron los tuyos.” Puso a funcionar su grabadora, leyó la información más
destacada.

“Cuéntame lo que recuerdas.”

“Estábamos casi a las puertas, Ivanna y yo, casi afuera. Era una noche diferente
y de celebración. La muchedumbre, creo que deben de haber agotado las
entradas, de manera que nosotros estábamos rodeados por el gentío al
principio. Pero…”

Cuando Summerset se frotó la sien, Roarke sacó una cajita, y cogió un


bloqueador.

“Tómalo.” Ante la tranquila mirada de Summerset, Roarke tensó la mandíbula,


pero añadió, “Por favor.”

“Gracias.” Summerset abrió la lata, tomó la píldora y sorbió el agua. “Creo, sí,
creo que estaba a punto de guiar a Ivanna a través de las puertas cuando vi que
alguien caía al suelo, una herida en el vientre, también pude ver eso. Hubo
gritos cuando alguien más cayó, una herida en la cabeza. Entonces cundió el
pánico. La gente corría, empujándose. Tiré de Ivanna hacia un lado, me abrí
camino hacia atrás hasta que pude apartarla. Ella discutió, pero entendió que no
había tiempo. Se iría detrás de bastidores, adonde Mavis. La habíamos visitado
antes del concierto y yo confiaba en que encontraría el camino. Todos los demás
estaban tratando de salir.”

“El que cayó primero. Descríbelo.”

“A mitad de los treinta, diría yo, cabello rubio. Caucásico. Tenía un abrigo
negro abierto, y vi la sangre extenderse. Para cuando pude conseguir salir e ir
hacia él, había muerto. Dos disparos más, uno en cada pierna. Oí los gritos, y
los coches, los frenos chirriando. Incluso mientras me movía para tratar de
ayudar a una mujer que habían tirado al suelo, vi a otra atropellada por un
coche cuando corrió hacia la pista. Y entonces yo…”

“¿Qué más?”

“Por un momento, más que un momento, me temo, estaba en otro lugar, en otro
tiempo. En Londres, durante otro ataque, durante las Urbanas. Los mismos

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sonidos, olores, el mismo miedo terrible y las carreras. Cuerpos en el suelo,
sangrando, heridos pidiendo ayuda, los lamentos y la desesperación por
escapar.”

Miró fijamente la botella de agua un momento, y luego tomó un poco. “Me


congelé, sabe, simplemente me congelé entre ese tiempo y éste, y no hice nada.
Me quedé allí, sólo parado allí. Entonces alguien me empujó, y caí. Caí al lado
del cuerpo de una mujer que ya estaba más allá de necesitar ayuda. No había
nada que hacer por ella, nada en absoluto, y volví en mí mismo, al momento
presente. Había un chico, apenas de veinte años, estaba tirado sin sentido.
Alguien pasó encima de él, y le pisó la mano. Oí los huesos quebrarse. Hice lo
que pude por él hasta que los médicos empezaron a llegar.”

Hizo una pausa, volvió a beber. “La gente todavía seguía cayendo, pero los
médicos y la policía llegaron corriendo. Les grité que era médico, y uno de ellos
me lanzó un equipo. De manera que hicimos lo que podíamos hacer, justo como
en cualquier campo de batalla. No sé por cuánto tiempo, minutos, horas,
entonces llegó usted, y aquí mi muchacho. Lo peor pasó con rapidez en ese
momento, usted se encargó de ello. Yo atendí a más fuera, y luego dentro. Y
aquí estamos.”

Eve esperó un momento. “¿La mujer en la que estabas trabajando cuando


llegamos?”

“Estabilizada, lo suficiente. Creo. Se la llevaron una vez que estuvo lo bastante


estable. Dijeron que al menos había una docena de muertos. ¿Cuántos? ¿Usted
lo sabe?”

“Dieciséis muertos en escena, y dos más que no lo lograron. De manera que son
dieciocho. Habría habido más si no hubieras estado aquí, si no hubieses
ayudado.”

“Dieciocho.” Summerset bajó la cabeza, miró el agua en su mano. “No pudimos


salvar a los dieciocho, así que volvemos la vista hacia usted para hacer que ellos
importen, para encontrar justicia para ellos.”

“Ellos importan. Igual que los heridos. Te conseguiré sus nombres, de los vivos
y los muertos.”

Él alzó la cabeza, la miró a los ojos. “Gracias.”

“Roarke puede llevarte a casa.”

“No, él se quedará con usted. No hay nada que pueda hacer aquí. Tomaré un
tranquilizante y me iré a la cama,” le dijo a Roarke, y pareció más firme cuando
se puso de pie.

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“Preferiría que no estuvieras solo.”

“Tendré al gato.” Summerset esbozó una leve sonrisa, y entonces hizo algo que
Eve no lo había visto hacer antes. Se inclinó, y besó a Roarke en la mejilla.

Conmovida, incómoda, Eve se puso de pie. “Voy a ir a arreglar tu transporte.”


Empezó a andar, se detuvo. “¿Los médicos y los policías que llegaron
corriendo? El decir que es su trabajo no disminuye el riesgo y la valentía. Esto
no era tu trabajo, pero corriste el mismo riesgo, mostraste la misma valentía. No
olvidaré eso.”

“Debería ir contigo,” dijo Roarke.

“No.” Summerset sacudió la cabeza. “Quiero quietud, y mi cama, y admitiré


que el gato me dará algún consuelo. Las guerras nunca terminan en realidad
mientras existan aquellos que se sienten con derecho, incluso obligados, a tomar
vidas. Ahora no es mi guerra, pero es la de ella, y debido a que es de ella, es
tuya. Estoy orgulloso de ustedes, y espero que me traigan noticias
tranquilizadoras cuando vayan a casa.” Soltó otro suspiro, uno largo, y
entonces le apretó el hombro a Roarke. “Voy a ver a Ivanna, para
tranquilizarme en ese sentido, y dejar que nuestra teniente haga que me lleven a
casa.”

“Haré que los lleven a ambos a casa,” le dijo Eve a él. “Me encargaré de que los
lleven a todos ustedes a casa.”

“Gracias. Estoy bien, muchacho. Sólo cansado.”

“Entonces te llevaré adonde Ivanna, y los acompañaré fuera.”

Más tarde, Roarke acompañó a Summerset fuera, al coche policial que lo


esperaba en el bordillo. Cuando Eve se le unió, él podía sentir la rigidez en su
cuerpo, parte cólera, pensaba, parte pura determinación para mantenerse en sus
pies.

“No hay nada que puedas hacer ahora,” empezó ella, y él se encontró
descargándose contra ella.

“Ya me siento inútil en este momento sin que me lo digas.”

“Inútil, mi culo. No tendríamos los nidos sin ti, y ahora tenemos los tres. Tal vez
nos ayuden a rastrear su próxima posición, su siguiente objetivo. A la mierda tu
inutilidad.”

“Entonces siempre hay algo más que puedo hacer.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Deberías haberte ido con él. Deberías irte a casa, asegurarte de que se vaya a la
cama, y tú mismo dormir un poco.”

“Él quiere lo que él quiere, y yo dormiré cuando lo hagas tú. ¿Vamos a


desperdiciar el tiempo discutiendo sobre eso?”

“Bien.” Ella empezó a hablar con rapidez. “Envié a Peabody por delante. Tengo
una consulta con Mira, luego voy a llevar a Mackie a Interrogatorios.”

“Veré en qué puedo ayudar en otra parte.” Deteniéndose, agarró a Eve del
brazo, con firmeza. “Él se veía afectado y frágil. No podía soportar la idea de
que lo presionaras. Y tú misma. No podía soportar estar atrapado entre ustedes
dos cuando ambos se veían listos para derrumbarse, y ninguno se daría por
vencido.”

“Él se sostuvo.” Siseó ella en voz baja. “No iba a presionarlo, pero necesitaba
saber lo que vio. Estaba justo allí, al frente, y ha estado allí antes. Eso me da una
idea. Ella va a atacar otra vez, y posiblemente con más rapidez ahora. Lo
necesitaba.”

“Lo sé.”

“¿Lo que él hizo? Admiro eso más de lo que puedo decir. Podría haber
regresado al interior, manteniéndose a salvo, pero salió, se arriesgó haciendo
eso para salvar vidas.”

“Él salvó la mía, e igual hiciste tú. Es un baile complicado para mí.”

Ella se detuvo ante el coche. “Tú fuiste la hechura de él, eso es lo que veo.” La
aturdida expresión en el rostro de Roarke la hizo sacudir la cabeza. “Él no
seguiría contigo si no fuera así. Tú dices que tú y yo nos salvamos uno al otro.
Bueno, antes de que yo llegara, ustedes dos hicieron lo mismo. De otra manera,
por otro camino, pero igualmente cierto. Tú le diste un propósito, y le diste un
hijo. Así que simplemente pospongamos toda esa mierda.”

“Mierda pospuesta.” Entonces la atrajo a sus brazos, y la abrazó con fuerza.


“Nadie está prestando atención a lo que hacemos en este momento. Así que
dame esto, ya que lo necesito. Lo juro, lo necesito.”

Le dio lo que necesitaba, y tomó lo que ella necesitaba. Abrazándolo. “Sabes,


tenías más acento irlandés tratando de intimidarnos para que hiciéramos lo que
pensabas que deberíamos hacer.”

“Para lo que me sirvió.” Se separó. “Te voy a encontrar un energizante. No


ahora, no del tipo que odias, ya que te ponen muy tensa. Encontraré algo
adecuado para ti.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Si es que alguien puede. Puedes conducir. Tengo que hablar con varias
personas.”

Él se situó detrás del volante, le lanzó una mirada. “¿Esta nueva especie de
entendimiento, pospondrá los ataques verbales entre tú y Summerset?”

“Cuando el infierno se congele.”

“Bueno entonces, hay algo por lo que esperar.”

Ella circuló rápido por la Central, no se dio cuenta, como Roarke si hizo, de que
los otros policías y el personal de apoyo que la reconocieron, se hacían a un
lado para despejarle el camino.

Incluso cuando entró a Homicidios, Peabody se puso de pie detrás de su


escritorio. “Mira está en tu oficina. Los equipos forenses están en todos los
nidos. Estamos haciendo una selección de los informes de los testigos. Unos
pocos puede que sean viables.”

“Continúen con ello. ¿Mackie?”

“En camino, con un consejero.”

“A Interrogatorios, en el minuto que llegue a la Central. Dame diez minutos con


Mira.”

“Yo me iré al DDE,” le dijo Roarke a Eve. “Y si no puedo ser de ayuda allí, lo
seré en algún otro lugar.”

“Podrías dormir una hora en la cuna.”

“No en esta vida, o la siguiente.”

“Petulante.”

“Así es.” La hubiese besado, en realidad lo deseaba. Pero comprendía que había
Reglas Matrimoniales en cada lado. De manera que sólo pasó un dedo por la
hendidura de su barbilla y se marchó.

Ambos habían hecho lo que habían podido, y él accedería a su sistema


doméstico, para asegurarse de que Summerset estaba en casa, y en cama.

Y luego le encontraría a su policía un maldito energizante.

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Mira estaba de pie en la oficina de Eve de frente al tablero del caso. Había tirado
su abrigo sobre la silla para visitas. Puede que la ropa no fuera lo principal en la
lista de prioridades de Eve, pero la observación lo era. Y observó que Mira
llevaba unos pantalones negros apretados con botas negras a la altura de las
rodillas y un suéter holgado azul en lugar de su bonito traje usual y tacones.

“Necesito actualizar eso.”

Mira no se dio la vuelta. “Esto da una buena sensación, y estoy completamente


informada del ataque de esta mañana.”

“Necesito café. ¿Tú quieres ese té que tomas?”

“Sí, gracias. Ella continuó la agenda de su padre. Sigue buscando su


aprobación.”

“A ella le gusta matar.”

“Sí. Y mucho, sí, pero todavía es una niña, y la niña busca complacer al padre.
Ese es su vínculo. Este comenzó con las armas, perfeccionando su habilidad con
ellas, y eso degeneró en venganza. Mientras que las habilidades de él
menguaron debido a su adicción, las de ella se han agudizado. La aprendiz ha
superado al maestro. Ella se convirtió en su arma.”

“A ella le gusta eso,” insistió Eve.

“Nuevamente estoy de acuerdo.” Mira tomó té, sosteniendo la taza mientras


estudiaba la muerte. “En el primer ataque, las otras dos víctimas fueron,
esencialmente, cobertura. O él se convenció de ello. Pero me pregunto si él se
sintió orgullo cuando ella tan hábilmente le dio a tres objetivos. Creo que sí. En
el segundo, tuvimos cinco disparos, cuatro muertos, de manera que él le
permitió probar sus habilidades. O ella los aumentó por su cuenta. Y ahora el
tercero.”

“Dieciocho muertos.”

“Sí. Ahora ella está al mando. No tiene a nadie que le diga que se detenga.”

“¿Él se sentirá orgulloso?”

“Yo creo que sí. Él puede ver, alguna parte de él puede ver, que ella está
disfrutando el asesinato, no es la agenda, no es la misión, sino el poder de
matar. Y aun así, es su hija, a la que enseñó. A la que ama.”

“¿Qué clase de amor es ese?” espetó Eve. “¿Qué clase de amor cría a una niña
para ser un monstruo?”

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“Aunque sea retorcido, para él es genuino. Se sacrificó para salvarla. La hizo
alejarse, no sólo con la esperanza de que ella pudiese eventualmente completar
la misión, sino ciertamente para protegerla.” Se volvió ahora para encarar a Eve.
“Él era un oficial de la policía. Ciertamente tenía que saber, que una vez que los
identificaras, también identificarías al menos a algunos de los objetivos. De
manera que esos objetivos estarían fuera de alcance.”

“Dile eso a Jonah Rothstein.” Eve sacó la foto de su equipo de campo, y la puso
en el tablero.

“No tiene caso culparte a ti misma cuando sabes quién es el responsable.”

“Yo simplemente no pude… no.” Eve contuvo el aliento. “No tiene solución. De
manera que el instructor, el maestro, quiere que se complete la misión, y para
que ésta sea completada, la estudiante necesita estar a salvo. Libre. Y el padre
protege a la hija, incluso mientras ayuda a convertirla en una asesina. Porque
creo que para hacer lo que ella ha hecho, eso siempre estuvo ahí. En su interior.
Sólo tuvo que reconocerlo y explotarlo. Pero él no conoce la agenda de ella, fue
astuta en mantener eso para sí misma. ¿A él le importará? Cuando le dije en el
hospital acerca de ello, no estaba preparado para creerme. ¿Su propia madre, su
propio hermano, profesores, chicos del colegio? Él lo ignoró. Cuando haga que
lo crea, ¿le importará un carajo?”

“Necesitas que le importe,” dijo Mira asintiendo. “Necesitas que le importe,


podríamos decir, muchos carajos para poder presionarlo y que nos dé la
información de su paradero.”

En otro momento podría haberla divertido oír el uso clínico de Mira de la


palabra con 'c'. “Eso es exactamente correcto.”

“Creo que los niños son importantes para él. Con el divorcio, un hombre en su
posición, con una carrera demandante, podría haber optado por numerosas
visitas en lugar de custodia compartida. Fue la pérdida de su esposa y el
potencial de otro hijo lo que rompió los límites de su control.”

“El hermano menor entonces, el colegio.”

“Muy probablemente sea tu mejor palanca.”

“Ella no va a ir a Alaska a vivir indómita y libre, que es lo que él planea para


ella.” Asintió Eve. “Se va a quedar aquí mismo, y seguir con su propia misión.
Él le enseñó a matar, ahora ella va a utilizar lo que le enseñó y a eliminar a
cualquiera que la haya fastidiado. Manteniéndose en mi punto de mira. No está
a salvo. Sí, sí, utilizaré eso.”

“¿Quieres que yo esté en Interrogatorios?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“No, quiero que él me mire a mí. A la que está cazando a su hija. Una asesina de
policías. Quiero tenerlo pensando acerca de eso, sabiendo que ella todavía está
aquí. Sabiendo que ella está cerca, y yo estoy cerca. Y recordando, como un
policía, cómo nos sentimos con respecto a aquellos que apuntan a los nuestros.
No va a ser difícil hacerlo creer que yo la eliminaría en vez de darle una
oportunidad para jugar la carta de la perturbación y pasar tiempo en una
cómoda instalación para menores.” Cuando Mira no dijo nada, Eve cambió la
dirección de su mirada, y la miró a los ojos. “No. De hecho, ese es el último
recurso. Quiero que ella me esté mirando, sabiendo que yo soy la que la detuvo.
Quiero que me recuerde cada día del resto de su larga vida.”

“Ella no eres tú.”

“Podría haberlo sido. Quién sabe en lo que Richard Troy podría haberme
convertido si hubiese tenido más tiempo.”

“No. La naturaleza, la crianza, ambas importan, ambas nos forman. Pero en


algún punto, en tantos puntos, las elecciones que hacemos, los caminos que
tomamos, son los que nos definen. Tú hiciste la tuya. Ella ha hecho la suya.”

“Sí. Sí. Y nosotras vamos a encontrarnos, lo juro por Cristo que lo haremos.
Entonces veremos de qué está hecha cada una. De manera que necesito quebrar
a Mackie. Voy a quebrar a Mackie.”

“Estaré en Observación. Si me necesitas.”

“Muy bien.”

Mientras Mira se daba la vuelta para marcharse, Cher Reo apareció en el


umbral de Eve. “Mackie está en Interrogatorios A,” declaró la Asistente del
Fiscal. “Estoy aquí para decirte que mi jefe dice que nada de tratos con él.
Antiguo policía, ahora asesino múltiple, y un asesino de policías. La evidencia
es consistente y relevante. Una confesión sería agradable, por supuesto, pero la
oficina del Fiscal del Distrito cree que tenemos más que suficiente para una
sentencia condenatoria.”

“Oigo eso.”

“Sin embargo…”

“Al diablo con los sin embargos.”

“Sin embargo,” continuó Reo, “si Mackie nos da la localización de su hija antes
de que ella tome otra vida o lesione a alguien más, y si ella se rinde
pacíficamente, la oficina del Fiscal estará de acuerdo en tratar a Willow Mackie
como una menor.”

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“Gilipolleces, Reo.”

Reo alzó una mano, se pasó la otra a través de su rizado cabello despeinado por
el viento. “Te estamos dando municiones, Dallas. Él necesita un incentivo para
dirigirnos hacia ella antes de que asesine a otro grupo de personas. ¿Doctora
Mira?”

“Eso podría jugar en dos niveles. En su instinto paternal para proteger, y en su


necesidad de que la misión sea completada, sin importar el tiempo que pueda
tardar.”

“Lo cual es justamente lo que ella hará si la dejamos salir a los dieciocho años.”

Reo ladeó la cabeza. “¿Y cuáles son las probabilidades de que eso realmente
suceda? ¿Las probabilidades de una rendición pacífica y sin que haga más
daño?”

Eve empezó a hablar, entonces esperó para que su rabia inicial se desvaneciera,
y para sentir el efecto de más cafeína. “Vale. Vale, lo entiendo. No hay forma de
que ella se rinda sin pelear. ¿Eso está escrito en piedra? ¿Esa parte es no
reembolsable?”

Reo sonrió. “Si se resiste de alguna forma, pisa con fuerza con su malvado
piececito y te chanca un dedo del pie, el trato es nulo.”

“Primero déjame trabajarlo un rato. Si no puedo quebrarlo, usaremos eso. De


esa forma suena y da la impresión de ser una concesión. No quiero entrar allí
con ningún trato.”

“Eso es bueno, eso funciona. Tiene como consejero a uno designado por la corte.
El tipo se llama Kent Pratt. Tiene una reputación como el santo patrón de los
defensores públicos de las causas perdidas.”

“Muy bien. Déjame que empiece.”

“Estaré en Observación si necesitas que entre para el trato.”

“Si lo hago, lo actuamos. Voy a estar realmente cabreada. Puede que te insulte.”

Reo volvió a sonreír, alegremente. “No sería la primera vez.”

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Capítulo 16

Eve se comunicó con Peabody mientras reunía lo que necesitaba.

“Una de las lesionadas que fue estabilizada ha empeorado,” le dijo Peabody.


“No tengo todos los detalles, son términos médicos y complicados, pero está de
vuelta en cirugía.”

“¿Nombre?”

“Adele Ninsky.”

La mujer que Summerset estaba tratando cuando ella había llegado a la escena,
pensó Eve, y luego lo puso a un lado.

“Quiero que enfatices la conexión padre-hija. El deber paternal, pobre niña.


Puedes ser ruda con él, pero te suavizas con la chica.”

“Entendido. Supongo que no es tan ilógico.”

“Debería serlo. Mira el tablero. Claro que debería serlo.”

Recogiendo sus archivos, Eve salió de la oficina.

Peabody se apuró para seguirle el paso. “Baxter y Trueheart dieron con un


testigo que piensan que la vio minutos después del ataque del Times Square. Él
no la reconoció hasta que lo entrevistaron y le mostraron el bosquejo de Yancy.
Dice que estaba dirigiéndose al edificio cuando ella estaba de salida. Le
sostuvo la puerta. Ella estaba llevando un estuche largo de metal, y una maleta
rodante. Tenía una mochila. Lo recuerda porque él dijo algo así como, déjame
ayudarte, y sostuvo la puerta, y declara que ella le dio esa, cito, sonrisa terrorífica,
fin de cita, y dijo que no necesitaba la ayuda de nadie. Él estaba un poco
enfadado así que la siguió con la mirada un minuto. Cree que ella se dirigía a la
parada del bus. Media manzana abajo. Lo están verificándolo.”

“Bien.” Eve se detuvo ante la puerta de la sala de Interrogatorios. “Nada de


errores,” dijo y seguidamente ingresó a la sala.

“Grabando,” empezó, leyendo la información para registrarla mientras


evaluaba a los dos hombres sentados en la mesa.

Mackie, pálido, desafiante, con los ojos protegidos detrás de lentes ligeramente
polarizados. A través de ellos notó que los ojos estaban inyectados en sangre,
amoratados, y no sintió nada.

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El abogado vestía un traje barato y una escuálida corbata negra. Su rostro sin
afeitar mostraba el desaliño de una noche, con su idealismo brillando bajo éste.

Eve tomó asiento, apiló sus archivos sobre la mesa, y cruzó las manos sobre
ellos. “Bueno, Mackie, aquí estamos.”

“Mi cliente está bajo cuidado médico por severas lesiones ocasionadas bajo
cuestionables circunstancias. Por lo tanto…”

“Sandeces. Si usted revisó el archivo, Consejero, sabe que no hay nada


cuestionable. Su cliente disparó a oficiales de la policía.”

“Es cuestionable si dichos oficiales no se identificaron claramente como tales.


Nosotros estaremos presentando cargos por entrada ilegal, acoso policial, y
fuerza excesiva.”

“Sí, buena suerte con eso.” Le sonrió a Mackie mientras hablaba. “Usted sabe
que eso es basura legal, y que no cambia nada. Aquí estamos.”

“Debido a las lesiones de mi cliente, usted está limitada a intervalos de una


hora para interrogarlo. Mi cliente se tomará sus treinta minutos garantizados
después de la hora. Solicito en nombre de mi cliente que sea devuelto al
hospital para una completa evaluación médica después de dicha hora.”

“Denegado, lo cual está dentro de mi autoridad, ya que su equipo médico le ha


dado de alta. Puede tomarse sus treinta minutos en una celda, o si usted insiste,
ser evaluado aquí, médicamente, por un doctor. Él ha terminado con el
hospital. Has terminado de estar fuera, Mackie. Ahora son sólo celdas todo el
tiempo. Vas a tener diversión en las prisiones. Tú sabes cuánto quieren a los ex-
policías en los presidios. No desperdicie mi hora,” le espetó Eve a Pratt. “Tengo
preguntas para su cliente. Esta es la primera: ¿Dónde está ella? ¿Dónde está tu
hija? ¿Dónde está Willow Mackie?”

“¿Cómo puedo saberlo? He estado en el hospital.”

“¿Estás al tanto de los acontecimientos actuales? ¿Tu consejero te ha informado


de lo que tu hija hizo anoche? Dieciocho muertos esta vez. Debes hinchar el
pecho con orgullo.”

“Mi cliente ha sido mantenido incomunicado durante ese incidente, y no se le


puede hacer responsable por…”

“Y las sandeces continúan. Tú eres responsable. Tú eres responsable de


convertir a tu propia sangre y carne en una fría asesina. Dieciocho personas.
Padres, madres, hijos, hijas. Y todo porque tuviste algo de mala suerte.”

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“¿Mala suerte?” Mackie se inclinó con ímpetu hacia adelante en la silla.

“Sí, mala suerte. Tu esposa no miró por dónde iba. Ahora está muerta.”

“¡La atropellaron en la calle!”

“No, ella corrió hacia la calle, hacia el tráfico, porque era demasiado estúpida
como para prestar atención. Y tú no pudiste soportarlo así que te comenzaste a
drogar. Mira el temblor de tus manos. Patético. Lo que te dieron para
mantenerte equilibrado no fue suficiente, ¿no es así? Nunca va a ser suficiente.
Te autodestruiste porque tu esposa no pudo recordar caminar hasta el maldito
cruce para peatones. Y cuando eso no te convenció, decidiste destruir a todos
en los que pudieras pensar.”

“Incluyendo a su propia hija.” Dijo Peabody justo lo bastante alto para ser oída,
y en una voz que sonaba emocionada. “Eso es lo que no puedo entender. Es
sólo una niña, y él la utilizó, la arruinó. La destruyó, Señor Mackie. ¿Cómo va a
poder vivir con lo que ha hecho? ¿Lo que usted, su propio padre, le dijo que
hiciera?”

“Usted no sabe nada sobre mi Will.”

“Sé que a los quince años debería estar pensando en chicos, en música, en
tareas escolares y en encontrarse con amigos para comer pizza y ver videos. Sé
que debería estar pensando en qué ponerse.”

“No mi Will.”

“No su Will,” repitió Peabody, con desdén. “Porque usted no lo aprobaría.


Usted piensa que todas esas cosas son frívolas, no son importantes, pero lo son.
Ellas van construyendo las bases, son ritos del paso por la adolescencia. Son
parte de una niñez que usted le robó. Ahora es una asesina, una fugitiva. Su
vida está acabada.”

“Sólo empezando,” replicó él.

“Él cree que ella se está yendo a Alaska,” le lanzó Eve con una deliberada
sonrisa de suficiencia, “para vivir de la tierra, libre como un… ¿Qué diablos
tienen en Alaska?”

“Osos. Alces. Lobos, también, creo. Venados. Montones de venados.”

“Ahí lo tienes. Como un venado. Pero la gente caza venados, ¿no es así? ¿No
hacen eso allí? ¿Eso no forma parte de vivir de la tierra?”

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Eve se reclinó hacia atrás. “Yo la estoy cazando en este momento, como a un
venado. Tengo a algunos de mis mejores rastreadores tras ella. Ella ha dejado
una pista, Mackie.” Eve abrió un archivo, leyó en alto las direcciones de los tres
nidos. Y vio sus temblorosas manos cerrarse en temblorosos puños. “Tengo un
testigo en uno de ellos quien la vio saliendo del edificio. Esto es lo que me
pregunto. ¿Le dijiste que llevara su trasero a Alaska cuando la hiciste marchar,
o le dijiste que terminara el trabajo primero?”

“Mi cliente niega cualquiera y todas las acusaciones concernientes a su hija,


Willow Mackie. Ella está desaparecida debido a su temor a la policía, debido a
las falsas acusaciones de su departamento en contra de ella.”

“Bien. Voy a abrirme camino a través de la basura legal todo el día. Un padre
decente le habría dicho que huyera, que corriera lejos y rápido.”

“Él no es un padre decente,” interpuso Peabody.

“¡Soy un buen padre!” La afrenta y la rabia enrojecieron intensamente las


mejillas de Mackie. “Soy mil veces mejor que ese inútil malparido con el que se
casó su madre.”

“Ese sería el inútil malparido con un buen trabajo, la bonita casa.” Eve estudió
sus ojos arruinados y furiosos a través de los lentes. “No es un drogadicto. Sí,
eso es un ardor en el culo en verdad.”

“Él no es su padre.”

