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Robb, J.D. - Eve Dallas - Ante La Muerte - 43 - Apprentice in Death
Robb, J.D. - Eve Dallas - Ante La Muerte - 43 - Apprentice in Death
Un impulso de un bosque
primaveral puede enseñarte más sobre el hombre,
sobre la moral mala y buena,
que todo lo que puedan enseñarte los sabios.
WILLIAM WORDSWORTH
Esta tarde fría y brillante de enero del 2061 marcaba el verdadero principio.
El aprendiz sabía que estos elementos eran tan vitales como la habilidad, como
la dirección del viento, la humedad, y la velocidad. Bajo la sangre fría existía
una ansiedad despiadadamente contenida.
El mentor lo había planeado bien, reservando una habitación muy por encima
de los árboles. A simple vista, la pista de hielo Wollman era sólo una mancha
blanca que reflejaba destellos del fuerte sol. Y aquellos que se deslizaban sobre
éste eran sólo puntos de color en movimiento.
Ellos habían patinado allí, alumno y maestro, más de una vez, habían
observado al objetivo patinando, haciendo piruetas, sin una sola preocupación
en el mundo.
Habían reconocido otras áreas. El lugar de trabajo del objetivo, su hogar, sus
tiendas favoritas, restaurantes, todas sus rutinas. Y habían decidido, juntos, que
la pista de hielo ofrecía todo lo que querían.
Todas aquellas personas, los gorros de colores brillantes, los guantes, y las
bufandas. Una pareja, tomada de la mano, riendo mientras se tambaleaban
juntos sobre el hielo. Una chica de cabello dorado, llevando un traje rojo
ajustado y chaleco, estaba girando, girando, girando hasta que se hizo borrosa.
Otra pareja con un niño pequeño entre ellos, sus manos unidas a las de él
mientras sonreía maravillado.
Los ancianos, los jóvenes, los de mediana edad. Los principiantes y los
jactanciosos, los veloces y los que apenas avanzaban.
Y ninguno de ellos sabía, ninguno de ellos, que estaban dentro del punto de
mira, a segundos de la muerte. A segundos de la elección de dejarlos vivir, o
hacerlos morir.
“¿Tienes al objetivo?”
La muchacha del traje rojo daba vueltas hacia atrás, tomando velocidad para un
salto axel. Empezó la rotación hacia adelante, el movimiento del patín derecho
al izquierdo, levantando los brazos.
“Tres tiros limpios. El objetivo cayó.” Una mano se posó en el hombro del
aprendiz en señal de aprobación. Señalando el fin del momento.
“Bien hecho.”
“¿Eso son ranas?” demandó ella. “¿Por qué llevarías una corbata con ranas
color amarillo orina saltando sobre, dios, nenúfares color verde vómito?”
“Las ranas traen buena suerte. Es feng shui o alguna mierda de esas. De todas
maneras, la carne fresca que trajiste recibió un golpe en el ojo de un drogadicto
en la Avenida B. Ella y la Oficial Carmichael los trajeron a él y al traficante.
Están en la celda. La chica nueva está en la sala de descanso con una compresa
fría. Supuse que querría saberlo.”
El ojo inyectado en sangre, y el color amoratado que irradiaba de éste hizo que
Eve asintiera. “Es un lindo golpe. Siga con la compresa un rato.”
“Sí, señor.”
“Gracias, señor.”
Antes de que alguien más la quisiera para algo más, Eve se dirigió directamente
a su oficina. Programó el café, negro, sin molestarse en quitarse el abrigo.
Se paró frente a su ventanucha bebiendo el café, con sus ojos de policía del color
del whiskey escaneando el tráfico de abajo, y el tráfico aéreo.
De manera que quería un minuto con su café y con la ciudad que había jurado
proteger y servir.
Tal vez, si tenía suerte, le seguiría una noche tranquila. Sólo ella y Roarke,
pensó. Un poco de vino, algo de cenar, tal vez un video, algo de sexo. Cuando
una policía de homicidios terminaba con un ocupado hombre de negocios
billonario, las noches tranquilas en casa eran como el premio más grande y más
brillante de la caja.
Algunas veces hacían cosas sofisticadas, eso era parte del trato, parte de las
Reglas del Matrimonio en su libro. Y más que algunas veces él trabajaba con
ella comiendo pizza en su oficina en casa. ¿Un criminal reformado con la mente
de un policía? Una herramienta de mil diablos.
“Dallas.”
“Despacho, Dallas, Teniente Eve.”
Incluso antes de escuchar el resto, supo que el brillante premio tendría que
quedarse en la caja un rato.
“Es Enero. ¿Y qué policía usa rosado para un juicio por homicidio?”
Cuando Eve pensó al respecto, se preguntó por qué demonios estaban hablando
sobre calzado cuando tenían tres cadáveres entre manos. “Olvídalo.”
Alguien tenía la cabeza bien puesta, decidió, manteniendo a los sabuesos de los
medios lejos de la vista de la pista de hielo. Eso no duraría, pero mantenía lo
que estaba destinado a ser complicado un poco más simple por el momento.
Ya que nada podía hacerse al respecto, Eve lo dejó a un lado, pasó a través de la
siguiente barricada.
“Fericke.”
Él le dirigió un asentimiento. Tenía un rostro oscuro de bulldog sobre un
cuerpo de bulldog de pecho amplio. Y ojos del color del chocolate amargo que
habían visto de todo, y que esperaban ver peores cosas en cualquier momento.
“Deme un informe.”
“Sí. Los patrulleros empezaron a llegar así como los policías, pero la gente ya
estaba huyendo de la escena cuando yo llegué. Tuve que trabajar con la
seguridad del parque para contener lo que podíamos. Tenían algunas lesiones.
Trajimos a los paramédicos para que trataran las menores, pero teníamos a un
niño, como de seis años, con la pierna rota. La forma en que el testigo reporta es
muy agitada, una vez que le cortas el rollo dice que la primera víctima chocó
con él y con los padres del niño, y la pierna del niño se rompió en la caída.
Tengo su información de contacto, y el hospital para usted.”
“Peabody.”
“Yo tomaré esa información, Oficial.”
“El equipo forense no va a estar contento con el estado de la escena del crimen.
La gente la ha jodido por completo, y los cuerpos fueron movidos. Tenían a un
médico en la pista, y a un veterinario, un doctor de animales, y ellos trabajaron
en las víctimas, y en los heridos. A la primera víctima le dieron en la espalda.
Esa es la mujer de allá, de rojo.” Se volvió, hizo un gesto alzando esa barbilla de
bulldog. “Las declaraciones de los testigos no son claras acerca de quién recibió
el segundo disparo, pero tiene a dos hombres, uno con un disparo en el
estómago, uno entre los jodidos ojos. A mí me parece que fue un disparo con
láser, Teniente, pero no quiero decirle cómo trabajar. Y usted va a oír de
algunos de estos testigos acerca de cuchillos y de individuos sospechosos, y la
mierda usual.”
Uno no llegaba a ser teniente sin tener que vadear a través de la mierda usual, y
aprender a sacar lo importante de ella.
“Sí. Los tengo dentro, tengo a otro par allí dentro también, quienes declaran que
fueron los primeros en llegar a una de las víctimas masculinas. Y a la esposa de
una de las víctimas masculinas. Está segura de que él fue el último alcanzado, y
yo me inclino hacia eso.”
“Peabody, ocúpate de ellos, y yo empezaré con los cuerpos. Quiero los discos
de seguridad, y los quiero ahora.”
“Los tienen listos para usted,” le dijo Fericke. “Pregunte por Spicher. Es de la
seguridad de la pista, y no es un gilipollas.”
“Va a querer unas suelas antideslizantes para sus botas,” le dijo Fericke a Eve.
“Hay una pila de ellas allí delante. Una célebre policía de homicidios cayendo
de cara en la pista de hielo no inspiraría confianza.”
“Señor…”
“Señor Granger, ¿ve usted a esas tres personas yaciendo sobre la pista de
patinaje?”
Él le gritó mientras ella se abría camino a través del hielo hacia la víctima
femenina, algo acerca de los estados policiales y las demandas. Bajando la
mirada hacia la muchacha de rojo, no podía haber tenido más de veinte años,
Eve ya no le prestó la menor atención.
“La víctima es Ellissa Wyman, diecinueve años. Todavía vive con sus padres y
una hermana menor, en el Upper West. Hora de la muerte, quince-quince. El
Forense determinará la causa de la muerte, pero estoy de acuerdo con Fericke.
Esto parece un disparo de láser.”
“Justo aquí.”
“Ella era buena,” comentó Peabody. “Su técnica, quiero decir. Ella está
alcanzando allí una buena velocidad, y…”
“La gente le está dando espacio,” murmuró Eve, “algunos la están observando.
No veo ningún arma.”
“Sólo un poco más de seis segundos para el tercero. Tres disparos en apenas
doce segundos, tres muertos, en medio de la espalda, estómago, frente. Eso no
es tener suerte. Y ninguno de esos disparos vino desde la pista de patinaje o de
sus alrededores. Dile a Fericke, cuando tenga todos los nombres y contactos,
que todo el que haya dado su declaración puede marcharse. Excepto los
médicos y la esposa de la tercera víctima.
“¿Doctor?”
“Matt.”
“Ese soy yo. Matt Brolin. Vi la colisión, vi a la muchacha dar un giro para saltar,
la vi impulsada hacia adelante contra la familia. Iba a ayudar, entonces vi al
hombre caer, lo vi desplomarse. Incluso entonces no lo comprendí. Pero vi al
tercero, vi el disparo, y lo supe. Yo fui médico del ejército. Hace veintiséis años,
pero eso no se olvida. Estábamos bajo ataque, y yo quería que la gente se
protegiera.”
“Lo somos ahora,” dijo Brolin. “Supe que el tercer hombre estaba muerto,
tremendo disparo de francotirador, pero intenté hacer lo posible por el
segundo. Todavía estaba vivo, Teniente. Me miró. Recordé esa mirada, y es una
mirada dura de recordar. No iba a lograrlo, pero tienes que hacer lo que
puedas.”
“El protegió al hombre con su propio cuerpo,” interpuso Lansing. “La gente
estaba en pánico, y juro que algunos habrían patinado sobre ese hombre, pero
Matt lo protegió.”
“No tuvieron tiempo de evitar su propia caída,” explicó Lansing. “El padre
tiene una conmoción cerebral leve, la madre tiene una muñeca dislocada. Van a
estar bien. El niño también, pero él se llevó la peor parte. Seguridad tenía un
equipo de primeros auxilios. Le di algo para el dolor. Los paramédicos
estuvieron aquí en menos de dos minutos. Tiene que darles crédito. Fui a
ayudar a Matt. Y tuvimos que intentar ayudar al último. Pero como dijo Matt, él
estaba muerto. Muerto antes de caer al hielo.”
“No había nada más que hacer que dar los primeros auxilios a las personas que
se habían caído o se habían cortado con las cuchillas, patines,” añadió Matt. Se
restregó con la mano su desaliñada barba gris. “No fue hasta que nos pusieron
aquí que lo sentí. Tienes que ponerlo a un lado cuando estás trabajando.”
“Revisé los discos de seguridad. Vamos a reconstruir, pero en ese punto estoy
de acuerdo con usted.”
“Su esposa está en la oficina de allí, con su compañera. Sus padres acaban de
llegar.” Brolin soltó el aliento. “Esta es la razón por la que fui a la escuela
veterinaria cuando salí del Ejército. ¿Perros y gatos? Son más fáciles de manejar
que las personas.”
“Sí.”
“La primera ronda va por mi cuenta.” Lansing se puso de pie. “Las personas
vienen aquí a disfrutar el parque, para traer a sus hijos a una pequeña
aventura. O como esa muchacha, por la alegría. Era un placer observarla. Y
ahora…” Se interrumpió, sacudió la cabeza. “Sí, la primera ronda corre por mi
cuenta.”
“Esa sería yo.” Carly, de no más metro cincuenta y cinco y cuarenta y cinco
kilos, alzó los hombros. “La gente asume que es Paul. Es el musculoso.” Ella lo
dijo como una broma, tratando de sonreír.
“Muy bien. Vamos a tener que mantenerlos cerrados hasta nuevo aviso.”
“Ya nos hemos ocupado de eso. Los medios están bombardeando nuestro
enlace principal, pero lo hemos puesto en grabación, sólo el standard La pista
está cerrada. Uno de ellos se las agenció para conseguir mi número personal,
pero lo he bloqueado.”
“Sigan haciendo eso. Necesito que se mantengan alejados del hielo. Ustedes y
cualquiera de su personal, hasta que éste sea despejado. Los técnicos de escena
del crimen vendrán en poco tiempo. ¿Conocían a alguna de las víctimas?”
“Ellissa. Ellissa Wyman. Venía aquí casi a diario durante la temporada. Iba a
presentarse a esta compañía de patinadores.” Carly levantó las manos, las dejó
caer. “Era simpática. Amigable. A veces traía a su hermana menor.”
La segunda víctima, pensó Eve. Brent Michaelson, doctor, sesenta y tres años,
divorciado, un hijo.
“¿De aquí?”
“A él le gustaba patinar, se pasaría una tarde entera. Por lo general los martes.
Nada sofisticado, nada como Ellissa, pero era un visitante regular. De vez en
cuando podía traer a sus nietos, por las tardes o los sábados para eso. Le
gustaba patinar en solitario por las tardes. Nunca antes vi al otro hombre.”
“El hombre del cual su esposa está en mi oficina,” añadió Carly. “Su compañera
está con ella. Es buena con ella. ¿Hay algo que podamos hacer por usted,
Teniente?”
“No de esta manera. Un montón de gente se quedaba por aquí más tiempo
cuando Ellissa estaba patinando. Y ha habido un par de muchachos que venían
de vez en cuando para coquetear con ella. Pero nada más importante. Nosotros
mantenemos la vigilancia,” continuó Carly. “No tenemos muchos problemas.
Empujones, las colisiones básicas.”
“Hay más problemas por la noche, pero incluso entonces.” Paul se encogió de
hombros. “Se aparece un cabrón que empieza una pelea. Disculpe por lo de
cabrón,” añadió él.
“Ellos van a, los jefazos, van a estar de cabeza por las demandas.”
“Los jefazos siempre lo están,” dijo Eve, echando a andar hacia la oficina.
En el interior, una mujer a principios de sus treinta estaba sentada en una silla
plegable, flanqueada por un hombre y una mujer. Cada uno tenía un brazo
alrededor de ella mientras Peabody estaba arrodillada en el suelo, hablando
suavemente.
Peabody tomó la mano de la mujer cuando Eve entró. “Jenny, ella es la Teniente
Dallas.”
Jenny levantó la mirada con los ojos devastados. “Nosotros vimos la película. A
Alan realmente le gustó. Usted luce como en el video. Quiero decir como la
actriz. No sé qué hacer.”
“Esta fue mi idea, lo de patinar. Hacer todo lo que hicimos en nuestra primera
cita. Fue mi idea venir aquí, como hicimos aquel día. Ambos nos tomamos un
día de descanso, y luego íbamos a ir a comer pizza, justo como lo hicimos en
nuestra primera cita. Entonces le iba a decir por qué yo no iba a tomar vino
como lo hicimos aquella vez. Le iba a decir que estoy embarazada.”
“Oh. Oh, nena.” Su madre la atrajo hacia sí aferrándose una a la otra. “Oh, mi
bebé.”
“Se lo iba a decir, y luego se los íbamos a contar a ti, a Papá y a la mamá de
Alan y su papá. Pero íbamos a tener este día, todo el día.”
Como Peabody había hecho, Eve se arrodilló quedando al mismo nivel de los
ojos. “Jenny, ¿quién más sabía que ustedes estarían aquí hoy?”
“Sherry, mi amiga, y creo que su pareja, Charlie. Ellos son nuestros amigos. Se
lo dije a Mamá. Realmente sólo lo decidimos hace un par de días. Presioné para
hacerlo cuando me hice el examen y salió positivo.”
“Nosotros vamos a hacer todo lo que podamos para descubrirlo. Usted puede
contactar conmigo o con la Detective Peabody en cualquier momento.”
“Yo iré. Estaré allí.” Él miró a Kate por encima de la cabeza de Jenny, y recibió
un asentimiento lacrimoso. “Ve con tu mamá, querida, y yo llegaré enseguida.”
“Peabody.”
Liam se quedó sentado en donde estaba mientras Peabody las guiaba fuera.
“Yo vi el video, y también leí el libro. Ese caso Icove. Usted descubrirá quién le
quitó la vida a este buen joven.”
Eve se sentó, tomándose un momento para despejar el dolor tan denso que
pendía en el aire. Entonces sacó su enlace.
“No en la pista, todavía no. Tengo cintas de seguridad, y necesito una buena
pantalla. Mi casa no está lejos de aquí. ¿Puedes ir allí?”
“Es por eso que necesito la consulta. Creo que esto podría ponerse peor. Tengo
que hacer las notificaciones. ¿Puedes estar allí en una hora?”
“Puedo.”
“Te lo agradezco.”
“Necesito que vayas al hospital, o que chequees y veas si el niño con la pierna
rota y sus padres todavía están allí. A donde sea que estén, ve para allá.
Averigua lo que vieron, escríbelo. Yo haré las notificaciones.”
“¿Si?”
Eve salió de la oficina, escaneó el vestidor vacío. “Estoy apostando que esto
vino desde fuera del parque. Vamos a estar buscando en edificios con ventanas
mirando hacia el oeste, empezando por la Sexta, trabajando hacia el este hasta
que Lowenbaum me diga que me detenga.”
“¿Lowenbaum?”
“Va a venir para una consulta. Quiero las cintas de la pista en las pantallas de
mi casa, con equipo que no discuta conmigo.”
“Toma las diez primeras. Empezaré con el resto. Veamos si podemos encontrar
alguna cosa que conecte a las tres víctimas aparte de una visita a la pista de
patinaje. Y esperemos que lo hagamos. Si esto fue puramente al azar, la cosa ya
se ha puesto peor.”
Mientras salía al exterior, Eve echó un vistazo sobre las cabezas del equipo
forense que trabajaba en la escena y se quedó mirando hacia el este.
Difícil de decir, pensaba Eve mientras finalmente se dirigía a casa, si era peor
notificar al familiar más cercano en persona o a través del enlace. De cualquier
manera, acababa de partir a en dos a los padres de Ellissa Wyman, cara a cara, y
le había hecho lo mismo a la hija de Brent Michaelson, quien estaba en
Philadelphia de negocios, vía enlace.
Sus vidas nunca serían lo mismo, la muerte lo cambiaba todo, ella lo sabía, y el
asesinato añadía una mancha sangrienta al cambio.
¿Pero por qué aquellos tres?, dos de ellos visitantes regulares de la pista de
patinaje. De entre las docenas y docenas que había, ¿por qué aquellos tres?
Siempre había una razón, se recordó. Incluso si la razón era una completa
locura.
Jugueteó con las razones mientras giraba y cruzaba los portones, y seguía a lo
largo del serpenteante camino de entrada hacia su hogar.
¿El Palacio de Dallas? ¿En serio? ¿Era así como algunos de los policías lo veían?
Tal vez parecía a un castillo, ¿era eso lo mismo que un palacio?, con sus grandes
muros de piedra capturando los primeros destellos de las brillantes estrellas
invernales. Tenía torres y torretas, y con la blanca expansión de nieve, y el hielo
reluciendo sobre las desnudas ramas de los árboles, tal vez parecía algo salido
de otra época.
De otro mundo.
Pero había sido creado por Roarke. Él la había construido, su fortaleza personal
en el corazón de la ciudad. Y tal vez a ella le había impresionado e intimidado
al principio, y por un algún tiempo más. ¿Pero ahora?
Como si esperara que ella dejara un rastro de barro y sangre sobre los suelos
inmaculados. Y, bueno, tal vez lo hacía, más de una vez. Pero hoy no.
Entró, y allí estaba él, huesudo, vestido de negro, con cara de piedra, con el
regordete gato sentado a sus pies.
“Guárdatelo,” dijo antes de que él pudiera empezar con el insulto que había
ideado para ese día. “Tengo a un policía por llegar. Lowenbaum. Envíalo
directamente arriba.”
Se figuraba que el sedoso tono tomaba el lugar del insulto, aunque la pregunta
la sacó de foco. “Yo…”
Diablos, ¿qué hora del diablo era? Tuvo que forzarse a no echar un vistazo a su
unidad de muñeca, no le daría esa satisfacción.
Para recuperarse, caminó alrededor del gato que se frotaba contra sus piernas,
se quitó el abrigo, y lo lanzó sobre el poste de la escalera.
“Naturalmente.”
Ignorándolo, empezó a subir las escaleras, con el gato corriendo detrás de ella.
Pero un hombre que lucía como Roarke rompía todas las reglas.
Si, la vista de él rompía las reglas, paraba el corazón. Pero era ese instante, justo
ese instante cuando aquellos increíbles ojos azules se encontraban con los de
ella, que lo ponía a galopar.
“Llegas justo a tiempo,” dijo él, con el acento irlandés deslizándose a través de
las palabras.
Caminó hacia él, y lo primero que él hizo fue atraerla hacia sí, sus hábiles
manos subiendo por su espalda mientras le rozaba los labios.
Hogar, volvió a pensar ella, y las últimas horas le cayeron encima, la hicieron
envolverse alrededor de él, apoyándose más. Sabiendo que podía, aquí ella
podía apoyarse y no perder lo que era.
“Yo también.”
Él le inclinó el rostro hacia atrás, le rozó la frente con aquellos labios. “Me lo vas
a contar. Primero una copa de vino, ya habrá bastante café luego, pero por
ahora un momento para estabilizarse.”
“En realidad no tengo uno. Lowenbaum está de camino hacia aquí. Necesito
que le eche un vistazo a los discos de seguridad. Necesito una consulta. Es del
SWAT,” empezó ella.
“Fueron disparos de láser, un disparo para cada víctima, y cada uno mortal. Y
creo que vinieron del exterior de Central Park.”
“Tal vez uno de ellos era un objetivo específico, los otros dos una cubierta. Tal
vez encuentre una conexión que vincule a los tres. Pero…” Ella sacudió la
cabeza. “Necesito instalar mi tablero de homicidios, comenzar el libro.”
“Sí, gracias. Tal vez si tu…” Se dio la vuelta, y una vez más se le paró el
corazón. Pero no de una buena manera.
Paredes rosadas con garabatos púrpura enmarcaban una habitación llena con
cosas peores. Una especie de sofá en forma de S se asentaba en el medio de todo
eso, llevando garabatos rosados sobre púrpura, y eso con un montículo de
cojines en todos los colores, con diseños que mareaban. Y con flecos.
Había un sillón colocado en ángulo con esa silla, nuevamente de color rosado,
con grandes puntos verdes, y. ¿esas eran plumas? Plumas que se alzaban desde
el respaldo en un brillante arco iris en forma de abanico.
Debajo de la ventana, enmarcada con más plumas, había una lustrosa mesa de
color verde brillante flanqueada por dos sillas rosadas, y puntos púrpura. La
mesa sostenía un enorme jarrón púrpura lleno de extrañas flores.
“Charmaine lo montó como una broma.” Roarke cambió de posición para poder
acunar el rostro de Eve en sus manos. “La cual ambos habríamos disfrutado
más si no tuvieras los homicidios en la mente.”
“Una broma.”
“Opuesto.”
“Completamente opuesto. Añadiré que cuando ella envió esto, y los tres
diseños verdaderos, dijo que pensaba que el impacto de esto suavizaría el
camino hacia los otros.” Ahora él sonrió, pasó un dedo por la hendidura de su
barbilla. “Tomémonos un momento, sólo revisemos los otros, y veamos si tiene
razón. Sólo un rápido vistazo. Entonces no te preocuparás de que yo te haya
empujado a hacer algo que vas a detestar.”
Ella empezó a discutir, entonces vio la imagen. Una de colores apacibles, líneas
simples, y lo que la había hecho cambiar de opinión en primer lugar, un gran
centro de mando impresionante.
“Ni un rastro de rosado, ni una sola pluma o volante,” dijo Roarke. “Diseño
dos, en pantalla.”
Colores más fuertes, pero profundos en lugar de brillantes. Tal vez unas pocas
curvas más, tal vez los asientos un poco lujosos, pero no embarazosos.
Ella pensó que éste estaba entre uno y otro. Los colores tenues, los muebles un
poco más aerodinámicos.
“¿Mejor?”
“Muy bien. Quítalo, ¿quieres? Oigo que alguien viene. Debe de ser
Lowenbaum.”
“Algunas veces.”
“Lowenbaum.”
“Yo misma acabo de llegar,” dijo Eve. “No he preparado las cosas.”
“No hay apuro. ¿Quién es éste?” Se agachó para acariciar al gato que había
entrado para echarle un vistazo.
“Galahad.”
“Oh, sí, sí, oí la historia. El gato hizo tropezar al cabrón, te salvó el pellejo.
Recibiste un tiro.”
“¿Escuchaste la historia?”
“Es un gato muy bueno,” dijo Eve mientras Galahad se acicalaba debajo de la
mano acariciante de Lowenbaum.
“Yo soy más hombre de perros, pero sí, es un gato muy bueno.” Se enderezó.
“Entonces.”
“Da la casualidad que tenemos una cerveza especial, acaba de llegar. La cerveza
de la familia del Comisario Banner,” le dijo Roarke a Eve. “Como lo prometió.”
“Oí acerca de eso, también. Tomemos una cerveza doméstica y veamos lo que
tienes.”
“Era, sabía.”
Roarke volvió a entrar, con dos botellas enganchadas en una mano, y una
tercera en la otra. Se detuvo y observó la pantalla.
“Muy bien, realza el último disparo, empieza unos cuantos segundos antes,
ralentízalo más.”
Eve ordenó el realce, redujo la velocidad. Entrecerró los ojos cuando pensó que
había captado el más leve fogonazo.
“Desde lo alto.”
“El forense debería confirmar eso, a menos que esté hablando estupideces.
Gracias,” añadió dirigiéndose a Roarke, tomó la cerveza. “Voy a estar
sorprendido si la seguridad general del parque consigue algo. Incluso en
Nueva York, alguien va a reparar en alguien más trepando a un árbol con un
arma, y yo estoy pensando en algo más alto. Vuelve a correr la cinta, observa
otra vez.”
Eve congeló la imagen. “Sí, lo veo. Y sí, casi puedo percibir un ángulo. Al este y
desde lo alto.”
“Mi opinión, incluso si este hijo de puta trepó al árbol más alto del parque, es
que es un rifle táctico de rayos laser.”
“¿Un arma como esa? Tiene que ser de un cuerpo policial o militar. No puedes
comprarlo simplemente en la tienda local. Mercado negro, tal vez, un traficante
de armas, pero eso te va a costar ya que no es un pedazo de mierda.”
“¿Tienes una LZR?” Los ojos de Lowenbaum brillaron como una mañana de
Navidad. “El primer rifle laser portátil, accionado por impulsos. Del 2021 al 23.
Pesada, sólida, pero un operador entrenado podría darle a una moneda de diez
centavos a menos de un kilómetro de distancia.”
“La tengo.”
“Todo legal,” le aseguró Roarke. “Con considerables artimañas, pero tengo todo
el papeleo adecuado.”
“Por supuesto.”
“¿En serio?”
“¿Cuáles son las probabilidades de que este francotirador tenga algo como
eso?” empezó Eve.
“Ustedes sólo quieren jugar con los juguetes, pero está bien.”
“Yo he visto tu arma, Lowenbaum. He usado un rifle laser una o dos veces.”
“Es más probable que tu francotirador esté usando un arma táctica, algo en ese
rango.” Lowenbaum entró al elevador con ellos. “¿Tres disparos como esos, en
ese espacio de tiempo? Tienes a alguien que tiene la posesión y el
entrenamiento de un rifle laser de largo alcance.”
Eve metió las manos en sus bolsillos mientras el elevador se abría afuera de las
grandes puertas aseguradas de la sala de armas de Roarke.
“Tú y Roarke pueden jugar más tarde con todos los juguetes para disparar,
apuñalar, aturdir, y sacar la mierda. En este instante…”
Nunca antes la había visto, o algo parecido. Y admitió, para sí misma, que le
gustaría probarla. Pero no dijo nada mientras Roarke la sacaba de su lugar, y se
la ofrecía a Lowenbaum.
“¿Está cargada?”
Con una media carcajada, Lowenbaum levantó el arma, negra como la muerte,
lisa como una serpiente, hacia su hombro. “Liviana. Nuestras armas tácticas
pesan dos kilos. Añade otros tres gramos si estas cargando la mira óptima. La
batería de repuesto otros ochenta gramos. Esto pesa cuánto, ¿un kilo y medio?”
“Lo hice. Tiene retroceso, pero me han dicho que están trabajando en ello.”
Con obvio pesar, Lowenbaum se la devolvió a Roarke. “Es una belleza. Pero
aquí está la que es más probable para ti.” Señaló hacia el arma más pesada en
“Tienes que considerar eso para el disparo. Distancia, velocidad del viento,
ángulo, velocidad de movimiento del objetivo.” Eve asintió. Esto le decía que el
francotirador había observado a sus objetivos, juzgando su velocidad relativa
en el hielo.
Lowerbaum revisó el cargador, notó que estaba vacío, pero bajó el interruptor
de cualquier manera. “La seguridad primero,” dijo. Entonces le dio la vuelta a
una palanquita, separó el cañón, el cargador, la mira, y tuvo el arma en cuatro
piezas compactas en cerca de diez segundos.
“Correcto, pero si tienes algún respeto por tu arma, tienes un estuche con cuatro
espacios moldeados para las partes.”
“Esto no pasaría por seguridad en un edificio del gobierno, un museo, ese tipo
de edificios públicos.”
“Vamos, ¿en serio?” Llamaban al jefe del laboratorio técnico Dickhead por una
razón.
“No es necesario dar las gracias, porque a menos que esté equivocado, Dallas, te
has conseguido un ASLD.”
“No se necesitaría uno si la gente no estuviera tan jodida. ¿A quién conoces que
pudiera hacer esos tres disparos?”
“Y podría ser un profesional, Dallas. Puedes hacer una lista allí tan fácilmente
como yo puedo.”
“La haré. ¿Pero quién contrataría a un profesional para matar a una víctima
femenina medio tiempo estudiante y medio tiempo camarera, un obstetra y un
profesor de historia de secundaria?”
“Sí, lo está.”
“Sabes, antes de tomar este caso, estaba en mi oficina pensando, oye, una noche
tranquila en casa. Un poco de vino, una pequeña cena, tal vez un video, un
poco de sexo.”
Debido a que él sabía cuánto café bebería en las siguientes horas, empujó su
vaso de agua hacia ella. “Y haremos algo de eso, ¿no es así?”
“La muchacha, Ellissa Wyman. Realmente tenía ese presentimiento, pero tan
pronto como revisé la cinta de seguridad, lo supe. La forma en que voló. Tuvo
que ser un impacto desde lo alto, y nadie en la pista o por los alrededores vio
algo. No haces tres disparos sin que alguien vea algo. Con seguridad no los ves
cuando un policía revisa la cinta, byte por byte, y no ves nada. ¿Las
probabilidades de que descubriera en dónde se iniciaron esos disparos? Yo no
apostaría por mí.”
“Sí, pero eres rico, y me quieres. Tengo la esperanza de que Lowenbaum pueda
ayudar a reducir el área, pero incluso entonces…” Sacudió la cabeza, comió.
Cada bocado del estofado sabía tan bien como olía. “¿La chica? Diecinueve
años, vivía con sus padres. Clase media sólida. Sin novio en la actualidad. Su ex
está en la universidad en Florida. No existía animosidad entre ellos. De hecho,
intentaron la relación a larga distancia casi un año antes de separarse. Todavía
seguían como amigos. Tenía unas pocas citas, pero nada serio. Patinaba por la
alegría de hacerlo, esperando unirse a una compañía de patinaje, empezó
cuando tenía alrededor de ocho años, y se enamoró. Era visitante regular en la
pista, de manera que tengo que considerarla como un objetivo específico.”
“¿Y el último?” dijo Roarke. “El que fue asesinado mientras sostenía la mano de
su esposa.”
“Sí. Presta atención. Hoy era su aniversario. Cinco años. Estaban recreando su
primera cita. Algunas personas sabían que estaban yendo a la pista de patinaje,
pero por lo que he podido reunir, no muchas, era más una cosa personal. Y la
hora en la que estarían allí no había sido comentada.”
“Lo ves como elegido al azar. Todos ellos pueden serlo, pero estás más segura
de que él lo fue. Si uno de los otros era específico, entonces potencialmente dos
de ellos no fueron más que cubiertas, de manera que todo podría parecer al
azar.”
“Creo que todos o dos de tres. Tengo que tener la esperanza de que sean dos de
tres, porque entonces está hecho. O probablemente terminado. Como dijo
Lowenbaum, el francotirador se está sintiendo bastante bien. Más, si uno es un
objetivo específico, maldita sea si descubriré quién y por qué. Pero si los tres
fueron sacados de un maldito sombrero…
Él pensaba como un policía, pero ya que estaba siendo tan útil, no lo insultaría
mencionándolo. “Público, gran impacto. El frenesí de los medios. Ese sería un
motivo elevado para un ASLD. Tal vez tiene un problema con la misma pista de
patinaje. Tal vez su esposa, novia, novio, lo que sea, terminaron con él allí. Tal
vez acostumbraba patinar pero tuvo una lesión de manera que está cabreado
con los patinadores.”
“El padre de ella es Irlandés, tiene un poquito más de acento que tú. Creo que él
y la ex lo llevan civilizadamente, pero dudo de que tengan las comidas de
fiestas juntos, ¿sabes? Pero fueron una unidad alrededor de la hija. Y él, el
padre, se quedó atrás conmigo un minuto, habló acerca de su yerno. Podías ver
que él lo quería. Eso importa,” dijo, alargando la mano hacia su agua, “porque
pienso que él va a ser el menos importante en esto. Si uno de los otros era el
objetivo específico, él será el menos importante. Una ocurrencia tardía.”
Ella alzó la mirada hacia él. “Tú estabas trabajando cuando llegué a casa.”
“No, en realidad había acabado lo que estaba haciendo cuando aquellos diseños
llegaron. Los estaba revisando por segunda vez cuando llegaste a casa. No
tengo nada que necesite hacer.” Él volvió a tomarle la mano. “Lo lamento por la
esposa, los padres, y todas las otras ondas. Pero es la chica, la chica de rojo,
quien me perseguirá. Tenía tanta alegría en su rostro, tal libertad en sus
movimientos. Él acabó con eso. Me gustaría ayudarte a descubrir quién puso
fin a eso.”
Hogar, volvió a pensar ella. Él. En donde podía apoyarse y no perder quién y
qué era.
“Coleccionistas. De las armas tácticas, desde que Lowenbaum supone que allí
hay más probabilidades, pero de cualquier arma que pudiera hacer aquellos
disparos desde fuera del parque.”
Con Roarke en su oficina adjunta, Eve se dedicó a la rutina que nunca era en
realidad rutina. Investigando antecedentes de las víctimas y testigos, del
personal, haciendo correr probabilidades. Escribió un amplio informe, lo leyó, y
añadió más.
Entonces se reclinó hacia atrás, con café fresco en su taza, las botas sobre su
escritorio, y estudió el tablero.
¿Por qué sólo tres? Eso no le daba buena espina. La velocidad y la precisión
decían que este francotirador podría haber matado a una docena, o más, en
cuestión de minutos. Si el motivo, que la regla general aplicaba a los ASLD, fue
el pánico y el miedo: ¿Por qué sólo tres?
¿Todo al azar?
Recibido
La mierda se desataría, de hecho. Los medios harían sonar ese gong y los
asesinatos serían las noticias e historias más importantes por lo menos durante
unos pocos días. Pero si fueran una docena, muertos o heridos, esa sería la
historia más importante durante semanas.
Con más café, ya había llegado a casi la mitad de la lista antes de que Roarke
saliera de su oficina.
“Estoy enterado.”
“La mayoría de las licencias que he investigado son para ricachones. Un par
hasta el momento fueron adquiridas de un pariente. La investigación de
antecedentes es bastante minuciosa, pero eso no significa que tu criminal
violento promedio no pase desapercibido.”
“Un problema en todas las áreas de la vida.” Evadiendo el café, Roarke optó
por dos dedos de whiskey. “Conseguí tus edificios.”
“¿Ya?”
“La parte más larga del proceso fue diseñar un programa que cubra los
requisitos. ¿Después de eso?” Se encogió de hombros, y bebió.
“Los genios electrónicos son útiles. ¿Tienes la lista de los edificios potenciales?”
“Lo soy, y la tengo. Pero pensé que te gustaría tener la imagen. Cuando tu
oficina sea rediseñada, seremos capaces de hacerlo vía holograma, pero por
ahora…” Bajó su whiskey y le hizo un ademan para que se pusiera de pie,
ocupó su lugar, y toqueteó algunas teclas.
“Estos son los límites que me diste, desde la escena del crimen de regreso hacia
el río, con las calles al norte y al sur. Y aquí…” Le dio a otro grupo de teclas, y
los edificios empezaron a desaparecer.
“Muy bien, muy bien, lo entiendo. Se han eliminado los edificios con alta
seguridad. Excelente.”
“Hay más.” Debido a que él era rápido, y ella estaba enfocada en la pantalla,
tiró de ella sentándola en su regazo antes de que pudiera objetar.
“Al igual que yo. Lo que ves son edificios con una línea de visión de los
objetivos razonablemente despejada. Pero…” Manteniendo un brazo alrededor
de su cintura, tecleó un poco más. Otros varios edificios desaparecieron.
“Eliminé aquellos con un nivel de seguridad de medio a alto. Puede que
necesites incluir esos en algún punto, ya que siempre hay maneras de evadir la
seguridad, pero por ahora, aquellos que quedan tienen de cero a bajo nivel.
Apartamentos, hoteles de rango medio, hostales y albergues, tu ocasional
estudio para bailar o para clases de arte o lo que tengas, un par de espacios para
oficinas.”
“Con nivel bajo disponible, ¿para qué arriesgarse a los de nivel alto? Pero sí, es
mejor tenerlos a la mano si nada más da resultado. Si yo pudiera…”
“Las azules son tus posibles puntos, ventanas o azoteas de esos edificios. Las
rojas son de alta probabilidad, otra vez teniendo en cuenta tu teoría con
Lowenbaum, desde el este, edificio de baja seguridad.”
Empezó a ponerse de pie para echarle un vistazo de más cerca, pero fue sentada
otra vez. Y considerándolo todo, se relajó allí.
“Y sexo.”
“Esto probablemente clasifica para sexo por agradecimiento.” Pero por ahora,
volvió a cambiar de postura, estudiando la pantalla. “¿Qué hay acerca de los
edificios con alta probabilidad que también tienen pantallas de privacidad
standard?”
“Y ventanas que puedan abrirse. ¿Por qué disparar a través del vidrio? ¿Por qué
tener que cortar el vidrio?, a menos que el ASLD usara su propia oficina o
ventana de su casa. Eso deja un rastro para seguir.”
“Dame un minuto. No, puedo trabajar alrededor de ti muy bien,” dijo cuando
ella empezó a ponerse de pie otra vez. “Aunque tu nuevo centro de mando
simplificará esto también.”
Recibido. Trabajando.
“Sé cómo hacer hologramas.” Más o menos. “Incluso con este equipo.”
“Puedo trabajar con veintitrés. Y si esto me lleva al nido, puedes contar con
intenso sexo por agradecimiento.”
Ella puso los ojos en blanco. “Esto todavía no me ha llevado a ninguna parte.”
“Eso está más allá de mis capacidades programadoras. Pero hasta que cobre mi
tarifa, querrás hacer búsquedas cruzadas de las licencias, y las víctimas, con los
veintitrés edificios.”
“Justamente correcto. Antes de que haga eso, déjame preguntarte esto: Tu eres
un ASLD, organizado, hábil, controlado.”
“Pregunta interesante.” Él alzó otra vez su whiskey para meditarlo. “La ventaja
allí sería el tiempo. Tendrías todo el tiempo del mundo para observar el área de
tu objetivo desde ese nido. Completa privacidad, y la oportunidad de hacer
cualquier cantidad de disparos ficticios de prueba desde esa posición.”
“Ah. No había pensado todavía sobre eso último, pero es pertinente. Práctica, y
práctica desde el lugar exacto. Eso pesa. ¿Desventajas?”
“Así lo haría yo.” Ella asintió, ya que su razonamiento había corrido a lo largo
de las mismas líneas. “No puedo dejar de lado lo otro, pero así lo haría yo.
Intercambiaría la conveniencia de operar desde mi propio espacio por el riesgo
menor de utilizar un espacio temporal. Hoteles, lugares para trabajar o vivir
alquilados dentro de los últimos seis meses. Él es controlado, pero no puedo
verlo usando un espacio alquilado por más tiempo. Muy bien.”
Roarke la retuvo en su lugar por un momento más, y luego la soltó. “¿Por qué
no realizas esa búsqueda cruzada? Yo hará lo otro.”
Ella se puso de pie, como hizo él, pero se volvió hacia él. “Cuando suceda la
remodelación de esta oficina, puedes trabajar aquí en este tipo de cosas, si lo
quisieras. Sacar todo lo policial de tu propio espacio.”
“Lo sé. Añadiremos eso al sexo por agradecimiento. Volveré a echar un vistazo
a los diseños cuando termine esto, y escogeré uno.”
“Sí, si es así.”
Nada de éste se veía como la casa espartana y básica de una policía en la que
ella había vivido, no con todo el color, el desorden y la niña.
Cuando Bella aparecía en su mente, ella recordaba la fiesta. Tenía que ir a una
fiesta de cumpleaños de un bebé, en donde seguramente habría más bebés.
Gateando o caminando en esa forma tambaleante, haciendo esos extraños
ruidos.
“Hoteles, incluyendo un hostal están marcados para ti, y varios alquileres en los
últimos seis meses. He puesto aquellos alquilados a familias con hijos y los
espacios para oficinas de múltiples usos o con más de tres trabajadores al final
de la lista.”
