0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
3 vistas3 páginas
Este documento describe la figura del "curro" en la sociedad cubana a finales del siglo XIX. Explica que el curro era un joven negro o mulato delincuente y vago de barrios pobres de La Habana. Discuten su vanidad exacerbada y su afición a exhibir su condición criminal. También analizan su jerga y su participación en actividades delictivas. El autor cita fuentes históricas para respaldar su descripción del curro y su papel en la sociedad cubana de la época.
Este documento describe la figura del "curro" en la sociedad cubana a finales del siglo XIX. Explica que el curro era un joven negro o mulato delincuente y vago de barrios pobres de La Habana. Discuten su vanidad exacerbada y su afición a exhibir su condición criminal. También analizan su jerga y su participación en actividades delictivas. El autor cita fuentes históricas para respaldar su descripción del curro y su papel en la sociedad cubana de la época.
Este documento describe la figura del "curro" en la sociedad cubana a finales del siglo XIX. Explica que el curro era un joven negro o mulato delincuente y vago de barrios pobres de La Habana. Discuten su vanidad exacerbada y su afición a exhibir su condición criminal. También analizan su jerga y su participación en actividades delictivas. El autor cita fuentes históricas para respaldar su descripción del curro y su papel en la sociedad cubana de la época.
el último censo de población (1899) solamente quedan en Cuba unos trece mil africanos, que se extinguirán en los días de nuestros nietos, y cou ellos la ya vacilante ortodoxia de la psiquis afro-cubana. Importa, pues, repito, para el éxito ulterior de todo estudio sociológico sobre cualquier aspecto genérico de nuestro carácter, de nuestra civilización y de nuestra historia, que se emprenda el trabajo penoso pero fructífero de fijar en el papel las supervivencias africanas actuales, y exhumar las que fueron antes que el transcurso del tiempo las acabe de pulverizar y extravíe su recuerdo para ofrecer al sociólogo ;
como un museo donde pueda, sobre datos y
materiales avalorados, establecer la participación que la raza negra ha tomado en la evolución de nuestra sociedad, y completado este conocimiento con el de los otros elementos, definir sociológicamente lo que somos, lo que hemos sido y ayudar á dirigirnos con fundamentos positivos hacia lo que debemos ser.
nuestras playas y aviven el rescoldo que resta
de las primitividades de sus predecesores. Según el último censo de población (1899) solamente quedan en Cuba unos trece mil africanos, que se extinguirán en los días de nuestros nietos, y cou ellos la ya vacilante ortodoxia de la psiquis afro-cubana. Importa, pues, repito, para el éxito ulterior de todo estudio sociológico sobre cualquier aspecto genérico de nuestro carácter, de nuestra civilización y de nuestra historia, que se emprenda el trabajo penoso pero fructífero de fijar en el papel las supervivencias africanas actuales, y exhumar las que fueron antes que el transcurso del tiempo las acabe de pulverizar y extravíe su recuerdo para ofrecer al sociólogo ;
como un museo donde pueda, sobre datos y
materiales avalorados, establecer la participación que la raza negra ha tomado en la evolución de nuestra sociedad, y completado este conocimiento con el de los otros elementos, definir sociológicamente lo que somos, lo que hemos sido y ayudar á dirigirnos con fundamentos positivos hacia lo que debemos ser.