“No, pero ella vivía con él la mitad del tiempo. Estabas trabajando para
cambiar eso, para conseguir la custodia total, entonces ¡ups!, esposa muerta.
Eso se arruinó.”

El temblor de las manos de Mackie aumentó. Manchas rojas aparecían y


desaparecían en su cara.

“Supongo que usted le dijo que corriera. Ve a Alaska. Vive un poco. Tú eres el
sacrificio, la distracción. Ella puede regresar en un par de años, terminar la
misión: Marta Beck, Marian Jacoby, Jonah Rothstein, Brian Fine, Alyce Ellison.
Pero, oye, así es una adolescente, ¿verdad? Desafiante, rebelde. Ella
desobedeció a Papi. Ahora dieciocho personas más están muertas.”

Eve abrió un archivo, extendió las fotos. “Dieciocho personas que no hicieron
nada más que ir a un concierto.”

Ella observó su mirada pasar por encima de las fotos, de aquí para allá.

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“Su mala suerte esta vez. Mala suerte que estuvieran en el mismo lugar al
mismo tiempo que Rothstein. Él era un abogado,” le dijo Eve a Pratt. “Como
usted. Mackie lo contrató para intentar demandar al conductor que atropelló a
su esposa que no cruzó por el cruce de peatones, y al policía que calificó
correctamente la escena. Sólo un abogado, como usted, haciendo su trabajo,
como usted. Pero no le pudo conseguir a Mackie lo que quería, por lo tanto
debía morir.”

“Mi cliente niega…”

“Pero falló.” Eve observó los protegidos ojos de Mackie agrandarse. “Ese es su
ups. Se emocionó tanto, supongo, que falló el objetivo.”

“Will nunca falla.”

Eve se inclinó hacia adelante. “¿Cómo lo sabrías? ¿Alguna vez la ha visto


apuntar a un ser humano?”

“Dije que ella nunca falla. ¿En dónde está la fotografía de él?” Él empujó las
fotos de los muertos. ¿En dónde está?”

“¿Quién escogió a los colaterales? ¿La dejaste elegir? ¿Tu elegiste el objetivo
principal, de modo que la dejaste escoger a ella el resto?”

“¿En dónde está la foto de Rothstein?”

“Dije que ella falló.”

“Usted está mintiendo. Will puede darle a la oreja izquierda de un conejo a


media milla de distancia.”

“Señor Mackie,” empezó Pratt, apoyándole una mano en el brazo.

Mackie se la sacudió. “Quiero ver su foto en esta mesa.”

“Estaba abarrotado. Noche, tarde, abarrotado.”

“Yo la entrené.” Ahora no sólo sus manos temblaban, sino también sus brazos y
hombros. “Ella no dispararía a menos que estuviese segura.”

“Tal vez es diferente cuando tú no estás allí para darle luz verde. Tu estuviste
allí, dándole luz verde en la pista de patinaje, en Times Square.”

“No es diferente, no para ella. Ella no falla.”

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“Pero tu estuviste allí antes, dándole luz verde, para matar al Doctor
Michaelson, para matar al Oficial Russo. ¿Sí o no?”

“No responda a eso,” insistió Pratt.

“¡Sí! Sí, pero eso no importa.” El insulto a la habilidad de su hija, se hizo


patente en la ira de su voz. “Ella es lo mejor que nunca he visto. Mejor de lo
que nunca fui. Ella no habría fallado con Rothstein.”

“¿Me estás diciendo que una chica de quince años hizo los disparos que
mataron a Michaelson y otros dos en la Pista Wollman? ¿Mató a cuatro
personas incluyendo al Oficial Kevin Russo en Times Square?”

“¿Piensa usted que yo podría hacer esos disparos con estas manos? ¿Con estos
ojos?”

“¿Ella los hizo por ti?”

“Por nosotros. Susann habría sido más madre para ella, una madre verdadera
para ella. Nosotros íbamos a ser una familia. Ellos destruyeron eso. ¡Ellos
destruyeron a mi familia! Ellos no merecen vivir.”

“Tú y tu hija, Willow Mackie, conspiraron para matar a las personas de esta
lista.” Eve tomó un documento impreso del archivo. “Y a muchos otros que
ustedes consideraron necesarios en su intento de cubrir su conexión con esos
objetivos.”

“Este interrogatorio ha terminado.” Pratt se puso de pie.

“¡Ella es mis ojos! ¡Ella es mis manos! Eso no es asesinato. Es justicia. Justicia
por mi esposa, mi hijo.”

“Todas estas personas.” Eve abrió los otros archivos, extendió más fotografías.
“¿Todos aquellos que por casualidad estaban en el mismo lugar en el mismo
momento?”

“¿Por qué ellos importan más que Susann y mi hijo? ¿Por qué ellos merecen
una vida, una familia, cuando yo no tengo ninguna?”

“¿Por qué ellos importan menos?” replicó Eve.

“Dije que este interrogatorio ha terminado.” Obviamente alterado, Pratt


luchaba para mantener su voz tranquila. “Necesito consultar con mi cliente.
Tomaremos nuestro descanso ahora.”

“Haga usted eso.” Eve empezó a reunir las fotografías.

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“¿En dónde está Rothstein?”

“Tú no puedes llegar a él.” Eve se levantó. “O a cualquiera de los otros de tu


lista. Y ella tampoco lo hará. Piensa en eso. Seguiremos en treinta minutos.
Interrogatorio finalizado.”

Ella salió de la sala, siguió caminando directamente a su oficina. Mientras


Peabody iba hacia el AutoChef por café, Eve se sentó, estudió la taza para llevar
en el centro de su escritorio, con una etiqueta que decía: ¡BEBEME!

Abrió la tapa, olfateó con recelo. Frunció el ceño, ya que olía como malteada de
chocolate.

“¿Qué es eso?”

“Algo que me trajo Roarke.” Cautelosamente, Eve le dio un sorbo. Sabía cómo
malteada de chocolate. Una de verdad.

Le echó un vistazo al café que Peabody colocó sobre su escritorio, y otra vez
miró a la taza para llevar. Y pensando en Roarke, se bebió la mitad del
energizante.

Le extendió la taza a Peabody. “Te ves como mierda. Toma el resto.”

Peabody le dio un sorbito para probar. Sus ojos se abrieron como platos. “Ah,
sabe cómo a unas cuchucientas calorías. Pero…” Se lo bebió todo. “Eso fue una
genialidad, hacerlo pensar que ella había fallado con Rothstein.”

“Sólo se me ocurrió. O él se cabreaba con ella por haber fallado, o conmigo por
decir que ella lo había hecho. Su ego, por sí mismo y por su protegida, lo
llevaron a confesar los asesinatos múltiples, y a implicarla a ella. Eso fue
suficiente para la primera ronda.”

“Me estoy dando de patadas por no haberlo pensado,” dijo Mira cuando entró.
“Orgullo. Hay muchísimo orgullo paternal mezclado en su psicosis. Ella es sus
ojos, sus manos, su arma, su hija. Están completamente unidos. Él irá a una
celda, Eve, y no es probable que vaya a ser considerado legalmente demente,
pero es un hombre muy perturbado.”

“Puede estar perturbado por el resto de su inútil vida, mientras esté en una
celda. Uno abajo, a por el otro. Puede que a él le importe un carajo que su ex y
el esposo de ella sean objetivos. Puede que le importe un carajo que el niño de
siete años sea un objetivo. Pero aunque ella sea sus ojos, sus manos, ellos no son
sus objetivos. Veamos si él puede racionalizar los planes de ella sobre
eliminarlos. Y el colegio, todos esos chicos. Si eso no funciona, y no logro
confundirlo de otra forma, le ofrecemos el trato. El trato le puede hacer creer

J.D.Robb Apprentice in Death


que ella estará a salvo encerrada por par de años, luego saldrá y terminará la
misión. Es la agenda de ella, su lista de objetivos, eso da peso a su decisión de
no dejar la ciudad, y él la perderá, perderá sus ojos y manos.”

“Él cree que es un buen padre,” comentó Peabody. “Ella genuinamente lo cree,
yo pude entenderlo. Él tomó su talento innato y lo dignificó, la ayudó a
refinarlo.”

“Él le tiene resentimiento al padrastro. Más estable y exitoso, y con un hijo,”


añadió Mirra. “Todavía le guarda rencor a su ex-esposa. Pero el medio
hermano puede que toque un nervio. Yo pondría presión allí.”

“Peabody, mira cuántas fotos simpáticas del niño puedes conseguir.


Cumpleaños, Navidad, cosas así. Fotos de bebé. Ellos tenían un cachorro,
¿verdad? Fotos del cachorro.”

“Entendido.”

“Haz que las mire,” dijo Mira cuando Peabody salió apresurada. “La inocencia,
la dulzura. Recuérdale que ese niño comparte sangre con su hija. Va a importar,
creo yo, el que su hija planee matar a su propia sangre. La madre, tal vez no.
Ella es una adulta que hizo elecciones con las que Mackie no está de acuerdo,
elecciones que él resiente. Pero el niño no tiene elección. Al igual que su hijo, de
haber nacido, no tendría ninguna.”

“Y hubiese compartido su sangre. Entendido.”

“Tú color está mejor,” notó Mira.

“¿Sí? El energizante de Roarke.”

“¿Es eso un eufemismo? ¿Cuándo habrían tenido ustedes tiempo?”

“Yo sólo… no, cielos.” Divertida e impactada, Eve alzó la taza. “Energizante.
Roarke trajo el energizante. Probablemente hizo los arreglos para dárselo a la
mitad de policías que están aquí mientras me lo conseguía.”

Tratando de no pensar en Mira pensando en ella teniendo sexo, Eve cambió de


tema. “¿Cómo es que no estás usando un traje y rompe-tobillos?”

“Estaba un poco apurada por llegar aquí esta mañana. Y hoy es sábado. No
tengo horas formales de oficina los Sábados.”

“Sábado.” ¿Cuándo llegó al sábado? “Ah.”

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“Recarga energías.” Mira le dio unas palmaditas en el hombro a Eve. “Estaré de
regreso en Observación cuando empieces otra vez.” Mira hizo una pausa en la
puerta. “Allí se están formando grietas. Y también has alterado al abogado.”

“Si no hubiesen tenido el descanso, hubiese ampliado las grietas. Ahora tienen
tiempo para reforzarse, afirmarse. Pero llegaré allí.”

Llegaría allí, pensó Eve, y se preparó para la siguiente ronda.

Recargó energías. Tal vez fue el descanso, tal vez el energizante, pero su mente
se despejó, y su energía aumentó. Antes de encarar otra vez a Mackie, llamó a
Baxter.

“Hola, Dallas. El conductor del bus la recordaba, o recordaba a una joven


subiendo cargada con las maletas que el testigo anterior describió. Parece que
fue directamente al albergue que utilizó para atacar el Madison Square. Yo y mi
muchacho, estamos haciendo el seguimiento con los buses de esa línea. Estoy
sintiendo un ligero cosquilleo.”

“Haz que suceda. Voy de regreso con Mackie. Si él deja escapar algo a través de
las grietas, te lo informaré.”

“Haz que suceda.”

Sí, pensó mientras se retiraba de su escritorio. Harían que sucediera. Ella


también estaba sintiendo un ligero cosquilleo.

Cuando salió hacia la división, vio a Peabody hablando con un civil.

“Teniente, él es Aaron Taylor. Asistió al concierto de anoche con Jonah


Rothstein.”

“Yo estaba… nosotros estábamos… yo escuché que… Está usted segura que
Jonah…”

“Lo siento, Señor Taylor.”

Las palabras de Eve hicieron que él se cubriera la cara con las manos. “No
entiendo. No sé cómo esto pudo…”

Peabody se puso de pie, acercó una silla.

“Siéntese, Señor Taylor.”

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“No sé qué hacer. Yo me fui por el otro lado, está más cerca de donde yo vivo.
Teníamos asientos en primera fila, caray. Jonah los obtuvo en Noviembre
pasado. Nosotros…”

“Usted y el Señor Rothstein eran amigos,” urgió Eve.

“Desde la secundaria. Vinimos a Nueva York juntos, compañeros de piso hasta


que me casé. Es mi mejor amigo. Yo sólo…”

“Ustedes fueron juntos al concierto,” urgió Eve.

“Sí. Sí. Él había estado alardeando en todas sus redes sociales sobre haber
conseguido esos asientos de primera. Estuvo hablando sólo de eso durante
semanas. Fuimos juntos, y… yo me fui por otro lado después.”

“¿Él habló sobre sus planes para anoche en sus redes sociales?”

“Tenía una cuenta atrás.” Aaron se presionó los ojos con los dedos,
presionando las lágrimas que los anegaban. “Nosotros somos grandes
admiradores de Avenue A. Jonah es el más grande que hay, desde que
estábamos en la universidad. Arregló su horario alrededor del concierto, tuvo
reuniones fuera de la ciudad durante toda la semana, pero lo planeó todo para
poder estar de regreso anoche. Estaba diciendo, seguía diciendo: Hermano,
¿alguna vez pensaste en esos tiempos cuando nos sentábamos tan alto para ver a
Avenue A, para ver a Jake Kincade, que estaríamos aquí. En los asientos de la primera
fila, en el Madison Square? Yo me fui por la otra salida. Él dijo, Vamos a tomar
unas copas, pero yo necesitaba ir a casa. Él iba a venir esta noche. Se suponía que
vendría esta noche, pero se fue por un lado, y yo me fui por el otro.”

“Señor Taylor… Aaron,” enmendó Eve, estudiando su rostro devastado. “No


hay sentido en esto, no hay razón. Quiero preguntarte si Jonah alguna vez te
hablaba sobre su trabajo.”

“Sí, algunas veces. Como una tabla de resonancia. Fuimos a la escuela de leyes
juntos. Yo estoy en ley tributaria.”

“¿Alguna vez te habló sobre Reginald Mackie?”

“¿El tipo que ha estado por toda la pantalla? ¿Con el chico? ¿El tipo que está
haciendo esta mierda?” La amenaza de lágrimas se secó con el impacto.
“¿Usted está diciendo que Jonah lo conocía?”

“¿Nunca te mencionó a Mackie?

“No hubiese dado nombres. Podría contarme una anécdota, ¿verdad? Una
historia graciosa. O explotaba un poco, pero sin nombrar al cliente. Éramos

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como hermanos, usted sabe lo que estoy diciendo, pero no habríamos
compartido ninguna información privilegiada.”

“Vale, ¿pero él te habló acerca de un cliente que quería demandar a otros por la
muerte de su esposa? Ella había corrido hacia la calle, fue atropellada por un
vehículo. Estaba embarazada.”

“Yo…recuerdo algo sobre eso. ¿Es por eso que está muerto?” Movido por la
furia ahora, Aaron se levantó de la silla. “¿Esa es la razón? Él trató de ayudar a
ese cabrón. Lo hizo pro bono porque se compadeció de él. Su propio tiempo.
Mayormente lo hizo porque el pobre bastardo no tenía un caso. Ella corrió
hacia la calle, hacia el tráfico. La gente la vio. Jonah habló con todos ellos,
incluso buscó antecedentes, en su propio tiempo. Y cuando Jonah tuvo que
decirle que no había nada que pudiera hacer él, el hijo de puta se enfureció con
él. Y la muchacha… éll trató de ayudarlos, su propio tiempo, su propio dinero.
Era un buen tipo, ¿lo entiende? Jonah era uno de los buenos.”

“Lo entiendo. ¿Qué hay acerca de la chica?”

“El… Jonah me contó cómo el tipo, ese es este Mackie, ¿cierto? Dijo que el tipo
era un desastre. Presionando por alguna manera de cerrarlo, alguien a quien
culpar, incluso al doctor porque la cita se atrasó, y sí, la supervisora de la
esposa en el trabajo. Todo el mundo tenía la culpa menos la persona que corrió
hacia la calle, ¿sabe usted?”

''Sí, lo sé. La muchacha, Aaron.”

“Él dijo que era terrorífica, eso es lo que dijo. Fue donde él un par de semanas
después de que él le dijera a Mackie que no podía ayudarlo, después de que
trató de convencer a Mackie para que fuera a rehabilitación y terapia porque él
dijo que el tipo estaba en algo, seguro. La chica se le acercó cuando Jonah
estaba comprando algo para llevar de camino a casa. Se dirigió directamente a
él, dijo que apostaba a que él suponía que todo el mundo moría, así que no
había problema. Él descubriría cuán grande era el problema. Que era muy malo
que él no tuviera una esposa porque alguien podría darle a ella una razón para
correr hacia la calle. Que tal vez alguien podría darle una a él, le mostró un
aturdidor, lo que se veía como un aturdidor que tenía en el bolsillo. Lo
aterrorizó.”

“¿Él no reportó esa amenaza? ¿O el arma?”

“Jewel, mi esposa, lo presionó para que hiciera justamente eso, pero él dijo que
la chica tenía como trece o catorce años, que no importaba. Que sólo estaba
fanfarroneando, y supuso que el aturdidor era un juguete, una imitación. Pero
lo aterrorizó. Yo conozco todas las bromas sobre los abogados, pero Jonah
realmente creía en lo mejor de la gente. Realmente creía que ellos necesitaban a

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alguien que se pusiera de pie por ellos. Con este tipo, no había nada para
defenderlo, pero lo intentó. Ahora está muerto.”

“Ahora nosotros nos ponemos de pie por él. Te lo prometo, yo estoy de pie por
él. Nos has ayudado viniendo aquí. Lo has ayudado a él.”

“¿Puedo verlo? ¿Hay algún lugar en donde pueda verlo? Sus padres… nosotros
estábamos durmiendo, yo y Jewel. Ni siquiera lo sabíamos hasta que su papá…
Están viniendo desde Florida. Pasan el invierno en Florida, y están viniendo,
pero… ¿Puedo verlo?”

“Detective Peabody, ¿haría los arreglos para que Aaron sea llevado a ver a su
amigo, y luego llevado a su casa?”

“Sí, señor.”

“Él realmente creía en la justicia.”

“Igual que yo,” dijo Eve, y se dirigió hacia donde había visto esperando a
Lowenbaum.

“Capté algo de eso, no quería interrumpir.”

“Sólo una razón más para quebrar a Mackie, y para cazar a la psicópata de la
hija.”

“Quería preguntarte si puedo entrar en la siguiente ronda, si puedo ayudarte a


interrogar a Mac.”

Ella había esperado esto, y se lo llevó al corredor para contestarle.

“Querría lo mismo en tu lugar, y puede que te lo pida. Pero él te va a ver como


su teniente, y eso enloda esto. Tu utilizaste tu rango, y lo sacaste de aquí.”

“Lo entiendo, pero yo sólo…”

“Lowenbaum, si él se las hubiese arreglado para completar esta misión suya, no


creo que se hubiera dirigido a Alaska. O si lo hubiese hecho, no se habría
quedado allí. Eso no le habría dado lo que necesitaba, no hubiese sentido que
había terminado. Todavía tendría todo eso en su interior. Y él haría hecho una
nueva lista. Tu nombre estaría en esa lista.” Ella esperó un segundo. “Ya habías
llegado a la misma conclusión.”

“Sí.” Lowenbaum miró corredor abajo, miró a la nada. “Sí, concluí lo mismo.
Mi nombre, el esposo de la ex, Patroni, probablemente más. Pero él todavía no
está allí.”

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“¿Estás seguro de eso?”

Después de un momento, Lowenbaum sacudió la cabeza. “No, no lo estoy. Es


sólo…”

“Es difícil sentarse sin hacer nada, pero tengo que pedirte algo. Observa, y si
observas cualquier cosa que pueda serme de ayuda, me haces una señal.”

“Tienes razón. Sé que tienes razón.” Aceptando eso, Lowenbaum soltó el


aliento. “Vale. Presiona con el niño, el medio hermano. Él todavía estaba
cabreado con su ex, mucha gente sigue cabreada con sus ex por el resto de sus
vidas, pero a él le gustaba el niño. Lo oí decir que Will y Zach eran las únicas
cosas que Zoe había hecho para que el mundo fuera mejor. Llevó a Willow a un
par de eventos en el colegio del pequeño, actuaciones y conciertos, porque
pensaba que era importante que ella participara en la vida del niño.”

“Bien. Es bueno saberlo. Lo usaré.” Esperó mientras un par de uniformados


salieron con Aaron, guiándolo hacia el elevador. “Más munición,” declaró,
luego le hizo un gesto a Peabody. “Atento, Lowenbaum. Mantente cerca.”

“Lo tienes.”

Se tomó un momento en Observación, sólo para medir el terreno. El abogado


hablaba, tenso e intenso según lo que veía, mientras Mackie miraba
directamente hacia adelante, con el rostro pétreo.

Cabreado, pensó ella. Bien, bien. Sigue cabreado.

Y sus manos temblaban. A pesar de tenerlas fuertemente agarradas, vio que los
temblores habían aumentado. Iba a necesitar otra dosis médicamente aprobada
muy pronto.

Ella asintió hacia Peabody. “Pongamos en marcha el reloj.”

Cuando volvió a ingresar a la sala, Pratt se reclinó hacia atrás en su silla,


permaneció callado.

“Grabando. Dallas, Teniente Eve; Peabody, Detective Delia, reanudando el


interrogatorio con Mackie, Reginald, y su consejero.” Volvió a sentarse, dejó
caer los archivos sobre la mesa. “Bueno, ¿en dónde estábamos?”

“Yo replanteo mi solicitud para que mi cliente sea devuelto al hospital para una
evaluación médica.”

“Y yo replanteo mi sandeces por razones ya registradas.”

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“Rothstein está muerto.” Mackie miró a Eve a los ojos. “Hice que él lo verificara
durante el receso. Sé que ella no falló.”

“Cierto. El hombre que intentó ayudarte, pro bono, quien usó su propio
tiempo, sin cobrar, para tomar tu caso de mierda está muerto, por la mano de
tu hija, y a través de vuestra conspiración.”

“El no hizo nada más que conformarse, y cubrir lo que realmente había
pasado.”

“Mi cliente no puede ser hecho responsable por sus acusaciones contra su hija
menor de edad,” empezó el abogado.

“¿Acaso no le explicaron el término conspiración en su escuela de leyes, Pratt?


Su cliente, ese eres tú, Mackie, ha confesado, en registro, haber conspirado para
cometer asesinato, el ser cómplice en el asesinato de veinticinco personas hasta
la fecha.”

“Mi cliente fue hospitalizado y puesto en custodia policial durante el incidente


en el Madison Square, por lo tanto…”

“Por favor, deje de malgastar mi tiempo. Tramado, planeado y en registro. Me


importa un carajo sí estuvo en Argentina anoche. Es tan culpable como ella. Al
igual que es tan culpable si ella intenta completar los nombres en su lista de
clientes. Y los nombres en su propia lista.”

“Ella no tiene su propia lista. Está mintiendo. Sólo otra mentira.”

“Como si usted no lo supiera,” dijo Peabody disgustada. “Usted es su padre.


Sabe lo que ella está planeando. Usted lo empezó.”

“En eso estamos en desacuerdo.” Eve se encogió de hombros dirigiéndose a


Peabody. “Yo no creo que él lo supiera. No acerca de la lista de ella. No sabía
que ella tenía su propia misión. Al igual que no sabe que ella confrontó a
algunos de los nombres de su lista, como a Rothstein por ejemplo. Los amenazó
por su cuenta, les mostró un aturdidor. Esa no es buena estrategia, y él tiene el
suficiente entrenamiento, incluso con la droga, para no hacer movimientos
estúpidos como ese.”

“Usted está mintiendo otra vez. Al igual que mintió acerca de que ella había
fallado con Rothstein.”

“No tengo que hacerlo esta vez. Tengo la lista de ella justo aquí.” Eve abrió el
archivo, pero hizo una pausa antes de sacar el documento. “Ah, sabemos que
ella viaja a pie o en bus. Tenemos a algunos conductores de bus que la
recuerdan. La chica causa una buena impresión.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Eve sacó la lista, la empujó a través de la mesa. “No se tomó la molestia de usar
iniciales. Nombres completos para ella, ya que no se imaginó que alguien
pudiera molestarse en revisar la computadora de su hermanito y encontrar en
dónde la había ocultado.”

“Usted la hizo.” Después de apenas echarle un vistazo, Mackie puso a un lado


el impreso. “Esto no es de ella.”

“Ah, una parte de ti, la parte que está bajo la droga, sabe que es de ella. Es lo
que ella es. Parte de ti sabía lo que ella era, y la necesitabas. Tus ojos, tus
manos, y una mente y corazón tan negros como la medianoche. Tal vez el ver
eso en alguien que viene de ti fue otra razón para drogarte. Eso nubla las partes
difíciles.”

“Sólo más mentiras. ¿Quiere que yo crea que Will podría hacerle daño a su
propia madre, a su hermanito? Inténtelo otra vez.”

“Noto que no dices nada sobre el padrastro, los empleados del colegio, pero
pasaremos de eso por ahora.” Sacó las fotos de Zach Stuben que Peabody había
conseguido. “Chiquillo simpático. Yo no soy mucho de niños, pero sí, él es lo
bastante simpático. Y el cachorro, él solía tener un cachorro, ¿verdad? Se ve que
hay amor allí, en la forma en que él está abrazando al estúpido perro, la forma
en que el estúpido perro está todo acurrucado. Supongo que es por eso que ella
le rompió el cuello y lo tiró por la ventana a los pies del niño.”

“Ella nunca hizo eso.”

“Ella hizo eso justamente, apuesto a que tú le enseñaste cómo romper un cuello,
cómo aplicar la presión, cómo trabajar el ángulo. Y ella lo usó en un estúpido
perrito. Porque ella odia a este niño que está aquí, este niño simpático e
inofensivo. Lo odia porque él existe. Al igual que habría odiado a tu hijo, si
hubieras tenido uno. Ella es todo lo que debe de existir.”

“¡Usted no la conoce!”

“La conozco.” Eve dio dos palmazos con las manos sobre la mesa, se puso de
pie y se inclinó hacia adelante. “Al igual que tú. Bajo esto, lo sabes. Ella le hizo
daño. Él le tenía miedo. Tu ex te lo dijo, pero no querías verlo. La droga ayuda
con eso, te ayuda a no ver lo que no quieres ver. Pero lo sabías, siempre lo
supiste.”

“Mi cliente es adicto a una sustancia que…”

“¡Cierra la maldita boca!” explotó Mackie.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Señor Mackie, déjeme ayudarlo. Recuerde lo que discutimos, y déjeme hacer
mi trabajo. Yo necesito consultar con…”

“¡Dije que cierres el pico! ¿Para qué sirves? Eres igual que el resto de ellos,
conformándote, jugando con el sistema. No te necesito.”

“Yo lo represento, Señor Mackie. Déjeme hacer mi trabajo, y…”

“Tú te representas a tí. Así es como es. Ahora cierra el pico y lárgate. No te
necesito. No te quiero aquí. No necesito a nadie.” Él se puso en pie
tambaleante, tirando de las esposas atornilladas al piso.

Pratt se sobresaltó bruscamente, y el caerse de su silla como resultado de su


brusco movimiento lo salvó de las manos de Mackie.

“Siéntate o serás sometido.” Eve se enderezó lentamente.

“Usted es una mentirosa. Él está metido en esto también.”

“Siéntate, o te voy a someter.”

“Inténtelo.”

Mientras Eve empezaba a rodear la mesa, Pratt se puso de pie. Se mantuvo


fuera de alcance, pero Eve le dio puntos por no correr hacia la puerta.

“Mi cliente está en abstinencia. Él necesita…”

“¡No soy tu cliente! Largo de aquí.”

“Si quieres que él se vaya, tienes que despedirlo, en registro.” Habló fríamente
Eve. “Tienes que desistir de tu derecho a un consejero, en registro. De otra
manera, él se queda.”

“Estás jodidamente despedido. Desisto de mi derecho a un consejero de


mierda. Vamos, perra, inténtalo.”

“Encantada.”

Ella evitó fácilmente su puñetazo con las manos esposadas, lo tiró al suelo con
un barrido de sus pies. “Quédate abajo,” le advirtió. “No estás en condición ni
en posición de enfrentarme. Voy a darte la oportunidad de reconsiderar el
despedir a tu consejero designado por la corte. Tómate un minuto, Mackie.
Contrólate, y considera.”