“El otro tiene una gran residencia en el parque, está en busca de un diseñador.
Este no me suena, no es muy hábil con las armas de acuerdo a sus antecedentes,
pero podría haber minimizado eso. Pero además de eso, vive con la esposa
número tres, tiene una niñera que vive con ellos para el hijo con la esposa
número tres, y un hijo adolescente de la esposa número dos vive con él la mitad
del tiempo. Tiene un ama de llaves a tiempo completo, no es un droide. Pero yo
apuesto que tiene un lugar privado en su propiedad, de manera que le
echaremos un vistazo.”
“Sí, eso es lo que pienso. Otro lugar público, otro ataque múltiple. Si ese es el
plan, él ya lo tiene seleccionado, explorado, y tiene su nido. Cualquiera, en
cualquier lugar, en cualquier momento. Tiene las cartas en sus manos ahora.”
“Pero no puedo agregar más a ellas esta noche, no con lo que hay aquí. Morris,
Berenski, puede que ellos añadan algo más mañana. Peabody y McNab están
trabajando su lado. Voy a conseguir un perfil de Mira, ver si eso mejora las
cosas. Este no es un profesional.” Entrecerró esos ojos de policía volviendo a
mirar el tablero. “Un profesional no asesina tres objetivos no relacionados, y
ellos no están conectados. Corrección, un profesional haciendo un trabajo no lo
hace. Podríamos tener a un profesional que se ha vuelto loco, pero éste no fue
un asesinato por contrato, o no es probable. El cliente podría haber pagado para
matar a tres, con dos como cubierta. No puedo ignorar ni siquiera eso.”
“Sí, sí, sí.” Echó una última mirada a la chica de rojo. Como Roarke dijo, ella
perseguía. “Muy bien. Démosle otro vistazo a los diseños.”
“Eso me estará molestando hasta que me decida. ¿Cuán difícil puede ser
escoger algo?”
“Eres una mujer rara, querida, ya que no sólo crees eso de verdad, sino que lo
haces cierto.”
“No me gusta mucho este. Los colores son como muy afeminados, y los
muebles son como… no sé, lineales e… impecables. Tan llanos que se ven
sofisticados. No sé la palabra, pero eso es lo que me parece. Quiero decir, la
disposición está bien, en donde ella ha colocado las cosas, pero las cosas me van
a hacer sentir como si estuviera en el espacio de alguien más.”
“¿Pero?”
“Bueno, los colores son fuertes. Los colores fuertes son buenos, supongo, pero
son un poco agresivos. Distraen, supongo.”
Ella no sabía qué nombres estrambóticos utilizaban los diseñadores para los
colores. Sandeces como Beige Contento, Retiro Zen y Llovizna de Chocolate.
Para ella eran marrones, y tipos de verdes y blancos que no eran brillantes y
resplandecientes.
“Sí, ves, los colores están bien, y son apacibles pero no afeminados. No están
diciendo, Oigan, mírenme. Es más como si hubiesen estado allí un tiempo. Y el
centro de mando luce, bueno, al mando. Nada de sonseras. Pero, supongo, la
mayoría de las otras cosas no se ven como si alguien más viviera con ellas.”
“¿Quieres tomarte unos cuantos días, pensarlo, hacer cualquier cambio que
pudiera ocurrírsete?”
“Déjame eso a mí.” Se volvió hacia ella, la tomó de los hombros, y la besó en la
frente. “Esto será bueno para ambos.”
“Sé eso, también. No lo voy a extrañar. Recuerdo cómo me sentí la primera vez
que me trajiste aquí, cuando vi lo que habías hecho por mí. Eso no cambia.”
“La razón por la que lo hice para ti tampoco cambia.” Le deslizó un brazo por la
cintura, y la guio hacia afuera. “Espero que recuerdes cómo te sentiste la
primera que te llevé a mi dormitorio.”
“Bien, ya que ella tendrá los diseños para el dormitorio para que nosotros los
veamos en uno o dos días.”
“Absolutamente.”
“Pero el dormitorio…”
“Es nuestro, pero fue diseñado por mí. Ahora nos reflejará a ambos, nuestras
necesidades, deseos, gustos.”
“Sabes lo que te gusta, y lo que no. ¿Y no será interesante ver cómo todo se
mezcla? E igual que con tu oficina, tienes que sentirte cómoda. También tiene
que ser cómodo para mí, de manera que tomará más trabajo que los dos
minutos que pasaste eligiendo el diseño de tu oficina.”
“Así como tú eres, vamos a hacer el amor otras cinco docenas de veces en ésta
antes de que se vaya.”
“Piensa en ello como un ensayo para desvestirnos,” dijo él, y la levantó en sus
brazos.
Ya que era difícil reír y protestar al mismo tiempo, simplemente lo dejó hacer,
de manera que cuando cayó en la cama, lo envolvió con sus piernas, botas y
todo.
Aquí estaba el pago por un día largo y difícil. Su cuerpo la presionaba, esa boca
mágica creando calor, propagando excitación. Ningún pensamiento oscuro
presionando como dedos sangrientos contra un vidrio, empujando, empujando
para entrar. Aquí, ella podía tener, podía tomar, amor.
Oyó el click mientras los dedos de él, tan mágicos como su boca, desabrochaban
el arnés de su arma. Se movió para que él pudiera sacarlo y tirarlo hacia un
lado.
Cuando sus dientes bajaron raspando levemente el lado de su cuello, pensó: Sí,
las tienes. En respuesta, ella presionó hacia arriba, centro contra centro.
Se las arregló para quitarse las botas con los dedos de los pies, la subida y
bajada de sus caderas con el esfuerzo los satisfacía a ambos. En vez de quitarle
Las volvió a bajar para desabrochar un botón, y abrir muy, muy lentamente el
cierre.
Podía pasarse años con ella, con sólo acariciarla. Los pechos firmes y el largo y
delgado torso debajo de la delgada y sencilla camiseta, el tenso vientre, las
estrechas caderas.
Le bajó los pantalones, sólo otra pulgada, pasó la punta del dedo debajo de la
cintura de la braga, tan sencilla como la camiseta. Su policía no estaba hecha
para el encaje y los volantes. Y aun así aquellas prendas interiores sencillas y sin
adornos nunca fallaban en seducirlo.
Así como sabía que ella se había relajado, había puesto todo lo demás a un lado,
la sangre y la muerte, por esto. Por él. Por ellos. De manera que le daría todo lo
que tenía en este tiempo lejos del frío y la oscuridad.
Ahora él le quitó el suéter por arriba, y la camiseta con él. Cuando él acunó en
las manos sus pechos, ella acunó su rostro en las suyas. Sonrió.
“Esto es agradable.”
“Soy consciente,” dijo ella, haciéndolo reír mientras sus labios rozaban los de
ella.
Ella podía hacerlo más que agradable, también, pero no le importaba ir a ese
paso. Por ahora. Como deslizándose hacia lo cómodo. Debajo de su camisa, ese
cuerpo disciplinado y fuerte era suyo para tocar y para tomar, toda esa piel
cálida, esos músculos tensos.
Sin aliento, cegada, ella tiró de él hacia ella, ahora rodando juntos sobre el lago
azul de la cama mientras ella luchaba por quitarle el resto de la ropa.
Cuando ella se vino otra vez, todo lo que podía ver eran los salvajes ojos azules
de él.
Después de un largo rato, después de que ambos yacían sin fuerzas, como
supervivientes de algún brutal accidente, él volvió la cabeza lo suficiente para
rozar su garganta con los labios.
El sólo sonrió, entonces se puso de pie y agarró una botella de agua. Después de
beber, se la tendió. “Hidrátate.”
Ella se apoyó en un codo e hizo justamente eso. Pero cuando empezó a alargar
la mano hacia su arma en el tobillo, él le tomó las manos.
“Todavía no.”
Y apoyada en sus codos, un arma en su tobillo, otra colocada sobre los hombros
de ese esbelto y desnudo cuerpo de guerrera, le removió algo más
completamente.
“¿Me has imaginado llevando mis armas sin una camisa? ¿O pantalones?”
“Ahora veo que incluso mi excepcional imaginación se quedó corta. Así que,
Teniente.”
“No es posible que puedas…” Bajó la mirada, vio que él definitivamente podía.
“¿Cómo hiciste eso?”
“Es algo que tiene que ver con ser retorcido, supongo.”
En la oscuridad, él la saqueó hasta que ella estuvo vacía. Hasta que él se dejó ir
y se vació dentro de ella.
Eve despertó en grados muy lentos, como alguien que hubiese sido drogado.
Cuando su mente despertó lo suficiente para hacer funcionar sus ojos, los abrió.
Su mente ya había revivido lo suficiente, primer grado, para oler café.
Roarke bebía el suyo en el sofá de la sala de estar, con una tablet en una mano, y
los reportes financieros apareciendo en la pantalla de pared.
Ya se había vestido como el gobernante del mundo de los negocios. Hoy llevaba
un traje gris oscuro, una camisa unos cuantos tonos más clara, una corbata
perfectamente anudada que tenía el gris en delgadas rayas sobre un fondo azul
marino.
Ya que sus botines eran del tono exacto que el traje, imaginó que uno había sido
hecho para él para que hiciera juego con el otro. Sus calcetines, decidió,
probablemente también hacían juego.
Y, aunque apenas eran las seis, apostaba su trasero a que él ya había puesto en
marcha tratos o tomado decisiones y dado órdenes en cualquier cantidad de
países extranjeros y proyectos fuera del planeta.
Ella, por otro lado, tenía que ordenarse a sí misma a sentarse, a salir de la cama,
sin gruñir.
Si el orden mundial dependiera de ello, tal vez pudiera regresar a aquellos años
de sustituto de café y duchazos con hilitos de agua.
Tal vez.
Y tal vez era algo condenadamente bueno que ella no fuera responsable del
orden mundial, sólo de los homicidios en Nueva York.
Él bajó la tablet, la cerró de una forma que hizo temblar sus instintos de policía,
sólo un poquito.
“Sí, sí. La enmarcaremos con las de mis amantes, Julio y Raoul, los gemelos.
Mientras tanto.”
Avena. Debería de haberlo sabido. Al menos había rodeado el tazón con algo de
tocino, una cucharada de huevos revueltos que se veían cremosos, y había un
platito de frutas silvestres, otro de azúcar moreno, la de verdad.
Primero Roarke le lanzó al gato una mirada que hizo que Galahad se sentara
para lavarse vigorosamente. “Charmaine me envió el gráfico de un diseño para
el dormitorio, tarde anoche, parece. Cuando nosotros estábamos ocupados en
otras cosas. Sólo quiere saber si está yendo en la dirección correcta. No pensé
que tu quisieras ver algo tan temprano, o querer pensar en ello.”
Eve sólo giró el dedo otra vez mientras agregaba una pila de frutas y otra de
azúcar moreno a su avena.
“Estoy de acuerdo.”
Ornamentada era la palabra allí, también, y enorme con sus cuatro postes altos
y fuertes y tanto la alta cabecera como el largo pie de cama estaban bordeados
de un marco tallado con símbolos celtas. Todo de madera oscura, lujosa y
lustrosa que se veía antigua e… importante.
Aun así.
“Yo…”
“Si no te gusta…”
“Yo la encontré, hace meses. Esta almacenada ya que la compré por impulso, y
luego me di cuenta que lo más probable es que tu quisieras algo sencillo.”
Mientras ella continuaba estudiándola, él alzó su café. “La cama tiene una
historia, si la quieres escuchar.”
“Oigámosla.”
“Muy bien. Había un Irlandés algo acaudalado y de buena posición social que
la hizo construir como su lecho matrimonial, aunque todavía tenía que
encontrar a su novia.”
“Un optimista.”
“Bueno, espera a oír el resto. Un día, al parecer, él caminaba a través del bosque
como lo hacía a menudo, y se encontró con una mujer sentada a la orilla de su
río. No era la joven belleza que una vez había imaginado como su novia, pero
era una mujer guapa que atrajo su mente. Una que vivía en una bonita cabaña
no lejos de la mansión.”
Reflexionando, Eve comió más avena con buena cantidad de frutas y azúcar.
“Debería de habérsela encontrado antes. Quiero decir, cuántas personas vivían
en los alrededores, y…”
Con una sacudida de la cabeza, Roarke probó los huevos. “Tal vez estaba
destinado para ese tiempo y ese lugar. En cualquier caso,” continuó, antes de
que ella pudiese volver a interrumpir con su lógica, “se encontraron, y
conversaron. Y comenzaron a salir juntos a pasear de vez en cuando durante la
primavera hasta el verano. Él supo que ella había enviudado apenas un mes
después de haberse casado con su joven esposo, y nunca se volvió a casar.
Hablaron del jardín de ella y de los negocios de él, y de los chismes y la política
actuales.”
Roarke le lanzó la mirada que a menudo le lanzaba al gato. “Esta fue una
amistad que forjaron, una fuerte amistad, y el hombre nunca pensó en el amor
durante ese año, ya que él creía que ese tiempo para él ya había pasado. Pero él
la valoraba, su persona, su mente, su forma de ser, su humor. De manera que se
lo dijo, y le preguntó si quería casarse y serían compañeros por el resto de sus
días. Cuando ella estuvo de acuerdo, él se puso contento, pero nunca pensó en
abrir la habitación o usar la cama que una vez había mandado a hacer. Pero fue
a esa habitación a donde ella lo llevó en su noche de bodas. Y la cama relucía a
la luz de la luna, y la primavera entraba por las ventanas. Las sábanas estaban
frescas y blancas, había flores del jardín de su propia cabaña en jarrones, las
velas estaban encendidas. Y en ella él vio a la novia que una vez se había
imaginado. No la joven belleza, sino la mujer, la sustancia, la constancia, la
sensatez, y la bondad. Y en esa cama matrimonial, la amistad, fuerte y
Una linda historia, obviamente pamplinas, pero bonita. De manera que Eve
asintió. “Nos quedamos con esa cama definitivamente.” Y se dio cuenta que se
había comido la estúpida avena sin siquiera pensarlo. “¿Qué color es ese? El
cubrecama.”
“Porque lo es.”
“Tonto.”
“Como a mí, de manera que haré que Charmaine comience a trabajar desde
allí.”
¿Por qué tenía tantísimas? ¿Por qué parecía que había más para elegir cada vez
que entraba allí?
“Estaré en el centro de la ciudad la mayor parte del día,” le dijo a ella cuando
salió para vestirse. “Tengo un recorrido en el An Didean esta tarde.”
“Lo veremos con este recorrido, pero ha estado yendo muy bien. Deberíamos
poder tomar residentes para Abril.”
“Ese es el plan.”
El largo y blanco túnel que llevaba hacia los muertos llegó como un alivio,
incluso cuando pasó por una puerta y oyó a alguien riéndose a carcajadas.
Pasó empujando las puertas a la sala de autopsia, al aire frío y los calmantes
compases de la música clásica.
Morris tenía una capa protectora sobre su traje gris-acero. Llevaba una camisa
azul del mismo color que las delgadísimas líneas de la chaqueta de su traje y se
había entrelazado un cordón del mismo color a través de la complicada trenza
de su oscuro cabello.
Los micro lentes magnificaban sus ojos cuando los levantó del cuerpo de Ellissa
Wyman.
“Muy a menudo sucede. Pero para nuestros invitados, lo peor ya se acabó. Ella
me hizo pensar en Mozart.” Ordenó bajar el volumen de la música hasta un
murmullo mientras se levantaba los micro lentes. “Tan joven.”
Ya la había abierto, y gesticuló con una mano sellada manchada de sangre hacia
su pantalla.
“Un refrigerio antes de entrar al hielo. Tienen carretillas vendiendo ese tipo de
cosas justo fuera del parque. Había estado patinando menos de veinticinco
minutos antes de recibir el disparo.”
“Estuvo muy cerca, de manera que fue un disparo de alta potencia. De haber
ella sobrevivido a esto, habría quedado parapléjica sin un largo, costoso y
brillante tratamiento. Pero con la intensidad del golpe, se hubiera ido en
segundos.”
Podían no gustarle los órganos internos, pero Eve hacía tiempo que había
dejado de ser quisquillosa en las autopsias. De manera que aceptó los lentes que
Morris le ofrecía, y echó una mirada más de cerca.
“Así es. Con un bazo reventado, como lo estaba su hígado.” Hizo un gesto hacia
su balanza, en donde ese particular órgano se asentaba.
“¿Las lesiones internas como estas son usuales con un disparo laser?”
“El rayo pulsa, vibra, una vez que alcanza el objetivo, ¿correcto?”
Enderezándose, Eve se quitó lo lentes. “He oído sobre esto. Está proscrita en
armas policiales, en colecciones.”
Luego de poner a un lado los lentes, Eve estudió el cuerpo de Wyman, se volvió
hacia los dos que esperaban por Morris.
“De manera que alguien puso sus manos en un arma militar, o adaptó otra al
nivel militar. Y alguien quería asegurarse de que estas tres personas murieran.”
“Es difícil ver por qué alguien podría querer terminar con la vida de esta joven
mujer. Claro que, ella podría haber sido una zorra despiadada con una lista de
espera de enemigos.”
Mientras hablaba, Eve dio vueltas alrededor del cuerpo, una chica joven, esbelta
que nunca había sabido lo que la golpeó. “Todavía tenía amistad con su ex-
novio. Eché un vistazo a su dormitorio ayer cuando notifiqué a sus padres. Era
del tipo femenino, pero no se pasaba de la raya. Ningún alijo oculto, ni mierda
rara en sus electrónicos, aunque los del departamento de electrónica van a echar
una buena mirada allí.”
“Así es como lo veo yo,” estuvo de acuerdo Eve, “en este momento en cualquier
caso. Su familia va a ponerse en contacto contigo para verla.”
Apartándose de Wyman, Eve estudió a las otras víctimas. “Si había un objetivo
específico, pienso que era la segunda víctima.”
“Michaelson.”
“Sí. Pero es sólo una teoría, sólo una reacción visceral. No tengo nada en qué
basarme.”
“Él supo lo que lo golpeó. De acuerdo a los testigos que trataron de ayudarlo,
estaba consciente, vivo, al menos durante uno o dos minutos.”
“Uno o dos minutos agonizantes,” añadió Morris, asintiendo. “Esa podría ser
parte de la razón para tu reacción visceral sobre él.”
“¿Parte de ella?”
Él le sonrió, sabiendo que, especialmente por ser policía, ella se cuidaba mucho
de no inmiscuirse en los asuntos personales, o en la información personal, de
los colegas.
“Sí, tarde o temprano. No sé mucho sobre este tipo de arma, pero aprenderé.”
Volvió a bajar la mirada hacia Ellissa. “De manera que podamos hacer lo mejor
por ella y los otros.”
“Voy a ir a ver si Dickhead sabe tanto acerca de las armas laser como dice
Lowenbaum que sabe.”
“Buena suerte. Ah, Garnet me dice que vais a ir a tomaros unas copas.”
“¿Qué? ¿Quién?”
“DeWinter.”
Incómoda, Eve se metió las manos a los bolsillos. “No es asunto mío.”
“Tal vez. En algún momento.” Ante sus cejas arqueadas, ella siseó. “Sí, está
bien, se lo debo por evitarnos tantísimos trámites burocráticos. ¿Ella te
convenció para que me insistieras con eso?”
Bastante seria al respecto, ella lo dejó a él con los muertos. Estaba cerca de la
salida cuando Peabody entró, con las mejillas sonrosadas del frío y usando sus
botas de invierno rosadas con la parte superior recargada.
Mientras Eve marchó directamente hacia afuera, Peabody dio media vuelta y la
siguió. “¿Morris tenía algo?”
“No empieces.”
“Ya lo hice, pero lo dejaré para después. Así que él estaba trabajando con eso, y
yo empecé con la lista de testigos. Como dije en mi informe, el pobre niño con la
pierna rota y sus padres no vieron nada hasta que cayeron sobre el hielo.
Entonces todo lo que realmente vieron fue al niño, y a la chica. Sucedió todo
muy rápido. Ellos a punto de salir de la pista cuando sucedió, estaban mirando
hacia otro lado, y ¡bam!”
“Si esto fue completamente al azar…” Peabody echó una mirada a la gente en la
calle, a los edificios y a todas las ventanas que estaban siendo abiertas.
“No dije que crea que fue al azar. Quiero los resultados completos de Morris, y
vamos a empezar a revisar los edificios de la lista corta que Roarke calculó. La
primera víctima, en mitad de la espalda, un disparo de alta potencia con ecos.”
“¡Se lo que eso significa! McNab me lo explicó anoche. Ecos significa que el
disparo está diseñado para expandirse una vez que alcanza el objetivo.”
“No habría sobrevivido a él, tenía pocas probabilidades, en todo caso. Casi
cercenó su columna vertebral. Eso me dice que el asesinato era imperativo, no
sólo el disparo. Y tal vez por eso se detuvo en tres. Empieza el pánico, la gente
corre a cubrirse, o se amontona, o se agacha. Consigues algunos disparos
sólidos, pero tal vez no lo bastante sólidos como para matar. De esta manera, él
les da a tres de tres.”
“No corras riesgos, baja tu porcentaje.” Peabody soltó el aliento mientras Eve
giraba hacia el laboratorio. “¿Cuántos edificios hay en la lista corta?”
“Es correcto.”
“No tenemos eso todos los días. Rifle laser de largo alcance, Lowenbaum tenía
razón en el modelo, supongo.”
“Tiene que ser de grado militar. Morris dijo que la primera víctima, hasta donde
había llegado esta mañana, tenía daños en los órganos internos.”
“Tú te ocupas de los muertos. Yo me ocupo del arma. El forense dice que es de
grado militar, ecos, eso es concluyente para mí, ya que eso es lo que estoy
viendo en la cinta de seguridad. Hablé con Lowenbaum, y ambos estamos de
acuerdo en esto.”
“Tienes que considerar que el rango de alcance de una Tact-XT de grado militar
es, en su record conocido, de casi cinco kilómetros.”
“Peabody.”
Él lo ejecutó una vez, se encorvó hacia adelante. Lo ejecutó una segunda vez.
“¿En dónde conseguiste esto? ¿En la Agencia de Seguridad Nacional?
“Roarke.”
“¿Para qué? Tengo a tres personas muertas, por todos los cielos.”
“Esto es una jodida genialidad.” Volviendo a ejecutarlo una vez más, Berenski
se frotó la nuca. “Puedo ver que a esto se le puede hacer un ajuste de precisión.”
“No voy a joderlo, estoy diciendo que si él o su gente le dan a esto un ajuste de
precisión, él podría venderlo por… supongo que él no necesita hacerlo.”
“Se lo envié, pero fue bastante tarde anoche. Puede que todavía no lo haya
visto.”
“Cuando lo haga, va a decir lo mismo que yo. Estas tan cerca a la precisión
como puedas llegar. Mira aquí, él calculó la variación del viento en el momento
de los disparos, la temperatura, humedad, el ángulo de los disparos, el lapso de
tiempo entre ellos, la elevación, la línea de visión. Todo está aquí. Vas a estar
recorriendo edificios durante semanas para revisarlos, pero tienes una dirección
sólida.”
“Saca los edificios con un nivel de seguridad medio alto.” Eve volvió a lanzarle
una mirada a Peabody.
“Genial. Sí, sí, es difícil pasar ese tipo de arma a través de la seguridad.”
“Por ahora, elimina las oficinas con varias personas, residencias con familias.”
“Entonces sabes. Si usó uno, eso podría cortar un poco el rango, pero nadie oyó
nada. Eso va a depender en cómo quiso hacerlo, eso es todo. Con toda
seguridad estás tras alguien que sabía lo que estaba haciendo. Eso es habilidad,
Dallas. Una importante habilidad. ¿Ese último disparo? No fue sólo habilidad.
Eso fue jodidamente arrogante.”
Aunque le jodía un poco estar de acuerdo con Dickhead, Eve había pensado lo
mismo. “La arrogancia se vuelve descuidada.”
“Tal vez.”
Eso significaría batallar con la inexpresiva asistente de Mira, pero una consulta
con la más importante perfiladora y psicóloga de la NYPSD era invaluable.
“Van a empezar en este sector, trabajando hacia el este desde Madison. Peabody
les va a dar los edificios marcados basados en este programa. Es un tiro al aire.”
“Es lo más probable. Estoy trabajando en una consulta con Mira, pero
llevándome por porcentajes y probabilidades, es un hombre soltero, con
entrenamiento militar o policial. Un solitario. Uno no hace esos disparos sin
entrenamiento y práctica, de manera que usen su sentido común en ello. En los
hoteles y albergues, busquen a alguien que llegara con poco equipaje. Él
“Estoy en ello.”
Sola, se acercó a su ventana, miró hacia fuera. Ella se juzgaría como una
tiradora decente con un rifle laser. Mejor, muchísimo mejor, con un arma de
mano, pero buena con la más grande.
Y calculando, suponía que podía matar, lisiar, o herir con facilidad a una
docena desde el ventanuco de su oficina en menos de un minuto.
Se dio la vuelta cuando oyó venir a Mira. Esos rápidos repiqueteos que
indicaban alguna especie de tacones elegantes.
El suave cabello negro de Mira se curvaba en una melena corta que dejaba ver
unos aretitos en donde una diminuta perla estaba montada sobre una piedra
roja.
¿Cómo alguien podía pensar con la claridad suficiente por la mañana para
coordinar exactamente eso, y no lucir como un droide a la moda, sino como un
humano accesible?
“El precio es un poco de ese café. Iba a pedirte un té, pero entonces olí tu café.”
Mira puso a un lado su abrigo, su bolso, blanco con una tira central de un
sorprendente rojo llamativo, y se acercó al tablero de Eve.
“Vi las noticias de los medios, y leí tu informe. ¿Todavía no hay una conexión
discernible entre las víctimas aparte de haber estado en la pista de patinaje?”
“Ninguna, y sólo unas pocas personas sabían que la tercera víctima estaría allí,
e incluso eso es vago en la coordinación del tiempo.”
“Ya veo. Y eso te lleva a sospechar que la segunda víctima era el objetivo
específico.”
“Eso, y el hecho de que el tirador tenía que haber organizado esto con
anticipación, y la presencia de la tercera víctima no estaba escrita en piedra. La
primera víctima… es baja la probabilidad de verla como un objetivo específico.
A menos que volvamos a que sea puramente al azar. El atuendo rojo, la
habilidad en el hielo.”
“Si la víctima era específica, el asesino escogió esta pista pública, mató a otros
para cubrir la especificidad, y eligió una manera de matar difícil. Ambas
sabemos que existen muchas formas más directas y simples para terminar una
vida, pero el método es parte del propósito y la patología. No sólo es hábil, sino
que la habilidad es parte de su autoestima, de su ego.”
“Ahí lo tienes,” murmuró Eve, añadiendo eso a la imagen que ella necesitaba
armar en su cabeza.
“Diría que el provocar pánico, causando la furia de los medios fue ciertamente
parte de su motivo. También, la distancia, no sólo la habilidad involucrada,
sino la distancia en sí misma, añade ecuanimidad. Un objetivo, no un ser
humano. Ese sería el pensamiento de un francotirador militar, o un asesino
profesional.”
“Verifica eso con alguien conectado a ella, esposo, amante, hermano, padre.”
Eve asintió, añadiéndolo a la imagen. “Raro pero no imposible, que estemos
lidiando con un francotirador femenino. Si ponemos esos límites, podría ser
eso. ¿Por qué volver a matar? Excepto…”
Eve miró hacia su tablero. “Sí, realmente un buen día. Nos estamos dirigiendo a
la oficina de Michaelson ahora. Tal vez demos con algo.”
“Si él continúa con tres, eso me va a decir que tres significan algo para él. De
otra manera, él matará más la próxima vez. Es el ego, ¿correcto?”
“Cuando éste juega una parte demasiado grande, conduce a cometer errores.
Tal vez ya ha cometido uno. Sólo tengo que descubrirlo. Debería ponerme en
marcha. Agradezco tu tiempo.”
“Y yo el café.” Mira le entregó la taza vacía a Eve, y sonrió. “Me encanta esa
chaqueta.”
“¿Esta?” Como ya había olvidado lo que estaba vistiendo, Eve miró hacia abajo.
“Me encantan esos tonos terrosos. Yo no puedo usarlos, pero son tan perfectos
para ti. No quiero demorarte,” dijo Mira mientras reunía sus cosas. “Estoy
disponible cuando me necesites en esto, y quiero añadir que estamos a la espera
“Va a sufrir por el primo que quería, aun cuando ese hombre dejó de existir, si
es que alguna vez lo hizo, mucho antes de su muerte. Pero lo está llevando bien.
Iba a alentarlo para hacer un viaje, un tiempito lejos para nosotros, pero me di
cuenta de que él necesita el hogar y la rutina en este momento. De manera que
la fiesta es una añadidura a eso. ¿Qué es más feliz que una primera fiesta de
cumpleaños?”
En la puerta principal de la casa bien conservada había una simple placa que
decía DR. BRENT MICHAELSON, y debajo de su placa había una que decía
FAITH O'RILEY.
El área estaba ocupada por tres mujeres embarazadas, una con un niñito
encaramado en lo que quedaba de su regazo, una mujer delgada en sus veinte,
que se veía aburrida mientras revisaba su computadora personal, y una pareja
acurrucados juntos, agarrados de las manos.
La recepcionista, una mujer bonita con la piel del color del oro fundido, se
mordió el labio. Sus ojos se anegaron. “Si pudieran entrar por la puerta de la
derecha, por favor.” Se giró en su silla para hablar con un hombre vestido con
una bata azul de laboratorio. “¿George, podrías decirle a Marta que la… su cita
está aquí?”
El hombre tenía los ojos del mismo color que su bata. No se mordió los labios
mientras sus ojos se anegaban, pero los presionó y se alejó.
La puerta llevaba hacia un corredor con cuartos para exámenes, del tipo de
cuartos que siempre hacían que se le hiciera un nudo en el estómago a Eve. La
recepcionista entró en el corredor.
“Ustedes no cerraron.”
“No, tenemos al Doctor Spicker tomando los pacientes del Doctor Michaelson, y
la señorita O'Riley viendo a los suyos y a otros. Tratamos de atender a todos los
que están citados. El Doctor Michaelson y el Doctor Spicker estuvieron
hablando acerca de que el Doctor Spicker se uniera a la práctica, de manera que
Marta sintió…”
Pasaron por una sala con un par de sillas, encimeras con tablillas sujetapapeles,
tubos y tazas, y una balanza en donde alguien más en una bata de laboratorio,
con un estampado de flores, pesaba a otra mujer embarazada.
“Ah, desde que el Doctor Spicker era un niño. Las familias son amigas, y el
Doctor Spicker acaba de terminar su residencia. Marta, la oficina de la señorita
Beck está…”
“Pasen, por favor. ¿Les gustaría un té? No puedo ofrecerles café. No tenemos
nada en las oficinas.”
“Estamos bien.”
Eve tomó asiento en una silla con respaldo recto de la organizada oficina. No
era fría, supuso, con un par de florecientes plantas verdes, una fila de elegantes
tazas de té, incluso un pequeño sofá con elegantes cojines.
Marta se sentó detrás de su escritorio, cruzó las manos. “¿Tiene usted algún
sospechoso?”
“La investigación está en curso. ¿El Doctor Michaelson tenía algunos problemas
con alguien del personal, con algunos pacientes, alguien de quien usted
supiera?”
“Brent era bien apreciado. Era un buen doctor, uno que se preocupaba, y sus
pacientes lo querían. Tenemos algunas que se han mudado a Brooklyn, Nueva
Jersey, Long Island. Todavía vienen aquí porque él forjó relaciones. La paciente
importaba, Teniente. La pared en nuestra sala de descanso está cubierta con
fotos de los bebés que él ayudó a traer al mundo. Fotos de ellos mientras
crecieron. Trabajé con él durante veinte años. Era un buen doctor y un hombre
bondadoso.” Respiró hondo. “Yo asumí, por las noticias de los medios, que ésta
fue una matanza al azar. Algún lunático.”
Ella suspiró. “Esta pasará a Andy, el Doctor Spicker, si la quiere. Brent discutió
eso conmigo cuando Andy todavía era residente. Los padres de Andy son, eran,
“Cualquier doctor, por bueno que sea, que haya trabajado durante un par de
décadas tiene pérdidas.”
“Por supuesto.”
“Por supuesto,” volvió a decir ella. “Hace varios años Brent tuvo una paciente
que perdió a su hijo, abortó en su séptimo mes después de que su pareja la
golpeara severamente. La dejó inconsciente en el piso, y para cuando recuperó
la consciencia, fue capaz de llamar al nueve uno uno, era demasiado tarde. El
hombre que ocasionó eso amenazó a Brent cuando fue juzgado, cuando Brent
testificó. Pero ese mismo hombre fue asesinado en prisión hace dos años.
Asumo que ese es el tipo de cosas a las que usted se refiere.”
“Volvió a venir donde Brent dos años después cuando había vuelto a concebir
con un joven muy agradable con el que se casó poco después. Tienen una
adorable hija. Su fotografía está en la pared, y la madre permanece como
paciente. Hay unas cuantas, y como cualquier práctica hemos lidiado con
demandas por negligencia. Pero hablando de una amenaza de verdad, esa es la
única de la que yo sé.”
“Ninguno. Esta puede ser una práctica exigente de manejar, ya que Brent tendía
a pasar más tiempo de lo acostumbrado con las pacientes. Aprendí hace años a
considerar más tiempo entre citas. Añadir un asistente personal, hace ocho
años, ha ayudado a reducir el tiempo de espera. Y los planes para subir a bordo
a Andy habrían ayudado mucho más. Pero ese es un punto irrelevante, ¿no es
así?” Apartó la mirada un instante. “Tengo que mantenerme firme aquí. No
podemos derrumbarnos. Nunca había experimento antes este tipo de cosas. La
pérdida, sí, todo el mundo ha perdido a alguien, pero no de esta forma. No
puedo entenderlo. Sé que usted necesita respuestas, pero no las tengo.
Simplemente no puedo pensar en nadie, absolutamente en nadie, que quisiera
hacerle esto a Brent.”
“Tal vez estoy equivocada,” le dijo a Peabody. “Y Michaelson fue uno al azar
como los otros dos. Lugar equivocado, hora equivocada.”
“Bueno, la tercera víctima casi tenía que ser al azar. Pero si yo quisiera
centrarme en uno de los otros, iría por la primera.”
“¿Por qué?”
“¿Investigarla?”
“Vuélvela de adentro para afuera,” dijo Eve. “Trabajo, familia, colegio, amigos.
Encuentra su patrón. En dónde comía, compraba, qué ruta tomaba usualmente.
¿Subterráneo? ¿Autobús? ¿Caminaba? Vuelve a hablar con su familia, habla con
sus amigos, amigos del trabajo, amigos de la universidad, amigos del
vecindario. Tú la investigas a ella, yo me encargaré de Michaelson. Y las dos
tomamos los edificios. Te voy a dejar en la universidad, puedes empezar allí
mientras le doy una pasada a la residencia de Michaelson. Después tomas las
locaciones de York y la Primera Avenida. Yo tomaré la Segunda y Tercera.
Reineke y Jenkinson empezaron a trabajar al este desde Madison, Park, y Lex.
Tu empieza lo más lejos al este como puedas sin meterte al río.”
“Muy bien.” Con un suspirito, Peabody alzó la vista hacia el desagradable cielo.
“Tomaré el subterráneo desde aquí. Es más rápido a que tú me lleves.”
El Doctor Michaelson había vivido bien, pensaba Eve cuando utilizó su llave
maestra para acceder a su respetable edificio de ladrillos blancos. Seguridad
sólida, instalada discretamente, incluyendo un pozo de la escalera muy limpio
mientras tomaba las escaleras hacia el tercer piso en lugar del elevador.
Ya había ordenado que se llevaran los electrónicos y que fueran revisados por
los del DDE, pero quería sentir el lugar en donde vivía.
Tenía una sala de estar espaciosa, abierta hacia una cocina pequeña y ordenada,
un comedor con un par de velas que nunca habían sido encendidas en un par
de fuertes candelabros sobre la mesa.
El hombre tenía debilidad por el helado, el de verdad. Prefería vino tinto, pero
por otra parte, comía saludablemente.
Muchos de los bebés, los realmente recién nacidos, le parecían raros. Parecían
peces, o formas de vida extraterrestre realmente cabreadas. Pero se imaginaba
que Michaelson se había sentido muy orgulloso de saber que él había tomado
parte en traerlos al mundo.
Una cabecera alta, acolchada en la cama con un sencillo cubrecama blanco y una
pila de almohadas enmarcadas en azul marino.
Y libros, notó. Otra vez, los de verdad. Novelas, fácilmente un ciento de ellas en
estantes empotrados o apiladas sobre la mesa de noche.
Puede que éste fuera un día de mierda para recorrer las calles, pero Eve
entrando en un aparcamiento irritantemente caro, dejó allí el coche, y se
encaminó al primer edificio de su lista. A nivel de la calle había un restaurante
francés, una boutique para hombres, y una tienda que se veía elegante con
montones de sofisticados recolectores de polvo. Tres pisos de apartamentos
encima, y todo ello coronado por un estudio de danza y otro de yoga, y
aquellos rematados con una azotea a la cual podían acceder los residentes y los
de los estudios.
El viento era cortante; el hielo aguijoneaba. Pero cuando Eve sacó los lentes de
campo del bolsillo y rectificó su posición, encontró una excelente vista de la
pista de patinaje. A una tremenda distancia, pero ¿con una mira más potente?
Sí, podía ver cómo podía ser hecho.
Estando allí parada se metió en la mente del francotirador. Puede que tuviera
que esperar un rato. Un taburete, alguna especie de asiento plegable ligero.
Dejar descansar el arma en la cornisa de esa forma. Mantener todo firme.
Aun así, sacó unos micro lentes, repasó cuidadosamente la pared, el concreto,
buscando marcas. No encontrando nada, volvió al interior, y entró al estudio de
yoga.
Había una música suave bajo la voz suave y tintineante de la instructora. Eve
decidió que probablemente querría envolver las piernas de la mujer alrededor
de su cuello, atar sus tobillos en un nudo, antes de que terminara una sola
sesión.
Otra pared de espejos, más música a bajo volumen. Pero esta vez, la música
tenía un ritmo duro y fiero, y la única mujer en la sala bailaba por todo el suelo,
pies volando, piernas exhibiéndose, caderas meneándose.
Ejecutó tres remolinos, dando luego una voltereta apoyada en una sola mano. Y
terminando, justo en esa nota, con sus brazos hacia arriba, y la cabeza tirada
hacia atrás.
La mujer de piel oscura húmeda de sudor, agarró una toalla, se secó mientras
estudiaba a Eve.
“Perdí la cuenta dos veces, olvidé el maldito giro de cabeza. Disculpe, ¿desea
usted una clase?”
“Mi información indica que no hubieron clases ayer entre las tres y las cinco
p.m.”
“¿Usted es la instructora?”
“Somos dos. Tuve la mañana y la tarde ayer, mi socia tuvo la nocturna. ¿Por
qué?”
“Necesito saber si alguien estuvo aquí, o en el estudio de al lado, entre las tres y
las cuatro p.m.”
“Yo estuve aquí. Recibí una llamada, para un nuevo musical, hoy. He estado
trabajando en la maldita rutina en cada oportunidad que tengo. Estuve aquí
desde cerca de las seis y media de ayer por la mañana hasta las cinco.”
“Sé que Sensa estuvo aquí antes de las siete. Y ella hizo su meditación de la
tarde cerca de las tres, al menos siempre la hace, no la vi en realidad. Tiene
otras dos instructoras, y una de ellas, Paula, llegó aquí alrededor de las tres,
después de la clase de la tarde, porque también es una bailarina, y vino aquí y
me observó practicar un rato.”
“Sí.”
“No lo creo.” Eve se acercó a las ventanas. “Siete días a la semana,” repitió. “Y
alguien está aquí generalmente, en el piso, por las tardes.”
“Buenos días. Es un sombrío día para andar por allí. ¿En qué puedo
ayudarla?”
Él tenía un rostro tan placentero, redondo y alegre con una voz que le hacía
juego, Eve casi se sintió mal de tener que sacar su placa. Él parpadeó al verla.
“Ah caray, sucede algo malo, Oficial—no, discúlpeme, veo que es Teniente.
¡Teniente!” repitió él antes de que ella pudiese hablar. “Por supuesto, es la
Teniente Dallas. Yo adoro La Agenda Icove, el libro y el video. Espero poder
ayudar a una de las servidoras más dedicada de la ciudad.”
“Yo, también. Estoy buscando a alguien que podría haber tenido una
habitación ayer, más probablemente en el piso noveno o décimo, mirando hacia
el oeste.”
“Ya veo, ya veo. No, por supuesto que yo no veo nada en absoluto, pero
déjeme chequear las habitaciones.”
“Noveno piso, oeste... Tenemos al Sr. y la Sra. Ernest Hubble. Están aquí por
cuatro días, dejando el hotel mañana.”
“Ah, sí. Des Moines. Ellos son huéspedes anteriores, esta es su tercera visita.
Vienen para las ventas de inventario y un espectáculo.”
“Deme a alguien que se haya retirado esta mañana o a finales del día de ayer.”
“La Srta. Emily Utts y la Srta. Fry. Unas damas de cierta edad que vienen desde
Pittsburgh. Están aquí para una pequeña reunión con algunos compañeros de
clase—de la universidad. Clase del '19.”
Sonó una campana. “Habitación específica. ¿Ellos se han quedado aquí antes?”
“No tengo ese nombre en nuestra base de datos, pero sí me parece que el Sr.
Carson resultaba familiar.”
“Yo...” Él cerró los ojos, los estrujó, y entonces los abrió de repente. “¡Sí! Lo
“¿Cuándo se retiraron?”
“Ayer, aunque ellos habían reservado para quedarse esa noche. Ingresaron
cerca de las cinco de la tarde anterior—lo recuerdo porque yo estaba por
terminar mi turno. No estoy seguro de si los volví a ver hasta que se retiraron
cerca de las tres y treinta de ayer. El Sr. Carson dijo que tenían una emergencia
familiar.”
“Necesito verla.”