Cirilo Villaverde, en su « Cecilia Valdés », dijo
así :
más ni menos que el
« Es el « curro » ni negro ó mulato joven, oriundo del barrio del Manglar ó de otros dos ó tres de la misma ciudad, matón perdulario, sin oficio ni beneficio, camorrista por índole y por hábito, ladronzuelo de profesión, que se cría en la calle, que vive de la rapiña y que desde su nacimiento parece destinado á la penca, al grillete ó á una muerte violenta. » El negro curro fué llamado u del Manglar », según dijo el conferencista, porque en esa parte del barrio de Jesús María tuvieron su principal asiento, hasta que se incendió, si bien extendiéndose por todo este último barrio y por el Horcón y Carraguao. En Jesús María fué célebre una bodega llamada del Cangrejo, en la calle de San Nicolás esquina á Esperanza, porque en ella solían reunirse los carros, y frente á ella viraron machos cangrejos ; es decir, mataron machos hombres. Al matón entre los matones lo llamaban cheche 6 chévere, voces derivadas de otras de la lengua africana de los yorubas, hablada por los lacamís. Pasó después el Dr. Ortiz de esta observación etimológica, á la exposición de los caracteres ENTRE CUBANOS... i5g del negro curro, agrupándolos bajo tres aspectos : su vanidad, su jerga y su delincuencia. Su vanidad era su carácter predominante. El delincuente curro no ocultaba su condición de tal, antes al contrario, la exhibía siempre, alardeaba de ella, al revés de lo que suele ocurrir con la mayoría de los criminales comunes, los cuales, aun cuando vanidosos, tratan de disimular su condición antisocial, adoptando por una especie de procedimiento que los biólogos llaman a mimetismo », los caracteres propios del ambiente en que viven, para pasar inadvertidos y seguir tranquilamente su vida parasitaria. La indumentaria del curro demuestra palpablemente
— según el doctor Ortiz — esa exacerbación
de su vanidad, pues es llamativa, ostentosa, exhibicionista, en fin. Aquí el conferencista volvió á justificar sus opiniones con la sólida base que le prestaron los escritos de esos mismos publicistas cubanos. Así habla, por ejemplo, del vestido curro J. V. Betancourt :
a Los curros tenían una fisonomía peculiar, y
bastaba verles para clasificarlos como tales sus :
largos mechones de pasas trenzadas, cayéndoles
sobre el rostro y cuello, á manera de mancaperros (llámase así á un reptil negro y cubierto de escamas, por cuya figura y tamaño tiene Cirilo Villaverde, en su « Cecilia Valdés », dijo así :
más ni menos que el
« Es el « curro » ni negro ó mulato joven, oriundo del barrio del Manglar ó de otros dos ó tres de la misma ciudad, matón perdulario, sin oficio ni beneficio, camorrista por índole y por hábito, ladronzuelo de profesión, que se cría en la calle, que vive de la rapiña y que desde su nacimiento parece destinado á la penca, al grillete ó á una muerte violenta. » El negro curro fué llamado u del Manglar », según dijo el conferencista, porque en esa parte del barrio de Jesús María tuvieron su principal asiento, hasta que se incendió, si bien extendiéndose por todo este último barrio y por el Horcón y Carraguao. En Jesús María fué célebre una bodega llamada del Cangrejo, en la calle de San Nicolás esquina á Esperanza, porque en ella solían reunirse los carros, y frente á ella viraron machos cangrejos es decir, mataron machos hombres. ;
Al matón entre los matones lo llamaban cheche
6 chévere, voces derivadas de otras de la lengua africana de los yorubas, hablada por los lacamís. Pasó después el Dr. Ortiz de esta observación etimológica, á la exposición de los caracteres ENTRE CUBANOS... i5g del negro curro, agrupándolos bajo tres aspectos : su vanidad, su jerga y su delincuencia. Su vanidad era su carácter predominante. El delincuente curro no ocultaba su condición de tal, antes al contrario, la exhibía siempre, alardeaba de ella, al revés de lo que suele ocurrir con la mayoría de los criminales comunes, los cuales, aun cuando vanidosos, tratan de disimular su condición antisocial, adoptando por una especie de procedimiento que los biólogos llaman a mimetismo », los caracteres propios del ambiente en que viven, para pasar inadvertidos y seguir tranquilamente su vida parasitaria. La indumentaria del curro demuestra palpablemente
— según el doctor Ortiz — esa exacerbación
de su vanidad, pues es llamativa, ostentosa, exhibicionista, en fin. Aquí el conferencista volvió á justificar sus opiniones con la sólida base que le prestaron los escritos de esos mismos publicistas cubanos. Así habla, por ejemplo, del vestido curro J. V. Betancourt :
a Los curros tenían una fisonomía peculiar, y
bastaba verles para clasificarlos como tales sus :
largos mechones de pasas trenzadas, cayéndoles
sobre el rostro y cuello, á manera de mancaperros (llámase así á un reptil negro y cubierto de escamas, por cuya figura y tamaño tiene