J.D.Robb Apprentice in Death


El temblor subía por sus brazos, se estremecía sobre su pecho. “Sáquenlo de
aquí. La comadreja intentó convencerme de hacer un trato. ¿Usted piensa que
yo haría un trato? Sáquenlo de aquí.”

“Eso está bastante claro.” Peabody se puso de pie, caminó hacia la puerta. “El
sospechoso ha despedido a su consejero, y desistió de su derecho a un abogado.
Yo me iría, Pratt, antes de que él ponga su nombre en una lista.”

Sin decir nada, con el rostro medio verdoso, Pratt cogió su maletín y abandonó
la sala.

“El consejero despedido ha dejado Interrogatorios.” Peabody cerró la puerta.

“¿Te vas a sentar o hago que te lleven de regreso a una celda?”

Desde el suelo Mackie miró a Eve. “Su turno llegará.”

“Sí, tarde o temprano, pero tú no estarás alrededor para verlo. En la silla,


Mackie.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 17

Él se sentó. Las manchas rojas teñían otra vez su rostro, y sus ojos se habían
enrojecido más.

Eve tomó un documento del archivo, el plano del colegio, lo empujó hacia él.

“Esta es parte de su misión. Puedes ver en dónde ha marcado las salidas, los
puntos débiles. Tú debes de haberle enseñado cómo.

“No.”

“Madre, padrastro, hermano. Ellos venían primero. El odio, la rabia, son más
profundos allí. Entonces estaría libre de ellos, y tendría como objetivos al
director, el consejero, y a los estudiantes que ella sentía que se habían portado
mal con ella o la habían insultado o estuvieran en su contra. Tú le enseñaste
cómo agudizar esas ofensas convirtiéndolas en crímenes, tú le diste la excusa
para matar.”

“Mentiras.”

“Tú lo sabes bien, pero mantente así si eso te ayuda a seguir adelante. Se te ve
agitado, Mackie. Puedo autorizar otra dosis médicamente autorizada si la
necesitas para continuar.”

“No necesito nada de usted, zorra mentirosa.”

“Muy bien, entonces. Volvamos a esto.” Empujó más cerca de él un par de fotos
de Zach. “Mató a su cachorro y piensa matarlo a él. Está en custodia protegida
por ahora. Sabes que eso no puede durar siempre. Y ella esperará, esperará todo
lo que sea necesario a menos que la detengamos, y le disparará al cerebro. Él
comparte su sangre, ellos comparten una madre. Él podría haber sido tuyo, y
ella esperará todo el tiempo que necesite.”

“Ella no tiene ningún motivo.”

“Tiene todos los motivos.” Eve dio un puñetazo en la mesa. “Él le quitó algo.
¿Acaso no la ayudaste a justificarse usando las habilidades que le enseñaste
para eliminar a cualquiera que le quitara algo? Un tipo está conduciendo por la
calle un día lluvioso, y una mujer sale corriendo frente a él. Trata de parar, trata
de girar, pero es demasiado tarde. ¿Él la tomó como objetivo, Mackie? ¿Acaso se
levantó esa mañana planeando matarla? ¿Acaso pasó días, semanas, meses,
como tú, planeando los detalles? ¿Acaso se dijo a sí mismo que también podía
matar a transeúntes inocentes, porque ellos no importaban? El asesinato
importaba.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Él la mató, y ellos no hicieron nada.”

“De manera que apuntas hacia él, este hombre que trató de parar, y apuntas
hacia el doctor y su gerente porque su cita se retrasó, y apuntas a su
supervisora, quien le llamaba la atención porque seguía llegando tarde, y no
estaba haciendo su trabajo.”

“¡Ella hizo lo mejor que pudo!”

“¿Quién dice que lo mejor de alguien es siempre lo bastante bueno? ¿En qué
mundo vives? Apuntas al abogado al que tú fuiste porque no pudo hacer lo
mejor para ti. Y utilizas a tu hija para llevar a cabo los asesinatos porque estás
tan jodido que no puedes hacer los disparos. ¿De quién fue la idea de matar a
más? De ella, supongo. De ella, porque quería ese poder, esa emoción. Esa
práctica. Práctica para que cuando empezara con su propia lista, pudiera matar
a su madre y a su hermanito.”

Sus maltratados ojos ahora se crisparon. “Nos vamos a ir a Alaska.”

“Ella nunca iba a ir a Alaska. ¿Para qué diablos quiere ir a Alaska? Es una chica
de quince años de Nueva York, y la ciudad tiene todo lo que quiere y necesita.
Con objetivos en cantidad. Matará a este niñito, este simpático niñito porque su
madre tuvo la osadía de tener otro hijo. No llegará a él hoy o mañana, ni la
semana próxima, pero en seis meses o un año, ¿cuándo él piense que está otra
vez a salvo? Cuando esté fuera jugando con algunos amigos, ella los matará a
todos, a todos esos niños. Porque puede, porque le diste la excusa, y le
enseñaste cómo.”

“No lo hará.”

Pero sus deteriorados ojos se desviaron.

“Tú sabes que lo hará. Tal vez él tenga doce años cuando vaya a por él. Él y un
par de amigos dirigiéndose hacia un salón recreativo o montando en patines
aéreos, o reunidos en el parque. ¡Y hecho! Los mata a todos. Al igual que lo
mató a él.” Sacó una foto de Alan Markum del archivo. “Él y su esposa estaban
pasando un día juntos, su aniversario de bodas. Ella iba a decirle que iban a
tener un bebé. Nunca tuvo la oportunidad, al igual que el bebé nunca tendrá la
oportunidad de conocer a su padre. Tú hiciste eso, Mackie, tú y Willow.
Tomaste esa vida por un maldito capricho, y ahora otro niño crece sin nunca
llegar a conocer a su padre. ¿Para qué? ¿Para qué pudieras cubrir el asesinato
del doctor que estaba ocupado trayendo otra vida a este jodido mundo de
manera que sus citas se retrasaron? Tú les robaste. A esta mujer embarazada, al
igual que estaba embarazada tu esposa. De acuerdo a tus reglas nosotros
deberíamos ejecutarte a ti y a Willow. Tú le quitaste el padre a este niño.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Ellos me los quitaron.”

“¿Cómo te los quitó él?” Empujó la fotografía más cerca todavía. “¿Cómo Alan
Markum te quitó algo? Nunca te conoció, no lo conocías. ¿Qué hizo para
merecer la muerte, para merecer el nunca poder sostener a su hijo o hija?”

“Nosotros… teníamos que proteger la misión. Daño colateral.”

“¿Eso es? Eso es lo que le enseñaste. De manera que este chico, ¿este chiquillo
en su décimo séptimo cumpleaños?” Ella lanzó la foto de Nathaniel sobre la
mesa. “Este chico cuya madre lo amaba, quien nunca hizo ningún daño, ¿fue
sólo daño colateral? ¿Su vida no significa nada?”

“Teníamos que terminar.” Los temblores subieron a su voz ahora, y sus ojos se
empañaron. “Necesitábamos justicia para Susann. Para Gabriel.”

“Tu necesitabas sangre, y Willow la ansiaba. Ella ansía matar como tú ansías la
droga. Tú le diste eso. Tú necesitabas alguien a quien culpar de manera que
hiciste tu lista y jodiste a cualquiera que por casualidad fuera captado en su
punto de mira. Ahora él lo está.” Tocó la foto de Zach. “Eso es lo que creaste. Es
lo que has originado.”

“Ella se irá a Alaska. A vivir libre. Usted nunca la encontrará.”

“No va a ir a ninguna parte. ¿Es que no lo entiendes?” Demandó Eve mientras


se ponía de pie, y rodeaba la mesa. “No ha terminado, y no lo hará. Dime,
carajo, dime, si ya no estás pensando en otros nombres. ¿Quién más te jodió las
cosas en tu maldita mente, Mackie? ¿El padrastro? Ah, apostaría mi placa que él
estaba en la siguiente misión.” Vio el parpadeo en sus ojos llorosos y
arruinados. “Tomó tu lugar. Lowenbaum. Te hizo salir. Patroni. No entendió.
Ah, sí, ya estabas planeando todo eso en tu mente. Y ella es como tú. Está
buscando sangre, para culpar. Tus ojos y manos, Mackie. Es una adicta, Mackie,
justo igual que tú. Su adicción es la muerte, y tú le diste la primera dosis.”

“Ella está vengando…”

“¡Nada!” interrumpió Eve. “Pedazo de mierda arruinada, esto no es acerca de


justicia. Ni siquiera es acerca de vengarse. Esto se trata de asesinato. Es acerca
de que le diste luz verde para que asesinara a quien le dé la gana. Eso es lo que
está haciendo ahora. Y este niño de aquí, es el primero en su lista. No hagas que
yo la elimine. Mírame, maldita sea. No hagas que la elimine, y no pienses, ni
por un segundo que vacilaré en hacerlo si no me da otra elección. Su vida está
en tus manos temblorosas, porque con o sin ti, la voy a encontrar. Con o sin ti,
la voy a detener. Pero sin ti, puede que tenga que darle a alguien más luz verde.
Sin ti, tal vez ella nunca llegue a los dieciséis.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Usted no la encontrará.”

“Pero lo haré. Ella puede ponerme en su lista si no lo ha hecho, pero yo la


encontraré primero. Es una asesina de policías, Mackie, y cada policía de esta
ciudad la está cazando. Algunos puede que no esperen que les den luz verde.
No estás allí para contenerla. No estás allí para mantenerla nivelada. Ella ya ha
cometido errores, y cometerá más. Tiene quince años, y cometerá errores sin su
padre para que la ayude. Está sola, y cada objetivo en tu lista y la de ella está
fuera de alcance. Perderá el control, atacará otra locación, más daño colateral, y
nosotros la acabaremos. Entonces su sangre recaerá en ti, Mackie. La sangre de
tu hija está en tus manos.”

“No.”

“Ella ya lo desobedeció,” dijo Peabody quedamente. “Usted le dijo que saliera


de la ciudad. Usted tendría que haber tenido una ruta planeada, pero ella no la
tomó. No se fue, no se fue a algún lugar seguro para esperar. Porque no puede.”

“No puede,” concordó Eve, “porque las misiones, la tuya y la de ella, están
primero. Mientras él siga respirando.” Una vez más, Eve tocó la foto de Zach.
“Se quedará. Y debido a que ella se quedará, yo la encontraré. Reza para que la
encuentre antes de que otro policía lo haga. Yo le daré una oportunidad para
rendirse. Reza para que ella la tome.”

“Ella va a…“

“Morir,” dijo Eve llanamente. “¿Hay suficiente droga en el mundo para nublar
tu visión sobre eso?”

“Aléjese de mí.”

“Lo siento, Mackie, es tiempo de que te acostumbres a no salirte con la tuya.


Has sido arrestado por conspiración para asesinar, múltiples cargos, y has
confesado en registro eso mismo. Tu vida como la conocías ha terminado.
Vivirás el resto de ella recibiendo órdenes sobre adonde ir, cuando comer,
cuando dormir, y cada segundo de ello en una celda fuera del planeta.”

Él ahora miró a Eve, con odio. “Usted quiere eso para mí muchacha.”

“Yo quiero que tu muchacha viva. Puedes creer eso. Quiero que viva, Mackie.
¿Tú lo quieres?”

“Ella es mi carne y sangre.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Eso le importa a ella? Este niñito es su carne y sangre. Su hermano. Y si ella
pudiese tenerlo a la vista en este momento, él estaría en la morgue. No hagas
que la ponga ahí, Mackie. Ayúdame a arrestarla, no hagas que la elimine.”

“¿Para vivir en una celda el resto de su vida?”

Eve soltó un largo suspiro, se enderezó, paseó por la sala. Dirigió el


asentimiento más leve al espejo de dos caras.

“Eso me dice que preferirías que esté muerta en vez de estar respirando, de
manera que estoy perdiendo mi tiempo contigo. Peabody, lleva a esta mierda
inútil de regreso a…”

Se interrumpió, maldijo en voz baja, caminó hacia la puerta ante el enérgico


llamado. “¿Qué? Estoy en un interrogatorio.”

“Y yo estoy aquí para ofrecer al sujeto de ese interrogatorio un trato.” Reo


entró, puso su maletín sobre la mesa.

“A la mierda con eso. Hablemos de esto afuera, Consejera.”

“Todos estamos aquí para proteger y servir a esta ciudad y a su gente. Para el
registro, Reo, Asistente del Fiscal, Cher, ahora en Interrogatorio. La oficina del
Fiscal de Distrito tiene un trato para el Señor Mackie.”

“Yo no pedí un trato. Le dije a ese inútil defensor público que nada de tratos.”

“Él no pidió un trato,” espetó Eve. “Largo.”

“El trato involucra a Willow Mackie. A su futuro. Usted quiere un futuro para
su hija, ¿señor?”

“No la voy a ayudar.”

“Entonces ayúdela a ella. Estoy autorizada para ofrecerle esto. Si usted nos
proporciona información que nos lleve al arresto de su hija antes, y repito antes,
de que asesine o lesione a alguien más, si se rinde pacíficamente, estaremos de
acuerdo en juzgarla como una menor de edad en todos los cargos presentados.”

“¡Basura, eso es basura!” Encolerizada, Eve agarró del brazo a Reo. “Fuera,
Reo.”

Reo simplemente se sacudió a Eve. “Dallas, esto viene de la cabeza, y ha sido


acordado por tu jefe, y el mío.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿A qué clase de mierda cobarde y taimada están tratando de servir aquí? Ella
mató a veinticinco personas a sangre fría. Docenas de otras sufrieron heridas y
traumas. No es una chica paseando en un coche robado, pedazo de perra
cagona.”

Reo se endureció. “Y si ya la hubieras arrestado, yo no tendría que hacer este


trato. Si no puedes encontrar y detener a una adolescente, no es mi problema.
Perra. Adelante, ponme las manos encima otra vez,” le advirtió cuando Eve dio
un paso hacia ella. “Estarás fuera de esta investigación en un abrir y cerrar de
ojos. Haz tu trabajo, Teniente. Yo haré el mío.”

“Oh, yo haré mi trabajo. Peabody, estamos fuera. Vamos de cacería.” Abrió de


un tirón la puerta. “Será mejor que hagas ese trato rápido, porque si la
encuentro antes de que la tinta se seque, ella es mía. Dallas y Peabody, saliendo
de la maldita sala de Interrogatorios.”

Cerró de un portazo, hizo rodar sus hombros, y luego salió disparada hacia
Observación.

“Toda una actuación,” dijo Roarke. “Me alegro de haber llegado justo antes de
que baje el telón.”

Eve sólo masculló, “Vamos, vamos,” y miró fijamente a través del vidrio.

“Explique juzgada como una menor de edad,” dijo Mackie.

“Usted sabe muy bien que debido a la severidad de los crímenes de los que la
acusan, Willow Mackie podría y sería juzgada como una adulta.” Toda
eficiencia ahora, Reo tomó asiento en la silla que Eve había desocupado.
“Podría y sería juzgada, convicta, y sentenciada a cadena perpetua, otra vez,
con múltiples sentencias. Sería transportada a una colonia penal fuera del
planeta, en donde pasaría, dadas las presentes expectativas de vida, el siguiente
siglo.”

“Tal vez yo la obligué a hacerlo.”

“Eso no servirá, Mackie,” dijo Reo con calma. “Usted no podía obligarla a
ejecutar los expertos disparos con tal exactitud. No estaba allí anoche cuando
dieciocho personas fueron asesinadas.”

“Yo la presioné, la influencié. Le lave el cerebro.”

“Puede intentar eso, por supuesto, pero le puedo prometer que yo haría trizas
eso en la corte. Lo haría añicos,” continuó ella, “y tengo la evidencia de los
planes de ella de matar a otros para que me ayuden a hacer justamente eso. No
estaba siendo coaccionada. Estaba en custodia compartida y nunca indicó estar

J.D.Robb Apprentice in Death


siendo coaccionada a su madre, a sus profesores, a nadie. Y, de hecho, como la
Teniente Dallas descubrió a través de su investigación, ella tiene su propia lista
de objetivos.” Reo hizo una pausa para dejar que lo asimilara. “A pesar de todo
esto,” continuó, “Willow Mackie tiene quince años, y estaremos de acuerdo con
estos términos para salvar las vidas de personas inocentes. Esta es una oferta
que no se repetirá, y el reloj está avanzando. Aun siendo tan exaltada como
puede ser, la teniente está absolutamente acertada. Willow Mackie matará otra
vez. Sospecho que lo hará muy pronto si no es arrestada. Si usted nos ayuda a
prevenir eso, si ella no hace daño a nadie más y es arrestada pacíficamente, será
juzgada como una menor y será elegible para ser puesta en libertad en su
décimo octavo cumpleaños. Será, entienda esto, evaluada física y mentalmente.
Y ella tendrá que estar de acuerdo en residir en una casa de rehabilitación y
terapia, con más evaluaciones, desde el día de su décimo octavo cumpleaños
por un período de un año. Esos son los términos. ¿Usted desea que un
representante legal lea los términos y los discuta con usted?”

“Yo no necesito a nadie. Déjeme ver eso. Déjeme leerlo.”

“Lo va a firmar,” dijo Eve, observando.

“Quebraste su confianza en sí mismo. Y el usar al niñito,” añadió. “Eso sacudió


su confianza en ella.
Tiene miedo por ella, pero no sólo temor de que vaya a ser atrapada y detenida,
incluso herida. Tiene miedo de lo que ella vaya a hacer sin él para contenerla.”

“Él sabía lo que era ella, lo que tenía en su interior. Puede pretender que no lo
sabía, pero lo sabía. Y lo utilizó cuando le servía para sus enfermizos
propósitos. Tal vez ella habría matado sin él en algún momento, pero él le dio
las habilidades, las armas, y los motivos. Ambos van a tener un tiempo muy
largo para pensar acerca de quién guio a quién.”

“Si él firma,” dijo Peabody, “ella estará libre en menos de tres años.”

“Déjalo que firme. Entonces ya veremos.”

“Es un trato de mierda,” dijo Peabody. “Yo sé que tú estabas actuando para él
con Reo allí dentro, pero sigue siendo un trato de mierda.”

“Si nos ayuda a encontrarla antes de que elimine a otros veinticinco civiles, no
es tan mierdoso. Y ella irá por más la próxima vez. Está guardando el puntaje.
Estará mirando la pantalla, también, para ver qué estamos diciendo sobre ella,
leyendo entre líneas. Va a cambiar un poquito su apariencia. Tal vez se incline
más por la apariencia de muchacho. O se consiga una peluca, por ser más
femenina. Ha planeado esto. La hija de su padre.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Quiero otra garantía,” le dijo Mackie a Reo. “Quiero una garantía de que ella
será traída viva e ilesa.”

“Señor Mackie, soy una Asistente de Fiscal, no un oficial de policía. No puedo


garantizarle lo que pueda suceder durante el intento de aprehenderla. Si se
resiste, si les dispara a los oficiales o a civiles…”

“Ellos la traen viva o no hay trato.”

“Yo puedo enmendar el trato de esta forma. Puedo prometerle que cada intento
será llevado a cabo con miras a traer viva a su hija. Que ningún oficial usará
fuerza excesiva o dará una orden de eliminación. Si le dijera que puedo hacer
más, usted sabría que estoy mintiendo. Le estoy dando la mejor oportunidad
para ella.”

“Añada eso. Añádalo y lo firmaré.”

“Déjeme hacer la enmienda. Reo, AF, Cher, saliendo de Interrogatorios.”

Salió, respiró hondo, y sacó su enlace. Y mientras hablaba con su superior, alzó
una mano para que Eve esperara.

“Así es. Sí, señor. Tengo a la primaria justo aquí, y ella entiende los términos
adicionales. Hecho.”

Ella cortó, asintió hacia Dallas. “Hecho. Lo añadirán, y enviarán el acuerdo


enmendado. ¿Puedes hacerlo cumplir?”

“Lo voy a dejar en claro. La quiero viva, Reo. La quiero en la misma sala que
está él. Quiero mirarla a los ojos y decirle que está acabada.”

“¿Y cuando tenga dieciocho años?”

Eve apenas sonrió, fría y sin expresión. “Anda a recoger tu papeleo, entonces
veremos qué tiene que decir él.”

Eve se dio la vuelta para responder su propio enlace. “Dallas.”

“Se está poniendo caliente, jefa,” le dijo Baxter. “Captamos un vientecillo de ella
dirigiéndose al este en la Cincuenta y Dos esta mañana. Estamos de regreso en
su antiguo vecindario.”

“Pregunta alrededor de ese lugar de helados. Divine. Ella tiene una debilidad.”

“Estamos en eso. Siempre podemos conseguir una bola de Pecado de Chocolate


en un cono de azúcar. ¿Cómo va por allá?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Lo estamos cerrando. Estaré en contacto.”

Ella espero por Reo.

“Tengo a tu mierda cobarde justo aquí,” dijo Reo.

“Entonces hagámoslo funcionar. Pensamos que ella tiene un escondrijo en el


lugar donde su padre los tuvo antes del primer ataque. Veamos si él puede
acercarnos más antes de que mate a alguien más.”

Eve volvió a ingresar y encendió la grabadora. La piel de Mackie se había


vuelto traslúcida bajo el brillo del sudor. Necesitaba una dosis, pensó Eve,
estaba colgando de un hilo.

“Puedes facilitarle el camino.” Eve habló con tono de fastidio. “Salvarle la vida,
y tal vez, aunque a ti te importa un carajo, salvar vidas inocentes.”

“Tres años presa no es un camino fácil,” dijo Reo enérgicamente, y, sentándose,


le ofreció el acuerdo enmendado a Mackie.

“Diles eso a los veinticinco muertos, y a los que dejaron atrás para llorarlos.”
Eve plantó con fuerza las manos sobre la mesa, se inclinó hacia la cara sudorosa
de Mackie. “¿Piensas que tengo las manos atadas? Sólo por ahora. Cuando
salga, yo estaré encima de ella. Sabré cuándo duerme, cuándo come, cuándo se
tira pedos. Y estaré justo allí cuando cometa un error. Recuerda eso. Cuenta con
eso.”

“La prioridad aquí es encontrar a Willow Mackie antes de que haga daño a
alguien más. Esa debería ser su prioridad, Teniente.” Reo le ofreció un lapicero
a Mackie.

“Usted firme primero,” dijo Mackie.

Asintiendo, Reo firmó con su bonita y perfecta caligrafía.

Mackie le arrebató el lapicero, y se las arregló para hacer un garabato


tembloroso.

Reo puso el acuerdo y el lapicero en su maletín, y lo cerró. “Señor Mackie,


¿dónde está su hija?”

“Debería estar de camino a Alaska. Nosotros planeamos tres rutas. Se suponía


que ella debía tomar un bus a Columbus, y luego que escoger una de tres rutas
al oeste.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Pero ella no está de camino a Alaska, ¿no es así?” Reo mantuvo su voz
razonable. “¿En dónde está? Este acuerdo no tiene efecto legal a menos que
usted ofrezca la información que nos lleve a su arresto.”

“Es tenaz, determinada. La muchacha es una ganadora.” El sonido de burla de


Eve hizo que Mackie levantara los ojos desenfocados hacia su rostro. “Usted no
la conoce.”

“Si tú lo haces,” replicó Eve, “¿en dónde está?”

“Ella quiere terminar lo que empezamos. No se raja.”

“Ella quiere más que eso. Sabes que ella quiere más que eso o nunca habrías
firmado ese acuerdo.”

“El cabrón con el que su madre se casó siempre está revisando sus cosas.”

“Así que, naturalmente, tiene que morir. Si quieres salvar su vida, la vida de ese
niñito, dime dónde demonios está y deja de estar haciendo excusas por ella.”

“Si alguna vez nos separáramos, o ella necesitaba reagruparse, no podía salir de
la ciudad de inmediato, tenía que regresar al apartamento, a la zona que
habíamos explorado. En donde ella conoce la configuración del terreno, en
donde es una cara conocida de manera que nadie la nota mucho.”

“¿Quieres que creamos que ella regresó al lugar que ya hemos encontrado?”

“Tiene un sótano, un cuarto de almacenaje, una antigua lavandería. Las


máquinas están estropeadas así que nadie las usa. Nosotros colocamos allí
algunas provisiones.”

“¿Piensas que nosotros no revisamos ese edificio, que no sacamos esas


provisiones, y lo sellamos?” Eve se dejó caer en la silla. “Estás haciéndome
perder el tiempo.”

“Si ella no podía entrar al edificio o si sentía que estaba siendo vigilado, hay un
albergue en Lex, entre la Treinta y Nueve y la Catorce. Si necesitaba tiempo
para reagruparse, o para esperar por mí, o dejar que las cosas se calmen, iría
allí, pasando desapercibida. Y esperaría.”

“¿Qué está acarreando ella?” Cuando él vaciló, Eve volvió a inclinarse hacia
adelante. “¿Quieres que la atrapemos viva? ¿Qué está acarreando?”

“Tiene una Táctica XT, militar, con mira de largo alcance. Con la opción de
visión nocturna. Dos pistolas, un aturdidor policial, bomba laser, seis
granadas.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Punzocortantes?”

“Cuchillo de combate, una daga, una porra telescópica con bayoneta.”

“¿Blindaje personal?”

“Cuerpo completo. Más el casco, por supuesto.”

“Si has excluido aunque sea una navaja y ella la usa en uno de los míos, ese
acuerdo no vale un carajo.”

“Tiene un multiherramientas. Contiene objetos punzocortantes. Dígale que yo


dije que se rinda. Dígale que su padre dijo que se rinda y viva. El sótano del
apartamento o el albergue en Lex. Esos son los retiros planeados.”

“Entonces será mejor que espere que la encontremos. Fin del interrogatorio.”

Se los entregó a los uniformados, con instrucciones de ponerlo en vigilancia por


suicidio. Dejó a Reo lidiar con los aspectos legales. Lowenbaum ya había salido
de Observación, ladrando órdenes por su comunicador.

“¿Quieres ir con nosotros?” le preguntó a ella.

“No. Tengo que preparar a los míos. Tengo a dos detectives en esa zona. Si está
allí, no quiero que los descubra y les dispare. Prepara tu operación, las
probabilidades están en el albergue. Ella podría ir al sótano, pero es una mala
movida cuando sabe que hemos estado en esa locación. Ella no haría un
movimiento tan equivocado.”

“Estoy de acuerdo, pero vamos a hacer un barrido por fuentes de calor, si es


que puedo llevar a tu equipo de DDE con nosotros.”

“Llévalos.” Sacó su propio comunicador mientras caminaba hacia la división.


“Baxter,” empezó ella, y luego le dio la información.

“Reineke, Jenkinson, equípense. Uniformado Carmichael, escoja seis y hagan lo


mismo. Santiago, Detective Carmichael, ustedes son la segunda unidad,
blindaje completo. La sospechosa es Willow Mackie, quince años. Está armada y
es peligrosa. Su armamento incluye una Táctica-XT grado militar con mira y
visión nocturna, dos pistolas, aturdidor, bomba laser, granadas, varios
punzocortantes. No, repito, no dejen que su edad les impida sacarle la mierda
con el aturdidor. La queremos viva. SWAT está en camino para rodear y
asegurar. Peabody, pon un jodido mapa del sector en esta pantalla de medio
pelo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Eve lo fue planeando mientras Peabody lo hacía. “Ella no lo va a poner fácil, y si
nos descubre o al equipo de Lowenbaum, intentará eliminarnos. Ella no está en
el jodido sótano,” masculló Eve. “Esa es un mal plan. Ella querría un terreno
más alto, una línea visual. Lo despejaremos, pero no es allí donde está. El
albergue…”

“¿Te gustaría tener los detalles del edificio?” dijo Roarke desde detrás de ella.

“Útil.”

Él se acercó a Peabody, conectó su computadora personal con la computadora.


“Construcción post-Urbanas,” le dijo a Eve. “Actualmente sólo para dormir
principalmente, utilizado por delincuentes de poca monta, Acompañantes
Licenciados, transitorios, adictos, e infractores menores. Ocho pisos, doce
cuartos por piso. Un pequeño vestíbulo atendido por un droide. Sólo en
efectivo. Los cuartos se alquilan por media hora, una hora, una noche, una
semana. No son insonorizados, ni tienen pantallas de privacidad.”