“Algunos, sí, pero no lo que usted encontraría en hoteles más nuevos o más
“Entendí.”
Ella empezó a agarrar su llave maestra, y vio que Whipple tenía la suya en la
mano, y lo dejó abrir la habitación.
Abrió una, la levantó. Diez, tal vez doce centímetros, juzgó ella.
Suficiente espacio.
“Me gustaría hablar con quién sea que haya limpiado la habitación.”
“Esa sería Tasha. Disculpe, Teniente, usted está mirando hacia el Central Park,
¿no es así? Con binoculares. Las noticias de los medios... Esto se trata de lo que
sucedió ayer. Acerca de aquella pobre gente. En la pista de patinaje.”
“Manténgalo debajo de su sombrero, Henry.”
“Sí, sí, por supuesto. Pero creo que necesito sentarme, por sólo un momento.
“La eliminación es buena.” Y eso eliminaba a los dos Philip Carsons en East
Washington quienes estaban por debajo de los ochenta y por sobre los veinte.
“Servicio de limpieza, Henry.”
“Si esta habitación fue usada, he sido realmente afortunada, pero la suerte
puede suceder. O yo podría estar equivocada. ¿Tiene usted cintas de
seguridad de ayer?”
Otra buena razón para escoger esta locación, pensó ella. “¿Puede usted
describir al hombre y al muchacho?”
“Sí, sí.” Algo de color le regresó. “Yo puedo hacer eso absolutamente. Estaría
feliz de hacerlo.”
“Muy bien, usted va a darme los básicos en un minuto, luego voy a hacer que
usted trabaje con un dibujante policial. ¿Puede usted venir a la Central?”
“Ellos fueron realmente ordenados. Puedo decir que utilizaron la cocina, pero
la limpiaron luego. La mayoría de la gente no lo hace. Aun así yo limpié todo,
Sr. Henry. Y usaron el bar de honor, de manera que reemplace todo.”
“Bueno, es gracioso que usted deba preguntarlo. Pude ver que ellos habían
acercado las sillas y se sentaron allí al lado de la ventana. Usted podía ver las,
usted sabe, las marcas en la alfombra. Y allí había un par de marcas. Pienso
que tal vez ellos tenían una especie de telescopio pequeño, y se sentaron allí
para mirar la ciudad. La gente hace eso.”
“¿Qué hizo usted con la basura? Ellos deben de haber dejado algo de basura.”
“¿Sábanas, toallas?”
“Directo a la lavandería.”
“Desinfectados.”
“Muy bien, Henry.” Eve acercó la silla para poder sentarse enfrente de él.
“¿Cómo se veía este par? Cada detalle que pueda recordar, incluyendo lo que
vestían.
Satisfecha de haber conseguido todo lo que podía de él, Eve lo dejó ir, y sacó su
enlace.
“Tú vas a querer ver esto, Lowenbaum, y yo voy a querer que verifiques que no
estoy hablando chorradas cuando digo que el francotirador podría haber hecho
los disparos desde aquí.”
“Estoy en camino.”
Un hotel tranquilo, sin cámaras, pero con seguridad sólida en las puertas de las
habitaciones de huéspedes. Nadie iba a entrar inesperadamente. Sólo un
hombre con su hijo adolescente viajando a Nueva York— ¿quién les presta
atención?
Henry Whipple, pensó ella—y sí, eso sí que fue tener suerte.
“La recamarera desinfectó el lugar, pero ella notó las pequeñas marcas en la
alfombra al lado de la ventana, como las que harían una silla y un bípode.”
“Si este es el lugar, ellos tenían que haber estado aquí antes, tenían que saber
que tendrían el ángulo de tiro.”
“Ellos también reservaron la habitación hace una semana, de manera que eso
pone fuera a la tercera víctima como objetivo específico. Añade esto: Ingresan,
se preparan. La pista de patinaje estaba abierta, pero ellos esperan, pasan la
noche, pasaron la mañana antes de hacer los disparos.”
“Muy bien, sí, ¿por qué no terminarlo? La pista es un lugar popular por la
noche, y bien iluminado. La gente entra más en pánico por la noche, ¿verdad?
Si ese era el único motivo, entonces dar el golpe por la noche. Pero ellos
pasaron horas en esta habitación. Esto se inclina más hacia la teoría de que una
de las víctimas fuera un objetivo.”
“¿Cuál de ellos?”
“¿Por qué?”
¿No había sido así entre ella y Feeney? Así es como se hace, chiquilla. Ahora
hazlo.
“Henry sintió esa conexión de padre/hijo. Tal vez eso fue porque eso era lo que
ellos querían proyectar. Pero a menudo esa es la manera de actuar de un
entrenador con su pupilo, especialmente con esa diferencia de edades.”
“Sí, podría ser. Excepto cuando miras a las víctimas. Simplemente no se gana
lo bastante. Michaelson estaba bien establecido, pero no nadaba en dinero. Su
práctica pasará a su ahijado—y el ahijado ya estaba formando parte de la
práctica. Hasta el momento no he encontrado ningún paciente que lo quisiera
ver muerto. Su ex está casada otra vez y ellos parecen haber mantenido las
cosas civilizadas. Él tenía una buena relación con su hija—quien se beneficiaría
financieramente, pero que no tiene ninguna deuda pendiente o algo que lo
muestre. No da la impresión de ser por dinero.”
“El sexo siempre es un buen motivo.”
“Nada hay que indique que él tuviera algunas compañeras serias. Todo eso
está en pendiente, hasta donde sabemos, para Wyman. De manera que
seguimos investigando.”
Una vez más Eve se dirigió a la puerta para responder a la llamada, y dejó
entrar a Lowenbaum.
Jodido bingo, volvió a pensar Eve. “No sé acerca de los caballos, pero tal vez
apostaré algo a los Knicks en el juego de esta noche.”
“Sí.”
“Unos sólidos quince, con las baterías extra.” Sacó el bípode, tocó un botón, y
lo desplegó.
“Sí, podría. Tengo a otros dos en mi escuadrón con los que podría contar para
hacerlos, y otros tres que al menos podrían llegar a los objetivos desde aquí.”
La mira hacía que sus lentes de campo se sintieran como si fueran de juguete.
Ella estudió la pista de patinaje vacía, las barricadas, hizo sus propios ajustes
para ampliar el campo, y observó a los curiosos tomando fotos de la pista.
Ella puso en la mira a una mujer con una gorra con un pompón azul y una
bufanda.
“Me hace sentir como si pudiera hacer el disparo, pero sin tener en cuenta el
viento, las temperaturas, y toda esa mierda. ¿Podría ser que el tipo más joven
hubiese estado aquí para hacer esos cálculos?”
“Si tienes un arma como esta, y tienes la habilidad, haces tus propios cálculos.
Es algo casi innato. Y es... tienes que decir que es algo íntimo. Tú y el arma,
quiero decir. Tú y el objetivo, no lo son.”
“Lo haría, pero ¿por qué no usar los juguetes que tenemos para asegurarnos?”
“¿Puedes hacerlo?”
“Ahora puedo hacerlo porque cuando estaba en camino tuve una conversación
con Roarke acerca de hacer eso utilizando este nuevo programa. Yo pensé, ¿por
qué no preguntarle al tipo que creó el programa—más avanzado del que hemos
estado utilizando—e intentarlo?”
Mientras ella esperaba, Eve apuntó hacia la puerta con el pulgar para que
Peabody respondiera. “Si son los barredores, diles que estaremos listos para
ellos en un minuto. Haz que esperen.”
“Esto será útil en los tribunales cuando atrapemos a los bastardos.” Él tomó su
computadora, y la guardó. “Mi trabajo aquí está hecho. Me gustaría ver a estos
cabrones. ¿Tú me vas a enviar las cintas de seguridad?”
“Pero tengo una sólida descripción, y Yancy está en camino para hacer los
bosquejos.”
“Le daré un buen vistazo cuando tengas los bosquejos. Conozco a algunos
tipos que podrían hacer estos disparos, ya sea por sus rostros o sus
“Yo diría que es parte del trabajo, pero... no esta vez. Nos veremos. Tómalo
con calma, Peabody.”
Una vez que Eve les había dado los básicos, ella y Peabody los dejaron en ello.
Eve intentó llamar a Mira desde el coche, entró a su correo de voz. “El
sospechoso tiene un compañero, más joven, posiblemente adolescente, género
desconocido. Te estoy enviando el informe completo, pero piensa sobre ello.”
Ella cortó, enseguida intentó con Feeney. “Peabody, llama a la oficina del
comandante. Necesito diez minutos – quince,” corrigió, “lo más pronto posible.
Feeney,” continuó ella cuando su rostro de basset-hound apareció en la
pantalla. “Estoy en camino a la Central, necesito una reunión.”
“¿Sobre el ASLD?”
“El comandante está en una conferencia por enlace, pero enfaticé la urgencia.
Él puede verte en unos cuarenta.”
“Él estuvo en las Urbanas, y ha trabajado antes con ASLD.” Y, pensó Eve, él me
entrenó a mí.
“Ya lo hice.”
Mientras giraba hacia la Central, Eve le lanzó una mirada. Ella había entrenado
a Peabody. Algo más sobre lo que tenía que pensar.
“Tú piensas que se aproxima otro golpe,” dijo Peabody. “Por eso es el apuro.”
“Yo pienso que otro golpe se aproxima. Y si me equivoco en ello, ellos han
tenido un día para desaparecer. Necesitamos darles alcance.”
Cuando el elevador se llenó de policías, ella saltó fuera cuando Peabody lo hizo,
tomaron el deslizador el resto del camino hacia el DDE.
Ella esquivó a una mujer que cruzaba la sala prácticamente saltando y usando
un suéter peludo con un caniche animado haciendo volteretas hacia atrás sobre
su pecho.
Él estaba de pie trabajando en una gran pantalla a dos manos. Sus caderas no
se meneaban – gracias a Dios – y él llevaba puesto uno de sus trajes marrón-
mierda, ya arrugado, una corbata torcida de un tono marrón-mierda más
oscuro sobre una holgada camisa beige.
“Buena elección.” Eve programó dos, esperó hasta que Feeney asintió hacia la
pantalla y retrocedió.
“El nido, una descripción. Él hizo esos disparos desde la Segunda Avenida,
Feeney.”
“Sí, y estoy pensando en ello. Yo no puedo decir que vi algo de mí en ella, pero
vi potencial, y esa mente activa de policía. Yo pensé, dale una oportunidad en
Homicidios – porque ella lo quería – y la probé como mi asistente. Entonces
encajó, eso es todo. Nosotros encajamos.”
“Ella te tiene a ti en ella. Una actitud más alegre, y esa base Free-Ager, pero ella
no abandona. Y no es sólo que el trabajo importe. Es la víctima. Tú viste algo
de eso, o la habrías puesto en un cubículo en Homicidios. Tú no te habrías
dedicado a entrenarla.”
“Sí. Supongo. Sí. De manera que tal vez hay algo del adulto en el muchacho.
El potencial para matar. Tú me tomaste a mí, yo tomé a Peabody – y le di
Trueheart a Baxter – pero hay más que el potencial, los tres aprendices ya eran
policías.”
“Tú no escoges a un aprendiz del aire. No los tomas porque son útiles. ¿En
dónde se encontraron uno al otro? El sospechoso adulto tiene que tener
entrenamiento policial o militar, casi tiene que haber vestido un uniforme. De
modo que, elegiste a este muchacho de la calle, ¿fuera de alguna zona de
guerra?”
“Lo sé. Que ellos sean parientes. Padre e hijo, tío, hermano mayor, jodidos
primos distantes. Cuando tenga la descripción puedo buscarlo a través de
Personas Desaparecidas, ver si alguien está buscando a un adolescente.
Digamos que ellos están conectados, ¿por qué entrenarlo para matar? Esto no
parece venir de un profesional – ninguna de las tres víctimas valían la pena
para contratar uno. Y hay muchas menos maneras visibles de llevar a cabo un
ejercicio de entrenamiento si quieres entrar a un jodido colegio de asesinos.
Esto se debe a algo personal.”
Respirando hondo, Eve asintió. Ayudaba el que él se inclinara hacia donde ella
lo hacía. “Sí, hacia eso es a lo que me inclino. Tú tomas a un aprendiz porque
quieres que él comparta lo que tú haces, quieres darle algo tal vez. Quieres ver
algo de ti en él. La diferencia de edad...”
“Más como tú y yo.” Asintió Feeney. “Yo nunca trabajé un ASLD con un
compañero, o con un aprendiz, pero yo diría que el aprendiz tiene que mostrar
una – digamos – inclinación hacia el trabajo, y alguna habilidad, y la misma
sangre fría. Tú no puedes enseñar a tener sangre fría, Dallas. Esta simplemente
tiene que estar allí.”
“De la misma forma en que lo hacen ahora, diría yo. Tú tienes que tener la
habilidad, el control. Tú tienes que ser capaz de ver a un ser humano como un
“Quien sea que haya hecho esos disparos no titubeó,” dijo Eve. “Y ellos no van
a titubear cuando tengan la luz verde otra vez.”
Trabajando el informe oral en su mente, Eve se dirigió hacia la oficina del
Comandante Whitney. La asistente de Whitney le dirigió un asentimiento,
levantó un dedo para señalarle que esperara. Entonces tocó el audífono en su
oído.
“Cuando tengamos los bosquejos, los daremos a conocer, y esta vez usted
necesitará participar en la conferencia de prensa. “Espere mientras yo contacto
a Kyung. Nosotros queremos preparar esto cuidadosamente.”
Ella quería trabajar, quería su tablero, quería darle vueltas en su mente, pero se
quedó de pie, como le ordenaron, y esperó.
“Tengo al objetivo.”
“Quiero más de tres esta vez. Puedo hacer seis. Yo quiero seis.”
Satisfecho, el aprendiz observó a las personas caminando en tropel por las calles
del Times Square, las observó caminar y mirar boquiabiertos, sacar fotos, hacer
sus videos, cargar sus bolsas con recuerdos sin valor.
“Allí está Grabby Larry,” le dijo a Jacobs mientras observaba al viejo ladrón
callejero inspeccionando a los turistas. “Supongo que sería mejor que lo
hiciéramos huir.”
“Yo creo que él la pasó hace unos años. Jesús, él ni siquiera nos ve acercarnos.”
Ellos no se apuraron. Grabby Larry no era tan veloz como había sido en sus
mejores años; y la semana anterior, su marca lo había golpeado con su bolso
hasta hacerlo caer al suelo – el que él había esperado robar.
Russo comenzó a sonreír al recordarlo, entonces la marca de hoy – una mujer de
Russo vio la sangre florecer en la espalda de la brillante chaqueta azul del chico.
Antes del primer grito, de que aquellos a su alrededor se dieran cuenta, Russo
desenfundó su arma. Él saltó hacia el chico con la esperanza de escudarlo
contra otro disparo. Pero el tercero alcanzó a Russo en el centro de la frente, a
una escasa pulgada por debajo del ala de su gorra. Russo estaba muerto antes
de caer al suelo, antes de que el cuarto cuerpo cayera, y un quinto.
“Dallas.”
Ella llamó a Peabody en camino. “Garaje. Ahora. Tenemos otro golpe, Times
Square. Él mató a un policía.”
Automáticamente, Eve se volvió hacia los deslizadores. “Ellos son más rápidos,
señor.”
A mitad de camino hacia abajo, Whitney agarró a Eve del brazo. “Elevador. Yo
me desviaré desde aquí.”
“Nivel Uno.”
Luego de ordenarlo, él le lanzó una mirada a ella. “Su rango clasifica para un
nivel más alto.”
“Al igual que le gusta una oficina del tamaño de un armario para escobas.”
Él sacó una bufanda negra del bolsillo del abrigo que se había puesto encima
mientras salían corriendo de su oficina. “Yo he lidiado con el caos.”
Ellos salieron del elevador hacia el garaje. Una mirada le dijo a Eve que habían
llegado antes que Peabody, y eso le dio tiempo a Whitney para echarle una
ojeada a su coche.
“¿Qué clase de vehículo es este?, y ¿por qué diablos no tiene usted uno mejor?”
Eve se deslizó detrás del volante. “La velocidad es la clave. Vamos a ir a toda
máquina.”
Con las sirenas resonando, Eve salió disparada del garaje, apenas titubeando en
asegurarse de que el tráfico se había despejado, y pasó volando alrededor de un
estancamiento de coches, le dio a la vertical para hacer un giro hacia el norte.
Diciendo eso, él sacó su enlace, hizo su primer contacto con el Jefe Tibble.
Y un policía muerto.
Ella había esperado otro golpe, pero que lo hubiera menos de veinticuatro horas
después del primero... Un patrón, una agenda. Tal vez una jodida misión.
Ella ascendió, rápido, rozando un par de Taxis Rápidos que parecían estar
jugando a quién era el más valiente en la Octava Avenida.
“Comandante... Lo siento.”
“Hagan retroceder a esta gente. ¡Ahora! Quiero las barricadas levantadas. Tres
uniformados para cada cadáver, ¡ahora! Tú.” Ella agarró a otro uniformado por
la manga del abrigo. “Bloquea esta área de cualquier tráfico vehicular a
excepción de vehículos oficiales o de emergencia.”
“Pero, Teniente…”
“A la mierda con los peros. Hágalo. Y tú—” Ella agarró otra pantalla, y
prácticamente se la arrojó a otro uniformado. “Pantallas de privacidad para los
cadáveres. ¿Por qué diablos están todavía al descubierto? Contenga a este
gentío, haga su maldito trabajo, y hágalo ahora. ¡Peabody!”
“¡Señor!”
Ella enganchó a un ladrón por el cuello de su gran abrigo, lo sacudió con fuerza
suficiente para hacer llover billeteras y bolsos sobre el piso. “So hijo de puta.
Muestra algo de respeto. Saca tu culo de aquí, o yo personalmente veré que te
pudras en una celda durante los próximos veinte años.”
Tal vez fue el pánico, o tal vez él estaba cabreado porque le cortaran su día de
lucro, pero él le lanzó un puñetazo. El movimiento la sorprendió bastante – por
todos los cielos, el lugar estaba plagado de policías– ya que su puño sí le dio a
un lado de la mandíbula.
Más por furia que por dolor, ella le dio un fuerte rodillazo en las pelotas para
postrarlo, y se resistió – apenas – de patearlo por si acaso. “Espósenlo, saquen
su culo de aquí. ¡Ahora, carajo, ahora! ¿Son ustedes policías o idiotas?
Ella se abrió camino hacia el cuerpo del Oficial Kevin Russo, y al grupo de
uniformados que lo rodeaban.
“Oficial Kevin Russo.” Jacobs contuvo las lágrimas. “Yo estaba con él. Él era
mi compañero. Yo…”
“¿Señor?”
“Al Sur, pienso yo, al sur. Esto fue tan rápido, Teniente, todo esto sucedió tan
rápido. La gente caía, otras corrían, gritando, empujándose unos a otros,
pasando por encima de los que caían, sobre los cuerpos. Yo llamé pidiendo
ayuda, pero esto era una estampida.”
Mirando hacia arriba, hacia todos lados, Eve vio que ella estaba en cada
pantalla gigantesca, con el abrigo aleteando al viento, y con el gesto sombrío. El
cintillo de noticias debajo de la enorme imagen de ella, junto con el policía
muerto a sus pies, en las pantallas del Times Square decía:
Con su equipo en la mano, ella se arrodilló al lado del adolescente que el Oficial
Kevin Russo había tratado de proteger.
Vio de un sólo vistazo que él no tenía más de diecisiete años, y nunca vería los
dieciocho.
Eve levantó la vista, enfurecida de ver su propio rostro aun siendo mostrado en
todas las pantallas. No más respeto que al ladrón callejero, pensó ella, entonces
se levantó y se acercó a la siguiente víctima.
Ella no volvió a mirar hacia las pantallas, no despotricó por tener que seguir
alzando la voz para poder registrar sus comprobaciones en la grabación.
Rápidas miradas le mostraban que más uniformados estaban llegando, que las
barricadas se estaban levantando, y que se estaban llevando a cabo arrestos – a
puro grito – ya que algunos se negaban a retroceder o a detener sus intentos de
grabar el horror.
Ella había llegado hasta la que, según Jacobs había informado, era la primera
víctima cuando Whitney se acuclilló al lado de ella.
“La cinta se ha cortado, pero no podemos evitar que los medios sigan pasando
la noticia en sus boletines.”
“No me importa.”
“Su escena ahora está asegurada. Esta víctima estaba con una amiga que está
“No hay necesidad. Usted controló esto tan rápido como nadie pudo.” Él echó
un vistazo hacia el cuerpo cubierto de su oficial. “Yo no pienso que su
compañero esté recordando mal que el Oficial Russo dio su vida protegiendo y
sirviendo.”
“Él podría haber sido el objetivo.” Ella siguió hablando incluso cuando la
mirada de Whitney se endureció. “O la cuarta víctima, el ejecutivo de
publicidad en camino a su reunión para almorzar. No el chiquillo—al menos,
eso no suena bien en este momento. La primera víctima era una turista. Pero
¿el Oficial Russo? Él estaba asignado a esta zona, podía esperarse que él
estuviera aquí a esta hora y en este lugar. El ejecutivo sí trabaja en la zona, de
modo que tal vez. Ninguno de los otros, Comandante. Todos los demás fueron
disparos al azar. Es el policía, a eso me inclino. Es el policía el que está
conectado. Yo voy a descubrir el por qué y el cómo. Ellos no matan a uno de
los nuestros y se escapan. Ellos no asesinan a un indefenso chiquillo en su
maldito cumpleaños y se escapan.”
“Considérelo acelerado.”
Con el rostro pétreo, él miró hacia la cortina de privacidad otra vez, hacia los
uniformados parados alrededor de ésta como una guardia de honor. “No, ellos
no asesinan a uno de los nuestros, no de esta forma, y escapan.” Él, también, se
“Yo la cubriré.”
“Hecho.”
Él titubeó sólo un momento. “Hile fino, pero haga lo que sienta que se necesite
hacer. Usted sería prudente si coordinara con Kyung.”
“Créame, ¿cuando tengamos esos rostros?” Él volvió a lanzar una mirada a las
pantallas gigantescas, que ahora estaban en blanco, como nunca antes. “Ellos
estarán por todas partes.”
“Puede que ellos se metan en un agujero una vez que eso suceda. Pero el
agujero no será lo bastante profundo.” Ella miró alrededor a los cuatro cuerpos,
cubiertos ahora de los curiosos. “Juro que no será lo suficientemente hondo.
Discúlpeme, señor, Morris está aquí. Necesito hablar con él.”
Cuando ella se marchó, Whitney se paró al lado del oficial caído, se quitó la
insignia del NYPSD que usaba en la solapa, y la colocó—con reverencia—sobre
el cuerpo cubierto.
“En ese caso, lo haré. Es mejor ser minucioso.” Él arregló sus calibradores,
puso a funcionar su grabadora, y comenzó. “Al centro del cuerpo, fuerza
mortífera. Hora de la muerte trece-veintiuno. Yo puedo decirte más una vez
que la tenga en mi casa. Por éste rápido examen, diría que ella estaba muerta
antes de golpear el suelo.”
Una vez más Morris alzó la mirada, miró a su alrededor. “Tú has contenido
rápidamente esta zona.”
“Veintitrés años.”
“Yo sospecho que el francotirador sabía que el Oficial Russo estaría usando
chaleco antibalas como es el procedimiento. Podría haber herido a Russo con
un tiro al cuerpo, pero no lo hubiese matado. La meta era asesinarlo. Tú verás
que la cuarta víctima fue otro tiro al cuerpo, y mi información es que la
sobreviviente recibió un disparo en mitad del cuerpo, pero hacia la izquierda.
Unas cuantas pulgadas a la derecha, y ella estaría yaciendo aquí con los otros
cuatro. Todavía es posible que vayas a recibirla.”
“Todas las víctimas son iguales en mi casa, pero...” Morris verificó la hora de la
muerte.
“Tú matas a un policía, y eso lo cambia todo,” finalizó Eve. “Este tirador tiene
que saber eso. Hubo una elección aquí, esto fue deliberado. Su objetivo era un
policía—y puede que fuera su objetivo este específico policía.”
“Yo pienso…” Ella se interrumpió cuando oyó los gritos, la histeria. Vio a una
mujer luchando con un par de uniformados en la barricada, llorando, luchando,
gritando un sólo nombre una y otra vez.
Nate. Nathaniel Jarvits—la segunda víctima.
“No, yo me encargo. Termina aquí, has que las víctimas sean transportadas lo
más pronto que puedas.”
“Sra. Jarvits. ¡Sra. Jarvits! Míreme, mire aquí. Soy la teniente Dallas.”
“Sra. Jarvits, necesito que usted venga conmigo.” ¿Adónde diablos la iba a
llevar en este desastre? Mientras ella consideraba sus mejores opciones, Eve
empezó a quitarse el abrigo, pero Whitney se movió con más rapidez.
“¿Por favor, en dónde está mi hijo? ¿Está herido? Necesito ver a mi hijo. Él es
Nathaniel Foster Jarvits. Él es Nate.”
“No pude alcanzarla. Debe de haber visto un boletín. Pude contactar al padre,
pero no pude alcanzarla a ella. Trabaja a unas pocas manzanas de distancia.”
“Ella simplemente corrió,” concluyó Eve. “Vio la maldita cinta y corrió. Muy
bien.” Ella aspiró para tranquilizarse. “Interrogaremos a los testigos en la
cafetería. Los separaremos. Jenkinson, Reineke.”
Eve hizo lo mismo. “Whitney está acelerando las cosas sobre Russo.
Tendremos información completa y la tendremos rápido. Él es su prioridad—y
no sólo porque es uno de nosotros.”
Ella escaneó las caras de los policías, y luego sus ojos se entrecerraron cuando
Roarke pasó alrededor de ellos, caminando hacia ella. Dentro de la barricada.
Ella debería de haberse figurado que él llegaría antes que sus propios detectives
a la escena.
“Estoy aquí. Lo que sea que necesites de mí, lo tendrás. Lamento tu pérdida.”
Nada que él podría haber dicho habría cerrado tan completamente su garganta.
Él comprendía. Ella no había conocido a Russo, pero él había sido un policía,
haciendo lo mejor posible para servir y proteger.
“Empezaré enseguida.”
“Ponte estos. Tus manos están frías. Una vez que tenga lo que necesito de
aquí,” continuó él, “¿hay algún lugar donde quieres que yo trabaje?”
Debido a que él lo había señalado, ella se dio cuenta de que sus manos estaban
frías. Poniéndose los guantes, resopló formando con su aliento una delgada
nube, que salió volando con un golpe de viento. “Si puedes ir a mi oficina,
puedes usarla. O si necesitas más espacio, Peabody puede conseguirte una sala
de conferencias.”
“Tú oficina está bien. Si no es así, utilizaré el laboratorio del DDE. Sé cómo
llegar allí.”
Tomó más de dos horas despejar la escena, interrogar a los testigos, y tomar sus
datos de contacto. Ella dejó a Jenkinson y a Reineke para lidiar con lo que
quedaba por hacer. Whitney ya había abandonado la escena, para notificar
personalmente al familiar más cercano de oficial caído.
“Yo voy a presionar a Yancy. Necesitamos esos bosquejos. Necesito hablar con
Nadine, hacerla trabajar en presionar ángulos que queremos que sean
presionados. Trabajaré con Morris, pero no creo que él o los muertos vayan a
decirnos algo que no sepamos en este punto. Y con Mira, pero es lo mismo.”
“Era una visitante regular de la pista, pero no iba en días específicos, a horas
específicas, de la forma como lo hacía Michaelson. Ella tenía una rutina más
relajada.”
Eve echó a andar hacia el elevador. “Ellos están tratando de hacer aparecer esto
como al azar, pero no pueden. Porque no lo es. Nosotros encontraremos el
vínculo, encontraremos el jodido vínculo, y los atraparemos.”
Laurel le pasó una mano por el brazo a Yancy, y se dio la vuelta para
marcharse. Cuando ella vio a Eve, se sonrió reconociéndola, y luego sus
grandes ojos se pusieron serios.
“Teniente Dallas, lamento mucho lo que sucedió. Yo sólo pasé por aquí para...
Bueno, ya me estoy retirando.”
“Okay.”
“Marchándose.”
“¿Copas?”
“Yo estoy un poco más interesada en los bosquejos. En tu progreso con ellos.”
Ella le daría el crédito a Henry luego, pero en ese momento ella estudió los
conceptos de la composición artística de un hombre blanco, a principios de los
cincuentas, de mandíbula cuadrada, mirada dura. No lo que ella llamaría una
cara demacrada, pero era delgada de una forma que a ella le parecía ser delgada
por una enfermedad o por falta de apetito. Cabello corto, no completamente un
corte militar, castaño medio, tirado hacia atrás.
Bien afeitado, labios tensos, más lleno el superior. Cejas gruesas y casi rectas.
Pero la forma de las cejas y la mandíbula—esa leve llenura del labio superior...
“Yo me inclino al lado femenino,” dijo Yancy, “pero esa es sólo una impresión.
Podría ser un muchacho—Henry se inclinaba a que era un chico para cuando
terminábamos nuestra sesión. Los chicos pueden tener cierta suavidad a esa
edad. Masculino, yo diría no más de catorce. Muchacha, tal vez unos
dieciséis.”
“Estoy contigo en eso. Puede que sean padre e hijo, o él podría ser un tío, pero
hay una semejanza familiar. La forma de la mandíbula, las cejas, la boca.
Tengo más—cuerpo entero de cada uno.”
“Elástica,” repitió Yancy. “Sí, sí, esa es la palabra para ello. Yo pienso—Guau,
ya tenemos una coincidencia. No pienso que esto vaya a...”
Con la vista en la foto del documento de identificación, Eve agarró con fuerza el
brazo de Yancy. “Habla bajo,” murmuró ella.
Ella no salió a toda prisa, aunque quería hacerlo. Los policías observaban, y
que la primaria en esta investigación saliera corriendo a través de la Central
llevaría a muchos a sacar la conclusión correcta. Ella tenía una pista caliente.
“Tengo una…”
Ella no tenía que explicar, no a Feeney. Él sólo asintió. “Danos diez minutos.”
“Yo voy por un cien por ciento en eso. Lowenbaum está en camino, el
comandante está reservando una sala de conferencias. Nos ponemos en camino
tan pronto como esté lista. Y mantenemos esto justo aquí por el momento.”
“Mierda.” Con el rostro serio, Baxter apretó los puños. “Es un policía.”
Recibido. Trabajando...
“Casado con Zoe Younger, 2045, una hija, Willow, quince años. Computadora,
foto de identificación y datos de Willow Mackie.”
Cuando apareció, Eve la estudió con ojos fríos y sin expresión. El cabello, un
poco más largo que en el bosquejo, pero estaba en el bolso como el de Reginald.
“Ella es la que está con él,” dijo Eve. “Eso está confirmado. Divorciado—
Reginald Mackie, quiero decir, 2052. Empieza a investigar a su ex-esposa,
Peabody. Quiero su estado actual, dirección. Quién tiene la custodia de la
chica.”
“Estoy en ello.”
“Se casó con Susann Prinz, 2059. Viudo—y aquí está, apostaría mi culo—2059.
Noviembre del 2059. Casado en Marzo, viudo en Noviembre. Computadora:
¿Cómo murió Susann Prinz?”
“Sí, ciérralo allí, pero dame el nombre del oficial u oficiales que respondieron a
la escena.”
“Ejecución en pausa,” dijo ella ante el golpe en la puerta, y fue a abrir ella
misma. “Lowenbaum. Necesito todo lo que puedas decirme sobre Reginald
Mackie.”
“¿Qué?” El impacto, y la negación instantánea se registraron en su rostro. “No.
Deliberadamente, ella cerró la puerta tras él. “Tú sabías que él no estaba bien—
tú lo hubieras visto. Recuerda.”
Eve esperó hasta que Lowenbaum se dio cuenta, rápido. “Ah, joder. Mierda.
Esto es sobre Susann. Tiene que ser sobre Susann. Él tiene otra hija, como de
catorce, quince años.”
“Muchos de mis mejores hombres trabajaron con Mac. La prima de Susann está
en el trabajo, es una amiga mía. Así es como se conocieron ellos.”
Un antiguo policía, pensó Eve, con veinte años en la fuerza, tendría un montón
de amigos y conexiones en el trabajo.
“Sí, sí, conozco a Will, un poco de cualquier manera. Ella idolatra a su padre.
Ha estado en algunos problemas aquí y allá—cosas del colegio—y su madre se
volvió a casar, tuvo otro hijo. Tienen custodia compartida con Will. Déjame
organizar esto en mi cabeza. Tenemos que detenerlo, y me gustaría que
estuviera vivo después de que lo hagamos. Déjame pensar.”
“Es la A.”
“Uniformado Carmichael, necesito que las siguientes personas sean traídas aquí
para custodia protegida. Brian T. Fine, Zoe Younger, Lincoln Stuben, Zach
Younger Stuben, de siete años, Marta Beck. Peabody le dará las direcciones de
sus trabajos y domicilios. Si estos individuos no cooperan, arréstelos por
impedir una investigación policial. Envíe fuera la cantidad de gente que
necesite, y traiga a esos individuos a la Central lo más pronto posible. Usted
será completamente informado posteriormente. Peabody, dale esas direcciones
—casa y empleo. Nada de cotorreo, Carmichael. Absolutamente ninguno.”
Roarke se acercó a ella, habló quedamente. “¿Es uno de los tuyos? Ante su
asentimiento, él simplemente la miró a los ojos, no la tocó como él quería. “Lo
siento.”
“Sí, yo también.”
Ella oyó los tacones de Mira — tac, tac, tac. “Tal vez puedas ver si hay algo de
ese té floral de mierda que Mira toma en este AutoChef. Esto va a tomar un
buen rato. ¿No ordenaste un montón de comida, verdad?”
“No.”
Ella hizo una pausa, enfocada en la imagen de una atractiva mujer. “Mientras
que Willow fue engendrada con su primera esposa, esa relación terminó en
divorcio hace varios años, y en custodia compartida de la menor. Zoe Younger
posteriormente se volvió a casar y tiene un segundo hijo. Younger, su esposo, y
su hijo menor ahora están siendo puestos bajo custodia protegida. Yo creo que
el inicio de los recientes ataques es causado por la muerte de la segunda esposa
de Mackie, Susann Prinz Mackie, mostrada aquí, y el feto que ella llevaba. Ellos
murieron en un trágico accidente en noviembre del 2059. El informe completo
del incidente está disponible, pero para abreviar: la Sra. Mackie corrió hacia el
tráfico de la calle y fue atropellada y muerta. La reconstrucción del accidente
así como los ocho testigos oculares confirmaron que el conductor, Brian T. Fine,
no tuvo la culpa. El Sr. Fine también está siendo traído para custodia protegida.
Eve se detuvo, miró a Mira. “Dra. Mira, ¿usted coincidiría en que Reginald
Mackie está tras los individuos conectados de alguna manera a la muerte de su
esposa?”
“Me voy a familiarizar con toda la información tan pronto como sea posible,
pero sí. La evidencia muestra claramente que el sospechoso está tras personas
específicas a través de esa conexión. Las otras son una especie de cubierta. Él
ha alcanzado el punto en que esas vidas no significan nada. Y el haber
involucrado a su hija adolescente... Yo diría que él cree que esto no es una
venganza sino justicia.
“Yo creo que es más que involucrarla, el mostrárselo. En cada incidente una de
“Sí. De hecho, yo la he visto a ella en el campo de tiro, estuvo allí para una de
sus competiciones.”
“¿Competiciones?”
“Yo no hubiese dicho que ella era lo bastante buena para... No he visto a Willow
en un par de años, sólo la vi en el campo de tiro con Mac unas cuantas veces, y
en una competición. Ella era buena,” admitió él, soltando el aliento. “Ella era
mejor que buena, y Mac estaba muy orgulloso de sus habilidades e interés.”
“Ellos siempre estaban muy unidos. De hecho, hace un par de años ella
presionó para vivir con él a tiempo completo. Él lo estaba considerando,
especialmente después de que se casara con Susann, entonces después del
accidente, él no estaba en condiciones de criar a una adolescente por su cuenta.”
“Sí, no hay duda allí. Eso lo destrozó. Le ordené que tomara una licencia por
dificultades porque él no estaba estable. ¿Quién lo estaría? Oí rumores de que
estaba viendo a un abogado, tratando de ir tras el conductor, pero él no estaba
hablando conmigo demasiado.”
“¿Cabreado contigo?”
“Sí, tal vez. Algo. Nosotros necesitamos hablar con Vince Patroni, de mi
unidad. Ellos eran cercanos. Mac no era el mismo cuando regresó al trabajo. Él
había perdido peso, estaba distraído demasiado a menudo. Y bajo eso había ira.
Nunca llegó borracho, pero yo sé que por un tiempo le daba bastante a la
botella cuando no estaba de servicio. Pero eso paró. Aun así, él no estaba
firme. Estaba tembloroso y estaba cabreado. Él estaba llegando a sus veinte
años, de manera que le hablé acerca de presentar sus papeles o ser reasignado.”
“¿Tú lo presionaste?”
“No tuve que hacerlo. Él dijo que ya había decidido pedir su jubilación y
terminar con ello. Tener más tiempo con su hija, tal vez viajar un poco. Yo lo
llamé un par de veces después de eso, para ver si quería tomar una cerveza, ir a
comer algo, pero él me desairó. Yo lo dejé pasar.”
“Yo lo traeré.”
“Es altamente posible que ese sea su meta final,” señaló Mira. “Él no tiene nada
por qué vivir una vez que su misión sea completada o abortada. Si él planea
proteger a su hija, la mejor manera de hacerlo es con su propia muerte. Los
asesinatos serían cargados sólo a él, y como una menor de edad, ella podría
declarar coerción, inestabilidad emocional.”
“Podemos sortear eso. ¿No será que eres propietario de ese edificio, verdad?
Le dijo Feeney a Roarke.
“El colegio ya debe de haber terminado por hoy, Teniente,” le dijo Peabody.
“Un momento.” Tibble se levantó, alto, delgado y, notó Eve, con la furia
controlada. “Me gustaría añadir algo a la declaración de la Teniente Dallas.
Reginald Mackie sirvió a la ciudad y a su gente por veinte años. Pero ha
quebrantado su juramento, su fe, su deber. Él es responsable de la muerte de
otro oficial de policía y seis ciudadanos más, uno un menor. Él ha hecho esto
por sus propios propósitos, y se ha deshonrado a sí mismo, ha hecho de su
propia hija una cómplice en el mejor de los casos, y una asesina en el peor.
Derríbenlo, sáquenlo, y tráiganlo aquí. Yo preferiría que todavía estuviera
respirando al final de esta operación, pero no quiero ningún otro buen policía
asesinado hoy día. Servir y proteger, no solo a la ciudadanía, sino el uno al
otro. Teniente Dallas, buen trabajo. Comandante, tenemos nuestro propio
trabajo por hacer para apoyar a aquellos que están saliendo a enfrentar el
peligro.”
Eve soltó el aliento cuando Tibble salió con Whitney. “Él está cabreado.”
“Al igual que yo.” Lowenbaum se puso de pie. “Yo nunca lo vi. Tú me
preguntaste, específicamente, a quién yo conocía que pudiera realizar estos
disparos. Mackie nunca apareció en mi pantalla.”
“No presioné.”
“Y tú hiciste lo que pudiste por él. No vayas allí, Lowenbaum. Si tienes que ir
“Feeney.”
“Conseguí algo,” corrigió Roarke, “otra vez puede que sea útil. ¿Puedo usar la
pantalla de allá?” Sin esperar, él se levantó, y se alejó, e interconectó su
computadora personal con la computadora de la sala.
“Okay.”
“¿Qué les parece si añadimos esto?” Feeney se rascó la barbilla. “La gente
entra y sale de allí. Nosotros usamos una pequeña furgoneta. Ponemos a
McNab aquí, tal vez otro muchacho para meter en el edificio algunas cajas, o
muebles, y nuestro equipo entra sin levantar sospechas.”
“Sí, sí. Está con pantalla de privacidad. Voy a ir a la casa de la madre ahora.
Jenkinson, tú estás a cargo aquí hasta que yo regrese—estate en guardia.
Peabody, quiero informes constantes. Roarke, tú estás conmigo. Voy a
dirigirme al este, luego al sur, a pie. Puedo estar de regreso aquí en menos de
cinco minutos, de manera que necesito saber apenas vean a cualquiera de los
sospechosos.”
Nada caía ahora del cielo mientras el desagradable día avanzaba hacia una
noche fría. Las farolas resplandecían, cortando la penumbra con charcos
blancos de luz. Mientras ella caminaba, iba estudiando los rostros. Los
transeúntes se apresuraban para llegar a casa, o para reunirse para tomar unas
copas, o para seguir de compras. Otros se arremolinaban alrededor de una
Ellos podían caminar por aquí, pensó ella, padre e hija, de vuelta a su
apartamento, o salir para comer algo. Ellos podrían haber caminado por aquí en
algún momento, desde la residencia al apartamento.
“Entendido.”
Cuando él le tomó la mano, ella entrelazó sus dedos con los de él. Estaba de
servicio, sí, pero no había policías alrededor que lo vieran.
“Espero que yo vaya a ser completamente de más utilidad allí que estar
revisando el dormitorio de una adolescente.”
Ella le frunció el ceño mientras cruzaban la calle con la marea de gente. “Tú
fuiste un adolescente—no puede haber mucha diferencia entre uno femenino o
masculino a esa edad.”
“Ah, sólo universos, me imagino.” Con ella, él giró hacia un lado, subieron los
cinco escalones hacia la puerta principal derecha del bonito dúplex. Mientras él
hablaba, sacó sus herramientas—más rápidas que su llave maestra, pensó ella,
echándole un vistazo a la seguridad.
“No hay nadie aquí—tú puedes sentir una casa vacía,” dijo Roarke. “Ah, hubo
un tiempo en que un allanamiento a una casa vacía era mi actividad favorita.”
Mientras ella estaba de acuerdo en que estaba vacía, despejó el primer nivel—
sala de estar, cocina, comedor, una oficina, y una especie de área para
entretenimiento familiar.
