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El periodo conocido como la Colonia o el Virreinato en México empieza en el siglo XVI, cuando los
españoles llegaron a Tenochtitlan. Aprende más en torno a él. Para la historia de México el periodo
conocido como la Colonia o el Virreinato empieza en el siglo XVI, cuando los españoles, al mando
de Hernán Cortés, conquistaron la antigua México-Tenochtitlan. Así fundaron la Nueva España,
nombre que los conquistadores le dieron a la actual ciudad de México. También se conoce esta
etapa con el nombre de Virreinato porque el país, durante el tiempo que duró, fue gobernado por
un representante del rey de España que tenía el título de virrey.
Es muy raro que haya épocas que abarquen exactamente una cifra decimal redonda, pero en
nuestra historia colonial así es, ya que se considera que esta etapa empieza estrictamente en el
año de 1521, cuando cayó en poder de los españoles la antigua ciudad de México-Tenochtitlan, y
termina en 1821, año en el que se declaró la Independencia de México.
Así pues el periodo de la Colonia abarca 300 años, y está usualmente dividido en tres periodos: el
primero y más antiguo es el que corresponde al siglo XVI y correponde a todo lo que pasó en la
Nueva España desde 1521 hasta 1600; el segundo, el del siglo XVII, que comprende lo sucedido
entre 1601 y 1700; y, finalmente, el tercero y último, el del siglo XVIII mexicano y que va de 1701 y
1800.
Los 21 años que faltan para llegar a 1821 ya pertenecen al siglo XIX, y todavía son parte de la
historia de la Colonial, aunque los historiadores les conceden a esos años finales del Virreinato el
apelativo de periodo, “de transición”, ya que la lucha iniciada por Miguel Hidalgo y Costilla contra
el dominio del gobierno español en la Nueva España había comenzado en 1810 dando lugar así al
nacimiento de México.
Para entender cabalmente la complejidad de la época de la Colonia en México habría que analizar,
en un principio, dos tipos de dominación española: la conquista militar y la conquista espiritual, y
después, adentrarse en cómo fue el establecimiento de las ciudades españolas, cuál la situación de
los naturales, cómo estaba constituido y cuál era el funcionamiento del gobierno colonial; la
importancia de las autoridades eclesiásticas, las nuevas formas de moral y también el terror que
inspiró el Santo Oficio todo ello sin olvidar, por supuesto, los estratos o castas de los que estaba
compuesta la sociedad colonial.
No menos importante fue, por supuesto, el arte y la cultura en la Colonia que en cada siglo XVI,
XVII y XVIII tuvo manifestaciones particulares, la vida cotidiana y el surgimiento del criollismo, de
donde salió el conjunto de hombres que, finalmente, habrían de terminar con la Colonia y con la
dependencia que, de España, tenía México antes de llamarse como hoy se llama.
La conquista o colonización española de América fue el proceso por el que se implantó en el Nuevo
Mundo una administración que pretendía ser imitación o duplicado de la administración
peninsular contemporánea. Este periodo se extendió desde el 12 de octubre de 1492, día del
descubrimiento de América, hasta el 13 de julio de 1898, cuando se celebró un acto formal de
arriado de la bandera española en San Juan de Puerto Rico, en cumplimiento del Protocolo de Paz
de Washington firmado el día anterior con Estados Unidos. Las principales motivaciones de la
expansión de la corona de castilla eran el beneficio a través de la extracción de recursos y la
difusión del catolicismo a través de las conversiones de las poblaciones indígenas.
Desde los asentamientos de las zonas insulares del mar Caribe como Cuba y La Española, la Corona
de Castilla emprendió la colonización del continente americano, estableciendo contactos
comerciales con algunos pueblos indígenas de la costa de la actual Venezuela que permitieron la
fundación de la ciudad de Nueva Cádiz en 1500 en la isla de Cubagua. A dicho reino se le concedió
el monopolio real para la exploración y explotación económica de las Américas, en detrimento del
resto de reinos hispánicos.
En 1518 una expedición dirigida por Hernán Cortés, llegó a la isla de Cozumel, pasando después
por las costas de la península de Yucatán hasta llegar al río Grijalva, donde se produjo una lucha. El
Jueves Santo de 1519 llegó toda la armada a San Juan de Ulúa, desde donde se dirigió hacia la
costa de la actual ciudad de Veracruz. En ese lugar Cortés recibió la primera embajada de
Moctezuma Xocoyotzin, gobernante del señorío de Tenochtitlán, fundando allí la Villa Rica de la
Vera Cruz.
Una vez fundada Veracruz, Moctezuma le solicitó, mediante el envío de embajadores, detener su
marcha, pero Cortés continuó hacia el interior, el día 16 de agosto de 1519, rumbo hacia al corazón
del Imperio azteca. Esta expedición estuvo formada por 400 soldados castellanos, 15 caballos y
1400 guerreros totonacas. Al llegar a Tlaxcala, Cortés derrotó a Xicotencatl y estableció una
importante alianza con los tlaxcaltecas, sumando así más guerreros a su ejército.