“Entendido. El barrido por fuentes de calor nos dirá qué cuartos están
ocupados, y cualquiera que esté solo. Ella no tendrá compañía. Instalar oídos
puede ser de ayuda.” Paseaba de un lado a otro en frente de la imagen. “Vamos
a hablar con el droide, conseguir verificación. Si está allí, haremos salir a la
gente, si es posible. Cuarto para uno, una ventana, una puerta.”

“Puede que haya instalado una trampa caza-bobos en la puerta, Teniente,” dijo
Reineke.

“Sí. Yo lo haría. No me gusta eso.” Volvió a pasear. “No es un sótano, ¿pero


dónde diablos está su escape? ¿Escalera de incendios? Ella sabría que tenemos
cubierto el exterior.”

“Puede que ella crea que puede abrirse camino luchando,” dijo Mira. “Tiene
quince años. Se siente indestructible, y la estrella de su propio drama personal.”

“Tal vez.”

Pero eso le molestaba, le fastidiaba mientras refinaba la operación, mientras se


preparaba para ponerse en marcha.

“Estoy contigo,” le dijo Roarke.

“Vale.” Distraída, le frunció el ceño. “¿Por qué?”

“¿Es esa una pregunta personal o profesional?”

“Tu serías de más utilidad con los del DDE.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“No necesariamente. Particularmente desde que piensas que ella no está
adonde ellos se están dirigiendo.”

“No veo por qué él mentiría. Por qué pasaría por todo el asunto del acuerdo
sólo para mentir. Quiere que ella viva, y ese fue el ángulo correcto, presionar
con su hermano, con sus planes para matar al chico, a los otros. Podía ver que él
lo creía, que él sabía que ella llegaría a eso. Pero quiere que ella viva, y quiere
que salga libre, saber que sólo pasará unos cuantos años en prisión.”

“Es su hija.”

“Él no estaba mintiendo, pero…”

“Tómate un minuto.”

Sacudiendo la cabeza, sacó un cuchillo de combate de su cajón, lo sacó de su


funda y lo volvió a meter. “El reloj está avanzando,” dijo mientras se lo
enganchaba a su cinturón.

“Y Lowenbaum incluso ahora está poniendo a sus hombres en posición para


atraparla. Tómate un momento, y deja que lo que sea que se esté cocinando en
esa cabeza tuya aflore.”

“Es intuición más que nada.”

Pero se detuvo, se sentó, puso las botas sobre su escritorio, y miró hacia el
tablero.

Cuando Peabody iba a entrar, Roarke levantó una mano para silenciarla.

Mente, instinto, sexto sentido, o lógica policial, lo que sea que fuera, él sabía que
estaba trabajando en su interior.

Esperarían.

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 18

Ella debería de estar en camino a Alaska pero no era así.

Se suponía que tomaría un bus a Columbus pero no lo hizo.

Ellos tenían una misión, pero ella tenía otra propia. Oculta de su padre, su
maestro, su mentor.

Él quiere que ella viva. Ella quiere matar.

Él le dice a ella que huya, que se mantenga a salvo, que esté a la espera.

¿Huir? ¿Seguridad? Eso es para los perdedores. Esperar toma demasiado


tiempo.

Ella quiere matar.

“Ella no le va a hacer caso,” murmuró Eve. “No es porque tenga quince años.
Tal vez eso juegue una parte, pero ese no es el punto crucial. Simplemente no lo
es. Ella sabe que es mejor que él. Él ha perdido su habilidad, y la de ella todavía
está agudizada. Él es débil, ¿no es así?”

Ella se puso de pie, comenzó a pasear con los ojos puestos en el tablero.

“¿Quién llevó a cabo eso? Ella lo hizo. No él. ¿Mantenerse a salvo? Ella no
quiere seguridad, quiere acción. Quiere la excitación, los puntos, los objetivos.

“Sus objetivos.”

“¿A dónde iría?” le preguntó Roarke.

“No a algún albergue sarnoso con putas y yonkis. No a algún agujero para
acurrucarse y esperar hasta quién sabe cuándo. Todo es para ahora. Para hoy.
Esto se trata de ella. Ella es el centro. Quiere ser el centro. Si quisiera seguridad,
ya se habría ido. No se ha ido porque esto es para ahora, y es acerca de lo que
ella quiere. Ahora es su misión. Ella iría al hogar.”

“Si está en el apartamento…” empezó Peabody.

“Ese no es el hogar. Ese es el cuartel general, el cuartel general de su padre, y


esa misión está hecha, al menos por ahora. La casa. La casa de su madre.” Se
dio la vuelta, y Roarke lo vio en sus ojos. El instinto se convirtió en
conocimiento.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Es confortable, es de ella. Ropa, comida, entretenimiento. Otra vez un área que
ella conoce, y en este momento, una casa vacía. ¿Y mejor aún, más importante,
fundamental? Ellos regresarán. Unos cuantos días, una semana, pero
regresarán, las tres personas que lideran su lista. Eso es algo por lo que
esperará.”

“La sellamos.”

“Entrará. Su padre le habría enseñado cómo evadir y pasar a través de un sello.


Puede tener el lugar para ella, con las pantallas de privacidad bajadas. Puede
ver la pantalla de entretenimiento, juzgar cuando los medios dan las noticias. Se
pone cómoda y espera. Ellos llegan, se sienten seguros, o más seguros. Sólo
tiene que esconderse, sólo esperar hasta que cierren bien la casa, hasta que todo
esté en silencio. Mata al padrastro primero, luego a la madre, y luego al niño.
Entonces toma lo que quiere, lo que sea que quiera, y se va. A encontrar algún
otro lugar para matar.”

“¿Debería abortar la operación?” preguntó Peabody.

“No.” Mientras ponía en la balanza porcentajes contra instintos, Eve se pasó los
dedos por el cabello y tiró de él. “Podría estar equivocada. No lo estoy, pero
podría. Dejemos que siga la operación.”

“Entonces nosotros tres.”

Eve le hizo un gesto de asentimiento a Roarke. “Si estás dispuesto.”

“¿Personal o profesionalmente?”

“Gracioso. Peabody, pon esa locación en pantalla.” Sacó su comunicador.


“Reineke, me voy aparte.”

Esto era un riesgo, pensó Eve después de haber revisado sus armas, después de
que habían bajado al garaje. Cargó en su ordinario coche el rifle laser, la mira
telescópica, el equipo que Roarke usaría. El audífono la mantenía en constante
comunicación con sus otros equipos.

Si los porcentajes probaban ser ciertos, podría estar con el equipo principal en
minutos. Si sus instintos estaban bien encaminados, podía hacer venir al equipo
principal rápido.

Los del DDE reportaron que no había una fuente de calor en el sótano, y
ninguna en el apartamento. Continuaban identificando fuentes en el albergue.

Carmichael pasaría por una Acompañante Licenciada, Santiago como su presa.


Entrarían al edificio y tratarían con el droide.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Puedo enviar respaldo,” le dijo Lowenbaum. “Puedo enviarte a un par de
hombres.”

“Lo manejamos por ahora. Uno de nosotros va a estar en el lugar correcto.


Cuando lo sepamos, los otros llevan sus traseros hacia allí rápido.”

“Copiado.”

“Trata de no matarla, Lowenbaum.”

“Lo mismo digo.”

Eve le entregó a Peabody un casco con visor. “Ella va a apuntar a tu cabeza.”

“Eso es tranquilizador.” Peabody se deslizó en el asiento trasero.

“Yo conduciré,” le dijo Eve a Roarke. “Tú trabaja con el portátil. Ella no puede
estar vigilando las ventanas 24/7, pero puede que tenga cámaras instaladas
para que le den una vista de la calle, de las veredas.” Le echó un vistazo a
Roarke mientras salía del garaje. “¿Cuán cerca me quieres?”

“Los muchachos en la furgoneta se llevaron los mejores juguetes, pero puedo


arreglármelas con este. Tratemos a menos de quince metros del edificio.”

Eve conducía, reflexionando. Contactó con Nadine en su unidad de muñeca.


“Prepárate para sacar un boletín.”

“¿Qué?” Nadine se pasó una mano por el pelo, atado hacia atrás en una corta
cola y muy lejos de estar lista para la cámara. “¿Cuán caliente? Llegué a casa
hace una hora después de estar haciendo cortos informativos anoche, sobre el
arresto de Mackie, sobre la cacería de su hija. ¿La has encontrado?”

“Sólo estate preparada cuando te vuelva a llamar.” Le cortó a Nadine, y rodeó a


un Taxi Rápido. “Estará lista.”

“¿Para qué?” preguntó Peabody.

“Para salir con un boletín que desviará la atención de nuestra sospechosa de la


calle, de la vereda.”

“Vas a sacar al aire la otra operación,” concluyó Roarke.

“No si ella está allí. No si estoy equivocada. Y no mientras haya un policía en


peligro. Pero…”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Si no está allí, no estás equivocada, y el resto está seguro, vas a informarle a
Nadine sobre la otra operación. Como si estuviera en progreso.” Roarke sonrió
mientras trabajaba con el sensor. “Ella va a estar muy enfadada contigo, nuestra
Nadine.”

“Ya se le pasará cuando le dé la exclusiva de esta operación.”

“Este casco es pesado. Y tiene eco.”

Eve le lanzó una mirada a Peabody a través del espejo retrovisor, quien estaba
con el casco negro y el visor en su lugar. “Quítatelo hasta que lo necesites. Te
ves ridícula.”

“En absoluto.” Roarke le sonrió a Peabody. “Una sexy guardia de asalto.”

“¿En serio?”

“Mantente atenta,” le advirtió Eve. “Todavía estoy pensando en cómo entrar sin
darle tiempo para que nos mate.”

“Yo tengo una confianza total,” dijo Roarke, continuando su trabajo en el


portátil, esperando aumentar su alcance.

“No quiero estacionar en doble fila, llamando su atención cuando la gente


empiece a dar de bocinazos y a maldecir. ¿Cuán dentro de los quince metros?”

“Creo que ahora puedo conseguir una lectura a dieciocho metros. Vale la pena
intentarlo.”

Eve consideró la opción de utilizar un edificio, mostrando su placa y dejando a


Roarke instalado en una casa del vecindario. Pero divisó un espacio junto al
bordillo apenas lo bastante grande para un mini. Podía hacerlo funcionar.

Hacerlo funcionar significó usar su coche para empujar otro vehículo hacia el
parachoques del que tenía delante, y hacer lo mismo con el que tenía detrás.
Con eso, y un montón de maniobras, se metió allí.

“Estos son más de veinte metros.”

“Si no puedes hacerlo desde aquí, ¿por qué no me lo dijiste antes de meterme
aquí?”

“Yo no dije eso. Sólo dame otro minuto.”

Ella puso una mano en su oído. “Sí, adelante,” le dijo a Jenkinson.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Santiago y Carmichael están dentro. El droide de recepción dio un negativo
sobre la sospechosa.”

“Cuán confiable el negativo.”

“Ellos dicen que no es de fiar, así que Feeney mandó a Callendar a trabajar en
él. Tenemos cerca de una docena de fuentes de calor individuales. Feeney ha
hecho algunos cálculos y eliminó a cuatro de ellas. No se puede conseguir la
altura y peso exactos, pero sus cálculos dicen que esos cuatro son demasiado
grandes para ser la sospechosa.”

“Bastante bien. Nosotros estamos a cerca de veinte metros de distancia de la


ubicación del objetivo. Roarke está trabajando en escanear las fuentes de calor.
Te informaremos.”

Ella terminó la comunicación, se volvió hacia Roarke. “¿Y?”

“Tu entiendes que esto está hecho para trabajar a un rango más cercano, yo ya
me las había ingeniado para aumentarlo antes de que tu añadieras más a ese
rango, de modo que ahueca el ala otro minuto.”

Ella ahuecó el ala tamborileando los dedos en el volante.

Sería mejor si la atraparan en la otra ubicación, pensó Eve. Mejor si tuvieran ese
albergue rodeado, y la atraparan allí.

Pero…

“Muy bien entonces, vamos a ver si he obrado un milagrito.” Roarke programó


las coordenadas, ingresó unos códigos, escaneó la pequeña pantalla.

“Los expertos mandan.” Con la barbilla apoyada en el respaldo del asiento de


Roarke, Peabody estudió la pantalla a través del visor. “Tienes una lectura.”

“Ahora veamos si hay alguien en casa.”

Comenzó un lento escaneo, empezando con el piso principal.

“Hay un sótano angosto debajo, en caso de que no lo supieras. Nada allí, nada
en el piso principal. Empezando a escanear el segundo piso.”

No hubo ningún destello mientras escaneaba lentamente metro por metro.

“Segundo piso despejado. Empezando a escanear el tercer nivel.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Aquí o allí, allí o aquí, pensaba Eve, esperando que uno de su equipo le
informara. Esperando que algo brillara.

“Ah. Los expertos y los policías mandan, al parecer. Allí está, Teniente.”

“La veo,” notó Eve, y observó el brillo de la fuente de calor en pantalla.

“Está echada. Apuesto a que está aburrida. Observando la pantalla, observando


los monitores. Vamos a darle un poco de emoción. ¡Lowenbaum!”

“Te copio,” dijo él. “Tu monada del DDE está dentro, trabajando en el droide,
pero dicen que su disco de memoria no muestra a la sospechosa en las últimas
veinticuatro horas. Eso es todo lo que tiene el droide.”

“Porque ella está aquí.”

“Hija de puta.”

“Quiero que dejes a algunos de tus hombres en ese edificio. Visibles,


Lowenbaum, pero no demasiado obvios al respecto. Voy a usar tu ubicación
como una distracción. Para confundirla. El resto de ustedes vengan rápido y en
silencio. Vamos a atraparla, Lowenbaum.”

“Apuesta tu trasero de primera.”

“Reineke, ¿copias?”

“Afirmativo.”

“Deja algunos de los uniformados. Haz que estén visibles. Y trae al resto del
equipo a esta ubicación. Pon barricadas al final de la manzana, en ambos lados.
Mantente fuera de la línea de visión a menos y hasta que yo diga otra cosa.
Vamos a movernos en cinco.”

“Ten cuidado, Teniente, y el resto de ustedes.”

Ella volvió a llamar a Nadine. “Oficiales de la NYPSD, incluyendo al SWAT,


están rodeando al sospechoso restante de los recientes asesinatos perpetuados
por el ASLD. La Teniente Eve Dallas está supervisando el arresto de Willow
Mackie, que se cree que está escondida en un edificio en Lexington. Dallas
reporta que un arresto es inminente.”

“¿Qué clase de mierda es ésta? Nunca reportas eso, nunca informas a los
medios durante una operación.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tú no eres sólo parte de los medios, ¿no es así? Adelante con eso, ahora. Puedo
prometerte que valdrá la pena. Vale la pena en todos los niveles. Adelante con
eso, Nadine.”

“Voy a hacerlo, maldita sea. Vas a estar en deuda conmigo.”

“Ya tengo listo el pago. Nos vemos.”

Eve activó la pantalla de su computadora. “Esto no debería tomar mucho


tiempo.”

De hecho, sólo tomó menos de dos minutos antes de que el video del Canal
Setenta y Cinco apareciera con su flash azul y rojo de las Ultimas Noticias.

El reportero en el aire anunció un importante desarrollo en la cacería del


sospechoso del ataque en el Madison Square, y lo pasó a Nadine, cuya voz llegó
con una foto de ella en la esquina de la pantalla.

“Soy Nadine Furst reportando por remoto en el momento que oficiales de la


policía y unidades de SWAT convergen…”

Eve apagó la pantalla, abrió de un empujón la puerta en el instante que vio que
la fuente de calor se movía de estar reclinada a ponerse de pie.

“Tenemos su atención. Equípate.” Le lanzó un casco a Roarke.

“Bueno, Eve, ¿en serio?”

“Úsalo o quédate aquí.” Sacó el suyo, sacudió la cabeza al verlo. “Odio estos.
Son pesados y tienen eco.”

“¡Lo que yo dije!”

“Nunca dije que estuvieras equivocada. Primero, entramos, esa es tu parte,” le


dijo a Roarke. “Yo tomo las escaleras del frente. Peabody, tú sigues, subes por
las escaleras traseras. Si está con armadura blindada, apunta a la cabeza. Nadie
se sienta a ver la pantalla con uno de estos malditos cascos. Asegúrate
condenadamente bien de que tú aturdidor está en rango medio. No le vamos a
dar palmaditas de cariño, pero no quiero arriesgarme a ocasionarle una
parálisis. Si no cae, incrementas el rango. Roarke, necesito que te quedes atrás,
en el segundo nivel, en caso de que se nos escape. Si se escapa de nosotras, tú la
derribas.”

“¿Respaldo?” preguntó Peabody.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Para cuando estemos en posición, para cuando entremos allí, ellos estarán
aquí. ¿En dónde está ella?” Eve le preguntó a Roarke.

“Sentada, muy probablemente en el piso del tercer piso, al frente de la casa, en


el lado más alejado.”

“Viendo la pantalla. Continúa, Nadine. Veinte metros. Vamos a cubrirlo.”

Se movieron rápido, corriendo en un día frío y despejado, con Roarke siguiendo


la pista en el portátil.

No había muchísimos turistas en esta calle más residencial, notó Eve. Y la


mayoría de los nativos apenas dirigían una mirada a tres personas trotando por
la calle usando cascos con visores.

Pero incluso los hastiados Neoyorkinos se reunirían y señalarían hacia una


unidad de SWAT. ¿La meta? Entrar antes de que la operación llamara
cualquier tipo de atención. Antes de que Willow Mackie se diera cuenta que su
ubicación estaba al descubierto.

Llegaron a la puerta, se agacharon juntos.

“Peabody, agarra el portátil. Si se mueve, nosotros lo sabemos. Ella necesitaría


estar en la ventana, ladeada y mirando hacia abajo en esta dirección para
divisarnos. Roarke, haz lo tuyo.”

“Primero voy a escanear la seguridad.”

“Reineke, estado.”

“Se están instalando las barricadas. Llegaremos a pie desde aquí.”

“Tú y Jenkinson tomen la parte trasera del edificio. Manténganse allí hasta que
yo les diga, luego entren con todo. Lowenbaum.”

“Te copio.”

“El objetivo está en el tercer piso, ventana al sudeste. Está en el suelo, viendo la
pantalla, de manera que si vas a mover a tus hombres, hazlo ahora, hazlo
rápido.”

“La tenemos. Feeney la ha localizado. Nos estamos moviendo. Pondré a


hombres en las azoteas, y en los edificios que den a la casa. Estoy enviando a
otro equipo con el tuyo a la parte trasera. Está acorralada, Dallas.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Todavía no la hemos acorralado. Estamos trabajando para hacer una entrada
silenciosa.”

“Es una chica astuta,” dijo Roarke. “Ha improvisado una alarma secundaria.
Hace sonar su enlace. Es ingeniosa, pero relativamente básica. Sólo un
momento más.”

Para darse tiempo, para estar avisada, pensó Eve, cuando la familia llegara a
casa.

Echó un vistazo alrededor, escaneó, captó un rápido movimiento en la azotea


del edificio que estaba directamente cruzando la calle.

“¿Peabody?”

“No se ha movido.”

“¿Roarke?”

“Alarmas desactivadas. Estoy con los cerrojos. Y están abiertos.”

“Todos los equipos, todos los equipos, estamos entrando. Peabody, escaleras
traseras; Dallas, al frente; Roarke al frente para posicionarse en el segundo
nivel. Estamos en marcha.” Alargó la mano hacia la manija de la puerta. “Deja
el portátil, Peabody. Directo atrás. Directo arriba.”

Mientras abría la puerta, sacó su arma.

Con la tecnología puesta a un lado, barrió el vestíbulo, se enderezó lentamente.


“Estamos dentro,” murmuró para la grabadora, y le hizo señas a Peabody para
que siguiera.

Con Roarke, Eve empezó a subir las escaleras, no dijo nada cuando él sostuvo
un arma muy similar a la suya.

“¿Feeney?”

“Te tengo, chiquilla. Tengo a Roarke, tengo a Peabody. El objetivo está en la


misma posición.”

“Nos dirigimos hacia ella ahora.”

Le dijo a Roarke con gestos: Quédate aquí. “Baxter, Trueheart, Santiago,


Carmichael, avancen al frente, ábranse en abanico cuando entren.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Empezó a subir el siguiente tramo de escaleras, con los oídos atentos. A medio
subir oyó el murmullo de voces, identificó la de Nadine.

Subió dos escalones más antes de oír el distintivo crujido de las escaleras
traseras. No necesitó la advertencia de Feeney en su oído de que Willow
también lo había oído. Captó el sonido, el ruido de pies en movimiento a la
desbandada.

“¡Muévanse, muévanse, muévanse! ¡Policía!” Gritó, saltando el último escalón.


“¡Esta es la policía!”

La granada de flash explotó al impactar a medio metro en frente de ella. Incluso


con el visor, la explosión de luz ardió contra sus ojos. Momentáneamente
cegada, disparó una corriente a lo largo del suelo, esperando mantener al
objetivo contenido.

Sintió el disparo en respuesta, calor y presión contra su hombro, su cadera, se


giró.

Willow le dio con fuerza en un hombro, en el esternón, con el impulso detrás


del disparo. Este hizo caer a Eve, le robó el aliento, pero rodó, lanzó una mano
hacia adelante, logró agarrar a la chica por el tobillo.

Recibió una violenta patada en la cabeza que hizo vibrar su casco.

Oyó gritos a través del resplandor, del humo, a través de su audífono. Fuerte
ruido de pasos. Más que verla, sintió a su presa girar rápidamente, levantarse
de donde había caído, y disparar hacia los gritos. Debido a que Eve volvió a
rodar, la siguiente patada le pasó rozando las costillas. Lanzó las piernas hacia
arriba, hizo un movimiento de tijera, y golpeó lo bastante fuerte para hacer
trastabillar a Willow.

Segundos antes de que estallara el siguiente flash, vio el manchón en


movimiento disparado hacia la izquierda. Amagó hacia la derecha, oyó el
chirrido del disparo del arma portátil y lo vio centellear en el aire en el espacio
donde había estado. Desde donde estaba agachada, rodó hacia adelante hacia el
umbral de la puerta en la dirección por donde el manchón había salido.

Se lanzó de cabeza hacia la izquierda esta vez, de manera que el disparo pasó a
través de la abertura.

Pensando en su equipo, pensando en bloquear la salida de escape, Eve cerró la


puerta de una patada.

J.D.Robb Apprentice in Death


No podía ver, no lo bastante claro a través del humo, a través del resplandor.
Lo cual significaba que no podía ser vista. Cualquier intento de comunicarse
con su equipo descubriría su posición.

Hizo lo que el Maestro Wu le enseñó en aquellas extrañas y fascinantes


lecciones en el dojo. Respiró a través de los dedos del pie, se convirtió en un
pez, lo que fuera que eso significaba. Se arriesgó a levantar el visor, no podía
respirar, no podía oír a través de los ecos. Se quedó absolutamente quieta, y
dejó que sus sentidos gobernaran.

El más leve sonido, como el movimiento del humo en el aire. Siguiendo el


instinto, Eve disparó hacia éste, apunto bajo. Oyó el siseo del impacto, rodó,
volvió a disparar.

La puerta se abrió con estruendo, y los gritos pasaron a través de ella. La


descarga de disparos pasaban veloces a través del humo, la puerta abierta hizo
que ella gritara ¡Retrocedan! ¡Retrocedan! Aun cuando ella misma se lanzó hacia
un lado para protegerse.

Captó un destello, apenas un destello a través de la brillante nube de humo. La


chica llevando un chaleco antidisturbios, el láser en una mano, la granada en la
otra. La mano con la granada temblaba, no estaba firme por la rozadura de un
disparo.

El arma de Eve y la granada se dispararon simultáneamente. Todavía


sintonizada, Eve oyó el correr de botas cruzando el piso, saltó hacia adelante y
cerró la puerta con fuerza. El ruido sordo resultante y la caída le trajeron sólo
un instante de satisfacción.

Eve cayó sobre el objetivo, luchando con ella en el asfixiante humo.

Era desagradable. Un duro rodillazo a la entrepierna lanzó un dolor abrasador


a través de Eve, un golpe con el codo le dejó ardiendo el ojo, lagrimeando, pero
se las arregló para agarrar la mano armada de Willow con su mano izquierda, y
comenzó a retorcerla. Rodaron con la chica consiguiendo asestarle un par de
decentes puñetazos mientras Eve se concentraba en desarmarla.

El láser se disparó, mandando el tiro a través de la pantalla de privacidad, y


destrozando la ventana.

“¡Ríndete!” ordenó Eve. “No tienes adonde ir.”

“¡Jódete!”

J.D.Robb Apprentice in Death


Cuando la puerta volvió a abrirse violentamente, Eve golpeó con fuerza la
mano armada de Willow contra el suelo. “¡No disparen! ¡No disparen! La tengo,
casi. No vayan a aturdirme, carajo.”

Cambió de posición, usando su peso para aumentar la presión. Luego pensaría


que ese leve cambio de ángulo había causado que la punta del cuchillo de
combate que Willow sacó de su cinturón le hiciera un corte a lo largo de su
mano en vez de su garganta.

Pero el dolor, el olor de su propia sangre, cambió la táctica de Eve.

“A la mierda.” Con esa resolución, le dio a Willow un fuerte cabezazo, la


ventaja fue suya considerando el casco, luego le asestó un puñetazo corto en la
laringe.

Oyó el ruido del cuchillo al caer, sintió convulsionar la mano que sostenía el
láser, y luego aflojarse. Aun trabajando medio cegada, Eve volvió a moverse,
empujó a Willow boca abajo, tiró de sus brazos hacia la espalda.

“La tengo,” gritó Eve mientras le cerraba las esposas. “¡La tengo! No disparen.
Y que alguien despeje este humo.”

Un poco mareada y con náuseas por el humo, Eve se quitó el casco. No la hizo
sentirse mejor, y, de hecho, se dio cuenta de que la cabeza le latía como un
bombo.

Alguien se movió a través de la niebla hacia ella. Por supuesto que era Roarke.

Él se arrodilló a su lado, le cogió la mano sangrante. “Necesitamos a los


paramédicos.”

“Sólo necesito hacerme cargo de esto.”

“Hay bastantes para hacerse cargo de ella, así que…” La guio hacia la puerta
mientras su equipo entraba para ocuparse del resto.

“Sólo un poco de aire fresco,” logró decir ella. “¿Cuánto tiempo estuve metida
en esa mierda? ¿Una hora?

“Menos de cinco minutos desde el primer fogonazo hasta que la derribaste.”

“Menos de cinco.” Tomó una bocanada de aire más despejado en el segundo


piso. “Se sintió como una hora.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Cada instante de ella,” concordó él mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo
para envolverlo alrededor de la mano sangrante. “No podía llegar a ti,” le dijo,
“y cuando casi lo logré, me tiraste la puerta en la cara.”

“Lo calculé para que ella corriera directamente contra ella. No quería que
saliera del cuarto. No quería arriesgarlo. O que uno de mi equipo fuera baleado,
o que me disparara a mí por error. Abrigo mágico o no, había un montón de
armas en escena. No podía llamarlos y ser un blanco para ella.”

“Eso es lo que concluí. Vayamos a la cocina. Aire más fresco, un poco de agua,
una silla.”

“Puedo aceptar las tres cosas. Respiré a través de los dedos de mis pies.”

“¿Cómo es eso?”

“El Maestro Wu. No podía ver en el humo y el flash, no podía oír claramente
con el casco. Respiré a través de mis dedos del pie. Me convertí en un pez. O tal
vez era el guijarro.” Caray, la cabeza le resonaba y le estallaba. “Tuve que alzar
el visor para hacerlo, pero…”

“Que es por lo cual vas a tener un ojo morado.”

“¿Sí?” Alzó su mano, se tocó con el dedo. “Au. De cualquier manera, eso
funcionó. El mejor regalo de Navidad que nunca recibí.”

“De nada,” dijo él, agarrándola con fuerza cuando se tambaleó, borracha por el
humo.

La llevó a la cocina, en donde McNab estaba dándole agua a una Peabody con
el rostro grisáceo.

“La escalera crujió.” graznó Peabody.

“Una de esas cosas que pasan,” dijo Eve.