La casa olía a las aromáticas flores de color calabaza colocadas sobre la mesa del
comedor. Alguna especie de pizarra en la pared de la cocina mostraba arte
infantil—raras figuras dibujadas con palitos, árboles con manchas verdes que
representaban hojas. Una especie de gráfico que enlistaba deberes—tareas
rutinarias, corrigió ella—como levantar la mesa, ponerla, hacer las camas.
Al lado del gráfico alguien había adherido una foto de Navidad. Zoe Younger,
Lincoln Stuben, Zach Stuben, y Willow Mackie en un grupo enfrente de un
festivo árbol, con regalos amontonados debajo.
Todos sonreían excepto Willow, quien miraba fijamente hacia la cámara con
fríos ojos verdes y una ligerísima sonrisa de suficiencia.
“Brazos cruzados.” Eve le dio unos golpecitos a la fotografía. “Hay desafío allí.
¿El niño? Él se ve lo bastante feliz como para hacer volteretas por unas cuantas
horas, y los padres se ven felices, contentos. ¿Ella? Esa es una mirada de
'váyanse a la mierda.'”
“En verdad lo es, y yo sospecho que Mira podría añadir que ella se ha separado
de ellos—los brazos cruzados, la pequeña distancia mientras los otros tres se
están tocando. Y bueno, ¿quince? Esa es una edad en la que consideras a tus
padres el enemigo, ¿no es así?”
“Difícil que nosotros lo digamos. Los que nosotros tuvimos eran el enemigo.
Pero, en la superficie en todo caso, parece que esos dos trabajaron para dar
felicidad y estabilidad. La casa está limpia, pero no está esterilizada o perfecta.
Una caja de cereal para niños sobre la encimera, un par de platos en el
fregadero, las zapatillas del niño debajo de una silla en la sala de estar, el suéter
de alguien en el respaldo de una silla por allá.”
Ella echó otro vistazo alrededor. “Se ve normal, excepto que no lo es. Debajo
de la superficie, no lo es.”
Y había un tercer piso, una especie de área familiar casual para ver la pantalla,
para pasar el rato—lo cual lo demostraban los juegos desperdigados—con una
pequeña cocina y un medio baño.
Cama, hecha con descuido, y con ninguna de esas almohadas adornadas o raros
animales de peluche que Eve había encontrado en dormitorios de otras
adolescentes. Un escritorio y computadora debajo de la ventana, un sillón,
algunos estantes.
Afiches en las paredes. Algún grupo de música todos de negro con expresiones
gruñonas y montones de tatuajes. El resto era de armas, de alguien sosteniendo
armas. Cuchillos, pistolas, rifles prohibidos.
“Hay un orden aquí,” observó ella. “Ella sabe en dónde pone sus cosas, quiere
que todo esté en su sitio. Y si su madre o su hermano husmean por aquí, ella lo
sabe.”
A propósito, pensó Eve. Sí, ella sabría si su madre movía un par de calcetines
“Sigue haciendo eso, pero ella no dejaría nada aquí que no quisiera que su
madre encontrara.”
“No, yo guardaba mis feos pensamientos para mí misma porque ellos siempre...
¡El dormitorio del hermano!”
Cuando Eve salió, Roarke arqueó las cejas. Él terminó de saltarse la contraseña
de resguardo, y entonces se levantó para ver en qué andaba su policía.
Roarke le dio un beso en la cabeza, sin decir nada—lo cual lo decía todo.
“Permíteme.”
Cuando ella se levantó, él la tomó de los hombros, la miró a los ojos. “¿Qué
necesitabas escribir?”
“Y ahora yo lo hago.”
Ella aspiró hondo. “Yo podría haber sido esta chica, Roarke.”
“No.”
“Sí, o al menos alguien como ella. Si Feeney hubiese sido una clase diferente de
policía, una clase de hombre diferente. Si él hubiese sido como Mackie,
quebrado y retorcido como Mackie. Él me vio a mí. Realmente me vio, y me
sacó del resto, prestó atención, me dio su tiempo, se dio a mí. Nunca nadie me
había ofrecido lo que él hizo. Nunca nadie me vio como él lo hizo. Yo quería
que se sintiera orgulloso de mí, quería ser la clase de policía del que él se
sentiría orgulloso. Eso me impulsó.
“¿Y acaso no parece que ella quiere ser lo que su padre quiere? Eso es parte,
una gran parte, de lo que la impulsa a ella.”
“Si la última parte de eso es verdad, quiere decir que ella le ha dado la espalda
a todo lo demás que tiene. Una madre, un hermano. Un buen hogar por lo que
se ve.”
“Tal vez, pero las apariencias no siempre son lo que parecen. Ya veremos
Ella se lo quitó de encima, tenía que quitárselo de la cabeza. “En este momento
el por qué sólo importa si el motivo nos ayuda a encontrarlos, a detenerlos. De
modo que sí, échale un vistazo. Dada su edad, ellos probablemente tengan
controles parentales en esta unidad, pero ella podría haber escondido sus
propios archivos allí dentro.”
Ella registró a través de los tres cajones del escritorio, encontró algunos útiles
escolares. Nada de chucherías. Ninguna de las cosas raras que las
adolescentes—y los chicos adolescentes, si vamos al caso—coleccionaban.
¿Porque ella los llevaba consigo, una semana aquí, otra allá?
Pasó la mirada sobre los afiches. Armas, violencia. ¿Podría una adolescente
enfocada en las armas vivir una que otra semana sin acceso a ninguna?
Ella retrocedió entrando al closet. Un espacio más bien pequeño con el mismo
sentido de organización. Las ropas femeninas—obviamente elegidas por la
madre—en la parte de atrás. Y allí, todavía en sus cajas, un par de tacones, un
par de botas—ambos eran claramente para ser usados con los vestidos o con
pantalones más a la moda, incluso ella podía ver eso.
Y ambos, determinó ella estudiando las suelas, nunca habían sido usados.
En la punta de una bota bien gastada ella encontró un pequeño alijo de efectivo.
Sólo un par de cientos, lo que le dio a Eve la sensación de que habían sido
puestos allí deliberadamente, algo que su madre podría encontrar.
Aunque ella no creía que encontraría nada en los lugares usuales, ella
igualmente los revisó.
Ella comenzó a revisar el piso del closet, las paredes, incluso el techo, miró
debajo de la cama, entre los colchones, revisó los cojines de la silla del escritorio
y de los sillones, debajo y detrás del escritorio.
Ella juzgó que la cómoda era demasiado pesada para ser movida sin mostrar
marcas en el suelo, pero lo intento de cualquier manera, miró por debajo de
ésta, sacó los cajones, miró debajo de ellos.
Ella volvió a sacar el cajón inferior. Este era una pieza de mobiliario bien hecha,
sólida, de madera elaborada finamente tallada.
Con curiosidad, ella pasó los dedos sobre la retorcida trenza de decoración a lo
largo de la base, presionando, palanqueando. Sintió que una parte de la trenza
se hundía, apenas un poquito.
Ella siguió trabajando a lo largo de la trenza, encontró otra parte que se hundía,
y luego una tercera.
Ella no tuvo que tironear. El angosto cajón oculto se deslizó hacia afuera.
“Estoy de acuerdo,” dijo Roarke desde la puerta. “Vas a querer ver esto. Tenías
razón sobre usar la unidad de su hermano menor. El archivo que encontré
estaba astutamente oculto. Y aun así,” continuó él mientras regresaban al
dormitorio del hermano, “ella fue cuidadosa. Esta no es una chica imprudente
o impulsiva.”
“Y ya tiene escogido su nido. Más cerca esta vez que en los otros ataques, pero
todavía a una distancia apreciable.”
“Un poco de trabajo, pero para ser más exactos, probablemente no lo hubiese
encontrado si no hubiese estado buscándolo específicamente. Estaba escondido
bajo un reporte escolar perfectamente inocente sobre George Washington.”
“Ella tiene más cosas. Ha enlistado sus matanzas. Animales,” dijo él con
rapidez. “El tipo, el lugar, la distancia, el arma, la fecha, la hora. Parece ser que
su padre la ha llevado de cacería a menudo—a Montana, Wyoming, Alaska, las
Dakotas, incluso en México, Canadá. Ella ha enlistado más de dos docenas de
matanzas en los últimos siete meses.”
“Copia el archivo a mis unidades. Haré que los de DDE recojan esta, y de la de
ella. Diablos, todas ellas, y enseguida. Ella tendrá una unidad en la casa de su
padre. Necesitamos entrar en esa. No habría necesitado ser tan cuidadosa con
su agenda en la de allá, así que tal vez tendremos nombres.”
Eve se peinó el cabello con la mano. “Me pregunto si Mackie sabe la clase de
monstruo que ha creado. ¿Y si lo sabe, si acaso le importa?”
Eve se comunicó con Peabody, le dio los nombres de la lista de Willow. “Estas
personas están conectadas con los sospechosos, más probable con la chica.
Ubícalos, consigue su información de contacto.”
Eve le devolvió el dispositivo, sacó su arma. “No hay explosivos, bien. ¿Pero
recuerdas ese viejo video que vimos hace un par de semanas? El tipo puso una
trampa caza-bobos en su casa. Tenía un tremendo rifle arreglado para que
disparase si la puerta se abría.”
“Video clásico,” la corrigió él, “pero lo recuerdo, sí. De manera que por qué
nosotros no…..”
Ellos se pararon uno a cada lado de la puerta. Eve giró la perilla, se agachó,
abrió la puerta de un empujón desde abajo.
“¿Estas captando esto, Feeney?” Ella giró en círculo para darle los tres-sesenta
con su grabadora de solapa.
“Sí, mierda.”
“Dalos.”
“En ello.”
“No. Una misión a la vez.” Eve soltó siseando el aliento. “Completa su lista
con dos figuras de autoridad de su colegio y la hermana de su
padrastro……quien probablemente es amiga de su madre.”
Ella dio un giro, puso a un lado la segunda lista de víctimas por ahora, y se
ocupó de lo que era más inmediato las tres personas desconocidas de la primera
lista.
“Correcto.”
En una fracción del tiempo que ella podría haber ordenado un vehículo policial,
ella estaba deslizándose tras el volante de un sólido todo terreno. Peabody se
dejó caer al lado de ella.
“Yo quiero que ella la haga explosionar. Eso reducirá el tiempo que tengo que
estar ahí parada dando declaraciones, respondiendo preguntas estúpidas. Más
todavía, ella investigará a fondo. Habrá historias e información acerca de los
sospechosos, acerca de las víctimas. Tenemos objetivos todavía no identificados
y todavía sin protección. Es una buena posibilidad de que ellos vengan a
nosotros después de esto. Necesitamos más antecedentes de la esposa muerta.”
“Exactamente. Beck dijo que a menudo ellos estaban retrasados con las horas
de las citas.”
“Yo trato de evitarlos. ¿De manera que tal vez su cita se retrasó, y ella estaba
apurándose por qué más una persona cuerda correría hacia la pista? Si ella
estaba corriendo de regreso al trabajo, él podría poner en su lista a su
supervisor, o a alguien de su trabajo. Consígueme nombres.”
“Entendido. Ah, puedes estacionar en el subsuelo aquí, hay un nivel para
visitantes.”
El portero se apresuró hacia la dama con el perro, tomó una cantidad de bolsas
de compras dignas de un safari de manos del conductor. El portero lanzó una
mirada hacia Eve mientras ella se apartaba del todo terreno, y comenzaba a
hablar.
“Yo no lo necesito,” dijo ella, llegando a la puerta antes que la dama y el perro,
y cruzándola.
La planta baja se elevaba hacia cielos rasos abovedados en donde unas viñas se
enlazaban alrededor de blancas vigas. La luz se reflejaba en blancos pisos de
mármol desde enormes candelabros fabricados de espirales de esa plata
envejecida y bolas de cristal azul intenso.
Eve se dirigió a la C, pasando por un muro translúcido con una caída de agua
que bajaba musicalmente hasta un angosto estanque rodeado por exuberantes
flores rojas.
Eve entró al elevador, frunció el ceño cuando una voz incorpórea proclamó:
Dos ocupantes autorizadas para el Penthouse A. Por favor, disfruten su visita
y el resto de su día.
“Hagan que la lleven a la Central,” espetó Eve cuando se abrían las puertas del
elevador. “La quiero en custodia protegida en seguida.”
Eve había dicho sin cámaras, pero como siempre, Nadine Furst estaba parada
lista para la cámara en un elegante traje de un rojo llamativo, su cabello rubio
con rayitos estaba peinado hacia atrás dejando despejado su atractivo rostro.
Los astutos ojos verdes sostenían la mirada de Eve.
“Nadine.”
“No tienes mucho tiempo, entendido, pero ya que me has estado evitando todo
el día, me gustaría un poco de tiempo.”
“No te he evitado a ti. He estado evitando a la prensa, y por una razón. Estoy
aquí ahora porque voy a tomar parte en una conferencia de prensa dentro de
una hora. No tengo mucho tiempo que darte.”
“Dios, sí.”
“Sígueme.”
Nadine se movió rápidamente Eve reparó en que usaba zapatillas con el traje
cruzando la sala de estar, a través del comedor con una larga y elegante mesa
negra con una gran canasta de cristal en azul orquídea como centro de mesa y
rodeada por sillas negras con cojines azules en los asientos, y entrando a una
“Puedo si tengo que hacerlo, ¿y por qué no tener un espacio fabuloso para el
servicio de catering? Resulta que estoy abastecida con la marca Dallas.”
“¿Qué marca?”
“¿Ni siquiera sabes lo que tomas?” Preguntó Nadine mientras abría un negro
panel corredizo exponiendo un AutoChef.
“Puedo hacerlo.”
Los dedos de Nadine dejaron de presionar los controles del AutoChef. “¿Tú
has identificado a los francotiradores?”
“Café, programa el café,” ordenó Eve, ahora bastante desesperada por un sorbo.
“Antiguo Oficial de Tácticas Reginald Mackie y su hija, Willow Mackie de
quince años.”
No siendo una para estar con ceremonias cuando de café se trataba, Eve abrió el
AutoChef cuando dio la señal y sacó una taza blanca con café negro.
Rápidamente y con pocas palabras, Eve le resumió lo que podía, aun paseando
y bebiendo café.
“Tú crees que Willow Mackie es una participante dispuesta en los asesinatos.”
“Aquí tienes algo extraoficial hasta que yo lo autorice.” Eve esperó que Nadine
asintiera. “Yo pienso que ella es la francotiradora, y creo pamplinas,” se
corrigió. “Yo sé que ella tiene una lista secundaria propia. Por la razón que sea,
por su propio estado físico o emocional, o por el hecho de que él es un lunático
retorcido y vengativo, yo pienso que Mackie le ha dado luz verde a su hija.”
“¿Por qué los ataques no conectados dos personas en la pista de patinaje, cuatro
en el Times Square? ¿Cubierta?”
“Se ve de esa manera.” Pero Eve pensaba que era más, mucho más atroz que
eso. “Nosotros creemos que los sospechosos tienen objetivos adicionales, e irán
tras ellos con rapidez. Si ellos siguen el patrón, van a escoger un área pública,
algún lugar a donde va rutinariamente el objetivo o vive o trabaja. Y ellos van a
acabar con más vidas.”
“Tú quieres que exponga sus rostros al público. ¿Cuándo esté autorizada para
hacerlo?”
“Ahora. Sus nombres y rostros, tan pronto como puedas. Para los otros
detalles necesito veinte minutos. Lo extraoficial se queda de esa forma hasta
que lo autorice. Eso te da una ventaja sobre el resto de los medios. Esa ventaja
viene con un precio.”
“Nómbralo.”
“Quieres quebrarlo.”
“Igualmente yo.”
Nadine sonrió. “Gracias. Yo deseaba que fuera así, y ellos van a estar hasta el
cuello cuando yo termine.”
Mientras Eve se daba la vuelta para marcharse, Nadine agarró su enlace. Eve la
oyó decir: “Comunícame con Lloyd en seguida. Me importa un carajo lo que
esté haciendo. Dije ¡en seguida!”
Ellos estaban en el ático convertido que Mackie había alquilado poco antes de
Acción de Gracias, en donde él había empezado a mudarse durante el
comienzo de la temporada de fiestas.
Él había comprado algunos muebles baratos, útiles y aunque pensaba que era
una mierda pagar el alquiler de dos apartamentos, sintió que valía la pena el
gasto. Así como era una mierda dejar algo de dinero en su antigua cuenta
bancaria, bajo un nombre que ya no usaba.
El esperaba ser capaz de vaciar esa cuenta, pero si no, otra vez, valía la pena el
gasto.
En donde ellos podrían cazar, en donde podrían construir un hogar, una vida.
Zoe pondría a los sabuesos tras ellos, de hecho. Él no podría culparla por ello.
Pero ellos no dejarían ningún rastro, y por unos cuantos meses, Will sería
William Black, de dieciséis años, el hijo de John Black, un ajustador de seguros
retirado de Nuevo México. Un viudo que estaba educando en casa a su único
hijo.
Ellos se mudarían otra vez, dentro de Alaska, y volverían a ser padre e hija. Y,
como hacían en este ático, ellos se mantendrían reservados. El encontraría paz
en Alaska. Él lo creía, tenía que creerlo. No más terrores nocturnos, sudores
nocturnos. Él se apartaría de las drogas, del alcohol. Sus manos dejarían de
temblar, su mente y visión se aclararían.
Susann y el hijo que él tanto había esperado serían vengados. La justicia bien
servida por la hija que lo enorgullecía y le daba un propósito. Y un día, cuando
Will fuera lo suficientemente mayor, él podría dejarla, con la seguridad de saber
que su única hija podría seguir su propio camino.
Él podría dejarla para unirse a Susann y al hijo que ellos habían nombrado
Gabriel.
Había una granja cerca, con una casita amarilla con contraventanas azules, una
verja blanca, un jardín floreciente.
La casa de sus sueños, una que ellos habían construido en sus ensoñaciones y
conversaciones, la casa en el campo que habían soñado tener algún día.
Allí esperaba ella por él, con el bebé en sus brazos, y un cachorro marrón
durmiendo a su lado.
El necesitaba verla allí, a ella y a su hijo. Debajo del gran árbol, a la luz del sol.
En la noche ella gritaba por él en la oscuridad, y el bebé gritaba con ella.
Pero ahora ella sonreía, contenta de esperar hasta que él subiera la colina y se
sentara junto a ella.
“¡Papá! ¡Papá!”
En la brumosa luz del ático él vio a Will parada en frente de un sofá, mirando la
pantalla de pared. Ella había estado limpiando su arma, notó él, satisfecho de
ver el rifle sobre la mesa delante de ella.
Desaparecido, pensó él. Ninguna paz por venir. Ningún hogar. Ninguna vida
que construir.
“Pero nosotros hemos sido tan cuidadosos. ¿En estos momentos ellos tienen a
Mamá, no es así? Y a Lincoln y al mocoso.”
“Sí, ellos los tienen. ¿Tú limpiaste todo lo de tu dormitorio? ¿Cualquier cosa
que conecte con la agenda?”
“Te dije que lo hice.” El agravio se deslizó en su tono. Como si ella fuese a
dejar algo. Sus ojos, tan verdes contra esa piel suave y lisa, destellaron hacia él.
“No hay nada en mi dormitorio de allá. No soy estúpida.”
“Pero, Papá…..”
Cuando ella asintió, él retrocedió. “Empaca, despeja todo, límpialo. Ambos nos
mudamos esta noche.”
Puede que Eve haya odiado las conferencias de prensa, pero ella sabía cómo
utilizarlas cuando eran ventajosas para ella. Si los Mackies no estaban
observándola en vivo, ellos la verían en las constantes repeticiones, en frases
cortas, los interminables comentarios de boca a boca.
“No estoy en libertad de divulgar los pasos investigativos que nos condujeron a
identificar a los sospechosos aparte de decir que la NYPSD ha concentrado a su
personal, su experiencia, y sus horas hombre en hacerlo desde el primer ataque
en el Parque Central.”
Uno de los periodistas se puso en pie de un salto. “¿No es cierto que el enfoque
y el personal adicional se añadieron a la investigación después de que un oficial
de la NYPSD fue asesinado?”
Eve no dijo palabra durante cinco segundos completos. “Ellissa Wyman, Brent
Michaelson, Alan Markum,” empezó ella, y nombre a todas las víctimas en el
orden de sus muertes. “Esas son las vidas tomadas, los seres humanos
asesinados. Me pregunto si los sospechosos conocen sus nombres, los miraron
a la cara, pensaron en sus familias. Nosotros lo hicimos. De manera que
guárdese sus comentarios idiotas para alguien que no ha estado de pie sobre la
sangre de los siete muertos. Nathaniel Jarvits sólo tenía diecisiete años. El
murió en su cumpleaños décimo séptimo. El oficial Kevin Russo, de veintitrés
años, fue asesinado mientras iba a ayudar a Nathaniel Jarvits, tratando de
protegerlo de más ataques. Mientras hacía su trabajo como un oficial de policía.
¿Quiere usted que le dé una descripción breve de cada víctima? Porque puedo
hacerlo si usted no tiene las pelotas para hacer su trabajo y reportar sobre
quienes fueron ellos.”
“Willow Mackie sólo tiene quince años. ¿Usted cree que ella fue tomada como
rehén por su padre?”
“Las evidencias no nos llevan a creer que Willow Mackie está siendo retenida
contra su voluntad o está siendo coaccionada. Y no se tome la molestia porque
no estoy en libertad de compartir esas evidencias con ustedes en este momento.
Ambos sospechosos son expertos y experimentados francotiradores. Reginald
Mackie entrenó a su hija en armas, en puntería. Siete personas han sido
asesinadas, más de cincuenta han sido heridas por lo que nosotros designamos
asesinos seriales de larga distancia. El ASLD es en el fondo, un cobarde. Hábil,
de sangre fría, pero un cobarde que mata a distancia, quien ve a su víctima
como nada más que un objetivo o una marca.”
Antes de que Eve pudiera contestar, Lowenbaum se adelantó. “Esa es para mí,”
declaró él. “Teniente Lowenbaum. Yo era el oficial supervisor de Reginald
Mackie.”
Eve se mantuvo detrás. Lowenbaum fue claro, preciso, exacto. El soportó las
preguntas repetitivas con más paciencia que la que ella tendría.
Pero cuando ella ya había oído bastante, simplemente suficiente, ella se volvió a
adelantar otra vez.
“Si ustedes quieren presentar una historia que culpa al departamento por las
acciones de un oficial retirado, vayan y háganlo. Pero en este momento hay dos
sospechosos en fuga. Ustedes tienen sus nombres, tienen sus rostros. Tal vez
ustedes deberían presionar con sus llamados de trompeta a los derechos del
público para conseguir esta información allá fuera. Podría ser que eso salve
una vida. Estamos terminando esta sesión de manera que podamos ir a trabajar
y asegurarnos de que salvamos vidas.”
Lowenbaum la alcanzó Eve se movía rápido la tomó del brazo. “Puede que
ellos tengan un punto.”
“Porque no lo era.” Ella tenía que seguir moviéndose, pero también necesitaba
a Lowenbaum, y lo necesitaba firme. “Si eso estaba en él todo el tiempo, el
Ejército no lo vio, la NYPSD no lo vio, su antiguo Teniente no lo vio.
Evaluaciones no lo vio. ¿Qué te hace a ti tan jodidamente especial?”
“No. Huele a púrpura. ¿Cómo es que masticas algo que huele a púrpura?”
“Y Mackie solía ser un policía bastante sólido. Las cosas cambian. Nuestro
trabajo es detenerlo, y después de eso es el territorio de Mira.” Ella se detuvo
afuera de su división, le echó un buen vistazo a él, y vio lo que veía en sí
misma. Cólera, frustración, y la adrenalina en guerra con un cansancio que
llegaba hasta los huesos.”
“¿Cuál es la sensación que tienes? ¿Una vez que vea que lo hemos identificado
y a su hija? ¿Hacer una pausa y reflexionar o seguir el programa?”
“Él ha tenido meses para hacer una pausa y reflexionar. Él va a querer matar a
tantos objetivos como sea posible.”
“Ella dijo que nunca firmó nada, y eso sonó cierto. Ella cree que Mackie
secuestró a su hija, de manera que trabajé eso. Emitimos una Alerta Ámbar, y
ella fue más cooperativa en proporcionar información.”
“¿Cómo qué?”
“Ella vio por última vez a su hija hace tres días, cuando ella se fue para pasar un
tiempo con Mackie. Ellas no se comunicaron, lo cual Younger declaró que no
era inusual. La relación con su hija había sido más bien tensa durante los
últimos meses.”
Trueheart vaciló, luego alzó un hombro. “Yo pienso que mucho antes que eso,
pero eso aumentó, se puso más difícil durante los últimos meses. La Sra.
Younger declaró que Willow idolatra a su padre, le tiene resentimiento a su
padrastro, resiente a su medio hermano, a menudo busca peleas con su
hermano menor y/o con su madre. La Sra. Younger siente que es una etapa,
pero ha tratado de persuadir a su hija y a Mackie para asistir a terapia familiar.”
“Ella está asustada y se aferra a creer que Mackie tiene a la chica contra su
voluntad, o al menos está engañando a la chica. Pero…..”
“Finalízalo.”
“Yo pienso, creo, que ella le teme a su hija tanto como temer por ella.”
“Acabamos de hacer que la traigan. Ella esta cabreada otra vez,” añadió Baxter.
“Quiere irse a casa, no le gusta que los hayan traído y que la separaran de su
esposo e hijo.”
“No era algo inusual para Michaelson, de acuerdo con Beck. Cuando ellos le
presentaron sus condolencias a Mackie, él no respondió nada, parecía frío y
molesto, lo cual Beck consideró que era comprensible. Nosotros la
interrogamos sobre la cita de la Sra. Mackie el día del accidente, y Beck revisó
sus archivos. Era un chequeo standard la madre estaba bien de salud, el feto
progresando normalmente. Había habido una emergencia en el consultorio
más temprano, con una de las pacientes entrando en labor de parto. Mientras
esa paciente estaba viendo a la partera, Michaelson ayudó, y las citas fueron
retrasadas. Los archivos muestran que la cita de la Sra. Mackie se retrasó
cuarenta y tres minutos. A ella se le ofreció la opción de ver al asistente
personal o reprogramar su cita, pero optó por esperar.”
“Hizo algo mejor. El ocultó una cámara en la cocina, provocó a la chica para
que lo dijera otra vez, y le mostró la grabación a la madre. Cuando la
confrontaron, la chica respondió con beligerancia, se encerró en su cuarto.
Posteriormente ella se disculpó pero Stuben no se lo creyó como lo hizo la
madre. El matrimonio en este punto está inestable, y él se niega a dejar a su hijo
solo con la chica. Puede que sea resentimiento, pero él dice que Willow Mackie
no necesitaría ser coaccionada o manipulada en ser cómplice de homicidio.”
“Nadie puede figurarse por qué la ventana estaba abierta, o por qué el perro fue
allá arriba, por qué saltó, pero esa es la manera en que se veía. Excepto que
Stuben está completamente seguro que Willow le quebró el cuello al perro, y lo
arrojó por la ventana cuando vio aproximarse al niño. Entonces salió por atrás,
y se dio la vuelta a la manzana.”
“Muy bien. Trueheart, ocúpate del niño el medio hermano. Reineke, lleva al
padre con él. Dejemos que Trueheart dirija al niño. Willow Mackie da la
impresión de ser del tipo que podría haber amenazado al niño, y mantenerlo
con miedo de contarle a alguien. Ella podría haberle dicho más a él,
fanfarronear algo. Peabody, conmigo. Nosotras estamos con Zoe Younger.”
“Más joven que Younger, y más suave, y alguien que lo veía como su príncipe.
Claramente, el accidente fue el resultado de su demora, no prestaba atención,
pero él no puede aceptar eso. Ella era su ideal, y allí tiene que culpar a
alguien.”
“Correcto. Usted también está aquí para responder preguntas sobre su hija,
Willow Mackie, y su ex esposo, Reginald Mackie, los sospechosos principales en
siete homicidios. Tal vez usted ha oído acerca del ataque en la Pista de Patinaje
Wollman y de la masacre en Times Square.”
“No.”
“Peabody.”
Mientras Peabody recitaba el Miranda Revisado, Eve daba vueltas por la sala.
“Sí, los entiendo. Entiendo que tengo derecho a asesoramiento legal. Quiero
contactar con mi abogado.”
Eve miró hacia atrás, fría como el invierno. “Usted no responde mis preguntas,
yo no respondo las suyas.”
“Dígaselo a su abogado.”
“No me importa lo que usted quiera. Usted se quedará ahí sentada a esperar
por su abogado. Su esposo e hijo serán llevados a una locación segura, después
de que los interroguen. Usted permanecerá aquí.”
“¿Por qué estoy haciendo esto? Le contestaré esa pregunta.” Eve agarró el
archivo que Peabody había traído, y lo arrojó sobre la mesa haciendo que se
abriera, esparciéndose las fotos de la morgue de las siete víctimas. “Ellos son el
por qué.”
“Hay una octava víctima en el hospital. Va a pasar un tiempo antes de que ella
pueda volver a caminar. Hay más de cincuenta que sufrieron heridas,
incluyendo un niño más joven que el suyo, con una pierna rota. Peabody, haz
los arreglos para el abogado, y luego te reportas conmigo.”
“Sí, señor.”
“Usted no puede creer que yo tuve algo que ver con esto.” Los ojos oscuros
brillaban con lágrimas y el shock. “Usted no puede creer que una niña de
quince años podría tomar parte de esto.”
“Sra. Younger, yo no estoy aquí para responder a sus preguntas, y como usted
ha invocado su derecho a asesoramiento legal, nosotras no tenemos nada que
decir en este momento.”
“Sí, sí. Por ahora, sí.” Younger se presionó los ojos con los dedos, ojos del
mismo verde profundo que los de su hija. “Usted tiene que entender. Mi hija
ha sido secuestrada por su padre.”
“Usted no cree eso. Usted quiere creerlo, usted está tratando de convencerse a
sí misma de eso. Pero no lo cree. ¿Estaba su padre allí cuando ella amenazó a
su esposo a punta de cuchillo?”
“Con un arma mortal. ¿Estaba su padre allí cuando ella mató al cachorro de su
hijo y lo arrojó por la ventana?”
“Ella no lo hizo.”
“Usted sabe que ella lo hizo. Usted ha visto las señales. Usted ha estado en su
cama despierta por las noches temerosa de lo que ella pudiera hacer. ¿Dígame,
míreme y dígame cuándo fue la última vez que la dejó sola con su hijo?”
“Entonces se lo mostraré.” Eve sacó del archivo copias de las listas, los planos.
“Este de aquí este es el que su ex esposo y su hija planearon. ¿Pero este? Este
es totalmente de ella. Mire los nombres. Su hijo está el primero en la lista. Su
hijo, su esposo, usted, luego el psicólogo del colegio, el director. La hermana de
su esposo.”
“¿Y este? ¿Reconoce este? Es su colegio. Tácticas usa planos como este,
marcados de esta manera. Ella ha aprendido muy bien. ¿Cuántos hijos e hijas
ella podría matar, cuántos profesores, padres, inocentes?”
“Esta tiene un cajón secreto diseñado para contener armas. Ella tenía pistolas
en su casa.”
“Usted revisó su cuarto con regularidad. Porque usted le tiene miedo, porque
usted sabe, debajo de su negación, usted sabe de lo que ella es capaz. Nosotros
no encontramos esta lista en su computadora, en su dormitorio. O en el
apartamento donde Mackie vivía y ella vivía la mitad del tiempo. Nosotros la
encontramos oculta en la computadora de su hijo, un lugar adonde a usted no
se le ocurriría buscar.”
“En donde él hacía sus tareas escolares, se entretenía con sus juegos. Ella lo
marcó a él para morir. ¿Cuántos años tiene él?”
“Él tiene siete. Él tiene siete años. Ella lo odia.” Younger se cubrió la cara con
las manos. Las lágrimas se deslizaban a través de sus dedos. “Ella lo odia. Lo
puedo ver en sus ojos. Él es tan dulce, tan dulce y divertido y fácil de tratar,
pero ella lo mira con odio detrás de su mirada.”
“Ella creció en mi interior.” Bajando las manos, Younger las presionó contra su
estómago mientras las lágrimas caían por sus mejillas. “Yo apenas si tome un
sorbo de vino mientras ella estaba dentro de mí. Comí cosas tan saludables,
hice todo lo que el doctor dijo que haga. Tuve tantísimo cuidado, y cuando ella
nació, cuando la sostuve, prometí que siempre la cuidaría mucho. Yo la amaba,
tanto. La alimentaba con mi cuerpo, la bañaba, y le cantaba. Mac, yo sabía que
Ella se secó la cara con las manos. “Lynda, yo trabajo con ella. Ella es mi mejor
amiga. Yo conocí a Lincoln mucho antes de que nosotros…. Nosotros no
empezamos a salir hasta después de que Mac y yo nos separamos. Le juro a
usted que nosotros nunca…..”
“Sí, sí. Yo tengo una amiga, pero debido a que Willow y Mac estaban tan
enfadados y opuestos a la idea, hice que ella hablara con Willow de manera no
oficial, podría usted decir. Grace Woodward ella es una psicóloga. Problemas
de Ira, obviamente, problemas de transferencia de sentimientos. Quedamos en
hablar de la terapia como algo muy casual, y eso pareció estabilizar a Willow.
Ella no estaba interesada en Zach cuando él nació, pasaba más tiempo con Mac,
yo lo permití.”
“Era más fácil. Ella nunca quería un verdadero tiempo de madre hija. Ella lo
hacía parecer como un castigo si yo la llevaba de compras o a un salón de
belleza o a un espectáculo. De manera que dejé de hacerlo, me dije que estaba
bien que ella no compartiera mis intereses o yo los de ella. Pero yo iba a
algunas de sus competiciones, hasta que ella me dijo que podía sentir mi
desaprobación y eso la molestaba. Me pidió que no vaya.”
Ella pausó cuando Peabody le trajo una taza de agua, la tomó lentamente. “Yo
estaba feliz cuando Mac encontró a Susann. Él estaba tan obviamente
encantado con ella, y ella era tan dulce, tan amable. Me preocupaba que
Willow pudiera resentirla, también, pero no pareció hacerlo. Yo pienso….
Francamente, yo pienso que eso era porque Susann era, no quiero decir débil,
eso suena como una crítica. Pero ella era suave, y poco exigente. No parecía
que Willow estuviera enfadada cuando Susann se embarazó, pero allí fue
cuando se metió en problemas en el colegio. Ella se negaba a hacer
asignaciones, les respondía mal a los profesores, amenazó a una de las otras
chicas con daño corporal. Nosotros estuvimos de acuerdo en el asesoramiento
del colegio….”
“Sí. Ah Dios, sí, con la Srta. Hutchins. Y pareció que Willow volvía a
estabilizarse. Mac se la llevó a un viaje de cacería al oeste, sólo ellos dos, y
todos sentimos que ese tiempo con él le demostraría a ella que no estaba siendo
reemplazada.”
“Ah, no, no, nada de eso. Era resentimiento y desprecio. Yo podía sentir el
desprecio hacia nosotros dos, y quería esa terapia familiar, ya que sentía que
Willow le seguía en eso.”
“Pero usted dice que ella odiaba a su hermano, y Mackie era bueno con él.”
“Mac estaba destrozado. Nadie podía culparlo. Willow quería pasar más
tiempo con su padre, y yo lo permití. Sentí que él la necesitaba, y que ella lo
necesitaba a él. Pero él empezó a beber demasiado, incluso cuando llegaba a
recogerla estaba borracho. Y tuve que decirles a ambos que ella no podía
permanecer con él bajo esas condiciones. Cuando la hice venir a casa, cuando
marqué ese límite, fue cuando el cachorro…. Fue entonces cuando sucedió
aquello.”
Las lágrimas humedecieron sus pestañas cuando Younger cerró los ojos. “Yo
creía que ella lo había hecho. No podía probarlo, pero sí, lo sabía. Y ella sabía
que yo sabía. Yo estaba consolando a Zach. Él estaba llorando, y yo lo sostenía,
consolándolo, y alcé la vista. Ella estaba allí, observándonos. Y sonriendo. Ella
me miró a los ojos, sonrió, y yo tuve miedo.”
Ella bebió más agua. “Allí fue cuando yo empecé a revisar su cuarto. Yo nunca
encontré nada, y me odiaba a mí misma por ello, pero revisé su cuarto de forma
rutinaria. Hablé con Grace, ella se había mudado a Chicago, y ella me aconsejó
hacer lo que yo sabía de debía de hacer. Meter a Willow en terapia
estructurada. No pude.”
Ahora Younger usó sus manos para limpiarse las lágrimas, e hizo un esfuerzo
por enderezar los hombros. “Usted puede decir que soy su madre, y que ella
tenía que hacer lo que yo le decía que haga, pero su padre rehusó respaldarme,
“Su hija es una psicópata, entrenada por un experto en la ciencia del asesinato.”
“Todas las señales están allí, toda la evidencia está allí. Todos los muertos están
allí. Necesitamos hacer parar a su hija y a su padre. Necesitamos evitar que
vuelvan a matar. Necesitamos encontrarla a ella, detenerla, y darle la ayuda
que ella necesita. ¿Adónde irían ellos?”
“Alaska.”
“¿Qué?”
“Sí, no siempre, pero va y viene. No lo he visto desde hace como un mes, pero
la última vez que lo vi, él se veía…. mal. Como frágil, tembloroso. Yo no he
sido la esposa de un policía desde hace mucho, pero no pienso que él pudiera
ejecutar esos disparos. Yo pienso, que Dios la ayude, yo pienso que él ha
entrenado a Willow para hacerlos.”
Ella bajó la vista hacia la mesa. “Yo quiero creer que es contra su voluntad,
pero yo sé que no es así. Pero él ha usado su amor por él, su admiración. Él la
ha hecho pensar que lo que ella está haciendo es heroico, es correcto, es lo que
su padre quiere y necesita. Ella es sólo una niña. Ella no es responsable.”
Sí, pensó Eve, ella lo es, pero lo dejó pasar. “¿Tienen ellos un restaurante
favorito, una pizzería? ¿Algún lugar adonde iban habitualmente?”
“No lo sé.”
“Usted dijo que ella competía, ganaba trofeos. Algún lugar adonde él la llevaría
para celebrar cuando ella ganaba”
“No lo sé. Ella no me quería allá, no quería compartir eso con Espere.
Divine's.”
“Sí. Willow adoraba ese lugar, adoraba sus helados de caramelo. Son caros, y a
menudo uno tiene que esperar hasta una hora para conseguir mesa, pero Mac y
yo empezamos a llevarla cuando era una niñita, y…. Yo supongo que debe de
ser su lugar. El la llevaría allí en ocasiones especiales.”
“¿Hay algún otro lugar que le parezca a usted, otra rutina que ellos tenían?”
“El campo de tiro, el que está bajo techo en Brooklyn, no es el nombre. Y hay
algún otro lugar para tiro al blanco, bajo techo y al aire libre; ese está en Nueva
Jersey.”
“Yo sé que él la llevó al oeste, Montana. Y yo pienso que fueron al oeste sin
decírmelo. Yo dejé de preguntar porque ellos mentirían, y Willow mentiría de
una forma que dejaba bien claro que mentía. ¿Usted tiene hijos, Teniente?”
“No.”
“Entonces usted no sabe lo que es fallar como madre.” Younger apartó la vista,
con una mirada derrotada. “Yo no sé cómo salvarla ahora.”
“Sra. Younger, nosotros vamos a hacer todo lo posible por encontrarla, por
arrestarla sin hacerle daño, por detenerla antes de que cause más daño. Lo que
usted me ha dicho puede ayudarnos a hacer eso. Voy a hacer que la lleven de
regreso con su familia. Vamos a llevarlos a todos ustedes a un lugar seguro
hasta que encontremos a Willow.”
“Sí.”
“¿Por qué él está tratando de matarme?” El grito de Ellison le abrió a Eve una
ranura dentada a través del cráneo. “Yo no hice nada. ¡No le hice daño a nadie!
Alguien está tratando de matarme.”
“Srta. Ellison….”
“¡La policía vino a mi apartamento! ¡Yo ni siquiera terminé mi cena! ¡La gente va
a pensar que he sido arrestada! ¡Yo no hice nada! ¡Podría ser asesinada en
cualquier segundo!”
Mientras ella vociferaba, Ellison daba vueltas alrededor de la sala, moviendo los
brazos alternativamente como banderas, luego envolviéndolos alrededor de su
delgadísimo cuerpo como para mantener unido lo que había allí. Sus ojos
recargadamente delineados en azul reluciente, resaltaban en su angosto rostro.
Su boca extremadamente pintada de rojo brillante, nunca dejaba de moverse.
“No en este momento, de manera que siéntese de una maldita vez. ¡Sentada!”
Espetó Eve.
“Yo no voy a ir a ninguna parte. Usted tiene que protegerme. Yo voy a… ¡voy a
demandar!”
“Yo puedo ser más mala porque los lloriqueos también desperdician mi tiempo.
Supérelo. Usted está viva y en custodia protegida. Nosotros planeamos
mantenerla viva y bien. ¿Quiere eso? Contrólese y conteste algunas
preguntas.”
“Yo no sé nada.”
“¡Yo no le hice daño a ella!” Ellison alzó su llorosa cara manchada. “Yo podría
haberla despedido, pero no lo hice. Le di otra advertencia, eso es todo.”
“¿Cuál de las veces?” Ellison ahora sorbía por la nariz, soltó gruesas lágrimas
de sus centelleantes ojos. “Yo tenía que hablar con ella todos los meses, volver
a explicarle cuán irregulares eran sus evaluaciones porque ella nunca llegaba a
tiempo a trabajar o de sus descansos, y ella terminaría hablando con un cliente
por casi diez minutos en lugar de vender algo.”
Esos brillantes labios rojos temblaron. “Tuve que hacerlo. Era día de
evaluación, y tuve que hacerlo. Le dije a ella que tenía que llegar a tiempo,
simplemente tenía que mostrar una mejoría en esa área. Ella dijo que lo sentía y
que lo haría. Ella siempre decía eso, y usualmente ella llegaría a tiempo por
unos cuantos días, incluso una semana después de la evaluación, y entonces….