En su paso hacia Tenochtitlan tuvo lugar la matanza de Cholula. Poco más tarde se dirigió hacia el
valle de México cruzando entre dos volcanes: el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Del otro lado, avistó
por primera vez el lago de Texcoco y México-Tenochtitlan. Las fuerzas de Cortés entraron por la
calzada de Iztapalapa, siendo recibidas por Moctezuma Xocoyotzin. Una vez hospedados en la
ciudad, el huey tlatoani optó por someterse a la Corona en una entrevista privada. A cambio,
Cortés exigió ver los libros de tributos y los mapas de la tierra. Entretanto, la empresa de Cortés no
había pasado desapercibida para Diego Velázquez de Cuéllar, quien envió una expedición
capitaneada por Pánfilo Narváez con órdenes expresas de aprehenderlo y llevarlo de regreso a
Cuba. Por esta causa, Cortés viajó a Veracruz para luchar contra los hombres de Velázquez. Durante
su ausencia, ocurrió la Matanza del Templo Mayor, que encendería la mecha de una rebelión
indígena. Moctezuma intentó calmar a la multitud enardecida, pero esta lo repudió como
gobernante y comenzó a lapidarlo. El huey tlatoani fue herido de gravedad y murió, siendo
Cuitláhuac nombrado sucesor. De inmediato, organizó un ejército para atacar a los conquistadores.
Cortés organizó un plan de escape, pues los aztecas lo habían sitiado en el palacio de Axayácatl. En
la noche del 30 de junio de 1520 procedieron a la fuga, pero fueron detectados. Durante el escape
murieron ochocientos conquistadores y un indeterminado pero mayor número de indígenas
aliados. Este episodio es conocido como la Noche Triste. Un año más tarde, y tras la decisiva batalla
de Otumba, Cortés regresó con más tropas y más aliados; los pueblos que una vez habían sido
sometidos por el imperio azteca, se aliaron a los conquistadores españoles y comenzaron a cercar
la capital. La ciudad de México-Tenochtitlan fue sitiada durante tres meses y, tras innumerables
batallas por tierra y mar, fue finalmente sometida el 13 de agosto de 1521. En la batalla, los
castellanos, tlaxcaltecas, texcocanos, huejotzincas, chalcas, cholultecas y demás coaligados
causaron bajas al ejército de mexicas en número cercano a 40 000, de acuerdo a las propias
estimaciones de Cortés, y referidas en su tercera carta de relación.
En el año 1532, el Imperio incaico sucumbió ante la conquista española que llevó a cabo Francisco
Pizarro. El conquistador encontró al imperio debilitado a causa de una guerra civil iniciada en 1529
entre Huáscar y Atahualpa, los dos hermanos pretendientes al trono imperial. En noviembre de
1532, Pizarro capturó a Atahualpa y, en julio de 1533, lo mandó ejecutar bajo el cargo de haber
ordenado la muerte de su hermano Huáscar. Doblegando la oposición, relativamente débil de
algunos generales incas, se dio inicio al dominio español que estableció sobre el territorio del
antiguo Imperio incaico, el virreinato más poderoso que España tuvo en ultramar.
El mestizaje
A diferencia de otros colonizadores como los ingleses, que no admitían el mestizaje por considerar
impuras otras razas que no fuesen la suya, en los virreinatos españoles se realizaron matrimonios
mixtos a partir de 1514 bajo la cobertura legal de la Real Cédula de Fernando el Católico:
Es nuestra voluntad que los indios e indias tengan, como deben, entera libertad para casarse con
quien quisieren, así con indios como con naturales de estos nuestros reinos, o españoles nacidos
en latí Indias, y que en esto no se les ponga impedimento. Y mandamos que ninguna orden nuestra
que se hubiere dado o por Nos fuera dada pueda impedir ni impida el matrimonio entre los indios
e indias con españoles o españolas. y que todos tengan entera libertad de casarse con quien
quisieren, y nuestras audiencias procuren que así se guarde y cumpla.
(Recogida en la Recopilación de Leyes de las Indias de 1680, Ley 2.º Tit. 1.º Libro VI). En 1556 Felipe
II reiteró esta Real Cédula de su abuelo.
Uno de los matrimonios más emblemáticos del siglo xvi lo protagonizaron Isabel Moctezuma
(Tecuichpo Ixcazochtzin, antes de bautizarse, hija de Moctezuma II y última emperatriz de los
aztecas) con el extremeño Juan Cano, con el que tuvo cinco hijos que iniciarían la genealogía de los
duques de Miravista, título que todavía perdura en la actualidad. El palacio de los Toledo-
Moctezuma en Cáceres es hoy sede del Archivo Histórico Provincial y en su fachada se conserva el
blasón de los Moctezuma. Una parte de los descendientes de ese matrimonio vive en España y,
otros, en México.
El historiador alemán Enrique Otte recoge en la página 61 de su libro Cartas Privadas de
emigrantes a Indias: 1540-1616 (FCE 1993) una carta de un colonizador llamado Andrés García,
fechada el 10 de febrero de 1571, dirigida a su sobrino Pedro Guiñón, en Colmenar Viejo, en la que
le comunica su matrimonio con una indígena americana:
Caséme en esta tierra con una mujer muy a mi voluntad. Y aunque allá os parezerá cosa reçia en
aberme casado con hindia, acá no se pierde honrra ninguna, porque es una nación la de los hindios
tenida en mucho.
Aparte de los matrimonios hubo, sobre todo, uniones sexuales extramatrimoniales con mujeres
indígenas. Esto se debió también a que las mujeres castellanas siempre fueron escasas en América.
El ejemplo clásico es el de la Malinche, amante de Hernán Cortés, con quien incluso tuvo un hijo,
Martín Cortés (al que reconoció en 1529 mediante bula papal de Clemente VII), que no hay que
confundir con su hijo legítimo del mismo nombre. Pero el mestizaje extramatrimonial tuvo otras
expresiones sociológicas: la barraganería, la prostitución y, también, las violaciones. La poligamia,
existente en los pueblos precolombinos, fue prohibida por ser contraria a la doctrina católica. No
hay estadísticas fiables sobre la proporción de matrimonios mestizos frente a las otras fórmulas
ilegales de mezcla de españoles y amerindios durante la colonización española de América.