“Cuando la granada explotó, no podía ver una maldita cosa, y calculé mal los
escalones. Me fui abajo como un ladrillo.”

Eve ladeó la cabeza mientras Roarke traía más agua. “¿Es ese moretón en la
barbilla?”

“Golpeé el escalón cuando tropecé.” Obviamente disgustada, Peabody tocó con


la palma de la mano debajo de la magulladura en carne viva de su barbilla. “El
casco me golpeó aquí. Me mordí la lengua, vi estrellas. No te cubrí las
espaldas.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Eve levantó un dedo, engulló el agua hasta que el ardor en su garganta bajó a
un dolor rasposo. La cabeza le estallaba, el ojo le palpitaba, la mano le punzaba,
probablemente requería más que agua.

Pero Dios, ésta sabía, sólo ahora, mejor que el café verdadero.

“¿De modo que simplemente te sentaste en los escalones llorando como un


bebé?”

“¡No! Yo…”

“Ella se arrastró.” McNab le frotó los hombros a Peabody.

“No podía ver. Al principio podía oírte. Podía oír los estallidos alrededor, y ella
estaba disparando. Tú, también. Pero no quería arriesgarme a que un disparo te
diera a ti.”

“Tu gritaste.” Eve volvió a repasar todo en su mente. “Atrajiste sus disparos. Tu
también,” le dijo a Roarke. “Un riesgo estúpido pero… en mi libro eso se llama
respaldo.”

“Entonces no podía oírte,” continuó Peabody. “O verte. Feeney me gritaba que


estabas a mi izquierda, a mi izquierda, pero allí había una pared. Y Roarke
estaba allí, levantándome. Podía oír venir a los demás. Finalmente encontramos
la puerta.”

“El abrigo mágico,” añadió McNab, descansando su mejilla en la cabeza de


Peabody.

“Habría recibido un disparo en medio cuerpo sin él. Tú, también,” le dijo
Peabody a Roarke.

“¿No somos unos suertudos?”

“Pero tu cerraste la puerta.”

“Y ella corrió directamente contra ella, ella solita se noqueó. Entonces yo la


tuve.”

“Pero estas sangrando.”

Eve tomó otro maravilloso trago de agua. “Tú, también. Pero la tenemos. Así
que tomémonos un momento.” Cerró los ojos que se sentían como si hubiesen
sido restregados con arena. “Luego iremos a encargarnos de esto.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 19
Eve se tomó su tiempo, incluso dejó que los paramédicos la limpiaran y le
pusieran NuSkin sobre el corte de su mano.

Los moretones en otras partes, y tenía un montón, podían esperar.

Debido a que quería privacidad, y aire, salió al exterior con Roarke.

Habían acercado las barricadas, cerrando el área que rodeaba el edificio. Eso no
detuvo a los curiosos y a los reporteros, y en verdad, ¿cuál era la diferencia?, de
presionarse contra esas barricadas. Pero podía, y lo hizo, ignorar las preguntas
que le lanzaban, darles la espalda a las cámaras que apuntaban en su dirección.

“Uno pensaría que la gente tendría algo mejor que hacer.”

“¿Para muchos de estos? El asesinato no aparece en sus vidas todos los días.”

“Entonces deberían estar agradecidos.” Ella tenía ganas de patear algo. Y su


propio culo habría servido. “Yo la jodí allí dentro.”

“¿Qué? ¿Cuándo y cómo?” demandó él. “Y recuerda que yo estaba allí.”

“Tú no estabas dentro.” Se tocó la sien. “Demasiados aquí seguían pensando


que ella era una chiquilla. Les dije a todos que olvidaran su edad, que no era
relevante. Pero yo no lo hice. Ella te disparó a ti, a Peabody. Disparos que
podrían haber causado un daño serio, y las granadas de flash, y fue porque no
me moví más rápido y con más energía.”

“Vas a tener que revisar tu propia grabación y ver por ti misma la tontería tan
grande es eso.”

“Más rápido y con más energía,” repitió ella. “Incluso cuando la tenía cuerpo a
cuerpo, yo… creo que me contuve un poquito, sólo lo suficiente.”

“Si eso es cierto, y yo os he visto a las dos después de ese cuerpo a cuerpo,
tiendo a estar en desacuerdo, la única que salió herida eres tú misma.”

Él quería tomar esa mano herida, besarla, rozar con sus labios los moretones de
su rostro. Pero juzgó, que en ese momento, ella necesitaba su dignidad más que
la distracción.

“Ella no es como tú, Eve. Nunca ha sido como tú, nunca será como tú.”

“Entiendo eso.” Soltó el aliento que salió blanco en el frío y se desvaneció. “Tal
vez no lo hice antes, pero ahora lo tengo bien claro. Y no me voy a contener
cuando la tenga en la sala.”

J.D.Robb Apprentice in Death


En ese momento lo miró, a esos ojos indómitos. ¿En realidad había sido ese
mismo día cuando se habían, cansados, horrorizados y estresados, atacado el
uno al otro con Summerset entre ellos?

Se sentía como si hubiesen pasado años.

“Deberías ir a casa,” le dijo, “y dormir.”

Metiendo la mano en el bolsillo de ella, sacó el gorro del copo de nieve, se lo


puso en la cabeza. “¿No recibiste el memo que dice que yo duermo cuando tú lo
haces?”

“Entonces deberías de ir a casa, comprar un par de planetas. En serio, debes de


tener trabajo que has dejado a un lado por esto.”

“Puedo trabajar en la Central.”

Ella soltó el aliento por segunda vez, y volvió a mirar esos maravillosos ojos
azules. “Vamos a tener que conseguirte una maldita oficina en la Central.”

“Tentador.” Sonrió. “Pero gracias de todas maneras. Eso lo hace un poquito


demasiado oficial para personas como yo.”

“Personas como tu ayudaron a arrestarla. No lo olvides. ¿Aquellas personas que


están ahí? ¿Las que no tienen asesinatos en sus vidas todos los días, y que
realmente están esperando ver algo de sangre, tal vez un cadáver? Cualquiera
de ellas, Roarke. Cualquiera de ellas podría haber sido la siguiente, y no lo
entienden. Después tomando una cerveza hablarán de haber estado así de cerca
de un asesino. Serán capaces de hablar sobre esto porque tu ayudaste a
atraparla.”

“Pero yo no soy el que tiene un corte de seis pulgadas en la mano, un ojo


morado, y sospecho que moretones en otras partes.”

“Sí.” Movió sus hombros adoloridos. “Llegaremos a esas otras partes más
tarde.”

“Ah, mi gratificación personal.”

“Bueno.” Pasó su mano sana sobre el gorro, y asintió. “Si vas a trabajar en la
Central, pongámonos en marcha. ¡Peabody! ¿Qué tal si tu conduces?” le dijo a
Roarke. “Tengo algunas cosas que organizar.”
Empezó a organizarlas mientras sorteaban la barricada, ignoraban el gentío, y
se dirigían al coche.

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Nadine fue la primera.
“Me diste información falsa,” dijo Nadine inmediatamente, con cierto rencor.

“No, no lo hice. Simplemente no te di toda la información. ¿Por qué tu rostro se


ve así? ¿Qué le pasa a tu ojo izquierdo?”

“¡Nada! Estoy tratando de estar lista para la cámara entre boletines relámpago.”
Y continuó delineando expertamente su ojo izquierdo mientras despotricaba.
“No estas en ningún lugar cerca de Lexington Avenue.”

“No en persona, pero había una operación preparada allí, como te dije.”

“Pero tú y Willow Mackie no estaban en ese lugar, en esa operación. Ahora


tengo que llevar mi trasero a la estación, salir al aire, y cambiar todos mis
boletines anteriores para no quedar como una idiota, mientras que da la
casualidad que Nueva York Uno tenía a un maldito reportero a media manzana
de donde atrapaste a esa perra, y ya ha hecho apariciones en vivo justo en la
escena.”

“Bueno, tu podrías hacer eso,” dijo Eve mientras Roarke conducía. “O podrías ir
a la Central medio preparada para la cámara y transmitir una entrevista
exclusiva con la primaria que dirigió la operación que arrestó a esa perra. Si
escoges la segunda opción, será mejor que llegues rápido.”

“Quince minutos,” dijo Nadine y le cortó a Eve.

“Peabody, haz los arreglos para que Willow Mackie sea llevada a la sala de
Interrogatorios tan pronto como sea dada de alta médicamente. Y averigua si ha
solicitado un abogado. Reo,” dijo en su enlace. “Willow Mackie ha sido tomada
en custodia.”

“Eso he oído, Nueva York Uno está cubriéndolo. Yo voy camino a la Central.”

“Bien. Necesitamos hablar.”

“¿Te golpearon la cara en el arresto?”

“Sí, hubo una pequeña… escaramuza.”

“¿No es eso una vergüenza?” Reo sonrió dulcemente. “Ponle algo de hielo. Te
veré allí.”

Eve pasó el resto de la travesía contactando con Mira, y luego con Whitney.

En el minuto que Roarke estacionó en su espacio del garaje de la Central, Eve


saltó fuera. “¿Peabody?”

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“Interrogatorios A. Ella ha sido dada de alta médicamente, y será llevada arriba
dentro de los próximos diez minutos. No ha dicho la palabra con A todavía.”

“Bien. Quiero que te olvides de su edad.”

“Hecho. Créeme.”

“Pero trabájala como si eso fuera un factor para ti. Compasiva.”

Peabody suspiró, y suspiró largamente. “Siempre soy compasiva.”

“Porque te sale naturalmente. Pero sobre eso, interpreta a la maestra


decepcionada y de alguna forma enfadada con la estudiante que la cagó. De
adulto a niño, y el adulto está a cargo.”

“Puedo hacer eso.”

“Hay más, y necesitamos planear la coordinación de tiempo junto con Reo. Voy
a arreglar las cosas con Nadine.” Eve se balanceaba en sus talones mientras
calculaba. “Después de todo eso debería darle unos buenos veinte minutos de
estar sentada y esperando en la sala.”

“Está acostumbrada a esperar,” señaló Peabody.

“No para esto. Si quieres observar,” empezó, lanzándole una mirada a Roarke.

“Estaré entrando y saliendo. Y lo bastante cerca para cuando hayas terminado


con esto.”

Ella salió del elevador, se dirigió directamente a su oficina.

“Voy a servirme de tu café,” le dijo Roarke, “antes de irme a un lugar tranquilo


durante una hora o algo así.”

“Puedes usar mi oficina.”

“Puede que termine allí, pero la vas a necesitar un rato, ¿no es así?”

Mientras él decía eso, entraron a la oficina para encontrarse a Reo esperando.

“Eso fue rápido.”


“Acababa de ir a mi oficina. Si voy a trabajar un sábado, muy bien puedo
avanzar mi trabajo. Hola, Roarke.”

“Les dejaré el camino libre en un momento. ¿Café?”

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“Oh, cielos, sí. ¿Qué le pasó a tu mano?” le preguntó a Eve.

“Ella tenía un cuchillo.” Eve se sentó en el borde de su escritorio, tomó el café


que Roarke le ofrecía.

“Yo me llevaré el mío.”

Sin preocuparse de la dignidad de Eve enfrente de Reo, Roarke tomó la barbilla


de Eve en su mano, y la besó con firmeza. “Ve y acaba esto.”

“Te veré mañana.” Reo le sonrió. “En un evento más feliz.”

“¿Qué hay mañana?” demandó Eve cuando Roarke se marchó.

“La fiesta de cumpleaños de Bella.”

“¿Qué? No, eso es… ¿mañana?”

“Domingo por la tarde,” confirmó Reo. “Y una buena coordinación de tiempo,


por lo visto.”

Eve se quedó mirando su café. “Simplemente no puedo tener un descanso.”

“Oh, ¿cuál es tu problema? ¡Es algo feliz! Habrá pastel, y con seguridad bebidas
para adultos. Ahora hablemos de nuestra adolescente homicida.”

“Sí, espera. Quiero que Peabody esté aquí en esto.”

Para que eso sucediera, Eve apenas se acercó a la puerta y gritó, “¡Peabody!”

Pero programó un café regular y se lo puso en la mano a su compañera cuando


Peabody entró, pisando fuerte.

“Cierra la puerta. Vale, así es como quiero conducir esto. Hay alguna
coordinación de tiempo involucrada.”

Eve se lo informó a ambas. Juntas discutieron estrategias, tácticas, aspectos


legales. Cuando terminó su café, echó un vistazo a la puerta cuando la tocaron
con fuerza.

“Esa va a ser Nadine. Peabody, ve y échale un vistazo a nuestra sospechosa,


desde Observación. Voy a necesitar como unos diez minutos.”

Eve abrió la puerta. Antes de que Nadine pudiera escupir las palabras que iban
con el duro destello en sus ojos, Reo se adelantó.

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“¡Hola! ¿Cómo estás? Oí que estuviste en el Madison Square.”

“Detrás del escenario y fuera de la acción.”

“Muchísima acción por estos lares, y más por venir. Si no tengo oportunidad de
verte antes de que te marches, hablaremos mañana.”

“Lo mismo digo.” Y Peabody, reconociendo ese brillo, salió junto con Reo.

Ahora Nadine cerró la puerta. “Me mentiste.”

“No lo hice. ¿Lo haría si hacerlo salvara vidas? Absolutamente. Pero no lo hice.
Te usé,” añadió Eve. “Y como resultado salvaste vidas. Una de ellas podría
haber sido la mía. Gracias.”

“Qué clase de mierda…”

“No lo es. Puedes pasar el tiempo que tengo para darte insultándome, o puedes
dejar que te exponga los hechos y que tengas tu exclusiva. Tu elección.”

Su mirada siguió brillando con dureza. “Se supone que somos amigas, por
encima de todo, Dallas. Se supone que somos amigas.”

“Sí, así es. Así es y debido a ello nunca pensé o consideré llamar a nadie más.
Conozco a mis amigos. Puede que tenga más amigos de los que quiero en
realidad, pero los conozco o no lo serían. Y sabía que podía contar contigo.”

“Podrías haberme dicho la verdad, y aún contarías conmigo.”

Ya que se había imaginado que tendrían que pasar a través de esto primero, Eve
se encogió de hombros, y programó café para Nadine.

“Te dije la verdad. Dejé fuera la parte que hubiera comprometido tu integridad
periodística.” Le pasó el café a Nadine. “Porque, joder, Nadine, no se supone
que seamos amigas. Pero lo somos.”

“Simplemente cómo es…” Obviamente todavía sintiéndose muy enfadada,


Nadine se interrumpió, alzó una mano. “Bien. Cuéntamelo.”

“Estaba de camino a la operación en Lex. Y me separé de ellos por una


corazonada. Me golpeó, eso es todo. Sólo lo hizo, y cuando lo hizo, supe que
necesitaba una distracción si la corazonada resultaba cierta. Te di la información
de la operación en Lexington Avenue cuando verifiqué que la sospechosa
estaba escondida, con un jodido arsenal, en la casa de su madre. Nos habría
visto entrar, y estoy bastante segura que alguien, muchos más que un par de

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personas, estarían ahora en el hospital, sino en la morgue, si no hubiésemos
sido capaces de distraerla. Al salir tú en el boletín, su atención se fijó en la
pantalla. Eso la hizo creer que estaba a salvo en donde estaba, y yo pude llamar
al resto del equipo mientras caíamos sobre ella. Está en Interrogatorios ahora,
Nadine, y con daño mínimo a todos los participantes, porque le dijiste lo que yo
necesitaba que escuchara.”

Nadine recorrió la cara de Eve con la mirada. “Tú le llamas a eso mínimo.
Tienes un ojo morado. ¿Y qué le pasó a tu mano?”

“Mínimo,” volvió a decir Eve. “Tú me diste la ventana. Te usé para abrir la
ventana. Saliste al aire con lo que te di, lo cual no era una mentira. No podía
decirte el resto, por obvias razones. No podía darte el resto y pedirte que
reportaras una historia a medias. No conozco todas las Reglas de la Amistad,
pero voy a decir que una de ellas no es pedir y esperar que un amigo
comprometa su integridad profesional para abrir una ventana.”

Nadine resopló, entonces retiró la silla del escritorio de Eve y se sentó. Bebió un
poco de café. “¿La operación de Lexington Avenue no era mentira?”

“No, no lo era. Estábamos siguiendo una pista viable. Viable porque la persona
que nos dio esa pista creía en ella. Esa persona sería su padre.”

Nadine se enderezó en la silla. “¿Su padre la traicionó?”

“No exactamente, y si es que quieres hacer preguntas, ¿por qué no hacemos la


entrevista? Tengo un caso que cerrar.”

Nadine se quedó sentada otro momento más. “Odié ser aventajada por ese
tarado del Nueva York Uno.”

Eve volvió a encogerse de hombros. “Sucede, ¿verdad? Él probablemente te va


a odiar por informar los detalles del arresto, con un seguimiento del resultado
del interrogatorio de dicho sospechoso.”

“Sí, lo hará.” Nadine se puso de pie. “Necesito confiar en ti.”

“Y puedes hacerlo. Nadine, tanto Roarke como Peabody recibieron disparos, el


blindaje corporal evitó que aquellos disparos los enviaran a ambos a la
morgue.”
“¿Y a ti?”

“Sí, y a mí. La cuestión es que sin la distracción, ella podría haberse agazapado
y nos hubiese distraído matando civiles a un par de manzanas de distancia.
Pero no tuvo tiempo para llegar a eso porque entramos en acción. Ella se enfocó
en ti, entonces tuvo que enfocarse en nosotros. Daño mínimo,” repitió Eve.

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“Muy bien. Voy a pensar sobre todo eso. Pero en este momento, voy a decirle a
mi camarógrafo que entre. Sacaremos esto al aire. Supongo que ofrecerte
maquillaje para esa cara es una pérdida de tiempo. Quieres que se vean esos
moretones.”

“Oye. Me los gané.” Eve sonrió.

Peabody salió de Observación, en donde ella y Mira habían estado observando


a una Willow aburrida y malhumorada y hablando acerca de la fiesta de
cumpleaños de mañana.

Se dirigió hacia la puerta de la sala de Interrogatorios y la abrió.

Willow alzó la vista. Se había rapado las rastas de manera que su pelo oscuro
colgaba desgreñado y corto. Al igual que Eve, tenía algunos moretones visibles.

“Ya era la jodida hora.”

“Van a ser otro par de minutos,” le dijo Peabody. “¿Quieres una bebida?”

“Jesús. Sí.” Willow se encogió de hombros. “Un refresco de naranja.”

Asintiendo, Peabody se dio la vuelta, entonces se sobresaltó cuando se dio de


cara con Eve. “Lo siento. No pensé que estuvieras lista. Le ofrecí a la chica
traerle una bebida.”

“Bien. Sólo… aquí viene la asistente del fiscal. No te tomes todo el maldito día.”

“Rápida como un conejo.” En su apresuramiento, Peabody dejó la puerta


levemente entreabierta.

“Dallas.”

“Reo. Te dije que no necesitábamos ese condenado trato.”

“Hicimos el trato con Mackie por buenas razones, y lo sabes. Y sin su


información no hubieses sabido con qué tipo de armamento te ibas a enfrentar.”

“Eso es lo de menos. ¿Hacer un trato con él para conseguir información sobre


ella? ¿Hacer ese acuerdo que nos obliga a juzgarla como a una menor de edad?
Yo la hubiese arrestado sin eso. Y la capturé, maldita sea. ¿Qué te parece si tú
les explicas a las familias de todas las víctimas cómo es que la persona que les
quitó la vida es encarcelada sólo un par de años por ello?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Habrías preferido notificarles a más familias que sus seres queridos estaban
en la morgue?”

“Con tu trato, sólo puedo esperar hasta que salga a los dieciocho años para
empezar a hacerlo de nuevo.”

“La rehabilitación…”

“Oh, ni siquiera comiences a darme esa mierda. Las personas como yo arriesgan
todo para poner a gente como ella en una celda. Entonces ustedes hacen un
trato mínimo de manera que ellos salen y vuelven a hacer todo otra vez. Ella
está presa menos de tres años, y ustedes llaman a eso una victoria.”

“No se trata de ganar, se trata de hacer nuestro trabajo. Nosotras dos hicimos
nuestros trabajos, y aquí es en donde estamos. Si la convences de que confiese,
podemos ahorrar el dinero de los contribuyentes, evitar un juicio, y seguir
adelante. ¿Ahora quieres cerrar esto para que podamos irnos ambas a casa, o
quieres quedarte aquí parada y joderme por la forma en que el sistema trabaja?”

“El sistema apesta.”

“¿Estamos listas?” preguntó Peabody cuando regresó, con el refresco en la


mano.

“Estamos listas. No te necesito allí dentro, Reo.”

“No es tu decisión. Estamos del mismo lado, Dallas, así que supéralo.”

Peabody abrió la puerta.

Con el rostro resuelto, y todavía con los ojos relampagueando de furia, Eve
entró. “Grabando. Dallas, Teniente Eve; Peabody, Detective Delia; Reo,
Asistente del Fiscal Cher, ingresando al interrogatorio con Mackie Willow.”

Recitó el resto de la información mientras Peabody ponía el refresco sobre la


mesa. Willow lo levantó, lo sostuvo en sus manos esposadas, y sorbió con una
sonrisa de suficiencia en su cara.

“¿Le han sido leídos sus derechos, Señorita Mackie?”

“Sí. Y de hecho, los entiendo bien. Te di una buena aporreada. Qué mal que tu
mano se interpuso en el camino de mi cuchillo.”

“No seas irrespetuosa.” Peabody le dirigió un fruncimiento de desaprobación.


“Ya estás bastante hundida.”

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“Podría haberte eliminado,” replicó Willow. “Y estarías tan muerta como esa
idiota que salió en el video.”

“Responder con insolencia a los adultos no te va a ayudar,” le advirtió Peabody.


“Estás en serios problemas, Willow.”

“Ustedes irrumpieron en mi casa. Yo me defendí.”

“Nosotros entramos a la casa de tu madre debidamente autorizados,” corrigió


Eve. “Y te encontramos en posesión de numerosas armas ilegales. Tu utilizaste
esas armas para atacar a oficiales de la policía.”

Willow sonrió. Podría haber sido una joven atractiva, a pesar de los moretones
y rasguños que unas cuantas pasadas de la vara curativa y algunas compresas
de hielo no habían mitigado. Pero había fealdad en su sonrisa.

Levantó el dedo medio, se rascó la mejilla con él mientras miraba a Eve. “No
eran mis armas. Las utilicé para defenderme.”

“Disparaste a oficiales de la policía,” le recordó Eve.

“¿Cómo mierda iba yo a saber que ustedes eran policías?”

“Porque nos identificamos como tales.”

“Como si eso significara un carajo.”

“¿Tu viste el video? ¿La Agenda Icove?”

“Claro. Cada vez que lo veo, preferiría que volaras en pedazos en el laboratorio
Icove.” Sonriendo, Willow volteó los ojos hacia el techo. “Tal vez algún día.”

“¿Pero tú no me reconociste?”

“Sólo te vi un segundo.”

“Ese sería el segundo anterior a que lanzaras una granada buscando escapar.”

“Defensa.” Willow volvió a encogerse de hombros. “No importaba si lo sabía o


no. Estaba defendiendo mi casa y a mí misma. Tengo derecho.”
“Willow, tu sabías quiénes éramos nosotros.” Peabody sacudió la cabeza, la
maestra desaprobadora. “Esta falta de respeto no está ayudando. Tal vez fuiste
tomada por sorpresa, tal vez actuaste por impulso, instinto, pero…”

“Sí, tal vez.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Qué estabas haciendo con todas esas armas?” demandó Eve.

“Manteniéndolas seguras.”

“¿En dónde las obtuviste?”

“No son mías, ¿recuerdas? Soy demasiado joven para comprar o poseer armas.
Quince.” Sonrió ampliamente. “¿Recuerdas?”

Apretando los dientes, Eve le lanzó una mirada dura a Reo. “Tú estabas en
posesión de las armas. Usaste varias de ellas.”

“Sé cómo cuidar de mí misma.”

“¿Cómo aprendiste a usar las armas, los rifles laser, las granadas flash, las
armas de mano?”

“Mi padre me enseñó. Él es dos veces más policía de lo que tu pensaste ser
alguna vez.”

“Supongo que por eso es que lo metí en una celda, en donde se va a quedar el
resto de su vida.”

“Lo tienes sólo porque él te lo permitió.”

“¿Eso es así?”

“Claro que es así.”

“Si piensas que no puedo vencer a un drogadicto, es que no prestaste atención


al video.”

“El video es basura. Sólo mierda de Hollywood.”

“Tu padre es un drogadicto, y eso no es basura.”

“Es porque no pudo lidiar con ello.” Curvando los labios, Willow apuntó con
un dedo. “A ver cómo lo manejarías si un hijo de puta embadurnara el
pavimento con tu amante ricachón.”

“Y la forma de manejarlo para él fue la droga, y planear cómo matar a todos los
que él culpaba. O hacer que tú lo hicieras porque él no puede ni siquiera
sostener un arma con firmeza en estos días.”

“Eso es lo que tú dices.”

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“Es así. ¿Quieres negarlo?”

Willow bostezó, se impulsó hacia atrás un poco para mirar el techo. “Esto es
aburrido. Tu eres aburrida, Dallas,” dijo, desviando la mirada para encontrar la
de Eve. “Dallas, Teniente Eve. Uno de estos días no vas a estar usando blindaje
corporal. Uno de estos días tal vez estarás simplemente caminando por la calle,
y de repente ¡Bang! Estas muerta. Apuesto a que no harán un video sobre eso.”

Eve mantuvo la mirada firme, y vio, claramente, lo que Zoe había temido. Vió a
la asesina que había en su interior. “¿Me quieres muerta, Willow?”

“Preferiría que estuvieras muerta en vez de estar sentada aquí muerta de


aburrimiento.”

“¿Aburrida? Entonces pongamos esto en marcha. Dejemos de perder el tiempo.


Volvamos al Central Park. Tres muertos allí. ¿Cómo los escogiste?”

“¿Quién dijo que lo hice?”

“Tu padre. Ha confesado. Te llamó sus ojos, sus manos. Hiciste esos disparos,
Willow. Él no podía hacerlos.”

“Yo tengo mis ojos y mis manos por él.”

“El arruinó los suyos por meterse en drogas.”

Willow se encogió de hombros, luego estudió sus uñas. “Ese es su problema, no


el mío. De la forma en que lo veo, las drogas, el alcohol, toda esa mierda es
falsa. No lo mantienen real.”

“A ti te gusta lo real.”

“¿Cuál es el punto si no lo estás sintiendo? ¿No lo estás sabiendo? ¿No lo estás


haciendo?”

Eve abrió el archivo, sacó las fotos de las tres primeras víctimas. “¿Cómo te
sentiste cuando hiciste esto?”

Willow se inclinó hacia adelante, estudió las fotos largamente. Lo que Eve vio
en sus ojos no era curiosidad o interés. Y ciertamente no era shock.
Era regocijo.

No estaba aburrida, se dio cuenta Eve. Fascinada, excitada, y siguiendo el


proceso. Porque eso la mantenía en el centro.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Esos son disparos de primera.” Willow hizo una pausa para beber de su
refresco. “¿Cualquiera que pueda hacer disparos como ese? Son la élite.”

“¿Tu eres la élite?”

“No existe una cosa tal como el segundo mejor.” Petulante, ladeó el refresco de
un lado a otro. “Ese es sólo un término débil para perdedor. Se es el primero, o
nada.”

“De manera que haciendo disparos como estos te pone primera, te hace de la
élite.”

“¿Tú podrías hacerlos?”

“No puedo decirlo.” Ahora Eve se encogió de hombros. “Nunca lo intenté. Y


bueno, no estoy interesada en matar a alguien a un kilómetro y medio de
distancia mientras están patinando alrededor de una pista de hielo.”

“No podrías, y esa es la conclusión. Estoy suponiendo que apenas puedes darle a
una diana a diez metros con tu arma, mucho menos manejar un arma de largo
alcance con algo de exactitud. Habrías fallado a ese kilómetro de distancia,
acertándole a algún cabrón que estuviera caminando por la calle Cincuenta y
Dos.”

“Pero yo no tengo, ¿cuántos son?, cerca de diez años de entrenamiento,


instrucción, práctica. No tengo a un antiguo francotirador del Ejército y oficial
de SWAT dándome gusto con mi pasatiempo.”