Pero ese día, ella nunca volvió de su almuerzo.”
Ellison empezó a llorar otra vez. “Yo estaba tan enfadada. Nosotros estábamos
realmente copados, teníamos una venta importante, y yo estaba realmente
furiosa. La llamé a su enlace, y pasó a correo de voz y yo fui severa. Le dije que
si ella no me respetaba o al puesto lo suficiente como para volver de su
descanso a tiempo, ella simplemente no debería de regresar para nada. Yo no
sabía que ella estaba muerta.”
“Yo lo ¡hacía! Si ella me hubiese dicho que tenía una cuestión médica, o si me
hubiese llamado, diciéndome que se estaba retrasando por eso, yo no hubiese
sido severa. Lo juro. ¡Yo no quiero morir! Yo sólo tengo veintinueve años.”
“Willow Mackie.”
“Sí. Ella vino a la tienda. La reconocí porque había venido antes, para que
Susann la pudiese ayudar a encontrar ropa. Y ella se acercó a mí, justo en mi
cara, y dijo que yo tendría que lamentar que Susann estuviera muerta porque no
“Supongo que un mes después del funeral. Ella ni siquiera se veía enfadada o
alterada. Ella estaba como sonriendo todo el tiempo. Yo estaba realmente
alterada, y traté de decir que lo sentía, pero ella simplemente se marchó. Ella
empujó un exhibidor de camisetas cuando salía. ¡A propósito!”
“No mientras yo estaba trabajando. Yo nunca volví a verla, hasta que vi su foto
en las noticias. Todo lo que yo podía pensar era que no me sorprendía.”
“¿Ambos?”
“Yo….”
Eve fue directamente a su oficina, ordenó los resultados del DDE en el minuto
que los vio.
“En pantalla.”
Con las manos en las caderas, ella estudió los edificios resaltados en orden de
probabilidad. Ellos habían tenido suerte con el primer nido, pensó ella. Tal vez
esa suerte se mantendría.
“De modo que ellos fueron a su escondite luego del ataque, tuvieron tiempo de
guardar sus armas, y luego ir por un jodido helado. Consígueme una sala de
conferencias.”
Ella echó un vistazo hacia la puerta, frunció el ceño cuando Roarke entró.
“¿Tu negocio?”
Incluso con la mente llena de detalles policiales, ella se quedó fría, parpadeó
hacia él. “¿Yo soy propietaria de una heladería?”
“Especialmente Peabody. Nadie puede saber nunca que mi nombre está en una
importante heladería.”
“Veo que tendremos que cancelar nuestros planes para el Escarchado Teniente
Dallas, pero como tú quieras.”
“Tu, Esa es una broma. Ja”ja. Por qué estar mi nombre en No, después. Estoy
perdiendo mi concentración.”
“Ellos van allí, los Mackies. Es su lugar de celebración. Ellos fueron allá
después de cada ataque.”
“Algo así.”
“Tú has lidiado con algunos monstruos en nuestro tiempo juntos, pero esto….
Ellos son una raza aparte. Padre e hija, celebrando la muerte con helados
mientras las familias lloran sus pérdidas.”
“Él la recompensa a ella. El la entrenó, la ayudó a ser lo que es, de modo que él
la recompensa por un trabajo bien hecho. Estoy buscando su escondite. Si ellos
fueron a Divine, habiendo guardado sus armas primero, me inclino a que ellos
se esconden en un lugar dentro de una distancia razonable para ir a pie a la
heladería. De acuerdo a mi información, Divine ha sido su lugar desde que ella
era una niña.”
“Todos los demás presten atención a la pantalla uno. Noten los edificios
resaltados. Esos son los nidos potenciales para el ataque de hoy en el Times
Square. Noten sus sectores,” añadió Eve.
“De forma que ellos dejaron el nido, fueron adonde sea que se escondan,
guardaron las armas. Luego salieron por el postre,” concluyó Baxter.
“Se toma más tiempo llegar allí desde el centro,” empezó Santiago, “eso es un
factor. Pero ambas veces ellos dejaron las armas, las maletas. ¿Podría ser que
tengan su propio transporte?”
“No lo tenían,” dijo Lowenbaum. “Nunca supe que Mackie tuviese su propio
vehículo.”
“El Hotel East Side tiene un garaje para el estacionamiento de sus huéspedes,”
añadió Eve. “Los Mackies no registraron un vehículo allí.”
“Y a menos que él haya comprado uno, ese es tan seguro como nuestras
unidades en Tácticas,” añadió Lowenbaum, “No hay manera de que él dejara
armas dentro de un vehículo, estacionado en un garaje o en la calle. Si él tiene
transportación, él seguiría guardando sus armas en una ubicación segura.”
Una vez más, Eve gesticuló hacia la pantalla. “Lleva más tiempo viajar desde
cualquiera de las ubicaciones resaltadas en el centro hasta la heladería, añadan
a eso treinta minutos. Pero después del primer ataque, ellos llegaron al
mostrador, de acuerdo con el testigo, treinta minutos después de la hora de la
muerte de la primera víctima.”
“Eso está bien, y eso es correcto. De manera que nos concentramos en esa área.
De la Primera Avenida a Lex, de la Cincuenta y Cinco a la Quince. Eso pone a
la heladería en el centro de ese cuadrante. Ellos podrían haber caminado
fácilmente desde su nido en la Segunda Avenida a cualquier locación de esa
área.”
“Lamento interrumpir.”
“Yo lo llamo abrirse,” corrigió Baxter. “Él se sintió seguro, y no lo había estado.
El sintió como que podía hablarle a Trueheart, y que Trueheart le creería.”
“Eso, y yo pienso que él sentía como si, su media hermana, no podría llegar a
él.” Trueheart dirigió la mirada al tablero. “El niño ha estado aterrorizado,
Teniente. Él dijo que a veces podía despertarse en medio de la noche y ella
estaba en su dormitorio, sólo allí sentada, mirándolo fijamente. Una vez le puso
un cuchillo en la garganta, lo desafió a que pidiera ayuda.”
“Él también tenía razón. Ella planeaba matarlos a todos ellos una vez que
completase la misión para su padre. Si alguien por aquí está pensando en ella
como una niña, que deje de hacerlo. Hasta que ella esté en una celda, ella es
mortífera. Cualquiera que esté pensando en Mackie como un compañero
policía, que deje de hacerlo. El y su hija son asesinos a sangre fría. Encuentren
el nido, compilen toda la información y las evidencias cuando lo hagan.
Cualquiera que esté asignado al campo, está descartado.”
“Feeney, haz todo lo que puedas para reducir el número de locaciones para el
escondite.”
“Sí quiero.”
“Ven arriba cuando estés listo.” Levantándose, Feeney se metió las manos en
los bolsudos bolsillos.
“¿Tienes alguna sensación de que haya algo raro entre estos dos?”
“Yo pienso que siendo ASLD, Ah.” Eve se metió las manos en sus propios
bolsillos. “No, nada como eso.”
“Muy bien entonces, él va a querer un lugar con dos dormitorios. Ella tiene casi
dieciséis años, de manera que ellos tal vez compartan un nido, a plazo corto,
pero para un plazo más largo, probablemente de dos dormitorios. El tipo
quiere ir a Alaska, él probablemente esté tratando de ahorrar dinero de donde
pueda, así que como tú dijiste, nada lujoso. Sí, nosotros podemos reducir algo
el número. McNab, empecemos.”
Con una media sonrisa, McNab se frotó el lóbulo de la oreja y parte del bosque
de aros de plata que llevaba en él. “¿Uno tiene que comer, verdad? Es un
padre soltero, y añádele que ambos están metidos allí para planear cómo matar
a todo un grupo de personas. Probablemente no cocinan mucho, incluso
aprovisionando el AutoChef con algo más que tus básicos bocadillos para
llevar.”
“Incluso pensando con su estómago, eso no está mal.” Feeney le dio un ligero
puñete a McNab.
“Añadiremos eso.”
“Lo traje de regreso conmigo. Hazme un gran favor, Dallas, no hables con él en
Interrogatorios.”
En su lugar, pensó Eve, ella habría pedido lo mismo por cualquiera de sus
hombres. “Hablaremos en la cafetería. Nosotros tres. ¿Por qué no vas y nos
consigues una mesa?”
“Te lo agradezco.”
“Peabody, quiero que chequees que todos los civiles que trajimos estén ahora
seguros. Y esto es la cuestión de la aguja en la pila de paja.”
“Pajar.”
“Lo que sea. Haz correr las iniciales de los que están todavía por ser
identificados contra todos los jodidos abogados de la ciudad. Empieza con los
que ponen anuncios, los que se especializan en demandas por lesiones
personales y homicidios por negligencia.”
Con sólo Eve y Roarke en la sala, Whitney se puso de pie. “Teniente, OSN está
inquiriendo acerca de su investigación.”
Ella en verdad sintió que su columna se convertía en una barra de acero ante la
mención de la Organización de Seguridad Nacional. “¿Inquiriendo, señor, o
buscando quedarse a cargo de la investigación?”
“Puede que sea posible usar algunos recursos de la OSN sin que ellos lleven las
riendas.”
“Sí, señor.”
Cuando él se marchó, Eve se presionó los ojos con los dedos. “Jodida OSN.
Jodido papeleo. Jodida mierda.”
“Está bien, está bien.” Ella rompió la envoltura, y la mordió con fastidio. Tal
vez el hecho de que algo tan blando tuviera un gusto delicioso significaba que
ella necesitaba la maldita parte nutrí de ésta.
“Y ya que de hecho no vas a querer el café para los policías, podrías tomar una
botella de agua durante la siguiente reunión. Yo estoy con Feeney, pero me
gustaría saber si vas a salir al campo.”
Él tomó su rostro entre las manos, la besó, duro y firme, y luego se marchó.
Con un suspiro, ella se terminó la nutribar medio deseando que tuviera otra
mientras estudiaba una vez más el tablero.
En la cafetería, ella vio a Lowenbaum en una de las mesas con otro policía.
“La teniente dice que usted está cien por ciento segura de que es Mac.”
“Es correcto.”
“Y su hija, su chica.”
“No.” Patroni alzó una mano y se frotó los ojos con los dedos. “Ambos
estuvimos en el Ejército, Mac y yo, ambos éramos especialistas en armas,
entrenados en el uno nueve siete. Nosotros no entrenamos al mismo tiempo,
pero conocíamos a algunas de las mismas personas de ese entonces.”
“Ustedes conectaron.”
“Sí. Yo tenía un niño, diez años, de una relación que fracasó, y él tenía a Will.
Nosotros nos tomábamos una cerveza un par de veces por semana, veíamos un
juego, practicábamos en el campo de tiro. El llevaba a Will siempre que ella
estaba con él, al campo de tiro, quiero decir. La chica tenía una considerable
habilidad, quiero decir que ella era una asesina en el…”
“Déjelo,” le dijo Eve. “¿Usted iba con ellos al campo de práctica con
regularidad?”
“Sí, no durante el año pasado más o menos, pero antes. Yo llevé a mi hijo unas
cuantas veces, pero él no está muy interesado. Quiere ser un científico. Y de
todas formas nuestros hijos no se llevaban bien.”
“No realmente. Owen, él se lleva bien con todo el mundo, viejos, jóvenes, lo
que sea, pero ella no le gustaba a él. Él me dijo después de un par de veces que
lo llevé conmigo que no quería estar con Mac cuando ella estaba allí. A él no le
gustaba cómo ella se veía. Yo estaba sorprendido, porque como dije él se lleva
bien con las personas. Yo le dije que cómo podía él juzgar a las personas por la
forma en que se veían. Pero él dijo que no era la forma en que ella se veía. Era
“Sí, bueno, él tiene eso, usted sabe, extra. Nosotros pensamos eso. Todavía no
lo hemos llevado para que lo examinen, tanto su madre como yo pensamos que
es muy joven para eso. Pero él tiene eso extra, de manera que cuando él dijo
que no quería pasar el rato con ella, yo dejé de llevarlo. Mayormente, yo pienso
que a Will no le gusta que nadie le quite la atención de su padre, y a Mac
realmente le gustaba Owen. Mac está loco por Will, no me malentienda, pero él
quería un hijo. Yo supongo que él piensa en Will de esa manera. Ella no es
muy femenina, ¿sabe usted?”
“Sí, Susann era el amor de su vida, sin duda. Él dijo que Will también la
quería.”
Patroni alzó la vista y miró a Lowenbaum. “Se puso mal luego de que usted
hizo que se tomara el permiso por dificultades, Teniente. Yo no vi qué bien
podría hacer el informar que él estaba bebiendo hasta enfermarse durante su
permiso. Y yo francamente no pensaba que él volvería al trabajo. Él no estaba
listo para volver a trabajar, Teniente, usted lo sabía. Él se recuperó un poco.
Fue muy cuidadoso en ello, pero todos nosotros lo sabíamos. Usted le dio
trabajo de escritorio porque usted lo sabía, y nadie se sorprendió cuando él
tomó sus veinte años de servicio y se jubiló. Pero después de eso, luego de que
presentara sus papeles, yo pienso que él hizo más que sólo embriagarse hasta
quedar inconsciente.”
“Ella lo convenció.”
“A acampar, dijo ella, aire fresco, cambio de escenario. Ella lo tenía todo
planeado. El hecho es que él la había llevado a Montana, tal vez incluso hasta
Canadá un par de veces antes, y a Alaska tal vez más de dos veces.”
“Hace un buen tiempo, tal vez tres o cuatro meses. El dejó muy en claro que no
le gustaba que yo me dejara caer por su casa, y no pudiera decir, 'Oye, vamos
por una cerveza.' Yo lo llamé un par de veces para ver algún partido, o para ir
al campo de tiro, pero él me dijo que no, siempre tenía algo planeado con Will.
O ella podía contestar el enlace de él, y me decía que él estaba ocupado, que él
me devolvería la llamada, pero él no lo hacía.”
“Bien.” Él se pasó una mano por el pelo. “Cuando él todavía hablaba conmigo,
y estaba bastante bebido, él hablaba acerca de cómo alguien tenía que pagar.
Pienso que él contrató un abogado.”
“¿Qué abogado?”
“Él nunca lo dijo. Pero hablaba de contratar a uno. ¿Él decía cosas como que su
esposa y su bebé habían sido asesinados, y que en dónde estaba la justicia?
“No sabía que lo había hecho, pero pensé, por la forma en que me rechazaba,
por cómo Will me bloqueaba, que él simplemente seguiría adelante. Él no
quería contactar conmigo, con cosas o personas que le recordaban lo que había
perdido.”
“Correcto, correcto.” Patroni cerró los ojos mientras recordaba. “Sí, sí, ellos
estaban ahorrando. Sí, sí, recuerdo acerca de eso. Susann iba a tomar la ruta de
la madre profesional. De hecho, ella realmente quería renunciar a su trabajo y
comenzar a anidarse o lo que sea. Pero él decía que necesitaban sus ingresos
por unos cuantos meses más de manera que pudieran conseguir un lugar más
grande. Ellos habían visto algunas casas, de bajo costo, lugares que necesitaban
trabajo. En el East Side recuerdo eso porque eso mantendría a Will en el mismo
colegio, seguirían de alguna manera en el mismo vecindario. Y Mac estaba
hablando sobre presionar para tener la custodia total de ella. Alrededor de la
Tercera Avenida, tal vez. O Lex. Pienso que esa era el área, en los Veintes o al
sur de allí, uno de aquellos antiguos lugares después de las Urbanas que fueron
abandonados. Mayormente una porquería, pero uno podía conseguirlos
bastante baratos. Ah, ellos querían algo en donde pudieran llevar a pasear al
bebé a un parque o patio de juegos. Allí era en donde estaban buscando.”
“¿Compra o alquiler?”
“Ellos querían comprar, o intentar uno de esos contratos de alquiler con opción
a comprar. Usted puede hacer eso con esos post Urbanas, o él decía que se
podía. Yo suponía que sí, porque son cajas prefabricadas, en su mayoría se
están derrumbando a menos que alguien vaya y meta un montón de dinero y
“¿Alguna cosa más, algo que él dijo, alguien más al que él culpaba? ¿Esas
iniciales JR y MJ, significan algo para usted? JR, MJ,” repitió ella. “Estos dos
nombres están en su lista, y hasta ahora no han sido identificados.”
“El dejó de hablar conmigo acerca del accidente después de que hice mis
averiguaciones y le hablé al respecto, él no quería hablarme sobre ello. No hay
nadie que yo pueda espere, ¿'MJ'? No veo cómo esto podría, él podría….”
“¿Quién?”
“Tal vez Marian. Marian Jacoby. Ella tiene un hijo que va al colegio de Will.
Divorciada. Susann nos emparejó una vez, nosotros nos citamos un par de
veces, simplemente no salió de esa manera. Ella trabaja en el laboratorio. Ella
es una técnica de evidencias en el laboratorio.”
“Tal vez él se acercó a ella, tal vez ella trató de hacerle un favor, ejecutó una
reconstrucción en su propio tiempo, estudió la evidencia, los informes, y le dijo
lo que él no quería escuchar.”
“Averígualo. Ahora.”
“Jesús, ella está de turno este mes, así que ella debe de estar aquí. Si ella está en
el campo….”
“No, justo en este maldito instante.”
“Ella puede que sea un objetivo, Berenski. Ella conoce a Mackie, y puede ser
uno de sus objetivos. Mantenla a salvo y segura hasta que mis policías lleguen
allá.”
“Trabajando en ello.”
“Ten…Ten…Teniente, yo….”
“Teniente, por favor, mi hijo. Mi hijo está solo en casa, sólo con el droide
doméstico. Mi muchacho.”
Antes de que Eve pudiese detener las excusas, ella oyó la voz de Berenski. “Sí o
no, Jacoby. Nadie te va a electrocutar por ello. Cierto y breve. Ahora.”
“Muy bien, usted está a salvo, su hijo está a salvo. ¿McNab, los nombres de los
oficiales?”
“Gracias. Gracias.”
“Use su propio enlace,” dijo Berenski, arrebatándole el suyo. “Para que su hijo
lo reconozca. Atrapa a ese loco hijo de puta, Dallas, antes de que apunte hacia
alguien más en mi casa. Mierda, antes de que me tenga a mí como objetivo.”
“Estamos acercándonos.”
Turno de tarde, pensó ella. Gilipollas también estaba haciendo horas extras.
Ella hizo una nota mental para al menos no darle mucha importancia la
próxima vez que se comportara como un gilipollas.
“Jacoby asegurada, y siendo transportada a una casa segura. Los oficiales están
con su hijo ahora,” anunció Peabody. “Nadie ha dado con el nido hasta el
momento.”
“Si quieres decir ahora, Dallas, son casi las doscientas horas. Ella no está en su
oficina. ¿Quieres que la contacte en su casa?”
“Que todos los oficiales y detectives se reporten para una sesión informativa
completa a las cero siete treinta. Hasta esa hora, todo el mundo queda en
estado de espera.”
“Haré los contactos. ¿Tú estás en el DDE? ¿Puedes usarme para algo allá?”
“Awww.”
“Estoy haciendo correr las iniciales, de hecho eliminé a algunos abogados con
ellas. Hay tantísimos malditos abogados,” añadió Peabody. “Y asistentes
legales, y picapleitos, y abogados inhabilitados, y los que acaban de pasar a la
barra…”
“Mantente en eso. Toma un maldito descanso para comer, pero sigue con ello.”
Eve escaneó la información. “Veamos las casas primero. Más privacidad, y uno
están en control de la seguridad. Identificación de los inquilinos.”
“En pantalla.” Eve frunció el ceño ante la primera foto de identificación cuando
Feeney la subió, y luego a McNab. “No es Mackie. Veamos las otras.”
“Es bastante fácil crear un duplicado de la identificación, uno que salte en una
búsqueda,” comenzó Roarke. “Y tener otro usando el mismo nombre, y que
coincida con su rostro.” Él sonrió. “O eso he oído.”
“Sí, apuesto que sí. McNab, ejecuta un nivel tres completo en Willowby.” Ella
sacó otra vez su enlace. “Cancela los descansos para comer. Todo el mundo
que se reporte en la Central para una sesión informativa completa. Acabamos
de encontrar una brecha. Envíenme todo lo que consigan,” dijo ella mientras se
volvía hacia la puerta. “Sala de Conferencia A, tan pronto como puedas.”
Peabody corrió para darle alcance cuando Eve saltó fuera del deslizador y salió
disparada hacia la sala de conferencias.
“¿Qué brecha?”
“Willowby. Ese nombre, Pienso que ese nombre resaltó en una de mis
averiguaciones de viajes.” Peabody sacó su computadora personal para revisar
“Color de cabello y ojos, un cambio fácil. Pero este muchacho podría ser su
primo. Su primo de la misma edad, la misma altura y peso. Ejecuta un nivel
tres en esa identificación, usa tu computadora personal. Yo necesito la
computadora.”
“Es más posible que la chica pueda.” Peabody se encogió de hombros. “Los
chicos son más rápidos con la tecnología, tecnología en evolución, y un
adolescente siempre está interesado en identificaciones falsas, unas que pasarán
el nivel uno en todo caso. Como lo hizo éste.”
“De cualquier manera, él tendría más de uno. Alquilar el lugar, viajar un poco
usando éste. Otro viaje usando otro. Si él tiene una cuenta para sus finanzas,
está en otro. Tarjetas de crédito, cuenta del enlace. Mézclalo todo.”
Ella se dio la vuelta cuando la computadora dio una señal. “Hay un rostro, y
Colt Willowby es en realidad Silas Jackson, dieciséis años, de Louisville,
Kentucky. Olvida esa búsqueda, los tenemos. No, déjala correr, mientras más
evidencia tengamos es mejor, pero usa la computadora ahora para que me
consigas todo lo que puedas sobre la propiedad de la Tercera Avenida.”
“Yo tengo eso para ti,” dijo Roarke mientras ingresaba. “Ya te lo envié.”
“¡Pizza!”
“Nadie tuvo ese descanso para comer,” señaló Peabody. “Yo agarré una barra
de yogurt, pero eso es todo.”
Pensar como policía, reflexionó ella, y él había hecho el trabajo más rápido que
ella. Además de la pizza. Difícil quejarse.
“Uno que está mostrando su edad,” añadió Roarke, “y los efectos de una pobre
construcción. Willowby lo alquiló con una opción, y como el precio que piden
es fácilmente cincuenta mil dólares más de lo que vale, yo concluiría que él no
se molestó en negociar.”
“Lo haremos.”
Los policías llegaron del campo minutos antes que la pizza. Eve permitió el
ataque de los lobos, Roarke tenía razón, los policías tenían que comer, y los
puso al día mientras comían.
“Lowenbaum.”
“El querrá proteger a su hija,” dijo Roarke, pero ella sacudió la cabeza.
“Él no está dirigiendo la orquesta, él sólo piensa que lo hace. Puede que ella
actúe como la alumna, la aprendiz, pero ella es la que lleva la batuta ahora. Tal
vez ella la ha estado llevando desde hace un buen rato.”
“Ella no quiere morir, ella quiere matar. Él tiene una misión, aunque sea una
mierda de misión, y probablemente moriría por ella. Pero ella no se hubiese
detenido allí. Ella quiere matar. Nosotros tenemos a todos los objetivos menos
a uno. Nosotros los atrapamos aquí, o ella encontrará a ese último objetivo.
¿Entonces? Ella puede esperar. Ella es joven, tiene recursos, tiene
Cuando ellos llegaron al punto donde debían bajarse, McNab le hizo a Peabody
un gesto con el dedo y salió con Callendar.
No se veían como policías, pensó Eve, con sus brillantes abrigos y las botas de
aire estampadas. Ellos caminaban rápidamente, como cualquiera lo haría en
una ventosa noche de Enero.
“¿Puedes sobrepasarlos?”
“La última batalla,” murmuró ella. “El supuso que tenía más tiempo, el
suficiente para finalizar su misión, esperaba escapar con su hija. Pero si y
cuando el resultado fuera este, él presentaría la última batalla aquí. ¿Ellos están
allí dentro?”
“Me parece que no,” dijo Roarke con calma. “Otro minuto aquí.”
“Él las ha programado. Son falsas, son imágenes falsas,” explicó Feeney.
“Nosotros podemos evaluar y eliminar.”
“Las del primer piso son generadas. No hay cuerpos calientes allí,” dijo Roarke.
“Y esa es una.” se oyó la voz satisfecha de Callendar. “Una sola fuente de calor
en el tercer piso, esquina norte mirando hacia el oeste, detrás de una ventana
protegida.”
“Si ella está afuera, trayendo a casa algunos rollitos de huevo, la atrapamos
rápido, duro, y hecho. Puede que seamos capaces de negociar con Mackie para
que se rinda si la tenemos a ella.”
“Pero tú no crees eso.” Feeney se volvió hacia ella. “Él la envió fuera, para que
esté cubierta y a salvo para que pueda terminar la misión. Él es la distracción.”
“Sí, sí, esa es la impresión que tengo, pero tenemos que seguir con esto. Ella
puede estar en cualquier parte. Lowenbaum, lo necesitamos vivo. Puede estar
herido, pero lo necesitamos respirando. ¿Has conseguido un punto de mira?”
“Él sabe cómo mantenerse a cubierto, Dallas, y eso es lo que está haciendo.
Podemos abrir algunos agujeros en las barricadas, pero en este instante, no
podemos eliminarlo.”
“Un ariete podría tirar la puerta abajo,” consideró ella, “pero le da tiempo para
lo que sea que tenga en mente para cuando lleguemos al tercer piso. Eliminar a
tantos de nosotros como pueda, eliminándose a sí mismo. Peor, disparándole a
civiles.”
Ella cerró los ojos un momento, alzó una mano para que nadie hablara e
interrumpiera sus pensamientos. “Lowenbaum, Tácticas tiene algo a mano que
pueda pasar a través de esas paredes de mierda, ¿la pared común?”
“Vaya, gracias.”
“¡Mi abrigo!”
“Abrigo rosa, gorro con copo de nieve.” Ella lo sacó de su bolsillo. “Yo no me
veo como una policía.”
“Yo sé cómo no verme como una policía. Necesito algo….” Ella gesticuló.
“¿Bolso?”
“Sí, sí, un bolso. Una herramienta o herramientas pueden ir allí. ¿Qué tenemos
aquí?”
El viejo bolsón era de un verde llamativo apenas menos que fluorescente, con
un relámpago estampado hecho del color rosado de Peabody.
“No es un secreto. Muy bien, dame tu abrigo.” Eve se sacó su tan querido
abrigo, y se puso el abrigo rosa de Peabody, y se colocó en la cabeza su propio
gorro. “La bufanda también.”
“No vuelvas a decir eso nunca más.” Ella se colocó el bolsón cruzado como
una sensata Neoyorkina, y salió de la furgoneta.
“Hay fuentes de calor en la casa contigua, tres de ellas. Una podría ser un perro
pequeño, posiblemente un gato grande.”
“No lo dudo.”
“Terminen el barrido, luego vuelvan a tomar sus posiciones. Sin ella como
moneda de cambio, las probabilidades son pocas o ninguna de hacerlo salir.”
“Puedes contar con eso. ¿Alguno de ustedes sabe cómo hacer funcionar un
cortador laser?”
Ella echó a andar otra vez. “Baxter, Trueheart, de regreso a su puesto. Roarke y
yo nos dirigimos hacia la esquina de la Tercera y la Dieciocho, estamos por
entrar en la línea de visión del sospechoso.”
Cuando ellos se detuvieron en la esquina, ella tiró de él hacia abajo para darle
un beso, estudió la ubicación del objetivo, y murmuró contra la boca de él, “Él
está escaneando la calle, así que nos ha visto. Pero no se ha movido para cubrir
la parte trasera. Puede que tenga instalado algún sistema de advertencia para
eso.”
“Jan y Phil, lo tengo. ¿Quieres contarme cómo es que sabes hacer funcionar un
cortador laser?”
Ella le devolvió la sonrisa, y soltó una carcajada que esperaba que se escuchara.
“Gracias a Dios estamos aquí. ¡Me estoy congelando! Vamos a pedir un taxi
para cuando regresemos a casa.”
Roarke cambió de posición para bloquear cualquier posible vista del dúplex
contiguo cuando Eve mostrara su placa.
“El primer truco es conseguir que abran la puerta, rápido. Después de eso, sólo
entramos. Lidiaremos con el resto en el interior.”
El hombre, a mediados de los treinta, llevando una sudadera gris de los Mets y
vaqueros con agujeros en las rodillas, frunció el ceño ante la placa.
“¿Qué?”
“¡Hola, Philippe!” Con una tremenda sonrisa, Eve se adelantó. Roarke cerró la
puerta a sus espaldas.
“Espere un momento…”
“Philippe,” dijo Roarke en un tono tranquilo. “Cuanto más rápido sigas las
instrucciones de la teniente, más pronto te lo explicaremos. ¿Cómo está tu
insonorización?”
“Veo que están haciendo algunas renovaciones,” continuó Roarke en ese mismo
tono tranquilo, entonces miró a Eve. “Útil.”
“Sí, debería serlo. Llámala, haz que baje aquí.” Mientras hablaba, Eve se quitó el
abrigo rosa porque la hacía sentir como una idiota, lo tiró sobre un perchero
bastante anticuado que alguien había pintado de azul brillante.
“Son policías.”
“La…”
Jan se interrumpió cuando Eve puso un dedo en sus labios, entonces cargó lo
que tenía que ser un perro, y siguió bajando las escaleras.
Como el perro se meneaba para que lo bajaran, Jan buscó a tientas la mano de
Philippe. “¡Pórtate bien, Lucy! Te dije que algo iba mal con las nuevas personas,
Phil. Qué han… muy bien.” Sacudió la cabeza, respiró hondo. “Volvamos al
salón. No vas a creer lo estupendo que se ve ahora.”
“Pon algunas melodías, Phil, y abramos ese vino. No sé cuánto pueden oír allí,”
dijo Jan quedamente mientras se dirigían a la parte trasera, pasando por
paredes deslucidas, espacios en donde las paredes deslucidas habían sido
tiradas abajo. “Nosotros los oímos, los sonidos de su pantalla, y en el tercer piso
cuando mueven cosas. Allí es en donde está nuestro taller, de manera que
pasamos mucho tiempo arriba.”
Cuando llegaron a lo que Jan llamaba salón, Eve notó que era bastante grande.
Habían transformado el espacio en una cómoda cocina estilo retro con
encimeras grises y un montón de plantas floreciendo bajo opacas luces
plateadas para el crecimiento de las mismas. Esta se extendía hacia una sala con
grandes muebles cómodos, cojines para el suelo y lámparas modernas en un
lado, y una larga mesa con seis sillas disparejas bajo un trío de bolas de alambre
que servían como luces colgantes.
En la esquina había otro cojín con tres, y un juguete en forma de hueso en azul
fluorescente.
“Gracias.” Jan le ofreció a Roarke una sonrisa insegura mientras ponía al perro
en el suelo. Este se escabulló, ¿tenía patas debajo de ese pelo? se preguntó Eve,
agarró el hueso, y se volvió a escabullir con el objeto entre los dientes como un
brillante cigarro azul. “Hemos estado trabajando duro en esto. Ahora estamos
en el mes catorce.”
“Con algunos amigos como mano de obra sin paga. Queríamos terminar esta
zona primero, y el cuarto de baño que está por allí. Ahora ya casi hemos
terminado con el dormitorio principal.”
“¿El chico?” Philippe frunció el ceño, miró a Jan. “No recuerdo haberlo visto
hoy, pero estaba en el trabajo, no regresé hasta alrededor de las seis.”
“Yo trabajé aquí hoy, en el tercer piso. Estaba pintando. Lo vi salir, tal vez como
a las cuatro, cuatro y media. No estoy segura de la hora, podría haber sido un
poco más tarde. Tenía su mochila y una especie de estuche grande. No sé si
regresó. Son peligrosos, ¿no es así?”
“Ah, caray.” Philippe atrajo a Jan a su costado. “¿Qué hicieron ellos? Tenemos
derecho a saberlo.”
“Al contrario,” dijo Jan. “Ambos dejaron en claro que no querían ninguna
interacción amigable. El chico sólo está aquí la mitad del tiempo.”
“¿En serio? El hombre lo llama, la llama, Will. Oí eso un par de veces. El…,
maldita sea, ella desaparece cada semana. Supuse que era una cuestión de
custodia, y eso me debería haber dado un poco de lástima, pero ella hacía que se
me pusiera la piel de gallina. Algo acerca de ella simplemente hacía que se me
pusieran de punta los pelos de la nuca.”
“Phil.” Jan sacudió la cabeza hacia él. “Del interior de aquí al interior de allí.
Pared intermedia.”
“Lo está. Como lo estamos nosotros. Hay veinte policías, armados, listos para
entrar. Si tomamos el edificio por la fuerza, habrá heridos, posiblemente
muertes. Hacerlo de esta forma reduce esos resultados.”
“Podemos hacerlo.”
“No.” Jan se puso de pie. “No, porque en primer lugar no me voy sin ti, y si
ambos nos vamos y él nos ve, toda la cuestión se desbarata.”
“Si. Dejamos de hacer ruidos molestos alrededor de las diez, pero la mayoría de
esto es hecho por las noches y los fines de semana.”
“¿Jan?”
“No voy a permitir que nada te pase, así que sí, vamos a estar bien. Así que
casémonos.”
“Dijiste… ¿qué?”
“Yo… sí.” Medio riéndose, Jan envolvió los brazos alrededor del cuello de
Philippe, presionando al perro entre los dos. “Casémonos.”
“Felicitaciones, pero tal vez podríamos dejar el vino y el aplauso hasta después
de que hayamos puesto al asesino de la puerta de al lado en custodia policial.”
“Lo siento. Esta es la noche más extraña y más aterradora de mi vida.” Philippe
puso su frente sobre la de Jan. “Y esto me hizo darme cuenta de que quiero
pasar todo el resto de ellas contigo.”
Mientras Eve echaba a andar, Roarke dejó caer una mano en el hombro de
Philippe. “El amor lo cambia todo. Yo le propuse matrimonio a mi esposa
después de salir ambos cojeando de un enfrentamiento físico con otro asesino
en serie. Buenos tiempos.”
“Se siente irreal, pero supongo que no lo es mucho cuando eres un policía.”
“Esto está directamente debajo de él,” dijo quedamente. “Cualquier cosa que no
sea una conversación trivial sobre decoración y matrimonio, díganlo en voz
baja.”
“Mucho mejor.” Eve miró hacia arriba, se imaginó a Mackie, y luego estudió la
pared.
No le importaba que estuviera lisa, limpia y del color del musgo Irlandés. Lo
que importaba era que la pared los llevaba a Reginald Mackie.
“Vamos a entrar allí desde aquí. Los dos civiles y el perro regresarán al nivel
principal, a la parte trasera, vayan por su ropa de abrigo,” les dijo. “Y estén
preparados para ser llevados a lugar seguro si es necesario.”
“Copiado,” respondió Feeney. “Dos civiles y, ah, un perro, para ser sacados
cuando se necesite. ¿Qué tal una pequeña distracción en la calle, para llamar su
atención mientras estás cortando la pared?”
“No, en absoluto.”
Eve miró fijamente al perro, que todavía tenía agarrado el hueso azul entre los
dientes. “Y mantengan al perro en silencio también, si es que pueden.”
Jan le echó un vistazo más a la pared. “Es sólo pintura. Y cableado nuevo. Y con
insonorización.”
Philippe le pasó el brazo alrededor para llevarla afuera. “Y cada vez que le
echemos un vistazo, vamos a recordar la noche en que nos comprometimos.”
Eve esperó hasta que salieron, y entonces sacó su arma. “Sólo lo bastante
grande para que podamos pasar.”
Esta zumbaba, pero para los oídos de Eve los ronroneos que emitía Galahad al
dormir sonaban mucho más.
No estaba mal.
Regresó donde Roarke, quien había cortado una fina línea de cerca de un metro
desde el zócalo hacia arriba, y comenzaba a cortar otros metro más.
“Ambos.”
“Puedo vivir sin ver a dos de mis detectives ser levantados por una AL.
Tenemos un agujero. Vamos a entrar.”
Cuando se estaba poniendo boca abajo, Roarke se deslizó en frente de ella. Tiró
de él, señaló con el pulgar hacia su espalda, pero él sólo sacudió la cabeza, y se
deslizó dentro.
“Roarke entró,” susurró ella. “Estoy detrás de él.” Bloqueó su enfado, ¿quién
era la policía aquí?, y serpenteó hacia un cuarto completamente oscuro.
Siguió el haz de luz, escaneando un cuarto casi del tamaño del que acababan de
dejar. Pudo distinguir un colchón de aire, un saco de dormir, una lámpara a
baterías, y una botella de licor casi vacía, tal vez ginebra, tal vez vodka. Una
mesa y silla plegables, notó, con una tablet, una pequeña impresora.
Él volvió a ponerse delante de ella, era más alto, y tenía la linterna. Tendría algo
que decirle al respecto más tarde.
“¡Cúbrete!” le gritó Eve a Roarke, y rodó. Vio el rayo del disparo pasar
zumbando, ella disparó una corriente de fuego sorpresivo. “¡Aléjate, mantente
alejado! Perfora esos agujeros, dame más luz.” Volvió a rodar, y luego se
levantó de un salto. “Entren, entren.”
Tanteó su camino a lo largo de la pared hasta que su mano llegó a una puerta.
Se dejó caer y rodó, oyó el ruido de algo golpeando la pared, y disparó hacia
ello.
Ella acercó los labios al oído de Roarke. “Coge la linterna. Mantente fuera de
alcance. Apunta hacia la puerta.”
“Pared trasera, entre las ventanas. Metro y medio al este, tres al norte de tu
posición. Ellos no tienen un objetivo.”
Con su aturdidor dos clics por debajo de la potencia total, apuntó a sus ojos.
“Sospechoso abajo, cayó.” Se acercó corriendo, alejó de una patada el arma que
cayó de su temblorosa mano. “Denme más luz, algo más de maldita luz.” Pero
tiró de los brazos de Mackie hacia atrás, y lo esposó antes de que examinara el
pulso de su garganta.
“Está vivo.” Sintió la humedad en sus dedos, olió la sangre. “Está sangrando.
Necesitamos a los paramédicos. Necesitamos un autobús.”
“Está abajo,” repitió ella. “No disparen. Enciendan las malditas luces.”
“Yo…”
“No pensé en ello hasta que no fue demasiado tarde.” Vendó la herida,
entonces le cogió la cara entre sus manos. Cuando los ojos de ella le lanzaron
una advertencia, ni siquiera pienses en besarme, él casi sonrió. “Vas a ser
atendida apropiadamente.”
“Sí, sí. Bonito vendaje de campo, gracias por eso. Ahora voy a asegurarme de
que mi sospechoso permanezca vivo.”
“Es un rasguño.”
“Me lo quité. No lo hagas,” dijo Eve antes de que Peabody pudiera hostigarla
como Roarke lo había hecho. “Cuando vuelva a haber energía, haz que los del
DDE le echen una buena ojeada a todos los electrónicos. Entonces…”
“Debe de haber estado almacenando por un tiempo, tal vez incluso antes de que
su esposa muriera.”
“Hay otro cuchillo incrustado en la pared de afuera,” dijo Peabody.
Para quitarse a Roarke de encima, dejó que los paramédicos le trataran el brazo
mientras que ella, Lowenbaum y Feeney tenían su resumen.
“¿Alguna vez has conocido a un drogadicto que no pensara que podía manejar
los efectos hasta que no podían hacerlo? Estoy yendo al hospital, tengo cuatro
policías custodiándolo. A menos que se esté muriendo, va a estar en una celda
esta noche.”
“Oí decir a los paramédicos que podría necesitar cirugía en el ojo derecho, tal
vez en el izquierdo también.” Feeney se encogió de hombros. “Incluso entonces
puede que no recupere toda la vista, algo de eso es debido a la droga. Tiene
algunas quemaduras en la parte baja de las pantorrillas en donde el cuero de la
bota se chamuscó contra su piel. No voy a llorar por eso.”
“Una vez fue un buen hombre. No voy a llorar por eso, tampoco,” añadió
Lowenbaum. “Pero lamento mucho que haya perdido al hombre que era.”
“La hija todavía está allí fuera.” Eve se puso de pie, ignorando la quemadura de
bajo nivel de su brazo. “No hay evidencia que sugiera que ella tenga algún
problema con las manos firmes o con la vista. Lo remendamos, lo metemos en
una celda, y lo quebramos.”
“Es su hija, Dallas. No veo cómo vayas a poder quebrarlo lo bastante para que
la traicione.”
El cirujano resopló. Tal vez sus propios ojos se veían cansados, pero a Eve le
importaba un carajo.
“Usted haga su trabajo, Teniente, yo hago el mío. Estoy dándole los hechos. Su
adicción ya ha comprometido su visión, sus retinas, y sus nervios ópticos. El
trauma ha dejado sus córneas y sus retinas más dañadas. Una vez que se cure
de su adicción, sería un candidato viable para un reemplazo de órganos, o al
menos cirugía adicional, pero en este punto hemos hecho lo que puede hacerse.
El y sus ojos necesitan descanso. Necesitamos mantenerlo bajo observación, ya
que nos preocupa que haya más deterioro o una infección.”
“¿Está despierto?”
Aceptando que eso era lo mejor que podía conseguir, Eve echó a andar hacia la
habitación de Mackie. Pasó entre los dos uniformados de la puerta, y entró a la
habitación en donde tenía a dos más vigilando.
Dios, odiaba los hospitales, los había odiado desde que despertó en uno a los
ocho años. Quebrada, maltratada, sin una idea de dónde se encontraba, ni de
quién era ella.
Sus manos temblaron, pero se las arregló para levantar el dedo medio de su
mano derecha.
“Caray, eso duele. Supongo que usted se está sintiendo bastante ufano,
yaciendo allí con analgésicos y algo para cortar su síndrome de abstinencia.
Pero eso no va a durar. Me pregunto si usted está pensando que Willow está
camino a Alaska. Sí, eso es correcto,” añadió cuando él hizo puños con las
manos. “Sabemos todo sobre Alaska. Nosotros la embolsaríamos, la
etiquetaríamos, y la arrojaríamos en esa celda. Pero ella no se está dirigiendo a
Alaska, pedazo de idiota. Tiene una lista propia. Encabezada por su madre, su
padrastro, su hermano menor.”
“Su elección, una mala, pero eso no es una sorpresa considerando sus
antecedentes. Deme un nombre, un contacto, y le conseguiremos a su abogado.”
“Designado.”
Ella salió, sacudió el pulgar a los dos uniformados para enviarlos de vuelta al
interior de la habitación.
“Pidió un abogado,” les dijo a los otros uniformados de la puerta. “Voy a estar
arreglando eso. Nadie más que el abogado, si y cuando llegue aquí, y el
personal médico autorizado son los que pueden entrar a su habitación.
Verifiquen cada identificación, y escaneen por armas a cualquiera que vaya
dentro.”
“Sí, señor.”
“Tráiganse un par de sillas,” les aconsejó. “Va a ser una larga noche.”
“Ha pedido un abogado, y voy a conseguirle uno. Nadie más que al abogado,
cuando sea designado, al personal médico requerido para su cuidado, y a los
oficiales de la policía autorizados se les puede dar acceso a él.”
“Entendido.”
“Tómate tu tiempo.”
Le tomó otros treinta, pero cuando sintió que había hecho todo lo que podía,
apuntó la lata vacía hacia el reciclador y la embocó.
“Puede que él se engañe pensando que ella está en Alaska, pero todavía está
aquí. Todavía en Nueva York, y preparándose para el próximo ataque.”
“Estoy de acuerdo contigo, pero no hay nada que puedas hacer aquí ahora.
Necesitas ir a casa, dormir un poco.”
“Sí, tal vez.” Miró hacia atrás mientras Roarke la guiaba al elevador. “Espero
que duerma bien esta noche, porque es la última noche que va a pasar fuera de
una maldita celda.”
Sabía cuan débiles eran sus defensas cuando ella trabajaba hasta el agotamiento.
Por lo menos podría conseguir unas pocas horas de sueño en su propia cama,
pensaba mientras los conducía a través de los portones. Y se preocuparía de que
tomara un desayuno decente por la mañana.
Él, también, hacía lo que debía, y el deber más importante para él era Eve.
“Sí, casi estoy allí. Necesito estar levantada a las seis. No, cinco y media mejor.
Quiero aclarar algunas cosas, ir a la Central, y estar preparada para cuando
transporten a Mackie.”
“Puedo contar contigo.” Ella inclinó la cabeza hacia su hombro, dándose cuenta
que podía haberse quedado dormida de pie. “¿Tiene que ser avena? Tú ya estás
pensando lo que me vas a dar de desayuno mañana.”
“Tortitas.”
Terminó cargándola el resto del camino, sacándole las botas mientras ella se
quitaba el abrigo. Se desvistió con la ayuda de Roarke. Se las arregló para decir
Y se unió a ella.
Eve estaba de pie en un círculo de hielo blanco con sangre extendiéndose en
charcos. El viento cortaba como cuchillas. En la noche profunda y oscura, la
sangre se veía negra contra el blanco, y los cuerpos de los que fluía eran de un
pálido gris enfermizo.
Enfrentó a la chica, la chica con piel suave, rastas negras, y atrevidos ojos
verdes.
Y lo que sintió en ese momento, mirando esos atrevidos ojos verdes, fue una
especie de lástima. Una que tuvo que empujar a un lado, incluso en sueños.
“Soy mejor que tú,” dijo Willow con una chispeante sonrisa.
“Mejor que tú en todo. Sé lo que soy. Me gusta lo que soy. Y soy la mejor en lo
que hago. ¿Pero tú? Pretendes ser lo que no eres.”
“Es el asesinato lo que cuenta, y yo ya tengo más acumulados que tú. Las
razones no importan.”
“Estoy justo aquí.” Mientras él viento soplaba con fuerza, Willow abrió los
brazos. “Y tú te escondes cada día, corres y te ocultas todos los días de lo que
eres, muy en el fondo.”
En la noche oscura, la luz roja empezó a pulsar, bañando el hielo blanco. “Tú le
hiciste eso a tu propio padre.”
Eve bajó la vista hacia el cuerpo de Richard Troy, a la sangre que escurría de
más de una docena de heridas.
“Hice eso, y lo haría otra vez.”
“¿Quién dice que tú puedes escoger y yo no? La gente que hirió a mi padre,
ahora está muerta.”
Willow volvió a sonreír. “El tuyo también, pero mi padre me ama. Me enseñó,
me ayudó a ser lo que soy. Igual que el tuyo.”
“Yo me hice lo que soy, a pesar de él. ¿Cómo hirió ella a tu padre?” Eve apuntó
hacia la chica de rojo muerta.
“No me gustaba ella. Presumida. Del tipo que piensa que son mejores que yo.
Como lo haces tú. Cuando haya terminado, volveré por ti.”
Dispararon juntas.
“Podríamos haber sido las mismas. Podríamos haberlo sido.” Presionó el rostro
contra su hombro, un hombro que siempre estaba allí cuando más lo necesitaba.
“¿Cuánto eres tú?” Se apartó, le enmarcó el rostro con las manos. Incluso en la
oscuridad podía ver el maravilloso azul de sus ojos. “Te amo.”
“Uno al otro.” La hizo echarse, la cubrió con su cuerpo. “Nos salvamos uno al
otro.”
Sin importar lo que había sido, sin importar en lo que se había convertido, era
más porque él la amaba.
Tan fuerte, pensaba él, y tan vulnerable. Los dos aspectos de ella en constante
conflicto. Pero ese tira y afloja la hacía lo que era. Y lo que era, aquí y ahora, era
suya. Sólo suya.
Así que la tranquilizó con caricias largas y suaves. La excitó con besos
insondables. Y tomó el regalo de ella para sí mismo, saturándose en la
sensación de esos largos miembros, esos duros músculos debajo de la suave
piel.
Ella necesitaba esto, sólo esto, más que el sueño, más que la comida, incluso
más que respirar en ese momento. Necesitaba su cuerpo unido al suyo. Prueba
de lo que ella era, lo que él era. Lo que ellos eran.
Era algo más, ella lo sabía, pero no podía precisarlo. Las lágrimas, tan ardientes,
tan fuertes, vinieron por algo, cayeron por algo.
“No, no, tengo que estar levantada en un par de horas, ¿verdad? ¿Qué hora es?”
“Despacho, Dallas, Teniente Eve. Reportarse a Madison Square Garden, Treinta y uno
con la Séptima. Múltiples víctimas.”
“Tiene que ser el abogado,” dijo Eve mientras se vestía. “A menos que se haya
salido del guion, es el abogado que no podíamos encontrar. Son más de las dos
de la maldita madrugada. ¿Cómo es que lo encontró?”
Ella se sobrepuso mientras se ponía las botas. “¿Qué? Entradas, ¿para esa
cosa?”
“Tu conduces,” dijo ella mientras ambos salían de prisa del dormitorio.
“Intentaré contactar con ambos.”
Todos los que te importan, volvió a pensar, llamando a Mavis desde su enlace
mientras bajaban a toda prisa las escaleras.
¡Yo! ¡No puedo hablar porque estoy haciendo algo genial! Pero te llamaré luego. Dime
de qué se trata. Chau!
No estoy disponible en este momento. Por favor deje su nombre, un número de contacto,
y un breve mensaje. Le devolveré su llamada tan pronto como sea posible.
“Joder, joder, joder. Están bien. Ambos están bien.” Quería llamar a Leonardo,
pero se dio cuenta de que si él se había quedado en casa con la bebé, sólo lo
aterrorizaría.
“Baxter.”
“Ella atacó el Madison Square, gran concierto. Estoy en camino. Necesito que
contactes al escuadrón. Quiero a Jenkinson y a Reineke en escena. El resto que
se reporte a la Central a menos que yo diga algo diferente.”
“Hecho.”
“No, nosotros estamos a cinco minutos. Necesito una ubicación de los enlaces
de Mavis y Summerset. Ambos estaban en ese concierto.”
Le cortó. Eve hizo lo único en que podía pensar. Agarró la mano a Roarke, la
apretó brevemente. Entonces se preparó para lidiar con lo que seguía.
“Creo que él estaba llevando a Ivanna, Ivanna Liski. Él dijo algo acerca de cenar
con ella y de ensanchar sus horizontes musicales con ese maldito concierto. Y
yo… le dije que debería llevar a Ivanna detrás del escenario para que conociera
a Mavis. Debería ocuparse acerca de arreglar eso.”
Una rubia delicada, pensó Eve, antigua bailarina de ballet, y antigua espía. Y tal
vez antigua llama de Summerset. “De manera que es probable que ambos
estuvieran dentro cuando sucedió el ataque. Los encontraremos.”
Había estado antes en este caos, cuando el grupo Cassandra había hecho
estallar el anfiteatro en su enloquecida misión de destruir los puntos
emblemáticos de Nueva York. Y ahora, reconstruido, renovado, reabierto, esa
resistencia había sido usada como objetivo de otro asesino.
Puso a un lado esos pensamientos mientras ella y Roarke saltaban fuera por
puertas opuestas.
Para mantener el orden cuando otro ataque pudiera llegar de cualquier parte.
El mundo se iluminaba del azul y rojo de las luces intermitentes de los coches
policiales, rugía lleno del terrible sonido de los gritos, y apestaba con el olor a
cobre de la sangre.
Los ojos le ardían a Eve, la garganta también. Ella sólo pudo asentir. Entonces
respirando hondo, se agachó, miró a Summerset a los ojos. “Enciende tu
enlace.”
“¿Qué?”
Se giró hacia dos más. “¿Ustedes piensan que los curiosos están ayudando a
esta gente? Vayan dentro, establezcan algo de orden. Nadie sale hasta que yo
despeje esto. Muevan sus culos.”
“El sargento dijo que nos quedáramos aquí,” empezó uno, y Eve lo cortó con
una aguda mirada, tocó su placa.
“'Teniente, Señor.”
“Podríamos,” dijo la doctora mientras trataba lo que parecía ser una pierna rota.
“Pero ellos lo han bloqueado.”
“¿Sabe cuántos?”
“Dallas.”
Alzó la vista, impactada de ver a Berenski cojeando hacia ella, con un ojo
morado e hinchado.
“¿Necesitas un doctor?”
“Sí, puedo hacer eso. Puedo hacer eso,” repitió, cojeando hacia Feeney.
¿Había un objetivo aquí? ¿Un nombre de la lista? ¿O esto sólo fue una manera
de demostrar cuánto podías hacer?
“¿Ves a esa doctora de ahí?” Señaló. “Es firme. Vas a trabajar con ella para
arreglar que las lesiones menores sean tratadas en el interior. Los quiero
cómodos pero contenidos. Alguien de mi gente hablará con ellos, y serán
liberados cuando sean dados de alta. Los que estén con heridas más severas
serán evaluados en donde están, y transportados de inmediato a una instalación
médica. Necesito ocuparme de los muertos, ¿lo entiendes? Puedes ayudar a
atender a los vivos.”
“Por supuesto.”
“Sí.”
“Ya lo hice. Está en camino. Podría haber llegado aquí antes que nosotros.”
“Yo no lo he visto. Necesitamos que esta víctima sea transportada primero. Haz
que Rothstein sea embolsado y etiquetado, etiquetarlo es una prioridad.”
Eve se puso de pie. Los médicos continuaban evaluando a los heridos, pero
muchos habían sido llevados al interior, a los ilesos les permitían retirarse.
Al final serían dieciséis muertos en escena, otros dos que murieron por sus
heridas en cuestión de horas. Otros ochenta y cuatro heridos.
Le pesarían, cada uno, cuando en la fría hora anterior al amanecer dejó a los
muertos para ir al interior. Para hacer lo que siguiera.
Echó un vistazo alrededor del enorme vestíbulo, los suelos de mármol bajo el
resplandor de las luces. Lo cruzó para acercarse a Jenkinson.
“El mismo asunto fuera, por lo que se sabe. Conflictivos sobre el primer
disparo, pero encontré a un guardia de seguridad que mantuvo la calma, y está
seguro de que la primera pareja cayó alrededor de la una y cincuenta, una y
cincuenta y cinco. Dice que diez minutos después la gente empezó a
amontonarse fuera.
Después de frotarse la nuca, Jenkinson repasó sus notas. “Un hombre, abrigo
negro, cabello rubio largo medio, ese es el que el guardia dice que recibió el
primer disparo. Luego una mujer, abrigo negro o gris, pelirrojo, pero él dice que
la primera víctima recibió un segundo disparo, y tal vez tres disparos. No está
seguro si fue después de que la segunda víctima cayera o la tercera. Las cosas
comenzaron a desquiciarse.”
“Todavía lo tiene. La primera víctima, hombre, abrigo negro, pelo rubio, era el
abogado. Rothstein, Jonah. Tres disparos. Mantén a mano al guardia en caso de
que recuerde más detalles. Los cadáveres están en la morgue o de camino.
Todavía están tratando a algunos heridos fuera, pero todo está bajo control.
Necesito bloquear este sector hasta que lo despejemos por completo. Tú y
Reineke pueden cambiar con Carmichael y Santiago, vayan a dormir un poco.”
“La oigo. Pero usted necesita a más de nosotros aquí, teniente, estamos bien
para seguir. Tomamos un energizante.” Se frotó la cara. “Odio a esos
bastardos.”
“Te oigo. Duerman un poco, porque no van a conseguir mucho más hoy. ¿En
dónde están instalados los de DDE?”
“Si está usando la misma arma que el cabrón de su padre tenía, pensamos que
la tenemos localizada a un par de manzanas.” Berenski hizo rodar sus hombros,
se giró en su taburete. “Le añades los factores del arma, el rango, velocidad,
calculas el poder total porque por qué diablos no, y…”
“Nos estamos inclinando aquí.” Roarke resaltó tres edificios. “Dos en Lex, uno
en la Tercera.”
“A ella le gusta el East Side,” notó Eve. “Conoce mejor esa zona.”
“Estoy haciendo eso,” dijo McNab. “Seremos capaces de darte las mayores
probabilidades, con estos factores.”
Chequeó la hora.
Tenía una parada más que hacer, regresó abajo, pidió instrucciones, y se dirigió
a los camerinos. No era probable que pudiera reunir alguna información que
añadir a la cacería. Pero no podía irse, simplemente no podía irse, sin ver a las
personas que le importaban.
Las personas del sueño en que Willow había amenazado con matar.
Oyó a Nadine antes de verla, la voz gruesa por la fatiga. Estaba sentada en el
suelo, con la espalda contra la pared, fuera de uno de los camerinos. El rostro y
el cabello todavía listos para la cámara, como era de esperar, una llamativa
chaqueta de cuero azul sobre un elegante enterizo negro.
Él la miró a los ojos, sus ojos de párpados caídos de un azul cristalino. Su boca
se curvó un poco, ahondando los pliegues en sus mejillas.
“¿Qué? Ah, Dallas.” Nadine se puso de pie. “¿Qué sabes? ¿Qué puedes
contarme? Estoy programada en la estación, y necesitamos más detalles.”
Mejor, probablemente mejor, pensó Eve, que no hubiera sabido que Nadine
estaba allí. No haber tenido una persona más por la cual preocuparse.
“¿Qué sabes tú?” replicó ella. “¿Qué viste? ¿Qué oíste? Mi trabajo tiene
prioridad.”
“No vi o escuché una maldita cosa. Estaba aquí abajo, en el camerino de Mavis,
cuando los de seguridad entraron corriendo, dijeron que había un incidente. No
nos iban a dejar abandonar el área. Trajeron aquí abajo a la amiga de
Summerset. Está allí dentro con Mavis y Leonardo. Trina también está allí.”
Nadine gesticuló hacia la habitación con el nombre de Mavis estampado en la
puerta. “Vamos, Dallas, suéltalo. Estoy teniendo que informarle las cosas en
migajas a mi productor.”
“Jesús.” Jake se quedó mirando hacia el corredor. “Mi banda está metida en los
camerinos, y los encargados de nuestro equipo se tiraron al suelo como
cachorros. Están a salvo. Todos ellos están a salvo, pero… tengo los nombres de
algunas personas a las que les conseguimos entradas, cerca de una docena.
Puede usted verificar para ver…”
“Eso es bastante bueno. Más que eso. Gracias. Ellos, diablos, ganaron este
concurso, estuvieron con nosotros en los ensayos, vinieron a los camerinos
antes de la actuación.”
“Ha estado muy preocupado de que alguno de ellos estuviera herido,” dijo
Nadine. “O peor.”
“Voy a despejar esto, de manera que puedan irse a casa, todos ustedes. Puede
que tome cerca de treinta minutos que alguien venga a escoltarlos al exterior.”
“Yo no me voy a ninguna parte sin un uno a uno,” insistió Nadine. “Se puede
hacer a distancia.”
“Ella es buena.” Jake enganchó los pulgares en sus bolsillos delanteros. “Ella
dice que tú también eres buena.”
“Te voy a dar cinco minutos, es todo lo que puedo darte,” dijo Eve antes de que
Nadine pudiera protestar. “Pero necesito ir…” Lanzó una mirada hacia la
puerta del camerino de Mavis.
Pero sus ojos volvieron a Mavis, el cabello era un arco iris caído, el precioso
rostro de hada relajado en el sueño, con los grandes brazos de Leonardo
envueltos a su alrededor.
Como consuelo, Nadine le frotó la espalda con la mano. “En cuanto estés lista.”
Con un asentimiento, Eve se enderezó, cerró la puerta para darles unos cuantos
minutos más.
Podía sentir casi lo mismo en los buenos policías que trabajaban con él, esa
fatiga tan tensa como un resorte bajo la cual estaba su profunda determinación
de seguir adelante. Y adelante.
Y poco había que pudiera hacer para arreglarlo. Ni el momento, ni el lugar para
ordenar traer galones de café o bandejas de comida. Ni el dinero ni el poder por
los cuales había trabajado toda su vida podían ayudar.
Y él… bueno, había hecho todo lo que podía hacer para reducir las locaciones,
posiciones y posibilidades.
Se levantó, miró hacia Feeney. La figura de un padre para Eve. Todos eran
figuras paternas, ¿no era así? Feeney, Summerset, Mackie. Aquellos que
entrenaban y enseñaban, para bien o para mal.
“Adelante,” le dijo Feeney. “Aquí estamos bien. Mejor de lo que yo creía. ¿Vas a
autorizar este programa para la NYPSD?”
Comenzó a tratar de comunicarse con Eve, pero decidió que ella no recibiría
bien una interrupción a su trabajo más de lo que él lo haría en el suyo en un
momento de crisis.
La vio a ella primero, entrando por una puerta, que él se dio cuenta por los
planos que tenía en su mente, que llevaba hacia los camerinos, a la izquierda.
Tan pálida, pensó, y debido a que conocía tan bien esos ojos, sabía que en algún
momento había habido lágrimas.
Mientras ella caminaba, hablaba por su enlace, dando más órdenes, supuso,
coordinando detalles, y recibiendo informes.
En ese instante se sintió atrapado entre ambos, estos amores vitales, fuerzas
opuestas.
“Será más fácil fuera de aquí. Puedo hacer que te lleven después a casa.”
Con una furia repentina, Eve se volvió hacia Roarke. “Esta es una investigación
policial, esta es una maldita escena del crimen, y yo digo quién se va y cuándo.”
“Entonces arréstanos a los dos ya que al parecer no tienes nada mejor que hacer.
¿Esta es la forma en que lo tratas después de que ha trabajado sin descanso para
limpiar la sangre?”
“Acabo de verla. Está bien, y vamos a hacer que la lleven a casa. Le dije que te
contactarías con ella tan pronto como pudieras.”
“Lo mismo. Todos ellos están…” la voz de Eve se quebró; se la aclaró. “Todos
están bien.”
“Lo asusté,” le dijo Summerset a Eve cuando estuvieron solos. “Es difícil ver
debilidad en el que te crio.”
“Entendido, pero…”
“Lo siento, pero tenemos poco tiempo. No puedo esperar para moverme hacia
el siguiente paso.”
“Entendido.” Le hizo eco él. “Me gustaría ir a casa. El muchacho tiene razón en
eso. Me gustaría muchísimo ir a casa. Podríamos ahorrarnos tiempo el uno al
otro haciendo la declaración aquí y ahora. ¿Es eso posible?”
Eve se sentó frente a él en el pasillo. “Tengo ojos, pero necesito saber lo que
vieron los tuyos.” Puso a funcionar su grabadora, leyó la información más
destacada.
“Estábamos casi a las puertas, Ivanna y yo, casi afuera. Era una noche diferente
y de celebración. La muchedumbre, creo que deben de haber agotado las
entradas, de manera que nosotros estábamos rodeados por el gentío al
principio. Pero…”
“Gracias.” Summerset abrió la lata, tomó la píldora y sorbió el agua. “Creo, sí,
creo que estaba a punto de guiar a Ivanna a través de las puertas cuando vi que
alguien caía al suelo, una herida en el vientre, también pude ver eso. Hubo
gritos cuando alguien más cayó, una herida en la cabeza. Entonces cundió el
pánico. La gente corría, empujándose. Tiré de Ivanna hacia un lado, me abrí
camino hacia atrás hasta que pude apartarla. Ella discutió, pero entendió que no
había tiempo. Se iría detrás de bastidores, adonde Mavis. La habíamos visitado
antes del concierto y yo confiaba en que encontraría el camino. Todos los demás
estaban tratando de salir.”
“A mitad de los treinta, diría yo, cabello rubio. Caucásico. Tenía un abrigo
negro abierto, y vi la sangre extenderse. Para cuando pude conseguir salir e ir
hacia él, había muerto. Dos disparos más, uno en cada pierna. Oí los gritos, y
los coches, los frenos chirriando. Incluso mientras me movía para tratar de
ayudar a una mujer que habían tirado al suelo, vi a otra atropellada por un
coche cuando corrió hacia la pista. Y entonces yo…”
“¿Qué más?”
“Por un momento, más que un momento, me temo, estaba en otro lugar, en otro
tiempo. En Londres, durante otro ataque, durante las Urbanas. Los mismos
Hizo una pausa, volvió a beber. “La gente todavía seguía cayendo, pero los
médicos y la policía llegaron corriendo. Les grité que era médico, y uno de ellos
me lanzó un equipo. De manera que hicimos lo que podíamos hacer, justo como
en cualquier campo de batalla. No sé por cuánto tiempo, minutos, horas,
entonces llegó usted, y aquí mi muchacho. Lo peor pasó con rapidez en ese
momento, usted se encargó de ello. Yo atendí a más fuera, y luego dentro. Y
aquí estamos.”
“Dieciséis muertos en escena, y dos más que no lo lograron. De manera que son
dieciocho. Habría habido más si no hubieras estado aquí, si no hubieses
ayudado.”
“Ellos importan. Igual que los heridos. Te conseguiré sus nombres, de los vivos
y los muertos.”
“No, él se quedará con usted. No hay nada que pueda hacer aquí. Tomaré un
tranquilizante y me iré a la cama,” le dijo a Roarke, y pareció más firme cuando
se puso de pie.
“Tendré al gato.” Summerset esbozó una leve sonrisa, y entonces hizo algo que
Eve no lo había visto hacer antes. Se inclinó, y besó a Roarke en la mejilla.
“Haré que los lleven a ambos a casa,” le dijo Eve a él. “Me encargaré de que los
lleven a todos ustedes a casa.”
“No hay nada que puedas hacer ahora,” empezó ella, y él se encontró
descargándose contra ella.
“Inútil, mi culo. No tendríamos los nidos sin ti, y ahora tenemos los tres. Tal vez
nos ayuden a rastrear su próxima posición, su siguiente objetivo. A la mierda tu
inutilidad.”
“Bien.” Ella empezó a hablar con rapidez. “Envié a Peabody por delante. Tengo
una consulta con Mira, luego voy a llevar a Mackie a Interrogatorios.”
“Veré en qué puedo ayudar en otra parte.” Deteniéndose, agarró a Eve del
brazo, con firmeza. “Él se veía afectado y frágil. No podía soportar la idea de
que lo presionaras. Y tú misma. No podía soportar estar atrapado entre ustedes
dos cuando ambos se veían listos para derrumbarse, y ninguno se daría por
vencido.”
“Él se sostuvo.” Siseó ella en voz baja. “No iba a presionarlo, pero necesitaba
saber lo que vio. Estaba justo allí, al frente, y ha estado allí antes. Eso me da una
idea. Ella va a atacar otra vez, y posiblemente con más rapidez ahora. Lo
necesitaba.”
“Lo sé.”
“¿Lo que él hizo? Admiro eso más de lo que puedo decir. Podría haber
regresado al interior, manteniéndose a salvo, pero salió, se arriesgó haciendo
eso para salvar vidas.”
“Él salvó la mía, e igual hiciste tú. Es un baile complicado para mí.”
Ella se detuvo ante el coche. “Tú fuiste la hechura de él, eso es lo que veo.” La
aturdida expresión en el rostro de Roarke la hizo sacudir la cabeza. “Él no
seguiría contigo si no fuera así. Tú dices que tú y yo nos salvamos uno al otro.
Bueno, antes de que yo llegara, ustedes dos hicieron lo mismo. De otra manera,
por otro camino, pero igualmente cierto. Tú le diste un propósito, y le diste un
hijo. Así que simplemente pospongamos toda esa mierda.”
Él se situó detrás del volante, le lanzó una mirada. “¿Esta nueva especie de
entendimiento, pospondrá los ataques verbales entre tú y Summerset?”
Ella circuló rápido por la Central, no se dio cuenta, como Roarke si hizo, de que
los otros policías y el personal de apoyo que la reconocieron, se hacían a un
lado para despejarle el camino.
“Yo me iré al DDE,” le dijo Roarke a Eve. “Y si no puedo ser de ayuda allí, lo
seré en algún otro lugar.”
“Petulante.”
“Así es.” La hubiese besado, en realidad lo deseaba. Pero comprendía que había
Reglas Matrimoniales en cada lado. De manera que sólo pasó un dedo por la
hendidura de su barbilla y se marchó.
“Sí. Y mucho, sí, pero todavía es una niña, y la niña busca complacer al padre.
Ese es su vínculo. Este comenzó con las armas, perfeccionando su habilidad con
ellas, y eso degeneró en venganza. Mientras que las habilidades de él
menguaron debido a su adicción, las de ella se han agudizado. La aprendiz ha
superado al maestro. Ella se convirtió en su arma.”
“Dieciocho muertos.”
“Sí. Ahora ella está al mando. No tiene a nadie que le diga que se detenga.”
“Yo creo que sí. Él puede ver, alguna parte de él puede ver, que ella está
disfrutando el asesinato, no es la agenda, no es la misión, sino el poder de
matar. Y aun así, es su hija, a la que enseñó. A la que ama.”
“¿Qué clase de amor es ese?” espetó Eve. “¿Qué clase de amor cría a una niña
para ser un monstruo?”
“Dile eso a Jonah Rothstein.” Eve sacó la foto de su equipo de campo, y la puso
en el tablero.
“Yo simplemente no pude… no.” Eve contuvo el aliento. “No tiene solución. De
manera que el instructor, el maestro, quiere que se complete la misión, y para
que ésta sea completada, la estudiante necesita estar a salvo. Libre. Y el padre
protege a la hija, incluso mientras ayuda a convertirla en una asesina. Porque
creo que para hacer lo que ella ha hecho, eso siempre estuvo ahí. En su interior.
Sólo tuvo que reconocerlo y explotarlo. Pero él no conoce la agenda de ella, fue
astuta en mantener eso para sí misma. ¿A él le importará? Cuando le dije en el
hospital acerca de ello, no estaba preparado para creerme. ¿Su propia madre, su
propio hermano, profesores, chicos del colegio? Él lo ignoró. Cuando haga que
lo crea, ¿le importará un carajo?”
“Creo que los niños son importantes para él. Con el divorcio, un hombre en su
posición, con una carrera demandante, podría haber optado por numerosas
visitas en lugar de custodia compartida. Fue la pérdida de su esposa y el
potencial de otro hijo lo que rompió los límites de su control.”
“Podría haberlo sido. Quién sabe en lo que Richard Troy podría haberme
convertido si hubiese tenido más tiempo.”
“Sí. Sí. Y nosotras vamos a encontrarnos, lo juro por Cristo que lo haremos.
Entonces veremos de qué está hecha cada una. De manera que necesito quebrar
a Mackie. Voy a quebrar a Mackie.”
“Muy bien.”
“Oigo eso.”
“Sin embargo…”
“Sin embargo,” continuó Reo, “si Mackie nos da la localización de su hija antes
de que ella tome otra vida o lesione a alguien más, y si ella se rinde
pacíficamente, la oficina del Fiscal estará de acuerdo en tratar a Willow Mackie
como una menor.”
Reo alzó una mano, se pasó la otra a través de su rizado cabello despeinado por
el viento. “Te estamos dando municiones, Dallas. Él necesita un incentivo para
dirigirnos hacia ella antes de que asesine a otro grupo de personas. ¿Doctora
Mira?”
“Lo cual es justamente lo que ella hará si la dejamos salir a los dieciocho años.”
Reo ladeó la cabeza. “¿Y cuáles son las probabilidades de que eso realmente
suceda? ¿Las probabilidades de una rendición pacífica y sin que haga más
daño?”
Eve empezó a hablar, entonces esperó para que su rabia inicial se desvaneciera,
y para sentir el efecto de más cafeína. “Vale. Vale, lo entiendo. No hay forma de
que ella se rinda sin pelear. ¿Eso está escrito en piedra? ¿Esa parte es no
reembolsable?”
Reo sonrió. “Si se resiste de alguna forma, pisa con fuerza con su malvado
piececito y te chanca un dedo del pie, el trato es nulo.”
“Eso es bueno, eso funciona. Tiene como consejero a uno designado por la corte.
El tipo se llama Kent Pratt. Tiene una reputación como el santo patrón de los
defensores públicos de las causas perdidas.”
“Si lo hago, lo actuamos. Voy a estar realmente cabreada. Puede que te insulte.”
“¿Nombre?”
“Adele Ninsky.”
La mujer que Summerset estaba tratando cuando ella había llegado a la escena,
pensó Eve, y luego lo puso a un lado.
Mackie, pálido, desafiante, con los ojos protegidos detrás de lentes ligeramente
polarizados. A través de ellos notó que los ojos estaban inyectados en sangre,
amoratados, y no sintió nada.
Eve tomó asiento, apiló sus archivos sobre la mesa, y cruzó las manos sobre
ellos. “Bueno, Mackie, aquí estamos.”
“Mi cliente está bajo cuidado médico por severas lesiones ocasionadas bajo
cuestionables circunstancias. Por lo tanto…”
“Sí, buena suerte con eso.” Le sonrió a Mackie mientras hablaba. “Usted sabe
que eso es basura legal, y que no cambia nada. Aquí estamos.”
“Sí, mala suerte. Tu esposa no miró por dónde iba. Ahora está muerta.”
“No, ella corrió hacia la calle, hacia el tráfico, porque era demasiado estúpida
como para prestar atención. Y tú no pudiste soportarlo así que te comenzaste a
drogar. Mira el temblor de tus manos. Patético. Lo que te dieron para
mantenerte equilibrado no fue suficiente, ¿no es así? Nunca va a ser suficiente.
Te autodestruiste porque tu esposa no pudo recordar caminar hasta el maldito
cruce para peatones. Y cuando eso no te convenció, decidiste destruir a todos
en los que pudieras pensar.”
“Incluyendo a su propia hija.” Dijo Peabody justo lo bastante alto para ser oída,
y en una voz que sonaba emocionada. “Eso es lo que no puedo entender. Es
sólo una niña, y él la utilizó, la arruinó. La destruyó, Señor Mackie. ¿Cómo va a
poder vivir con lo que ha hecho? ¿Lo que usted, su propio padre, le dijo que
hiciera?”
“Sé que a los quince años debería estar pensando en chicos, en música, en
tareas escolares y en encontrarse con amigos para comer pizza y ver videos. Sé
que debería estar pensando en qué ponerse.”
“No mi Will.”
“Él cree que ella se está yendo a Alaska,” le lanzó Eve con una deliberada
sonrisa de suficiencia, “para vivir de la tierra, libre como un… ¿Qué diablos
tienen en Alaska?”
“Ahí lo tienes. Como un venado. Pero la gente caza venados, ¿no es así? ¿No
hacen eso allí? ¿Eso no forma parte de vivir de la tierra?”
“Bien. Voy a abrirme camino a través de la basura legal todo el día. Un padre
decente le habría dicho que huyera, que corriera lejos y rápido.”
“Ese sería el inútil malparido con un buen trabajo, la bonita casa.” Eve estudió
sus ojos arruinados y furiosos a través de los lentes. “No es un drogadicto. Sí,
eso es un ardor en el culo en verdad.”
“Él no es su padre.”
“No, pero ella vivía con él la mitad del tiempo. Estabas trabajando para
cambiar eso, para conseguir la custodia total, entonces ¡ups!, esposa muerta.
Eso se arruinó.”
“Supongo que usted le dijo que corriera. Ve a Alaska. Vive un poco. Tú eres el
sacrificio, la distracción. Ella puede regresar en un par de años, terminar la
misión: Marta Beck, Marian Jacoby, Jonah Rothstein, Brian Fine, Alyce Ellison.
Pero, oye, así es una adolescente, ¿verdad? Desafiante, rebelde. Ella
desobedeció a Papi. Ahora dieciocho personas más están muertas.”
Eve abrió un archivo, extendió las fotos. “Dieciocho personas que no hicieron
nada más que ir a un concierto.”
Ella observó su mirada pasar por encima de las fotos, de aquí para allá.
“Pero falló.” Eve observó los protegidos ojos de Mackie agrandarse. “Ese es su
ups. Se emocionó tanto, supongo, que falló el objetivo.”
“Dije que ella nunca falla. ¿En dónde está la fotografía de él?” Él empujó las
fotos de los muertos. ¿En dónde está?”
“¿Quién escogió a los colaterales? ¿La dejaste elegir? ¿Tu elegiste el objetivo
principal, de modo que la dejaste escoger a ella el resto?”
“Yo la entrené.” Ahora no sólo sus manos temblaban, sino también sus brazos y
hombros. “Ella no dispararía a menos que estuviese segura.”
“Tal vez es diferente cuando tú no estás allí para darle luz verde. Tu estuviste
allí, dándole luz verde en la pista de patinaje, en Times Square.”
“¿Me estás diciendo que una chica de quince años hizo los disparos que
mataron a Michaelson y otros dos en la Pista Wollman? ¿Mató a cuatro
personas incluyendo al Oficial Kevin Russo en Times Square?”
“¿Piensa usted que yo podría hacer esos disparos con estas manos? ¿Con estos
ojos?”
“Por nosotros. Susann habría sido más madre para ella, una madre verdadera
para ella. Nosotros íbamos a ser una familia. Ellos destruyeron eso. ¡Ellos
destruyeron a mi familia! Ellos no merecen vivir.”
“Tú y tu hija, Willow Mackie, conspiraron para matar a las personas de esta
lista.” Eve tomó un documento impreso del archivo. “Y a muchos otros que
ustedes consideraron necesarios en su intento de cubrir su conexión con esos
objetivos.”
“¡Ella es mis ojos! ¡Ella es mis manos! Eso no es asesinato. Es justicia. Justicia
por mi esposa, mi hijo.”
“Todas estas personas.” Eve abrió los otros archivos, extendió más fotografías.
“¿Todos aquellos que por casualidad estaban en el mismo lugar en el mismo
momento?”
“¿Por qué ellos importan más que Susann y mi hijo? ¿Por qué ellos merecen
una vida, una familia, cuando yo no tengo ninguna?”
Abrió la tapa, olfateó con recelo. Frunció el ceño, ya que olía como malteada de
chocolate.
“¿Qué es eso?”
“Algo que me trajo Roarke.” Cautelosamente, Eve le dio un sorbo. Sabía cómo
malteada de chocolate. Una de verdad.
Le echó un vistazo al café que Peabody colocó sobre su escritorio, y otra vez
miró a la taza para llevar. Y pensando en Roarke, se bebió la mitad del
energizante.
Peabody le dio un sorbito para probar. Sus ojos se abrieron como platos. “Ah,
sabe cómo a unas cuchucientas calorías. Pero…” Se lo bebió todo. “Eso fue una
genialidad, hacerlo pensar que ella había fallado con Rothstein.”
“Sólo se me ocurrió. O él se cabreaba con ella por haber fallado, o conmigo por
decir que ella lo había hecho. Su ego, por sí mismo y por su protegida, lo
llevaron a confesar los asesinatos múltiples, y a implicarla a ella. Eso fue
suficiente para la primera ronda.”
“Me estoy dando de patadas por no haberlo pensado,” dijo Mira cuando entró.
“Orgullo. Hay muchísimo orgullo paternal mezclado en su psicosis. Ella es sus
ojos, sus manos, su arma, su hija. Están completamente unidos. Él irá a una
celda, Eve, y no es probable que vaya a ser considerado legalmente demente,
pero es un hombre muy perturbado.”
“Puede estar perturbado por el resto de su inútil vida, mientras esté en una
celda. Uno abajo, a por el otro. Puede que a él le importe un carajo que su ex y
el esposo de ella sean objetivos. Puede que le importe un carajo que el niño de
siete años sea un objetivo. Pero aunque ella sea sus ojos, sus manos, ellos no son
sus objetivos. Veamos si él puede racionalizar los planes de ella sobre
eliminarlos. Y el colegio, todos esos chicos. Si eso no funciona, y no logro
confundirlo de otra forma, le ofrecemos el trato. El trato le puede hacer creer
“Él cree que es un buen padre,” comentó Peabody. “Ella genuinamente lo cree,
yo pude entenderlo. Él tomó su talento innato y lo dignificó, la ayudó a
refinarlo.”
“Entendido.”
“Haz que las mire,” dijo Mira cuando Peabody salió apresurada. “La inocencia,
la dulzura. Recuérdale que ese niño comparte sangre con su hija. Va a importar,
creo yo, el que su hija planee matar a su propia sangre. La madre, tal vez no.
Ella es una adulta que hizo elecciones con las que Mackie no está de acuerdo,
elecciones que él resiente. Pero el niño no tiene elección. Al igual que su hijo, de
haber nacido, no tendría ninguna.”
“Yo sólo… no, cielos.” Divertida e impactada, Eve alzó la taza. “Energizante.
Roarke trajo el energizante. Probablemente hizo los arreglos para dárselo a la
mitad de policías que están aquí mientras me lo conseguía.”
“Estaba un poco apurada por llegar aquí esta mañana. Y hoy es sábado. No
tengo horas formales de oficina los Sábados.”
“Si no hubiesen tenido el descanso, hubiese ampliado las grietas. Ahora tienen
tiempo para reforzarse, afirmarse. Pero llegaré allí.”
Recargó energías. Tal vez fue el descanso, tal vez el energizante, pero su mente
se despejó, y su energía aumentó. Antes de encarar otra vez a Mackie, llamó a
Baxter.
“Haz que suceda. Voy de regreso con Mackie. Si él deja escapar algo a través de
las grietas, te lo informaré.”
“Yo estaba… nosotros estábamos… yo escuché que… Está usted segura que
Jonah…”
Las palabras de Eve hicieron que él se cubriera la cara con las manos. “No
entiendo. No sé cómo esto pudo…”
“Sí. Sí. Él había estado alardeando en todas sus redes sociales sobre haber
conseguido esos asientos de primera. Estuvo hablando sólo de eso durante
semanas. Fuimos juntos, y… yo me fui por otro lado después.”
“¿Él habló sobre sus planes para anoche en sus redes sociales?”
“Tenía una cuenta atrás.” Aaron se presionó los ojos con los dedos,
presionando las lágrimas que los anegaban. “Nosotros somos grandes
admiradores de Avenue A. Jonah es el más grande que hay, desde que
estábamos en la universidad. Arregló su horario alrededor del concierto, tuvo
reuniones fuera de la ciudad durante toda la semana, pero lo planeó todo para
poder estar de regreso anoche. Estaba diciendo, seguía diciendo: Hermano,
¿alguna vez pensaste en esos tiempos cuando nos sentábamos tan alto para ver a
Avenue A, para ver a Jake Kincade, que estaríamos aquí. En los asientos de la primera
fila, en el Madison Square? Yo me fui por la otra salida. Él dijo, Vamos a tomar
unas copas, pero yo necesitaba ir a casa. Él iba a venir esta noche. Se suponía que
vendría esta noche, pero se fue por un lado, y yo me fui por el otro.”
“Sí, algunas veces. Como una tabla de resonancia. Fuimos a la escuela de leyes
juntos. Yo estoy en ley tributaria.”
“¿El tipo que ha estado por toda la pantalla? ¿Con el chico? ¿El tipo que está
haciendo esta mierda?” La amenaza de lágrimas se secó con el impacto.
“¿Usted está diciendo que Jonah lo conocía?”
“No hubiese dado nombres. Podría contarme una anécdota, ¿verdad? Una
historia graciosa. O explotaba un poco, pero sin nombrar al cliente. Éramos
“Vale, ¿pero él te habló acerca de un cliente que quería demandar a otros por la
muerte de su esposa? Ella había corrido hacia la calle, fue atropellada por un
vehículo. Estaba embarazada.”
“Yo…recuerdo algo sobre eso. ¿Es por eso que está muerto?” Movido por la
furia ahora, Aaron se levantó de la silla. “¿Esa es la razón? Él trató de ayudar a
ese cabrón. Lo hizo pro bono porque se compadeció de él. Su propio tiempo.
Mayormente lo hizo porque el pobre bastardo no tenía un caso. Ella corrió
hacia la calle, hacia el tráfico. La gente la vio. Jonah habló con todos ellos,
incluso buscó antecedentes, en su propio tiempo. Y cuando Jonah tuvo que
decirle que no había nada que pudiera hacer él, el hijo de puta se enfureció con
él. Y la muchacha… éll trató de ayudarlos, su propio tiempo, su propio dinero.