“¡Pasatiempo, mi culo!” Enseñando los dientes, Willow se impulsó hacia


adelante. “Y se necesita más que entrenamiento e instrucción, se necesita más
que practicar. Todo es importante, de hecho, pero se necesita talento, se necesita
una habilidad innata.”

“De manera que tu naciste para matar.”

Retrocediendo, Willow volvió a sonreír. “Yo nací para darle a lo que apunto.”

“¿Por qué apuntarle a ella? Eve tocó la foto de Ellissa Wyman.

“¿Por qué no?”

“¿Sólo al azar, sin ninguna razón?” Eve ladeó la cabeza, la sacudió. “No lo creo.
Vamos, Willow, ella era del tipo, justo del tipo de personas que no soportas. Allí
afuera, presumiendo, día tras día, como si importara que pudiese hacer algunos
giros y saltos en un par de patines de hielo. Como si ser bonita la convertía en
alguien.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Ahora sólo es un cuerpo.”

“¿Cómo se sintió el convertirla en sólo un cuerpo? El cortar su vida con un tirón


del gatillo, con ella allí fuera en su presumido traje rojo. Creo que eso te sacó de
quicio. Te dio tanta rabia que tu puntería falló con el objetivo principal, con
Michaelson.”

“Pura mierda.” La afrenta, la rabia y el disgusto cubrieron el rostro de Willow.


“El cayó de la forma en que yo quería que cayera. Disparo al vientre,
desangrándose en el hielo. Sintiéndolo, sabiéndolo.”

“¿Tu querías que sufriera?”

“Él sufrió, ¿no es así? Yo no fallo, ¿entiendes? ¿Lo has entendido? Le di tiempo
para sufrir, tiempo para que supiera que nunca más volvería a levantarse. Si el
viejo bastardo nos hubiera puesto a nosotros primero, mi padre todavía tendría
sus ojos y manos.”

“Entonces él no te necesitaría para hacer su trabajo. No te necesitaría.”

“Yo soy suya. Soy su primogénita. La única.”

“No habrías sido su única hija si Susann no hubiese corrido hacia el tráfico.”

“Ella era una idiota.”

Eve abrió los como platos. “¿Mataste a toda esta gente por una idiota?”

En su gesto natural, Willow se encogió de hombros, miró hacia el techo.

“Sé que debes de haberla querido.” Peabody infundió a su voz la lástima


suficiente. “Para hacer todo esto, sé que debes de haberla querido, que pensabas
que ella era lo mejor.”

“Oh, por favor.” La burla se deslizó en sus palabras. “Ella apenas podía
recordar cómo ponerse sus propios zapatos cada mañana. Una perdedora total.
Tarde o temprano mi viejo se hubiera alejado de eso. Los ganadores se alejan.
Pero no tuvo la oportunidad.”

“Estas personas están muertas porque tu padre no pudo alejarse como un


ganador.” Eve lo consideró. “Tal vez eso es parte de esto. Mataste rápido a
Wyman, apuntaste de manera que Michaelson pudiera sufrir, entonces, ¿qué
hay de Alan Markum?”

“No lo conozco.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tu tercera víctima.” Eve empujó la foto más cerca.

“Cierto. No me gustó su cara. Riendo y sonriendo mientras se tambaleaba


alrededor de la pista con la zorra. Podría haberla eliminado también. Dos por
uno, pero no quería presionar a mi padre de entrada. Habíamos acordado
tres.”

“Expónmelo.” Eve hizo un gesto. “Dime cómo planearon esto, escogieron el


nido, vigilaron a Michaelson.”

“¿En serio? ¿Cuál es el punto?”

“El archivo. No tienes nada mejor que hacer.”

“Cualquier cosa es mejor.”

Pero con un gran suspiro, Willow lo expuso.

Habló del alcoholismo de su padre, empezando con las drogas después de que
Susann murió. Su rabia, su depresión.

“Sólo sentado en el apartamento la mayor parte del tiempo, medio borracho,


medio drogado, especialmente después de que ese abogado gilipollas le dijera
que no había probabilidad de hacer una demanda, para pasar su día en la corte.
Lo saqué de eso.” Con fiereza, Willow se tocó el pecho con los dedos. “Yo lo
saqué de ese agujero.”

“¿Cómo hiciste eso?”

“Llorar es para los perdedores. Necesitaba cabrearse. Tomar acción. ¿Ellos nos
jodieron? Nosotros los jodemos a ellos, y nosotros jodemos más duro.”

Eve se reclinó hacia atrás. “¿Estás tratando de decirnos que fue idea tuya? ¿Esta
misión? ¿Que matar a Michaelson, al Oficial Russo, Jonah Rothstein, y a los
otros de tu lista, incluyendo transeúntes inocentes de tu elección, fue idea
tuya?”

“¿Tienes algún problema de audición? ¿Necesites que hable más alto?”

“Vigila tu tono.”

Willow apenas hizo una mueca desdeñosa ante la orden de Peabody. “Oh, a la
mierda tú y tu tono. Ustedes quieren que yo exponga esto porque todas son
demasiado estúpidas para verlo. Lo estoy exponiendo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Por qué no empezar con Fine?” demandó Eve. “Él es el que mató a Susann. Él
estaba conduciendo el vehículo que la atropelló.”

“¿Tienes muerte cerebral? Si le dábamos a Fine, incluso un estúpido policía


podía hacer una conexión a Papá. Nosotros terminaríamos con Fine.”

“Él quería guardar a Fine hasta el final.”

Una vez más Willow se inclinó hacia adelante con una mueca desdeñosa. “¿No
entendiste la parte en que dije que él estaba borracho y drogado la mayor parte
del tiempo? ¿Llorando sobre su bebida la otra mitad? Yo decidí a quién, en
dónde y cuándo. ¿Piensas que él podía planear una misión? No podía salirse de
lo suyo hasta que yo lo saqué de ello.”

“Lo sacaste sugiriendo matar gente que sentías que era culpable de la muerte de
Susann.”

“Puedes decir que yo se lo expuse, y le puse condiciones.” Volviendo a coger su


refresco, gesticuló con éste. “Tenía que dejar de beber y drogarse, tenía que
controlarse. Casi dejó la bebida por completo. La droga es más difícil, pero
luchó para dejarla un poco. Y cuando mi viejo es él mismo, sabe cómo planear
operaciones. Decidió aumentar el alcance, de manera que hicimos unos viajes
más al oeste, y yo trabajé mis habilidades. Es un maldito buen instructor
cuando está bien.”

“Tu vigilaste a tus objetivos, seguiste sus rutinas, y/o investigaste en dónde
estarían en ciertas horas. Como Jonah Rothstein. Sabías que estaría en el
Madison Square para el concierto.”

“Era un admirador apasionado. Llevando la cuenta de los días, luego las horas
hasta que viera a ese viejo rockero pasado de moda. Mi papá hizo la mayor
parte de la investigación, pero yo ayudé cuando podía alejarme de Zoe, esa es la
cámara biológica en donde me incubaron. Yo escogí los nidos. Inicialmente él
los quería más cerca, pero entonces vio que yo podía hacerlo.”

“¿Cuánto tiempo trabajaron en el plan, en los detalles?”

“Un buen año completo. Él necesitaba limpiar, al menos algo. Necesitábamos


acumular armas, los documentos de identidad, repasar las estrategias y
tácticas.”
“Se mudaron de su apartamento.”

“Nosotros necesitábamos un cuartel general seguro, de modo que sí, poco a


poco mudamos lo que necesitábamos al nuevo lugar. Sabíamos que teníamos
que mudarnos rápido cuando empezamos, disparar a los objetivos diariamente,
mantener activo el caos. Tuviste suerte al descubrir nuestras identificaciones.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Así es como lo llamas cuando alguien es mejor que tú, más inteligente que
tú? ¿Suerte?”

“Dame medio descanso. Si fueras tan buena, tan inteligente, no tendría que
sentarme aquí dándote con cuchara cada detalle. Ya lo sabrías.”

“Ahí me agarraste,” dijo Eve, porque lo había hecho. Lo vio todo, en horrible
detalle. “No te detengas ahora. Edúcame.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Capítulo 20

Willow Mackie se desbordó con detalles, sonrisas de suficiencia e insultos. Eve


le dio el lugar central que ansiaba, y disfrutando de la atención, se dejó llevar.

Durante tres horas Eve escuchó, sondeó, impulsó con la pregunta ocasional o
comentarios de Reo o Peabody.

No era necesario presionar, no mientras Willow se entusiasmaba con la idea de


ser importante.

En un punto demandó otro refresco, y alrededor de la tercera hora demandó un


descanso para ir al baño.

“Peabody, trae a dos uniformes, femeninos, para acompañar a Willow al baño.”

Con una dura carcajada, Willow se burló de Eve. “¿Has estado escuchando todo
lo que puedo hacer, y piensas que no puedo vencer a dos chicas policías?”

Tú no podrías vencerme, pensó Eve, pero asintió. “Que sean cuatro, Peabody.”

“Eso es más seguro.”

“Interrogatorio en pausa,” dijo Eve, y se marchó.

Reo le dio alcance justo afuera de la división. “Cristo Jesús, Eve.”

“¿Estabas esperando a una adolescente malhumorada?”

“Estaba esperando a una asesina despiadada. Supongo que no estaba esperando


a una psicópata furiosa y fanfarrona dentro de una adolescente. Necesito poner
al día a mi jefe, y quiero hablar con Mira. Quiero estar completamente segura de
que esta chica está legalmente cuerda.”

“Está tan legalmente cuerda como tú y yo. Y es un malvado insecto que necesita
ser aplastado”

“Estoy contigo en la segunda parte. Déjame que haga que la primera parte sea
absolutamente sólida.”

“Toma quince minutos.” Balanceándose en los talones, Eve trató de decidir si se


sentía disgustada o satisfecha. Se dio cuenta que podía sentir ambas cosas. “La
quiero sentada aquí otra vez, esperando, preparándose para contarnos el resto.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Ya tenemos lo suficiente como para encerrarla por incontables cadenas
perpetuas. Pero sí, quiero el resto también. Quince,” dijo Reo y se retiró
apresuradamente.

Eve entró a su división, sorprendida de ver cuántos de su equipo seguían allí.


“No he terminado, pero puedo prometerles que ella sí lo está. Lo ha confesado
todo, y estoy ultimando detalles con ella. Por todos los cielos, todo el que no
esté de turno, váyase a casa.”

“¿Cómo está el ojo, Teniente?” preguntó Jenkinson.

“Arde como mierda, pero eso es por mirar esa corbata. Ve a casa.”

Entró a su oficina para ver a Roarke sentado en su escritorio trabajando con su


propia computadora y la de ella al mismo tiempo.

“¿Hecho?”

Ella sacudió la cabeza. “¿Qué es eso?” Señaló a su propia pantalla y lo que


parecía ser alguna especie de castillo antiguo rodeado por alguna clase de jaula.

“Ah, ese es el progreso en el hotel proyectado en Italia. Lo sacaré de tu unidad


antes de que me marche. ¿Café?”

“No. Necesito algo frío.” Echó un vistazo hacia afuera. “Debería haber golpeado
la Máquina Expendedora, probablemente de forma literal, por una Pepsi.”

“Están almacenadas en tu AutoChef ahora.”

“¿Lo están?”

“Para evitarte la frustración de la Expendedora.”

Se sorprendió a sí misma por sentirse absurdamente conmovida. Y necesitando


sentarse. Se dejó caer en la silla de visitas muerdeculos.

“¿Es así de malo?” Roarke se levantó, y él mismo ordenó la Pepsi.

“Nos ha contado todo incluyendo lo de Madison Square. No esperaba que


sintiera remordimientos, que sintiera algo por las víctimas. No esperaba que se
sintiera orgullosa. Pero… es el regocijo. El maldito júbilo. No esperaba lo
inmenso que es, cómo su ego lo gobierna todo. Todo fue idea suya. Una parte
de mí lo sabía, y toda yo me lo preguntaba. Primero tenía que considerar el
estado mental de Mackie. Nunca habría sido capaz de hacer todo esto, pensar
en todo. Pero ella lo hizo. Él estaba prestando demasiada atención a su dolor, y
no la suficiente a ella. Ella no lo dijo, pero a la larga estuvo claro. No respetaba a

J.D.Robb Apprentice in Death


su madrastra, la llamó idiota. Utilizó el dolor de su padre, su debilidad, no era
él usándola a ella, sino ella usándolo a él, para llevar a cabo su más grande
ambición. Tomar vidas.”

“Bueno, vamos, usa tu propia silla.”

“No, no, no puedo sentarme.” Se puso de pie, cogió la Pepsi, entones se puso a
pasear sin beber. “Ella recuerda todo, incluso recuerda lo que algunas víctimas
estaban vistiendo. Algunas veces eso fue todo lo que tomó para que fueran un
objetivo. Odio ese sombrero, tienes que morir con él.”

Sin decir nada, Roarke apoyó una cadera en el escritorio, la dejó descargarse.

“Ella cree que los asesinatos, la realización inicial de su plan, el progreso de su


misión, hacía a su padre más fuerte. Que le daba un propósito. Y él volvió a
enfocarse en ella.”

Mientras hacía una pausa, abrió la lata, bebió. Respiró.

“Supongo que Mira diría que hay una parte de ella, la niña, que ansía esa
atención de su padre. Sus ojos, sus manos, su socia, su igual, su única hija. Ella
lo sacó adelante para que él la alabara.”

“La considerabas su aprendiz, todos lo hicimos. Y por un tiempo lo fue. Pero lo


que estás diciendo es que él se convirtió en el de ella. Ella le enseñó que la
muerte de sus llamados enemigos por mano de ella, la mano de él a través de
ella, los unía.”

“Sí. Además, él era su auditorio, su testigo, su maldito porrista. Incluso cuando


no estaba allí, como con lo del Madison Square, sabía que él lo oiría, sabía que
estaría orgulloso. Sabía que seguiría siendo el centro de atención.”

“Y probó que lo era sacrificándose por ella.”


“Su Plan B, llegamos a ello. Ella se iría, se alejaría, y él atraería nuestra atención
hacia él. Se sacrificaría. Sólo que eso no funcionó en ningún nivel. Roarke, ella
está en la sala de interrogatorios, y está pavoneándose. Mírenme, vean lo buena
que soy. Sí, yo lo hice, lo hice todo. Porque soy la mejor. La número uno. Y eso me
pone más enferma que cabreada.”

“Estarás cabreada antes de que esté terminado. Tengo toda mi confianza allí.”

Ella casi se sonrió. “¿No te vas a ir a casa?”

Él casi le devolvió la sonrisa. “¿Sabes que él único color en tu rostro es el de los


moretones?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Los moretones se ven bien en la grabación. Y el energizante que me
conseguiste ayudó. Estoy cansada, pero no estoy débil.”

“Esto también podría ayudar.” Él sacó una barra de chocolate de su bolsillo.

“¿Ese es mío?” Lanzó una furiosa mirada hacia la pared, y al bosquejo


enmarcado que Nixie Swisher había hecho para ella. “¿Ese es de mi alijo? ¿Tu
abriste mi alijo?”

“No lo hice, no, aunque podría haber sido entretenido. El DDE tiene chocolate
en su Expendedora.”

“¿Lo tienen? ¿Por qué?” Pero lo agarró, rompió el envoltorio. “Gracias.”

“Voy a compensarnos a ambos encargándome de que tengas una comida


decente a la primera oportunidad.”

“Lo que sea.” Cerró los ojos, dejó que su primera gloriosa mordida de chocolate
hiciera su trabajo. “¿Chequeaste a Summerset?”

“Lo bastante a menudo como para que ahora esté enojado conmigo.”

“Bien.” Dobló la envoltura sobre la mitad de la barra de chocolate que quedaba,


la metió en su bolsillo. “Puede que esto tome un par de horas más.”

“Cuando termine aquí, creo que iré a Observación de modo que pueda verte
envolverla como hiciste con esa barra de chocolate.”

Se acercó a él, y dejó descansar su cabeza en su hombro, sólo un momento.


“Mackie puede que haya sido un buen hombre una vez, Lowenbaum lo creé.
Pero hizo sus elecciones, elecciones de las que nunca puede dar marcha atrás.
Ella es una de ellas. Pero incluso sin él, ella habría estado en la sala de
interrogatorios de alguien algún día. Sólo fueron sus elecciones, sólo la
coordinación de tiempo de todo esto lo que lo hizo mío.” Se separó. “Y ya que
es mío, iré a finiquitarlo.”

Cuando se marchó para hacer justamente eso, Roarke se preguntó si ella


pensaba en cuántas más serían suyas, víctimas y asesinos.

Y lo supo, tal como él la conocía, ella lo hacía.

Para cuando Eve regresó a Interrogatorios A, Peabody y Reo estaban paradas


fuera de la puerta. Ambas, notó, se veían cansadas hasta el tuétano. Peabody
sostenía dos refrescos, Reo una lata de Pepsi Diet.

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“Está allí dentro,” dijo Peabody. “Le traje otro refresco antes de que pueda
chasquearme los dedos para que le traiga uno. Y un refresco para mí.”

“Cafeína fría para mí, ya que no puedo soportar el café de la Expendedora.”

“Diablos.” Eve sacó la mitad de la barra de chocolate, la partió en dos, y les


extendió los pedazos.

“¿Chocolate? ¿En serio?” el placer puso algo de energía en la voz de Peabody.


“Que se vayan a la mierda los pantalones flojos. Gracias. Gracias, Dallas.”

“Agradécele a Roarke.”

“Gracias, Roarke.” Reo mordisqueó durante un minuto.

“Cómete la maldita cosa, no la estés mordisqueando como un ratón. Tenemos


trabajo.”

“Me gusta saborear lo inesperado. Pero…” Reo se metió su parte en la boca.

“Voy a hacer que siga hablando, que nos cuente a cerca de esa mierda sobre
Alaska, entonces la guiaré hacia su propia agenda. Quiero que el intento de
asesinato quede en registro. Vamos a empezar a desafiarla. Mientras más lo
hagamos, más se sentirá incitada a presumir.”

Eve abrió la puerta. “Grabando, reanudando interrogatorio. Todas las partes


presentes.”

Peabody colocó el refresco enfrente de Willow.

“Quería de cereza esta vez.”

“Tienes de naranja, tómala o déjala.” Los ojos de Peabody se entrecerraron


mirando la cara de Willow. “Y si me lo tiras, te levantaré cargos por asaltar a
un oficial de policía.”

“Asalto con un refresco.”

Peabody no sonrió mientras Willow se reía desdeñosamente.

“Haré que cuente, pedazo de mierda desagradecida.”

Al parecer el desafío había comenzado, notó Eve, sin decir nada hasta que
Peabody tomó asiento, y sorbió de su propio refresco.

“Háblame sobre Alaska.”

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“Hace frío.”

“Tu padre declara que tú y él planeaban reubicarse allí. Que, de acuerdo con su
plan alternativo, en caso de que algo saliera mal, o le sucediera algo, tenías que
dirigirte allí.”

“¿Alaska? Casi tan aburrido como Susann. Claro que me gustaba verlo, cazar
un poco el par de veces que fuimos a echarle un vistazo. Ni hablar de que vivir
allí arriba.”

“Él estaba muy seguro de que lo harías.”

“Si nosotros necesitábamos un lugar para escondernos unos meses, seguro, eso
serviría. Más que nada estuve de acuerdo con eso porque él necesitaba oírlo.
Eso ayudaba a mantenerlo concentrado en la misión.”

“¿De modo que no pretendías dirigirte hacia allí, como lo planearon, después
de su arresto?”

“A mí me gusta la ciudad. Está bien pasar algo de tiempo en el oeste, incluso en


el condado Nanook, pero no iba a arrastrar mi culo hasta Alaska. Además, yo
termino lo que empiezo.”

“Lo cual probaste disparándole a Jonah Rothstein y otros diecisiete transeúntes


en el Madison Square Garden. Pero después de eso, te habrías metido en un
problema. ¿Estabas consciente de que nosotros habíamos identificado a tus
otros objetivos y los teníamos en custodia protegida?”

“Sí, sí. Gran cosa.”

“¿Es por ello que regresaste a la casa de tu familia en lugar de ir a la locación


que tú y tu padre habían escogido en caso de que necesitaras permanecer en
Nueva York?”

“Ellos no son mi familia, ¿vale?” Aquellos ojos verdes brillaron con repulsión.
“La cámara biológica, su amigo sexual, y el mocoso que engendraron. Eso es
todo. Es una casa, y es tan mía como de cualquiera. Tengo mis cosas allí.”

“No todas.”

“Así que te llevaste mis electrónicos. Gran cosa. Yo tenía mis copias de
seguridad.”

“Correcto. Ahora también las tenemos. Me pregunto, ¿los del DDE encontraran
algunas copias de seguridad de los documentos que trataste de esconder en la
computadora de tu hermano?”

J.D.Robb Apprentice in Death


Primero reaccionó con sorpresa, y luego se enfadó. Rápidamente cambió hacia
una sonrisa desdeñosa de y a mi qué mierda me importa. “Él no es mi hermano.”

“La misma madre, o cámara biológica, si lo prefieres. ¿Ibas a romperle el cuello


como lo hiciste con su cachorrito?”

Aunque bebió de su refresco, Willow no pudo ocultar su rápida sonrisa. “¿Por


qué iba yo a desperdiciar mi tiempo con un estúpido perro?”

“Porque era divertido. Porque tu hermano lo amaba. Porque podías.”

“Él no es mi hermano. ¿Y qué si lo hice? ¿Me vas a levantar cargos por asesinar
a un perro?”

“Crueldad con los animales,” dijo Peabody. Willow bostezó.

“Adelante, agrégalo. Como si me importara. Como si significara una maldita


cosa.”

“Tu mataste al perro, y luego arrojaste su cuerpo por la ventana frente a tu


hermano…”

“He dicho, abre tus jodidas orejas, que él no es mi hermano.”

“¿Admites estos actos?”

“Rompí el cuello de la pequeña bolsa de pulgas, lo arrojé fuera. Si es de eso de


lo que quieres hablar, he terminado aquí.”

“Oh, tenemos más. Hablemos acerca de tu otra agenda o misión. Tu lista aparte
de objetivos, la cual trataste de ocultar en, sólo lo llamaremos Zach, la
computadora de Zach.”

“Ellos monitoreaban la mía como guardias de prisión. ¿Zoe piensa que no sé


qué revisa mi cuarto, que registra mis cosas? La zorra está encima de mi 24/7, y
no hizo ni mierda cuando ese pervertido con el que se casó me acosó.”

“Él nunca te acosó.”

“Es mi palabra contra la de él.”

“Me gustaría saber los detalles,” interpuso Reo, e hizo notas en su block.
“Cuando este incidente, o incidentes, sucedieron. ¿Qué hizo él?”

“Está mintiendo,” dijo Eve.

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tiene derecho a contar su versión de ello. ¿Lincoln Stuben te asaltó física o
sexualmente? Si fue así, por favor detalla las circunstancias, el número de
incidentes, las veces.”

“Aburrido. Aburrido. Aburrido. Él quería violarme, pero yo puedo cuidar de


mí misma.”

“¿Tuvieron ustedes un altercado?”

“¿Tuvieron ustedes un altercado?” Imitó Willow. “Claro, muchos de ellos.


Siempre estaba tratando de decirme lo que tenía que hacer, cómo hacerlo.
Siempre jodiendo acerca de mostrar respeto. No tengo que respetar a ningún
perdedor.”

“Que es por lo cual él estaba en tu lista,” interpuso Eve. “Lo tenías a él, a tu
madre, tu hermano, tu consejero escolar, el director. Ah, y tenías un plano de tu
colegio.”

“No es difícil de conseguir. La puntería no es mi única habilidad.”

“Ya lo notamos. ¿Planeabas atacar el colegio? Matar alumnos, profesores,


otros.”

“Era una idea.” Volviendo a mirar hacia el techo, Willow hizo un círculo en el
aire con su dedo. “No pueden levantarme cargos por pensar.”

“Regresaste a la casa, usaste el cuarto del tercer piso, añadiste otra alarma para
alertarte si alguien entraba.”

“¿Y qué?”

“Estabas esperándolos. Llegarían a la casa eventualmente, ¿verdad? Y allí


estarías tú. ¿Cómo imaginabas hacerlo? Simplemente bajar las escaleras, Hola,
todo el mundo, ¿y dispararles en donde estaban parados?”

Cuando Willow se encogió de hombros, Eve se inclinó hacia adelante. “No se


necesita mucha habilidad para eso. Una emboscada, tres civiles desarmados. Y
no mucha diversión desde donde estoy sentada. Hecho y terminado demasiado
rápido. ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?”

“¡Puedo hacer lo que me dé la gana! Willow empujó a un lado el refresco. “Tal


vez yo estaba pensando, porque se me permite pensar, cómo sería después de
que regresaran, después de que se fueran a la cama. Tal vez estaba pensando en
cómo se sentiría matar a un objetivo de cerca, con un cuchillo. Como casi lo hice
contigo.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Eve alzó su mano vendada. “Ni siquiera estuviste cerca.”

“Lo suficiente.”

“Matarías primero al niño, él es el objetivo principal.”

“No sabes un carajo acerca de tácticas. Se mata a la amenaza más grande, idiota.
Yo le cortaría el cuello a Stuben. Eso es rápido, y silencioso. Y él no es nada.
Siempre ha sido nada.”

“¿Y entonces?”

“Entonces una buena táctica señala que incapacite a Zoe, y luego la ate. Eso me
da tiempo para llegar al chico, envolverlo, y arrastrarlo hacia el dormitorio.”
Sus ojos resplandecían mientras hablaba, como si, Eve estaba segura de eso, lo
viera todo claramente. “Hacerle un poco de daño, sólo un poco para que
cuando ella volviera en sí viera que él está herido, que viera que está
sangrando. La dejo suplicar, el dormitorio es insonorizado. Demonios, puede
gritar si quiere. Pero si grita, le cortaré la garganta a él. Pero puede suplicar,
puede decirme por qué diablos no debería matarlo. Por qué no debería matar a
este mocoso que nunca debió haber tenido. Ese bebé quejoso que tuvo para
reemplazarme a mí. Entonces tiene que verme destriparlo como a un venado,
justo de la manera que había querido hacer desde que nació. La guardo a ella
hasta el final para que pueda verlo. ¿Con ella? Le cortó las muñecas para que se
desangre lentamente. De modo que yo pueda verla morir, pulgada a pulgada.”

“Estaba equivocada. A ella es a la que más odiabas.”

“Ella hizo a un lado a mi padre. Lo alejó de mí. Trató de reemplazarlo a él y a


mí con Stuben, con su feo engendro. Ella merecía verlos muertos y saber qué lo
causó. Ella es la razón del por qué.” Willow gesticuló con su taza. “Yo estaría
preparada para el colegio a la mañana siguiente, antes de que nadie supiera que
estaban muertos. Yo podría hacer historia.”

“Porque conoces el colegio, la rutina, cuándo los alumnos empiezan a llegar.”

“Garantizo que habría matado a tres, tal vez cuatro docenas de objetivos antes
de que se las ingeniaran para cerrarlo. Cambiar de dirección, matar tal vez una
docena a un par de manzanas para añadir algo de confusión, ¿y entonces?
Policías, reporteros, padres, idiotas que sólo quieren mirar, un montón de ellos
estarían en el rango de alcance. Tendría a cien antes de que me detuviera.
Nunca nadie ha matado a tantos solo, a esa distancia. Pero yo podría.”

“Haciendo de ti la mejor.”

“Yo soy la mejor. Eso sólo sería el record en la historia.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Tu padre no habría estado de acuerdo.”

“Podría haberlo convencido si todo hubiese salido como él quería con su


agenda. Yo hice la suya, yo hago la mía. Es lo justo. Él estaba débil, y esto lo
estaba volviendo a hacer fuerte. Incluso le habría dado uno o dos años en
Alaska para ello. Pero yo me merecía la mía.”

Eve esperó un buen rato. La cara de Willow se había enrojecido, como había
sucedido con su padre. Pero lo de ella era debido a la furia y al orgullo. No era
locura lo que había en sus ojos, no del tipo que no distinguía el bien del mal.
Era del tipo de que no le importaba ni un carajo.