Era un buen tipo, ¿lo entiende? Jonah era uno de los buenos.”
“El… Jonah me contó cómo el tipo, ese es este Mackie, ¿cierto? Dijo que el tipo
era un desastre. Presionando por alguna manera de cerrarlo, alguien a quien
culpar, incluso al doctor porque la cita se atrasó, y sí, la supervisora de la
esposa en el trabajo. Todo el mundo tenía la culpa menos la persona que corrió
hacia la calle, ¿sabe usted?”
“Él dijo que era terrorífica, eso es lo que dijo. Fue donde él un par de semanas
después de que él le dijera a Mackie que no podía ayudarlo, después de que
trató de convencer a Mackie para que fuera a rehabilitación y terapia porque él
dijo que el tipo estaba en algo, seguro. La chica se le acercó cuando Jonah
estaba comprando algo para llevar de camino a casa. Se dirigió directamente a
él, dijo que apostaba a que él suponía que todo el mundo moría, así que no
había problema. Él descubriría cuán grande era el problema. Que era muy malo
que él no tuviera una esposa porque alguien podría darle a ella una razón para
correr hacia la calle. Que tal vez alguien podría darle una a él, le mostró un
aturdidor, lo que se veía como un aturdidor que tenía en el bolsillo. Lo
aterrorizó.”
“Jewel, mi esposa, lo presionó para que hiciera justamente eso, pero él dijo que
la chica tenía como trece o catorce años, que no importaba. Que sólo estaba
fanfarroneando, y supuso que el aturdidor era un juguete, una imitación. Pero
lo aterrorizó. Yo conozco todas las bromas sobre los abogados, pero Jonah
realmente creía en lo mejor de la gente. Realmente creía que ellos necesitaban a
“Ahora nosotros nos ponemos de pie por él. Te lo prometo, yo estoy de pie por
él. Nos has ayudado viniendo aquí. Lo has ayudado a él.”
“¿Puedo verlo? ¿Hay algún lugar en donde pueda verlo? Sus padres… nosotros
estábamos durmiendo, yo y Jewel. Ni siquiera lo sabíamos hasta que su papá…
Están viniendo desde Florida. Pasan el invierno en Florida, y están viniendo,
pero… ¿Puedo verlo?”
“Detective Peabody, ¿haría los arreglos para que Aaron sea llevado a ver a su
amigo, y luego llevado a su casa?”
“Sí, señor.”
“Igual que yo,” dijo Eve, y se dirigió hacia donde había visto esperando a
Lowenbaum.
“Sólo una razón más para quebrar a Mackie, y para cazar a la psicópata de la
hija.”
“Sí.” Lowenbaum miró corredor abajo, miró a la nada. “Sí, concluí lo mismo.
Mi nombre, el esposo de la ex, Patroni, probablemente más. Pero él todavía no
está allí.”
“Es difícil sentarse sin hacer nada, pero tengo que pedirte algo. Observa, y si
observas cualquier cosa que pueda serme de ayuda, me haces una señal.”
“Lo tienes.”
Y sus manos temblaban. A pesar de tenerlas fuertemente agarradas, vio que los
temblores habían aumentado. Iba a necesitar otra dosis médicamente aprobada
muy pronto.
“Yo replanteo mi solicitud para que mi cliente sea devuelto al hospital para una
evaluación médica.”
“Cierto. El hombre que intentó ayudarte, pro bono, quien usó su propio
tiempo, sin cobrar, para tomar tu caso de mierda está muerto, por la mano de
tu hija, y a través de vuestra conspiración.”
“El no hizo nada más que conformarse, y cubrir lo que realmente había
pasado.”
“Mi cliente no puede ser hecho responsable por sus acusaciones contra su hija
menor de edad,” empezó el abogado.
“Usted está mintiendo otra vez. Al igual que mintió acerca de que ella había
fallado con Rothstein.”
“No tengo que hacerlo esta vez. Tengo la lista de ella justo aquí.” Eve abrió el
archivo, pero hizo una pausa antes de sacar el documento. “Ah, sabemos que
ella viaja a pie o en bus. Tenemos a algunos conductores de bus que la
recuerdan. La chica causa una buena impresión.”
“Ah, una parte de ti, la parte que está bajo la droga, sabe que es de ella. Es lo
que ella es. Parte de ti sabía lo que ella era, y la necesitabas. Tus ojos, tus
manos, y una mente y corazón tan negros como la medianoche. Tal vez el ver
eso en alguien que viene de ti fue otra razón para drogarte. Eso nubla las partes
difíciles.”
“Sólo más mentiras. ¿Quiere que yo crea que Will podría hacerle daño a su
propia madre, a su hermanito? Inténtelo otra vez.”
“Noto que no dices nada sobre el padrastro, los empleados del colegio, pero
pasaremos de eso por ahora.” Sacó las fotos de Zach Stuben que Peabody había
conseguido. “Chiquillo simpático. Yo no soy mucho de niños, pero sí, él es lo
bastante simpático. Y el cachorro, él solía tener un cachorro, ¿verdad? Se ve que
hay amor allí, en la forma en que él está abrazando al estúpido perro, la forma
en que el estúpido perro está todo acurrucado. Supongo que es por eso que ella
le rompió el cuello y lo tiró por la ventana a los pies del niño.”
“Ella hizo eso justamente, apuesto a que tú le enseñaste cómo romper un cuello,
cómo aplicar la presión, cómo trabajar el ángulo. Y ella lo usó en un estúpido
perrito. Porque ella odia a este niño que está aquí, este niño simpático e
inofensivo. Lo odia porque él existe. Al igual que habría odiado a tu hijo, si
hubieras tenido uno. Ella es todo lo que debe de existir.”
“¡Usted no la conoce!”
“La conozco.” Eve dio dos palmazos con las manos sobre la mesa, se puso de
pie y se inclinó hacia adelante. “Al igual que tú. Bajo esto, lo sabes. Ella le hizo
daño. Él le tenía miedo. Tu ex te lo dijo, pero no querías verlo. La droga ayuda
con eso, te ayuda a no ver lo que no quieres ver. Pero lo sabías, siempre lo
supiste.”
“¡Dije que cierres el pico! ¿Para qué sirves? Eres igual que el resto de ellos,
conformándote, jugando con el sistema. No te necesito.”
“Tú te representas a tí. Así es como es. Ahora cierra el pico y lárgate. No te
necesito. No te quiero aquí. No necesito a nadie.” Él se puso en pie
tambaleante, tirando de las esposas atornilladas al piso.
“Inténtelo.”
“Si quieres que él se vaya, tienes que despedirlo, en registro.” Habló fríamente
Eve. “Tienes que desistir de tu derecho a un consejero, en registro. De otra
manera, él se queda.”
“Encantada.”
Ella evitó fácilmente su puñetazo con las manos esposadas, lo tiró al suelo con
un barrido de sus pies. “Quédate abajo,” le advirtió. “No estás en condición ni
en posición de enfrentarme. Voy a darte la oportunidad de reconsiderar el
despedir a tu consejero designado por la corte. Tómate un minuto, Mackie.
Contrólate, y considera.”
“Eso está bastante claro.” Peabody se puso de pie, caminó hacia la puerta. “El
sospechoso ha despedido a su consejero, y desistió de su derecho a un abogado.
Yo me iría, Pratt, antes de que él ponga su nombre en una lista.”
Sin decir nada, con el rostro medio verdoso, Pratt cogió su maletín y abandonó
la sala.
Él se sentó. Las manchas rojas teñían otra vez su rostro, y sus ojos se habían
enrojecido más.
Eve tomó un documento del archivo, el plano del colegio, lo empujó hacia él.
“Esta es parte de su misión. Puedes ver en dónde ha marcado las salidas, los
puntos débiles. Tú debes de haberle enseñado cómo.
“No.”
“Madre, padrastro, hermano. Ellos venían primero. El odio, la rabia, son más
profundos allí. Entonces estaría libre de ellos, y tendría como objetivos al
director, el consejero, y a los estudiantes que ella sentía que se habían portado
mal con ella o la habían insultado o estuvieran en su contra. Tú le enseñaste
cómo agudizar esas ofensas convirtiéndolas en crímenes, tú le diste la excusa
para matar.”
“Mentiras.”
“Tú lo sabes bien, pero mantente así si eso te ayuda a seguir adelante. Se te ve
agitado, Mackie. Puedo autorizar otra dosis médicamente autorizada si la
necesitas para continuar.”
“Muy bien, entonces. Volvamos a esto.” Empujó más cerca de él un par de fotos
de Zach. “Mató a su cachorro y piensa matarlo a él. Está en custodia protegida
por ahora. Sabes que eso no puede durar siempre. Y ella esperará, esperará todo
lo que sea necesario a menos que la detengamos, y le disparará al cerebro. Él
comparte su sangre, ellos comparten una madre. Él podría haber sido tuyo, y
ella esperará todo el tiempo que necesite.”
“Tiene todos los motivos.” Eve dio un puñetazo en la mesa. “Él le quitó algo.
¿Acaso no la ayudaste a justificarse usando las habilidades que le enseñaste
para eliminar a cualquiera que le quitara algo? Un tipo está conduciendo por la
calle un día lluvioso, y una mujer sale corriendo frente a él. Trata de parar, trata
de girar, pero es demasiado tarde. ¿Él la tomó como objetivo, Mackie? ¿Acaso se
levantó esa mañana planeando matarla? ¿Acaso pasó días, semanas, meses,
como tú, planeando los detalles? ¿Acaso se dijo a sí mismo que también podía
matar a transeúntes inocentes, porque ellos no importaban? El asesinato
importaba.”
“De manera que apuntas hacia él, este hombre que trató de parar, y apuntas
hacia el doctor y su gerente porque su cita se retrasó, y apuntas a su
supervisora, quien le llamaba la atención porque seguía llegando tarde, y no
estaba haciendo su trabajo.”
“¿Quién dice que lo mejor de alguien es siempre lo bastante bueno? ¿En qué
mundo vives? Apuntas al abogado al que tú fuiste porque no pudo hacer lo
mejor para ti. Y utilizas a tu hija para llevar a cabo los asesinatos porque estás
tan jodido que no puedes hacer los disparos. ¿De quién fue la idea de matar a
más? De ella, supongo. De ella, porque quería ese poder, esa emoción. Esa
práctica. Práctica para que cuando empezara con su propia lista, pudiera matar
a su madre y a su hermanito.”
“Ella nunca iba a ir a Alaska. ¿Para qué diablos quiere ir a Alaska? Es una chica
de quince años de Nueva York, y la ciudad tiene todo lo que quiere y necesita.
Con objetivos en cantidad. Matará a este niñito, este simpático niñito porque su
madre tuvo la osadía de tener otro hijo. No llegará a él hoy o mañana, ni la
semana próxima, pero en seis meses o un año, ¿cuándo él piense que está otra
vez a salvo? Cuando esté fuera jugando con algunos amigos, ella los matará a
todos, a todos esos niños. Porque puede, porque le diste la excusa, y le
enseñaste cómo.”
“No lo hará.”
“Tú sabes que lo hará. Tal vez él tenga doce años cuando vaya a por él. Él y un
par de amigos dirigiéndose hacia un salón recreativo o montando en patines
aéreos, o reunidos en el parque. ¡Y hecho! Los mata a todos. Al igual que lo
mató a él.” Sacó una foto de Alan Markum del archivo. “Él y su esposa estaban
pasando un día juntos, su aniversario de bodas. Ella iba a decirle que iban a
tener un bebé. Nunca tuvo la oportunidad, al igual que el bebé nunca tendrá la
oportunidad de conocer a su padre. Tú hiciste eso, Mackie, tú y Willow.
Tomaste esa vida por un maldito capricho, y ahora otro niño crece sin nunca
llegar a conocer a su padre. ¿Para qué? ¿Para qué pudieras cubrir el asesinato
del doctor que estaba ocupado trayendo otra vida a este jodido mundo de
manera que sus citas se retrasaron? Tú les robaste. A esta mujer embarazada, al
igual que estaba embarazada tu esposa. De acuerdo a tus reglas nosotros
deberíamos ejecutarte a ti y a Willow. Tú le quitaste el padre a este niño.”
“¿Cómo te los quitó él?” Empujó la fotografía más cerca todavía. “¿Cómo Alan
Markum te quitó algo? Nunca te conoció, no lo conocías. ¿Qué hizo para
merecer la muerte, para merecer el nunca poder sostener a su hijo o hija?”
“¿Eso es? Eso es lo que le enseñaste. De manera que este chico, ¿este chiquillo
en su décimo séptimo cumpleaños?” Ella lanzó la foto de Nathaniel sobre la
mesa. “Este chico cuya madre lo amaba, quien nunca hizo ningún daño, ¿fue
sólo daño colateral? ¿Su vida no significa nada?”
“Teníamos que terminar.” Los temblores subieron a su voz ahora, y sus ojos se
empañaron. “Necesitábamos justicia para Susann. Para Gabriel.”
“Tu necesitabas sangre, y Willow la ansiaba. Ella ansía matar como tú ansías la
droga. Tú le diste eso. Tú necesitabas alguien a quien culpar de manera que
hiciste tu lista y jodiste a cualquiera que por casualidad fuera captado en su
punto de mira. Ahora él lo está.” Tocó la foto de Zach. “Eso es lo que creaste. Es
lo que has originado.”
“No.”
“No puede,” concordó Eve, “porque las misiones, la tuya y la de ella, están
primero. Mientras él siga respirando.” Una vez más, Eve tocó la foto de Zach.
“Se quedará. Y debido a que ella se quedará, yo la encontraré. Reza para que la
encuentre antes de que otro policía lo haga. Yo le daré una oportunidad para
rendirse. Reza para que ella la tome.”
“Ella va a…“
“Morir,” dijo Eve llanamente. “¿Hay suficiente droga en el mundo para nublar
tu visión sobre eso?”
“Aléjese de mí.”
Él ahora miró a Eve, con odio. “Usted quiere eso para mí muchacha.”
“Yo quiero que tu muchacha viva. Puedes creer eso. Quiero que viva, Mackie.
¿Tú lo quieres?”
“Eso me dice que preferirías que esté muerta en vez de estar respirando, de
manera que estoy perdiendo mi tiempo contigo. Peabody, lleva a esta mierda
inútil de regreso a…”
“Todos estamos aquí para proteger y servir a esta ciudad y a su gente. Para el
registro, Reo, Asistente del Fiscal, Cher, ahora en Interrogatorio. La oficina del
Fiscal de Distrito tiene un trato para el Señor Mackie.”
“Yo no pedí un trato. Le dije a ese inútil defensor público que nada de tratos.”
“El trato involucra a Willow Mackie. A su futuro. Usted quiere un futuro para
su hija, ¿señor?”
“Entonces ayúdela a ella. Estoy autorizada para ofrecerle esto. Si usted nos
proporciona información que nos lleve al arresto de su hija antes, y repito antes,
de que asesine o lesione a alguien más, si se rinde pacíficamente, estaremos de
acuerdo en juzgarla como una menor de edad en todos los cargos presentados.”
“¡Basura, eso es basura!” Encolerizada, Eve agarró del brazo a Reo. “Fuera,
Reo.”
Cerró de un portazo, hizo rodar sus hombros, y luego salió disparada hacia
Observación.
“Toda una actuación,” dijo Roarke. “Me alegro de haber llegado justo antes de
que baje el telón.”
Eve sólo masculló, “Vamos, vamos,” y miró fijamente a través del vidrio.
“Usted sabe muy bien que debido a la severidad de los crímenes de los que la
acusan, Willow Mackie podría y sería juzgada como una adulta.” Toda
eficiencia ahora, Reo tomó asiento en la silla que Eve había desocupado.
“Podría y sería juzgada, convicta, y sentenciada a cadena perpetua, otra vez,
con múltiples sentencias. Sería transportada a una colonia penal fuera del
planeta, en donde pasaría, dadas las presentes expectativas de vida, el siguiente
siglo.”
“Eso no servirá, Mackie,” dijo Reo con calma. “Usted no podía obligarla a
ejecutar los expertos disparos con tal exactitud. No estaba allí anoche cuando
dieciocho personas fueron asesinadas.”
“Puede intentar eso, por supuesto, pero le puedo prometer que yo haría trizas
eso en la corte. Lo haría añicos,” continuó ella, “y tengo la evidencia de los
planes de ella de matar a otros para que me ayuden a hacer justamente eso. No
estaba siendo coaccionada. Estaba en custodia compartida y nunca indicó estar
“Él sabía lo que era ella, lo que tenía en su interior. Puede pretender que no lo
sabía, pero lo sabía. Y lo utilizó cuando le servía para sus enfermizos
propósitos. Tal vez ella habría matado sin él en algún momento, pero él le dio
las habilidades, las armas, y los motivos. Ambos van a tener un tiempo muy
largo para pensar acerca de quién guio a quién.”
“Si él firma,” dijo Peabody, “ella estará libre en menos de tres años.”
“Es un trato de mierda,” dijo Peabody. “Yo sé que tú estabas actuando para él
con Reo allí dentro, pero sigue siendo un trato de mierda.”
“Si nos ayuda a encontrarla antes de que elimine a otros veinticinco civiles, no
es tan mierdoso. Y ella irá por más la próxima vez. Está guardando el puntaje.
Estará mirando la pantalla, también, para ver qué estamos diciendo sobre ella,
leyendo entre líneas. Va a cambiar un poquito su apariencia. Tal vez se incline
más por la apariencia de muchacho. O se consiga una peluca, por ser más
femenina. Ha planeado esto. La hija de su padre.”
“Yo puedo enmendar el trato de esta forma. Puedo prometerle que cada intento
será llevado a cabo con miras a traer viva a su hija. Que ningún oficial usará
fuerza excesiva o dará una orden de eliminación. Si le dijera que puedo hacer
más, usted sabría que estoy mintiendo. Le estoy dando la mejor oportunidad
para ella.”
Salió, respiró hondo, y sacó su enlace. Y mientras hablaba con su superior, alzó
una mano para que Eve esperara.
“Así es. Sí, señor. Tengo a la primaria justo aquí, y ella entiende los términos
adicionales. Hecho.”
“Lo voy a dejar en claro. La quiero viva, Reo. La quiero en la misma sala que
está él. Quiero mirarla a los ojos y decirle que está acabada.”
Eve apenas sonrió, fría y sin expresión. “Anda a recoger tu papeleo, entonces
veremos qué tiene que decir él.”
“Se está poniendo caliente, jefa,” le dijo Baxter. “Captamos un vientecillo de ella
dirigiéndose al este en la Cincuenta y Dos esta mañana. Estamos de regreso en
su antiguo vecindario.”
“Pregunta alrededor de ese lugar de helados. Divine. Ella tiene una debilidad.”
“Puedes facilitarle el camino.” Eve habló con tono de fastidio. “Salvarle la vida,
y tal vez, aunque a ti te importa un carajo, salvar vidas inocentes.”
“Diles eso a los veinticinco muertos, y a los que dejaron atrás para llorarlos.”
Eve plantó con fuerza las manos sobre la mesa, se inclinó hacia la cara sudorosa
de Mackie. “¿Piensas que tengo las manos atadas? Sólo por ahora. Cuando
salga, yo estaré encima de ella. Sabré cuándo duerme, cuándo come, cuándo se
tira pedos. Y estaré justo allí cuando cometa un error. Recuerda eso. Cuenta con
eso.”
“La prioridad aquí es encontrar a Willow Mackie antes de que haga daño a
alguien más. Esa debería ser su prioridad, Teniente.” Reo le ofreció un lapicero
a Mackie.
“Ella quiere más que eso. Sabes que ella quiere más que eso o nunca habrías
firmado ese acuerdo.”
“El cabrón con el que su madre se casó siempre está revisando sus cosas.”
“Así que, naturalmente, tiene que morir. Si quieres salvar su vida, la vida de ese
niñito, dime dónde demonios está y deja de estar haciendo excusas por ella.”
“Si alguna vez nos separáramos, o ella necesitaba reagruparse, no podía salir de
la ciudad de inmediato, tenía que regresar al apartamento, a la zona que
habíamos explorado. En donde ella conoce la configuración del terreno, en
donde es una cara conocida de manera que nadie la nota mucho.”
“¿Quieres que creamos que ella regresó al lugar que ya hemos encontrado?”
“Si ella no podía entrar al edificio o si sentía que estaba siendo vigilado, hay un
albergue en Lex, entre la Treinta y Nueve y la Catorce. Si necesitaba tiempo
para reagruparse, o para esperar por mí, o dejar que las cosas se calmen, iría
allí, pasando desapercibida. Y esperaría.”
“¿Qué está acarreando ella?” Cuando él vaciló, Eve volvió a inclinarse hacia
adelante. “¿Quieres que la atrapemos viva? ¿Qué está acarreando?”
“Tiene una Táctica XT, militar, con mira de largo alcance. Con la opción de
visión nocturna. Dos pistolas, un aturdidor policial, bomba laser, seis
granadas.”
“¿Blindaje personal?”
“Si has excluido aunque sea una navaja y ella la usa en uno de los míos, ese
acuerdo no vale un carajo.”
“Entonces será mejor que espere que la encontremos. Fin del interrogatorio.”
“No. Tengo que preparar a los míos. Tengo a dos detectives en esa zona. Si está
allí, no quiero que los descubra y les dispare. Prepara tu operación, las
probabilidades están en el albergue. Ella podría ir al sótano, pero es una mala
movida cuando sabe que hemos estado en esa locación. Ella no haría un
movimiento tan equivocado.”
“¿Te gustaría tener los detalles del edificio?” dijo Roarke desde detrás de ella.
“Útil.”
“Entendido. El barrido por fuentes de calor nos dirá qué cuartos están
ocupados, y cualquiera que esté solo. Ella no tendrá compañía. Instalar oídos
puede ser de ayuda.” Paseaba de un lado a otro en frente de la imagen. “Vamos
a hablar con el droide, conseguir verificación. Si está allí, haremos salir a la
gente, si es posible. Cuarto para uno, una ventana, una puerta.”
“Puede que haya instalado una trampa caza-bobos en la puerta, Teniente,” dijo
Reineke.
“Puede que ella crea que puede abrirse camino luchando,” dijo Mira. “Tiene
quince años. Se siente indestructible, y la estrella de su propio drama personal.”
“Tal vez.”
“No veo por qué él mentiría. Por qué pasaría por todo el asunto del acuerdo
sólo para mentir. Quiere que ella viva, y ese fue el ángulo correcto, presionar
con su hermano, con sus planes para matar al chico, a los otros. Podía ver que él
lo creía, que él sabía que ella llegaría a eso. Pero quiere que ella viva, y quiere
que salga libre, saber que sólo pasará unos cuantos años en prisión.”
“Es su hija.”
“Tómate un minuto.”
Pero se detuvo, se sentó, puso las botas sobre su escritorio, y miró hacia el
tablero.
Cuando Peabody iba a entrar, Roarke levantó una mano para silenciarla.
Mente, instinto, sexto sentido, o lógica policial, lo que sea que fuera, él sabía que
estaba trabajando en su interior.
Esperarían.
Ellos tenían una misión, pero ella tenía otra propia. Oculta de su padre, su
maestro, su mentor.
Él le dice a ella que huya, que se mantenga a salvo, que esté a la espera.
“Ella no le va a hacer caso,” murmuró Eve. “No es porque tenga quince años.
Tal vez eso juegue una parte, pero ese no es el punto crucial. Simplemente no lo
es. Ella sabe que es mejor que él. Él ha perdido su habilidad, y la de ella todavía
está agudizada. Él es débil, ¿no es así?”
Ella se puso de pie, comenzó a pasear con los ojos puestos en el tablero.
“¿Quién llevó a cabo eso? Ella lo hizo. No él. ¿Mantenerse a salvo? Ella no
quiere seguridad, quiere acción. Quiere la excitación, los puntos, los objetivos.
“Sus objetivos.”
“No a algún albergue sarnoso con putas y yonkis. No a algún agujero para
acurrucarse y esperar hasta quién sabe cuándo. Todo es para ahora. Para hoy.
Esto se trata de ella. Ella es el centro. Quiere ser el centro. Si quisiera seguridad,
ya se habría ido. No se ha ido porque esto es para ahora, y es acerca de lo que
ella quiere. Ahora es su misión. Ella iría al hogar.”
“La sellamos.”
“No.” Mientras ponía en la balanza porcentajes contra instintos, Eve se pasó los
dedos por el cabello y tiró de él. “Podría estar equivocada. No lo estoy, pero
podría. Dejemos que siga la operación.”
“¿Personal o profesionalmente?”
Esto era un riesgo, pensó Eve después de haber revisado sus armas, después de
que habían bajado al garaje. Cargó en su ordinario coche el rifle laser, la mira
telescópica, el equipo que Roarke usaría. El audífono la mantenía en constante
comunicación con sus otros equipos.
Si los porcentajes probaban ser ciertos, podría estar con el equipo principal en
minutos. Si sus instintos estaban bien encaminados, podía hacer venir al equipo
principal rápido.
Los del DDE reportaron que no había una fuente de calor en el sótano, y
ninguna en el apartamento. Continuaban identificando fuentes en el albergue.
“Copiado.”
“Yo conduciré,” le dijo Eve a Roarke. “Tú trabaja con el portátil. Ella no puede
estar vigilando las ventanas 24/7, pero puede que tenga cámaras instaladas
para que le den una vista de la calle, de las veredas.” Le echó un vistazo a
Roarke mientras salía del garaje. “¿Cuán cerca me quieres?”
“¿Qué?” Nadine se pasó una mano por el pelo, atado hacia atrás en una corta
cola y muy lejos de estar lista para la cámara. “¿Cuán caliente? Llegué a casa
hace una hora después de estar haciendo cortos informativos anoche, sobre el
arresto de Mackie, sobre la cacería de su hija. ¿La has encontrado?”
Eve le lanzó una mirada a Peabody a través del espejo retrovisor, quien estaba
con el casco negro y el visor en su lugar. “Quítatelo hasta que lo necesites. Te
ves ridícula.”
“¿En serio?”
“Mantente atenta,” le advirtió Eve. “Todavía estoy pensando en cómo entrar sin
darle tiempo para que nos mate.”
“Creo que ahora puedo conseguir una lectura a dieciocho metros. Vale la pena
intentarlo.”
Hacerlo funcionar significó usar su coche para empujar otro vehículo hacia el
parachoques del que tenía delante, y hacer lo mismo con el que tenía detrás.
Con eso, y un montón de maniobras, se metió allí.
“Si no puedes hacerlo desde aquí, ¿por qué no me lo dijiste antes de meterme
aquí?”
“Ellos dicen que no es de fiar, así que Feeney mandó a Callendar a trabajar en
él. Tenemos cerca de una docena de fuentes de calor individuales. Feeney ha
hecho algunos cálculos y eliminó a cuatro de ellas. No se puede conseguir la
altura y peso exactos, pero sus cálculos dicen que esos cuatro son demasiado
grandes para ser la sospechosa.”
“Tu entiendes que esto está hecho para trabajar a un rango más cercano, yo ya
me las había ingeniado para aumentarlo antes de que tu añadieras más a ese
rango, de modo que ahueca el ala otro minuto.”
Sería mejor si la atraparan en la otra ubicación, pensó Eve. Mejor si tuvieran ese
albergue rodeado, y la atraparan allí.
Pero…
“Hay un sótano angosto debajo, en caso de que no lo supieras. Nada allí, nada
en el piso principal. Empezando a escanear el segundo piso.”
“Ah. Los expertos y los policías mandan, al parecer. Allí está, Teniente.”
“Te copio,” dijo él. “Tu monada del DDE está dentro, trabajando en el droide,
pero dicen que su disco de memoria no muestra a la sospechosa en las últimas
veinticuatro horas. Eso es todo lo que tiene el droide.”
“Hija de puta.”
“Reineke, ¿copias?”
“Afirmativo.”
“Deja algunos de los uniformados. Haz que estén visibles. Y trae al resto del
equipo a esta ubicación. Pon barricadas al final de la manzana, en ambos lados.
Mantente fuera de la línea de visión a menos y hasta que yo diga otra cosa.
Vamos a movernos en cinco.”
“¿Qué clase de mierda es ésta? Nunca reportas eso, nunca informas a los
medios durante una operación.”
De hecho, sólo tomó menos de dos minutos antes de que el video del Canal
Setenta y Cinco apareciera con su flash azul y rojo de las Ultimas Noticias.
Eve apagó la pantalla, abrió de un empujón la puerta en el instante que vio que
la fuente de calor se movía de estar reclinada a ponerse de pie.
“Úsalo o quédate aquí.” Sacó el suyo, sacudió la cabeza al verlo. “Odio estos.
Son pesados y tienen eco.”
“Reineke, estado.”
“Tú y Jenkinson tomen la parte trasera del edificio. Manténganse allí hasta que
yo les diga, luego entren con todo. Lowenbaum.”
“Te copio.”
“El objetivo está en el tercer piso, ventana al sudeste. Está en el suelo, viendo la
pantalla, de manera que si vas a mover a tus hombres, hazlo ahora, hazlo
rápido.”
“Es una chica astuta,” dijo Roarke. “Ha improvisado una alarma secundaria.
Hace sonar su enlace. Es ingeniosa, pero relativamente básica. Sólo un
momento más.”
Para darse tiempo, para estar avisada, pensó Eve, cuando la familia llegara a
casa.
“¿Peabody?”
“No se ha movido.”
“¿Roarke?”
“Todos los equipos, todos los equipos, estamos entrando. Peabody, escaleras
traseras; Dallas, al frente; Roarke al frente para posicionarse en el segundo
nivel. Estamos en marcha.” Alargó la mano hacia la manija de la puerta. “Deja
el portátil, Peabody. Directo atrás. Directo arriba.”
Con Roarke, Eve empezó a subir las escaleras, no dijo nada cuando él sostuvo
un arma muy similar a la suya.
“¿Feeney?”
Subió dos escalones más antes de oír el distintivo crujido de las escaleras
traseras. No necesitó la advertencia de Feeney en su oído de que Willow
también lo había oído. Captó el sonido, el ruido de pies en movimiento a la
desbandada.
Oyó gritos a través del resplandor, del humo, a través de su audífono. Fuerte
ruido de pasos. Más que verla, sintió a su presa girar rápidamente, levantarse
de donde había caído, y disparar hacia los gritos. Debido a que Eve volvió a
rodar, la siguiente patada le pasó rozando las costillas. Lanzó las piernas hacia
arriba, hizo un movimiento de tijera, y golpeó lo bastante fuerte para hacer
trastabillar a Willow.
Se lanzó de cabeza hacia la izquierda esta vez, de manera que el disparo pasó a
través de la abertura.
“¡Jódete!”
Oyó el ruido del cuchillo al caer, sintió convulsionar la mano que sostenía el
láser, y luego aflojarse. Aun trabajando medio cegada, Eve volvió a moverse,
empujó a Willow boca abajo, tiró de sus brazos hacia la espalda.
“La tengo,” gritó Eve mientras le cerraba las esposas. “¡La tengo! No disparen.
Y que alguien despeje este humo.”
Un poco mareada y con náuseas por el humo, Eve se quitó el casco. No la hizo
sentirse mejor, y, de hecho, se dio cuenta de que la cabeza le latía como un
bombo.
Alguien se movió a través de la niebla hacia ella. Por supuesto que era Roarke.
“Hay bastantes para hacerse cargo de ella, así que…” La guio hacia la puerta
mientras su equipo entraba para ocuparse del resto.
“Sólo un poco de aire fresco,” logró decir ella. “¿Cuánto tiempo estuve metida
en esa mierda? ¿Una hora?
“Lo calculé para que ella corriera directamente contra ella. No quería que
saliera del cuarto. No quería arriesgarlo. O que uno de mi equipo fuera baleado,
o que me disparara a mí por error. Abrigo mágico o no, había un montón de
armas en escena. No podía llamarlos y ser un blanco para ella.”
“Eso es lo que concluí. Vayamos a la cocina. Aire más fresco, un poco de agua,
una silla.”
“Puedo aceptar las tres cosas. Respiré a través de los dedos de mis pies.”
“¿Cómo es eso?”
“El Maestro Wu. No podía ver en el humo y el flash, no podía oír claramente
con el casco. Respiré a través de mis dedos del pie. Me convertí en un pez. O tal
vez era el guijarro.” Caray, la cabeza le resonaba y le estallaba. “Tuve que alzar
el visor para hacerlo, pero…”
“¿Sí?” Alzó su mano, se tocó con el dedo. “Au. De cualquier manera, eso
funcionó. El mejor regalo de Navidad que nunca recibí.”
“De nada,” dijo él, agarrándola con fuerza cuando se tambaleó, borracha por el
humo.
La llevó a la cocina, en donde McNab estaba dándole agua a una Peabody con
el rostro grisáceo.
“Cuando la granada explotó, no podía ver una maldita cosa, y calculé mal los
escalones. Me fui abajo como un ladrillo.”
Eve ladeó la cabeza mientras Roarke traía más agua. “¿Es ese moretón en la
barbilla?”
Pero Dios, ésta sabía, sólo ahora, mejor que el café verdadero.
“¡No! Yo…”
“No podía ver. Al principio podía oírte. Podía oír los estallidos alrededor, y ella
estaba disparando. Tú, también. Pero no quería arriesgarme a que un disparo te
diera a ti.”
“Tu gritaste.” Eve volvió a repasar todo en su mente. “Atrajiste sus disparos. Tu
también,” le dijo a Roarke. “Un riesgo estúpido pero… en mi libro eso se llama
respaldo.”
“Habría recibido un disparo en medio cuerpo sin él. Tú, también,” le dijo
Peabody a Roarke.
Eve tomó otro maravilloso trago de agua. “Tú, también. Pero la tenemos. Así
que tomémonos un momento.” Cerró los ojos que se sentían como si hubiesen
sido restregados con arena. “Luego iremos a encargarnos de esto.”
Habían acercado las barricadas, cerrando el área que rodeaba el edificio. Eso no
detuvo a los curiosos y a los reporteros, y en verdad, ¿cuál era la diferencia?, de
presionarse contra esas barricadas. Pero podía, y lo hizo, ignorar las preguntas
que le lanzaban, darles la espalda a las cámaras que apuntaban en su dirección.
“¿Para muchos de estos? El asesinato no aparece en sus vidas todos los días.”
“Vas a tener que revisar tu propia grabación y ver por ti misma la tontería tan
grande es eso.”
“Más rápido y con más energía,” repitió ella. “Incluso cuando la tenía cuerpo a
cuerpo, yo… creo que me contuve un poquito, sólo lo suficiente.”
“Si eso es cierto, y yo os he visto a las dos después de ese cuerpo a cuerpo,
tiendo a estar en desacuerdo, la única que salió herida eres tú misma.”
Él quería tomar esa mano herida, besarla, rozar con sus labios los moretones de
su rostro. Pero juzgó, que en ese momento, ella necesitaba su dignidad más que
la distracción.
“Ella no es como tú, Eve. Nunca ha sido como tú, nunca será como tú.”
“Entiendo eso.” Soltó el aliento que salió blanco en el frío y se desvaneció. “Tal
vez no lo hice antes, pero ahora lo tengo bien claro. Y no me voy a contener
cuando la tenga en la sala.”
Ella soltó el aliento por segunda vez, y volvió a mirar esos maravillosos ojos
azules. “Vamos a tener que conseguirte una maldita oficina en la Central.”
“Sí.” Movió sus hombros adoloridos. “Llegaremos a esas otras partes más
tarde.”
“Bueno.” Pasó su mano sana sobre el gorro, y asintió. “Si vas a trabajar en la
Central, pongámonos en marcha. ¡Peabody! ¿Qué tal si tu conduces?” le dijo a
Roarke. “Tengo algunas cosas que organizar.”
Empezó a organizarlas mientras sorteaban la barricada, ignoraban el gentío, y
se dirigían al coche.
“¡Nada! Estoy tratando de estar lista para la cámara entre boletines relámpago.”
Y continuó delineando expertamente su ojo izquierdo mientras despotricaba.
“No estas en ningún lugar cerca de Lexington Avenue.”
“No en persona, pero había una operación preparada allí, como te dije.”
“Bueno, tu podrías hacer eso,” dijo Eve mientras Roarke conducía. “O podrías ir
a la Central medio preparada para la cámara y transmitir una entrevista
exclusiva con la primaria que dirigió la operación que arrestó a esa perra. Si
escoges la segunda opción, será mejor que llegues rápido.”
“Peabody, haz los arreglos para que Willow Mackie sea llevada a la sala de
Interrogatorios tan pronto como sea dada de alta médicamente. Y averigua si ha
solicitado un abogado. Reo,” dijo en su enlace. “Willow Mackie ha sido tomada
en custodia.”
“Eso he oído, Nueva York Uno está cubriéndolo. Yo voy camino a la Central.”
“¿No es eso una vergüenza?” Reo sonrió dulcemente. “Ponle algo de hielo. Te
veré allí.”
Eve pasó el resto de la travesía contactando con Mira, y luego con Whitney.
“Hecho. Créeme.”
“Hay más, y necesitamos planear la coordinación de tiempo junto con Reo. Voy
a arreglar las cosas con Nadine.” Eve se balanceaba en sus talones mientras
calculaba. “Después de todo eso debería darle unos buenos veinte minutos de
estar sentada y esperando en la sala.”
“No para esto. Si quieres observar,” empezó, lanzándole una mirada a Roarke.
“Puede que termine allí, pero la vas a necesitar un rato, ¿no es así?”
“Oh, ¿cuál es tu problema? ¡Es algo feliz! Habrá pastel, y con seguridad bebidas
para adultos. Ahora hablemos de nuestra adolescente homicida.”
Para que eso sucediera, Eve apenas se acercó a la puerta y gritó, “¡Peabody!”
“Cierra la puerta. Vale, así es como quiero conducir esto. Hay alguna
coordinación de tiempo involucrada.”
Eve abrió la puerta. Antes de que Nadine pudiera escupir las palabras que iban
con el duro destello en sus ojos, Reo se adelantó.
“Muchísima acción por estos lares, y más por venir. Si no tengo oportunidad de
verte antes de que te marches, hablaremos mañana.”
“Lo mismo digo.” Y Peabody, reconociendo ese brillo, salió junto con Reo.
“No lo hice. ¿Lo haría si hacerlo salvara vidas? Absolutamente. Pero no lo hice.
Te usé,” añadió Eve. “Y como resultado salvaste vidas. Una de ellas podría
haber sido la mía. Gracias.”
“No lo es. Puedes pasar el tiempo que tengo para darte insultándome, o puedes
dejar que te exponga los hechos y que tengas tu exclusiva. Tu elección.”
Su mirada siguió brillando con dureza. “Se supone que somos amigas, por
encima de todo, Dallas. Se supone que somos amigas.”
“Sí, así es. Así es y debido a ello nunca pensé o consideré llamar a nadie más.
Conozco a mis amigos. Puede que tenga más amigos de los que quiero en
realidad, pero los conozco o no lo serían. Y sabía que podía contar contigo.”
Ya que se había imaginado que tendrían que pasar a través de esto primero, Eve
se encogió de hombros, y programó café para Nadine.
“Te dije la verdad. Dejé fuera la parte que hubiera comprometido tu integridad
periodística.” Le pasó el café a Nadine. “Porque, joder, Nadine, no se supone
que seamos amigas. Pero lo somos.”
Nadine recorrió la cara de Eve con la mirada. “Tú le llamas a eso mínimo.
Tienes un ojo morado. ¿Y qué le pasó a tu mano?”
“Mínimo,” volvió a decir Eve. “Tú me diste la ventana. Te usé para abrir la
ventana. Saliste al aire con lo que te di, lo cual no era una mentira. No podía
decirte el resto, por obvias razones. No podía darte el resto y pedirte que
reportaras una historia a medias. No conozco todas las Reglas de la Amistad,
pero voy a decir que una de ellas no es pedir y esperar que un amigo
comprometa su integridad profesional para abrir una ventana.”
Nadine resopló, entonces retiró la silla del escritorio de Eve y se sentó. Bebió un
poco de café. “¿La operación de Lexington Avenue no era mentira?”
“No, no lo era. Estábamos siguiendo una pista viable. Viable porque la persona
que nos dio esa pista creía en ella. Esa persona sería su padre.”
Nadine se quedó sentada otro momento más. “Odié ser aventajada por ese
tarado del Nueva York Uno.”
“Sí, y a mí. La cuestión es que sin la distracción, ella podría haberse agazapado
y nos hubiese distraído matando civiles a un par de manzanas de distancia.
Pero no tuvo tiempo para llegar a eso porque entramos en acción. Ella se enfocó
en ti, entonces tuvo que enfocarse en nosotros. Daño mínimo,” repitió Eve.
Willow alzó la vista. Se había rapado las rastas de manera que su pelo oscuro
colgaba desgreñado y corto. Al igual que Eve, tenía algunos moretones visibles.
“Van a ser otro par de minutos,” le dijo Peabody. “¿Quieres una bebida?”
“Bien. Sólo… aquí viene la asistente del fiscal. No te tomes todo el maldito día.”
“Dallas.”
“Con tu trato, sólo puedo esperar hasta que salga a los dieciocho años para
empezar a hacerlo de nuevo.”
“La rehabilitación…”
“Oh, ni siquiera comiences a darme esa mierda. Las personas como yo arriesgan
todo para poner a gente como ella en una celda. Entonces ustedes hacen un
trato mínimo de manera que ellos salen y vuelven a hacer todo otra vez. Ella
está presa menos de tres años, y ustedes llaman a eso una victoria.”
“No se trata de ganar, se trata de hacer nuestro trabajo. Nosotras dos hicimos
nuestros trabajos, y aquí es en donde estamos. Si la convences de que confiese,
podemos ahorrar el dinero de los contribuyentes, evitar un juicio, y seguir
adelante. ¿Ahora quieres cerrar esto para que podamos irnos ambas a casa, o
quieres quedarte aquí parada y joderme por la forma en que el sistema trabaja?”
“No es tu decisión. Estamos del mismo lado, Dallas, así que supéralo.”