“Estas diciendo que conspirando con tu padre, mataste a las veinticinco


personas nombradas durante este interrogatorio, y habías planeado matar a
otras, también nombradas aquí.”

“Eso es correcto, y no voy a volver a repetirlo.”

“Eso no será necesario. También has declarado que tú, individualmente,


planeabas asesinar a Zoe Younger, Lincoln Stuben y a Zach Stuben,
adicionalmente torturando a Younger y a Zach Stuben antes de terminar con
sus vidas.”

“Sí, sí, sí. ¿No fui lo bastante clara? Puedo planear todo lo que me dé la gana.”

“Adicionalmente declaraste que planeabas atacar el Colegio Secundario Hillary


Rodham Clinton y otras áreas en sus alrededores con la esperanza de matar a
un centenar de personas.”

“Record Mundial. Por ti perdí el record mundial. Ser un policía es un trabajo


peligroso. Algo malo podría sucederte, como de aquí a un año. O, digamos, de
aquí a tres años.” Willow se rio bebiendo su refresco. “Tres es un buen
número.”

“¿Lo piensas así? Qué tal si yo te visito, digamos de aquí a tres años y medio.
En tu celda en Omega.”

“No estaré allí. Tú, todos ustedes, son tan estúpidos. Todos son unos idiotas.”

Ahora tiró la cabeza hacia atrás y se carcajeó durante un buen rato.

“¿Querías que confesara todo esto? No hay problema. Quiero que sepas lo que
hice. Escríbelo, grítalo a voz en cuello. Merezco el crédito por lo que hice, por lo
que puedo hacer. Y en menos de tres años, cuando cumpla los dieciocho, saldré
libre.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Eso es así?” Eve se recostó hacia atrás en su silla. “¿Cómo lo sabes?”

“Las oí, pedazo de idiotas. Mi padre hizo un trato. Él me pone primero, e hizo
un trato. Les diría toda esta mierda, y ustedes me juzgan como a una menor.
Estoy libre a los dieciocho, porque, oigan, sólo soy una niña.”

“De manera que puedes asesinar a sangre fría, con premeditación, a veinticinco
personas, herir a un número de otras, planear asesinar, ¿cuál era ese número?
Ah, sí, a cien personas más, y salir libre en menos de tres años.”

“Te hace arder tu huesudo culo, ¿no es así? Ocupaste todo ese tiempo en
encontrarme, saliste bastante aporreada, también. Tuviste a los policías
buscándome, pero aun así no me hallaron. Pero necesitabas a mi padre para
encontrarme, y él me cuida. De manera que pasaré menos de tres años en
alguna instalación juvenil, y luego estoy fuera. Eso te hace arder el culo.”

“Una de las cosas acerca de ser policía es entender el trabajo es para aprehender
criminales, para reunir evidencia, la cual entonces es entregada a alguien como
Reo que lleva la pelota desde allí.”

“Sí, ¿y gente como ella?” Willow apuntó un dedo hacia Reo. “Todo es acerca del
trato, el rápido arreglo, la forma fácil. Ella no quería ponerme en el banquillo.
Bu-huu, sólo tengo quince años. Fui mal encaminada.” Prácticamente bailando
en su silla, Willow aullaba de risa. “Yo mataría en el banquillo con eso. Casi es
demasiado malo que no vaya a tener la oportunidad de ahogar un grupo de
corazones compasivos en el jurado con mis lágrimas de adolescente.”

“Sí, eso sería todo un espectáculo,” concordó Eve. “Es uno que tengo ganas de
ver, porque tienes razón, Willow, has perdido el record. Me haría arder el culo
ver lo que has hecho, que seas lo que eres, y que salgas a los dieciocho para
volver a hacerlo. Si ese fuera el caso.”

“Tú hiciste el trato,” le dijo Willow a Reo.

“Lo hice.”

“¿Entonces cómo vas a detenerme? Zorra.”

“No tengo que hacerlo. Tu sola te detuviste, con un poco de ayuda de tu


padre.” Eve alzó su mano herida, la estudió con detenimiento, y dijo con una
sonrisa, “Au.”

“¿Quieres cargarme asalto a un policía? Adelante. Todo está en el mismo trato.”

“Sí, lo está. Reo, tal vez deberías explicarle el trato.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Con mucho gusto.” Reo abrió su maletín, sacó la copia impresa del acuerdo.
“Eres libre para echarle un vistazo a esto. El fiscal de la ciudad de Nueva York
estuvo de acuerdo en juzgar a Willow Mackie como una menor por todos los
crímenes cometidos antes de firmar dicho acuerdo con las siguientes
condiciones. Uno, que la información dada por Reginald Mackie condujera al
arresto de la mencionada Willow Mackie. Segundo, el acuerdo se convertiría en
nulo, en todos sus términos, en el caso de que Willow Mackie matara o hiriera a
cualquier persona o personas posteriormente a la firma del acuerdo.”

“Eso es basura. Ella me atacó. Yo me estaba defendiendo.”

“La Teniente Dallas sufrió heridas por tu mano durante el curso de tu arresto.
Te resististe al arresto, asaltaste a oficiales de la policía, eso es asalto armado,
por cierto, y, de hecho, confesaste en este interrogatorio la intención de matar a
la Teniente Dallas.”

“Au,” volvió a decir Eve.

“Además, la información que tu padre nos dio nos condujo a un callejón sin
salida. No dijo nada acerca de la casa en donde estabas ubicada, por lo tanto
ninguno de los términos del trato se cumplieron.”

“Ustedes me pusieron una trampa. Esto es inducción, y nada de esta basura se


sostendrá. Yo las oí discutiendo acerca de que no podían juzgarme como a un
adulto debido al trato.”

“¿En serio?” Reo se volvió hacia Eve, con los ojos abiertos y sinceros. “No creo
que mencionáramos el trato, que ya estaba anulado antes de este interrogatorio,
o alguna de las condiciones que guarda. En la grabación.”

“No. De hecho que no lo hicimos. ¿Por qué lo haríamos? No era relevante. Estas
acabada, zorra, por veinticinco cargos por asesinato, por conspiración para
matar, por múltiples asaltos con arma mortal. Luego viene la intención de
asesinar a un oficial de la policía, asaltar al mismo con arma letal. Está la
posesión de armas ilegales, posesión y uso de identificación falsa. Y el registro
mostrará, en tus propias palabras, tu intención de asesinar a tu familia y a otros.
Veo cien años, tal vez más, de cadena perpetua en una celda en Omega. El sol
no va a volver a brillar para ti, Willow.”

“Eso nunca sucederá.” Pero por primera vez, el temor brilló en los ojos de
Willow. “Tengo quince. Ustedes no van a encerrarme para siempre cuando
sólo tengo quince años.”

“Sigue pensando eso, y tal vez establezcas contacto con Rayleen Straffo si la ves
en Omega. Tenía diez años cuando le cerré la puerta de la celda. Ustedes chicas
realmente deberían conocerse.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“¡Conozco mis derechos! ¡Conozco mis derechos! Nada de este interrogatorio es
válido. Soy una menor. ¿En dónde está mi representante de servicios al
menor?”

“Nunca solicitaste uno y…” Reo extrajo otro documento de su maletín.


“Obtuvimos el permiso de tu madre para interrogarte.”

“Ella no puede hablar por mí.”

“Legalmente, puede. Por supuesto, si hubieras solicitado un representante, o un


abogado, se te habría proporcionado uno.” Reo doblo eficientemente sus manos
sobre su maletín. “Willow Mackie, has confesado, en este registro, en detalle,
los cargos que la Teniente Dallas ha enlistado. Hay más por agregar. Dada la
naturaleza cruel y violenta de tus crímenes, serás puesta en custodia para rendir
cuentas por ellos como una adulta.”

“Quiero un abogado. Ahora. Quiero un representante de servicios al menor.”

“¿Tienes un abogado que desees contactar?”

“No conozco a ningún condenado abogado. Consíganme uno, y lo quiero


ahora.”

“Se harán arreglos para obtener consejo legal para ti, y aunque eres considerada
una adulta en estos asuntos, los del servicio al menor serán contactados. ¿Tienes
algo más que añadir?”

“Jódanse. Jódanse todos ustedes. Voy a acabar con todos ustedes.”

“Bueno entonces.” Reo se puso de pie.

“Peabody, haz que regresen a la prisionera a su celda. Interrogatorio


terminado.” Eve se puso de pie. “Este es el alojamiento más cómodo que vas a
tener durante el siguiente siglo.”

“Encontraré una manera.”

Aunque sus ojos ardían de odio, con rabia, y miraban los de Eve fijamente, sus
manos temblaban.

“Tu cerraste tu propia puerta,” dijo Eve, y salió.

Eve se fue directamente a su oficina. Quería café. En realidad, quería una copa
realmente fuerte, pero él café serviría.

J.D.Robb Apprentice in Death


Reo la siguió. “Tengo que ocuparme de los siguientes pasos de esto, pero quería
decir, antes de hacerlo, que la manejaste perfectamente allí dentro.”

“No fue difícil. Ella quería presumir, quería restregarme todo eso en la cara, o
en la cara de la autoridad. Sólo le di la plataforma. Enciérrala bien, Reo, y por
largo tiempo.”

“Puedes contar conmigo.”

“Lo hago.”

Sola, se volvió hacia el tablero, a los muertos.

“Les has dado justicia,” dijo Mira desde la puerta.

“Yo la traje. El resto depende de Reo y los tribunales.”

“Les has dado justicia,” repitió Mira. “Y has salvado a otros desconocidos de
terminar en tu tablero. La convenciste para que se expusiera, y créeme, Eve, esa
grabación será estudiada por psiquiatras, por fuerzas de la ley, por mentes
legales durante décadas.”
“Apenas tuve que incitarla, estaba tan preparada para mostrar lo inteligente
que es, cuán superior es.”

“Nunca perdiste el control, y nunca le dejaste ver que tú tenías el control todo el
tiempo. Su narcisismo, su absoluta indiferencia a cualquier indicio de un código
moral, su necesidad de ser primera, y su placer en asesinar, se pudo ver con
toda claridad. Algunos argumentarán que su adolescencia y la influencia de su
padre la condujo a hacer lo mencionable. No servirá,” añadió Mira cuando Eve
se dio la vuelta. “Ella es calculadora, organizada, inteligente. Es una psicópata,
y una a la que un padre le dio permiso para abrazar su deseo de matar. Te
prometo que destruiré cualquier intento de su abogado por mostrarla como una
adolescente desencaminada, coaccionada y manipulada por su padre. Confía en
mí en eso.”

Contar con Reo. Confiar en Mira. “Lo hago. Lo hago, y eso me ayudará a
dormir esta noche”

“Deberías irte a casa, prepararte para eso.”

“Sí, estoy trabajando en ello.”

Pero antes de que pudiera salir de su oficina, Whitney entró.

“Buen trabajo, Teniente.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Gracias, señor.”

“Usted la encerró con sus propias palabras, pero eso no niega el trabajo que se
realizó para tenerla en Interrogatorios. Hoy, al menos, la ciudad es un lugar
más seguro. La necesito en la sala de prensa en diez minutos.”

Literalmente sintió que todo dentro de ella se tambaleó. “Sí, señor.”

“Yo me ocuparía de esto si pudiera. Pero la gente de Nueva York merece oír de
la primaria de la investigación que identificó y aprehendió a las dos personas
que los aterrorizaron durante casi una semana. Dele un giro a eso,” añadió él.
“En menos de una semana usted y su equipo identificaron y aprehendieron a
las dos personas quienes, si todavía estuviesen libres, con seguridad serían
responsables de más muertes. El Jefe Tibble y yo estaremos presentes, pero
estamos de acuerdo en que la declaración venga de usted.”

“Sí, señor.”

“Entonces váyase de aquí como alma que lleva el diablo, Dallas, y póngase algo
de hielo en ese ojo.”

Cuando salió a su división, vio a Roarke hablando con Lowenbaum al costado


del escritorio de Peabody. Lowenbaum se interrumpió, y caminó hacia ella,
extendió una mano.

“Gracias.”

“Igualmente.”

“¿Te invito a una copa?”

“Conferencia de prensa, y luego voy a dormir durante un par de años. Después


de eso.”

“Trato hecho.”

Se volvió hacia Roarke, se pasó una mano por el cabello. “Esto va a demorar un
poquito más. Tenemos una conferencia de prensa, luego me ocuparé del
papeleo, y podemos irnos.”

“Estaré aquí para cuando hayas terminado.”

“Peabody, vayamos a terminar con esto.”

“Voy a saltarme la conferencia de prensa. Estoy terminando el papeleo.


También quiero irme a casa.” dijo Peabody antes de que Eve pudiera objetar.

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“No me necesitan en la sala de prensa, y necesito cerrar esto. En verdad necesito
cerrar esto y ponerlo a un lado.”

Eve echó un vistazo al rostro cansado de su compañera, sus ojos ojerosos. “Vale.
Buen trabajo, Peabody.”

“Todos hicimos un buen trabajo.”

Con un asentimiento, Eve se dirigió a la salida para darle a Nueva York un


rostro, tal como éste estaba.

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Capítulo 21

El circo mediático pudo haber sido peor. Los había tenido peores. Ya que
Kyung, el enlace con los medios, quien no era un idiota, le dijo que usara sus
propias palabras y juicio, dio lo que sintió que era una declaración honesta.

“Debido a los esfuerzos de la NYPSD, sus oficiales y técnicos, dos individuos


han sido identificados, aprehendidos, y acusados de los veinticinco asesinatos y
numerosas heridas sufridas como resultado de los ataques en la Pista de
patinaje Wollman, el Times Square, y el Madison Square Garden. Reginald
Mackie y su hija, Willow Mackie, han confesado estos crímenes, y como la
investigación también cubrió sus planes para atacar a otros, confesaron los
mismos.”

Claro que eso no era suficiente, nunca parecía ser suficiente. Contestó
preguntas, algunas destacadas, algunas extraordinariamente estúpidas.
Respondió aquellas que tenían como objeto la edad de Willow.

“Sí, Willow Mackie tiene quince años. A los quince años asesinó a veinticinco
personas a sangre fría. La investigación descubrió su plan para matar a más,
incluyendo a su propia madre, y su medio hermano de siete años de edad.
Debido a la naturaleza de sus crímenes, será juzgada como una adulta.”

Cuando fue presionada, dio un resumen mínimo del arresto de Willow, luego
tuvo que reprimir un golpe de temperamento cuando uno de los reporteros
gritó:

“Mi información es que Willow Mackie fue lesionada durante el arresto. ¿Fue
una venganza por haber matado presuntamente a un policía?”

“¿Alguna vez le han arrojado una granada flash directamente? ¿No? ¿Alguna
vez alguien con blindaje corporal completo le ha disparado con un rifle laser,
un arma de mano, una pistola de energía? ¿Tampoco? Cada miembro del
equipo involucrado en aprehender al individuo acusado de veinticinco
asesinatos, incluyendo al Oficial Kevin Russo, pusieron sus vidas en peligro
para proteger y servir. Cada miembro del equipo actuó y reaccionó de una
forma legal y apropiada a la amenaza, como lo demostrará la grabación del
arresto. Ahora, si usted…”

“¡Seguimiento!” gritó Nadine, interrumpiendo lo que probablemente hubiera


sido una imprudente valoración de la inteligencia del reportero anterior.
“Teniente Dallas, ¿recibió usted sus muy visibles heridas durante el arresto de
Willow Mackie?”

“Ella objetó, violentamente, el ser arrestada.”

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“¿Incluiría eso lo que parece ser un severo corte en su mano? ¿También tenía un
cuchillo?”

“Sí, y sí. Supongo que olvidé preguntar si alguno de ustedes alguna vez había
tenido a alguien tratando de cortarle la garganta con un cuchillo de combate.
Ella falló. Si alguno de ustedes quiere sacar a colación el ángulo de su edad,
como si debiéramos compadecerla, sólo asegúrense de que incluyan los
nombres de las veinticinco víctimas. Ellissa Wyman, Brent Michaelson…”
empezó, y nombró a cada uno.

“Eso es todo por ahora.”

“Un momento, Teniente.” Tibble avanzó, dirigió su fría mirada a toda la sala
hasta que todo el mundo se tranquilizó. “Yo personalmente he revisado las
grabaciones tomadas por la Teniente Dallas, la Detective Peabody, el Teniente
Lowenbaum, y otros durante la confrontación y arresto de Willow Mackie. La
Teniente Dallas, la Detective Peabody, y un consultor civil recibieron descargas
directas disparadas por Willow Mackie, y no tuvieron heridas serias sólo
debido a sus blindajes corporales.” Se permitió mostrar sólo un indicio de
temperamento cuando volvió la dura mirada hacia el inquisidor original. “La
edad no importa absolutamente para nada, en mi opinión, cuando uno está
armado con rifles laser, granadas flash, y sabe cómo usarlas. Más aún, si uno las
usa para disparar a civiles, a oficiales de la policía, y acumular los asesinatos
como trofeos. La Teniente Dallas y su equipo arriesgaron sus vidas hoy, como
lo hacen todos los días, para salvarlos a ustedes, a sus cónyuges, a sus hijos e
hijas, sus amigos y vecinos. Si alguien desea cuestionar las acciones necesarias
de los valientes hombres y mujeres que lo arriesgaron todo para detener ese
inadmisible número en los veinticinco, hable conmigo. Teniente Dallas, puede
retirarse, con nuestra gratitud.”

“Señor.”

Se marchó, como alma que lleva el diablo, lastimosamente agradecida de que


Roarke estuviese justo allí esperando por ella.

En el coche, apoyó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos. “Va a haber otros que
saquen a relucir eso.”

“Si te refieres a usar su edad para hacer más interesante la historia, o el hecho
de que recibió unos cuantos golpes durante el arresto, sí, así lo espero. Al igual
que sé que serán acallados. No pienses en ello, querida.”

“Tibble estaba cabreado. No ves eso todos los días.”

“El hecho de que lo estuviera, y que lo demostrara, tiene impacto. Tú sabías los
veinticinco nombres.”

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“Algunas cosas se quedan contigo.”

La dejó descansar, esperaba que durmiera, pero ella se movió, se enderezó en


su asiento mientras él pasaba a través de los portones.

“Vas a querer que coma, pero no me siento muy bien. No sé si puedo comer.”

“Tal vez un poco de sopa. Eso te ayudará a dormir.”

Tal vez, pensó, pero… “No me des tranquilizantes.”

“No lo haré.”

Se apoyó en él mientras caminaban hacia la puerta principal, se apoyaba


mientras el agotamiento regresaba pulgada por pulgada. Porque ya está hecho,
se dijo a sí misma. Porque ya se terminó.

Summerset y Galahad estaban parados en el vestíbulo, como lo estarían


después de cualquier día de trabajo. Pero este no era cualquier día. Podría haber
sacado un insulto, para hacer el día más ordinario, pero Summerset había
luchado con su propio trauma.

A ella no le nacía hacerlo.

Al parecer tampoco a él.

Él escaneó su rostro, los moretones, pero no sonrió con suficiencia ni hizo


comentarios.

“Dejará que le atienda sus heridas, ¿Teniente?”

“Sólo quiero dormir.”

Él asintió, miró a Roarke. “¿Tú estás herido?”

“No. Te ves mejor.”

“Estoy bien. Hemos tenido un tiempo tranquilo, el gato y yo. Ahora ustedes
tendrán el suyo. Hay sopa de pollo con fideos. Pensé que algo suave sería mejor
después de este día.”

“Gracias por eso.” Roarke le pasó un brazo por la cintura a Eve, y la hizo
voltear hacia las escaleras.

“¿Teniente?” Ella miró hacia atrás, ahora tan cansada que casi flotaba. “La
maldad no tiene edad.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“No. Realmente no la tiene.”

Pensó brevemente en su oficina doméstica, en revisar el papeleo, pero no podía


hacerlo. No ahora, no todavía.

“Sólo una hora de descanso,” le dijo a Roarke cuando giraban hacia el


dormitorio. “Entonces pensaré en la comida y en dormir. Sólo una hora de
descanso primero.”

“Yo mismo podría tomarme esa hora.”

El gato saltó a la cama mientras se desvestían, le dio una cabezadita en el


costado cuando ella se metió a la cama. Le hizo un par de caricias, lo encontró
reconfortante. Más reconfortante todavía cuando él acurrucó su cuerpo
gordinflón en la parte baja de su espalda.

Y perfecto, finalmente perfecto, cuando Roarke se deslizo a su lado, y la acercó


a él.

Tenía dolores, por todas partes, por los moretones, la fatiga, el dolor de cabeza
que tamborileaba detrás de sus ojos.

Pero sostenida entre dos amores, durmió.

Y durmió de un tirón hasta que empezó a despuntar el día.

Desorientada, echó un vistazo hacia donde estaba sentado Roarke, no en modo


de negocios, sino elegantemente casual, trabajando con la luz de su
computadora portátil.

El gato se había acomodado en el lado de la cama de Roarke, suntuosamente


despatarrado.

Eve empezó a hablar, encontró que su garganta estaba extremadamente seca.


“¿Qué?” se las arregló para decir. “¿Qué hora es?”

“Temprano.” Roarke puso a un lado su computadora, y se levantó. “Luces al


diez por ciento. Ese ojo está más colorido, pero ahora trabajaremos en él.
Echémosle un vistazo al resto.” Le quitó las mantas.

“¡Oye!”

“Como sospechaba. Tienes un buen surtido. Te pasaremos la vara curativa, y


probaremos con la ducha a chorros.”

“Café. Sólo café.”

J.D.Robb Apprentice in Death


“No sólo, sino también eso. Tal vez unos huevos revueltos y tostadas para
empezar, veamos cómo te sienta.”

“No estoy enferma.” Se sentó, hizo una mueca de dolor. “Tal vez dolorida.”

“Entonces la vara, los chorros, la comida. De otra forma te insistiré para que
tomes un bloqueador, y ambos lo haríamos aunque preferiría no tener que
hacerlo yo.”

No podía discutir con eso. Además, la vara curativa aliviaba algo de los dolores
musculares, y la bañera, junto con lo que sea que él ponía en el agua, ayudaba
más.

Y el café ayudaba en todo.

Se comió los huevos, que le cayeron bien a su estómago. De hecho, le abrieron


el apetito. “Ahora estoy muerta de hambre.”

Él se volvió hacia ella, le tomó el rostro en sus manos y la besó. Un beso largo,
suave e intenso.

“Bueno, no era de eso de lo que estaba hambrienta. Pero ahora que lo


mencionas, creo que estoy lista para eso.”

“Vamos a darle a esos moretones un poco más de tiempo para sanar.” Pero él
mantuvo su rostro enmarcado entre sus manos, y la volvió a besar. “Sólo estoy
contento de verte.”

“¿Adónde me fui?”

“Querida Eve, tenías dolor detrás de tus ojos. Tanto dolor y fatiga. Ahora se han
ido.”

“Sólo necesitaba dormir. Y a ti. Y al gato.” Soltó un largo suspiro. “Y esto.”

Ahora él presionó sus labios en su frente. “Hay una cosa más que puede ser que
quieras. Ven conmigo.”

“Estaba pensando que quiero tortitas.”

“Podemos llegar a ello.” La llevó hacia el elevador y la hizo entrar. Programó el


destino manualmente.

“Nadar sería bueno,” consideró. “Podría ayudarme a relajar la rigidez.”

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Cuando las puertas se abrieron estaba, por segunda vez esa mañana,
desorientada.

“Cuántas habitaciones tienes…”

Ella dejó de hablar cuando su mirada se enfocó en la amplia U, salpicada de


controles, la elegante silla de cuero en su curva.

“Centro de comando. ¡Carajo, carajo!”

Era, de alguna forma, como entrar al diseño que él le había mostrado días antes.
Las paredes pintadas con ese color tranquilizante que no era exactamente
verde, no era exactamente gris. Y la absoluta magnificencia de su nueva
estación de trabajo, una pared entera de pantallas.

“¿Acaso dormí durante una semana?”

“Has estado fuera de la oficina, como quien dice, unos cuantos días. Y el equipo
lo aprovechó. Turnos dobles. Todavía hay algunos detalles, algo de trabajo,
pero está listo para funcionar.”

“¿Eso?” Apuntó hacia la grande y amplia U de un profundo, tal vez imponente,


marrón con motitas y venas verde oscuro y esa base no completamente verde
para un despliegue de controles. “¿Está listo para funcionar?”

“Supuse que esa sería tu prioridad. Pruébalo.”

Se dirigió directamente hacia allí, deleitándolo absolutamente a él. Pasó una


mano sobre la piedra, estudió los controles. “Cómo hago…” Posó su mano en la
pantalla para palma.

Esta zumbó, pero no hizo nada.

“No le has dicho qué hay que hacer, ¿no es así?” Divertido, Roarke se unió a
ella.

“Como… ¿Abrir operaciones?”

El centro de comando cobró vida, con los controles destellando, brillando como
joyas, el tipo de joyas que más apreciaba.

Operaciones abiertas, Dallas, Teniente Eve.

“Carajo,” dijo otra vez. “Así sin más.”

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“Tuve un poco de tiempo esta mañana. Va a tomar un poco más de tiempo
transferirlo todo a tu zona de confort, pero sí, así sin más.”

“Vale, abre archivo, Mackie, Willow.

Accediendo. ¿En dónde le gustaría la información exhibida?

“Pantalla de pared.”

Como no había designado una sección, toda la pared se llenó con la


información.

“Guau. Ah, exhibir el reporte final de Peabody, Detective Delia. Ella lo


terminó,” Eve notó cuando apareció en pantalla. “Lo escribió, lo archivó. Está
hecho.”

Roarke la besó en la coronilla. “Hecho.”

“Espera.” Se dejó caer en la silla, una silla de elegante cuero verde bosque, dijo,
Ahh. Giró. “Oh, esto es lo máximo. En serio. La pelirroja con las tetas y las botas
sabe lo que hace. Podría jugar con esto todo el día. Necesitaré jugar con esto
todo el día para ponerme al corriente. Qué más puede…”

“Todo lo que necesites. Pero puede que quieras echarle un vistazo, al menos, al
resto.”

Ella volvió a girar, inspeccionó la habitación.

La sala de estar la preocupó un poquito. Se veía demasiado cómoda con su


largo y bajo sofá en tonos verde bosque. Pero no era sofisticado ni
ornamentado, incluso con un par de almohadones puestos encima. Un nuevo
sillón para dormir, el cual Galahad ya había reclamado.

Se levantó, deambuló, encontró su tablero, sólo tenía que sacarlo rodando de la


ranura en la pared.

El área de la cocina, muy bien actualizada, brillante, sí, pero simple.

Y también simple un arreglo de estanterías movibles, probablemente de madera


de verdad, reflexionó, conteniendo algunos de sus inútiles pero apreciados
objetos.

El Galahad de peluche que Roarke le había dado, la estatua de la diosa que era
un regalo de la madre de Peabody, una placa de sheriff, una sofisticada lupa,
una fotografía de ella y Roarke tomada cuando habían estado un poco
aporreados después de un arresto, y sonriéndose uno al otro.

J.D.Robb Apprentice in Death


Él había añadido arte, o la diseñadora lo había hecho, lo cual no le habían
preguntado a ella. Pero… ¿cómo iba a discutir con las vistas de la ciudad
enmarcadas? Su ciudad.

La ciudad de ellos.

Frunció el ceño ante los gruesos tablones de plástico verde sobre lo que era
obviamente un amplio agujero a un lado de la habitación. “¿Qué sucedió allí?”

“Tiene que ver con lo que está sucediendo. Como te dije, todavía quedan
detalles. Esto es algo extra. Cuando esté terminado, el comedor va enfrente de
lo que será un vidrio. Si corres el vidrio podrás salir a una pequeña terraza.
Pensé que disfrutaríamos comer aquí con el vidrio abierto en un buen clima.”

Nosotros, pensó ella. Él había diseñado la antigua oficina para ella.

Esta era para ellos.

“Tenías razón, y no sólo porque se ve realmente bien. Tenías razón porque este
es mi espacio, claro, pero es para nosotros dos. Tu tenías razón, ya era tiempo.”

“Recuerda que dijiste eso cuando empecemos con el dormitorio.”