Con el rostro resuelto, y todavía con los ojos relampagueando de furia, Eve
entró. “Grabando. Dallas, Teniente Eve; Peabody, Detective Delia; Reo,
Asistente del Fiscal Cher, ingresando al interrogatorio con Mackie Willow.”
“Sí. Y de hecho, los entiendo bien. Te di una buena aporreada. Qué mal que tu
mano se interpuso en el camino de mi cuchillo.”
Willow sonrió. Podría haber sido una joven atractiva, a pesar de los moretones
y rasguños que unas cuantas pasadas de la vara curativa y algunas compresas
de hielo no habían mitigado. Pero había fealdad en su sonrisa.
Levantó el dedo medio, se rascó la mejilla con él mientras miraba a Eve. “No
eran mis armas. Las utilicé para defenderme.”
“Claro. Cada vez que lo veo, preferiría que volaras en pedazos en el laboratorio
Icove.” Sonriendo, Willow volteó los ojos hacia el techo. “Tal vez algún día.”
“¿Pero tú no me reconociste?”
“Sólo te vi un segundo.”
“Ese sería el segundo anterior a que lanzaras una granada buscando escapar.”
“Manteniéndolas seguras.”
“No son mías, ¿recuerdas? Soy demasiado joven para comprar o poseer armas.
Quince.” Sonrió ampliamente. “¿Recuerdas?”
Apretando los dientes, Eve le lanzó una mirada dura a Reo. “Tú estabas en
posesión de las armas. Usaste varias de ellas.”
“¿Cómo aprendiste a usar las armas, los rifles laser, las granadas flash, las
armas de mano?”
“Mi padre me enseñó. Él es dos veces más policía de lo que tu pensaste ser
alguna vez.”
“Supongo que por eso es que lo metí en una celda, en donde se va a quedar el
resto de su vida.”
“¿Eso es así?”
“Es porque no pudo lidiar con ello.” Curvando los labios, Willow apuntó con
un dedo. “A ver cómo lo manejarías si un hijo de puta embadurnara el
pavimento con tu amante ricachón.”
“Y la forma de manejarlo para él fue la droga, y planear cómo matar a todos los
que él culpaba. O hacer que tú lo hicieras porque él no puede ni siquiera
sostener un arma con firmeza en estos días.”
Willow bostezó, se impulsó hacia atrás un poco para mirar el techo. “Esto es
aburrido. Tu eres aburrida, Dallas,” dijo, desviando la mirada para encontrar la
de Eve. “Dallas, Teniente Eve. Uno de estos días no vas a estar usando blindaje
corporal. Uno de estos días tal vez estarás simplemente caminando por la calle,
y de repente ¡Bang! Estas muerta. Apuesto a que no harán un video sobre eso.”
Eve mantuvo la mirada firme, y vio, claramente, lo que Zoe había temido. Vió a
la asesina que había en su interior. “¿Me quieres muerta, Willow?”
“Tu padre. Ha confesado. Te llamó sus ojos, sus manos. Hiciste esos disparos,
Willow. Él no podía hacerlos.”
“A ti te gusta lo real.”
Eve abrió el archivo, sacó las fotos de las tres primeras víctimas. “¿Cómo te
sentiste cuando hiciste esto?”
Willow se inclinó hacia adelante, estudió las fotos largamente. Lo que Eve vio
en sus ojos no era curiosidad o interés. Y ciertamente no era shock.
Era regocijo.
“No existe una cosa tal como el segundo mejor.” Petulante, ladeó el refresco de
un lado a otro. “Ese es sólo un término débil para perdedor. Se es el primero, o
nada.”
“De manera que haciendo disparos como estos te pone primera, te hace de la
élite.”
“No podrías, y esa es la conclusión. Estoy suponiendo que apenas puedes darle a
una diana a diez metros con tu arma, mucho menos manejar un arma de largo
alcance con algo de exactitud. Habrías fallado a ese kilómetro de distancia,
acertándole a algún cabrón que estuviera caminando por la calle Cincuenta y
Dos.”
Retrocediendo, Willow volvió a sonreír. “Yo nací para darle a lo que apunto.”
“¿Sólo al azar, sin ninguna razón?” Eve ladeó la cabeza, la sacudió. “No lo creo.
Vamos, Willow, ella era del tipo, justo del tipo de personas que no soportas. Allí
afuera, presumiendo, día tras día, como si importara que pudiese hacer algunos
giros y saltos en un par de patines de hielo. Como si ser bonita la convertía en
alguien.”
“Él sufrió, ¿no es así? Yo no fallo, ¿entiendes? ¿Lo has entendido? Le di tiempo
para sufrir, tiempo para que supiera que nunca más volvería a levantarse. Si el
viejo bastardo nos hubiera puesto a nosotros primero, mi padre todavía tendría
sus ojos y manos.”
“No habrías sido su única hija si Susann no hubiese corrido hacia el tráfico.”
Eve abrió los como platos. “¿Mataste a toda esta gente por una idiota?”
“Oh, por favor.” La burla se deslizó en sus palabras. “Ella apenas podía
recordar cómo ponerse sus propios zapatos cada mañana. Una perdedora total.
Tarde o temprano mi viejo se hubiera alejado de eso. Los ganadores se alejan.
Pero no tuvo la oportunidad.”
“No lo conozco.”
Habló del alcoholismo de su padre, empezando con las drogas después de que
Susann murió. Su rabia, su depresión.
“Llorar es para los perdedores. Necesitaba cabrearse. Tomar acción. ¿Ellos nos
jodieron? Nosotros los jodemos a ellos, y nosotros jodemos más duro.”
Eve se reclinó hacia atrás. “¿Estás tratando de decirnos que fue idea tuya? ¿Esta
misión? ¿Que matar a Michaelson, al Oficial Russo, Jonah Rothstein, y a los
otros de tu lista, incluyendo transeúntes inocentes de tu elección, fue idea
tuya?”
“Vigila tu tono.”
Willow apenas hizo una mueca desdeñosa ante la orden de Peabody. “Oh, a la
mierda tú y tu tono. Ustedes quieren que yo exponga esto porque todas son
demasiado estúpidas para verlo. Lo estoy exponiendo.”
Una vez más Willow se inclinó hacia adelante con una mueca desdeñosa. “¿No
entendiste la parte en que dije que él estaba borracho y drogado la mayor parte
del tiempo? ¿Llorando sobre su bebida la otra mitad? Yo decidí a quién, en
dónde y cuándo. ¿Piensas que él podía planear una misión? No podía salirse de
lo suyo hasta que yo lo saqué de ello.”
“Lo sacaste sugiriendo matar gente que sentías que era culpable de la muerte de
Susann.”
“Tu vigilaste a tus objetivos, seguiste sus rutinas, y/o investigaste en dónde
estarían en ciertas horas. Como Jonah Rothstein. Sabías que estaría en el
Madison Square para el concierto.”
“Era un admirador apasionado. Llevando la cuenta de los días, luego las horas
hasta que viera a ese viejo rockero pasado de moda. Mi papá hizo la mayor
parte de la investigación, pero yo ayudé cuando podía alejarme de Zoe, esa es la
cámara biológica en donde me incubaron. Yo escogí los nidos. Inicialmente él
los quería más cerca, pero entonces vio que yo podía hacerlo.”
“Dame medio descanso. Si fueras tan buena, tan inteligente, no tendría que
sentarme aquí dándote con cuchara cada detalle. Ya lo sabrías.”
“Ahí me agarraste,” dijo Eve, porque lo había hecho. Lo vio todo, en horrible
detalle. “No te detengas ahora. Edúcame.”
Durante tres horas Eve escuchó, sondeó, impulsó con la pregunta ocasional o
comentarios de Reo o Peabody.
Con una dura carcajada, Willow se burló de Eve. “¿Has estado escuchando todo
lo que puedo hacer, y piensas que no puedo vencer a dos chicas policías?”
Tú no podrías vencerme, pensó Eve, pero asintió. “Que sean cuatro, Peabody.”
“Está tan legalmente cuerda como tú y yo. Y es un malvado insecto que necesita
ser aplastado”
“Estoy contigo en la segunda parte. Déjame que haga que la primera parte sea
absolutamente sólida.”
“Arde como mierda, pero eso es por mirar esa corbata. Ve a casa.”
“¿Hecho?”
“No. Necesito algo frío.” Echó un vistazo hacia afuera. “Debería haber golpeado
la Máquina Expendedora, probablemente de forma literal, por una Pepsi.”
“¿Lo están?”
“No, no, no puedo sentarme.” Se puso de pie, cogió la Pepsi, entones se puso a
pasear sin beber. “Ella recuerda todo, incluso recuerda lo que algunas víctimas
estaban vistiendo. Algunas veces eso fue todo lo que tomó para que fueran un
objetivo. Odio ese sombrero, tienes que morir con él.”
Sin decir nada, Roarke apoyó una cadera en el escritorio, la dejó descargarse.
“Supongo que Mira diría que hay una parte de ella, la niña, que ansía esa
atención de su padre. Sus ojos, sus manos, su socia, su igual, su única hija. Ella
lo sacó adelante para que él la alabara.”
“Estarás cabreada antes de que esté terminado. Tengo toda mi confianza allí.”
“No lo hice, no, aunque podría haber sido entretenido. El DDE tiene chocolate
en su Expendedora.”
“Lo que sea.” Cerró los ojos, dejó que su primera gloriosa mordida de chocolate
hiciera su trabajo. “¿Chequeaste a Summerset?”
“Lo bastante a menudo como para que ahora esté enojado conmigo.”
“Cuando termine aquí, creo que iré a Observación de modo que pueda verte
envolverla como hiciste con esa barra de chocolate.”
“Agradécele a Roarke.”
“Voy a hacer que siga hablando, que nos cuente a cerca de esa mierda sobre
Alaska, entonces la guiaré hacia su propia agenda. Quiero que el intento de
asesinato quede en registro. Vamos a empezar a desafiarla. Mientras más lo
hagamos, más se sentirá incitada a presumir.”
Al parecer el desafío había comenzado, notó Eve, sin decir nada hasta que
Peabody tomó asiento, y sorbió de su propio refresco.
“Tu padre declara que tú y él planeaban reubicarse allí. Que, de acuerdo con su
plan alternativo, en caso de que algo saliera mal, o le sucediera algo, tenías que
dirigirte allí.”
“¿Alaska? Casi tan aburrido como Susann. Claro que me gustaba verlo, cazar
un poco el par de veces que fuimos a echarle un vistazo. Ni hablar de que vivir
allí arriba.”
“Si nosotros necesitábamos un lugar para escondernos unos meses, seguro, eso
serviría. Más que nada estuve de acuerdo con eso porque él necesitaba oírlo.
Eso ayudaba a mantenerlo concentrado en la misión.”
“¿De modo que no pretendías dirigirte hacia allí, como lo planearon, después
de su arresto?”
“Ellos no son mi familia, ¿vale?” Aquellos ojos verdes brillaron con repulsión.
“La cámara biológica, su amigo sexual, y el mocoso que engendraron. Eso es
todo. Es una casa, y es tan mía como de cualquiera. Tengo mis cosas allí.”
“No todas.”
“Así que te llevaste mis electrónicos. Gran cosa. Yo tenía mis copias de
seguridad.”
“Correcto. Ahora también las tenemos. Me pregunto, ¿los del DDE encontraran
algunas copias de seguridad de los documentos que trataste de esconder en la
computadora de tu hermano?”
“Él no es mi hermano. ¿Y qué si lo hice? ¿Me vas a levantar cargos por asesinar
a un perro?”
“Oh, tenemos más. Hablemos acerca de tu otra agenda o misión. Tu lista aparte
de objetivos, la cual trataste de ocultar en, sólo lo llamaremos Zach, la
computadora de Zach.”
“Me gustaría saber los detalles,” interpuso Reo, e hizo notas en su block.
“Cuando este incidente, o incidentes, sucedieron. ¿Qué hizo él?”
“Que es por lo cual él estaba en tu lista,” interpuso Eve. “Lo tenías a él, a tu
madre, tu hermano, tu consejero escolar, el director. Ah, y tenías un plano de tu
colegio.”
“Era una idea.” Volviendo a mirar hacia el techo, Willow hizo un círculo en el
aire con su dedo. “No pueden levantarme cargos por pensar.”
“Regresaste a la casa, usaste el cuarto del tercer piso, añadiste otra alarma para
alertarte si alguien entraba.”
“¿Y qué?”
“Lo suficiente.”
“No sabes un carajo acerca de tácticas. Se mata a la amenaza más grande, idiota.
Yo le cortaría el cuello a Stuben. Eso es rápido, y silencioso. Y él no es nada.
Siempre ha sido nada.”
“¿Y entonces?”
“Entonces una buena táctica señala que incapacite a Zoe, y luego la ate. Eso me
da tiempo para llegar al chico, envolverlo, y arrastrarlo hacia el dormitorio.”
Sus ojos resplandecían mientras hablaba, como si, Eve estaba segura de eso, lo
viera todo claramente. “Hacerle un poco de daño, sólo un poco para que
cuando ella volviera en sí viera que él está herido, que viera que está
sangrando. La dejo suplicar, el dormitorio es insonorizado. Demonios, puede
gritar si quiere. Pero si grita, le cortaré la garganta a él. Pero puede suplicar,
puede decirme por qué diablos no debería matarlo. Por qué no debería matar a
este mocoso que nunca debió haber tenido. Ese bebé quejoso que tuvo para
reemplazarme a mí. Entonces tiene que verme destriparlo como a un venado,
justo de la manera que había querido hacer desde que nació. La guardo a ella
hasta el final para que pueda verlo. ¿Con ella? Le cortó las muñecas para que se
desangre lentamente. De modo que yo pueda verla morir, pulgada a pulgada.”
“Garantizo que habría matado a tres, tal vez cuatro docenas de objetivos antes
de que se las ingeniaran para cerrarlo. Cambiar de dirección, matar tal vez una
docena a un par de manzanas para añadir algo de confusión, ¿y entonces?
Policías, reporteros, padres, idiotas que sólo quieren mirar, un montón de ellos
estarían en el rango de alcance. Tendría a cien antes de que me detuviera.
Nunca nadie ha matado a tantos solo, a esa distancia. Pero yo podría.”
“Haciendo de ti la mejor.”
Eve esperó un buen rato. La cara de Willow se había enrojecido, como había
sucedido con su padre. Pero lo de ella era debido a la furia y al orgullo. No era
locura lo que había en sus ojos, no del tipo que no distinguía el bien del mal.
Era del tipo de que no le importaba ni un carajo.
“Sí, sí, sí. ¿No fui lo bastante clara? Puedo planear todo lo que me dé la gana.”
“¿Lo piensas así? Qué tal si yo te visito, digamos de aquí a tres años y medio.
En tu celda en Omega.”
“No estaré allí. Tú, todos ustedes, son tan estúpidos. Todos son unos idiotas.”
“¿Querías que confesara todo esto? No hay problema. Quiero que sepas lo que
hice. Escríbelo, grítalo a voz en cuello. Merezco el crédito por lo que hice, por lo
que puedo hacer. Y en menos de tres años, cuando cumpla los dieciocho, saldré
libre.”
“Las oí, pedazo de idiotas. Mi padre hizo un trato. Él me pone primero, e hizo
un trato. Les diría toda esta mierda, y ustedes me juzgan como a una menor.
Estoy libre a los dieciocho, porque, oigan, sólo soy una niña.”
“De manera que puedes asesinar a sangre fría, con premeditación, a veinticinco
personas, herir a un número de otras, planear asesinar, ¿cuál era ese número?
Ah, sí, a cien personas más, y salir libre en menos de tres años.”
“Te hace arder tu huesudo culo, ¿no es así? Ocupaste todo ese tiempo en
encontrarme, saliste bastante aporreada, también. Tuviste a los policías
buscándome, pero aun así no me hallaron. Pero necesitabas a mi padre para
encontrarme, y él me cuida. De manera que pasaré menos de tres años en
alguna instalación juvenil, y luego estoy fuera. Eso te hace arder el culo.”
“Una de las cosas acerca de ser policía es entender el trabajo es para aprehender
criminales, para reunir evidencia, la cual entonces es entregada a alguien como
Reo que lleva la pelota desde allí.”
“Sí, ¿y gente como ella?” Willow apuntó un dedo hacia Reo. “Todo es acerca del
trato, el rápido arreglo, la forma fácil. Ella no quería ponerme en el banquillo.
Bu-huu, sólo tengo quince años. Fui mal encaminada.” Prácticamente bailando
en su silla, Willow aullaba de risa. “Yo mataría en el banquillo con eso. Casi es
demasiado malo que no vaya a tener la oportunidad de ahogar un grupo de
corazones compasivos en el jurado con mis lágrimas de adolescente.”
“Sí, eso sería todo un espectáculo,” concordó Eve. “Es uno que tengo ganas de
ver, porque tienes razón, Willow, has perdido el record. Me haría arder el culo
ver lo que has hecho, que seas lo que eres, y que salgas a los dieciocho para
volver a hacerlo. Si ese fuera el caso.”
“Lo hice.”
“La Teniente Dallas sufrió heridas por tu mano durante el curso de tu arresto.
Te resististe al arresto, asaltaste a oficiales de la policía, eso es asalto armado,
por cierto, y, de hecho, confesaste en este interrogatorio la intención de matar a
la Teniente Dallas.”
“Además, la información que tu padre nos dio nos condujo a un callejón sin
salida. No dijo nada acerca de la casa en donde estabas ubicada, por lo tanto
ninguno de los términos del trato se cumplieron.”
“¿En serio?” Reo se volvió hacia Eve, con los ojos abiertos y sinceros. “No creo
que mencionáramos el trato, que ya estaba anulado antes de este interrogatorio,
o alguna de las condiciones que guarda. En la grabación.”
“No. De hecho que no lo hicimos. ¿Por qué lo haríamos? No era relevante. Estas
acabada, zorra, por veinticinco cargos por asesinato, por conspiración para
matar, por múltiples asaltos con arma mortal. Luego viene la intención de
asesinar a un oficial de la policía, asaltar al mismo con arma letal. Está la
posesión de armas ilegales, posesión y uso de identificación falsa. Y el registro
mostrará, en tus propias palabras, tu intención de asesinar a tu familia y a otros.
Veo cien años, tal vez más, de cadena perpetua en una celda en Omega. El sol
no va a volver a brillar para ti, Willow.”
“Eso nunca sucederá.” Pero por primera vez, el temor brilló en los ojos de
Willow. “Tengo quince. Ustedes no van a encerrarme para siempre cuando
sólo tengo quince años.”
“Sigue pensando eso, y tal vez establezcas contacto con Rayleen Straffo si la ves
en Omega. Tenía diez años cuando le cerré la puerta de la celda. Ustedes chicas
realmente deberían conocerse.”
“Se harán arreglos para obtener consejo legal para ti, y aunque eres considerada
una adulta en estos asuntos, los del servicio al menor serán contactados. ¿Tienes
algo más que añadir?”
Aunque sus ojos ardían de odio, con rabia, y miraban los de Eve fijamente, sus
manos temblaban.
Eve se fue directamente a su oficina. Quería café. En realidad, quería una copa
realmente fuerte, pero él café serviría.
“No fue difícil. Ella quería presumir, quería restregarme todo eso en la cara, o
en la cara de la autoridad. Sólo le di la plataforma. Enciérrala bien, Reo, y por
largo tiempo.”
“Lo hago.”
“Les has dado justicia,” repitió Mira. “Y has salvado a otros desconocidos de
terminar en tu tablero. La convenciste para que se expusiera, y créeme, Eve, esa
grabación será estudiada por psiquiatras, por fuerzas de la ley, por mentes
legales durante décadas.”
“Apenas tuve que incitarla, estaba tan preparada para mostrar lo inteligente
que es, cuán superior es.”
“Nunca perdiste el control, y nunca le dejaste ver que tú tenías el control todo el
tiempo. Su narcisismo, su absoluta indiferencia a cualquier indicio de un código
moral, su necesidad de ser primera, y su placer en asesinar, se pudo ver con
toda claridad. Algunos argumentarán que su adolescencia y la influencia de su
padre la condujo a hacer lo mencionable. No servirá,” añadió Mira cuando Eve
se dio la vuelta. “Ella es calculadora, organizada, inteligente. Es una psicópata,
y una a la que un padre le dio permiso para abrazar su deseo de matar. Te
prometo que destruiré cualquier intento de su abogado por mostrarla como una
adolescente desencaminada, coaccionada y manipulada por su padre. Confía en
mí en eso.”
Contar con Reo. Confiar en Mira. “Lo hago. Lo hago, y eso me ayudará a
dormir esta noche”
“Usted la encerró con sus propias palabras, pero eso no niega el trabajo que se
realizó para tenerla en Interrogatorios. Hoy, al menos, la ciudad es un lugar
más seguro. La necesito en la sala de prensa en diez minutos.”
“Yo me ocuparía de esto si pudiera. Pero la gente de Nueva York merece oír de
la primaria de la investigación que identificó y aprehendió a las dos personas
que los aterrorizaron durante casi una semana. Dele un giro a eso,” añadió él.
“En menos de una semana usted y su equipo identificaron y aprehendieron a
las dos personas quienes, si todavía estuviesen libres, con seguridad serían
responsables de más muertes. El Jefe Tibble y yo estaremos presentes, pero
estamos de acuerdo en que la declaración venga de usted.”
“Sí, señor.”
“Entonces váyase de aquí como alma que lleva el diablo, Dallas, y póngase algo
de hielo en ese ojo.”
“Gracias.”
“Igualmente.”
“Trato hecho.”
Se volvió hacia Roarke, se pasó una mano por el cabello. “Esto va a demorar un
poquito más. Tenemos una conferencia de prensa, luego me ocuparé del
papeleo, y podemos irnos.”
Eve echó un vistazo al rostro cansado de su compañera, sus ojos ojerosos. “Vale.
Buen trabajo, Peabody.”
El circo mediático pudo haber sido peor. Los había tenido peores. Ya que
Kyung, el enlace con los medios, quien no era un idiota, le dijo que usara sus
propias palabras y juicio, dio lo que sintió que era una declaración honesta.
Claro que eso no era suficiente, nunca parecía ser suficiente. Contestó
preguntas, algunas destacadas, algunas extraordinariamente estúpidas.
Respondió aquellas que tenían como objeto la edad de Willow.
“Sí, Willow Mackie tiene quince años. A los quince años asesinó a veinticinco
personas a sangre fría. La investigación descubrió su plan para matar a más,
incluyendo a su propia madre, y su medio hermano de siete años de edad.
Debido a la naturaleza de sus crímenes, será juzgada como una adulta.”
Cuando fue presionada, dio un resumen mínimo del arresto de Willow, luego
tuvo que reprimir un golpe de temperamento cuando uno de los reporteros
gritó:
“Mi información es que Willow Mackie fue lesionada durante el arresto. ¿Fue
una venganza por haber matado presuntamente a un policía?”
“¿Alguna vez le han arrojado una granada flash directamente? ¿No? ¿Alguna
vez alguien con blindaje corporal completo le ha disparado con un rifle laser,
un arma de mano, una pistola de energía? ¿Tampoco? Cada miembro del
equipo involucrado en aprehender al individuo acusado de veinticinco
asesinatos, incluyendo al Oficial Kevin Russo, pusieron sus vidas en peligro
para proteger y servir. Cada miembro del equipo actuó y reaccionó de una
forma legal y apropiada a la amenaza, como lo demostrará la grabación del
arresto. Ahora, si usted…”
“Sí, y sí. Supongo que olvidé preguntar si alguno de ustedes alguna vez había
tenido a alguien tratando de cortarle la garganta con un cuchillo de combate.
Ella falló. Si alguno de ustedes quiere sacar a colación el ángulo de su edad,
como si debiéramos compadecerla, sólo asegúrense de que incluyan los
nombres de las veinticinco víctimas. Ellissa Wyman, Brent Michaelson…”
empezó, y nombró a cada uno.
“Un momento, Teniente.” Tibble avanzó, dirigió su fría mirada a toda la sala
hasta que todo el mundo se tranquilizó. “Yo personalmente he revisado las
grabaciones tomadas por la Teniente Dallas, la Detective Peabody, el Teniente
Lowenbaum, y otros durante la confrontación y arresto de Willow Mackie. La
Teniente Dallas, la Detective Peabody, y un consultor civil recibieron descargas
directas disparadas por Willow Mackie, y no tuvieron heridas serias sólo
debido a sus blindajes corporales.” Se permitió mostrar sólo un indicio de
temperamento cuando volvió la dura mirada hacia el inquisidor original. “La
edad no importa absolutamente para nada, en mi opinión, cuando uno está
armado con rifles laser, granadas flash, y sabe cómo usarlas. Más aún, si uno las
usa para disparar a civiles, a oficiales de la policía, y acumular los asesinatos
como trofeos. La Teniente Dallas y su equipo arriesgaron sus vidas hoy, como
lo hacen todos los días, para salvarlos a ustedes, a sus cónyuges, a sus hijos e
hijas, sus amigos y vecinos. Si alguien desea cuestionar las acciones necesarias
de los valientes hombres y mujeres que lo arriesgaron todo para detener ese
inadmisible número en los veinticinco, hable conmigo. Teniente Dallas, puede
retirarse, con nuestra gratitud.”
“Señor.”
En el coche, apoyó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos. “Va a haber otros que
saquen a relucir eso.”
“Si te refieres a usar su edad para hacer más interesante la historia, o el hecho
de que recibió unos cuantos golpes durante el arresto, sí, así lo espero. Al igual
que sé que serán acallados. No pienses en ello, querida.”
“El hecho de que lo estuviera, y que lo demostrara, tiene impacto. Tú sabías los
veinticinco nombres.”
“Vas a querer que coma, pero no me siento muy bien. No sé si puedo comer.”
“No lo haré.”
“Estoy bien. Hemos tenido un tiempo tranquilo, el gato y yo. Ahora ustedes
tendrán el suyo. Hay sopa de pollo con fideos. Pensé que algo suave sería mejor
después de este día.”
“Gracias por eso.” Roarke le pasó un brazo por la cintura a Eve, y la hizo
voltear hacia las escaleras.
“¿Teniente?” Ella miró hacia atrás, ahora tan cansada que casi flotaba. “La
maldad no tiene edad.”
Tenía dolores, por todas partes, por los moretones, la fatiga, el dolor de cabeza
que tamborileaba detrás de sus ojos.
“¡Oye!”
“No estoy enferma.” Se sentó, hizo una mueca de dolor. “Tal vez dolorida.”
“Entonces la vara, los chorros, la comida. De otra forma te insistiré para que
tomes un bloqueador, y ambos lo haríamos aunque preferiría no tener que
hacerlo yo.”
No podía discutir con eso. Además, la vara curativa aliviaba algo de los dolores
musculares, y la bañera, junto con lo que sea que él ponía en el agua, ayudaba
más.
Él se volvió hacia ella, le tomó el rostro en sus manos y la besó. Un beso largo,
suave e intenso.
“Vamos a darle a esos moretones un poco más de tiempo para sanar.” Pero él
mantuvo su rostro enmarcado entre sus manos, y la volvió a besar. “Sólo estoy
contento de verte.”
“¿Adónde me fui?”
“Querida Eve, tenías dolor detrás de tus ojos. Tanto dolor y fatiga. Ahora se han
ido.”
Ahora él presionó sus labios en su frente. “Hay una cosa más que puede ser que
quieras. Ven conmigo.”
Era, de alguna forma, como entrar al diseño que él le había mostrado días antes.
Las paredes pintadas con ese color tranquilizante que no era exactamente
verde, no era exactamente gris. Y la absoluta magnificencia de su nueva
estación de trabajo, una pared entera de pantallas.
“Has estado fuera de la oficina, como quien dice, unos cuantos días. Y el equipo
lo aprovechó. Turnos dobles. Todavía hay algunos detalles, algo de trabajo,
pero está listo para funcionar.”
“No le has dicho qué hay que hacer, ¿no es así?” Divertido, Roarke se unió a
ella.
El centro de comando cobró vida, con los controles destellando, brillando como
joyas, el tipo de joyas que más apreciaba.
“Pantalla de pared.”
“Espera.” Se dejó caer en la silla, una silla de elegante cuero verde bosque, dijo,
Ahh. Giró. “Oh, esto es lo máximo. En serio. La pelirroja con las tetas y las botas
sabe lo que hace. Podría jugar con esto todo el día. Necesitaré jugar con esto
todo el día para ponerme al corriente. Qué más puede…”
“Todo lo que necesites. Pero puede que quieras echarle un vistazo, al menos, al
resto.”
El Galahad de peluche que Roarke le había dado, la estatua de la diosa que era
un regalo de la madre de Peabody, una placa de sheriff, una sofisticada lupa,
una fotografía de ella y Roarke tomada cuando habían estado un poco
aporreados después de un arresto, y sonriéndose uno al otro.
La ciudad de ellos.
Frunció el ceño ante los gruesos tablones de plástico verde sobre lo que era
obviamente un amplio agujero a un lado de la habitación. “¿Qué sucedió allí?”
“Tiene que ver con lo que está sucediendo. Como te dije, todavía quedan
detalles. Esto es algo extra. Cuando esté terminado, el comedor va enfrente de
lo que será un vidrio. Si corres el vidrio podrás salir a una pequeña terraza.
Pensé que disfrutaríamos comer aquí con el vidrio abierto en un buen clima.”
“Tenías razón, y no sólo porque se ve realmente bien. Tenías razón porque este
es mi espacio, claro, pero es para nosotros dos. Tu tenías razón, ya era tiempo.”
“No voy a pensar acerca de eso. Esto es mucho más genial. Ahora necesito
empezar a jugar con mi centro de comando.”
“Te daré algunas instrucciones, entonces te dejaré con esto un par de horas. Ese
es el tiempo que tenemos antes de que necesitemos marcharnos a la fiesta de
Bella.”
“Sé tan poco como tú sobre la mente de una niña de un año. Pero conozco a
Mavis.”
“Mierda, mierda, mierda. Tenemos que ir.” Pasándose las manos por el cabello,
Eve le dirigió al centro de comando una mirada de nostalgia. “Vale. Entonces
vamos por, digamos, una hora, noventa minutos máximo, luego regresamos.
Nadamos. Podemos tener sexo en la piscina.”
Tuvo sus dos horas, le pareció excitante y asombroso. La computadora era tan
rápida, que prácticamente se anticipaba a sus órdenes, las imágenes en la
pantalla eran tan claras que casi sentía que podía caminar dentro de ellas.
En todos sus sueños más salvajes, nunca se hubiese imaginado tener tanta
tecnología justo en la punta de sus dedos. Aun cuando eso significaba tratar
realmente con la tecnología.
Pero lo mejor, lo absolutamente genial, como diría Mavis, fue descubrir la mini
unidad que le permitía programar café directamente desde el centro de
comando.
Ese pequeño beneficio la tenía haciendo un baile feliz mental incluso mientras
salían hacia la fiesta de Bella.
Ella lo atrajo hacia sí, le dio un fuerte beso. “Será mejor quedarse en la parte
poco profunda, porque podríamos ahogarnos. E incluso entonces.”
Decidió que una travesía al centro un domingo por la tarde no estaba del todo
mal. Caso cerrado, un buen sueño, comida caliente y un centro de comando. La
vida podía ser muchísimo peor.
Tal vez ésta podía ser la primera fiesta de cumpleaños a la que alguna vez
asistiera, ¿pero cuán malo podía ser?
“Lo estoy.”
“Es que simplemente no quiero quedar mal, ser de aquellas personas que se
olvidaron el regalo para la niña.”
“No, quiero decir otros. Los otros que gatean o caminan como borrachos
balanceando las manos, o que se mueven tan rápido como Bella.”
“¿Por qué ellos miran fijamente? Siempre están mirando con fijeza. Como
muñecas,” dijo mientras entraban al edificio. “O tiburones.”
“No tengo idea, pero ahora es probable que me vaya a preocupar por ello.”
“Únete al club.”
Tomó las escaleras como lo había hecho incontables veces antes de Roarke,
hacia el apartamento que una vez había sido de ella. Al apartamento, pensó,
que, al igual que su oficina doméstica, ya no se parecía ni remotamente a lo que
había sido suyo.
Todo esto existía detrás del hombre negro de casi dos metros vestido con un
chaleco negro sobre una camisa roja ajustada. Él sonrió ampliamente.
Mavis.
“Hola, Roarke.”
Ella le susurró algo en el oído que lo hizo reírse a carcajadas tirando la cabeza
hacia atrás.
Cuando él se dio la vuelta, los ojos de Bella se abrieron como platos de alegría.
“¡Das! ¡Ork!”
Se lanzó hacia Eve, quien se las arregló torpemente para no dejarla caer. “Sí,
hola, feliz cumpleaños.”
“Bu.” Fue algo sincero, mientras Bella tocaba con sus dedos el moretón debajo
del ojo de Eve.
Con mucho cuidado, Bella se inclinó para tocar con sus labios ese lugar, sonrió
y balbuceó.
“Estas lleno... eso.” Eve recordó no decir la m enfrente de la niña. Y cuando notó
que Bella había dirigido su atención a Roarke bajando la barbilla, ladeando la
cabeza, y con una sonrisa coqueta, Eve vio su oportunidad.
“Bueno, yo…” Pero Roarke se encontró con los brazos llenos de una coqueta
niñita, que se aferró a él, le besó las mejillas, y luego lo miró con sus grandes
ojos azules agitando las pestañas.
“Eres un encanto, ¿no es así?” Eve lo escuchó decir mientras ella se escapaba.
“Claro.”
“No estaba segura, no con todo el ajetreo y estando agotada. Dos minutos,”
añadió, y entonces arrastró a Eve a través de la gente.
Y los Miras. En verdad quería echarle un buen vistazo a Dennis Mira, sólo para
asegurarse de que estaba bien. Pero Mavis seguía tirando de ella hasta que
estuvieron paradas en el arco iris sinfónico que era el dormitorio de Mavis y
Leonardo.
“Cuando te vi, dejé de sentir temor. Hoy es para estar feliz. Para estar realmente
feliz. Es la fiesta del primer cumpleaños de mi bebé.”
“Espera hasta que veas el pastel. Ariel lo hizo. Es un castillo de hadas. Con
unicornios.”
“Sólo a los que cuentan. Vamos a tomar unas copas. Montones de copas.”
Eve consiguió una bebida, y se las arregló para evitar en lo posible a Trina,
especialmente cuando se dio cuenta de que la estilista le estaba echando a su
cabello esa mirada. Vio la sonrisa soñadora de Dennis Mira mientras se sentaba
en el suelo para jugar a algún juego con un grupo de niños.
Observó a McNab galopando alrededor en sus botas de aire con algunos otros
niños subidos a su espalda, quienes chillaban como si los estuvieran
apuñalando, un sonido que todos los demás parecían asumir que significaba
que se divertían. Garnet DeWinter sonreía mirando a un atractivo muchacho de
altura mediana quien le hablaba con seriedad a Mira.
Leonardo, con un gorro de fiesta brillante sobre su largo pelo cobrizo, les
sonreía a sus chicas, atendiendo el bar vistiendo una túnica del color de los
zafiros.
Louis y Charles, llegando tarde a la fiesta. Doctores y policías, pensó Eve, y vio
a Roarke hablando con Feeney. Doctores, policías y criminales, reformados.
Porteros y ex-Acompañantes Licenciados. Expertos en electrónicos y
diseñadores de moda.
Tal vez, pensó Eve, pero con seguridad en ese momento la niña estaba
ridículamente emocionada con todo.
“Parece que nos toca a nosotros,” dijo Roarke cuando Leonardo le hizo una
seña. Desapareció con Leonardo en otra parte del apartamento.
Juntos ellos cargaron una enorme caja forrada de rosa brillante y plata.
“Me han dicho que esta es una caja mágica,” le dijo Roarke a Bella, quien
miraba la caja con ojos inmensos. “Y sólo tienes que tirar de esa cinta de allí
para ver lo que hay adentro.”
Con la ayuda de Mavis, Bella tiró de la larga cinta rosa. La caja colapsó hacia
afuera para revelar su contenido.
Ella había querido una casa de muñecas, de acuerdo con Peabody, y Mavis lo
había confirmado. Y como Roarke se había encargado…
Al igual que el hogar que había construido para sí mismo, ésta era más un
castillo que una casa. Y en este caso, toda femenina. Rosada, blanca y bonita con
sus torretas y puentes levadizos, sus ventanas arqueadas y adornados balcones.
Bella jadeó, puso sus dedos en los labios, sus ojos abiertos como platos por el
impacto. Mavis le murmuró algo, y aquellos ojos se pusieron brillantes cuando
alzó la mirada hacia Roarke y luego a Eve.
Los brillantes ojos de Bella ardieron fieros, mostrando los dientes. Eve estaba
preparada para ver una larga lengua viperina salir disparada entre ellos.
“Das,” dijo Bella con un mundo de significado en cada sílaba. Sus brazos
rodearon a Eve, y se balanceó en el abrazo, como a menudo hacía su madre.
“Das,” volvió a decir, y alargó una mano para Roarke. “Ork. Das. Ta. Ta. Ta.”
Lo que sea que dijera después estaba más allá del alcance de Eve, pero la
emoción era cristalina. Alegría pura, profunda gratitud.
“E. Ero.”
Entonces se quedó perpleja cuando Bella echó un vistazo, sonrió, y alargó una
mano hacia la chillona. Una invitación para jugar.
Sucedían muchas cosas en esa cabeza, se dio cuenta Eve, y en otras partes
también. Un regalo tan deseado, dame un minuto aquí, hermana. El
agradecimiento a las personas que le habían concedido el regalo, dado con
encanto y dulzura. Otro momento para celebrar, para tenerlo sólo para ella.
Entonces una disposición para compartirlo, para tener a alguien que lo disfrute
con ella.
Pero he aquí una niña, con sólo un año de vida. Dulce, inocente, pero no
estúpida. Con una voluntad de hierro pero compasiva. Desde ya con su propio
sentido del… estilo, suponía Eve. Su propia y pequeña agenda.
“Olvídelo. Estado.”
“La prisionera está contenida. Tuvo algunas heridas menores, ha sido tratada.”
“Ya debe de haber llegado al hospital, señor. Los paramédicos indicaron que
aunque las heridas eran serias, no eran mortales.”
“Las que yo le vaya a ocasionar puede que lo sean. ¿Cómo diablos consiguió
poner sus manos en un arma? ¿Y qué diablos está usted haciendo aquí, Shelby?
Usted no está uniformada.”
“No, señor, no estoy de servicio. Llegué para encontrarme con Mary Kate
Franco, la enfermera profesional. Tenía el turno de mañana en la enfermería.
Somos amigas, señor, e íbamos a ir a ver un video más tarde. Estaba bajando
cuando oí el altercado.”
“Informe.”
“Señor. Al oír los sonidos de un altercado, retiré mi arma de servicio del bolso e
ingresé a la enfermería. El Oficial Minx había caído, sangrando de heridas en el
rostro y el cuerpo. La persona adulta identificada posteriormente como Jessica
Gromer, la representante asignada por Servicios al Menor a la prisionera,
también estaba en el suelo, gritando. La Enfermera Profesional Franco estaba
intentando defenderse mientras la prisionera avanzaba hacia ella con un
escalpelo. Ella, Franco, había agarrado una jeringa a presión y, ah, un orinal,
señor. Le grité a la prisionera que soltara su arma, momento en el cual intentó
agarrar a Franco, asumo que para cubrirse o como rehén, pero Franco la
mantuvo a distancia. La prisionera entonces intentó atacarme, momento en el
cual disparé mi arma, aturdiéndola.” Shelby se aclaró la garganta. “Aseguré a la
prisionera mientras Franco movió de inmediato al Oficial Minx para evaluar y
“Ah, señor, yo creo que puede que le haya dicho en el calor del momento, que
cerrara el maldito pico o que también la aturdiría.”
“Gracias, Teniente.”
Eve salió del elevador, asintió hacia el guardia de la puerta de acero del área de
confinamiento.
“Ah-hah. ¿Y?”
Él los registró, le dio a Eve sus sectores y los números de sus celdas.
Esto no era Rikers, pensó Eve, pero tampoco era una casa de muñecas blanca y
rosada.
Pasando esa puerta se entraba al pasillo en donde estaban alineadas las celdas a
ambos lados.
Para los casos difíciles, como el de Willow Mackie, aún había una puerta más.
Él policía en ésta miró a Eve y a Shelby. “¿Cómo está Minx?”
Eve se encaminó hacia donde estaba Willow tumbada en la única litera de una
celda. Contenía un inodoro, sin tapa, atornillado al suelo y un pequeño lavabo
entornillado a la pared.
“Al parecer no te das cuenta de que tus días para hacer elecciones se
terminaron. Oficial, también quería que le echara un vistazo a alguien que ha
ayudado a ponerte en donde perteneces.”
“¡Saldré!” Las lágrimas anegaban los ojos de Willow al ponerse de pie. “Saldré
y vendré por ti.”
Satisfecha, Eve les hizo una seña a Shelby y a Roarke, y se alejaron con las
maldiciones de Willow haciendo eco en el pasillo.
“Sí, señor.”
Eve esbozó una sonrisa fiera. “Me gusta pensar que sí. Una parada más.”
Más puertas de acero, más escaneos, y entonces Eve se paró fuera de la celda
que encerraba a Reginald Mackie. Él no estaba tumbado en la litera como su
hija, sino que caminaba de aquí para allá, de pared a pared.
Dejó de pasear, se volvió, la miró con sus ojos dañados. “Ustedes no pueden
juzgarla como a un adulto. Teníamos un trato.”
“Yo la ayudé.”
Cuando se alejó, sus sollozos hacían eco como las maldiciones de Willow lo
habían hecho.
“Absolutamente.”
“Esas son buenas noticias ya que este lugar está empezando a ponerme
nervioso.”
“Sólo tengo que ir arriba, hacer los arreglos para su transferencia, y debería de
contactar con Whitney, sólo para ponerlo al tanto. Entonces hemos terminado.”
De donde sea que hayas venido, de la forma en que hayas crecido, todo siempre
se reducía a las elecciones que hicieras. Incluso cuando sólo tenías un año en el
planeta.
“Regresemos a la fiesta.”