“No voy a pensar acerca de eso. Esto es mucho más genial. Ahora necesito
empezar a jugar con mi centro de comando.”

“Te daré algunas instrucciones, entonces te dejaré con esto un par de horas. Ese
es el tiempo que tenemos antes de que necesitemos marcharnos a la fiesta de
Bella.”

“¿La qué?” Ya a mitad de la habitación, se detuvo, se dio la vuelta. “Oh, pero…


mira, ¿no crees que podríamos saltarnos eso? ¿Moretones, agotada, salvé Nueva
York? Ella no se va a dar cuenta o le va a importar si estamos allí. Tiene un
año.”

“Sé tan poco como tú sobre la mente de una niña de un año. Pero conozco a
Mavis.”

“Mierda, mierda, mierda. Tenemos que ir.” Pasándose las manos por el cabello,
Eve le dirigió al centro de comando una mirada de nostalgia. “Vale. Entonces
vamos por, digamos, una hora, noventa minutos máximo, luego regresamos.
Nadamos. Podemos tener sexo en la piscina.”

“Eso suena como un soborno.” Considerando, claramente divertido, él asintió.


“Yo soy muy susceptible al tipo correcto de soborno. Creo que tenemos un
trato.”

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“Genial.” Se dirigió directamente de regreso al centro de comando.

Tuvo sus dos horas, le pareció excitante y asombroso. La computadora era tan
rápida, que prácticamente se anticipaba a sus órdenes, las imágenes en la
pantalla eran tan claras que casi sentía que podía caminar dentro de ellas.

Las funciones holográficas le tomaría un tiempo manejarlas, pero incluso ahora


podía usarlas para ponerse de regreso en una escena del crimen, o traer a un
testigo, un consultor, un sospechoso potencial justo a su espacio.

En todos sus sueños más salvajes, nunca se hubiese imaginado tener tanta
tecnología justo en la punta de sus dedos. Aun cuando eso significaba tratar
realmente con la tecnología.

Pero lo mejor, lo absolutamente genial, como diría Mavis, fue descubrir la mini
unidad que le permitía programar café directamente desde el centro de
comando.

Ese pequeño beneficio la tenía haciendo un baile feliz mental incluso mientras
salían hacia la fiesta de Bella.

“Va a ser un sexo de piscina realmente excepcional.”

Roarke se deslizó tras el volante. “¿Lo va a ser?”

Ella lo atrajo hacia sí, le dio un fuerte beso. “Será mejor quedarse en la parte
poco profunda, porque podríamos ahogarnos. E incluso entonces.”

“La vida está llena de riesgos. Y nosotros somos los valientes.”

“Una hora, noventa minutos máximo, ¿correcto?”

“¿Por el sexo en la piscina?”

Riéndose, le dio un golpe en el hombro.

Decidió que una travesía al centro un domingo por la tarde no estaba del todo
mal. Caso cerrado, un buen sueño, comida caliente y un centro de comando. La
vida podía ser muchísimo peor.

Tal vez ésta podía ser la primera fiesta de cumpleaños a la que alguna vez
asistiera, ¿pero cuán malo podía ser?

Mejor no pensar en ello.

J.D.Robb Apprentice in Death


“¿Estás seguro de que el regalo llegó?” preguntó mientras él maniobraba en el
estacionamiento.

“Lo estoy.”

“Es que simplemente no quiero quedar mal, ser de aquellas personas que se
olvidaron el regalo para la niña.”

“Fue entregado ayer, y guardado por Leonardo.”

“Vale. Apuesto a que va a haber otros allí.”

“Con seguridad lo espero.”

“No, quiero decir otros. Los otros que gatean o caminan como borrachos
balanceando las manos, o que se mueven tan rápido como Bella.”

“Ah, estás hablando de niños. Estoy seguro que tienes razón.”

“¿Por qué ellos miran fijamente? Siempre están mirando con fijeza. Como
muñecas,” dijo mientras entraban al edificio. “O tiburones.”

“No tengo idea, pero ahora es probable que me vaya a preocupar por ello.”

“Únete al club.”

Tomó las escaleras como lo había hecho incontables veces antes de Roarke,
hacia el apartamento que una vez había sido de ella. Al apartamento, pensó,
que, al igual que su oficina doméstica, ya no se parecía ni remotamente a lo que
había sido suyo.

Estaba mucho más que bien con eso.

“Comienza a contar el tiempo,” le dijo a Roarke, y tocó la puerta.

La puerta se abrió al ruido, al color, al movimiento.

Globos, serpentinas, unicornios voladores, hadas, y un dragón con los colores


del arco iris.

Todo esto existía detrás del hombre negro de casi dos metros vestido con un
chaleco negro sobre una camisa roja ajustada. Él sonrió ampliamente.

“Hola, delgaducha chica blanca.”

“Hola, gran hombre negro.”

J.D.Robb Apprentice in Death


Aceptó el abrazo que la hizo quedarse mirando la larga pluma roja que se
curvaba desde su lóbulo.

¿Cuántas fiestas del primer cumpleaños tenían en la lista de invitados al


propiertario/portero de un club de sexo?

Mavis.

“Hola, Roarke.”

“Crack. Es bueno verte.”

“Cak, Cak, Cak,” vino el llamado desde detrás de él.

Él se dio la vuelta, y cogió a Bella en el aire. Y la bebé de la fiesta, la linda


pequeñita de cabello dorado en un vaporoso vestido resplandeciente y con
brillantes zapatos que se encendían con luces, se acurrucó en los musculosos
brazos con bíceps y tatuajes.

Ella le susurró algo en el oído que lo hizo reírse a carcajadas tirando la cabeza
hacia atrás.

Cuando él se dio la vuelta, los ojos de Bella se abrieron como platos de alegría.
“¡Das! ¡Ork!”

Se lanzó hacia Eve, quien se las arregló torpemente para no dejarla caer. “Sí,
hola, feliz cumpleaños.”

Contoneándose de contento, Bella se lanzó a uno de sus incomprensibles


monólogos, y luego se quedó callada. Sus ojos se llenaron de preocupación,
compasión y pena.

“¿Qué?” Al instante el sudor se estancó en la base de la columna de Eve. “¿Qué


hice?”

“Bu.” Fue algo sincero, mientras Bella tocaba con sus dedos el moretón debajo
del ojo de Eve.

“Sí, eso fue lo que yo dije.”

Con mucho cuidado, Bella se inclinó para tocar con sus labios ese lugar, sonrió
y balbuceó.

“Ella dice que se pondrá mejor.”

Eve miró a Crack. “¿Cómo diablos sabes lo que está diciendo?”

J.D.Robb Apprentice in Death


“Soy bilingüe.”

“Estas lleno... eso.” Eve recordó no decir la m enfrente de la niña. Y cuando notó
que Bella había dirigido su atención a Roarke bajando la barbilla, ladeando la
cabeza, y con una sonrisa coqueta, Eve vio su oportunidad.

“Ella te quiere a ti. Sostenla tú.”

“Bueno, yo…” Pero Roarke se encontró con los brazos llenos de una coqueta
niñita, que se aferró a él, le besó las mejillas, y luego lo miró con sus grandes
ojos azules agitando las pestañas.

“Eres un encanto, ¿no es así?” Eve lo escuchó decir mientras ella se escapaba.

El suelo estaba lleno de gateadores, niños pequeños, otro tipos de gente


pequeña con dedos pegajosos o babeando.

Divisó a Peabody y, aliviada, aun cuando su compañera llevaba un vestido rosa


con una hilera de volantes plateados a lo largo del lado derecho, se dirigió hacia
ella.

Pero fue interceptada por alguien diciendo su nombre.

Mavis, en rosa (¡Jesús, tantísimo rosa!) pantalones de piel, ¿o pintados?,


cubiertos con estrellas blancas y un vestido que le rozaba la entrepierna, ¿o era
un top? flotando sobre éstos, del color de un cielo azul de verano con estrellas
rosas, se apresuró hacia ella sobre botas con rayas azules y rosas con tacones
altísimos. Su cabello caía por la espalda, mezclando todo el espectro de colores
y rebotaba, al igual que ella.

Cogió a Eve en un fiero abrazo. “¡Viniste!”

“Claro.”

“No estaba segura, no con todo el ajetreo y estando agotada. Dos minutos,”
añadió, y entonces arrastró a Eve a través de la gente.

Querido Dios, ¡Summerset! Parecía estar teniendo una conversación con un


niño que apenas le llegaba a las huesudas rodillas.

Y los Miras. En verdad quería echarle un buen vistazo a Dennis Mira, sólo para
asegurarse de que estaba bien. Pero Mavis seguía tirando de ella hasta que
estuvieron paradas en el arco iris sinfónico que era el dormitorio de Mavis y
Leonardo.

J.D.Robb Apprentice in Death


“No tuvimos la oportunidad de charlar mucho luego de la pesadilla en el
Garden. Sabía que llegarías. Sabía que vendrías, y que todos estaríamos bien.
Finalmente me quedé dormida, y cuando…” Con una sacudida de cabeza que
puso a girar a las hadas que colgaban de sus orejas, Mavis se aferró otra vez a
Eve. “Estaba asustada, tan asustada. Sabía que Bella estaba bien, en casa con su
niñera. Pero tenía miedo de que si algo nos pasaba a Leonardo y a mí… ella no
nos tendría.”

“Ella los tiene a ustedes. Siempre los tendrá.”

“Cuando te vi, dejé de sentir temor. Hoy es para estar feliz. Para estar realmente
feliz. Es la fiesta del primer cumpleaños de mi bebé.”

“Así parece, y así se oye, una tremenda fiesta.”

“Espera hasta que veas el pastel. Ariel lo hizo. Es un castillo de hadas. Con
unicornios.”

“Naturalmente. ¿Invitaste a todo la gente que conoces?”

“Sólo a los que cuentan. Vamos a tomar unas copas. Montones de copas.”

Eve consiguió una bebida, y se las arregló para evitar en lo posible a Trina,
especialmente cuando se dio cuenta de que la estilista le estaba echando a su
cabello esa mirada. Vio la sonrisa soñadora de Dennis Mira mientras se sentaba
en el suelo para jugar a algún juego con un grupo de niños.

Observó a McNab galopando alrededor en sus botas de aire con algunos otros
niños subidos a su espalda, quienes chillaban como si los estuvieran
apuñalando, un sonido que todos los demás parecían asumir que significaba
que se divertían. Garnet DeWinter sonreía mirando a un atractivo muchacho de
altura mediana quien le hablaba con seriedad a Mira.

Leonardo, con un gorro de fiesta brillante sobre su largo pelo cobrizo, les
sonreía a sus chicas, atendiendo el bar vistiendo una túnica del color de los
zafiros.

Louis y Charles, llegando tarde a la fiesta. Doctores y policías, pensó Eve, y vio
a Roarke hablando con Feeney. Doctores, policías y criminales, reformados.
Porteros y ex-Acompañantes Licenciados. Expertos en electrónicos y
diseñadores de moda.

Y una buena cantidad de niños.

No conocía a todo el mundo, pero sí conocía a un buen grupo. Su gente además


de la de Mavis. Le gustara o no.

J.D.Robb Apprentice in Death


El caos se hizo real cuando llegó la hora de que Bella abriera sus regalos.

“¿En dónde diablos van a meter todos?”

Roarke deslizó un brazo alrededor de la cintura de Eve. “Encontrarán la


manera.”

Tal vez, pensó Eve, pero con seguridad en ese momento la niña estaba
ridículamente emocionada con todo.

“Parece que nos toca a nosotros,” dijo Roarke cuando Leonardo le hizo una
seña. Desapareció con Leonardo en otra parte del apartamento.

Juntos ellos cargaron una enorme caja forrada de rosa brillante y plata.

“Me han dicho que esta es una caja mágica,” le dijo Roarke a Bella, quien
miraba la caja con ojos inmensos. “Y sólo tienes que tirar de esa cinta de allí
para ver lo que hay adentro.”

Con la ayuda de Mavis, Bella tiró de la larga cinta rosa. La caja colapsó hacia
afuera para revelar su contenido.

Ella había querido una casa de muñecas, de acuerdo con Peabody, y Mavis lo
había confirmado. Y como Roarke se había encargado…

Al igual que el hogar que había construido para sí mismo, ésta era más un
castillo que una casa. Y en este caso, toda femenina. Rosada, blanca y bonita con
sus torretas y puentes levadizos, sus ventanas arqueadas y adornados balcones.

Eve no lo comprendía, simplemente no entendía el concepto de darles a las


muñecas un lugar en donde pudieran reunirse para conspirar. Pero vio la
reacción de Bella, y no pudo negar la leve opresión en su corazón.

Bella jadeó, puso sus dedos en los labios, sus ojos abiertos como platos por el
impacto. Mavis le murmuró algo, y aquellos ojos se pusieron brillantes cuando
alzó la mirada hacia Roarke y luego a Eve.

Entonces otra niña chilló y corrió hacia adelante.

Los brillantes ojos de Bella ardieron fieros, mostrando los dientes. Eve estaba
preparada para ver una larga lengua viperina salir disparada entre ellos.

Obviamente imaginándose lo mismo, la chillona se paró en seco, y retrocedió.

J.D.Robb Apprentice in Death


Los ojos brillantes volvieron, y Bella caminó tambaleante hacia Eve. Cuando
Bella empezaba a levantar los brazos, Eve tomó el camino más seguro y se
arrodilló.

“Das,” dijo Bella con un mundo de significado en cada sílaba. Sus brazos
rodearon a Eve, y se balanceó en el abrazo, como a menudo hacía su madre.
“Das,” volvió a decir, y alargó una mano para Roarke. “Ork. Das. Ta. Ta. Ta.”

Lo que sea que dijera después estaba más allá del alcance de Eve, pero la
emoción era cristalina. Alegría pura, profunda gratitud.

“Estoy contenta de que te guste.”

“E. Ero.”

Bella soltó un largo suspiro, entonces resplandeció mientras danzaba en el sitio.


Girando, fue hacia la casa de muñecas, aplaudió, la tocó, sacó una silla parecida
a un trono, y chilló riéndose.

“Diría que es un éxito,” dijo Eve.

Entonces se quedó perpleja cuando Bella echó un vistazo, sonrió, y alargó una
mano hacia la chillona. Una invitación para jugar.

Sucedían muchas cosas en esa cabeza, se dio cuenta Eve, y en otras partes
también. Un regalo tan deseado, dame un minuto aquí, hermana. El
agradecimiento a las personas que le habían concedido el regalo, dado con
encanto y dulzura. Otro momento para celebrar, para tenerlo sólo para ella.
Entonces una disposición para compartirlo, para tener a alguien que lo disfrute
con ella.

Naturaleza, crianza, qué diablos. La parte de la naturaleza era muchísimo


riesgo, una apuesta, a menudo la suerte de la jugada. La crianza podía ser
bondadosa o cruel, inteligente o demente, y aun así.

Pero he aquí una niña, con sólo un año de vida. Dulce, inocente, pero no
estúpida. Con una voluntad de hierro pero compasiva. Desde ya con su propio
sentido del… estilo, suponía Eve. Su propia y pequeña agenda.

¿Cómo es que todo eso estaba allí?

“Dieron en el clavo con eso.” Peabody, bebiendo espumoso brebaje rosa, se


paró al lado de Eve para observar a Bella y a algunos de sus amigos con la casa
de muñecas. “Es absolutamente magnífica, y cuando el lugar se despeje un
poco, va a ser mi turno con la casita.” Tomó otro sorbo. “Es un buen día.”

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“Está teniendo lo suyo,” comenzó Eve. Y su comunicador sonó. “Mierda,
mierda.” Lo cambió a texto, demasiada gente, y leyó el mensaje. “Mierda otra
vez. Tengo que irme.”

“¿Tenemos un caso? No estamos de turno.”

“No, es Willow Mackie. Algunos problemas.”

“Deja que le diga a McNab.”

“No, quédate. Es sólo aclarar algunas cosas. Si se convierte en algo más, te


llamaré. Mierda. Dile a Mavis que lo siento.” Miró alrededor, vio que Roarke ya
había recogido sus abrigos. “Dile… dile que la llamaré luego.”

Tomó su abrigo de Roarke, salieron antes de que más preguntas pudieran


retrasarla.

“¿Qué es lo que hay?”

“Un uniformado en el hospital, una representante de Servicios al Menor


histérica, y personas que será mejor que tengan una maldita buena explicación.
Vamos disparados,” añadió. “Porque estoy cabreada.”

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EPILOGO

Como la comunicación había venido de la Oficial Shelby, Eve le ordenó que


fuera al garaje y esperara. Cuando llegaron, Shelby estaba parada al lado del
espacio designado para Eve como si lo estuviera guardando de invasores.

“Teniente, me disculpo por contactarla en su día libre.”

“Olvídelo. Estado.”

“La prisionera está contenida. Tuvo algunas heridas menores, ha sido tratada.”

“Quiero que la transfieran a Rikers hoy, póngale máxima seguridad.” Y para


ese momento, Eve tenía la intención de ir al área de confinamiento de la
Central. “¿El oficial herido?”

“Ya debe de haber llegado al hospital, señor. Los paramédicos indicaron que
aunque las heridas eran serias, no eran mortales.”

“Las que yo le vaya a ocasionar puede que lo sean. ¿Cómo diablos consiguió
poner sus manos en un arma? ¿Y qué diablos está usted haciendo aquí, Shelby?
Usted no está uniformada.”

“No, señor, no estoy de servicio. Llegué para encontrarme con Mary Kate
Franco, la enfermera profesional. Tenía el turno de mañana en la enfermería.
Somos amigas, señor, e íbamos a ir a ver un video más tarde. Estaba bajando
cuando oí el altercado.”

En el elevador, Eve ordenó el nivel de confinamiento, pasó su código para


permitirlo.

“Informe.”

“Señor. Al oír los sonidos de un altercado, retiré mi arma de servicio del bolso e
ingresé a la enfermería. El Oficial Minx había caído, sangrando de heridas en el
rostro y el cuerpo. La persona adulta identificada posteriormente como Jessica
Gromer, la representante asignada por Servicios al Menor a la prisionera,
también estaba en el suelo, gritando. La Enfermera Profesional Franco estaba
intentando defenderse mientras la prisionera avanzaba hacia ella con un
escalpelo. Ella, Franco, había agarrado una jeringa a presión y, ah, un orinal,
señor. Le grité a la prisionera que soltara su arma, momento en el cual intentó
agarrar a Franco, asumo que para cubrirse o como rehén, pero Franco la
mantuvo a distancia. La prisionera entonces intentó atacarme, momento en el
cual disparé mi arma, aturdiéndola.” Shelby se aclaró la garganta. “Aseguré a la
prisionera mientras Franco movió de inmediato al Oficial Minx para evaluar y

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tratar sus heridas. Demandé, en términos severos, que la representante de SM
Gromer dejara de gritar. Gromer dejó bien en claro una vez que tuvimos la
situación bajo control, que me reportaría por ello.”

“¿Cuáles fueron los términos severos, Oficial?”

“Ah, señor, yo creo que puede que le haya dicho en el calor del momento, que
cerrara el maldito pico o que también la aturdiría.”

“Bien. Su teniente le aconseja no volver a pensar en ningún reporte de mierda


presentado por esa obvia idiota de Gromer.”

“Gracias, Teniente.”

“¿Qué estaba haciendo Willow Mackie en la enfermería?”

“Señor, interrogué a ambas, a Gromer, que al inicio no fue cooperativa, y a


Franco, ya que el Oficial Minx necesitaba ser transportado. Todavía no he
redactado el informe.”

“Suéltelo, Oficial, redáctelo luego.”

Eve salió del elevador, asintió hacia el guardia de la puerta de acero del área de
confinamiento.

“La prisionera se había aprovechado de la representante del SM, quien, al


parecer compasiva por su edad y situación, ya había presentado una objeción
con respecto a que la clasificaran como un adulto.”

“Eso no va a ninguna parte. Prosiga.”

“Durante su entrevista, la prisionera declaró estar dolorida por lesiones


incurridas durante su arresto, resultado de la brutalidad policial.”

“Ah-hah. ¿Y?”

“La prisionera colapsó, declarando que no podía respirar. La representante


pidió ayuda, y el Oficial Minx escoltó a la prisionera y, según ella lo solicitó, a la
representante a la enfermería. Franco instruyó al Oficial Minx para que ayudara
a la prisionera a subir a la mesa de reconocimiento y esposarla a ésta, momento
en el cual Gromer arguyó que la prisionera estaba con dolores, y que era sólo
una niña, y que debería ser tratada con más cuidado y compasión. La prisionera
se tambaleó hacia adelante, como si estuviera mareada, golpeando una bandeja
de instrumentos. Volvió a lanzarse hacia adelante quejándose de dolores
agudos cuando el Oficial Minx intentó ayudarla. Por las declaraciones parece,
que esta vez, la prisionera agarró un escalpelo del cajón de la encimera, aunque

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ni Gromer ni Franco vieron el movimiento. Pero cuando Minx otra vez fue a
ayudarla, le cortó la cara. Casi le sacó un ojo, señor, y luego lo acuchilló, en la
garganta, y el pecho, lo pateó haciéndolo caer, luego se volvió hacia Franco.
Fue, señor, en ese momento que yo ingresé a la sala.”

“Vale. Buen trabajo, Oficial. Espere aquí.”

Se acercó al policía de la puerta, y aunque se conocían el uno al otro, ella ofreció


su placa para ser escaneada. “Regístrenos. Dallas, Shelby, y Roarke.”

“¿A quién va a visitar un domingo?”

“A los Mackies. A ambos.”

Él los registró, le dio a Eve sus sectores y los números de sus celdas.

Él abrió la puerta, identificador de palma, escaneo de retina, tarjeta de


seguridad, y un código cambiado dos veces diariamente.

En el interior había más policías, otro escaneo, otra puerta.

Esto no era Rikers, pensó Eve, pero tampoco era una casa de muñecas blanca y
rosada.

Pasando esa puerta se entraba al pasillo en donde estaban alineadas las celdas a
ambos lados.

Y había un montón de gente en ellas. Algunos agrupados juntos en celdas más


básicas. Otros, en celdas para una o dos personas, esperando ser transferidos a
otras partes. Unos pocos esperando su turno para presentarse al juez en la
mañana del lunes.

Para los casos difíciles, como el de Willow Mackie, aún había una puerta más.
Él policía en ésta miró a Eve y a Shelby. “¿Cómo está Minx?”

“Dijeron que estaría bien,” le dijo Shelby, y él sacudió la cabeza.

“Apenas salido de la Academia. Necesita uno o dos años, en Tráfico, en un


cubículo antes de que lo pongan aquí abajo. Está en la tercera celda, a la
izquierda.”

Eve se encaminó hacia donde estaba Willow tumbada en la única litera de una
celda. Contenía un inodoro, sin tapa, atornillado al suelo y un pequeño lavabo
entornillado a la pared.

“No tengo que hablar contigo.”

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“No estoy interesada en nada que tengas que decir,” contestó Eve. “Sólo quería
echarte un vistazo antes de que te ocupes del servicio de limpieza en Rikers,
hoy más tarde.”

“No voy a ir allí.”

“Al parecer no te das cuenta de que tus días para hacer elecciones se
terminaron. Oficial, también quería que le echara un vistazo a alguien que ha
ayudado a ponerte en donde perteneces.”

“SM me va a sacar. Gromer me lo dijo. Y cuando salga…”

“Gromer va a ser reprendida, si es que tiene suerte. Y si me salgo con la mía,


estará despedida para mañana. Y tú ahora tendrás más acusaciones por intento
de asesinato de un oficial de policía, por asalto con un arma mortal al mismo,
por intento de fuga, por intento de asalto con arma mortal a una médica. Sólo
añade peso. Rikers de máxima seguridad hasta el juicio, acabas de ganártelo. Y,
ah, caray, te van a amar allí. Fresca, realmente carne fresca.”

“¡Saldré!” Las lágrimas anegaban los ojos de Willow al ponerse de pie. “Saldré
y vendré por ti.”

“Ahora yo estoy aburrida.”

Satisfecha, Eve les hizo una seña a Shelby y a Roarke, y se alejaron con las
maldiciones de Willow haciendo eco en el pasillo.

“Adelante, Oficial. Redáctelo, y repórtelo. Luego encuentre a su amiga y vayan


a ver su video. Lo hizo bien hoy.”

“Gracias, Teniente. Gracias por la oportunidad.”

“Yo la puse en Homicidios. No la puse en esa enfermería. La psicópata que está


allí atrás le dio la oportunidad, y usted lo manejó. Puede retirarse.”

“Sí, señor.”

“Escoges bien,” murmuró Roarke cuando Shelby se alejó.

Eve esbozó una sonrisa fiera. “Me gusta pensar que sí. Una parada más.”

Más puertas de acero, más escaneos, y entonces Eve se paró fuera de la celda
que encerraba a Reginald Mackie. Él no estaba tumbado en la litera como su
hija, sino que caminaba de aquí para allá, de pared a pared.

Se lo imaginó recorriendo una celda por el resto de su vida.

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“¿Ha llegado la noticia hasta aquí de que arrestamos a tu hija con vida?”

Dejó de pasear, se volvió, la miró con sus ojos dañados. “Ustedes no pueden
juzgarla como a un adulto. Teníamos un trato.”

“No se cumplieron las condiciones, ni siquiera estuvieron cerca de cumplirse.


Permíteme ser la primera en informarte el hecho de que ella acaba de tratar de
escapar, utilizó la enfermería, una representante idiota del Servicio al Menor, y
un oficial novato. El oficial está ahora en el hospital, con el rostro cortado, con
heridas de cuchillo. Se va a Rikers, Mackie, y permanecerá hasta el juicio. Y
luego se va a Omega durante el siguiente siglo. Años más, años menos.”

“Yo la ayudé.”

“No lo hiciste. No estaba donde dijiste, en donde probablemente pensaste


realmente que estaría. Estaba en la casa de tu ex esposa, esperando. Y en
registro, alardeó de cómo intentaba matar a su padrastro, luego destripar a su
hermano mientras hacía que su madre observara. Luego la mataría a ella.
Quería apilar un ciento de cuerpos en el colegio. Niños, maestros, padres,
transeúntes. No importaba mientras alcanzara el número. Eso es lo que
engendraste, Mackie. Supongo que tal vez ella nació mal. Tal vez tenía esa
anomalía desde la concepción. Pero la estimulaste. La incitaste, la educaste, la
fomentaste. Tenía elecciones, seguro, pero hiciste que las elecciones que ella
hizo fueran fáciles. Las hiciste justificables.”

No sintió nada por él cuando empezó a llorar. Nada.

“Quiero que pienses en ello el resto de tu vida.”

Cuando se alejó, sus sollozos hacían eco como las maldiciones de Willow lo
habían hecho.

“¿Ya hemos terminado aquí abajo?” preguntó Roarke.

“Absolutamente.”

“Esas son buenas noticias ya que este lugar está empezando a ponerme
nervioso.”

“No hay celda que pudiera retenerte, campeón.”

“Preferiría no averiguarlo nunca.”

“Sólo tengo que ir arriba, hacer los arreglos para su transferencia, y debería de
contactar con Whitney, sólo para ponerlo al tanto. Entonces hemos terminado.”

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Mientras recorrían el camino de regreso, el camino correcto, en opinión de él, a
través de las puertas, le acarició la espalda.

“¿A casa entonces?”

Empezó a asentir, ir a casa sonaba excelente, entonces pensó: Elecciones. Matar,


entrenar para matar. Meterse en problemas, o darles la espalda. Compartir un
precioso regalo nuevo. Dar las gracias.

De donde sea que hayas venido, de la forma en que hayas crecido, todo siempre
se reducía a las elecciones que hicieras. Incluso cuando sólo tenías un año en el
planeta.

Hizo caso de su consejo y le tomó la mano.

“Regresemos a la fiesta.”

“¿Voluntariamente?” dijo él, haciéndola reír.

“Regresemos a lo extraño y feliz. Vamos a comer un poco del maldito pastel de


cumpleaños.”

Él hizo una elección propia, acunó su barbilla, y la besó. “Eso suena


absolutamente perfecto.”

Subieron, lejos de las celdas, de las maldiciones, de las lágrimas, de aquellos


que eligieron derramar sangre. Y emprendieron su camino de regreso a lo
extraño y feliz.

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